Poso a poso

POSO A POSO (Artculos 2008-2013) Rafael Carceln Rafael Carceln Edita: Notivalle Fotografa de portada: Eco, 1980. Cuadro original de Dionisio Gzquez Diseo y produccin grfica: Azorn, Servicios Grficos Integrales 3 L as columnas de opinin de Rafael Carceln constituyen una pieza importante del Semanario Valle de Elda; la profundidad de sus reflexiones y su buena prosa le aportan un plus de calidad al peridico. Este libro constituye una recopilacin de 71 artculos de los 205 que ha publicado desde hace cinco aos en su seccin denominada Entre col y col. La consistencia de sus textos le abre la posibilidad de publicar en diarios de tirada nacional o entrar en la seleccin de artculos para el comentario de texto de Lengua del examen de acceso a la universidad. De hecho, algunos medios le pidieron editar sus columnas una vez que han sido publicadas en Valle de Elda. En Rafael Carceln convergen dos factores que hacen de l un articulista muy completo: una inteligencia privilegiada capaz de analizar con sagacidad las circunstancias de la realidad y una gran sensibilidad que le hace emocionarse con cualquier aspecto de la vida; el analista y el poeta se dan la mano. Pero adems, como buen profesor, a lo anterior se le suma el empeo por comunicar sus descubrimientos a los lectores con claridad e ilusin. Los temas complejos e inmensos de nuestro mundo globalizado no le amilanan y se zambulle sin miedo en cuestiones como la economa o la educacin para buscar la esencia del asunto, desbrozndolo, quitndole los aderezos y mostrndonos sus contradicciones. El desasosiego que este tipo de artculos nos produce queda compensado con su sentido del humor, aunque l insiste en no ocultar la realidad. En otros artculos muestra una mirada capacitada para bucear en la vida cotidiana, descubrindonos aspectos que nos pasan inadvertidos a fuerza de ser rutinarios. Rescata para la reflexin temas como la escucha, la siesta, la risa, la sencillez, los deberes... de modo que, de su mano, al final descubres que es el propio sentido de la vida el que est escondido en los rincones de cada da, como la ostra guarda la perla. Los artculos de Rafael emanan independencia, soberana de pensamiento; de hecho, alguna vez he comentado con l lo libre que se siente para decir lo que piensa de cualquier cuestin, sin ningn tipo PRESENTACIN 4 de autocensura, que es la peor. Creo que posee honestidad intelectual y no se pone al servicio de nada ni de nadie, sino de l mismo. En el campo literario, por ejemplo, ensalza poetas que no estn de moda como Luis Rosales, marginado durante muchos aos por la intelectualidad debido a su ideologa conservadora o, en el poltico, manifiesta ideas incorrectas para la mayora de tendencias ideolgicas como es la desobediencia civil.Tambin sabe valorar su entorno ms inmediato, con artculos dedicados a la escritora eldense fallecida en Madrid, Nines, a Ernesto Garca Llobregat, a tres compaeras maestras muy vocacionales (Ellas) o a Castelar. Como buen maestro que es, Rafael nos propone el disfrute del conocimiento, y para eso echa mano de todos los meteoritos culturales, sociales, deportivos que han impactado en su inteligencia y sensibilidad durante la semana. En muchas ocasiones se trata de ideas del ltimo libro que ha ledo o las reflexiones que le sugiere cualquier situacin que se cruza en su camino, como mirar una foto antigua. Reelabora cada tema filtrndolo a travs de su agudo sentido crtico, su gran sensibilidad y una vastsima cultura, de forma que en sus artculos afloran con naturalidad referencias a autoridades en las ms diversas materias, entre las que sobresalen los clsicos. Una siempre piensa que la Educacin Secundaria Obligatoria, el Bachillerato o la Universidad de este pas han perdido un gran profesor, aunque lo han ganado los nios de Educacin Infantil del colegio Padre Manjn, que algn da sabrn la suerte que tuvieron con un maestro que supo escucharlos y hacerles pensar por s mismos. Pero Rafael no slo tiene ideas, sino que sabe expresarlas. Su escritura busca la sencillez, con el gran trabajo que ello implica de pulido sobre pulido. Le gusta leer y escribir poesa y eso se nota en su gran dominio de la lengua, como ese delicioso artculo sobre el tapeo, en el que suelta su mano y deja fluir la alegra del momento entre los vapores etlicos de la cerveza. Su gran inclinacin por la literatura, el arte y, sobre todo, la poesa, no la vuelca en artculos pedantes y metaliterarios, sino que la pone al servicio del disfrute de la vida e insiste en mostrarnos que sta se compone de infinidad de momentos sencillos y valiosos. Insisto en que su calidad de poeta consigue hacernos sentir y transmitirnos sensaciones. Me gustara hablar tambin de la seriedad en su trabajo. Todo columnista sabe lo difcil que es tener asignado un espacio para escri 5 bir con una periodicidad determinada. A veces uno no est de humor, no sabe de qu hablar o est demasiado ocupado con su propio trabajo. Rafael ha sido fiel a su cita semanal durante cinco aos con una disciplina monacal y una gran generosidad. S que a veces no ha sido fcil, pero todos los temas escogidos los ha trabajado con la responsabilidad que le caracteriza, aunque haya tenido que estar das y das dndole vueltas a su artculo hasta que quedara a su gusto, de manera que puedo decir sin temor a equivocarme que este libro guarda entre sus pginas cientos de horas de reflexin sobre ideas, impresiones o sentimientos que, poso a poso, han ido depositndose en su cabeza y en su corazn.Otra de las dificultades de los columnistas es ceirse a un espacio determinado y Rafael se ha sometido a la dictadura del nmero de lneas con gran maestra. Con su natural optimismo, me deca que esto le ha supuesto un ejercicio fenomenal como escritor, ya que le ha obligado a decir ms con menos palabras, en definitiva, a sintetizar, que es el ejercicio ms difcil, pero a la vez, la prueba de fuego de un columnista. Tenemos pues, entre las manos, un libro que es un ejercicio del docere et delectare, que proponan sus amados clsicos, de aprender disfrutando, y dan fe de ello muchas de sus frases, tan brillantes y memorables que merecen ser subrayadas para saborearlas con tiempo durante la semana. No me resisto a incluir una cita de su columna titulada Aligerar equipaje donde recomienda un libro de Elsa Punset y del cual extrae una frase que resume su propio programa vital, que es afectivo e intelectual, como no poda ser de otra manera: Cuando nacemos, traemos dos encargos urgentes: desarrollar nuestra capacidad de amar y alimentar nuestra curiosidad desbordante por el mundo que nos rodea. Slo envejecemos de verdad, por dentro, cuando dejamos de amar y de sentir curiosidad. Susana Esteve Maci 7 E n noviembre de 2008 empieza en el semanario Valle de Elda una colaboracin de Rafael Carceln bajo el ttulo genrico de Entre col y col.En total han sido cinco cursos (los docentes miden el tiempo por cursos, desde septiembre a junio) de metdica contribucin semanal. Esto ha producido la cantidad de 205 artculos, de los cuales hemos hecho una seleccin de 71 para recopilarlos en este libro que el lector tiene en sus manos. En la ordenacin de los artculos se ha pretendido mantener un riguroso criterio cronolgico, ms all de regulaciones temticas que quizs pudieran hacerlo ms cmodo para una eventual consulta. Es as porque entendemos que la cronologa deja ms clara la evolucin personal y de implicacin social, ya que en muchos casos las impresiones del autor responden a estmulos globales o estn en consonancia con el conjunto de la sociedad. As, an cuando parta siempre del individuo y su funcin en ella, su preocupacin permanente es el hombre y su interior; de ah la constante de la educacin y la mirada hacia su entorno. Fue el socilogo francs Alain Touraine quin escribi: La desorientacin del mundo actual parte de la separacin entre el mundo tcnico, cientfico y poltico de la lgica del interior del hombre, de sus valores, de su imaginacin; y precisamente con la pretensin de hurgar en ello se han escrito muchos de estos artculos. Esta cronologa se cuela y nos va dejando ver la evolucin vital del autor, el paso del tiempo, traducido en la distinta percepcin de la realidad por el lado de los cambios sociales, pero en una lnea ms introspectiva con ese sosiego en la opinin que dejan las personas queridas cuando van saliendo de escena. Algo que recoge claramente el ttulo del conjunto, Poso a poso. Si los primeros artculos son reflexiones sobre vivencias propias o el entorno cotidiano: alumnos, colegio, familia o aficiones: lecturas, ajedrez, naturaleza, ms tarde la penosa actualidad poco a poco lo va venciendo. Pero cuando esa irrespirable cotidianidad quiere derrotarlo, con un Elogio de la alegra (uno de sus artculos ltimos) nos dice ADVERSAS AGUAS, PERO REMANDO 8 que no, que no sabemos qu vendr despus, pero que est muy vivo y con ganas.Hay una constante en el libro que es la total independencia del autor (desde una clara posicin progresista) y su absoluta libertad en el enfoque de cualquier asunto. O su valenta a la hora de afrontarlos siempre resaltando la dignidad del hombre. No en vano este asunto, el hombre y su dignidad, es el fin ltimo de estos escritos. Diecisiete meses pas haciendo cola a las puertas de la crcel, en Leningrado, en los terribles aos del terror de Yezhov. Un da alguien me reconoci. Entonces una mujer que estaba detrs de m, con los labios azulados por el fro, que naturalmente nunca haba odo mi nombre, despert del entumecimiento habitual en todas nosotras y me susurr al odo (all hablbamos todas en voz baja): Y usted puede describir esto Y yo le dije: puedo. Entonces, algo como una sonrisa resbal en aquello que una vez haba sido un rostro. As describe la poeta rusa Anna Ajmtova el origen de su poema Requiem, un canto fnebre que, ms all del sufrimiento de su propio hijo o el fusilamiento de su primer marido, anhela reparar a los ciento de miles de vctimas del estalinismo As comienza un artculo que no pas la criba pero que s nos da un poco la idea de la tica del autor en ese ntimo ejercicio que va del yo al nosotros. No pretendemos compararlo con Ajmtova, ni nuestro tiempo con el que ella vivi, pero s nos parece que en ella quiere ver un espejo en el que mirarse. Un ejemplo de tica y de dignidad ante unas aguas ms que adversas. Hay multitud de registros entre los escritos del libro y algunos de ellos intentaremos desglosar: Un tema recurrente, y con reflexiones a tener en cuenta por su propia experiencia, es el de la pedagoga y la educacin: Los sueos, La transmisin, Bajo presin, Pensar, La mente, Los deberes, Prestigio social Especialmente apreciados por nosotros son algunos literarios: La siesta, La muerte, Escribir, El legado, Agradecer, etc, que unas veces se hacen intimistas como en Las sensaciones, y otras nos introducen directamente en la poesa: Nadie quiere verlos, Rosales, Entender no entendiendo Otros de tema cultural: Preguntas, La soledad, Nonagenarios e inconformistas en otras ocasiones se centra en el lenguaje y la comunicacin: Las palabras, y aun otras recomendando algn libro: Crisis y ansiedad, Aligerar equipaje. La sociedad tambin ocupa gran parte de esta clasificacin: La riqueza, La fragilidad, La desigualdad, Estafados, La contrarreforma y 9 de igual modo el fomento de sus valores: La mentira, Nadal, La tolerancia, etc. La reflexin sin ms crea un apartado propio: una lectura le lleva a escribir La mediocridad; con un tono didctico pero no moralizante escribe El error, y reflexivos son: La risa, Percepcin del tiempo o Los abuelos. Tampoco elude los artculos directamente polticos: Cablegate, La Repblica, Hambre, incluso se quiere transformar en fabulador cuando le invade la irona jocosa en El mercado y los eurocabritillos. Pero hay dos temas en los que creemos que deja una impronta ms personal: el de los homenajes y el de las consideraciones que hace a partir de una fecha. Homenajes son los que tributa a Rita Levi Montalcini en El cerebro; a Ernesto Garca Llobregat, en Ernesto; o ese reconocimiento cargado de amistad que hace a sus compaeras de colegio: Ellas. Una fecha, el 19 de marzo, como da del padre, le evoca al suyo en la etapa final de su vida y le dedica el artculo Padres; como conmemoracin del doscientos aniversario de la Constitucin de Cdiz surge La Pepa; el 23 de abril, Da del Libro, le lleva a escribir Leyendo con ellos, Releer o Nines; en el 20 aniversario de la cada del muro de Berln escribe El muro; el l4 de febrero, Enamorados; el 24 de diciembre, Nochebuena; el da de fin de ao, Las uvas; el 7 de septiembre, fecha de su nacimiento, Castelar; o un precioso artculo el 21 de septiembre: Alzheimer. Hay ms temas en estos escritos, hay variedad de registros, hay humor, hay irona, hay indignacin, hay lirismo; pero eso es mejor ir descubrindolo con su lectura. Hagmoslo con serenidad, al fin y al cabo hoy leemos un artculo, que tenemos muy poco tiempo, y maana leemos dos que tenemos poco tiempo solamente. No hay prisa, que por eso los textos son breves y concisos. Conviene saborearlos: poso a poso. Porque son argumentos reposados, que se sustentan solos, y las citas a veces no hacen sino subrayar un pensamiento que normalmente es slido. El escritor alemn Georg Christoph Lichtenberg, hoy muy conocido por sus aforismos, dej escrito en uno de ellos: He observado que muchas veces me duele la cabeza despus de mirarme un tiempo en un espejo cncavo. Seguro que esto no les ocurrir leyendo los artculos de este libro, incluso aunque lean varios seguidos, pues los espejos de Carceln son totalmente planos. Emilio Guinea y Consuelo Poveda ECODionisio Gzquez La piedra impacta el agua. Resonando, se expanden por tu piel las palabras. R. Carceln 13 A A peticin de un amigo, le una entrevista con Stuart E. Lucas, un millonario americano gestor y experto en asesorar a otros ricos financieros sobre dnde deben invertir su dinero. Su propuesta para no caer en situaciones como la de la economa actual es la tica financiera o, por citar lo que parece un eslogan y un principio a seguir, la riqueza, sin valores, es slo dinero. Una firme conclusin tras repasar pormenorizadamente los orgenes y el desarrollo de la actual crisis econmica. Una crisis que por su proceso especulativo me recuerda a la famosa pirmide en la que hace algunos aos otro amigo me aconsejaba que invirtiera una mnima cantidad puesto que estaba garantizado el xito seguro, unas ganancias infinitas, siempre y cuando convencisemos a nuevos inversores y estos a otros, etc. La especulacin forma parte de la naturaleza humana. El problema es cuando hay un exceso de especuladores, comenta Lucas. Un desorden especulativo desmesurado estara en la base de la actual crisis financiera. Y aunque habr mucha gente que lo pase muy mal en los prximos meses, no es sta la peor crisis de la historia. Saldremos de esta situacin, nos viene a decir, pero qu ocurrir despus, seguir todo igual en el mundo de la economa y las finanzas La fragilidad de nuestro sistema econmico, la falta de seguridad y estabilidad que nos transmite esta crisis, nos obligan a hacer algo distinto, a considerar que no todo vale con tal de ganar dinero. La recomendacin de Lucas a sus clientes es que pongan su dinero en inversin tica y sostenible, en las antpodas del caos especulativo reinante hasta ahora. Una inversin responsable a travs de cooperativas de crdito, en fondos ticos y garantizadores de un desarrollo sostenible, sin grandes altibajos, es una de las posibles alternativas que algunos estudiosos de la economa consideran para el inmediato futuro. La riqueza 14 Frente a los procesos alcistas e inflacionistas y las cadas de los mercados, crecimiento sostenido, razonable y simultneo en todos los rdenes productivos, de inversin y de consumo. Valorar en su justa medida, no sobrevalorar, los ttulos, las inversiones y los beneficios, en un sistema que vele por los reajustes permanentes y el constante equilibrio de todos los agentes econmicos. No en vano, ya escribi Machado hace casi un siglo que es de necios confundir valor y precio. O en palabras de Lucas, la riqueza, sin valores, es slo dinero.21/11/2008 15 L Laura Camila es colombiana. Tiene cinco aos. Se le ve feliz. El otro da, en clase, hablando de las cosas que se suean, nos despert a todos con una pregunta a bocajarro: y dnde estn los sueos En milsimas de segundo debi mudrseme el color de la cara varias veces. Me qued tan acogotado que apenas balbuc algunos monoslabos. Qu poda decir Ni Caldern, ni Freud -tan puestos en el tema- hubiesen respondido con cierta lgica e inmediatez. Eso, aparentemente, me tranquiliz. Mario, sin saber de mi zozobra y con una conviccin envidiable, replic casi al instante: pues dnde van a estar; aqu, en la cabeza. Y todos sonrieron. Como si fuese una evidencia que Laura Camila an no haba descubierto. No s si asent o tembl. Desde luego sonre aliviado. Y con una extraeza que an me sobrecoge. Y es que los nios, sin pretenderlo, nos pueden colocar ante nuestras estructuras mentales y hacernos comprender de golpe y porrazo cunta fragilidad, cuntos agujeros negros hay en nuestro lenguaje, en nuestro pensamiento. Seguidamente, con esa naturalidad de las esponjas absorbiendo y expulsando- continuaron hablando unos minutos de los colores de los sueos, de su tamao o de los rincones donde se esconden cuando amanece. Yo, claro est, no deca ni po. Me limitaba a obligarlos a respetar el turno de palabra o a mantener el silencio necesario para que se escuchasen unos a otros. Result casi un tratado regulador de lo onrico en lo cotidiano. Muy propio de Dal y su paranoia- crtica. Y con qu facilidad. Para sobreponerme a un susto as, cog el peridico y me empap de las trifulcas judiciales, el abismo de la crisis o los datos desalen- Los sueos 16 tadores de la macroeconoma, los porcentajes de depresin por profesiones, las mximas audiencias televisivas disclpenme, en fin, la intromisin y permtanme que desde esta ventana impresa, y mirndoles fijamente a la cara, les pregunte con Laura Camila: y dnde estn los sueos S, claro que ya s que no somos nios. Pero, no me miren as. Acudan a ellos.28/11/2008 17 D Decimos de un poltico que no transmite cuando no es capaz de contagiarnos con su visin de las cosas, cuando nada de lo que dice nos entusiasma o simplemente cuando sus ideas y sus palabras nos generan cierta desconfianza. Y es que saber transmitir -contagiar, entusiasmar al otro- es un arte que ya la antigua Elocuencia persegua estructurar y perpetuar entre los saberes bsicos del docto, del maestro. Hoy, en nuestros tiempos pragmticos de la tcnica y la eficacia, lo importante no es el cmo sino el qu: transmitir sin cesar saberes, conocimientos, ideas, etc. hasta llenar el archivo del otro, dando por hecho que ser l quien discernir lo valioso de la estupidez, lo esencial de lo accesible. La escuela est llena de contenidos, objetivos, programa, fichas y ms fichas No tenemos tiempo para otra cosa. Cada vez se fragmenta ms el saber y desde los primeros niveles nuestros alumnos han de adquirir unas habilidades y unas destrezas tan dispares entre s que en nada contribuyen a una visin global e integradora de la realidad, tan necesaria en las primeras edades. As, el conocimiento, los conocimientos acumulados, no dejan lugar para la comprensin. Obesos de saberes inconexos, comemos y comemos sin permitir la digestin, la integracin en nuestro ser de lo que vamos aprendiendo. Parecera que todo est al mismo nivel, que todo vale lo mismo, que el gris hubiese absorbido toda la gama cromtica del arco iris. Estoy seguro que a muchos de ustedes les encantan las matemticas, la literatura o la botnica porque en algn momento de su aprendizaje tuvieron un maestro o una maestra que por encima de todo les transmiti el gusto por saber esa materia y les contagi su entusiasmo y su capacidad para disfrutar aprendiendo y accediendo al conocimiento de la realidad de una forma natural e integradora. La transmisin 18 Recuerdo a mi profesor de Filosofa de COU explicndonos la teora del conocimiento en Aristteles: no hay filosofa sin filosofar, nos deca. No llegamos ni a la mitad del programa. Apenas si sobreviv a la selectividad. Pero nunca he dejado de interesarme -a mi manera- por el saber filosfico en sus diversas vertientes. Porque, como seala George Steiner en Elogio de la transmisin, sin pasin, sin implicacin no hay verdadero saber que se transmita. Implicarse no significa ser partidista o doctrinario. Tampoco se trata de ser simptico, gracioso o condescendiente. Es cuestin de transmitir acompaando en su proceso de aprendizaje y crecimiento al otro: en sus aciertos y sus dificultades, en su certidumbre y su torpeza. Ah estn John Dewey o Juan de Mairena para corroborarlo.05/12/2008 N 19 N No es cierto que una imagen valga ms que mil palabras. Lo que ocurre es que en nuestra sociedad del espectculo la imagen es el aval para vender o transmitir cualquier idea o cualquier producto, alcanzando la perversin total cuando se nos mete por los ojos lo menos sustancioso o lo ms desagradable del mercado. Segn parece, adems, lo que el proverbio chino dice es que una imagen equivale a mil palabras. Sea como fuere, la literatura de cualquier poca o tradicin est ah para corroborar el valor de las palabras para seducirnos y emocionarnos, para hacernos copartcipes a travs de ellas- de las inquietudes y esperanzas de nuestros antepasados. Cuando lees o cuentas un cuento a un grupo de nios pequeos se hace evidente este poder seductor y sugeridor de las palabras. Asombra su receptividad a los cambios de voz, al nfasis que ponemos en determinadas palabras, a las pausas, a los silencios embobados, ausentes, aprecias cmo sus ojos miran perdidos hacia muy lejos: sin mostrarles ni una sola imagen, construyen el mundo -su mundo- al hilo de lo que vamos narrando. Por eso es tan valioso que les contemos, que les leamos cuentos desde muy pequeos. Nuestras palabras pueden intimidarlos, confundirlos o entusiasmarlos y darles nimo. Con ellas van nuestros miedos y nuestras alegras. Nuestras dudas o nuestra confianza en ellos. Hay que cuidarlo todo en el crecimiento, pero las palabras son ese valioso tesoro que de verdad legamos a nuestros hijos. No obstante, ya Platn habl del poder balsmico del lenguaje. Una palabra tuya bastar para sanarme, le dice el centurin a Jess en la Biblia. Unas palabras nos hunden. Otras nos regeneran. La antigua Retrica pretenda proveernos de cuantos recursos pudiesen contribuir a mejorar nuestras construcciones lingsticas y su transmisin. Hoy nos espantamos de tanta retrica banal para no decir nada. Pero Las palabras 20 basta leer un buen poema para percibir la capacidad comunicativa y afectiva de las palabras, su poder de sugerencia, su aliento siempre acogedor. Pienso que, entre los salvaguardas hoy de la palabra, desde luego los poetas ocupan un lugar seero. Una relacin carnal es la que establece con ellas el poeta, segn Jos ngel Valente, y Neruda nos dice que las ama, las pela, las viola, se las come para llegar hasta nosotros. Cuidar, alimentar, acariciar nuestras palabras ayuda a mejorar la comunicacin. Y a sentirnos ms a nosotros mismos. Somos nuestro lenguaje y en l nos transmitimos. Como seala Jos Antonio Marina en La selva del lenguaje, si bien es el hombre quien cre las palabras, son ellas quienes nos han ido humanizando. 12/12/2008 21 E En una reciente entrevista, un narrador sostena que sus escritos no son sino el conjunto de respuestas que ha ido dando a lo largo de su vida a esas preguntas que no dejamos de hacernos desde la infancia. Sin duda, la curiosidad, el asombro o la necesidad de respuestas a esas preguntas primeras son un inagotable leit motiv en todo proceso creador. Pero, a qu repuestas se llega En 1994, Eduardo Chillida entraba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con setenta aos, casi cincuenta dedicados a la creacin escultrica, y un reconocimiento internacional unnime, poda haber ledo un discurso en torno a su trayectoria; o referido a algunas conquistas tcnicas alcanzadas con su obra O simplemente haber impartido una leccin magistral sobre el dilogo ininterrumpido de sus esculturas con el espacio, la materia, el horizonte, los lmites o el tiempo. Un dilogo, necesario y humano, con lo inmanente y lo trascendente que nos habita. Pero ley un discurso, ante la perplejidad de muchos, que consisti en la formulacin de unas cincuenta preguntas inconexas entre s- y a las que se dejaba sin respuesta. Por inquietante que resulte esta actitud, no me parece gratuita. Su discurso, titulado precisamente Preguntas, comenzaba as: Cmo es posible que nuestra vida, formada por sucesivos presentes que no tienen dimensin, pueda durar veinte, cuarenta u ochenta aos. Aludiendo quizs al proceso creador, requera: Por qu la experiencia se orienta hacia el conocimiento y la percepcin hacia el conocer. O esta otra forma de preguntar, sin concesiones: En una lnea el mundo se une, con una lnea el mundo se divide, dibujar es hermoso y tremendo. Un discurso que no tiene desperdicio y que, efectivamente, en su formulacin nos recuerda a ese nio impertinente y curioso que no deja de preguntarse por el ser de las cosas. Al fin y al cabo el autn- Preguntas 22 tico creador nunca abandona a ese nio que todos llevamos dentro. Pues no hay arte sin capacidad de asombro y una dosis considerable de ingenuidad. Pero tambin me parece una manera profunda y humilde de reconocer que el arte responde siempre formulando nuevas preguntas (o las mismas, aunque de otra forma), puesto que nuestra humanidad es una tarea nunca terminada. O quizs, y esto es una hiptesis muy personal, que nos pasamos la vida respondiendo a lo que nos va surgiendo a cada instante; y slo cuando nuestras respuestas -las obras en el caso del artista- empiezan a cobrar un sentido (una direccin, un significado), intuimos que van en busca de alguna pregunta. Como si lo dado fuesen las respuestas y correspondiese al creador encontrar las preguntas adecuadas a cada una de ellas. Frente al novelista que persigue certezas, Chillida es contundente: Yo no represento, pregunto.19/12/2008 23 D De vez en cuando me gusta proponerles a los nios y nias de Educacin Infantil -de 3 a 5 aos- pintar libremente con distintos materiales (ceras, acuarelas, pintura de dedos, etc.) y con distintos medios (sus propios dedos, pinceles, esponjas...), habitualmente sobre amplios murales de papel continuo: es indescriptible cmo gozan, cmo disfrutan expresndose sin ataduras, perdindose y encontrndose una y otra vez en el papel con rayas, trazos, garabatos, bioformas o manchas cuyo significado es alucinante cuando te lo explican. Sin duda, en sus manifestaciones muestran ms rasgos de ellos mismos que del objeto que representan: en un castillo, por ejemplo, percibimos ms sus miedos o sus fantasas que la fortaleza realmente. Comentaba esta experiencia con otra maestra cuando, esbozando una media sonrisa, me pregunt dnde establecera yo la diferencia entre esta actividad con los chavales y el arte moderno. Contest algo as como que la capacidad tcnica o la intencionalidad propias de la pintura no estn en el horizonte de los cros. Estos slo pretenden expresarse, sacar su interioridad, de un modo espontneo, con su ritmo y naturalidad y sin condicionamientos previos de ningn tipo. La espontaneidad, la imaginacin, la inocencia o el descondicionamiento de los nios tambin son considerados por el pintor. No en vano creadores cubistas, naif o surrealistas indagaron ya en el mundo infantil, en las culturas primitivas o en las manifestaciones de los enfermos mentales para entender cmo acceder a una expresin esttica lo menos condicionada posible por la racionalidad y la conciencia. Andaba yo en estas disquisiciones cuando mi compaera me mostr un video de youtube. En l aparece una reportera que, con un cuadro pintado por nios de 2 y 3 aos en una guardera, se va a la feria El arte 24 ARCO de 2007, lo cuelga y les pide opinin a expertos y visitantes. Unos hablan de desesperacin o angustia en la mezcla de los colores; otros de erotismo y pulsin sexual o de un pintor muy experimentado; incluso hay quien opina que quince mil euros es un precio muy asequible para un cuadro as. Apasionante: si pueden bsquenlo en Internet. Un reportaje que pone de manifiesto la fragilidad del arte contemporneo, la dificultad para distinguir las voces de los ecos (que dira Machado), los intereses que mueven el mercado del arte o simplemente con qu facilidad aflora en nosotros la estupidez y la pedantera. No s a ustedes, pero a m despus de verlo se me amontonaron las preguntas: cmo encajar esto, qu es el arte, qu pinto yo aqu...26/12/2008 25 E Estar solo. Sentirse solo. Dos formas de vivir un mismo fenmeno, de percibirlo incluso: la soledad. A lo largo del tiempo, cada poca y en cada cultura, se ha sentido -se ha expresado- de manera muy diversa. Por ceirnos a la poca moderna, para los romnticos la soledad era la expresin mxima de su manera egocntrica de entender el mundo: Slo salgo para renovar la necesidad de estar slo, escribi Lord Byron, poniendo de manifiesto que el yo (frente al otro) slo crece y se afirma en una cimera soledad que como suprema independencia lleva inevitablemente a la casi total incomunicacin. Posteriormente los simbolistas, an persistiendo en esta lnea, abren una brecha por donde el barco ebrio de Rimbaud afirmar que yo es otro y que derivar hacia los heternimos de Pessoa o el concepto machadiano de heterogeneidad del ser, subrayando el hecho de que el yo nunca est solo en el sentido romntico sino en constante dilogo consigo mismo: con el otro/ los otros que hay en cada uno. Juan Ramn Jimnez recorrer con su obra toda esta trayectoria: del egocentrismo esteticista reflejado en Soledades (libro de 1923) al yo sinfnico de Espacio y toda su obra ltima. Del yo monolgico, aislado y concebido como cima de afirmacin del ego, al yo dialgico, abierto al otro y lo otro que nos habita y habitamos, la soledad se ha ido configurando como experiencia nica de encuentro con nuestro ser y nuestra conciencia. Sin duda estar solo no tiene porqu ser vivido desde la desesperacin. Los existencialistas sealaron que lo dramtico en nosotros es la experiencia de sentirnos solos, desamparados, incluso entre la multitud, como en el Madrid que describe Dmaso Alonso en Hijos de la ira. As, sin estar solo, uno puede sentir la ms absoluta soledad. En el polo opuesto, estando solos podemos sentirnos unidos a los dems ahon- La soledad 26 dando en nuestro ser interior donde podemos percibir la presencia de la totalidad. Las aportaciones que de la cultura oriental hemos ido incorporando en las ltimas dcadas, han contribuido poderosamente a asentar esta forma de vivir la soledad. En todo caso, venimos solos al mundo y solos lo abandonamos. Hechos ambos que sin duda marcan nuestra vivencia de la soledad y que hacen de ella, ms que experiencia fsica, una constante metafsica irrenunciable en nosotros. Lean si no este bellsimo texto de Wang Wei, un poeta de la dinasta china Tang de los que dejan huella:Sentado solo entre recnditos bambes,tao el laud y silbo largamente. En la honda espesura, que nadie conoce, slo la luna clara acude a iluminarme. 16/01/2009 27 E Elevada a ciencia en el siglo XVIII, hoy la esttica es, antes que nada, un tipo de ciruga con la que hacerse unos arreglitos en los pmulos, los pechos o las cartucheras. Le hace poco que una muchacha de veinte aos haba denunciado a una clnica muy importante (y que parece ser la ms denunciada por los clientes que en ella se operan) por problemas muy serios tras un implante de pechos. Me resulta sorprendente esta demanda que se ha desatado por cambiar nuestra fisonoma y particularmente en personas (ms mujeres, aunque tambin hombres) tan jvenes. Supongo que habr mil razones para exponerse tan gratuitamente a riesgos tan elevados. Pero slo en un mundo que mitifica la imagen, lo adolescente y que nos empuja a ser como Peter Pan, puede resultar explicable algo as. Adems, el volumen de negocio que se mueve ya con estas intervenciones hace que surjan como hongos las empresas dedicadas a ello y que, lgicamente, pugnen y presionen para que se extiendan entre los ciudadanos. Una vez ms, siempre la misma sospecha: la mxima rentabilidad garantizando la mejora esttica. Quizs debamos simplemente asumir que no hay estiramientos o reducciones que detengan el tiempo. Y que ste es consustancial a nuestro propio devenir y crecimiento. Aceptar el paso del tiempo, lo que se lleva y lo que nos aporta en cada momento, con la mayor naturalidad. Ah est la clave: los poetas, exultantes o elegacos, siempre han cantado para aprender a convivir con l, con sus esperanzas y sus sinsabores, nostlgicos o anhelantes, escpticos o entusiastas. Ah estn los clsicos. Ah los orientales. Adecuar el ritmo de nuestro organismo al de la naturaleza, a sus procesos y secuencias: esa es la leccin esttica de vedas, taostas o presocrticos que tanto bien puede hacernos an. La esttica 28 Por eso la Esttica, ms all de un tipo de ciruga para detenernos en un tiempo imposible, puede ayudarnos (ah estn los clsicos, ah los orientales) a aceptar con naturalidad su transcurrir, aprendiendo a vivir en un gozoso presente, a envejecer creciendo interiormente Como sealara Emilio Lled, adems de nuestro bienestar debera preocuparnos nuestro bienser. Cuidmoslo: sin cirugas. 23/01/2009 29 C Como la liebre en la fbula de Esopo, en nuestra poca vamos a toda pastilla. Queremos hacer muchas cosas, casi todas a la vez, y hacerlas rpidamente para poder realizar an ms. Comemos deprisa, circulamos deprisa o nos apresuramos para llegar los primeros a las rebajas. Como consecuencia, en estos tiempos de turbocapitalismo, un milln trescientas mil personas mueren cada ao en el mundo por accidentes de trfico (ms del doble que en 1990) o, por ejemplo, el estrs ser en pocos aos la principal enfermedad en el mundo. Padecemos la enfermedad del tiempo. Aceleramos para estar ms atareados y poder sentir as que ocupamos todo el tiempo, insatisfechos permanentemente porque nunca disponemos del suficiente para poder acudir a cuantos sitios creemos imprescindible. La velocidad slo genera ms velocidad en nosotros. Nuestra rapidez es consustancial a una superficialidad ms banal cada da. Y sta, a su vez, a un constante malestar. Del vrtigo al pnico, nuestra depresin cuando reducimos el ritmo es an mayor. Seguro que alguna vez se han planteado si es posible, y cmo, cambiar esta forma de vivir, modificar nuestros hbitos raudos y cronometrados. A esta pregunta aspira a responder tambin el libro de Carl Honor Elogio de la lentitud. Ralentizar nuestro ritmo para disfrutar de la comida, del sexo o de contarles cuentos a nuestros hijos. No se trata de parar el mundo o de renunciar a lo que nos gusta, sino de priorizar y buscar el equilibrio: Actuar con rapidez cuando uno tiene que hacerlo y ser lento cuando la lentitud es lo ms conveniente. Tratar de vivir en lo que los msicos llaman el tempo giusto, la velocidad apropiada, escribe. Como consecuencia de haber desacelerado en su vida, explica Honor que ahora se siente ms conectado con todo y disfruta ms. Hay que saborear la vida, no sobrevivirla, concluye. La prisa 30 Y no est solo en su actitud. El movimiento slow (lento, en ingls) no ha cesado desde que surgi en Roma en 1986. Su filosofa del disfrute de las pequeas cosas, su oposicin a la multiplicidad de tareas y a la precipitacin o su apuesta por lo que se hace lentamente pero con la certeza de hacerlo bien y gozando, no han dejado de ganar adeptos. Pero no tienen prisa por liderar audiencias o llenar estadios. No olvidemos, volviendo a Esopo, que no gan la liebre sino la tortuga.06/02/2009 31 L Le una entrevista con Helen Fisher donde adelantaba algunas conclusiones de su libro A quin amamos, y que habla de la atraccin amorosa en general y de porqu elegimos como pareja a una u otra persona en particular. Profesora de Antropologa e investigadora estadounidense, seala que no hay datos definitivos, pero nuestra atraccin por la otra persona se activa atendiendo a una serie de procesos qumicos que tienen en un despertar hormonal su punto de partida. Al menos en el cincuenta por cien de los casos estudiados la eleccin estara determinada por una atraccin por el opuesto, al que intuimos como complementario, como fatalmente necesario para dar un sentido completo a nuestro devenir. Ya algunos pensadores en la antigedad hablaron de la unidad de contrarios como generador de toda energa, csmica o celular, portadora de vida. Lo mismo, con los correspondientes matices, afirma el taosmo al hablar del yin y del yang. Garcilaso o Bcquer, entre tantos poetas, confirman con sus versos el ardiente deseo no siempre satisfecho por la persona ms distante y opuesta en todos los sentidos- a nuestra personalidad. Quiero decir que la ciencia, si se suscriben los datos de Fisher, vendra a confirmar una intuicin que anida en nuestra cultura desde siempre: nos enamoramos para satisfacer una atraccin sexual irreductible, pero en nuestra eleccin del compaero/a se impone quien ms nos complementa, quien percibimos como contrapunto capaz de compensar nuestras carencias. Me parece muy valioso adems que de los estudios realizados se concluya la gran diferencia existente entre la atraccin y el enamoramiento. ste, que incluye el impulso sexual pero es ms complejo y personal que aquel, necesita de nuestra voluntad y su prolongado sometimiento (entre uno y tres aos, segn ella) al dictado de nuestros sentidos. Cuando Enamorados 32 estamos locamente enamorados, queremos irnos a la cama con nuestra pareja, pero lo que realmente queremos es que nos llame por telfono, que nos invite a cenar, y se cree una unin emocional, seala Fisher. Ya equiparaba Freud el enamoramiento con la hipnosis, en una imagen insuperable del efecto que nos provoca enamorarnos. Nuestro amor, la fatalidad que rige todo enamoramiento, fabrica dopamina en el cerebro capaz de generar una energa de tal naturaleza que nos puede llevar a la mayor exaltacin o al peor de los sufrimientos; a la salud o a la enfermedad; a morir o a matar por l. Eros y Tnatos, esta energa es inagotable. Como escribiera un enamoradsimo Luis Cernuda:No es el amor quien muere,Somos nosotros mismos. 13/02/2009 33 H Hay que ver qu graciosa es tu mujer: el otro da me cont un chiste y casi me caigo de la cama. O este otro: - A usted le gusta la pintura... Ms de un bote me empalaga. Me encantan los chistes concisos, chispeantes e inesperados como stos dos de Eugenio. Me provocan una catarata de carcajadas difcil de contener. Y si es cierto que la risa pone en marcha alrededor de 400 msculos, lubrica y limpia los ojos o rejuvenece al estirar y estimular los msculos de la cara, sus beneficios no son despreciables para nuestro bienestar. En efecto, nuestra risa libera endorfinas, reduce el colesterol, favorece una mejor digestin al contraer los msculos abdominales, aumenta el ritmo cardiaco, rebaja los niveles de glucosa o nos libera de las angustias y los miedos generando, adems, una actitud positiva que disminuye nuestra exposicin a las enfermedades. Ya el psicoanlisis le atribuy el poder de liberar al organismo de energa negativa. En lgica consecuencia, en los ltimos treinta aos se ha afianzado la risa como terapia. Vemos las cosas de otra manera cuando aprendemos a rernos de nosotros mismos y de lo que nos rodea, contribuyendo a relativizar y desdramatizar nuestras situaciones de agobio y estrs descontrolado. El anciano ri estentrea y gozosamente, agitando su anatoma de la cabeza a los pies, y termin diciendo que aquella risa era dinero, pues disminua las cuentas del mdico, escribi Mark Twain en Tom Sawyer. Rernos, pues, es una forma muy econmica de generar un bienestar que repercute en nuestra salud y en la de quienes nos rodean. Pero no se trata de hacer de la vida un lugar irrisorio. La risa no est reida con la seriedad responsable. Nuestra tradicin literaria avala tambin su alto valor formativo: el Arcipreste, Quevedo, Valle Incln o La risa 34 Miguel Mihura nos ensean a ver el mundo ms hondamente con sus situaciones cmicas, satricas o burlescas. Y corroboran con sus obras que somos un pueblo que sabe rerse desde siempre. No s si es por eso, pero me satisfacen los juegos de palabras, las rimas o los pareados que provocan desinhibidas risas de los nios en el aula. Me parece importante transmitirles tambin la risa, inocular en ellos la semilla de su futuro sentido del humor.20/02/2009 35 E El otro da esperando a un amigo, desesperndome me preguntaba por qu llega siempre tarde Y, sin quererlo, se fueron desprendiendo otras preguntas: por qu hay personas a las que se les hace tarde para todo; por qu en general los hombres hemos de esperar ms a las mujeres que a la inversa; por qu el tiempo en la infancia se vive de un modo distinto a la edad adulta En esto estaba yo cuando lleg mi amigo con la cantinela de siempre: es que me ha parado fulano y luego me ha llamado al mvil mengano y tal y tal y tal. Qu cabreo! El tiempo, psicolgicamente hablando, se vuelve subjetivo cuando hacemos nuestras estimaciones temporales al margen del reloj. Por tanto, cuanto ms se distancien nuestros segmentos estimativos del minutero, ms tarde llegaremos a nuestra cita. Nuestro reloj biolgico tampoco registra igual el tiempo fsico ya transcurrido que el que est por venir. Esta percepcin vara con la edad. Del mismo modo, parece que dura ms un espacio de tiempo en el que nuestra atencin se centra en la espera de algo o de alguien, que cuando realizamos una tarea que nos genera deleite y no estamos pendientes del tiempo. Por eso una hora en el dentista es ms larga que cuatro jugando al ajedrez. En algn sitio le que lo que para un adulto son doce horas, suponen quince minutos en la vida de un nio. Segn parece, hasta entre los diez y los catorce aos no se va adquiriendo una percepcin ms objetiva de la duracin del tiempo. De ah nuestra sensacin de que la infancia es un periodo dilatado y en el que tenemos tiempo para todo, mientras como adultos notamos que el tiempo pasa muy rpido y apenas si dura nada. El descenso en la segregacin de dopamina en el cerebro explicara esta diferente percepcin con los aos. Adems, en una misma cantidad corta de tiempo, las mujeres asocian realizar ms cosas que los hombres; hecho que se explicara porqu durante su vida ellas Percepcin del tiempo 36 acumulan una mayor cantidad y variedad de experiencias que nosotros. Factores familiares, culturales, emocionales o de aprendizaje inciden tambin en nuestra personal percepcin del tiempo. Incluso sta es radicalmente distinta en nosotros que en el resto de los animales. Como ven, siempre hay al menos una explicacin y mil excusas para nuestros retrasos. Ya s que todo es relativo y que el tiempo tiene que ver con la velocidad de la luz. Pero hombre, Paco, si ests leyendo estas lneas esfurzate un poco e intenta ser ms puntual. Deja de vivir en los relojes blandos de Dal. A ver si el prximo da llegas un poco antes. Hasta entonces, que te sea leve. 13/03/2009 37 N No podemos escuchar si no prestamos atencin a lo que omos, si no hay voluntad de comprender lo que nos llega al odo. Cuntas veces, en cuntas situaciones, no nos hemos sentido escuchados Otras muchas ponemos cara de inters, pero lo que realmente hacemos es pensar qu le vamos a contestar a nuestro interlocutor cuando acabe su turno de palabra. Segn los expertos, la mayor parte de los problemas en las relaciones interpersonales estaran generados por la escasa comunicacin entre nosotros. O simplemente porque no nos escuchamos con la atencin debida los unos a los otros. Los adolescentes, por ejemplo. Esa actitud paternalista hacia ellos, interrumpiendo sus puntos de vista con nuestra perspectiva ms experimentada o minimizando sus angustias quitndole importancia a lo que les ocurre, son el sntoma ms evidente de que no los estamos escuchando. Por el contrario, el simple hecho de que los dejemos explayarse, que perciban que los atendemos, puede generar una corriente de confianza que favorecer un clima ms sincero y a la vez la tranquilidad y la seguridad de quien se siente ms valorado que vigilado en sus actividades cotidianas. No sabe hablar quien no sabe escuchar, vino a decir Plutarco. Sin una escucha activa no podemos crear. Lo ha sealado J. A. Valente: se escribe por pasividad, por escucha, por atencin extrema de todos los sentidos a lo que las palabras acaso van a decir. Sin esa escucha extrema, sin esa agudeza para percibir hacia dnde dirigirse cuando todo parece perdido, tampoco los cientficos avanzaran: Newton, Marie Curie o Einstein fueron paradigmticos en esto. En el terreno poltico, por ejemplo, sera posible consenso alguno, satisfactorio para las partes, sin una mutua y atenta escucha Cualquier autntico pacto constituye la sntesis de la cesin de unos y de La escucha 38 otros, del reconocimiento mutuo y todo ello la consecuencia lgica tras habernos escuchado. Se calcula en ms del doble que la actual la agudeza auditiva del cazador neoltico. No creo que haya actividad humana donde no sea importante saber escuchar. Pero cuidado: de verdad nos est escuchando el dependiente que con cara sorprendida como si fuese la primera vez que oye una peticin como la nuestra- acaba vendindonos lo mismo que al cliente anterior; de verdad nos escucha el terapeuta experto cuando, previo pago y tras diseccionar nuestro discurso, termina dicindonos lo que queramos or La autntica escucha siempre es activa, al tiempo que receptiva y no condicionada previamente. Y empieza por escucharnos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo, en primer lugar. 20/03/2009 39 F Fui a hablar con la profesora de mi hijo, y tras mostrarme algunos de sus trabajos me dijo que sera un artista maravilloso y dotado. Sal corriendo del colegio y me puse a buscar escuelas de arte pensando que mi hijo iba a ser el prximo Picasso. Hasta que lo habl con l y me confes que no quera dedicarse al arte. Que le gustaba dibujar, y punto. Y despus me pregunt: Por qu los adultos siempre lo tenis que controlar todo. Y fue entonces cuando me di cuenta de que quera acelerar el desarrollo de mi hijo, sin paciencia. De este hecho surgi la idea de escribir Bajo presin, un libro donde Carl Honor no duda en constatar cmo la niez ha sido secuestrada por los adultos de un modo nunca visto antes. Pretendemos que nuestros hijos sean aplicados en los estudios, los mejores en el deporte que practican y responsables en todos sus actos desde que se escolarizan. Con nuestra mejor intencin, los llenamos de angustia, ansiedad y una presin insoportable en momentos crticos de su crecimiento: han de aprender cuanto antes uno o dos idiomas, informtica, krate o acudir a clases particulares de todo para estar preparados y ser competitivos el da de maana. No tienen, entretanto, tiempo para ser nios. No se pueden permitir el lujo de perder el tiempo en serlo. A pesar de nuestros esfuerzos, cada vez nos encontramos ms nios estresados, deprimidos, con trastornos en su alimentacin o en el sueo No parece que la inversin y la exigencia de la familia o de la sociedad actual estn dando sus frutos: las nuevas generaciones no son mejores ni ms brillantes que las anteriores, como cabra esperar. Quizs lo que de verdad necesiten nuestros hijos es nuestra presencia, nuestro aliento cercano. Pero lo ms frecuente, por incompatibilidad de horarios, es que entreguemos a los maestros y maestras toda la responsabilidad de Bajo presin 40 su educacin. Y los culpabilicemos a ellos si fracasa nuestro hijo, si la escuela no cumple con las metas, con los resultados y las expectativas que tan despreocupadamente depositamos en ella. Sin duda, seala Honor, todos deseamos que nuestros hijos sean felices, crezcan sanos y tengan xito en la vida sin dejar de ser ellos mismos; pero, antes que todo eso, debemos promover que tengan una infancia digna de ese nombre. Y previene que el futuro est en la creatividad y ni nuestro sistema escolar ni nuestra sociedad los forma para ello, al contrario. Son chicos que siempre tienen la respuesta correcta, no saben crear, slo aprenden la receta que les enseamos. Hay que tirar la receta y darles espacio para ser creativos. 03/04/2009 41 Nadie los ve. O nadie quiere verlos. Vienen del extrarradio. Suben de los stanos del tiempo. Regresan de ms all del recuerdo. Nos conocen. No queremos reconocerlos. Desnutridos, ojerosos, harapientos recorren las ciudades en silencio. No exigen trabajo. Ni pan. Ni libertad. Ni un hoyo siquiera donde caerse huecos. Son cientos, miles, millones. Pero nadie quiere verlos. No son manifestantes. No son pedigeos, ni afectados por el sndrome del efecto invernadero. Son nuestros muertos. Que calladamente piden bajarle al mundo unos cuantos decibelios. 10/04/2009 Nadie quiere verlos 42 G Gianni Rodari, autor de Gramtica de la Fantasa, sostiene que nunca se debe ordenar leer un libro a nadie. Lo mejor es sugerir, mostrar, indicar, aquellos libros que nos parecen los mejores, para que nuestros hijos y alumnos se diviertan y aprendan. La imposicin, pues, no es el mejor camino para promover la lectura entre ellos y menos en esta poca de videojuegos o teletiendas que tanto enfran la imaginacin y el pensamiento. Incluso hemos de asumir que el juego, la lectura o el ordenador no slo no son incompatibles sino que, en su justo equilibrio y en condiciones concretas, contribuyen decisiva y conjuntamente a mejorar nuestro desarrollo integral. Pero no es necesario insistir en que un buen hbito lector, un alto nivel de competencia y comprensin, mejora nuestra adquisicin de cualquier aprendizaje. De ah su importancia en el proceso educativo desde los niveles ms bajos. Es adems una fuente de placer y satisfaccin en s misma, si nuestras lecturas son adecuadas y sugerentes para nuestro desarrollo. Por el contrario, para los nios que leen muy pobremente, la escuela y el aprendizaje se vuelven una carga o algo peor. La buena noticia es que el 82% de nios y nias entre 10 y 13 aos son lectores habituales. La mala, que este porcentaje decae ostensiblemente en la pubertad, donde no pocos abandonan por completo el hbito lector y no lo vuelven a retomar ya nunca en la madurez. De la evidencia anterior se deduce el empeo de los educadores por hacer de los alumnos excelentes lectores. As lo creen tambin el 94% de los padres. Por eso, para cultivar en ellos la aficin lectora, es bueno que nos vean leer en casa habitualmente, que dediquemos un tiempo por escaso que sea- a leer con ellos cada da cuando apenas se estn iniciando o que nos interesemos por lo que leen en cualquier momento de su desarrollo. De hecho, el 75% de los chavales enganchados a Leyendo con ellos 43 la lectura (del 82% ya mencionado, menores de 14 aos) son hijos de padres lectores. Porque hacer de la lectura un lugar de encuentro familiar, intercambiando opiniones sobre lo ledo, recomendando libros o yendo juntos a la Biblioteca del barrio, es una forma insustituible de animarlos a leer y de apreciarnos mutuamente mucho ms. No en vano, ya los egipcios denominaban a las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma, por curarse en ellas una de las enfermedades ms peligrosas, la ignorancia, origen de todas las dems. As, cual jarabe impreso, adems de aprender, divertirnos o emocionarnos, la lectura nos permite asomarnos a nosotros mismos con los ojos del otro -con todo el candor y la avidez propios del ignorante- para celebrar un reencuentro desde siempre presentido, desde siempre rastreado. La lectura es para m como la barandilla en un balcn, ha dicho Nuria Espert. Asomarse juntos a la lectura es la mejor manera de saber lo que pasa en la calle. Por eso, tambin antes y despus de cada 23 de abril, reglense libros. Elijan bien. Disfrtenlos.24/04/2009 44 E En una interesante entrevista con el astrofsico eldense Csar Esteban Vidal publicada en el semanario Valle de Elda, no dudaba en afirmar que la perspectiva tan vasta en que se mueven les permite a los astrnomos ser conscientes de la fragilidad de nuestro mundo, que para m es como la pluma que mueve el viento en la pelcula Forrest Gump. Visto as, con tan potica imagen, el globo terrqueo apenas si excede el espesor de una mota de polvo en una encrucijada donde galaxias, estrellas o nebulosas abarcan un espacio casi inimaginable. Pero no nos vayamos tan lejos. Desde la Ilustracin hasta hoy, todas las ciencias -de la neurobiologa a los estudios arqueolgicos- han ido desvelando la vulnerabilidad de los humanos, individual o colectivamente, indefensos tantas veces ante situaciones que nos sobrepasan. La fe depositada en los avances tecnolgicos como garantes de una prosperidad y una seguridad ilimitadas ya es historia. La posmodernidad ha puesto en entredicho esa idea hegeliana y moderna del espritu absoluto, del hombre como centro y dominador de un cosmos hostil que, como dice Vidal, no parece que haya sido creado para nosotros. En lo que llevamos de siglo XXI se viene agudizando esta idea de nuestra vulnerabilidad. Ante unos sistemas de seguridad tan armados y sofisticados, el atentado terrorista del 11-S mostr la veracidad de lo que suponamos imposible: que un enemigo inferior, casi invisible, pudiera causar un dao as. Por otra parte, la actual crisis econmica est demostrando la fragilidad de un sistema que ha hecho de la especulacin o de la sobrevaloracin burbujeante de los activos el optimista epicentro de un crecimiento ad infinitum. Y, como un castillo de naipes, con un cierto desequilibrio todo se viene abajo. En el orden poltico, finalmente, los niveles de corrupcin o los ambiciosos intereses de grandes grupos econmicos y mediticos certifican el descrdito de las ideas La fragilidad 45 o la relajacin de los controles en las democracias occidentales. Una gran desconfianza, la inseguridad o un relativismo desorientado estn asentndose en nuestro estado de nimo, en nuestra visin de la realidad. Pero, estn aqu para quedarse Sea cual sea la respuesta, no somos inquebrantables. Habremos de adaptarnos nuevamente a los cambios o a los cataclismos (geolgicos, econmicos, polticos o de cualquier orden) para proseguir o reiniciar nuestro camino, nuestro viaje quizs a ninguna parte. En compaa de nuestras certezas y de un sinfn de incertidumbre, de desconocimiento, de provisionalidad. Y a la intemperie, sin estables refugios ni parasos artificiales. Porque somos, bien lo supieron los presocrticos, de condicin vulnerable. Por eso, tener clara conciencia de nuestra fragilidad puede ayudarnos a adentrarnos ms serenamente por el incierto mundo venidero. Y, por supuesto, junto a todos ustedes, insustituibles compaeros de viaje.05/06/2009 46 Q Quienes hicieran la mili recordarn cuando nos decan que all haba que pasar desapercibido, que cuanto ms nos instalsemos en lo gris y en lo invisible ms confortable sera nuestra supervivencia. Cuanto ms obedecer y menos cuestionar, mejor. No s si por esa experiencia pero, con los aos, creo que se va afianzando en nosotros una tendencia al acomodamiento en el punto medio, en la rutina, en el ms vale malo conocido, en la autodisculpa ante la dificultad por la falta de esfuerzo o en un dejarnos empujar por la corriente de opinin que impera lo que se lleva- sin cuestionarnos nada de nada. Pero no es esta mediocridad, la de la madurez alcanzada a base de renuncias, de la que quiero hablar. En su libro El hombre mediocre, Jos Ingenieros contrapone dos actitudes ante la vida que recuerdan a los personajes del Quijote: la del espritu idealista, emprendedor, preocupado por innovar y perfeccionarse siendo siempre l mismo, sin renuncias ni ocultamientos, frente al mediocre, instalado en el dejarse llevar, en la sumisin, lo impersonal y la soberbia o la envidia. Ante esa actitud de no querer mostrar nunca sus cartas, de ampararse siempre en la masa, de sobrevivir flotando y adulando a todos, tan propios del mediocre, el espritu idealista es ms abierto, receptivo y nunca deja de decir lo que piensa, le cueste lo que le cueste. Tampoco esconde sus carencias o su inseguridad tras la humana imperfeccin y mediana. Pero el libro, publicado en 1911, ya auguraba la tendencia hacia estos tiempos de mediocridad global y globalizadora. Y lo peor es la actitud mediocre de tantos dirigentes, reflejo de la que impera en el orden cultural o meditico. Los polticos mediocres no viven de crear ideas positivas para su pueblo, sino que sencillamente viven de su imagen, escribe Ingenieros, y parece que lo dijo ayer. Y se rodean de mediocres porque, creyndose ellos nicos e insustituibles, controladores de La mediocridad 47 todo, no soportan que nadie sobresalga y pueda cuestionar su autoridad. No hay peor mediocre, dira Nietzsche, que el imprudente portador de tan malsana mediocridad. Expertos en competir y trepas aduladores, estos mediocres soberbios, arrogantes y ambiciosos, cuando alcanzan el poder lo primero que hacen es saldar sus deudas con aquellos que les agraviaron por el slo hecho de ser mejores que ellos, hasta arrinconarlos o ningunearlos; inflexibles e iracundos, van deshilvanando y asolando el territorio en el que actan. Y, atentos siempre al qu dirn, viven de dar titulares, consignas y eslganes propagandsticos en lugar de promover modelos de gestin con propuestas y proyectos propios. Para ellos vale ms ganar un voto o no perderlo- que buscar soluciones prospectivas para intentar al menos mejorar el mundo en que vivimos. Su poltrona es lo primero. Y lo segundo. Son los gestores de la mediocracia. 12/06/2009 48 C Con pijama, padrenuestro y orinal. As deberamos echar la siesta, segn Cela. Es decir, dedicar un par de horas a dormir despus del almuerzo y no el rato breve de amodorramiento que habitualmente utilizamos. Los mdicos, sin embargo, sealan que es ms que recomendable en los adultos, e imprescindible en los nios hasta cumplir los cinco aos, un corto sueo no superior a los veinte o treinta minutos para reponer fuerzas y reincorporarnos con energa a nuestras tareas vespertinas. As, esa siesta no superior a media hora (ms tiempo puede trastocar el reloj biolgico y causar insomnio nocturno) mejora la circulacin sangunea y previene el agobio, la presin o el estrs. Adems, permite prolongar la jornada de trabajo al poder resistir sin sueo ni fatiga acumulados. Previene tambin de la depresin postprandial -producida aproximadamente ocho horas despus del despertar matutino- y sus efectos somnolientos independientemente de haber comido o no. Pero parece una costumbre en retroceso en nuestro mundo de la hiperocupacin: tan slo el 7% de los espaoles duermen la siesta. Por eso, y animndoles a que combatan estos calores echando una cabezadita, les invito a leer el siguiente poema de Juan Gil-Albert, tan vital como paradjico, tan epicreo y tan paulatinamente rendido al sueo, titulado precisamente La siesta: Si alguien me preguntara cuando un da llegue al confn secreto: qu es la tierra dira que un lugar en que hace fro, en el que el fuerte oprime, el dbil llora, y en el que como sombra, la injusticia, va con su capa abierta recogiendo La siesta 49 el bolo del rico y la tragedia del desahuciado: un sitio abrupto. Pero tambin dira que otras veces, en claras situaciones alternantes, cuando llega el esto y los pases parecen dispensar la somnolencia de un no saber por qu se est cansado, mientras vibra en lo alto, alucinante, un cielo azul, los frutos se suceden sobre las mesas blancas, y entornados los ventanales, frescos de penumbra, buscamos un rincn donde rendirnos al dulce peso, entonces s, dira que la tierra es un bien irremplazable, un fluido feliz, un toque absorto. Como una tentacin sin precedentes hecha a la vez de ardor y de renuncia. Una inmersin gustosa, un filtro lento. 19/06/2009 50 N Nuestro mundo ha estado desde siempre plagado de errores y sin ellos no seramos lo que somos. Las mutaciones por ejemplo, ejes de la evolucin, no son sino afortunados errores genticos en nuestro ADN. Todava se tiran de los pelos los ejecutivos de la discogrfica que en 1962 desecharon a los Beatles alegando que la msica de la guitarra ya no estaba de moda. Gracias a un error arquitectnico, la torre de Pisa es uno de los monumentos ms curiosos y visitados del planeta. Y, entre nosotros, el concejal Carlos Ortuo ya sinti los cardos del error al pulsar el botn inadecuado. Todos cometemos errores. Todos nos equivocamos. De hecho, aprendemos por ensayo y error, y sin ellos no habra verdadero aprendizaje. Nuestro miedo a equivocarnos, al fracaso estrepitoso o a no saber reconducirnos cuando metemos la pata no siempre est justificado y adems slo sirve para paralizarnos, para no mejorar. As, muchas veces los errores se producen por nuestro miedo impropio a equivocarnos. Y si, como seal Einstein, para avanzar hemos de probar opciones diferentes y no persistir en lo ya conocido, habremos de asumir la posibilidad siempre presente del error. Edison, por ejemplo, efectu casi mil tentativas hasta dar con la bombilla. Porque el xito, bien lo saben los cientficos, consiste en saber caminar de fracaso en fracaso sin desesperarse. Por eso resulta tan reprobable que alguien se aproveche del error ajeno para chantajearlo o defenestrarlo: mezquino lodo que slo a los mezquinos alimenta. Porque fracasar es algo consustancial en nosotros. El perfeccionista compulsivo se viene abajo cuando constata que la realidad es tozuda y que nuestras imperfecciones asoman a cada paso. No debemos vivir trgicamente las equivocaciones puesto que nuestro valor como personas no se mide tanto por las veces que fallemos cuanto por las El error 51 que seamos capaces de reponernos y aprender de los errores. Adems, la tensin y los niveles de exigencia a que se somete el perfeccionista le conducen a una visin irreal de la realidad, a la intransigencia y no pocas veces a la inadaptacin. Por eso, tenemos que transmitirles a nuestros hijos que no siempre se triunfa y que hay que saber perder con deportividad y con la conciencia tranquila de quien lo ha intentado hasta el final. Pero si errar es humano, ya dijo Cicern que es de locos perseverar en el error. Necesitamos aprender a convivir con nuestros desaciertos, a no desanimarnos, pero tambin a no justificar de continuo la comisin del mismo error. A menudo, nos protegemos culpabilizando a los dems de nuestros errores o nos negamos sistemticamente a reconocerlos en nosotros. Porque si equivocarse es un derecho, de sabios es rectificar. Reflexionar sobre nuestros fallos e intentar no reincidir es lo ms recomendable. Ni esconderlos, ni presumir de ellos: vivirlos con naturalidad y aceptacin. Recuerden que quien tiene boca se equivoca. Por eso, tantas veces, optamos por no mojarnos, para evitar as las collejas por errar en el intento. Pero estoy con Iker Casillas cuando afirma que quien no arriesga no sabe nunca si falla o acierta. Atrvanse: nunca hay peces sin mojarse el culo. 09/10/2009 52 A Asuncin tiene setenta y nueve aos. Amiga de mi madre, aunque algo ms joven, le cuesta afrontar los cambios que la edad le reporta y, pesimista por naturaleza, se resiste a aprender algo nuevo porque piensa que a estas alturas ya no le servir para nada. El otro da le habl de una mujer centenaria que afirma que la clave para ser tan longeva consiste en mantener la curiosidad, las ganas de aprender, el empeo y las pasiones. Ms que con escepticismo, me mir con distante incredulidad: como quien oye llover. Efectivamente, Rita Levi- Montalcini cumpli cien aos en abril. Neurobiloga, obtuvo el premio Nobel en 1986 por su descubrimiento de los factores de crecimiento celular en el sistema nervioso. Cuando le preguntan por el secreto de su asombrosa lucidez seala que la nica forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte. Y explica que deseara vivir el tiempo que funcione el cerebro. Cuando por factores qumicos pierda la capacidad de pensar, dejar dicho en mi testamento biolgico que quiero ser ayudada a dejar mi vida con dignidad. Por eso no es extrao que esta mujer siga investigando, participando en congresos, dando conferencias o trabajando para ayudar a los dems en la Fundacin que lleva su nombre. Asuncin me escucha impasible. Mantn tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerar, explica Rita Levi. Es necesario aprender nuevas destrezas a cualquier edad para, frente a la monotona y el aburrimiento, mantenernos vivos cerebralmente. El optimismo, el compromiso o la vitalidad, dice, tambin son importantes. Y considera que, aunque de momento ni Parkinson, ni Alzheimer ni demencia senil se curen, muchos factores pueden contribuir a retrasar o reducir su aparicin. Por ejemplo, recientes estudios demuestran que la protena IGF1 reguladora de las conexiones neuronales, El cerebro 53 imprescindibles para aprender, se forma con el ejercicio. Por eso, como ya creyera Juvenal (mens sana in corpore sano), la actividad fsica diaria tambin contribuye a mantener en forma nuestro cerebro. Otro curioso estudio realizado entre dos mil suecos recoge que las personas que viven solas tienen un riesgo seis veces mayor de desarrollar una demencia que aqullas otras que viven en pareja. El estrs, la obesidad, el tabaco, el alcohol o la falta de sueo, tambin tienen efectos negativos en la decrepitud de nuestras funciones cognitivas. Por contra, el mejor antdoto contra el deterioro intelectual es la gimnasia mental: hacer crucigramas, puzzles, leer, escribir, etc. a cualquier edad, garantizan el buen funcionamiento de nuestro cerebro. De hecho, Rita Levi insiste que es precisamente su actividad mental la que le ha permitido cumplir cien aos. Asuncin me dice que si ha llegado a esa edad ser porque ha sufrido poco en la vida. Le comento que padeci la persecucin de los fascistas italianos y, algo incomodada ya con la conversacin, me interrumpe con un gesto indicativo de que quiere descansar. Me disculpo y me marcho recordndole que ya no tiene excusa para que maana le ensee a jugar al ajedrez. Asiente sin escucharme. Se queda mirando pensativa el techo, preguntndose quizs si ser verdad o simplemente un cuento chino- lo de esta mujer centenaria y cerebralmente tan activa.16/10/2009 54 A Alguien dijo que nada es seguro salvo morir y pagar impuestos. Por eso Epicuro sostuvo que ante la muerte vivimos en una ciudad sin murallas. Pues no hay fortaleza ni salvoconducto que de ella nos exima. Absolutamente desprotegido, este ser para la muerte (Heidegger) que es el hombre, no ha dejado nunca de preguntarse por su condicin finita o por lo que nos pueda sobrevenir tras ella. Y ya el propio Epicuro consideraba irracional nuestro miedo a la muerte porque con ella nunca coincidimos: cuando ella est yo ya no estoy y, a la inversa, si ella no est es porque yo an soy. Final o fin de la vida Los filsofos, segn Montaigne, han entendido la muerte en uno u otro sentido. En su Ensayo XX, De cmo la filosofa es aprender a morir, subraya que para quienes morir es slo el final de la vida, consideran que despus de ella no hay nada. De ah la despreocupacin del francs al pedir que, cuando llegue la muerte, lo encuentre plantando coles, ms indiferente a ella y ms an a mi imperfecto jardn. Para otros, como Platn, la vida no tiene un fin en s misma sino como trnsito, y la muerte conlleva la separacin del cuerpo y el alma y el acceso de sta a otra vida superior e inmortal. En uno u otro caso, y ante la angustia o el temor, el saber y la experiencia acumulados ayudarn al hombre a entender y asumir su condicin mortal, a vivir ante su no esquivable presencia en nuestra vida cotidiana. Vivir es caminar breve jornada/ y muerte viva es, Lico, nuestra vida,/ ayer al frgil cuerpo amanecida,/ cada instante en el cuerpo sepultada,, sentenci Quevedo. Y en ese monumento elegaco a la muerte de su hijo que es Mortal y rosa, y que le sobrecogido este verano, Umbral escribe que la vida est dentro de la muerte como el hueso dentro de la fruta. Tengo por un tesoro desde hace unos aos el libro de Poemas japoneses a la muerte. Escritos por monjes zen y poetas de haiku en el umbral de la muerte. Una antologa que recoge una ancestral costumbre nipona consistente La muerte 55 en escribir, a modo de legado, un breve poema cuando ya la muerte llama a nuestra puerta. En el mbito de una poesa caracterizada por su concisin e intensidad, es apreciable la diversidad de tonos con que estn escritos: de lo solemne a lo cmico, de lo simblico a lo realista, de lo meditativo a lo irnico, predominan los textos donde la muerte es recibida con aceptacin serena y con un sentimiento de cimera plenitud. Despojados y espontneos, cuanto ms se alejan de una elaborada artificiosidad, mayores son sus efectos emotivos y sobrecogedores. Me gustara acabar mostrndoles algunos de ellos: La msica del no ser llena el vaco: sol de primavera, Blancura de nieve,Nubes que brillan, Viento transparente. Sublime. Comparen la serena gravedad de este poema con la travesura del siguiente: Cuando muera, enterradme en una taberna, bajo un tonel de vino. Con suertegotear. Y qu me dicen de este otro: Crea que vivirados siglos, o tres. Pero ya me llega la muerte, cuando soy un muchacho de apenas ochenta y cinco aos. Aunque diferentes, sorprende en todos ellos la desdramatizacin, la ausencia de temores o deseos con que es afrontada la muerte. Porque, como escribiera Fukaku en el siglo XVIII, Vaco caparazn de cigarra:tal como venimos, desnudos, nos vamos. O ligeros de equipaje, que dira Machado, reconocido admirador de la lrica japonesa. 30/10/2009 56 E El nueve de noviembre se conmemora el vigsimo aniversario de la cada del Muro de Berln. Un acontecimiento que supuso entonces el final de la Guerra Fra (la poca de mayor tensin entre las dos superpotencias) y el desmembramiento de los regmenes comunistas europeos, instaurados a la sombra del estalinismo sovitico. Levantado veintiocho aos antes, su establecimiento se debi esencialmente a la salida de casi tres millones de alemanes orientales hacia el oeste entre 1949 y 1961, adems de un intento por aislar de la contaminacin capitalista a los pueblos comunistas. Este verano le en la revista Quimera un dossier de la vigilancia a la que fue sometido el poeta de la RDA Peter Huchel, quien trabaj por un socialismo democrtico y pronto comprendi que el antifascismo estalinista acabara en retrica de exclusin. El Muro precisamente, como una losa vertical, sepult en l toda expectativa democratizadora. Su apuesta por una cultura abierta, no politizada, ajena al realismo socialista, sirvi para que etiquetaran su obra de formalismo burgus, con lo que se le prohibi salir del pas para recibir los numerosos premios que le otorg Occidente o se le confisc la prensa y el correo provenientes del exterior. Terrible. Sin poder publicar en la RDA, vivi durante casi quince aos en un destierro amurallado, como Vladimir Holan en Praga. Todo un pueblo, adems de sus intelectuales, padeca esta situacin represiva y no pocos intentaron saltar el Muro hacia la Repblica Federal en busca de libertad y mejores perspectivas. El rgimen comunista fue implacable: alrededor de mil doscientos alemanes, en esos veintiocho aos, fueron abatidos a tiros cuando intentaban llegar al Berln occidental. Hoy da se puede visitar el museo contiguo al puesto fronterizo del Check Point Charlie donde queda constancia de las El muro 57 distintas estratagemas e instrumentos que se utilizaron para escapar o de los castigos a quienes eran capturados en el intento: un horror. El descrdito por estos crmenes, la presin exterior o el deterioro interno fueron decisivos para que en 1989 cayera el muro de la vergenza tras una movilizacin incruenta de prcticamente toda Alemania. Con la cada del Muro agonizaba uno de los siglos ms blicos y cruentos de nuestra Historia. Quienes proclamaron con su desmoronamiento la incontestable supremaca del capitalismo y especularon an con mayores beneficios, deberan reconsiderar sus posiciones ante las crisis actuales. Tras esa experiencia, la nueva etapa que nos ha tocado vivir debera caracterizarse por la ausencia de todo tipo de muros (fsicos y mentales, ya lo expres Pink Floyd) en favor de aquellos puentes necesarios para comunicarnos libre y plenamente, en un mundo donde la diferencia y la interculturalidad ya son bienes globales. Por eso, obtener el Prncipe de Asturias de la Concordia 2009 es el mejor reconocimiento a Berln, que ha sabido convivir integrando a los ciudadanos de uno y otro lado del Muro y asumiendo su pasado sin complejos ni rencores. Un ejemplo a seguir.06/11/2009 58 D Dice el refrn que se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Aunque casi siempre sea cierto, hoy no parece una tarea tan sencilla. Si nos ocurriera como a Pinocho, sera fcil reconocer al que nos miente. Abundaran entonces los hombres a una nariz pegado, que dijera -de Gngora- Quevedo. Todos hemos mentido alguna vez. Pero lo verdaderamente problemtico no es tanto la mentira en s como el fin que con ella persigamos. De hecho, hay mentiras piadosas y otras tiles cuya intencin puede consistir en evitar un mal mayor. Lo inadmisible son la gran mentira y la calumnia, tan a sus anchas hoy en nuestra glamourosa vida social y poltica, con fines electoralistas, de menosprecio ajeno o por puro lucro, y que generan una confusin de la que tambin obtienen rdito los mentirosos, en un mundo de por s bastante carente de certezas. Ya Orson Wells demostr qu sencillo resulta sembrar el pnico en una ciudad con su adaptacin radiofnica tan veraz de La guerra de los mundos. Tambin en la mentira y en el miedo se fundament la guerra de Irak. El verdadero problema del mentiroso es que, adems de tener memoria, para justificar una mentira se tiene que inventar algunas ms. Hay, entre otros muchos, tres ejemplos recientes que son de manual: el empeo de algunos medios interesados en implicar al terrorismo de ETA en el 11- M, fabricando pruebas o inventando hechos inverosmiles en contra de toda evidencia o de las sentencias judiciales. Tampoco el juez instructor crey al frvolo Camps cuando afirm pagarse los trajes recibidos de la trama Grtel y mucho menos con calderilla de la farmacia de su esposa. Y qu me dicen del bibliocausto de los socialistas en Elda, de los quince mil libros que, segn los populares, aqullos metieron en un contenedor para triturarlos La estrategia, planeada ya por Goebbels -jefe de propaganda nazi-, es muy sencilla: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. La mentira 59 Prueba de ello es que hoy las falsedades mueven un gran negocio: ah estn los programas del corazn. El bulo, la patraa o las ms bajas pasiones venden como nunca. Todo es de una banalidad y unos sentimientos tan zafios y pueriles que asusta. Qu ms da que sea verdad o no lo que nos dicen. Estamos aprendiendo a vivir en el ms mendaz aburrimiento y sin decir ni po. Qu piensan ustedes que puede hacer la Escuela ante estas desinhibidas exhibiciones de la falacia En qu valores debemos educar cuando la tv. y la sociedad se muestran tan permisivas con tales actitudes, a su vez tan opuestas a las promovidas por los educadores Alguna vez he dicho que, como Don Quijote, hoy en las aulas estamos ms pendientes de desfacer los entuertos de una sociedad muy desorientada que de ensear con prospectiva y criterios para ser reflexivos y crticos en nuestra aldea global. No hay constancia de que los Reyes Magos fuesen exactamente tres ni de que el caballo de Santiago fuese blanco en realidad. Pero estas imprecisiones son balades al lado de los montajes y las mentiras en que vivimos. La postmodernidad acert cuestionando los grandes relatos sustentados como verdades absolutas por el pensamiento moderno, pero su espritu anodino no debera suponer en nuestro horizonte intelectual, hoy tan confuso, el acampamiento de la mentira y sus engaos calculados como estrategia para banalizar todo pensamiento y que beneficia, una vez ms, a los inmovilistas de siempre.27/11/2009 60 C Como si de una cebolla se tratase, la escritura contiene varias capas o niveles, cada una de las cuales cumple una misin distinta pero que va englobando a las anteriores, teniendo todas en comn una funcin comunicativa y de expresin de nuestro mundo interior. Un primer nivel podra ser el de la exteriorizacin en bruto de nuestros sentimientos, nuestras inquietudes o el magma conflictivo que puede anidar en nosotros. Los primeros poemas adolescentes surgen de esta necesidad de desahogo y catarsis de todo lo que bulle dentro. Como un volcn en erupcin, escribir tiene aqu una funcin liberadora y teraputica de gran magnitud. Recordemos, por ejemplo, que esa gran poeta que fue Sylvia Plath se sumergi en la escritura a propuesta de su psiquiatra para salir de un proceso depresivo que result irresoluble, pero que mitig el sufrimiento durante largas temporadas de su corta vida. Esta expresin como terapia, punto de partida tambin de muchos talleres de escritura, supone con la prctica un proceso de indagacin, de autoconocimiento progresivo que nos permite descubrir facetas de nuestro yo hasta entonces desconocidas. Escribir, adems, nos obliga a reflexionar a un ritmo distinto al de la oralidad, con lo que nos ayuda a ordenar y sistematizar nuestro pensamiento. El goce obtenido con ese autodescubrimiento de nuestro yo profundo se refleja en el rostro entusiasta con que muchos nios te muestran sus primeras redacciones, sus primeros relatos. Por eso es tan importante transmitirles el gusto por la escritura desde pequeos: porque aprenden a expresarse pero tambin a conocerse. Porque se comunican con el mundo y, a la vez, con ellos mismos. Igual que nos ocurre dibujando, nadando o bailando. Una prolongada prctica nos hace adentrarnos en el manejo cada vez ms sofisticado de los recursos lingsticos y literarios, liberndonos a la vez del discurso racional y abrindonos a un territorio prximo a lo Escribir 61 misterioso o lo desconocido. En este nivel, el ms propiamente creativo, nuestra escritura coloca al lenguaje en el primer plano y se sirve de l con fines ldicos, de extraamiento de la realidad o de proyeccin y desdoblamiento de nuestra personalidad en textos lricos o narrativos donde tan importante es lo que decimos como la forma en que lo expresamos. Seala Juan Jos Mills que quien llega hasta aqu se enfrenta a una doble actitud: voy a ver lo que digo o voy a ver lo que dicen las palabras. La sensata es la intermedia. A veces las palabras quieren decir algo que no estaba en tu intencin, pero que es bueno que escuches. Como ven, sea cual sea nuestra intencin, escribir es una experiencia de autoconocimiento, liberadora, proyectiva, creativa, teraputica tan sorprendente como maravillosa. Me fascina escribir porque adoro la aventura que hay en todo libro o en todo artculo, porque adoro el abismo, el misterio y esa lnea de sombra que al cruzarla va a parar al territorio de lo desconocido, un espacio en el que de pronto todo nos resulta muy extrao, pues vemos que, como si estuviramos en el estadio infantil del lenguaje, nos toca volver a aprenderlo todo, ha escrito Enrique Vila- Matas. Prubenlo; no se lo pierdan: escriban. Escriban hasta obtener, como la Nobel polaca Szymborska, Alegra de escribir. Poder de eternizar. Venganza de una mano mortal. 11/12/2009 62 V Venimos asistiendo con estupor a las disputas o a la situacin en que se encuentran algunas instituciones cuya misin es la de custodiar el legado de autores y artistas de indudable valor. Entre los casos ms notorios ltimamente cabe sealar a Camilo Jos Cela, Rafael Alberti, Jorge Luis Borges, Stieg Larsson o Miguel Hernndez, de quien se conmemora el centenario y, sin embargo, sigue sin estar claro dnde quedar depositado su legado. Hasta ahora ha estado en Elche, en su Archivo Histrico desde que en 1982 Josefina Manresa firmase un acuerdo con su Ayuntamiento, y donde vencida la ltima revisin del mismo realizada en 2002, los herederos y el consistorio actuales an no han alcanzado un acuerdo para su renovacin. Cul es el problema Antes de nada mencionar, a mi modo de ver, la misin de los herederos y las instituciones que representan a los autores, una vez que faltan stos. Existe un doble objetivo que sus depositarios nunca deberan subestimar: velar por la conservacin del legado, por una custodia ordenada, bien catalogada e indivisible de toda la documentacin existente y que facilite la tarea, en segundo trmino, a estudiosos e investigadores para promover un mayor conocimiento y la mxima divulgacin de una obra cuyo alcance es, o aspira a ser, universal. Todo ello sin menoscabo de los derechos que legalmente les corresponde a los herederos, derechos de autor bsicamente, pero animando y contribuyendo siempre a que su difusin aumente da a da. Gracias a la ayuda de un puado de escritores y amigos generosos, la viuda del poeta pudo sobrevivir a la censura, el olvido o la pobreza en la posguerra. Consigui salvaguardar el valioso legado de su marido y slo cuando Vicente Aleixandre (que nunca dej de ayudar econmicamente a Josefina Manresa) alert del deterioro y la posible sustraccin de importantes documentos, algunas instituciones, y especialmente el El legado 63 Ayuntamiento de Elche, se movilizaron para custodiarlo, hasta alcanzar el acuerdo antes mencionado. Josefina siempre agradeci el apoyo de los ilicitanos en esos aos difciles y por eso expres su deseo de que el legado permaneciese indivisible all. As las cosas, cuesta entender hoy la dificultad para alcanzar un acuerdo con los actuales herederos para que contine en Elche. A pesar de que su Ayuntamiento ha ofrecido hasta tres millones de euros. Una dificultad que se extiende a los desacuerdos con investigadores como Eutimio Martn, cuyo pago en royalties por mencionar los versos del poeta en una biografa literaria que aparecer en breve es abusivo, o con Serrat, cuyo proyecto musical en torno al oriolano estuvo detenido varios meses. Que la frmula elegida por la familia haya sido la creacin de una empresa (Centenario Miguel Hernndez S.L.) para gestionar las actividades a realizar y sus pinges beneficios, no debera hacerles olvidar que en 2011 habr que seguir trabajando para difundir la poesa de Miguel y que, al precio que se est poniendo, va a ser difcil. Con lo que se ver seriamente lesionado el segundo de sus objetivos mencionados, el de la divulgacin de la obra. Algo que, estoy seguro, incomodara al poeta. Porque como ha dicho Jos Carlos Rovira, estudioso de su obra, profesor en la Universidad de Alicante y comisario nacional de este centenario, Miguel Hernndez est por encima de las estupideces. Desde luego. El alcance de sus poemas, euro ms euro menos, es universal. Buscar tan slo lucrarse con ese patrimonio, una indignidad.29/01/2010 64 T Tras sacar cuarenta euros de la hucha, Pablo carg su mochila y se dirigi al colegio de la mano de su hermana Alba, a la que volvi a ver a medioda en el comedor escolar. A las seis, cuando sali, se fue solo a la consulta del dermatlogo, a cuya enfermera le haba pedido cita la semana anterior. Con apenas nueve aos, Pablo ya era capaz de hacer muchas cosas por s mismo. Al entrar a la consulta, el mdico sorprendido- le inquiri: Pero qu haces t aqu, Pablo. Hace tiempo, pap, que quiero hablar contigo; pero, como nunca tienes tiempo, he pensado que lo mejor sera pagar una visita y que hablemos tranquilamente aqu. Podemos. Esta situacin, que recrea una similar expuesta por Augusto Cury en su libro Padres brillantes, maestros fascinantes, muestra de qu modo desatendemos a nuestros hijos en este mundo de la hiperocupacin en que vivimos. Ellos no quieren ejecutivos triunfadores, empresarios millonarios, funcionarios pluriempleados nos quieren a nosotros, sus padres y madres, tal como somos. Nuestra presencia, por imperfectos que seamos, es su tesoro ms preciado. Quieren jugar, hablar, rer, compartir sus inquietudes con nosotros; saberse acogidos, reconocidos, aceptados. En consecuencia, por obvio que parezca, ejercer la paternidad es hoy nuestra primera responsabilidad para con ellos. El libro mencionado va dirigido a padres y a educadores que quieran, ms all de las herramientas que usualmente utilizamos con resultados ineficaces, revalorizar la educacin y mejorar la relacin con nuestros hijos. Y adems de jugar, dialogar o estimularlos para que piensen, hemos de demostrarles nuestra confianza en ellos una y otra vez, a pesar de sus fracasos. Es ms: han de estar preparados para convivir con la frustracin, sin por ello desanimarse. Sern felices si aprenden a contemplar lo bello en los momentos de gloria y de fracaso, en las flores Padres 65 de la primavera y en las hojas secas del invierno, escribe el autor. Por eso es importante que aprendamos a decirles no sin miedo ni concesiones. Porque como escribe Cury de esos padres que nunca desisten, tal vez no tengas dinero, pero si eres rico en sentido comn, sers un padre o una madre brillante. Y si adems ponemos generosidad, dedicacin, paciencia y mucho afecto, nuestro empeo ser tan gratificante como gratificado. En otro artculo precisamente titulado Padres, el peruano Ivn Thays rememora ante su moribundo progenitor los momentos ms vivos de su relacin. Y ahora que soy tambin padre no puedo dejar de pensar en lo complicado que debe haber sido para l, como ahora para m, no slo pagar cuentas sino compartir conmigo el amor, la educacin, la enseanza, el tiempo libre. Quizs la madurez consista en identificar en el esfuerzo que hicieron otros por nosotros el camino a seguir, en asumir y valorar con todos sus aciertos, con todos sus errores- a nuestros progenitores. Y, a pesar de la gravedad del momento, concluye Thays reconfortado: Mi padre respira agitado, tiene miedo de morir. Entiende que ahora soy yo el que lo cuida, como antes era l quien velaba mi sueo de nio enfermizo. Los dos lo hemos comprendido. Sonre y le sonro. Es como dar vuelta a un anillo para esconder un rub..19/03/2010 66 R Recientemente he vivido muy de cerca un accidente del que, afortunadamente, he salido ileso. Pero me impact sobremanera y en apenas minutos pas, del miedo y la angustia de pensar que poda haber sido yo la vctima, a un llanto incontenible donde se alternaban pnico y alivio. Y todo en la mirada, de pronto, se tea de un cndido agradecimiento: la familia, los amigos, tu trabajo Recuerden la cancin Gracias a la vida de Violeta Parra. Instantes nicos que te empujan a asomarte condolido a las ms ntimas o devastadoras desgracias en el mundo. O a calibrar, casi al instante, el valor impagable de lo que tenemos. Lo penoso es, considero ahora, que nos haya de ocurrir algo as para que lo reconozcamos. Porque tal vez vivamos una de las pocas de ingratitud ms extendida. Asombra ver a esos nios, ya no tan peques, dspotas y caprichosos, con sus apremiantes exigencias: lo quiero y lo quiero ya, reclaman. Cros que, de tantas cosas que tienen, no saben a cual acudir y por supuesto no valoran el esfuerzo de otros para que ellos las disfruten. Como no valoramos el alcance o la constancia de quienes da a da se dedican a salvar vidas, a velar por nuestra seguridad, a llevarnos de un lugar a otro Lo damos todo por hecho, y que no falte, que si no se van a enterar! Demandar que los servicios mejoren cada da no est reido con el agradecimiento a la enfermera que est pendiente de nosotros en el hospital o al maestro que se afana en formar a nuestros hijos. Precisamente eso es lo que hizo Albert Camus cuando en 1957 recibi el Premio Nobel de Literatura: agradecer a su maestro la generosidad por todas las enseanzas recibidas. El argelino, de quien son imprescindibles su breve novela El extranjero y sus ensayos recogidos en El hombre rebelde o El mito de Ssifo, muri con cuarenta y seis aos en un accidente de carretera precisamente. Pero cincuenta aos despus Agradecer 67 todava le honra, adems de unas reflexiones muy valiosas y actuales sobre el absurdo, los totalitarismos de todo tipo o la intolerancia, haberse acordado tambin de su maestro al alcanzar la cima de las letras. En una carta cuya brevedad aun nos conmueve ms. Y que dice as: Pars, 19 de noviembre de 1957. Querido seor Germain: Esper a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos das antes de hablarle de todo corazn. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pens primero en mi madre y despus en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendi al nio pobre que yo era, sin su enseanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que d demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para m, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazn generoso que usted puso en ello continuarn siempre vivos en uno de sus pequeos escolares, que, pese a los aos, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Por eso, porque es de bien nacidos ser agradecidos, me adhiero a Camus y reconozco a quienes de uno u otro modo han hecho tanto por m. Si lo piensan bien, todos tenemos bastante que agradecer y a la vez en algo, mucho o poco, merecemos alguna gratitud. Qu seramos los unos sin los otros No lo duden: no hay sociedad que se sustente y avance si no es sobre el reconocimiento y el agradecimiento mutuos. 26/03/2010 68 N No hace mucho, a mis anchas en una librera, encontr un tomo que atrajo mi atencin: La literatura en peligro. Su autor, el blgaro Tzvetan Todorov, me haba introducido en plena juventud en el estudio de los formalistas rusos con su Teora de la literatura, nada fcil pero donde aprend mucho. Como quien regresa a un primer amor ya casi olvidado pero todava palpitante, abr el volumen al azar con tanto temor como expectacin y me top con esta frase: Si hoy me pregunto por qu amo la literatura, la respuesta que de forma espontnea me viene a la cabeza es: porque me ayuda a vivir. Me asombr que alguien que ha navegado por procelosas poticas estructuralistas o semiticas tesis tan complicadas fuese capaz de expresar y resumir toda su trayectoria con una frase tan directa y contundente. Por supuesto lo compr y lo le, fascinado, ese mismo da. El mayor peligro para la literatura est en su propia enseanza, nos dice el autor, cuando se aprende no de qu hablan las obras sino qu opinan de ellas los crticos, transmitiendo as nuestras teoras sobre los textos antes que promover sumergirnos en ellos por s mismos. Los intrincados arbustos de la crtica moderna no nos han ayudado a desentraar lo esencial, generndonos adems una sensacin de incomprensin de las obras que no es en realidad sino el ms absoluto desconocimiento de los supuestos tericos que sustentan sus anlisis interpretativos. Y que no hace sino alejarnos cada vez ms de los libros. Abundando en esta lnea, el catedrtico Jos Carlos Mainer, coordinador de la recientsima, monumental e impagable Historia de la Literatura espaola editada en Crtica, se queja de haber parcelado demasiado en compartimentos estancos nuestra historia literaria, lo que ha redundado en una visin muy cuadriculada, en inflexibles agrupamientos, que ha restringido su apreciacin en el tiempo. Y, por lo tanto, en una enseanza muy encorsetada e inactual de sus autores. La Literatura 69 El blgaro termina por preguntarse si deberamos liberar a la literatura de ese cors asfixiante de juegos formales, lamentos nihilistas y egocentrismo solipsista a que ha llegado, concluyendo que la escuela debe esforzarse por acceder al sentido de cada obra, y que ha de permitirnos, ms all de ilustrar con sus textos la perspectiva de cualquier corriente crtico-literaria, profundizar en el conocimiento de lo humano, de sus conductas, de sus miserias o sus pasiones. En Sfocles, Shakespeare o Dostoyevski podemos aprender tanta o ms psicologa que en el manual ms exigente. Cunta sociologa no exhalan La Celestina o El Decamern Y ese manual de vida que es El Quijote La literatura, adems de fuente inagotable de gozo imaginativo, es un caudal donde confluyen prcticamente todas las disciplinas humansticas. He ah su valor, su insustituible aportacin para conocernos en una dimensin ms integrada e integral. La literatura abre hasta el infinito esta posibilidad de interaccin con los otros, y por lo tanto nos enriquece infinitamente. Nos ofrece sensaciones insustituibles que hacen que el mundo real tenga ms sentido y sea ms hermoso., afirma Todorov. Una lectura que me ha recordado aquel pensamiento de Pascal donde el francs asegura que los mejores libros son aquellos cuyos lectores creen que tambin ellos los pudieron haber escrito. Desde luego a m me hubiese encantado escribirlo. Por su sencillez y su visin alentadora, por su estilo fluido y esa capacidad para contagiarnos y seducirnos que slo poseen los grandes. Y Todorov ya lo es. 09/04/2010 70 A Abri la puerta de la casa con cierta impaciencia aunque era pronto. Haba logrado con xito combinar el autobs y el metro. Dej la cartera en el suelo y se descalz. El suelo estaba fro y busc las zapatillas debajo del taburete de la entrada. Se asegur de que la puerta estuviese bien cerrada y entr en el saln. Desconect los telfonos y las mquinas; par los relojes. Del cajn del aparador sac una caja y de ella, una llave. Fue hasta la mesa colocada frente a la ventana; all, encima, haba otra caja ms grande que la primera. Introdujo la llave en la cerradura y gir despacio. Levant la tapa y sac un libro. Un libro del que nadie hablaba, que nadie recomendaba, olvidado. Se sent, lo cogi entre las manos y empez a leer despacio, saboreando las palabras, las frases, los signos de puntuacin, releyendo lo ya ledo; sigui as hasta que el ltimo rayo de sol roz el marco de la ventana. Se levant, cerr el libro, lo coloc en la caja, la cerr y devolvi la llave a su lugar. Dio cuerda a los relojes, puso en marcha las mquinas y conect el telfono. Se calz, recuper la cartera y, cerrando la puerta, sali. Este breve relato, titulado El secreto, pertenece a ngeles Navarro Guzmn, Nines, y es uno de los veinte que componen su libro Hasta donde acaba la tarde, publicado en 2008. Lo he elegido por dos buenas razones: en primer lugar como reconocimiento y homenaje a su autora, fallecida el pasado mes de diciembre con slo sesenta aos. Eldense afincada en Madrid desde su juventud, su obra -cuatro libros de poesa y el mencionado, de brevsimos relatos- se caracteriza por la extrema concisin de un lenguaje que nunca renuncia a los efectos Nines 71 ms emotivos y evocadores de las palabras. As, tanto en verso como en prosa, sus composiciones alcanzan siempre una gran intensidad potica donde lirismo, imaginacin y sugerencia nos transportan a ese mundo hecho de la misma materia que los sueos, como sostiene el ttulo del ltimo relato. En segundo lugar, este texto ilustra bien el valor casi sagrado que para Nines tiene la lectura. Como si de un tesoro se tratase, el libro, con su llave hipntica nos abre a mundos inimaginables; nos permite ver, sentir, participar de sus intrigas o sus desvelos; sufriendo, aprendiendo, gozando pero siempre promoviendo el reencuentro con nosotros mismos, con nuestro yo ms ntimo. As, detenido el tiempo real y lejos del ruido y la rutina que nos llevan, la lectura siempre nos transporta. Tanto como nos reconforta. Tan abierta, como secretamente. Por eso, en este Da del Libro, permtanme que -con Nines- les recomiende leer. Lean lo que les atraiga y si eligen con gusto y criterio propios no les defraudar. Djense tambin aconsejar por quienes sean de su confianza. Y si confan en m, permtanme que les recomiende cualquiera de los cinco libros -o todos ellos- escritos por ngeles Navarro: sugerentes imgenes, ensoacin y ternura en dosis mnimas, como autntico antdoto contra la banalidad o el bostezo inacabable en que habitamos.23/04/2010 72 T Tengo entre mis manos una fotografa de mi madre con unos diez o doce aos. La reconozco en sus ojos, la mirada penetrante y algo esquiva, tan vivos entonces como hoy. Nada hace presagiar, en su tmida sonrisa, que una guerra est a punto de iniciarse. Qu extraa sensacin la de ver en su niez a quien desde siempre has conocido como adulta, como madre, no como la hija que ella tambin fue. En donde queda el tiempo, en dnde estamos, se pregunta el mejicano Jos Emilio Pacheco ltimo premio Cervantes- en su poema Edades y que recrea una situacin similar: la existencia se conjuga en presente. En l, viene a decir, yo soy el viejo; la nia, ella. Y me atraviesa una sensacin de absoluto extraamiento al pensar dnde estaba yo cuando mi madre era una nia y cuntas cosas tendran que suceder para que hoy est aqu escribiendo esto. El azar y la fatalidad, tantos instantes gozosos o tanta adversidad. Nuestro destino. Qu extrao ser, llegar a ser uno mismo: qu milagro. De un modo magistral nos transmite esta sensacin otro gran poeta: Para que yo me llame ngel Gonzlez,/ para que mi ser pese sobre el suelo/ fue necesario un ancho espacio/ y un largo tiempo:/ hombres de todo mar y toda tierra,/ frtiles vientres de mujer, y cuerpos/ y ms cuerpos, fundindose incesantes/ en otro cuerpo nuevo.. Y sigo ante la foto. Y me invade una nostalgia, tanto del pasado como del porvenir; una sensacin de total fugacidad, de lacerante finitud cuando siento que, como en el poema de J. R. Jimnez, tambin yo me ir y se quedarn los pjaros cantando (El viaje definitivo). Y me estremezco al recordar el grave Lmites de Borges, poema donde nos muestra qu incierta, qu insegura o qu definitiva puede llegar a ser cualquier rutinaria despedida. Quin nos dir de quin, en esta casa,/ Sin saberlo, nos hemos despedido; y nos sobrecoge un pasmo Las sensaciones 73 de fra indefensin que nos recorre y, ante el arrogante espejo, tan desvalidos nos refleja. Cuntas precisas sensaciones, no exentas de dolor a veces, en las palabras emotivas que nos ofrecen los poetas. Si ya deca Hume, el gran empirista ingls, que el yo es un haz de sensaciones, efectivamente la poesa moderna puede sumarse sin rubores a esta hiptesis: los poemas simultanestas de Apollinaire (una suerte de cubismo literario) o Los cuatro cuartetos de T. S. Eliot, por ejemplo, no son sino vastos fragmentos de sensaciones que se van acumulando hasta crear, quizs, una nocin de individuo tan discontinua e inconexa en la superficie como microcsmica y compacta en su profundidad. lvaro de Campos, heternimo mayor de Pessoa, afirma que la sensacin es la nica realidad. Todo lo dems, prosigue, deriva de ella: la memoria, la reflexin, los sentimientos. Por eso, para el portugus, el ser se cumple al sentirlo todo de todas las maneras. Por eso sigo aqu observando a esta nia, sus cndidas mejillas, sus manos recatadas. Con esa mirada penetrante. O su tmida sonrisa. Y me emociono ante esta querida extraa que veinticinco aos despus llegara a ser tambin mi madre. Y que an hoy, con ochenta y seis aos, sigue tan solcitamente ejerciendo: felicidades, mam. 30/04/2010 74 L La autntica educacin debera mostrarnos no tanto lo que debemos pensar cuanto estimularnos a pensar de un modo autnomo y ayudarnos tambin a constatar nuestra pertenencia a una comunidad de criaturas pensantes, segn Savater en El valor de educar. As, ms que en una acumulacin de datos aislados, aprender consistira en llegar a organizarlos estableciendo criterios, en el sentido griego de cribar, para distinguir lo sustancial de lo accesorio. Con una humilde finalidad: llegar a pensar por uno mismo; la tarea ms difcil del mundo, en opinin de Emerson, hace ya siglo y medio. No obstante, alguien dijo que cuando dos estn de acuerdo en todo es que uno de ellos piensa por ambos. Palabras muy actuales si atendemos al catedrtico F. J. Laporta cuando afirma que el verdadero problema en la enseanza proviene hoy, ms que de una crisis de autoridad, de una oleada colectiva de ignorancia y estupidez. Quizs para recuperar el valor del pensamiento en estos tiempos de anodina y demaggica sofstica, de inopinada alergia hacia cualquier disciplina humanstica, se vienen publicando desde el pasado otoo interesantes introducciones a nuestros ms destacados filsofos. As, la Biblioteca Gredos de Grandes Pensadores se ha iniciado con 38 volmenes (publicando seis por ao) y con la intencin de recoger las obras esenciales que son nuestra referencia para seguir pensando, segn el coordinador de la serie. Una seleccin de los clsicos de clsicos del pensamiento, en palabras de Carlos Garca Gual, con presentaciones y prlogos de conocedores y expertos de cada autor y en ediciones y traducciones muy cuidadas. Pero, tanto para los iniciados como para los que se asustan ante la palabra filosofa, les recomendara dos libros tan jugosos como diferentes en sus planteamientos. En La aventura de pensar, editado en Debolsillo, Pensar 75 Savater expone de un modo ms que inteligible y con un claro afn divulgativo, de Platn a Foucault, las aportaciones de los veintisis pensadores ms emblemticos segn l, y que nos permiten acercarnos a sus inquietudes y zozobras, que tambin son las nuestras. Por su parte, Andr Comte- Sponville nos entrega con claridad y una sencillez expositiva encomiables, en su Invitacin a la filosofa publicado por Paids hace unos aos, un riguroso y bien sintetizado recorrido en doce captulos por los temas (la moral, la poltica, la libertad, Dios, el atesmo, el tiempo, etc.) que ms han preocupado a los filsofos desde la antigedad a nuestros das. En ambos se percibe que la filosofa no necesariamente es abstracta o abigarrada, pudiendo llegar a resultarnos tan estimulante como cercana. O cunto nos puede ayudar a entender y a entendernos a nosotros mismos y a los dems. Promoviendo el sapere aude, el atrvete a saber horaciano. Antdoto contra las permanentes amenazas que suponen la ignorancia, la estupidez o el fanatismo, pensar es desde siempre una tarea inaplazable. Y no delegable: nadie puede ni debe pensar por nosotros. Una tarea que ana a los grandes pensadores en su inconformismo ante las apariencias, segn ha escrito Emilio Lled en la presentacin a una de las obras comentadas. Contra todo dogma establecido, contra toda imposicin o abuso de poder, contra todo engao, el filsofo reflexiona sobre lo que est ocurriendo y puede en consecuencia llegar a ocurrir. Pero no se trata de una senda diseada de antemano ni fcil siempre de identificar. Contraria a la autoayuda, se filosofa no para salir de dudas, sino para entrar en ellas, escribe Savater en el libro reseado, actualizando as la mxima de Descartes: Dudo, luego pienso. Pienso, luego existo. 07/05/2010 76 N Nan-in, un maestro japons que vivi en la era Meiji (1868-1912), recibi a un profesor universitario que acudi a preguntarle acerca del zen. Nan-in le sirvi t. Verti el lquido hasta llenar la taza del visitante y sigui vertindolo. El profesor contempl el t que se derramaba hasta que ya no pudo contenerse: - Est completamente llena. No cabe una gota ms!, le espet. - Al igual que esta taza le dijo Nan-in-, usted est lleno de sus propias opiniones y especulaciones. Cmo puedo mostrarle lo que es el zen a menos que primero vace su taza. Este breve relato, extrado del libro 101 Historias Zen, ilustra a la perfeccin cmo para los budistas el autntico conocimiento, que supone un modo directo y no condicionado de comunicarse e integrarse con la realidad, slo es posible si somos capaces de serenar nuestra mente, vacindola de imgenes, de deseos o de los pensamientos en bucle que entorpecen una limpia meditacin, el acceso al satori -la iluminacin- donde el yo desaparece, disuelto en la totalidad de una naturaleza germinal, espontnea y compasiva. En Tao y zen, una introduccin para Occidente, del clarividente Alan Watts, encontrarn un asequible y a la vez profundo acercamiento al cogollo de la filosofa oriental. Si en el texto anterior les hablaba de la necesidad de pensar por nosotros mismos, tambin debemos aprender a desconectar, a detener el flujo pensante que nuestro cerebro nunca deja de segregar. Y que nos puede llegar a enfermar. Porque, como ha sealado el psiquiatra Augusto Cury, en nuestro mundo vivimos bajo el sndrome del pensamiento acelerado (SPA), provocado en gran medida por un exceso de estmulos visuales y sonoros de la televisin o medios similares, la superabundancia de informacin actual o la paranoia del consumo y la esttica, y que inciden en una menor capacidad de nuestra concentracin y en un aumento de La mente 77 la ansiedad que slo se alivia, como cualquier otra dependencia, con la ingestin compulsiva de nuevos estmulos. Todos, de uno u otro modo, deberamos reconocernos en esta situacin cuyo riesgo mayor es no calmar nunca nuestro coco, repleto de interminables quebraderos, de inseguridades y miedos, adems de mucha informacin detrtica, intil e innecesaria para vivir. O de un exceso de pensamientos desorganizados e incoherentes que terminan por enfermarnos de estrs, ansiedad o depresin nerviosa. Por eso es bueno desfragmentar peridicamente nuestro disco duro cerebral para compactarnos y reorientarnos. Porque ya lo expres Plutarco, mucho antes que Nan-in: la mente no es un vaso para llenar, sino una lmpara para encender. Lo que intento subrayar es que no slo no es incompatible sino complementario aprender a pensar y, a la vez, a saber acallar nuestra mente, liberndola de su runruneo interminable y tantas veces patolgico. Tal es la base hoy, desde mi punto de vista, de un equilibrio mental saludable. Por eso, en las aulas, debemos estimular aquellas capacidades reflexivas que, ms all de la repeticin nemotcnica de los datos, ayuden a nuestros alumnos a organizar rebatiendo y cuestionando tambin- de un modo crtico y personal las ideas recibidas. Pero, de igual manera, es importante que les enseemos desde muy pequeos a relajar su mente, a desacelerar para permitir que se reduzca la cantidad de pensamientos generados, para que as los producidos alcancen una mayor profundidad, un hondo significado, y un gran gozo al sentir todo nuestro cuerpo plenamente integrado en ellos, no slo intelectual sino tambin emocionalmente. De no ser as, sugiere Cury, los centros psiquitricos terminarn por suplantar a las aulas.14/05/2010 78 U Una caa y algo para picar. Tapear es hablar o escuchar o ni hablar ni escuchar o ambas cosas a la vez. Y rer, sonrer, carcajear alrededor de un plato breve donde hincar nuestros estoques incruentos. O recogerse ensimismado ante las aceitunas y observar el mundo, apenas un instante, desde fuera como un extrao-, y sorprenderse con nuestra veleidad y nuestros anchos afectos. Y descubrir cunto nos quieren los dems o cmo se sube el alcohol con la que est cayendo. Y el mundo se demora, se detiene verde y radiante hasta quedar disuelto en la heineken que nos refresca: ese brebaje desinhibidor, que nos nima a proseguir con nuestra chchara infinita, como esperando a Godot, en ese encuentro interminable con los otros y la risa. Con los papagayos del corazn o los goles de la Liga. Pepe, otra ronda y unas bravas, que sta la pago yo. Lo valioso del tapeo es que nos amansa y nos predispone, dicharacheros nos exalta, adverbindonos los labios, ralentizndonos los gestos. Y nos lleva, refresco en mano, de nuevo a la muleta de las digresiones y el arrojo desmedido. Y, atolondrado, atraviesas los infinitos cerros de beda para llevarte el vaso a la boca. Y no te resientes de poner a caldo a quien se tercie; qu ms da si nadie a estas alturas te va a pedir explicaciones. Y ya percibes la derrota, su orn acelerado, la prolongada placidez del garabato hmedo que te lleva hasta el reguero neoltico y te salpica; y, aunque ya te sobran las escamas, cedes a las ltimas sardinas regadas con un blanco sin etiqueta. Por el mar corren las liebres, tarareas, y te preguntas qu sentirn tan arencadas en su enlatado luto. O qu saber de apstoles y espinas albergarn. Insistes en querer entenderlas, pero t ya no alcanzas ni a saber por qu puerta viniste, de qu redil perplejo. Te despides. Y te alejas. Como Kavafis, de camino a taca, demoras cuanto puedes la llegada hasta tu casa. Te sonres al recordar la cara de ngel cuando le has Tapear 79 llamado quisquilloso por su avidez con el marisco, que apenas si has probado. Y por aceras que no siempre reconoces, te preguntas cmo preparaban los iberos sus encuentros, con qu manduca, entre qu mejunjes. Y te sientes ligado a ellos por ese rito ancestral de la celebracin tan nuestro, tan mediterrneo, tan abierto a la luz cenital y espumosa de unas caas que parecen puestas ah para medir nuestros niveles de disfrute fraternal, nuestra capacidad no kantiana para la ms pura sinrazn. Tambin esto, te dices, es vivir. Y t que lo veas. Aunque ya pesen los prpados tanto como Avispado, el toro que tronch a Paquirri. Porque tanta banderilla, tanto pincho, nos doblega y nos extiende sobre el coso de la siesta. Y, a pesar de los pesares, te pongas como te pongas, en la grada o en la arena, el mundo est bien hecho oh Jorge Guilln- y, ms veloces cada vez las vueltas, presientes que nada ni nadie en este globo va a rotar sin ti. Ilusos los Ulises, que dijera alguien. Ahora, cuando ya taca te cobija y te ofrece, entre olmpicos ronquidos, a ese laberinto onrico de faunos y princesas. Mientras que los dems esperan que duermas la mona y te despiertes de una vez para ir al sper y poder caldear as la cadavrica nevera, su congelada luz forense, con esa desidia tan slo a ti debida. Y preparar tu cuartelillo para estos das festeros: dilatados das para encontrarnos o en los que ufanos perdernos, entre desfile y desfile. Horas que valen aos. Das de vino y risas.28/05/2010 80 E El treinta y uno de mayo se cumplieron cien aos del nacimiento en Granada de Luis Rosales. Un poeta extraordinario, cuya vida qued marcada por el asesinato de Lorca, su maestro y amigo. Como ha sealado su hijo recientemente, llev siempre dichos sucesos como una cruz por la injusticia que se cometi. Falangista destacado como sus hermanos entonces, la detencin de Federico en su casa (donde se refugi) y su posterior fusilamiento sirvi para que se les calumniara y acusara de tan vil ejecucin. l siempre mostr su desprecio por los asesinos y defendi el honor de su familia, que hizo lo posible por salvar al granadino ms universal. Liberal autntico, apoltico -aunque monrquico partidario de Don Juan- y descredo, siempre ayud (como editor sobre todo) a poetas y escritores que, como Caballero Bonald, consider valiosos aun sin compartir sus presupuestos ideolgicos o estticos. Nacido el mismo ao que Miguel Hernndez, a quien siempre apreci, su poesa se caracteriza por un profundo humanismo, lleno de arraigados sentimientos religiosos, donde el tono intimista y la expresin de lo ms cotidiano acompaan al hombre en su desvalida condicin, en su atribulada travesa existencial. Cuando gran parte de la poesa espaola renda vasallaje a un tradicionalismo grandilocuente, ripioso y rancio, su magistral poema- libro La casa encendida, de 1949, recuper para la poca el espritu vanguardista de entreguerras y la utilizacin del verso libre de un modo tan brillante como ajustado. Su dominio de la tcnica (tanto en sus estrofas ms clsicas como en sus propuestas rompedoras) y la perfecta adecuacin al tema tratado, dan a sus poemas un vigor y una cadencia tan innovadores como inconfundibles. Nunca cej en su afn por evolucionar, dejndonos en La carta entera un legado tico y esttico de fraternal rebelda, de indistincin entre gneros, de hondo cuestionamiento. Rosales 81 Reconocido con los ms prestigiosos premios, incluido el Cervantes en 1982, su obra no ha tenido el eco que merece aunque hacia l ya estn volviendo los poetas ms jvenes. Por eso, la conmemoracin del centenario es una buena ocasin para apreciar su hondura y su sensibilidad. As lo subraya Flix Grande, buen amigo del poeta y editor de la antologa de Rosales con un ttulo tan bello como ste: Porque la muerte no interrumpe nada, y donde podemos leer el gran Autobiografa, de su libro Rimas de 1951, poema que describe como ningn otro su forma de ver la vida, ese sentimiento autntico de quien tanto descrey de ideologas y estriles adoctrinamientos; de quien supo ver en nuestra tradicin literaria, ah est su ensayo Cervantes y la libertad, un vestigio insuperable de crecimiento humano y de conquista de la dignidad; de quien, por encima de todo fatalismo, slo crey en la amistad. Y que, con una humildad sincera, lapidaria y tan humana, dej escrito: Como el nufrago metdico que contase las olas que le bastan para morir; y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores, hasta la ltima, hasta aquella que tiene la estatura de un nio y le cubre la frente, as he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartn en el bao, sabiendo que jams me he equivocado en nada, sino en las cosas que yo ms quera. 11/06/2010 82 E En su conferencia Jaque al alzheimer, Leontxo Garca confirmaba que, segn varias investigaciones recientes, la prctica habitual del ajedrez podra prevenir el impacto de la enfermedad en el cerebro o, cuando menos, retrasara mucho su aparicin. Mencion la experiencia realizada con 120 personas en el hospital clnico de Valencia: la mitad de ellas jugaron al ajedrez durante un ao; la otra mitad no. El 65 % de los ajedrecistas incluso aument su potencia cognitiva y eso a una edad superior a 55 aos. Los no ajedrecistas, por contra, no la aumentaron nada. Igualmente, otra experiencia en EEUU con casi quinientas personas durante veinte aos refleja que dos buenos antdotos contra la enfermedad son el ajedrez y el baile. Ya saben: a mover el esqueleto y las piezas! De hecho, en Extremadura o en Andaluca se imparten cursos de iniciacin y prctica a personas adultas y, sobre todo, de la tercera edad, con resultados asombrosos. Record Leontxo adems a esos abuelos ilustres del ajedrez que, octogenarios como Benko o Najdorf, seguan activos en torneos. Menciono esto porque, como saben, cada 21 de septiembre celebramos el Da mundial del Alzheimer. Y es alentador conocer y divulgar opciones saludables que ayuden a combatirlo. Como el documental Bicicleta, cuchara, manzana, que recoge el da a da de Pasqual Maragall con tan demoledora enfermedad y que se estrenar en los cines en octubre. Por otra parte, cuando el ao pasado un amigo me anim a participar en un certamen a favor de una asociacin de discapacitados cuyo premio consista en ir all a recitar el poema presentado, no me lo pens. Fui seleccionado, junto a una veintena de poetas de toda Espaa, la eldense Sacra Leal entre ellos, y le el siguiente poema. Asimismo, la esposa de un enfermo que me lo escuch recitar en otro acto me pidi que lo hiciese llegar a la asociacin de Elda. Desde luego que lo hice: con l he querido apenas acercarme a entender la situacin de los enfermos y me Alzheimer 83 gustara, precisamente hoy, rendir homenaje y reconocer el esfuerzo permanente de sus familiares, tan incomprendidos como autnticamente olvidados tantas veces:ALZHEIMER Si alguna vez la noche no encontrase su luz, siempre encendida entre tus muslos. Si alguna vez, ya sin memoria, mis labios no acertasen a besar los tuyos, ni mis dedos extraviados alcanzasen la cima exacta que en tus pechos colma. Si mis ojos entonces, aun abiertos a imprecisos o remotos horizontes, vindote no te reconocen, retoma complacida este poema y mrame: ser slo sonrisa, carne satisfecha aun sin saber que habit contigo mi cuerpo y es ese ayer quien todava sostiene agradecido estos despojos. 17/09/2010 84 L Cada vez que nace un nio, nacen, al mismo tiempo, los abuelos.Arthur Kornhaber La abuela de Rosa dice que tiene ms aos que la tos. Y que cuando ella era pequea ni siquiera haba tele. Rosa le pregunta: -y no te aburras Antes de contestar, la abuela arruga los ojos y mueve los labios como los conejos. -Qu va!, le dice, mi padre me contaba cuentos junto al fuego. Pero el padre de Rosa trabaja todo el da y, adems, en casa no hay chimenea. La nia se acerca al radiador y dice: -Abuela, cuntame un cuento. Y la abuela le cuenta el del hada que perdi el nombre y la varita mgica. Esa noche Rosa enhebra los sueos como si fueran pequeas perlas de caramelo. Este breve y tierno cuento de Enric Lluch para los ms pequeos revela el notable y emotivo papel que tienen los abuelos en la crianza de los nietos. Las distancias tan largas entre familiares, la baja natalidad o el culto a lo juvenil y ms novedoso de muchos ya maduros progenitores, estn variando esta relacin. Y en un mundo en el que cada vez ms el padre y la madre trabajan, con horarios y calendarios distintos a los escolares, los abuelos incrementan su dedicacin, y ms de la mitad cuida de sus nietos. Casi el 50% lo hace a diario, un 30% varias veces a la semana y ocasionalmente el resto. Sea cual sea su periodicidad, la relacin entre abuelos y nietos les enriquece a ambos. Los nios encuentran en ellos a esas personas afectuosas y tiernas, siempre dispuestas a llevarlos al parque, a contarles un cuento -como la abuela de Rosa-, a ensearles juegos de otra poca sin la presin de la institucin escolar o la exigencia de la autoridad paterna. Y a los abuelos esta relacin distendida los regenera, los devuelve como tan acertadamente ha dicho el poeta nonagenario Gon- Los abuelos 85 zalo Rojas- a una ilusionada reniez. Les permite seguir aprendiendo, respirar el presente. Les ayuda a seguir sintindose til, a no verse solos, a compartir candorosamente con ellos la esencia de su largo bagaje. Pero la misin de los abuelos no es la de educar a los nietos. Lo que no significa que deban malcriarlos de continuo o llenarlos de caprichos. Son los padres quienes han de asumir, junto a la escuela, el rol educativo fundamental. Pero es indiscutible tambin lo que aportan nuestros mayores a la formacin de estos locos bajitos, transmitindoles su experiencia, los principios o las actitudes que tan frecuentemente la sociedad relega a un segundo plano en favor del utilitarismo, la eficacia o la productividad. Y, no pocas veces, en situaciones de separacin o de divorcio, los abuelos han de ayudar sobremanera e incluso llenar el vaco dejado por uno de los cnyuges. Una situacin completamente inversa para los del otro cnyuge que, tras la separacin, ya apenas si vuelven a ver a sus nietos. En honor a ellos, a su labor impagable, a su apego incondicional hacia los nietos, cada ao celebramos en la escuela la fiesta de los abuelos, donde compartimos experiencias, juegos, canciones y hasta bailes de saln. Es indescriptible la cara de satisfaccin de unos y de otros, el gozo con que les cuentan historias, les hacen magia o incluso les ensean a tirar la peonza y a bailarla en la palma de la mano. Porque cada vez que vienen al colegio comprobamos, como dice el psiquiatra Kornhaber, que la asignatura que imparte el abuelo no se ensea en ningn otro sitio.19/11/2010 86 H Hubo un tiempo en que el seor Mercado sufrag onerosamente a cabritillos, cerditos y otros pberes ingenuos para que levantasen sus casas a buen inters, consiguiendo incluso llenar todo el bosque de hipotecas basura con tal de seguir alimentando una codicia insaciable. Su glotonera especuladora, su avaricia febril, acab generndole una burbuja en el estmago que ni el bicarbonato mercantil de la moneda nica consigui mitigar. Y su bolsa, atada y bien atada a la cintura, comenz a regurgitar, a perder valor cayendo y cayendo precipitadamente por el gran agujero del ibex 35. La madre de los eurocabritillos, para tranquilizarlo, le rellen la bolsa con monedas y le cosi los bonos rasgados. Colmado como el quico, pensaron que una prolongada siesta lo apaciguara. Pero no fue as. El seor Mercado, tras vaciar el euromonedero y dejar esculidas las arcas caprinas, exigi contencin y control del gasto. Que manda huevos. Pero los eurocabritillos, precisamente por los prstamos para rescatar al Mercado feroz de la quiebra, ya no disponan de liquidez. Y ste comenz a temer por sus dividendos, por esos rditos sabrosos que tan jugosamente deba ir acumulando: deuda, dficit, impagos mala cosa, pens; no hay depredador que mantenga el buche lleno con estas menudencias e incertidumbres. Quera garantas! Muestras de sangre que le permitieran mantener la confianza. Con sus vidas fauces, con sus garras tajantes, se present en la casa griega y llam a la puerta: ni las columnas del Partenn ni el tesoro de Mikonos saciaron su ambicin. La que ellos crean de hormign perdurable, no era sino endeble morada de adobe y hojarasca. Porca miseria, refunfu el carnvoro descontrolado. Decepcionado, aull y aull para que todos se amedrentasen y no ofrecieran resistencia a sus ansias lucrativas. Se encamin entonces hacia El Mercado y los eurocabritillos 87 la casa irlandesa, esa que durante aos fuera la nia de sus ojos, donde tanta hipoteca burbujeante coloc en otro tiempo, y acos a sus eurocabritillos hasta que, como obedientes corderitos atrapados por unos bancos sostenidos con palillos neoliberales, pidieron ser rescatados por ese lobo de las finanzas que es el seor Mercado, tambin neoliberal. Ser suficiente con esto, tartamudeaban, remojndose las barbas, sus eurovecinos. Obtuvieron la respuesta cuando el gigante depredador gir su vista encarnizada hacia la casa ibrica: los eurocabritillos portugueses y espaoles sintieron una y otra vez el brutal zarandeo en sus nminas y en todas sus paredes financieras. Recortes, reajustes, reduccin del dficit qu ms da!, nada era bastante para conformar a tan implacable avaro. El benjamn de los eurocabritillos, refugiado entre gaviotas genovesas, sobrevivi al bestial envite y cuando alguien le pregunt cmo lo haba logrado, fue profuso en detalles: ese poderoso caballero que es Don Mercado se alimenta de engordar cerditos y cabritillos hasta que su obesidad los inmoviliza y entonces, zarpazo a zarpazo, mordisco a mordisco, los deja raquticos y desahuciados. Sin casa ni pan que echarse a la boca, los pobrecillos no tienen ms remedio que acudir a l para que les inyecte liquidez y volver as a tenerse en pie. Y otra vez de nuevo comienza el proceso: engorde, inflacin, burbuja, deflacin, miseria, rescate y as hasta que la desesperacin o la rapacidad les permita comprender que pueden ms todos los eurocabritillos juntos que el lobo, por salvaje que ste sea; que no tienen por qu vivir sometidos a sus aterradoras exigencias. Y cmo es qu t sobrevives ajeno a esta espiral cclica de opulencia y escasez, le pregunt un ingenuo. El hasta entonces ponsderado eurocabritillo se quit la mscara y todos constataron que se trataba de un fiero lobezno con piel de cordero.10/12/2010 88 C Cuando en el siglo IV d. de C. qued implantado el calendario gregoriano, se fij el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo, aunque casi todos los indicios documentados apuntasen a una fecha radicalmente distinta. La eleccin de tal da como natividad se solap sobre una antiqusima tradicin pagana que en mltiples culturas venan celebrando la entrada del solsticio invernal de un modo festivo, fomentando la reunin de los clanes alrededor de opparas mesas, como ocurra en la fiesta saturnal romana, en honor al dios de la agricultura. De modo que esta festividad respondera ms a la cristianizacin de esta costumbre ancestral que al rigor histrico de un nacimiento. Y tal vez por eso tales atvicas tradiciones expliquen que hoy, ms all del sentido religioso, la Navidad suponga un momento idneo para el encuentro y la celebracin, antes de que el rigor invernal vuelva a distanciarnos de nuevo. Tal como la vivimos ahora, la Navidad es desde luego una fiesta eclctica. Algo apreciable si repasamos cmo se han ido incorporando a lo largo de los siglos elementos de muy diversas tradiciones y culturas. As por ejemplo, ya los romanos intercambiaban regalos en estas fechas, mientras que el abeto navideo es un motivo de origen germnico, la figura de Pap Noel proviene de los pases nrdicos o la ms reciente costumbre de enviarnos tarjetas de felicitacin la hemos importado de la tradicin anglosajona. De manera que hoy la fiesta navidea tiene un impacto ms sociofamiliar y comercial que estrictamente religioso. Nada que ver con esa festividad austera y humilde que hasta el siglo VIII celebraban campesinos y siervos. Pero a nadie se le escapa que esta noche es especial, la vivamos como la vivamos. Porque cada nochebuena nos reunimos con nuestros seres queridos y disfrutamos, a veces reencontrndonos incluso despus de Nochebuena 89 mucho tiempo, compartiendo mesa y regalos, villancicos, sobremesa, juegos, etc. Tambin es una noche en que, precisamente por reencontrarnos, echamos de menos a quienes ya no estn o simplemente nos solidarizamos con quienes por los motivos que fuese no pueden compartir una noche as con sus familiares y amigos. Permtanme que, con mis mejores deseos, les felicite estos das con un emotivo microrrelato del uruguayo Eduardo Galeano, extrado de El libro de los abrazos, y titulado precisamente Nochebuena: Fernando Silva dirige el hospital de nios en Managua. En vsperas de Navidad, se qued trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidi marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una ltima recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sinti que unos pasos lo seguan. Unos pasos de algodn; se volvi y descubri que uno de los enfermitos le andaba atrs. En la penumbra lo reconoci. Era un nio que estaba solo. Fernando reconoci su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedan disculpas o quiz pedan permiso. Fernando se acerc y el nio lo roz con la mano: -Decile a... -susurr el nio- Decile a alguien, que yo estoy aqu.24/12/2010 90 N No s si es cierta la leyenda segn la cual nuestra costumbre de despedir el ao comiendo uva se debera a una ocurrencia de los viticultores alicantinos para dar salida a una sobreproduccin hace ya un siglo. Otros indicios apuntan a que gran parte de la aristocracia espaola adopt este hbito de acabar el ao con uvas y champn de la burguesa francesa a finales del XIX. Imitada, primero burlescamente, y despus generalizada entre todas las capas sociales, la frmula se fue extendiendo de Madrid al resto del pas en los primeros aos del siglo XX. En todo caso, es precisamente la uva del Vinalop una de las ms requeridas para despedir el ao. As, Novelda, Aspe o Monforte comercializan ms de cuatro mil toneladas embolsadas, en un sector, el vitcola, que tambin este ao se ver castigado por la crisis. Sea cual sea su origen, es indudable que la uva desde siempre estuvo ligada a mltiples ritos de tipo social o festivo. Recuerden a los romanos, por ejemplo, que acompaados de Baco (dios del vino) y comiendo miel con dtiles e higos reciban a Jano (Enero), la divinidad capaz de mirar a la vez -con sus dos rostros- tanto al pasado como al futuro. Eso mismo es lo que hacemos nosotros cada Nochevieja: con un ojo, balance del ao ya postrero; mientras, el otro segrega venturosos augurios para el que vamos a recibir. Doce granos de uva con los que separar una mirada escrutadora de la otra expectante: el pasado cumplido del azaroso porvenir. Peticin tras el recuento. Esperanza. Invocacin. Y aunque las doce uvas sea una costumbre extendida, no en todo el mundo se acaba el ao engullndolas. En Italia, por ejemplo, lo despiden comiendo lentejas y con lencera roja (costumbre que tambin aqu se va extendiendo). En Cuba, echan un cubo de agua por la ventana. En muchos otros pases, con todas las ventanas abiertas. En Escocia, le prenden fuego a un barril de madera y lo echan a rodar por la Las uvas 91 calle. Y en otros, como Japn, la despedida del ao dura hasta el 15 de enero, escuchan 108 campanadas, comen una sopa tradicional y beben sake mientras se visitan unos a otros. Sea cual sea la frmula, la finalidad es comn en todas partes: recibir el ao nuevo ahuyentando todo infortunio e invocando a los espritus ms venturosos y benignos. En alusin clara a la fertilidad, a la abundancia (de las cosechas sobre todo) o a la energa positiva con que se espera afrontar el ao que entra. Porque con las doce uvas, una por campanada, anhelamos abordar doce prsperos meses. Y deseamos, brindando con champn, que a los dems les ocurra lo mismo. Y aunque no sean buenos tiempos para casi nada, para casi nadie, todos nos merecemos un resquicio de jovial esparcimiento y toneladas de serenidad para el ao venidero: nos harn mucha falta. Ms all de ilusos espejismos, conscientes de que esto sigue pintando bastante mal, ojal todos encontremos en el nuevo ao un espacio acogedor desde el cual acometer estos momentos difciles, con la esperanza de que nos podamos topar a la salida del tnel con un mundo mejor. Ya lo expres Lao Tse con una imagen que describe a la perfeccin lo que puede suponer, en tanto que cambio, cada crisis:Lo que para la oruga es la muerte, el resto del mundo lo llama mariposa. 31/12/2010 92 L La primera dcada del nuevo milenio nos ha dejado signos claros y contundentes de que vivimos en un mundo inseguro dominado por la fragilidad y no poca podredumbre. Tres acontecimientos lo certifican: los atentados de las Torres Gemelas en 2001 dejaron entrever las debilidades defensivas de un imperio, adems de su saa y el primitivismo criminal ejercidos en Irak o Afganistn para resarcirse de la herida; la crisis financiera iniciada en 2008 ha desvelado los inciertos soportes de un sistema hinchado a base de especulacin y crditos basura, mostrando adems la violencia ejercida por los agentes econmicos para condicionar al poder poltico en favor de sus propios intereses. Y las filtraciones que Wikileaks ha colocado en la red y en la prensa mundial en 2010, el cablegate, acreditan la opacidad con que se ejerce este poder desde sus propias cloacas institucionales y los autnticos intereses tras, aparentemente, anodinos acontecimientos. Semejante a la funcin que Platn le asignaba al arte, estos cables hacen visible lo invisible. Es decir, dejan patente la diferencia entre lo que un gobierno dice en pblico y los hilos que se mueven en privado para forzar, chantajear y engaar amparndose en la supuesta inmunidad diplomtica. Y aunque no supongan grandes sorpresas, lo desvelado refuerza nuestra certeza sobre la doble moral de un poder que no siempre nos informa de manera limpia, y no porque peligre nada importante. As, por ejemplo, la hipocresa del gobierno actual en el proceso abierto tras el crimen de Jos Couso es impresentable. Igual que el inters norteamericano por impedir que Garzn investigase Guantnamo, o que se extendieran sus tesis de una justicia universal: hecho que explica en parte ciertas actuaciones de nuestra justicia aqu. Como las apresuradas presiones del gobierno de Aznar para vender al mundo que ETA estaba detrs del atentado del 11-M. Cablegate 93 Las consecuencias de este ocano de revelaciones, mayor an que el de los papeles del Pentgono, no han pasado desapercibidas. Para m, las fundamentales son que queda desenmascarada la opacidad de los autnticos poderes en nuestras democracias para actuar respondiendo ms a intereses espurios que a los polticamente soberanos; a nivel periodstico adems, al permitir el acceso a los documentos originales se prioriza ms la funcin del usuario que la del medio (el periodista), que cercena e interpreta en base a intereses polticos o empresariales propios, y no al inters general; la desaparicin del intermediario puede redundar as en mayor transparencia y neutralidad. Finalmente, que ese espa omnmodo que es el Estado termine siendo espiado y desenmascarado, desnudo en su impune amoralidad, nos lleva a replantear la interrelacin entre polticos y ciudadanos en nuestras democracias occidentales. El gran reto, en este sentido, al que han de hacer frente nuestros gestores polticos pasa por recuperar el crdito que en ellos depositamos. De no ser as, quizs vayamos hacia un nuevo orden en el que la ciudadana encuentre frmulas de regulacin general para funcionar ms all de los intereses puramente endogmicos de peridicos, bancos o parlamentos. En todo caso, Wikileaks ha anunciado ya futuras filtraciones que desvelarn las cloacas de la banca. Como vemos, los poderes poltico, econmico y meditico (por separado o en los largos hilos que los unen) han de responder a situaciones relativamente nuevas y no parece que les valgan las respuestas ya gastadas del pasado. Su descrdito tras los sucesos vividos la pasada dcada abre grietas enormes en la percepcin que de ellos tenemos los ciudadanos. Porque lo que realmente se est dirimiendo es la gobernabilidad en un mundo donde la opacidad y la presin financiera no condicionen las decisiones polticas; donde la soberana resida nuevamente en los ciudadanos, no en los intereses de unos cuantos; donde la democracia en fin, ms transparente y ticamente creble, se despoje de esos hbitos de cnica plutocracia con los que todava sobrevive.14/01/2011 94 N No veo aventurado afirmar que las pocas ms convulsas de nuestra historia han sido siempre aquellas donde la desigualdad entre una minora acaparadora y la gran mayora desamparada era abismal. Por el contrario, resultaron estables aquellas otras donde tal desigualdad se amortigu, donde las condiciones de vida de los ms desfavorecidos mejoraron, alcanzndoles tambin a ellos la extensin de los bienes y servicios. Fue este enfoque el que permiti levantar y mantener en Europa occidental, tras la Segunda Guerra Mundial, el Estado del bienestar, y cuyos cimientos hoy se resquebrajan. Polticos y economistas llegaron a esa conviccin despus de treinta aos de pnico y empobrecimiento, consecuencia de la dursima crisis econmica de 1929 y una radicalizacin sociopoltica sin precedentes, que culmin en esa guerra. Una crisis econmica y simultneas crisis polticas, en la primera mitad del siglo XX, que generaron a su vez unos niveles de desigualdad flagrantes y que llevaron a Europa al terror y al desastre ms negros de su historia. El milagro europeo, la recuperacin tras la guerra mundial, se bas desde luego en un crecimiento de la productividad, dirigida cada vez ms hacia la tecnologa y el consumo. Pero tambin fue decisiva la creacin de una amplia red de bienes y servicios pblicos universales que contribuyeron a mejorar nuestra calidad de vida, favoreciendo un largo periodo de estabilidad econmica y una mayor cohesin social. Algo que cambi radicalmente con las polticas neoliberales anglosajonas de los ochenta, encaminadas a desregular la actividad econmica de los mercados, y favorecedoras de drsticas reducciones fiscales para los ms pudientes, junto al desmantelamiento del Estado del bienestar a base de privatizaciones y especulacin. Un fenmeno que en Espaa es ms tardo por nuestra posterior incorporacin a la UE. Unas polticas, en fin, que incrementaron la desigualdad hasta desembocar La desigualdad 95 veinticinco aos despus en el mayor desastre financiero conocido y que, como vemos, ahondarn ms an el tajo de la desigualdad. El dogma, en todos estos aos, segn el cual el crecimiento, la creacin de riqueza por s sola generara igualdad, se ha demostrado falaz. Basta con ver los desniveles, no ya en China o India donde son escandalosos, sino en casi toda Europa o EEUU, pas en el que el 1% acumula el 23% de la renta nacional. O cmo en un planeta donde la cuarta parte de sus habitantes carece de todo (alimentos, agua, techo), un opulento 10% dispone del 75% de la riqueza. O cmo mil doscientos millones de personas poseen menos que la persona ms rica del mundo. Por no hablar de cunto se siguen enriqueciendo algunos bancos e inversores a costa de la hecatombe. El socilogo Ulrich Beck no duda en afirmar que estamos en una situacin (pre)revolucionaria. Y se pregunta por los movimientos sociales que propugnen una modernidad alternativa. Ms que a una poca de cambios, hoy parece que asistamos a un cambio de poca. Momento propicio para hacer balance y valorar el legado de los ltimos doscientos aos. El cristianismo, no el Vaticano; el socialismo, no Stalin; o el liberalismo del consenso de John Rawls, no el de Margaret Thatcher, coinciden en proponer la reduccin al mximo de las desigualdades como base para el entendimiento y la convivencia en sociedades ms solidarias y justas, ms integradas en un proyecto comn. Me parece importante, a la vista de la quiebra global en la que vivimos, que de un profundo dilogo entre estas y otras corrientes de pensamiento -extrayendo las lecciones pertinentes de sus aciertos y de sus errores en el pasado- surjan propuestas coherentes, imaginativas y abiertas, encauzadas hacia una organizacin social ms equitativa, menos dispar. De lo contrario, el aumento de la desigualdad alentar an ms el miedo, la insolidaridad y nuestros ms oscuros instintos, como en otras pocas de ignominioso recuerdo para todos.28/01/2011 96 A Acabas una carrera, te pones a trabajar y pocos aos despus te encuentras pagando un alquiler con ms de la mitad de tu sueldo; no tienes coche y te parece imposible comprar una casa o tener hijos, y eso trabajando t y tu pareja. Sin embargo tus padres, con solo el sueldo de l, menos formado que t, a tu edad ya mantena casa, coche e hijos. Y, con toda razn mi padre ahora me pregunta, donde est la mejora del pas en los ltimos 20 aos. Y pensar que mi madre, simplemente cosiendo durante siete horas hubiera podido independizarse, y yo, sabiendo reparar ordenadores, con varios cursos en excelencia telefnica, calidad y atencin al cliente, sabiendo ingls y francs, saliendo de casa a las siete de la maana y volviendo a las ocho y media, como mucho podra pagarme una habitacin, pero ni loca un alquiler. Estas interesantes e inquietantes reflexiones pertenecen a sendos participantes en un reciente foro de jvenes internautas. Muchos aludan a la generacin ni- ni (ni estudian ni trabajan), sobradamente preparados pero sin oficio ni beneficio. Alguien los tach de conformistas, ociosos y acomodaticios, aunque casi todos ellos admitan resignados que acabarn viviendo peor que sus padres y se mostraban desesperanzados respecto a la mejora de la situacin, ahora o en varios aos, sumidos como estn en la total incertidumbre. Decepcionados. Incluso alguien habl de una generacin estafada, que se form para todo y no accede a nada, que ha crecido en la abundancia y heredar la austeridad. Y que tendrn que pagar como coste aadido las deudas de nuestro despilfarro. Y, lgicamente, no entienden por qu han de asumir ellos los desmanes de sus antecesores, viviendo como vivirn en la escasez. Asustan los nmeros: el 43,6% de los jvenes espaoles de entre 18 y 25 aos ni estudia ni trabaja. Ni se independiza, claro. Pero su permanencia en la casa paterna se complica porque casi un milln y medio Estafados 97 de parados viven en hogares donde ninguno de sus miembros trabaja. Y su horizonte, por la crisis y la prolongacin de la jubilacin a los 67 aos, no parece muy alentador: hoy no pueden trabajar y ya veremos cundo podrn jubilarse. Los afortunados que consiguen un trabajo, precario y sin garantas de continuidad, no pueden afrontar un proyecto de vida medianamente estable. Relean el primer prrafo. La pregunta viene sola: qu hemos hecho tan mal para llegar a esto Y, desde luego, se muestran contundentes en no aceptar como solucin los errores cometidos, desconfiando adems de todos los agentes (econmicos sobre todo) que, por accin u omisin, los han efectuado: piden soluciones diferentes (veremos si acertadas o no) para superarlos. Pero perciben que no se les escucha. O peor an: que nadie les pregunta. No pocos se sienten absolutamente estafados. Y aborrecen esa imagen que los presenta amorrados perpetuamente al botelln, al hogar paterno o a la play. Me parece que estamos ante un problema muy serio: la incertidumbre, la desesperanza, la desconfianza de nuestros jvenes por el modelo econmico y social que heredan es preocupante. Porque se pueden llegar a sentir excluidos, no implicados en la tarea de conservar y mejorar el mundo que reciben. Acabar ubicndose en los mrgenes de un sistema que no les resulta estimulante, que ya no se creen. Instalarse en un no hacer nada porque no se gana nada, y donde no hay nada por lo que luchar. Donde slo queda entretenerse, pasar el rato viendo la tele, chateando o navegando errticamente por Internet. Prevalece la desmotivacin, la ausencia del espritu aventurero y de asuncin de riesgos tan propios de la juventud. ste es un dao que puede resultar irreparable si no se buscan salidas nuevas y, sobre todo, si no contamos con ellos para encontrarlas e integrarlas en su proyecto vital. No obstante, ms all de nuestras dudas, ellos son el relevo. Y estoy convencido de que, de uno u otro modo, en la calle o en sus foros, habr que escucharlos y atenderlos. 04/02/2011 98 L Les propongo que, antes de seguir leyendo, elaboren una lista con las cinco cosas que ms les indignan. Quizs hayan escrito los recortes, la mentira, la infidelidad, la explotacin, la corrupcin, el terrorismo, la contaminacin Est claro que hay motivos de sobra para mantener una indignacin en estado permanente. Y ms en esta poca de deflacin, rescates, quiebras y contrastes. Pero tambin es cierto que la indignacin en s misma no cambia nada si no acta como despertador tras una larga modorra que nos conciencie del malestar de la situacin presente y nos empuje a hacer algo concreto para reconducirla y mejorarla. Recuerden las recientes revueltas populares en los pases norteafricanos en pro de la democracia. De hecho, un permanente estado de indignacin que no se encauza hacia posibles soluciones nos puede llegar a enfermar. Indignez vous! (Indignaos!). As se titula un folleto de Stphane Hessel, que lleva vendidos ms de medio milln de ejemplares. Este francs de origen alemn, con 93 aos, sabe muy bien de lo que habla: antiguo combatiente de la Resistencia francesa tras la invasin alemana, superviviente de dos campos de concentracin, uno de los redactores en 1948 de la Declaracin de los Derechos Humanos... En nuestra poca tenamos un adversario claro: Hitler, Stalin. Y dijimos no. Ahora, el enemigo es ms difcil de encontrar. Pero es igual de importante decir no. Hay que resistir otra vez. Nosotros nos jugbamos la vida. Ahora estn en juego la libertad y los valores ms importantes. Y aade que su libro, de tan slo 32 pginas, exhorta a los jvenes a indignarse porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo. Su balance de la situacin es contundente: la ltima dcada del siglo XX fue prometedora, cay el muro de Berln, creci la sensibilidad hu- Indignarse 99 manitaria y ecolgica. Pero los diez primeros aos del siglo XXI son de signo contrario: insolidaridad, crisis, abismo entre los ms ricos y los ms pobres. Adems, la actual dictadura internacional de los mercados financieros amenaza la paz y la democracia. Porque el dinero y su forma de alentar al consumismo, la competencia o el egosmo, subraya Hessel, nos deshumanizan como nunca antes. Y se pregunta por qu, tras la Segunda Guerrra Mundial, se cre una sociedad cohesionada y ms justa con escasos medios, y hoy, en el mundo de la opulencia, tenemos que aceptar grandes recortes y reducciones de servicios que otorgaban mayor seguridad antao. Indigna haber llegado a esto. Pero no nos debemos resignar. Por qu tenemos que soportar todo aquello que nos disgusta Encogernos de hombros, mostrarnos apticos o despreocuparnos ante la adversidad no arregla nada. Qu podemos hacer entonces El francs plantea una insurreccin pacfica contra quienes no proponen otro horizonte a nuestra juventud que el consumismo, el desprecio de los ms dbiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competicin descarnada de todos contra todos. No dejar de denunciar las injusticias, los abusos de los poderosos, los acosos a la libertad. Y concluye este nonagenario, que no cobra derechos de autor por su best seller, recordndonos que la Resistencia luch por una Europa ms humanizada. Contra la desigualdad, las coacciones o el retroceso tico, hay que rebelarse. Resistir activamente, sin amodorramiento. Indignarse: no resignarse. De ah su incombustible lema final: Crear es resistir. Resistir es crear. 11/03/2011 100 N No es que la poesa me disguste, pero es que no la entiendo; me parece una forma un poco rara, rebuscada, de expresar los sentimientos y unas veces me resulta ripiosa y otras incomprensible, me deca alguien no hace mucho, despus de un recital que sin embargo le haba encantado y pona en cuestin esa idea previa. Y no slo l piensa as: algo de cierto debe haber en esta apreciacin. Acaso los poetas muchas veces, en su afn por decir tanto en tan poco espacio, hayan cado en un narcisismo abstruso o en ocasiones en una incontinente verborrea carente de toda referencia a nuestra realidad; y que tan slo sirve para transmitirnos -con ms vanidad que acierto- el andamiaje retrico, la jaula de imgenes y smbolos en la que gira el vate alrededor de s mismo. Para contrarrestar quizs esta percepcin, Joan Margarit Premio Nacional de Poesa en 2008- public sus Nuevas cartas a un joven poeta, como continuacin de las escritas por Rilke all por 1903. Aunque les recomiendo todo el libro, me detendr en la nmero cinco para lo que nos ocupa: Entender un buen poema. Tras sealar que son la concisin y la exactitud las cualidades que diferencian a la poesa de la prosa, subraya que un poema, en su seminal concentracin, ha de entenderse. Pero entender es aqu un proceso de entrada y de salida. Porque al poema llegamos con un grado de desorden a causa de los miedos, las tristezas, las prdidas, es decir los factores que continuamente estn amenazando el equilibrio interior. Si a la salida del poema este desorden es menor, quiere decir que se trataba de un buen poema y que se ha entendido. Un poema valioso de verdad nos transforma, viene a decir Margarit. Nos acompaa. Y siempre nos consuela. En eso consiste entenderlo. Tambin para el propio poeta, que entra al poema como quien inicia Entender no entendiendo 101 un camino dice Juan Ramn Jimnez- por donde, aunque uno sabe que no llegar nunca, va uno bien y seguro de que es el nico y verdadero. Porque, como concluye en su quinta carta Margarit, no hay muchas cajas negras en las cuales nuestra soledad pueda entrar para salir ms consolada, ms ordenada, ms feliz en suma. La poesa quiz no es gran cosa, pero ms dura es la intemperie sin los versos. En este sentido, la poesa es la ltima Casa de Misericordia. Y precisamente as -Casa de Misericordia- titul su libro de poemas de 2007. Una casa que siempre nos acoge, pero que no quiere adeptos, quiere amantes, peda Lorca. Porque poeta y lector, en total complicidad, comparten esa morada irreductible del poema para que el verso sea como una llave/ que abra mil puertas (Huidobro). La senda de un no s qu que quedan balbuciendo, de un entender no entendiendo/ toda ciencia trascendiendo que tan intensamente trazara con sus versos San Juan de la Cruz. Qu ms se puede pedir Me recordaba un buen amigo estas palabras de Umbral, de quien se public tras su muerte una valiosa coleccin de poemas inditos: la poesa no es decir las cosas, sino decir ms las cosas. Eso es entender: no slo decir las cosas, mostrndolas u ofrecindolas, sino decirlas ms. Percibindolas en su total intensidad. En su realidad ms honda, ms ntima, ms plena. Y, por eso mismo, ms en nosotros. 18/03/2011 102 D De qu hablamos cuando hablamos de la Segunda Repblica Cumplidos ahora los ochenta aos de su proclamacin, sera bueno desfacer algunos entuertos que con denostado inters han servido para denigrarla y responsabilizarla de cuantos desmanes vinieron despus. El rgimen republicano fue democrtico y, alternativamente en l, izquierda y derecha aplicaron sus programas con total legitimidad en un escenario complejo pero no permanentemente radicalizado y descontrolado como se nos ha querido hacer ver. De hecho, el programa de centro- izquierda del primer gobierno republicano fue claramente reformista y liberal, no revolucionario como se ha insistido, y slo la crispacin tras la derrota mal digerida por la derecha en febrero del 36 y el planeado golpe militar de julio desataron el desorden y las proclamas revolucionarias. Y, desde luego, por muchos errores que se cometieran que los hubo, como en cualquier sistema poltico- nada justifica ese golpe contra un sistema democrtico legtimo y que desencaden una guerra incivil que acab en una dictadura fascista y nacional- catlica. Al programa reformador del bienio progresista (agricultura, enseanza, industria, autonomas, ejrcito, clero, etc.) le sucedi otro derechista que desactiv todos sus proyectos, generando un frustrante malestar entre los ms desfavorecidos. Una tumultuosa situacin agravada por las consecuencias de la crisis econmica del 29 y un espacio europeo cada vez ms amenazado por los excesos fascistas y comunistas. Un ambiente de confrontacin que, lejos de amainar, fue in crescendo en todo el continente. Ahogando cualquier acuerdo, cualquier posibilidad de consenso en un momento crucial. Y que dificult an ms si cabe el anhelo transformador y progresista de los republicanos moderados de centro- izquierda. Pero fue la guerra, promovida por una minora de privilegiados, la que desat las iras contenidas y desencaden el descontrol y las masacres en ambos bandos, aunque en una pro- La Repblica 103 porcin, con una estrategia y unos fines muy distintos en cada caso. Innecesarias e injustificables, sin duda, en todos ellos. Entiendo que, en un pas donde imperaban el caciquismo, la tradicin militar golpista o un analfabetismo ancestral, algunos piensen que los republicanos reformistas fueron demasiado lejos en sus pretensiones. No me lo parece a m. La congnita resistencia al cambio de unos, las atribuladas exigencias de otros o la mutua incomprensin de casi todos ellos est en la base de un fracaso histrico monumental. Pero frente al empeo de los apologistas del neofranquismo, fue una sublevacin militar, no el debilitado rgimen republicano, quien desencaden la guerra civil. Y, como se vio enseguida, el golpe del 18 de julio persegua mantener por la fuerza lo que las urnas le discutan: los anacrnicos privilegios de unas clases acomodadas e improductivas en un pas preindustrial con extremas desigualdades. Y lo logr imponiendo con la violencia un poder autoritario medieval, represor e impune, y amparado por abyectas complicidades. Pero el optimismo y la voluntad entusiasta de aquellos reformistas no cayeron en saco roto. La Constitucin del 78 retom muchos de sus principios y nuevas leyes democrticas recogieron el espritu de su legado. Ms all del recuento de aciertos y errores, ochenta aos despus, y entre tanta desafeccin por la cosa pblica, conviene retener dos aspiraciones legtimas, ya entonces fundamentales: la irrenunciable pretensin de todo proyecto poltico para mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos y la necesidad de hacerlo buscando el marco ms amplio de acuerdos posible. Una tarea siempre inacabada, siempre mejorable, y cuyas dificultades nunca deberan desanimarnos. Ni an hoy, con la que est cayendo.15/04/2011 104 N No recuerdo quien lo dijo, pero tiene razn: a partir de cierta edad se disfruta ms releyendo a esos autores que nos han fascinado, acompandonos largamente, que buscando deslumbrantes novedades literarias, no siempre avaladas por esa libertad sin servilismos ni prejuicios que identifica a una obra autntica. Porque el recuerdo que deja un libro es a veces ms importante que el libro en s, nos ense Bioy Casares. Es cierto que releer una novela de juventud nos puede provocar una enorme e inesperada decepcin, posiblemente suscitada porque han cambiado mucho, ya que tanto han visto, los ojos con que entonces la lemos. Es un riesgo que siempre hay que correr. Incluso a veces frenamos el impulso que nos lleva a releer algo muy valioso para nosotros por no romper el complejo hechizo con que ha permanecido tan radiante en el recuerdo. Ese miedo es el que nunca me ha dejado releer a Julio Verne, el primer novelista que me fascin en aquellos libros infantiles de la editorial Bruguera que llevaban dibujados a los personajes en el lomo: una coleccin donde tambin descubr a Stevenson, Dickens, Twain o Salgari. Con ellos, en verdad, aprend a leer. A comprender que otros mundos, ms all de la constreida realidad que habitamos, eran posibles. Ahora se est reeditando en formato de cmic aquella excepcional Seleccin de joyas literarias juveniles de los aos 70 y 80. Quise que mis hijos los conocieran, aunque a ellos no les impact como a m. Es lgico que en el mundo de la play station, la nintendo o la wii, Julio Verne les parezca ms un anacronismo que ese autntico adelantado a su poca que fue. Pero no son incompatibles los juegos de la play con la lectura emocionante de Viaje al centro de la tierra. Como no lo son Galds y guila Roja, Siddharta e Internet. Hay obras que, aunque parecen distintas, aunque sus aportaciones varen cada vez que las leemos, nunca nos defraudan. Incluso, seguro que Releer 105 tambin les ha ocurrido, mientras lea algn libro ya saba que lo volvera a releer. Pienso, y seguramente alguien ya lo habr dicho antes que yo, que eso es un clsico: una creacin que nunca deja de hablarnos, de decirnos algo distinto y ms profundo cada vez que dialogamos con ella. A m, desde luego, me ha ocurrido con poetas como Machado, el ltimo Juan Ramn o Valente, por ejemplo; novelistas como Kafka o Herman Hesse; o pensadores como Nietzsche o Foucault. Pero hay un caso en mi itinerario lector que ha fluctuado con los aos de un modo que todava me sorprende: Azorn. Cuando lo le con fruicin en mi adolescencia me pareci un creador enorme, preciso adjetivando, sobrio y exacto en sus descripciones, imaginativo, seductor y sugerente. Apenas diez aos despus, retomando Castilla, solo vea en l a un esteta desencantado de la realidad que se refugia en el paisaje castellano para no implicarse en el mundo que le toc vivir. Ahora, releyendo pasajes del libro como Las nubes o Una ciudad y un balcn, aprecio al maestro de la sencillez y la precisin, al Azorn impresionista con ese intenso lirismo evocador que inesperadamente brota en cualquier prrafo. O esa serenidad, tan oriental, con la que logra siempre implicarnos en la trama espiritual que subyace en tantos de sus escritos. Como se ve, no es el autor quien cambia: somos nosotros mismos, dira parafraseando un excelente verso de Cernuda, poeta que nunca me defrauda. Releer, ms all de transportarnos a esos momentos nicos de nuestro pasado, nos permite reencontrarnos con quienes fuimos, y con aquellos autores con los que tanto hemos dialogado y cuyas aportaciones nos han acompaado, nos han consolado, en instantes cruciales de nuestra vida. Como volver a un buen buqu, releer es degustar, saborear esas palabras que han ido otorgndole un sentido a lo que hacemos, a lo que cuidamos, a lo que queremos. Releer: reconocernos otros, siempre acompaados de esos otros que nos abren, que se nos entregan, en una generosa ceremonia de imperecedera amistad. Disfruten siempre de leer, y cmo no de releer; de regresar a ese mar en el que tanto nos complace naufragar, que dira Leopardi. 22/04/2011 106 E Escriban su nombre en google y comprueben los datos que aparecen. Imagnense que figura la referencia a un boletn provincial de hace 30 aos donde se les impone una multa por hacer aguas menores en la calle. Y ahora imaginen el sofoco del profesor al que le ocurri esto cuando sus alumnos descubrieron la trastada. La red est llena de datos que afectan a la privacidad de las personas, cuando no atacan su dignidad personal. Qu relevancia tiene un dato as para conocer a nadie, y por qu estos y otros datos ms perjudiciales circulan por la red sin la autorizacin expresa de los interesados La Constitucin, en su artculo 18, garantiza nuestro derecho al honor y a la intimidad, preservndolos de cualquier utilizacin o tratamiento lesivo. Y en su prrafo 4 seala que la ley limitar el uso de la informtica para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos. Sin nimo de ser alarmista, la gente debera preocuparse por proteger su privacidad en Internet, afirma Artemi Rallo, director de la Agencia Espaola de Proteccin de Datos (AEPD). Y lo peor es lo difcil que resulta hacer que desaparezcan de la red datos personales que atentan contra la propia intimidad. O fotografas nuestras, ms o menos simpticas, que inocentemente otros cuelgan en una red social y acaban circulando por todas partes, para cualquier fin inapropiado. Una familia tuvo que luchar durante aos para que desaparecieran de multitud de pginas gore las fotografas sangrientas del accidente de trfico en el que muri su hija y donde su cuerpo apareca completamente mutilado. No es extrao que, ante cosas as, la UE tenga previsto legislar en breve para fortalecer las normas sobre privacidad en la red, as como que los buscadores recojan los mnimos datos de los usuarios. Y que lo hagan de manera transparente para saber quin los almacena, cmo, con qu finalidad o durante cunto tiempo. La intimidad en la bred 107 Pero la regulacin, siendo necesaria, no es suficiente. El 88% de los chavales entre 10 y 18 aos usa habitualmente Internet y un 70% de los nios de 6 a 9. La mayora de ellos ignora las posibles consecuencias de difundir su imagen o de aceptar como amigos a desconocidos en su red social. Los internautas tendemos a crearnos una imagen de la red como espacio que preserva el anonimato; pero nada de eso: nuestros datos pueden ser utilizados por cualquiera, y con lo que hoy cuesta borrarlos, una imagen inadecuada o una difamacin nos pueden perjudicar durante muchos aos. Pero no se trata de prohibir, ni de apabullar, sino de educar y orientarlos tambin en la escuela. La privacidad y la seguridad en la red deberan ser promovidas desde Primaria, incluyendo en los programas aspectos y herramientas digitales para aprender a proteger la propia identidad y que les permitan comunicarse de un modo ms seguro e independiente. Nos movemos con mucha agilidad y despreocupacin por la red. Dejando un rastro, una huella on line. O que dejan otros de nosotros. Que nos puede ayudar, nos puede abrir muchas puertas, como al locutor americano que viva como indigente y fue requerido a una empresa tras aparecer en youtube. O perjudicndonos impunemente, como a ese ciudadano acusado de un asesinato y cuya absolucin no hizo que se corrigiera el dato en Internet. Si lo ntimo se refiere a lo ms interior y, por tanto, perteneciente a lo privado, reservado a quienes voluntariamente nosotros decidamos, qu duda cabe que nadie puede suplantar este derecho al honor y la intimidad, tambin en Internet, y que la ley debe proteger convenientemente. No se trata de negar la potencialidad interactiva y comunicadora de los medios y las redes digitales, sino de estar atentos para evitar consecuencias irreversibles, preservando as nuestra privacidad.20/05/2011 108 C Como un cicln, tras un torneo lleno de sufrimiento y altibajos, acaba de ganar de nuevo en Pars su sexto Roland Garros. Al gran Roger Federer, verdugo del mejor Djokovic. Igualando as al mtico Bjon Borg. Garantizndose adems la semana cien como nmero uno del tenis mundial. Con veinticinco aos recin cumplidos, tiene un palmars deportivo que intimida: ha pulverizado varios record tensticos. Y algunos otros ya estn a tiro. Pero nada de todo eso le reconcome en la cabeza. Nadal siempre habla, cuando lo hace, del prximo partido: de cmo va a jugar maana y, si no lo ve claro, de qu cosas ha de mejorar o corregir para ganar. Lo dems no le inquieta. Sabe que el peor rival es siempre uno mismo. Nunca se anda por las ramas. Su nivel de autoexigencia, su capacidad de autocrtica, son encomiables: jams se escuda en factores externos para justificar una derrota. En eso es implacable. Como al ser batido en tierra por Djokovic en el ltimo torneo de Madrid. O tras el dubitativo comienzo en Pars este ao. Y sa es, me parece, la cualidad que ms le ha servido para no dejar de progresar, para no tocar el lmite, para culminar tantas grandes proezas. Gana partidos por su potencia fsica y por una fortaleza mental sin parangn. Pero nadie le ha regalado nada. Su grandeza se ha ido forjando a base de incansable esfuerzo, una equilibrada compostura con sus rivales y dosis muy altas de humildad y discrecin. Es todo eso unido y la sencillez con que nos lo muestra lo que nos permite ver en l a un deportista mtico, a una leyenda viva, a un ser inconmensurable. Lejos del triunfador vanidoso y autocomplaciente, lejos del famoso exhibicionista, Nadal insiste en contagiarnos con su estrategia de currante, su pundonor, su infinito afn por superarse o ese talento natural y en constante evolucin, como autntico antdoto contra los falsos dolos del corazn y las bambalinas. Nadal 109 Y nunca deja de mostrarnos su lado ms humano. Me sobrecogi, por ejemplo, ver cmo consolaba a Federer, que lloraba abrumado, tras haberlo batido en la hierba de Australia en 2009. Una imagen impresionante de dos colosos de carne y hueso que nos han ofrecido algunos de los enfrentamientos picos ms estticamente prodigiosos de la historia reciente. Adems del encuentro del pasado domingo, quin no recuerda la final de Wimbledon en 2008 entre ambos, ese partido de ms de seis horas, con varios parones y cinco sets, donde ya no importaba quien pudiera ganar sino que no terminase un espectculo tan titnico, tan sublime, y ms propio de los dioses del Olimpo que de dos simples humanos O esa exquisitez con que trata a sus rivales aun despus de derrotarlos. O su propio llanto, cuando gan Roland Garros en 2010 tras un ao de recuperacin tan complicado. Enorme. Nadal es de una estirpe nica; est hecho de una pasta diferente. Humilde como Indurain, vence sin avasallar a sus rivales. Centrado siempre, como el tristemente fallecido Ballesteros, encuentra el golpe adecuado para cada momento. Resolutivo como Gasol, disfruta compitiendo y nos hace disfrutar al contemplarlo. Tenaz como Alonso, utiliza la inteligencia y asume riesgos cuando hay que hacerlo. Como en todos ellos, sus gestas deberan servir de autntico caudal de esfuerzo humano al que poder asomarnos todos y aprender e incorporar en nuestras vidas algo de todo eso. Nos ira mucho mejor. Nos permitira comprobar que el empeo, la humildad o la correccin, no slo nos ayudan a mejorar a nosotros mismos; contribuyen tambin a perfeccionar, a engrandecer las relaciones, la convivencia, con nuestro entorno. Enhorabuena a Rafa Nadal que, con su sabia naturalidad y una entrega que todava no conoce lmites, no deja de mostrarnos el autntico camino de perfeccin. Porque gane o pierda en la pista, su tesn es modlico; su ejemplo, inestimable; su presencia, irrepetible.06/06/2011 110 L La concesin del premio Padre Manjn 2011 a Ernesto Garca Llobregat reconoce, en su figura, a la primera promocin de alumnos que all por 1932 ocupaba sus aulas. El edificio de las Escuelas Nuevas emerga dominador en altura sobre las edificaciones prximas () Todo era enorme, grandioso, con esa desproporcin que produce en la corta edad todas esas cosas que se salen de los estrechos lmites de los usos y lugares habitualmente comunes y pequeos () La luz, el sol, fue el primer impacto de aquella reluciente clase que estrenbamos. Grandes ventanales nos ofrecan esplndidos retazos de cielo y de arboledas, aquellos huertos que nos aguardaban cmplices de hurtos de almendras y albaricoques verdes., escribi nuestro galardonado con motivo del cincuenta aniversario del colegio, en el artculo Recuerdos de las Escuelas Nuevas, publicado en 1983 en la revista ALBORADA, que l mismo diriga entonces. Fue este artculo, del que tuve noticia en 2003, preparando una breve historia del colegio para el libro editado tras las obras de remodelacin, el que me permiti contactar con l y percibir, ya desde el primer da, su inquebrantable afecto por la escuela de su infancia, por su maestro severo pero al mismo tiempo asequible o por esas experiencias inolvidables, como la edicin del peridico El pensamiento escolar, iniciado por un grupo de alumnas tuteladas por la maestra Josefina Ferrndiz, y que tanto influiran posteriormente en l. Colabor ya entonces en los actos de reinauguracin del colegio y se implic decididamente en las actividades para la conmemoracin del 75 aniversario, especialmente en el DVD sobre su trayectoria Ms que un colegio y en el homenaje a las primeras promociones, con un discurso plagado de recuerdos, sencillo y directo, pero muy emotivo. Siempre ha llevado con orgullo haber sido alumno del Padre Manjn. Y quiso que como tal constase en la placa colocada junto a los dos Ernesto 111 cuadros que tan generosamente don al colegio el ao pasado. Porque, adems de haber dirigido importantes revistas de la ciudad, de haber fundado el grupo cultural Dahellos o el semanario Valle de Elda con Alberto Navarro, Eduardo Gras o Rodolfo Guarinos, Ernesto Garca no ha dejado de escribir ni de pintar desde su juventud. Y no me parece casual que eligiese sendos cuadros con las imgenes de Cervantes y de D. Quijote para presidir el acceso al vestbulo de su colegio: sntesis del hombre cultivado uno y depositario el otro de esa cordura delirante y creativa, necesaria para toda empresa por mejorar el mundo en que vivimos. Algo a lo que l nunca ha renunciado. A lo que, segn l, no debe renunciar ninguna institucin cultural o educativa. Y desde luego su colegio, el Padre Manjn, tambin se siente orgulloso de alumnos tan carismticos como l, tan implicado en el mundo que le ha tocado vivir, tan empeado en transmitir los valores de esfuerzo, tolerancia o creatividad, que tanto han contribuido a humanizarnos desde siempre. Quien nunca ha dejado de creer en lo que haca; quien se ha entregado a preservar y difundir la cultura eldense con criterio y tenacidad en todas y cada una de las empresas que ha ido asumiendo en su dilatada trayectoria; quien ha sido capaz de animar y compartir con tantos otros tales proyectos, no puede pasar desapercibido entre sus paisanos. Por eso, me parece, este galardn es tan oportuno: porque reconoce la presencia ininterrumpida durante toda la segunda mitad del siglo XX de Ernesto Garca Llobregat en el mundo artstico y cultural de su ciudad. Enhorabuena.13/06/2011 112 L Les propongo diferenciar entre unas personas o personalidades populares, clebres, y esas otras significativas o importantes. Aqullas, las celebridades, son las que acaban encaramadas en las estatuas de los parques, las que dan nombre a alguna calle o esas otras cuyo rostro vemos en las revistas o en los billetes. Personajes considerados de referencia aunque su aportacin no siempre coincida con nuestros requerimientos o nuestras necesidades. Importantes, sin embargo, son esas otras personas de carne y hueso, prximas, afables, siempre generosas, que nos ayudan a entender lo ms mundano y lo divino, que comparten nuestras sombras e inquietudes... y que, sobre todo, nos acompaan; sea del modo que sea, siempre nos acogen, nunca nos descuidan. Todos conocemos personas as: familiares, amigos, pareja, hijos, compaeros... Pues bien, Consuelo Maestre, Cristina Rodrguez y Josefina Martnez son tres personas, tres maestras, importantes; dira incluso que muy importantes, y no solo para m. No conozco a nadie, sea maestr@, alumn@ o madre/ padre que no guarde un grato recuerdo de cualquiera de ellas, que no haya aprendido algo valioso que incorporar a su propia vida habindolas tratado, que no haya percibido su aliento y su energa para seguir siempre adelante, para no encallar ante cualquier dificultad. Ya habl Unamuno de la intrahistoria para referirse a esas personas annimas con cuya aportacin -nada grandilocuente- de verdad el mundo prospera, ms all de los grandes titulares o las estrellas mediticas. Esa vida intrahistrica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradicin, la tradicin eterna, no la tradicin mentida que se suele ir a buscar en el pasado enterrado en libros y papeles y monumentos y piedras escribe el vasco en su libro En torno al casticismo. Ellas 113 Porque aun siendo muy distintas en temperamento, en gustos o en propuestas, hay algo que las vincula y las ennoblece a las tres: un afn desmedido por aportar y experimentar pedaggicamente, por no dejar de aprender jams; un nivel de entrega, tanto profesional como humanamente, sin sombra alguna en sus aulas ni fuera de ellas; y un trato con sus alumnos, con las familias o con sus propios compaeros, de inmejorable exquisitez. Si tuviera que condensarlo hablara de curiosidad permanente, atrevimiento, pragmatismo, honestidad, afecto (toneladas de afecto), discrecin y generosidad a raudales. Comprendern que, con esta trayectoria, hoy quiera arrogarme el ttulo de alumno aventajado. Porque desde luego yo, y no me siento solo en esto, he aprendido muchsimo trabajando con ellas. O dicho sin rodeos: lo he aprendido casi todo. Y sera un desagradecido si no lo pregonara a los cuatro vientos precisamente ahora cuando Consuelo y Cristina se jubilan, despus de casi cuarenta aos en el colegio Padre Manjn, y Josefina se traslada a su Almansa natal. Ellas que han formado parte imborrable de esa generacin de maestr@s que se involucr decisivamente para renovar la enseanza, adecundola a los retos de una sociedad, la nuestra, que bregaba por modernizarse e incorporarse al tren europeo. Ellas que nos han acogido, a quienes hemos ido llegando despus, con paciencia y afecto ilimitados. Ellas que nos han hecho copartcipes de todos sus logros alcanzados da a da en las aulas. Ellas, en fin, a quienes hoy quisiera rendir homenaje recordando a modo de ofrenda este poema sublime y ejemplar de Claudio Rodrguez, titulado Alto jornal, porque estoy seguro que quienes las hemos tratado reconocemos a las tres ntegramente en estos versos:ALTO JORNAL Dichoso el que un buen da sale humilde y se va por la calle, como tantos das ms de su vida, y no lo espera y, de pronto, qu es esto, mira a lo alto y ve, pone el odo al mundo y oye, anda, y siente subirle entre los pasos el amor de la tierra, y sigue, y abre 114 su taller verdadero, y en sus manos brilla limpio su oficio, y nos lo entrega de corazn porque ama, y va al trabajo temblando como un nio que comulga mas sin caber en el pellejo, y cuando se ha dado cuenta al fin de lo sencillo que ha sido todo, ya el jornal ganado, vuelve a su casa alegre y siente que alguien empua su aldabn, y no es en vano. Josefina Martnez, Consuelo Maestre y Cristina Rodrguez, maestras de Educacin Infantil del Padre Manjn 20/06/2011 115 D De la Puerta del Sol a Wall Street, hemos asistido a una respuesta global ante una crisis global en ochocientas ciudades de todo el mundo. Justo cinco meses despus de que acamparan los indignados madrileos, el mundo entero ha manifestado su descontento y su pesar por cmo estn afrontando la crisis nuestros gobernantes, la forma en que estn deteriorando -cuando no recortando- los servicios universales conquistados con el Estado del bienestar o la permisividad con las corruptelas financieras y los privilegios tan ostentosos que, como si no fuera con ellos, siguen manteniendo algunos an a costa incluso del empobrecimiento de otros muchos. Quienes ansiosos auguraron que el 15- M no sobrepasara la convocatoria electoral de mayo, an se resisten a reconocer su error. Podramos llenar pginas con las descalificaciones e insultos que en todo este tiempo les han dedicado tantos gacetilleros, autnticos mercenarios del ms rancio ideario carpetovetnico, servidores de nuestro carajillo party hispano. Pero no lo har: la razn tiene argumentos que quienes trabajan para la voz de su amo nunca querrn comprender. Basten algunos lemas de los indignados, que por s solos ya lo dicen todo: Me sobra mes a final de sueldo. No hay pan para tanto chorizo. No falta el dinero. Sobran ladrones. Manos arriba, esto es un contrato. Rebeldes sin casa. Dnde est la izquierda al fondo, a la derecha. Error de sistema. Reinicie, por favor. Polticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE. Nosotros buscamos razones, ellos victorias. Pero cinco meses despus nada est cambiando: ni la ley electoral, ni la progresividad fiscal, ni la reforma del sistema financiero, ni la dacin en pago de la hipoteca. En todo caso, los cambios son a peor, hacia el deterioro socioeconmico de la mayora, hacia recortes de servicios bsicos y necesarios o hacia mayores privatizaciones y saqueos de lo Quince 0 116 pblico. Por eso hay que seguir insistiendo que no estamos dispuestos al sometimiento de la sociedad civil a los intereses y dictados puramente financieros, restringentes, coercitivos de los codiciosos. No a pagar entre todos los desmanes y latrocinios de unos pocos. No al mayor empobrecimiento de los ya desharrapados mientras se sigue rescatando a bancos y cajas o pagando pensiones vitalicias a los polticos con nuestro dinero. No a la exencin fiscal o a la acumulacin de cargos. No, en fin, a mayores cotas de desigualdad, fuente irrefrenable de conflictos. O, entre tantas otras cosas, no al saqueo de las arcas pblicas para mantener compinches y enchufados. A la indignacin, pues, hay que aadir hoy la decepcin y el malestar ya globales ante la pasividad de nuestros polticos para afrontar con decisin este momento de endeble y desesperada inestabilidad. Siguen enrocados como si con ellos no fuese nada. En un autismo descorazonador. Enmaraados en su endogmico reparto de escaos. Como si despus de las elecciones de verdad fuese a cambiar algo, aparte del gobierno. Por eso hay que seguir reaccionando; manteniendo viva la llama de la denuncia pacfica, firme y multitudinaria; exigiendo responsabilidades all donde las haya o efectuando propuestas tendentes a mejorar nuestra situacin. Actuando como ciudadanos, no como indolentes sbditos. Exigiendo ser escuchados cada da, no slo consultados cada cuatro aos. Las manifestaciones del 15- O no habrn sido en vano. Proseguirn con su energa cvica y regeneradora, en favor de una mayor participacin, tica y transparencia. Con ellas, globalizacin y digitalizacin ya forman parte de unas protestas hasta ahora limitadas a un alcance local o nacional, lo que nos conduce a dos nuevas consideraciones: a problemas globales (ms all de la coyuntura poltica en cada pas), globales habrn de ser las respuestas. Adems, parece muy razonable enfrentarse globalmente a un modelo socioeconmico de estructuras y repercusin transnacionales. Y si las manifestaciones incitan a algunos polticos a hacer lo que deberan haber estado haciendo desde el principio, habr sido un xito clamoroso ha subrayado el economista Paul Krugman, Nobel en 2008, refirindose al movimiento neoyorquino Ocupa Wall Street, y que se puede extender al resto de indignados de todo el mundo. 21/10/2011 117 A Alicante. Fiesta de Hogueras. Madrugada trrida de un 22 de junio en el paseo Gadea. Un joven, tal vez bebido, le arrebata a otro un manojo de rosas y se los regala a su novia quien, desconociendo el origen de tan vvido presente, queda impresionada hasta el rubor. Este gesto, de un romanticismo arrebatador (tanto por lo que tiene de indebida apropiacin como de apasionado gesto), le acaba costando una sentencia de un ao de crcel. Ni ms ni menos. El fallo, ratificado posteriormente por la Audiencia Provincial, establece tal condena al tratarse de un robo con violencia a un menor, puesto que al aprovechar un descuido de ste el joven le quit las cuatro rosas que tena en su mano izquierda y le provoc pequeas lesiones, nada graves puesto que el menor no requiri de asistencia mdica. Y, segn parece, la sancin aplicada por la jueza fue en su grado menor, considerando todas las circunstancias concurrentes. Hombre, no es que yo venga a defender la accin gamberra de un joven que acta injustificadamente sobre otro con nocturnidad y alevosa. Pero no me negarn que la condena resulta un tanto exagerada. Y acaba pareciendo algo estrafalaria si la comparamos con esos autnticos delitos de guante blanco que concluyen, por los motivos que sean, sin condena ni sancin alguna. Un ejemplo: que alguien tenga tres millones de euros en sus cuentas sin que pueda justificar su procedencia no es suficiente motivo punible; adems se obtuvo sin violencia (desviando caudales pblicos) y, por si acaso fuera delito, ya est prescrito. Que algn milloncejo ms viniera de varios sorteos de lotera, tampoco debe sorprendernos: es el azar, caprichoso hasta el empeo por beneficiar siempre al mismo. Increble. Pero cierto. Que adems esta sentencia por arrebato floral se produzca en una de las ciudades del caso Brugal o donde altos cargos polticos estn seriamente implicados en ponzoosos casos de corrupcin es an ms delirante. Cuatro rosas 118 Como ya habrn adivinado, con estos ejemplos extremos intento poner de manifiesto la desproporcionalidad que a veces rige en nuestros usos y costumbres y que en el caso de la administracin de la justicia acaba siendo tan variopinta como nefasta. No hablo de la legalidad o ilegalidad de ambas acciones ni del castigo subsiguiente: posiblemente con la ley en la mano se haya hecho justicia en ambos casos. No hablo de las garantas que un sistema judicial debe ofrecer a cualquier acusado en una sociedad de respeto y proteccin a las libertades individuales para no cometer atropellos. Pero a nadie se le escapa que quien tiene dinero, informacin e influencia, puede permitirse agotar los plazos, recurrir todas las resoluciones a lo largo del proceso y retardarlo hasta el archivo precisamente acogindose a esa mecnica garantista. Incluso, invertir ampulosamente en defenderse ha formado parte de millonarias apropiaciones indebidas (autnticos atracos de bienes pblicos) que han terminado sin castigo por defecto de forma, prescripcin del delito o cosas as. No es el caso de este joven: delinquir no acaba costndole lo mismo a todo el mundo. Con lo que la igualdad ante la ley termina siendo una quimera. Y corren tiempos en los que debera cundir la ms ecunime ejemplaridad. Quizs nuestro joven impulsivo se dej llevar por la cancin de Gabinete Caligari: Hay cuatro rosas en tu honor/ dentro del vaso que te doy./ Dos son por gemir,/ dos por sonrer. Incluso puede que la estuviese escuchando en esos momentos y, desdichada ocurrencia, se las quitase a un menor para seducir a su amada. Pero es seguro que nunca olvidar lo caras que le salieron.04/11/2011 119 N No es mi intencin dar ningn ejemplo a nadie, pero sera perfecto que algn da en Sevilla el pueblo judo, el rabe y el cristiano volvieran a darse la mano. Eso es precisamente la idea que refleja el monumento, manifestaba Eduardo Chillida el da que se inauguraba en esa ciudad su Monumento a la tolerancia. Era en 1992, precisamente al cumplirse quinientos aos de la expulsin de los judos. Apenas 3 aos despus de estas palabras, se produca la masacre contra el pueblo bosnio por la que ahora se ha juzgado al serbio Ratko Mladic, responsable con Radovan Karadzic del genocidio. Parece mentira que el ms fantico nacionalismo, tan xenfobo y maniqueo, o tantos excluyentes totalitarismos hayan ocupado un espacio tan amplio en nuestra poca contempornea. Y hayan segado, a veces con una crueldad inusitada, aquella cosecha de racionalidad y civismo sembrada por nuestros tatarabuelos, los ilustrados. Precisamente para evitar repetir exterminios como el del pueblo bosnio y para ser capaces de convivir en el reconocimiento mutuo de las diferencias, se celebra cada 16 de noviembre el Da internacional para la tolerancia. Una aptitud, como la de aprender, siempre mejorable. Y siempre, desde luego, propensa a ser reforzada. El respeto y el reconocimiento del otro en su libertad de conciencia y de creencia son actitudes proclives a la tolerancia, en tanto que el dogmatismo, la incomprensin o el fanatismo la ahuyentan. Igual que la opacidad o el sometimiento de pueblos enteros a la ms absoluta ignorancia. Pero no siempre fue fcil identificar estas actitudes. Hay formas muy sutiles de intolerancia, como investirse de victimismo, autoproclamndose perseguidos, para continuar manteniendo un poder y una influencia en las mentes y en las instituciones por los siglos de los siglos. Presentando siempre como ataques a la quintaesencia de uno las opiniones contrarias; llegando incluso a criminalizar cualquier postura distinta a la propia. Y, claro, sin una manifestacin libre de las La tolerancia 120 opiniones en condiciones de respeto, la tolerancia es una quimera. Y no digamos ya donde impera el miedo; porque no existen dictaduras tolerantes ni dogmas rebatibles. As pues, no es tan sencillo delimitar territorios en estos temas, y no hay lmites exactos establecidos de una vez para siempre. De hecho, unos mantienen que no hay tolerancia mientras no somos autnticamente tolerantes con los intolerantes. Aunque quin cataloga y separa a unos de otros Karl Popper sin embargo exiga como derecho no tolerar a los intolerantes. Incluso algunos, como Thomas Mann, ven un crimen cuando lo que se tolera es la maldad, refirindose al nazismo. Tal vez existe un lmite donde, efectivamente, la tolerancia deja de ser virtud para convertirse en complacencia con el delito y/ o su ignominioso encubrimiento. Sea como sea, el debate ms frtil en torno a la tolerancia basten como muestra las cartas que le dedic John Locke- va parejo al desarrollo de las sociedades modernas desde el siglo XVIII en su avance hacia mayores cotas de libertad individual (de conciencia, de creencia, de manifestacin) frente al oscurantismo y los inquisidores imperantes durante tantos siglos atrs. En fin, creo que fue Norberto Bobbio quien vino a subrayar la necesidad de intentar comprender antes de discutir y la de intentar discutir antes de condenar. Me parece una buena mxima para sostener el monumento a la tolerancia que nuestra agitada civilizacin actual debera luchar por mantener. Un espacio siempre abierto a la vez que acogedor como el que ofrece la escultura de Chilllida, quien en otro lugar sobresaliente de su obra escrita subray que un hombre, cualquier hombre, vale ms que una bandera, cualquier bandera. No s si con el cese definitivo de su actividad armada los etarras han llegado a comprender estas palabras de un vasco universal. Lo dudo: el ejercicio de la intolerancia eclipsa todo raciocinio. Aunque ojal sobre el suelo de su derrota tan slo crezcan ciudadanos libres, ajenos al miedo o al odio: personas civilizadas; hombres y mujeres tolerantes.18/11/2011 121 L La semana pasada, Jos Luis Sampedro obtena el premio Nacional de las Letras y el chileno Nicanor Parra el Cervantes, mximo reconocimiento de las letras hispnicas. Ambos, con 94 aos el primero y 97 el segundo, evidencian cmo comparten sus vidas edad y lucidez. Y de qu forma sta proporciona al hombre la autntica libertad con los aos. Si algo tienen en comn estos dos ilustres nonagenarios, adems del magisterio tico y el compromiso con su poca desde la ms rotunda independencia, es su apetencia infinita por conocer el mundo desde una extensa variedad de intereses intelectuales: la economa, la novela o el ensayo en el caso de Sampedro y la fsica, las matemticas o la poesa en el del chileno, por cierto hermano mayor de la mtica Violeta Parra. Por eso, de haber coincidido con ellos, Azorn nunca hubiese afirmado que envejecer conlleva perder la curiosidad. An recuerdo cunto me impact leer Poemas y antipoemas, que me recomendara el profesor de Literatura en Magisterio. Junto a los poemas ldicos y desenfadados del argentino Oliverio Girondo, que tambin le por entonces, la poesa de Nicanor Parra fue como un antdoto para contrarrestar la lrica de altos vuelos de los modernistas y algunos vanguardistas ledos antes. Los poetas bajaron del Olimpo, repite varias veces en su poema Manifiesto. Y esa poesa a pecho descubierto que despliega toda su antipoesa desacralizar la realidad huyendo de lo solemne y lo exquisito. Y mediante un lenguaje coloquial, de la calle, lleno de irona y de sarcasmo, buscar desenmascarar esa realidad an de hoy tan absurda, tan retrica, tan banal e incongruente. As, utilizando frases hechas, la burla o el humor y sacndolos de su contexto serio, el antipoema ridiculiza situaciones y personajes grandilocuentes de forma demoledora. Toda su creacin posterior (Galaxia Gutenberg acaba de publicar el segundo tomo de sus obras completas) ahondar esta lnea de crtica e inconformismo, manteniendo esa llama de Nonagenarios e incbonformistas 122 bsqueda del comienzo, que ha resaltado Juan Gelman al referirse al chileno. A Jos Luis Sampedro lo vi personalmente en la Feria del Libro madrilea cuando arras a finales de los ochenta con La sonrisa etrusca, una novela nica para entender la relacin tan humana como desesperada entre un abuelo y su nieto. Luego vendran muchas ms, entre las que sobresalen La vieja sirena o El amante lesbiano. Pero es en su enfoque humanista de la economa (fue catedrtico de Estructura econmica en la Complutense y ha publicado una decena de libros sobre ella) o en la defensa de aquellos valores que ms nos alejan de la ignorancia y el fanatismo de los adoctrinadores polticos, ideolgicos y religiosos, lo que le ha mantenido vigente entre nosotros. En su reciente prlogo al libro Indignaos! de Stphane Hessel, decisivo para entender el 15 M, le pide a los jvenes que luchen para salvar los logros democrticos basados en valores ticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa leccin de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinin pblica y opinin meditica, para no sucumbir al engao propagandstico. Y que lo hagan adems sin violencia. Ambos, desde luego, han sido galardonados por su impecable trayectoria creativa. Pero no menos valiosa es su defensa insobornable de los valores ms cvicos, su compromiso an hoy por mantener y mejorar el mundo que hemos recibido. Sosteniendo siempre posturas independientes, crticas e inconformistas que les han otorgado como al rbol centenario- tan eminente altura. Una rebelda que, como savia jovial, an los revitaliza. Lo ha dicho el propio Sampedro: el tiempo no es oro; el tiempo es vida. Un dignsimo ejemplo ambos de lucidez, de genio y figura. Enhorabuena a los dos. 09/12/2011 123 E Es cierto que el capitalismo no ha dejado de empujarnos a consumir y a endeudarnos como frmula para no parar de crecer ilimitadamente Acelerando ms y ms hasta que, infladas artificialmente nuestras riquezas, nos hemos estampado estrepitosamente contra la realidad: habitbamos un castillo de naipes, no de cemento. Pero cuando oigo que tal modo de vida ha sido por encima de nuestras posibilidades, me pregunto a quin se refiere la frase. Al mileurista, hoy parado y desahuciado por no poder pagar las letras de una hipoteca que le ofrecieron tiradas A la presidenta de una Diputacin que ostenta trece cargos y percibe ms de ciento cincuenta mil euros al ao Al banco que ha perdido dinero por ganar tres mil millones menos que el ao anterior Ah, alguien me dice que no es eso, que se refiere al excesivo gasto pblico muy por encima de nuestro nivel impositivo. Pues tampoco: somos el cuarto pas europeo que menos gasta en bienestar social con arreglo a nuestro PIB (con un gasto por persona la mitad que en Alemania) y nuestro dficit pblico es tres veces menor que la deuda privada de familias, bancos y empresas y por debajo de la media de la UE. Entonces Un breve repaso a las fases de esta crisis nos muestra que primero fue financiera, con la amenaza de quiebra bancaria a la que los Estados respondieron proveyndolos con miles de millones de dinero pblico para que no se detuviese la maquinaria econmica. En lugar de surtir de crditos a las empresas y a las familias, las entidades financieras se autoabastecieron y taparon sus agujeros sin mover ni un euro. Esa crisis del crdito lo fren todo y los mercados exigieron a los Estados (quienes se haban endeudado hasta los ojos reactivndolos a ellos) no slo que devolviesen lo adeudado sino que le pusieran bridas al dficit controlando sus gastos. Y en esas estamos: la crisis de la deuda ha funcionado desde 2010 como coartada perfecta para decretar la supresin Apretarse el cinturn 124 del Estado del bienestar imponiendo recortes generalizados en todos los servicios pblicos. Como vemos, una crisis que empez siendo privada (de bancos de inversin e hipotecas basura) acaba convirtindose en un problema pblico, de los Estados y todos sus ciudadanos. Con qu sutileza se est realizando un autntico saqueo consistente en desviar dinero pblico para sanear a entidades privadas que adems no mueven un euro para ayudarnos a salir del deterioro y el progresivo empobrecimiento. Hagan la cuenta: el gobierno impone recortes (y los que vendrn) para reducir el dficit en unos 30.000 millones de euros; simultneamente, provee a los bancos con 50.000 para garantizar sus activos (por no hablar de los miles aportados para rescates de bancos y cajas). Conclusin: usted y yo pagamos la barra libre en la que han vivido estas entidades y sus directivos sin escrpulos, autnticos responsables de la quiebra. Nos gobiernan cumpliendo el mandato de un peculiar Robin Hood a la contra, saqueador de pobres. As, para pagar las deudas de los pocos que han vivido a calzn quitado se nos pide apretarnos el cinturn a la mayora. Porque no se engaen: cuando se dice que hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades, estamos ante el tpico globo sonda que busca culpabilizarnos a todos por igual de la debacle. Actuando adems como justificador de estos drsticos recortes, aunque no padecidos por todos de un modo proporcional a la responsabilidad de cada uno en la crisis ni a nuestro poder adquisitivo. Y a pesar de que todos sabemos que estos tijeretazos ni harn crecer la economa ni crearn empleo y que por tanto nos abocan a otra recesin o que existen mejores y ms sostenibles alternativas, no cejarn en su empeo de imponernos menos servicios y mayores sacrificios. Craso error, porque como ya subrayara una pancarta del 15M, no podemos apretarnos el cinturn y bajarnos los pantalones al mismo tiempo.20/01/2012 125 F Fue all por el siglo XVI cuando los humanistas apostaron por un mundo menos oscurantista y servil que el del inmovilismo medieval; ms crtico, ms dinmico, organizado desde principios ms racionales que doctrinarios. Erasmo, Lutero o tantos otros intelectuales reformistas reivindicaron cosas tan revolucionarias como salir de la ignorancia extendiendo el acceso a los bienes culturales, pensando por uno mismo o asumiendo el valor de avances cientficos (la redondez de la Tierra, la circulacin de la sangre, etc.) entonces ya demoledores. La Contrarreforma, tras el Concilio de Trento, fue tajante en sus condenas, en su implacable regreso al dogmatismo ms ortodoxo y que tan bien le vino a un imperialista Felipe II, resentido porque no poda doblegar a los estados centroeuropeos. La propaganda convirti as a estos pueblos, no dispuestos a someterse polticamente, en enemigos de la fe universal. En consecuencia, durante casi cien aos los conflictos territoriales (envueltos en motivos religiosos) asolaron Europa como nunca antes. Con una crueldad slo superada en la primera mitad del siglo XX. Precisamente, sobre las esperanzas devastadas tras las dos guerras mundiales del pasado siglo, Europa fue capaz de levantar un mundo ms democrtico, ms solidario, mucho ms justo y tolerante. Los mimbres del Estado del Bienestar favorecieron, adems de amplios derechos individuales y de servicios sociales, un sentimiento de cohesin y de pertenencia al grupo inimaginables en los aos de entreguerras. La contrarreforma emprendida desde hace treinta aos por los neoliberales y otros apologistas de la servidumbre voluntaria no deja de doblegarnos. As por ejemplo, las ltimas reformas laborales, con la irrisoria excusa de fomentar el empleo, han visto aumentar en un milln y medio los parados en Espaa, despidos cada vez ms baratos, convenios menos regulados. Estos eufemismos que hablan de contencin salarial o convenios flexibles ligados a una mayor productividad y eficacia, no son La contrarreforma 126 sino envoltorios encubridores del axioma tan crudamente expuesto por un dirigente de la patronal: trabajar ms por menos. Llamar reforma a estos recortes y sus regresiones raya en lo esperpntico. En un ansia viva por las retrorreformas, el temario de las oposiciones a docente regresa al de 1993; la ley del aborto, a supuestos previstos en 1985; y el debate que se abre en la justicia espaola, tras la crnica de una condena anunciada a Baltasar Garzn, pasa de ser jurdico a ser jursico. Porque es muy preocupante, y sintomtico de este espritu involucionista, que casi el 70% de los ciudadanos consideremos que este juez es objeto de una implacable persecucin por meterse con quien no deba. Y, en consecuencia, que nuestra general opinin sobre el poder judicial empeore sobremanera. Una condena, calificada de venganza en la ONU, que nos genera una fra sensacin de saa inmerecida con Garzn, y un claro aviso para jueces que, como l, no dejan de joder con la pelota, que dira Serrat. Y cuyas consecuencias en el desenlace del caso Grtel (una densa trama de corrupcin) son imprevisibles y quizs acaben por aliviar a los corruptos que, quin sabe, es de lo que se trataba al condenar al juez. Ya veremos. Sorprende, para concluir, que quienes tanto detestan volver la mirada al pasado para dignificar a las vctimas del exterminio en la dictadura franquista, no tengan empacho en querer convencernos de que el mayor avance siempre consiste en un firme retroceso. Son los paladines del traspi, de la ms militante contrarreforma. Lo refleja muy bien la vieta de El Roto justo al da siguiente de la condena a Garzn: Si vamos hacia atrs, por qu nos dicen que hay que mirar hacia delante17/02/2012 127 A Aprobada un 19 de marzo, de ah su sobrenombre, la primera de nuestras Constituciones cumple doscientos aos. Promulgada en Cdiz por unas Cortes asediadas por los franceses y tras casi dos aos de trabajo legislativo, fue claramente un ordenamiento de carcter liberal y progresista en sus principios: estableci la soberana nacional (con expresas restricciones al poder del rey), la divisin de poderes y la representatividad. Inspirada en la Constitucin francesa y en la americana de veinte aos antes, reconoca prcticamente los mismos derechos individuales que aquellas (igualdad, libertad, propiedad, etc.) y organizaba el Estado en comarcas y provincias, como frmula incipiente de descentralizacin, cuyo poder resida en Diputaciones y Ayuntamientos. Si en algo se excedi La Pepa fue en su extensin, con 384 artculos, y en el rgido procedimiento para poder modificarlos. El regreso de Fernando VII en 1814 supuso su abolicin, a la vez que el inicio de un siglo y medio convulso entre los partidarios y detractores del modelo constitucional. As, se implant de nuevo La Pepa en 1820, con el trienio liberal, hasta la nueva instauracin absolutista tras la invasin de los Cien mil hijos de San Luis en 1823. Nuevas Constituciones (hasta siete con la aprobada en 1931, en la Segunda Repblica) y las sucesivas derogaciones en muy cortos periodos de tiempo y en muchos casos con pronunciamientos militares, reflejan la brusquedad con que los estamentos privilegiados y ms intransigentes del Antiguo Rgimen se perpetuaron en el poder en Espaa hasta muy avanzada la modernidad. O cmo han ido paralelos en el tiempo la inmersin en un atraso secular frente a la prspera Europa y el mpetu de reformistas y modernizadores que siempre vieron en la Constitucin de 1812 un referente de progreso e integracin. La Pepa 128 Y sera injusto no reconocer el esfuerzo, sostenido en el tiempo, de quienes desde 1812 mantuvieron viva la llama de la democracia, la tolerancia y el reconocimiento mutuo. De quienes apostaron, incluso a costa de su propia vida, por los derechos de todos frente al privilegio de unos pocos, promoviendo una educacin y una sanidad pblicas y universales; o esos amplios derechos que reconocen nuestra libertad e igualdad junto a otros que respetan nuestra diversidad Porque, en efecto, la Constitucin de 1978 -la ms longeva hasta hoy- no slo nos ha permitido avanzar en la conquista de muchos derechos como nunca antes sino que nos ha facilitado integrarnos en un tren europeo del que, para bien y para mal, somos un vagn irrevocable. Y, como nuestros vecinos, sufrimos al ver la escasa resistencia de nuestras leyes democrticas a los envites del dinero y otras contrarreformas neoliberales que nos devuelven al feudalismo medieval. Al grito de Viva la Pepa!, los constitucionalistas espaoles del siglo XIX (liberales y progresistas sobre todo) no dejaron de celebrar la llegada de nuevas Constituciones, en tanto que sus oponentes, los absolutistas, impusieron su visin al tratarlos de vividores y promotores del desorden. Por eso cuando decimos de alguien que es un viva la pepa aludimos a su despreocupacin, su inconsciencia o su pereza. Pero, aunque aquel lema fuese tan injustamente pervertido, hoy doscientos aos despus de nuestro primer texto constitucional- podemos afirmar que el espritu y la letra de La Pepa siguen vigentes. Y que, a pesar del acoso de los militares ayer y hoy de los mercados, la democracia -que ha de regenerarse cada da para mantener vivo su sentido etimolgico de servicio a toda la colectividad y no solo a unos en beneficio de otros- pervivir en su reconocimiento tanto a la igualdad como a la diversidad que nos constituyen. Ese es su punto fuerte frente al igualitarismo sin libertad. O frente al liberalismo sin igualdad, hoy imperante.16/03/2012 129 C Constituyen algunas de las pginas ms importantes donde leer la historia del planeta: sus eras geolgicas, los acontecimientos sucedidos (terremotos, meteoritos, calentamientos, glaciaciones, etc.) o la evolucin de las especies. En cada pliegue de una montaa reconocemos el vestigio, la cicatriz que ha ido sedimentando con el arrastre, los desprendimientos o la colmatacin de los materiales. Si la existencia de la Tierra equivaliese a un ao, la vida del hombre en ella apenas si ocupara treinta segundos. Es decir, hablamos de enormes procesos, prolongados en el tiempo, y casi imposibles de imaginar. Y que no dejan de sorprendernos cuando los atravesamos o los apreciamos desde las ms altas cumbres o entre los desfiladeros ms hondos. Quien considere baldo el esfuerzo por subir una montaa es que no conoce la recompensa de llegar a su cima: ese silencio cmplice de la inmensidad recorriendo valles, barrancos, pueblos u otros picos; nuestra pequeez al asomarnos a ese infinito entre peascos y abismos; la serenidad obtenida tras un ascenso prolongado, jadeante, excesivo. Alguien dijo que cada cual tiene su Everest. El mo ha sido el Maigm, en el ascenso por la cara noroeste, la de la cadena (por cierto, dnde est) llena de dureza y riesgo y en el regreso por Maigmonet y Guisop: una experiencia intensa e imborrable. Tambin en el imponente Puig Campana, desde cuya cima Benidorm es apenas algo ms que una maqueta. Pero como previene Ed Viesturs, que ha coronado siete veces el Everest, la cima es la mitad del camino. En todos los sentidos. Y en efecto saber regresar, salvando los mltiples peligros del descenso, es esencial para saborear las exitosas mieles de todo viaje plenamente cumplido. Vean, si no lo han hecho, la pelcula 127 horas: crudeza y optimismo juntos en un estimulante canto a la vida. Montaas de alrededor 130 Chaparrales, El Cid, La Forad, Rasos de Cat, Las Hermosas, Crdenas, Despeador, Castellaret son innumerables los parajes dignos de mencin que estn a tiro de piedra, con sus rutas vistosas e imborrables. Quien no los conozca puede apoyarse en los 3 libritos 21 senderos para andar por casa. Acompaada de un plano con indicaciones muy concretas y valiosas, y de selectas fotografas, cada ruta es descrita y comentada detalladamente por un montaero experto que la conoce al dedillo. Como escribe Daniel Esteve hablando de la ascensin a Camara, y que podemos hacer extensible a cualquier otra subida de la zona, la visin de Elda desde esta atalaya resulta especialmente atractiva. Yo aadira que cada vista es distinta, sorprendente, nica e inolvidable. Por eso les recomiendo que preparen mochila, botas, bastones, ropa adecuada, un suculento almuerzo y en marcha. Regresarn encantados. Recorriendo con el amigo Jos Antonio Campos los parajes de Caprala, LAvaiol, Cat, Rincn Bello o Rabosa, entre sus crestas indomables, sus pedregosas pendientes o sus abundantes fsiles marinos, cuntas veces me han salido al encuentro estos versos de Miguel Hernndez, y que tanto les gusta a los nios:En este campo estuvo el mar. Alguna vez volver. Si alguna vez una gota roza este campo, este campo siente el recuerdo del mar. Alguna vez volver. 06/04/2012 131 N Nuestra ansiedad acta como mecanismo de defensa ante cualquier peligro. El problema surge al convertir en un peligro para nosotros mismos nuestra ansiedad. Alguien dijo, y no le falt razn, que en el siglo XX el hombre vivi sumido en ella. O en eso que Sartre denomin angustia existencial. Porque durante la poca con mayores avances tecnolgicos no dejaron de aumentar los niveles de ansiedad y estrs hasta provocar en una cuarta parte de la poblacin trastornos crnicos desencadenantes de la depresin u otras patologas por obsesin. Pero si aquella ansiedad estaba provocada por obtener desenfrenadamente lo que no tenamos, hoy nos asusta perder lo poco que nos queda. La crisis econmica actual est agudizndola pues vivimos en un estado de pnico y tensin nerviosa permanentes: un 45% de los trabajadores tiene miedo a perder su empleo y el 80% es muy pesimista respecto a posibles mejoras en un futuro inmediato. Aunque los parados son mucho ms vulnerables, pues casi el 50% padece ansiedad. Como consecuencia, esta desazn nos est deteriorando fsicamente (peor alimentacin, trastornos neurolgicos y articulatorios, etc.), agudizando las enfermedades crnicas o aumentando las conductas adictivas. Lo ha dicho de modo insuperable la doctora Mara Vanessa Rodrguez, experta en Medicina Familiar y Comunitaria: En periodos de crisis, las personas afectadas experimentan una especie de ansiedad anticipatoria, miedo y preocupacin constantes, motivados por una visin pesimista del futuro, mostrando al mismo tiempo un sentimiento de impotencia que incide directamente en su estado anmico. La prolongacin de acontecimientos estresantes en nuestras vidas nos hace ms sensibles a las circunstancias del entorno, y lo que es ms notable, tiene un impacto directo sobre nuestra salud, hacindonos ms vulnerables para el desarrollo de enfermedades mentales, oncolgicas, infecciosas, cardiovasculares. Comemos nerviosos con lo que vemos Crisis y ansiedad 132 y escuchamos y eso causa estreimiento y problemas en el hgado, incide Rosa Irasuzte, especialista en salud natural. Estado de alarma y tensin nerviosa permanentes. Miedo. Impotencia. Desasosiego. Desesperanza Los expertos advierten de los daos casi irreparables que los efectos de la crisis tambin estn dejando en la salud fsica y mental de los ciudadanos. En la ltima dcada se ha duplicado el consumo de ansiolticos, y la adiccin a ellos se est disparando. Quizs una alternativa a esta severa dependencia de los frmacos siga siendo la lectura de Ms Platn y menos prozac, un libro que nos propone todo el valioso legado de nuestros grandes pensadores como medicina para la mente y que quiere orientar al lector para encontrar el sentido que gue sus acciones. Que la terapia sea el pensamiento no las pastillas- para ayudarle en el arte de vivir, tal como queran los antiguos. Precisamente en una poca tan dada a lo banal y a lo deslavazado. Desde luego, no debemos darle la espalda al enorme conjunto de problemas que nos acucian. Pero tambin hemos de ser conscientes de que no todo est en nuestras manos. Hemos de aprender a relativizar, a dar un paso atrs para detenernos, serenarnos y meditar. Tener un cierto desapego con la cruda realidad es imprescindible para recargarnos y poder afrontar con serenidad las situaciones venideras. Relajacin y meditacin son dos buenas formas de aplacar, dominar y canalizar esta ansiedad que nos desbroza por dentro. Y realizar actividades que nos llenen y revitalicen plenamente, alejndonos del mundanal ruido. Permtanme retomar a mi admirado H. D. Thoreau para recordarles con l que hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza. As es. Emppense de ella siempre que puedan: nada hay tan reconfortante ni tan regenerador.08/06/2012 133 S Supimos por la prensa que los padres franceses convocaron una huelga de deberes de dos semanas como protesta por el excesivo trabajo para casa de sus hijos. Adems de ser antipedaggicos por intiles, los padres alegaban que los deberes causan tensiones en la familia obligndoles a ellos a ejercer de profesores; lo que a su vez aumenta las desigualdades entre los que pueden beneficiarse de esta ayuda y los que no. O entre quienes pueden o no pagar un profesor particular o una academia que les ayude. Asimismo, impiden a los nios dedicar tiempo a otras tareas como la lectura, el ocio, el deporte, etc. Recordaban, finalmente, que estn prohibidos por ley en la enseanza primaria desde 1956. Inmediatamente, la asociacin de padres mayoritaria en Espaa dio su apoyo a muchos de los argumentos expuestos y no descartaba tomar medidas similares aqu, donde tambin los deberes en esta etapa estn prohibidos. No es un debate fcil. Si observamos que el 80% del alumnado en primaria dedica dos o ms horas diarias a hacer deberes, la discusin est servida. Para muchos expertos, ese tiempo resulta excesivo y va en menoscabo del dedicado al juego y la socializacin, aspectos fundamentales para el crecimiento en estas edades. Recomiendan racionalizar el trabajo que les mandamos para casa, de menos a ms segn edades pero en ningn caso que exceda las dos horas en los cursos superiores, conscientes de que se ha de compatibilizar con otras tareas y de que los nios han de aprender a organizar ese tiempo de un modo funcional y razonable, alternando periodos de trabajo con otros de descanso. Intentando evitar tambin la saturacin de tareas extraescolares (academias, deporte, etc.) y que estn aumentando de forma alarmante el nmero de nios con estrs en edades cada da ms tempranas. Pero, adems de cuntos, hemos de reflexionar sobre la finalidad de los deberes o cules son los ms adecuados en cada edad. J. J. Hazan Los deberes 134 lo tiene muy claro cuando afirma que solo aaden un trabajo suplementario de repeticin que no ayuda a los alumnos a entender las materias: tres hojas de multiplicaciones sern un suplicio si el nio no sabe hacerlas bien; y si sabe, una tarea montona e innecesaria que nada le reportar, concluye el francs. Por eso, la norteamericana Diane Ravitch es partidaria de otro tipo de tareas en casa como leer libros, escribir ensayos y tambin ficcin o elaborar proyectos de ciencias. Subraya esta pedagoga que no debemos perder de vista que el aprendizaje debe orientarse ms al desarrollo de capacidades y destrezas que a la asimilacin de contenidos, por importantes que resulten. Y que, ms all de memorizar, comprender y aplicar lo aprendido son lo realmente esencial para una asimilacin plena. Siempre que acaba un curso y comienzan las vacaciones, nos preguntamos qu deben hacer nuestros hijos durante el periodo estival. Desde luego es el momento de que desconecten por completo durante al menos un mes. Por otra parte, adems de repasar o reforzar algunos aspectos del temario trabajado, es conveniente que realicen otras actividades: deportivas, de ocio, campamentos, playa, etc. Haciendo excursiones en familia, viajes culturales y, por supuesto, leer. En cuanto a las tareas de repaso deberan ser distintas a las realizadas durante el curso, ms variadas y creativas. De cualquier modo, lo decisivo es planificar bien el trabajo a realizar y los horarios de cada nio siguiendo las recomendaciones que les dan los tutores. El objetivo ltimo no debe ser machacarlos o tenerlos entretenidos sino que lleguen a septiembre descansados, con las pilas recargadas y una actitud positiva ante el nuevo curso que deben afrontar.22/06/2012 135 U Una mochila para el universo. 21 rutas para vivir con nuestras emociones. ste es el sugestivo ttulo del ltimo libro de Elsa Punset y que, por un momento, me record al memorable volumen de divulgacin cosmolgica El universo en una cscara de nuez, de Stephen Hawking. Aunque no se parecen en nada. Si el cientfico ingls emprenda un viaje por las teoras que desde la antigedad han ido explicando el origen y la conformacin del universo hasta las aportaciones ms actuales de la fsica cuntica o los agujeros negros, Elsa nos propone una mnima provisin de actitudes que nos permitan aprender a equilibrar nuestras emociones en un mundo cambiante y con tanto estrs. Se trata, pues, de un viaje a nuestro propio interior para saber qu nos es imprescindible para sentirnos mejor con nuestro entorno y con nosotros mismos. Distribuidas en 7 captulos, estas rutas van del enamoramiento al desamor, de una visin negativa a otra positiva, del enfado a la serenidad, etc. mostrndonos cmo un buen abrazo ha de durar al menos seis segundos, los beneficios de sonrer, cmo nuestra primera impresin de la otra persona se conforma en quince segundos o cmo, por muchos amigos que agreguemos a nuestra red social, los importantes en nuestra vida no pasan de diez. Muy interesante es el captulo dedicado al lenguaje secreto de las partes de nuestro cuerpo, las miradas o los gestos, y cuya correcta evaluacin nos ayuda a interpretar mejor los mensajes que emitimos y los que recibimos. En el captulo quinto, la balanza de la felicidad, se concluye que la gratitud, el perdn, la compasin, saber disfrutar de las pequeas cosas y tener una red de afectos no necesariamente amplia pero s slida, es lo que ms bienestar nos genera y, por tanto, mayor sensacin de felicidad. Y que aprender a vivir cada momento, huyendo del autoengao, es decisivo. Aligerar equipaje 136 Porque vivimos saturados de objetos y de emociones negativas que, ms que ayudarnos, nos paralizan. Y no pocas veces nuestros miedos, nuestras dudas, son una carga excesiva. Que conviene aligerar. Pues la vida es menos complicada de lo que a menudo creemos y lo importante es aprender a diferenciar lo necesario de lo accesorio en nuestro viaje vital. Y conocer nuestras emociones, encauzarlas hacia nuestro bienestar, es bsico para el equilibrio. No necesitamos tanto como creemos: en una mochila ligera cabe lo que nos ayuda a comprender y a gestionar la realidad que nos rodea. Palabras que me llevan a los conocidos versos de Antonio Machado (no citados por Elsa Punset), ahora que se ha cumplido el centenario de la publicacin de su imprescindible Campos de Castilla. En el inicio del poema En tren afirma que Yo, para todo viaje/ -siempre sobre la madera/ de mi vagn de tercera-,/ voy ligero de equipaje. Lean ambos libros: les encantarn. O algunos otros que no pudieron leer en invierno. Y, por encima de todo, disfruten de un merecido descanso con los suyos. En las playas ms contemplativas de una plcida serenidad. O bajo el rbol donde sestean los jugosos frutos de la ensoacin. Acabo con una de las joyas del libro comentado, y que sintetiza bien su propsito: cuando nacemos, traemos dos encargos urgentes: desarrollar nuestra capacidad de amar y alimentar nuestra curiosidad desbordante por el mundo que nos rodea. Slo envejecemos de verdad, por dentro, cuando dejamos de amar y de sentir curiosidad. No permitan que ambas cosas ocurran. Y aunque estos no sean buenos tiempos para la lrica, no se dejen arrastrar por la infinita capacidad de la gente para hacerse infeliz, en palabras de Eduard Punset, padre de la autora. 29/06/2012 137 L La fecha del 7 de septiembre va indisolublemente unida a la figura de Emilio Castelar. No slo porque naciese tal da de 1832 en Cdiz, sino porque 41 aos despus, un 7 de septiembre de 1873, era elegido el cuarto y ltimo presidente de la Primera Repblica. Y precisamente ese mismo da de 1932, con motivo de su centenario y casi un ao despus de proclamada la Segunda Repblica, Elda renda un merecido homenaje a quien vivi los aos centrales de su infancia en esta ciudad. Y lo haca inaugurando la emblemtica plaza que lleva su nombre as como las Escuelas Graduadas Emilio Castelar, hoy Padre Manjn. De la importancia del evento es testimonio la presencia ese da en Elda de Miguel de Unamuno, quien glos su figura y subray sus aportaciones como orador, como notable ensayista o diestro parlamentario. Desde joven, Castelar sobresali por su lucidez y su capacidad discursiva: la coherencia y la habilidad con que manejaba los recursos retricos ya le granjearon fama de articulista elocuente e incisivo. Y muy dscolo. Fue un artculo, El rasgo, en febrero de 1865, en el que criticaba abiertamente la jaleada cesin de la reina Isabel II de parte de su patrimonio para incrementar las exhaustas arcas del Estado, el que llev su nombre a la primera lnea poltica. En l denunciaba una fraudulenta operacin como uno de esos amaos de que el partido moderado se vale para sostenerse en un Poder que la voluntad de la nacin rechaza, y con el fin ltimo en realidad de engordar a una docena de traficantes, de usureros, en vez de ceder en beneficio del pueblo. Destituido de su ctedra universitaria, las manifestaciones estudiantiles que se desencadenaron provocaran la dimisin del presidente Narvez. Poco despus hubo de exiliarse por su participacin en sendos pronunciamientos progresistas en enero y junio de 1866. Castelar 138 Defensor de un republicanismo democrtico y liberal, en las antpodas del federalismo de Pi y Margall, cuando Castelar accede a la presidencia ha de afrontar una situacin convulsa tras la tercera guerra carlista, las sublevaciones cantonalistas, la insurreccin en Cuba o la grave crisis econmica. Y un deterioro imparable del rgimen republicano, consecuencia tanto de las disensiones internas como de la animadversin de las clases acomodadas y de la Iglesia. La imposicin de frmulas centralistas o la intervencin del ejrcito en los cantones proclamados, condenando a muerte a sus lderes, condujeron a una mocin de censura contra Castelar, finalizando el rgimen con el golpe del general Pava poco despus. No se trata de juzgar aciertos y errores, sino de poner en valor su legado 80 aos despus del homenaje en Elda. Y, lejos de esa visin grandilocuente pero inofensiva del gran orador que nos presentan unos o del implacable mandatario que tanto gusta a los revisionistas, yo subrayara dos aspectos que hoy se echan de menos entre nuestros polticos: la vastedad argumental de su ideario, en defensa de puntos tan polmicos entonces como la abolicin de la esclavitud en las colonias, la libertad religiosa o la separacin entre Iglesia y Estado. Y, desde luego, su vocacin comprometida con lo que l denomin la frmula del progreso, que necesariamente pasaba por un rgimen que de verdad reconociese y garantizase las libertades individuales en un pas ya entonces acosado por los golpistas, el analfabetismo o el caciquismo ms truculento e inmovilista. Me pregunto si su obra, con ese espritu tan crtico como constructivo y esperanzador que la atraviesa, no debera prevalecer como nunca antes. Y para quien prefiera al inspirado escritor, al lrico y evocador por momentos sublime, le dejo con la sorprendente analoga final de sus Recuerdos de Elda o las fiestas de mi pueblo, de 1879, donde concluye afirmando que hay una cadena elctrica, nunca interrumpida, entre los abismos del cielo azul y los abismos de la humana conciencia.07/09/2012 139 P Pueden consultar los datos en la fuente que prefieran: Unicef, FAO, Cruz Roja, Critas, etc. Son incontestables: desde que se inici la crisis, se ha triplicado el nmero de personas atendidas por Critas, ms de un milln hoy. Y Cruz Roja, por ejemplo, no da abasto para ayudar a 300.000 ciudadanos adems de los casi dos millones que ya atiende. Uno de cada cinco espaoles vive por debajo del umbral de la pobreza, entre ellos ms de dos millones de nios, etctera. Un polmico reportaje del New York Times en septiembre era contundente ya en su titular: En Espaa, hambre y austeridad. Frivolizar subrayando que informaciones as perjudican a nuestra prima de riesgo es el colmo de la insensibilidad, de complicidad con lo intolerable que dira Mayor Zaragoza. Ya Miguel Hernndez abra su dursimo poema El hambre con la advertencia Tened presente el hambre: recordad su pasado. Pero si en otro tiempo se asoci a las malas cosechas, la sequa y la escasez de alimentos, a las guerras o a las grandes epidemias, en nuestra era global, sin embargo, ninguno de estos factores resulta determinante para explicar que haya cada vez ms hambre en el mundo y sea ya alarmante en Espaa. Dos factores sobresalen hoy: por un lado, y tras la cada de las subprime, la inversin especulativa se ceb en los bienes alimenticios (arroz, soja, maz, etc.) generando una fuerte subida de precios que ha incidido en una fatdica escasez de estos alimentos en los pases ms pobres. Subida que se completa, para ser mantenida, con tirar al ao mil trescientos millones de toneladas a la basura. Es un crimen contra la humanidad que esta especulacin est matando de hambre a tantos millones de personas hoy. El segundo factor decisivo con respecto a otros momentos, y que incide tanto ahora en el sur de Europa como antes en Latinoamrica, es el proceso de empobrecimiento al que se est sometiendo a las ca- Hambre 140 pas medias y bajas como consecuencia de estas polticas de austeridad extrema para garantizar los pagos de deuda contrada principalmente por los bancos y las empresas. Y que est llevando a los comedores sociales a tantas familias que hasta ayer vivan en una casa cmoda, que pagaban gracias a su trabajo. Hoy estn parados, sin casa y sin nada que echarse a la boca; viviendo de la ayuda de sus familiares, de algn mnimo subsidio, de la caridad o de la propia mendicidad. Cmo puede un sistema rescatar a sus bancos a costa de abandonar as a estos ciudadanos Si como dice la FAO se producen alimentos para dar de comer al doble de habitantes de los que hay en el mundo, la pregunta viene sola: por qu hay hambre, por qu casi mil millones de personas pasan hambre y a la vez tiramos miles de millones de toneladas de alimentos El hambre es un problema poltico. Es una cuestin de justicia social y polticas de redistribucin, ha afirmado el responsable de la ONU sobre el derecho a la alimentacin. Ms claro el agua. Por su parte, el oriolano cerraba el poema citado con una peticin que hoy, como nunca antes, convendra no olvidar: Ayudadme a ser hombre: no me dejis ser fiera/ hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.02/10/2012 141 C Con los aos, pesa ms en nosotros el pasado que el futuro. Un pasado que, adems, solemos ir idealizando con suma facilidad. Tendemos a pensar que ya no hay cantantes ni escritores ni dibujantes como aquellos con los que crecimos y que fueron autnticos compaeros de viaje en nuestra ya lejana juventud. Nada es como entonces, sentenciamos ante un presente que avanza imparable camino de la degradacin: no hay autoridad, ni compromiso, ni inters por el estudio, etc. Triunfa lo ms bajo, la idiotez supina, la vulgaridad, proclamamos con cierta ira y no poco desprecio. Una actitud que nos conduce al desinters, a la distante desafeccin, por la realidad en que vivimos y que termina encubriendo nuestro profundo desconocimiento de ella. Y muchos, casi sin darnos cuenta, acabamos repitiendo el manriqueo cualquiera tiempo pasado fue mejor para consolarnos impvidos de tanta decadencia. Pero basta con recordar que nuestros abuelos ya sintieron lo mismo respecto al mundo que levantaron nuestros padres, igual que lo sintieron estos respecto al nuestro, y nosotros respecto al mundo digital e interactivo de nuestros hijos: todo, para cada generacin, parece ir irremediablemente a peor con la llegada de la siguiente. As, encaramados en el pedestal de los grandes logros, tras nosotros nada nuevo amanece bajo el sol. Y es esta actitud, tan apocalptica como nostlgica, la que nos vuelve alrgicos a todo lo nuevo y diferente a lo que hemos conocido. Lo que no es tradicin es plagio, escribi en este sentido Eugenio dOrs. Un desdn por el signo de los tiempos que termina siendo el perfecto disfraz de la ms cmoda pereza para no intentar entenderlos. Y es con nuestra propia decadencia, fsica y/ o mental, con la que impregnamos la de nuestro tiempo. Como si el mundo acabase en nosotros. Hago esta reflexin al hilo de la apasionante lectura de El intelectual melanclico. Un panfleto, del catedrtico de Literatura Jordi Gracia: un Melanclicos 142 texto demoledor con esos intelectuales apocalpticos que, a menudo desde su plcida ctedra universitaria, descreen de una sociedad que no se interesa por ellos guardianes de las esencias y mesinicos incombustibles- ni por sus denuncias catastrofistas de un mundo en perpetua degradacin. Tal desdn por sus obras les genera, segn el autor, bastante resentimiento, desinters por el presente y una actitud melanclica donde se refugian la frustracin y el desencanto acumulados tras aos de ilusas expectativas. Su desprecio por todo lo nuevo -para ellos reflejo de un presente siempre a peor, y del que hablan bsicamente de odas- los aboca a esa idlica imagen de un pasado insuperable. Y a menudo acaban interpretando el papel del viejo cascarrabias, malhumorado y victimista. Desde luego, esta postura catastrofista por la decadencia del presente no parece una sana actitud. Pero una perspectiva ingenua, aduladora y conformista del mundo actual, es igualmente nociva por acrtica. Las nieblas del futuro que se cierne exigen una mirada que, en su inevitable miopa, se vuelva menos miope gracias a la humildad y la autoirona, en palabras de Claudio Magris en Utopa y desencanto, citadas en el libro. Irona es justamente lo que ha ido perdiendo insensiblemente, con los aos, el melanclico para hacer definitivamente incurable su tristeza, concluye Jordi Gracia en un texto que nos anima a reflexionar sobre nuestra visin decadente y apocalptica, siempre melanclica con los aos. Y lo hace de un modo estimulante y sagaz. 30/10/2012 143 A Acabbamos 2012 conociendo que la justicia islandesa condenaba a nueve meses de crcel a dos responsables de un gran banco del pas por su irresponsabilidad, al empujarlo a la quiebra financiera en 2008. Aqu, la Audiencia Nacional confirmaba que seguir adelante en la causa contra algunos exdirectivos de la CAM por la comisin de varios delitos. Algo es algo. Pero para cambiar su imagen de impunidad, se debera llegar mucho ms lejos penalmente en una estafa como la de las preferentes, por ejemplo. Es necesario depurar responsabilidades, castigando a los autnticos culpables, si se quiere restituir algo del descrdito poltico y econmico en el que seguimos hundidos. Lo recoge el ltimo sondeo del CIS sobre las preocupaciones de los espaoles. La creacin de un banco malo (es que hay alguno bueno, me deca un amigo) que aglutina activos txicos, inmuebles y suelo por cuenta estatal (o sea, todos nosotros) tampoco es como para echar cohetes. Pero acaso hay otras opciones Precisamente el da 30 de diciembre, el programa Documentos tv emita Finanzas ticas, un programa dedicado a la reciente implantacin de entidades financieras con objetivos y fines diametralmente opuestos a los de la banca convencional. As, frente a la opacidad de sta ocultndonos qu hacen con nuestro dinero, la transparencia de los bancos ticos al hacernos copartcipes de en qu se invierte. En estas entidades no hay bonus (incentivos por objetivos) para sus directivos y los beneficios o el crecimiento no son fines a cualquier precio, sino resultados que se vinculan a valores como la cooperacin, la solidaridad o la sostenibilidad. Un modelo de desarrollo ajeno al especulativo, que nunca contempla el impacto sobre las personas o el medio econmico, social y ambiental; slo interesado en obtener la mxima rentabilidad. Sin embargo, la banca tica persigue ayudar a construir algo que de verdad sirva a la economa productiva. Eso que no debieron dejar de apoyar nunca las cajas de ahorro. Banca tica 144 Se trata de una alternativa financiera que ya es una realidad. Basta con ver alguno de sus proyectos: uno muy curioso es el financiado por el Grupo Fiare (que inici su andadura en Espaa en 2003) al otorgar un crdito de tres millones a la cooperativa Trabensol, compuesta por 80 socios que han depositado sus ahorros para construir un centro de convivencia para personas mayores; algo muy distinto de las Residencias de la Tercera Edad. Una iniciativa social y de cooperacin personal, independiente, para convivir y seguir creciendo juntos en la vejez, ayudndose unos a otros. Adems hay otros muchos proyectos para la promocin de la economa local, rural, autnomos, o los destinados a energas renovables colocando por ejemplo paneles solares en varias escuelas, etc. Como afirma Joan Antoni Mel, subdirector general de Triodos Bank y autor de Dinero y conciencia. A quin sirve mi dinero, es necesario dar nuevos pasos hacia una nueva economa ms social, no basada tanto en la competencia como en la cooperacin y el apoyo mutuo. Yo mismo, en un artculo sobre este tema de hace dos aos, conclua que puede parecer una quimera hablar de tica y de finanzas sin que nos rechinen las meninges, pero cada vez se hace ms evidente que de una conjuncin armoniosa entre ambas depende nuestra estabilidad individual y social en el inmediato futuro. 11/01/2013 145 A A las puertas de una semana con cien manifestaciones en Secundaria en defensa de una educacin pblica de calidad, el programa Salvados del pasado 3 de febrero nos mostraba la situacin real de nuestro sistema educativo al contrastarlo con el prestigioso sistema finlands. En apenas media hora conocimos que el 98% de las escuelas all son pblicas (nosotros somos el segundo pas europeo con mayor porcentaje de escuelas privadas y concertadas, el 31%), absolutamente gratuitas (no pagan libros, ni material escolar, ni comedor) y volcadas en garantizar la igualdad de oportunidades entre su alumnado, sin distinciones econmicas o tnicas. Los guetos escolares son impensables all. Cmo es posible todo esto La gratuidad no viene tanto porque paguen muchos ms impuestos que nosotros, sino porque todo el mundo los paga. Lo mismito que aqu. Tambin supimos que hay 18 alumnos por aula o que disponen de gran cantidad de personal de apoyo y refuerzo (ms del doble que aqu) para atender a los alumnos con discapacidades. Que los padres se implican activamente en la educacin de sus hijos y que disponen de permisos de paternidad de hasta 3 aos remunerados; o que sus horarios laboral y escolar hacen compatibles una vida familiar ms integral, que les permite ayudarlos incluso con los deberes. Por el contrario, las ratios aqu son de 30 alumnos por aula en Primaria o de 36 en Secundaria y las incompatibilidades horarias entre padres e hijos son muy perjudiciales para la conciliacin de una vida familiar ms estrecha y saludable. Con lo que, lo afirma una madre en el programa, como padres estamos dejando toda la funcin educadora en manos de los maestros. Un grave error. Frente a las siete reformas educativas en ristre que venimos aplicando aqu desde la transicin, los sucesivos gobiernos en Finlandia ni se Prestigio social 146 plantean tocarla. Y menos sin la participacin del profesorado: igualito que aqu. De hecho, Mari Peteri, maestra finlandesa de espaol que interviene en el programa, ha participado en la elaboracin de propuestas para una reciente revisin. Un consenso admirable, como la estima y consideracin por el profesorado all. Slo el 10% de los que quieren dedicarse a la docencia lo consiguen, y eso que acceden a Magisterio los mejores expedientes acadmicos: como a Medicina aqu. Y donde la vocacin es fundamental para obtener una plaza, puesto que no hay oposiciones. Es tal su cualificacin profesional que los maestros no estn controlados por los inspectores ni se les impone un programa, ms o menos doctrinario o partidista, a seguir: ellos saben muy bien lo que tienen que hacer. A mi modo de ver, el programa dej tres cosas muy claras: la educacin en Finlandia es una cuestin de Estado, no de interesados lobbys doctrinarios; los docentes gozan de una formacin excelente y de un prestigio social muy elevado; y la sociedad en su conjunto se organiza para poner en valor una labor educativa bsica para el futuro de sus generaciones. Tres hechos esenciales para comprender su xito y que ayudan, por ejemplo, a entender que frente al 30% de abandono escolar aqu, all no llegue ni al 0,3. Ellos, como consecuencia de una aguda crisis en los aos noventa, han aprendido que los recortes en educacin son un error garrafal; que una buena educacin, adems de un derecho, es la mejor inversin en futuro; y que la educacin pblica es la garanta de la igualdad de oportunidades, la que no discrimina y la ms rica por la diversidad de su alumnado. Aprendamos de ellos. En fin, un programa muy esclarecedor sobre dnde estamos y hacia dnde vamos. De hecho, y a propsito del mismo, Iker Casillas escribi en twitter que este pas necesita menos Slvame y ms Salvados. Vaya que s.15/02/2013 147 C Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo la insurreccin es para el pueblo, y para cada porcin del pueblo, el ms sagrado de sus derechos y el ms indispensable de sus deberes. La cita, extrada de la Declaracin de los Derechos del Hombre, de 1793, figura en el Monumento a la Desobediencia Civil: una escultura del espaol Santiago Sierra colocada ante el Parlamento de Reykiavik al conmemorar la dura represin policial por la protesta pacfica de los islandeses exigiendo responsabilidades tras la quiebra financiera, en enero de 2009. Un enorme monolito, tal vez representando la legitimidad, de parte a parte resquebrajado. Porque no cabe duda de que esa punzante grieta que da tras da se sigue abriendo entre lo legal y lo legtimo ensancha -y cmo- el abismo que nos separa de unos gobernantes que no percibimos a nuestro servicio. Ya en la Edad Media, Santo Toms habl de una posible desobediencia condicionada a la no produccin de escndalo o desorden cuando las leyes son injustas y se oponen al bien humano. Pero fue Thoreau quien, a mitad del siglo XIX, y tras ser encarcelado por negarse a pagar impuestos con los que se mantena la esclavitud o se sufragaba la guerra contra Mjico, puso la primera gran piedra de la moderna insumisin. En su breve conferencia Desobediencia civil, que define como el acto de no acatar aquellas leyes contrarias a la justicia, encontramos el germen de futuros impulsores de la resistencia -pasiva o activa- como Gandhi o Martin Luther King. Cuando en 1955 Rosa Parks fue encarcelada porque, desobedeciendo pacficamente la ley en vigor, se neg a ceder el asiento del autobs a un blanco, se desencaden una ola de protestas que acab aboliendo las injustas leyes que an entonces promulgaban la segregacin racial. Cuando los bomberos y los cerrajeros se niegan a acudir a los desahucios; cuando hay mdicos que siguen atendiendo inmigrantes, Desobediencia 148 contraviniendo la nueva ley de atencin sanitaria; cuando cientos de ciudadanos se niegan a pagar abusivas subidas de los peajes, del billete de metro o el euro por receta; cuando los estafados por las preferentes se encierran en los bancos o interrumpen plenos municipales porque no se sienten defendidos todo eso, s, es desobediencia. Y ms all de esos obscenos jerifaltes y tertulianos que les exigen la sumisin como nica va si no quieren ser criminalizados y sealados como carne de cachiporra, qu obediencia nos pueden pedir quienes nos imponen la austeridad mientras ellos cobran cientos de miles de euros; quienes rescatan bancos y no frenan tantos inmorales desahucios; quienes nos empobrecen y desmantelan derechos de todos para montarles negocios a unos cuantos; quienes mienten, incumplen, defraudan, expolian, engaan Con qu autoridad moral El reciente fallo judicial que deroga el cierre nocturno de las urgencias en todos esos pequeos pueblos de Castilla- La Mancha nos muestra que debemos mantener viva la llama del inconformismo, la resistencia y la protesta ante leyes que son un autntico atropello. Y -por ms que nos insulten a todos llamando filoetarras a quienes paralizan desahucios- se comprueba que, con poco que se alejen de la tica y la justicia, las leyes dejan de ser legtimas. Porque, en efecto, son estos pequeos grandes logros los que tanto siguen contribuyendo a no desanimarnos. A seguir confiando en nosotros mismos.05/04/2013 Monumento a la desobediencia civil, de Santiago Sierras. Reykiavik, enero de 2012. 149 P Por qu nadie lo vio venir Esta pregunta de la reina Isabel II a uno de sus acompaantes, el 5 de noviembre de 2008, en la Escuela de Econmicas londinense, no ha dejado de resonar en las meninges de nuestros ms conspicuos economistas. Como es lgico, hay explicaciones de todo tipo: desde las evasivas que se refugian en una complejidad difcil de controlar y que impidi prevenir la crisis, a quienes hacen responsables a los economistas, ms atados a los ncleos del poder y el enriquecimiento rpido que a la tica o a los conceptos de equidad y redistribucin que afectan a todos. Lo cuenta Antonio Baos en su estupendo Posteconoma. Hacia un capitalismo feudal. Un libro muy didctico y escrito con un gran sentido del humor: dos cualidades escasas en temas tan farragosos. Y en el que sostiene que si alguna vez la Economa quiso ser, o quizs lo fue, una ciencia de tipo social capaz de explicar la interaccin de sus agentes y de prever su evolucin a corto y medio plazo, hace tiempo que dej de serlo. Esa funcin de la Economa para interpretar y predecir con rigor el mundo en que vivimos ha muerto. Como sostiene Manuel Vicent, comparados con los hombres del tiempo, los economistas parecen unos zotes. Por eso hasta ahora estos expertos en finanzas solo han demostrado ser unos linces a la hora de vaciar los bancos y las empresas desde los propios despachos, en asignarse sueldos estratosfricos y bonus obscenos. Si la era econmica se rega por parmetros objetivos, metodolgicamente revisables y discutibles, en la era posteconmica la economa deviene directamente en una doctrina, en una teologa. El economista se convierte en el sumo sacerdote de nuestro peculio y su autoridad se vuelve incuestionable. Sus profecas acaban autocumplindose para provecho del seor y penuria de la plebe. La utilizacin de una jer- La Economa ha muerto 150 ga incomprensible, llena de eufemismos y frmulas matemticas, es esencial para vendernos tan docto timo. E imponerse adems como lenguaje nico, ms all del cual slo hay antisistemas e ignorantes. La velocidad de los procesos y el acortamiento de los ciclos econmicos contribuyen a esa imagen catica e ininteligible que slo estos expertos nos pueden desvelar. Y a quienes, s o s, hemos de seguir a pies juntillas. El positivista August Comte, tambin citado en el libro, consideraba que toda ciencia deba aportar un saber para prever y prever para proveer; lo que en el caso de la Economa es fundamental si queremos que nos sea til, que nos ayude en el da a da. Por eso es tan actual la ya antigua pregunta de Adela Cortina: no es cierto que la economa ha de ayudar a construir una buena sociedad y, cuando no lo consigue, fracasa rotundamente. La economa ha reventado, ha agotado sus fuerzas, y con tanto trajn es incapaz de explicar la porcin de realidad que se le haba asignado, contesta el autor del libro. En nuestra era de la posteconoma te expolian y te atracan: pero de buen rollo. La conclusin es clara: este tiempo posteconmico, de la velocidad y la desmemoria, de la mercantilizacin despersonalizada o de la codicia sin freno, deberamos ser capaces de enmendarlo a base de aprender del descalabro y de inocularle a nuestro mundo financiero grandes dosis de humanismo y de tica. Como dijera ese gran sabio que fue Jos Lus Sampedro, deberamos pasar de estos economistas que trabajan para hacer ms ricos a los ricos a esos otros que quisieran hacer menos pobres a los pobres. 26/04/2013 151 L Llegu por el dolor a la alegra. Recuerdo cunto me sobrecogi este verso de un poeta que, tras permanecer encarcelado cinco aos al acabar la guerra civil, abra con l su primer libro de poemas titulado precisamente Alegra y con el que obtena el importante premio Adonais en 1947. Quien piense que estamos ante un masoquista es que no conoce la dignsima obra de su autor, el indoblegable Jos Hierro. Yo, que tuve la suerte de compartir una de las tardes de mi vida con l, les aseguro que su sola presencia, con aquella potente voz -desgarrada pero dulce y seductora como arrullo humansimo- era todo un torrente de energa vital, de irrefrenable alegra de vivir. Su capacidad para contagirsela a los dems era encomiable. Antonio Porpetta, que lo trat durante tanto tiempo, les podra contar mil ancdotas chispeantes e inolvidables. Vivimos rodeados de situaciones problemticas, hecatombes, malas noticias: basta con ver cualquier noticiario. Y no se trata, con lo dicho, de reivindicar el sufrimiento para saber lo que vale el gozo, la alegra de vivir. Sentirse vivo: eso es lo que significa, etimolgicamente, la palabra alegra. Estar alegres nos genera un bienestar que, a su vez, produce en nosotros ms alegra. Alegra que se hace aun mayor cuanto ms la compartimos con otros. Porque alegrarse uno mismo y alegrar a los dems es el ms eficaz paraguas para protegerse de tantos pjaros de mal agero que nos sobrevuelan. Los chinos dicen que una alegra ahuyenta cien pesares. Por eso, con la que est cayendo, es importante sabernos proteger, preservar ese espacio tan ntimo en nosotros del que nunca deja de brotar -si lo mimamos- el agua ms limpia de la alegra. No dejemos que nos sigan inoculando ese psimo colesterol que es la avaricia. O esas sustancias patgenas que alimentan el egosmo, la Elogio de la alegra 152 ambicin insolidaria o la ms zafia competitividad. No lo permitamos: ni por nosotros mismos ni por quienes nos rodean. No nos dejemos abrumar y paralizar por este relato del miedo con el que nos imponen sus dogmas o nos amenazan con el ms absoluto caos. No permitamos que esa mala leche sea la que amamante a nuestros hijos. Esforcmonos cuanto haga falta para impedir que nos impongan el cabreo como bandera ante la vida, para que no nos recorten esa amplia sonrisa al cruzarnos cada maana. Defendamos la alegra como un derecho, que dira Benedetti. Legislen lo que legislen, no nos pueden amargar la vida por decreto: se es nuestro bastin donde impedir que nos humillen. Protestando, parndoles los pies y desacreditndolos cuanto proceda. S; pero rindonos de esas sobreactuaciones con que repiten, como papagayos huecos, las consignas de sus jefes. Ya dijo Quevedo que la mayor desventura es carecer de alegra. Que no nos la arrebaten. Y si se sienten flaquear, recuerden la entereza de Jos Luis Sampedro, ese humilde sabio que nos conmin a cultivar nuestra alegra de vivir, a ser lo ms que podamos acompaados de los dems, porque solos somos muy poca cosa. O regresen a Jos Hierro, a su palabra ntegra y cabal, cuando deca que quien ha sentido temblar la alegra en sus manos, se nunca morir. Cunto me alegro de haber coincidido, aun brevemente, con personas as. Disfrutemos gozosos de su ms que lcido legado.31/05/2013 153 S - Seor Prez, salga usted a la pizarra y escriba: Los eventos consuetudinarios que acontecen en la ra. El alumno escribe lo que se le dicta. - Vaya usted poniendo eso en lenguaje potico. El alumno, despus de meditar, escribe: Lo que pasa en la calle. Mairena.- No est mal. Este conocido pasaje de Antonio Machado ilustra bien la diferencia entre un estilo retrico y lo que, segn l, constituye el estilo potico; entre una expresin recargada y otra sencilla. Y que refleja su aversin hacia esos textos artificiosos y grandilocuentes, tan abundantes en nuestra tradicin literaria. El propio Machado, en varios de sus proverbios y cantares, nos transmite su aprecio por los gustos y las formas sencillas de la gente ms humilde. Y ve en ellos la expresin de lo autntico, de lo natural y para nada ostentoso, de lo ms asequible por esencial. Porque la sencillez, la ausencia de toda afectacin, de tanta vana grandilocuencia, es la mayor virtud humana. El hombre sencillo vive como respira, sin perseguir acuciado la gloria: en su accin espontnea, en el desprendimiento de quien no ansa demostrarnos nada, de quien vive despreocupado pero no descuidado, ajeno a toda consecucin interesada o a cualquier arrogante muestra de suficiencia. Recuerdo, en este sentido, a Miguel Delibes, del que un paisano suyo, que asisti a su entierro, me contaba cmo los vallisoletanos sentan, no tanto la prdida de un gran escritor (que perdurar en su obra) cuanto al ciudadano humilde, sencillo y ejemplar que siempre fue. Cuntas veces nos preguntamos por qu hacer las cosas complicadas cuando es posible hacerlas de un modo ms sencillo, menos rebuscado. Quizs a la sencillez se llegue tras un largo proceso desaprendiendo La sencillez 154 tanto artificio adquirido, tanto formulismo y decoro polticamente correcto. Comprendiendo qu importante es saber descortezar cada cosa que hacemos para alcanzar lo sencillo, lo ms simple por esencial. Hasta que, ajeno a todo aderezo, el mundo se nos ofrece en su ms pleno sentido con total naturalidad. Y pienso que el autntico creador, por ejemplo, es el que nos muestra con sencillez, con esa desnudez y soltura inusuales, aquello que habitualmente percibimos como complejo y enrevesado. Fjense tambin en algunos deportistas: en cmo manejan el baln Iniesta y Messi, o los golpes de Nadal y Djokovic con la raqueta. Hacer que parezca fcil, espontneo e intuitivo, algo que requiere tanto esfuerzo: esa es la materia del verdadero artista. La escritora Clarice Lispector no tena dudas al respecto: la sencillez slo se logra a travs del trabajo duro. Degusten, para terminar, este breve dptico de ngelus Silesius, mstico alemn del siglo XVII, que ilustra sin rodeos esa elemental sencillez, la espontaneidad natural, campechana, del ms mnimo ser: la rosa es sin porqu, florece porque florece, despreocupada de s misma, sin anhelar ser vista. 21/06/2013 155 Quiero, en primer lugar, agradecer al semanario Valle de Elda la oportunidad que me ha brindado para colaborar opinando libremente en sus pginas durante casi cinco aos. Desde luego a su directora, Susana Esteve, pero tambin a todo su equipo de redaccin con Ramn de Haro a la cabeza. A Consuelo Poveda y a Emilio Guinea por su aliento infatigable en todo este tiempo, por el impecable trabajo de seleccin de los 71 artculos que figuran en el libro y, desde luego, por el generoso texto que los prologa. A M Jos y a mis dos hijos, Alberto y Marina, por haber permitido que les arrebatase no poco de mi tiempo con ellos para poder escribir los ms de doscientos artculos. A todos esos lectores y lectoras que no han dejado de animarme cada semana aun cuando no compartiesen muchas de mis opiniones. Sin tod@s ell@s no s si este libro sera. Pero, de ser, sin ell@s, seguro que no sera as. Agradecimientos La riqueza 13 Los sueos 15 La transmisin 17 Las palabras 19 Preguntas 21 El arte 23 La soledad 25 La esttica 27 La prisa 29 Enamorados 31 La risa 33 P ercepcin del tiempo 35 La escucha 37 Bajo presin 39 Nadie quiere verlos 41 Leyendo con ellos 42 La fragilidad 44 La mediocridad 46 La siesta 48 El error 50 El cerebro 52 La muerte 54 El muro 56 La mentira 58 Escribir 60 El legado 62 ndice Padres 64 Agradecer 66 La literatura 68 Nines 70 Las sensaciones 72 Pensar 74 La mente 76 Tapear 78 Rosales 80 Alzheimer 82 Los abuelos 84 El Mercado y los eurocabritillos 86 N ochebuena 88 Las uvas 90 Cablegate 92 La desigualdad 94 Estafados 96 Indignarse 98 Entender no entendiendo 100 La Repblica 102 Releer 104 La intimidad en la red 106 Nadal 108 Ernesto 110 Ellas 112 Quince O 115 Cuatro rosas 117 La tolerancia 119 Nonagenarios e inconformistas 121 Apretarse el cinturn 123 La contrarreforma 125 La P epa 127 Montaas de alrededor 129 Crisis y ansiedad 131 Los deberes 133 Aligerar equipaje 135 Castelar 137 Hambre 139 Melanclicos 141 Banca tica 143 Prestigio social 145 Desobediencia 147 La economa ha muerto 149 Elogio de la alegra 151 La sencillez 153 Este libro se termin de imprimirel 4 de octubre de 2013en los talleres grficos de Azorn.

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