La filantropía de la droga: ¡A mí me invitan!
Todos los días cuando estamos recogiendo los datos de un nuevo usuario y llegamos a la sustancia, se produce un fenómeno curioso, por una parte verbaliza un consumo muy inferior al real y por otra intentan hacer creer al profesional, que lo que está consumiendo, es prácticamente gratuito: !A mi me invitan!
Está claro que si las cantidades fueran reales, no habrían venido, porque cuando lo fueron, no vieron necesidad de pedir ayuda.
En cuanto al coste de la droga yo suelo dividirlo en dos partes:
- Coste Biológico.- Se sigue teniendo el convencimiento que cualquier sustancia tóxica que ingerimos solo tiene el efecto inmediato por el cual se consume: tabaco = relajante; alcohol = desinhibidor; cannabis = sedante; cocaína = estimulante, etc.. Pero en nuestro cerebro con cada consumo, queda una merma que se va acumulando y que con el tiempo nos hace parecer ancianos, mentalmente hablando.
- Coste Familiar y Económico.- Aunque como terapeutas recogemos los datos tal y como nos relata el usuario, el tiempo saca el coste real que se ha ido pagando por destrozarnos la salud a cambio de unos minutos de evasión. Así van apareciendo deudas de: tarjetas, préstamos bancarios, familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc. No solo de cientos sino de miles de euros. Todo esto cuando se destapa supone un shock importante para la familia que desde hace un tiempo preguntaba ¿qué está ocurriendo? Y el enfermo una y otra vez lo negaba todo, tapando una deuda con otra mayor mas un nuevo consumo “para olvidar”.
Al final en muchos de los casos la familia acaba separándose y dividiendo no los bienes, sino las deudas, llevando a malvender el trabajo de toda una vida.
Si el golpe económico es grande, el palo emocional es devastador para toda la familia que muchas veces acaba medicándose.
A pesar de este panorama tan real como apocalíptico, todas estas enfermedades tienen tratamiento pero no cura. Los que somos adictos al tabaco como es mi caso, aunque lleve más de 30 años sin fumar, si en algún momento me llevo un cigarrillo a la boca volveré a engancharme.
Con los adolescentes ocurre algo distinto:
Si la entrevista se le hace en las condiciones apropiadas: relajado, garantizándole la confidencia, solos, sin cuestionar nada de lo que diga, etc. No tiene problema alguno en sincerarse consuman 10 o 100 porros a la semana, pues su cerebro inmaduro trabaja con valores distintos al del adulto. Al mismo tiempo ese cerebro maravilloso nos permite lograr mejores y más rápidos resultados que con los adultos, ¡eso si! necesitamos que los padres aguanten y se involucren en el tratamiento.
Rectificar una vida adolescente es relativamente sencillo, hacerlo en la de un adulto es complicado, pero posible.
Este artículo también lo podéis encontrar en el blog http://www.adiccionesadolescentes.es
Mi próximo artículo se titulará:
“Efecto manada”
Thanks to the translation done by Sara Cremades González (teacher and philologist), you can read this article in English:
Drug’s philanthropy: I am invited!
Everyday when we are gathering information about a new patient and we arrive at the main issue, something strange happens; on the one hand, he or she claims a lower consumption than the real one, on the other hand, he tries to make us believe that what they are consuming is almost free: I am invited!
Evidently, if the quantities were real, they wouldn’t have come, because when they really were so low they did not need to ask for help.
In connection with the cost, I usually divide it into two parts:
- Biological cost: we are still convinced about the fact that any toxic substance that we ingest only has its immediate effects: tobacco=relaxing; alcohol=disinhibitor; cannabis=sedative; cocaine=stimulating, etc. However, with each consumption, our brain suffers a weakening that, as time goes by, makes us look like old people in a mental sense.
- Family and economic cost. Although as therapists we gather the information as our patient relates it, time later we discover the actual cost he is paying in exchange for some minutes of breakout. It’s like this that debts start showing up: credit cards, loans, relatives, friends, neighbours, fellows, etc. Not only hundreds but also thousands of euros. When this is revealed, it supposes an important shock for the family that really didn’t know what was happening, since the patient denied everything once and once again, hiding a debt with a higher one, in addition to a new consumption “in order to forget”.
Finally, in many cases the family ends up breaking up and dividing the debts, selling as a loss their job of a lifetime.
If the economic blow is big, the emotional shock is usually devastating for the relatives, who, in many cases, end up taking medicines.
Despite this scene, as real as apocalyptic, all these diseases have a treatment, but not a cure. People addicted to tobacco, as in my case, even after 30 years without smoking, if any time I try again I will get hooked one more time.
With teenagers is different:
If the interview is made with the appropriate conditions (relaxed, alone, guaranteeing confidence, not questioning anything he says, etc.) they normally have no problem in being honest, even if they consume 10 or 100 joints per week, since their immature brain works with different values than the adult one. At the same time this marvellous brain allows us achieve better and faster results than with adults, we really need parents to get involved in the treatment.
Rectifying a teenager’s life is relativelly simple; doing it with an adult is complicated, but even possible.
Soy José José Gil (J.J.), Enfermero experto en las Adicciones de los Adolescentes (Alcohol, Porros, Móvil, etc…).
Trabajo tanto con las Familias como con los Adolescentes; y desde hace hace 12 años escribo el blog: www.adiccionesadolescentes.com