Desternillante monólogo de Luis Piedrahita en Elda
Elda demostró que le gustan los monólogos. El Teatro Castelar consiguió un lleno absoluto para disfrutar de Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas, el espectáculo del cómico Luis Piedrahita. Durante 90 minutos el público rio a carcajadas con un espectáculo cargado de humor y desparpajo.
El monologuista dejó la magia que tanto le caracteriza a un lado y no necesitó mucho más que su voz y su cuerpo para conquistar al público, pues en el escenario solo había una silla, que usó poco. Solo se ayudó en momentos concretos de una pantalla y de la música para hacer reír. El conocido como "rey de las cosas pequeñas" utiliza el espectáculo de humor a modo de terapia para bromear sobre las miserias cotidianas y enviar un mensaje a los asistentes para vivir al máximo: “La vida es como un hotel, un sitio en el que vas a estar poco tiempo y del que tienes que llevarte todo lo que puedas”.
Uno de los momentos más cómicos se produjo cuando, antes de sentarse en una silla del Teatro Castelar, la sacudió y salió una gran cantidad de polvo, a lo que el humorista bromeó y dijo que “sabía que el Castelar era de principio del siglo pasado, no que no se limpiaba desde entonces”, lo que despertó la risa de los presentes.
Piedrahita demostró tener una gran capacidad de improvisación y buena memoria, pues en todo momento utilizó al público como parte del espectáculo, lo que dejó la sensación de haber visto un monólogo único.
Tras el espectáculo, Piedrahita salió al vestíbulo del Teatro Castelar para saludar a las decenas de personas que querían conocerle y hacerse una foto con él.