Lorenzo Mas, 50 años como voluntario de Cruz Roja en Elda
El eldense Lorenzo Mas ha cumplido más de ocho décadas de edad y desde hace 53 años es voluntario de Cruz Roja, lo que lo convierte en el miembro más veterano del grupo, aunque espera no tener que dejar nunca este cometido: “Mi mujer dice que seguiré hasta que me muera, y creo que tiene razón”. En la Noche del Deporte Eldense el Ayuntamiento le entregó un reconocimiento por su labor, lo que le emocionó mucho, para valorar su esfuerzo desinteresado durante más de medio siglo por Elda y la comarca.
Comenzó en Cruz Roja el 5 de enero de 1970 como miembro del grupo de montaña, animado por su hermano José Mas, y su primer servicio fue la bajada de antorchas. Comenzó como un voluntario y un montañero más, pero pronto pasó a ser delegado del grupo de montaña y de rescate en pared. Además, estuvo al frente de los montañeros del Centro Excursionista Eldense y del Grupo Alpino, y juntos cubrían servicios de emergencias.
A finales de los 70 ya formaba parte de la brigada de servicios y llegó a ser jefe de destacamento de la unidad militar. Explica que se encargaba de todo como responsable de los militares, y recuerda que el 23 de febrero de 1981, durante el intento de golpe de Estado estuvo confinado en la sede Cruz Roja con 15 militares bajo su responsabilidad por orden del gobierno militar hasta que pasó la situación de emergencia. Ahora forma parte de la Asociación Española de Veteranos de las Brigadas de las Tropas de Socorro de Elda.
Durante más de media vida ha sido voluntario y nunca ha recibido remuneración, ya que su objetivo es ayudar. Con solo siete años, un grupo de jóvenes le agredieron cuando trabajaba en la empresa de calzado Hermanos Arráez Verdú. Fue atendido por voluntarios de Cruz Roja y nunca lo olvidó. A los 27 años decidió apuntarse a esta organización, ya que su hermano era voluntario: “Me enseñaron a atender a la gente y unos principios importantes como ayudar a quienes más lo necesitan”.
En la Noche del Deporte Eldense el Ayuntamiento reconoció su labor.
Ha recibido diferentes distinciones como la medalla de honor de bronce, de plata y de oro de Cruz Roja: “Y esos reconocimientos hacen que me enganche más, la verdad. Mis hijos me dicen que a ver cuándo lo dejo, pero nada”. Quien mejor lo conoce es su esposa, Amparo Ramírez, a quien Cruz Roja en el 120º aniversario de la entidad le entregó un diploma, pues ha llevado más carga en casa debido al tiempo que su marido ha dedicado al voluntariado. Su mujer bromeó entonces al asegurar: “No os preocupéis, aunque diga que hará una paella de despedida, seguirá aquí hasta que se muera”, y él cree que tiene toda la razón.
Lorenzo solo espera “que el señor me dé salud para continuar, pues mis compañeros me ayudan mucho, me animan, estoy muy agradecido. Ahora hago cuatro cosas, como cubrir eventos deportivos, pues no me dejan cargar peso, pero me llena mucho”. Admite que solo se planteó dejar el voluntariado cuando se apuntó a la coral del CEAM, por cuestión de tiempo, pero ha sabido compaginarlo.
Durante más de cinco décadas ha ocupado diferentes cargos directivos en el comité autonómico, provincial y actualmente acaba de incorporarse a la nueva directiva de la asamblea local.
Estos años de servicio solidario le han permitido vivir numerosas anécdotas. Recuerda cómo un día, a mediados de los 80, tuvo que pedirle a su esposa que lo acompañase para atender un parto en la zona del castillo, “ella tenía experiencia, y no daba tiempo a trasladar a la mujer, y allí mismo se la atendió, luego la subimos al hospital”.
En otra ocasión, durante un traslado a una señora desde Alicante a Santander, tuvo que bajar y guiar a la ambulancia a pie debido a la intensa niebla. Fueron unos tres kilómetros, recuerda, y bromea al asegurar que cuando llegaron "nos obsequiaron con leche y dulces, valió la pena”.
No siempre ha tenido épocas buenas: a finales de los 80 sufrió una depresión, pero la medalla de bronce que recibió a petición de la Guardia Civil de Tráfico, le levantó el ánimo y le ayudó. Y es que asegura que tuvieron una colaboración muy bonita: “A veces llegaba yo antes, otras me abrían camino, todo salía bien”.
Ha cubierto desde incendios a accidentes domésticos, pasando por riadas, terremotos como el de Lorca o accidentes de tráfico: “Salíamos a donde nos llamaban, hoy siento que con 80 años ya no puedo hacer más que cuatro cosas, pero siempre pienso en qué puedo hacer por ayudar. Espero aguantar”, concluye.