Capítulo 26
Hoy he salido con madre a pasear. Cubiertos de mascarillas y guantes. Limitados por las horas. Se fatiga mucho. Este tiempo sin andar le ha hecho mella. Cuando he llegado a su casa estaba caminando por el pasillo porque se había ya hecho el ánimo de no salir. Pero al verme, se ha vestido en un momento y nos hemos aventurado a la calle. Ahí nos cruzamos con algunas conocidas suyas y sopesa la posibilidad de adquirir un carrito para caminar de esos que llevan los ancianos. Y duda si se adaptará a él. Es curioso a su edad (89), cómo se puede seguir dudando cual adolescente. Quizá esa inseguridad es la que nos persigue a todos los hermanos. Dudar de las cosas más obvias.
Hemos descansado en una heladería. Como hemos pasado a la llamada fase 1, ya podemos tomar algo salvaguardando las distancias. Hemos pedido helado de crema catalana y ella quería invitarme, pero ha caído en la cuenta que no llevaba la cartera en el bolso, y durante toda la consumición, no paraba de mirar dentro como si fuera a aparecer. Torturada por no poderme invitar. Y yo diciéndole que no se preocupara por eso. Y ella dejando la tarrina una y otra vez en la mesa y buscando.
Esta libertad que nos han concedido de salir un poco más que antes, parece que nos satisface. Ya me he adaptado tanto al enclaustramiento que a veces hasta me sobra tiempo de libertad y me quedo en mi casa. Sin embargo, aún no nos permiten desplazarnos a segundas residencias etc.
Salgo a tirar la basura y ya no siento que me observa la policía, aunque el sábado pasado al salir en bicicleta estaban multando a unos ciclistas por ir en grupo y pasar cincuenta metros al pueblo colindante.
Sigo pensando que hay algo que no nos cuentan. Esta limitación nos agudiza el ingenio. Ayer bajé a casa de Alejo y preparamos una versión de la canción de Carolina (Mclan), le varié la letra porque cumple 18 años la semana que viene. Cantamos Roly, Paqui, Alejo y yo. Nos disfrazamos de Cowboys y lo grabamos. Espero que le guste. No es fácil abrazar la mayoría de edad en ese estado de confinamiento.
De momento hemos conseguido no contagiarnos del virus, pero es una falsa sensación de seguridad, porque el peligro está latente y aún no hay antivirus.
Hoy he pedido cita con un peluquero nuevo porque Roly sigue confinada en San Juan y no puede atusarme los cabellos. A ver mañana...
Juan Carlos García Torres Martínez nació en Elda en 1962, era el cuarto de cinco hermanos y siempre fue buen estudiante y con gran capacidad para hacer amigos. Estudió la carrera de Derecho pero nunca ejerció como abogado, aunque su profesión como secretario judicial siempre le mantuvo relacionado con las leyes. Desde muy joven fue un apasionado de la música, llegando incluso a ser fundador de la tuna de derecho de alicante. Otra de sus pasiones fue el deporte; su bicicleta conocía bien todos los montes y parajes de nuestra comarca, pero si hay algo que no abandonó nunca fue la escritura. Le gustaba plasmar vivencias cotidianas transformándolas en pequeñas historias de aventuras. Su tono irónico quitaba dramatismo a lo que relataba, él era así en su propia vida, intentando darle a todo un toque surrealista propio de su personalidad, y con ese estilo escribió su novela corta titulada "el temor" que fue ganadora del premio Ciudad de Elda de Cuentos en 1992.
Fue durante el confinamiento, entre los meses de Abril a Junio de 2020, cuando Juan Carlos hizo un pequeño diario de sus vivencias con su caracteristico estilo
Tristemente Juan Carlos nos dejaba el 16 de febrero de 2021 por causa del Covid, pero su legado literario y personal nos acompañará para siempre.
Éste es un pequeño homenaje póstumo a un discreto artista pero una gran persona.