Los escritos de José Jover González “De la Horteta”

LOS ESCRITOS DE JOS JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA LOS ESCRITOS DE JOS JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA EXCMO. AYUNTAMIENTO DE ELDA CONCEJALA DE CULTURA 2006 EDITA: Excmo. Ayuntamiento de Elda Concejala de Cultura COORDINADORA DE EDICIN: Consuelo Poveda Poveda PRLOGO: Alberto Navarro Pastor FOTOGRAFAS: Archivo CEFIRE Alborada I.S.B.N.-13: 84-87962-23-8 Depsito legal: A-1079-2006 DISEO Y MAQUETACIN: Estudio DAC, S.L. IMPRESIN: Quinta Impresin, S.L. PRLOGO C on la publicacin de este l ibro que tienes en tus manos, apreciado lector, se colma el anhelo de un buen grupo de eldenses de poner a tu disposicin, en un solo volumen, la que podemos cali ficar de obra completa de nuestro paisano Jos Jover Gonzlez, ms popularmente conocido como de la Horteta, recogiendo todos los trabajos aparecidos del citado autor en varias publicaciones de Elda, sobre todo en las pginas del legendario semanario Valle de Elda (con adjetivo bien merecido por su longevidad y circunstancias sin igual en la prensa eldense). Todos estos artculos quedan desde ahora a tu disposicin, reunidos en un solo volumen conte niendo el caudal de ancdotas, noticias, sucedidos, tropiezos, chistes y dems cascarrias dig moslo en su jerga que el escritor Jos Jover Gonzlez (de la Horteta por gusto del autor) nos fue ofreciendo durante 25 aos en el citado semanario eldense, as como, con mucha menor asiduidad, en revistas de Elda como Alborada, Fiestas Mayores, Moros y Cristianos y alguna otra de menor po pularidad. Son realmente asombrosas las dotes de observacin y de prodigiosa memoria que el antes pequeo Joseico como llamaban a Jover en su infancia emple en viviseccionar a las gentes y costumbres de su pueblo, con los nombres o apodos de aquellos, conviertindolos en protagonistas de una conti nua comedia con visos de sainete que muchos aos despus alborozaran a las gentes que an no ha ban nacido, pero que habitaran los mismos rincones y espacios que haban sido los que La Harte ta haba utilizado como escenario de sus episodios eldenses. Son stos los que an hoy se llaman plazas de Arriba y Abajo, de las Parras, de San Pascual, del Castillo, San Antn y alguna otra, y las ca lles de la Tripa, la Comadre, Pistola, Fortaleza, Marqus, Clrigos, Dueas, Pierrad, Estralazo (corrupcin eldense de destralazo, golpe dado con una destral o hacha pequea) y otras de parecido pinto resco nombre. Solamente con estas condiciones naturales pudo Jover desarrollar esta historia pintoresca de las calles, las plazas, los rincones y las gentes de la Elda de su infancia, as como sus costumbres, en tono tan ameno y tan popular que supo mantener el inters de los lectores del semanario Valle de Elda durante tantos aos y suscitar los comentarios regocijados de eldenses ya maduros que vean en es tos artculos episodios de sus aos jvenes ya casi olvidados. Tambin se ocupa Horteta del curioso tema de los apodos o motes, a veces pintorescos, y que en ocasiones se convertan en marcas de fbrica, y como ttulos de nobleza, pasaban de abuelos a hi jos y de stos a nietos y en muchos casos servan tambin como marcas de distincin que prestigiaba al dar su nombre a fbricas de calzado y figuraban en las plantillas de los primorosos chapines de unas y los cmodos chicarros para los pequeos, de otras circunstancias simpticas y curiosas que vala la pena y el trabajo de sacar del olvido, que no eran demrito para nadie, sino ejemplo casi nobiliario de la calidad del producto y su permanencia en el pueblo durante generaciones como un nombre popular, apreciado, popularizado, respetado y a veces comercializado dando prestigio a la familia que lo ostentaba. Otros puntos de inters que por lo chusco de los lances no podan pasar desapercibidos al seor de la Horteta eran los de las incidencias que se producan en asociaciones de diversas caractersticas que se creaban en la ciudad y que en un momento dado se escindan por los motivos ms triviales, a 7 los que Joseico saba sacarles el jugo humorstico, como a la de realistas y peseteros en las Ban das de Msica, dirigida una por don Ramn Gorg en 1907 en la primera escisin, en oposicin a la Fi larmnica de don Natalio Garrido en la segunda escisin, formndose de nuevo dos bandas que tam bin dieron lugar a incidentes pintorescos entre los miembros de una y otra hasta su reunificacin. Otros temas como los castillicos del to Machuca; el globo de la Alborada, con carrera de seguidores a travs de huertos y sendas a las 12 de la noche; las doce mil velitas de la iglesia de Santa Ana; La Pea del Agua de algunos contertulios del Casino Eldense, la tradicin de Las monas de Pascua y las de San Vicente con el ritual de esclatar el huevo duro de la toa en la frente del compaero o compaera... Y as un montn de jocosas situaciones que el seor de la Horteta fue plasmando en sus Escritos y ah estn, para quien quiera saber cmo se diverta la juventud eldense en esas y otras fechas. Desde que Jover dio el ltimo suspiro, dejando tras de s todo el caudal de sus recuerdos y viven cias, expresado de manera tan jugosa y admirable, muchos de sus lectores de Valle de Elda expresa ron su deseo de que este archivo de temas de Elda se pudiera recoger en un volumen para una con sulta y relectura ms fcil en sus propias bibliotecas. Esta gestin, limitada a la aportacin de la economa privada, posiblemente hiciera muy remota la posibilidad de la publicacin de este libro, pero al lograrse la colaboracin de la Concejala Munici pal de Cultura, presidida por don Carlos Ortuo Falc, se abrieron las posibilidades para que este li bro haya llegado a ser realidad. Ahora, al publicar este denso volumen tan lleno de sucedidos y ancdotas neta mente eldenses, vis tos bajo el prisma socarrn de Jover de la Horteta, facilitamos a nuestros actuales paisanos la posibi lidad de conocer mejor las costumbres y las andanzas de sus antecesores en nuestro pueblo, cada vez ms lejanos en el tiempo. Pues afortunadamente este deseo no cay en saco roto, y el grupo de segui dores -admiradores de la obra de la Horteta coincidi en esta opinin y as, con el esfuerzo de todos y la decisiva colaboracin de la citada Concejala de Cultura, se ha logrado poner en las manos de to dos los admiradores interesados, este volumen que rene toda la obra publicada por nuestro admira do Paja rico. Nuestro deseo es que todos nuestros paisanos de hoy, maana y siempre lo reciban con agrado, lo guarden con cario y lo relean y consulten repetidamente, y que los presentes Artculos de Jover de la Horteta sean en sus domicilios un hilarante, variado y sesudo anecdotario de estos amenos epi sodios de los antiguos moradores de nuestra Elda, a travs del prisma bien humorado de Jos Jover Gon zlez de la Horteta. ALBERTO NAVARRO PASTOR 8 : ., i. f21 10 , 1ci! . , 1 R G LO QUE VA DE AYER A HOY E lucubraciones sobre la transformacin de la in dustria del calzado de mi querido pueblo, des de que se confeccion el primer badoque, has ta la opulenta FICIA de nuestros das. Que yo sepa, y me guo por datos que me han facilitado antiguos y probos zapateros de delan tal y tirapi, el primer fabricante de calzado de este venturoso valle fue el to Moncho. Un buen pastor de cabras que, cansado de llevar alpar gatas de las que entonces se hacan en Elche, que le duraban en los pies lo que tardaba en ir con su ganado de la calle de San Antn, en donde viva, a la Torreta, invent la alborga. S que muchos eldenses de hoy dirn: Y eso qu es Pues eso, mis dilectos coetneos, fue un calzado hecho a base de esparto y sin ms za randajas, ni anilinas, ni colores directos, ni rec tificados y sin, por supuesto, problemas de cur ticin como los que hoy nos agobian. La alborga del to Moncho era un calzado tipo sandalia Kiowa, para la confeccin de la cual no haca falta escalado de patrones, ni ajustar mo delo a la horma, ni encargado de cortadores, ni li cencia de exportador. Simplemente, se iba al mon te, se recolectaba una brazada de esparto y... a fa bricar. Como es natural, este invento tuvo sus amar guras y pegas, como sucede con todo lo que se in venta en este pas. El problema ms gordo fue el de fabricar las dos alborgas iguales, pues en los primeros bal buceos de la industria haca un par de ellas y una le sentaba bien a l, pero la otra le estaba me jor al to Isidro, El Pjaro, que gastaba un cuarenta y ocho con alzas. Y meditando en su problema, ya entrevea en su imaginacin las industrias eldenses en mar cha: la de los Veras, all por el Campico; la de Rodolfo Guarinos, la de Paco Vera..., y tantas otras. Todo lo vea, menos la solucin de las al borgas iguales. Hasta que un da... Bueno, ese da no sali el sol por los Chaparrales, sali por la Lo bera del Marn, que es donde se encontraba el to Moncho en el momento de su sublime inspiracin. Sentado muellemente en una pea haciendo madejas de soguilla, estaba el protagonista de nuestra historia, rodeado de sus cabras, cuando de pronto exclam: Qu burro soy! para esta cla se de inventores no exista la palabra Eureka cmo no se me haba ocurrido antes Total que era muy sencillo. Midi en varas y palmos el ma terial de la madeja y fabric una alborga. Luego midi lo que sobraba y se encontr con la canti dad justa que necesitaba para un pie. Era cues tin de sumar, luego el material empleado para una y sacar las dos. Lo de la suma era un poco complejo ya que en aquellos tiempos no exista ni IBM ni calculadoras electrnicas, pero el to Man cho era una cosa muy seria contando con los de dos y allan la cuestin. Bueno, no crean ustedes que a partir de all la cosa fue sobre ruedas, no. Porque es que resulta que lo de la medida fue muy bien, pero el espar to unas veces era ms grueso que otras. Depen da del lugar de su nacimiento; si el sitio era ub rrimo, el esparto era grueso, pero si haba que recolectarlo en secano y ste era el de la ta Pi cores, resultaba enclenque por la sequa. Total que si en la misma madeja haba de las dos cla ses de esparto, se encontraba con la desagrada ble sorpresa de que le poda salir una alborga ms larga que otra, segn el grosor del material que empleaba. Todo, al fin pudo ser llevado a buen puerto, pues, aunque entonces no se haban inventado los controles de calidad, nuestro hombre con gran pa ciencia y seleccionando materiales con sumo cui dado logr la alborga perfecta. Fue el precursor, el pionero de la industria en este valle. Muchos aprendieron de l, y prosper montando un almacn de materia prima para su ministro a particulares. Tanto fue el dominio que adquiri en lo necesario de material para cada par, que cuando un cliente se presentaba en su casa 9 para adquirir soguilla con que hacer sus alborgas, le deca: Para cuntos pares quiere Para dos pares del nmero cuarenta, to Moncho. Pues llvate seis varas hechas con espar to de la Cuesta Bodega y dos varas y tres palmos de la Pat. Lo mismo que hoy se distingue el tafilete de Tenera o de Sancho. A decir verdad, desde la primera alborga fa bricada por el to Moncho con esparto, a la ms seorial de las botas actuales, fabricadas con fino boxcalf y anilina pasando por los bada ques de calculta-oscaria y los zapatos de lona, tacn palillo, ha pasado mucho agua por nuestro Vinalop. Ah queda, pues, la historia, el principio de lo que es hoy Elda. Capital del calzado y una de las mayores fuentes suministradoras de art culo, tanto nacional como internacional. Ya que hemos descubierto al que fue primer fabricante, tambin debemos de hablar del primer zapatero de silla a destajo o por lo menos decir algo de l, segn los datos que hemos obtenido. Me refiero a un eldense muy espabilado que en sus aos mozos le dio la vuelta al mundo y aprendi el oficio, seguramente en algn pas de Oriente. Llamaban a este buen hombre Pepe el de la Sirm y tambin Pepe el de los perri cos. Lo de Sirm debi ser por su lugar de ori gen, y lo de los perricos porque tena dos canes de los llamados de aguas. Atendan los perros por los nombres de Cuchi y Canito, y eran padre e hijo, respectivamente. Como es natural, si se ci tan en esta historia es porque, a nuestro modes to juicio merecen sitio de honor en ella, ya que fue ron los dos primeros aprendices de zapatero de que se tienen noticias. Trabajaba el citado Pepe para un tal Luisillo, el cual tena en su casa un tallerico en el que se hacan unas botas de series con puntera de taln y clavadas con torno, especie de clavillos dorados. Ahora viene a cuento lo de los perricos, porque ha ba que ver a Pepe cuando iba a entregar, acom paado de stos por la calle. Cuchi, que era el padre, llevaba la libreta en la boca y Canito, el 10 hijo, ms fuerte, portaba la tarea igualmente agarrada de los hilos con los que pasaban los pa res mientras el amo iba con el saco al hombro. En el saco iban las hormas donde se haban hecho los pares, y en la libreta apuntaba el encargado del mostrador del tallerico la obra terminada. Luego, al cortar de nuevo, en la libreta se apuntaban los enredos, chinches, punchas, torno y otros in gredientes para la confeccin del zapato. Y vuelta al obrador del de la Sirm, emple ando los mismos medios de transporte, slo que ahora todo iba a hombros del amo. Los aprendi ces ms descansados en el regreso, hacan pe rreras propias de su casta. Ya hemos hablado, pues, de los tres pilares de nuestra industria. El primer fabricante, el pri mer zapatero y los primeros aprendices. Ahora intentemos llegar a travs del recuerdo a la ac tual Elda, colmada de factoras y con su flaman te Feria Internacional. Empezaron a poblarse las casas eldenses de pequeos talleres artesanos y familiares; s tos fueron ganando en importancia y surgieron otros con categora de fbricas. Entre otros recordamos a los de Marino Sem pere, Bonifacio Prez, don Jos Tovar, Hernndez Silvestre, asociado con Casto Pelez especialistas en bota suiza de pao, cosida y vuelta. Una es pecie de zapato de dos caras, una para los das de lluvia y la otra para los de sol. Como los im permeables actuales, pero en botas. Tambin plant sus reales en la villa don Rafael Romero el Salao, ganador de un gran premio en la Exposi cin de Pars a ltimos del siglo pasado, yen fin, otros muchos que fueron haciendo grande a Elda con su esfuerzo, tesn y trabajo. Elda se transformaba, s. Pero lo que nadie llega a comprender es a quien se le ocurri la pe regrina idea de empezar aqu un emporio de fa bricacin de calzado sin un solo pie de material, ni un gramo de suela que llevarse a los zapatos. Vamos, que nos pusimos a hacer toas sin tener harina. Adems es de todos sabido que en este di choso valle las nicas pieles que siempre se han trabajado han sido las de conejo, y de estos me Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA nesteres se han encargado desde tiempo inme morial modestas gentes del vecino pueblo de Mo nvar, los cuales las recogan a domicilio los das de paella a cambio de recia cermica de la regin. Tambin es sabido que dichas pieles de co nejo no sirven, no ya para cortes de zapato sino ni para topes ni contrafuertes; en donde se suelen emplear ahora es en la industria dedicada a la fa bricacin de alborgas. Igualmente nos mara villa el auge de la fabricacin de hormas pues, for zosamente, la materia prima para la fabricacin de las mismas tuvo que ser fornea, pues ya en los albores del siglo actual no haba por estos con tornos ms madera que la de los tarays del Pan tano. Y empezaron a llegar los grandes capitanes de industria! La mayora catalanes, fabricantes de dngolas, boxcalfs, forros, etc.; otros con sue las de distintas clases, especialistas de maqui narias y de utillajes. La United Shoe Machinery Company, los primeros americanos que nos des cubrieron con su invento de las mquinas traga perras aplicadas a los zapatos, slo que en vez de tragar perras se llevaban por par entachado su equivalente en oro; el mismo sistema se aplica ba a otras mquinas de la misma procedencia. Luego llegaron ms fabricantes de maquinaria y empez el crecimiento. Ya no haca falta ir a comprar los enredos a casa de Pepico el Punchn o a casa de la Chi queta . Los nuevos invasores lo traan todo, y de sus almacenes lo sumistraban a las fbricas. Tampoco cuando haba que preparar alguna de las mquinas para algn trabajo especial haba ne cesidad de acudir a la herrera del to Chamn, estas firmas ya lo tenan inventado. Hubo, sin embargo, algunas innovaciones que conviene destacar, por su importancia mate rial y de esttica. De entre ellas extraigo dos muy notables como son: el tacn de madera y los fle jes para cortadores. La primera parece ser que la introdujo aqu el Rojo Caraluna, con lo cual se cambi el cen tro de gravedad del calzado de entonces ya que con los anteriores tacones de suela y cartn por su enorme peso se caan las seoras hacia atrs con gran pel igro para las partes que empiezan donde la espalda pierde su honesto nombre. Con los de madera desapareca este alarmante pe ligro. Lo malo de esta innovacin es que arrui n la floreciente industria de los parches, una de las primeras afines que confeccionaba los tacones de suela aprovechando al mximolos_ ms insignificantes pedacitos de suela. Y fue ls tima, porque haba verdaderos especialistas en la materia. En cuanto a la segunda innovacin, debo de decir, con gran rubor, que fue obra del que sus cribe. Ocurri el hecho durante unas galas que hice por Catalua en el ao veintisis a donde fui a cantar tangos. Para ayudarme en mi carrera artstica, entr a trabajar en una fabriquita de la ciudad condal y all le copi el modelo al patronista, el cual usa ba la herramienta en cuestin. Este patronista, un armenio muy simptico con el que hice gran amistad con mi particular inters pues mi propsito era copiar los planos del dicho fleje; hasta que un da, viendo el inte rs y afn con que yo miraba el flejecito me dice: Je gusta, eh Pues mira, es muy sencillo de ha cer. Cmprate veinte centmetros de tubo de latn, lo aplastas de manera uniforme, le metes dentro una cuerda de despertador y ya est. Y lo hice, s seor. Cuando regres a mi querido pueblo pronto se hizo popular la tal herramienta y hasta hoy. Orgullosamente manifiesto que soy un pilar de la economa eldense, por la gran cantidad de dinero que se han ahorrado desde entonces los fa bricantes con esta herramienta. Con gran dis gusto, claro es, para los afiladores que haba en la calle de la Pursima. Dos gallegos, muy buenas personas, que seguramente no me habrn per donado el no poder afilar ms cuchillas de cor tador. En fin, todo sea por el progreso! Sigui transformndose todo el proceso de la fabricacin y en la misma proporcin hubo que transformar la mano de obra. De jornaleros del te rruo a zapateros. Y aunque alguna colonia de me norquines y almanseos cayeron por aqu para re 11 forzar las huestes locales del delantal, casi todo el elemento zapateril sali de este valle. A este efecto citar una historieta clsica de Elda: estaba un labriego haciendo hoyos en su huerta precisamente donde en la actualidad est enclavado el comercio de don Eduardo Pla nelles cuando pas por delante de la misma el to Talega. Qu est haciendo ah, to Baca l le dijo. Y ste muy serio, le contest: Es toy plantando zapateros! Para que vean ustedes, es tan frtil la tierra en el viejo solar de della, que lo mismo salen de ella linsones y camarrojas que zapateros. Y sigui transformndose la industria. Nue vos mtodos, nuevos planes de fabricacin, pero, sobre todo, se transformaban las entidades. De aquellos primeros esforzados y prestigio sos fabricantes no queda ni un solo sucesor. Es ms, de los dos o trescientos existentes en el pri mer tercio de siglo, apenas quedan media doce na. Vicente Esteve, Pedro Prez, Jos Pay, Pablo Maestre Sucesor, Martnez Snchez y es posible que algn otro que siento no recordar. Por qu Elda es inconstante en este aspecto Ni se sabe. Qui zs precisamente en su inconstancia lleva la fuer za incontenible de su desarrollo! Hoy ya son otros tiempos. Elda tiene un her moso escaparate donde poder ofrecer sus produc tos, que es esa maravillosa Feria Internacional del Calzado e Industrias Afines y que tambin, como los zapateros de antao, parece que sali de la tierra. Ya no hay necesidad de salir a la feria de Al bacete a vender zapatos, como hacan los prime ros fabricantes, no. Lo que va de ayer a hoy! Cuando el to Luisillo padre tena que llevar a la feria de Jumilla sus boticas de puntera de la tn, se despeda de toda la familia la cual con l grimas en los ojos, le deseaban un feliz retorno. Hoy los fabricantes de la nueva era desayunan en Elda, comen en Barcelona y cenan en Nueva York. Esto me sugiere que hay que cambiar nues tro slogan de Elda, Pars, Londres. Se nos ha que dado pequeo. Termino con mis elucubraciones, haciendo un carioso canto al zapatero eldense. Tambin las termino haciendo un ferviente voto para que se re alice de una vez ese monumento del que tanto se habla; pero eso s, pido con toda energa y exijo has ta donde me sea posible, que en la peana de este monumento cuelgue como airoso desafo a la his toria del calzado mundial la alborga, que un da perdido ya en el tiempo fabric el to Moncho. EL MILAGRO DE LA PIEDRA LIPIS (Historia eldense) Dedico esta historieta a todos los zapateros que han metido sus pecadores dedos en los cuencos del medio coco o de otra vasija similar para sacare/almidn (engrudo) con que embastaban los topes y contrafuertes. Con un poco de humor eldense. Vaya por ellos, pues. G randes vientos de tragedia corran por el va lle de Elda en aquellos lejanos das del primer tercio del siglo XIX. Despus de las naturales alegras por la ini ciacin en la villa de pequeas industrias de cal zado, se haba cado en desesperacin y pesa dumbre ms profundas. No era para menos, pues 12 nadie se explicaba el fenmeno que estaba ocu rriendo. Moscas y ms moscas, en cantidades apocalpticas, invadan calles y plazas con gran desesperacin de los eldenses, que no hallaban la forma de evadirse de ellas. Las amas de casa se vean impotentes para combatirlas, a pesar de los eficientes medios de que se dispona en aquellos Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA tiempos, como eran los enrgicos expolsadores de papel y otros similares. Qu berrinches cuando el probo zapatero se sentaba a la mesa a comer y vea en la paella las inevitables moscas! No, no era posible aquello. Los ms viejos del lugar no ha ban visto nunca nada semejante. Ni siquiera el ao que pas por la villa rumbo a la feria de Al bacete, una gran manada de puercos que proce dan de Murcia y que traan consigo todas las de la regin. Haba que acabar con aquella plaga como fuese. Urga tomar medidas extremas para aco gotar a tan molestos visitantes y se tomaron. Pero, ante todo, deba averiguarse el porqu de tal invasin y las causas que la originaban. Se for maron comisiones de sesudos varones para es tudiar el fenmeno. Enviaron propios a la capital, e incluso a Madrid, para poner en conocimiento de las altas autoridades lo que suceda y que pusieran remedio. Pero mientras tanto los eldenses no des cansaban, inventando remedios caseros para achicharrar a tanto bicho molesto. En unas calles encendan matas de tomate secas pues, haba in dicado el to Isidro, el del Santo Negro, que el humo que hacan dichas matas al arder era muy bueno para ahuyentar a todos los insectos. En otras calles ponan en las puertas de las casas pa peles untados con miel para que se fuesen que dando all pegadas. No falt tampoco algn chus co, que propuso formar charcos y l lenarlos de ranas, pues l deca haber visto en el ro cmo di chas ranas se perecan por comerlas. Hubo otro que lanz la peregrina idea de poner varetas con bisque para cazarlas como vulgares chulaines. (Este sujeto debi ser un antepasado del Sema.) En fin, muchos remedios caseros, que no hacan ms que ganar batallas parciales. Al grueso del ejrcito voltil haba que combatirlo de otra for ma. Pero, cmo Y este era el meollo de la cuestin: llegar a saber el porqu de la proliferacin de tantas mos cas y de qu se alimentaban. A este efecto deca un vecino: Hombre, si fuesen das de Pascua en que todas las calles se llenan de toas y monas, por aquello del azcar!. Pero no, no era esa la cuestin. La causa de todo ello estaba en una es pecie de gachamiga que fabricaban las amas de casa con harina de trigo y que serva como pe gamento para todas las fases de la fabricacin del calzado. Este ingrediente llamado engrudo, tuvo siempre en Elda el nombre de almidn y era lo cl sico colocarlo encima de las mesas de los zapa teros en un cuenco que casi siempre se trataba de medio coco vaco de su pulpa. As que el dichoso almidn era el causante de aquella tragedia! Cmo, el almidn Claro! Lo descubri un da casualmente un sobrino del to Pepe, el Pjaro. Muchacho muy avispado, oriundo de La Horteta y aventajado zapatero de si lla. Este muchacho en cuestin era casado y el da que nos ocupa se dispona, como todas las tardes, cuando volva del taller con la nueva tarea a sa car la mesita de trabajar a la puerta de su casa para arreglarla de material. La operacin del co mienzo de una nueva tanda de zapatos era en tonces como un rito. Ya se sabe: zapatero senta do delante de su mesa. Saco doblado a su izquierda con las hormas encima y las plantas en tre ellas. Luego segua el clavado y rondado de las mismas, para terminar dicha operacin con el rebajado de topes y contrafuertes. Aqu fue donde comenz el principio del fin de las moscas, tortura de los sufridos eldenses du rante tantos meses. Salutica le dijo a su mujer. Scame el al midn si lo has hecho, que ya tengo la tarea arre glada de material y voy a empezar a entachar. Y all que te fue la buena de Mara Salud con el medio coco lleno de almidn y se lo dej a su marido en una esquina de la mesa. Nada ms dejar en sta el cuenco lleno de pe gamento, vio con gran sorpresa Manuel cmo acu dan legiones de moscas que, voraces y ruidosas, dieron cuenta en poco tiempo del almidn acabado de hacer, cual si se tratara de un rico manjar para ellas. Estupefacto qued el matrimonio al ver tal espectculo. Entonces comprendieron dnde se alimentaban las aborrecidas moscas y, sin pen sarlo ms, salieron gritando por toda la calle: El almidn! El almidn! Que se comen las moscas el almidn y no vamos a poder pegar los topes, con trafuertes y barretas de las tareas!. 13 Y fueron corriendo hasta el Ayuntamiento, donde le dijeron al seor Alcalde lo que haban vis to. Ser posible dijo ste. Pues s, efecti vamente, era posible porque estando el matri monio comentando con la primera autoridad local el sucedido, llegaron otros vecinos que igual mente haban presenciado cmo las bandadas de dpteros deglutan el ingrediente de embastar. Ya, por fin, todo se haba aclarado. Ahora, el problema era encontrar un pegamento que no les gustase a las moscas, o mezclar algo con la ha rina con la que hacan el almidn, para que no lo comiesen. En cuanto a lo primero, era un poco di fcil, pues en aquellos lejanos das los nicos pe gamentos que se conocan en la villa eran el tan mentado almidn, que se preparaba como ya se ha dicho, a base de harina de trigo, y el pan mascao que usaban los chiquillos para hacer cachirulos. Y en cuanto a lo segundo, ms caro te lo pongo, dados los escasos conocimientos de qumica de la grey zapateril para mezclar cosas raras con el almidn. Sin embargo, todo termin felizmente en aquella angustiosa situacin, gracias a la opor tuna presencia aquellos das en Elda de un hom brecico llamado Nicasio el Sanguiliebre, el cual era muy versado en preparar mejunjes para curar a sus cabras, de las cuales era pastor, y que so la sentar sus reales por los lados de la Sierra del Caballo. Veris cmo fue la cosa. Encontrbanse una tarde despus de entre gar la tarea varios zapateros en la cafetera del to Gabelo, sita en la que fue calle de las Mo reras y tambin Subida de la Pastora (hoy Ricar do Len). Dicho establecimiento se vea muy con currido en aquellos das de nuestra narracin por el exquisito gusto de su decoracin que com prenda desde sus barriles de vino adosados a la pared y sus cmodas sillas de anea y esparto hasta la boja que colgaba en la puerta de entra da; pasando por las ristras de pimientos secos y panochas roseras que colgaban del techo, como asimismo estupendas esteras de esparto y muelles peludos para el piso. Pero, sobre todo, se vea concurridsimo por sus exquisitos caldos de Camara, que quitaban el sentido. Decamos que 14 haba varios zapateros reunidos y el tema de con versacin era, cmo no, el del dichoso almidn. To dos decan las mismas variaciones sobre la mis ma solfa: cmo hacer para que no le gustase tanto el almidn a las moscas. En stas estaban cuando acert a pasar por all el mentado to Nicasio, el cual, al ver la boja en la puerta se col de rondn para degustar el vino del to Gabelo. (Es archisabido que, en aquellos tiempos, cuando en la puerta de una casa haba una boja colgada, quera decir que all vendan vino al por mayor y al detall.) Al pasar por delante del grupo de zapateros, le llam la atencin lo que hablaban, y deman dando silencio, exclam: Repueta! Pero qu burros sois! Oiga usted, qu es eso le dijo uno de ellos. An no ha probado el vino y ya est di ciendo tonteras Claro: si no queris que las moscas se co man el almidn ponedle piedra lipis. Se hizo un silencio de ultratumba. All no se oa una mosca, con tantas como haba, y, cuan do reaccionaron, dijo otro de ellos: Y eso, qu es, to Sanguiliebre Muy sencillo hombre contest ste; sulfa to de cobre, pueta! Frmula qumica SO4-Cu, piedra lipis caparrs. Piedra lipis. Ponis un poco de este ingrediente mezclado con la harina para hacer el almidn y se acabaron las moscas. Y, efectivamente, se acabaron las moscas. Se comprob felizmente su desaparicin al mezclar la piedra lipis con el almidn. Con tal motivo, hubo gran jolgorio en la villa, y hasta alguien propuso sacar a nuestros Santos Patronos en pro cesin de accin de gracias, pero no prosper la idea. Lo que s se hizo fue oficiar a las primeras autoridades provinciales de Sanidad en Madrid, de la feliz solucin del problema gracias a la pie dra lipis. Poco tiempo despus apareci en el Boletn Oficial de la Nacin la orden que con gran nfa sis imparti el seor Director General a sus su bordinados, y que deca as: Tmense las opor tunas medidas para que en todo el territorio nacional no se fabrique ni un solo gramo de en grudo sin ponerle su racin de piedra lipis. Dado en Madrid, etctera, etc.. Y volvi la tranquilidad a la Elda zapatera. Volvieron a sus cuarteles de invierno los espol sadores y otros medios matamoscas y pudieron seguir entachando sus tareas los zapateros en las puertas de sus casas, en las gratas atardecidas eldenses. Gracias, cmo no a la piedra lipis! LAS CABAUELAS (De la serie curiosidades reales) . nu son las cabauelas Copiamos literal Lit mente de una docta enciclopedia lo si guiente: El tiempo que har cada mes, rigindose por el que har los doce primeros das del ao, o deducindolo por las variaciones atmosfricas acaecidas en los veinticuatro primeros das del mes de agosto del ao anterior. Amrrame esa mosca por el rabo! Y digo esto, porque un hombrecico del tiempo, que por cierto no sale en televisin pero que recolecta unas estupendas lechugas, me dijo en cierta oca sin que de eso, nada. Las cabauelas, segn l, se basaban en los doce primeros das del mes de agosto y que lo que hicieran estos das haran los doce meses del ao prximo. Resumiendo: esto de las cabauelas, segn lo entiende este modesto ciudadano, es el cuen to de la buena pipa o una juerga con vino espa ol entre conejos y perros podencos. Seguramen te la historia de estos fenmenos telricos la inventara algn fenicio para vender libricos, explicando los insondables misterios de las cien cias del tiempo. Tengo para m que este sujeto se ra el mismo que hace muchos aos venda por las calles una especie de folleto y que lo anunciaba de este guisa. La vida natural por diez centmos! acentuando la i de los cntimos. Bien, para que el lector no crea que dudamos de mala fe de las excelencias de las dichosas cabauelas, vamos a sacarle punta a cualquie ra de las dos tesis. Lo mismo nos da la de la en ciclopedia esa que la del hombre de las lechugas. Preferimos la segunda por razones de afinidad entre quien lo expone y mi ltimo apellido. Es decir, entre el hombre del campo y la Horteta. Empezaremos por hacer notar que para sa ber si es efectiva la teora de las cabauelas tie ne que venir el ao siguiente. Es decir, el mes de enero del ao que viene har el mismo tiempo o las variaciones del uno de agosto del ao actual. Por lo tanto, el ao siguiente del 1 de agosto ac tual ya no se acuerda ni la tortuga Tuska del tiempo que hizo el uno de agosto del ao pasado. Adems, tengo motivos para afirmar la inope rancia e insulsez emprica de las cabauelas, entre otras razones, porque hace muchos aos que vengo oyendo que en los bisiestos tienen las ha bas la ua del galln al contrario que en los aos normales y sin embargo, nunca pudo aclararse si es o no es as. La razn de la falta de aclaracin Pues muy sencilla, que nadie guarda una vaina de haba del ao anterior para compararla con la del bisiesto. Por la misma razn y en lo que respecta a las cabauelas de mis pecados, no hay quien se aclare, pues al ao siguiente no se acuerda na die del tiempo que hizo tal da del ao anterior. He dicho nadie No! Me retracto y rectifico. Hubo un seor llamado don Gundemaro Porempliega Sa rampin, coronel retirado de Intendencia, muy meticuloso l, amante de los detalles y las cien cias exactas y adems suscriptor del Calendario Zaragozano, que s que llevaba muy en cuenta es tas cosas. Anotaba el tiempo y las circunstancias de los das a que se referan las cabauelas y las com paraba al ao siguiente. Casi nunca salan las co 15 sas tal como predecan los das sealados por es tas cabauelas, pero como tena mucha fe en ellas, les daba siempre un margen de confianza y segua en sus creencias, hasta que un infaus to da cayeron por tierra todas las esperanzas de arreglar este mundo por medio de las malditas y precipitadas cabauelas. El seor que citamos era casado y adems tena varios hijos. Cierta tarde, estaba en su domicilio hacien do, como de costumbre sus clculos infinitesi males, cuando escuch la voz del ms pequeo que deca: Pap! Nos llevars el primer da de Pas cua a comernos la mona al Arenal o al Chopo si hace buen da Escuchada que fue la pregunta, puso a pre sin su mente para calcular, con arreglo a sus queridas cabauelas, el da que hara el domin go de Pascua citado por su hijo. Despus de pro lijos estudios, grandes esfuerzos metafsicos y profundas consultas al Calendario Zaragozano, sac sus apuntes de ao anterior y vio que efec tivamente, el 4 de agosto haba transcurrido en calma chicha, con una ligera brisa del Noroeste y pequeas nubecillas con destellos iridiscentes desde la Sierra del Caballo hasta los Chaparra les, pasando por el Cid y desde este ltimo pun to formando un ngulo recto con la sierra de Ba teig para perderse al fondo del valle por el Puente del Sambo. Formidable --se dijo el primer da de Pas cua, que es en abril, har el mismo tiempo que el 4 de agosto, pues coincide el cuarto da de este mes con el cuarto mes del ao siguiente. Ya resuelto el espinoso problema, entr en el comedor de su casa donde se hallaba reunida la familia y con gran prosopopeya orden: Magdalena! El primer da de monas iremos a donde queris los chicos y t. Procede por lo tanto, a preparar cuando gustes los bastimen tos necesarios para pasar un buen da de campo, con la seguridad de que har un tiempo espln dido. Ah! No olvides ese da prepararme las torrijas que tanto me gustan. Dicho lo cual, se retir a su estudio con la arrogancia de un general que ha ga nado una difcil batalla. 16 Lleg por fin el da tan esperado y deseado. Muy de maana sali don Gundemaro con toda su prole, bien cargados de vituallas, sin olvidar los juguetes de los chicos ni sus libros de estudio para aprovechar el tiempo a la sombra de una higue ra. Salieron de la ciudad tomando por los lados de la Tafalera, siguiendo por La Sirmat, La Horteta y Santa Brbara, es decir, la ruta del Arenal de Ca pra la. Cerca ya de su destino, se encontraron con el to Buscareta, un hombrecillo endomingado que bajaba al pueblo seguramente a or misa y lue go a jugar una partida de truque con sus amgo tes. Buenos das tengan ustedes! dijo al pa sar. Y don Gundemaro muy deferente, corres pondi: Muy buenos los tenga, buen hombre! Y de verdad le digo que ser un da maravilloso. Al or esto ltimo, se qued el to Buscareta mirando unas nubecillas que asomaban por Ca mara y slo dijo: Hum! (en lenguaje campesino, esto quie re decir: Eso no se lo cree ni tu ta Alfonsa). En el transcurso del da, se vio que lo del Hum era todo un tratado de filosofa campe sina. Bien, llegaron al Arenal y plantaron sus re ales debajo de un garrofero, pues las pocas hi gueras disponibles ya haban sido ocupadas por otras familias eldenses ms madrugadoras. Don Gundemaro se aplic a preparar unas piedras que hicieran de mesa y asientos. Mientras tanto, doa Magdalena se apresuraba a ir sacando de las cestas las mltiples cosas comestibles para el almuerzo. A todo esto, los chicos se hab an subido al Arenal para practicar el deporte que siempre ha sido predileccin de casi todos los nios eldenses: tirarse de arriba a abajo dando vol teretas y tragando arena por el camino. Cuando ya estuvo todo preparado sali el jefe de la familia del cobijo del garrotero y a voz en grito dijo: Nios! Venid de prisa, que vamos a al mor... ! La slaba zar ya no sali de su boca, pues en ese mismo momento vio que por la par te de Camara las nubecillas que haba visto el to Buscareta se haban convertido en amenazantes nubarrones y que en aquel momento venan en di reccin a Caprala, con gran aparato de truenos y relmpagos. Ante la inminencia del peligro, dio orden de levantar el campo y haba que ver a toda la familia Porempliega afanndose en recuperar todo el equipaje desparramado en el suelo. El bueno de don Gundemaro creyndose an con tropas a sus rdenes deca: Con orden, con orden! Recojan las vitua llas y utensilios para efectuar una rectificacin de frente a retaguardia. No digas tonteras! deca su esposa que nos vamos a poner como sopas. Y aunque el jefe dio el ejemplo cargando con sus libros y la sartn de los gazpachos fue una re tirada de desastre, ya que no haban terminado de reunir todos los chirimbolos que haban trado, cuando empezaron a caer unos goterones que en pocos segundos se convirtieron en diluvio. A campo traviesa y dejando por los bancales hasta las torrijas de don Gundemaro, pudieron lle gar a la casa de La March, donde los buenos ca seros les quitaron el susto con una bota de vino. All estuvieron casi todo el da, pues llova ms que cuando enterraron a Zafra y a la cada de la tarde pudieron regresar a la ciudad. Ya en casa, a donde llegaron cansados, ham brientos, empapados y tristes, hizo don Gundemaro lo nico sensato que poda hacerse: Quemar los libros, apuntes y revistas que hablaban de las ca bauelas y darse de baja como suscriptor del Ca lendario Zaragozano. INDIOS Y CHAMORROS (Cantatas aejas en camelo sostenido mayor, de la serie sucedidos eldenses) DEDICATORIA. A todos los indios de plumaje imaginario que formaron escuela de buen humor A todos los chamorros, que perdieron con dolor los picos de sus boinas vascas y castellanas. A los que fueron ya los que quedan. A todos ellos, dedico con gran cario estas cantatas. S i hubisemos de seguir la tnica cursi de un cronista de sociedad de la poca que nos ocupa diramos: Segn noticias fidedignas lle gadas a la redaccin de El Trmolo Literario se han formado en Elda dos grupos de jvenes ami gos, con el exclusivo fin de hacer el mayor bien posible a sus paisanos y, al mismo tiempo di vertirse, honestamente lo ms posible tambin. Se trata de personas muy conocidas en el mbi to local, y de cuya austeridad y buenas costum bres damos fe. Esperamos que estas uniones de los jvenes de la mejor sociedad eldense, den frutos abundantes de diversiones elegantes y actos de pristina enseanza para honra y prez de nuestra querida ciudad. Pues no, seor. No lo diremos, porque la re alidad fue otra bien distinta. Menguados estar amos al creer las cursileras del citado semana rio local El Trmolo Literario de aquellas fechas. Y como no comemos cuentos, odo al parche, que la cosa fue corno sigue. Hacia los aos 1917-18 (en esto no se ponen de acuerdo los distintos miembros de aquellos gru pos que felizmente an viven) se formaron en nuestra ciudad dos bandas de amigos con el ex clusivo fin de divertirse en grande, tomarle el pelo al lucero del alba y encarecer las gaspa chs, paellas y dems sabrosos platos locales y regionales, amn de procurar atraerse a las ms garridas mozas del lugar para su regodeo y usu 17 fructo, por cuyo motivo andaban mayormente siempre a la grea los dos grupos o bandas. Unos se denominaron los Indios y el otro grupo Los Chamorros. Lo de indios parece ser que fue por que uno de los amigos tena una industria con un feroz guerrero sioux montado a caballo como marca de fbrica. En cuanto a lo de chamo rros est ms claro. Todos llevaban boina y ya es sabido que en Elda a la boina vasca o castella na siempre se le llam chamorro. Las tales boinas tienen en su remate supe rior un piquito y esto fue el drama de aquellos tiempos. Los Indios, que no podan ir por la ca lle arrancando caballeras a los inocentes peato nes, se dedicaban a arrancar a mordiscos los pi cos de tales boinas de sus sempiternos enemigos los chamorros. Parece ser que, en principio, los que andan do el tiempo se llamaron indios tuvieron el nombre de Tankes. Esto es cierto y est demostrado, hasta el extremo de que incluso ha llegado a nues tros das una letrilla en la que se deca algo as como: Y son los tanques los que ms chillan quieren ser amos de las chiquillas y todos ellos estn cascaos sin una perra y medio baldaos. El inspirado vate que compuso este mo numento literario se vali para armonizarlo de una musiquita que haba trado a Elda una pe quea orquesta de cuerda llegada de Aspe. Y qu musiquita! Con un aire de tres por cuatro aga rrotao (a lo mejor he inventado una nueva di mensin en el cuadro de compases de la msica) sirvi en ms de unas monas de Pascua para bailar en los pedregales del Santo Negro y la ta Gervasia. Y cmo no, para hacer dormir incluso a los chiquitines de entonces en sus cunas. La tal orquesta haba venido a Elda segura mente a tocarle una serenata a alguna Josefa. Aqu se les capt esta maravilla sinfnica que sirvi como himno de guerra de los Chamorros con tra los odiados Tankes. Por lo que se deduce de tal cancioncilla, unos se llevaban las chicas y los otros contesta ban cantando. Tiempos idlicos aquellos! Bien, hubo metamorfosis. Los Tankes se convirtieron en Indios y parece que el pueblo 18 gan mucho con ello, ya que es con esta denomi nacin con la que se conocen sus abundantes historietas, que hoy, claro se catalogaran como gamberradas, pero que por entonces no se les llamaba nada, excepto que los eldenses se rean y listo. Tambin como los Chamorros tuvieron los Indios su himno de guerra. Fue una com posicin en cuartetas esquins del conocido vate eldense Emilio Rico Lechuga y cuyos ripios ms o menos, acababan as: Semos patriotas, sernos guerreros semos los amos de La Sirm toos rejuntaos semos muchismos y esparrama os no sernos n. La msica que armonizaba tamao despro psito s que no ha habido forma de encontrarla: se perdi en la noche de los tiempos. En cuanto a sucedidos pintorescos, poco hemos podido espigar en el recuerdo de los Cha morros, a no ser, claro est, el potaje que se arm en un baile del Casino Eldense, por no dejar en trar a alguno de stos. Con tal motivo, repito, hubo una zambra de aqu te espero Amadeo. Al final, los Chamorros se fueron a bailar al teatro Castelar y todos tan contentos. Pero si los cha morros fueron parcos en sucedidos dignos de mencin, no ocurri as con los Indios. De s tos, por lo que recordamos y lo que nos han con tado personas dignas de todo crdito, se podra llenar un libro as de grande. Pero, tranquilcen se, amables lectores. No los contaremos todos. So lamente aquellos ms relevantes, que sern como el pendn de guerra del buen humor de aquellos eldenses de antao. Sin embargo, hay que hacer una pequea salvedad. Cuando se cuentan su cedidos y ms si son graciosos ocurre mu chas veces, como en el caso del genial caricato Ramper, al cual le atribuyeron en su larga carre ra muchos chistes que ni l mismo saba. O como en el caso ms reciente de un prestigioso y ho nesto fabricante de nuestra ciudad al que se le han atribuido sin l saberlo todas las cosas graciosas ocurridas en mil viajes que l no ha efectuado. Adems, en la carretera general de Ocaa a Alicante, hasta una curva peligrosa hoy desaparecida llevaba su nombre, que por cier to no es el suyo, sino la marca de sus estupen dos fabricados. Y proseguimos: En el cuartel de la Guardia Civil se recibi una tarde un alar mante aviso en el sentido de que la indiada es taba en pie de guerra en el Teatro Castelar dis puestos a cortarles no slo los picos de los chamorros a los dem, sino el pelo al rape a todo bicho viviente. Todo haba empezado con una danza guerrera en pleno patio de butacas, acom paado por su famoso himno que empezaba: Somos los indios ms placenteros y pueteros de por ac.... Haba que ver el rolde con todos los miembros de la tribu en cuerpo de camisa, ha ciendo de las suyas. Mara Santsima! la que all se arm al pre sentarse el sargento comandante de puesto con un nmero a sus rdenes! Hubo indio que se me ti en un estuche de pelculas, rompiendo la ley del contenido y el continente. Otros saltaron por las ventanas y an creo que siguen corriendo por las praderas del Oeste americano. En fin, rase usted de las tortas y los mojicones. Sobraron tantas de aquellas que al da siguiente las venda el tuer to Serafn en su carrico a precio de saldo. Das despus, y ya fumada la pipa de la paz, paseaban varios conspicuos de la tribu por la carretera de Monvar, cuando se encontraron con un buen hombre que traa a vender al pueblo un carro de sarmientos. Dnde va usted, amigo preguntaron. Pues a ver si vendo el carro de lea y me vuelvo a mi casa respondi. Rpidamente celebraron consejo los ancia nos de la tribu y le dijeron al carretero: Nada, buen hombre, eso est resuelto. Lle ve el carro a tal sitio y descargue all. Luego vaya a tal otro sitio y le pagarn la lea. Total, que el buen hombre descarg donde le dijeron y despus fue a cobrar donde tambin le haban dicho. Bien, pues aqu empez el drama, porque el seor a quien se dirigi para que le pa gase los sarmientos le dijo que l no pagaba ms lea que la que traan para las hogueras de San Antn y que dicha fiesta haca tres meses que se haba celebrado. Por lo tanto, deba ir a cobrar la mercanca donde la haba descargado. All se present s, pero la lea ya no estaba, pues los fe roces indios, que en el fondo eran unas almas benditas, ya la haban repartido entre gentes ne cesitadas. Claro que el hombrecico de Monvar co br al fin su importe, aunque jur firmemente no volver a Elda a vender nada ms. El sucedido con el hombre de la lea tambin lo tienen este grupo de humoristas eldenses en la versin jamones. Se trataba de un manchego que aterriz por aqu con una buena partida de aque llos para su venta y lo cogieron por su cuenta los indios. Hecho el trato de la sabrosa vianda lo enviaron con la mercanca a otro del clan. ste se qued con los jamones y envi al manchego a cobrar al domicilio de otro adltere. Total, que al final el pobre hombre no saba ni dnde estaban los jamones ni si l mismo era de la Mancha. Justo es decir tambin que, como en el sucedido anterior, el manchego cobr los susodichos ja mones y tambin sali de aqu como alma que lle va el diablo, prometindose no pasar de La Enci na para abajo en toda su vida. Y las bromas que se gastaban entre ellos Aqu van dos botones de muestra. Uno de la tri bu est para casarse. Tiene ya la casa montada y con un futil motivo le sacan la llave de su futu ro domicilio. Pues bien, all se presentan un buen nmero de ellos y cambian de lugar los muebles. Donde estaba el comedor colocan el dormitorio y donde estaba ste dejaron slo un pudibundo ori nal en medio de la estancia, para terminar mar chndose y dejando la puerta de la calle de par en par. Otro de ellos se ha casado y regresa de su via je de novios. Van a esperarle a la estacin con gran aparato de msica y charamitas. Al bajar del tren, al novio feliz tras los obligados vivas y pa rabienes, le meten un saco por la cabeza y se lo llevan con ellos dejando a la novia compuesta y sin marido en el mismsimo andn. No todo fueron bromas pesadas, sin embar go. Hay que hacer notar en justicia, que tambin tuvieron detalles de amor al prjimo y de desin ters para dar das de jolgorio a sus convecinos. En cuanto a los primeros, cito como ms im portante uno que presenci en mi niez. Una vspera de Reyes, entr en la ciudad por la carretera de Alicante el rey de los indios 19 montando un brioso caballo blanco, al frente de grandes carros conteniendo juguetes para los ni os eldenses. Aquel da se convirti en Reyes Ma gos toda la tribu y a buen seguro que no sera gra no de ans lo que gastaron en la cabalgata. Tampoco se ha borrado de mi retina la visin que presenci alborozado un da en la calle Nueva Arriba (hoy, Generalsimo). Un bosque de maderos plantados en toda la calle, como para una coleccin de fuegos artifi ciales, al estilo de los que tiraba el to Machu ca en la calle Nueva Abajo (hoy Antonio Maura). Slo que mientras Machuca pona en los maderos ruedas, bengalas, carcasas y otros adornos co heteriles, los indios pusieron aqu una escoba, all un bote vaco de sardinas, acull una sartn vieja y para qu seguir Todos los trastos ms ra ros estaban presentes en la gran coleccin de fuegos de artificio. Aquello fue el escenario de la fiesta pues, a lo largo de la jornada se vio que el motivo de tales preparativos era la inaugura cin de un metropolitano (as como suena) entre la citada cal le Nueva arriba y el castillo o forta leza de los Condes de Coloma. En el lndian Palace, sede de la belicosa tri bu, haba un enorme cartel anunciando el extra ordinario acontecimiento, que caus el pasmo a todo el que tuvo la suerte de presenciarlo (los preparativos, claro). Tan perfectamente estuvo montada la broma que todos los eldenses cremos de verdad que tal caso haba de ocurrir (excluyendo a los indios, como es natural). Hasta de los pueblos limtrofes acudieron las gentes en cantidades masivas para admirar el prodigio. Pero al final del da se dio cuenta el pueblo entero de que haba sido una Indiada ms, y bien gorda, ya que a la hora de empezar la fiesta estaran los patrocinadores bien lejos del bullicio, en amorosa compaa segura mente, de unos conejos fritos con tomate y rin dose a ms y mejor. Termin la jornada y queda ron las calles solitarias. En la calle Nueva Arriba seguan los palos del castillico que no ardera ms que en la imaginacin de los indios. Sin embargo, algn eldense, al retirarse a su casa aquella noche, ira pensando por el camino: Ser verdad eso del metro de la calle Nueva al Castillo Y termino con los indios y los chamorros. Fel ices el los, que llenaron un perodo feliz de la vida eldense en una poca en que no haba con taminacin, problemas de aparcamiento, ni tan tas letras devueltas. No debieron pasar los aos tan de prisa, esta es la verdad. QUE VIENE EL AEROPLANO (De la serie sucedidos eldenses) Todava a estas alturas del ltimo tercio del si glo, me parece que nuestros fraternos vecinos de Petrel no nos han perdonado el gran bombazo que Dios sabe qu eldense, all por los aos vein te, gastaron, no slo a los citados vecinos de Pe trel como decamos, sino igualmente a buenas gentes de los pueblos de la comarca que en gran des cantidades vinieron al espectculo. Se trataba del aterrizaje de un avin en unos bancales que estaban situados entre las hoy Gran 20 Avenida y calle General Moscard, ms o menos. Por aquellas fechas los tales bancales ya haban sido adquiridos por las sociedades El Progreso y La Fraternidad para construir los barrios que hay en la actual idad. Dicha as la cosa, parece muy sencillo que un aeroplano aterrice en unos bancales, pero bueno pues. Como suponemos al lector muy agudo y suspicaz, notar el desnivel tan enorme que exis te entre la parte baja y alta de estos barrios. Si a esto aadimos los ribazos de casi un metro de al tura entre uno y otro bancal, a los que se les ha ba quitado las piedras y desbastado un poco el escaln, ya me dirn ustedes qu clase de avio nes podran aterrizar all. Seguramente, ni el ca rro del to Tango, aguador en aquellos tiempos con su dotacin de doce cntaros de agua, poda pasar. Cuanto menos, aterrizar un aeroplano; pero como esto es lo de menos, vamos al meollo del su cedido. Transcurran das de septiembre y se cele braban nuestras Fiestas Mayores. Uno de los n meros de dichas fiestas era el aterrizaje de un ae roplano en los solares, acondicionados al efecto, sitos en el Campico y hasta en el programa de actos civiles y religiosos se insertaba el numeri to del aeroplano. Este nmero del aeroplano y una corrida de toros que se dio en Elda, con tres toros que fue ron cuatro, y cuatro que fueron tres, es posible que tuviera conexin en la vena humorstica de la mente que los cre. No sera su autor un bene mrito eldense, gran amante de su pueblo, fino hu morista, que fue primera autoridad en Elda y bajo cuyo mandato se dieron las mejores colecciones de fuegos artificiales Contemos de pasada la tal corrida, y ver el lector hasta dnde llega la chis pa eldense. El Parque de Atracciones, de grata recor dacin, tena una placita de toros, cuadrada por ms seas, que precisamente estaba situada donde actualmente existe una especie de pagoda china invertida, delante de la FICIA y que hace las veces de restaurante. El programa de la tal corrida deca ms o me nos: Se lidiarn tres bravas reses que parecen cuatro, pero que son tres. Y ocurri lo siguien te: sale el primer toro y llega al final. Sale el se gundo y a media faena lo devuelven al corral, di cen que por que haba mirado con malos ojos al torero. Sale el tercero y normalmente llega al fi nal, igual que el primero. Por ltimo, sale por los chiqueros un toro blanco, impoluto, recin pinta do, que era el cuarto, pero como se trataba del que haba sido devuelto al corral, pues eran tres. Y se guimos con nuestra historia. Bueno, no quieran ustedes saber la que se arm en los pueblos de los alrededores con la ve nida del aeroplano a Elda. Se movilizaron las gen tes de estos y an de ms all. Pero, sobre todo, de la vecina villa de Petrel. Como quiera que el acontecimiento deba ser por la maana y haca un buen da de sol, apa recan colmadas de personal todas las oliveras y almendros que circundaban los terrenos donde de bera posarse el pjaro de acero. Cantidades in gentes de tortillas y otras vituallas estaban pre paradas debajo de los rboles, a la sombra. Se supona que tardara mucho en llegar el tan men tado aeroplano, pues unos decan que vena de Ali cante y otros que de Cartagena. Y como la velo cidad de crucero de aquellos trastos, en las fechas que nos ocupan, era ms bien parca, pues haba que echarle mucha paciencia a la cosa. Fueron pasando las horas y consumindose las tortillas y las vituallas y la paciencia de los es pectadores Qu crimen! deca uno de Sax. Con dos reales que le he dado a un chiquillo para que me dejara la rama ms alta de un almendro, y para nada. No, si estos de Elda siempre han sido unos informales! deca otro de Monvar no saben ms que ir a mi pueblo a pedir dinero a rdito. Y de este tono eran todos los comentarios que se escuchaban en los corros de gente que rodea ban el aeropuerto de Barajas, de ocasin que se haba preparado. Pero precisamente por su proximidad a Elda, los que menos molestias ha ban sufrido eran los de Petrel y, sin embargo, es taban ms disgustados que nadie. Uno de ellos de ca: Yo no aguanto ms a estos cagalderos!. Prefiero dedicarme a hacer cntaros y botijos en mi pueblo que bajar a trabajar a Elda (en aque llos tiempos, una gran masa de trabajadores de Petrel lo hacan en las fbricas de Elda). Otro de ellos vociferaba: No hay derecho! Yo que quera ir hoy a coger hierba para los conejos y me hacen esta faena. En fin, para qu seguir Por un tiempo, pagamos los eldenses la cuenta de tan ta desilusin y adems tuvimos que or y tragar nos el sonsonete que con gran guasa nos decan 21 los de Petrel: Cagalderos!: Ha venido el bu rroplano. Adems de aguantar lo del burroplano, ya no podan subir los chicos eldenses a cortejar a las chicas de Petrel, pues se exponan a recibir una pedrada a la vuelta. Precisamente al que suscribe le hicieron polvo una noche la bandurria de un cantazo a la altura de la Cruz Cubierta, cuando regresaba a Elda despus de haber dado una inocente serenata a una Remedios petrolan ca. Y lo sent mucho, s seor, pues haba tenido que sacar muchos calados y cortado muchos sa lones para ahorrar los seis duros que me cost. Poco a poco fueron serenndose los nimos y volviendo las aguas a su cauce. Hoy alternan el denses y petrelenses en gran armona. Incluso el firmante se ha olvidado de la bandurria y de los seis duros que le cost en aquellos tiempos. Hoy tengo grandes amigos en el vecino Petrel y, ade ms, he salido algn ao en la Chusma, de la comparsa de los Flamencos, donde siempre fue festero de pro y particular amigo Juanito el taxis ta. Y por qu no decirlo Tambin tuve el honor, en una ocasin, de pagar una ronda en la popu lar Pea El Gallo. Y digo que lo tuve porque en esa pea nadie puede pagar nada sin ser miembro de la misma, y yo me honr invitando a sus dilectos peistas. Y ms y ms detalles citara de com prensin y simpata, hasta llegar a hoy da, en que incluso se habla de la posibilidad de unir a los dos pueblos. Tambin se habla de nombres nuevos, como por ejemplo el de Elda -Petrel y Petrel -Elda para dicha unin, y como tambin quiero echar mi cuarto a espadas en este complejo asunto, ah va mi opinin: Elda -Petrel. No les gustar a los de Pe trel, porque quedan en segundo lugar y adems suena el nombre a ferrocarril Petrel -Elda. No les 22 gustar a los de Elda, porque, adems de quedar en segundo lugar, parece el nombre de una com paa de seguros. En vista de esto, sugiero lo si guiente: Confeccionar un nombre con todas las letras que tienen ambos pueblos, por ejemplo, Elpeda trel o Peledatrel, empezando por la primera sla ba de uno u otro. Esto se puede arreglar fcilmente reunindose las primeras autoridades con sus corporaciones, secretarios y maceros incluidos, y echando una perra gorda al aire, como cuando se juega a las chapas o como hacen los rbitros de ftbol, y al que Dios se la d, San Pedro se la ben diga. Y para terminar con este vidrioso asunto, su giero con gran nfasis este nombre, que puede ser famoso en el futuro del valle: Elpetrelda del Va lle. Puede ser sta la solucin del futuro nom bre Razonemos: Si bien el nombre completo de Petrel est en marcado por las dos slabas de Elda es porque el nombre que nos cobija lleva el nombre de sta, y acoge en su seno el nombre de aqul, que hace de ncleo. De ah su nombre completo. Mientras que Elda, con sus dos slabas, rodea amorosa mente al pueblo hermano. Y mirad qu bien sue na: a los oriundos de ambos pueblos les llama ramos en el futuro ELPETRELDENSES. Por otra parte, y bien mirado, pueden estar contentos de este hipottico nombre futuro los de Petrel, ya que conservan su denominacin intacta, y a los de Elda nos parten por la mitad. Vamos, como me partieron a m la bandurria aquella aciaga noche de la serenata. Y termino. Hago fervientes votos por esta fe liz solucin, aunque no viniera el aeroplano ese que por tantos aos nos tuvo en la guerra fra a pe trolancos y cagalderos. EL PASEO DE LA MORA (Cuento) C lareaba el da en el valle. Ya el almudano de la fortaleza, llamaba a la primera oracin mi rando al Oriente, y los riscos, que como celosos guardianes rodean a ldella, se tean del suave carmes de la aurora. En estas primeras horas del da, descenda por el suave camino de la colina del castillo, Zu lay, la bella hija del Cad, que mandaba las mes nadas que sojuzgaban las tierras de los un da fe lices beros. Cuando llegaba la hermosa monta a la ori lla del ro, se quedaba extasiada contemplndo se en sus rumorosas ondas y comparando el pa norama de sus orillas plenas de huertas y frutos, con la tierra de donde ella haba venido. Reseca y desrtica. Segua la doncella su lento caminar ro arri ba hasta un lugar que llamaban La Tafalera. Nombre que los rabes dieron a este paraje por la variedad de los colores de sus tierras. Ya fe que era hermoso contemplarlo. Al fon do las vegas del Monastil y ms cerca las de La Sirm, verdes y ubrrimas. A la derecha, un sua ve otero, El Lobico le decan, con colores fuertes rojizos, y un poco ms atrs, hacia el Sur, otro ote ro con sus lomos amarillos. Cerraba esta bella combinacin de colores, el azul -verde del Vinalo p poblado en sus orillas por caaverales y tarais. Todos los das recorra Zulay este camino desde que lleg de sus lejanas tierras, y se diverta viendo sus maravillas. Pero la monta estaba tris te. All muy lejos, entre las palmeras del oasis don de naciera, haba quedado su recuerdo ms gra to. Un apuesto mancebo a quien amaba, y a quien no saba si volvera a ver. En vano sus fami l iares le procuraban todas las distracciones posibles, ni esclavas danzarinas trenzando danzas del desierto al son de las guz las, ni bellos pajes desgranando suaves canciones de amor, lograban adormecer su recuerdo. El de su querido Admed Zelik, que un da ya lejano le dijo al abandonar su querida patria: Ir a tu encuen tro, Zulay! No me olvides y esprame! Y ella segua esperando con el solo consuelo de su dulce re cuerdo, y sus gratos paseos por la orilla del ro. Un da se encontraba la bella Zulay acoda da en la ventana de su aposento y entr su padre en la estancia. Al ver a su querida hija triste y pensativa como siempre, le pregunt: Qu te ocurre, mi bella nia Por qu nada de lo que hacemos para distraer tu pesar te consuela No s, padre mo, quiz el recuerdo de felices tiempos pasados, me tengan tan triste. O quiz ser que aoro algo que a lo mejor no volver a ver ms. Yo s qu te ocurre, hija ma. Pero, quin sabe, los designios de Al slo l los conoce y a lo mejor cualquier da vuelve lo que t esperas. Podr ser, padre mo Ten fe y ya vers como al final se acabarn tus angustias, dijo el padre. A pocos das de la entrevista y encontrndo se Zulay en su diario paseo por la orilla del ro, vino a buscarla un familiar para decirle que su seor padre la estaba esperando. Presto volvi la doncella a su encuentro, y ste le dijo: sube conmigo a lo ms alto del castillo que deseo ensearte algo. Cuando ya se encontraban arriba, en lado Norte de la fortaleza, le habl a Zulay: Ves esos campos de ah enfrente que llaman la Alfaguara, pues maana, a hora temprana, te ser dado contemplar un grandioso espectculo. Vers a los mejores caballeros musulmanes competir en justas al esti lo cristiano en tu honor. No comprenda Zulay todo el alcance de lo que su padre le deca, pero ste prosigui: aprovecho la gran ocasin de que han llegado numerosos y aguerridos guerreros de nuestra tierra para cele brar esta fiesta que espero acabar con tus pe nas y tristezas. Por el momento, estos guerreros de que te ha blo, se hallan acampados hacia el Sur, cerca del 23 Monte Bateig yen un lugar que llaman La Jaud. Maana a primera hora, estarn aqu para delei tarte y luego proseguirn a tierras ms al Norte para combatir a los infieles cristianos. Al da siguiente, tal y como le haba prome tido a su padre, baj con ste, y gran muche dumbre de servidores y palaciegos, acomodndose en la parte Sur del ro. Ya en los prados de la Al faguara, al Norte, se haban colocado unos apues tos jinetes rabes y prestos para la justa de ca balleros. Sentada Zulay al lado de su padre vio cmo ste daba la seal de empezar los juegos y vio tambin cmo saludaba a uno de los caballeros y al fijar la vista en l se le mud el color de su ros tro. Era su amado ADMED el que vea. Desde aquel momento todo pas como en un sueo, hasta que terminaron las justas. Se acerc el vencedor para recoger el premio de su victoria de manos del Cad y al acercarse, vio Zu lay su gran turbacin, ya que el vencedor no era otro que el hombre que ella tanto quera y recor daba. Sonrea ladino el Cad al ver la turbacin de su hija. Ves bella nia, como haba que tener fe en Al Yo saba la causa de tus pesares y ahora soy muy contento de que os amis y espero que se is muy felices en toda vuestra larga vida. Y as fue en verdad. Pues aunque el caballero ADMED ZELIK tuvo que llegar guerreando hasta la frontera de Castilla, en Medinaceli de Soria, vol vi para poner a los pies de su amada ZULAY los muchos trofeos conquistados a las huestes cris tianas. Recorrieron muchas veces, paseando entre lazados, ro arriba, contndose sus amores, por aquel sendero que siglos ms tarde le llamaran: EL PASEO DE LA MORA. EL CAMINO DEL MARN (De la serie Vericuetos eldenses) RA ucho antes de que existieran los puentes que Munen ambas riberas del Vinalop, ya estaba este camino que no es tal, sino vereda o caada real, por donde en la antigedad transitaban los ganados trashumantes. Saliendo de la ciudad en direccin Oeste se cruza el puente que llamamos de Monvar y des pus de unos pocos minutos de paseo se toma a la derecha, abandonado la carretera, para iniciar el verdadero camino del Marn. Hoy todo ha cambiado en este inicio. Anta o fue un camino carretero, bordeado de nume rosas acequias y exhuberante vegetacin, hasta un casero que los antiguos llamaban Los Esco rrales. En la actual idad, como dijo el clsico, campos de soledad, mustio collado... Al pasar el casero citado, hay a la izquier da del camino una hilera de higueras al borde de 24 una acequia, que hace mucho tiempo dej de ver pasar el agua que les daba vida. Inicia aqu el camino una fuerte pendiente, para coronar en un otero que domina la trinche ra del ferrocarril, bajando a continuacin una suave cuesta para atravesar sta por un paso a nivel que nos sita al otro lado de la va. Aqu tambin se inicia otra fuerte pendiente y, al co ronar sta, estamos en lo que se llama la Vere da del Marn. Desde este lugar, la vista del valle es mara villosa, con la ciudad recostada en el Vinalop, que la rodea de Norte -Oeste al Sur. Al Este, la sierra del Caballo, El Cid y Los Chaparrales; Bateig al Sur, Boln y Camara al Oeste y la Lobera y La Torreta al Norte, formando toda la panormica una sin fona de colores que cambian segn la hora del da. Todos los tonos del gris y del azul por la ma ana. Todos los matices del ocre al carmes por la tarde, pasando por la variacin de los ms bellos tonos verdes que imaginarse puedan. Seguimos ascendiendo por la Vereda, con tierras resecas a los lados. Antao las regaba la acequia llamada de arriba. Yo he conocido es tos pedregales de hoy, exuberantes de viedos de plantimula y valens, que era la delicia de los paladares eldenses de aquellos tiempos. Hoy, estn condenados a ser parcelas para edificar. Y de hecho as es, pues a la derecha del camino, en direccin Nordeste, ya se ve un ncleo de casitas muy lindas. A la izquierda vemos la Casica el Aire, una edificacin compuesta de vivienda delante, corral en medio y pajar atrs, en un lugar invero smil, en lo ms alto de un montculo que domi na todo nuestro valle y las ramblas de La Melva y La Pat. No estuvo mal puesto el nombre, no, pero sus moradores no estarn faltos precisamente de oxgeno. Al pasar esta casa y por ser da de fiesta, me encuentro con una partida de bola en plena ve reda. El sol pega fuerte, pero los jugadores aten tos a sus tiros, no lo notan. Tampoco sus acom paantes, que hacen apuestas por tal o cual tirador y se disgustan y gritan cuando su favori to efecta un mal tiro. Dejo atrs la partida y sigo adelante. El ca mino va ascendiendo y hacindose ms abrupto cada vez. Ya hemos dejado atrs las tierras que un da fueron de labor y hoy son bancales comi dos por la hierba y los matujos que bajan de la montaa. Ya a los lados de la vereda estn el to millo y el cantueso que embalsaman el aire y el si lencio slo es roto por el murmullo de la brisa y las esquilas de un rebao que pasta en una hondo nada. De repente, el camino inicia un suave decli ve y perdemos de vista a Elda. Estamos llegando a la casa del Marn, a la que arribamos despus de atravesar la rambla que lleva su nombre. Precisamente en esta rambla se pierde lo que hemos llamado la vereda o caada real, pues lo que sigue despus de dejar la casa a la dere cha slo es una senda angosta. Por dnde con I .. I AMINO PE MARIN tinuara este camino de ganados trashumantes que desaparece tan misteriosamente Cualquie ra sabe. Quiz el tiempo cambi su curso y lo lle v a la eternidad, donde seguramente pastan los rebaos que transitaron un da por l. Siguiendo la angosta senda mencionada, subimos una suave pendiente que nos lleva a un pramo, otrora vergel de almendros y viedos que, aunque en secano, daba gloria ver. Hoy, slo es desolacin y abandono. Sin embargo, algo muy bello se divisa desde all. Un valle que ser un da no muy lejano la reserva para la expansin de nuestro Elda. Al trmino de este pramo, y ya en las estri baciones de la Sierra de Camara, nos encontra mos a la derecha con el famoso Posico Alonso. Cuntos gratos recuerdos acuden a mi mente al conjuro de este nombre! Cuntas generaciones de eldenses fueron hasta all en la noche de San Juan para comer el chocolate a la amanecida y to mar el agua de su humilde manantial ! Durante va rias generaciones, como se ha dicho, fue como un rito acudir a tal lugar y comer las brevas en esa noche. Por supuesto que las brevas, en tales fe chas, casi siempre estn verdes, pero ocurra una cosa muy curiosa en tal noche. Los eldenses ini ciaban la romera hasta el Posico Alonso a la salida de cines y teatros, o muy temprano, casi de noche an. Por lo tanto, los primeros que encon traban una higuera, se dedicaban a palpar el fruto en la oscuridad para encontrar alguno co mestible. Naturalmente, los ltimos que pasa ban, ya encontraban las brevas maduras de tan to apretn. Y volviendo a donde nos encontrbamos, de jamos a nuestra espalda el Posico Alonso y nos dirigimos, faldeando Camara, hacia el colla do que separa nuestro valle del superior, donde se encuentra el pueblo de Salinas. Desde all mismo y en un sitio que llaman el puente de la Barad, nos volvemos a contemplar el valle de que antes hicimos mencin. Con gran emocin lo contemplo, pues no en vano mis races paternas estn all. A la derecha, Toscana, la Casa el Tite, Las Caadas y al fondo Las Barrancs. Entre esta sie 25 rra, Camara y Boln, que queda a la izquierda, estn las mejores tierras del valle de Elda. Tie rras arenosas y frescas, aunque hoy por el aban dono, resecas y baldas. Yo conoc estos lugares hace muchos aos y en sus secanos bien cui dados se criaban deliciosos melones y sandas que daba glora comer. Hoy son eriales llenos de matujos y gran profusin de panicardos, cuyas simientes son la delicia de bellos pjaros can tores como las cagarneras, verderoles y gafa rrones, tan abundantes en nuestro val le. Pero algn da el hombre de Elda descubrir de nue vo aquel rincn tan clido y querido y surgirn, con ayuda del agua que a buen seguro conse guirn, bel las fincas y quintas de recreo y des canso. Yo, en mi deseo, ya las veo en mi imagi nacin y s que esa parcela tan querida de nues tro valle ha de ser, con el tiempo, la Arcadia feliz de los que vengan. Comienzo el retorno por camino distinto, pues se me ocurre que desandar lo andado es como per der el recuerdo de lo visto. Y por el camino de La Pat, que es el natural para llegar a aquel grato rincn reseado, me vuelvo a mi Elda, tras cruzar La Melva y encontrarme otra vez, despus de atra vesar tambin el puente del ferrocarril que igual mente llaman de Los Escorrales, con el camino del Marn. VAMOS A CORRER LA TRACA (De la serie Sucedidos eldenses) N adie que haya sentido el estruendo debajo de re una traca podr olvidar la emocin del mo mento y el olor acre de la plvora, en todos los das de su vida. En este levante feliz de donde somos oriun dos, se da muy bien esto de correr la traca. Se trata de un espectculo parecido al de correr la plvora de nuestros vecinos los moros, slo que sin fusiles. Ellos lo hacen montados a cabal lo. Noso tros, a pie, y en vez de escopeta llevamos un pa raguas para resguardarnos de las pavesas en cendidas que caen de lo alto. Lo de resguardarse de las tracas con un pa raguas no es broma, no. Conoc a un coterrneo que todos los aos, para las fiestas de septiembre, contrataba con un gitano de los que se dedican al arreglo de paraguas, cosioles y lebrillos, una docena de ellos de desecho. Desde luego, se trataba de mer canca de saldo, y por ser muy viejos, slo le dura ban a nuestro hombre escasamente veinte o trein ta metros de traca. Sin embargo, como ya contaba con la poca vida de los artilugios, porque el cal los arreglaba a base de hilo de palomar, pues situa 26 ba a varios de sus hijos en lugares convenidos, con el correspondiente paraguas de repuesto. Al llegar a estos puestos de control, cualquiera de ellos le entregaba otro, al tiempo que le deca: Padre, deme el esqueleto ese que trae, que me servir para hacerme un cachirulo. Mi hermano le espera en la esquina de la ta Mara los Pla tos con otro. Ah! y procure apagarse la lumbre, que se le quema la camisa. Nuestro personaje era feliz con esta diversin y todos los aos quemaba su buena docena de pa raguas corriendo las tracas. Tanto se hablaba de l en el pueblo, y an ms all, que en una oca sin recibi la visita de un viajante cataln, el cual le ofreci una buena partida de paraguas con defectos, a muy buen precio. Del pago deca el viajante no deba preocuparse ya que tena r denes de sus jefes de darle todas las facilidades que hiciesen falta. Y adems queran nombrarle representante para la zona, dada su buena dis posicin para consumir sus fabricados. Pero el seor Paco, ante la oposicin de su mujer, pens que era mejor dejarlo estar y seguir con su taller de zapaticos de punto espada y su deporte de quemar paraguas corriendo las tracas. Empez a pensar, pues, en las prximas fiestas de septiembre y en cuntos paraguas necesitara, pues tena entendido que la comisin de fiestas de aquel ao haba decidido ampliar el recorrido de las tracas a las calles de la Tripa, Comadre, Cl rigos y aledaos, adems, como es natural del tra dicional circuito de las procesiones por las de la Pursima, Independencia, San Roque, etc. Tambin empez a pensar que sus cinco hi jos iban a ser poca tropa para los controles de cambio de material, pero esta cuestin se dijo ya la resolvera de alguna forma. De momento, lo importante era tratar de encontrar al cal que le proporcionaba los paraguas de desecho para con tratar una buena partida de ellos. No tard mucho en resolver tan espinoso asunto, ya que a los pocos das se present en su tallerico el gitano de marras, que le espet de so petn: (cuidado, seor cajista): Miust, ze Paco. Aqu tiene un material fe nmeno que le tengo guardao. Veinte paraguas con varillas de asero sueco. Tela de sea imperme abilis y puos de caa india. Le dejo too er lote por tres baros (duros) y no se hable ms de la cuestin. Hecho dijo nuestro hombre. Y despus de abonar la mercanca la acari ci amorosamente, pensando ya en las prximas fiestas y en sus correras por las calles eldenses debajo de las tracas. De siempre ha habido muchos eldenses afi cionados a correr las tracas. Tambin el que sus cribe anduvo de chaval debajo de ellas por los ve ricuetos de nuestro pueblo. Claro que casi siempre llegaba a casa con la camisa o el ba batel hechos una pena de quemaduras, ya que no dispona de paraguas como el seor Paco. En estos casos, siempre haba represalias a base de buenos pescozones y alguna torta que otra. Sin embargo, un ao decid que haba que inventar algo para no sufrir la accin del fuego primero y de las tortas despus, as que, cavilando la cosa, hall la solucin que me dio muy buenos resulta dos en lo primero. En lo segundo, esto es, en las represalias, ya fue otro cantar. ! f. 7 1 7 El da de la alborada del ao que comento, me encontraba en casa por la maana pensando cmo me las arreglara para correr debajo de las tracas sin quemarme. Estaba en el porche de mi casa, como digo, y de pronto puse mis pecadores ojos en un mantel de hule que haba sobre una mesa redonda, de esas que llaman de camilla. Ya est resuelto! me dije. Agarr el hule, le cort justo en el centro un agujero que permitiera pa sar la cabeza y me lo encasquet. Pareca un in dio boliviano con su poncho, pero quedaba fuera lo ms delicado y haba que preservarlo. Tambin allan el detalle, pues en el mismo porche encontr un sombrero que usaba mi buen padre para ir a cazar el perdigote y ponindomelo incontinenti vi que quedaba completo el atuendo. Bueno: lo escond todo ya preparado y al da siguiente, despus de las vsperas, ya estaba en la puerta del Ayuntamiento esperando el comien zo de la primera traca. El to cohetero le prendi fuego en el Calle jn del Pandorgo, y al pasar por la plaza sal tan campante debajo de ella. Le dio la vuelta a la igle sia de Santa Ana y por el Toril entr en la plaza de arriba para subir por la calle del Castillo y caer en la Placeta de San Antn. Yo segua entusiasma do debajo de la traca, comprobando con alegra que el disfraz que me haba puesto era inmune al fuego. Sin embargo, en mi entusiasmo no me daba cuenta del recorrido y con tal mala fortuna que ste pasaba precisamente por delante de mi casa, donde se encontraba mi madre. Yo la vi al pasar, de reojo. Ella se me qued mirando, aun que sin reconocerme, pero la expresin de su ros tro pareca decir: De qu conozco yo este hule. Bueno, pues para hule, el que me dieron a m al llegar a casa. Slo puedo decir que me pas muchos das sin poder sentarme por el escozor del jarabe de alpargata que me dieron. Muchsimos sucedidos se podran contar de las tracas de mi pueblo. Hubo sin embargo uno que recuerdo mejor, porque tuvo sus ribetes de trage dia incluso. El pirotcnico de aquel ao era un hombre de la parte de Valencia. Buena persona y ms listo que un chaln, pero de muy mal genio. 27 Ya en la traca primera de aquellas fiestas le hicieron la gran faena unos chiquillos de cortar le la misma en algunos trechos, con lo que cada dos por tres se paraba el encendido, con gran bulla y risas de la gente que presenciaba el es pectculo. Con ms razn que un santo, el cohetero echaba chispas por el desaguisado y pens la forma de devolverles la broma a los que le ha ban hecho quedar en ridculo. El segundo da de fiesta sala la traca del Ayuntamiento y pasaba por la calle de Coln, que, como todos los el denses de pro sabemos, era de las ms angos tas de Elda. Visto lo cual, el hombre de la pl vora se dijo: Esta es la ma! Aqu vis a caer en el garlito! Puso en antecedentes de su maquiavlico plan a su ayudante y encendi la traca en la pla za del Ayuntamiento. Cuando entr en la calle de Coln con horrsono tronar (a propsito haba puesto ms carga de plvora), encendi su ayu dante por el extremo opuesto de la calle, preci samente en la confluencia con la de San Roque. Vlgame los doce apstoles y los cuatro evan gelistas que haba en la cpula de Santa Ana, la que se arm! ! . La gente, entre dos fuegos, crey llegada su ltima hora. Las tiendas de la calle se llenaron de improvisados clientes que huan de la quema. En la confitera de Ramn el Duro hubo al guno que se meti en la tinaja de cabello de n gel para salvarse. En la de don Ricardo Vera se perdieron algunas piezas de tela en la marabun ta. En la carnicera de don Rafael Laliga y Gorgues vi yo a otro meterse en el hueco de una ternera que haba colgada, con peligro de que lo despacharn en filetes, aunque era tal el pnico que nadie pensaba ms que en ponerse a salvo como fue se. Y como en estos, en todos los comercios de la calle se apretujaba la gente huyendo de la traca. Tambin el dueo del Caf del Centro, don Jos Ma ra Sempere, a quien los chiquillos le decamos el to Cascarn, vio aumentada su clientela a ex tremos insospechados, la cual se reflejaba an gustiada en las cuatro hermosas lunas que tena el establecimiento. Por mi parte, sal volando como lo que soy por los lados de la placetica de Santa Ana y no par hasta el Vinalop. Luego, ro arriba, llegu hasta la rafa y all me sent hasta que se me pas el susto. Y, para qu seguir Pudo ser un da de luto, pero como era 8 de septiembre, la Salutica nos ech una mano y no pas nada. Fue la nica traca que no pudimos correr... porque fue ella la que nos corri a nosotros. CARICATURAS EN VERSO SEMBLANZAS CON RIPIO COJO (Con el mayor respeto, para los que fueron y los que son) Por el Vate, lover Gonzlez de la Horteta De perfil Sancho-Pancesco. Muy pausado al caminar, atento donde los haya, en cualquier sitio o lugar, pero, cudado, pardiez! , no confundis al chaval, que aunque parezca medroso, al punto su genio est; 28 pues aunque de temple noble, ha sido, es y ser, lento para la pregunta, y rpido en contestar. Ha sido Latino y Tina, ha sido Ins y Don Juan, y en la Comparsa de Zngaros, R H manda como un capataz; es de todos buen amigo, muy ducho en el conversar, pero bueno. Quin es l Se puede saber ya Es fcil adivinarlo, metiendo en la faldriquera, guasa, humor, temple, donaire, y ah va Jenarito Vera. *** De aspecto voluminoso, iniciales F. A., gran persona!, buen eldensel , lo menos, como el que ms, en las procesiones daba gusto de verle pasar, con su banda carmes y la vara en la diestr; humorista, cien por cien, festero, como el que ms. Qu castillicos, seores, hizo en su tiempo tirar! Este, que fue un buen Alcalde, de los desaparecidos, es fcil adivinar, aunque no seas adivino, fue el inventor de la broma, de aquel famoso aeropl y tambin de la corrida de tres toros que eran cu. Con este breve responso, y tan humano perfil, hasta a la luz de un candil, se v claro a PACO ALONSO. *** El personaje de marras, que aqu vamos a encuadrar, tiene siglas A. Y S. y fue mdico, adems. Dicen que fue un gran doctor, aunque un poquito haragn, pero lo que no cabe duda, CARli:ATURAS EN VERSO es que saba curar; de ideas muy avanzadas, nervioso, fiero y enteco, con su largo guarda -polvo, era la imagen de un Greco. Don Fulano, le decan, muchos al verle pasar, dnde va usted tan deprisa que le quiero consultar! Muy bien seor o seora, vaya a mi casa a esperar, voy al barrio de el PROGRESO, una vuelta voyle a dar; con tantos datos, seores, su imagen ya hemos logrado, y si espabilan un poco, vern al doctor SALGADO. *** Este bohemio que ahora, traemos a colacin, es personaje irredento, que causa la admiracin, fue el inventor de la frase, ya m, qu ms se me da!; yo me casco cuatro abrigos, y aqu no ha pasado n; porte hippi, rostro triste, los pelos a tonels, y una pila de chaquetas, sobre las sus espalds. Cuando por la calle pasa, rostro serio, y gesto altivo, ms parece un hijosdalgo que la vida importa un higo; porque la vida as entiende, vive la misma a su antojo y le tiene sin cuidado, ni esto, ni aquello, ni lo otro, y como intuyo que ya, saber del ente queremos, debemos decir, y digo, que hablo del ZAFRANER0. 29 MANDUCO, CORTA, QUE ME PIERDES! (De la serie Sucedidos eldenses) p untas veces se habr repetido en Elda la L 1.1 frase que encabeza este sucedido Mu elas, a no dudarlo. Siempre se ha sabido quin la dijo y por qu. Sin embargo, lo difcil es aclarar a quin estaba dirigida. Pues bien: he buceado en las ms profundas vetas del saber de antiguos eldenses. He consul tado las ms provistas bibliotecas, siguiendo pis tas de eptetos locales. Analizado legajos amari llentos y ledo cdices miniados, como asimismo he estudiado los ms variados caracteres de las gentes de este valle, para poder llegar a la con clusin de saber a quin quera perder Manolico y por qu. Y sobre todo, quin era este Manolico en cuestin. Ya todo convenientemente aclarado, puedo decir con nfasis que la famosa frase la pronun ci don Manuel Martnez Lacasta, ya fallecido, famoso constructor de globos de vuelo libre y ruta incierta, gran eldense y excelente persona aunque de genio muy vivo, y que dedicaba durante todo el ao sus ratos libres a preparar los ejemplares que ascendan en las fiestas septembrinas al aire libre, pregonando el tesn y la voluntad de su autor. Igualmente dedicaba mucho tiempo, ya no tan libre, a otra de sus pasiones: la msica, en la que fue un bombista excepcional. Y ya por fin aparece la persona a quien el seor Martnez La casta ordenaba con temblores de angustia aque llo de Manolico, corta que me pierdes!. Este personaje fue don Manuel Busquier Ro mero, campanero de Santa Ana y a quin cario samente llamaban el to Aja, el cual era el ayu dante que se situaba en el tejado de donde colgaba el globo, para darle suelta, una vez conveniente mente hinchado. Bien. Ya hemos situado en la historia los personajes que dieron lugar a la famosa frase. Ahora, antes de seguir adelante debemos acla rar qu es eso de globos de vuelo libre y ruta in cierta. 30 No s en qu fuentes o tratados de aerosta cin se ilustrara este seor para fabricar duran te tanto tiempo aquellos majestuosos globos que fueron el pasmo de los eldenses y aun de las gen tes de la comarca que venan a verlos. Ingentes cantidades de papel satinado y mu chas arrobas de engrudo se gastaban en el taller habilitado para fabricarlos, sito en un piso de una casa cercana a la parroquia de Santa Ana, propiedad del entonces sacristn de dicha pa rroquia don Dionisio Martnez Lacasta, hermano de nuestro principal protagonista, donde l, sus hijos y hasta algn nieto, pasaba todo el ao re cortando, pegando y ensamblando los preciosos ejemplares que ascendan al aire del valle en las noches septembrinas de nuestras fiestas mayo res. Tambin echaban una mano en estos me nesteres algunos amigos de los que recordamos a don Rafael Anaya y el nclito Eduardico Gras, fa moso delantero que fue del Elda C. F., el primero de stos, ya fallecido, en cuanto al segundo de s tos, est hecho un chaval, felizmente. A la vista de los rudimentarios medios de que dispona don Manuel, estoy seguro que los Mont golfier esos de Francia no le llegaban a la suela de los zapatos en cuanto a fabricar globos se re fiere. Y aclarado queda que lo de vuelo libre y ruta incierta se aplica a que cuando al ejemplar de tur no, bien repleta la panza de humo, le soltaba las amarras el to Aja, lo mismo le daba marchar hacia los Chaparrales, va el Campico, que hacia Caprala, va la Tafalera. Dependa de donde so plara el viento. Lstima de espectculo que se perdi con el correr de los tiempos! Qu maravilloso era ver elevarse a las alturas aquellas moles delicadas de papel de mil colores que desaparecan en la lejana! Recuerdo un ao, ya bastante lejano, que al elevarse el globo por encima de los teja dos nos obsequi con una bonita coleccin de fuegos artificiales. Fue el ms difcil todava de su constructor, y conviene contarlo con todo detalle: Estamos en la noche del da de la Virgen del ao mil novecientos y pico. En la rotonda del Te atro Castelar, que entonces estaba rodeada de una verja, haba febril actividad. Asomaba en lo ms alto del tejado un palo, como de bandera, y de l colgaba, lacio todava, un flamante globo con feccionado, como todos, con papel satinado de mu chos colores. Rodeado por su estado mayor, el seor Martnez Lacasta, impartiendo rdenes. Este citado estado mayor lo componan sus cua tro hijos, Manolo, Joaqun, Luis y Roberto. Este, muy chiquitn an, pero ya ayudaba lo suyo. Tambin haba varios ayudantes de categora, don Manuel Prez Martnez, ya fallecido y los nombrados an teriormente don Rafael Anaya y don Eduardo Gras Vera. Ordenes al control del tejado: Manolico sbelo un poco! As aguntalo ah!. Ordenes a la tropa de abajo: Vamos a colocar el aro! Bien, ahora acercar el esparto! Vamos, nenes, que pa rece que quiere llover!. Seguramente, los no iniciados en el menes ter de hinchar globos dirn al leer eso del espar to: Pero, bueno es que al mismo tiempo que ti raba globos al aire este seor fabricaba peludos o sogas para atar gavillas de sarmientos No, hombre, no. El esparto se empleaba para produ cir el calor y el humo necesarios para poner el glo bo en condiciones de elevarse en el aire. Siguiendo con los preparativos, cualquiera de los ayudantes, ya metido debajo, encenda una brazada del mencionado esparto y lo pisaba r pidamente, lo que produca gran cantidad del humo necesario. As, una y otra vez, con lo cual iba tomando forma la gran masa de papel y ensan chando sus contornos. Nuevas rdenes al control del tejado: Ma nolico! Bjalo un poco y estate atento por si se mueve el aire y lo arrima a la pared! As! Agun talo ah. Vosotros, nenes! Daos prisa, repueta, que hacs menos humo que el tren de las cuatro!. A todo esto, la fuerza pblica del Ayunta miento, personificada por los agentes el to Ga viln y el to Sardina, se las vean y deseaban I MANO o JR4. 211 Pi/ 5 para apartar a la chiquillera del Cabo Caave ral aquel. Haba algn chaval que se meta por entre las piernas del jefe del equipo lanza globos, con gran disgusto de ste. Pues no es nada, con el genio que gastaba don Manuel: Sal de ah, hijo de tal ! Que te cuelgo del mechero y te vas con el globo!. Asustado, sala el chiquillo y no paraba hasta la plaza de Sagasta por lo menos. Pero no haban novedades. Eran los nervios y la responsabilidad del momento. Hay que tener en cuenta que si el aerostato no pasaba del teja do del Teatro Castelar, en su salida, no lo paga ba la Comisin de Fiestas, con los que todo un ao de trabajo se perda. Y no era lo peor que se per diese el fruto del trabajo. Lo ms importante es taba en el orgullo de su constructor. Que no saliese al aire del valle en la noche de fiesta y verlo de saparecer en la lejana, porque el pitorreo de los eldenses si se quemaba en el suelo no se poda aguantar. Bueno: a todo esto el aparato aquel segua tragando humo y los ayudantes quemando es parto. Ya estaba preparado a un lado de la esce na el mechero para cuando diese la orden don Ma nuel, colocarlo en el centro del aro que el globo llevaba en su boca y proceder al encendido. El tal mechero, que estaba preparado a base de sebo, papel de estraza y algn otro carburante desco nocido para m, produca al encenderlo un aumento extraordinario de calor en el interior, que era lo que ms fuerza le daba al globo para su ascensin. La cosa segua normal. Ya estaba todo a punto para la escena final. Ya se haba colocado tambin otro aro de refuerzo y se proceda a la colocacin en ste de unas carcasas de fuegos artificiales, que deban ser encendidas justamente en el mo mento de soltar amarras el globo, y calculado todo para que empezaran a arder cuando ste hubiera tomado una prudente elevacin. Suelta ms cuerda, Manolico, que lo vamos a sacar para afuera! T, Manolo, Rafael, colocar el mechero y encenderlo! Vamos, que esto ya est!. Momentos finales de gran nerviosismo. El l timo toque para la suelta del ejemplar de quince metros de altura como anunciaban los programas 31 de fiestas! Qu emocin, seores! Los especta dores contenan la respiracin por el dramtico momento. No se oa ni una mosca. De repente, la voz de mando de don Manuel Martnez Lacasta: Manolico! Sujtalo ya, que voy a encender la traca! Vosotros, sujetar bien ahora!. Y encendi la tracacastillico que llevaba el globo, pero Manolico no soltaba desde el tejado. Ocurri que se aturull con la cuerda, que le ha ba enredado entre los pies. Manolico! Qu haces Sultalo ya, que nos lleva a todos!. Y Manolico que no soltaba. En aquel momento crucial, se pronunci la fa mosa frase que se ha ido repitiendo en Elda tan tos y tantos aos: Manolico, corta que me pier des!. Y en aquel preciso momento, el bueno de Manolico, el to Aja, acert a soltar la cuerda y ya el globo, en plena libertad, ascendi pimpante por los aires con su guirnalda colorista de los fuegos de artificio debajo. All, delante del Teatro Castelar, quedaba su autor, sudoroso y jadeante, rodeado de sus familiares y amigos. Tambin todo el pueblo de Elda, que aplauda una vez ms la ha zaa de este buen eldense llamado cariosa mente Manolico el Sacristn. VAMOS A SEGUIR EL GLOBO E n un anterior trabajito hemos hablado de las peripecias de los globos de vuelo ligero y ruta incierta. Ahora hablaremos de las peripecias de los que seguan a estos globos cuando salan de las manos de su lanzador y remontaban el cielo del va lle en las noches septembrinas. Haba en aque llos aos de lanzamiento de los citados globos mu chas gentes de Elda, jvenes en su mayora y alguno que otro ya metido en ms aos, a los que les diverta seguir la ruta de vuelo hasta con seguir capturarlo, intacto a ser posible, lo cual era un motivo de orgullo para la cuadrilla que lo con segua. Claro que las ms de las veces haban ver daderas trifulcas sobre quin haba llegado pri mero y el resultado era que se repartan el ejemplar y las tortas entre ellos a partes iguales. Tambin haba otros motivos no tan altruistas para este se guimiento, como veremos despus. Los que queran seguir las tales rutas se ro deaban de todas las garantas posibles en cuan to a la direccin que deban tomar. Es decir, no es peraban, como la mayora de los eldenses, a que se elevase el aerostato en la rotonda del Teatro Castelar, pues en este caso el seguimiento costaba muchos esfuerzos, ya que haba que seguirlo des de su salida a travs de las sinuosidades de las 32 calles y sin ver el objetivo. No. Estos seguidores lo hacan mucho ms cmodo y prctico a la vez que cientfico. Si el lanzamiento estaba progra mado para las doce de la noche, una hora antes se suban al castillo y por el expeditivo recurso de meterse un dedo en la boca y sacarlo humedeci do, ya saban de donde soplaba el aire, ya que es sabido hasta por los ms eximios astrnomos que al poner un dedo humedecido al aire se pone ms fra la parte del dedo que recibe el viento. Sin embargo, no era esto slo. Para rodearse de ma yores seguridades de direccin, siempre haba alguno de los que pensaban ser seguidores por la noche que procuraba preguntarle a algn hom brecico del campo de dnde soplara el aire pre cisamente en esa noche. Yo, que tambin hice mis pinitos de seguidor algn ao, asist en una ocasin a la consulta que le hacan unos amigotes al to Piculilla, un te rrateniente de los lados de la Huerta Nueva, el cual dijo, contestando a la pregunta: Mirad, mucha chos, esto de la direccin del viento es algo pa recido al borrego del to Pere el Blanco, que cuan do crees que est mirando para un lado, viene y te topa por el otro. Y quiero decir con esto que esta noche lo mismo puede soplar el leveche (vien to de la parte de Monvar) que soplar de la par te del Morisco (viento del Sur). De todas formas no es seguro, pues en verano lo mismo puede soplar de la parte de Camara, ya que este ao las Ca bauelas andan revueltas y las retorns ms an. Precisamente ya he perdido un tomatar por culpa de ellas. Y no digo ms, que tengo que ir a echarle un pienso a la mula. Esta claro que despus de estas sesudas aclaraciones, lo que restaba era chuparse el dedo y ponerlo al aire para saber de dnde vena el viento. Pues bien, ya slo quedaba esperar la hora del lanzamiento para comenzar la aventura de co rrer tras el ejemplar de turno. Cuando ste se elevaba en los cielos del valle haba gran algazara entre las cuadrillas de seguidores, pero al mismo tiempo se echaban a temblar los propietarios de huertas en cuya direccin fuese. Si el viento so plaba de la parte de Camara, adis uvas y melo nes del Campico, y soplando de la parte de la Jaud, pues ya se imaginarn lo que quedaba de las huertas de Sirm, Horteta y hasta la uva de colote de la Morch. Y es que el verdadero ob jetivo de estas cuadrillas no era el globo, no. El ob jetivo, adems del deporte de correr, era volver a casa con la pecha llena de algo. Por eso dec amos al principio que haban otros motivos no tan altruistas. Posiblemente, los amables lectores que me lean pensarn que les estoy contando un cuento o inventando estos sucedidos. Nada de esto, mis dilectos coterrneos. Esto es la verdad, como que ya no se fabrican zapaticos de punto espada. Y ahora, para demostrarlo, contar uno de estos episodios de seguimiento de globos, incluso con testigos que, felizmente, viven an. Un ao, no importa cul, se elev el precita do globo la noche del da de la Virgen de la Salud con viento sur -suroeste. Es decir, que llevaba la ruta de la Morch. Las cuadrillas de seguidores, todas gentes del bronce de los barrios del Monte del Calvario y de la calle de San Antn y adyacentes barrio del Cas tillo, esperaban en lo alto del Lobico que toma ra altura y empezar el seguimiento y la recogida if de la cosecha de lo que hubiese al paso. Aquella noche, el dichoso globito les jug una mala pa sada, ya que, seguramente debido a algn bache trmico, se elev inopinadamente al llegar a la ver tical de la Tafalera hasta casi desaparecer. Las cuadrillas, que ya se haban atado bien las al pargatas para correr mejor, se quedaron boquia biertos y pensando: Bueno, y ahora qu hace mos si no baja, si por ah arriba no hay vias ni tomatares. De repente vieron que el globo descenda se guidamente en vertical, posiblemente por habr sele acabado el carburante y calcularon a ojo de buen cubero cul sera el sitio del aterrizaje. No tardaron en darse cuenta que ste se efectuara por la parte de la Huerta Nueva y ms bien muy cerca de la margen derecha del Vi nalop. Raudos descendieron Lobico abajo los com ponentes de las dos bandas, en posicin de ata que. Cruzaron el ro y ascendieron por la margen opuesta. Ya es nuestro el globo! No se nos puede escapar!, decan los del Monte Calvario. De eso nada nenes!, aseguraban los de la calle San Antn y adyacentes. El caso es que atac la marabunta con gran denuedo y llegaron al globo al mismo tiempo que se haba parado en un bancal de paniso (por qu no decirlo en eldense) cercano al pocico el Colao. Decamos que llegaron al mismo tiempo jun to a su presa, y como todos lo queran para s, el pedazo ms grande que qued no serva ni para hacer un cachirulo. Lo mismo le ocurri al bancal de panizo y a una via planta mula que haba al lado. Descendi la cosecha de ambos bancales de manera alarmante. Y aqu aparecen los testigos que mencionbamos anteriormente. En la margen izquierda del ro y en terrenos de la Sirm, haba aquel ao un melonar del to Tragatoros. Precisamente aquella noche haba ido al bancal, con nimo de echar un vistazo y por si haba alguna novedad, un hijo de ste llama do Tonico, acompaado por un amigo suyo, don Jos Amat Sanchiz, prestigioso industrial del calzado. 33 Estupefactos quedaron los dos amigos al ver la razzia que se desarrollaba al otro lado del ro. Y muy preocupados se pusieron al or que uno de los energmenos deca: Ya estoy harto de uva y de panochas! Vamos a comer melones al ban cal del to Tragatoros!. Afortunadamente no prosper la idea, quiz porque las dos bandas lle vaban la pecha llena, y tomaron la direccin del pueblo. Los del Monte Calvario camino de la Ta falera y los de San Antn y adyacentes camino de la Rafa. Y los dos amigos que si leen este sucedi do se reirn muy a gusto respiraron tranquilos sentados a la orilla del Vinalop, que los arrullaba con el sonido musical de sus aguas rumorosas y frescas. LA FERIA DE MI PUEBLO (De la serie Recuerdos aejos) CAPITULO I EL CONTENIDO ES A VECES MAYOR QUE EL CONTINENTE L a verdad es que recorriendo en la actualidad la plaza de Arriba y la plaza de Abajo y recordando la configuracin de dichas plazas hace cincuenta y muchos aos no comprendo por qu arte de birlibirioque se podan ubicar en semejante terreno la cantidad de trastos, tenderetes, carruseles, puestos de torraos y dems metralla y hasta al gn charlatn vendiendo duros a cuatro pese tas. Todo esto y algo ms compona entonces la feria de mi pueblo. Tampoco he comprendido por qu a los pues tos de lo que fuera les llamaban paradas. Por ejemplo: si te quieres comprar una gorra vete a la parada del to Fulano, decan. O si te quieres comprar una sartn, vete a la parada del to Men gano. Aqu, en este bendito rincn del mundo, siempre se le ha antepuesto al nombre el to o la ta. Desde luego, dicho cariosamente, es la verdad. Y prosigo: Cuando se acercaba La Pursima empe zaban a llegar a Elda enormes carros y hasta al gn camin asmtico, de los de entonces, car gados de tablas y otros materiales ligeros de construccin, que iban descargando en su mayor parte en la plaza de Abajo y algo en la de Arriba. Como todos los eldenses talluditos saben, dichas 34 plazas tenan el nombre de la Constitucin la de abajo y de Topete la de Arriba (hoy Jos Antonio y R.N.S. respectivamente). Pues bien, ya estaban las dos plazas llenas de maderas y chirimbolos, con gran contento de la grey infantil, que esperaba el acontecimiento to dos los aos como agua de mayo. Para que se den una mediana idea los el denses de hoy de lo que supona entonces la lle gada anual de la Feria para la chiquillera de aquellas calendas, les dir que por entonces no ha ba ms juguetes, ni ms turrn que cuando ve na la Feria. No como en la actualidad, que le dan turrn a los nios hasta para merendar todos los das. Madre! Me vas a comprar turrn cuando venga la Feria. S, hijo, s, pero de cacahue tes, porque el de almendras es muy caro. Padre! Qu me vas a feriar este ao Yo quiero un caballo de cartn! Bueno, hijo mo, bueno; ya veremos si es un caballo o un cucuru cho de torraos y avellanas, porque t siempre ests pidiendo. De estas caractersticas y similares eran la ma yora de las peticiones de los chiquillos. Las espe ranzas que reciban tambin eran muy similares. Los ESCRITOS DE los JODER GONZLEZ DE LA HORTETA Pero, qu caray! Ya estaban plantando la Fe ria en las plazas de Abajo y Arriba. Tambin ern pezaban a llegar los trastos que componan las di versiones. Delante del Bar Severino se vean amontonadas las barcas que seran la delicia de nosotros cuando estuviesen montadas y tuvise mos la perrica que haca falta para subir a ellas. En el rincn del seor Vicente, extremo sur de esta plaza, ya estaban igualmente los caba Micos que formaban el carrusel La Yeclana. Este carrusel, cuando estaba montado y listo para fun cionar, lo mova un motor de una mula de fuerza. Si en aquellas calendas hubiesen habido crisis energticas como en la actualidad, le hubiesen te nido sin cuidado sus resultados al dueo del tal ca rrusel, pues cuando la mula andaba remisa o pre tenda hacer huelga de trabajo lento, se suba al artilugio en movimiento, le pona delante un ma nojo de alfalfa y el animal, al pretender cogerlo, aceleraba el caminar de la rueda que en resumi das cuentas era lo que pretenda su amo. Tambin empezaban a llegar los Jijonencos para plantar sus paradas de turrn. Primero apa recan unas misteriosas cajas con herrajes y ce rradura de candado, las cuales cubran amoro samente con lonas por si llova. Dentro de estas cajas vena la mercanca que nos quitaba el sue o a los chiquillos. Pero esta mercanca no apa reca a la vista hasta el primer domingo de feria, en que se llenaba la plaza del olor de la miel y las almendras con que est hecho el turrn. Haba que esperar y los peques pasaban delante de las pa radas relamindose de gusto al pensar en lo que haba dentro. Y segua el trabajo para la formacin de las paradas. En la plaza de Abajo se apreciaba un gran equipo de carpinteros dando forma a las casetas que ocuparan los diversos feriantes cuando estuviesen terminadas. Estas casetas, si mi memoria no me es infiel, formaban en esta plaza una especie de T con trazos dobles, dando un total de seis calles, tres paralelas al frontispicio del Ayuntamiento y otras tres en sentido transversal. La calle central de las perpendiculares al Ayuntamiento era la de ms lujo de todas. All ha ca acto de presencia todos los aos, entre otros prestigiosos comerciantes, la Joyera Quintn Es quembre, de Villena. Tambin haba en esta ca lle buenas paradas de mantas zamoranas y de Pa lencia. Otras tambin de gorras y sombreros y otros gneros de vestir. En las restantes calles, se distribuan juguetes, bisutera y artculos del ho gar. Hierrodomsticos de entonces, tales como sartenes, paelleras, hierros para guisar, trbe des, palas para hacer las tortas de los gazpachos y otras mil cosas ms. Algunas y algunos eldenses que me lean re cordarn con nostalgia los paseos entre las seis y las nueve de la noche en esta calle central, mientras duraba la feria. All se juntaba lo ms flo rido de nuestro mujero, acompaado por los po llo peras de entonces, y entre vueltas y vueltas de los veinte metros que podan tener los paseos, cuntos idilios empezaran, siguiendo el no viazgo y terminando en boda En la plaza de Arriba, la formacin de la fe ria era un poco ms anrquica. Las condiciones de esta plaza no daban tantas facilidades como la otra. Hay que tener en cuenta que en el centro del rectngulo estaba situada la pescadera; una especie de templete japons formando un pent gono y rodeado de una baranda de tubos de hie rro a la altura de los puestos del pescado, los cua les servan para que los chiquillos nos disemos volteretas. Tambin en la parte oeste haba dos hermosos tilos muy frondosos que llenaban lo suyo. Total, que aqu la nica nota concordante de la edificacin ferial la daban los puestos de turrn que se alineaban en dos calles de este a oeste, a ambos lados de la pescadera. En el resto de esta plaza y hacia la parte norte sentaban sus reales una o dos paradas de tiro al blanco y los inevita bles puestos de mesclao, presidiendo todo esto una tmbola. Bien: ya estaba montada la Feria y el primer domingo de su inauguracin se levan taban las lonas que cubran las paradas, que dando todo al descubierto con gran contento de los eldenses. Todo ese da era una explosin de gentes que iban aumentando segn llegaban, adems de los indgenas, los forneos de Monvar, Pe 35 trel , Sax y aledaos. Se expl icarn ahora el anunciado de este primer captulo si pensamos que entre las dos plazas apenas suman 2.500 metros cuadrados en total. Cmo entraba en este continente todo Elda y su comarca, amn de las paradas, puestos, carruseles y dems ga rambainas Esto es tan inexplicable como cuan do encendas 12.000 velitas a la Virgen de la Sa lud cuando entraba en la Iglesia de regreso de su procesin. Pero esto es material de otro tra bajito. Por ahora termino y que aproveche el turrn. CAPTULO II EL SEOR ALCALDE ME NOMBRA COHETERO MAYOR DE LA CIUDAD E n el primer captulo de estos Recuerdos he tratado honestamente de situar la feria en el marco que tena en ambas plazas, junto con sus diversiones y puestos comerciales de venta, con la mayor claridad posible. En este segundo cap tulo tratar de dar vida en el recuerdo a algunos tipos humanos que concurran casi siempre a la misma. Tambin, a algunos hechos acaecidos en aquellos para los chiquillos eldenses venturosos das. Igualmente sale a la luz, al cabo de tantos aos, un hecho que por lo inslito, an no me lo acabo de creer, ya fe que es verdad, pues me ocu rri a m mismo. En el ao que nos ocupa era yo bastante pe queajo an y la feria transcurra normal. Llena de luz, de color y de gentes diversas y llena de ba rro, ya que en aquel como en casi todos los aos por estas fechas llueve, o por lo menos llova en tonces. La causa del barro era el deficiente drenaje de las dos plazas, pues no haba ms salida para el agua que vena de la Placetica de San Pascual, del Toril y de la calle del Castillo, que las alpar gatas y los zapatos de los que deambulbamos por la feria, ya que nos la llevbamos puesta, y un so brante que recoga la placetica de las Parras, amn de la que absorba el santo suelo que por en tonces era de pura tierra. De ah el detalle del ba rro. Estamos en el atardecer del primer domingo de feria y hundindome en el tnel del tiempo veo a la entrada del Toril un hombre comiendo pe ridicos. Me acerco a l y me doy cuenta de que se trata de un charlatn, que subido a una silla 36 y con una mesita por delante llena de misteriosas botellas, estaba haciendo gente. Me explicar mejor: estos vendedores de cosas raras antes de empezar la venta de sus mercancas necesitan ro dearse de un pblico cuanto ms numeroso me jor. Esto se l lama hacer gente. El elemento en cuestin, tena un peridico en una mano y con la otra rasgaba pedazos del mis mo, que se introduca en la boca y masticaba: Vengan todos, acrquense! No hagan caso de la caresta de la vida! Coman como yo de este peridico, que es muy bueno! (Si lo sabra yo, que lo reparta todos los das con mi to Gas par el ciego.) No se preocupen por la tinta, que tiene muchas vitaminas! Guerra a la subida de las subsistencias! Cuando ya tena a la parroquia reunida, que acuda extraada al ver cmo aquel seor esta ba deglutindose el Heraldo de Madrid, saca ba una bola de la boca que era el papel masti cado la tiraba al suelo y deca: Esto es un hueso. Y se quedaba ms fresco que una lechuga. Al tiempo que ofreca a su numerosa concurren cia las excelencias de un lquido maravilloso para hacer salir el pelo hasta a las bolas de billar. Como despus de lo del peridico la cosa ya no tiene gracia para m, sigo mi correra y me di rijo al rincn de las Nofras (extremo Noroeste de la plaza) donde veo a otro individuo con el mismo mobiliario que el anterior, pero en vez de botellas tiene en la mesita unos sospechosos pa quetitos de no s qu. El sistema de este msico para atraerse a la clientela es bien diferente, pues al acercarme a l oigo que dice: Ha llegado el momento de mi ruina, seo res! Vendo duros a cuatro pesetas! Quin quie re el primero No hay quien lo desee Ya s, ya s, piensan que son duros falsos o que tienen hoja. Nada de eso, seores: son duros amade os y alfonsinos de plata de ley. Pero, que si quieres lentejas, Dorotea. No haba quien soltase cuatro pesetas por uno de aquellos duros tan lindos. Y es que la gente es muy desconfiada cuando le regalan algo. Por m par te, como ando todo el da tocando dinero por la venta de peridicos, veo que son buenos de ver dad, pero desgraciadamente no tengo en mi po der ms que tres perricas que me ha regalado esta maana don Salustiano Villa, el mdico, cuando le he llevado el peridico. Ami lado hay un seor de Monvar que le dice a otro: ste no es el mismo que estuvo en la fe ria de nuestro pueblo y le detuvo la Guardia Civil No, hombre, no contesta ste aquel com praba duros por seis pesetas y ste los vende a cuatro. No puede ser el mismo, no comprendes Yo tampoco lo comprendo, sern cosas de la balanza de pagos. Pero el caso es hacer gen te, y la gente ya est hecha. Es aqu cuando el elemento se arranca diciendo: Y ahora, para que vean mi deseo de hacer amigos entre ustedes, les voy a vender muy ba ratos unos polvos que curan el reuma, la urtica ria y los dolores de muelas. Tambin, mezclados con agua, sirven para curar los sabaones. Quin desea el primer sobre por un real Al llegar aqu en su oferta, sigo mi ruta, pues ni tengo reuma ni urticaria. En cuanto a los sa baones, me los curo en junio con ungento de al baricoques para suavizar. Creo llegado el momento de salir del tnel del tiempo y transportarme a la realidad, donde se guir desgranando los recuerdos, pues parece ser que es ms cmodo recordar lo vivido que vivir lo recordado (Filosofa propia). Segu mi caminar por la plaza y me diriga, un poco aburrido, hacia la Plaza de abajo, para seguir hacia el Teatro Castelar, donde hacan el l timo captulo de La moneda rota, por el Conde Hugo, y que pensaba ver terminar, pero el desti no cambi mi rumbo, pues al llegar a la esquina de casa Manolo se me ocurri la nefasta idea de comprar cohetes en casa del to Pindarga (don Jos Martnez Plaza). Me dieron tres cohetes por una perrica, y ya listos para lanzarlos al espacio al estilo de Von Braun, pero como tena problemas para la ignicin, ped un par de mistos prestados y con todo ello en mi poder empec a hacer planes para pegar les fuego. El primero lo puse en uno de los tilos de la plaza, en la base del tronco, y despus de pren derlo y hacer un breve chisporroteo, solt un bum bastante enclenque. Me adentr en la plaza con el segundo en la mano, llegando a la ca lle que formaban las paradas de turrn de Este a Oeste. En la esquina de esta calle ms cercana al tilo frondoso estaba la parada del to Hermene gildo. Un jijonenco rechoncho y colorado, que siempre llevaba puesto un sombrerete de la regin, redondo, de forma cnica en la parte superior y que pareca un bandolero andaluz. Pues bien: no viendo sitio ms a propsito para colocar el segundo cohete, puse mis peca dores ojos en el hueco que formaban dos barras de turrn, y tuve la malhadada idea de ver qu pa saba si explotaba entre la dulce mercanca. Sin que se dieran cuenta ni el turronero ni la gente que transitaba y compraba en aquel mo mento, encend otro misto y le pegu fuego sin ms dilacin al cohete, retirndome seguida mente a buscar cobijo detrs del tilo. No bien hube llegado detrs del rbol, escu ch un pum, esta vez ms estruendoso, y avi zorando desde mi escondite vi cmo se tambale aba todo el tablero del puesto y caan al suelo mejor dicho, al barro infinidad de barras de tu rrn. iVlgame San Jos la batahola que all se arm! Todos los chiquillos que rondaban por los alrededores se tiraron al barro en busca de barras (de turrn claro). 37 Cmo era posible que el primer cohete hi ciera menos ruido que un estornudo y el segundo desmantelase toda una parada de turrn Mis terios de la cohetera! Quizs fue una conse cuencia fsica de la presin de las barras sobre el explosivo, me dije yo ms tarde. El caso es que qued ms asustado que el Piti cuando sala a torear, y sal corriendo calle Castillo arriba, has ta mi casa, donde me sub al porche a esperar acontecimientos que no tardaron en llegar. A todo esto, la conmocin ciudadana en la fe ria, y aun fuera de ella, fue de las que necesitan ti la en cantidades industriales. Y como las noti cias corren y se aumentan en progresin geom trica con la distancia, pues resulta que en la es quina de la ta Mara los platos, comentaban unas gentes que haba estallado un petardo en la feria, yen la Fuente los chorros vio el to Me nescal (don Manuel Ruiz) que l levaba un carro de ripios al ro, a una mujerica despavorida y al preguntarle qu le pasaba contest: Dicen que han puesto una bomba en una parada de turrn y que hay varios heridos! Pobre de m! Solo haba sido un cohetico de tres una perrica! Como una media hora despus, oigo tocar a la puerta de mi casa y una voz que dice: Mara Dolor! Est tu hijo Y mi madre, que contesta: Cul , mi Jos (A pesar de ser dos herma nos, cuando mi madre presenta un desaguisado ya saba que era yo). Pues no s, mujer. El que va con Gaspar el ciego vendiendo peridicos. Joseco! fue la continuacin Baja, que te buscan! Baj las escaleras como el que sube al pa tbulo y all estaba el Tuerto Serafn, alguaci l en funciones y echador de bandos con tambor y trompeta, quien, nada ms verme, me espet: T eres el que ha puesto el cohete en la pa rada del to Hermenegildo S, seor, yo he sido, pero no quera que se cayese el turrn al suelo dije muy compungido. Pues vente conmigo, que el seor Alcalde quiere hablarte. 38 Mi madre le pregunt: Qu ha hecho mi hijo Nada de particular, mujer. Cosas de chi quillos. Vendr enseguida. No te preocupes. Mi madre a m: Ves lo que t pasa por ser tan travieso Ms vale que te hubieses quedado en casa to cando la bandurria! Ay, Seor, qu hijos estos! Cundo venga tu padre ya ir a buscarte y pre prate! Bueno, el caso es que sal conducido por el justicia y nos personamos en el Ayuntamiento. Llegados a la entrada del despacho del seor Al calde, que lo era por entonces don Jos Cataln Gras El Manchego, pregunt Serafn: Da su permiso, don Jos Pasa, Serafn, pasa. Qu ocurre Seor Alcalde, aqu le traigo a este pjaro, que es el causante del estropicio en el puesto del turrn. Qu hube oido, Santo Dios Todas las plumas (perdn, todos los huesos de mi cuerpo) temblaron, ms que por lo de la alusin voltil, por el tono con que fueron dichas tales frases. A buen seguro que todos los pjaros que en este valle han sido, des de mi bisabuelo Isidro, fabricante de papel de es traza en el Chorrillo hasta mi abuelo Pepe, seor de la Horteta, y mi to abuelo Margarito, primer hote lero de este pueblo en la posada de Santa Brba ra (donde en la actualidad se encuentra el Hotel Mu nicipal) se removieron en sus tumbas, al or frases tan despectivas. Menos mal que volvi la tranqui lidad y la paz a mi espritu al or la voz cariosa del seor Alcalde, que me deca: Ven, muchacho, acrcate y cuntame lo que ha pasado. Contada que fue por m la corta historia de mi introduccin por los dominios del to Machu ca, me pregunt don Jos: T queda un cohete, verdad Pues segn tus cuentas slo has tirado dos. S, seor Alcalde, aqu me queda uno en el bolsillo del ba batel contest, al tiempo que se lo enseaba. Pues dmelo, que vamos a ver la potencia de este explosivo. Serafn; sal a la calle, pon este cohete en la baldosa y pgale fuego. As po dr juzgar con conocimiento de causa. Y Serafn que sale, y don Jos que se asoma a la ventana para ver la fiesta. Por mi parte, es taba temblando de miedo y ya me vea de debajo de la escalera por un mes (Debajo de la escale ra ponan a los chiquillos por travesuras de me nor cuanta). No llegara a un minuto de espera cuando se oy un pum tan enclenque o ms que el primer cohete que puse en el tronco del tilo. Volvi don Jos a su silln con cara socarrona y mirndome de hito en hito, me dijo: De manera que te gusta tirar cohetes, eh Pues te voy a tener debajo de la escalera hasta las fiestas del ao que viene, y entonces tirars t los castillicos en honor de nuestros patronos. Mien tras tanto, para que te consueles, te nombro co hetero mayor de la ciudad! ! Y a continuacin: Serafn! Llvate a este barbin de aqu y que no lo vuelva a ver ms! Dnde lo llevo, seor Alcalde A la calle, hombre, a la calle! Que le es tarn esperando en su casa! dijo el seor Al calde con voz tonante, mientras empezaba a reir. Cuando, acompaado por el bueno de Sera fn, traspas el arco de salida, ya era de noche, pero la feria segua rutilante de luz y en mis o dos sonaban a msica las carcajadas del seor Alcalde de la ciudad. DIALECTOS, IDIOMAS, LXICOS Y OTROS CAMELOS (De la serie Negociado de asuntos obsoletos A MANERA DE DEDICATORIA. El prestigioso industrial de esta plaza, gran amante de las bellas artes y, sin embargo, dilecto amigo, don Marcial Mansilla, me ha confesado sin rubor que le gustara saber el por qu de esta especie de chanfaina de lenguajes que alfombra nuestra provincia. Procurar con este modesto trabajito literario no slo aclararle la cuestin de estos pueblos, sino an de toda Espaa y del resto del mundo. Y que perdonen los eruditos. E como es natural, por la comarca que L nos rodea, para ir hacia fuera, en una especie de movimiento centrfugo, por lo que, ya de en trada, coloca a Elda en el ncleo de las lenguas universales. Haciendo acopio de mis parcos conocimien tos filolgicos, efectuadas las pertinentes visitas a cultas y bien surtidas bibliotecas de la nacin, ledos cdices miniados y hojeado legajos plidos de color y mordidos por el paso de los siglos que roen lo suyo, y por el paso de otros roedores, con sultado todo lo consultable sobre las civilizacio nes antiguas de Babilonia y Nnive, por si en ella poda encontrar justificacin a estos disparates, buceado en el snscrito y el arameo (en esta l tima lengua tena puestas grandes esperanzas, por ser la que habl Jesucristo en su paso por la tie rra, pero tambin con resultados notoriamente intiles) y por no dejar nada sin consultar, hasta me he atrevido a leer trabajos profundos de es critores universales sobre las lenguas muertas que en el mundo han sido. Y para terminar con esta odisea, por las noches en claro y los das en os curo que me pas en el archivo de Simancas para encontrar la verdad. Al cabo de todo ello, he lle gado a la conclusin de que en los pueblos, re giones y naciones se habla la lengua que dict la necesidad del momento en los primeros albores de la historia. Enunciada de tal forma la cuestin, parece un poco confusa. Sin embargo, no desanimen y sigan leyendo, que la cosa es clara y ntida como la luz. 39 Para seguir con cabal ilacin la explicacin de esta tesis, debo cambiar el movimiento cen trfugo por el centrpeto. Es decir, que voy a la Prehistoria, en vez de venir de ella. Por lo tanto, empezaremos lo ms lejos posible. Sabido es, hasta por los ms dbiles en cono cimientos de la historia de la humanidad, que la vida animal sali de los ocanos. Pero yo digo y afirmo que la forma de expresin sali de la temperatura. En aquellos remotos tiempos, las aguas te nan una densidad mayor que en la actualidad, y eran ms calientes. Despus, paulatinamente, se fueron enfriando hasta llegar al estado que aho ra tienen. Resulta de lo que antecede que en unos si tios de nuestro mundo haca ms calor que en otros. Por lo tanto, no se puede hablar lo mismo con 30 0 sobre cero que con 40 por debajo. Por este camino llegamos a la feliz conclusin de que el ter mmetro ha sido, aunque en aquellos tiempos todava no se haba inventado, el gran artfice de los idiomas. Pongamos unos ejemplos para apo yar nuestra teora. En Suecia y Noruega, por ser pases muy fr os, suenan las palabras algo as como: Chop! Chop!. Pues bien, bajamos un poco haca el Sur y en Alemania suenan Krac! Krac!. Y dan do un salto ms grande, en los pases tropica les, suenan Bu! Bu!. Con lo cual queda ar chidemostrado que, segn la temperatura, as es el idioma o dialecto. Tiene esto algo que ver con el castellano o valenciano de nuestros pueblos Lo tiene, y lo demostraremos en sus dos ver tientes: la de la temperatura y la del seor que mandaba en dichos pueblos antes de que fueran tales. Por lo tanto, demostracin al canto. Cuando aparecieron los primeros vikingos en los fiordos noruegos hablaban muy deprisa, y sus gritos guturales sonaban Chop! Chop! a causa del fro y de que estornudaban muy a me nudo. Ms abajo en las llanuras teutonas, sona ban Krac! Krac! porque haca un poco menos de fro y slo carraspeaban. Por ltimo, en los pases tropicales sonaban Bu! Bu! porque, a causa del calor, costaba bastante sacar las pa labras del cuerpo. 40 Esta es la vertiente de la temperatura, pero es que, adems, en aquellos clanes primitivos, se empez el idioma de tal forma porque el cabeci lla que los mandaba se haba constipado, aca tarrado o estaba sooliento por el calor. Por lo tan to, los que le seguan aprendieron a las buenas, o a las malas, con el lxico del mandams. De mostrada queda la profunda sabidura de esta di sertacin con datos tan expresivos. Los ejemplos citados de las distintas regiones de Europa y frica sirven para todo el globo terr queo, por lo que parece obvio insistir ms sobre es tos extremos. Nos referiremos de momento a nues tra comarca y procuraremos llegar al fondo del por qu del galimatas de dialectos en ella. Hay que anotar al respecto que no slo hay diversidad de dia lectos, sino que adems, entre el valenciano y el castellano existen infinidad de variantes, giros, acentos y otras menudencias. Pongamos algn ejemplo: en Villena se habla castellano pronun ciando diez yen Elda se pronuncia dies. Qu demuestra esto Pues, segn mi teora, ocurre as porque en Villena hace ms fro que en Elda y el ca lor va limando la fuerza del vocablo. Para afianzarnos ms en la cuestin, vaya mos a Monforte del Cid, que, como es notorio, est ms al Sur, y tambin hablan castellano. En este pueblo liman tanto la pronunciacin que ya no pueden ni con las eses. Ejemplo: donde los de Villena dicen las once, los de Monforte pro nuncian las onse, es decir, se comen todas las eses de la pronunciacin y se quedan tan frescos. Sin embargo, para no quedar mal, las colocan en vez de las ces. Pero paciencia, que an hay ms dislates que citar, y seguramente los ms gordos sern en nuestro pueblo. Efectivamente, en los pueblos citados hablan siempre de la misma forma en toda la oracin. En Elda, sin embargo, somos ms originales, pues po nemos las ces, las zetas y las eses donde nos pa rece. Y ejemplo al canto: suponemos que conta mos nmeros y dcimos: cuatro, sinco, seis, siete, ocho, nueve, dies, onse, doce, trece, cator ce, quinse, diesisis, diesisiete, etc.. Hay algn eldense de pro que entienda esto Yo s lo he entendido, pero ha sido a costa de profundos estudios sobre las reacciones humanas ante las diferencias ancestrales que me llev a la conclusin de que hablar correctamente doce, trece y catorce y lo dems pronunciarlo de cual quier manera, tena que tener un motivo con ra ces de siglos. Busqu el motivo y lo hall. El pri mer jerifalte que ocup el castillo de Elda, que por cierto era castellano, fue el causante de nuestra forma de expresin. Ocurri que cuando ocuparon el Alczar los primeros castellanos, se agruparon alrededor de sus muros para protegerse unos cuantos mora dores de nuestro valle, siempre huyendo de los ata ques de la morisma, que no les dejaban vivir. Un buen da, el seor de la fortaleza mand reunir a sus vasallos delante del torren principal y les habl de esta guisa: Escuchad, villanos; para el servicio del cas tillo necesito unas cuantas doncellas que ten gan doce, trece o catorce aos. Habis entendi do bien Pues meteos esto en la cabeza: slo doce, trece y catorce aos. Y ahora, retiraos. Los lugareos volvieron a sus casuchas y repitieron a sus familiares la consigna: Doce, tre ce o catorce aos y tanto se lo repitieron que aca baron hablando correctamente el doce, trece y ca torce. Lo dems, todo con la ese. Esta es, por tanto, la causa de que en Elda se hable de esta forma. Fjense bien mis amables lectores, para ter minar con el embrollo del castellano, de norte a sur cmo se dulcifica el lenguaje, al mismo tiem po que se liman las palabras. Ya s muy bien que al llegar aqu siempre habr algn avispado lector que pensar: Pero bueno! Este to nos ha tomado por marcianos! Porque si entre Villena y Monforte se han dulcificado y limado tanto las palabras qu pasar cuando lleguemos a los pueblos de la Vega Baja del Segura que tambin hablan caste llano y estn ms al sur Pues, nada. Que se ha brn quedado mudos y con la lima en la mano y un paquete de azcar colgando de un hilo. No, mis amados coterrneos. Esto tiene una explicacin muy sencilla. Al acercarnos al mar el yodo marino contrarresta la accin del azcar y de A saparece su influjo. En cuanto a la lima, cuando se llega a esos pueblos ms al sur, ya se ha gas tado y no lima ni el jabn. Sigamos desentraando el misterio, y ahora vamos con el valenciano, en el que tambin de mostraremos segn la temperatura. Tenemos en nuestro valle y comarca, de Este a Oeste, tres pueblos que hablan el citado valenciano. Se tra ta de Petrel, Monvar y Pinoso. El primero de ellos, por tener la muralla de las montaas del Cid y Los Chaparrales al este, tarda ms en recibir los ca lorferos rayos del sol y su pronunciacin es ms fuerte que en el segundo, que los recibe antes y que el tercero. Emplearemos slo tres palabras para aseverar nuestra creencia. En Petrel pro nuncian Tanca la porta (Cierra la puerta). En Monvar ya pronuncian tanca la porta, pero ma tizando la ltima a con un poco de o. Es decir, sue na como entre las dos. Para explicar con mayor grafismo la cosa, les ruego lo comparen a una nota musical. Por ejemplo, Si bemol, Si natural y Si sos tenido. Por ltimo, en Pinoso, donde ya el calor pega ms fuerte, pronuncian Tanca la porto con toda la fuerza de la o. Estos demostrativos ejemplos del tema que nos ha ocupado se pueden aplicar en todas las la titudes del mundo. En todas partes igual. La tem peratura y el primer mandams que hubo en el n cleo de poblacin que fuese. Adems de todo lo que antecede, si para el sufrido lector no han sido su ficientes los ejemplos reseados para demostrar el origen de estos desrdenes lingsticos, les ruego lean un libro que pronto ver la luz con la firma que suscribe y que llevar por ttulo DIA LECTOS AMORFOS E IDIOMAS CUNEIFORMES. Este libro ser como una fuente de prstinas aguas, donde podrn aplicar su ser, ardiente de saber, todas las personas que bucean incansables en el misterio de los idiomas y sus dialectos. As tambin se evitarn el triste espectculo ocurri do en un lugar de la frontera entre Elda y Pe trel: odo al parche: Calle Virgen de la Soledad, entre las calles Marte y Saturno. La acera Este, de Petrel y la Oes te, de Elda. Sale muy orondo un vecino de la pri mera y le dice a otro de la segunda: 41 Veh! Mos anem a fer una partieta de ma nilla(Vecino, nos vamos a jugar una partida de manilla). Y el vecino de la acera Oeste, que es de Elda y no entiende una papa del valenciano, se queda pensando: A m este to me cae gordo. Qu me habr dicho No. Esto no puede ocurrir ms. Propongo a la comunidad que ya ha nacido entre las dos po blaciones que incluyan en sus estatutos una es pecie de esperanto para que nos podamos en tender todos. Y quin sabe A lo mejor se extiende a toda Espaa y todos seremos felices. Lo mismo cuando vayamos a Onil que cuando vayamos a Santa Marta de Ortigueira. EL CAMINO DE CARRO (De la serie Vericuetos eldenses) L a nomenclatura de los sistemas viales rsticos de este nuestro valle de Elda, lo componen ca minos, sendas, sendicas, caminicos, la vereda y el carril. Este ltimo, el nico camino carretero que de antiguo hubo en este trmino municipal. Ex cluyo, como es natural, las carreteras nacionales que lo cruzan. En anterior trabajito, discurrimos por el ca mino del Marn. En este discurriremos y hablare mos sobre el Camino de Carro, que a pesar de de nominarse as, no circul por su caprichoso trazado uno solo en toda su historia. Hoy, s, en algunos tramos, est hasta asfaltado y circulan por l gran profusin de automviles. Pero yo no hablo de ahora. Yo hablo de cuando en este bendito va lle te asomabas al solar que ocupa el Edificio Elda y veas ante ti unas huertas feraces, cruza das por acequias que llevaban limpias y mur murantes aguas. Camino de Carro, cuntas nostalgias y re cuerdos placenteros me sugieres! Por tu trazado spero y sinuoso transit incontables veces en mi infancia, camino de La laud, el rincn para m ms querido de este valle. Cruzndolo de Norte a Sur, tena su inicio en un paraje que hoy es casi el centro de la ciudad. Precisamente en unos jardincillos existentes en el entronque de la calle Padre Manjn con la Aveni da de Chap o carretera general hacia Alicante. 42 En estos mismos jardincillos hubo antao una Cruz de piedra, de la que seguramente algn eldense se acord para dar nombre a la calle que all comienza. Muy cerca de esta Cruz estaba el ba ca o abrevadero de ganado, donde introducan sus fauces sedientas los animales de trabajo que vol van de la huerta y tambin los que tiraban de los carros que pasaban por la carretera. Aquella pi leta se llenaba con el agua de Santa Brbara, que calm la sed de los eldenses durante siglos y que hoy no s por qu ha desaparecido. Pues bien; en este mismo lugar empezaba su andadura el Camino de Carro. Era una estrecha senda que segua por la calle de la Cruz para a los pocos metros, seguir por la parte Oeste de la Fe ria Internacional del Calzado. Luego giraba a la de recha, hacia la hoy empresa de calzado Kurha pies, la cual se asienta sobre los cimientos del antiguo balneario El Lido; giraba all hacia la izquierda, bordeando una cerca de granados. En esta direccin segua hasta el Campo Perdido. Una finca de unas 5 tahllas, en la cual est situado hoy el Estadio Municipal. Esta finca en cuestin, no la vi nunca cultivada y slo serva para que los chiquillos pegramos patadas a un baln o pelo ta de trapo. Quin supondra entonces que cin cuenta aos despus sera un campo de ftbol Hoy le pegan al baln en el mismo sitio, pero no tienen las cinco higueras que entonces haba en Los ESCRITOS DE JosE JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA su lado oeste, sobre la acequia, hermosos rbo les que nos daban sombra en el descanso de nuestros juegos y adems nos regalaban sus sa brosos frutos de junio a octubre, deliciosas bre vas de sanguiliebre y dulces higos ms tarde. Pero dejemos estos bellos recuerdos de los que se llev el progreso de nuestro pueblo y sigamos con nuestro camino de Carro. Decamos que nos encontrbamos en el ex tremo noroeste del Campo Perdido. Aqu el cami no torca hacia la derecha, y discurriendo unos doscientos metros entroncaba con otro que vena de las Dos Fuentes. Este lugar se encontraba en el centro de la hoy Avenida Alfonso XII I , final de la calle Virgen de los Desamparados. Pues bien, al llegar al citado entronque giraba hacia la izquierda, tomando la direccin sur que ya no abandonara hasta su unin con el Carril, muy cerca ya de La Jaud. Al tomar la antedicha direccin sur, empe zaba la delicia de caminar por este humilde sen dero. Una fresca acequia lo bordeaba por su par te oeste, continuamente rebosante de cristalinas aguas de nuestro Vinalop. A ambos lados del camino se asentaban fe races huertas, que en todo tiempo invitaban a co mer sus ricos frutos y sus deliciosas hortalizas: habas, alcasiles y tomates de la huerta de Elda! Los mejores y las mejores del mundo! Lo digo y doy fe de ello, pues he degustado estas co sas en cuatro continentes de nuestro mundo. Ya casi en el centro de su recorrido, tiene el camino una bifurcacin a la derecha, la famosa sendica de la casa Los Dolores! Hoy esta sen dica desapareci tambin bajo el asfalto y la Casa los Dolores es un erial otrora huerto fe cundo de frutales deliciosos, olorosos albaricoques tempranicos, patriarcas y del percal, adems de los ms delicados del moscatel, todos de hueso dulce. Igualmente olorosos limoneros y de la rosa, stos de hueso amargo. Imaginaros el pa raso de frutales que sera el centro de este valle, cuyo eje es precisamente el camino de Carro, cuando a principios de siglo haba en este nues tro pequeo pueblo no menos de media docena de exportadores de frutas y hortalizas. Por ctar al gunos que me vienen al recuerdo, estaban el to Cuadrao, Perico el Chicho y un to abuelo mo, el to Margarito. Lo que antecede, da una idea del vergel de nuestro valle. Su vida, se la dio el padre Vinalo p desde los tiempos ms remotos. Pero un da sus aguas dejaron de bajar dulces y puras y tambin le dio la muerte. Hoy malviven las tierras salitro sas con aguas forneas que aunque de la misma cuenca, no tienen el regusto de nuestro ro. Cin co acequias salan de sus mrgenes desde el pantano, hasta cerca del puente del Sambo; tres en al margen derecha y dos en la izquierda. En la actual idad, no entra el agua por aquellas venas que irrigaban el valle. Se fue todo, como se va la misma vida. Despus de dejara la derecha la sendica de la casa Los Dolores empezaba una nueva fase de cultivos siguiendo el camino. As como en su primer tercio lo predominante eran los banca les de habas, alcasiles y tomatares, en el se gundo ya se vea ms los olivos, almendros y vi as. Valens negro y blanco, plantamula y tambin huertos de manzanos, perales y otras frutas, has ta llegar a la finca de Paco el Caillo, padre de mi particular amigo Fernando Rico. En esta finca, que era un olivar, haba una ca sita a la orilla del camino, y delante, muy cerca de la puerta que miraba al sur, ergua su verde fron dosidad un gran pino centenario. Yo que pasaba muy a menudo por delante de la casita para ir a La Jaud, donde viva mi padri no, el to Pansilla fui protagonista de un suceso que pudo ser de fatales consecuencias para m. Lo cuento de pasada porque fue una travesura de juventud que dej en mi indelebles recuerdos. En este pino en cuestin anidaban entre el ra maje de su copa grajos, urracas y otras aves. Uno de los das que pasaba por all, me qued mi rando hacia arriba y vi salir un pjaro de entre las ramas. Me fij ms detenidamente y vislumbr un nido entre la hojarasca y las cabecitas de las avecillas llamando a la madre. De siempre me ha gustado ver a los animales en su entorno natural, as que visto el nido, pens que haba que subir 43 a verlo de cerca. Pero, cmo hacerlo El rbol era muy robusto y no poda rodearlo con mis brazos, an muy jvenes para trepar por l. La solucin la encontr rpidamente. Sub a la casita ayudn dome de una olivera que haba pegada a la pa red norte y desde all me lanc sobre el tronco del pino, con lo que haba ganado lo menos cuatro me tros en la altura, y desde all ya pude manejarme para subir hasta la cruz. Al llegar a este punto, estudi la situacin para ver en qu rama se encontraba el nido que deseaba ver y cuando me dispona a gatear por ella sent grandes aleteos y al volverme a mirar sent un espantoso miedo, pues cerca de m pa saban veloces y roncando enardecidas dos o tres parejas de aves negras cuervos, segn me di jeron luego los hombres que me salvaron del de sastre que seguramente lo que queran era de fender a sus cras. Vlgame San Jos, los sudores y angustias que pas en aquel los momentos! Con gran dili gencia empec a bajar del rbol, pero al l legar al sitio donde el tronco se ensanchaba ms de lo que poda aprisionar con mis brazos, ya no saba qu hacer pues todava quedaban no menos de cinco o seis metros hasta el suelo. A todo esto las enfurecidas aves se acer caban ms y ms en sus pasadas y al verme en tal situacin hice lo que cualquier chiquillo a mi edad en parecidas circunstancias, empec a dar gritos para l lamar la atencin de alguien y afor tunadamente l legaron corriendo dos hombres que estaban escombrando un olivar, un bancal ms abajo. Al ver stos la situacin y en la for ma que yo me encontraba, dijo uno de ellos al otro: Trete la escalera grande! Mientras, el que se qued al pie del pino esperando, inici una pedrea formal contra mis enemigos para ahu yentarlos. Lleg el hombre con la escalera. La apoyaron en el tronco. Subi uno de ellos, me agarr y me 44 baj hasta el suelo. Cuando ya me hube serena do un tanto, me pregunt uno de ellos: Cmo has podido subir hasta arriba Cuando le contest que trepando a la casi ta y dando un salto al tronco, me pregunt: Y t de quin eres Mi padre se llama Manuel, mi madre es Mara Dolor la Pajarica djele muy compungido Pues toma, por morral, y ya se lo dir a tu padre! Y dndome un pataso en salva sea la parte, se marcharon a seguir escombrando. Pues ya vis lo que result de seguir el Ca mino de Carro, y en contar el cuento del pino de Paco el Callo. Pero este pino tiene para m otras filosofas. Es el recuerdo de lo que pudo ser este valle hace mil aos. Hoy se ven en todas partes slogans, la mayora cursis, citando ciudades y pueblos y hablando de sus excelencias de cl ima, paisajes, etc. Elda tiene un dicho, que es ms es paol que slogan centenario, que se ha tras mitido hasta hoy: De Elda, los pinos!. El de mi historieta seguramente era un superviviente de aquellos que dieron vida al dicho feliz y certero. Ya poco queda por recorrer. Unos bancales de vias y olivos a ambos lados y llegamos al Carri l. All muere este camino de Carro que atraviesa el valle de norte a sur, pero ya no es lo que fue. An tao era la va natural para ir a La Jaud. Hoy, para ir a aquel rincn tan aorado hay carreteras con asfalto. Se puede pasar raudo y con ms como didad, pero los que ahora van all no se pueden de leitar como lo hacia yo en m infancia, oyendo en los rboles al pasar los cantos alegres de verde roles, gafarrones y cagarneras. Como tampoco encuentran el delicioso arroz que haca en aquel rincn de nuestro val le la ta Magdalena, es posa de mi padrino, y Rosa la Panosa un poco ms abajo. Porque la condicin del mundo es medrar, destruyendo las cosas simples que al i mentan el espritu. MOROS Y CRISTIANOS Y OTRAS TRIBUS (De la serie, dislates histricos y cronolgicos) pon los debidos respetos a los sesudos histo riadores y, sobre todo, a los personajes que aqu se citan. A los que fueron ya los que son, pues slo me gua el propsito de recordar pasajes de mi querida Elda, lejanos ya en el tiempo. Isocronos oanse los choques de las gumias y cimitarras de los atacantes moros, contra las es padas y tizonas de los defensores cristianos. Chis pas saltaban de los aceros brillantes al sol, bus cando las carnes de sus enemigos. Alarma! Alarma! gritaban los vigas de la fortaleza. Guerra! Guerra! contestaban las ron cas gargantas de los rabes que asediaban el al czar. Esto, que parece un pasaje de la embajada mora que omos todos los aos en nuestras Fies tas de Moros y Cristianos, no lo es, ya que en todo caso, sera este pasaje lo que se pareciese a lo que pudo ser. Y seguimos con nuestros dis lates. Cual marea viva suban las huestes ata cantes por las laderas que rodean el castillo. Por el Oeste atacaban los muslimes de BenTraka, ve nidos de sus lejanas tierras del Atlas africano. Por el Norte los almohades, almoravides y benimeri nes de Sidi El Karraka, llegados de las fronteras de Murcia y Almera. Y por el Este los feroces tua regs del desierto, con su cabecilla al frente, el im placable Taharik Elmedas Otelokito, vencedor en cien batallas y especialista en cortes de pelo a na vaja, aunque empleaba este arte en cortar cuellos de cristianos, pero con alfanje. En el interior de la fortaleza, mientras tan to, haba gran desconcierto por el furioso ataque a que estaban sometidos sus defensores; Sin em bargo, haba gran confianza en los soldados de la Fe y esperaban que como en anteriores ocasiones seran rechazados los odiados enemigos. No obs tante, y por si la lucha que en aquellos momen tos se desarrollaba en los contrafuertes exteriores se perda y llegaba el asalto de las almenas, ha Ilbanse preparadas en el patio de armas gran profusin de calderas de aceite hirviendo para ser arrojado sobre los atacantes y dejarlos como ca lamares fritos. Estas calderas las cuidaban mu jeres que nada tenan que hacer con L na espada en la mano y atendan a que no decayese el fue go, echando lea sin parar. Otras aprovechaban que el aceite era de insuperable calidad (todava no se conocan las excelencias del de girasol, ni de soja, ni tan siquiera se conoca que existiese Redondela) para hacer buuelos de viento, ms o menos, como siglos ms tarde los haran las bu oleras delante de un bar de la plaza de Arriba la vspera de la noche de San Jos. Mientras se desarrollaban estos trgicos su cesos una l inajuda dama, doa Violanie, oraba en su cmara por el triunfo de las armas cristianas. Llegada desde sus tierras de Huesca, para holgar un merecido descanso en este frtil valle, aoraba la tranquilidad de su castillo de Loarre, aun a pesar del Compromiso de Caspe, que tuvo tela marinera, o sea, sus ms y sus menos, y me jor dicho, ms sus menos que sus ms, pero al fin Don Jaime I el Conquistador tuvo que marcharse con viento fresco a proseguir sus conquistas por Valencia y Mallorca, dejando a los aragoneses en paz. Prosegua la dura lucha en los alrededores del recinto. En una cmara del torren central, el Conde de Elda estudiaba la situacin y daba r denes a sus capitanes, que eran obedecidas sin dilacin y con gran entusiasmo, pero los atacan tes eran muy superiores en nmero y la cosa se tor naba ms angustiosa por momentos. El Conde llam a su lugartenieni:e Alvar F ez de la Melva y le dijo: Mi querido Alvar, esto lo veo muy achucha doy si los mahometanos siguen apretando, las va mos a pasar canutas. Dispn, por tanto, sin ms dilacin, de unos propios que vayan a buscar re 45 fuerzos entre mis vasallos del Monte Calvario y Al tico de San Miguel, de las dos plazas San Antn y La Tripa, Estralaso y adyacentes. All hay muy buenas y bravas gentes que vendrn en nuestra ayuda. No avises a los de la Placeta de San Pas cual, ya que los Chacas, Peludos, Migueros, Arran cas, Felipe el Chato y dems vecinos, son gen te pacfica y del medio punto. Estos hombres que enves, que salgan por la poterna Sur, y por debajo del casero, irn a salir a unas huertas que hay, como a tres tiros de ballesta de aqu. Luego po drn cumplir su cometido a satisfaccin. All se fueron los emisarios en busca de las gentes del bronce de los barrios citados. Llega ran a tiempo de salvar el castillo y sus heroicos defensores Si el lector sigue leyendo lo compro bar en el inte. Ms y ms hordas enemigas afluan al cam po de batalla. Los prados de la Alfaguara vean se poblados de medas lunas sedientas de san gre cristiana. Tambin por la parte del ro Usola (paraje del Vinalop, comprendido entre la de sembocadura de la Rambla del Sapo y lo que hoy es puente que cruza el ro hacia la estacin del fe rrocarril) suba enorme muchedumbre de moros dispuestos a entrar en la lucha. Pobres defensores del alczar! Si los refuerzos no llegaban a tiem po poda aplicarse el dicho del clsico, que algn siglo ms tarde dijo refirindose a Almanzor, per dn! , a Carlomagno: Mala la hubisteis, fran ceses, en la rota de Roncesvalles! Aqu se dira: Mala la hubisteis, cristianos, en el Castillo de Elda! No qued en vuestros cuerpos, ni piel para sacar un par de topes!. Creca y creca la lucha sin cuartel. Ros de sangre bajaban por las laderas de la fortaleza, anegando la sequiesica Siete Aos, que discurra por su base hasta perderse en la olmaica de la ta Pura, situada entre la calle de La Tripa y la Huer ta del to Carlicos, donde dicho sea de paso, y con perdn del momento dramtico del asunto, se criaban los mejores caracoles barbachos de todo el valle. Ya los defensores exteriores estaban casi eliminados y los feroces africanos empezaban a 46 subir por los muros del recinto, y aunque el acei te hirviendo frenaba un tanto, y al mismo tiempo suavizaba sus acometidas, se vea bien claro que poco podra durar la defensa de los bravos cris tianos. La situacin era angustiosa. Ya entraban los asaltantes en riada incontenible por sobre las al menas, vidos de sangre, saqueo y botn. De re pente se oy un grito del viga situado en el ms alto torren: Ya llegan! Ya llegan! Ya estn aqu! Animo! Animo! Vienen refuerzos y nos salva remos! Efectivamente. Por la parte de la calle de los Clrigos llegaban los esforzados y valientes cristianos de los barrios que haban sido llama dos: los de Monte Calvario, los de las dos Plazas, los de la calle de las Virtudes y Castillo y los de la calle San Antn, La Tripa y adyacentes. All los valientes Zapatas, Tomillos, Buzos, Carabineros, Frascos, Tamboreros, y muchos otros. Aqu los Portillos, Topetes, Juaneles, Chapamos cas, Mauros y Pandorgos, reforzados con los Po teques, los Chatos, Gregoricos y algunos ms. Ac los Perrengues, Matutines, Cachiporros, Per asas, Crevillentes, Chatos Corrigelos, Chatos Madriguera, Albateras, amn de Zorros en manada y Pjaros en bandas. Por ltimo, los de la calle San Antn y La Tripa. Los Carlicos, Cortarrabos, Pere Capota, Parrancanos y Arroz-Caldosos y con los fe roces Monchos al frente, especialistas en tirar li mos de tres kilos con onda, que podan hacer blanco en un bote colocado en la puerta del to Pi culilla desde lo alto de Boln. Tambin se uni a la accin de los cristianos contra los moros una tribu de zngaros llegados de la Hungra, y de paso para Valencia, donde pen saban asistir a la Feria del Cobre, por ser su es pecialidad la fabricacin de peroles, para hacer arrope ; jofainas, para abluciones; braseros, para quemar cisco, y otros utensilios de este material. Estos elementos, que a su paso por los pue blos no dejaban en paz ni gallinas, ni conejos de los corrales, se portaron como jabatos en esta ocasin, y sus cuchi llos y tijeras de esquilar bu rros, hicieron primores en las barrigas de la mo risma. Orgulloso poda estar de ellos su capitn y valedor, el gran Kenaritho Bera. Condottiero de recia estirpe, hijosdalgo, maestre -sala y comedor, guardasello y no s cuntos ttulos ms, en las in mensas llanuras de la nacin maggiar, baada y regada por las dulces y principescas aguas del Da nubio Azul. Fue inenarrable la entrada de estos bravos en el combate. Todos juntos, ya una, atacaron a los moros por su retaguardia y levantaron el cerco, de jando sobre el terreno gran mortandad de enemi gos. Pero..., un momento! Un momento! Aqu hay un error gordo. Creo que he confundido las bata llas, los combatientes, los personajes y las po cas. Vlgame Dios! De dnde he sacado que es tos personajes podan estar en la Edad Media Y yo, que soy de la Quinta del 30 (de este siglo, cla ro), y tambin estoy metido en el ajo No, no. Esto no puede ser. Pero, quin de mis pacientes lec tores puede creerse que podan luchar juntos los del Monte Calvario y los de la calle San Antn Si en cuanto se aventuraba uno cualquiera de estos barrios en los terrenos del otro, se armaba una pe lea que se acababa el rnica en la Farmacia de Maximiliano. No. De pelear juntos, nada. Ahora que me acuerdo, la nica vez que anduvimos juntos, los personajes mencionados de estos barrios el denses, fue para atacar con gran disciplina y or den de combate, un bancal de habas y alcasiles que tena el primer legn en el Camino de las Agualejas, cerca de la casica Msica. Excuso de cirles que las huestes atacantes volvieron a sus cuarteles de invierno con las pechas llenas a re bosar de las sabrosas verduras y que los dos bancales quedaron en cuadro. Qu barbaridad! Cmo he podido trabucar mis recuerdos de tal manera Pero ya voy viendo claro. Confund al Conde Coloma con Manuel Sn chez Orgils, alias el Zorro, a quien los amigos hemos llamado cariosamente, desde muy pe queos, el Conde. En cuanto a doa Violante la me tamorfose con la mujer del to Antonio, el quin callero, que vivan en un zagun que haba a la entrada del castillo, a la derecha, pegado al gran ik O Y C i / ) torren, y que en tiempos pretritos sirvi como ta ller de cohetera y almacn de la industria que en tal lugar tuvo el to Machuca. Total, que me ha ocurrido cosa parecida a la del eximio Don Quijote, ya que los muslimes y al mohades que yo vea avanzar por el Norte y Oes te, al igual que con los feroces tuaregs del desierto que avanzaban por el Este, no eran sino los cha vales de los barrios citados que avanzaban sobre el castillo para dirimir su posesin a pedrada limpia. La culpa de todo la tiene la Fiesta de Moros y Cristianos de mi pueblo. Y es natural. En estos das sale uno a la calle y ve a un seor vestido de moro y piensa: Arrea! Cmo viene este to tan tranquilo por aqu con el lo de Ceuta y Melilla Luego te das cuenta, con asombro, que no es tal moro, sino que es un chico que trabaja de pelu quero y que adems se llama Nicols. Tambin puede suceder que te tropieces con un barbudo mercenario del Cid Campeador, tocado con cota de malla, y resulta que es un vendedor de olivicas de Onil en el mercado y se llama Desiderio. Tampo co fue moco de pavo el pasmo que me l lev el ao pasado cuando vislumbr en la calle Cervantes a un personaje de la Castilla medieval, con casco, tizona, cota de mallas y dems arreos militares de la poca. Transporteme de inmediato a los tiem pos de la Castilla de Alfonso VI pensando en las heroicidades que habra cometido, el tal caballe ro, contra los sarracenos, cuando de repente oigo a unos nios que le dicen: Pap, toma la capa que te has dejado en casa y dice madre que no tardes que hoy tenemos paella para comer! Y al volverse el feroz guerrero vi, con asom bro, que se trataba de mi dilecto amigo Paquito Ortega, embajador de las huestes cristianas. Conturbado volv a la realidad y pens que la historia es una cinta transportadora que lleva hacia atrs las incidencias de los das. Cuando queremos verlas de nuevo, ya el tiempo las ha mez clado y difuminado. De ah, lo que nos cuentan, lo que leemos y lo que contemplamos. 47 MADRE, QUE VIENE EL AUTOMVIL Y EL TORO! (De la serie Recuerdos aejos entreverados) E I primer causante de la polucin atmosfrica en este bendito valle fue, sin duda alguna, el auto de don Jos Tovar. Este automvil, marca Packard Mikel, ma trcula de Alicante nmero 5, es el que empez a lle nar las pituitarias de los eldenses de los pestilen tes olores a gasolina. Afortunadamente, hoy ya estamos inmunizados, hasta el extremo de que cuando salimos un da al campo para respirar aire puro nos da dolor de cabeza o cogemos un catarro. Lleg a esta ciudad, el que fue pionero de la circulacin mecnica, hacia el ao 1917. Luego lle garon otros. Que yo recuerde, fue el siguiente uno de Marino Aguado, marca Mercedes, matrcu la de Madrid nmero 301. Entre estos dos automviles se estableci una especie de corriente literario musical, ya que a causa de ambos naci un sonsonete que deca: Voy por vino, la carraca de Marino! Voy por pan, la carraca de Tovar!. Con la llegada de los citados y de otros que fueron llegando, termin la tranquilidad para las gallinas y semovientes del pueblo, amn de ga tos, perros y hasta para los mismos ciudadanos. La ta Magdalena, que vena de escardar, vio al pri mero de estos monstruos y le dijo gritando a la ta Inocencia, esposa del to Turlino el Pjaro: Inocencia! He visto a un carro que anda sin mu las!. Por aquellas calendas viva yo en la calle de Pars (hoy de Roma) y recuerdo que cuando se oa una especie de sirena que haca sonar el auto de Tovar viniendo de Alicante sala todo el vecinda rio de esta calle y los de las casicas de Pe sahumos a ver el espectculo; y en verdad que era digno de ver. Aquel armatoste levantando una polvareda infernal y haciendo correr a todo bicho viviente. Las pobres gallinas, que estaban acos tumbradas de siglos a picotear en las carreteras y caminos, fueron las primeras vctimas del pro greso eldense de los automviles. Tambin em 48 pezaron los atropellos a los viandantes, as que lo mismo que hemos reseado la llegada del primer automvil a Elda lo haremos igualmente con el pri mer atropellado que hubo en ella. Los datos de tal acontecimiento me los ha facilitado precisamen te el interesado. Adems, tengo el permiso expreso de tal persona para anotar su nombre y apellidos, incluyendo su alias particular. Se trataba de don Francisco Aguado Berbe gal (a) el Mueble, seor muy amable y buen el dense, que es de sobras conocido. Pero vamos con los hechos de este primer atropello y de paso con otro extraordinario que protagoniz este seor, que por lo visto fue un adelantado en esto de los atropellos y en otro hecho concerniente al arte de Cchares. Vamos, pues, con el primero. Estamos en el ao de gracia de 1925, da de la Pursima. Jugaban el encuentro ms encarni zado de su historia, en el Parque de Atracciones, el Club Deportivo y el Elda F. C. El bueno del se or Aguado, entonces un chaval, que por lo visto tambin senta el hormiguillo del ftbol, se en contraba con otros amiguetes de su misma edad rompiendo alpargatas contra una pelota de tra po en unas huertas existentes precisamente por donde hoy discurre la calle Ramiro de Maeztu. Ya casi terminado el da y cansados de dar le al baln, se vinieron hacia lo que hoy llamamos la esquina del guardia lugar donde por enton ces haba una fuente, seguramente para saciar su sed de meter goles y la otra. En dicha esquina haba en aquellos mo mentos un gran barullo y atasco en la circulacin, pues acababa de llegar de Alicante el carro de Paco el Ordinario con una reata de cuatro mulas y un borriquillo delantero y se dispona a las ma niobras pertinentes para su aparcamiento y des carga de las mercancas. Total, que el chiquillo se distrajo en que si la mula de varas empujaba hacia la calle de Jardines o si el borriquillo se me ta por la calle Nueva abajo, el caso es que de esta segunda calle sala hacia Alicante un auto conducido por don Julio Maestre Pay y al bueno de Paco, que se encontraba en el centro de la calle, le puso la medalla de primer atropellado del pueblo. Sustos! Carreras! Estupor! La gente, gri tando. El chiquillo, en el suelo. Todo el mundo nervioso, sin saber qu hacer. Una persona grit: Vamos a llevarlo al curandero del Guirney!. Pero otra, ms sensata, arguy: De eso, nada! A casa de don Juan Rico, que est aqu cerca. Pero, oh fatalidad, no estaba don Juan en casa de don Antonio Agrasot, que le cur conveniente mente. No pas nada grave, por fortuna. Fue un atropello ms espectacular que otra cosa. Yo, cuando me enter, dije para mis adentros: Bue no, ya no soy yo solo el que atropellan. Y es que al que suscribe, estando un da jugando a la es campilla al lado de la casa que decamos del mentiroso, a la salida del pueblo en direccin de Alicante, le pas con sus cuatro patas por enci ma una burra cargada de cntaras de agua. Pre cisamente el titular de la casa en cuestin, que es taba en la puerta, se qued estupefacto y dijo: Recontracojo... ! No haba visto yo nunca un pjaro al que pisa una burra y sale corriendo!. Desde aquel infausto da me dan alergia las he rraduras. Pero prosigamos con las peripecias del seor Aguado. Veintitrs aos ms tarde, precisamente el da 10 de julio de 1948, ocurri el extraordinario y sensacional acontecimiento protagonizado por nuestro personaje. En la plaza de toros de Elda se organiz un espectculo benfico a base de una trouppe de mejicanos que hacan una especie de rodeo charro, de su tierra. Es decir, enlazaban becerras, toreaban vaquillas y presentaban otras atracciones menores. El nmero fuerte y dramtico de la fiesta se centraba en la lidia y muerte a estoque de un toro llamado Puerto Rico, de la ganadera de Flores Albarrn, de Albacete, por el citado seor Aguado. Estaba ste entre barreras, esperando la salida de su enemigo, un poco nervioso, como estara cualquier torero, ya que el trance era de mucha responsabilidad. Al aparecer el cornpeta por la puerta de chiqueros lanz toda la plaza una oh! muy pro longada. Se trataba de un berrendo que pesara sus ochocientos kilos, cornaln y astifino. Adems, sobresala dos o tres palmos por encima de la ba rrera. A nuestro hombre le haban dicho que tena que torear un toro, pero no una mquina de tren con cuernos. Sin embargo, haciendo de tripas co razn, se dijo para sus adentras: Vamos a ver qu pasa. Lo que pas es que cada vez que se acer caba la fiera al torero resoplando sala ste des pedido hasta el callejn por el aire de sus bufidos. Dentro de ste se encontraba aquel da don Mar cial Mansilla, inspector de polica en funciones, y aunque lenguas aviesas dicen que le deca al to rero: Mira, muchacho, si no matas al toro, ten drs que vrtelas con el Juez, no hubo tal cosa. Lo que le dijo es lo siguiente: Mira chato, no salgas ah porque ese morlaco te descuartiza. Arrglatelas como puedas y desaparece de la pla za, y ya lo arreglaremos esto como sea. El bueno de Paco estaba un poco indeciso al or aquellos prudentes consejos, pero en aquellos momentos una voz chill en el tendido: A ese no lo matas t ni subido a una escalera!. Aquello fue el acicate que espole su valor y all se fue el valiente al ruedo, todo decidido y citando a la lo comotora aquella con la muleta, se volc en el mo rrillo de la res, enterrando el estoque hasta el puo y rodando el toro sin puntilla. Aplausos y ols a rabiar. Le dieron las orejas y el rabo de su enemigo y no le dieron el toro en tero porque ya estaba comprometida la carne para el Hospital Municipal. Pero s se llev la gloria en tera por su actuacin valerosa y excepcional. Ni en los tiempos del Piti, ni de Josualdo Banegas, Lagartija, ni con ninguno de los to reros que en Elda han sido, se vio nunca nada igual. Por algo decan de Paquito Aguado que fue un adelantado. Fue el primer atropellado por un automvil en esta della nuestra y el primer tore ro que mat un toro -toro de los que hoy ya no se ven por esas plazas. Exactamente como el primer auto de don Jos Tovar; ya no se ven palacios rodantes como aquel, con sus metales dorados y faros a base de 9!fi: /ENL /HOMO V Y El. TO11 .9 49 carburo. Hoy todo es ms fcil y simple: autom viles ligeros, y toros que se caen al ponerles el pri mer par de banderi llas. Aquel primer automvil que entr por las calles eldenses no saba la dloc de automo vilistas que venan tras l. De haberlo sabido, a buen seguro le habra pedido comisin al Ayun tamiento por adelantado por lo que ste cobra ra ms tarde en concepto de impuesto de roda jes por la ciudad. LA FIESTA DE SAN ANTN E ste trabajito, se lo dedico a todos los testeros y Comparsstas que son y han sido, y en es pecial al actual Presidente de la Junta Central de Moros y Cristianos. La festividad de San Antn, que en la ac tualidad se celebra a primeros de junio, se cele br siempre en su fecha, 17 de enero, aunque tambin se dejaba para el sbado y domingo si guiente a dicho da para su conmemoracin, cuan do el da 17 coincida con cualquier otro da de la semana. Los actos paganos que se hacan en su honor se reducan a cucaas y bailes regionales, en la Plaza de Abajo, hogueras en esta Plaza y en la Plazuela de San Antn u carreras de a pie y a caballo en la Cuesta de Santa Brbara. Estas empezaban en la puerta del antiguo Cementerio (Cruz de los Cados) y terminaban en el portaln de la Venta de Santa Brbara (hoy Hospital Mu nicipal), que regentaba, sin haber estudiado Mar keting hotelero, mi to -abuelo Margarito, de pura raza voltil, como el que suscribe. Antes de seguir adelante con la narracin de estos festejos, segn los conoc de muy chiquitn, o si lo prefieren con los primeros plumones, me pa rece importante descubrirles a las generaciones festeras actuales, ya las venideras, los orgenes de su Santo Patrn. Con ello honro la memoria del mismo y doy un pequeo desahogo a mi humilde erudicin. Por otra parte, lo menos que deben de saber estas generaciones, es la media filiacin del Santo en honor del cual se celebran estas ya po pularsimas Fiestas de Moros y Cristianos. San Antonio Abad naci en Coma (Egipto), la actual QUEMANS, hacia el ao 255 de nuestra Era. 50 A la edad de 20 aos, reparti su cuantiosa for tuna entre los pobres y se retir al desierto, entre las soledades del ro Nilo y del Mar Rojo. Se pue de decir que fue el primer anacoreta solitario de este mundo. Tambin fue el iniciador de la vida monstica. Un detalle bellsimo, en su vida, era verle en la puerta de su gruta, que tena como vi vienda, esperando que cualquier clase de pjaro le llevase su comida en el pico. Muri en el ao 356, habiendo vivido por lo tanto 101 aos. Se puede decir con nfasis, que a los 16 siglos de su muerte, an hace poner a las gallinas en cantidades masivas, cuando se acer ca el da de su Santo, pues ya conocis el dicho po pular, de que por San Antn, los huevos a montn. Antes de seguir con los festejos, que mu chos recordamos, conviene hacer un poco de His toria sobre sus orgenes. Orgenes que segura mente como todos los de esta regin, fueron inspirados en las luchas Cristiano -Moras de tiem pos remotos. Estas Restas, an se celebraban a finales del siglo pasado, con sus correspondientes compar sas, ricamente ataviadas, como lo pueden estar en la actualidad. Buceando en los recuerdos de los ms viejos del lugar, he entresacado estos datos: los ms concretos son que, todava en el ao 1879, uno de los Embajadores de la Fiesta fue don Isidro Aguado, abuelo del actual fabricante de hormas, don Isidro Aguado Casez. Otro detalle: en la Fiesta del citado ao sali de Rodela una her mana mayor de don Enrique Gonzlez, propieta rio que fue de la sucreria y pastelera de la Pla za de Abajo. Y bien: prosigamos con la Fiesta que, como qued dicho, se refiere a tal y como yo la recuer do de los tiempos ya lejanos de mi niez. El sbado siguiente al da que fuera 17 de enero, llegaba la charamita acompaada del tam bor, desde el vecino pueblo de Petrel ah, ah tie nen motivos sobrados los petrelenses para chin charnos a los de Elda. Nosotros nunca hemos tenido un charamitero en nuestra historia ya ellos ni les falt, ni en la actualidad carecen de l. Como iba diciendo, a la charamita y al tambor, les acompaaban toda la chiquillera eldense y nos di rigamos a la Ermita del Santo, que estaba ubicada en la plazuela del mismo nombre, en donde espe rbamos la llegada de los carros de la lea. Uno de los carros, eran dos en total, descargaba la mer canca en la Plaza de Abajo y el otro depositaba la mercanca delante de la Ermita del Santo. La llegada de estos carros con la lea ya era un nmero de fiesta, pues al frente de ellos, o sea un poco adelantados a los animales de tiro, aunque a veces se confundieran con el los, vena la Mayordoma de San Antn en pleno con caras sospechosamente coloradas a consecuencia de ha ber ingerido, seguramente, bastante combustible de cepa u sase morapio, y era natural. Salan por la maanita del sbado, con el alba, rumbo a las Caadas o al Campo Alto, y se pasaban el da en tero recogiendo lea y de lo otro. Pero no crean que iban a salto de mata, no. Ya estaba todo prepa rado y programado, que diramos ahora, por las eminencias grises de la Mayordoma. Por ejemplo, decan: a las 9 de la maana en la Casa del Co nejo, para almorzar dos dem fritos con tomate. A continuacin a la Casa del Tite, en las Caadas, donde por control remoto, ya haban dispuesto una gazpach de infarto. A continuacin, partida de truque para reposar, y seguidamente a cargar los carros con la lea que ya tenan preparada. Como es natural, a todo esto no paraba la bota o el barral. Total, que a la cada de la tarde llega ban a Elda como queda dicho, hechos unos bra zos de mar y a descargar la mercanca en los puntos establecidos de antemano. En esta faena tenan que andar muy listos los Mayordomos, pues en cuanto becaban un poco, de saparecan las gavillas de sarmientos que era un gusto, bien por las escalericas de la calle los Clrigos o por la calle de la Tripa. Hay que hacer constar que en aquellos tiempos, ni haba Buta no, ni se conoca para nada el recargo de la Ofi le, y para poder hacer la comida, las gentes del ba rrio tenan que esperar que viniese el to Seta o el to Perola con lea, o haba que ir por costalicos a la Lobera del Marn. Pero sigamos: ya estaban las hogueras ar diendo, la charamita tocando y los chiquillos bai lando y saltando a su alrededor. Poco a poco se consuman los leos y las ganas de tocar la cha ramita. El artista de la charamita y el del tambor tomaban rumbo a la Casa del to Gabelo, que es taba cerca de la casa de la Pastora, hoy calle de Ricardo Len, a trincarse un par de poTones an tes de regresar a Petrel, va la Cruz Cubierta. Tambin la Mayordoma de San Antn haba desaparecido para descansar de su ajetreado da y hacer cuentas de lo que haba supuesto el primer da en lo econmico y hacer planes para el si guiente da, que era domingo. El da del sbado, la Fiesta no daba ms de s, y el ltimo r mero era lo que podramos llamar ataque a los rescol dos, que expresado de esta manera, puede pare cer el ttulo de una pelcula, pero no era tal. Sigan leyendo y realcense en la temtica del asunto en cuestin. Ya era bien entrada la noche. Los chi quillos nos habamos retirado a nuestras casas y las calles se haban quedado solitarias. Las ho gueras, otrora rugientes y estallantes de luz, es taban apagadas, pero... quedaban los rescoldos. Entonces aparecan en las puertas de sus casas las mujeres del barrio con un brasero vaco en las manos de cada una y al grito de A por los rescol dos, que estamos en invierno!, arremetan contra las murientes hogueras yen un santiamn no que daban ms que las manchas negras en el suelo. Pero al da siguiente, domingo, bien tem prano, empezaba de nuevo el jolgorio. La chara mita alegraba de nuevo las calles eldenses y los vecinos se apresuraban a salir de sus casas para no perderse nada de la Fiesta. A media maana, misa en la Ermita del San to, y a rengln seguido una especie de mini pro 51 cesin por la plazuela, con gran disparo de cohe tes y bombardas, amn de alguna especialidad del to Machuca, en forma de ruedecicas con gran chisporroteo y truenos gordos al final. Despus de descansar el Santo, en casa del to Carlicos, que era su guardador, vuelta a la Er mita, y a comer todo quisque. Por la tarde, a primera hora, ya estbamos la chiquil lera concentrada en la Plaza de Abajo, donde unos hombres daban los ltimos toques a la preparacin de un poste, lleno de sebo, que se levantaba airoso hacia lo alto. Dicho poste de madera serva para el juego de cucaas, yen lo ms alto penda un pollo ata do, que era el premio para el que pudiese subir hasta l. Haba especialistas para estos menes teres, verdaderos artistas en el arte de ponerse pa peles de lija atados a los brazos y piernas para tre par con menos dificultades y atrapar el premio. Al final, lograban subir, pero cuando bajaban con el pollo en la mano, ms parecan fogoneros que otra cosa, por la cantidad de grasa que haban reco gido en la hazaa. Cuando terminaba lo del palo ensebado, segua la Fiesta en el otro extremo de la Plaza con otro extrao juego. Desde el balcn de la Chiqueta hasta el de la ferretera de Juan el de Pedro, ha ban tendido una larga cuerda y en el centro un pollo atado por las patas. El juego consista en tratar de alcanzar el pollo, y para conseguirlo se formaban cuadril las de amigos que, entre los ms resistentes, formaban una pirmide por la que trepaba el ms gi l para que pudiera al canzar al pobre animal, que permaneca atado sin pensar la mala suerte que le esperaba; pero en los balcones antes mencionados, haba per sonas agarradas a la cuerda, que con aviesa intencin, la elevaban cuando el elemento tre pador estaba a punto de alcanzar el ave. As una y otra vez, mientras la pirmide humana se mova al comps de la trayectoria que se le daba con la cuerda al animalico, originndose casi siempre el natural derrumbamiento de la masa humana, que no sufra accidente alguno, porque caa sobre la alfombra de espectadores, que se gua con gran regocijo las vicisitudes del pollo 52 que penda de la cuerda y la del que quera atra parlo. Al final, en un descuido de los de la cuerda, agarraban como podan al pobre animal colgan te y a tierra todos, incluida la cuerda. Lo del palo ensebado y la cuerda se repeta dos veces, y por lo tanto eran cuatro pollos en liza. Para estos juegos y para los premios que luego se daban a los ganadores de las carreras de caba llos, que eran otros cuatro pollos, la Mayordoma haba contratado una docena de dichos animales en la acreditada ganadera de la Recovera, sita en la calle del Estralaso, hoy llamada del General Sol chaga. Como podis calcular, haba un supervit de cuatro pollos, que al da siguiente, lunes za patero, la Mayordoma se los degustaba como premios a sus trabajos de trada de la lea. Terminados los juegos, se celebraban en la Plaza una especie de bailes regionales ameniza dos por el to de la charamita y corriendo despus de estos bailes camino del Manicomio, pero... Un respeto! No bamos all para internarnos, sino que desde ese lugar era donde mejor se vean las carreras. Este edificio, el del Manicomio, estuvo si tuado a la mitad de la cuesta de Santa Brbara, antes de llegar a la Venta del to Margarita, en don de se situaba la l legada de los corredores como meta final. En la actualidad ya no existe nada de esto, ni Venta, ni Manicomio. Slo la calle de San ta Brbara y al final, el Hospital Municipal, exac tamente donde antao tuvo mi antepasado su acreditado negocio de albergar arrieros y traji nantes. Sigamos. Ya estaba casi todo el pueblo con gregado en el sitio de las carreras. En primer lu gar se celebraban las de a pie, y ya estaban los mozos especialistas de esta modalidad prepara dos para la salida. Los miembros de la Mayordo ma se multiplicaban para asegurar el buen orden en la salida y llegada, reforzados por la plana ma yor de la planti l la Municipal, representados por el to Sardina y el Gaviln. Entre los corredores ms famosos que re cuerdo, se encontraba Manolico El Cachiporro, especialista en carreras cuesta arriba, pues todos los aos competa en la famosa carrera de la Pea, en el vecino pueblo de Sax, y ganaba casi siempre. Tambin en las de Elda obtuvo muchas victorias, pero otras veces, las ms, le birlaban el triunfo los del Monte Calvario, pues competa con los de este barrio, y cuando llegaban arriba, cer ca del final, all estaban los Mosenes, Tomillos, Bu zos, Carabineros y dems cofrades de la zona que no le dejaban pasar, propinndole zancadillas, empujones y toda clase de torturas de primer grado para retrasar su llegada. Despus de las de a pie, venan las dos ca rreras de caballos. Aqu, casi siempre competan un tal Perico, que montaba un caballito, ms bien pequeo y enclenque, y un elemento de Santa Pola que vena a traer pescado casi todos los das. Su medio de transporte era un carro ligero tirado por un caballo huesudo pero de media al zada, y ste era el que le serva para tomar par te en las carreras. Por lo tanto, el caballejo del pescado gana ba la mayora de las veces, pero como entonces no exista la moviola, el rbitro deca que haba lle gado primero Perico y a l haba que darle el po llo, porque como todos sabemos el juicio de un r bitro es inapelable. El rbitro en cuestin era el Tuerto Serafn, al guacil y echador de bandos que, como era tuerto, miraba slo a Perico y no vea al otro, as que ve lay! que dicen los de Valladolid pollo para el co rredor de Elda, que era al que l vea entrar pri mero, y el de Santa Pola a reclamar a taquilla. Despus de las carreras, se acababa la Fies ta. Los chiquillos que tenamos tres perricas nos largbamos al Teatro Castelar, a butaca y los que tenan una gorda, al gallinero. Los que no tenan nada, a quitar alcaciles a la huerta, que entonces haba en abundancia. En mitad de la plaza de Abajo y delante de la Ermita de San Antn, quedaban sendas man chas negras como testimonio de que un ao ms los eldenses haban hecho honor al Santo Patrn que desde su reposo, all en Egipto, an hace po ner a las gallinas despus de diecisis siglos. LOS CASTILLICOS DEL TO MACHUCA (De la serie Personajes tpicos eldenses) S in duda de ningn gnero, el personaje que hoy Unos ocupa, fue en sus tiempos uno de los ms celebrados de nuestra historia local. Don Silvestre Maestre Gonzlez es el perso naje en cuestin. Perteneci a la familia de los Molineros, de rancio abolengo eldense, y as como yo s por qu le llamaron Pjarico a mi bisabuelo Pepe, seor de la Horteta, y que algn da lo contar, no he podido llegar al fondo de la cuestin en cuanto a eso de los molineros. Bueno; alguna pista s tengo aunque con algunas reservas. Digo con reservas porque en una ocasin platicaba con un hombrecico bastante mayor, que vive por los lados del Campo Alto, y dio la casua LOS CASTILLICOS DEL To MACHUCA lidad que sali a relucir el nombre del personaje de nuestra historia; Yo le pregunt por qu les de can los molineros y me contest: Pues resulta que un abuelo de Silvestre que tena una finca por la parte del Monastil encontr un buen da en uno de los bancales suyos algn cabrero que ha ba metido el ganado a pasturar El hombre, que vio tamario desafuero, se dirigi al de las cabras y dijo: Saca pronto el ganao de mi finca o te muelo la cabeza como se muelen las guijas!. Bueno, bueno, dijo el intruso. No muelas tan to que te van a llamar molinero. No hay que po nerse as, hombre, al fin y al cabo en ese bancal no hay ms que piedras y ardachos. 53 Y ya veis por donde pudo venir el nombreci co, pues en aquellos tiempos no hacia falta mu cho para colocarle a una familia un sobrenombre. De todas formas yo no estoy muy seguro de estos datos, pues el que me los facilit estaba el da que lo hizo bastante subido de porrones y no s, no s... A lo mejor era un humorista de los muchos que ha habido y hay en este valle y se lo invent. Vaya us ted a saber. De lo que no he podido enterarme, pese a mis reiterados esfuerzos en preguntar, indagar y mo lestar a probos eldenses, es el porqu del nom brecito Machuca aplicado a don Silvestre. En vista de el lo alejamos las divagaciones y nos me temos de lleno en la cuestin de sus aptitudes co heteriles y dems zarandajas de la pirotecnia. Este singular personaje viva cuando yo te na muy pocos aos en la casa que hace esquina a la calle del Estralazo con la de la Pistola. Hoy Ge neral Solchaga y Ramn y Cajal respectivamen te. Es decir, yendo por la baldosa donde estaba el horno del Pandorgo, la ltima casa al llegar fren te a la calle de los Clrigos. Adems de otras ocupaciones que no son del caso, tena gran aficin a fabricar cohetes y rue decicas y se puede decir que todos los fuegos ar tificiales de Elda en sus tiempos los preparaba l. Sin embargo, en algunas ocasiones, cuando se le amontonaba el trabajo, sola adquirir co lecciones de fuego de colegas de la parte de Va lencia. Esa fue su terrible equivocacin! Resulta que las gentes eldenses saban estoy cuando un casti llico sala mal decan: Machuca, gan dul!. Cuando por el contrario la coleccin de fue go era un dechado de perfeccin, decan Ma chuca, eso no es tuyo; es del abuelo de la 011era!. El taller donde preparaba sus fuegos de ar tificio lo tuvo mucho tiempo en una especie de za gun que haba a la entrada del casti l lo, pegado a la derecha y debajo del torren que todava se alza orgulloso dominando nuestra ciudad. Era este un sitio muy seguro para estos me nesteres, aunque algn susto ya les dio a los pa lomistas que se reunan en la parte sur para ver a sus fumaos, pintaos y otros plumajes, 54 persiguiendo a las palomas, ya que en alguna oca sin el to Machuca se le traspapelaba la com binacin de los ingredientes que empleaba para la preparacin de las piezas y haba alguna ex plosin que otra fuera de programa, con gran susto de los palomistas, que salan como alma que lleva el diablo castillo abajo y no paraban hasta la calle de las Virtudes. Tena una especialidad nuestro simptico personaje: el chispero. l deca que el chispe ro era lo ms bonito de los fuegos artificiales. De ah que en todas sus combinaciones pirotc nicas resaltaban las ruedecicas con muchas chis pas que saltaban de ellas girando a toda veloci dad. Precisamente por esa velocidad ocurri un ao un episodio que pudo tener fatales conse cuencias y slo qued en el susto de la gente que asista a la quema del castillico, afortunada mente. Ocurri un 8 de septiembre, da de los Pa tronos. Transcurra con normalidad la quema de los fuegos en la calle Nueva Abajo (hoy Maura) cuando una de las ruedas, en su alocado giro, se solt del eje del palo donde estaba metida y cay al suelo, donde por el impulso que tena en su giro, sali a toda velocidad calle adelante hacia la placetica del Hospital. Excuso decirles la marimorena que se arm. Hubo eldense que crey l legada su ltima hora. Gritos de los chiqui l los y las seoras, acompaa dos de algn soponcio en alguna, y carreras de la totalidad de los espectadores. A todo esto, la rue decica, en su caprichosa carrera, al llegar a la ci tada plazuela del Hospital, gir hacia la izquier da entrando por la calle de la Balsa hoy prolongacin de San Roque como si en aquellas fechas ya estuviese colocado el disco de direccin prohibida que hay en la actualidad para entrar en la calle antes llamada de Prim, hoy Sanjurjo. El caso es que, como digo, entr por la susodicha ca lle de la Balsa, que por cierto por entonces no te na la sal ida que tiene en la actualidad, pues el final de esta calle lo cerraba una casa donde vi va el to Cabra Loca el cual estaba en la ven tana de su casa y al ver venir la rueda echando chispas, le dijo a su seora, que ya se haba acostado: dilo queras ver el castillico Pues asmate al balcn que ah llega. A todo esto, los ms de los vecinos que es taban sentados a las puertas de sus casas to mando el fresco, iniciaron una discreta retirada, abandonando sillas y hasta algn meln en ro dajas que se estaban comiendo, encerrndose algunos en los sitios ms apartados. Cualquie ra se quedaba all viendo aquella rueda enloque cida calle abajo! De todo esto es posible se acuerde mi dilec to amigo Rafael Yuste Vera, Fifo, pues viva en aquella calle y seguramente algunos miembros de la fami l ia, sino l mismo, tomara parte en la ca rrera para salvarse de la quema. Pero lo que son las cosas, la dichosa ruedecica no lleg al final de la calle, pues por un pequeo callejn que toda va existe antes del final y que hoy se llama de Fe derico Garca Sanchiz, sali a los postigos y se perdi en las huertas que all haba por entonces. El lamentable episodio de la rueda escapada de su eje hizo bajar muchos enteros la fama del to Machuca. Claro, una cosa as le puede pasar a cualquiera. Sin embargo, algo ms serio y dram tico fue lo que le ocurri dos o tres aos despus. El da de la Virgen de aquel ao amaneci en capotado, y por la parte de Camara aparecan unas nubes ms que amenazantes. En la calle Nueva Abajo estaban plantados los tablones don de se ajustaban las ruedas pirotcnicas que el to Machuca haba fabricado para tan sobresalien tes das. Sobre las once y media de la maana, cuan do en Santa Ana se cantaba la Misa a toda or questa en honor de nuestra Santica, empez a caer un rojidico que pronto se convirti en estruen doso chaparrn. Como todos mis coterrneos talluditos saben, la citada cal le Nueva Abajo estaba cerrada enfrente de lo que hoy es Cine Ideal por una casa que si mal no recuerdo era la de la sea Joyita, en lo que hoy es calle Eugenio Montes. Para la salida de las aguas de lluvia exista debajo de esta casa una especie de sumidero o acequia subterrnea, pero aquel da, por lo que fuera, se emboz el agujero y se form una laguna ms que respetable en toda la calle. Con tal motivo, al reblandecerse el piso, que era de pura tierra, se cayeron los tablo nes preparados para el casti l lico y all fue el jol gorio de la chiquillera, subidos a los tablones y navegando de un lado para otro con gran deses peracin del to Machuca, que vea el da de la Vir gen sin fuegos artificiales. De tal acontecimiento, puede dar e el gran vate eldense y querido amigo don Manuel Verd Juan, nieto de Juanico Liria y que viva precisa mente en esta calle en el nmero 4. Desde aqu le emplazo a que haga uno de sus fecundos poemas tomando como base el acontecimiento en cuestin. Creo que este buen amigo, con su gran vena de po eta fecundo, le sacar partido a la Venecia de aquel da de la Virgen. Bueno, pero al final hubo castill ico, pues cuando bajaron las aguas en la calle y los tablo nes quedaron varados en el barro, el bueno de nuestro hroe coheteril procedi con toda dili gencia a su emplazamiento y por la noche volvieron a orse los gritos de: Eso no es tuyo! con lo cual se daba a entender que los fuegos de aquel da ha ban sido de gran vala. Y nuestro protagonista sonri complacido al escucharlos. Por eso, todos los aos, cuando en la noche de la Alborada suben al cielo de nuestro valle los cohetes y las carcasas que salen precisa mente del mismo sitio donde el fabric los suyos, parecen ofrecer con su chispero un rendido ho menaje a aquel eximio eldense que fue el to Ma chuca. 55 BANDAS DE MSICA Y BANDAS DE MSICOS (De la serie, Cronologas Obsoletas) L os amigos que componen la deliciosa revista Alborada me encargan un trabajito literario sobre bandas de msica. A ello voy con humildad y unas gotas de sano humor eldense. El enunciado que encabeza el presente de sahogo literario -musical, tiene dos vertientes: una que trata de bandas de msica y otra que tra ta de bands de msicos. En la oracin de la segunda vertiente, espe ro que el avispado lector coloque un acento en su sitio que coincide con una reunin de la que for m parte en su versin voltil. Con ello habr dado pie a la posteridad en la letra impresa a una sentencia que hace mucho tiempo espet un cons picuo msico eldense ya fallecido con motivo de la formacin de una nueva banda de msica en nuestra ciudad. Me lo encontr un buen da en los jardines del Casino Eldense y tras saludarlo, le dije: sabes que se ha formado una nueva banda de msica Se me qued mirando un poco con sorna y me contest: Eso no es una banda! Eso es una band! Y si gui su camino tan ufano, dejndome de un aire. A partir de aqu ya saben los sufridos lecto res por donde va el agua. Haremos un poco de his toria de la msica en nuestro pueblo, desde un punto de vista objetivo y personal aunque dejan do de lado las guitarras elctricas. Pero antes de dar comienzo a la cronologa de la faceta musi cal en cuestin, permtaseme el dulce placer de recordar los maravillosos momentos vividos en mi niez cuando llegaban nuestras deseadas Fiestas Patronales. 6 de Septiembre, Da de la Alborada. Por la tarde como a las siete llegaba un tren al que lla mbamos el corto el cual traa casi siempre una banda de msicos de Liria. Unos aos era La Pri mitiva. Otros, La Unin Musical. En la expla nada del final de la calle Independencia a orillas de nuestro Vinalop, se encontraba el todo Elda con sus autoridades al frente esperando a los msi 56 cos de la estacin. La Comisin de Fiestas reci ba a la corporacin musical y tras los saludos de rigor... a formar, se ha dicho! Con su bandera al frente. Pena me da de los que por la edad, o por no encontrarse presentes, no sintieran el repeluzno placentero de escuchar en una de aquellas ban das, no recuerdo cul, el inicio de su entrada con los maravillosos compases del pasodoble Camino de Rosas al tiempo que sonaban los aplausos de todos los presentes en la ocasin. Despus de tantos aos, cuando transito por los lugares ci tados, an me parece or las melodas de aque llas formidables agrupaciones de msicos. Yo pienso que sus notas tan bien interpretadas, que daron flotando en el aire de nuestras calles para no perderse jams. Tambin, durante muchos aos, vino a Elda la banda de Infantera de Ma rina de Cartagena, acompaada de sus tambores y cornetas. Esta, gustaba ms a la chiquil lera por su marcial idad y lo pasbamos en grande escu chando sus pasacalles durante los das de nues tras fiestas. Y muchos conciertos, muchos. En la Plaza de Abajo, delante del Ayuntamiento. En el Casino Eldense, en la Plaza de Sagasta. Maravi llosos tiempos para la msica, s. En lo que res pecta a ella hoy son, como dijo el clsico: Cam pos de soledad. Mustio collado. Pero no nos pongamos tristes y sigamos con la cronologa esa. En los primeros aos del siglo, yen un pue blo de los ocho mil o diez mil habitantes, como era el nuestro, existan dos estupendas agrupaciones musicales, bien nutridas de elementos ejecutan tes que eran el pasmo de la regin. Una tena el nombre de La Realista y la otra el de La Pesete ra. Precisamente por estos nombrecitos tuvo un chusco eldense la genial idea de exclamar, a voz en grito, un buen da en el Caf del Potroso: So mos ms grandes que Faran! Por cinco reales tenemos las dos mejores bandas de msica de Es paa! Y era verdad, como bien se ve: una peseta y un real, cinco reales. Fue director de la primera banda citada, D. Ramn Gorg, tan querido de este pueblo. Alicantino que vino a Elda. Entr en la Igle sia de Santa Ana y al contemplar a nuestra Sa lutica dijo: Aqu me tienes para los restos!. Y aqu se qued. Mucho gan Elda con este msico excepcio nal de genio bastante vivo, pero que elev a la ban da que diriga al cenit, donde moran los grandes ya que hasta tuvo el colofn de ganar un primer premio en Alicante compitiendo con las mejores agrupaciones de la regin, con la obra Guiller mo Tell. Mucho se podra hablar de este hombre singular, aunque de momento lo dejar para otra ocasin, en un trabajito enteramente dedicado a su extraordinaria personalidad. En la segunda banda, que ahora nos ocupa, parece que el primer director fue un tal D. Mar celino Maestro, muy celebrado en aquellos tiem pos. Luego estuvo en el cargo D. Natalio Garrido y tanto el uno como el otro, tambin lograron con juntar una banda bien nutrida y numerosa. Como la primera, tambin dio lustre al pueblo ya que pre cisamente la rivalidad existente entre las dos era el motor de la superacin de ambas para mejorar sus calidades musicales. Parece ser, por distintas versiones recogidas, despus de mprobos esfuerzos, de boca de ta Iluditos coterrneos por s, o por que las escu charon de sus padres, que La Realista era una banda con ms gancho popular que La Pesetera. No obstante, las dos tuvieron gran predicamen to entre los eldenses y asimismo fervorosos par tidarios. El siguiente hecho lo demuestra: en unas Fiestas Septembrinas y desfilando las dos bandas delante de la Municipal de Valencia, a la que haban ido a esperar a la entrada del pueblo, llegaron en su desfile por la calle Independencia, a la altura de la Placetica del Hospital. Al llegar a este punto, se oy la voz estentrea del to Mo linete, que viva por los lados de la calle La Bal sa, y refirindose a la Realista: Ah la tienes to Blanco! Estn pudros! Esto iba dirigido a un convecino de su misma calle el cual aguant la andada, pero al llegar La Pesetera a su altura, le contest a su vez: Y estos, qu! Estn cucaos, no Este apasionamiento por las bandas de su preferencia, es lo que mantuvo durante muchos aos a estas dos formidables agrupaciones en su total plenitud. Luego, como casi todo en esta Elda de nuestros amores, un buen da se apag el vol cn de la pasin y de La Realista y La Pesetera no qued ni un ochavo. Mejor dicho: ni real del chus co del Bar del Potroso. Como es natural no desaparecieron de re pente. Fueron languideciendo hasta pasar a la his toria de nuestro pueblo. Pero como ave . !nix sur giendo de sus cenizas, apareci un buen da nuestra actual Santa Cecilia. Esta agrupacin tuvo en sus comienzos como director a C. Enrique Almiana. Persona muy seria y trabajadora que por entonces tocaba el piano en una sala ce fiestas local. Elev la banda a un nivel muy apreciable. Hay que tener en cuenta que en ella haban in gresado muchos de los msicos antiguos de La Re alista y La Pesetera, por lo que estos buenos ele mentos fueron el ncleo de calidad de la nueva agrupacin. Ms tarde, por cosas humanas en las que no entramos, ces D. Enrique Almiana como director, y lo reemplaz como tal, el que lo es ac tualmente D. Jos Estruch, msico joven y muy competente llegado de sus tierras valencianas, de Villanueva de Castelln. Tambin con el nuevo director, subi la San ta Cecilia a un nivel ms alto si cabe que con el anterior, ya que cambi por completo el aire de sus armonas. Donde antes los compases eran lnguidos y suaves, se escuchaban ms briosos y vivaces sin por eso perder la dulzura. En una pa labra: El primero tocaba el lad con aires de andante y el segundo tocaba la band Jrria con aire de allegro vivace non tropo. (Esta com paracin es para que la entiendan los legos en msica. Pero D. Enrique Almiana, no cej en su afn de tener su banda y con algunos seores disidentes de la Santa Cecilia y algunos educandos que pre par a la carrera, trajo al mundo algn tiempo des pus: La Instructiva Musical ! Otra vez tuvimos en Elda a los Montescos y Capuletos! Otra vez las 57 discusiones en fbricas y talleres sobre quin eran los mejores. Es curioso: as como se fue per diendo la calidad de las bandas con el tiempo, igualmente fue perdiendo clase la calidad de las opiniones de aquellos y estos. Las frases que pro feran los vecinos de la calle de La Balsa eran de enjundia, entusiasmo y afecto a su banda prefe rida. Las frases y dichos de los que siguieron con la Santa Cecilia y la Instructiva Musical, ya no te nan tanta clase. Eran ms vulgares y no se citan aqu por el mismo motivo. Y como ya nos acercamos a las bands de msicos (con acento), vamos a salir del tnel del tiempo para situarnos en la actualidad. Hace largos aos que ya no vemos bandas de msicos, como aquellas citadas en primer lugar, por las calles eldenses. Sin embargo, desde que resucitaron las fiestas de Moros y Cristianos, como asimismo las Fallas de San Pedro en nues tra ciudad, vemos muchas bands de msicos. (Pongan por favor el acento en bands). Yo comprendo perfectamente que no se pue den traer nueve Primitivas o Uniones Musicales de Liria para estas fiestas. Es muy natural porque no habra economa que la resistiera. Sin embargo, an podran economizarse ms si en vez de esas bands de msicos (pongan el acento ese) lleva se cada comparsa o falla un charamitero con tambora una cassette con unos amplificadores de sonido muy gordos. Y ms moderno todava: trans portar en una camioneta una especie de DiscJoc key o como se llame, bien provisto de discos, y re suelto el asunto. Brindo la idea a los festeros. Tambin por el mismo precio les propongo lo siguiente: Por qu Moros y Cristianos no hacen sus fiestas un ao s y otro no Asimismo las Fa llas. De esta forma, rotando un ao unos y al si guiente los otros, tendramos doble calidad de festejos y tambin de msicos, con lo cual gana ramos todos. Esta ltima idea me la ha sugerido el es pectculo presenciado en un desfile de las ltimas Fiestas de San Pedro. Acompaando a una Falla, no recuerdo cual, vi a una band de msicos (s, s, pongan el acento que es de justicia) vestidos de la forma ms estrafalaria. En cuerpo de camisa, sin corbata y con gorra de plato. Pero si estrafalario era el atuendo, ms estrafalario, an si cabe, era el re pertorio musical que interpretaban. Una samba brasilea que no cambiaron en todos los desfiles! chale cocos al caimn, que dicen all! Y esto no da ms de s, porque yo creo que es tamos todos desafinados, aunque la verdad es que esto acaba como empez. Siempre ha habido ban das de msica y bands de msicos. Este ltimo acento lo pone el que suscribe. JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA (EL PETREL DA DEL VALLE) EL TUERTO SERAFN, UN PERSONAJE POLMICO A PESAR SUYO (Recurso de alzada para un seudo -litigio literario) L a pequea historia de Elda, la que han hecho sus personajes populares en diversos aspectos de la vida cotidiana, aquella pequea historia que nunca pasar a la grande, rene para los el denses de arraigo transmitido de generaciones, un encanto singular, que hace que la busquemos 58 con inters y nos regodeemos con sus incidencias pintorescas y sus curiosas peculiaridades. El to Isidro, el to Barrachina, el de les fabes, Ju lia, la ciega, Paquico el de Boln con sus do bles o triples chaquetas, sus cuerdas a modo de cinturn y las sartenes a la espalda; Eduardico no LOS ESCRITOS DE Jost JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA tene dente; Facorrico, inmortalizado por una estupenda entrevista que le hizo el tambin po pular Emilio Rico Albert en Idella; y muchos ms etcteras, son nombres cuya sola evocacin hace aflorar la sonrisa y traer a la mente imgenes ya borrosas por los aos. Todos stos, y otros ms que cualquier el dense que peine canas nos podra sacar de ca rrerilla, son personajes cuyas caractersticas y personalidad estn bien definidas, por ms que, como ancladas en un pasado cada vez ms leja no, se vayan desdibujando en la memoria y se con serve de ellas apenas lo que dejaron escrito quie nes les conocieron directa o indirectamente. Pero hay un personaje o dos cuyas perso nalidades se confunden en la memoria de quie nes han sabido de ellos por trato o por lecturas; un personaje cuya ambigedad y dicotoma creo necesario que desaparezcan y se fortalezca y cla rifique la personalidad de cada uno de ellos. Tenemos, por una parte, a uno de los perso najes que, por haber perdido un ojo, era conoci do por el Tuerto seguido de su nombre de pila. Su profesin, alguacil y echador de bandos, en aquel tiempo en que al pregonero se le llamaba el voz pblica y que sala a la calle con su tambor para detenerse en las esquinas o lugares estra tgicos para clamar, con entonacin caracters tica totalmente irrepetible aquello de De orden del seor Alcalde... se hace saber... o tambin el importante aviso a las amas de casa de Se hace saber... a las vecinas de este pueblo.., que en la tienda de tal se han recibido sardinas (o cualquier otro artculo) a tanto la libra... . El pregn poda adoptar gran nmero de va riaciones, siendo una lstima el que no haya ha bido ningn curioso que los hubiera perpetuado en papel impreso para nuestro regodeo y gusto. El otro Tuerto era un vendedor de agua de cebada y agua limn que se hizo muy popular entre la chiquillera y que, por lo que me han con tado, tena un genio de mil demonios, aunque se lo aguantaba por aquello de que el cliente siem pre tiene razn cuando al lanzar su grito de agua limn... ! por las esquinas, los chiquillos que le seguan clamaban al unsono y entre riso tadas: ...el Tuerto es un ladrn!. Por la maana llevaba la que se llamaba agua siv o agua sev, corrupcin lingstica del agua de ce bada y no ha llegado a nosotros el que los chi quillos los maacos se les llamaba corearan este grito con el mismo estrambote que a la voz del agua limn. Otra caracterstica de este famoso tuerto era el pequeo borriquillo que arrastraba su tos co carromato de heladero, una borrica muy bien arreglada y con un sombrero de ala ancha y copa alta terminando en punta al que se haban hecho dos orificios para pasar las largas orejas del ani mal. La estampa del tuerto rodeado de chiquillos, la burrica con su sombrero tan compuesta y el ca rromato con los grandes recipientes qued grabada en la mente de los chiquillos de entonces, muchos de los cuales, si leen estas lneas, estoy seguro les traern recuerdos halageos de su ya lejana in fancia. Como vemos, las dos personas son diferen tes, aunque ambos fueran y se les llamara tuer to: el uno, alguacil y pregonero; el otro, vende dor de agua cebada y agua limn. Y, sin embargo, en los recuerdos que en distintas ocasiones se han plasmado en artculos literarios no hay unanimi dad a la hora de darle nombre a los personajes e incluso se inici una cierta controversia que no lle g a resolver ni aclarar nada. Nuestro compaero Vicente Valero, tan co nocedor y gustador de estas cosas de nuestro pueblo (robndole el ttulo de varios de sus ar tculos) escribe: El tuerto Serafn en las tar des de verano, que con su diminuto cochecito ti rado por un pequeo borrico al que parece tena amaestrado, llamaba a la clientela con su clsi co agua limn, el tuerto es un ladrn! , Valle de Elda, 1044-Sept. 76). Mara Josefa Anaya Anaya en su artculo Aquellos pregoneros! deca: ...el Tuerto Se rafn, un hombre alegre y dicharachero que en las maanas del verano sala a la calle con una ca rretilla de madera en la que transportaba una gran garrafa de agua seb, que vendia prego nndola por las calles. Asimismo llevaba en esas tardes el rico limn helado y al orle salan de 59 las casas las mujeres con sus vasos para com prarle los refrescos que venda (Valle de Elda, 1586, 4-1X-87). El celebrrimo Jover Gonzlez de la Horte ta , cronista de Elda en clave de humor y que re gocij a los lectores de Elda hace unos aos en tre 1973 y 1976 creemos recordar con sus Recuerdos aejos entreverados, Cronologas obsoletas, Dislates histricos y cronolgicos, Sucedidos eldenses, Negociado de asuntos ob soletos y otras series que contenan relatos del ms hilarante humor eldensista, menciona tres ve ces al Tuerto Serafn, como monisipal, y como heladero como vemos a continuacin: ...el rbitro en cuestin era el Tuerto Sera fn, alguacil y echador de bandos... y All es taba el Tuerto Serafn, alguacil en funciones y echador de bandos con tambor y trompeta... (Valle de Elda, diciembre de 1974; y Moros y Cristianos, Elda, 1976). ...Sobraron tantas (tortas y mojicones) que al da siguiente las vendi el tuerto Serafn en su carrico a precio de saldo... (Indios y chamo rros. Valle de Elda, 889; 6 -IX -73). Mara Salud Snchez, en el nmero 35 de Al borada (1988) escriba: As tenemos a Ma nolico el tuerto, que se dedicaba a la venta de agua limn... . Y finalmente nuestro colaborador Francisco Crespo, aludiendo a la cita anterior deca: Tam bin se presta a confusin el que se diga Ma nolico el Tuerto cuando este personaje popular que haca las delicias de los amantes del helado made in la casa como el agua siv o el agua limn eran productos de Dionisio o el Tuerto Se rafn... Si lo sabr yo... (Valle de Elda; 1.656; 3-2-89). Como se ve por lo expuesto, el lo es mays culo, pues tenemos un cctel de los Tuertos Se rafines, un vendedor de agua limn, un alguacil y pregonero de bandos, un Manolico y un Dionisio, todos bien mezclados. 60 El problema no es importante, no hay real mente problema. Pero si no importante y deter minante, s es curioso e interesante para los el denses el averiguar realmente quin era quin y cmo se llamaba cada uno, y decirlo con autori dad, no con el parecer nacido de un recuerdo le jano, ya casi olvidado. Y por este inters en limpiar, fijar y dar es plendor al censo ms nutrido de lo que parece de personajes populares eldenses, he pensado en buscar un rbitro que de una vez para todas deje el asunto aclarado, introduzca en las tinie blas la luz del conocimiento y desembrolle la ma deja que envuelve a heladeros, alguaciles, tuer tos, Serafines, Manolicos o Dionisios. Y quin mejor que el antedicho Jover Gon zlez de la Horteta En sus artculos bien nutridos de referencias biogrficas, cronolgicas y topo grficas v.g. Manolico, corta que me pier des!, Vamos a correr la traca, Madre, que vie ne el automvil... , Qu viene el aeroplano!, La Feria de mi pueblo, etc., ha dejado cons tancia de su prodigiosa memoria, de cmo ha quedado incrustados en ella mi l ancdotas y su cedidos, con rasgos pintorescos de personajes de nuestro pueblo que ya pasaron a mejor vida, y cmo con su personal estilo literario ha sabido trasmitirnos situaciones y ocurrencias regocijan tes, todas en el ambiente popular de nuestra po blacin. Queda pues emplazado el amigo Jover, de la ilustre familia de los pajaricos como l gusta lla marse, para que actue de rbitro y juez en este ve ricueto biogrfico -literario que, aunque un tanto ob soleto, bien merece que se pronuncie sobre l un fallo justo, imparcial y competente, como estamos seguros que sabe hacer, si se encuentra con ganas de meterse en este casi embrollo, nuestro amigo y antiguo colaborador Jover Gonzlez de la Horteta. ALBERTO NAVARRO PASTOR 8 de noviembre de 1989 EL TUERTO SERAFN (Embrollo jurdico -literario con topes, contrafuertes y barretas en la pala. Es decir: un lo bien gordo) No ha sido perezoso nuestro buen amigo Jo ver Gonzlez de la Horteta en responder al requerimiento que se le hizo desde estas mismas pginas la pasada semana, solicitando su docto fallo sobre la verdadera identidad del popular personaje conocido como El Tuerto Serafn. Diligentemente nos ha remitido el artculo que reproducimos seguidamente, en su primer episodio, anuncindonos los siguientes, que iremos publicando a medida que los vayamos recibiendo. Con este motivo agradezco las cordiales alusiones que me dedica e, igualmente en nombre de los lectores de VALLE DE ELDA, que estamos seguros gustarn de los trabajos del amigo jo ver, la atencin y el agrado que ha tenido con nuestro semanario. A.N.P. E n mi retiro de Alicante, he ledo estos das con gran fruicin como todas las semanas, un in teresante y sesudo trabajo literario en nuestro querido Valle de Elda firmado por mi dilecto ami go Alberto Navarro, gran facttum y alma mater del citado semanario. Este eldense, que adems de buen periodis ta es un gran historiador, me pone en el trance en su citado trabajo de tener que exprimir mis can sadas meninges para salir delante de tal trance. Me ha nombrado rbitro, para que yo d un fallo justo sobre lo que pueda haber de verdico so bre el personaje en cuestin. Es decir: apartar el grano de la paja y limpiar, fijar y dar esplendor como l dice. Cosa que har exprimiendo la me moria de mis ochenta y ms aos al mximo. En primer lugar, agradezco de corazn. Agra dezco, digo y repito, porque hasta ahora no tena ms distincin ciudadana que la que me otorg hace muchos aos el Alcalde entonces de Elda, el seor Cataln, El manchego. Este honroso nombramiento fue el de Co hetero mayor de la ciudad con encargo a partir del nombramiento de tirar todos los aos los cas tillicos en las fiestas de septiembre, es decir, en nuestras fiestas mayores. Aunque la causa o motivo de tal honor ya apareci en el Valle con motivo de un trabaji to titulado La Feria de mi pueblo, creo oportu no hacerlo saber aqu de nuevo para robustecer mis asertos al dar mi fallo final sobre el embro llo que nos ocupa. Andaba yo por los das de la Pursima, das de Feria, con unos compinches de mi barrio por la Plaza Arriba (de Topete entonces, claro). Haba llo vido bastante y los charcos y el barro decoraban muy bien el piso de la plaza. En momentos de aburrimiento me dije yo... hay que alegrar esto, y sin pensarlo ms me acerqu al estanco del To Pindarga, sito en la es quina enfrente de las Novelderas y compr una pe rrica de cohetes. Me dieron dos! Imagnense los actuales elderos cmo sera la municir adquiri da con cinco cntimos. Nos adentramos de nuevo en la plaza y yo iba rumiando qu hacer con tanto explosivo en el bol sillo. De repente me encontr frente al tilo gran de (porque haba dos en la plaza) y la pescade ra que estaba en el centro de la plaza. No saba qu hacer. Si poner el primer mor tal disparo en el tronco del rbol o ponerlo en otro sitio, y Eureka!, se me ocurri ponerlo entre dos barras de turrn que haba apiladas en la ori lla del puesto. Agachndome para que no me viera el to tu rronero, que era de Jijona y con muy malas pulgas, coloqu el misi l en posicin y me dije: Joseico, dale fuego. Efectuada la operacin, real ic una es tratgica retirada hasta detrs del tronco del 61 tilo sin perder de vista la ignicin del torpedo aquel. De repente o una pequea explosin, ms o menos como cuando aplastamos la cabeza de una cerilla, pero que fue suficiente para bambolear las barras de turrn, que fueron a parar al barro. Virgen de la Salud, la que se arm cuando la chiquillera que llenaba los alrededores de la pa rada vieron el turrn en el suelo! Haba alguno que se tiraba en plongen para coger alguna barra. Los gritos del to de Jijona y sus familiares... Yo sal volando como quien soy. (Tambin esto se ha di cho en el Valle)), en Vamos a correr la traca) y no par hasta llegar a mi casa que por aquel en tonces estaba situada en la calle Ramn y Cajal, esquina a la calle de La Comadre. Aquel da fue cuando yo conoc personal mente al Tuerto Serafn! Veris cmo fue la cosa. Alguien se debi chivar en el Ayuntamiento que yo haba sido el autor de la fechora en la Operacin turrn y, como a la media hora de lle gar yo a mi casa, oigo una voz en la puerta de la calle que dice: Mara Dolor (mi madre) est tu hijo. Mi buena y santa madre contest: Cul de ellos Porque tengo dos. El alguacil, con gran guasa, dice: Debe ser el ms pequeo, que se llama Jos. Adems, creo, segn he odo al Alcalde, que le quiere quitar el puesto al to Machuca para tirar los castillicos. Total, que me llam mi madre. Que baj de donde estaba escondido y que fui conducido al Ayuntamiento. All, el seor Alcalde me pregunt si tena algn cohete ms de los que haba usa do. (Se conoce que quiso cerciorarse del tamao de la explosin para imponerme el castigo) y yo sa qu del bolsillo el que me quedaba. Me hizo salir a la calle y dijo al alguacil que pusiera el explosivo a la orilla de la baldosa y le prendiera fuego. ste hizo menos ruido todava que el del tu rrn y, al orlo, el bueno del seor Alcalde empez a rer y an creo que seguir riendo en la otra vida. Total: el nombramiento de cohetero ma yor, un No lo vuelvas a hacer ms!, ya mi casa. Para terminar con todo lo anterior, que, repito, ha sido para reforzar mis argumentos para dictar un fallo justo, digo: Unos das despus del incidente del turrn es taban unas vecinas en la calle, delante de la puerta de mi casa, y me pareci or a una de ellas: No, si ya saba yo que no pasara nada, por que cuando sali de aqu el Tuerto Serafn con el chiquillo se iba riendo. Otra vecina, que era de Almansa, pregunt a la que haba odo: Y eso de Serafn, qu es. Me parece recordar que dijo sta: parece ser que entre sus antepasados haba uno que, cuando se disgustaba, deca ngeles y serafines!. Es decir, en vez de exclamar Maldita sea!, u otra cosa similar. Y aqu termino mis conclusiones definitivas. Ahora contestaremos al resto, para discernir el fallo. EL TUERTO SERAFN (Segundo episodio) S , querido amigo, nuestro pueblo est o ha es tado siempre lleno de personajes chuscos y graciosos. En mis ratos de ocio en Amrica, acu ciado seguramente por la nostalgia, recopil lo me nos doscientos de ellos. 62 Habis odo hablar del to Cosa Del Me rengue Del to Pitocho Del To Tango, el que venda cntaros de agua a real En fin, son tan tos que no acabara nunca. Por cierto, que el Pa quico de Boln que citas nunca lo llamaron por su Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA nombre. Era simplemente El Azafranero con sus chaquetas, sartenes a la espalda y media docena de canes a su alrededorw. En mis apuntes de los personajes, siempre haca una semblanza de ellos, anotando sobre todo sus peculiaridades graciosas. No me resisto por lo tanto a resaltar las de alguno de ellos. Espigando entre los recuerdos, porque los apuntes desgraciadamente se quedaron perdi dos en Amrica, me decido por el to Cosa, co rrupcin lingstica de Bocacosida. La causa de este defecto no se sabe si fue por una batalla campal a pedradas entre los de la ca lle de San Antn y los del Monte Calvario, capita neados por Mosn. (Este seor era el que lle vaba al pap de los gigantes, en las fiestas del Corpus), o fue ocasionada por una cada que se produjo en el Monastil, porque estaba cogiendo pe ras en el peral del Beato y al aparecer el guarda de la finca se tir al ro por el terrapln y segura mente ah se produjo la cicatriz. Yo, que conoc personalmente a este seor me parece que la versin debe de ser la segunda, por su carcter campechano, afable y pacfico. Este coterrneo nuestro viva a la orilla del ro, en una casita que haba junto al puente de la Estacin, y se llam Jos Mara. Entre sus muchas truculencias que recuerdo, estn las siguientes: Se presenta en la peluquera donde acos tumbraba asearse los sbados, en una hora que estaba llena de clientes, y va y dice: Me dejis que me afeite, que tengo la mujer mala. Hom bre, Jos Mara, si es de verdad la cosa te cedo mi turno, le dijo el que estaba a punto de afei tarse. Se sienta el hombre en el silln. Le afeitan, se levanta y se sienta en una silla, y se pone a leer el peridico: Hombre, Jos Mara! Esto no est bien! Nos has dicho que tenas la mujer muy mala!. Levanta la cabeza del peridico nuestro persona je y dice: Es que hay alguna buena. Otra. Se encuentra el hombre robando algunas cebollas en la huerta del To Carlicos, cue estaba situada, por cierto, en lo que hoy es Barric Caliu, con la mala suerte de que pasa el guardia de huerta, que en aquel trance era el To Perraschicas. Oye, Jos Mara, qu haces ah. Con testacin rpida del roba cebollas: Pues, hom bre, como haca mucho viento me he agarrado a esta cebolla para no caerme. Y las del capa zo, le pregunt el guardia. Eso digo yo: las del capazo!. Y se qued tan fresco. Otra, y ltima por ahora. El to Cosa era zapatero de silla, e.speciali dad de chicarro, y cortaba tareas (imagino que ya sabis los que me leis lo que es ir a un taller a cortar) en un tallerico, no estoy muy seguro si era el del to Jotn o en un taller que haba en la ca lle de San Roque, a espaldas precisamente de la casa de la calle Nueva Arriba donde vivi o me jor dicho habit don Manuel Maestre. El dueo de este taller era el padre de Joaqun Vera (Chimo), que tambin es un significado fabricante de cal zado, o ha sido. Bueno, pues le cortan a nuestro personaje su tarea y al da siguiente por la maana se presenta e entregar. El encargado del mostrador examina uno por uno los pares y le dice al operario: Est bien la obra, Jos Mara; te voy a cortar otra ta rea, pero tienes que traerme los zapatos ms ar madicos. (Estaban un poco blandos los topes y contrafuertes. No te preocupes, dice nuestro hombre, maana te los traer bien armados. A la maana siguiente se presenta con la ta rea ante el mostrador del taller y el encargado, que por cierto era un pariente del To Pere Capota, fue sacando de los zapatos en uno una cuchilla, en otro las tenazas de entachar, en otro el cortafr os, en otro una lezna y, en fin, todo un arsenal. Qu es esto, Jos Mara dice el del mostrador perplejo. Nada, hombre. No me dijiste ayer que los trajera bien armados Pues ah los tie nes. Y se qued tan fresco y ufano. 0 ) Aqu se produce un lapsus de memoria en el a migo Joven Paquico el de Baln y el Safranero o Azafranero fueron dos personas distintas, slo parecidas en el atuendo. (Nota de ANP) 63 Y vamos con nuestro personaje central: el Tuerto Serafn. Tienen que saber mis sufridos lectores que yo a los siete aos era periodista. Bueno, quiero de cir que venda peridicos. Era el lazarillo de mi to Gaspar, ciego total y marido de la ta Joaquina, her mana de mi difunto padre. Mi to Gaspar se qued ciego ya en edad ma dura, pues era transportista de los de entonces, y en una ocasin que iba de Albacete a Balazote por una partida de patatas, le salieron a su encuen tro dos salteadores de caminos para robarle. Mi pariente, que era un hombre fortachn y de malas pulgas, no se arredr. Se baj del carro. Arranc de cuajo un mazo de una de las varas que sirven para sostener el vehculo en horizontal cuando est libre de mulas u otros semovientes, y la emprendi a porrazos contra los facinerosos. Resultado fue, uno escabechado y el otro sali como alma que lleva el diablo con la cabeza des calabr. Pero mi pobre to, por tal hecho, sufri un ataque a la vista y tuvieron que extirparle los dos ojos. Si cuento esto es para situar al lector en mi entorno local y conocedor del pueblo, por recorrerlo todos los das vendiendo el Heraldo de Madrid, La Voz y El Sol, con gran competencia de prensa con el To Petrolero, que venda la Co rrespondencia de Espaa, el ABC, El Im parcial y algn otro. Ya haba crecido algo, como es natural, y por las maanas, peridicos, y por las tardes iba a la escuela, porque tena bula por ser lazarillo de mi to. 64 Como por mis manos pasaban muchas pro pinejas y dinero que cobraba de la venta de los pe ridicos, adems de estas, aprend a sisar como las empleadas de hogar, que se dice ahora, de la zarzuelita La Gran Va. Esto me convirti, en los aos en que arda Europa en la primera guerra mundial, en un chi quillo con bastante liquidez en los bolsillos. En los inviernos me permita el lujo, ade ms del desayuno que me daban en casa, todas las maanas antes de subir a la Estacin por los peridicos que traa el correo de Madrid com prarme una hermosa tortica de ceb y, si era tiempo, me meta en la almazara de la ta Gena ra y los obreros que estaban con el ajetreo de moler la aceituna, me la empapaban bien de aceite. Esta almazara estaba situada en la calle Independencia, esquina a la calle de la Tripa, precisamente con fachada tambin a la placeti ca de San Antn. Hablo de estas cosas para que vea el ama ble lector que, a pesar de que estuve muchos aos lejos de Elda y an lo estoy, las llevo graba das en mi mente y en mi corazn. Lo malo es que con tanto detalle estoy llenando muchas cuarti llas y no s qu har el director del semanario con tanto material. Bueno: que haga lo que hizo el to Sanguiliebre con una gavilla de sarmientos, que quiso sacar uno derecho y al final los tir todos a la lumbre. Fin del segundo episodio (Continuar la prxima semana) EL TUERTO SERAFN (Tercer episodio) V iendo como ven y sabiendo como saben los se ores del jurado, y esto lo digo por el fallo ese que tengo que dar, que por los motivos expues tos de correcalles que fui en mis aos juveniles, tengo sobradas razones para conocer el pueblo y sus entornas ms que otros eldenses, pues la mayora de ellos cuando fueron chiquillos iban de casa al cine o al colegio y en verano a baarse al Posico El Colao (lugar del Vinalop, junto a la Sir m). Bueno, tambin haba muchos que se iban a quitar almendras o lo que diera de s la tem porada. Por todo lo expuesto, empiezo por decir que el Tuerto Serafn fue vendedor de helados y al guacil. La cronologa de las fechas entre ambas ocupaciones no las puedo discernir, pues si me acordara de todo sera el orculo de Delfos. Lo de que se llamara Dionisio nuestro per sonaje, s digo que en una ocasin pasaba yo con mi to por delante del Ayuntamiento y all estaba el hombre con su trompeta en la mano, dispo nindose seguramente a colocar algn bando en los odos de los eldenses. Al pasar o que decan desde dentro: Dio nisio, no tardes! o algo parecido. Con lo cual ya tenemos tres incgnitas resultas. Por lo tanto, tiene razn mi apreciado Paco Crespo. Tambin la tiene mi desconocida Mara Josefa Anaya Anaya (ide la familia de los Anayas, que vi van detrs del Ayuntamiento) cuando dice sa la con una carretilla a vender los helados, aun que luego mejor el transporte, digo yo, cuando apareci el carrito con su jumento y todo. As se van aclarando las cosas y va que dando el Tuerto Serafn como nico personaje vi sible. Dice mi ilustre amigo Alberto Navarro en su trabajo sobre Un personaje polmico, que era conocido por el tuerto seguido de su nombre de pila. A eso no podemos darle apoyo de veracidad porque vean ustedes los que conoc yo, que de muestran lo contrario. Al encargado del campanario de Santa Ana le llamaban familiarmente el campanero Auja y se llamaba Manuel. Fue el famoso protagonis ta del episodio que se dio en la puerta del Teatro Castelar cuando ya el globo estaba bien lleno de aire caliente y a punto departir. Entonces se oy la angustiosa, voz de don Manuel Martnez Lacasta (sacristn) que dijo! : Manolico, corta que me pierdes! !. Se trataba del to Auja, tambin lla mado por cierto El Caracol. Otros: El cojo Tafalera se llamaba Toms, y El manco Casildo era un feriante, creo que de la parte de Tobarra, que vena todos los aos con una parada de tiro al blanco, y no se llamaba tal Casildo sino Cristbal. Ms terminante lo tenemos con una persona principal, que era Pedro Vera, quien, dicho sea con todos los respetos, con el mismo respeto que cuando me refiero a cualquier persona de las que cito, le llamaban Perico Fardos. As que vamos a olvidarnos del patronmico ese y prosiga su relacin, como dice el prior de la zarzuela La Dolorosa al monje Rafael. Lo que ocurre con estas cosas, mis queridos coterrneos, es que en nuestro querido pueblo siempre hemos sido muy dados a los despropsi tos lingsticos. Por ejemplo, y dejando de lado a personas, hablemos de otros aspectos ole la cues tin. As, llambamos Camino de Carro a un vial que iba desde el Baso (trmino eldense de lo que corrientemente se llama abrevadero de caballe ras) que hubo frente al garaje Mendiola, en la cur va que hace la calle de la Cruz hasta La Jaud, cru zando todo el centro del valle. Bueno, pues por ese camino no pas nun ca un carro, porque era una senda! Otra perla: esta ms gorda todava. Llam bamos y seguimos llamando todava, con total im punidad, Campo Alto a la parte de nuestro Valle 65 que est situado entre la derecha del ro Vinalo p, partiendo de Los Molinos hasta la casa Lasi por dicho ro y hasta el trmino con Monvar por el an tiguo camino de la Casa Costillares, Y son las tierras ms bajas de nuestro trmino!! !. Estamos de acuerdo Pues adelante. El Tuerto Serafn fue vendedor de helados y alguacil echador de bandos. Aclaremos esto un poco. El cambio de trabajo de este seor se debi en su da al momento poltico en que se viva. Es decir, que si lo encontrabas de funcionario pbli co lo era porque mandaban los liberales, en este caso El Manchego (y perdonen que ponga los apo dos, porque de esta forma los conoca la mayor parte del pueblo). Si te lo encontrabas vendiendo helados en ve rano, ayudando en alguna obra en invierno, era porque mandaban los conservadores. En este caso, el to Chuchin o Tacn Cubano o el mismo don Manuel Beltrn. De este seor no conoc apo do alguno. Pero no era con l slo. En lo que respecta a la fuerza pblica, ocurra que lo mismo estaba al frente de la misma El Rojo el inspector, as lla mado, como el Pinta, y no digamos de los si pales, como deca el inolvidable Emilio Rico (Le chuga). Tan pronto veas en la calle al To Sardina como al Gaviln. El nico que nunca cambi fue uno a quien llambamos El Chulo, que era de parte de Murcia para abajo y deba estar puesto desde Madrid. Fin del tercer episodio (Terminar en el prximo nmero) EL TUERTO SERAFN (Cuarto y ltimo episodio) pues s queridos troncos, como se dice ahora. Conoc muy bien al personaje. No en vano era, sobre todo en el verano, un buen cliente suyo. Recuerdo un da que estaba estacionado con su carrito en la plaza Sagasta y al llegar yo a la misma, haciendo de soporte y motor de mi to Gaspar, vi que estaba en sus menesteres de agua ceb. Como resulta que llevaba en el bolsillo una especie de rosquilla que llambamos trenza de aceite, aparqu a mi to en una sombra y me di rig sin dilacin a refrescarme. A todo esto, el bueno del to Gaspar estaba ya ponindose nervioso por mi tardanza y deca por lo bajini: Venga, Joseico, que llegas a cuartos, como la luna!. Esta frase fue muy celebrada en la Elda de aquellos tiempos. El Tuerto mientras tanto, voceaba su mer canca y, as como cuando voceaba el agua limn los chiquillos coreaban El Tuerto es un ladrn!, o algo que me pareci rimaba con el agua de cebn ) Unos das despus de esto estaba yo en mi casa, haciendo mis deberes, cuando escuch a una vecina que le deca a otras: Pues s, al Tuerto Se rafn le gusta que los chiquillos le digan que es un ladrn y se re mucho con ello, pero yo el otro da le o decir otra cosa del agua de ceb Las mu jeres levantan el c... cuando van a escardar!!. Es sabido que cuando las matas de cereales estn algo subidas, se formaban cuadrillas de se oras o seoritas que acudan a los bancales de estas especies para realizar la labor de escarda do o limpieza de hierbajos u otras gramneas. () Lo que parece ser que deca Serafn era: Agua ceb; el Tuerto ya se va!. (Nota de ANP). 66 Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Por lo tanto, pudo haber habido otro parea do al agualimn de el Tuerto es un ladrn como el escrito al agua ceba. Sin embargo esto no lo o nunca. As que lo dejaremos en nebulosa, no vaya a ser que tengamos otro embrollo y no acabemos nunca con el tuerto Serafn. Pero lo que s quiero dejar bien sentado para la posteridad es que nuestro celebrado hroe te na una simpata estupenda y una mano izquier da mejor para tratar al personal infantil. Puedo dar fe de ello, pues as lo demostr conmigo en el epi sodio del cohete en la parada del turrn. Al llegar a eso del emplazamiento, ya la ilus tre familia de los pajaricos sobretodo, me has de jado en un mar de pensamientos felices y al mis mo tiempo me has metido en un membrete (brete) como deca uno de la parte de Monforte del Cid. Por lo que concierne a los voltiles, recuer do con gran respeto y sincera emocin algo que apareci durante muchos aos en el programa de nuestras fiestas mayores, referente a los actos de dichos das, tanto cvicos como religiosos. Deca as: 10 de septiembre. En este da rinden culto a la memoria de sus antepasados los herederos de don La mberto Amat. Pues bien, igualmente con este emplaza miento que me has hecho rindo culto a la memo ria de los mos y especialmente a mi abuelo Pepe, Seor de la Horteta, a quien no conoc sino a tra vs de mi madre. No he conocido a ninguno de mis abuelos o abuelas. Se los llev la peste el siglo pa sado, el ao 1885. Te imaginas la cantidad de co nocimientos del pueblo y de su entorno que yo po dra haber atesorado Sin embargo, de mi abuelo materno me lle g eso de los pajaricos y otras muchas cosas de manos de mi querida madre. Cuentan que era muy aficionado al cuida do de estas avecillas y de ah le qued el sam benito, del que yo en su recuerdo me he sentido siempre honrado. Pero al mismo tiempo se ocu paba de cosechar en la Horteta sabrosas horta lizas que fueron nicas en el mundo, tales como los alcasiles, habas y tomates. Al mismo tiempo que cuidaba de unos albaricoques de hueso dul ce que ya desaparecieron del Valle de Elda, ta les como eran los tempranicos, moscateles, per cal y patriarcas, nicos, igualmente, como las hortalizas citadas. Por fin este serial va llegando al final, pero antes de mi fallo sobre el embrollo o patata ca liente que me endos el amigo Navarro, tengo que hacer un captulo de gracias. Gracias a los simpticos colaboradores de Valle de Elda que con sus chispas memorativas han contribuido a que este octogenario se haya tenido que vestir la toga y encasquetar el birre te para llevar a buen puerto el caso Tuerto Se rafn aunque me he sentido muy feliz con ello. Seoras y seoritas Mara Josefa Anaya y Mara Salud Snchez, don Vicente Valero y don Paco Crespo (2 ), muchas gracias a todos. Solucin final del embrollo Escuchados los argumentos y opiniones ver tidas en esta sala y teniendo en cuenta conside rando, habeas corpus y dems triquiuelas lega les para la ocasin, he decidido: Que no hay ms que un Tuerto Serafn, lla mado Dionisio! Alguacil, echador de bandos con tambor y trompeta y hasta ayudante en el Mercado de la Plaza Arriba del seor que pesaba los sacos de patatas, pues sabido es que con aquellas ro manas hacan falta dos personas. No obstante si hay alguien en posesin de otra verdad, que lo demuestre. FIN (2) Este artculo se escribi en noviembre de 1989, cuando an viva nuestro compaero Paco Crespo, recientemente fallecido (Nota de Valle de Elda). 67 RETAZOS MOSTRENCOS (De la serie Recuerdos con nebulosa) N o s si estos recuerdos de hoy servirn algo para fijar los albores de las actuales fiestas de Moros y Cristianos de nuestro pueblo. Lo que sis es que a lo largo de mi vida me lo han pa recido, aunque a lo mejor lo que yo vi aquel da era un ensayo de la caza del perdigote. Digo esto por que las personas que actuaban eran casi todas aficionados a este deporte. Lo que me extraa es que no se encontrase all mi buen padre, que tambin lo era. Y doy fe porque lo acompa mu chas veces en estas correras cinegticas. Y, di cho lo dicho, vamos con la historia. Aquel da del crudo invierno, no recuerdo muy bien, aunque debi ser alrededor del 17 de enero (as se explica la fiesta que presenci), ba jaba yo como todos los das por la calle donde vi va hacia la plazuela de San Antn, donde, como todas las maanas, esperaba el coche del hotel Sandal io, que me trasladaba a la Estacin para esperar al n. 8, que traa los peridicos de Ma drid. Me explico: Dicho as, como antecede, parece que vena un Cadillac y un chfer uniformado, me abra la puer ta, gorra en mano, para que yo subiera. No, seor. No hay tal. Yo entonces era un chaval periodista. Digo periodista porque venda peridicos por las ca lles, lo cual ya lo he explicado en incontables oca siones; y el coche que me llevaba a la Estacin era un desvencijado carromato de dos caballos y que conduca un personaje simptico y amable que se llama Jos Mara (s ya no est con nosotros, un gran recuerdo a su grata memoria). Llegados a la Estacin, aparcaba aquel tras to, que ms pareca una diligencia del Oeste ame ricano que otra cosa, y por mi parte, si era invierno como la fecha que nos ocupa, me deslizaba rau do y volando (como lo que soy) hasta el interior de la factora, buscando el rincn donde estaba la es tufa, bien alimentada de una especie de bolas de carbn. Por mi condicin de chiquillo, era bien aco gido en el interior de la oficina y los seores fac 68 tores, bien fuera un da el seor Blasco y otro da el seor Gmez (por cierto, ste ltimo era el pro genitor de mi particular amigo Pepe Gmez, es tupendo extremo izquierdo que fue del Club De portivo Eldense. Seguramente, si hubiese cogido esta poca habran pagado una alta cifra por su ficha de jugador. Y prosigo, que esto se est en redando. A todo esto, eran cerca de las ocho de la maana y el n. 08, que no era otra cosa que el co rreo de Madrid y que por aquellas calendas llegaba a Elda a las siete y doce minutos, sin aparecer. Yo casi haba liquidado ya la provisin de bolas para la estufa. De pronto, suena el telfono y oigo la voz del seor Blasco: Cmo Qu dices Ah va! Pues s que la hemos hecho buena. Bueno. Ya lo desatascarn. Total, que se dirige el seor fac tor a don Paco (que era por entonces el factotum de la Administracin de Correos local) y le dice: El n. 8 se ha atascado por la nieve a la altura de Bonete y trae un retraso de cinco horas. Don Paco, al escuchar el parte, se dirige a m y me espeta: Joseico, busca a Jos Mara, que es tar seguramente en la cantina de Olaya, que nos vamos a Elda, pues hasta lo menos las doce aqu no pintamos nada. Pues dicho y hecho. Regresamos raudamen te y, al llegar a la plazuela de San Antn, baj del coche como haca todos los das. Lo primero que hice fue recoger a mi to Gaspar, que estaba, como siempre, resguardado dentro de una esca lera frente a la plaza, y lo aparqu ipso facto en el Callejn del Pandorga, que era donde viva. Al dejar a mi to en casa iba pensando cmo pasar aquellas tres o cuatro horas hasta subir de nue vo a la Estacin, y me dije: Bueno, primero la manduca y luego ya veremos. Efectivamente, segu por la hoy calle de An drs Amado (se llama as) hasta la calle Inde pendencia y, en una panadera que haba cerca de la plaza de San Antn, me compr una hermosa tortica de cebada. Y que las hacan guay, como dicen ahora. (Quin las pillara en estas calendas). Seguidamente, a la almazara de la ta Genara, sita en esta ltima calle y esquina a la Tripa por ms seas, donde, por ser temporada alta de la oliva, estaba el torujal bien repleto de aceite. Bien repostado de combustible, me fui, en gullendo mi tortica, hacia el ensanche que haba entre las ltimas casas del pueblo y el matadero que hubo a la entrada del antiguo puente de la Es tacin, donde solamos reunirnos los amiguetes del barrio para jugar a un deporte que yo llamo es calabrante. Esto que yo denomino de esta forma no es sino el famoso deporte de la escampi lla, y si le doy este nombrecito es porque recuerdo un da que la ta Salud la Quintana le deca a su hijo Luis, buen amigo mo y excelente persona y, adems, ve cinos casa por casa. Y, por qu no decirlo, d la excelente familia de los Cachiporros. Lo que le de ca aquel da a mi amigo Luis era: Y no te pon gas a jugar a la escampilla, que te van a esca labrar. De ah, por tanto, el nombre adjudicado a este deporte. Hay que tener en cuenta que el material que se usaba en este juego era la escam pilla, que se haca de un vstago gordo de olivera y se lanza ba con un palo bien fuerte lo ms lejos posible; pero, claro, lo mismo sala derecha que torcida y en este caso vena lo de la escalabradura si tro pezaba con la cabeza de algn jugador. A todo esto, lo que yo quera era tratar de los antecedentes de la fiesta y esto no aparece. Bue no, hago enmienda; a ello voy volando. Ya se acercaba la hora de volver al trabajo, y regres a casa de mi to para dejarlo de nuevo en su refugio de la escalera hasta que llegara yo de la Estacin con la prensa de Madrid. Pero resulta que al volver a la plaza de San Antn para esperar de nuevo al bueno de Jos Mara y sus dos caballos tordos, la cosa haba cambiado, al parecer peligrosamente. En aquel momento haba gran muchedumbre de personas alrededor de la fuente de la plaza y en el centro del rolde haba seis o siete hombres con escope tas, en actitud amenazadora. Pronto se llen el lugar de vecinos que hac an entre ellos los ms dispares comentarios. Uno de los que estaban ms cerca del grupo de las es copetas deca: Seguramente es que estn for mando un somatn y estarn aqu para hacer la instruccin militar. Que v deca otro, lo que hacen estos es que se han reunido aqu para atacar a una bandada de chulaines que hacen sus nidos en el tejado de la ermita (por entonces la er mita de San Antn estaba situada en el extremo noroeste de la plazuela) y por eso est l lena de go teras. Pero uno de los que estaban en segunda fila fue ms contundente en su apreciacin y, le vantando la voz, les deca a los que estaban con l: Estis muy equivocados. Esto seguramente es el comienzo de la revolucin social, pues anoche, en el sindicato, o decir a uno: Ya vereis qu ja leo se arma pronto como sigan as las cosas. Sin embargo, otro que estaba a su lado le retruc: No seas bruto, hombre! No ves que los de las esco petas son casi todos los ms principales del pue blo. As segua la cosa cuando se me ocurri acercarme a la puerta de la almazara, donde se encontraban todos los operarios del aceite en la entrada, y uno de los que me llenaban de aceite la tortica de cebada todas las maanas, me dice: Oye, gafarrn! , qu te parece la fiesta. Qu fiesta, to Casimiro. Pues la fiesta de San Antn, pues parece que este ao han forma do una comparsa para hacer ruido y que no sean slo los de Petrel los que hacen ruido con sus trabucos por San Bonifacio. Bueno, aquello ya tena otro clareo, como deca mi to Gaspar cuando vendamos muchos pe ridicos. S, seor, esto ya tiene otro clareo! Y en aquel preciso momento sali el to Carlicos de su casa, que estaba en el centro de la plaza, al fren te de sus hijos y, dirigindose al batalln de es copeteros, les dijo que ya podan comenzar la fiesta. Tengo que aclarar que el to Carlicos fue du rante muchos aos el custodio de la ermita. De ah su autoridad en aquellos dramticos momentos. Al mismo tiempo, l y sus hijos, sobre todo el mayor, le decan a la gente que se retiraran, pues iba a empezar el alardo. 69 Y, efectivamente, ponindose de tres en fon do y mirando a la ermita, cargaron sus escopetas con sendos cartuchos (sin perdigones, claro) y al grito de Elda por San Antn!, empezaron a dis parar salvas los seis o siete seores que forma ban aquel ejrcito. He de confesar que a casi to dos los conoca, e incluso muchos de ellos me compraban el peridico todos los das, y efecti vamente, eran gentes principales. La batalla segua su curso a ritmo crecien te y las cananas se vaciaban de cartuchos rpi damente. Se conoce que como cuando iban al perdigote no daban una, se estaban vengando. El que pareca ser el jefe y ms plvora gastaba era un seor, me parece antepasado de una persona hoy colaboradora de Valle de Elda. Esto lo digo para que, si es as, se alegre esta persona de tener en sus ancestros a un pionero de los Moros y Cris tianos de hoy. La plaza estaba l lena de plvora. Los perros y gatos del barrio haban salido huyendo de la que ma y los cartuchos estaban dando las boqueadas en sus cartucheras cuando, de repente se oy un gran barullo de gente que bajaba por la calle Ra mn y Cajal y, al llegar a la plaza empezaron a in crepar a los de las escopetas. Resulta que los que l legaban eran palomistas que estaban en el cas tillo, viendo las evoluciones de sus fumaos y otros plumajes y de ah la ira que les embargaba. No hay derecho! decan. Tan bien que estaban trabajando los palomos a la hembra y con este barullo se han desperdigado todos y ya ve remos cundo vuelven al palomar. Podais ir a disparar las escopetas a los Alticos del Gordo o a la Pat... deca otro. Poco a poco se fueron apaciguando los ni mos, y hasta hubo aplausos cuando s trmino la plvora. Si bien se mira, el final fue una especie de la Embajada que hacen hoy, pues los palo mistas tomaron la plaza y los escopeteros regre saron a sus cuarteles de invierno. Al l qued el to Carl icos, poniendo en orden la plaza, y los chiquil los, cogiendo vainas vacas para jugar. No s si he explicado bien los comienzos de la fiesta. Lo que s s es que est tan lejano aquel lo que todo lo veo con nebulosas. Ah, se me olvidaba! Aquel da, el n. 8 o correo de Madrid de la maana, lleg a Elda a las cuatro de la tarde. ELDA, PETREL, LAS ACEQUIAS, LOS TRMINOS Y EL CASTILLO DE ELDA (De la serie: Aconteceres de difcil solucin) L a lectura de un trabajito publicado en Valle de Elda, de fecha 15 de junio de 1990, firmado por M.I. Poveda, y que titula Elda contra Petrel ha sido la gota de agua que ha rebosado el vaso de esta presunta enemistad entre nuestros dos pue blos. Por lo que a mi parecer respecta, claro. Digo lo de la gota de agua porque ya hace bastante tiempo que vengo leyendo cosas sobre esta cuestin. Casi nada. Desde hace bastante que se me ocurri la idea de poder unir a los dos n 70 cleos urbanos, y hasta sugera un nombre para ambos: Elpetrelda del Valle. Ya cambi un poco de parecer cuando se les ocurri l lamarle Petrer a nuestros vecinos. Pero, hombre: un nombre tan bonito como es Petrel, y que adems lo llevan las aves de la tormenta en los mares del Sur del continente americano, y se les ocurre l lamarle eso. Bueno, mi cario por el an tiguo nombre no s si es ms por ser nombre de pjaro o por los muchos amigos que siempre tuve entre los petrelenses, yo creo ms bien en lo pri mero que en aquello de los plumajes. Pero no, el asunto viene de muy lejos. Los de Elda siempre hemos querido y respetado a los de Petrel. Hasta el extremo, recordaris, que hubo un tiempo muy dilatado en que medio Petrel vena a trabajar a Elda a nuestras fbricas y nadie se meta con el los, ya que lo hacamos en verdade ra hermandad. No, la cosa tiene un sentimiento muy viejo, y la culpa de sta al parecer enemis tad la tenemos nosotros de la vieja ldella. S se or, la tenemos nosotros, por pasotas, como se dice ahora. Y la tuvieron nuestros antepasados, como se explicar si me segus leyendo. Los de Petrel son ms serios que nosotros, que somos muy abiertos y dados a la chirigota y al humor, aunque eso hace que acabemos en pasotas como digo. Los de Petrel adems de serios, son muy suyos. Tan suyos que si nos descuidamos... Bueno, para que veis cmo eran nuestros an tepasados y los de ellos, ah van dos perlas para que vayis entendiendo esta sinfona y pri mera perla. Una de las acequias que regaban nuestro va lle y que sala de la margen izquierda del Vinalo p naca precisamente en el Pantano. Segua ro abajo por su orilla, hasta meterse por debajo del terrapln de Santa Brbara y salir ya en direccin Oeste, formando ya el trmino con Petrel. A la de recha de la acequia quedaba nuestra Horteta y a la izquierda el pueblo vecino. Este es la acequia que siempre hemos llamado del Cataln y que, in troducindose entre los dos pueblos, delimita su trmino. Pero.. resulta que al terminar el casero eldense, no sigue el trmino por la acequia, no. El trmino cambia de Suroeste a Oeste y, ciendo a la Ciudad Vergel, llega a la carretera, dejndonos all compuestos y sin trmino, porque ya os habis dado cuenta que nuestro trmino en direccin a Alicante es la carretera. Es decir, que no tenemos (11 derecho ni a la cuneta. Segunda perla ... Ya hemos visto el desa guisado que se dejaron hacer nuestros mayores y tambin iris comprendiendo eso de que somos pasotas, pues si esto ocurri en la primera perla, no es menos lo de la segunda. En direccin a Madrid la cosa tiene ms gra cia, pues a partir de Santa Brbara (pantano in cluido), no tenemos derecho a nuestro Vinalop por la margen izquierda hasta el Chorri lloii, incluida una antigua fbrica de papel de estraza que all hubo y, por cierto, por all anduvo algn Jover de mis antepasados paternos, oriundo de Catalua. Total, que por el Norte, Noreste y Sureste, Elda no tiene trmino! Menos mal que los veci nos de Petrel nos dejaron el agua de Santa Br bara; y, sabis por qu Pues, muy sencillo. Por que el manantial que daba esta agua estaba ms bajo que Petrel y no poda llegar all, que si no nos dejan secos. Total, que los de Petrel, como hemos visto, nos dejaron mirando a Monvar. Los de Novelda, si nos descuidamos, llegan hasta la Jaud y los de Sax pa saron el Chopo y casi llegan hasta la Torreta. No hay en estas explicaciones ningn afn de molestar a nadie ni crear complicaciones vecinales con nadie, no. Ya he dicho anteriormente que la culpa es y fue de los eldenses, por nuestra manera de ser. Estos pueblos tuvieron, seguramente, me jores negociadores cuando se trataban estos asuntos y se acab. Somos as y no hay que dar le vueltas. Hombre! Se me ocurre otra perla para acabar con los asuntos catastrales. Es bien sabido que el castillo de Elda fue en la antigedad un Alczar de enorme categora y soberbia edificacin. Yo vi de pequeo todava muchas estancias an en pie, sobre todo en la par te sureste, mirando a la poblacin. Incluso el to Machuca tena un gran habitculo a la entrada del El amigo foyer no est muy bien informado sobre este asunto, pues ambas orillas del Vinalop, desde el Pantano hasta el lmite con Sao en el Alto del Chorrillo pertenecen al trmino de Elda, segn puede comprobarse en el documento de particin y en el plano, entre otros, confeccionado por la Direccin General del Instituto Geogrfico y Estadstico, de acuerdo con la Ley de 24 de agosto de 1896. (N. de la R.). 71 castillo, a la derecha, donde fabricaba sus arte factos de pirotecnia. Hay que imaginar, dada la dimensin del permetro de tal sitio, lo fastuoso que sera en su mejor tiempo. Con sus salones, el hermoso patio de armas y la torre del homenaje que, por cierto, es lo nico que ha quedado. Bueno, pues un da lleg a Elda alguien de Valencia, segn le hace muchos aos, a comprar los artesonados y maderas del Alczar, y los de Elda, que somos as, lo vendimos por un plato de lentejas, o como dira mi estimadsimo amigo don Luis Cremades Vicedo, por una pech de hi gos. Esto no tiene nada que ver con los problemas con nuestros vecinos, y si lo cito es para que que de constancia de nuestra forma de ser. Ahora voy con un repaso de nuestra historia local, que podra ser causa mayor de nuestro de venir antiptico con Petrel. Durante muchos aos de mi larga vida he le do diversos conceptos y pareceres sobre la cues tin del problema vecinal de nuestros dos pueblos. Empezando por nuestros semanarios locales y hasta algn diario provincial, terminando por una estupenda historia local de don Lamberto Amat y otra no menos estupenda y para m ms comple ta, como ha sido la de don Alberto Navarro Pastor. En todas las fuentes de informacin citadas he encontrado siempre algunos detalles que se re feran precisamente a los arreglos (enojosos, me imagino, en la antigedad) de trminos y conve nios de Ayuntamiento entre nuestro pueblo y los cir cundantes, pero: milagrosa admiracin: En nin gn caso encontr la ms ligera crtica a cualquier arreglo! Todos pasaban sobre las negociaciones como unos benditos hermanos, y vuelvo a la ace quia del Cataln para que se vea la cantidad de pasotismo que llevamos entre los eldenses. Ya expliqu anteriormente los trminos mu nicipales que tenemos mirando a Petrel, pero es que dentro de ello hay uno que acaba con todos los campeones del pasotismo que han sido en nuestra ldella. Me refiero especialmente el tramo de acequia que cruza la carretera y el puente de la rambla de Pusa, que pasa rozando las paredes de nuestro cementerio. En este sitio, Elda no tie 72 ne trmino!, pues de la puerta del Cementerio a la acequia del Cataln hay unos 50 centmetros. Menos mal que le dejaron la Horteta a don Jos Gonzlez (a) el Pajarico, mi abuelo materno a quien, como se ha dicho, no conoc. Y digo yo, tienen la culpa de todas estas bar baridades de ajustes de trmino los seores de Pe trel No en mis das! Sus antepasados fueron ms diligentes a la hora de los arreglos entre los pue blos, y los nuestros ms pasotas, y que me perdonen porque la cosa est muy clara. La pre cipitada acequia del Cataln que dejaron en nues tro suelo, como tantas cosas buenas, nuestros do minadores rabes, fue hecha para que cruzara el valle regando toda la parte alta del mismo, pero al llegar ms tarde los municipios para arreglar los trminos, ste deba haber seguido la lnea de la acequia, es decir, que los trminos se podan haber establecido con Petrel en buena lgica cor tando el valle hasta donde muere ella. Pues no se or. Nos dejaron en la carretera y gracias. As que de tener unas cuantas tahllas de terreno al No reste de dicha carretera nos tenemos que confor mar cuando llegamos a Elda desde Alicante con ver el cartel de nuestros vecinos que parece de cir: Estis llegando a Elda, pero es trmino de Petrel!. Y, para terminar con nuestra manera de ser. Elda mont una gran industria de calzado sin apenas tener un gramo de materia prima para tal industria, a no ser, como ya dije en otro trabaji to, que usramos las pieles de conejo para em peines y los tarays del Pantano para fabricar las hormas. Pues bien ; esforzados eldenses se afa naron y, a costa de grandes sudores, levantaron lo que hasta hace muy poco tiempo era la capi tal del calzado. Despus se empearon y lograron una pequea feria, que establecieron como se sabe en unas escuelas nacionales, hasta llegar a la Feria Internacional del Calzado y Afines! Pues bien, amigos. Todos los das estoy leyendo ahora artculos sobre la conveniencia de trasladar dicha Feria a Alicante o a otro lugar todava no desig nado. Pienso al respecto que cualquier otro pue blo o ciudad de Espaa defendera con uas y dientes la posesin de esta maravilla industrial. Nos ocurrir como con los trminos Es muy po sible. Somos as. Para terminar esta especie de panegrico tengo que volver a mi desconocido aunque esti mado M. I. Pueda. Nuestros pueblos siempre se han tomado muy amistosamente! Los de Petrel tomaban Elda todos los das cuando tocaban los pitos de Rodolfo Guarinos, de los Bells o de los Veras, y llegaban en bandadas a trabajar. Los de Elda tomaban Petrel en todas las celebracio nes testeras y especialmente cuando todava no haban nacido nuestras fiestas de Moros y Cris tianos. Era de ver a medio Elda subiendo a Pe trel esos das, donde ramos acogidos con sim pata, porque siempre hemos llevado nuestra rumbosidad y bien hacer por donde hemos pa sado. Y termino. Nosotros ya hemos tomado Petrel ! Pero, hombre, si hemos agotado nuestro pobre trmino con ellos y hemos saltado la famosa acequia del Cataln adentrndonos en su casa, donde, como es sabido, hay innumerables familias eldenses. No, no hacen falta bandas de borrachines amantes del escndalo para tomar Petrel. Ya lo hemos toma do, incluso entroncando familias y con seriedad de buenos eldenses. As como ellos tomaron Elda con su trabajo diario durante tantos aos. As como yo la tomaba en mis tiempos de mozalbete cuando suba todos los sbados y vsperas de fiestas con una orquestina que tena de bandu rrias y guitarras, a organizar bailes en el pueblo o en sus casas de campo. Una noche de estas de baile nos empeamos en no dejar entrar a los mozos de Petrel, porque haba poco mocero femenino, y nos castigaron los de Petrel con una nutrida pedrea al volver a Elda. Me rompieron mi querida bandurria! Aunque la culpa no fue de ellos, sino ma, porque aquella no che sali de m la veta de eldense alt yo. PERO... DE VERDAD SE ENCENDAN 12.000 VELIITAS (De la serie Recuerdos gratsimos de la Elda de ayer) N o se trata de la imposibilidad material de ha cerlo, sino del tiempo que transcurra desde que empezaba el encendido hasta la llegada de las imgenes al templo, pues hay que tener en cuenta que cuando empezaba el citado encendi do, la procesin ya haba llegado a la esquina de la ta Mara los Platos. Es decir, a unos pocos metros de la entrada de Santa Ana. Sin embargo, como durante muchos aos, reiteradamente se lea en los programas de fiestas aquello de... A la en trada de las imgenes al templo, ste lucir una iluminacin de doce mil velitas. Damos por bueno, por lo tanto, la posibilidad de tal acontecimiento, aunque tengo para m que algo tendran que ver San Juan, San Marcos, San Mateo y San Lucas, los cuatro Evangelistas que en marcaban la media naranja que era donde con 11 r 1 ms densidad se produca la fiesta de encender velas, y echaran su mano celestial, claro. Pero no adelantemos acontecimientos. Vamos a ceirnos al guin del asunto, ya empezar por el principio de nuestras Fiestas Mayores en cualquier ao de hace muchos. Llegaba el da 6 de septiembre y aunque la fiesta no empezaba hasta la Alborada de las 12 de la noche, ya estaba en el ambiente el perfume de tan gratos das. Ya se colocaban en las paredes da las calles por donde discurra la procesin, las verdes caas y olorosos ramos de taray. Las diligentes amas de casa se apresuraban a la confeccin de los rollicos, torticas y dems bastimentas de tan sealados das. Tambin se vea alguna Ilanda de almendras alpicosencas ca ( s 73 mino del horno. En fin, para no cansarles, lo que deca mi abuelo Jos, El Pjaro y Seor de la Hor teta: estos son tropezones de fiestas. Por cierto, que al recordar estas cosas y so bre todo los tropezones de mi abuelo, sale de lo re cndito de mi memoria una muchacha que ven da por las calles panecillos, pastas y dems. Sin embargo, lo importante de tal recuerdo no es la mercanca que venda sino un sonsonete que can taba para atraer a los clientes, que ha hecho en mi interior una revolucin que slo Dios sabe dn de llevar a las generaciones venideras. S, seor! He inventado sin darme cuenta la literatura msico -vocal imaginativa. Es de cir, que ests leyendo una novela y puedes can tar una cancin de la prosa que contenga la tal novela. Aclaro que tal facilidad slo se da de mo mento a los que son msicos o sepan los rudi mentos del solfeo. Y vamos con la aclaracin del misterio. La letra del sonsonete que a voz en grito re parta por las calles de Elda la moza que he citado, deca: Panadera! La bollera!. Pues bien: aho ra el lector inteligente (que sepa msica) tiene que imaginar un pentagrama en clave de sol con dos compases en compasillo y cuatro notas negras en cada uno y que son sol, do, s, do, do, sol, do, s, do. Esto repetido. Como hemos dicho, es comps de compasi llo y el aire es una especie de andante maesto so ma non troppo. Ms o menos parecido al An dante de la Quinta Sinfona de Beethoven y que Dios me perdone el atrevimiento. La verdad de todo esto, es que se me han cru zado las ideas de las fiestas de mi pueblo con mis tiempos de educando con el querido maestro que tuve para aprender a tocar el trombn, don Jos Estruch, y que tan alto llev a nuestra Santa Ce cilia. Recuerdo que un da en la clase me dijo: Las notas hay que darlas prietas y sonoras y que no salgan como morcillas de flojas a fuertes!. Pues bien, as ha quedado la idea de mi invento. Ha quedado al final como una morcilla, pues pen saba marcharme a Madrid para registrar el invento y al consultar con la familia tal disposicin me han dicho: Pero, hombre, no diga tonteras. No com 74 prendes que si vas a Madrid con ese asunto van a creer que todava est en Elda el Manicomio Pro vincial Cmo vas a convencerlos de que se pue de meter en un libro un pentagrama con sus be moles, sostenidos y dems mecnica de la msica Nada, nada; olvdate del asunto y ded cate a la cra de pjaros cantores que es lo tuyo. Pues nada, as lo hago y de momento vuel vo a contar lo de las vel itas que se encendan en Santa Ana. Haba quedado en la narracin del da 6 de septiembre cuando me vino la malhadada idea del invento, pero nada. Cambio de plumaje mi esp ritu y prosigo con la idea que se anota en el enun ciado de este trabajito. Estamos en el da 7 y ya se va notando ms la fiesta, pues adems de nuestra banda que ya haba hecho el gasto del da anterior en la Albo rada, l legaban a Elda casi todos los aos una Agrupacin de Infantera de Marina de Cartage na y una de las dos maravil losas bandas de m sica de Liria, La Unin Musical o La Primitiva, con lo cual ya estaba la fiesta al completo. El da siguiente era el da. Muy temprano despertaba el to Machuca a los eldenses con sus morteretes y dems trastos ruidosos, mientras que las campanitas de la torre desgranaban por el valle su conocida armona. La din mirando para la Estacin; la dan para la Jaud, y la don para Baln. Las tres juntas en rabiosa competencia para alegrar a los eldenses. Bueno, pues ah va el tan sealado aconte cimiento. No s quin sera el autor o autores del invento. Algo me suena de mis tiempos juveniles, pero no quiero dar nombres, pues fueron eldenses de pro y alguien podra molestarse si caa en el ol vido alguno de sus antepasados. As que honor a ellos que lo inventaron para mayor gloria de nues tras fiestas. S que lo har, sin embargo, con los prota gonistas que ejecutaban ao tras ao el proyec to de iluminar la iglesia en los tan sealados das 8 y 9. A stos s que los vi muchas veces y an hoy me hago cruces de su enorme sacrificio y voluntad para dar realidad al espectculo lu minoso. El da de la Virgen del ao que nos ocupa, an daba yo por los alrededores de Santa Ana y Pla za de Arriba, pues era mi campo de esparcimien to, ya que viva muy cerca de all. Adems, por tener bastante amistad con el hijo pequeo del campanero, a quien llambamos Aretime y con quien muchas tardes me reuna en los bajos de la torre, cuando ste tocaba a vsperas con unas cuerdas que bajaban desde las campanas. Al entrar en el templo ya not gran movi miento de gente preparando seguramente la pr xima salida de la procesin, pero sin fijarme mu cho en pormenores, me dirig en busca de m a m iguete, a quien encontr, como siempre, cerca de sus instrumentos musicales, es decir, las cuer das de las campanas. Al decirle yo si le ayudaba como otras veces, me dijo: Hoy, no, hombre! Hoy tenemos que su bir al campanario para voltear las campanas cuando entra la procesin. Adems tenemos mu cho trabajo con las velas, as que lrgate por ah a ver la salida de la Virgen!. Sal un poco mohino del cuartucho aquel, pero no quiero dejar pasar el momento sin dedi car un carioso recuerdo a quien, no s por qu, l lambamos Aretime y sobre todo al espect culo que era verle maniobrar con las cuerdas que bajaban del campanario. Sobre todo en la atar decida, cuando tocaba a vsperas. Sentado en un escaln donde arrancaba la escalera que su ba a la torre, maniobraba con las tres cuerdas. Una en cada mano, y la tercera con el pie derecho. Esta cuerda del pie derecho es donde yo co laboraba algunas veces, pues sentado cerca de l daba un tirn fuerte a la cuerda cuando me ha ca una sea, y sala la meloda completa. Yo supongo que algn eldense o muchos, re cordarn estos sones de nuestras campanitas al atardecer. Sobre todo si se encontraban por los al rededores de la poblacin. Qu poesa en el aire del valle! Claro que tambin sonaban cuando haba al gn difunto. Entonces parece que sonaban ms tris tes, porque as es la vida. Los efluvios que te lle nan de alegra son los mismos que llevan la tristeza. Slo a estos los cambian el momento que vivimos. Hecho el recordatorio del artista de las cuer das y la humilde digresin filosofal, prosigo. As que, como era algo temprano para ver sa lir a la Salutica nuestra, me dediqu a algo ms prosaico por el momento: me fui a merendar! Y de regreso a las inmediaciones de la Igle sia, donde durante muchos aos vi salir a la pro cesin de los das 8 y 9. Me gustaba, sobre todo, seguir en ella hasta el cruce con la calle Inde pendencia, donde se haca la primera parada, para que un nutrido coro de voces eldenses acom paados de varios msicos dedicaran a Nuestra Seora los primeros motetes y alabanzas musi cales. Por si algunas personas mayores, o carrozas como yo, llegan a leer este trabajito, citar algu nos de los protagonistas de stas para m delicias musicales, para que quede constancia del hecho y se recuerden siempre los felices tiempos pasa dos. En mi memoria tengo ahora grabados los rostros de casi todos los componentes que ac tuaban en estas paradas de la procesin. Los nombres se me escapan y entre los cantores re cuerdo al seor Poveda (bartono), a don Jos Amat Sanchs (bajo) y a un tal Ferminico, tiple. Y entre los msicos recuerdo sobre todo al seor Ol mos, que tocaba el contrabajo y al seor Gras que tocaba el violn. Estos son los nombres que han quedado en mi memoria, y como es de suponer, alguno o al gunos de ellos ya no estn con nosotros; pues que sigan desde el ms all tocando y cantando alabanzas a la Virgen de la Salud en su da. Vuelta a la calle Pursima arriba para ver la entrada de la procesin, que como tena que dar la vuelta por la calle Nueva Arriba, calle del M dico Beltrn para bajar por San Francisco a la igle sia, an tardara lo suyo. El da que nos ocupa en estos recuerdos lle gu a Santa Ana y, como siempre, estaban las puertas de par en par hasta la llegada de la pro cesin. Entr en el templo donde ya haban bastan tes personas esperando la entrada y me distraje curioseando los ornamentos y luces que haban. 75 Tambin me extasiaba oliendo la salvia que todos los aos llenaba los suelos en grandes cantida des. Seguramente para el acontecimiento de to dos los aos quedaban bastante mermados los montes del valle. De repente oigo unos murmullos, veo entrar a Dionisio, el sacristn, seguido de un comando bien nutrido de personas. Entre ellas, alguno de sus hermanos. El to Aja con sus hijos y otras a las que conoca. Pero el que ms me llam la atencin fue el que en el andar de los tiempos se ra mi particular amigo Eduardico Gras. S, hom bre, el que ms tarde sera un gran interior en el Elda C. F. En su honor y recuerdo anoto parte del estribillo de una cancin que se cantaba en sus tiempos de jugador. Deca al comienzo: Gras, Chorla y Siki; Puche y Pepito. . . y terminaba: . . .Ya se acabaron las glorias; se acabaron las victorias, del gran jugador Cap. Esto se cantaba porque ste ltimo jugador estaba en el Elda C. F. cuando vino de su tierra (la isla de Menorca, creo), pero luego pas al C. D. El dense, y de ah la tal cancin. Cruz el comando la iglesia y desapareci ha cia la sacrista, pero enseguida vi aparecer parte de ellos por la cornisa de la media naranja. A otros por encima de los altares y hasta alguno por encima del plpito. Todos portaban en las manos racimos de colgantes. Una especie de pentgonos con una vela en cada esquina. Las iban encendiendo y los dejaban caer sujetos con su correspondiente hilo en no s dnde. Era sobre todo admirable ver a los que es taban en la alta cornisa trabajar en aquellas al turas. Tengo para m que los Santos Evangelis tas, que los vean pasar rateando a su lado, estaran pensando: de dnde han salido estos locos Locos, s, s... Aquellas luces se multiplica ban y cuando apareci la Virgen a la entrada del templo pareca el interior de un ascua de luz. Yo no s si habran doce mil velitas a su regreso a la casa, pero a m me parecieron un milln. A pesar de la negativa de mi amigo de que no subiera ese da al campanario, s que lo hice cuando entraba la procesin y, desde los ltimos escalones me regodeaba viendo al to Aja ya sus hijos manejando las campanas que tan grandes recuerdos tienen para m. HZAPATERO!! ZAPATERO!! RA, RA, RA! (De la serie Personajes eternos de la Historia de Elda) E l enunciado de este trabajito ms bien pa rece la explosin deportiva de un gremio tan querido por nosotros que otra cosa, pero no hay tal. Es, simplemente, una alusin cariosa por mi parte y al mismo tiempo para diferenciarlo del ingls iHip, hip, hurra!, que eso sonara un poco raro. La verdadera razn para escribir sobre esta cuestin est en el gran movimiento que de un tiempo a esta parte veo y oigo continuamente so bre El Zapatero y Los Zapateros. Adems de Los Trabajadores del Calzado. Como, por ejemplo: 76 Plaza de los Trabajadores del Calzado, Edificio El Zapatero, etc., etc. Todo esto ha removido en mis recuerdos mis ancestros zapateriles, y me he dicho: pues, nada. Voy a romper una lanza y voy a echar un cuarto a espadas por esos zapateros. Aqu estoy, dispues to a contar vivencias de este sufrido gremio que han pasado a lo largo de mi vida y que conservo en mis recuerdos ms queridos. Para empezar las cosas, justo es hablar del primer zapatero que se supone apareci por Elda, cuando en este vergel que fue no haba ms in Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA dustria que una especie de molino de chafar es parto situado en la Alfaguara, cuya materia pri ma serva para fabricar esteras, peludos y ba lei cos para animar la lumbre de los hogares eldenses. Claro, esto en industria, porque el ver gel daba entonces de s maravillosas frutas y hortalizas, como, por ejemplo, las peras del Bea tro, en la Sirm, o los fantsticos alcaciles del Pri mer legn, en el camino de Las Agualejas, sin con tar los estupendos albaricoques de hueso dulce de Rosa, la Pollosa, en La Jaud. Si me he permitido la licencia de narrar algo de nuestros antiguos tesoros huertanos y de la in dustria del esparto es porque va unido dicho ma terial con l para mi primer zapatero eldense. Se trata del To Moncho, s seor. El To Moncho se fa bric los primeros zapatos para su uso particular y que desde antiguo se llaman Alborgas. No me extender ms sobre la manufactura de tal calzado, porque, entre otras cosas, esta his toria ya apareci en un trabajito publicado en Valle de Elda, donde se daban detalles completos sobre la cuestin. Adems, aqu venimos para hablar de los zapatos; sin embargo, tengo que de tenerme, y adems con bastante detalle, en las ci tadas alborgas del to Moncho. A raz de aparecer el citado trabajito en Va lle de Elda, me encontr un da en la Plaza de Cas telar con una persona para m muy querida y res petada, y que adems ramos vecinos. l viva entonces en la calle de Las Virtudes, frente a la calle del Castillo, y yo un poco ms abajo, en Ra mn y Cajal. Claro, hablo de hace bastantes aos, porque ahora ya no s si existen dichas calles o se las ha llevado el To Menescal en forma de ri pios para echar al ro. La persona que cito era Macario, El Matutn. De los Matutines, claro. Expertos zapateros de suela vuelta. Cuidado. Entonces no exista el botier, ni los shoes, ni las zarandajas mo dernas. Los zapateros de clase eran de suela vuelta y nada ms. Despus haba los que ha can bodoques y otras denominaciones ms o menos cariosas. Pero de stos hablaremos ms adelante. Ahora voy con m amiguete Macario, pues aquel da en la plaza de Castelar no me dej explicar el significado histrico de la al borga del to Moncho. Si an me puede leer y me lee, espero me comprenda; y si no, para l mi re cuerdo ms efusivo y carioso. En el principio de los tiempos de la industria en Elda haba, como es natural, alguno que sera el primero y de no ocurrir el hecho de alguna cosa extraordinaria, pues sera ms o menos como pudo ocurrir, es decir: que alguien que haba es tado en algn sitio donde se fabricaban zapatos, o ms elemental todava, que algn eldense pen diente le comprase un par de zapatos a un fami liar en un viaje a la capital y, mirando la mer canca, dijese: Pero si esto lo puedo hacer yo!. Y este puede ser el caso del to Luisillo, el de la Sir m, que, a trancas y barrancas, preparaba dos o tres docenas de pares de zapatos de chicarro y se marchaban a venderlos a la feria de Albacete, pon go por caso. En cuanto a que pudiera ocurrir algn hecho extraordinario, se refiere a una metamorfosis que ocurri en nuestra ciudad en la segunda decena del presente siglo. En la antigua calle de Pierrad, hoy de Pedri to Rico, y subiendo a la derecha, despus de pa sar la calle del Cid, hubo una fbrica de calzado de don Pablo Guarinos, y la tal industria se dedi caba a la fabricacin de calzado normal de seora. Esta fbrica era anteriormente de don Jos Tovar y es cuando ocurri la metamorfosis citada. Vino la primera guerra mundial de 1914 y al gunas naciones quedaron en precario en cuanto a las ms imprescindibles necesidades de apro visionamiento a sus soldados. Por ejemplo, las bo tas. Pues a este efecto llegaron a Elda unos se ores franceses y convirtieron la fabricacin de zapatos de seora de don Jos Tovar en fabrica cin de botas para sus soldados, botas como es natural con sus correspondientes tachuelas, con gran pesar de nuestros chinches de entonces, que nunca haban visto a unos hermanos tan grandes. Y siguiendo con mi perorata, a mi amigo Macario digo: que mucho antes del tal Luisillo con sus chicarros, fue seguramente el antepasado de los Monchos, que un da vio al pasar la industria 77 del esparto en la Alfaguara y se dijo: Por vida de..., yo haciendo soguilla en mis ratos de asue to, cuando paseo mis cabras por la Pat! Y por qu, en vez de un peludo, no me hago unos za patos. Y, dicho y hecho, ese fue el comienzo. Lo de las alborgas vino despus, cuando se en contraba un da tomando el sol en la calle de San Antn y al pasar un seor principal le dijo: Don Fulano, qu le parecen mis zapatos Me lo he hecho yo. El seor le contest: No, to Mon cho. Eso son alborgas!. Y ah naci el primer za pato eldense. Es como el caso de Elche, que na ci de la nada su industria del calzado. Lo mismo que en Elda pudo nacer con un par de alborgas, para l legar a los maravillosos zapatos que hoy se exhiben en las ms importantes ferias del mun do. Lo mismo ocurri en la ciudad de las palme ras. Empezaron con unas modestas alpargatas de esparto y camo y hoy son lderes en la fabrica cin de zapatos deportivos, pero tambin tuvieron su sambenito lo mismo que en Elda para despre ciar una obra zapateril dicen: Eso es una al borga!. Tambin decimos: Eso es una alpar gata!. De acuerdo, querido Maca rio Pues hora es ya de que hablemos de nuestros zapateros, que esa era la cuestin. Como hablar de los zapateros generalizando es una cosa impersonal y fra, citar algunos nombres tal como les llamaban y espero que al guien no se moleste por los apodos, pues cuando a ellos les llamaban as a m me decan Joseco el Pajarico y nunca me preocup. Al contrario, me sonaba a msica de mis antepasados. No obs tante, si alguien, descendiente de ellos, se mo lesta, pido humildemente perdn. Hablar solamente de unos pocos en sus distintas especialidades y como es natural de los ms prestigiosos zapateros de delantal blanco y tirapi al hombro que en Elda han sido. Empeza r por abajo. Por el chicarro. De todos har una semblanza con un poco de humor, pero de este pri mer zapatero de silla, como entonces se deca, de ber ser un poco ms extenso porque se trata de una persona entraable para m, pues fuimos muy amigos desde pequeos cuando vino a Elda desde sus tierras de Almera junto con su madre 78 y hermanos. Esta persona nunca tuvo apodo al guno as que simplemente le llamar, Cayetano So ler Guevara. Ya hace tiempo que falleci, como su pongo que la mayora de los que nombro. Por lo tanto, una oracin para ellos, y en especial para mi amigo. Empez este personaje haciendo zapatico de chicarro de punto espada y se sorba las tareas. Siempre tena a su alrededor dos o tres mujeres cosindole zapatos y no le daban abasto y ense guida lleg a tener su propio taller por los lados de la calle de la Palmera. Pero, amigo, lleg la gue rra y se fue todo a pique. Pero lo extraordinario de este muchacho era su facilidad y afn de traba jo y si lo cito en este trabajito es porque fue seguramente el hombre que ms zapatos hizo y en menos tiempo. A tal efecto citar una ancdota de su forma de trabajar, porque adems de muchos es que los hacan bien. Cuando en el ao 39 termin nuestra con tienda, tuve que marcharme al Norte de Espa a por motivos crematsticos y de otro orden. An duve por Bilbao de patronista y modelista en una fbrica de calzado. Luego de gerente en otra fbrica en un pueblo de Guipzcoa y finalmen te recal en San Sebastin donde mont un al macn de curtidos nacionales y extranjeros, como pomposamente se lea en la fachada de mi establecimiento y que encabezaba con Curti dos della. Fue una buena poca de mi vida, y mientras estuve establecido all me denomin a m mismo Cnsul de Elda en San Sebastin pues por mi casa desfilaron multitud de eldenses de todas las categoras, pero especialmente zapateros y gente conocida a quienes yo atend siempre con gran cario. Pero al l legar a este pasaje de mi historia oigo una voz interior que me dice: Tasca el freno, Pepe, y echa la galga! (esto es lo que solan de cir los carreteros cuando bajaban la cuesta del Re ventn). Que ests escribiendo tus memorias, Pepe. Que te han ofrecido algunos millones por ellas y las ests desgranando en tus trabajitos gratis. Bueno, pues todo sea por Dios y perdonen a mi voz interior. Ah va la ancdota, pues: Un buen da me encontraba en el despacho de la tienda rumiando unas letras de bola, cuan do oigo una voz que dice: Est don Jos fo yer. Salgo y me encuentro a mi amigo Cayeta no a quien no haba visto desde que nos fuimos a la guerra, y despus de abrazarnos y dems pa rabienes le dije qu le traa por Donosti. Vengo con mi Paquito ( su hijo mayor) a ver si encuen tro trabajo porque en Elda la cosa est muy achu ch . Hombre, precisamente tengo un cliente que tiene una fabriquita adems de una gran tienda de zapatos y me dijo el otro da a ver si sa ba de algn zapatero que le pudiese resolver su problema de fabricacin, as que sintate que le llamo por telfono enseguida. Enseguida se puso don Jos Lorenzo, que este es el nombre de mi cliente y al decirle yo de qu se trataba me dijo que se lo enviase a la mayor brevedad. A los pocos das me llam el seor Lorenzo y me dice: Sr. foyer, esto que me ha enviado usted no es un zapatero: es una mquina. Pues resulta que yo haba calculado la necesidad de dos o tres operarios para mi fabriquita y ya ha terminado con toda la produccin l solo. S, seor; era una mquina, amigo. Y no quiero terminar con este largo episodio de mi amigo sin contar una cosa muy graciosa que me cont un da que estbamos contndonos cosas de nuestro pueblo. Ya saben todos mis coterrneos carrozas como yo y an ms jvenes, que despus de ter minada la guerra, en Elda se pasaban pero que muy canutas para allegar alimentos a casa. Este amigo tena entonces seis hijos y pueden ustedes imaginarse las carambolas que tendra que ha cer el bueno de Cayetano para llenar sus infanti les bocas. Una de las cosas que se le ocurri una temporada fue marchar a los pueblos de la ribe ra valenciana con su herramienta de zapatero poniendo medias suelas por los pueblos y al mis mo tiempo adquiriendo lo que poda de comesti bles. Tambin deben de saber ustedes que por aquellos das sala mucha gente del pueblo con los mismos fines. Pero al regreso a la Estacin es taba la Guardia Civil arramblando con todo. Pero mi amigo compraba boniatos y los herva en cual quier lata que encontrase a mano y los meta en A una bolsa. Podis imaginaros cuando llegaba a Elda la cara que ponan los guardias al ver aque lla pasta de los boniatos. Qu es esto que trae usted aqu le requera el guardia. Y mi amigo, con cara muy compungida de ca: Es que tienen tanta hambre mis hijos, que no pueden esperar a que hierva los boniatos mi mujer. Y desde luego haba que tener valor por parte de los guardias para quedarse con aquello. Vamos con los zapateros de series pues este episodio primero ha quedado un poco largo. Se lo mereca mi amigo, pues lo fuimos de verdad. Tan to que rodando el tiempo me tuve que marchar a las Amricas tambin por motivos crematsticos y l mejor bastante su situacin. La mia tambin mejor mucho y cada dos aos, el 56-58 vena de Amrica a pasar el verano en Elda hasta pasar las fiestas de septiembre. Pues, psmense ustedes to dos los viajes que hice vena mi buen amigo a es perarme a Barcelona, olvidndose un poco de las tareas. Bien es verdad que los chavales haban crecido y poda permitirse el lujo de viajar a la Ciudad Condal para esperarme. Y vamos con los za pateros de series: De entre ellos elegir a uno muy conocido que viva en la calle de los Clrigos. Se trata de don Jos Bernab (Pepico Monada). EstE seor, ha ca primores de zapatos del 30 al 3 corno se dice en el argot zapateril y del 4 al 7. Digo que era muy conocido, pues no en vano punte muchos pares de dichos zapatos, ya que precisa men( e estuve a su lado algn tiempo de aprendiz. Pero un buen da estaba en la puerta de mi casa con mi padre (q.e.p.d.) y en la casa de al lado haba otro seor con su hijo, a quien le deca: T, qu quieres ser cuando seas mayor El nio respondi: Yo quiero ser cartero! Al or aquello, le dije a mi progenitor: Ha escuchado usted eso Y mi buen padre me dijo: Bueno, no est mal del todo. Ten en cuen ta que los carteros llevan un uniforme muy boni to y con su gorra parecen generales. Y a continuacin me retruca: Y t, qu quieres ser 79 Respond: 1 . Quiero ser periodista! Ah, s Pues desde maana te vas con tu to Gaspar a vender peridicos. Y as empez mi verdadera vida laboral. Y es curioso: en esta vida he recorrido medio mundo de sarrollando los ms dispares cometidos y ocupa ciones y al final acabo como quise empezar: de pe riodista. Primero los venda y ahora acabo escribiendo en ellos. Pues bendito sea Dios! Llegamos a los zapateros de silla de suela vuelta. Ya he hablado de unos muy buenos, como era mi amigo Macario el Matutn, aquel que en la Plaza de Castelar me dijo: Pero Joseco, cmo puedes decir que em pezamos haciendo alborgas Espero que haya comprendido al fin que una alborga se puede convertir en un par de zapatos estupendo, as como un peludo de los que hac an los eldenses se puede convertir en una mag nfica alfombra. Slo es cuestin de tiempo y te sn para mejorarlos. Entresaco de los recuerdos de los muchos que conoc, a un zapatero de silla llamado don Jos Ma ra Sirvent, alias El Miln, conocidsimo en Elda, pues adems de ser posiblemente el oficial ms largo que haba por entonces, era un gran juga dor de pelota a largas. Tena mucha gracia sacando y parando rayas, pues fue muy experto y ratonero en su cometido de pelotari (tambin ste pas por el Consulado de Elda en San Sebas tin). La calle Nueva abajo fue el escenario ms sealado de sus triunfos junto con El Vela, que fue un gran saque y otros muchos ms cuya re lacin sera muy largo de contar. Tambin fue un gran jugador de bola y en la Rambla de los Es corrales (como se dice en Elda) hasta la Vereda del Marn vieron los eldenses sus hazaas. Pues bien, todos los eldenses de mi genera cin y an ms jvenes supongo saben que por en tonces (me refiero a mis aos jvenes) a los za pateros de seora de suela vuelta les cortaban en el taller donde trabajaban tres pares de zapatos, que era la tarea del da y era de ver el espectculo del pueblo en los primeros tiempos, con las calles siempre concurridas de zapateros con el saco de 80 la tarea al hombro, de regreso a casa pasando an tes como es natural, por casa de Pepico el Pun chn o por casa de La Chiqueta para comprar los enredos. Es decir, chinches, punchas, ovi Micos de hilo de palomar y dems ingredientes ne cesarios. Eso eran los enredos. He dicho que la tarea del da eran tres pares, pero al bueno de Jos Mara le cortaban ms. l se tragaba cuatro o seis pares diarios. Lo que le diesen. Por eso he dicho que fue seguramente el zapatero ms largo. Y parece que llegamos al final de las espe cialidades zapateriles, pero me queda por narrar una muy importante. Tambin en Elda hubo za pateros de caballero muy buenos! Aqu viene a este recuerdo de zapateros ilus tres don Jos Bernab, Pepico el Sebo, exper tsimo elemento en todo lo relacionado con esta es pecialidad. Incluso l mismo se haca las herramientas para los trabajos ms delicados, como son los vivos para lijar los cantos y termi nar su acabado perfecto. Como digo, fue un ver dadero artista en su especialidad y muy conoci do y apreciado. Y para que quede constancia escrita, era hijo del to Pascual y de la ta Do minga, que vivan en la Placeta del Castillo. El ar tista que cito resida en la calle Ramn y Cajal. Be llsimas personas todas las que menciono, de la parte vieja de nuestra Elda, que se fueron como se est yendo todo el barrio. Como colofn a este repaso de unos zapate ros que representan a los muchsimos que cono c, debo mencionar a uno muy curioso: Tambin en Elda hubo zapateros femeninos! De silla, sise or. Se trata de doa Josefa Gonzlez Gil, herma na de mi querida madre y, como es natural, hur fana tambin del seor de La Horteta. Esto que reitero tantas veces de mi abuelo materno, no es invento mo. Lo decan, segn recog de los re cuerdos de mi madre, todas las personas que le conocieron. En todo caso, el invento mo podra ser Pajarico Mayor del Valle!. Pues, s. Era yo muy chiquitn y muchas ve ces va mi ta Pepica la Pajarica en su casa de la calle de Las Virtudes donde viva, rodeada de sus tareas de chicarro y daba gozo el ver cmo ronda ba las plantas y preparaba la labor para que le co sieran los pares a punto espada (o punto pirri chi)), como dicen en Bilbao. Y con esto creo que queda completo este desahogo mo de recuerdos eldenses por ahora. Ms adelante, Dios dir. Tengo en mente otro trabajito sobre tan agra dable tema, pero esta vez ser dedicado a las apa radoras, picadoras, doblilladoras, almacenistas y e 4 dems especialidades femeninas. Por lo tanto, termino como empec: Zapa teras y zapateros! ! Ra, Ra, Ra! Todo esto es honor del sufrido gremio. Por los que se fueron y por los que son. Lo mismo los que lo fueron de silla, delantal y tirapi que los que ahora son de guardapolvo, mquinas automti cas y ordenadores. EL TIRAPI!! (De la serie Artilugios y herramientas zapateras) DEDICATORIA. A don Jos M. Amat Amer, Ingeniero Tcnico Industrial y Director del Museo del Calzado, ya don Alberto Navarro Pastor periodista e historiador de Elda y an con proyeccin nacional. Ambos son probos hijos de Idella y hace tiempo que supieron ver aquello de que el movimiento para hacer ms grande nuestro pueblo se demuestra andando. Ruego a estos eximios eldenses me perdonen la al parecer poca importancia del artilugio objeto de este trabajito para esta dedicatoria, pero sepan vuestras mercedes que en las cosas pequeas y simples hay, a veces, ms filosofa y enjundia que en las grandes, esta es una de ellas. CAPTULO I POR QU ESCRIBO DE UN VULGAR TIRAPI Dor dos razones muy importantes: por la Fsi ca nuclear y por un desafo mental, propicia do por la vista de un familiar a quien tengo en gran estima. La segunda razn del trabajo es consecuen cia de la primera. Pero, bueno, me explicar me jor para que mis coterrneos que me lean sepan por dnde va el agua. No les pase como a un el denses que tena una huerta en los alrededores de la Casa El As nunca digo la Finca Lacy, me suena a extranjero y se vino una noche a re mantar un par de horas de agua en un edificio que haba en la Plaza Arriba, junto a los tilos, para re gar un bancal de tomates. No se preocupe, to Frasquito: maana por la maana, a las siete, lle gar el agua a su bancal. Est atento, que estos das viene el ro con mucha fuerza y se le puede escapar por alguna para que no est en condi ciones. A la maana siguiente, sobre las cinco, ya estaba el bueno del to Frasquito con sus hijos recorriendo la acequia para que no escapara el agua por donde no deba. Dieron las siete, dieron las ocho, y el agua sin venir. Y es que resulta que el encargado de dar el agua en las diferentes to mas que tena el ro o se equivoc de sitio yen vez de darle el agua de la toma que haba frente a la desembocadura de la rambla del Sapo y que pa sando por los Molinos de Flix, llega hasta la Casa El Asi, se la dio por la acequia ms alta del valle, que es la que segua por el cequin que ali mentaba la fbrica de luz y termina o termina ba en la Melva, junto a la Casica del Aire, des pus de regar todos los campos que se encuentran encima de la va del Ferrocarril. Excuso decirles el gran disgusto que se lle v el to Frasquito. Menos mal que los tomates 81 aguantan mucho y al fin pudo regar al da si guiente. Un poco largo me ha quedado esto de la ex plicacin del agua. Pero no se preocupen ni se asusten porque ahora vamos con la explicacin de la Fsica, porque todo ir a parar al Tirapi!. Das pasados he visto una pelcula de Gary Cooper en la que tena una manzana en la mano y deca ms o menos que si pudieran descompo ner los tomos de la tal manzana, sta tendra una fuerza prodigiosa o algo parecido. Aqu les tengo que decir que yo de Fsica y menos la nuclear, es toy no verde, no. Estoy en flor. Lo nico que creo que s de esto es que el aire caliente de una ha bitacin se va al techo y el fro se queda abajo he lndonos los pies. Adems, reforzados estos co nocimientos con una escena que vi hace ya muchos aos delante del Teatro Castelar. Era un da de la Virgen de la Salud y me en contraba, como digo, delante del Teatro, junto a toda la chiquillera del pueblo, pues estaban pre parando la suelta de un globo de la que, como to dos los aos, era protagonista don Manuel Mar tnez Lacasta (El Sacristn). La grey infantil estbamos situados fuera de la verja que cir cundaba el frontis y dentro, colgando lacio de un palo, el globo en cuestin. Yo estaba rodeado de amigotes del barrio y junto a nosotros haba, vien do los preparativos, tres o cuatro aldeanos que ha ban venido a la fiesta, de la parte de Camara. Tambin haba junto a nosotros un seor muy bien portado y circunspecto, que deba ser un viajante o seor principal. En un momento dado, cuando ya el globo se encontraba lleno de humo, oigo la voz de uno de los de Camara que dice, un poco aburrido ya por la es pera: Pero cundo se va a escapar este trasto!. Al or esto, el seor bien portado se vuelve hacia l y le dice con tono un tanto airado: Esto no es un trasto, seor mo! Y no se escapar, sino que se elevar cuando los elementos interiores estn bien calientes y venzan la presin de los exterio res, que son ms fros. Entonces se elevar. Es una ley de Fsica. Y se qued tan fresco. Bueno, pues todo esto es lo que yo s de F sica. Los paletos de Camara se fueron mohinos y cabizbajos. El globo se elev y todos nos mar chamos. EPISODIO II DONDE DEDUZCO QUE UN TIRAPI TAMBIN PUEDE SER NUCLEAR E fectiva mente, despus de muchas noches en blanco, dndole vueltas a la cuestin, he lle gado a la conclusin de que si una manzana monda y lironda, en su inocencia y pequeez, puede ser lo que deca Gary Cooper, tambin creo yo puede un modesto tirapi entrar en el mun do proceloso de la descomposicin del tomo. No les parece Pues vistas as las cosas, ya va siendo hora de que lleguemos al verdadero meo llo de la cuestin. Es decir, a la segunda razn de que me haya metido de hoz y coz en el laberinto oscuro de escribir un artculo sobre un objeto tan ntimo. En fin, ah va la segunda razn de este de satino. Me encontraba hace unos das rumiando cmo pasar los das de calor sin aburrirme, cuan 82 do recib la visita de mi sobrino Jos Manuel Her nndezJover, acompaado de su esposa y dos sim pticas hijas que tienen, y tambin al frente de la expedicin mi hermana Lidia. Y, como es natural, cada vez que les veo me llevo gran alegra, pues aunque son pajaricos de la misma band, ya vo laron del nido hace tiempo. Son doblemente gratas sus visitas, pues adems de ver a mis sobrinas nietas y dems aves canoras, me suelen traer unas brisas de mi pueblo en forma de toas olorosas, magdalenas gigantes y otros bastimentos tpicos del Valle. Pero vamos a lo que estamos. Al verme mi sobrino frente a una cuartilla en blanco me pregunta: De qu va la cosa, to Qu tienes en mente para que los eldenses se ran un poco. De momento no lo s, hijo. Despus de dos o tres trabajitos que he mandado a Elda para que gocis de antiguas ancdotas y sucedidos del pueblo, me he quedado completamente fano, es de cir, sin galln. Vaco por completo. Y no es nada, con la cantidad de cosas que tengo en apuntes y en la mente. Entre otras fjate, dos o trescientas semblanzas de personajes de nuestro pueblo. Todos los caminos, sendas y sendicas del valle. La historia de cada calle que recorr de pe queo, con las personas relevantes que en ellas vivan. En fn, todo lo tengo embastado y a pun to de empezar a entachar la tarea, pero no s. Creo que no podr ir a entregarla al taller sino es con una ayuda especial de la Virgen de la Salud, pues los aos no pasan en vano. Amn, que esto se ha puesto un poco triste. Pero al llegar a este punto de mi disertacin a mi sobrino, resulta que oigo a mi hermana de cir: Parece que se me ha dormido un pie, al tiempo que se lo estiraba. Mi sobrino que le dice: Estira el pie, madre! Tira del pie! , que a lo mejor es un calambre que tienes. Tira bien del pie!. Y esta ltima exclamacin que dijo mi so brino fue la aurora que inund mi mente y me su mi en la tranquilidad de los justos. S seor, EL TIRAPI! ! Eso es lo que yo an daba buscando, aunque sin la lmpara de Aladi no. Gracias, sobrino. Acabas de aflorar el nombre que encabezar el siguiente trabajito, que ser El TIRAPI!. Pero bueno, to: Qu trabajito vas a saca de un tirapi De eso no saca nada usted, como no sea para hacerse un cinturn. No le parece, to Jos No s chaval, no s. Ser cues tin de aguzar el ingenio, pensar y sacar de la me moria los pocos secretos del saber que an me quedan. Y al llegar a este punto de la oracin, exclama mi hermana: No pienses tanto, que se te van a hacer los sesos agua! Es mejor que te compres una bandurria si es que an te acuerdas de tocar y pases el tiempo tocando o viendo la te levisin y oyendo discos. En fin, t veras. Si sigues pensando se te va a caer el poco pelo que te que da, t que siempre fuiste tan presumiio. A ti qu te parece sobrino Hago caso a tu ma dre. No s, to. Por m puedes hacer lo que quieras, aunque barrunto que El Tirapi, si Dios no lo remedia, saldr en el Valle de Elda. Con el per miso de las altas instancias, digo yo. Pues no se hable ms del asunto y pasemos a otra cosa. Y efectivamente, pasamos a otras cosas, pero... Yo segu con mi idea. Y aqu est l... EPISODIO III EN BUSCA DE LOS ORGENES DEL ARTILUGIO ZAPATERIL H an pasado varios das de la visita de mis que ridos familiares y ya tengo mi plan de ataque. Esta vez no cometer el error de un trabajito an terior, en el cual me faltaban unos datos impor tantes y se me ocurri la equivocada idea de bus car datos en archivos locales, bibliotecas y dems nidos recnditos del saber humano. Hasta tuve la infeliz ocurrencia, en vista de que no encontraba lo que buscaba, de irme al Archivo Histrico de Si mancas. Casi nada. El Archivo Histrico de Espa a. All pense yo encontrar lo que busco. Contar a mis sufridos lectores el resultado de mi visita a Simancas, pues me qued la im presin, despus de regresar a Elda, de que me ha ban tomado el pelo los funcionarios que me aten dieron. Esto no quiere decir que le tomen el pelo a los visitantes que continuamente pasan por all para recabar detalles, fechas o datos importantes de la Historia de Espaa, no. Seguramente es que fue tan simple y jocoso el rosario de indicios y nombres de cosas que yo buscaba, que: debieron decirse: Vamos a largar pronto a ste, pues pa rece que lo que busca no est ni en el Antiguo Tes tamento. Efectivamente, llegu al importante edificio del Archivo. Buenos das. Buenos das me contest el portero. Vengo a recabar unos datos. Si es usted tan amable de indicarme el camino para 83 llegar al sitio donde pueda resolver mi proble ma... . Un momento seor, que llamo al que le puede atender que es aquel funcionario que est all. Llegado que hubo dicho funcionario me pre gunt qu clase de datos necesitaba, pues de esta forma poda encaminarme rpidamente al sitio adecuado. Yo le expliqu a grandes rasgos lo que deseaba ya medida que desgranaba yo los de talles que quera saber, not que su cara se vol va ms socarrona cada vez. Por fin termin mi par lamento peticionario y esper la reaccin del citado funcionario para saber a qu atenerme. Despus de una larga pausa se me qued mirando el hom bre y me dijo con voz engolada: Mire seor: lo que usted busca no me suena que pueda estar aqu y llevo cuarenta aos de servicio. Esto parecen ser cosas que han usado otras especies humanas, as que mi consejo si me lo permite, es que se acer que usted a Sevilla yen el Archivo de Indias, a lo mejor, encuentra lo que busca, pues el nombre de estas cosas que busca parecen cosas de indios. Para indio, el que hice yo, pues cuando aban donaba el edificio, todo cariacontecido y cabizba jo, an me pareci or una risita un tanto socarrona y mordaz del funcionario. A Sevi lla, s, s! me dije. A Elda. All encontrar entre los viejos el denses o sus descendientes lo que busco. Efec tivamente, lo encontr. Se trataba de saber qu ma dera se empleaba para hacer las escam pi llas, por un lado y por otro si el esparto se siembra con se milla o se planta como los geranios, con una ra mita. As que para llegar a los orgenes del TIRAPI no ir a ningn sitio ni revisar archivo local alguno. Preguntar, indagar y algn viejo eldense archi var entre sus recuerdos un nombre o detal le que me lleve a feliz puerto... Est resuelto el asunto. Detalles recabados, bien anotados y mi memoria a presin. Cundo re sida en Elda no me costaba nada preguntar de talles o saber datos de boca de viejos eldenses, pues en el Casino Eldense siempre tuve buenos amigos, que siempre me ayudaron y cuando no, me lanzaba a la parte vieja, donde todava se en cuentra la vieja historia de Elda en algunos rin cones, pero ahora resido en Alicante y no es cues 84 tin de ir a Elda para preguntarle a un amigo cualquier cosa como por ejemplo: Oye! Cun tas veces se sacan las hormas de los zapatos an tes de llevar la tarea al taller. As que me val go del telfono de cuando en cuando, me cuesta un dineral la cosa de la informacin com pleman taria, pero bueno, todo sea por Dios. Seguramente, algn coterrneo que me lea podr decir: Pero hombre, seor de la Horteta, si eso ya estaba inventado por los moros para ayu dar a coserse sus abarcas. ! . Bueno, yo a lo mo, pues ante el desafo del tiempo en la veracidad de los datos que obran en mi poder, yo prefiero arries garme y sacar adelante mi trabajito, aunque ad mito todas las crticas y dudas sobre mi salud mental en lo que se refiere a la historia que nos ocupa sobre el famoso tirapi. Sumados datos, conferencias telefnicas y charlas de persona a persona que he atesorado, pa rece ser que el primer usuario del artilugio en cuestin fue el to Sargantana! S seor. Un hombrecico que vino de la parte de Murcia y se aco mod por los ladois de la tenera. Este es un pa raje de Elda que est o estaba entre las traseras de la calle Pierrat (hoy de Pedrito Rico) y el case ro del Monte Calvario. Es interesante saber que por las calendas en que esto ocurra no haba nacido todava el barrio de La Prosperidad y el pueblo terminaba en la parte estrecha de la antedicha ca lle; por lo tanto, desde este punto al Monte Calvario no exista ms que huertas en la parte baja y pe dregales por la parte alta. Si exceptuamos, como es natural, el camino real, que sala de Elda por di cha calle y segua su ruta camino de Madrid. Siguiendo el hilo de la cuestin, diremos que lo de la tenera podra ser alguna casa o cosa cu bierta que hubo en el lugar citado, aunque si la in dustria del calzado todava no estaba bien im plantada en el pueblo, no s qu clase de pieles se curtiran all. No s, como no fueran pieles de co nejo para hacer pandorgas o pieles de cabra o borrego para hacer tambores y bombos, pues vaya usted a saber, que esto no importa mucho para la cosa del protagonista, que es el Tirapi... Slo lo cito para situar cmodamente en el relato al to Sargantana. EPISODIO IV COMIENZA A SURGIR DE LA HISTORIA NUESTRO IMPORTANTIE PROTAGONISTA E fectivamente, el to Sargantana o Pepico Chscales que parece se llamaba, lleg segn se ha escrito, de la parte de Murcia. Era un hom bre muy ducho y apaao en la cosa de arreglos de talabartera, zapatos y cosas de pieles. Es decir, lo que ahora se denomina un manitas o un todo terreno y en estas condiciones no es extrao que se introdujera rpidamente en la incipiente in dustria del calzado que por las fechas que nos ocu pan deba ser bastante enclenque. Todos estos detalles los hilvano yo basndo me en los datos recogidos en mi incesante bs queda de lo que pudo ser. Y tambin pudo ser de otra forma parecida, aunque yo sigo la lgica de las cosas. Y un buen da, apareci nuestro hombre con un capacho lleno de hormas, cortes, suelas y to dos los elementos que componen una tarea para hacer zapatos. Le haban cortado seis pares del 27 al 29 de unas boticas que se hacan clavadas con torno (clavi llos de latn) y adems, en la punta, un refuerzo metlico tambin dorado, para que durasen ms; esta clase de calzado an la vi yo de chiquillo. Se aposent en la puerta de su casa nuestro personaje y empez la tarea acompaado segu ramente de un hijo suyo que le servira de apren diz. Avanzaba el trabajo y, aunque sus maneras no eran muy doctas en estos menesteres, se no taba que conoca el pao. Pero al llegar el mo mento de clavar las suelas en los zapaticos em pez lo que podramos decir el principio del fin del tirapi. El caso es que al chiquillo que estaba cla vando los pares, se le caa el zapato de un lado a otro cuando tena que coger con la izquierda el cla villo y con la derecha el marti l lo. Su padre lo es taba viendo y se impacientaba. De repente se le vant y entr en la casa, saliendo al poco rato con un trozo de cuerda en la mano, de la longitud de una l ienza de hacer girar a una trompa. Espera, nene le dijo al chiquillo que te voy a atar el zapato encima de la rodilla y as podrs hacer me jor el trabajo. De momento se solucion el asun to, aunque era muy rudimentario el invento, ya que cada zapato que clavaba el chaval, haba que gas tar mucho tiempo soltando la cuerda para volverla a atar. Aquella noche la pas el to Sargantana en blanco pensando en el asunto y al amanecer, cuando el sol sala por encima de los Chaparra les para iluminar nuestro valle de Elda, ilumin tambin su enfebrecida mente y sali corriendo a la calle gritando: Ya lo tengo! ! Ya lo tengo! !. Acababa de inventar el TIRAPI. S, seor. Cuando su hijo se tom las sopas que le haba puesto su madre para desayunar y se puso a punto para volver a clavar unos zapaticos, le dijo su padre: Espera hijo, que ya he resuelto el problema. Le ense al chiquillo la cuerda, ata da por sus extremos, dicindole: Sintele y mete el pie izquierdo por la cuerda, as. Ahora, ponte el zapato encima de la rodilla y cgelo con la cuer da, y para que no t se mueva, estira el pie. Ayer, muy bien. Qu te parece, hijo. Estupendo, pa dre. No en vano dicen que es usted ms listo que una sargantana. Pues nada hombre, ya lo tienen ustedes in ventado. Ya ha nacido el TIRAPI... Luego llega ron mejoras en el arti lugio. La cuerda era poco consistente e incmoda para sacar y meter el pie, pero eso lo arregl nuestro hombre un da que ve na del tal ler con su tarea al hombro y io un ca rro aparcado detrs de la Iglesia. Era de un ca rretero que estaba descargando unos sacos de harina en una panadera de por all cerca esta ba el carro, como digo, con sus correspondiente semoviente mula al que le caa un trozo lar go de brida por el suelo. El to Sargantana que vio aquello se acord de su invento y tirando de navaja de su brida. Y con aquello qued completo el tirapi. 85 EPISODIO V VENTURAS Y DESVENTURAS DEL ARTILUGIO D espus de aquella ventura de nacer el tirapi con su componente en cuero, surgi una ver dadera epidemia de ellos en toda la grey zapateril, pero al mismo tiempo surgi el odio y el miedo en tre el gremio de los aprendices zapateros. Porque a partir de all sufrieron las partes glteas y an las espaldas y otras partes sensibles de sus cuerpos las caricias del invento, de manos de sus aborrecidos maestros. Por un qutame all una puncha que pona torcida, tirapeazo iba y ti rapeazo vena. Hubo un tiempo en que pensaron los aprendices formar un sindicato e incluso no tificar el asunto al defensor del Pueblo, pero esto, desgraciadamente, no era posible porque toda va no se haba inventado esta mejora social. Hubo maestros que sentan verdadera satisfac cin cuando flagelaban a su aprendiz. Otros eran ms comprensivos y se limitaban a decirles: Es pabila, hombre, que parece que ests enjugasao, estos eran los menos, pero tambin, cuando la trast del chiquillo era gorda, saltaban chispas de sus carnes. Uno de estos ltimos maestros que cito, sa la un da de la calle Los Clrigos y se diriga por la calle del Estralaso ( hoy Espoz y Mina) a la Pla za del Ayuntamiento. Bajaba el hombre con la cara descompuesta, el tirapi al hombro y el de lantal blanco flameando al aire cual bandera rei vindicativa. Yo sala de una casa cerca del Pri mer Legn y en este mismo momento lo alcanz otro zapatero que iba con su aprendiz y ste con la tarea terminada, colgando los pares como era de ley en hilos de palomar. Iban a entregar. Al alcanzar este ltimo al otro casi le grit: Oye! Qu t pasa, que te estoy llamando desde la ca lle de La Comadre y no te enteras. Calla hom bre, calla, que si cojo a ese chiquillo lo mato con el tirapi. Fjate que tengo la tarea arreglada de material y he mandado al bandido ese por un real de chinches para empezar a entachar. Inclu so me he puesto a embastar un par de cortes para adelantar la cosa, pues quera entregar hoy 86 temprano, a ver si poda acercarme al secano que tengo por los Alticos del Gordo y traerme unos higos de una higuera cenicienta que tengo, que, como ya sabes, son los mejores. Lo dicho: si lo cojo lo mato! No, si ya me lo dijo su padre cuando me lo trajo para que aprendiera el oficio: ten cuida do con el chiquillo, que est muy enjugasao, pero es muy obediente. Pues ya ves la faena. Ni higos ni nada. Oye, a propsito! Cmo llevas t una tarea hoy lunes tan temprano a entregar Es que cortaste el sbado y trabajaste ayer domin go todo el da para adelantar una tarea. No, hombre, qu va. Estos son los muertos Se llamaba as a una tarea cobrada el sbado sin en tregar Pues bueno es el encargado del mostra dor que tengo! Si no entrego una tarea no me da otra. En estas estbamos cuando aparece co rriendo el aprendiz desaparecido, con un pjaro en la mano y dirigindose a una casa cercana llama: Ta Mara! Tome su cagarnera, que la he podi do coger en la calle del Huerto. Gracias hijo, gra cias. Toma estas almendras, que son alpicosen cas y se parten muy bien. El protagonista del drama, a su aprendiz: Dime qu ha pasado. Nada maestro, que ve na yo de casa del to Punchn con los enredos y la seora Mara me ha dicho a ver si por favor poda cogerle el jilguero, que se le haba escapa do de la jaula. Al fin lo he podido agarrar en la ca lle del Huerto porque se ha metido en una esca lera, que si no... . All termin felizmente el incidente y cada za patero se fue por su lado. Uno a entregar y el otro a entachar. Siempre tuvo muy mala prensa y opinin el protagonista de nuestra historia, pero, aparte de ser insustituible para la misin que tena, no slo era el terror de los aprendices con sus caricias, sino que ayudaba a las amas de casa, ora espol sando las esteras en la calle y hasta ayudando a aprender a caminar a los pequeines, pues la madre pasaba el tirapi por la cintura del cro. Y hasta para colgar un meln cmodamente de un clavo vala, pero su sitio era el respaldo de una si lla zapatera, daba gozo verlo colgado, acarician do las espaldas de su amo y balancendose, como diciendo: Soy el amo de la casa! Soy insusti tuible! Pues sin m, ni pueden clavar plantas, ni coser a cordn, ni puntear ni clavar tacones. Y, por ltimo, soy el que endereza el nimo de los apren dices cuando acaricio sus nalgas o sus espaldas y bien que lo siento... Pero... qu clase de herra mienta soy. Esto se aclarar en el siguiente captulo o me jor dicho, episodio, que se titula: EPISODIO VI DNDE ME COLOCAN EN LOS AFINES, O EN LAS HERRAMIENTAS H ace algn tiempo, pasaba yo por delante del recinto ferial y, como siempre, lo primero que vea era: FERIA INTERNACIONAL DEL CALZADO Y AFINES. Mucho despus he comprendido el in tenso drama del tirapi, que ya intua seguramente su destino. Triste ser para l si un da no muy lejano lo colocan junto con las herramientas zapateras y un letrero que diga: Coleccin de herramientas y afi nes para la confeccin artesanal del calzado. Por fin se han consumado dirs el ludibrio, la ignominia y el deshonor de mi especie. Tambin podra decir el despropsito y el dislate de colo carme a m en la categora del bisagre, el medio coco para colocar el almidn, el lebrillo para mojar las suelas y, hasta s me apuran, con el saco de traer la tarea del taller. El caso es digo yo que habr que tener una charla con don Jos Mara Amat Amer, director del Museo del Calzado, para que coloque al tirapi en un sitio digno y de acuerdo con su alcurnia, ya que no se puede comparar a unas tenazas de entachar, que no sirven ms que para eso, con este todo te rreno que tantas aplicaciones tuvo. Incluso en tiempos pasados fue la inspiracin de unos dis tinguidos eldenses para sacar a luz pblica un pe ridico semanario que se llam El TIRAPI!. Han comprendido ya la importancia de este ad minculo que me tiene meditabundo y cabizbajo la mayor parte del verano Noches en vela pensan do en su destino (el del tirapi, claro). Cuartillas y ms cuartillas emborronadas con su recuerdo y el destino que daran los hombres a su verdade ra historia en el confn de los recuerdos para la Elda zapatera. Bueno, creo que me he puesto un poco sen timental y espero que el sagaz lector habr com prendido que slo se trata de alegrarle la sema na con un poco de humor eldense. Y, como final, un ruego para los zapateros el denses: hagan llegar al Museo del Calzado cual quier chirimbolo de los que cito en este trabajito, sobre todo de un tirapi, pues esta verstil he rramienta afn debe tener un sitio privilegiado en la historia del hacer eldense, por los siglos de los siglos. Amn. 87 PERO, DE VERDAD SE ENCENDAN12.000 VELITAS QUIZS! QUIZS! A migo Jover Gonzlez de la Hodeta, permteme te llame as, tan difcil hallar un amigo hoy, aun que conocidos muchos somos los de Elda, tene mos los mismos sentimientos ya los dos nos agra da exponer en las pginas de nuestro semanario Valle de Elda o cualquier otra revista que ensalce a nuestro pueblo, t con mayor acierto, las cosas an tiguas de nuestra Elda, tan llena de historia, de tra dicin y de belleza, aunque hayan pasado varios lus tros. No s si personalmente me conocers, como yo a ti; por mis colaboraciones en el semanario, s; pero ah va mi tarjeta de presentacin: me llamo Vicen te Valero Bellot, hijo de Jos Luis el panadero y de su esposa Aurelia, y para ms seguridad nieto de la ta Encarnacin, que tenan la panadera hasta el ao 1923 junto al Ayuntamiento, enfrente de la confitera de Enrique Gonzlez y, ms concreta mente, donde hoy tiene la tienda Antonio Mira. No compraste nunca una todica de cebada de aque llas que dieron fama a la panadera de mi abuela En cuanto a nuestras edades, creo que no ser mucha la diferencia, aunque t seas poco me nos joven que yo. He preguntado varias veces por tus antecedentes familiares, pero no he logrado en tenderme. Bien, leo con el natural inters tus colabora ciones con el semanario, todas ellas encaminadas a exponer cosas tan bonitas de nuestra antigua Elda que afortunadamente llevamos grabadas en la mente. Yo vengo publicando y comentando con fre cuencia los muchos trabajos que Maximiliano Gar ca Soriano, el boticario de Elda, como se le co noca en nuestra juventud, nos dej escritos y de algn otro contemporneo del mismo, en trabajos que titulo Las cosas de mi pueblo, y tambin el espacio RECORDANDO, que es como una recopila cin de las cosas ms interesantes de la ciudad pu blicadas por VALLE desde su nacimiento en 1956. Por supuesto que todos los tuyos los leo y releo con la satisfaccin natural de un eldense que ama a su 88 pueblo desde el primer da que vio su luz, en el do micilio que indico en principio. Los ltimos, los pu blicados en el VALLE extraordinario de fiestas, ZA PATERO!! ZAPATERO! ! RA, RA, RA! yen la revista FIESTAS MAYORES, Pero... de verdad se encend an 12.000 velitas Mira, nunca las cont, pero fueron muchas las veces que en distintos aos, preguntaba a quie nes estaban encargados de su colocacin y la res puesta era la misma: Quieres contarlas Nunca se me ocurri y desconozco desde cundo se haca constar este detalle en los programas de fiestas que tanto lucimiento daba al templo y trabajo a las amas de casa para limpiar sus vistosos trajes de la cera que se desprenda de las velas. Pero existe una ancdota amigo Jover, que no s si la conoceras en su da. S sabrs que nues tros queridos vecinos y amigos de Petrel, los petro lancos, como a ellos gusta que les llamemos, me jor que petrelenses, han tenido siempre un espritu de superacin hacia nosotros, lo consiguieran o no. Pero era digna de admirar su perseverancia y ese es fuerzo era de la mayor estimacin. Pues bien, un ao no recuerdo exactamente cul era, pero s en la d cada de los 20, en uno de los programas de fiestas en honor de su Patrona la Virgen del Remedio, se hizo constar: a la entrada de la procesin en el templo ste lucir una iluminacin de 12.001 velas. Cuan do nuestros amigos as lo aseguraban, aun siendo el templo de San Bartolom ms reducido que el de Santa Ana, sus razones haban de tener y quizs si ese programa se guarda en la hemeroteca de Petrel o en la Casa de Cultura podramos enterarnos, pero nunca nos atrevimos a poner en duda la veracidad de sus manifestaciones, cmo lo supieron lo des conocimos siempre, pero a lo mejor, en un acto de carioso espionaje lograron un da lo que nosotros no pudimos: contar las 12.000 velas que ilumina ban nuestro antiguo y hermoso templo parroquial. VICENTE VALERO 12.000 VELITAS Y UN CANDIL (I) A un probo eldense, por alusiones M i dilecto Vicente Valero Bellot: me ha emo cionado tu trabajito sobre las 12.000 velitas, que aparece en el Valle de fecha 28 de sep tiembre 90. No tengo ms remedio que contestar a tu simpata y dar cumplida explicacin a tus ne bulosas sobre mi humilde persona y mis orgenes. El siglo pasado apareci por este mi bisa buelo paterno, don Jorge JoverJuvell, a quien lla maban el Aragons (supongo sera por la abun dancia de jotas). Lleg por aqu, como digo, de su tierra catalana, al parecer para trabajar, organi zar o quien sabe si para ser dueo o partcipe de una industria que se estaba formando, y que no era otra que el Molino del Barranquet. Si co noces el paraje, ya sabes que todava existen res tos de tal edificacin. Incluso llega all una ace quia que hicieron desde El Chopo y bajaba por la orilla del Vinalop hasta el Molino. Esta acequia enmarcaba unos bancales entre el ro y la va del ferrocarril, precisamente con unas vias de va lens primorosas, que conoc de nio en todo su esplendor. Tal industria fue para hacer papel de estraza y similares. Luego apareci mi abuelo Isidro Jover, que tuvo algo que ver con fincas por la parte de Ba teig, lindando con el trmino de Novelda, junto a donde parece que quieren hacer el basurero co marcal. Yo an recuerdo haber estado por all de nio, porque dicha finca la llevaba un hermano de padre, llamado Alfonso, y me gustaba ir porque ha ba por all un pequeo pantano, que segura mente algn eldense de nuestra edad recuerde. Tambin anduvo este mi abuelo por la parte de Tos cana (las Caadas y las Barrancas), de donde pa rece ser surgi una rama de mi familia paterna, que fue la de don Vicente Gil Alcaraz, padre de don Vicente Gil, que tuvo una fbrica de calzado pre cisamente donde ahora existe el cine Lis. A este seor, primo segundo mo, le apodaban El Vaco. Mi padre era primo hermano del suyo, pues se lla maba Manuel Jover Alcaraz, siendo hijos de un her mano y una hermana, respectivamente. Te vas enterando Pues todos estos ascendientes y des cendientes se fueron al garete con la peste del si glo pasado, en 1885, en que murieron mis cuatro abuelos, los paternos y los maternos. Total, que cuando yo vine al mundo y tuve razn de ser, vi a mi buen padre trabajando de zapatero de silla, y a mucha honra, s seor. En cuanto a mis ascendientes maternos, es casi la misma historia. Mi abuelo Pepe Gonzlez, era el seor de la Horteta y primer pajarico del valle, de lo cual es notorio que siempre me he sen tido muy orgulloso. Tambin mi bisabuelo el Aragons fue el primer Jover del valle, y tambin como a Pepe Gonzlez el Pajarico, se lo llev aquel infortunado ao, dejando dispersas y hur fanas a sus proles en plena infancia. De mi familia materna hubo otras ramas. El to Margarito, dueo de una posada que hubo en la puerta de Santa Brbara, donde ms tarde hi cieron el Hospital Municipal. Tambin, la familia de Turlino el Pjaro. En fin, ya sabes toda la no menclatura de mi estirpe. Tienes que saber que para llegar a todos estos datos he tenido que re volver sitios olvidados y menos mal que tengo detalles que me los proporcion mi buena madre en sus ltimos aos. Y ahora te toca a ti, majo. 89 12.000 VELITAS Y UN CANDIL (II) C onque del horno de la ta Encarnacin eh vaya, vaya. Pero hombre, si yo era un fijo de las torticas de cebada de tu abuela. Sobre todo, en los meses de diciembre y enero, cuando estaba en accin la almazara de la ta lenara con la molienda de la aceituna y yo era periodista. Te dir ms: mi madre, cuando se cans de amasar ella el pan en casa, iba al horno de los Luis, el panadero, to dos los das. Me dices que tu casa estaba enfren te de la confitera de Enrique Gonzlez. Aqu pon go a trabajar a toda presin mis cansadas meninges y veo que confundes el frente por el costado. Tu casa estaba situada en una simpti ca callecita que iba desde la plaza del Ayunta miento hasta la calle de la Independencia, en cuyo final haba un pequeo ensanche que daba a la casa que l lambamos del Beato. Por lo tanto, tu casa, cuya puerta de entrada estaba en aque lla cal lecita, no enfrentaba a la confitera, que estaba arriba en la plaza, sino a la trasera o tras tienda del Choricero, cuya puerta s estaba en frente de la citada confitera. Creo que lo recuer do bastante bien y hasta jurara que te vi muchas veces, cuando eras un mocoso, correteando en la entrada de tu casa, entre los sacos de harina. Te dir ms, para poner a prueba mi memoria. Re cuerdo a tu padre en la puerta de su casa, des cansando seguramente del horno, apoyado en el quicio, en cuerpo de camisa, con un pequeo de lantal y un puro en la boca. Te suena algo de esto Pues bien, para mi tranquilidad y convencimien to de mi buena memoria, me agradara mucho me confirmars estos detalles, en positivo o ne gativo, si es que he logrado a lo mejor avivar tus recuerdos. Te ruego por lo tanto, cuando te ente res o leas esta especie de carta pblica a un ami go eldense, me lo notifiques por carta o telfono. S mi querido amigo: nos conocemos de co laborar en el Valle y desde ahora, ms amigos 90 si cabe. Ya vers al final cmo se multipl ica mi amistad hacia quien me la ofrece. Hasta has sido la causa de un invento que puede revolucionar la cultura de nuestro pueblo. En cuanto a las 12.001 velas de los de Pe trel qu quieres que te diga Es una gracia de sal gorda al hi lo de un invento eldense que el los apro vecharon para disfrutar a su manera. S, en su tiempo me enter por lo tanto de esta gracia, pero tambin aqu l legaron tarde, pues aos antes de esto, cuando yo era un chavaln, suba un da de la Virgen hacia mi casa por la calle del Castillo despus de la procesin y me adelant un matri monio que se puso a platicar con una seora que haba sentada a la puerta de su casa: Qu, de la procesin dijo la seora a la pareja. S, Mara Salud y yo venimos ahora de la iglesia. Qu cosa ms bonita, ta Amparo! Esta ba el templo que daba gloria verlo con tanta luz. Habis contado las vel itas dijo con sor na la ta Amparo. Y contest, un poco airado, el se or del matrimonio: S, 12.000 vel itas y un candil ! Porque me he puesto de cera hasta los calzonci l los. Ya vere mos cmo me la saco, sobre todo la del pelo. Y esto fue la gracia fina de un chusco el dense. Ya tienes explicado el por qu del enunciado de esta especie de sarpull ido epistolar. Al llegar aqu yo debera decir aquello de Se levanta la sesin! y dejar descansar a los sufridos lectores con este rollo, pues adems se me ha terminado la tinta del bolgrafo, pero no. Ahora viene la cosa en serio. Para el lo me arran co con sumo cuidado y sigo escribiendo para decir: Acabo de inventar el RETABLO SINGULAR DE PROBOS ELDEN SES! ! 12.000 VELITAS Y UN CANDIL (III) A cabo de inventar el RETABLO SINGULAR DE PROBOS ELDENSES! !. El segundo en subir a este retablo(el prime ro soy yo por aquello del invento), que honra a los eldenses amantes de su pueblo, es Vicente Vale ro Bellot, por mritos de amistad e incontables muestras de amor a la vieja Idella. Pero no te asustes, querido amigo, porque aunque supongo por tu ilustracin que ests al tanto del significado de la palabra probo. Quiero decir que viene de probidad, integridad, honradez y si lo aclaro es por si hay algn eldense al que le suena mal la pa labreja, sepa a qu atenerse. Este nombramiento lleva consigo la pose sin de una panoplia enmarcada en su entor no por florecillas de nuestro valle y montes que lo circundan, tales como tomillo, manzanilla, can tueso, flor de malva y rabo de gato, o cualquiera otro ejemplar de flor que sea del agrado del que suba al Retablo. Y todo ello enmarcado a su vez un campo de gules con len rampante en el cen tro. Excepcionalmente podr haber variacin de adornos en virtud de condiciones especiales. Las panoplias que nos ocupan debern es tar hechas en forma oblonga y de una dimensin prudente, para que puedan lucir en un saln o co medor de la casa sin interferir los movimientos na turales de las personas que circulen por la vi vienda. Es importante advertir que dichas panoplias debern ser confeccionadas en made ras nobles y propias de nuestro entorno, tales como almendro, olivo, ciruelo y garrofero. Son ma deras nobles y muy duras, que resisten el paso de los siglos. De forma amigo Vicente, que ya puedes en cargar la confeccin de tu panoplia a un arte sano experto y sagaz. Hombrellienes suerte, pues a mano tienes a otro colaborador del Valle que me parece te resolver el problema, pues creo que es un experto ebanista. Como habrs acertado, se trata de Pedro Lpez, el que nos tiene al tanto de los disgustos que nos proporciona el Club De portivo Eldense. De acuerdo En cuanto a la panoplia que he pensado para m, difiere un poco de las dems por aque llo de las condiciones especiales que cito ante riormente. Esta ma la mandar confeccionar en madera de sauce llorn, pues este es un rbol muy sensible y delicado adems de potico, C,01110 son mis sentimientos de amor hacia mi pueblo. Alre dedor de mi panoplia ir una orla de florecillas sil vestres tambin, pero en el centro, en vez de cam po de gules, ir un campo de panicardos, que son el alimento especial de las avecillas que pue blan nuestro entorno, tales como jilgueros, gafa rrones, verderones y buscaretas. Y en el centro, en hiesto yen forma desafiante, un Chulan de los que viven en los tejados de nuestro pueblo. Para acceder a este Retablo singular son necesarias dos condiciones muy especiales. La pri mera, el tener como gentilicio el de eldense. Y la segunda, que se descompone en: haber pro nunciado u odo alguna vez a sus ascendientes la palabra Da. Tambin sirve haber odo decir: Oa de Elda sers. Y para los que no gocen de nuestro gentilicio y se sientan eldenses sin re nunciar al suyo (lo cual sera deshonor) habr condiciones especiales y totalmente favorables en el reglamento que se dar a la luz pblica cuan do est acabado. All para ltimos de junio pr ximo, cuando maduran las brevas y los albarico ques. 91 12.000 VELITAS Y UN CANDIL (IV) C es natural, hemos tenido en cuenta a U nuestras damas eldenses, seoras o seori tas. Son a todas luces de especial distincin para m, aunque estarn inmersas en el Retablo Sin gular de Probos Eldenses, pues el femenino de probo es muy feo y adems no s lo que quiere de cir. Adems, mis di lectas seoras y seoritas el denses, por el parecido que tendra la palabra proba con una cancioncilla que o una vez de pequeo que deca as: Por el camino de Helln, iba un pobre y una pobra. Cuando el pobre se cansaba, suba encima la pobra. Por haber sido mencionados por m en mi an terior trabajito El Tria pi como probos eldenses, ingresan en el Retablo Singular, con todos los me recimientos favorables, mis distinguidos amigos Jos M. a Amat Amer y Alberto Navarro Pastor. As que ya pueden estos dos seores encargar la confeccin de su particular panopl ia en maderas nobles a un experto ebanista, doctorado en la confeccin de este honroso utensi lio en forma oblonga. Tambin por mritos propios y por haber odo incontables veces pronunciar la palabra clave Oa con sonoridad muy particular, sube al Re tablo mi hermana doa Lidia Jover Gonzlez. Y que conste que aqu no hay trfico de influen cias, pues como muestra de lo que digo, un pe queo detalle: i0ye Lidia! Por qu no tienes aqu un ce nicero i0a! Porque aqu no fuma nadie me con testa. Pero hay que ver la sonoridad del oa sin acentuar ninguna de las dos letras. Parece m sica del valle de Elda al orlo. Bueno, he dejado para el final el correspon der con el sitio de nacimiento al amigo Valero. Con la ayuda de doa Paz, insigne matrona eldense, que trajo a este mundo a incontables hi jos de Elda y al frente de un equipo compuesto por mi ta Salud y todas las vecinas que se sumaron para ver el acontecimiento de venir un nuevo pa jarico al mundo, vine yo a l en la ltima casa de la calle de las Virtudes, subiendo a mano de recha. Creo que el nmero 30. Esta casa est o estaba pegada al puen te de subida a nuestro viejo Alczar y parece que la hicieron all para apoyar dicho puente, para que los que residan en l fuesen ms seguros. Por ser este castillo el ncleo de nuestro Elda, y por es tar yo all en sus cimientos, siempre me he sen tido ms eldense que nadie ( y perdonen la ma nera de sealar) VILLA MANOLITO (I) A don Manuel Martnez Cuenca, Maestro Nacio nal que decamos antes y Profesor de E. G. B. Que dicen ahora, le dedico este trabajito ya que ha sido el causante de esta nueva serie que me pue de llevar a ser una especie de Francisco Ganga Ager El Serfico en prosa simple y llana. Cla ro que guardando las distancias entre la enorme personalidad que tuvo nuestro Serfico y la modestsima del que suscribe. De todas formas querido Manolo, conozco bien el tema desde sus comienzos, pues no en vano 92 y por vivir muy cerca de la Plaza de Arriba fueron muchas las veces que tuve ocasin de ir a Casa Manolo por encargos como stos o parecidos: Seor Manolo! Que me ha dicho mi madre que me d usted un real de bacalao ingls para comer crudo y cuatro sardinas de la hil de en me dio que dice que son ms grandes. Esto ocurra cuando yo era un chaval y no ha ba entonces en Elda tiendas importantes ms que la vuestra y Ultramarinos Sebastin que estaba al otro lado del pueblo, es decir, al final de la ca Ile Nueva abajo. S, era muy importante por en tonces Casa Manolo, all, en la esquina de la Plaza, enfrente de Planelles y del establecimien to de la sea Anica, abuela de mi particular ami go don Jos Vidal. Por cierto que tu seor padre (q.e.p.d.) era un comerciante muy simptico, de mucha mano izquierda para tratar a la cliente la, pues haba que verlo bregar cuando llegaba una seora y le deca: Manolo! Que estos garbanzos en remojo que me llev ayer me salieron ms duros que las piedras y no los cominos. Adems, por querer masticarlos, se le cay una muela a mi marido. Pero el bueno de Manolo, con aquella sonri sa simptica y socarrona que tena, le daba un trasteo a la clienta y sta se marchaba tan con tenta. En este momento me doy cuenta de que an estoy en la dedicatoria, as que aprovecho la ocasin de que eres profesor de educacin para pedirte indulgencia en mi relato de las cosas, pues ya he dicho en otras ocasiones que estoy bastante distanciado de la Analoga, Sintaxis, Prosodia y Ortografa, las amadas hijas de doa Gramtica. Prosigo, pues, con mi relato y no te preocu pes, que ya saldr Villa Manolito adelante con todas las singularidades y atractivos que tuvo durante tantos aos, pero antes tengo que meter en esta historieta algo que no se relaciona con el enunciado del trabajito ste, aunque debo confe sar que, en parte, t eres la causa. No s si te has enterado de que est en mar cha el Retablo Singular de Probos Eldenses y mira por donde, por el hecho de haberme dado pie para una nueva serie de mis escritos y por reunir a mi juicio tu persona todos los requisitos nece sarios para ello has ingresado en dicho Retablo. Es importante que leas en Valle de Elda, si no lo has ledo an un trabajito titulado 12.000 veli tas y un candil. En l se explica con todo deta lle en qu consiste el invento. Si no hubieras le do el citado Valle, dirgete a nuestros amigos del VALLE para que te faciliten un ejemplar, si es que quedan. En caso contrario, les dices con gran energa que t eres Probo Eldense y que ests en el Retablo por orden superior. Y nada ms, slo te queda encargar la panoplia y colocarla en tu comedor o sitio noble de tu domicilio. Abusando tambin un poco de la disparidad de temas que estn saliendo aqu, quiero apro vechar la ocasin para colocar a otro probo eldense en el Retablo. Se trata de don Emilio Hernn dez del Valle, al que, repito, coloco en el Retablo aunque slo sea por su simpata, espontaneidad y clase de eldense. Al que considero amigo Hernndez del Valle ha escrito en el nmero 1.742 del semanario una carta a m dirigida en la que me pone como chu pa de dmine pero en bueno. Hipcrita sera yo si no confesara que tal misiva me ha producido uno de los mayores placeres que a mis aos se pue den sentir. Muy agradecido, don Emilio. Es ms, grandsimamente agradecido. Y como usted dice que tiene en sus manos todas las semanas nues tro querido VALLE, le ruego se d por contestado cuando lea esta especie de frit literaria que est saliendo aqu. Igualmente, en compensa cin a mritos acreditados, ha ingresado usted tambin en el Retablo Singular de Probos El denses y ya puede ir encargando su panoplia. Hay, sin embargo, un detalle que conviene aclarar para que los siglos venideros vean la ver dad. Quedo muy agradecido, querido Emilio, por el detalle del envo del bolgrafo para que pudie ra seguir escribiendo, pero... Seguramente por alguna causa oculta de las modernas ciencias si derales, en el VALLE n. 1.741 de fecha 16 de noviembre, donde dice: Para ello me arranco con sumo cuidado... segua yo diciendo en mi manuscrito original: ...una de las plumas cau dales de mi ala derecha y sigo escribiendo para decir, etc. Es decir, que a ti se te meti el re gomello (palabra eldense) en el cuerpo por la an gustia de ver que no poda yo seguir escribiendo y a m me dej sin plumas la jugarreta de la erra ta de imprenta. Claro que algn coterrneo pers picaz podra decir: Pero dnde tena la tinta la pluma del ala. Pues s, seor eldense cauto, mis plumas llevan la tinta incorporada, lo cual no quita mrito a que el detalle del amigo Emilio haya sido sencillamente estupendo. 93 VILLA MANOLITO (II) (De la nueva serie ((Dame pie y te contar una historieta) B ien a mi pesar debo demorar un poco ms la historieta del amigo Manolo Martnez, pues acaban de recibir dos sendos escritos oficiales que me han dejado patidifuso y un tanto amargado. Se trata, uno, de la Direccin de la Asociacin de Nobles Unidos, y otro, del Comit Ecolgico de Zonas Enclenques. Cuando puse en marcha, con grandes bros y remozado entusiasmo, mi invento del Retablo Singular de Probos Eldenses me puse en contacto con la Asociacin citada para que me informaran dnde se podran conseguir los gules esos para las panoplias correspondientes. Me contestaron que eso era cosa de ellos y que me enviaban 25 gules para otras tantas panoplias. Pero es el caso que se me acabaron rpidamente y ha sido tan masivo el empuje eldense para subir al Retablo que ha desbordado todas mis previsiones y pla nes para llevar a buen puerto mi invento. Ha sido algo inenarrable. La centralita de Valle de Elda ha estado en muchas ocasiones bloqueada por lla madas de eldenses pidiendo detalles para poder ser Probo oficial. Para colmo de infortunios, me dirig a la Asociacin para que me enviasen ms gules y me han dicho que nanay, que los gu les son para la nobleza y que no hay ms. Pero cal ma, queridos coterrneos, que esto lo tengo yo so lucionado. En vez de la panoplia en campo de gules y un len ram pante en el centro, los nuevos cofrades llevarn la panoplia con campo de un sones, camarrojas, rampetas, colejicos y hierbas de la olla, que son verduras autctonas y que fueron siempre del agrado de nuestros antepa sados, y en el centro ir un mochuelo de los que surcan los aires de nuestro valle en las noches de verano cuando hay luna llena. Espero no os sepa mal el cambio. Peor estoy yo, que tengo la pano plia con campo de panicardos punchosos y un chu lan en el centro. Ah! Se me olvidaba: las verdu 94 ras de las nuevas panoplias se pueden recolectar en estos tiempos que vienen, sobre todo cuando rieguen un campo de habas. Ha quedado por lo tanto resuelto el proble ma de los Gules. Ahora vamos con el del Comit Ecolgico Ambiental de Zonas Enclenques. Este es ms grave, pues me dicen que cese inmediata mente de propagar la confeccin de panoplias con las maderas nobles que yo aconsejaba, pues ha habido gran disgusto entre los propietarios de rboles del valle por la desaparicin de los al mendros, ciruelos y garroferos, sobre todo de s tos ltimos, pues parece que slo quedaba uno por la parte del Marn y ha desaparecido. Hasta tal ex tremo ha sido el desastre ecolgico que hasta le arrancaron un almendro de la raza que tena un amigo mo en su casa de campo. Tambin me notifica el Comit en cuestin que van a emprender accin judicial contra mi per sona (querido seor Hernndez del Valle: cuando me qued sin tinta me mandaste un bolgrafo; ahora me tendrs que llevar a Fontcalent alpiste y caamones para poder subsistir) por los he chos ocurridos, pero esto me preocupa poco, pues yo slo aconsej las maderas convenientes, pero no orden que arrancaran los pocos rboles que quedaban en el valle. Despus de mucho cavilar sobre esto he lle gado a la conclusin ideal: haremos las panoplias de plstico embustido. Para ello me dirijo en el inte a mi particular amigo don Jos M. a Amat Amer, el cual, por su condicin de Ingeniero Tcnico In dustrial, me ha de sacar de este atolladero. Ade ms, es una gran autoridad en los etilvinilace tatos, polietileno y dems familia de los plsticos, segn ha quedado demostrado en la estupenda erudicin de su obra Tecnologa del Calzado. A cambio de este favor le compenso con una idea para su Museo del Calzado: dedicar en l un rin concito para personajes eldenses clebres por algo relacionado con el calzado, y ah va el primero de mi parte. Se trata de doa Josefa Gonzlez Gil (Pepica la Pajarica) q.e.p.d., hermana de mi querida madre. Y aqu no hay trfico de influen cias: es solamente justicia. Es bien sabido y no torio que durante bastantes aos, siendo nio, pa te las calles de Elda repartiendo peridicos, todos los das. Con tal motivo conoc a las gentes zapateros, agricultores y personas principales que eran las que consuman mi mercanca. Es de cir, que lo mismo saba cuando abra la herrera el to Chamn, que estaba en la confluencia de las calles Jardines y Juan Carlos I, que la hora a que sala con su mula el to Pere Capota, que viva en el ngulo que hacan o hacen la calle de la Tripa con la placetica de San Antn. Pues bien, aqu viene la celebridad de m nunca olvidada ta Pepica: Fue la nica mujer que hubo en Elda que fuera zapatera! Por lo menos, es la nica que yo conoc. Haba que verla haciendo sus ta reas de chica rro, de principio a fin. Un da esta ba rondando las plantas de su tarea y tena, como es natural, el zapatico cogido con la mano iz quierda apoyado en el pecho y la cuchilla en la de recha. Acert a pasar en aquel momento por de lante de su puerta, en la calle de las Virtudes, el to Trapella, que viva dos casas ms abajo, y al ver la postura de mi ta rondando le dijo: Oye, Pepica! Lleva cuidado, que como te descuides se te escapa la cuchilla y no le puedes dar de ma mar a tus hijos. Querido Jos Mara: no se me rece esto que perviva en tu Museo As que el asunto panoplias est resuelto. Se harn de plstico y todos los Probos eldenses tendrn la suya. Ahora voy a ver si retomo la his torieta de villa Manolito, que mi amigo estar echando chispas. Un da entre los das pasaba yo por la ca rretera en visita a mis familiares de Elda, y al lle gar a la altura de Villa Manol ito me acord de la conversacin sostenida con mi amigo Manolo Martnez por telfono, en la que entre otras cosas me dijo: Oye, Pepe! Te acuerdas de Villa Mo nolito Qu raro que no la nombres en tus his torietas!. Entonces le dije a mi sobrino Jos Ma nuel: Para y calza, que aqu tengo trabajo!. Le dije que aparcara el coche, que tena que ver una cosa. Bueno, to me dijo ahte espero en la ga solinera tomndome un chambi. Me ape del co che, me acerqu a la casa y empec a rememo rar el pasado. Previamente apret el botn del ordenador particular que llevo debajo de la boina y fue surgiendo el recuerdo... VILLA MANOLITO (III) A don Manuel Martnez, padre de mi amigo y acreditado y solvente industrial de la alimen tacin en la Plaza Arriba, se le ocurri un buen da construir una casa de campo en un sitio entonces insospechado. Por qu fue Mi amigo nada me ha dicho sobre esto, aunque supongo que fue para halagar la vida de su hijo Manolito. No s cundo fue la idea ni la fecha de la construccin de Villa Manolito. Entre mis ideas tengo que era cuando todava en la Plaza Arriba no haba ms establecimientos que Casa Manolo y el bar de Severino, en el extremo noroeste de la plaza. Ms tarde apareci otro comercio del mismo ramo, de don Afrodisio Barbero, y un bar de don Antonio Gon zlez (Pansilla) en la parte de la plaza donde por la feria instalaban el Carrousel La Yeclana. Pero dejemos esto, que es otra historia. El caso es que al bueno de pap Manolo se le ocurri, por lo que fuese, construir Villa Ma nolito en un sitio insospechado entonces. Hay que tener en cuenta que por las fechas en que naci Villa Manolito o poco despus, Elda terminaba en la calle de Pars (hoy creo que Roma) por la par te derecha y por la izquierda en las casicas de Pe 95 sahumos. Luego vena por esta mano la casa de Eugenio el Sardina, que estaba precisamente donde entroncan la calle Padre Manjn con el Garaje Mendiola. Ms adelante, en la misma mano, vena la casa de campo del to Pansi, que estaba donde ms tarde implant su chalet mi amigo Joaqun Vera (Chimo) y se acababa la edificacin por este lado. Por la parte derecha, y a un Kilmetro justo de la puerta del Ayunta miento, vena una casa solariega muy importan te, a la que llambamos la Casa el Mamn. Lue go vena la Venta don Carlos, que estaba donde hoy se asienta el Colegio de la Sagrada Familia, y se acab el carbn; pero todo esto es una ca rretera solitaria y polvorienta en la que haca sus entrenamientos con motos de gran cilindrada el simptico industrial de hormas Maximiliano Agua do, entre otros nios bien de la poca. As llegamos al erial que era entonces todo aquel rincn del valle. All no haba ms que sar dachos, sargantanas y algn que otro alacrn. Si cuento todo esto es para que vean que est jus tificada mi extraeza por edificar su villa en se mejante lugar el bueno de don Manuel. Pero pa saron unos aos y, en los treinta, lo que haba sido un sitio inhspito y feo se convirti en un encla ve rutilante de verdor y belleza. Villa Manolito! A un lado mirando a Elda, una frondosa pinada y mi rando haca el Reventn, al lado de la villa, una restallante via de Valens que era una gloria el verla. Sin embargo, el otro da, cuando pas para verla de cerca, vi que la via ya no estaba y que la apariencia de la edificacin era un poco triste. Entonces me di cuenta de un detalle que me bu lla en la cabeza. Esta edificacin tiene algo raro. Qu es Al fin ca en la cosa. Villa Manolito es la nica casa que hay en el campo eldense que tiene la puerta de entrada orientada al Este! To das las casas de campo tienen la puerta miran do al Medioda o Sur. Pues a Villa Manolito, que cuando fue construida tena todo el campo por de lante, le hicieron la puerta al Este. Manuel padre, si me escucha donde quiera que est, por qu fue as lo sabes t, Manolo amigo Ya me lo dirs algn da, aunque sea por telfono, cuando leas este reportaje. Entonces te preguntar tam bin qu has hecho de las letras que le faltan a Villa Manolito o mejor, quin se las ha llevado como recuerdo. Pero volvamos a los tiempos feli ces de los aos treinta. VILLA MANOLITO (y IV) p or aquellas calendas Villa Manolito era si tio de reunin de la buena sociedad eldense, como se deca entonces y en das sealados como son las pascuas de Resurreccin y otros das del verano. Yo, que por entonces era un zascandil con aspiraciones econmicas y sociales, anduve por all aunque no era de la buena sociedad, pues aunque bastante joven, ya era cortador de primera y socio del Casino Eldense. Esto merece una pe quea explicacin. Un da me encontraba yo en mi casa despus de salir del trabajo, estudiando mis instrumentos musicales, cuando pasaron dos seoritas, para m desconocidas, que pararon delante de mi casa. Hablaban entre ellas y una le pregunt a la otra: Y 96 ese chico, quin es. Contestacin de la pregun tada: Pues le conozco poco,slo que el domingo pa sado bail una pieza con l. Pero creo que es bue na persona y adems.... es socio del Casino!. Para los que no conozcan la importancia que por aquellos aos tena el casern estilo colonial de la calle Nueva Arriba, les dir que era el pul mn socio -econmico y que daba categora en Elda. Y cuando escuch aquellas palabras de es socio del Casino! comprend inmediata mente que haba que hacerse socio del Casino El dense. Lo malo del asunto es que slo tena 17 aos y el ingreso era a los 18, as que habl con el conserje, que por entonces lo era Enrique Cres po (Rubira) y me hice socio a esa edad. Empec Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZALEZ DE LA HORTETA Detalle del convento e iglesia. 1858. Foto de Laurent. Vista de Elda. 1858. Foto Laurent. Tnel de la Torreta recin terminado. 1858. Foto de J. Laurent. LBUM FOTOGRFICO ELDA (19licaote) Fliar Mayor de la Partoquia Altar mayor de la antigua iglesia de Santa Ana. Fbrica de Silvestre Poveda como era en 1892. los ESCRITOS DE JosE JODER GONZALEZ DE LA HORTETA ELDA (filicante) Jardn del Casino Jardn del Casino. Primeros aos del s. XX. Jardn del Casino. Primeros aos del s. XX. LBUM FOTOGRAFICO Taller de calzado de Silvestre Hernnez Poveda. 1894. tWel ((decante) )arden del Ce - Sine Canteras de Bateig. 1905. Plantillas de un importante taller de madera, hacia 1906. ut A H uiM.TA Panormica Huerta Nueva. Principios del s. XX. E1.01 (llirante) Vista general Ruinas del Castillo. Principios del s. XX. Vista general. Principios del s. XX. Ruinas del Castillo. Principios del s. XX. LBUM FOTOGRAFICU Vista de Elda desde el crucero. Vista del Castillo y baos Alfaguara en primer trmino. Principios del s. XX. Vista de Elda desde el noroeste. Primeras dcadas del s. XX. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALE7 DE LA HORTETA Calle Nueva. Principios del s. XX. Hermanos Aguado y plantilla de la fbrica de hormas. 1910. LBUM FOTOGRFICO Calle del Vall (Ortega y Gasset). Principios del s. XX. Elda en postales. Superior ida.: Vista de Elda desde la Estacin. Princi pios s. XX. Arriba: Villa de Elda y anti gua iglesia de Santa Ana. lzda.: Comida de herman dad en la fbrica de hor mas de Isidro Aguado. 1911, Abajo: Plantilla de la fbrica de calzado de Pedro Pay en el pantano. 1912. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Plantilla de la fbrica de calzado de Pedro Pay en el pantano. 1918. Aparadoras y almacenistas de la fbrica de Casto Pelez. 1915. Fbrica de hormas Hermanos Aguado en la Huerta Nueva, 1915. LBUM FOTOGRFICO Mujeres lavando en el ro Vinalop. Arios 20. Nios en la fuente de de los seis chorros, debajo del Matadero. Dcha.: Calle Jardines, esquina chalet de los Bellod. Arios 20-30. Abajo: Panormica calle Pablo Guarinos, hoy Pedrito Rico. Aos 20. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ =DE LA HORTETA Dcha.: Antiguo Manicomio Provincial, hacia 1920. Abajo: Boda en Santa Ana; encaramados en la fachada, varios aprendices de talleres cercanos. Inferior: En la Cruz del Convento. Arios 20, LBUM FUTOGRAFICO Operarios de la fbrica de Casto Pelez, Calzados el Pelcano. Arios 20. Plaza Sagasta. Arios 20. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Plaza de las monjas al principio de la calle San Roque. Arios 20. Trabajadores y aprendices de una fbrica de calzado. 1921. LBUM FOTO6RAFICO Vista de Elda desde el nroeste pintada por E. Amors. 1921. Fachada del Ayuntamiento adornada para las fi estas de septiembre. 1923. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Zapateros y cosedoras en foto de estudio. 1924. Plaza de la Prosperidad. 1927. LBUM FOTOGRAFICO Interior de la fbrica de Pedro Bellod. Arios 30. Interior de la fbrica de Pedro Bellod. Arios 30. Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZLEZ DE LA HORTETA pagando tres pesetas al mes de cuota: calculen la tira de aos que hace. Hice muy buenas amistades all, que me permitieron alternar positivamente, para subir un poco en mis aspiraciones de mejora como jo ven con ansias de elevarse social y econmica mente. Claro que a lo largo de mi vida he visto que lo mejor es ser siempre persona educada y con secuente con la hombra de bien. Eso creo que lo he conseguido. Amn. Pero el caso es que hice muy buenas migas con mis amigos Ramn Navarro, Luisito Bernabeu, Paurides Gonzlez, Antonio Ta mayo y otros muchos, pero stos que menciono tenan un don de gen tes y una simpata arrolladora. No quiero cansar al lector con esta faceta de mi vida. Solamente, recordar con mucho respeto a los que fueron y en viar desde aqu un abrazo a los que son. Por ejemplo, a mi querido amigo don Paurides Gon zlez Vidal, de quien hablar si Dios quiere muy largo y tendido en un prximo trabajito que se lla mar Nos fuimos a la guerra!. All aparecer en todo su esplendor el Jefe de Estado Mayor de la 25. a Divisin. Frecuent algunas veces Villa Manolito en los das que he citado. Hasta una vez recuer do que no tenan msica para bailar y pregunt si haba por all alguna guitarra o bandurria y efec tivamente apareci una guitarra y d un pequeo concierto de pasodobles con gran algazara de la concurrencia, que se hart de bailar. a La ltima vez que estuve en Villa Mano lito fue en la Pascua del ao 1936, cuando ya se escuchaban los tambores de guerra. Fuimos aquella tarde mi amigo Ramn Navarro (q.e.p.d.) y yo. Estaba la villa como siempre, pletrica de chicas y chicos en sana diversin. Hasta los habitantes de las grandes conejeras que all haba unos tres mil ejemplares segn mi ami go Manolo llegaban seguramente las risas ye! jolgorio de la juventud. Tres meses ms tarde lle garon los milicianos y se acab el jolgorio. De sapareci con ellos una poca de esplendor en Villa Manolito. Haca muchos aos que no visitaba este si tio tan querido en mis recuerdos, pero el otro da, cuando me par delante de Villa Manolito so lamente sali de mis nostlgicos recuerdos esta pregunta, al mirar una vez ms su bella presen cia: Por qu a don Manuel Martnez se le ocu rri hacer un chalet con la puerta mirando al Cid y Los Chaparrales. Todas las casas de campo procuran orientarlas al Medioda para tener ms sol. Me atosigaba esta pregunta ya! final creo que di con la solucin: por estar tan cerca de la ca rretera. El seor de Casa Manolo orient la edi ficacin hacia ella seguramente para que todos los que pasaran vieran el nombre de su hijo en su Villa Manolito! .Sano orgullo de padre, dira yo. Y tambin por qu no para que al asomar el sol en el valle de Elda lo primero que viera fue ra Villa Manolito! !. LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO (I) Amigo Vicente: p podas haberte ahorrado el interrogante, tron co, pues esto se ha puesto muy guay y mola mucho. Mxime cuando ests dispuesto a remover Roma con Santiago por cmo los de Pe trel pudieron contar una velita ms que los de Elda. (Antes de seguir adelante debo aclarar el por qu de estas palabrejas modernas con las que adorno este trabajito. Se trata, sencillamen te, de demostrarme a m mismo que an soy jo ven y comprendo los nuevos tiempos. Tambin, por lo desenfadado de esta especie de misivas lite 97 ranas que nos traemos, que desempolvan, como t dices, recuerdos aejos y queridos. Lo que no he l legado a comprender muy bien es el significado de algunas de estas palabrejas modernas. Cuan do empec a escucharlas me lanc con todas mis alas desplegadas a los diccionarios de la Real Aca demia de la Lengua. .. y me qued en blanco, como cuando te hablaba de un horno y t estabas en otro. Lo de to, bueno, tiene pase. Lo de tron co, pues no s: como no se refiera a un rbol. En cuanto a lo de guay, slo puedo relacionarlo con un sonsonete que se deca hace muchos aos por los jvenes: Guay del Paraguay. Y para termi nar, lo que se refiere a mola slo lo encuentro en el Castillo de la Mola de Novelda o en la calle General Mola de Elda. En fin, que estoy echo un lo y algo mareado por adentrarme un poco en estos temas l ingsticos. Mxime cuando en poco ms de ao y medio me han intervenido tres veces en mi cansado cuerpo para ponerme medias suelas, tacones y cambrillones, que me he quedado en clenque y con slo las plumas). Es muy posible que te preguntes: Y por qu se meter este muchacho con estas digresio nes. Pues muy sencillo. Hombre, es para alar gar un poco ms el trabajo seudo -literario, pero cuidado!, no vaya a resultar que haya algn co terrneo que con aviesa intencin crea que cobro mis trabajitos por palabras. No, seor. Lo hago por que me place y me divierte, y ahora voy con la de fensa del honor de mis pobres meninges. Esto es necesario, pues han quedado un poco alicadas despus del varapalo tuyo. El seor de la Horteta confiesa con rubor que es un verdadero churro por pasar mil lones de veces por delante del horno de los Valero y no verlo en su memoria. Esto merece una explicacin muy detallada para dejar en el lugar que le co rresponde a cada cual. Imagnate, querido amigo lo que pensara yo cuando estaba en la puerta de la Joyera Uni verso, sita que estuvo en Mdico Beltrn, n.22. Digo que estaba porque aquel establecimiento lo regent yo durante el tiempo que estuvo funcio 98 nando. Pues todos los das pasabas t frente a la tienda por la acera de las Beltranas y nunca se te ocurri mirar ni advertirme. Yo pensaba: De qu conozco yo a este seor, que me suena. Esto no te lo digo como descargo de mi burrada, que ya la he confesado, sino para que adviertas que a veces los cables se cruzan. Salta una chispa y te vas por los cerros de beda esos. Luego leers cuando a m me salt esa chispa. Ahora debo re troceder en el tiempo y hacer un poco de historia de mi vida muy juveni l. Es archisabido que el seor de la Horteta fue en sus aos primeros cuando vesta baba tel y calzaba alpargatas adquiridas en la alpar gatera que haba en una esquina, enfrente de Mara los Platos una especie de piloto con ductor de su to don Gaspar Gonzlez. Y digo lo de piloto porque viste ms. Por otro lado, si a un pe rro educado para conducir a un ciego se le l lama ahora acompaante y conductor, no s por qu pu etas (esto no es un taco, sino una especie de manguitos que llevan los magistrados en sus t nicas) tengo yo que decir que fui el lazaril lo del bueno de Gaspar el ciego. Por cierto, que no lo fue de nacimiento, pues en su juventud fue un trans portista, con un carro de alto bordo, de esos de cuatro mulas y borriquillo abriendo camino. Cer ca de Balazote (Albacete), cuando vena para Elda con una carga de patatas, lo asaltaron dos rufianes. Mi to, que debi ser en su juventud de la partida de La Porra, arranc de un tirn un mazo de una vara del carro y se carg a uno de los dos, que qued listo en el suelo para el embarque al depsito de cadveres. El otro sal i medio es calabrado huyendo por los campos, aunque hay que sealar que la Benemrita, siempre tan efi caz en la caza de alimaas humanas, lo encon tr al da siguiente, ponindolo a buen recaudo. Al llegar aqu y como mi to fue un persona je, humi lde si quieres, pero muy relevante de la Elda de entonces y como mi mayor placer al es cribir es recordar estas efemrides, te cuento un sucedido, para que veas cmo era mi to cuando le tocaban los bemoles, como l deca. LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO (II) E n la casa del seor Vicente Maestre, que estuvo como sabes en la Plaza de Arriba, frente a la iglesia Santa Ana, hubo un da un fallecimiento y en aquellos tiempos era costumbre entre las clases adineradas encargar a los pobres del pue blo, ciegos sobre todo, de portar una vela acom paando al entierro. Este fue por la tarde y en la misma maana mi to me dijo: Joseco, ahora, cuando pasemos por casa del seor Vicente, coge turno para que te den una vela para el entierro de esta tarde. Pagaban una peseta por el servicio y con una peseta en aque llas calendas se adquiran dos Kilos de pan. El entierro era sobre las cuatro, y algo antes nos dirigimos to y sobrino a la casa donde haba ocurrido el bito. Al llegar all vimos ( es un de cir, lo vi yo solo, porque mi to no poda por razo nes obvias) una gran muchedumbre en la puerta trasera de la casa, que daba a la plaza, esperando que repartieran las velas y las pesetas. To! le dije que aqu hay mucha gente y no suelen dar ms que ocho o diez velas. Pero t has tomado la vez esta maana Claro, le dije al hombre que haba en la puerta que la vela era para usted y me ha dicho que no me preocupara. Adems, era uno de nues tros clientes del Heraldo de Madrid. Lleg la hora y al salir aquel seor con las ve las para hacer el reparto se arm la de aqu te es pero, Mateo. Mi to, que no tena vista pero s un odo de ardilla, enarbol una garrota de nudos que sola llevar y se plant dentro del ncleo ardien te de la batalla. En un santiamn slo quedaron en pie de guerra tres o cuatro ciegos. Ustedes han visto alguna vez una ria de ciegos a garrotazos Es un espectculo alucinante. Bueno, el caso es que se calm la cosa. Recogimos nuestra vela y la peseta y acompaamos al fallecido a su lti ma morada. Siguiendo con el hilo de la defensa de mis meninges te dir que en mis tiempos de periodista de ba batel el tren correo de Madrid nmero 8 lle gaba a Elda a las siete de la maana, cuando no haba algn retraso, que era casi todos los das. Yo regresaba de la estacin en el coche del Hotel Sandalio con mis peridicos Heraldo de Madrid, El Sol y La Voz y recoga a mi to, que esta ba aparcado en una escalera de la plaza de San Antn, donde tena refugio en el invierno y som bra en el verano. Inicibamos el recorrido calle In dependencia abajo hacia el centro, le dejaba su Heraldo a don Salustiano Villa, Doctor en Me dicina que viva hacia la mitad de la manzana, si guiendo luego la ruta hasta l legar a Andrs Ama do, por la que entrbamos para l legar al Ayuntamiento. Otras veces seguamos por Inde pendencia hasta el cruce con la calle La Libertad, despus San Agustn y ahora creo que nada. Su bamos como digo, por la callecica dichosa y mo tivo de mis infortunios memorsticos, hasta el Ayuntamiento, donde muchos das colocaba algn peridico, sobre todo a un seor funcionario, no s s interventor, contable o qu; el caso es que mi to se quedaba debajo de los arcos que, como sa bes, tena entonces el frontis de dicho Ayunta miento, mientras yo suba escaleras y me meta por todas las dependencias procurando colocar mi mercanca. Casi siempre cuando bajaba de mi labor, el guardia de puerta, que un da poda ser el to Ga viln y otro el to Sardina y que junto al que decamos el Chulo eran la nica fuerza de la ciudad, siempre me decan lo mismo: Qu, Pajarel Has vendido mucho Yo unas veces deca que s y otras deca: Hoy no tienen ganas de leer. A continuacin recoga a mi to y metiendo la primera nos dirigamos hacia la Plaza de Arriba, pasando precisamente y as muchos aos! por delante del horno de mis entretelas sin dignar me mirarlo! Fjate querido amigo, muchos aos pa sando todos los das muchas veces por delante de 99 tu casa, que precisamente estaba pared con el despacho del Alcalde que, como sabes, estaba en trando al Ayuntamiento, a la derecha. Pues bien, la causa de que al pasar por tu casa estuviera yo en la higuera la tuvo siempre la confitera de en frente, pues al pasar por all siempre se iba la vis ta hacia unos merengues que tenan all en for ma de cucurucho, que costaban tres perricas y que a m siempre me gustaron mucho, por lo que mu chos das, cuando sala del Ayuntamiento me me ta de bolera en la confitera de los que se dedu ce que en aquellos pocos metros yo slo vea los merengues. Y cosa extraordinaria, cuando pasa ba tu casa vera la de la se Anica y all en la puerta me llamaba la atencin una especie de le brillo con garbanzos a remojo que haba todos los das. Luego seguamos la ruta diaria dndole la vuelta al pueblo. LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO (III) S i te he descrito todo el recorrido es para que veas que el epteto de burro que me doy est ms que justificado. Durante aos, repito, pa sando por tu casa y no veo ms que los merengues de la confitera! Y el caso es que s me acuerdo que se habl del desplome de la casa del to Chu chn, como t bien dices Alcalde del pueblo y pa dre de Enrique Gonzlez y abuelo de otro Enrique Gonzlez, eficiente funcionario de Telgrafos y el dense de pro. Parlo que he podido aclarar a lo largo de mis meditaciones sobre esta cuestin es que debo confesar que soy un tipo de ideas fijas. No, si ya me lo dijo una vez (y perdona que introduzca aqu esta especie de recuerdo) el to Clemente: Jos, no vayas siempre al mismo sitio a dar serenatas, pues alguna noche saldr el padre de la mucha cha y te pegar un estacazo. Aclaro... Este to Clemente que cito fue durante mu chos aos la nica autoridad! que haba por la noche en el Ayuntamiento y alrededores. Bien es cierto que tena un superior que era el to Media Oreja, un hombre entero que por s slo, con su garrote, mantena tranquilo el descanso de los el denses. Pero el to Clemente era otra cosa, una per sona ms bien bajita, con su blusita, al que acu damos los mozos que dbamos serenatas para pedir permiso de salir por las calles dando con 100 ciertos de guitarras y bandurrias. Pues bien, aqu viene lo de mis ideas fijas, que absuelven, con to dos los pronunciamientos favorables, a mis de nostadas meninges. Lee con atencin, amigo Vi cente, lo que sigue, y vers cul fue la causa de mi derrota memorstica. En tu primera misiva sobre las dichosas ve litas me decas: Yo soy hijo de los Luis el pa nadero y...pum! Aqu salt la chispa que se peg a mis recuerdos. Ya slo hubo en mis meninges la correspondiente al recuerdo de tu casa en la ca Ilecica de La Libertad, con tu padre que en glo ria est y la trasera del Choricero, con el obra dor lleno de utensilios con longanizas, morcillas y todos estos bastimentos de la tripa. Sin embargo, al ver tu rectificacin ech mano de otra menin ge menos cansada y, efectivamente, record a tu progenitor alguna maana platicando con el Rojo el Inspector, en los arcos del Ayuntamien to, con su delantal de panadero y su caliqueo, como t dices, descansando del horno. Y resultado final de todo esto: he llegado a la conclusin de que no soy un burro, es que mis meninges estn cansadas y me juegan estas bromas. Sale una y me dice: Pepe, acurdate de esto y olvida lo de ms!. Y yo, como tengo ideas fijas, pues velay que dicen en Valladolid. Has comprendido mi drama Pues de aqu en adelante ya no presumi Los ESCRITOS DE JosE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETAL, r de buena memoria. Usar los comodines como me parece que, creo que, tengo una vaga idea de que, etc. Y ahora te contar una historieta para ayu darte un poco en eso que tanto te acongoja. Lo de remover Roma con Santiago, hombre. El meollo de esta historia es imaginado casi en su totalidad, pero queda una pequea parte que es verdica, por detalles que yo escuch de pequeo a distintas personas que no es del caso nombrar. Esto de las 12.000 velitas fue en sus co mienzos la comidilla de los distintos sectores de la sociedad eldense. Fjate que una maana en que andaba yo dando vueltas por el castillo me apro xim a un grupo de zapateros palomistas que ha biendo dejado las tareas preparadas para coser aprovechaban el intervalo para ver hacer dibujos en el aire a sus palomas y tomar un bocado. To dos hablaban de lo mismo: Cmo se podr sa ber la cantidad de velas que se necesitan y cmo contarlas, que era lo importante La verdadera ver dad del caso slo la supo el que lo invent y yo, que me lo imagino. Y siguiendo con la imaginacin, es cucha, escucha, Vicente amigo. Un buen da, en la primera o segunda dece na de este siglo a un eldense de clase principal se le ocurri, para dar realce a la entrada de los Patronos el 8 y 9 de septiembre en la Iglesia, ilu minar sta de forma extraordinaria. Pero... cmo hacerlo En aquellos tiempos no haba ms luz que la del Mocoso, cuya energa vena de la fbri ca que hubo en el Monastil. Y no poda solucio narse la cosa con ella, pues bastantes haca aquella fbrica con iluminar las calles con una bombilla cada 200 metros y las viviendas con una perillica nada ms, o sea, que los voltios y los vatios entonces eran bastante esmirriados. Ade ms, consultado el to Palaya que era el elec tricista oficial (y nico) de la ciudad, dijo que no se poda sobrecargar tanto la lnea, pues se que dara el pueblo sin luz, si no reventaban tambin los generadores de la fbrica. Total, que se reu nieron las fuerzas vivas del pueblo para pensar la forma de resolver el problema y al final a alguno de ellos se le ocurri decir: Y si la iluminamos con velas Pues no est mal la idea dijo otro pero para eso hay que contar con el seor prro co y, sobre todo, con el sacristn, que es el que sabe mejor cmo hay que colocar las velas. Otro, con ms nfulas de saber, dijo: Tambin habr que cubicar la Iglesia para ver las que caben. Aqu le cort el seor que haba tenido la idea pri mero, diciendo: No digas tonteras, hombre! Crees que vamos a meter litros de vino. LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO (IV) pues nada. Fue llamado a una reunin don Dionisio Martnez Lacasta, sacristn en fun ciones de Santa Ana, para que diera su opinin so bre el asunto y, sobre todo, contando con su co nocimiento del recinto del templo, aconsejase lo ms conveniente. Esta nueva reunin se celebr en el Ayunta miento, pues parece ser que el que llevaba la voz cantante en este negocio era el Alcalde. Lo primero que sali a relucir en el orden del da fue la for ma de colocar las velas y sobre todo, cuntas haran falta. Uno deca que unas cuatro o seis arro bas ya otro le parecan pocas y el de ms all de ca que cmo contarlas. En fn, el gran barullo, hasta que de repente se oy la voz docta en estos menesteres del sacristn, que dijo: Esperar! Esperar! Precisamente se en cuentra en el pueblo el representante de una f brica de velas de Albaida que ha venido esta Se mana Santa, como todos los aos y precisamente LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO 101 el seor Prroco le compr unos cirios pascuales y unas docenas de velas para las procesiones. Este seor nos sabr iluminar y ayudarnos a resolver estos problemas. Efectivamente, fue llamado a captulo el vendedor en cuestin y se inici nueva sesin, le expusieron con todo detalle el asunto, hecho lo cual volvi a insistir el de las arrobas qu cuntas o cuntos Kilos de velas haran falta. Hombre contest el de Albaida las velas no se venden al peso, se venden por docenas y por unidades, as que ustedes vern las que necesitan. Tom la palabra otro cofrade y dijo que l cre a que con unas mil docenas habra bastantes. Al escuchar aquello al vendedor se le esparramaron las orejas, pensando en la jugosa comisin. Se guidamente dijo otro: Y si sobran velas En aquel angustioso momento tom la pala bra el jefe del clan dicindole al precitado ven dedor: Oiga, amigo! Si le compramos esa impor tante cantidad de velas se compromete usted a quedarse, si sobran algunas, con ellas Pues no s, seor. Tendra que consultar con la casa, pues dependera mucho de la clase que fueran las velas, pues siendo corrientes no ha bra problema. Qu clase de velas es la que ne cesitan ustedes Retom la palabra el mismo seor para decir: Necesitamos una vela de unos 18 20 cen tmetros, que pueda durar encendida una hora ms o menos. S, seor dijo el otro esa vela es muy co rriente y es la que llamamos n. 04 Palmatoria. Oiga! dijo uno que todava no haba me tido baza Por qu la llaman as 102 Pues porque es la ms corriente y siempre est en todas las casas para cuando se va la luz, dispuesta siempre en la palmatoria. Tam bin llamamos el Pesao al cirio pascual, pues son seis u ocho Kilos los que tiene. Retom la palabra el recin iniciado pre guntn: Y cmo contaremos las velas que ponemos en la iglesia Aleluya! dijo en aquel histrico momen to el que deba ser el Alcalde, pues estaba sentado en el sil ln ms importante No habis dicho que hacen falta mi l docenas Pues ya lo tenemos, pues hacen un total de 12.000 velas. Y si sobran dijo el tozudo preguntn. Pues nada, hombre. Parece mentira que tengas una fbrica de calzado y an no hayas aprendido a hacer cuentas. Si sobran, pues se mul tipl ican por doce las docenas que sobren y se hace lo mismo con las que quedan aqu; luego se restan las que sobran de stas y te salen las que has empleado, pero procuremos ponerlas el to Auja en la torre (ya sabis que en aquellos aos Santa Ana no tena ms que una torre. A lo me jor, cuando hicieron el primer templo se les aca baron los dineros o falleci el arquitecto y se que d manca la iglesia, aunque tena el basamento hasta la altura del frontis donde deba estar la otra torre). Bueno, pues all acab la cuestin. Llegaron a un total acuerdo y se empezaron a colocar las 12.000 velitas. Y en los programas de las fiestas tambin comenz a aparecer: A la entrada de las imgenes al templo, ste lucir una iluminacin de 12.000 velitas. As fue durante muchos aos, hasta que unos hombres que caminaban por un sendero equivocado, borraron el templo y las velas. LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO (V) pensando en cmo concluir este sarpullido l i terario he cado en un estado de abatimien to y tristeza enormes. Ms que nada, por lo que ser el porvenir del Retablo Singular de Probos El denses, menos mal que me ha sacado de mi le targo la l legada en estos das de felicitaciones fami l iares, amigos e incluso de colaboracio nistas del Valle de Elda, a los que de todo co razn se las devuelvo aumentadas. Tambin he recibido dulces y unos turrones que me han he cho muy feliz, pues soy muy goloso, aunque el tu rrn duro. Un momento, un momento! Albricias y pan de Madagascar! Arriba los corazones y a la porra las tristezas! El nombre del turrn duro me ha recordado una pequea historieta que viv cuando era periodista y que tiene visos de cuento de Navidad, pero muchas cosas de la cual son verdicas. Algo relacionado con un tra bajito mo que sali en Val le hace bastante tiempo con el ttulo de La feria de mi pueblo. As que aguanta, Vicente, que te lo voy a contar. Pero de forma, muchacho, que cuando leas este final, te trasladars a tus tiempos infanti les y fe lices, cuando hacas diabluras entre los sacos de harina. Y fjate, fjate lo que se le ha ocurrido a mi calenturienta imaginacin. Nada ms y nada menos que colocar a tu querida abuela Encar nacin de protagonista de la historia. No, no te sofoques, hombre, porque los hechos ocurrieron en la puerta de tu casa y ella pudo estar all. Ade ms, yo s que el la, desde el Cielo, se estar rien do todava de las angustias que pas cuando fui conducido a la presencia de don Jos Cataln Gras, corregidor aquella tarde de mis infortu nios. Adems, es obligado por mi parte enmen dar en lo que me sea posible el enorme olvido de mis cansadas meninges, que ni la nombraron en mi desafortunado escrito. Ahora lo hago con todo respeto y cario de eldense y pido la eterna glo ria para tu querida abuela, la ta Encarnacin la del horno. Un fro da de diciembre, cuando todava quedaban rastros de nuestra feria en las dos pla zas y seguan rompiendo tablas los obligados chiquillos de la vecindad y alrededores, vena por la parte de la Plaza Arriba la ta Pascuala, una mu jeruca que viva en las casicas de Caliu, que en tonces estaban situadas entre la orilla del ro de Usola y la huerta del to Carl icos, frente por fren te de la casa del to Casimiro. Te sito geogrfi camente el sitio porque hoy ya no existe tal para je como tal, sino simplemente el Barrio de Cal iu. Adems, no creo que t fueses mucho por all a co mer rampetas, que se criaban a la ori l la del ro, ni tampoco creo que fueses a enviscar golondri nas con varetas llenas de envisque, que se colo caban en el centro de la corriente. Esto lo haca muy bien y con gran provecho el to Sema a quien Dios haya perdonado por los muchos con gneres mos que el imin de este mundo. Pobres golondrinas y pobres chulanes. En l tuvieron estas avecillas de mi estirpe su ms fiero enemigo. Al llegar la ta Pascuala a la altura de tu casa, despus de pasar por la de Manolo y la tienda de la se Anica, sin olvidar la confitera de Enrique Gonzlez, sin comprar nada en estas tiendas, se encontr con tu abuela Encarnacin en la puerta, tomando el sol , que en aquellos mo mentos del medioda era muy agradable. (Tambin yo lo hice muchos das de invierno debajo de los arcos del Ayuntamiento para aliviarme el fro). Buenos das, seora Encarnacin! To mando el sol eh Pues s, ta Pascuala, aqu estoy. Y usted de dnde viene Pues mire usted, como estos das pasa dos, con eso de la feria, casi no ha habido mer cado y tenas que comprar si te haca falta algo en cualquier sitio, he aprovechado hoy para com prar patatas de Vi llena, que son muy buenas y algo de pescado, que tampoco en los das pasados ha venido el pescatero de Santa Pola. Claro que us 103 ted, como vive aqu cerquita de todo, estoy segu ra que se lo llevarn a casa, hasta el turrn, se guramente. Pues no, ta Pascuala. En cuanto al turrn, lo compr antes de la Pursima y an est rodando por casa, sobre todo el duro, que no puedo con l. Y usted, ha comido mucho Pues mucho no, seora, porque all en mi casa las cosas de comer desaparecen en el inte. No le digo ms que el segundo da de feria com pr seis reales de turrn y desapareci en el mismo da. Compr un poco del duro de ca cahuetes, que es ms barato, y un poco del blan do, ms que nada por mi suegro, que no le que da ms que la muela del juicio. Ydice usted que no puede con el duro Pues es muy sencillo, mu jer. Coge usted la mano del almirez y con el cu * chillo lo hace usted pedacitos muy pequeos y se lo come a gusto. Claro, ta Pascuala! Acaba usted de in ventar la lavativa. Para moler el turrn duro me como el blando, que ya est molido. No com prende Y, a propsito, dnde compr usted los seis reales de turrn que dieron para comer toda la famil ia Pues en esa parada que ponen todos los aos unos de Jijona. La que ponen enfrente de Casa Manolo haciendo esquina. Esa que el turro nero lleva un sombrerico que parece un embudo con unas borlitas colgando. No caigo, ta Pascuala. S, mujer, la parada donde pusieron la bom ba el ao pasado. Qu no se enter usted Vir gen de la Salud! LAS VELITAS DE LA IGLESIA Y MIS RECUERDOS DE LOS VALERO (VI) Quin puso la bomba, ta Pascuala, si se puede saber Cmo no me enter y, estando tan cerca Pues porque estara usted sacando toas del horno o peleando con sus nietos, qu s yo Y en cuanto al que puso la bomba, me parece que dijeron que era el chiquillo que va con Gaspar el ciego vendiendo peridicos. Adems, aquella tar de me cogi a m en la calle de la Caamona, pues iba a comprar un poco de bontalo (bonito) en casa de la ta Polonia para hacer unos talla rines, y escuch a unos hombres que venan del caf del Potroso que lo iban diciendo. Uno de ellos deca: Pues s, creo que ha habido varios heridos. Ya est bien, ta Pascuala, ya est bien! Ni bomba, ni nada. Fueron unos coheticos que com pr el chiquillo en casa del to Pindarga y se le ocurri poner uno entre dos barras de turrn y cayeron al barro, y eso fue todo. 104 Ah s, ta Encarnacin Pues me extraa mucho lo que me dice, pues tambin me dijeron aquella noche que haban trado al chiquillo la Guardia Civil bien amarrado al Ayuntamiento. No mujer, no. Ni Guardia Civil ni amarrado ni nada de eso. Lo trajo el tuerto Serafn por que lo orden el seor Alcalde, que quera enterarse de todo enseguida. Y sabes lo que ocurri Pues que el Alcalde muerto de risa, orden al alguacil que llevara a su casa al chiquillo, le pregunt al chiquillo si le quedaba algn cohete, para saber el calibre de la municin y l dijo muy asustado: S, seor Alcalde, me queda uno pues me dieron tres por una perrica. Uno lo puse en el tilo y otro en la parada del turrn. Orden del Poncio a su su bordinado: A ver! Coloca este proyectil en la bal dosa y dale fuego. El bueno del alguacil hizo lo que le mandaban y cuando explot aquello se arm tal risa, y tal escndalo que aquello pareca un festival. El nico que no se rea era el chiqui no que, todo asustado por el gritero de tanta gente, pensaba que haba llegado su ltima hora. As que ya est usted enterada, ta Pascuala, eso es lo que ocurri y, despus de la explosin, el Al calde, no sin antes decirle que lo nombraba co hetero mayor del pueblo y ayudante del to Ma chuca. Bueno, ta Encarnacin. Cmo saba usted todo eso Pues muy sencillo, mujer, porque aquella tarde estaba yo en casa y cuando o el tumulto de risas que se arm me acerqu donde estaba la fiesta y me lo contaron todo. Pues me alegro mucho, Encarnacin, pues yo conozco al chiquillo y a sus padres y, aunque Joseco, que as se llama el chiquillo, es un poco travieso, pero muy leido y espabilado les aprecio mucho. Aqu termina esto, Vicente amigo. Mira lo que sali por incitarme con tu enunciado famoso de las 12.000 velitas y un candil Fin de marras. Es pero me cuentes algn da lo que saques en claro de tu empeo en desvelar el misterio de las velas. Por si acaso, ya sabes las que se necesitan cuan do quieras llenar alguna iglesia de Elda. Nada de arrobas ni Kilos. Multiplicar y restar. Multiplicar los gratos recuerdos y nostalgias de nuestra infan cia, y restar de ellos los sinsabores y malos mo mentos. De esta forma slo quedar felicidad. FE DE ACLARACIONES Y DISCULPAS.Como siempre que aparecen en mis trabajitos literarios, eldenses para m muy respetados y queridos, los llamo como corrientemente se les nombraba. Lo mismo con sus nombres de pila que con apodo, mote o sobrenombre. Es el caso de los seores El Mocoso y el to Palaya. Uno, de la clase prin cipal, que administraba la luz que vena a Elda, y el otro, funcionario que la meta en las casas. A ellos, ya todos los mencionados, siempre, mi ca rio, consideracin y respeto. Joven A DON MARTNEZ CUENCA, DE LA PLAZA DE ARRIBA E n el n. 1.753, de fecha 8 de febrero del ao actual, he ledo con especial inters y reledo muchas veces tu carioso contenido referente a m, sobre todo, algo que nunca nadie me haba dicho tan grato. Muchas alegras me ha proporcionado el contacto con tantos amigos a travs del peridi co, pero esta ltima ha sido tan fuerte que me ha transportado a la Edad Media, y hay noches que me veo cabalgando por las llanuras de Castilla al frente de una gran tropa de aguerridos caballe ros en mis felices sueos. Le has dado a mi nombre lo nico que le faltaba: el Don!, que por no poder tener estudios no pude ostentar en mis tarjetas de visita. En cuanto al nombre, no pas nunca de Joseco el Pajarico, yen cuanto a mis estudios escasamente pude llegar a desentraar los misterios de la re gla de tres simple. Con tu acertado nombramiento me has incorporado (por rebanarme de un tajo el Jos) a los don Vidal, don Lope, o don Garca y tan tos otros. Recuerdo una vez que visit el alczar de Segovia y en una estancia de la entrada haba o hay una especie de caballero a lomos de un caballo ya un lado de la montura pude leer: Na die diga de don Garca arriba!. Muchas veces estuve pensando en aquel cu rioso patronmico, hasta que llegu a la conclusin de que por tratarse de algn personaje importan te no necesitaba que le nombraran por su nombre de pila, sino simplemente con el rimbombante don Garca! ! . Adems, tambin llegu a la con clusin de que por encima de aquel personaje ni mu! Menudo genio debi tener el tal don Garca! DON MAramn. . i ALA IIRR!8,4 105 Bueno, al pronto esta fue mi impresin del nombre, pero cuando me seren un tanto ya vi que era natural la cosa, pues si antes no pude ir a la Universidad, s me he doctorado a lo largo de mi vida en ciencias humanas, disciplina que slo se consigue leyendo mucho y siendo fiel a una con ducta honesta, simplemente. Pero como resulta, querido amigo, que yo tambin te he rebanado el nombre y te habr quedado muy corto y esmirriado, te he endosado el ttulo de la Plaza de Arriba! Si que, y adems con gran justicia, pues no en vano en aquella aorada placita fuiste siempre persona relevan te. Espero me perdones estas elucubraciones de los nombres y la historia. Pero volvamos a la Plaza. Muy acertada la co rrelacin de personas y establecimientos que apuntas en ella. Echo en falta, sin embargo, a tres establecimientos que no citas. En el Bar de Pan silla (don Antonio) naci en los altos un orfen, en el cual tuve el honor de formar parte como tenor segundo. Lo diriga un simptico muchacho que se llama o se llamaba, Ignacio (del apellido no me acuerdo) y era el presidente de la entidad don Amador Vera. Este orfen tuvo larga vida y muchos xitos locales y comarcales. Uno de los ms im portantes fue una vez que fuimos a Salinas don de cant Misa por primera vez don Jos, herma no del director del Orfen (si no se trabucan mis recuerdos). Por cierto que cantamos la Misa en S Bemol de Perossi. Una deliciosa composicin mu sical de este maestro que ya no he vuelto a or nun ca. Ahora suelen cantar la 2. a Pontifical de este mismo autor, pero ya no me gusta. S es que es ms interesante esta, pero la otra es ms senci lla y se canta a Dios con ms dulzura. A DON MARTNEZ CUENCA, DE LA PLAZA DE ARRIBA S iguiendo por la misma acera, antes de la Bola de Nieve y de Tonico Tragatoros, hubo un bar de un alicantino que sola decir al cobrar a los clientes: Avui saflucha caballer! ( no s si est correctamente escrito, pero as me sona ba su valenciano. Y, por ltimo, hubo una pelu quera en la esquina de la Plaza con la calle del Castillo, de un seor de Yecla, padre de mi buen amigo Pascual Snchez Martnez el Pulga. Y ya que hemos dado la vuelta a la Plaza y llegado al Ayuntamiento, bueno ser que demos vida a un personaje importante entonces en la Pla za de Abajo. Se trata de la ta Beatriz, con su puesto de cascaruja y mezclao, que pona delan te de los arcos de dicho Ayuntamiento. All haba de todo, pero lo ms importante era una enorme olla de habas hervidas, que fue la antecesora de las de Barrachina y su charamita. A su lado, otro no menos importante personaje: la ta Feli pa!. Su puesto era un gran capacho que pona 106 entre las piernas, conteniendo desde nspolas y membrillos hasta manzanas de mata, de las que tena el to Isidro enfrente, cubiertas con su capa de caramelo. Y aqu termina esto, Manolo amigo. Haba pensado enviarte mis padrinos retndote a sin gular duelo por haberme quitado el Jos que me dieron mis padrinos en Santa Ana, pero no. Me quedo con m don Jover yen vez de los padri nos te mando un fuerte abrazo y deseos de feli cidad. COLOFN FINAL, UN TANTO SU! GENERISI Colocado que hube el ltimo punto final, me apol tron en el silln de las siestas para descansar un poco, pero no s si por no poner la firma o por nom brar padrinos, el caso es que me qued pro fundamente dormido y con una espantosa pesa dilla, que me transport de nuevo a los tiempos de don Garca, aunque esta vez no cabalgu por Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA sitio alguno, sino que te envi mis padrinos, que eran dos fieles amigos de la calle de Las Virtudes, los cuales se entrevistaron con los tuyos, que eran, por cierto, dos a miguetes tuyos de la trinca que formabais jugando al chinchn en el Casino Eldense. Los dos bandos se pusieron de acuerdo pron to en cuanto a las armas a emplear, que eran las que cada uno quisiese. En cuanto al lugar elegi do para dirimir la cuestin en tan singular desafo, fue un paraje de La Torreta que llaman La Lo bera. Y al da siguiente, cuando el sol pugna ba por abrirse paso entre los romeros y matas de lo alto de los Chaparrales para asomarse al va lle, all nos presentamos los contendientes; yo con un garrote como el de mi to Gaspar el ciego, y t, querido amigo, te vi frente a m con un libro muy gordo, en el que se lea Gramtica General de la Lengua Espaola (claro, por algo eres Profesor de EGB). Pens, muy afligido, que me dabas a en tender mis parcos y rudimentarios conocimientos de la gramtica. Pero no me preocupo. S sumar que un amigo que te aprecie es un milln de ellos. Maldicin!, dije esto es pitorreo! Y me lan c colrico, garrote en ristre, hacia mi adversario. Pero ste sac del libro la Prosodia y me dio tal prosodiazo que sal volando y fui a caer en los altos del Marn, sentado encima de una aliaga, donde me despert con grandes molestias en mis partes glteas. Ahora s que termino, caro amigo, pero el honor que me has hecho al endosarme el Don ya no me lo quita nadie. S , 00S FUIMOS A LA GUERRA!! (I) Relatos guerreros en cuarto menguante con unas gotitas de humor eldense Este trabajito se lo dedico con mucho cario a mi gran amigo don Paurides Gonzlez Vidal, Jefe que fue del Estado Mayor de la 25 Divisin, XXIII Cuerpo de Ejrcito del Ejrcito de Levante, a la que yo pertenec desde la primavera del ao 1938 hasta el final de la contienda, el 306 31 de marzo 1939, si mal no recuerdo. C reo que fue hacia ltimos de marzo de 1938 cuando llamaron mi quinta y, la verdad, es que tuve gran suerte desde el primer da de mi pre sentacin en el antiguo Cuartel de la Princesa, en Alicante, pues hice enseguida buena amistad con unos chicos alicantinos que trabajaban en la f brica de tabacos, con lo cual el suministro de fu mar estaba asegurado y ya saben los coterrne os de aquellos tiempos lo difcil que era conseguir algo para fumar, aparte de los sucedneos en tonces al uso, como las hojas de estepa o de to mate secas, etc. El caso es que aquel mismo da nos metie ron en unos renqueantes autobuses y fuimos a pa rar a Alcoy, dando con nuestros huesos en una an tigua fbrica de hilados, donde a nuestra llega da nos suministraron una manta y dos metros cua drados de suelo para dormir. Aquella noche, seguramente para elevar la moral de combatien tes, nos dejaron sin cenar, mejor dicho, sin cena, pues estos formidables amiguetes de la Tabaca lera, adems de buen tabaco, tambin llevaban buen acopio de cosas de comer. Poco se puede decir de los pocos das lo mis mo: arroz con habas. Se conoce que el ejrcito ha ba contratado la cosecha del cercano pueblo de Muchamiel y se la haba dedicado a los nuevos re clutas. Hubo, sin embargo, un hecho digno de 107 anotar en mis comienzos guerreros. Fue la toma por sorpresa de la Font Roja (Fuente Roja) donde, en una operacin combinada de todas las fuerzas de mi quinta, asaltamos una luminosa maana de abril de dicho lugar. Dijeron los mandos de la operacin que tenamos que llegar al edificio por la parte de atrs... sin que nos viera nadie! Pero el caso es que al iniciar la subida por la parte tra sera ya oamos voces que gritaban: Os estamos viendo! Os estamos viendo! En fn, que fue una verdadera operacin por sorpresa, seguramente, para los ardachos, sar gantanas y otros animalitos del monte, aunque, as y todo, el oficial que mandaba la operacin nos felicit con grandes aspavientos desde lo alto del balcn. Pues bien, al da siguiente de nuestra bri llante operacin, nos formaron en la parte de lantera de nuestro cuartel. Nos largaron el corres pondiente chusco, junto con una letra de carne made in U.S.A. y nos metieron en un destarta lado tren de la Compaa Central de Aragn y fui mos a parar al da siguiente a la estacin de Al bentosa, ya en tierras de Teruel. Todo esto con muchas paradas, incluso muchas horas en el t nel de Barracas, por l aquel de la aviacin de los nacionales, o franquistas, como se les dice ahora. A formar y carretera y manta hasta el pueblo de Rubielos de Mora, donde llegamos al anoche cer, unindose a otros valientes guerreros de nues tra quinta de distinta procedencia. All nos jun taramos lo menos tres o cuatro mil y aquel pue blo pareca un da de mona en el Santo Negro, con tanta gente. Al llegar a este pueblo aragons ya se empez a notar la guerra, por la cercana del frente. Sol dados que iban y venan. Muchos camiones y ma terial de guerra que se mova. En fn, procurar ahorrar detalles, pues para eso preparo una no vela que en su da ver la luz si Dios quiere y esto es un trabajito para Valle de Elda, que supongo no me admitira exceso de original. Despus de unos cuantos das de ms ins truccin y sendas arengas diarias de los comisa rios que caan por all, nos formaron un anoche cer. Nos cargaron con la manta y bolsa de costado con vituallas de boca, como ms carne de lata y un par de chuscos. Nos metieron por una carre terita de montaa y fuimos a parar a la orilla de un riachuelo cerca de un pueblo que se llama Manzanera. All nos dejaron dormir, arrullados por el croar de las ranas, hasta cerca del medio da, en que por primera vez en muchas fechas, nos dieron algo caliente para comer: lentejas! Eso s, con su correspondiente tierra y piedras, pues en sucesivos das pude presenciar el sistema de los cocineros para remojar las lentejas. Vena el ca min del suministro, descargaban los sacos y los echaban al ro para que se remojaran. Luego los cocineros recogan los sacos y los vaciaban en las calderas con correspondiente carga de piedras, etc. NOS FUIMOS A LA GUERRA!! (II) Relatos guerreros en cuarto menguante con unas gotitas de humor eldense A la orilla de aquel ro estuvimos varios das en completa holganza. Ya haba pasado el mes de mayo y todos nos preguntbamos qu hacamos all, pero una atardecida apareci por all un ba 108 talin, o lo que quedaba de l, y entonces vimos que nos haban metido en la guerra de verdad. Aquel batalln, que vena del frente diezma do, cansado y hambriento, era el que nosotros Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA bamos a reconstruir con nuevos bros de com batientes. Mara Santsima, qu gran ayuda iban a tener aquellos pobres soldados de unos reclu tas que ni siquiera haban visto un fusil en sus manos! El caso es que a la maana siguiente nos formaron y nos fueron adjudicando un sitio en una unidad del batalln. Ipso facto me convert en soldado con oficio de msico (lo hice as por si me poda colar en un buen enchufe) de la 3. a com paa, tercer Batalln, 116 Brigada de la 25 Di visin, as como suena. Aquello empezaba a ponerse de color de hor miga, como dicen en Sudamrica. Nos regalaron un fusil con su correspondiente dotacin de car tuchos y empez tambin el correspondiente me neo de movimientos tcticos para consagrarnos como verdaderos combatientes. Y all comenz mi suerte como soldado de la Repbl ica. Por el hecho de ser msico como haba anotado el sargento cundo me encuadraron en la unidad fui llamado a la presencia del capitn de la compaa. Es usted msico de verdad S, seor, mi capitn contest. Qu instrumento toca usted Yo toco el trombn y tambin soy experto en la bandurria, lad, guitarra, etc. Hombre! me dijo. Yo tambin toco algo la bandurria, aunque aqu no tendremos tiempo para eso. De momento, tengo el encargo del Co mandante del batalln de reorganizar la banda de cornetas y tambores y le nombro a usted para que la organice. Aunque no haya tocado usted la trompeta ni el tambor, espero no tendr muchos inconvenientes para ello. Espero poder escuchar la banda dentro de unos das. Adems, le nombro a usted mi enlace de la compaa al batalln, por lo que, de momento, dedquese por completo a esta labor y olvdese de formaciones y dems movi mientos de guerra. Pero cuidado! No me haga quedar mal ante los mandos porque le desplumo a usted. Ya apareci el peine! No saba mi capitn lo que me haba impresionado a m eso de des plumarme. Todos mis ancestros voltiles se re movieron en mi interior, y me dije: Eso, nunca! Yo en una semana formo una banda de tambores y trompetas, aunque tenga que traer de mi pue blo al tamborero del Monte Calvario y a un Per lasia, no recuerdo cul, que tocaba la trompeta los mircoles santos cuando en la Calle Nueva abajo sala el Nazareno a la calle con el ruidoso mosconeo de las carracas que llevbamos los chiquillos. El seor de la Horteta tuvo suerte, mucha suerte, en aquel dramtico episodio de su vida. O la banda organizada o el desplume denigrante. Cmo iba yo a entrar en Elda sin plumas, que eran mi mayor orgullo por ser constancia de mi estir pe Me dediqu rpidamente a la busca de ele mentos que supieran o quisieran tocar el tambor o la trompeta entre los soldados all acantonados y de buenas a primeras me top con un veterano que haba resultado indemne del meneo del fren te. Le expuse el problema y me dijo: Caramba! Usted preocpese de los tam bores, que yo me encargo de las trompetas! Y, efectivamente, a m no me cost mucho or ganizar mi grupo ya que se apuntaron ms de la cuenta, seguramente para quitarse de encima el mochuelo de guardias, ejercicios de fusil y de bombas de mano y cmo no, el enchufe de ser en laces y no estar pegados a la trinchera todo el da cuando hubiera tomate. Al cuarto o quinto da despus de mi nom bramiento me mand llamar el capitn de la com paa por medio de su asistente. Cuando estuve en su presencia y despus del consabido A sus rdenes, mi capitn!, me dijo: Cmo va la banda, soldado La banda, mi capitn, est dispuesta para cuando usted quiera verla desfilar. Cmo es eso, muchacho S, seor. Tengo seis tambores y un servidor, que har de cabo al frente, y otros seis trompetas con su correspondiente cabo tambin. En total so mos catorce los que formamos la banda. As que, repito, cuando usted quiera pasarle revista espero ser de su aprobacin. Nunca lo hubiese credo, la verdad! Pues nada, maana, sobre las diez, haris un ensayo 109 desfilando desde la entrada del pueblo de Man zanera, que est aqu cerca, hasta la plaza, don de yo os estar esperando. Y, repito, no me hagas quedar mal, que te desplumo. Todo esto, que dicho as parecen elucubra ciones y fantasas de mi humor eldense, es tan ver dad como el camino de las Agualejas, que empe zaba en los tres puentes y terminaba en la casica Msica despus de contornear la finca del Pri mer legn y pasar junto a la finca de Garrigs el carpintero. Adems, tengo un excepcional testigo que presenci aquel primer desfile de mi banda. En la entrada del pueblo, donde iniciamos el his trico desfile, se encontraba el Cuartel general del Estado Mayor de la 25 Divisin. All sali a la puerta, al escuchar el inslito acontecimiento, su jefe en funciones, que no era otro que mi dilecto amigo don Paurides Gonzlez Vida! ! Cuando charlamos jocosamente sobre esto semanas despus, en que me reclam para ir al Cuartel general de la divisin cuyos motivos relatar ms adelante me dijo que se qued pas mado al verme de aquella guisa, pero que no acababa de reconocerme con aquel atuendo que yo mostraba. Yo, por mi parte, no le vi, pues todo mi inters estaba, como es natural, en que salie ra bien el desfile y que no se cumpliera la ame naza del desplume citado. Todo sali bien, gracias a Dios y seguramente gracias tambin a mi bue na suerte. Cuando llegamos a la plaza, despus de alborotar a los pocos habitantes que quedaban en el pueblo y a las tropas ocupantes, all esta ba mi capitn con otros mandos de distintas uni dades, el cual me mand romper filas despus de felicitarme con gran efusin. Cuando me separ de l, escuch a otro oficial que le deca: i0ye, Moreno! De dnde has sacado esta banda Yo crea que la anterior se haba queda do, con tambores, trompetas y todo, en la retira da de Teruel. Pues no, seor. Ya has visto y odo. Me la he sacado de la manga y adems, ms numerosa. NOS FUIMOS A LA GUERRA!! (III) Relatos guerreros en cuarto menguante con unas gotitas de humor eldense A quella noche la pas muy feliz, pensando en entrar algn da desfilando en Valencia al frente de mi batalln, pero oh, manes de la suerte! a la maana siguiente, ms bien tem prano, se acerc hasta mi dormitorio, que era de bajo de una sabina, el asistente del capitn, que me dijo: Oye, msico! De orden del capitn, que prepares todo el material de la banda, pues ven dr hoy un camin de la Brigada para llevarlo al almacn que tiene, me parece, por la parte de Cheste. As que ya sabes: listos tambores y trom petas enseguida. i0ye! le dije Qu es lo que pasa 110 No s me dijo me parece que hay movi miento. Movimiento hacia dnde, t Pues hombre, si te mandan recoger el ma terial de msica ser seguramente para coger el fusil, comprendes As fue, en efecto. Lleg el camin de la Bri gada y aquella misma noche cerrada (segura mente para pasar desapercibidos) abandonamos aquel lugar para tomar una carreterita de mon taa que nos llev a las estribaciones de la Sie rra de Javalambre, donde llegamos sobre las dos o las tres de la madrugada. Orden de alto y tum barse a descansar fuera del camino, pues haba gran movimiento de tropas y material rodante aquella noche. Yo me separ del camino, cerca, como es natural, de mi jefe, y me tumb, media mata abajo y media arriba, sobre unas matas del monte y me qued roque. Dorm hasta bien entrada la maana y cuan do despert tuve la sensacin de encontrarme en las montaas que rodean el valle de Elda. La causa fue un fuerte olor a poleo, que me espabi l rpidamente. Efectivamente, me haba acos tado al lado de una mata de poleo real ms gran de que una mata de alcaciles. Qu barbaridad! Con lo que nos costaba encontrar, cuando yo era joven, unas ramitas de poleo por los montes de Caprala y all lo tena a m alrededor que se po da segar. Bueno, ya estbamos all y enseguida orde naron ocupar posiciones, hacer trincheras y dems preparativos de defensa. Mi capitn puso su cuar tel de mando, diramos, detrs de un peasco muy gordo y me orden que estuviera siempre cerca de l, as que acomod mis brtulos en el mismo lugar. Agarr unas ramas de un chopo que haba por all cerca y me hice una especie de cabaa de Robinsn Crusoe al amparo de aquel limo tan gordo por el aquel del punto muerto si dis paraba el enemigo. A todo esto ya haba empezado la fiesta. Se oan los caonazos intermitentemente y algunos obuses ya caan bastante cerca, con lo cual mi es tado de nimo era bastante parco y triste. Bueno, hombre, por qu no decirlo Tena ms miedo que el Mueble, cuando tuvo que matar aquel toro de lo menos tres mil arrobas en la plaza de Elda. Pero pas el da y por la tarde nos visit el comandante del batalln para ver cmo andaba su tropa y darnos nimos. As conoc a mi comandante, al que vi en muchas ocasiones, como ver el sufri do lector si sigue mi relato. Yo no discerna muy bien en qu consista mi cargo de enlace entre la compaa y el mando del batalln, pero al da siguiente del castigo artille ro me enter cumplidamente. Casi amanecido me llam mi capitn y entregndome un sobre cerrado, me orden llevarlo al mando del batalln y que lo entregase a su comandante. Pero mi capitn, dnde est eso No te preocupes, hombre. Ves ese hilo que sale del telfono Pues bien, sguelo hasta el fi nal y te encontrars con el mando del batalln. Es que seguramente la accin artillera de ayer lo ha roto en algn sitio. Cuando lo entregues al teniente ayudante te vuelves por el mismo camino, trayendo si te dan alguna orden para m Comprendido As que cog mi viejo fusil ruso que me die ron en Rubielos de Mora, que seguramente ya ha ba estado en la guerra de Crimea, antes de la pri mera guerra mundial y al que por cierto le faltaba el punto de mira, aunque a m esto no me preo cup nunca, pues no llegu a dispararlo. Me guar d la carta en un bolsillo y me puse a seguir el hilo de la historia, que en este caso era el hilo del te lfono. Sube por aqu, baja por all, gatea por este ribazo, rodea este rbol, en fin un delicioso paseo matinal por las estribaciones del Javalambre. No deba estar muy lejos mi punto de desti no, pero por lo intrincado del terreno estaba bas tante cansado. De pronto me encontr delante de una patrulla y el que pareca mandarle me dijo: A qu unidad perteneces t. Cuando contest a su pregunta me dijo que estaba bien, que ya es taba arreglada la lnea y que me poda volver a la compaa. De esto deduje que haba estado ha ciendo de telfono pero contest que deba llegar al mando del batalln por orden de mi capitn. Pues nada, hombre, sigue el hi lo y l legars en seguida. Por cierto, has almorzado algo. Nada, camarada, estoy en ayunas. Y me arre medio chusco empapado en aceite que devor con gran placer. No haba terminado an de consumir mi im provisado almuerzo cuando como a un tiro de piedra divis una especie de casucha (paridera le llaman) y algunos soldados a su alrededor. Al lle gar cerca de ellos se destac un cabo que me dijo en tono muy seco: De dnde vienes ya dnde vas, y qu quieres Vengo de la tercera com paa del tercer batalln con un encargo de mi ca pitn para el comandante. Eres de los nuevos reclutas Al contestarle que s me dijo: Est bien, hombre, ya s que eres el enlace de la com 111 paa y si te he hecho tantas preguntas es porque la primera vez que vienes al puesto de mando. Ven conmigo, que te presentar al teniente ayudante. Hecha la presentacin, haciendo constar el cabo al teniente mi condicin de nuevo en el cargo me dijo que esperase haber si haba con testacin. Traspas el teniente una especie de cortina que comunicaba a otro cuarto y o que le deca al comandante: Es uno nuevo, jefe!. Pues d gale que pase, que quiero conocer los nuevos re fuerzos que me han asignado!. Entr con toda prosopopeya y con el pertinente A sus rdenes, mi comandante! Y ms cua drado que un seor que vivi por la calle Nueva Abajo, pero enseguida me dijo: Descanse, hom bre, descanse. Qu tal van los nuevos solda dos. Muy bien, mi comandante. Me hizo ms preguntas sobre mi condicin personal y termin con Bien, espere fuera que el teniente le entre gar algo para su capitn. No tard mucho el teniente en salir con un so bre en la mano, me llam y me dijo: Entrguele esto a su capitn y reintgrese a su unidad a la mayor brevedad posible. Yo pens rpidamente: Y tanto, pues es la hora del rancho y tengo mu cha gazuza. As que tom el camino de vuelta y, cmo no, siguiendo el hilo del telfono, pues para eso haba demostrado yo ser. HNOS FUIMOS A LA GUERRA!! (IV) Relatos guerreros en cuarto menguante con unas gotitas de humor eldense pasaron varios das sin nada digno de mencin pero una maana, bastante temprano, me despertaron los rugidos lejanos de unos caones y la consiguiente llegada de los obuses a nuestras lneas. Rpidamente me incorpor, pues vea al ca pitn que sala de su cobijo seguido de su orde nanza y dos o tres soldados detrs, dirigindose a las trincheras de segunda lnea que guarneca nuestra compaa. Desde stas presenci un es pectculo que me sobrecogi, pues vea la corti na de obuses que caa sobre las trincheras nues tras de primera lnea. Yo estaba deseando que mi capitn se retirase de all, pero para mi desgra cia y miedo lo que hizo fue adelantarse ms ha cia la primera lnea. De repente vi cmo la corti na de metralla se acercaba hacia nosotros y me tumb en el santo suelo al abrigo de una piedra muy gorda que vi cerca. Tambin vi cmo los de ms se tiraban al suelo, incluido el capitn, pero la nube de metralla se acercaba ms y en mi 112 aturdimiento pude escucharle Atrs, rpido! Atrs! Al abrigo de aquel ribazo!. Yo no s si la nube de metralla lleg hasta donde yo estaba aturdido y encomendndome a to dos los santos y particularmente a mis Santos Pa tronos, pero s s que casi estaba enterrado en tre tierra y piedras. Descansaron los caones y volvi el capitn con sus hombres donde yo me encontraba, toda va casi enterrado. Oiga! No me ha odo Vd. Que se retirara. Yen aquel momento no s si por mi aturdimiento o por una genialidad del subcons ciente, me termin de levantar. Me cuadr ante mi superior y le dije: S, seor! ! Lo he odo, pero tambin he odo decir muchas veces al Gobierno de la Repblica que no hay que dar un paso atrs. As me gustan a m los hombres! dijo el capitn dirigindose a sus acompaantes, Bravo, muchacho! Bravo! Pero as y todo le re cuerdo que es Vd. mi enlace y siempre tiene que ir pegado a m vaya donde vaya. Bueno, com prender el sagaz lector que eso de no dar un paso atrs slo fue el resultado de un miedo insupe rable, pero la verdad es que result muy bonito para los dems. Para m, a la distancia de los cin cuenta y tantos aos que hace de aquel episodio, an me asusto cuando algn chaval tira un true no en la calle. Eso es todo lo que yo puedo contar de mis acciones guerreras, porque a los dos das... A los dos das amaneci radiante el sol y con un cielo azul pursimo en lo alto. Hasta las flo res eran ms bellas y los pjaros cantaban con ms alegra en la enramada. Este da tan extra ordinario para m fue el fn de mis sufrimientos como soldado en el frente. Como tantas veces, me mand el capitn a llevar algo al mando del Ba talln, pero aquel da, no s por qu, si por inter cesin de quienes fueron trados en una caja des de Italia y que moran en Santa Ana de Elda o por la fuerza que hacen todos los pajaricos que en el valle han sido, no segu el hilo. En mis continuos viajes al batalln ya haba visto una carreterita que discurra paralela a la ruta del hilo telefnico y en la misma direccin. En tonces me dije: Seor de la Horteta! No vaya Vd. por el monte llenndose de pinchas y pisan do piedras cuando tiene a la mano un camino tan cmodo!. Pues bien, me baj al camino o pista de montaa y segu ufano cantando aquello de: Que paren la imagen, que nadie se mueva, porque va a cantar Canuto! En aquel para m histrico momento vi que vena por la pista un automvil descomunal todo un seor Cadillac! Me apart a un lado del es trecho camino y al pasar el coche vi en su asien to trasero una cara y un gesto alegre, pues tam bin su ocupante me haba reconocido. Era el mismsimo Jefe del Estado Mayor de la 25 Divisin: mi amigo don Paurides Gonzlez Vidal. Orden de parada al conductor. A m que me tiemblan las piernas por la emocin y l que baja del coche y despus de un fuerte abrazo me dice: Pero!eras t que entr en Manzanera tocando el tambor Pero, hombre, de dnde sales. La verdad es que despus de tantos aos como han transcurrido ni me acuerdo de lo que le dije, pues fue tal el impacto del encuentro, s re cuerdo que l me dijo, entre otras cosas, que le die ra los datos de mi unidad y al drselos me dijo con gran alegra: Hombre, ests bajo mimando, vete tranquilo a cumplir tu misin y posiblemente esta tarde irn a recogerte y te llevarn conmigo!. Efectivamente. Cumplida mi misin volv a la compaa y aquella misma tarde sobre las cua tro me llam mi capitn y me dijo: No s quin es Vd. pero debe personarse inmediatamente en el mando del Batalln. Entrguele al sargento Fulano fusil y dems cosas de la compaa y v yase slo con sus cosas particulares. Rpido, que le estn esperando. Y se me escap un grito de mi estirpe: Voy volando, mi capitn!. Nunca nadie corri tanto por la sierra de Javalambre siguiendo un hilo te lefnico. Cuando llegu al mando del batalln vi una motocicleta en la puerta y a su conductor al lado que me pregunt: Es Vd. el paquete que tengo que llevar. No s lo que le contest pero me dijo a continuacin: Despdase del Coman dante que nos vamos!. , .NOS 1 111 GUERRA : 1 113 NOS FUIMOS A LA GUERRA!! (y V) Relatos guerreros en cuarto menguante con unas gotitas de humor eldense F ue bastante lacnica la despedida del Co mandante pues tras un pertinente Da Vd. su permiso y su Pase Vd.!, me dijo: Lleva Vd. sus cosas S, mi comandante! respond, Pues vyase y suerte, que le estn esperando. Subido a la moto como paquete segn me ha ba dicho el motorista recorrimos algunos Kil metros por carreteritas y vericuetos serranos has ta l legar al cuartel general de la Divisin que estaba situado en una masa o gran casa de campo en las laderas de la sierra de Javalambre mirando a Valencia. All estaba mi amigo espe rndome y a m slo se me ocurri pensar al ver le que haba hecho una gran rectificacin del frente a mi retaguardia de la mano de una persona a la que siempre le estuve y le estar eterna mente agradecido. Slo los que hayan estado en un frente de guerra y hayan tenido ocasin de poder escapar de tal infortunio comprendern mi gran alegra y mi estado de nimo en tal ocasin. En su oficina estuve un rato largo contndole mis peripecias de la campaa en el frente que yo haba pasado, mientras l no paraba de rer. En un momento me dijo: Bueno, bueno, Pepe, eso se termin. En adelante estars conmigo y olvdate del tambor. Entonces le dije: Y qu har yo aqu Pues t estars a mi particular servicio y ya te ir explicando lo que debes hacer poco a poco. De momento como ya es hora de cenar voy a ordenar que te den algo pues supongo tendrs hambre no Y que te alojen por ah esta noche. Maana ya me ocupar de que puedas estar siem pre cerca de m convenientemente instalado. Y efectivamente, llam a un ordenanza que me con dujo a un rincn de los altos de aquella casona donde me dej con dos mantas y un gran chusco con un chorizo dentro, un chorizo! ! Oh, manes del destino! Con la dieta de lentejas que yo haba llevado tanto tiempo. Aquella noche pens con 114 agradecimiento que haba venido Dios a verme. Y en cuanto a lo que me adelant mi amigo de mis obl igaciones en el nuevo servicio y en lo que pos teriormente me fue explicando me di cuenta de que me haba convertido en el soldado ms feliz del Ejrcito de Levante pues aparte de ser su escol ta permanente y recordarle con exactitud los de talles que indicara y en su momento preciso, no hice otra cosa que comer chuscos torraos con aceite que eran mi debilidad. Pasaron los das y haba llegado el verano de 1938. Se vean con pena por mi parte los banca les de trigo ya bastante maduro sin que nadie los segara pues las gentes haban huido hacia la re taguardia. Una noche, bastante tarde le escuch hablar por telfono ya la maana siguiente se le vant temprano y me dijo: Escucha, Pepe. Voy a marchar unos das pues tengo que asistir a una reunin de mandos por cosas del servicio. T es tate aqu pues aunque el cuartel general se tras ladar a otro sitio yo te har saber en su mo mento dnde debes dirigirte. As que, tranquilo, que ya sabrs de m. A tus rdenes, jefe, a tus rdenes le dije bastante triste. Sin embargo, a los pocos das recib notificacin suya de pre sentarme en el Estado Mayor de la 25 Divisin en Alcudia de Almonacid (Castelln de la Plana). El seor de la Horteta hizo acopio de provi siones de boca al recibir la grata misiva y usan do todos los medios de transporte entonces en uso como camiones que me llevaban un rato, a pie las ms de las veces y hasta en una bicicleta que me encontr a la orilla del camino, que no tena go mas. Cuando me cans de pedalear con las pu ras llantas, la tir a la cuneta y segu mi camino que fue bastante largo pues hay que tener en cuenta que yo iba desde la sierra de Javalambre hasta Alcudia de Almonacid que est en las es tribaciones de la Sierra de Espadn, donde dicho sea de paso, se cra el mejor aceite de ol iva del mundo. Sin novedad en mi viaje, excepto al cruzar la carretera de Sagunto a Teruel para llegar a mides tino. En el cruce haba una patrulla militar que me dijo dnde iba. Les ense la carta de mi amigo y muy solcitos me dijeron que tomara una carre tera que cruzaba el ro Pa lancia y no tena prdi da. Bueno, camaradas; muchas gracias y salud y segu adelante, pero unos pocos metros despus me alcanz un camin y se par a mi lado di cindome el conductor que subiera pues le hab an dicho en el control anterior el sitio a donde yo me diriga. Pues qu bien, el conductor le dijo a su acompaante que pusiera atrs en la caja y a m me hizo subir a la cabina. Al ver mi cara de ex traeza por aquello me dijo No te preocupes, porque resulta que yo pertenezco al Cuerpo del Tren del Estado Mayor de la Divisin y me han dicho en el control quin eres y tu empleo. Llegamos enseguida al pueblo en cuestin y me dirig presto al Cuartel General de la Divisin. Era una casa en el centro del pueblo y a la puer ta haba un oficial. Buenas tardes, mi capitn! Se presenta a Vd. el soldado que acredita este do cumento. Me cogi de la mano la carta de mi amigo y se le alegr la cara al instante. Llam se guidamente al interior, casi dando gritos: Por fin, ya tenemos Jefe de Estado Mayor! y despus de unos comentarios con otros oficiales mand venir a un ordenanza al que le dijo que me buscara aco modo por all cerca hasta que llegara el que es peraban. Unos pocos das despus lleg por fin mi amigo y hubo mucha alegra en el Cuartel Gene ral, aunque la verdadera alegra fue la ma. Tres das despus, cuando se levant me dijo: Pepe! Esta noche temprano levantamos el campo y se traslada el Cuartel General a un pueblecito de la sierra de Javalambre Pero no estbamos all antes S contest pero antes estbamos mi rando a Teruel y ahora estaremos mirando a Va lencia. Pues nada hombre, carretera y manta, pero esta vez no fue a pie y en bicicleta sin ruedas, fue en el flamante Cadillac de mi amigo y por una ruta ms cmoda. Bajamos la carretera hasta llegar a la general de Sagunto a Teruel hasta cerca de Se gorbe. All tomamos otra comarcal que pasando por los pueblos de Altura y Alcublas por este or den nos condujo a un pequeo pueblo que se lla ma Oset, donde felizmente terminamos la guerra sin incidentes de mayor cuanta. El final de este relato guerrero lo quiero de dicar a don Paurides Gonzlez Vidal por su acen drado amor a su pueblo y sus gentes. No hubo el dense que estuviera en la Divisin 25 y l lo supiera que no fuera en el inte llamado al Cuar tel General. No quiero citar nombres no sea el caso de que me olvide de alguno y me lo reprochen, pero si alguien tiene mucho inters en saber de esto que me lo diga y le complacer. Lo que s dir es que all hubo coterrneos nuestros en todos los empleos administrativos (los ms), cocineros te lefonistas, ordenanzas y hasta un peluquero, diez o doce me pareci contar un da mentalmente. Yo s aunque l nunca me lo dijo, que el excesivo n mero de enchufados eldenses le cost mu chos sinsabores con el Jefe de la Divisin, un asturiano de malas pulgas, pero l lo aguant todo por su hombra de bien y, repito, su acendrado amor a Elda ya los eldenses. Conste aqu pbli camente el agradecimiento eterno a este gran amigo. No quiero terminar sin contar un pequeo sucedido para alegrar la despedida. Un da, pa seando por los alrededores del pueblo descubr en un bancal una enorme colonia de colejitas y lin sanes. Se lo comuniqu a la colonia eldense y el da siguiente en un intervalo del servicio me puse al frente de un comando y arrasamos la planta cin de estas sabrosas hierbas. En la nica casa habitada del pueblo les ped por favor si podan guisarnos aquello. La contestacin de la mujer, ya bastante mayor, fue: Pues s, pobrets, s, aun que eso por aqu no lo comemos. No se preocupe Vd. seora, le dije, haga un hervido como una especie de potaje y listo. Y para cundo lo quie ren me dijo. Para la hora de cenar, le viene bien. Y repiti en valenciano: S, pobrets, s. Y aquella noche nos dimos el gran banquete a es tilo eldense y no dejamos ni rastro de colejicas y 115 linsones. He de hacer notar una gran sorpresa que tuvimos al llegar a la casa para el aconteci miento. Nos encontramos una mesa preparada con sus platos correspondientes y todo lo necesario, por lo que los platos cuarteleros se quedaron sin tra bajar, pero la sorpresa grande fue cuando la se ora sac una caldereta con las hierbas, pero. acompaadas de patatas y rebosando de acei te y dems ingredientes de un potaje! Dios se lo pagara aquel da a la buena seora por detalle tan maravilloso. Y un luminoso da de ltimos de marzo de 1939 hicimos la ltima rectificacin de frente a retaguardia. La noche anterior la pas mi amigo hablando o intentando hablar por telfono y de re pente me llam y me dijo: Pepe! Nos vamos, esto se ha terminado! Avisa a todos los que pue das que al hacerse de da abandonamos el fren te. As lo hice y reuniendo a la colonia eldense sa limos hacia Elda, cruzamos media provincia y agarramos un mercancas por Alcudia de Crespins que nos llev hasta La Encina y all otro que nos dej por fin en nuestra querida della. Volvimos a casa los que nos fuimos a la guerra. Bendito sea Dios. Paz y recuerdo a los que no pudieron volver. EL V1NALOP (1) (Un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes) R quiem y cantata triste por un caudal de agua que durante siglos dio vida a este valle, con virtindose en un vergel y, al mismo tiempo, abra zaba amorosamente a nuestro pueblo con el con tinuo rumor de sus limpias aguas, a su paso hacia el final. Algunas historietas y hechos pienso contar de este curioso y singular ro que a ms de un eldense harn pensar que no estoy en mis cabales, pero tranquilos, queridos coterrneos. Todo lo que es criba sobre este ro lo he visto yo personalmente y si tienen paciencia lo irn leyendo ms adelan te. Para empezar, les dir que la principal singu laridad de nuestro Vinalop es que como tal ro no nace donde dicen los diferentes textos hidrogr ficos que he ledo sobre el mismo, ni desemboca en el Mediterrneo, como igualmente se ha dicho siempre. Ms claro todava: ni nace en las proxi midades de Baeres ni desemboca en ningn si tio. Paciencia, hermanos, que de todo dar cum plida satisfaccin y si estoy equivocado que me perdone Dios. 116 Debo confesar antes de aclarar en qu con sisten mis afirmaciones anteriores sobre el naci miento y final de nuestro ro, que en cuestin de cuencas hidrogrficas y cauces fluviales tengo unos conocimientos muy rudimentarios, por no decir casi nulos. Sin embargo, por aplastante l gica, creo que el nacimiento de un ro es una vena de agua que sale de algn sitio y discurre por la orografa del terreno hacia lugares de nivel in ferior, al tiempo que va recibiendo otras corrien tes de agua que lo van haciendo ms caudaloso y que son sus afluentes. Pues bien, a lo largo de mi vida tuve ocasin de ver el nacimiento de al gunos de nuestros ros, bastante conocidos. He vis to el nacimiento del padre Ebro, cerca de Reino sa, en un lugar que, si no recuerdo mal, se llama Fontibre. Es curioso y bello ver el nacimiento de este ro, que de un simple escurrimbre, se trans forma al final en lo que es. Igualmente he visto el nacimiento del Nervin y del Bidasoa. Todos igual. Nacen con un chorrico de agua y luego ven en gordando. Los ESCRITOS DE JosE JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Punto y aparte merece el nacimiento del ro Jaln. En la actualidad no s cmo estar la si tuacin de su nacimiento, pues me estoy refi riendo a muchos aos atrs, cuando tuve ocasin de verlo varias veces, pues se encuentra o se en contraba el tal nacimiento en la carretera de Ma drid a Zaragoza, muy cerca de Medinaceli de So ria. Cuando termina la paramera de Alcolea del Pinar. Digo en la carretera y digo bien, porque era curioso ver un chorrito de agua que sala de unos ribazos a pocos metros de la citada carretera y, tras cruzarla, se situaba a su derecha y ya no la aban donaba hasta Calatayud, donde se le une el ro Ji loca, que viene de Teruel. Es maravilloso ver este Jaln que discurre pa ralelo a la carretera y lo vas viendo engordar y en gordar. Cuntas veces me par a su orilla para ver sus aguas, que me recordaban al Vinalop de mis tiempos infantiles! Aqu no tengo ms reme dio, recordando a este simptico ro, que anotar la letra de una jotica que o hace muchos aos acerca del para m ms espaol de los ros y que dice as: Le di un besico al Jaln pa que al Ebro lo l levara, y al llegar a Zaragoza, en el Pilar lo de jara. Esto que han ledo sobre el nacimiento de es tos ros conduce al esclarecimiento de lo que he dicho anteriormente de la singularidad del nues tro. Honradamente pienso y creo que un ro se de nomina as cuando nace con una corriente de agua, sea pequea o grande. Pues bien: yo digo que el Vinalop, en su nacimiento geogrfico, tal como dicen los libros, es una rambla! Yo he vis to de cerca, en los alrededores de Baeres, la de presin geolgica donde se supone que nace el Vi nalop. Esta depresin sigue hasta Villena y cualquiera que haya ido por la carretera desde esta ciudad hasta Biar, ha podido ver esta depresin, pues se cruza nada ms salir de esta ltima ciu dad citada. Pues bien, si algn viajero que haya hecho este recorrido alguna vez ha visto una gota de agua en este cauce, me como el sombrero! Por lo tanto, queda explicado lo del enunciado primero de rambla. Y otros digo: el Vinalop nace en los llanos de Villena! Yo lo he visto muchas veces na cer entre juncos, tarays y malezas entre la Colo nia de Santa Eulalia y Villena. All es donde de ver dad nace, o naca, nuestro ro. Hoy creo que dicho nacimiento se ha convertido en acufero. Vlga me Dios, cmo se descomponen las cosas! S, queridos coterrneos. De aquel paraje manaban las ricas en un tiempo aguas de nuestro Vina lop. Ms adelante, cuando me adentre en la ver dadera historia de nuestro protagonista, veris lo que fue o pudo ser desde los primeros tiempos has ta la rambla triste de hoy. Contar muchas cosas y hasta aprovechar la ocasin para dedicar un homenaje a mi abue lo Pepe Gonzlez el de la Horteta, pues no en vano fue protagonista de un sucedido gracioso de nues tro tan mentado ro. Al mismo tiempo desvelar, por fin! , de dnde nos viene eso de pajari cos! . Y si dedico este homenaje es porque no me puedo sustraer al recuerdo que unos eldenses de pro anotaban todos los aos en el programa de fiestas de septiembre. Aquello de: Da 10. En este da rinden culto a la memoria de sus antepasa dos los herederos de don Lambed Amat. Yo tambin aqu rindo culto a la memoria de mi abuelo y pido perdn a los descendientes de don Lambed Amat por la copia de este recuerdo. Para terminar esto que podramos decir fin del primer captulo o primera parte de este trabajo, me refiero a la desembocadura, que es otra sin gularidad de nuestro Vinalop. He repasado muchas veces el paraje que va desde Santa Pola hasta La Mata por toda la cos ta y nunca vi rastro alguno de seal o depresin en el terreno que denotase el paso hacia el mar de ningn ro. Adems est la carretera de Cartage na, que cierra todo el paraje donde se supone que debera estar el tal paso. Por lo tanto, cuan do el viejo cauce pasa de Elche se pierde entre los marjales y lagunas sal ineras que hay entre los ci tados pueblos de Santa Pola y La Mata. As que, adems de singular, nuestro querido ro es mis terioso. Ni nace, ni muere, pero siempre estuvo al l desde el principio de los tiempos. Ahora seguir con algo ms alegre, recordando a este Vinalop que tanto conoc, pues nac a pocos metros de su 117 cauce y l fue siempre de nio, mi mejor distrac cin y goce. Termino con este captulo. Adems de ser un ro muy singular, fue el ro de los mil naci mientos. Todo se os explicar queridos amigos, si tenis paciencia para seguir leyendo. Hasta aho ra todo ha sido como un largo prlogo, con citas de nuestro ro, un tanto despreciativas al parecer y hasta con denuestos fuertes, al parecer tambin. No, queridos amigos. Nada de eso. Es simple mente llamar a las cosas por sus nombres, que ha sido siempre mi norma de conducta. En adelan te veris cmo hablo de este Vinalop, al que de nio y muchacho recorr palmo a palmo y donde pas aos maravillosos que ya no se olvidan. Yeso que de muy chiquitn me dio un susto muy gordo, pero lo contar en su momento, junto con otros su cedidos que vayan saliendo de mi memoria, pues cuando me pongo a escribir cualquier historieta de las mas me ocurre lo de aquel que mete la mano en un cesto para coger una cereza y le sa len tres o cuatro. En fin, vamos con un relato en serio de esta historieta, pero con bastante humor como es mi costumbre y tener en cuenta que lo que vaya saliendo de este sarpullido l iterario tiene su analoga con el protagonista en cuestin. Nues tro nunca bastante ponderado y querido ro Vina lop. EL VINALOP (II) (Un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes) L a del alba sera de un caluroso da de agosto, ya muy lejano en el tiempo, cuando por el ca mino de las Agualejas iban prestos y en anima da pltica dos eldenses muy conocidos, en direc cin al Campo Alto. El que pareca tener ms edad era Pepe Gonzlez, a quien en todo Elda yen todo el mbito del valle llamaban el de la Norte ta. Adems de ser ya por entonces el primer pa jarico de estas tierras, como se ver ms ade lante. Su acompaante era un tal Eusebio, nieto del to Nicandro Midetahllas. Precisamente por esta circunstancia acompaaba a mi abuelo aque lla maana, pues el tal Eusebio haba sacado las maas de su abuelo en aquello de medir te rrenos y aquel da iba el de la Horteta a ver una pieza de olivar y otra en barbecho juntas que le ha ban ofrecido en arriendo. Hay que hacer notar que el tal Eusebio ayudaba en el trabajo de su Horte ta y otros bancales que llevaba en arriendo al pajarico primero, y en el momento en que da mos con ellos discutan qu cosa dara ms sa tisfacciones en el bancal de al lado del olivar, si 118 sembraban guijas o cebada, pero en aquel hist rico momento, y ya cerca de la casica Msica, se para mi abuelo y le pregunta a su acompaante: Dime, Eusebio! Por qu a tu abuelo le llama ban Midetahllas. Pero, hombre, seor Pepe, qu no conoce usted esa historia. Pues no, hijo. Algo tengo odo de esto y por eso te he dicho que me acompaaras a ver esos bancales, pues tambin s de tus aficiones en eso de conocer a golpe de vista lo que da de s un bancal en me tros o tahllas. Por lo tanto, vamos a descansar un poco a la sombra de esta higuera cenicienta y me cuentas ese invento de tu abuelo. Bien acomodados a la sombra, tom la pa labra el Eusebio de la siguiente guisa: Pues ver usted, querido patrn. Esto que le voy a contar pa rece ser una cosa que fue desde lo ms antiguo un deseo de los hombres de mucho saber. Quer an descifrar este misterio de convertir en cosa cua drada otra redonda. La cuadratura del crculo, de ca mi abuelo! Usted sabe muy bien que el to Nicandro fue hombre de bastante saber y bastante ingenioso. Creo que fue hasta sacristn en su pueblo, as que no le digo ms, para que vea lo es pabilado que fue y de sus muchas noches en cla ro para l legar a tal invento, que me cont un da hacindose jurar que no lo dira a nadie, pues po dran tomarlo por loco. Yo hasta ahora no se lo he dicho a nadie, pero han pasado muchos aos. l est con Dios ya usted se lo voy a decir porque s que es un hombre de bien y no lo contar para que se ran de la memoria del to Nicandro. Adems, parece ser que algunas personas que se han adentrado en ese misterio de hacer un crculo cuadrao, han terminado cogiendo moscas a dos manos. Usted, por si acaso, seor Pepe, olv dese del asunto cuando se le cuente, si le pare ce bien. Desde luego, desde luego, Eusebio. No te preocupes, que yo ya tengo bastante con cui dar mi hacienda y en los ratos l ibres dedicrse los a mis pajaricos. Pues s, seor, yo le voy a contar lo de mi abuelo y me tomo la licencia de pe dirle a Vd. que a continuacin me cuente eso de que le llamen a Vd. pajarico en todos estos con tornos y si alguna pesadumbre le ha de dar con trmelo, pues no me lo cuenta yen paz. Yo voy con la historia sa: El to Nicandro Midetahllas fue una per sona bastante leda y hasta hizo de muy joven al gunos cursos o estudios de veterinario, pero, fue muy aficionado a las cosas raras del saber y de esta forma acab inventando... la cuadratura del crculo, segn l, claro! Le daba y le daba vuel tas a este asunto y ya haba hecho algunos tra bajos prcticos para sacar a luz su invento. Pero un buen da que daba un paseo por el campo se le present al fin la ocasin de demostrar la ve racidad de sus estudios. En unos bancales por la parte de la Huer ta Nueva vio a unos hombres que discutan muy acalorados sobre las medidas que tendra una pie za de terreno que tenan delante de ellos. Se acer c el to Nicandro pensando para s: Esta es la ma! Aqu me cubro de gloria o me hundo! Y se lanz a tomar la alternativa de su invento. No conoca muy bien a todas aquel las per sonas que haba all, pues no haca mucho tiem po que se haba instalado en Elda, casi deporta do de su pueblo castellano por causa de la pol tica, y de donde tuvo que salir de mala manera malvendiendo sus pertenencias y adquiriendo al guna propiedad en nuestro pueblo, donde trans curra su vida y la de los suyos muy felizmente. S conoca, sin embargo, al que pareca llevar la voz cantante en la discusin de los terrenos, pues ya se lo recomendaron cuando tuvo que comprar al guno, cosa que a l no le hizo falta, pues de esto mi abuelo saba un rato largo. Este seor, que era, o se deca ser, una es pecie de agrimensor, ingeniero agrnomo o de esas cosas del saber de los campos, tambin pa rece que conoca o haba odo hablar de mi abue lo, pues al saludo de ste: Buenos das, don Juan y la compaa! , contest seguidamente: Buenos das, to Nicandro! Qu le trae por aqu Pues nada de particular, que tengo un bancal un poco ms abajo y mientras me llega ba el agua que remat anoche para regar unas ha bas que he sembrado, estaba dando un paseo por aqu, as que si molesto me voy que quedan Vdes. Con Dios. Qu dice usted, hombre, qu dice Vd.. Nada de molestias. Al contrario, to Nican dro. Tengo odo que usted es buen conocedor de terrenos y a lo mejor nos ayuda un poco en esta ocasin. Aqu le presento a estos seores, todos de Elda y como parece ser que tambin le cono cen a usted, pues no se hable ms del asunto y qudese con nosotros si no le importa. Pues mu chas gracias, don Juan. De qu se trata enton ces la cosa Pues nada, que me han encarga do venir aqu para medir estos terrenos para una operacin de compraventa y aqu estamos dndole vueltas al asunto. Cul es el problema, si se puede saber. Claro que se pueda saber. El problema es que este terreno, si fuera ms regu lar o cuadrado, se podra terminar el negocio en seguida, pero resulta que el tal terreno tiene un pe rmetro parecido a una patata y tendremos que estar casi todo el da para saber cuntas tahllas y metros tiene. De qu forma lo han de sa ber, pregunt mi abuelo. Pues hombre, de la forma tradicional. Esto es, haciendo cuadrado del terreno hasta llegar al final. As que hay que cuadrar el terreno pens el to Nicandro para 119 s. Oiga, don Juan y si yo le cuadro el terreno en un periquete. Por Dios, to Nicandro, que yo le tengo por persona seria y no creo que tan temprano nos est gastando una broma. Para eso que Vd. dice habra que tener alguna mquina y material especial y ahora no tenemos eso. Y si yo le cua dro el terreno sobre el papel, lo tomar ms en se rio. No s, no s, cunto tiempo le llevar efectuar ese trabajito (esto ya lo dijo con bas tante sorna el tal ingeniero). Pues mire Vd., don Juan, me llevar el tiempo que tarde en dar la vuel ta al bancal a paso normal, diez minutos ms o menos. Pues nada, hombre, adelante con su idea y que sea lo que Dios quiera. Pero oiga, oiga! sabe Vd. algo de tringulos, conos y cua drados. Hombre, don Juan, de los cuadrados s que una caja tiene cuatro lados iguales o dos largos y dos cortos; yen cuanto al tringulo lo co nozco bien ya que lo tocaba en la banda de m sica de mi pueblo, pero usted no se preocupe, que para estos menesteres yo no necesito saber nada ms que medir, multiplicar y dividir. Por si acaso, vaya preparando papel y pluma, que en seguida terminaremos el negocio. Sali corriendo el to Nicandro y en una es curribanda le dio la vuelta al bancal. Cuando lle g donde estaban esperndole, se par meditan do un poco y haciendo sus cuentas de memoria y apoyndose con los dedos de una mano. En este momento se va a desvelar el mis terio de la cuadratura del crculo, idea casi dia blica que parece le cont a mi abuelo un viejo ta galo de las Islas Filipinas cuando estuvo all cumpliendo el servicio mil itar y que le confi por haberle salvado la vida un da que hubo un in cendio en la aldea donde estaban acampadas las tropas! Aprovecho la ocasin para prevenir a mis sufridos lectores que esto de la cuadratura esa parece ser cosa de elucubraciones metafsicas y no respondo del estado anmico del que las leye ra, y prosigo, pues ya es dada la hora de terminar este romance... EL VINALOP (III) (Un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes) rst usted preparado, don Juan, para Lescribir Preparado estoy, to Nican dro. Pero, qu ha hecho usted Ha estado pre parndose para correr las carreras de San An tn, dijo con bastante mala uva el ingeniero No seor, no. He estado pensando mientras ca minaba en los ttulos que usted tiene, as que, co menzamos. Bueno, bueno, dijo algo amos cado el tal don Juan. Cuando usted quiera. Pues mucha atencin, que va a salir el toro al re dondel, remat mi abuelo. El permetro del terreno me ha dado tantos pasos, que yo ya tengo calculados de unos setenta centmetros cada uno. Apunt ya Luego los he 120 reducido a metros, que son tantos. De acuerdo Pues bien, esos son los metros que tiene el terre no. Ahora divida usted esa cantidad por cuatro Lo ha hecho ya S, hombre, s. Ya est hecho, contest algo enojado ya el escribano. Correcto, correcto. Ahora multiplique usted el cociente de la divisin por otra cantidad igual a ella que son los lados de ese cuadrado que han resultado de la operacin y ya tiene los metros que hay en el te rreno. Luego reduzca usted a tahllas de mil o de los metros que tengan en su pueblo y ya est en terado de todo. Ha comprendido todo, seor li cenciado (Esto ya lo dijo mi abuelo con algo de recochineo). En aquel histrico momento se hizo un silen cio de ultratumba en la reunin. No se oa nada. Incluso un tren que acababa de salir del recin es trenado tnel, no pit como era su obligacin al lle gar a las agujas, seguramente para colaborar con el mutis de la reunin. De repente se oy la voz enardecida y disgustada del escribano de oca sin diciendo: Oiga usted, buen hombre! Eso que ha hecho son cosas del demonio que mis estudios de tantos aos no pueden consentir. Qu estudios tiene usted para llegar a una conclusin tan im portante Seguramente ms que usted, seor li cenciado, pues me parece que de licenciaturas queda algo alejado. De todas formas, de la manera que usted hace el trabajo ya se hace desde que Pi tgoras se meti con eso de la Aritmtica y que an tes, hace muchos siglos, ya lo hicieron los asirios y caldeas en Mesopotamia, as que siga con su tra bajo y cuando termine sudando todo el da, los com para con lo que he tardado, yo para cuadrarle la patata, como usted dijo que era el terreno, y no digo ms, que me parece que ya me avisa el regante para la llegada del agua a mi bancal de habas. Con Dios, seores!. Sali muy ufano y orgulloso mi abuelo de la reunin, pues al fin se haba hecho realidad el sue o de su vida. Atrs quedaron, patidifusos y bo quiabiertos los componentes del equipo del inge niero de pega, que, segn se supo despus de al gn tiempo, acab de dominico en un monaste rio pensando en mi abuelo y su famosa cuadratura del crculo y soando por las noches con terrenos con forma de patata. Seor Pepe! Qu le ha parecido la histo ria de mi abuelo Calla, hombre, calla. Me he quedado ms estuperfacto que el seudo ingenie ro aquel. De verdad, de verdad, debi ser gran per sonaje el to Midetahllas, tu querido abuelo. Y t ahora, cmo te las arreglas Mides los terrenos con su invento o por el sistema tradicional Pues, mire usted, yo he resultado hacerlo a mi manera. A golpe de vista y pensando en los dos sistemas, sin ms historias. Y a propsito de his toria. Me cuenta esa suya de los pajaricos Si te la cuento, Eusebio, s, pero vamos caminando que el da viene muy caliente y adems no quie ro llegar tarde a comer, pues esta maana al sa lir de casa me dijo la seora Mara de los Dolores Gil: Oye marido! No vengas tarde a comer que voy a poner puchero y har arroz del caldo que tan to te gusta y si se pasa se lo echo a las gallinas. Y es capaz de hacerlo, as que odo al parche que aqu est l por qu de los Pajaricos que me lar garon de sambenito. it EL VINALOP (IV) (Un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes) rsta aficin a las avecillas canoras ya me Lviene de mi abuelo, pues siempre me ha gustado mucho verlas en su entorno natural. Un buen da estaba yo cerca de la casa injertando un albaricoquero del patriarca de una raz de pru nera, cuando o un gran revuelo de pjaros y, al vol verme a ver qu pasaba, vi a un pequeo pajari lla que pareca una cagarnera que se meta en la cambra de la casa por una pequea ventanita que hay sin cerrar para que pase el aire, seguido por un pajarraco mayor que me pareci un gaviln. Ter min de sujetar el injerto y sub rpidamente a ver qu haba pasado, pues el pajarillo aquel no ha ba vuelto a salir de la cambra. Me lo encontr en el suelo y apenas poda moverse, seguramente por haberse dado algn golpe al entrar de mala ma 121 nera huyendo de su enemigo. Me acerqu, lo cog y not que tena una patita y una ala en mal es tado, as que de momento no se me ocurri ms que ponerle unas miguitas de pan y un pequeo cuenco con agua. Aquel para m fausto da ya empez la bro ma del sambenito, pues por la noche le cont a mi esposa lo sucedido y su comentario fue: T si que ests echo un pajarico! . Pero, mu jer; si est herido el pobre animal i llo. Pues nada, hombre, maana llamas al mdico, me dijo mi Mara Dolor rindose. Al da siguiente temprano sub a ver a mi husped y lo encontr movindose por al l, as que le puse ms racin de migas y agua y me fui a mis trabajos. Al siguiente da volv a subir y cul sera mi sorpresa al ver que haba adems tres o cuatro pjaros ms, que al verme a m sal ieron to dos volando, incluso el herido, as que me dije para mis adentros que ya no haba necesidad de llamar al mdico como haba dicho la doa la noche del suceso. Todo aquel da lo pas pensando en los di chosos pjaros, pero not en mis idas y venidas por la huerta que haba algunas avecillas por all e incluso advert que entraban y salan por la ventana de la cambra, por lo que deduje que lo que buscaban era el pan y el agua. A la maana si guiente sub muy temprano llevando provisiones de migas y agua y esper un rato sin ver nada de particular, pero de repente entraron una tras de otra cuatro o cinco cagarneras y hasta un verde rn, que al verme en un rincn hicieron adems de espantarse pero no se fueron y todos se pusieron en el inte a devorar las migas. Esto ocurri muchos das, yendo en aumen to adems la concurrencia de invitados, hasta que me puse a pensar qu hara para suministrar ali mento a tanto voltil, pues ya un da mi seora me dijo: Pepe, creo que comemos ms pan que an tes, no te parece. No, Mara, no. Es que ten go invitados en la cambra y los pobres, como ahora estamos en poca en que no hay nada en el campo, tienen ms hambre. Lo malo es que cada da vienen ms y no s qu hacer, porque les he tomado mucho cario. Nada, hombre me dijo 122 mi esposa ten paciencia unos das ms. Todo ser cuestin de que yo amase un pan o dos ms para que les des su racin de migas. Pasaron los das y yo cada vez ms encari ado con los dichosos pjaros hasta el extremo de que una tarde vino un amigo a preguntar por m y mi mujer le dijo donde estaba y toda la historia de los pjaros. Aquel amigo fue el causante de todo, pues al terminar de escuchar la historia, dijo: Pues a ver si se vuelve pajarico tambin!. Y como tambin cont a algunos del pueblo lo ocu rrido, pues naci lo de Pepe Gonzlez El pajari co. Una maana apareci por all un miembro de una colonia de chulaines, que tenan su cuartel ge neral en los tejados del cercano Manicomio Pro vincial y aquello fue el fin de la fiesta, pues de bi avisar a sus congneres y all acudi una bandada que acab con el pan y hasta con los pa jari l los que al l se reunan. Por mi parte me limi t a poner una ventana cerrada y me quit de en cima la pejiguera aquella. Lo que ya no me pude quitar fue el sambenito de primer pajarico del valle de Elda!. Qu te ha parecido la historia, Eusebio Recontra, seor Pepe, qu cosas le han ocurrido a usted. Y no le molesta ahora que le l lamen pajarico No, hombre, no. Ya sa bes que en este pueblo no se escapa nadie sin te ner algn aadido a su nombre. Fjate t mismo. Primero eras el nieto del to Nicandro Mide tahullas, y ahora te han subido el grado y te lla man Eusebio Midetahullas. Son cosas que se heredan. Yo les dir a mis nietos, si los tengo, que no se enfaden si algn da les dicen Mira Fula no! Es el nieto de Pepe Gonzlez el de la Horteta y ademsEl Pajarico. Con que sean hombres y mujeres de bien que se ran de los dems. Pobre abuelo mo! Nada pudo decirles a sus nietos pues se les llev a l y a mis restantes abuelos pater nos y maternos la cruel epidemia que arras Elda en 1885. Dios los tenga en su Santa Gloria. Amn. Y en estas estaban cuando l legaron al final del camino junto a una casa que hay o haba muy cerca de la orilla del ro. El casero era un elden se amigo de mi abuelo y precisamente estaba en la puerta de su casa. Buenos das, Manuel! Cmo te encuentras t y los tuyos Hola, Pepe, buenos das! Es tamos todos bien, gracias a Dios. Qu te trae por aqu Pero sentaros un poco, hombre, que de la Horteta hasta aqu hay casi una legua. Te lo agradezco, amigo, pero se nos ha hecho un poco tarde y voy a ver una pieza de olivar que me han ofrecido en arriendo cerca de la Casa El Asi. Tam bin tiene al lado un bancal en barbecho que pienso dedicarlo a siembra de grano si me aco moda el negocio. Lo conozco, lo conozco, Pepe. Hace algn tiempo me lo ofrecieron a m y les dije a los dueos que lo senta pero no los podran aten der mis hijos, pues tenemos huerta hasta casi la casa Los Dolores y no me interesaba por eso. Pero te advierto, Pepe, que se trata de buenas tierras y el olivar est joven y muy productivo. Pues nada, amigo Manuel, nos vamos, que ya es un poco tar de y no s cundo llegar a casa para la comida. Oye! cmo anda el ro estos das Supongo que podremos pasar por all no. S, hombre, s. El ro viene bastante abundante a pesar de que es tamos en verano, pero hay unas piedras muy gor das para pasar. Pues nada, Manuel; saluda a la familia de mi parte y hasta otro da. Adis, Pepe y la compaa; llevar cuidado al pasar. Pero no pasaron el ro, no. Se cumpli una vez ms aquel dicho de El hombre calcula y propo ne pero Dios dispone pues al pasar la tercera pie dra que serva de rstico puente en el ro, s es var mi abuelo y dio con todo su cuerpo en las procelosas aguas del feroz Vinalop. Menos mal que su acompaante Eusebio iba detrs y se arroj a rescatar el cuerpo de mi abuelo, pues ha ba cado de mala manera y no estaba muy lci do. Al mismo tiempo su amigo Manuel haba vis to el percance y vino corriendo en ayuda de su amigo. Y para terminar, les dieron una manta hasta que se secara la ropa empapada y aquel da no hubo visita de terrenos ni cocido con arroz del caldo. Regresaron al anochecer a casa mohinos y disgustados pero, eso s, dando gracias a Dios por que pudo ser peor el chapuzn. Aqu se acaba el captulo dedicado a mi que rido abuelo. El siguiente y ltimo, si no se me en gancha alguna cereza en mis ideas, se lo dedicar ntegro a lo que pudo ser, lo que fue y en lo que ha quedado nuestro protagonista: El ro Vinalop! Esta dedicacin va en recuerdo de los muchos eldenses que gozaron de sus limpias aguas y frescas orillas, entre los que tuve la suerte de encontrarme. EL VINALOP (V) (Un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes) L o ocurrido a mi abuelo aquel infausto da y que me cont mi querida madre en sus ltimos aos, me hizo recordar algo que haba ledo en una vieja historia referente a un personaje muy im portante de la Antigedad. Se trataba de un ca pitn cartagins llamado, si mis recuerdos no me traicionan, Amlcar Barca. Deca la citada historia que este personaje se ahog por los al rededores de Elche, al pasar el ro Vinalop. Cuan do le tal noticia, en principio me qued pensan do que este cartagins o no saba nadar o esta ba borracho, por celebrar alguna victoria, cuan do quiso pasar el ro. Pero al contarme mi madre lo sucedido al de la Horteta pens que a m tam bin me sucedi algo parecido cuando siendo muy chiquitn, me fui un da detrs de unos chi quillos del barrio ro arriba y al llegar al Posico Alonso, que era sitio donde se remansaba la co 123 rriente, se desnudaron y se echaron al agua. Yo, que era muy atrevido, aunque todava no saba na dar me desnud igualmente y me dispuse al cha puzn, no sin antes escuchar la voz de alguno de los mayores que deca: No te tires, Joseico, que aqu hay mucha agua!. Me sub a una piedra gor da que haba en la orilla y me zambull rpida mente. Tan rpidamente que gracias a Manolico el Crevillente, que al ver mi faena olmpica se acerc y me llev a la orilla, no sin decirme: Cuando se te pase el susto, te voy a dar un pa taso que te acordars toda la vida, y luego te en sear a nadar!. No hubo tal pataso, pero s enseanza, y es que este Manolico el Crevillente era todo un carcter. Este personaje de mi barrio fue, ya algo ms crecido, el campen de toda la comarca de un de porte que supongo an estar en la diversin de muchos eldenses: El tiro a bola! Que se efectuaba por la vereda de El Marn, por la rambla de La Mel va y por algunos otros sitios. Fue un fuera de se rie este gran amigo y no necesit darme el pa taso para que me acordara de l. No s si an est con nosotros o ya se fue con los justos. Don de est, mi recuerdo emocionado y constante. Lo sucedido con mi abuelo, conmigo mismo y con Amlcar Barca, sobre todo con este ltimo, me hizo cavilar mucho sobre lo que pudo ser nues tro Vinalop en pocas ya perdidas en la historia. Mucho antes, incluso, de un ameno pasaje que cita el erudito don Alberto Navarro Pastor en su docu mentada Historia de Elda. Piensen conmigo en tiempos muy pretritos, cuando desde las fuen tes del ro hasta su llegada al mar, no existan pue blos ni acequias ni nada que retuviera sus aguas. Cuando como dice Alberto Navarro suban por la orilla los primeros pobladores del valle, para establecerse en el Pen del Trinitario, en Bo In. Piensen tambin en un cauce mucho ms es trecho, que los siglos han ido ensanchando. S. Pudo ser muy caudaloso el viejo ro y extasiados debieron quedar aquellos desarrapados y barbu dos primeros eldenses al ver la maravilla del va lle. Se conoce que no eran tontos, ni mucho me nos, pues se colocaron en el mejor sitio, con todo el valle a sus pies y un paraso para ellos solos. Fueron pasando los tiempos y en las orillas del ro crecieron los pueblos y los medios naturales que iban sangrando sus aguas. El gasto de estos pue blos y sobre todo, las acequias, que poco a poco de jaron sus aguas en los bancales. Hombre!, en nuestro entorno haba y digo haba porque en la actualidad ya no chupan de la teta del Vinalop cinco hermosas acequias, siempre llenas las veinticuatro horas del da! Dos en la margen iz quierda y tres en la derecha. Las cito por su nom bre y recorrido para que sirva de recuerdo a los el denses amantes de su pueblo y de su historia y sobre todo para honrar la memoria del ro en un tiempo base de la vida de nuestros antepasados. EL VINALOP (y VI) (Un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes) L a primera acequia de la izquierda sala directa mente del Pantano y, rodeando la Horteta, serva de frontera entre Elda y Petrel, perdindose all por la Casa Corts, aunque tambin daba sus aguas a la parte oeste de Elda. Una de sus ramificaciones bajaba por la hoy calle Jardines, otra atravesaba lo 124 que hoy es calle del Cid, Coliseo, Mdico Beltrn, y, cruzando el jardn del Casino Eldense, se perda en las huertas del sacerdote don Jos Mara Amat. Se le llamaba a esta acequia La del Cataln. La segunda de esta orilla izquierda, llama da la de la Huerta fue la ms importante de las LOS ESCRITOS DE JosE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA cinco. Tomaba sus aguas en La Rafa (Azud que se llama esto) y regaba todo el centro del valle, des de el Carril parte oeste hasta el sitio donde se ca puz mi abuelo y por el sur hasta cerca del puen te El Samba, aunque para llegar all tuvieron que hacerle un puente para atravesar la rambla del Puente Nuevo. La primera acequia de la margen derecha sa la tambin directamente debajo del al iviadero del Pantano y la llambamos El Cequin, porque hasta llegar a la fbrica de la luz serva, con su ancho cauce, para mover los generadores de esta. Como es natural, cuando el agua pasaba por sus turbinas reverta, por haber cumplido su trabajo, al ro, pero arriba, antes de coger sus aguas la f brica, sala una acequia que llamaban de Arri ba, por ser precisamente la ms alta del valle. Esta acequia regaba toda la Huerta Nueva y, atra vesando la va cerca de la estacin del ferrocarril, segua regando las tierras al suroeste y noroeste del otro lado de la va, hasta perderse en los al tos de La Melva, precisamente debajo de la Ca sica El Aire. Precisamente a pocos metros de donde la f brica de luz expulsaba sus aguas ro abajo, haba una especie de minipantano, donde naca la ace quia que, bajando por debajo del terrapln del ro, tomaba la casa del to Piculilla o Casa Plaza, que tambin se deca, y atravesando el camino de la Estacin, regaba las tierras a esta parte de la va del tren y las de los Escorrales; luego un tre cho paralela a la va, despus de cruzar la rambla de La Melva ya la altura de lo que hoy creo que llaman Polgono 25, tomaba direccin este y, atra vesando la carretera de Monvar por unos sifones, se perda en los brazos de su hermana, que era... la acequia del Campo Alto! Esta tercera y ltima acequia del ro tena su nacimiento en una espe cie de minipantano tambin, que haba a muy po cos metros de la desembocadura de la rambla de El Sapo en lo que fue nuestro Vinalop. All mismo, presenci de nio una operacin de pes ca entre la familia de los Pajaricos y los Ca chiporros, vecinos de la calle de La Pual, hoy Ramn y Cajal, que les depar una suculenta cena. Se lo imaginan ustedes ahora al contem plar aquel paraje Recuerdo gratos y placenteros, idos al fondo de la historia! El primer trabajo de esta acequia era mover las maquilas de los Molinos de Flix, un poco ms abajo. Luego segua por la orilla del ro y, al cru zar la rambla de La Melva, reciba a su hermana citada y se adentraba de lleno en el Campo Alto (llamado as por ser el ms bajo del valle; de quin sera el invento ste, desparramndose entre la carretera de Monvar y el Vinalop y lle gado hasta la Casa El As, donde se perda, un poco ms abajo, en nuestro trmino municipal. Ah! Aquel las acequias del Campo Alto, llenas en sus orillas de nispoleros, membrilleros y prunas bordes... Haba un trecho de nuestro ro del que yo he dicho de los mil nacimientos, situado entre el co mienzo de La Sirm y la nueva direccin que toma el cauce hacia el norte, un poco ms arriba. Este trecho de ro, lleno de caaverales, ta rays y adelfas (baladres) era para m especial mente placentero, pues en el fondo de la tranquila corriente se notaban como en ebullicin, unos pequeos nacimientos moviendo las arenas. Po bre Vinalop! Qu habr sido de tus muchos rin cones tan gratos Ahora slo oigo frases despec tivas de tu triste discurrir por tu camino de siglos. He escuchado cosas inslitas y ledo muchas ve ces trabajos literarios hirientes para tu orgul lo de viejo generador de vida, pero cuidado! Al citar la palabra ledo me surge una idea que sale de mis meninges y trae enganchada una cereza muy gorda. Perdonen ustedes. No s si es memoria, fa cilidad o qu es, pero es el caso que lo mucho que leo o veo se me junta junto con lo que oigo en el ordenador que llevo debajo del sombrero, como ya tengo dicho alguna vez. De forma que cuando tiro de una idea para plasmarla en las cuartillas, si hay dentro alguna otra variedad del mismo tema, sale enganchada como las dichosas cere zas. As que cuando escrib eso de frases des pectivas e hirientes, la que ha salido engancha da me trae el despropsito ms inslito sobre el Vinalop. No en mis das! No pudo consentir ta maa afrenta a mi viejo ro. Tengo que resear tal despropsito y lo reseo a continuacin. 125 En su da, le un trabajo literario aparecido en la revista Alborada del ao 1976 y firmado por don Jos M. a Bernab Maestre, del Departa mento de Geografa de Valencia y en su encabe zamiento dice: Las bases de la industria del calzado en el valle del Vinalop. A juzgar por la extensin y co piosa relacin de esta zona geogrfica de tal tra bajo, me pareci antes, al leerlo por primera vez, y ahora al repasarlo, que hay bastante erudicin en esta persona, a quien no tengo el gusto de co nocer, aunque no creo que sea de Elda. Esto lo digo porque no se ve calor al hablar de nuestro queri do ro. En tal trabajo, y donde dice: Los factores geogrficos, me centro exclusivamente en citar textualmente el contenido (para m), que me ha parecido el despropsito ms gordo y despectivo para este viejo cauce fluvial y que podra deno minarse: El Vinalop! un ro cuco, aprovechn y listillo. Y el tal luminoso alarde de erudicin ge ogrfica dice as: El Vinalop que es ro de nombre ms que de hecho, no ha abierto el valle, simplemente lo ha aprovechado. Bueno, bueno y bueno, seores coterrneos, ahora resulta que el seor Bernab deja a nues tro ro es una especie de hijo espreo y adems lo asemeja a un pjaro cuco que aprovecha el nido de otras especies para poner sus huevos. As que, para terminar esto de tanta enjundia, tenemos que pensar que cuando en el correr de los siglos se for maron las depresiones geolgicas, vino una co rriente de agua en viaje turstico y al ver las lla nuras de Vi l lena y los valles siguientes, se dijo: Cspita! Qu sitio ms bueno! Y aqu se que d. Amn. Bromas aparte, lo que s es verdad es que el Vinalop fue un ro que dio vida a nuestro valle, aunque algunas veces se enfureca y se llevaba por delante vidas y haciendas tambin. Eso pas, y en los tiempos que corren ya no es nada. A lo mejor se march a buscar otros cauces, pero un da, cuando tengan convergencia los temporales sobre la cuenca y rebosen las ramblas de Baeres con sus escorrentas de la Mariola, la 011a de Capra la de a su rambla todo su apoyo, y la de Pusa re ciba las ayudas del Monte del Caballo y del Cid ba jar rugiente y enfurecido nuestro Vinalop, y al llegar a la Tafalera dir: Elderos! ! Ya estoy aqu otra vez para dar vida al valle, para abrazar a Elda una vez ms y para llenar las acequias como siempre lo hice y que fructifiquen nuestros cam pos! !. Saludo, Vieja ldella! Pero no. Esto, des graciadamente ya no podr ser. No podr llenar las acequias porque stas han perdido hasta su en tronque con el ro. Es triste pensarlo, pero es as. Y para ms ludibrio del Vinalop, cuando estas avenidas ocurran, a los dos o tres das no habr agua en su viejo cauce, slo piedras, are nas y restos de su furia de un da. Entonces nues tro querido ro ser otra vez rambla y volver a sus orgenes, pero en el recuerdo de los viejos elden ses quedar la dulce nostalgia de algo tan grato que se nos fue tambin: el ro Vinalop! ELDA EN MIS RECUERDOS (Nostalgias, fantasas, realidades y otras cosas) I n ao ms me asomo a esta entraable re vista septembrina para volcar en ella unos re cuerdos que en forma de sucedidos jocosos unas veces y humorstica forma otras, hagan sonrer a los eldenses que me lean. Tambin es posible 126 que se cuele algn dislate de cuando en cuando. El caso es sonrer con este modesto trabajito, pues para literatura de ms altura y erudicin ya tienen, entre el numeroso grupo de colaborado res que integran la publicacin, plumas ms doctas que la ma. Esto no es inmodestia. Es cruda realidad. Para que algn conspicuo coterrneo no cai ga en la tentacin de pensar hacia adentro: ya est este to yndose de un sitio a otro como el ga nado del to Moncho (el de las alborgas) que lle vaba las cabras al secano de la ta Picores y al gunas aparecan por la Pat! No seores! Este trabajito tiene dos temas centrales. Uno es la Al faguara y el otro el ro Vinalop. Todo ello reboza do con citas y recuerdos del valle. En das pasados, en visita familiar que hice a Elda, me llev mi sobrino los Manuel por la par te de la carretera de la Estacin del Ferrocarril. An tes de llegar al puente le dije que aparcara por all, pues tena deseos de mirar una vez ms aquel pa raje tan aorado por m, precisamente frente a la Alfaguara y all surgi el motivo primero de este artculo. La primera industria que hubo en Elda es tuvo all, en la Alfaguara! Nunca en mi ya larga vida pude leer o escuchar a eldense alguno algo relacionado con este tema. La primera industria, s seor, que hubo! Y ni el ms antiguo medio in formativo que le hace aos El Centenario re saltaba nada de esto, como no fueran las cuen tas que llevaba el sacristn don Dionisio Martnez Lacasta y los planes para la celebracin del ter cer centenario de la venida de nuestros Patronos a la entonces villa de Elda. Aqu, al escribir La primera industria que hubo en Elda he sentido en mi interior sospechosos rumores de desapro bacin de algunos probos eldenses que no ven tal prioridad de la citada industria. Pero sigo es cribiendo y digo: yo estuve de nio muchas veces en aquella vieja casucha y vea muchos elemen tos y elementas, algunas de ellas arrodilladas delante de unos tarugos de madera que chafaban el esparto y esvaraban hacia fuera al dar el gol pe en el suelo. Al llegar aqu ya siento ms fuertes y enr gicas las voces de protesta de mis coterrneos y ms ntidamente las de dos amigos muy apre ciados, uno de ellos con gran erudicin, bien co nocedor de Elda y su entorno. Muy versado en bi bliotecas y archivos. Buen historiador y no menos buen periodista. El otro no le va a la zaga. Es es pecialista en trabajar para Elda. Recopi lador in signe de todos los entresijos de la industria eldense y muy amante de los museos y hasta asiduo visi tante de la Casica esa de los pintores. De repente se presenta ante m el primero de los citados y con voz enrgica y tono adusto me suelta: Tngase usted seor de la Horteta! ! Mo dere su estrafalario lenguaje que desorienta a sus lectores y sepa de una vez que eso de ca sucha vieja, elementos y elementas y tarugos que bajaban y suban esvarndose no son ms que trminos l ingsticos de su particular cose cha. La verdad escueta es que en aquel lugar hubo en tiempos pasados una industria de machacar esparto, no chafar. Toda ella en un recio edificio con una moderna maquinaria (en tonces) formada por ruedas dentadas y palas para tomar la energa que les suministraba una vena de agua que vena de la pequea presa que se formaba en La Rata y pasaba por debajo de la edificacin haciendo bajar y subir los mar ti los de madera, no tarugos, los cuales al dar el golpe en el manojo de esparto resbala ban, no esvaraban. Va usted entendiendo Y para terminar de aclarar sus romas ideas seor de la Horteta, esta vena de agua que suministraba la energa a esta industria vena, como ya le he di cho, de la Rafa, margen derecha del ro por aquellos tiempos muy caudaloso, y por la margen izquierda sala de la misma represa una cauda losa acequia que se adentraba por el montculo que sostiene a nuestro Alczar y pasaba por de bajo del antiguo Matadero que estaba donde se ini cia el paso del puente hacia la Estacin, segua bajo tierra y afloraba a espaldas de la olmaca de la ta Pura (donde ahora se encuentra la ermita de San Antn) y entonces empezaba a regar todo el centro de la huerta de Elda hasta llegar con sus aguas a las feraces huertas de La Jaud que da ban, ay!, maravillosos frutos. Todo esto ha venido, seor escribidor de se ries y dems inventos literarios suyos, para sig nificarle mi total desacuerdo de que la Alfagua ra y su industria fuese la primera que hubo en Elda. No seor de la Horteta, porque sin pensar 127 lo mucho se me ocurre que los ascendientes del Horno de la ta Encarnacin ya podan tener una industria del pan antes que la que usted cita! Lo mismo le podra decir de los ascendientes del Sr. Vicente, con su casa enfrente de Santa Ana ya su izquierda una industria de elaborar vinos. Me qued aplanado ante el chaparrn de este amigo y con las plumas (perdn) las manos, temblando. En aquel momento tom la palabra el segundo amigo citado que ms comedido y muy cariosamente me dijo: S, abuelo! Comprenda usted que eso puede ser verdad, pues por Cama ra hubo tambin una industria de vinos que era famosa por la bondad de sus productos a base de uva de gallota yen cuanto a su dueo, usted re cordar mejor que yo por ser de su tiempo, era un seor del que se contaba una historieta muy gra ciosa. Cuando era joven tena novia aqu en el pue blo, y una noche muy lluviosa y desapacible tom su caballo y llegado que hubo delante de la casa de su amada le grit con voz tonante: Mara Sa lud! Que vengo a decirte que esta noche no ven go a festear porque hace mal tiempo!. Y se vol vi a Camara tan formal. Al llegar a este punto del relato mi indigna cin ante tales desafueros estaba aproximada mente entre la desesperacin y el desplome total, pero me repuse con gran esfuerzo y muy sereno les dije: Alto ah, seores eruditos! Que sus mer cedes estn erradas (sin la hache, claro). Que sus profundos conocimientos del saber humano no les da licencia para criticar mi lxico puro elden se, pues en algn libro le una vez que los diti rambos, modismos, apelativos y frases raras de un pueblo hacan su peculiar cultura, sin contar los motes que en nuestro pueblo fueron siem pre tan abundantes. Que no, seores licenciados en tantas disciplinas del humano intelecto! Que yo les digo como eldense raso y del montn, que los nombres no dan honor al hombre, sino el hom bre al nombre!. Y al acabar esto qued exhaus to y alicado pero contento al haber defendido la cultura de la vieja Idella. Y qu me van a decir a m de esa acequia que riega todo el centro del valle hasta La Jaud. Si all vivi mi padrino, el to Jos Pansilla. Les podra 128 hacer a ustedes de memoria un mapa de su reco rrido y sus derivaciones, con las correspondientes fincas y los antiguos nombres de sus dueos, y los frutos, hortalizas y verduras que en ellas haba. De todo ello fui de nio gran consumidor, pues no en vano pas por El Camino del Carro miles de ve ces y ese camino tan aorado por m sala de Elda del Baso (abrevadero) que existi donde hoy sale la calle de la Cruz y atravesaba el valle hasta aquel sitio para m tan querido. La Jaud! , donde tambin hubo una pequea industria, la del arrope que haca Rosa La Pollosa. En cuanto a esas industrias del vino y el pan que me citan, me permitirn sus mercedes que me lo tome a chacota. Mira que comparar pequeos negocios familiares con la fbrica de manipular esparto de la Alfaguara, de donde salan sus fa bricados para confeccionar incontables objetos ar tesanos, como esteras, peludos, baleicos, cofines para las almazaras de aceite... Y qu decir de los envos masivos a Elche para la confeccin de al pargatas, pues en los montes de aquella ciudad no se daba la materia prima como en los nuestros. Adems, en aquellos lejanos aos, no exista el c amo en las cantidades que necesitaban los el cheros. No olviden adems que un gran consu midor de esparto chafao fue el to Mancho! El tataranieto, claro. Aqul que invent el primer zapato eldense: Lick ALBORGA! ! Mira que hacer comparaciones de industrias! Es como si yo com parara las que ustedes citan con las que tena la ta Guia en la placetica de San Pascual o la ta Tambora en la calle de los Clrigos, que los do mingos y festivos salan con sus fabricados en si tio preferente del puesto de tramusos y cacahue tes, y se trataba de los molinicos de papel y otras especialidades que hacan las delicias de la grey infantil. Voy terminando no vaya a ser que ocurra este ao con tantos enfrentamientos literarios como el ao pasado con las famosas 12.000 ve litas del encendido de Santa Ana, que hubo due lo formal entre dos eldenses de s eran o no eran y hasta trascendi a la prensa local, pues en Va lle de Elda, peridico semanal, lo vio en sus p ginas muchos meses, hasta que la direccin del peridico dijo un da: Ya est bien! Basta de tan tas velas, pues parece ser que estamos hacien do la propaganda de Albaida y no pagan un duro en publicidad!. As qued la cosa, pues. Pensaba decir algo sobre nuestro Vinalop pero me he alargado un poquito y otro da con tar la triste historia de nuestro ro. Antao tan caudaloso y actualmente tan insignificante y enfermo. Pero s digo, como recuerdo juvenil que espero que algn eldense de pro con la vara de mando en la mano pueda en el porvenir disimu lar su decadencia. Cmo Cubriendo su triste cauce con una hermosa avenida desde el terra pln de Santa Brbara hasta el puente del Sam ba encima. Y esto no son elucubraciones de mi imaginacin calenturienta. Hay en Espaa mu chos pueblos y ciudades que ya lo han hecho. Aqu el inconveniente gordo es la excesiva lon gitud de esta avenida y su enorme costo. Pero si se tiene en cuenta que dentro de 50 aos el que quiera plantar una lechuga tendr que hacerlo en lo alto de Baln por falta de suelo edificable, ya vern cmo no es tan descabellada la idea. Adems siempre se pueden pedir ayudas a Va lencia y en ltimo trmino se pueden realizar estas obras en perodos electorales en que estn los seores muncipes ms dispuestos. Y por 411- ltimo: quin sabe si cuando hagan estas obras no descubren los vestigios de la antigua fbri ca de machacar esparto, con lo que ahorraran un gran trabajo a los abnegados seores que se ocupan de estas cosas, y stos a su vez se aho rraran muchos dolores de cabeza cuando al guien descubriera dentro de dos mil aos su emplazamiento en la Alfaguara y exclamase: Para qu servira este canalillo y estos restos de un trasto con ruedas y dientes. Nunca lo sa bran. As que ya lo saben. *** Queridos coterrneos: gocen de estos das de nuestras Fiestas Mayores con toda plenitud y as piren por sus calles eldenses los olores clsicos de las caas cubriendo las paredes del paso de las procesiones y los deliciosos efluvios de las torti cas, rollicos y magdalenas y, por ltimo, los ms clsicos olores de la salvia en Santa Ana. Y si aho ra no los sienten, retrocedan en el tiempo y sit ense aos atrs y los sentirn. Puestos a situar nos y a recordar, hagan ustedes el acto ms clsico y honroso de antao: a la terminacin de la Misa Mayor el 8 y 9 de septiembre acompaar desde Santa Ana al Predicador a su domicilio. All nos veremos si Dios quiere. EL PERMETRO DE LAS PATATAS (1) Divagaciones amorfas sobre la cuadratura del crculo en esta especie de exabrupto literario, digno de no ser ledo, si no est de buen humor, claro. En caso contrario le aconsejo no lo haga. Dedique su tiempo a pensar en la inmortalidad del cangrejo, por ejemplo, o en cualquier otra cosa que le satisfaga ms, pues en mi nimo slo est el deseo de que usted lo pase bien. E n uno de mis trabajitos aparecido ltima mente en Valle de Elda y dedicado a nuestro n clito ro Vinalop, hay un apartado dedicado pre cisamente a eso de la Cuadratura del Crculo. No qued muy satisfecho de la somera ex plicacin que doy sobre tan importante ciencia, porque hay matices que merecen ser aclarados Tf ms detalladamente. Por eso me atrevo de nue vo a salir a la palestra con tal tema para que los coterrneos que hayan tenido la debilidad de leer tal cosa puedan aclararse algo ms y, sobre todo, para que las generaciones venideras no puedan algn da decir: Cmo se poda hablar tan a la pata la llana de una ciencia tan eminente y pre 129 clara. Pues aqu estoy de nuevo, queridos colegas. Lean, lean y vern ustedes hasta dnde pueden lle gar las ciencias exactas o las elucubraciones de este literario de va estrecha, aunque eso s, re bosando humor eldense por todos mis viejos po ros. Deca el to Nicandro Midetahullas aque llo de las cajas cuadradas o que tuviesen dos la dos largos y dos cortos. Total, cuadrados regula res o irregulares, creo que se dice. Pues bien, si medimos un cuadrado que tenga sus cuatro lados iguales, ya sea un bancal de tomates o una caji ta de bombones, es incustionable que para saber las tahl las o los centmetros que tiene tal cua drado slo tendremos que multiplicar un lado por otro y nos dar la medida exacta, no les parece Entonces, meditemos (esto sola decirlo el to Cerrajas que son, por cierto, una exquisita va riedad de los linsones. Pues deca que este se or tena un borriquillo muy pijotero que todas las maanas, al sacarlo de la cuadra para empezar el cotidiano trabajo, le costaba Dios y ayuda ha cerlo pasar la puerta de la calle. Entonces se pa raba el to Cerrajas y vena aquello de Me ditemos, Nicasio!. A continuacin, enarbolaba un horripilante garrote y le sacuda al pobre animal tal estacazo en el costillar que sala ste rebuz nando con ms fuerza que lo haca Sancho Pan za en el captulo 27 de la segunda parte del Qui jote). Aqu cerramos el parntesis, pues ya hemos meditado bastante, no les parece Pues prosi gamos. Para hacer esto ms fcil y fluido, suponga mos que tenemos un cuadrado cuyo permetro mide mil metros justos. Es de cajn que multi pl icando dos lados de doscientos cincuenta me tros, nos dar el resultado de los metros justos que tiene la figura geomtrica en cuestin en el inte rior de su permetro. De acuerdo Pues bien, por qu no podemos hacer lo mismo midiendo el permetro de cualquier superficie irregular y divi diendo por cuatro y multiplicando despus por s mismo el resultado de la divisin No podr ser 130 el resultado lo mismo Pues parece que no, que ridos celtberos, pues pienso que en este caso no habran podido proliferar tanto las discipl inas de Ingenieros Agrnomos, Agrimensores y toda la plyade de estudiosos que se dedican a este apar tado de medir terrenos y esas cosas. Adems, tambin me malicio que si esto que expongo con tanta alegra pudiese ser realidad, ya estara in ventado y no hubiese esperado el planeta Tierra a que viniese uno de Elda para inventarlo, con el con siguiente sonrojo de todos los sabios que en el mundo han sido. Creo por lo tanto firmemente que este invento mo seguir el camino de los anteriores: La ominosa papelera! Despus de escrito lo que antecede, me sale de las meninges el recuerdo de una conversa cin que escuch de pequeo a unos palomistas en el Castillo, cuando se dedicaban al consabido almuerzo y a ver evolucionar a sus palomos fa voritos. Este recuerdo de lo que escuch aquel da me hace estar ms seguro de la inutilidad de querer cuadrar el permetro de una patata. Contaba aquel da el palomista que no re cuerdo si era un Boja, un Parrancano o un Trapella (dinastas stas del barrio antiguo) que haba por la parte de Las Caadas una persona bastante leda que llamaban el to Raimundico, a quien en una ocasin le visit un amigo para consultarle sobre la compra de un bancal, pues le pareca que no tena las tahllas que le haban di cho los vendedores. El to Raimundico le dijo a su amigo: T tie nes algn olivar Pues s que lo tengo con test ste. Sabes las tahllas y ol ivos que tiene la pieza Pues claro que lo s, hom bre! Sabes tambin a qu distancia se plan tan los plantones de olivera Tambin lo s, hombre, tambin, pero aqu depende de la clase de terreno que sea. Si es algo hmedo se plantan ms lejos porque ensancha ms al crecer y si es terreno seco, pues ms juntos. Pues nada, hombre, pon atencin que ya lo tienes sentenci el tan citado Raimundico. EL PERMETRO DE LAS PATATAS (II) nnde est esa pieza de bancal que Uquieres comprar. Pues est por la parte de la Pea del Sol, muy cerca del camino real de Madrid. Entonces, maana por la noche que hay luna llena, te vas sin decirle a nadie lo que piensas hacer y con mucho cuidado te pones en la orilla de ese bancal procurando coger el centro. Luego vas cruzndolo en direccin recta a la otra orilla y cada veinte pasos cortos, que me parece que es la distancia de entre una olivera a otra, de jas un papel en el suelo con un forros encima para que no se lo lleve el aire. Esto es, como si fue ras plantando oliveras, comprendes. S, se or, s. Pues bien, cuando llegues a la otra ori lla repites la operacin de una punta a otra dejando siempre los mismos pasos y as hasta que te quede bancal. Luego cuentas las seales que has dejado y vienes a decrmelo, has compren dido bien todo lo que te he dicho. Qu s, que s, to Raimundico. Lo que no s es de donde voy a sacar tantos papeles. Pues eso, t veras. Tambin puedes aprovechar una sbana vieja que tengas en casa, hombre; la haces a tiras y ya est. Bueno, ya me arreglar como sea: pape les, sbanas o la camisa de mi seora. Ahora, otra cosa para rematar los detalles. Me han dicho que tienes un olivar, no. Pues s seor que lo tengo, como ya le dije antes, con su correspondiente escritura firmada por el seor notario. Estupendo, hombre; pues maana cuando vayas me la traes para verla y al mismo tiempo me dices las oliveras que tiene dicho te rreno y en seguida te dir las tahl las que tiene el que quieres comprar. De verdad has com prendido bien lo que te he dicho y todos los deta lles que tienes que darme. Est claro, hom bre! Las oliveras que caben en aquel bancal que quiero comprar. La escritura de mi olivar y las oli veras que tengo. Pues nada, hasta maana y suerte, hombre. Cuando se qued slo el to Raimundico pen s: Esto es pan mascao, muchacho. Es un sim pie problema de regla de tres simple. Si el ban cal de este amigo en equis tahllas tiene equis oli veras, deber tener equis tahllas. Aqu remat el palomista que estaba con tando la historieta. Yo no entiendo de estas cosas, pero segn contaba mi abuelo sali bien l ibrado el comprador del terreno, que queran meterle ta hlla y media de matute y, gracias al to Rai mundico, su amigo compr el bancal y lo plant de uva de meseguera, pues parece que por all se da bien esta planta. En aquel momento terci otro de los palo mistas para decir: Claro, hombre! , ese to Rai mundico fue famoso por sus cosas, pues mi pa dre me cont una vez una faena que le hizo al Alcalde del pueblo. Queris que os lo cuente No, hombre, no que tenemos los palomos aban donaos y el fumao mo hace media hora que no lo veo; pero bueno, si no es muy larga la historia... Ten en cuenta que an no he preparado la tarea para coser. Nada, nada dijo al primero en una escurribanda lo cuento. Aqu me erijo en primera persona para decir: Bien enterrado est mi invento en la papelera, pues veo que el del to Raimundico me ha chafa do la guitarra, aunque no s cmo le saldra esa cuenta de la regla de tres simple con ol ivos y de ms. Y para no cansarles mucho y terminar pron to esta delirante historia eldense la reemprendo volando. Todos los pacientes eldenses que me leen, sa ben muy bien, que todos los aos, casi todos, por las Fiestas Mayores de septiembre siempre ha solido llover bastante. Tambin saben o han odo que esos das las calles de nuestro pueblo esta ban llenas de bandericas de papel, pues era una cosa ya tradicional. Hubo un Alcalde una vez que por los datos que daba el palomista deba ser del siglo pasa do, que quiso asegurarse del tiempo que hara esos das de fiesta, pues era, segn l, una tontera 131 gastar tanto dinero en colgaduras para que el da 6 ya estuvieran en el ro. As que convoc ple no en el Ayuntamiento para tratar tan espinoso asunto. All apareci por ensima vez el to Rai mundo, pues hubo un concejal que dijo: Yo he odo decir que por la parte de Las Barrancs hay un hombrecico que predice el tiempo y que sabe mucho de esas cosas. Por qu no le llamamos y vamos sobre seguro. Total, que hubo consenso total y el seor Alcalde orden a un guardia de huerta que avisara a dicho seor para que fuera a hablar con l. En la maana del da 3 de septiembre del ao en que ocurrieron estas cosas se present en Toscana el propio que haba llamado el Alcalde para hacerle saber al to Raimundico el acuerdo del pleno del Ayuntamiento en el da anterior. Estaba ste sentado a la sombra de un pino, descascari llando almendras de su cosecha y levant con cu riosidad la cabeza al ver llegar al enviado del Al calde. Buenos das nos d Dios, seor Raimundo! Hombre, querido funcionario de la seguridad de la huerta! Qu le trae por estos an durriales Pero, por favor, no me llames seor, pues me suena raro, ya que no oigo ms que Raimundi co. Bueno, yo le llamo seor porque me consta que lo es, as que si me da licencia le expongo en el inte el objeto de mi visita, ya que tengo prisa, pues tengo que avisar al to Antonio el de la casa Cos tillares, que la mula que se le escap antes de ayer fue a parar a La Jaud y est recogida en casa de Rosa la Pollosa. Pues nada, hombre, tienes licencia plena para darme el parte oficial del se or Alcalde. Pues a eso voy, sin ms dilacin. EL PERMETRO DE LAS PATATAS (y III) E i funcionario, que era un tal Artemio de la Casa Arriba, le entreg al to Raimundico el es crito que le haba dado el Alcalde y, adems, le cont a grandes rasgos los deseos del pleno mu nicipal. Despus de imponerse cumplidamente del es crito y escuchar al propio sus impresiones, nues tro protagonista medit un poco y le pregunt: Oye Artemio, t eres una persona formal y te tengo por un buen amigo. Qu hay de claro en esto que vaya yo para que les diga si pueden poner las bande ritas de papel estas fiestas. Pues muchas gracias, seor Raimundo por sus lisonjas, y esta es la impresin que yo tengo del asunto: segn me ha contado esta misma maana el guardia de puerta, cuando ha ido a coger el servicio, parece ser que algunos concejales han tomado esto como motivo de chanza, burla o tomadura de pelo ha cia usted. Desde luego, dejamos aparte al seor Alcalde, que es persona muy seria y digna e in capaz de tal cosa. Pero, siempre segn el guardia de puerta, ayer cuando salieron de la reunin un 132 concejal deca, rindose: Pues si ese hombre sabe tanto de cosas del tiempo le voy a pregun tar qu tal se dar este ao la cosecha de nspo las, membrillos y prunas de acequia!. Otro, que cuando creca ms la segaisa, s en invierno o ve rano. El de ms all, que por qu las manzanas de mata tenan un gusto diferente a las de rbol. Y de este jaez todos los comentarios, seor Rai mundo, y todo acompaado de grandes risotadas y comentarios jocosos. Pero, por favor, no diga us ted nada de eso, pues me juego el puesto y el pan de mis hijos. Tranquilo, Artemio, tranquilo. Esta tarde, cuando regreses a Elda notifica al seor Al calde que maana, da 4, a primera hora, estar en el Ayuntamiento para satisfacer sus deseos. Y esto, para ti solo: Ya les dar yo nspolas, prunas de acequia y segaisa a estos paletos eldenses!. As har su recado esta tarde y tenga por segu ro que maana le estarn esperando. As que con Dios y que usted lo pase bien, seor Raimundo. Adis, adis, muchacho! remach ste son riendo y pensando en bromas. LOS ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Bien temprano se puso en campaa el de Tos cana y antes de las nueve de la maana del da 4 estaba nuestro hombre en el Ayuntamiento, de bajo de uno de los arcos, esperando aconteci mientos. No tard mucho en llegar el Alcalde, segui do de su cohorte de concejales y despus de los saludos de rigor, pasaron al despacho del man dams para solventar tan espinosa cuestin. Le explic a nuestro hombre el problema y le pre gunto: No puede darnos una mediana seguri dad de s llover o no llover estos das de fies tas. Hombre, contest ste, yo desde este despacho no puedo predecir nada. Necesito es tar en una altura para dominar todo el contorno del valle y los montes que lo circundan, por ejemplo: Por qu no subimos a la torre de la igle sia. Pues, hala, a la torre! dijo el seor Al calde. Y salieron todos con l al frente y nuestro protagonista a su lado, seguidos por los conce jales, rindose de lo chusco que iba a resultar el caso. Incluso alguno quiso preguntarle algo en pi torreo y el to Raimundico con tono spero le dijo: Las preguntas de relleno despus. Ahora vamos con el tiempo!. Llegaron a la iglesia. Subieron a la torre y all se qued el to Raimundo debajo de la campana ms gorda avizorando el valle y los montes en toda su extensin, mientras el Alcalde y acompaan tes permanecan callados en su rincn, pero con caras sonrientes algunos, pensando en la rechi fla posterior. Estuvo bastante tiempo nuestro protagonis ta pensando y escrutando el cielo en todas las di recciones, al tiempo que haca cbalas mentales sobre la direccin de los vientos y otros detalles que l solo seguramente sabra. Tambin tocaba las campanas dando golpecitos con los dedos, v yase usted a saber para qu, todo con gran asom bro del cnclave all reunido, que cada vez tena las caras ms largas. De repente se par delante del seor Alcal de y le espet: Vuestra autoridad me ha mandado llamar para predecir si har buen tiempo en los das de fiestas como si yo fuese el sabio Flam marin, cosa que yo le agradezco, y yo, con todo respeto le digo que estos das de fiesta... Har un tiempo u otro!!! Y, con mi saludo, seor Alcalde, pido permiso para retirarme pues hasta mi casa hay lo menos dos leguas. As que quede usted y la compaa con Dios y felices fiestas. Pero, ya bajando las escaleras, le grit al Alcalde: Hoy tendrn que sacar los paraguas, pero maana da 5 podrn poner las bandericas!. As fue, en efecto. Por la tarde cay un cha parrn de aqu te espero y se quedaron las calles limpias y al siguiente da hubo bandericas. Se sa li con la suya el to Raimundico. Hizo los dos tiem pos que dijo. En la Misa mayor del da 8 estaba el Alcal de mirando a la Virgen de la Salud y pensando en lo ocurrido en el campanario y hubo un momento en que le pareci la cara de La Salutica sonrien te y dicindole. Qu bien os ha tomado el pelo el de las Barrancas por querer chanza de l !. 133 CORREO DE VALLE CARTA DE OPININ Sr Director de Valle: Por si lo cree de inters sobre el actual asunto de la implantacin de un reciclaje de residuos slidos en el vecino monte de Bateig, le ruego inserte la ma en su peridico y cuyo contenido paso a exponer: VECINOS DE ELDA, PELIGRO!! H ace algn tiempo vengo siguiendo en la pren sa los pormenores de la citada implantacin y como hijo de Elda que soy me creo en el deber de aclarar algunas aseveraciones que se hacen y se dicen, sobre todo en lo que se refiere al para je en cuestin. Desde muy nio conoc aquellos andurriales, pues precisamente un hermano de mi padre (O. E. G. E.) regentaba una finca situada cerca del tr mino municipal de Novelda. En Informacin de Alicante del domingo 13 del corriente, en la seccin dedicada a Elda y en una columna que dice Alarma a travs de un v deo se afirma (segn el peridico) desde el Ayun tamiento que la zona es un valle rodeado de mon taas, entre otras cosas que dice el redactor. La lectura de tal afirmacin me ha hecho mucha gracia, pues encima de Bateig no hay va l les ni montaas, es una paramera o l lanura que va en decl ive hasta la va del ferrocarril, con los consiguientes altibajos de la formacin de esa zona. Solamente tiene tal situacin una altura algo superior al resto de la montaa en la parte que va paralela a la carretera de Alicante y lo mis mo que va en declive esa meseta lo hace esta es pecie de pared, que desaparece con el trmino en Las Salinetas. Si se mira desde Elda la montaa, vemos la altura a que me refiero y tambin se puede ver que tal altura desaparece en la Pea del Sol; detrs de este ngulo que hace la paralela a la carretera y la que termina en la Pea del Sol se forma un rin cn donde hubo unas canteras, pero de montaas y valles nada de nada. Aquello es una meseta con 134 los accidentes reseados. Pero esto es muy fci l de constatar, hombre. Al terminar la Pea del Sol hay una especie de vaguadita con un hermoso cal dern (hablo de hace muchos aos) y a conti nuacin haba o existe todava una sendica que sube a lo alto del monte. Suban, suban, suban y vern desde arriba, en direccin a Novelda, si mis recuerdos de muchacho son reales o es que han crecido nuevas montaas por all. Y como de olores y corrientes de aire habla mos o se habla estos das, les doy un dato muy va lioso a quienes se les ha ocurrido tal dislate. La citada altura es una especie de pasillo de los vientos dominantes en la zona, que son los de Levante. Recordis, elderos, las suaves brisas que alivian los calurosos meses de verano, sobre todo al atardecer Pues por aquella paramera vienen y cuando llegan a la Pea del Sol se vuelcan en el valle. Si se lleva a efecto esta obra -esperpen to, hay que tener en cuenta que, al convertirnos en el basurero de toda la comarca, no tendremos slo las deliciosas auras de la planta, no; se rn cientos de camiones discurriendo por el valle y aromatizando el ambiente. ASOMBRO! S, con maysculas, el que me ha causado constatar, estos das, que solamente los vecinos de la Pea del Sol y La Jaud estn alar mados por este estrafalario proyecto. Y los de la ciudad y el resto del valle qu hacen Claro que, vista la silueta de Bateig desde all, parece que hay una montaa delante, que parar los vientos, como tambin he ledo. Suban, suban all por el sitio que indico y cuando estn arriba podrn ir a pie llano sin atravesar montaas ni valles, que no existen. Tengo la impresin de que lo que est ocu rriendo estos das referente a este asunto es una muestra ms del pasotismo conformista eldero que no es de estos tiempos, no. De las dos histo rias de Elda que se han publicado e incluso una de Alicante por el erudito alicantino son Nicasio Camilo Jover, he sacado conclusiones muy valio sas que abonan mi creencia en este citado pa sotismo y no quiero entrar en detalles pretritos tales como trminos municipales, vertidos de aguas y otras calamidades. Y esta de ahora pue de ser una ms. En mi constante pensar en mi pueblo, hace tiempo que tengo en mis afanes por el valle tres parajes que podran ser la reserva del crecimien to y del progreso naturales de Elda. Uno era el de Toscana, las Caadas o Las Barrancs, como quieran. Este ya est absorbido por el progreso. Otro, precisamente, era la meseta de Bateig que acaban de descubrir, pero ste no lo absorbe el progreso. Este puede desaparecer por el pasotis mo conformista de Elda. Yen cuanto al tercero, me lo reservo por s los listos... Ya lo sabis, hijos de Elda! Si se lleva a efec to esta monumental obra la vieja ldella quedar perfumada hasta la terminacin de los tiem pos. Pero habremos estrechado ms los lazos amistosos con un montn de pueblos por medio de sus basuras. Perdonen elderos, si se molestan con estas lneas y el seor director de Valle de Elda dis culpe la tosquedad de esta carta opinin, tos quedad que corre pareja con mi amor hacia mi pueblo. Con saludos para mis paisanos le saluda muy atentamente su s.s., Jover Gonzlez de la Horteta. QU DA DE LA VIRGEN, MADRE!!! (I) (Esta sencilla y eldera exclamacin se me ocurri cuando, avanzada la tarde, pude al fin sentarme en casa de mi hermana, de vuelta de tantas emociones de aquel da 8 de septiembre). D urante bastantes aos, no he faltado a la cita del da de la Virgen de mi pueblo, aunque siempre, por mis achaques corporales, haca la misma peregrinacin. Me recoga mi sobrino Jos Manuel en Alicante y me dejaba en casa de mi her mana Lidia, no sin recorrer antes todo Elda y al rededores para empaparme totalmente de re cuerdos y aoranzas. Despus, a la cada de la tarde, otros queridos sobrinos, Antonio y Paquita, me transportaban de vuelta a casa. Siempre en estos viajes me falt algo. Lo primero, ver a los Santos Patronos en la iglesia, rebosante de elderos y recordando aquellas misas mayores y escuchando las bellsimas melodas de don Ramn Gorg y otros msicos eminentes. Tengo vivo siempre en mi recuerdo un ao en que la Banda Santa Cecilia nos extasi en el Oferto rio con los compases del Andante o segundo tiem po de la 5. a Sinfona del glorioso sordo alemn. As, un ao y otro ao. Regresaba a casa triste, porque aunque en mi pensamiento llevaba todo el bagaje de las cosas de mi pueblo, no vea apenas las caras de mis paisanos. Mis viejos amigos, Santa Ana rebosando de fieles, en fin, la vida viva de Elda con todos sus queridos recuer dos, y todo por culpa de los achaques y goteras de mi cansado cuerpo y de tantos consejos mdicos de no cansarme mucho: Pasetos cortos y des cansos largos, no coja usted stress, que tiene la tensin muy alta, etc.. Una noche, a mediados del agosto pasado, ya preparado para meterme en la cama, sentado en su borde y mirando como siempre a la Virgen de la Salud, que tengo en una mesilla, y mirn /QU DIA DE LA VIRGEN, MADRE!!! 135 dola, mirndola, se me ocurri preguntarle: Que rida Salutica! Este ao, si Dios quiere, y t y tu hijo me das permiso, pienso hacer el da de tu fiesta lo que hice tantas veces. Mi sobrina me dejar de lante del Ayuntamiento. Luego, ir a Santa Ana, para asistir a la Misa Mayor. Despus, si an existe la costumbre, acompaar al seor Predi cador a su domicilio, como antao, para terminar en el Casino Eldense y encontrarme all con mis viejos amigos. Cuando yo hilvanaba todos estos pensa mientos, la Virgen pareca decirme: Bueno hijo, t vers. Yo siempre estar esperndote y, si tie nes fe, lo podrs realizar. Y, vive Dios, que lo re alic. Menos lo de acompaar al seor Predicador a su domicilio, realic todo lo programado y, aun que llegu a casa de mi hermana a las dos y pico de la tarde sin sentarme ni cinco minutos! se not que la Salutica me haba echado una mano. Aunque despus he estado dos semanas he cho una pasa y bastante alicado, nunca mejor di cho. Pero ya est bien de este largo introito de mi viaje a Elda. Ahora contar con mi humor eldero lo que fue eso de: Qu da de la Virgen, madre!, para que mis pacientes lectores sonran un poco, aunque tengo que hacer notar que este trabajito lo dedico enteramente a las pocas horas que es tuve entre mis queridos paisanos y casi todo l en un sentido de da de la Virgen, con muchas emo ciones, encuentros gratsimos y alguna cereza que, inevitablemente, saldr enganchada en el re lato. Y lleg por fin, el da por m tan esperado. Se present mi sobrino aqu, tal como habamos he cho tantas veces, y me llev al solar de mis ma yores, aunque en el camino le dije: Querido Jos Manuel! Hoy no me lleves a casa directamente. Me dejars delante del Ayuntamiento, pues voy en peregrinacin, ms que de visita fugaz como en 136 aos anteriores. As que me dejas all donde te digo y ya llegar, si Dios quiere, a casa de tu madre para engullir la fasiura de rigor y lo que ven ga a la hora de comer. Al terminar mi brioso parlamento, me mir mi sobrino y me dijo: Pero to, podr usted aguan tar tres o cuatro horas metido en juerga de fies tas sin descansar. No te preocupes, hombre, que cuando no pueda caminar emplear mis alas para ayudarme. Bueno, bueno me dijo si quiere puede decirme algn sitio y hora para re cogerlo, si ve que no puede aguantar. Nada, nada, hombre, t te vas tranquilo cuando roe de jes, que ya me arreglar con la Pjara Pinta y el Verde Limn (estos son dos bastones que uso, que tienen historia y que algn da la contar). Por fin llegamos a la vieja Dahellos y, para lle gar al Ayuntamiento, hicimos un recorrido indi to para m. No me enter ni torta de por dnde pa sbamos. Solamente me enter cuando pasbamos por Mdico Beltrn en sentido contrario a como yo recordaba y, dando la vuelta por no s dnde, apareci el Ayuntamiento detrs de m. Ya hemos llegado, to Pues, hijo le dije para m estamos en otro pueblo, pues no he vis to ms que Santa Ana, el Ayuntamiento y unas rui nas por ah. Bueno me dijo es que ha habi do algunas variaciones de direcciones y casas que han desaparecido. Por ejemplo, hemos pasado por la placetica de San Pascual, que la han he cho nueva. Ah, s, muchacho Y le han colo cado los ladrillicos de San Pascual que tena an tes. No recuerdo, to. Como es nueva, no lo s, pues acaban de inaugurarla, pero para que se en tere usted mejor le voy a dar una vueltecica des pacio y le ir explicando cmo est todo ahora. No, sobrino, no, que es un poco tarde yen la Misa ya deben estar por los menos en el Agnus Dei, as que hasta luego, chaval. QU DA DE LA VIRGEN, MADRE!!! (II) S al del coche con algn trabajo y me dispuse a empezar el recorrido previsto, pero en el ini cio del caminar sent un pequeo rural() y una voz interior que me deca: Cuidado, Pepe! Ag rrate bien, no te vayas a caer. Dios bendito! Ya se me ha enganchado la primera cereza. Pues nada, queridos coterrneos, como es da de la Virgen y es da y tiempo de mucha fe, aqu est el sucedido, que es autntico (Hay que hacer notar, sin embargo, que en el momento que le dio aquel marefflo, el seor de la Horteta meti su siniestra mano en el correspondiente bolsillo izquierdo de su pantaln y agarr con sus dedos, acaricindolo, un objeto que hace muchsimos aos lleva en ese sitio, que es el lado del corazn). Cuando resida en Venezuela, all por los aos cincuenta, realic un par de viajes en avin a Bogot (Colombia) por motivos comerciales. En el segundo es cuando aconteci el sucedido ci tado. Volaba el avin por encima de los Andes y es bien sabido por los usuarios de este medio de transporte que al pasar entre montaas suelen formarse unos baches de aire que al novato asustan un poco. Aquel da el baile areo era bas tante fuerte y junto a mi asiento iban dos mon jitas, ocupadas con sus rezos. En los asientos de delante iban otros pasajeros, uno de ellos cono cido mo de Caracas, que en el momento de ma yor baile se levant y volvindose hacia m, me dijo: Seor Jover! Esto se est poniendo de color de hormiga, no (en Venezuela esto de co lor hormiga se aplica cuando las cosas van mal). No, hombre, no le respond esto es normal. Qu no has viajado nunca en avin. No, compadre me dijo en la deliciosa jerga venezo lana yo como que estoy para meterme a apren diz de zamuro (especie de cuervo venezolano) por si esto se cae saber volar, porque, si esto se cae, dnde nos agarramos. Y all surgi como un fogonazo de fe bienhe chora en la persona de una de las dos monjitas, O. 1.) ,4 Vi 1; I N vlADk que al or aquello de dnde nos agarramos le dijo a mi amigo: Mire usted, seor, donde nos agarramos nosotras!. Me fij en ellas y las dos tenan entre sus dedos el crucifijo que llevaban col gado al cuello. Y al mirar las caras de aquellas monjitas, tan serenas y dulces, me afianc ms en la creencia de que la fe mueve montaas. Os ha gustado el sucedido, queridos pai sanos Pues tened siempre a mano algo donde agarraros con fe. Yo debo confesar que hace mu chsimos aos llevo conmigo una medalla es capulario de NUESTROS SANTOS PATRONOS, y lo curioso del caso es que nunca llegu a saber cundo vino a poder mo tal reliquia. Digo esto porque tiene fecha, en las dos caras, de 1940 y yo march a residir a Bilbao a ltimos del 39 y vol v a Elda el ao 1960. Es muy posible que en al gn viaje que yo hice desde el Norte, que inclu so algn ao coincidi con las fiestas de Moros y Cristianos (y donde tuve el honor de salir de ne gro en la Comparsa de los Marroques, que era la de mis amigos), antes de marchar a Amrica, al guien me la regalara. No lo s ni me acuerdo. Lo que s s es que la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso han recorrido conmigo, menos Australia, todos los continentes de la Tierra. As que ya, por lo que habis ledo, os habris dado cuenta que tengo donde agarrarme. Aqu termi no este sucedido, pues an estoy en la Plaza de Abajo y voy a recorrer lo que queda hasta Santa Ana, pero como si lo hiciera hace 60 70 aos, no sin antes felicitar a mi dilecto Vicente Valero por lo guapa que han dejado la callecica donde estuvo el horno de Jos Luis el panadero, luminosa y bella de verdad. En mi deseo de retroceder a mis aos juve niles, me coloco a sabiendas en aquel da de la Vir gen que estren traje con pantaln largo por vez primera. Bueno, lo que se dice traje no es muy apropiado, pues la chaqueta no s quin la hizo y el pantaln era de mi hermano Manolico, que lo haba desechado porque no le gustaban los ca 137 males tan estrechos. Pero mi querida madre lo re compuso todo y yo qued como un San Luis de majo. Es la primera vez que mi hermano mayor aparece en mis modestos trabajitos literarios y jus to es que le dedique un ferviente recuerdo escri to, pues fue una de las personas ms sencillas, buenas y honradas que he conocido jams. Mu chos de los elderos maduros y mayores que lo co nocieron saben de su condicin humana, que le granje muchas amistades en todas las clases so ciales de Elda. Empez a trabajar de cortador en el tallerico del to Villar, en la calle Nueva arriba. Esto ocurri cuando me dio a m el relevo de con ductor de mi to Gaspar el ciego y cuando me dio el testigo me dijo: Jos, prtate bien con el to, que t eres muy enjugasao y no le vayas a hacer alguna trast. Manolico el Pajarico, mi que rido hermano... Fuera de su vida de trabajo, slo le conoc dos facetas importantes en su vida: sa lir al campo a pasear y el cuidado de sus pjaros. En esto recibi la herencia plena de su abuelo Jos el de la Horteta, pues alguna vez le cont en casa lo menos dos docenas de jaulas con sus corres pondientes inquilinos. En esto fue la viva estam pa de mi querido padre. Igualitos, igualitos, los dos. De mi progenitor slo dir que no se gasta ba al ao ms que el gasto de la peluquera y un extraordinario que haca el da de la Virgen todos los aos. Se presentaba en el bar El Truque y pona dos pesetas al monte. Las perda, como est mandao, y se volva a casa tan campante. Fui su inseparable muchos aos. Me llevaba al cam po a grandes distancias y la vuelta siempre la ha ca a cosqueretas suyas. Fue siempre de salud un tanto precaria, pues estuvo en la guerra de Cuba y las fiebres de aquella isla le dejaron un tanto pa chucho. Hoy, aparte de su imborrable recuerdo, me llevo conmigo siempre el Verde Limn que la acompaaba siempre, sobre todo para llevar el perdigote a la espalda, que fue su gran aficin. Mi padre, el nieto de aquel Jorge Jover (el Aragons) y Manolico el Pajarico su hijo, tengo completa seguridad de que estn gozando plenamente de la gloria por sus virtudes. Pero la vida sigue y an estoy en la Plaza de Abajo. QU DA DE LA VIRGEN, MADRE!!! (III) Tengo que pedir disculpas por esta efusin fa miliar, motivada precisamente por ser el da de la Virgen. Pero estbamos en la Plaza Abajo y convertido en juvenil pollo pera con remiendos. Me hallaba ubicado (como dira un viejo cronista de portivo) en el terico puesto de comprador de mesclao del To Isidro que, como sabis, colo caba su tenderete delante de la confitera de don Enrique Gonzlez; as que pegu un bote y sub a la baldosa dejando atrs dicho lugar as como el obrador que haba a continuacin. Luego vena la escalerica de Los Facorros y a continuacin el comercio de La Chiqueta y volviendo la esqui na segua el bar del Rojo el Inspector, si guindole el estanco del to Pindarga y, por ltimo, en esta mano la casona del seor Vicen 138 te, ya frente a Santa Ana. Por la acera de enfren te haban quedado el comercio de Las Novelde ras y el horno panadera de la madre del que fue mi querido amigo Ramn Navarro. Ya estaba frente a la puerta principal de la Iglesia y sub las escaleras de tres en tres, pero al llegar arriba se rompi el hechizo juvenil que yo crea tener por algo asombroso que vea. Dnde estaban aquellas columnas que haba a ambos la dos de la puerta Donde jugbamos de nios a pa sar entre las columnas y la pared, con gran es fuerzo por la estrechez del lugar. Yo pas muchas veces jugando pero en una ocasin, que se cono ce que la Naturaleza ya me haba hecho un poco ms ancho, me qued atorao entre la columna y la pared sin saber pasar ni a un lado ni a otro. Gra LOS ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA cias a dos zapateros que venan de cortar en su taller y al ver mi angustia dejaron los sacos con la tarea en el suelo y lograron zafarme de la tram pa, no sin decir uno de ellos: Estos chiquillos son de la piel de Barrabs!. Bueno, el caso es que all no estaban las columnas, pero en compensacin vi que le haba crecido otra torre a la iglesia, as que me dispu se a entrar en el templo para ver a mis Santos Pa tronos. S, s, entrar s pude a costa de empujo nes, pues era enorme la cantidad de fieles, que llegaban hasta la cal le. Al fin pude colocarme en un rinconcito mirando al fondo a las sagradas Re l iquias de mi pueblo, el Cristo del Buen Suceso y la Virgen de la Salud. sta pareca decirme: Ya era hora, hombre; ya era hora!. S es la verdad. Haca tiempo que no reso naban en mis odos las dulces armonas de aquel recinto y el inconfundible estado anmico de es tar en sitio tan grato. Tuve que salir sin embargo pronto, pues no po da estar de pie y estaba algo angustiado por el ca lor y sal a la calle para buscar dnde reponer algo mi estado un tanto deteriorado y pachucho. Creo que fue peor el remedio que la enfer medad, pues al sal ir a la calle empec a ver co nocidos y abrazo va y abrazo viene. La mayora con la misma cantinela: Chico! Pero de dnde sa les Eres t el que veo y leo todas las semanas en el Valle de Elda .Y ms abrazos y ms apre tones de manos, y la emocin que suba en m cada vez ms. Yo pensaba, pero si estas personas son casi todas de otra generacin y yo apenas las co nozco, excepto un amigo de mis tiempos, que se me queda mirando de frente y me dice: T no eres l S, hombre le respond. Yo soy el pa jarico y t eres de la dinasta de los Cortarrabos, no. Y ms abrazos, claro, y ms emocin, pero al fin encontrme a la sombra de la torre norte de la iglesia y bien recostado en su pared. Ya algo ms repuesto de mi decaimiento levant la vista al frente y qu es lo que vi Donde yo crea que ve ra la plaza de Arriba slo vea automvi les y mu chas ruinas al fondo. Todo all ha cambiado. Ya no est ni el rincn de las Nofras ni el inicio de la calle del Castillo. Pobre barrio de mi juventud! Es de desear que las mismas personas que han re juvenecido la callecica de San Agustn, o de la Li bertad, o como ahora se llame, puedan rejuvene cer igualmente mi viejo barrio. As sea. En estas cavilaciones estaba yo cuando se acercaron dos seores que por las trazas eran gente principal y se acomodaron cerca de m, tambin a la sombra de la torre. Venan en ani mada conversacin y al principio no puse atencin en su pltica, slo los miraba de soslayo por el in ters de querer conocerlos, pero en un momento dado escuch sin querer algo tan gracioso y tan cargado de fe eldera que par la oreja (como di cen en Venezuela) para escuchar ms detenida mente y con todo detalle la singular y simptica pltica. Por lo tanto, cedo la palabra a estos des conocidos personajes, para que sepa el que esto lea del amor hacia la Virgen de la Salud de un gru po de damas elderas que espero me perdonen por charrar estos detalles ntimos de sus afanes hacia la Patrona de Elda. Deca el que pareca llevar la voz cantante: Bueno, t no sabes el trajn que se traen cuan do hay que vestir y preparar a la Virgen para las fiestas o cualquier otro acontecimiento. Todas quieren ponerle sus ropas, joyas y adornos para embel lecerla ms y, al final, que si la manteleta, que si el jubn, que si la capa, que si el manto, qu s yo. Al final cada una se encarga de una cosa y si alguna se ha quedado sin poder poner sus manos en La Salutica se queda un tanto triste, aunque luego, cuando ya la Virgen de la Sa lud est compuesta y radiante de belleza para lle varla al Altar Mayor, aquel grupo de damas se que da extasiada viendo a su Virgen camino del eterno trono que tiene en Santa Ana yen el corazn de to dos los hijos de Elda. Esto ltimo, adornado un poco por el que suscribe, es totalmente verdico y si no cito los nom bres de los seores que lo platicaban es por el pe ligro que podra suponer para ellos por parte de sus esposas al enterarse de las deliciosas alusio nes a ellas cuando visten a la Patrona, aunque la palabra peligro no me parece muy apropiada. A lo mejor el gracioso incidente se saldaba con algo pa recido a esto: Claro, vosotros charras todo lo que 139 hacemos nosotras con la Virgen, porque no tenis nada que hacer con el Cristo, pobre Hijo de Dios, que est desnudo, y slo llevarlo de su camarn al altar mayor! Frescos, ms que frescos!. Y all se acabara la graciosa incidencia. Pido sinceras disculpas a ellos por mi indis crecin de escucharles y a ellas un saludo emo cionado, ponindome a los pies de todas ellas. El deras de pro y continuadoras incansables de una bella tradicin! QU DA DE LA VIRGEN, MADRE!!! (IV) U n tanto repuesto de mis fatigas, retorn a la puerta principal de la iglesia por si haba un clareo y poda ver algo de la ceremonia, pero al lle gar tuve uno de los encuentros ms agradables de aquel inolvidable da. All, ante m, estaba mi rndome alborozado uno de mi antigua panda: don Jos Vidal Alonso, Pepito el sastre, hombre! Uno de mis mejores amigos. Gran abrazo nos dimos, vive Dios, y recordamos juntos trozos de nuestros tiempos juveniles ya idos. Dnde vas ahora, Pepe me dijo mi gran amigo. Pues mira, aho ra a ver si por la puerta de la sacrista puedo ver algo de la fiesta y, si no, poder sentarme un poco por algn sitio. Bueno, vamos hacia all, que yo tambin pienso lo mismo. Al llegar al sitio indicado vi con gran desa liento que la entrada al templo estaba peor que en la puerta principal. Me arrim como pude entre unas seoras y les dije: No podra pasar por aqu, por favor. Y una de ellas se volvi y con una sonrisa me dijo: Como no pase usted vo lando!. Mi amigo Pepito el sastre, que estaba all, le dijo a la seora: Pues no crea usted, que ste, si quiere, s que puede entrar en la forma que us ted dice, que por falta de alas no ser. Me volv sonriendo por la ocurrencia de mi amigo y le dije: Voy a entrar a la sacrista a des cansar en algn sitio, si puedo. Bueno, amigo me dijo yo me voy, que tengo que hacer una vi sita y ya nos veremos luego en el Casino. De acuerdo. De acuerdo, de acuerdo; hasta luego. Como haba pensado, me introduje por el pasillo de la sacrista, pero estaba visto que aquel da yo no poda descansar, pues en la primera sa 140 lida que hay a la entrada haba varios seores, y entre ellos dos que al verme me acogieron con gran alborozo. Eran ellos don Jos Vidal Girona y don Ventura Garca. Dos nclitos hijos de Elda, el pri mero nieto de la se Anica y el segundo hijo de don Juan de Dios Garca Vera, eldero de gran fus te ste, que, por cierto, en algn papel oficial le alguna vez, despus de su nombre, Juez Muni cipal suplente. Lo recuerdo muy bien, pues fue mi hermano Manolico gran amigo suyo. En paz descansen los dos. Y ms abrazos, ms apretones de manos y yo sin poder asistir a la misa, que ya deba estar por el Gloria seguramente. As que me desped como pude y volv a salir afuera. En la puerta de entrada al templo me par un momento. Dirig la vista, en tre la gente, a mis queridos Patronos y me desped, un poco triste, de ellos, pues necesitaba respirar y descansar donde fuese. Por la antigua callecica de la Iglesia sal a Coln, con direccin al Casino Eldense y al doblar la esquina tuve que vivir el suceso ms gordo de la jornada. Por la acera de enfrente de la calle Nueva ba jaba un seor con paso acelerado, que yo conoca. ste, el verme, y sin parar de caminar, me grit: Eres ms grande que faran, Pajarel En cuanto yo tenga mando en el Ayuntamiento vas a tener una calle a tu nombre con alas y todo!. Y se alej calle abajo, volvindose a trechos con una amplia sonrisa en su rostro que yo luego quera re cordar, sin conseguirlo. Me qued aplanado al or tan agradable ro ciada de aquel paisano, aunque y de momento se Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA me quitaron todos los cansancios. Yo hubiera querido decirle, porque soy un poco vanidosillo: Oye!, si lo tienes que hacer, lo haces pronto, pues me gustara ver esa calle en vida. Pero despus pens: pero hombre, si todas las calles de Elda son mas, todas las recorr de chiquillo y me conoc an en todas ellas, para qu quiero una sola Todas son mas! Porque son de Elda y este es mi pueblo. Pero me qued el regomello de no poder sa ber quin sera aquel eldero que pas tan depri sa, calle abajo. Sera algn descendiente de los Parrancanas De los Arrancas De los Pichas De los Cacholas S, es posible que de este ltimo fuera el gracioso epteto, pues don Pascual Orgils, de la dinasta de los Cacholas, siempre, cuando me vea, me soltaba Hola, Pa jarel!, apelativo que siempre me hizo sonreir. Enfil la calle Nueva hacia Arriba pensando en lo mismo y me asalt otra duda: No sera al guien de la familia de don Rafael Yuste Vera, el Fifo Tambin este amigo, de la dinasta de los Carasas, creo recordar que me cascaba aque llo de Pajarel con igual satisfaccin para m. Por cierto que el padre de este amigo fue uno de los protagonistas del sucedido en la esquina de la calle de la Balsa, junto a la placetica del Hos pital. Fue un siete de septiembre por la tarde y por la calle Independencia abajo avanzaban las dos grandes bandas de msica que por entonces ha ba en Elda: La Realista, dirigida por don Ra mn Gorg, seguida por La Pesetera, coman dada por don Natalio Garrido. Tal desfile musical se deba a que haba llegado en el tren Corto la Primitiva de Liria, que vena a deleitarnos du rante las fiestas septembrinas. Al desembocar en la citada placetica del Hospital pas, como he dicho, la primera La Realista y entre los varios vecinos que haba esperando en la esquina de la calle La Balsa tambin citada, uno de ellos, que no puedo precisar si era el to Caraso, le dijo a otro que estaba a su lado, con gran nfasis: Ah los tienes! Estn cucaos!. El amigo aguant la andanada, pero cuando hubo pasado La Rea lista y llegaba a sus alturas La Pesetera le re truc a su vez: Y stos, qu, to Caraso Estn podridos o qu. Y es que entonces haba mucho apasionamiento entre las dos bandas y es que eran de verdad muy importantes las dos, hasta el ex tremo de que un chusco eldero dijo un da, refi rindose a ellas: Por cinco reales, tenemos las dos mejores bandas de msica del mundo!. As, como suena. Se refera a lo de la peseta y lo del real, como es natural. Este sucedido ya apareci en la revista Al borada del ao 1976. Ruego disculpas por la re peticin, pero como quiera que ha salido ligada por mi obsesin de saber quin era aquel eldero que me quera poner una calle y me llam Pajarel, y adems en el da de la Virgen, pues me tomo la licencia de volverlo a resear, para regodeo, a lo mejor, de algunos eldenses. QU DA DE LA VIRGEN, MADRE!!! (y V) E n stas estaba cuando apareci ante m la co nocida puerta de entrada al Casino Eldense. Como todos los aos en Santa Ana. Pero entre las pocas personas que haba vi que sala alboroza do y me dio un fuerte abrazo. Pepe Rubio, eficiente y simptico conserje de la Sociedad. Me sent en un silln y l a mi lado, contndome incidencias que yo le reclamaba sobre el entorno de la vida del Casino, amigos, conocidos, etc. Tambin se acer c al verme mi amigo Pepe Gmez, extremo iz quierdo que fue, y de los buenos, en aquel primi tivo Deportivo Eldense. All estuvimos charrando largo y extenso de mil cosas, hasta que lleg la marabunta. Apa reci ante m el segundo de mi antigua panda ju venil de aquel da: don Joaqun Vera El Chi iii0U DA DE LA VIRGEN, MADRE!!! 141 mo, acompaado por su seora y Conchita Por ta, y all se acab mi descanso, pero antes de se guir debo dedicar unas lneas a este amigo, pues en aquel la panda de amigos era el de ms peso especfico por su personalidad y adems era hijo de fabricante de calzado y despus lo ha sido l mismo. Zapatos de suela vuelta, de los buenos. Fue el amo de Andaluca a nivel de simpata co mercial cuando viajaba sus fabricados. El hom bre de la eterna sonrisa. Mantente joven, Chi mo, que la vida es corta. Lo mismo le he deseado a tu compadre Pepito el Sastre. Dos grandes ami gos, s seor. A todo esto segua la juerga de abrazos y sa ludos. Ya no saba dnde haba dejado no el sombrero ni la Pjara Pinta y el Verde Li mn. All estaba yo, en medio del zagun, he cho un lo y a punto de desplomarme de can sancio. Pueden dar fe de lo que digo mis dilectos amigos Vicente Valer y Jos Miguel Ban, a los que, acompaado por su esposa el primero, tam bin pude saludar con gran efusin y alegra; pero no poda ms. Aprovech un clarito y sal casi fur tivamente por el jardn, a sentarme unos minu tos en un banco. Luego enderec el rumbo hacia el Campico, lugar donde vive mi hermana Li dia, junto a la Gran Avenida. Y dice el Campi co porque donde ella vive estuvo en lejanos tiempos la casica de Tragatoros, metro ms metro menos. Al pasar por la Plaza Sagasta me encontr con mi sobrino Jos Manuel , su esposa y sus dos simpticas hijas. Tengo la impresin de que es taban esperndome por si me fallaba alguna bie la. Pero no. Pude llegar por fin, aunque renque ando, a sentarme a descansar de tanto ajetreo. Estuve pensando, mientras repona fuerzas, en las maravi llosas horas vividas aquella maa na entre mis paisanos y amigos. Nunca pude imaginar que, despus de tantos aos, me con siderara y me saludara tanta gente. De todas maneras, pienso aquello que sola decir un char lista de feria que se llamaba don Salvador, cuan do rodeado de gran muchedumbre, soltaba su re moquete acostumbrado: Algo tendr el agua cuando la bendicen!. Pero, aunque soy un poco vanidosillo, como ya he confesado antes, yo s que un tanto por ciento muy gordo de la gran afec tuosidad y simpatas recibidas se deben a este simptico peridico semanal que se llama Valle de Elda. Por qu Muy sencillo, hombre; porque casi todas las semanas y durante varios aos estoy dando la lata a mis queridos paisanos con mis elucubraciones, dislates y repasos humors ticos de gentes y lugares de nuestro querido pue blo. De todas formas, precisamente por poderme aguantar y haber recibido de vosotros tantas sa tisfacciones y alegras, os envo a todos un fuer te abrazo y puedo terminar este trabajito tal como empez: Qu da de la Virgen, madre! !. LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (I) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) E sta inslita serie, por los motivos que en su mo mento justo leern sus mercedes, slo tienen principio y fin. Desgraciadamente, como otros in ventos mos literarios y hasta metafsicos que acabaron en el nefasto cesto de los papeles. 142 Pero aunque tenga que arrojar sobre m el lu dibrio y deshonor de los inventores fracasados, debo confesar aqu en pblica opinin lo que me ocurri con el invento de La Literatura Msico Vocal Imaginativa. Tengo para mis adentros que algn impa ciente lector ya estar pensando: Ya est el de la Horteta como siempre, con aadidos, parches y remiendos, sin ninguna relacin con el Tortas de su enunciado. Calma, congneres impacien tes, que la relacin directa de estos aadidos con el invento citado es cosa balad y de poca mon ta. Simplemente, enmascarar el fracaso del in ventor de la serie objeto de este trabajo. Los reciclajes esos! Y, sin ms demoras, paso a rela tar el motivo de mi confesin pblica. En contra de la opinin pblica de amigos y familiares, me person un malhadado da con el invento Msico Vocal Imaginativo en la Ofici na del Ministerio de Cultura destinada a estos me nesteres. Tuve la suerte en mi intento y, de sopetn, me encontr al final de un largo pasillo con un letre ro en una puerta que deca: Oficina de Inven tos de dudosa calificacin y utilidad pblica!. La lectura del tal letrero ya me sumi en principio en total desnimo, pero me acord en tan comprometido momento del to Calambres, un viejo eldense de mi barrio que en situaciones pa recidas sola decir: Vamos si hay que ir!. Y con gran mpetu empuj la puerta y me encontr de manos a boca con un seor con gafas y mangui to, leyendo un peridico detrs de un mostrador. Buenos das, seor!. El tal seor me mir por encima de las antiparras y me contest en for ma desabrida: Qu desea usted (Se conoce que estaba leyendo el resultado de las quinielas y le haba fastidiado mi presencia. Pues mire us ted, yo vena con este invento para patentarlo si es posible. Djeme ver qu trae usted y esp rese sentado si quiere. Le entregu una especie de memorial que yo haba instrumentado y me sen t a esperar. Como a la media hora oigo un autoritario Oiga! Venga usted aqu. Me levant, me acer que y not que su semblante ya no era el adusto del principio. Lo notaba un poco socarrn, con una especie de guasa y aquello empez a mos quearme. Dice usted que quiere patentar esto. Si, seor, qu le parece a usted Pues mire, caballero, si le digo lo que me parece a m, se mar cha rpidamente a su pueblo y se dedica a la cra de pardillos o vencejos (ya sali aquello del sam benito de mi abuelo Pepe Gonzlez el Pajari co), pero en fin, si se empea en patentarlo, all usted. Y, qu tengo que hacer. Pues muy sencil lo; haga una relacin de su invento en papel de barba, bien documentada. Le coloca una pliza de cien pesetas y me lo trae usted. Tambin tiene que acompaar el documento con un certi ficado de un doctor en Psiquiatra y l isto. Per done, seor, para qu me hace falta ese certifi cado del medico en cuestin. Pues hombre me dijo para que veamos que usted no anda por las ramas buscando nidos. Segu tragando mi infortunio al ver el reco chineo de sus ltimas frases, pero me rehice y le dije: Muy bien, seor funcionario. Ya le traer toda la documentacin en regla y un nido de mochue los como recuerdo. A estas alturas del relato, el de la Horteta ya se ha dado cuenta con verdadero dolor de que te nan razn los que pensaban en esos de los par ches y remiendos, pues ya deba haber sacado a colacin el verdadero significado de este trabaji to, que no es otro que el de rendir un modesto pero merecido homenaje a nuestro peridico Valle de Elda, pero en el inte me dedico a ello y al final apa recer el meollo que encierra el seor Ruitortas y su azarosa vida. Todo esto, claro, si no se me engancha al guna otra cereza en la relacin, porque de mo mento no se me ocurre lo que hubiera pasado si en vez de llevar el invento que le llev le endoso el de la cuadratura del crculo (invento tambin de mi cosecha, claro), para cuadricular en pocos minutos un bancal con un permetro en forma de patata. Seguramente, el funcionario se come el peridico que estaba leyendo, con quiniela in cluida. En fin, vamos con el invento del Reciclaje literario y el pequeo homenaje a nuestro ya vetusto peridico. Esta peregrina idea del invento me surgi una tarde en que estaba leyendo mi libro favorito, el del inmortal Manco de Lepanto! Este libro del in mortal don Miguel de Cervantes y Saavedra, como 143 digo, no puedo decir cuntas veces he saborea- ficante: Fue el libro donde aprend las primeras do sus pginas, pero les dar un dato muy clan- letras! LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (II) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) S i hombre, as como suena, pues siendo muy pe queo me present en una escuelita que hubo por la hoy calle de Menndez y Pelayo (creo), pa ralela a la calle Cervantes, y por mas seas fue una escuela de aquellas que surgieron de La Es cuela Moderna, uno de cuyos fundadores me parece que fue si mis cables no se me han cru zado Francisco Ferrer Guardia. Todos sabis que las primeras se aprendan en lo que entonces se llamaba el Catn y cuando me presente en la escuela ya me lo sabia de memoria, pues viendo a los chiquillos de mi barrio mayores que yo en sus penosos estudios de los palotes y con los con sabidos la C con la U, c; la B con la U, bu, pues eso que me aprend todo el Catn de corrido. Lo ms denigrante que vi en aquellos aos primeros es lo que le hicieron deletrear a un chiquillo de la calle de los Clrigos. Se pasaba todo el tiempo, se gn me contaban sus condiscpulos, con aquello de la 8 con U, bu; la BU con la erre y la O, BU RRO. Y es que el pobre chaval era muy corto... En cambio, de m decan que era espabilado, y no me alargo ms con estos recuerdos, pues preveo que el homenaje a Valle de Elda se lo van a tener que hacer mis nietos. Me present en la escuela, como he dicho, y el Maestro, que fue don Francisco Verd, oriundo de Las Casas del Seor (y aprovecho la ocasin para rendirle desde aqu un muy grande y carioso recuerdo), me dijo que tena que llevar el Catn para empezar a conocer la letras, etc. Yo le dije Don Francisco, el Catn ya me lo s de me moria, cmo es eso muchacho y dirigindose 144 a los alumnos dijo: Traedme un Catn que pa rece que aqu tenemos a un sabilongo!. Efecti vamente, le llevaron el Catn y se lo le de co rrido. Bueno, bueno, est bien. Ya veo que lo has aprendido. Y dirigindose a mi querida ma dre, que me haba acompaado en la presentacin de su Jos, como ella deca, le dijo: Pues nada seora, cmprele usted un libro no de primeras le tras, sino para aprender a leer y que venga esta tarde y ya veremos. Mi querida y santa madre se meti en una tienda donde vendan libros, explicando para lo que era y le ensearon varios. Pues ni corta ni pe rezosa cogi el ms gordo que vio y aquella tar de me present en la escuela con El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, con gran sorpresa de la mayora del alumnado y segura mente hasta el maestro pensara: Pues ya que lo has trado, te lo vas a tragar!. Y as hasta hoy. Empec con el Quijote y terminar con l. Puede estar contento su autor conmigo, pues si en el de licioso prlogo habla maravillas de cmo hacer para presentar su libro y que se conozca y se venda, conmigo habr visto desde el ms al l que le he dedicado toda una larga vida. Termino esta larga relacin con una primorosa cita del prlo go del Don Quijote: Es un contento y regalo o Ile o lele! . Vaya esto en honor del inmortal Manco de Lepanto. Por donde andbamos Ah, s! Que tengo que hilvanar el modesto y merecido homenaje a Va lle de Elda. Pues a ello voy y quiera Dios que no se me enganchen mas cerezas en la idea. Todo ocurri un buen da que me dijeron en casa: Pepe! Tienes toda la casa llena de peri dicos, revistas y papeles. Ya no puede ni sentar se nadie en una silla, as que tu vers: o los ven des como papel viejo o los tiramos a la basura. Aquella noche estuve pensando en la cues tin y Ilegu a la heroica decisin de salvar tan ta literatura de su destruccin en forma de trans formacin en cajas o envases de cartn para meter ignorados productos comestibles o de otros usos. Pues all surgi otro invento de los mos. Por qu no reciclar literatura de peridicos como se reciclan las alpargatas viejas para fa bricar tejidos, borras o alfombras. A la maana siguiente me levant dispues to a la batalla y al entrar en el comedor puse mis pecadores ojos en un peridico que haba encima de mi mesa de trabajo. Se trataban del ltimo n mero del Valle de Elda que haba estado ojeando la noche anterior, y, al verlo, me dije: Pues que te he visto, querido Valle el primero, t sers el motivo de mi nuevo invento. Adems, har un ho menaje en tu honor. Pero cmo llevar a efecto el invento Enseguida hall la solucin: Sealar con el dedo cualquier frase, estando el peridico abierto, sin mirar donde apunto y de all saldr la idea de una historieta y algo salvar de lo escri to antes de su destruccin. Pues dicho y hecho. Me acord del to Calambres y tir el peridi co al alto y al caer encima de la mesa abierto ce rr los ojos y puse el dedo ndice sobre una pgi na. Hombre, qu casualidad! Al abrir los ojos me fij en lo que haba debajo y qu creis que ha ba! ... Lea y propague Valle de Elda! Quede sorprendido, emocionado, pero un tan to triste, porque cmo desarrollar mi invento si haba resultado afortunado un anuncio Por eso, al comienzo de este escrito digo que este inven to solo tiene principio y fin. Pero bueno, de esto ha blaremos ms adelante. Ahora voy con el mereci do homenaje en forma de explicar algo sobre Valle de Elda, que conviene sepan los eldenses que lo lean y aun los que lo oigan leer. Vamos, algo as como la cita de don Miguel de Cervantes y Saa vedra en su precioso prlogo del Caballero de la Triste Figura. O el Ingenioso Hidalgo Don Qui jote de la Mancha, como quieran. All por la dcada de los aos cincuenta, no recuerdo bien si el 540 el 55 de este siglo, se reu nieron tres o cuatro amigos elderos de pro y fer vientes amantes de las bellas letras. Estos caballeros, que aquel da seguramen te estaban inspirados, decidieron dar vida a un proyecto largamente acariciado en sus ansias li terarias: la fundacin de un peridico semanal! S, queridos amigos, as como suena. Y aquel da vio la luz una gran mejora cultural: Valle de Elda!! Semanario de Informacin local, deportes y espectculos, segn rezaba y reza en la cabe cera del peridico. Lo ms extraordinario de esta publicacin eldense es que ha batido todos los tiempos de per manencia de los numerosos peridicos y revistas que en Elda han sido a lo largo de este siglo. Es decir, que suma ms nmeros Valle de Elda hoy que todos los brotes periodsticos juntos que yo he podido conocer a lo largo de mi vida en esta ciu dad, desde El Centenario de 1903 hasta nues tros das. Comprenderis, queridos coterrneos, que estos chicos se merecen un sobresaliente en su amor a nuestro pueblo. Yo por mi parte, cola boro con este humilde trabajito literario y vive Dios que dejar salir todas las cerezas de mi ima ginacin en honor de tales merecimientos. Me consta, sin embargo, que los padres del que rido Valle no son muy dados a alharacas y li sonjas, pues me parece que son de los que pien san que gallardete y bambalinas no hacen ms fructfero el amor a su pueblo y a sus gentes, sino el trabajo callado y tenaz. Bueno, pues res petemos sus inclinaciones particulares y solo aado: Que vivan los eldenses de pro!. ROS. ,. 11}11 .`4SiNANDO PAM! , TO171115 145 LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (III) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) pero, siguiendo con el orden del modesto ho menaje al peridico y a sus fundadores, apro vecho la ocasin para colocar en primer lugar unas frases de un articulo que apareci en el ex traordinario de Valle de Elda de septiembre de 1989 y dedicado a Jos Alfonso, juglar monovero de la l iteratura y asiduo colaborador que fue del peridico. Dicen as las frases citadas: And bamos un grupo de amigos sacando a trancas y barrancas este semanario ya cinco aos, etc.. Pues ah esta el meollo de la cuestin! Caminar con trancas o bastones y pasar barrancas de in diferencias unas veces y barrancas de orden pe cuniario, otras, para llegar hasta hoy con el n 1794. Viva mi pueblo! En segundo lugar, como homenaje, tambin paso a ser el protagonista. Saben mis queridos coterrneos y forneos eidenses dnde conoc yo por primera vez a Valle de Elda Pues en Caracas (Venezuela) patria del Libertador Simn Bolvar. Resida yo en aquel pas aorado varios aos y un feliz da recib una carta voluminosa y den tro de ella una hoja -recorte de Valle de Elda. Me la envi mi hijo Manolo Jover Garca con motivo de la inauguracin de una emisora de radio que estuvo en unos salones traseros de la iglesia de La In maculada (barrio de la Fraternidad). Yen dicho re corte apareca mi hijo, pues fue uno de los locu tores de aquellos primeros das de la emisora. Como es natural, me llev una gran alegra al recibir aquel soplo de nuestro valle estando tan lejos de l. En posteriores viajes a m querido so lar tuve ocasin de or dicha emisora y escuchar la voz de mi hijo, por cierto un tono de voz pasto so, dulce y claro muy especial para micrfono de radio o televisin y me hubiera gustado mucho que 146 siguiera aquel la senda de trabajo, pero al pare cer a l no le gust mucho tal ocupacin y lo dej estar, siguiendo otro camino. Ahora le toca el turno a explicar el porqu de que sea el fin de esta serie nada ms nacer. Ya es hora de que retome la idea primera y me deje de ocurrencias diversas, que esto parece ms bien un trabajo l iterario hecho a tongs... Alto, alto! ! Queridos y sufridos celtberos, ya se me ha esca pado otra palabreja eldense. Y lo malo no es que se escapen palabras antiguas y ya casi en desu so. Lo malo es que, como en ocasiones anteriores, debo dar cumpl ida expl icacin de a qu se dedi ca tal palabra. Pues nada, pongan mucha aten cin a vuesas mercedes, que dar amplia satis faccin a los que desconozcan su uso, para que no se acabe de perder en el olvido como tantas otras de la antigua cultura eldense. En esta ocasin y para que se comprenda me jor la uti lidad de tal expresin eldera, har una es pecie de dibujo grfico -mental tomando como base los sabrosos frutos de la higuera. Vamos a suponer que usted tiene una finquita en el campo y en ella una hermosa higuera, ce nicienta, cosena o de la casta Abanilla, esto es igual. Estamos a ltimos del mes de junio y su r bol est rebosante de atrayentes frutos. Entonces se acuerda de que a su seora mam poltica le gustan mucho tales delicias y le dice a su mujer: Oye, Asuncin! Voy a coger una cesta de brevas para tu madre. cuntas le pongo. Pues no s Manuel, ponle bastantes, pues ya sabes que a ella le gusta mucho presumir de la finca de su yerno. Unos tres o cuatro kilos, digo yo, por si reparte a la familia. Pero procura ponerlas bien, que el ao pasado ya sabes que llegaron todas chafas y le supo muy mal. Conocidos ya los pormenores de la opera cin, tiene usted que proveerse de una cesta de fondo plano para colocar las brevas de pie y nun ca con el pezn hacia abajo, porque el peso del fru to estropea su figura. Deber coger las que estn rayas, pues es sabido que las que no lo estn siempre han sido para los eldenses conocedores de articulo, simples sirotes. Y vamos con la ex plicacin final. Como hemos dicho, coloca usted las bre vas primeras de pie en el fondo de la cesta, y cuando est cubierto lo tapa con unas hojas de rbol y ya tiene usted la primera tonga de bre vas. A continuacin coloca ms brevas y hojas en cima hasta que tenga la cantidad deseada. Y sabe que cada vez que cubra con hojas una hi lera de brevas es una tong. Creo que he ex plicado el asunto con claridad. Lo que no puedo explicar es la raz etimolgica de la palabra ton ga. Para esto le sugiero se dirija a sesudos co terrneos, que los hay en nuestro pueblo, y le darn cumplida satisfaccin a sus deseos. Yo, por mi parte, voy a descansar un poco, pues el deta llado asunto de encestar brevas ha sido un cho que demasiado fuerte para mis cansadas me ninges, pero prometo volver con nuevos bros para seguir con este serial. Pues s, queridos troncos. Aqu estoy otra vez, plumas en ristre (perdn, seores, perdn. Es singular, pluma solo; es el sino atvico de ser pajarico), para explicar la muerte de esta serie que encabeza mi trabajo. Dos son los motivos para que e no pueda seguir adelante la tal serie. Uno, el cre maststico y otro, el literario. Me explico: Ya han ledo que en el sorteo que hice a dedo para reciclar un texto peridico sali favorecido Va lle de Elda. Aqu no hay problema econmico al guno, pues el peridico se anuncia a s mismo y con su pan se lo come, pero... Imagnense que topo con el dedo donde dice: PRODUCTOS MATALAUVA! Encurtidos en gene ral a base de vinagres de primera calidad, con pro fusin de yerbas aromticas como son el tomillo, hinojo y otras. Lleve nuestras ricas cebollitas, pi mientos y cornetas picantes. Especialidades: oli vicas de Onil y tomates en aguasal. No lo olvide: PRODUCTOS MATALAUVA! ! ). Es decir, que si sale este anuncio en la elec cin del dedo creen ustedes que el peridico in sertar en sus pginas mi trabajo en el que apa rece un anuncio de gaote No, seores mos. Seguramente la administracin del Valle de Elda me dir: Seor de la Horteta! Vaya usted con sus encurtidos a la feria de Albacete y no vuelva. Y tendra toda la razn del mundo. En cuanto a la otra vertiente del asunto es to dava peor, pues aqu ya entrara la justicia acu sndome de plagio literario, pues aqu no es como en la msica, que puedes copiar hasta cuatro compases de una partitura u obra musical para hacer tu pera particular. En literatura tendra que desarrollar el trabajo a base de nombrar conti nuamente la procedencia y el resultado seria el pe nal de Chinchilla o el de San Miguel de los Reyes. LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (IV) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) Terminado felizmente el tema de mis infelices I e intiles inventos. Todos a la porra y al olvi do con oprobio. Pero entre ellos hubo uno que es mi orgullo y alegra: El Retablo Singular de Probos Eldenses! A l seguirn subiendo todos los eldenses de pro, con sus correspondientes 147 panoplias en campo de gules y el correspon diente len en el centro. En la ma ir un arris cado chulan en campo de panicardos y en madera de sauce, que denota la poesa y el sen timiento humilde, pero acerado como sus ramas, de mi pueblo. Prometo por lo tanto que no habr ms in ventos si no tengo la seguridad de que sirvan para algo prctico, pero tambin prometo que cuando en la relacin de mis dislates literarios sal ga alguna palabreja enganchada en tal relacin, dar cumplida explicacin de su origen, para que no se pierda en el olvido. Y tengo que decir que de estas palabrejas tengo un saco recopilado, as como de refranes populares con retranca y pala bras batuecas, pero esto es otra historia. Va mos con el Tortas. Estaba yo un da en animada pltica telef nica con mi di lecto amigo Alberto Navarro y en el curso de la misma me pregunt: Bueno Pepe, qu haces ahora. Pues nada, hombre, aqu estoy sumido en gran confusin pues quiero de sarrollar mi historieta con protagonista y no s qu nombre ponerle, si Matas, Francisco que es Pa chi, Apolinario o qu. Caramba, qu nombres ms poco inspirados, con la imaginacin que t tienes! me dijo. Yo que estaba harto de barajar nombres en mi imaginacin, le dije: Bueno, dime t uno. Pues chico, no s que decirte, querido amigo. Ponle Sisenando mismo. De esta forma naci el nombre de mi hroe. Lo que no saba mi amigo es que se haba con vertido en padrino y haba colaborado en una se rie que se titula Dame pie y te contar una his torieta y escrito est para los restos. Lo que no le pregunt a mi amigo es si el tal Sisenando est en el Santoral, si es un rey godo o qu. Un da de estos se lo preguntar, pues es muy dado a investigar en archivos y bibliotecas y sabe casi todo de la historia de nuestro pueblo. Hombre, sabe hasta cmo llamaban a nuestro Vi nalop los moros cuando habitaban aqu. No les digo ms, pues si lee esto mi amigo puede son rojarse. Corramos un tupido velo a la historia y a continuacin vamos ya de una vez con Sise nando. 148 En un lugar de Castil la, muy cercano de Vi var de Burgos, vino al mundo nuestro protagonista, de familia humilde y campesina. Nada hubiese movido a este mozo a mar charse de aquellas tierras buscando nuevos ho rizontes, pero el apellido materno y sus derivados acabaron aburrindole y aprovech el servicio mi litar, que le dio como destino el Regimiento de la Princesa, en Alicante, acabando en el valle de Elda como hacendado agricultor. Pero no adelan temos acontecimientos, pues hay que hablar de cada cosa a su tiempo y las brevas en Adviento (no estoy seguro de s este refrn es as; si no lo es, disimulen la barbaridad). He pasado hace aos varias veces por el ci tado Vivar, que es un pueblecito muy simptico, situado a la izquierda de la carretera de Santan der a Burgos. All me par muchas veces en mi pe regrinaje por Espaa y en mi segundo o tercer via je no se llamaba slo Vivar. Tena un hermoso rtulo a la entrada del casero, donde se lea: Vivar del Mo Cid. Ya saben mis esclarecidos co terrneos, y an los ms displicentes, que esta lo calidad, rodeada de campos de trigo es la patria chica del celebrrimo don Rodrigo Daz de Vivar, El Cid Campeador, que all naci para honra de la historia de Espaa. En uno de aquellos viajes aparqu mi ca rrito fuera de la carretera y me qued absorto mi rando el cartel de Vivar y pensando en las haza as de tan alto personaje. De pronto, llegaron donde yo estaba varias campesinas en alegre tropel , que al ver el vehculo donde yo estaba asomado se quedaron mirando y una moza, se guramente la ms atrevida, me espet: Oiga se or! Nos lleva a ese pueblo. Yo, al pronto me qued un tanto cortado, pero al ver la direccin que sealaba su brazo le dije: Qu pueblo, seori ta No veo ningn pueblo. S hombre de Dios. No ve aquellas cuatro casas que hay en aquel ote ro Pues aquel lo es el pueblo que le digo. No l le ga a una legua el camino y vamos all porque es tn en fiestas. No oye los truenos Yo medit rpidamente la cuestin y decid no meterme en aventuras, dicindoles: Lo siento, seoritas, pero se me ha hecho un poco tarde y tengo que llegar a Burgos enseguida. Bueno, hombre, bueno dijo, al tiempo que iniciaban una rpida marcha por un camino de tierra que llegaba seguramen te al lugar sealado. Pero, cuando ya se haban re tirado un buen trecho de donde yo estaba, se vol vi la moza que me haba pedido que si las llevaba ya voz en grito me dijo: Pues no sabe lo que se pierde usted, porque los Ajofaifos son gente muy simptica y divertida. Yo le dije gritando: Oiga! Oiga, seorita! Qu es eso de Ajofaifos Cmo se llama ese pueblo. Pero ya no me oyeron y si guieron con la algaraba de sus risas y gritos ha cia donde iban. Que result ser, por posteriores in dagaciones que hice, el lugar de donde haba sa lido el bueno de Sisenando. Me qued sin el nombre del lugar o lo que fue ra y slo con eso de Ajofaifos. Sera este el gen tilicio de los habitantes de tal sitio Pues no s, porque un nombre que se parezca a se slo me suena Ajofrn, de la parte de Granada, creo. En fn, dejemos esto y comencemos con los azares del Tortas. LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (V) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) E l apellido Ruitortas de su querida mam le tra jo muchas molestias y desazones a nuestro protagonista, pues ya de muy chico dieron en lla marle todos los arrapiezos del lugar El Tortas. Consecuencia de ello fue el juramento que se hizo un da: Largarse de all en cuanto tuviera ocasin! Y sta se le present cuando llamaron su quinta, que ya hemos dicho que fue a parar a Alicante. Una feliz tarde que se encontraba paseando con otros caloyos de su compaa, conoci a una chica de forma casual y parece que fue un ver dadero flechazo, pues a los pocos das ya eran me dio novios con ganas de serio enteros. La seorita en cuestin era de Elda. Hija nica de un campesino de buena finca, situada a las faldas de Boln, mirando a las Caadas y muy cerca de la casa el Tite y de una pequea huerta que haba por all. Tierras de esta finca, como digo, frescas y arenosas, con buenos ban cales de vias y almendros y piezas en las que hasta cosechaba buenos melones y sandas. En secano!!... no les digo ms. En fin, una Arcadia de las que se perdieron en el valle de Elda. No hace mucho me llev mi sobrino Jos Manuel Hernn dez Jover a recorrer aquellos parajes y me dieron ganas de llorar. Un pequeo valle situado entre Bo Ion, Camara y Las Barrancs, al que me refer hace tiempo en un trabajito titulado El camino del Ma rn como el futuro lugar de descanso de los el denses, convertido en chatarra, fbricas y basu rero. Seguid, seguid, esforzados eldenses. Cuando en el valle no quede sitio ni para plantar una le chuga, an quedarn las cimas de los montes que nos rodean. Entonces ser el valle de Elda vuel to del revs. Pero volvamos a los novios, pues las rela ciones se hicieron firmes y la chica le dijo a su no vio el soldado todos los detalles de sus padres, donde vivan y otros datos interesantes que fue ron muy clarificantes para Sisenando. Adems, la chica tena que volver a su casa, pues haba es tado unos das con un familiar que se encontra ba algo delicado y que ya estaba bien. Quedaron por lo tanto en que la acompaara, pidiendo el oportuno permiso a los mandos, y aprovecharan la ocasin para presentarse a sus padres, ya que sus intenciones eran muy honestas y firmes y pensaban casarse al terminar la mili. LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPL1EGA RLIITORTAS (A) EL TORTAS 149 Pues s, seores mos. Se present el ncli to Sisenando con su novia en la casa de sus fu turos suegros. Examin el feliz futuro que le aguardaba a la vista de aquellos campos, que se ran de su novia como heredera universal, y l, que no tena ms que sus brazos y su honestidad, se dijo: Tate, Sisenando! Aqu has anclado para los restos. Por su parte, los padres de Emrita que as se llamaba su novia se lo pensaron bien y le die ron permiso para festejar con su hija y ya veran andando el tiempo. Pero no anduvo mucho, por que a los cuatro o cinco viajes que el mozo hizo a Boln dieron su conformidad para el casorio, con vencidos de la buena disposicin del muchacho castellano y, como ellos eran ya bastante mayo res, y vean a su hija feliz pues velay!, que di cen en Val ladol id. Se casaron un venturoso da en Santa Ana, con gran acompaamiento de gentes castellanas que llegaron de las tierras del Cid Campeador. Precisamente aquel da me enter del nombre del pueblecito donde haba nacido nuestro hroe: Ajofronte Alto! Hombre as cual quiera. Ahora me explico lo de ajofaifos que me decan aquellas mozas frente a Vivar del Mo Cid. He pensado, queridos coterrneos de la ciu dad y sus suburbios, que, llegados aqu en esta historia, hay que hacer un corte en la misma, como hacen en algunas pelculas cuando el guio nista no sabe qu contar y, para no aburrirnos y quedarnos dormidos, nos trasladamos a quince aos despus de la boda del Tortas. Segua feliz y tranquila la vida del matri monio en la Umbra de Boln. Ya haban nacido tres hijos, dos varones y una hembra, y el bueno de Sisenando se haba impuesto en la adminis tracin y explotacin de la finca de su mujer y por lo tanto suya, pues sus paps polticos ya eran bastante mayores y slo ayudaban en lo que po dan. La mam, al cuidado de las gallinas y re cogida de huevos, y el pap, cuando era el tiem po, a recoger higos de las higueras y ponerlos a secar encima de caizos para hacer pan de higos, que luego venda por las tiendas del pueblo. Una de las buenas cualidades de Sisenando era su sentido del aprovechamiento. Haba imbuido 150 a sus hijos la buena costumbre de no volver nun ca a casa con las manos vacas. As que los chi cos, cuando volvan de la escuela o de donde fue ra, tenan que aportar algo aprovechable al hogar. Aqu unos alambres, all unas maderas o tablas y acull un soporrn viejo de cualquier cepa o rbol; el caso era llenar una especie de almacn que haban construido al lado de la casa y, como deca l: (Algn da servir para algo!. A todo esto, nuestro protagonista se haba ol vidado ya del remoquete que tantos sinsabores ha ba causado en su infancia entre las gentes de su pueblo. Eso de el Tortas. Nos encontrbamos ya en la segunda dece na de este siglo y un venturoso da se fund por aquellos andurriales de Boln algo inslito: La Multinacional del Costalico! A nivel local , cla ro, sin americanos ni gentes forneas. Tal acon tecimiento amerita una detallada explicacin de la importancia del mismo y a eso voy de contado. Una maana se encontraba nuestro hombre recorriendo las lindes de su finca, por la parte de La Pat, cuando vio a dos individuos que es taban cogiendo bojas, de las muchas que por all haba. Le llam la atencin tal ocupacin de aque llos elementos y, como ya estaban casi dentro de su propiedad, los llam a captulo. Qu hacen ustedes por aqu hermanos les dijo en tono un tanto adusto. Nada de particular, buen hombre dijeron estamos cogiendo lea para hacer un costal y llevarlo al pueblo para venderlo y ganar nos unas perras. Bueno, bueno. Tenis que sa ber que yo soy el dueo de esta finca y no me lla mo buen hombre. Me llamo Sisenando Pampliegas Ruitortas, estamos. Si, seor Sisenando, pero usted no es el que l laman el Tortas Santo Dios, qu hubo odo el pobre Sisenando! Cmo ha ba podido llegar al valle de Elda aquel sambenito tan mortificante de su vida Pero pens segui damente que lo haban dejado como regalo de boda cuando vinieron a su casamiento las gentes de su pueblo. Reprimi su indignacin y, diri gindose a los leadores, les espet: A m me lla mis, si volvis por aqu, seor Sisenando o Si senando a secas, pues al que me diga el Tortas le pego un tiro de sal que se va a estar rascando un ao. Y, para que veis que soy de buen con formar, os perdono esta vez y podis largaros con viento fresco. As lo hicieron con toda pestreza los dos eldenses, pero en el camino de vuelta na ci otro de los nombrecitos que tanto abundan en nuestro pueblo y a cuya difusin tan dados son el denses. Oye, Pascual! Te has dado cuenta del nombrecito que tiene el to ese pregunt el uno. S, hombre, s; ya me he percatado contest el otro y la verdad es que a eso de Sisenando es toy pensando en cambiarle la hora de comer. Le vamos a llamar To Sicomiendo! Te parece. Y con el To Sicomiendo se qued en el valle de Elda para los restos. LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (VI) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) p pero, volviendo a nuestro protagonista, aque lla noche estuvo pensando en los costalicos que hacan y vendan aquellos hombres y se pro meti hablar con ellos en la primera ocasin que los viera por all. Pens que tena en la cuadra una mula de mucho poder, que no haca otro trabajo que la labranza de sus tierras. Tambin tena un lucido borriquillo, cuya principal ocupacin era tra er cntaros de agua del prximo Posico Alonso, en las faldas de Camara. Y le fue surgiendo una idea que se fue robusteciendo, pues en sucesivos das vio a otros leadores por los alrededores y se le ocurri ponerla en prctica en cuanto pudiera hablar con alguno de ellos. Estaba empezando a nacer La Multinacional del Costalico! Aqu conviene un receso literario para dar cumplida explicacin a unos detalles que no ha cen mucha falta a los eldenses de edad madura, pero s la hacen a los jvenes, que pueden pen sar que me pierdo en divagaciones esotricas. Es bien sabido por lirios y Troyanos que en las calendas en que se desarrolla historia tan apa sionante como la de el Tortas, a principio de si glo, en Elda poda haber, como mucho, media do cena de cocinas de esas que se llamaban econmicas, es decir, a base de carbn mineral, y esto slo en casas muy principales. El resto coci naba en sus casas a base de lea unos y con car bn vegetal otros. Los primeros, en el santo suelo de la cocina yen hornillos los segundos. Es decir, que los padres del gas butano fueron los cos talicos, bien para frer un huevo por su corta densidad calorfera o para ayudar a encender el carbn en el hornillo o la lea en el santo suelo. Para conseguir los tan mentados costalicos haba varias vas de suministro. Los vendan has ta en las tiendas de comestibles y no era raro es cuchar: Oye, nene, veste a la tienda y trete un costalico, pues esta lea est muy verde y no arde y me parece que hoy no comemos. En una noche urdi Sisenando el plan para hacerse con el suministro de lea y costalicos al pueblo de Elda. Al da siguiente habl con los muchachos que haba encontrado haca das y les dijo si les convendra llevarle a l los costales de duciendo una pequea ganancia, y as se aho rraran el penoso viaje cargados hasta donde los vendan antes. Adems, de esa forma tenan ms posibilidades de ganancia, pues el tiempo que em pleaban en ir al pueblo lo podan dedicar a reco ger otra carga y dejarla igualmente all mismo. Aqu hubo un completo consenso entre las partes y se comprometieron a pasar el dato a otros com paeros leadores, ofrecindose por aadidura para acompaarles en los primeros viajes de dis tribucin y ensearles sitios de ventas, tales como LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (A) EL TORTAS 151 tiendas, hornos de panaderos y hasta casas par ticulares, donde tambin se vendan al detalle los costalicos y la lea. Empez su negocio el castellano, aunque ms que una multinacional era un monopolio de leas y bojas para atender a las cocinas eldenses. El negocio iba viento en popa y cada dos o tres das llegaba a Elda el carro de Sisenando bien carga do, con su mula y su borriquillo haciendo de mo tores, pero con gran preocupacin de estos se movientes, pues vean que les haban aumentado la faena y ya estaban pensando en dirigirse un da a su amo para pedirle aumento de cebada y paja para las horas extras de trabajo. Un aciago da, sin embargo, surgi la ca tstrofe. Caminaba nuestro hombre como siem pre por el camino de Las Caadas buscando el ca mino viejo de Monvar por la casa Costillares para pasar el paso a nivel del ferrocarril delan te de ta Gervasia. Al pasar las vas se tras tabill una rueda entre los rieles y estuvo a pun to de volcar, sufriendo la rotura de dos radios y el esclavijamiento de otro. Como pudo, el asus tado Sisenando condujo el carro hasta la prxi ma carretera de Monvar, que estaba a pocos metros, y cuando ya lo tuvo aparcado a la orilla en la cuneta, se qued mirando la averiada rue da y pensando en su mala suerte. Menos mal que en aquella angustiosa y dramtica situa cin acert a pasar por all un hombrecico con su carro, conducido por un borriquillo moruno, que se par en la carretera, pues haba visto de lejos el percance. Qu le ha ocurrido a usted, buen hombre le dijo al atribulado Sisenando. Pues ya ve, que en las vas he estado a punto de vol car y una rueda ha estado a punto de romperse. Ahora voy a ver si puedo llegar, poco a poco, al pueblo y a ver como se arregla esto. Y de donde viene usted pregunt el del borriquillo moruno. Pues de mi finca, detrs de Boln, pero hay muy malos caminos. Entonces usted es el to Sicomiendo. Oiga, amigo! contest 152 muy enojado nuestro protagonista A m me llaman Sisenando Pam pliegas Ruitortas y as puede usted llamarme cuando quiera, pero nada de cosas raras, estamos Adems, usted viene de Monvar creo y ya ha llegado hasta all el sambenito. Bueno, bueno, seor Pampliega. No se amontone usted, que en estos pueblos eso de los motes es moneda corriente y no se esca pa nadie. Sabe usted cul es mi nombre Pues me llaman Saturio el pellejero y eso viene de mi abuelo, as que ya ve usted que no debe dis gustarse porque le llamen lo otro. Eso est muy bien, pero yo, cuando me dirija a usted le lla mar Sarnacho, si no le parece mal. No hom bre, no; llmeme como quiera, que yo ya estoy acostumbrado. Pero, volviendo al delicado esta do de su carro, me ha parecido orle decir antes que pensaba ir poco a poco a Elda para que le arreglaran el estropicio. Y de eso nada, amigo. Tenga en cuenta que si coge un bache de los muchos que hay se le esclata la rueda y va pa tas arriba y mata usted la mula y el burro. Pues qu puedo hacer, querido amigo si me permite que se lo diga. Si que me lo puede de cir y me honra con decrmelo yen el inte le explico lo que debe hacer. Lo primero, ponga unos toscos en las ruedas para que no se mueva el carro; lue go, suelte los mozos de las varas y djelos a la sombra de esa olivera que tiene ah, bien atados, y, para terminar, vngase conmigo al pueblo, que ya le indicar donde ir para buscar ayuda. Est bien, amigo mo. Pero cmo voy a dejar a los ani males aqu solos. No se preocupe hombre, que no se lo llevarn. Los tiempos de Jaime el Barbudo ya pasaron. Adems, lo primero que haremos es avisar a la Guardia Civil de lo ocurrido y ellos, en sus correras normales, echaran un vistazo a su hacienda y no pasar nada, como han hecho siempre estos benemritos guardadores de la ley (Dios bendito, s esto ocurre ahora... A fe que en media hora no quedaban ni carro ni animales ni una boja de la carga). LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (VII) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) S alieron muy ufanos camino de Elda los dos nue Ovos amigos y en el camino le cont el monovero cul era su negocio. Vena a Elda cada dos o tres das para cambiar trapos, alpargatas viejas y pieles de conejo, por lo que entregaba robustas piezas de cermica de la regin. Por dos pares de alpargatas, una taza. Por dos pieles de conejo, una fuente, y por las cuatro cosas juntas, un orinal tipo estndar, es decir que, servia para aguas mayo res y menores. Bueno, bueno, seor Pampliega. Vamos con lo suyo, que es lo ms importante dijo el mono yero cuando llegaron al pueblo Yo avisar a la Guardia Civil, porque tengo que pasar por all, y usted se va directamente a ver al to Quit. Este es un seor que tiene comercio y obrador de co sas de talabartera y asuntos de carruajes. Si el to Quit no le puede arreglar su papeleta no se preocupe, pues es un eldense muy impoitante y co noce bien todas estas triquiuelas del transpor te con semovientes. Ya le mandar l a quien le pueda resolver su problema. Efectivamente, Sisenando se present en el Ayuntamiento para enterarse de dnde viva el to Quit y un guardia le dijo: Mire, usted vaya por esa calle arriba hasta la iglesia, que est muy cer ca, la rodea por la derecha y enseguida se en cuentra con la entrada de la sacrista y tambin a la derecha ver usted una callecita muy corta y all est el comercio del To Quit. No tiene pr dida. A la entrada de esta calle, haciendo esqui na, est Salutica la de los muebles y en el centro de la calle est la casa que busca, al lado de la farmacia Tamayo. (La verdad es qu solo le fal t al guardia dibujar un plano de la situacin. Hubo suertecilla, pues all, a la puerta de su comercio, estaba el To Quit, con su oronda y ri suea cara, con las gafas puestas y delantal obs curo y largo, propio de su oficio. y Pronto, y con la consabida hidalgua elden se, atendi al atribulado Sisenando el repetido se or Quit. Yo, seor mo, no me dedico a esos me nesteres, pero vaya usted de mi parte a un aperador que hay a la salida del pueblo yendo a Petrel y le atendern enseguida. Muchas gra cias, muchas gracias le dijo nuestro protago nista. De nada hombre, de nada. Vaya usted con Dios concluy el to Quit, aadiendo: Que tenga suerte!. Aclaracin al canto: si nombro con tanto reiteracin y respeto al seor Quit es porque le conoc a l, lo mismo que a su querida familia, y hasta alguna vez le vend el Heraldo de Ma drid. Y si hago uso aqu de su figura literaria es para recordar en esta ocasin a un eldense de pro, de los de antes. Lo nico que siento es que no me lleg nunca su nombre, a pesar de que pa saba, en mis tiempos de periodista de calle, to dos los das por su puerta. Hasta recuerdo que un da que iba yo a entregar un peridico a un cliente de la prxima calle de San Roque y me dej a mi to Gaspar el ciego aparcado al sol, me dijo el To Quit: Hombre, pon al to Gaspar a la sombra, que se va a derretir (Estbamos en agosto). Pero todo esto de aprovechar slo mi me moria para estos detalles de nombres me ocurre por residir en Alicante. Si residiera en Elda me ayu dara de la Pjara Pinta y el Verde Limn (se trata de dos bastones) para, o bien en el Casino Eldense o preguntando a los mas viejos del lugar, como vulgarmente se dice, llegar a la total iden tificacin, como en otras ocasiones ha ocurrido con otros eldenses. Aqu cierro la aclaracin. Sali raudo y veloz el preocupado Sisenando y pronto encontr lo que buscaba. Este especia lista de los medios de locomocin antiguos le atendi con gran presteza, dicindole: Nada, 153 hombre. Usted tranquilo. Vyase usted a comer algo por ah y despus vngase aqu y sin demo ra iremos con un carro para traernos la rueda averiada y que usted pueda llevar sus animales a su casa. Al mismo tiempo, aqu mi compadre y yo dejaremos su carro bien calzado hasta que volvamos con la rueda lista, dentro de dos das vuelva usted a primera hora y nos acompaar hasta el sitio. Como es natural, traiga los animales cuando venga para ac y los puede dejar atados donde estn ahora. Ponemos la rueda y paz para todos. Amn. He dicho paz para todos Pues no, seor, paz para nadie. Sisenando y sus, mecnicos acompaantes llegaron donde estaba el carro averiado. Sujetaron bien el armatoste aquel y se volvieron para el pueblo, no sin antes recordar les stos que dentro de dos das tendra listo el asunto. Sisenando cogi sus animales y se mar ch a casa. El da siguiente amaneci radiante y con buenos augurios al parecer, pero a primera hora de la maana se present en casa de nuestro h roe un propio, en forma de guardia de huerta, con una citacin urgente del seor Alcalde que por cierto los cronistas locales no me han aclarado si se trataba del To Chuchin (don Jos Joaqun Gon zlez, prestigioso industrial de pastelera y cho colates artesanos, con domicilio precisamente enfrente del Ayuntamiento y del horno de la ta En carnacin) o si se trataba de la persona de la que, de siempre, en das de elecciones, se sola decir: Y la semana que viene toma la vara Beltrn! (conocido doctor en Medicina, don Manuel Beltrn, con domicilio en un gran edificio neoclsico creo que se ve de frente cuando subes por la calle Nueva Arriba). Y aprovecho la ocasin para sig nificar, segn mi modesto saber de estas cosas, que es el nico edificio con entidad que nos que da de la Elda de ayer en el ncleo urbano. LA AZAROSA VIDA DE SISENANDO PAMPLIEGA RUITORTAS (a) EL TORTAS (y VIII) (De la serie Reciclaje literario de pginas obsoletas) L ey con mucha atencin nuestro hombre el do cumento oficial y se le cambiaron los colores de la cara A qu viene esto, seor guardia. Pues hombre contest ste como quiera que ayer no lleg al pueblo el suministro de lea y cos talicos, han andado de cabeza al parecer, sobre todo, los hornos, pues ha habido alguno que para cocer sus tandas de pan ha tenido que echar mano hasta de algunos muebles viejos, y el pue blo est muy revolicao y amenazando manifesta ciones masivas, pues no ha quedado ni un cos talico en sitio alguno. En fn, presntese usted sin demora en el Ayuntamiento, pues el Alcalde est que trina. Yo me voy a mis obligaciones. 154 As lo hizo nuestro atribulado amigo y con toda presteza se present ante el seor Alcalde, el cual le espet de entrada: Seor Pampliega Ha estado usted a punto de desencadenar un gran conflicto local y todo por ese monopolio que usted ha establecido de lea y costalicos. He or denado requisarle el contenido de su carro y en este momento ya traen hacia ac la lea necesaria para el normal suministro de hornos y viviendas. Presntese usted cuando quiera en el negociado correspondiente y all le abonarn el importe de la mercanca contra el recibo tambin correspon diente. (Al llegar aqu descans el Alcalde, pues el parlamento haba sido largo y enrgico. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA No se inmut el de Ajofrante Alto y dijo: Se or Alcalde, yo no tengo la culpa de que me haya averiado el carro. S le interrumpi el seor Al calde, ahora ha sido la avera de la rueda, otro da puede ser que se le constipe la mula o cual quier otra circunstancia. Djese de monopolio y de dquese al laboreo de su finca o a lo que quiera, pero nada de monopolios que tengan al pueblo en vilo. Aqu reaccion algo disgustado Sisenando, aunque un tanto errado (sin hache): Seor Al calde Con todo respeto le digo que yo tengo de recho a ese negocio, pues para eso pago im puestos y con todo derecho le digo, con el consiguiente respeto a su autoridad, que segui r trayendo mi carro de lea y costal icos como has ta ahora. Ante tal desabrida y soberbia exclamacin, se revisti el mandams municipal de toda autori dad y con gran serenidad y solemnidad le dijo: Est bien, seor mo: usted tiene todos esos de rechos que aduce y para eso paga diez reales por cada carro de lea que introduce en el pueblo y que le abona al consumero correspondiente. Sin em bargo, mi autoridad har uso de todos los resor tes legales en la exaccin de impuestos por di versos usos de la va pblica y otras gabelas y cada carro que entre en Elda con sus mercanc as pagar cuarenta duros Que le abonar en el acto al consumero correspondiente. Est clara la cuestin Pues hemos terminado. Puede mar charse a sus ocupaciones Don Sisenando Pampliega Ruitortas (a) El Tortas y, ya para siempre, el To Sicomiendo, sali camino de su casa lvido y cabizbajo y por el camino de La Pat, que era el ms cercano a sus campos, rumiaba aquello de los cuarenta duros! Mucho ms de lo que cobraba l de un carro en tero de lea y costalicos. Y cuando hubo subido la cuesta de las faldas de Boln, frente a la casa el Conejo, se dijo: Sisenando... Vamos a dejar el ne gocio este y dedicarnos a nuestros campos, que los tengo harto abandonados. Y as lo hizo, con gran contento de su mula y de su borriquillo, que vieron alegres cmo haba vuelto la tranquilidad perdida. Hasta aqu, queridos coterrneos, esta his torieta, que de verdad ocurri en aquellos aos en nuestro solar. Claro que hay que despojar los he chos, que fueron reales, de mis adornos elucu brantes de humor eldense ; pero as fueron en re alidad. Un poco ha quedado este sarpullido literario asaz largo y bien abonado de mis famosas cerezas, que interfieren mis ideas. Esto hay que cargarlo en la grata cuenta del modesto homenaje dedicado a nuestro querido Valle de Elda, peridico al que le au guro un milln de nmeros ms. En esta seguridad, prometo dejar escrita una de mis historietas para que, cuando llegue el cuarto centenario de la lle gada del Cristo del Buen Suceso y de la Virgen de la Salud a Elda, la inserten en el extraordinario que a buen seguro saldr a la calle del Valle de Elda. Esto, como es natural, si yo me he marchado ya a reunirme con mis congneres antepasados y ala dos. Pero, mientras tenga cuerda, seguir sacan do de mis recuerdos cosas y personajes de nues tro pueblo que agraden a mis paisanos y que formaron su historia. Y si hay algn eldense al que no le agraden mis ocurrencias, le pide discul pas este que lo es. JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Desde mi retiro en Alicante, agosto 1991 155 CMO SE ORIGIN EL ARTCULO DE LOS REYES MAGOS El artculo de JO VER GONZLEZ DE LA HORTETA que sigue a esta explicacin, titulado Seran los Reyes Magos de la Dulce Tradicin, tiene unos curiosos antecedentes que creo interesantes de referir, por aclarar la lectura entre lneas que podra hacerse de algunas partes del mismo. Desde hace bastantes aos y al llegar las fechas navideas, los que hacemos el Valle de Elda tenemos la satisfaccin de dar a nuestros colaboradores el testimonio de nuestra gratitud y simpata por su dedicacin amistosa y desinteresada durante todo un ao, hacindoles el obsequio del clsico paquete navideo de regalo. Nuestro asiduo y folletinesco (por lo largo de sus trabajos) colaborador Jos Jover Gonzlez, Seor de la Horteta, cuya feliz memoria e inagotable anecdotario de pintorescos sucesos de su infancia y mocedad en Elda tanto agradan a los lectores de VALLE, sobre todo a los que conocieron aquellos tiempos, tena bien merecido el que se le rindiera igual testimonio de amistad en forma de paquete -regalo. Por ello, en diciembre de 1991 decidimos llevrselo personalmente ya que el ao anterior lo habamos hecho por Agencia principalmente porque haca ya muchos aos que no nos habamos visto. As que un buen da, Eduardo, Rodolfo y yo, en el coche del segundo diestramente conducido por el hijo de ste, Rodolfo Guarinos III, salimos hacia Alicante y recorrimos la complicada geografa del sitio donde el seor de la Horteta haba sentado sus reales. Despus de muchas vueltas y revueltas conseguimos dar con el domicilio de nuestro colaborador y amigo en un largo y estrecho pasaje del barrio Virgen del Remedio. Jover nos recibi con alegra y visible emocin y entre amena charla y un buen repaso a recuerdos de nuestro pueblo se pas gratamente ms de una hora. Entre otras cosas nos coment su dichodame un pie y te har un relato y para facilitarle la bsqueda de tema en sus artculos cosa innecesaria dada la imaginacin y la facundia de Jover le dimos estos tres pies. Eduardo, el juego de la escapadilla, tradicional entre la infancia de hace muchos aos y hoy prcticamente desaparecido. (Por cierto que en lugar de tratar sobre este juego, Jover se limit al juego del baln, al ftbol del que tambin conservaba interesantes recuerdos) Rodolfo le brind el tema de la gastronoma popular eldense y yo el de los desahogos lricos, nombre que doy en VALLE a los escritos que hacemos, sobre un tema determinado que nos irrita o nos indigna, pero que no pensbamos publicar, para mantener la lnea de ecuanimidad, independencia y buen tono que hemos querido darle a Valle de Elda. El destino de estos desahogos lricos es siempre la papelera, y los redactamos conscientes de ste lamentable destino, como un desahogo de los sapos que se nos han atragantado o hemos tenido que tragar. La visita alegr mucho a Jo ver quien mas tarde, por telfono me cont la emocin sentida y la satisfaccin de sus familiares por esta muestra de amistad y reconocimiento. Me dijo que quera tomar esta visita como tema para uno de sus artculos, manifestndole yo que me pareca bien, siempre que no nos mencionara ni directa ni indirectamente, dndole las razones que tenamos para ello. Pocos das despus recib el artculo de Los Reyes Magos de corta extensin para lo que en l es habitual, en el que haba mantenido su promesa de no nombrarnos, y como es habitual en los trabajos del seor de la Horteta, introduciendo un sucedido de su infancia relacionado con el tema. As hicimos de Reyes Magos legendarios y fantasmales, junto con nuestro paje, el hijo de Rodolfo, a quien supongo que la visita le dara bastante que pensar sobre su pueblo, la vida, y los recuerdos como sustento espiritual de la ancianidad. A. N. P 156 SERAN LOS REYES MAGOS DE LA DULCE TRADICIN (Divagaciones sobre la pasada Epifana) L a importante pregunta del enunciado no creo que la pueda contestar nadie jams. Todava hoy, despus de muchos das cavilando el singu lar acontecimiento, sigo en la inopia, y es que aquella dulce ilusin de los primeros aos se fue con nuestra niez. Lstima es, por desventura, que no pudiera seguir hasta el final de nuestros das. Creo sinceramente que seramos mas humanos y amantes de nuestro prjimo si pudisemos seguir creyendo en los Reyes Magos. Por mi parte estoy pensando en reconsiderar esta ltima idea, pues me parece que s me visitaron el da 16 de este mes de diciembre ltimo. No se lo creen por qu no De todo esto les hablar en la segunda par te de este trabajito, pues lo escrito me ha hecho recordar un infausto suceso de mi niez, cuando trabajaba de periodista callejero. Suceso, ms bien travesura infanti l, en el que me convert en Rey Mago de toma y daca. Bueno, mejor decir que fui de daca, por lo que leern si son pacientes. El da a que me refiero era Da de Reyes y, como todos ellos, estaba levantado y listo a las seis y media de la maana para acudir al Hotel San dalia y agregarme al pasaje que hubiese para subir a la estacin a recoger mis peridicos dia rios. Yo, como es natural, era pasajero de la baca del coche y gracias, pues viajaba siempre de ga ote. Para m, los Reyes no fueron nunca dema siado prdigos, pero aquella maana mi santa ma dre me coloc, antes de salir de casa, una espe cie de guantes en los que quedaban los dedos al aire; mitones, creo que les llamaban y tenan la propiedad de que calentaban la palma de la mano y en los dedos se desarrollaban los sabaones a plena satisfaccin. Toma, Jos, ponte esto que te han puesto los Reyes y date prisa, que ya es tarde. Y sal volando en busca del dos caballos de Jos Mara. Iniciamos el diario recorrido calle Nueva Arri ba, pero hacia abajo, para enfocar Independencia, hacia la estacin, y all ocurri el suceso que me avergonz muchos aos. Para mi desgracia y des honor, se par el coche poco antes de llegar a la esquina de la calle de la Palmera, junto a una casa donde viva don Ovidio Guarinos. Al pararse el coche, puse mis pecadores ojos en el balcn de la casa que, por encima de la baca del coche, lo te na al alcance de la mano. En el balcn haba una cestita con algo de paja y, entre ella, unos pa quetitos de dulces, que seguramente estaban destinados a los nios de aquella casa. Confieso con gran vergenza que me alargu mi mano y me apoder de uno de aquellos paquetitos. No s si ahora la justicia le llama a esa accin hurto de uso, pues para eso lo cog. Subi el nuevo viaje ro y seguimos a esperar al correo. Aquel infausto da lleg el correo a su hora y al llegar a la Placeta de San Antn, tir los pe ridicos al suelo, recog a mi to y emprendimos el recorrido diario calle Independencia abajo. Mi estado de nimo era un desastre por la fe chora cometida y cada vez que tocaba el saqui to de dulces en el bolsillo de mi babatel no haca ms que musitar: Por qu he cogido yo esto, si a m lo que me gusta es el merengue y puedo com prarme todo el que quiera Por qu Por qu Por qu... Y claro, mi to, que tena odo muy fino, al llegar a la altura de la calle del Huerto se par y me dijo: Joseco! Con quin hablas Qu ruido es ese que haces en el bolsi l lo Y en aquel momento aad al delito de apropiarme de lo ajeno el de la ms soez mentira. Nada, to que al pasar antes camino de la estacin ha parado el coche para que subiera un hombre y al bajar yo para ayudar a subir la maleta, me he encontrado en la baldosa, debajo de un balcn, este pague tito. Djamelo, djamelo!. Se lo entregu, lo palpo y me dijo: Esto son peladillas Y dnde di ces que estaba. Pues debajo de un balcn, en 157 la baldosa, cerca de la casa de los del Real de Plata. Pues esto dijo mi to es que a alguien que haca de Rey Mago, se le ha cado al ponerlo en el balcn. Mira, vamos a hacer el recorrido al revs, pues an es temprano y llegaremos a tiem po de que no se entere el chiquillo a quien va des tinado que se ha quedado sin Reyes. Pronto llegamos al sitio. Llam a la puerta de la casa. Sali una mujer y con tono un tanto ai rado me pregunt: Qu quieres, muchacho. Yo, un tanto tembloroso, le dije: Mire, seora que me he encontrado este paquetico aqu en la baldosa y no s de quien pueda ser. Al ver ella el motivo de m delito cambi de airado a sim ptico su rostro y exclam: Marido! No bus ques ms que aqu est lo que faltaba! Gracias, muchacho, quieres unas peladillas. No, seora, no. Y nos vamos, que es tarde. Pues adis. Esto me ocurri aquella maana de Reyes y es el resultado de un pensamiento que acudi a mi mente cuando el da 16 de diciembre ltimo, a eso del medioda, estaba yo leyendo el peridi co en mi mesa de trabajo cuando... tocan a mi puerta. Franqueo la entrada y aparecen tres se ores y un chico ms joven, a los que al principio no conoc. Pasen, seores, pasen y ya me dirn lo que desean!. Pasaron los tres delante y el muchacho detrs, cerrando el grupo y portando una especie de bolsa muy pesada al parecer. Sintense, por favor, y ustedes me dirn a qu debo su grata visita. Gracias, seor de la Horteta, nos tenemos que ir enseguida, pues te nemos que hacer algunas visitas. Somos unos amigos que hemos venido a felicitarle y desearle felices fiestas. Aqu le dejamos un pequeo ob sequio por los buenos ratos que nos proporcionan sus historietas; as que, adis, adis... Y, sin ms, se fueron como haban venido. En el momento en que salan, entraban mis familiares, que haban ido de compras. La ms pe quea de la famil ia se fij en el pequeo obsequio que haba en el suelo y me dijo: Abue lo! Qu es eso que te han trado. No s, hija me lo han trado esos seores que habis visto al entrar. Qu seores abuelo Nosotras no he mos visto a nadie. Cmo que no habis vis to a nadie Anda, sal a la calle, que aun estarn a la mitad del pasaje. Volvi la chiquilla y me dijo: En la calle no hay nadie ms que dos chiquillos jugando a la trompa. Al or aquello me qued un tanto aturdido, pero reaccion y les dije: Bueno, traed esa bol sa aqu a la mesa y vamos viendo lo que hay; a lo mejor, dentro hay algo que nos d una pista. Abr el paquete con temblorosas manos y me encontr de pronto con un sobre, y dentro de l una tarje ta con un hermoso pjaro en la portada. Dios bendito! Estos elderos me conocen bien, pero quines sern. Desdobl la tarjeta y vi una escritura de la que solo entend regoci jar y sendas firmas de los tres completamente ilegibles para m. Con voz tonante dije a la gente: Vamos a ver lo que encierra esto, que por el peso, lo mis mo puede haber una docena de ladrillos o seis pa res de hormas!. S, s, ladrillos. Empezaron a sa lir de all barras de turrn, botellas de licor y otros adminculos de repostera, que yo iba colocando sobre la mesa. Al ver las barras de turrn apila das, record aquel lejano da de mi niez, cuan do coloqu un cohetico del to Pindarga en la fe ria de mi pueblo. Os acordis los elderos que pudisteis leer el Valle de Elda Y termino, que no puedo ms de la emocin. Ah, se me olvidaba! De los mitones que me pusieron los Reyes aquel ao, nunca ms se supo. Los olvid porque con ellos puestos no poda maniobrar los peridicos. Ade ms, con ellos puestos, se me helaban los dedos y no poda hacer puicoi y as, cualquiera co ga las tres perricas del peridico. Me despido, queridos eldenses. Ser felices siempre os desea Jover Gonzlez de la Horteta. l La palabra puico se dice cuando los cinco dedos no se pueden juntar formando una pia, por fro o congelacin. defini cin libre de la Acadmia de la Lengua de la Torreta, en el apartado Lxico especial eldero. 158 DIVAGACIONES LITERARIAS EN CLAVE DE SOL (De la serie Temas quijotescos, esotricos y difusos, de difcil solucin) A CLARO a los seores eruditos del lenguaje, fi llogos, l ingistas y gentes del buen decir: Que al poner en solfa este tema tan escabroso slo me gua el buen deseo de echar un cuarto y tres maraveds a espadas en defensa de las seoras y seoritas de Elda en lo que a su gentilicio se re fiere, ya que a mi juicio lo tienen manco, pues el tal gentilicio, aplicado al femenino para ellas, resulta harto cargado de fontica desagradable para escucharlo. Ms adelante entrar en materia sobre la cuestin y adelanto que no es mi deseo pontificar o sentar ctedra sobre tales materias. Pobre de mi, que escasamente pude pasar de la primera en seanza! As que lejos de m tales fantasas; slo soy un eldero que desea que comprendan sus paisanos que a nuestras damas y damitas las te nemos un tanto marginadas, dira yo, siempre hablando sobre la fontica de su gentilicio. Todo esto lo aclarar debidamente segn mi particular estilo literario y espero que los cote rrneos que me lean me perdonen alguna peque a vanidad o incongruencia que surja del relato. Pues seor, no hago ms que comenzar y ya estoy metido en un membrete, como deca un amigo mo cuando se encontraba en situacin de no saber por donde tirar. Este amigo antepona el mem al brete porque, segn deca, le sona ba mejor as. En esta ocasin viene bien esta cita porque de fontica va el rollo este, pero aunque mi camino es largo y spero, procurar desbrozarlo para llegar a buen fin. Me consta que el tema es importante, pues por no saber de l no s ni si quiera quin invent los gentilicios dichosos. Pen saba acudir a alguna fuente oficial donde pudie ra resolver el problema. Pero no, he desistido de hacerlo, pues en una ocasin se me ocurri acu dir a uno de estos centros para ver de conseguir en el archivo un detalle que me faltaba sobre un per sonaje de una de mis historietas y, al exponer al encargado del departamento lo apropiado a mi deseo, me dijo con semblante adusto: Muy bien, seor Qu ttulos tiene usted para demandar ta les datos. Yo, que soy de natural algo tmido y circunspecto, despus de aspirar aire a presin, contest: Pues mire usted: ttulos, lo que se lla ma ttulos, no s si le servirn los nicos que creo que tengo, que en una ocasin, siendo yo muy pe que/lo y por una fechora infantil que comet po niendo un cohete en una parada de turrn en la fe ria, el seor Alcalde de Elda me dijo, delante de testigos, que me nombraba cohetero mayor de la ciudad para tirar los castillicos en las fiestas de septiembre, siempre con el asesoramiento del to Machuca; y otro ttulo que tengo es el que me concedi la prensa local y que es precisamente el que ms me enorgullece: cronista de la ciudad en clave de humor!. Y aqu espir el aire que haba metido a presin al comenzar mi parlamento. Bueno, bueno, bueno! explot el fun cionario As que cohetero mayor de chiquillo y cronista oficial de la risa, eh Pues mire usted, amigo, aqu no estamos para bromas ni para per der el tiempo, as que vyase usted a otra parte y gstele bromas a su ta. Y dando un soberano ventanillazo me dej seco. Por lo tanto, acudir al Archivo Nacional de Simancas, para poder saber de quin fue el invento ese de los gentilicios de las naciones y de las gentes. Esto no puede quedar as. Lo que me tema. Siempre que se me ocurre meterme en un tema importante comienzo a no tar que me salen, de lo ms profundo de mi con ciencia, unas vocecillas criticonas que me per turban y desazonan. Y siempre alguna de ellas se alza iracunda para tirar por tierra ferozmente mis pobres ansias literarias. En esta ocasin ha sido una de esas voces la que, en forma de persona 159 agraviada, me dice, al tiempo que se pregunta con tonante y rugiendo voz de grajo enamorado! Ya est bien, inefable seor de la Horteta! Qu t tulos (ya sali aquello de los ttulos) o autoridad y sapiencia tiene usted para adentrarse en estas disciplinas del saber que vienen de siglos. Y, despus de explotar en sus diatribas, la oigo de cir sottovoce: Este msico se ha credo que los pjaros maman!. No he podido menos que sonrer interior mente al or eso de msico y tambin por lo que sigue, nombrando a mis congneres. Aqu se pue de decir aquello de Te has colao, Estanislao!, pues cuando tu creas que me ibas a mortificar, has hecho explotar dentro de mi ordenador parti cular un cmulo de cerezas que pugnan por sa lir a la luz para tu ludibrio y vergenza y, adems, me das pie para poder hacer alardes de recuerdos felices, terminando con una pinceladas eldera que a buen seguro que har sonrer a los de mi tiempo y mas jvenes que tengan noticia de tal pincelada. Y en lo que respecta a este humilde ser vidor, servir para presumir, con sana vanidad, de unos hechos ya lejanos de mi poca juvenil. Pues resulta que como de la Fontica ha blamos y esto pertenece a la parte de la Lings tica que trata de los sonidos, que es donde inter vienen los odos o pabellones auriculares, vulgo orejas, aqu s que puedo pontificar, sentar cte dra y romper tres lanzas y media docena de caas en mi obsequio. Tuve la gran suerte de que Dios me diera un odo excepcional para la percepcin de los soni dos. Fui autodidacta! (creo que se dice as) en el aprendizaje de numerosos instrumentos de cuer da: bandurria, lad, guitarra, mandolina, etc. y fui, en mis tiempos jvenes, un gran experto en taer tales instrumentos (segn decan). Y si algn el dero me lee en mis trabajitos, podr darte de lo que digo. Igualmente aprend, ms tarde, la pri mera parte del Mtodo de solfeo de Eslava y has ta casi la mitad de la segunda. Y aqu conviene dar algunos detalles, pues dicho as, de corrido y sin explicar nada ms, parecera una tontera di cha para presumir. Pues no, seor: lean y vern o recordarn mis coterrneos que cuando el inefa ble seor de la Horteta dice de una cosa o situa cin que es autentica, es que va a misa; y cuan do inventa o crea un personaje o situacin, tambin lo dice y no va a ninguna parte excepto al recuerdo de mi pueblo y al disfrute, si es posi ble, de mis paisanos. APRENDIENDO MSICA CON LA BANDA DE SANTA CECILIA E n el ngulo que forma la calle de la Comadre, que, como saben, tiene (o tenia) forma de ele, viva, cuando yo tena pocos aos, una conocida familia, a la que llamaban los Bartolos. Esta familia tena varios hijos y el mayor de ellos, lla mado Pepe, era un consumado experto de la ban durria, guitarra y dems. Yo sola pasar por all casi todas las tardes, pues viva por entonces en la esquina de arriba (calle del Estralaso y Ramn y Cajal despus) y siempre, al llegar a la casa del 160 ngulo citado, vea al maestro enseando a algn chiquillo la bandurria o cualquier otro instru mento. Siempre me paraba al llegar all, para or, por curiosidad, las armonas o inarmonas de los edu candos, pero una tarde, cuando llegu al sitio, vi al maestro con la bandurria y a su lado otro se or que no conoca, con la guitarra en ristre, y pre cisamente en aquel momento atacaban una pie za musical que se me qued para siempre grabada en el pensamiento. Tocaron, nada ms y nada menos, el preludio de El anillo de hierro, famosa zarzuela de todos conocida. A mi, por entonces, los sonidos musicales que ms me gustaban eran los de las tintineantes monedas de cobre de perrica y de perra gorda que siempre llevaba en mis bol sillos, producto de propinas peridicas y de alguna sisa que otra que le haca a mi pobre to Gaspar el Ciego. Al terminar la famosa pieza, me dijo el bue no de Pepe Cerd, que as se llamaba (o se llama): Qu, te gusta. Pues s, me ha gustado mu cho le respond. Pues nada, cuando quieras te enseo a tocar. Y me fui calle arriba rumiando todo aquello y dicindome: Esto lo tengo que to car yo! Y vive Dios que le toqu y hago constar, para los melmanos, que el final del Preludio, to cado en los agudos de una bandurria, es bastante difcil. Y tuve mi pequea orquestica ms adelan te, con la edad, y toqu ese preludio, acompaa do a la guitarra por el famoso Chacas, de la Pla cetica de San Pascual, el cual tena una especial forma de tocar los arpegios que, como los mel manos saben, acompaan tal composicin. Y despus quise ser msico de la Santa Ce cilia y me compr el Mtodo de Eslava, primera parte, como es natural, y lo aprend zascandile ando por la academia, mirando y oyendo a los edu candos, y rpidamente todo eso de la redonda que vale dos blancas y cuatro negras, etc., en com ps de compasillo, fue para m tortas y pan prin gao. Y cuando ya hube terminado la primera parte del mtodo citado, me present un da en los altos del Caf del Centro, donde estaba la aca demia, y le dije al maestro que yo quera ser m sico. (Aclaro que el tal Caf del Centro estaba en la calle de Coln, frente a la entrada de la ca Ilecica de la iglesia y que tambin era llamado caf del to Cascarn). Cuando avisaron a don Jos el maestro que haba un chico que quera ser msico, me llam y me dijo: T quieres aprender msica y entrar en la banda. S, seor, contest. Bueno, pri mero tendrs que aprender solfeo y, si va bien la cosa, sers msico. Sin casi dejarle terminar, le dije que yo ya sa ba la primera parte del Mtodo de Eslava. Muy bien me dijo y quin te lo ha enseado. Nadie, don Jos. Bueno, viniendo por aqu mu chas tardes y oyendo a un chiquillo, vecino mo, que tambin esta aprendiendo solfeo. Aqu el maestro me mir algo dubitativo y me dijo: De modo que t solo has aprendido el sol feo, con el valor de las notas, las claves, los sig nos y tantas cosas que tiene que ensear el que las sabe. S seor, don Jos contest imp vido y seguro de m mismo. Bueno, vamos a ver lo enseguida. Se dirigi a una mesita que haba al lado con un chaval aprendiendo solfeo, el cual estaba con una leccin de comps de compasillo y al bajar la mano, en el primer tiempo, daba un manotazo a la mesa como si estuviera matando moscas. El caso es que don Jos le cogi el m todo, vino hacia donde yo estaba y, abriendo el li bro, lo puso delante de m, dicindome: Hala, solfea esta leccin!. La tal leccin era de las primeras y recuer do que comienza as (los que saben msica, el leer esto, ya saben a la que me refiero): dorre, do rre, mita, mifa sol... mi... remi, remi, fasol, fa sol la... fa... etc. Luego me seal otra bastan te ms adelante y tambin se la cant como un canario. Cuando termin, me dijo: Bueno, ya veo que sabes bastante solfeo y con una entonacin bastante buena tambin. Y qu instrumento te gustara tocar. Pues, no s, don Jos, orinteme usted. Pues yo creo me dijo que por la for ma y embocadura de tus labios te ira bien el trombn. Te gusta Si, seor contest todo orgulloso y radiante de felicidad. Y empec a es tudiar este instrumento, que era de los antiguos de palancas. Luego me dieron otro ms moderno, de pistones, y aprend rpidamente. Un buen da me dijo el maestro que pronto iba a tocar en la banda. Pero no pude llegar a vestir el uniforme de la Santa Cecilia: falleci mi querido padre y esto hizo que mi vida tomara otros derroteros y tuve que abandonar mi anhelada ilusin, aunque nunca he abandonado el cario y fervor hacia esa agrupa cin musical, tan querida por m. 161 Despus de este a modo de episodio musical, motivado por aquella especie de anatema que me lanz, para destrozarme, un duendecillo ene migo con aquello de este msico se ha credo que los pjaros maman, vamos ahora con la anc dota o pincelada eldera que les deca al comien zo. Estoy seguro de que algunos elderos la recor darn y hasta sentirn un regusto de aoranza feliz al leerla. Pero hay que tener en cuenta un detalle importantsimo. El final que viene ahora de lo que podramos decir que son felices desahogos musicales, ocurri bastante antes de aprender yo los instrumentos ci tados y presentarme en la academia deseando ser msico. Lo escribo de esta forma porque queda ms aparente para el final feliz que quiero darle. UNA ANCDOTA DEL MAESTRO FAYOS CON LA SANTA CECILIA U n da entre los das de aquellos de mis aos jvenes escuch a unos seores que platica ban en la Plaza de Arriba y entre sus comentarios deca uno que don Enrique Almiana, que era el director de la Santa Cecilia, haba dejado la di reccin musical de la misma y que haban en cargado de ello, como nuevo maestro, a un m sico muy bueno al que se le vea un gran porvenir y que proceda de Villanueva de Castelln, en cuya banda, y bajo las rdenes del Maestro Fayos, actuaba como solista muy importante en la cuer da de fagot, en la que, segn decan, era un ver dadero especialista. Pues, s seor. Llego a Elda este nuevo ma estro, que era don Jos Estruch y aqu, creo, ter min su carrera musical como director de la ban da Santa Cecilia, cuando se retir como maestro, si no estoy mal informado, pues hay que tener en cuenta que yo march del pueblo en el ao 39 y me lanc en vuelo por esos mundos, volviendo al solar eldense en 1960 con mis alas cansadas, pero muy feliz de regresar al viejo valle de ldella. La llegada a Elda de don Jos Estruch y sus primeros das o semanas como nuevo director de la Santa Cecilia son el motivo de la ancdota o pin celada eldera que anunci anteriormente. Desde luego, la primera parte de este suceso es imagi nativa; es lo que pudo ser segn mi criterio ; pero al final es autntico, pues estuve presente en tal 162 ocasin. Por lo tanto, as pudo ocurrir lo que ocu rri: Cuando el Maestro Fayos se enter de la oportunidad que se haba presentado para su es timado miembro de la banda de la que era direc tor, lo lament mucho como era natural, aunque comprendi que se trataba del porvenir del chico y que haba que resignarse por el bien del mismo. Tena el Maestro Fayos noticias del progreso y nuevos aires que haba tomado la banda de Elda, ahora dirigida por el exmiembro de la suya. Entre otras cosas, y sin demrito del anterior ma estro Almiana, la banda de Elda tena un aire ms vivaz y alegre, sobre todo en los pasodobles y ai res ligeros. Le faltaba saber cmo estara la ban da en las piezas de ms densidad musical. Y para enterarse de todo y quedar tranquilo sobre esta cuestin, urdi la forma de poder venir a Elda para conocer el pueblo. Que quera ver cmo se desenvolva su querido Pepe Estruch. Que si los de aqu encantados de que viniera tan importan te maestro. Total, que aqu se present un buen da el Maestro Fayos y aqu termina lo que pudo ser. Lo que sigue a continuacin ya es historia viva para la Santa Cecilia, presenciado por el inefable seor de la Horteta. Una cierta tarde de los tiem pos en que yo me encontraba con la calentura de aprender solfeo para tocar en la banda de mi pueblo, me dirig maquinalmente haca la calle de Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Coln para poder captar en la academia donde aprendan los educandos todo lo necesario para mi aprendizaje particular. Al llegar al Caf del Centro me di cuenta de que entraba mucha gente y pasaba a un patio in terior que tena el edificio, patio bastante amplio y techado en parte. All vi con cierto asombro que la banda estaba formada en plan de concierto o ms bien en plan de ensayo, para ser ms exac tos. Bastantes personas rodeando a los msicos y en la cabecera de la formacin, que estaba si tuada de forma paralela a la entrada de aquel pa tio. Es decir, para ser ms claros: clarinetes a la izquierda de la entrada y el bombo a la derecha. En la cabecera de la formacin, como he di cho, se encontraba el Maestro Fayos, persona que recuerdo exactamente a pesar de los muchos aos transcurridos. Semblante adusto y alargado, con cabellos entrecanos y mirada viva y enrgica. Yo dira, con todos los respetos debidos a su respe tabilsima y grata memoria, lo que de l podra de cir un paisano suyo: Ch, quin mestre mes mal encarat!. A su lado se hallaba su xiquet preferido, es decir, don Jos Estruch, y detrs, rodendoles, lo que deba ser la Junta Directiva de la Sociedad. Yo, al entrar al patio, me qued parado por la numerosa concurrencia, frente al centro de la formacin, a la altura de la cuerda de los saxo fones ms o menos. No me poda mover de mi si tio, pero atisbaba sin cesar todos los detalles de aquel momento. Conoc a muchos ejecutantes de la banda, que ya estaban sentados frente a su atril, pero solo nombrare a uno muy conocido, que estaba charlando con el maestro y el grupo de directivos y en un momento determinado se diri gi a su sitio, entre los saxofones, ya que ste era su instrumento. Se trataba de Perico Cecilia. Lo recuerdan Pues bien, cuando este seor se sent en su sitio, se adelant el Maestro Fayos batuta en ris tre y se hizo un silencio total. Confieso mi impre sin placentera, pues no sabiendo lo que iban a tocar, atac el maestro la Quinta de Beethoven. Una de las sinfonas ms bellas que he odo en mi vida. Sobre todo, el segundo movimiento o an dante, que es lo que comenzaron a tocar, siempre me llamo poderosamente la atencin. Es una composicin que la escribi. Imagnense que solo tiene un motivo orquestal pero que se distinguen por sus variaciones meldicas, dentro siempre del mismo motivo. Pero en todas sus variaciones termina siempre igual, con los deliciosos y sin gulares arabescos meldicos que forman a do y contraatacando, la flauta y el oboe. Un regalo para el odo, s seor! Pero, como saben todos los msicos y per sonas que conocen la original pieza musical, sta termina con acordes secos. Es decir, primero hay una llamada del metal y dos acordes secos pero atenuados y una llamada final con un acorde seco estruendoso y definitivo. Pues bien, aqu vie ne la ancdota final; lo anterior ha sido la pince lada citada al principio. Segua desarrollndose aquel concierto exa men y por mi parte mi atencin estaba, no s por qu, puesta en los ademanes y gestos del maes tro director. Ya he dicho que fue o era un semblante adusto, pero a veces era cambiante y otras se mantena fijo. Ms claro: que yo supongo que ha bra cosas que le gustaban y otras que no tanto. Pero termin la ejecucin del Andante y se hizo un silencio total. El maestro, con las manos cadas, estuvo un ratito mirando a todos los msicos y de repente comenz a advertirles a los ejecutantes en voz baja algo que sera comentario derivado de la ejecucin de la obra. Empez con la madera cla rinetes y dems, sigui con el metal, pero yo notaba que a medida que pasaba con sus consejos sobre las distintas cuerdas de instrumentos su voz se haca ms enrgica y su semblante ms duro, y al final, dirigindose al que toca ese tambor tan grande que siempre va delante de la banda, le dijo: Y vost, amic, en aquest acord final t que troncar el bombo, recollons!! . Y esta es la pincelada final de un hecho his trico que, por la gracia y personalidad del Maestro Fayos, merece un recuerdo que vaya como una cin ta ms de las muchas que lleva como emblema de la Santa Ceci l ia su gloriosa bandera. Y si alguno de los que hayan vivido o sepan de aquel acontecimiento me quieren corroborar o 163 significarme algn detalle equivocado, por mi diendo disculpas, si ha lugar, con todo mi cario parte les quedar eternamente agradecido y pi- eldero. LOS GENTILICIOS Y LA FONTICA (IV) (De los Martnez Lacasta a la mujer eldera) pero, aparte del estruendoso final, con el taco r ltimo del Maestro Fayos en su lengua ver ncula, tambin debo significar algo que tiene bastante gracia. Precisamente le fue a decir aque llo de romper el bombo a un bombista que, a mi modesto entender, fue de lo mejor y ms enr gico que hubo en toda la historia de los bombos de msica de Elda. Si mis recuerdos no me trai cionan, estoy hablando de don Manuel Martnez La casta, singular personaje en la vida local, de gra to recuerdo; no olviden que se trata de aquel constructor de globos de gran tamao que todos los aos, en las fiestas septembrinas, eleva sus aerstatos de papel desde el Teatro Castelar y que fue adems el autor de la famosa y deses perada retahla de voces al que tena que soltar el globo: yanolico, corta que me pierdes!. Este sucedido, que ya cont hace algunos aos en Valle de Elda, ocurri porque el aersta to ya estaba harto de gas y quera largarse rum bo a donde fuera, pero el To Auja, que estaba en el tejado y era su tocayo, no acertaba a soltar la cuerda que lo sujetaba, mientras el bueno del seor Martnez Lacasta se mesaba los cabellos en el suelo, rodeado de sus ayudantes, entre los que recuerdo a sus cuatro hijos Manolo, Joaqun, Luis y Roberto, y algunas personas ms. Es de justicia hacer notar que en los tiempos aquellos el ms pe queo de sus hijos, o sea, Roberto, era muy chi quitn y no haca ms que enredar entre los que se afanaban en quemar esparto para producir el gas destinado a llenar la barriga de aquel mons truo de papel. Sucedidos aparte, los anoto porque es que ni pintada la ocasin para significar mi amistad con aquellos muchachos, El mayor Manolo y el me 164 nor Roberto fueron excelentes msicos. Roberto fue y supongo que an lo ser un gran trompetis ta y Manolo, el mayor, dominaba toda la cuerda del metal, desde la trompeta hasta el bajo, con gran conocimiento y soltura en la ejecucin. Pero, ade ms, este amigo que cito tiene en su haber otras significativas notas histricas en la vida eldera. Fue portero, en su juventud, de un equipo de ft bol que se entrenaba por aquellos bancales que haban sido despojados de sus ribazos, cerca de la casica de Tragatoros, hoy Gran Avenida. Y di cho equipo fue, creo, el embrin de donde sali el actual Deportivo Eldense. De esto les podra ha blar mi particular amigo Pepe Gmez extremo iz quierdo que fue del citado equipo. Recuerdos. Recuerdos. Chispas de vida que van y vienen por mi ya cansada memoria y as has ta que Dios quiera y ellos, ellas y yo nos march mas al pramo feliz del eterno infinito. Amn. Y despus de este largo episodio msico his trico con ribetes de filosofa barata, ocasionado por la torpe diatriba que me lanz mi otro yo enemigo con aquello de Qu se ha credo este msico, etc; etc., viene con todo el rigor que los sonidos exigen, la interpretacin debida al enun ciado de este trabajito. tense las atapiernas mis coterrneos aman tes de la historia antigua. Tengan a mano encima de sus mesas esciclopedias y libros vetustos, pues voy a adentrarme en el tiempo pasado hasta el mo mento cumbre del Imperio Romano, cuando se enseoreaban de nuestra patria, por si quieren consultar algn dislate que se me pueda escapar. Aclarar quin pudo ser el inventor o intro ductor en Espaa de esos gentilicios de las na ciones y sus gentes. De la interpretacin de la fo Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA ntica, sobre todo a las gentes, me encargo yo, pues para eso dispuse siempre de un singular odo, como ya he aclarado anteriormente. Pero para llegar al ao trescientos o cuatrocientos a.d. Cris to habr que preparar el terreno, pues el viaje es bastante largo. As que paciencia y barajar, como deca el to Media Peseta cuando jugaba al monte y perda. Y esto lo dedico especialmente a la mujer eldera, ya que a la defensa de su genti licio femenino se refiere. Hace muchos aos que me obsesiona la idea de quin pudo ser el inventor de los gentilicios y, sobre todo y ms importante, la aplicacin de ta les gentilicios a los pueblos y a sus gentes y es pecialmente en lo que al femenino se refiere. Y ms que nada, a la fontica que por costumbre ostenta alguno de ellos, pero aclaro para los suspicaces que no pretendo suplicar a nadie, tenga el que ten ga. All cada uno con el que tenga o le guste. Yo slo intento demostrar y protestar por la fontica del gentilicio femenino de mi pueblo, que es ver daderamente iscrono, aberrante y feo. Esta con viccin me la dieron al unsono en un sucedido que presenci siendo muy pequeo y una firma que le no hace mucho en Valle de Elda, de una seora o seorita a quien no tengo el gusto y honor de co nocer ya la que pido disculpas por la intromisin ma en su firma. Comenzar de adelante a atrs con los dos motivos que suscitaron y son motivo tambin de este trabajito. Es por galantera de caballero es paol, pues el primero cita a un paisano varn, y el otro a una paisana femenina. En el nmero 1782, de fecha 27 septiembre 1991, de Valle de Elda y con el titulo Gratitud y recuerdo figura un articulo que me fue muy gra to leer y que terminaba con la firma M.A. UNA EL DENSE. Pues bien, aqu est el trngulis de la cuestin, como deca aquel amigo que antepona el mem al brete porque le era ms agrada ble el sonido. Por la misma razn parece que le qui taba aqu el in al trngulis y se quedaba tan fresco. Bueno, compensaba las dos palabras, qui tando de aqu y poniendo all. LOS GENTILICIOS Y LA FONTICA (V) y volviendo con la firma de la citada seora seorita a quien no tengo el gusto de co nocer, pero a la que le repito mis respetos, veo con gran sorpresa y desencanto que es una firma mixta. Parece como si tuviera rubor en emplear el femenino en su gentilicio. No en mis das! Aqu hay asomos de machismo entre las dos palabras, cosa que mi condicin de caballero espaol, ade ms de ser eldero viejo, no puede consentir. Yo creo que es por la fontica eso de no emplear el fe menino, tal como se habla corrientemente. Por que... dganme ustedes: Qu seora o seorita de nuestro pueblo, si le preguntan de dnde es, con testa yo soy eldensa Lo ha dicho alguien al guna vez No, verdad Por lo tanto, queda de mostrado que el genti licio de Elda no tiene femenino, tal como ya he dicho anteriormente. Porque decir eldense y eldensa es como escu char detrs de una ventana el sonido inarmni co de un vendaval rompiendo tejas y desgarran do ramas de los rboles. En cambio, escuchar eldero y eldera es un sonido meldico, como el que escucha usted un da de verano bajo la som bra de un pino en la montaa. Es el suave cfiro que pasa entre sus ramas lo que le da tranquili dad y refresca su cansado cuerpo. Repito lo ya dicho anteriormente: yo no cri tico nada. Nada deseo inventar sobre esta cues tin. Slo siento una ntima protesta por el gen tilicio que tengo que or, que es viudo, aunque afortunadamente oigo de cuando en cuando algn sonoro soy eldero! que me hace muy feliz. As que, mis queridos fraternas, voy a en frentarme de una vez con lo que podramos llamar 165 el ltimo captulo de esta sin par historia de los gentilicios y la fontica. Para ello emplear toda mi gran sabidura y dominio de los grandes co nocimientos que tengo del misterio humano. Ojal que este final suene como los violines alados del preludio del primer acto de la pera Lohengrin del genial Wagner, aunque tambin podra terminar con la trompetera de La Wa lky ria del mismo maestro, pues presiento que mi desmedida vanidad se desatar y entre ella y mis ideas disparatadas creo que la direccin del pe ridico me aconsejar discretamente que no es criba ms y me meta en una jaula. Pues all voy. El to Botija se encontraba una maana de primavera hace la tira de aos, esperando que qui taran la cadena del paso a nivel que haba en la vieja estacin, para seguir camino hacia unos bancales que tena por la Cuesta Bodega. La causa de tal espera era que el tren correo de Madrid estaba a punto de entrar en agujas, donde ya estaba preparado el seor Olaya para darle el oportuno permiso de paso. Nuestro hombre tenia cogido del ronzal a Pasensia (deformacin de paciencia en elde ro), un asno de buena alzada, pero muy paciente y noble, como lo deca su nombre. Yo me encontraba en aquel histrico mo mento en la factora de la estacin, como todas las maanas, junto a la estufa, esperando la l le gada del nmero 8 para recoger mis peridicos y bajar al pueblo en el coche del Hotel Sandalio, que conduca con singular maestra y dominio de dos soberbios alazanes el nclito Jos Mara. Me ape aba en la plazuela de San Antn, donde ya me es peraba mi to Gaspar y emprendamos el diario pa seo por todo el pueblo, con mi grito de guerra: Lean el Heraldo de Madrid, honra y prez de/pe riodismo espaol! . Algn coscorrn me llev por esto, pues el Heraldo era en poltica de signo liberal y los que lean el ABC se amoscaban un poco. Pero volvamos a la estacin pues el correo o Nmero 8, como lo denominaban los factores y empleados, ya estaba a punto de llegar el to Botija y su incondicional Pasensia estaban un poco nerviosos por la espera. 166 Aqu conviene aclarar que el nombre de Bo tija no era precisamente el suyo. El se llamaba Antn el Tobas. Estos nombres dobles fueron de antiguo muy corrientes en nuestro pas y por si al guien no oy nunca los del to Botija les dir uno muy conocido y que muchos coterrneos podrn re cordar. Oye, veste a la tienda de Juan el de Pe dro y trete un real de punchas, que tengo que cla var un cajn para poner los pollos!. Saben ustedes de quin estoy hablando Pues de don Juan Guarinos, propietario de la nica ferretera que haba en Elda en aquellas calendas de mi niez y que estaban en la Plaza de Abajo, enfrente de la escalera de los Facorros yen cuya casa viva con su distinguida y conocida familia eldera. Han cogido ya la onda Pues prosigo, ya que con tan tas aclaraciones el tren no va a llegar nunca. Son el pitido de la mquina, lo que quera decir que el seor Olaya haba ya concedido su par ticular permiso para el convoy se deslizar, sin pri sas pero sin pausas, hasta la cercana estacin. Est visto, sin embargo, que este tren no llegar nunca, pues no he dicho, y es de justicia explicar, el por qu del sambenito a nuestro pro tagonista Antn el de Tobas. Este es el porqu: Bajaba el hombre una maana muy tem prano por el camino de Carro con direccin a una pertenencia que tena por los lados de la Casa de los Dolores. Tena que regar unas eras de guijas y aunque su turno de agua no le corra prisa te na que poner en condiciones las regueras y pa rs del bancal, para lo cual llevaba al hombro de recho un legn yen el izquierdo la botija llena de agua, para aplacar la sed si la hubiera. Al decir la botija me refiero a una especie de vasijas que antiguamente usaban todos los labriegos, arrieros y carreteros, y que, por su par ticular forma, se adaptaba lo mismo al costado de una persona que en el tablero de un carro, porque se trataba de una especie de botijo, pero con la ter cera parte de su barriga en forma plana. Y por qu hablo tanto de una vulgar botija Pues porque fue el comienzo de una dinasta: Los Botijas! Hace muchos aos las fabricaban, junto con otros artefactos de barro, en el vecino pueblo de Petrel, pero parece ser que ya no se fabrican all. LOS GENTILICIOS Y LA FONTICA (VI) E n cierto tramo de camino que le lleva a su bancal, se encontr en una pa r junto a la acequia a un labriego que al parecer estaba ma nipulando la entrada de agua a su bancal. Se par el to Botija al ver la faena y le pregunt: Oiga, amigo! Qu hace Vd. con el agua si no tiene que regar Pues nada, hombre, que se me est metiendo un escurrimble en la reguera y quiero arreglar esta para. Escurrimble y tie ne Vd. ya dos ericas plenas de agua Vd. lo que est haciendo es robar el agua! tron el to Bo tija. ,Yo robando agua dijo el otro, y todo airado enarbol la estaca que tena en la mano al tiempo que daba un salto por encima de la ace quia, con muy malas intenciones. Pero nuestro hombre, que tena muy malas pulgas, en cuanto vio el inicio del ataque del otro, cogi la botija he cha polvo, y el pobre hombre cado en la acequia. Afortunadamente, se acercaron unas personas que se encontraban por all y pudieron contener le, pues el bueno de Botija estaba enarbolan do el legn, seguramente con la idea de sem brarle guijas por todo el cuerpo. Y despus de aquel incidente del botijazo, con el to Botija se quedo para los restos. Volvamos a la estacin, pues parece que el tren ya ha logrado llegar a la misma y all estoy yo, como siempre, esperando que el seor ambu lante me tire los paquetes de peridicos. Como el vagn de correos siempre viene en la cabeza del convoy, yo me encontraba algo le jos del to Botija, pero aquel da el funcionario se conoce que tena prisa o retraso en los apar tados que haca para entregar en cada estacin lo que corresponda. El caso es que me lanz los peridicos al comienzo del andn, muy cerca del paso a nivel y muy cerca, por lo tanto, de nuestro protagonista y de Pasensia. De uno de los ltimos vagones baj un seor muy atildado, con un pequeo maletn y una car tera, que se qued mirando si vea a alguien para preguntarle algo al parecer. Como fue el nico via jero que baj aquella maana, no vio a nadie ms que al to Botija, al mozo de la estacin que se encontraba en aquel momento retirando la ca dena del paso a nivel, y a mi, que estaba reco giendo mis maltratados paquetes de peridicos. De m no hizo ningn caso y se dirigi al to Bo tija con un Buenos das, buen hombre!! Es usted de este pueblo S seor que lo soy contest el preguntado. Mire Vd., yo vengo de Madrid y voy recorriendo los pueblos por orden de mis superiores para recabar datos sobre gentili cios, costumbres, idiosincrasias y lxicos de cada sitio. Es Vd. de Elda S, seor que lo soyy a mu cha honra. Entonces tiene usted un gentilicio eldense de tomo y lomo. Al or tan raras palabras (para l) al to Bo tija le dio una especie de espertugua (Y aclaro: Segn mis profundos conocimientos de carcter humano, la espertugua es un movimiento pro ducido mas bien de un carcter dado a la clera. No creo que llegue a signos patolgicos. Lo que s entra ya en este estado es la alfereca, que ya es grave. Y luego viene el patats, que es cuando cascas). Lo del to Botija era lo pri mero y cuando oy, apret el ramal de su burro y le dijo al viajero: Oiga usted. Eso de tintilicio y tomo y lomo que me ha dicho se lo dice Vd. a su padre! Un respeto eh, un respeto. Yo soy elde ro por los cuatro costados. Eldero me entiendes bien. Y, como ya tena el paso libre, arre a Pasensia y sigui, camino de La Torreta. El buen seor se qued un rato de un aire y al fijarse en m me dijo: Oye muchacho. T has odo a este hombre como se ha puesto S seor que lo he odo, pero no haga Vd. caso. Algo de lo que usted le ha dicho le ha debido caer mal y se ha enfurruado un poco. Tiene un pron to violento, pero es buena persona. No se preo cupe ms de esto. Y, a propsito, va usted a Elda. Pues claro que voy!. Pues corra usted, que el coche para bajar al pueblo esta a punto de salir. 167 En el camino hasta el coche le vend el pri mer Heraldo de Madrid de aquel da al de los tintilicios, como haba dicho el to Botija. Ya han ledo, queridos amigos, el segundo motivo de este interminable trabajito. La firma de Una eldense y, sobre todo, aquellos desafora dos Soy eldero! Soy eldero! del to Botija. Ahora tratar de llegar a buen fin a travs de la historia y mucho trabajo de investigacin. Un da me preguntaba por donde comenza ra tan ardua faena cuando, ojeando una revista, vi con asombro que el idioma espaol o castella no haba visto las primeras luces en el Monaste rio de San Milln de la Cogolla, all por tierras de La Rioja y me dije: Tate! Ya lo tengo. All debe estar la solucin de los genti l icios dichosos. Y aprovechando la ocasin de que un amigo tena que ir a San Sebastin, me march con l y al l le gar a Burgos le rogu tomara la carretera de Lo groo y as lo hizo, aunque el desvio no le afect gran cosa y me dejo en ese pueblo donde cant la gallina despus de asada, muy cerca del Monas terio. Me present a la maana siguiente a las puertas de aquel histrico lugar y le dije al her mano portero cul era el motivo de mi visita, que no era otro que inquirir datos sobre mi obsesio nante tema de gentilicios. El atento frailecico me dijo: Entre Vd., que llamar al hermano archivero para que le ayude en su misin. LOS GENTILICIOS Y LA FONTICA (VII) Y a estoy con el hermano archivero que, muy amable, me dice que me siente y le exponga el problema que me lleva por all. Cuando le dije que estaba muy interesado en saber quin inven t eso de los gentilicios en las naciones y sus gen tes, se me quedo mirando y con algo de sorna me dijo: Seor mo, de qu nido se ha cado Vd. Perdone, perdone, hermano, que no he querido molestarle. Es que me ha hecho tal gracia la ex posicin de sus deseos... Pero como penitencia le voy a ayudar en todo lo que pueda sobre el parti cular. Concretamente, qu desea Vd. saber No se preocupe, hermano, pues eso del nido me ha hecho muy feliz. Y ya que estamos en La Rioja, deseo saber por qu los nacidos en esta bendita tierra se llaman riojanos y riojanas. Se invent esto en Espaa Quin lo hizo Y cundo, si es posible saberlo, sobre todo sabien do el nombre de la nacin, sus pueblos y sus gen tes Fue antes o despus de salir de esta santa casa nuestro idioma El buen monje se me qued mirando de hito en hito y con palabras cariosas me dijo: Mire us ted, querido hermano, eso que desea saber se re 168 monta al principio de los tiempos. Efectivamen te, el romance que sali de aqu solo ha cumpli do ahora los mil aos y de eso poco podemos sa ber. Tenga en cuenta que, remontndonos muchos mas aos ya haba cartagineses de Cartago, fe nicios de Fenicia y antes an, iberos de Iberia. Yen do ms atrs, encontramos mongoles de Mongo lia, chinos de China y japoneses de Japn, que como ve, ya podan tener sus correspondientes gentilicios. Pero es que siguiendo de esta guisa lle garamos al propio Dios Omnipotente, que por ser Rey del Universo Mundo es universal y por lo que le digo se dar Vd. cuenta de que se ha metido en un berenjenal de difcil solucin. Yo creo que Vd. debe soslayar el resto de na ciones y dedicarse solamente a nuestra patria. En esto le ayudo dicindole que al parecer, los ro manos del Antiguo Imperio llamaban Hispania a nuestro solar, Emrita Augusta a lo que hoy es M rida y as muchos pueblos y lugares ms, pues en esto fueron muy prolficos, adems de grandes conquistadores. Por ah, por ah debe Vd. inves tigar lo que busca, pues despus de aquello ven dran los seores feudales construyendo casti llos y poniendo nombres a los pueblos y lugares que los rodeaban, y as, ahora a la inversa, llegar a nuestros das, pues los gentilicios de estos pue blos ya eran entonces coser y cantar, sabiendo su nombre. En una palabra, y termino porque es la hora de mis rezos, Vd. encuentra al primero que dio el grito de espaol ! y tendra casi todo el problema resuelto. Me ha comprendido bien Pues vyase con Dios y mi bendicin, hermano. A lo cual no pude ms que contestar: Gra cias, gracias, pues sus palabras han cado den tro de m como un roco bienhechor. Adis, adis!. Sal de aquel lugar como un pajarero erran te en la tormenta y en el viaje de regreso a casa, que dur dos das, pas por todos los cuadrantes del desaliento y todas las rabias de la impoten cia y tambin pens abandonar este enorme ga limatas y que cada cual se llamase como le vi niese en gana: si quera llamarse eldense, como si quera llamarse calagurritano o ajofaifo. Harto y desolado, entr en mi hogar y con mi rada torva me fij en una carta que haba enci ma de mi mesa de trabajo, al tiempo que me de can: Pepe! Ah tienes una carta que lleg ayer de Madrid. Rasgu nervioso el sobre y oh ma nes del destino!, all pareca estar el principio del fin de mi calvario gentilicio histrico. La carta vena de una unin de hombres doc tos y sabios espaoles que se haba formado ha ca poco tiempo y de la cual ya tena noticia. En el membrete se lea lo siguiente: Mesa Cultural y Docta con proyeccin al siglo XXII. Me qued transfigurado, pues aunque yo ya saba de mis grandes conocimientos filosficos y de innumerables disciplinas ms, incluida la de inventar, nunca poda imaginar que mi persona fuera tan estimada internacionalmente. Resumiendo la carta, les dir que en ella me invitaban al simposio inaugural y que ese da es taran all reunidos los cerebros ms preclaros de Espaa y Europa y que por mi condicin de es paol me designaban como primer conferen ciante, dados mis enormes conocimientos de la Ornitologa, ciencia en la que soy el nmero uno y perdonen esta ligersima inmodestia. Alto! Alto! Clmese, por favor. No tiren piedras! Guarden sus verduras y hortalizas! Envainen sus garrotas, que aqu veo un gran agravio compa rativo. Les parece que exagero en mi autobom bo Pues lean todos (y sobre todo el lector que fu ribundo me dice, remedando una vieja historia de una derrota francesa en Roncesvalles. Mala la hubo este deslenguado al escribir tales disla tes!). Hace algn tiempo escuch una noche por la radio y hasta creo que le en algn peridi co que se haba efectuado una especie de even to ferial de libreros y escritores de novelas y que al mismo haban sido invitados los ms precla ros escritores espaoles y, entre ellos, asisti un seor que lo nico que haba escrito en un li bro fue cuando le entregaron el de familia, en el cual escribi en la antefirma: Este que lo es, Fu lano de Tal, siendo ste su nico caudal de es critor. LOS GENTILICIOS Y LA FONTICA (y VIII) E Lste es, pues, el agravio comparativo. Si el tal seor estuvo en aquella reunin de escritores, cmo no haba de asistir yo a la que me haban invitado Pues s seor que asist y desarroll mi tesis sobre Las peripecias de un jilguero pico tor cido para sacar los alpistes del comedero. Ade ms, de regalo, les habl del siguiente y profun do pensamiento filosfico: Por qu mueven las alas las aves cuando vuelan Fue un xito apo tesico. Parabienes sin fin y gran emocin ma y de los concurrentes que llenaban el saln. Y, ya en charla amistosa, les descifr el misterio del jilguero pico torcido y el de mover las alas las aves cuan do vuelan. El primero no poda coger el alpiste por no coincidir las dos puntos del pico, pero solu cionaba el problema metiendo totalmente su pico ;/..fh,! ,c 169 entre la masa de alpiste y alguno se le quedaba dentro. En cuanto al segundo tema, tenan que mo ver las alas porque si no se daban el porrazo con tra el suelo. Fueron muy celebrados mis conoci mientos y yo estaba ms hinchado que un pavo de Navidad. Hasta me haba olvidado de los genti licios en aquellos histricos momentos. Aquella noche hubo una gran cena en un lu joso hotel y mira por donde all se solucionaron por casualidad gran parte de mis afanes en el es clarecimiento de lo que ha motivado este alarde literario, del cual no s cundo podr reponerme, pues an me tiemblan las alas digo, las manos cuando pienso en ello. Ha sido excesivo el es fuerzo realizado. Sirvieron un esplndido men con los mejo res platos de la cocina espaola e internacional y delante de m, en vez de flores, pusieron como homenaje a mi persona un plato de alpiste, ca amones, simientes de cardn y panicardos, lo cual colm en mi la emocin del momento. Junto a m se sent un fornido y serio sabio alemn con el que entabl ipsofacto una conver sacin en un francs estrafalario que aprend en una ocasin en que fui a vendimiar a Francia, en el ao 30. El, por su parte, lo dominaba bien y de esta forma nos entendimos perfectamente. Saqu a colacin, como no, el tema que me tena obsesionado. Los genti l icios dichosos! Y mira por donde el rubicundo teutn me dijo que en una ocasin haba escuchado una conversacin en su pas sobre el asunto. Parece ser que cuan do los romanos dominaban la Hispania, se lleva ron de la Btica (hoy Andaluca) a un sinnmero de gentes para trabajar en las minas de oro que existan en los montes del Norte (hoy Len). Uno de estos bticos, cansado de bajar a la mina, parece que se larg de all y, atravesando los Pi rineos y el pas de los francos (hoy Francia) lleg hasta la Germania (hoy Alemania). Subsistiendo con la ayuda de Dios y con ms hambre que Garlapa, l leg hasta una comuni dad de gentes que trabajaban la tierra y les so licit ayuda y el mandams de aquella tribu le pre gunt: T quin eres De dnde vienes. El btico se infl de orgullo y contest: Zoy es paol, cazin! ! ! Y por fin apareci el genti licio de nuestra patria. Fue adems el primer espaol que fue a trabajar a Alemania y esto es muy verdad, pues to dava hoy se puede ver en las lunetas traseras de muchos automviles Zoy espaol, cazin!. Bastante despus de aquella memorable no che aun recuerdo el abrazo que le di a mi queri do amigo, que me sac del fondo de mi desespe ranza. Ya estn ustedes enterados. El gentilicio de Espaa lo invent un andaluz de la Btica Hispana. Y ahora, en serio. Despus de esto qu dir Que cada uno se apl ique la denominacin de gen tilicio que quiera. Por lo que a m respecta y mien tras alguien no me demuestre que estoy en un cra so error con razonamientos que estn estampados en alguna historia reconocida por la Real Acade mia de la Lengua, seguir en mis trece de defen der la buena fontica del de mis paisanos en su vertiente femenina y yo ser eldero por los cua tro costados!, como dijo el to Botija aquel la maana de primavera en el paso a nivel que ha ba cerca de la vieja estacin de Elda. OTRA ANCDOTA DEL MAESTRO FAYOS M i estimado Pajarico. Leo con la atencin que merecen tus trabajos publicados en nues tro Valle de Elda, por algo es uno eldense de los de antes al decir esto me lleva a insinuar que 170 soy de los de la segunda dcada del siglo actual, de los que vamos quedando ya pocos, por lo tanto, mis recuerdos van parejos con los tuyos y a ambos nos agrada recordarlos con nostalgia, pero felicidad, por haber vivido tantos hechos agradables. Tu trabajo en el nmero 1.802 me ha hecho recordar la ancdota que narras, por haberla vi vido no faltaba a ningn ensayo de la Banda de los de la calle de Coln, ocurrida poco tiempo despus de haberse incorporado a la direccin de la Banda el joven maestro Estruch; pero hay otra que quizs no hubieras presenciado y su omisin por tu parte slo puede ser debida a eso. S re cordaras que, cuando la Santa Cecilia qued sin direccin artstica por haber dimitido don Enrique Almiana, Perico Ceci lia, as popularmente co nocido Pedro Galiano Ban como presidente, como msico y como alma de la Banda siempre, se dirigi en el ao 1934 al maestro Fayos indi cndole la posibilidad de respuesta, enviada por correo, fue muy lacnica; tras acusar recibo de la suya, deca: Ah os envi eixe chiquet el chiquet en cuestin era el joven profesor de fagot de la Banda de Villanueva de Castelln, Jos Estruch Mart. No es esta precisamente la ancdota a la que quera referirme, era esta otra: corra el ao 1935 el seor Estruch tom posesin en 1934 y eran los das grandes de las Fiestas Mayores; las co misiones de estas fiestas solan traer dos bandas de categora para los conciertos, entre ellas las dos de Liria, la de Villanueva de Castelln o la de los regimientos de Infantera de Al icante y Alcoy, en tre otras. Este nmero de fiestas era considera do de los de ms prestigio. En las fiestas de sep tiembre de 1935 tuvimos la suerte de recibir a la de Villanueva de Castelln y, al frente, a su director seor Fayos. Recordars que los conciertos se ofrecan en la terraza del Casino Eldense, amn de algn otro lugar, como la plaza de la Consti tucin, Sagasta, Prosperidad, etc; y aquel da que cito nos ofreci un inolvidable. Entre las obras que interpret figuraba la 5.a Sinfona de Beethoven, tan predilecta del maestro. El seor Fayos co menz su trabajo y cuando le lleg el turno al fa moso sordo alemn, tom en sus manos la batu ta, dio entrada al primer movimiento, y, tranquilamente, se baj del podio a iniciar la ter tulia con un grupo de amigos alrededor de una mesa, mientras la Banda continu la obra beet hoviana hasta su final, sin director. Figrate cul fue ste, porque me veo incapacitado para des cribirlo. Repito, no s si seras testigo de ello, pero como vamos quedando pocos de los que aquella poca, me remito al recuerdo de Vicente Prez, el eterno flauta de la Santa Cecilia, que todava est entre nosotros, para que si haba termina do su servicio militar, que real iz en la Banda del Regimiento de Alcoy y fue testigo pueda dar fe. Hasta siempre. VICENTE VALERO ECHA EL ARROZ, PACA, QUE LA COSA VA DE GASTRONOMA! (I) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) E sta historieta se la dedico, con muy buen ape tito, a mi distinguido amigo Rodolfo Guarinos Amat, de conocidsima familia eldera. Hijo y so brino de grandes fabricantes del calzado, que ayudaron a formar la Elda grande de hoy. Preci samente su tocayo y to Rodolfo puso en el valle la mayor industria zapatera de todos los tiempos. La nica, adems, que tena fuerza motriz propia, por medio de un potente motor de gas pobre que mova todas las grandes naves de la fbrica. Fue, por lo tanto, el nico autrquico en cuanto, a los voltios esos, Kilovatios incluidos. 171 Encontr a este amigo un fro da de Di ciembre, paseando por la Plaza de Castelar en la grata compaa de un hijo suyo y, despus de los saludos de rigor y deseos de felicidad en las fe chas que se aproximan, le dije que me diese pie para emborronar alguna historieta pues me en contraba por aquellos das un tanto romo de ide as, seguramente por el fro. Dime algo, Rodol fo! me contest. Pues, hombre, algo que te agrade, lo que sea Bueno, bueno, hombre, pues ah tienes. A mi me gusta la gastronoma. Pero es cucha, Pepe; no te confundas. Lo que me gusta es degustar los alimentos sin abusar nunca, pues yo vivo no para comer sino al contrario, como lo ne cesario para vivir Est clara la cosa. Mas cla ra que el agua del chorrico de la antigua Santa Brbara, hombre. T eres entonces un perfecto gourmet (Aclaro que esta palabra se aplica a los elegidos de buen gusto en el comer, como a otros les puede gustare! buen vestir o tocar la gai ta, por ejemplo). Sobre esta palabra citada de gourmet hay alguna confusin con la palabra gourmand, que se aplica a los aficionados a comer y beber en ex ceso. Si tengo alguna seguridad en lo que digo es porque tambin el que suscribe tuvo alguna con fusin con estas palabrejas francesas, hasta que me sac de ella un amigo que tuve en Venezuela y que era precisamente sommelier en el Hotel Tamanaco, hotel de muchos tenedores, y era el en cargado de la bodega y de elegir los vinos. De ah la palabra, tambin francesa. De forma que sa qu la conclusin de que el gourmand es el que gusta de comer y beber en abundancia y gour met el seor que lo mismo goza degustando una langosta en salsa Thermidor que una ollica con cardicos y pencas y algunos tropiezos de pier na de cordero. Esto de la gastronoma me parece una cosa abstracta y lo digo por lo siguiente: Quin puede sentir mayor placer al ingerir un de terminado alimento El seor que lleva varios das sin comer y le dan un rosign de pan duro o aquel otro seor que tiene ante s una fresca y apetito sa lubina al horno con gusanitos tiernos y salsa trtara Claro, en el primero es el placer de saciar su hambre yen el segundo es el placer de degustar 172 el alimento sin pensar en el deseo de su estma go. Aqu encaja de perilla el dicho de nuestro exi mio D. Jos Ortega y Gasset cuando dijo aquello del hombre y su circunstancia. Esto es mucha verdad, si seor. Yo he comido, gracias a Dios, mu chas cosas buenas y otras no tanto y, sabes, querido amigo, lo que recuerdo haber comido en esta vida con ms deseos y placer Pues agrra te y vers: Siendo yo muchacho, un vecino de mi calle le dijo a mi madre si le importaba que me lleva ra con l a coger las olivas de tres plausones que tena por la parte de La Pata. Se trataba del to Sardina, un medio pariente nuestro, y claro, su de seo fue rpidamente resuelto, pero no sin antes de cirle: Lleve bastante comida pues mi Jos est en el crecimiento y come bastante No te preo cupes, Mara Dolores, que sobrar comida. Aque lla maana de Diciembre iba yo montado en un hermoso pollino y el to Sardina ya me dio de en trada un buen trozo de una torta de manteca que haba encargado el da anterior. Llegamos al si tio, le ayud a colocar las arpilleras debajo de las ol iveras y as estuvimos toda la maana cogien do olivas, hasta que la hora de comer oigo aque llo de Tienes hambre, Joseico S seor, que la tengo Pues nada, vamos al abrigo de aquel ribazo; encender un buen fuego y comemos. Te parece Y all nos fuimos. Sentados alrededor de la lumbre, tir de alforjas y apareci un pan de esos que elaboraba Jos Luis el panadero, blan dos, tan ricos, y que vena rel leno. Sabes, di lec to amigo, con que Pues con seis hermosas sar dinas arenques y sus correspondiente aceitico, que haba empapado el pan. Asocia la circunstancia, querido amigo, y sita los actores en la escena. Un mozalbete de 11 12 aos, varias horas cogien do olivas en lo alto de La Pat, cerca de la Casa del Conejo. Hambre a raudales y el to Sardina, na vaja en ristre, dndome medio pan con tres sar dinas de rel leno. No recuerdo en todos los largos das de mi vida haber comido algo tan sabroso! Y, siguiendo con la gastronoma autctona, citar algunas delicias, pues desde el pan con aceite hasta los conocidos gazpachos, fasiuras y arroz con conejo, existen platos locales nicos por la bondad de sus ingredientes, cuya base fueron las hortalizas que desgraciadamente se lle v el progreso. Me estoy refiriendo a los alcaciles, habas y tomates sobre todo. Estas cosas que cito no se han producido en ningn lugar de este an cho mundo como en el valle de Elda. Y doy fe de ello porque las he degustado en cuatro continen tes. En este intermedio, Rodolfo amigo, hay de licias sin fin. Te ha regalado alguna vez tu que rida esposa con un perolico de arroz al horno No Pues lo siento, muchacho, porque era la es pecialidad, en cuanto a su coccin, del to Pan dorgo, horno sito en la esquina de su nombre, o sea callejn del Pandorgo, y la antigua calle de la Pual, despus Espoz y Mina y ahora no se qu. Este sencillo plato no llevaba ms que un sofrito de algo de tomate, agua y arroz. Pero cuando el to Pandorgo sacaba del horno el perol en su punto, y con una hermosa cabeza de ajos en el centro como bandera, era gloria verlo y gran deleite el co merlo. Y qu te dir de un vecino mo de la calle de la Comadre, que cuando se nombraba la co mida sola decir a voz en grito: A m lo que ms me gusta es el arroz con alubias seco! (empe drado, le dicen a esto). ECHA EL ARROZ, PACA, QUE LA COSA VA DE GASTRONOMA! (y II) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) . U as acariciado alguna vez tus papilas bu i n . 11 cales con una ollica a base de tiernas pen cas, patatas, alubias y algn tropiezo de lomo de cerdo Tampoco Pues lo siento, querido amigo. Cabalga a lomos de la ilusin de una langosta a la americana y de postre, souffl al ron. Siguiendo con las incontables ollicas de nuestro pueblo, mi querida y santa madre tena su especialidad en una determinada. Ella le deca ollica de las once, no se por qu, pero el caso es que cada vez que la cocinaba yo me arreaba dos platos. No tena ms que arroz, patatas y bajocas de Santa Ana, que venan de Villena. Otra espe cialidad suya, que desde que se fue no he podi do degustar en sitio alguno, es cuando haca pu chero (cocido y del caldo, en vez de sopa, preparaba una especie de arroz meloso que rete t de los a banda, valencianos y alicantinos. Josefa la Mondonguera era una aldeana que viva por los lados de las Casicas de Jaime (Faldas del tico de San Miguel) y en su gran bondad suministraba las protenas a los ms modestos de la parte vieja, y no tan modesto. Cuando haba sacrificio de caprinos o bovinos, se presentaba en el viejo Matadero, recoga los mon dongos que poda y, en el cercano Vinalop, los de jaba como los chorros del oro. Despus su humil de negocio era visitar a su clientela con el sonsonete de siempre: Quiere hoy un mondon guico, Mara Salud No Josefa, que hoy es el santo de mi hijo mayor y voy a hacer un sursi dico con atn de zorra que ha recibido hoy el to Clemente de Santa Pola ya mis hijos les gusta mu cho y se hinchan a mojar pan en el suco que deja en la landa. La Academia de la Lengua de la Torreta dice en su apartado palabras confusas de la culina ria eldera : El suco es una especie de caldo que sueltan los alimentos cuando se cocinan al hor no y en Ilanda clsica. En cuanto a la palabra sursidico, es la que se emplea para designar tal comida si se ha confeccionado con los ingre dientes que marca la ley, es decir, con pescado o carne, patatas a rodajas, dientes de ajo al gusto y una pizca de perejil y algn comino que otro. Luego la mano del hornero hara el resto! ECHA EL ARROZ, PACA, QUE LA COSA VA DE GASTRONOMA! 173 Pero haba otros sitios, Rodolfo amigo, que suministraban protenas a nuestros coterrneos; las tiendas de comestibles finos, por ejemplo. Te ha hecho holgar en alguna ocasin tu queri da esposa con un buen plato de ajo con bacalao, patatitas tiernas y bolas roosas y el mortero de ajo arriero sobre la mesa Le haras ascos a unos tallarines con las partes nobles de la cabe za del bontalo (bonito) en salazn conveniente mente desalado, y ajicos tiernos como contra punto Pues ya ve, mi vale (amigo), como dicen en Venezuela, que me parece que te estoy tentando y hasta estoy comprometiendo a tu seora con todo esto. Presntale de mi parte mis respetos y me po nes a sus pies y que disimule mi glotonera. Muchos ms platos te podra nombrar de nuestra vieja cocina eldera, pero no quiero moverte a gula voraz y penosas indigestiones. Por lo tan to, hora es ya de indicarte los sabrosos postres que, como la mayora de los platos reseados en este singular men, se fueron con los tiempos. Qu te parecen unas peras en su tiempo del peral del Be ato Era una fruta nica que existi en un bancal que hubo en La Sirm, de ocho o diez tahllas. Es taba situado entre la Rambla de Pusa que roza ba nuestro cementerio y separa La Sirma de nues tra Horteta, vertiendo sus aguas, perdn, sus cantos dorados, en nuestro Vinalop, y el ro. Pues entre el ngulo que forma dicha rambla y el ro, hasta la curva que ste hace unos cuatrocientos metros mas abajo, se encontraba el bosque de pe ras que era nico en el valle, si exceptuamos al gn rbol suelto que pudiera haber en otro sitio. En poca de recogida de este fruto trabaja ban a destajo el Cuadrao, el to Perico el Chicho y hasta mi to Gaspar antes de quedarse ciego. To dos ellos, transportistas de frutas y verduras, que las hacan llegar hasta Madrid amorosamente dispuestas en corbos. Maldicin! Ya me sali otra palabreja eldera. Y dice otra vez la Academia 174 de la lengua de la Torreta: El corbo es una especie de canasta banasta de unos 60-70 centmetros de alto por unos 40-50 de ancho, confeccionada con caas partidas y si se l lena de fruta se tapa con una buena mano de masetes (un matujo parecido al esparto, pero mucho ms fino). Termino por fin con tantos platos, citndote algo que desapareci de nuestra huerta y que tampoco lo hube en sitio o lugar alguno. Me es toy refiriendo a cuatro clases de albaricoques: Moscatel, Tem pranicos, Percal y Pa triarca. Todas ellas de hueso dulce. Muchas fue ron las gentes de los pueblos de los alrededores que intentaron injertarlos en sus huertas, sin con seguirlo, los que ms lo intentaron fueron los el cheros, pero se quedaron con las ganas. Si pu dieron injertar poco a poco nuestros zapatos y al final injertaron hasta nuestra Feria del Calzado, aunque con la ayuda de algn eldero, afrance sado seguramente. Pero no importa ; Elda siem pre sabe seguir palante. Bueno, querido amigo y simpticos coterr neos, voy a terminar porque avisan que tengo la mesa puesta y hoy, que tengo la tensin baja, voy a deleitarme con uno de mis platos favoritos: Fandango, con unos trozos de bacalao ingls, pa tatitas nuevas, bolicas roosas y tomates secos. Esta comida, cuando yo era un chavaln, la coman los pobres y los ricos se coman los pollos. Hoy es al revs. Los pobres se comen los pollos de pls tico y los ricos el bacalao ingles. Pero yo dispon go de este men de la siguiente manera: de en trada me tomo el caldito y las patatas, despus me sirven los sabrosos trocitos de bacalao con guarnicin de oras y los tomatitos secos, y a su vera un recipiente de ajo -arriero. Os digo, mis entraables, que esto es manjar de dioses y boc cato di cardina le. Que os aproveche el plato que hayis elegido y tener a mano el bicarbonato. Sa ludos afectuosos. MISCELNEA DEPORTIVA VISTA AL BIES (I) (De la serie ((Dame pie y te contar una historieta) E especie de sarpullido deportivo se lo dedico Lde todo corazn a mi dilecto amigo Eduardo Oras, pues adems de ser un eldero de pro es un gran amante de los deportes en general. Es un sportman completo por lo tanto, aunque me pa rece que hoy ya no podra hacer los 100 metros en diez segundos. Con este trabajito no pretendo realizar una crnica deportiva actual, pues para eso el peri dico cuenta con una cronista que todas las se manas deleita a mis celebrados coterrneos pe gndoles tiros desde la general y con otras aleluyas propias del caso. Por mi parte, aprovechando el pie que me dio mi amigo, contar cosas de los de portes de mis aos jvenes y hasta es posible que salga algo indito que los elderos de hoy ni se imaginan. En las visitas que hago a Elda para satu rarme de mi pueblo peridicamente, se me ocu rri das pasados visitar a un amigo que vive por el final de la calle de la Pursima. No se encontraba en su domicilio, y ya es tando all, me acerqu paseando hasta el co mienzo del puente de la carretera de Monvar, para ver desde all el ro y sus celebrados jardi nes que no se por qu llaman el Peri a esa par te de nuestro sufrido Vinalop. Es el caso que yo estaba recostado en la be rroquea baranda del puente para descansar un poco mis bielas inferiores, cuando vi, con curio sidad al principio y asombro despus, a un seor que vena por la parte de Los Escorrales, desem bocando en la carretera, en plan, al parecer, de ha cer footing, pero a una marcha muy moderada. Mi asombro subi de punto pero se convirti en agradable sorpresa cuando se acerc a mi re conoc a mi nclito amigo Eduardo Oras, vestido de chndal y zapatos deportivos y en gran forma al parecer. Mi querido amigo: de dnde vienes de esta guisa, le dije despus del abrazo de rigor. Pues nada, hombre, contest, que como haca un da muy bueno, he aprovechado para darme un garbeito por La Melva. Pero y t Qu haces por aqu, que te has escapado de Alicante Qu va, mu chacho! Que tena que hacer una visita sentimen tal a un amigo que vive ah arriba y como no esta ba en casa he aprovechado para darme un paseito, claro que mas despacio que t. Y a propsito: ya sa bes mi inveterada costumbre de buscar en mi pue blo pies para mis historietas, as que t, que te veo tan deportista, dime algo que me sea ti l para ur dir mis dislates, por si sirve para que se diviertan nuestros paisanos. Pues ya lo tienes, hombre! No me ves de deportista Pues ese es el pie: los deportes. Pero no abuses, porque ya tienes mas aos que el tnel y me parece que si te quitan tu P jara pinta y tuVerde Limn, no haces 100 me tros lisos ni en carretilla, y perdona la broma, Pepe. Dnde vas ahora Nada tengo que perdonarte, chaval; al contrario, pues no se si sabes que con la imaginacin se corre ms que la luz y yo, gracias a Dios, la tengo bien fresca todava. En cuanto a tu pregunta de dnde voy, pues a ver si encuentro al amigo que he venido a visitar y luego volverme a casa. Nos dimos un abrazo y despedida cariosa al canto. Cuando se alejaba le grit: Preprate, amigo que te voy a recordar los deportes de tu pueblo de los aos veinte!. De bastante pequeo, y ya ms mozalbete, puedo decir que practiqu casi todos los deportes conocidos por entonces. Sin embargo, debo decir que no sobresal en ninguno, quizs por mi in constancia en seguirlos, o porque me tiraba ms la msica. En ftbol fui recoge pelotas de un equipo que se entrenaba en un bancal que po dramos situar hoy casi al final de la Gran Aveni da. Y por citar a algunos de sus jugadores lo hago con dos forneos. Se trataba de dos her manos que venan de Petrel, el mayor siempre jugaba con la gorra puesta y lo haca de defensa y como si mal no recuerdo estaba reparado de 175 un ojo, pues de todas, todas le sacudan al baln y lo mandaba a la acequia del Cataln, que que daba cerca. El menor se llamaba, si mi memoria no me traiciona, Boni, que ms tarde ingresara en el Deportivo Eldero (Eldense para los suspica ces). Precisamente aquel equipo de bancal fue el embrin de lo que ahora es el Deportivo actual. El citado Boni jugaba de delantero y seguramente fue un buen jugador. Ms tarde fueron llegando otros que estn en la memoria de todos los aficionados, aunque, por estar estos das en el candelero, nombrar a los diplomados mi amigo Pepe Gmez y Bayo (al que nosotros llambamos Teatrico). No mucho ms tarde surgi otro equipo que entrenaba en unas eras que existan donde ms tarde se construyeron las casas de Machaco, frente al Parque de Atracciones, ms tarde Feria Internacional del Calzado y hoy almacn de frus traciones y esfuerzos perdidos. Del embrin de las eras surgi el Elda F.C; gran rival ms tarde de Deportivo. Y como ya he do , citado el nombre de un jugador de este equipo, hago justicia nombrando a otro de Elda F.C.: Pe dro Maca, medio centro elegante y eficiente don de los hubiera. Tambin surgi otro equipo que se llamaba El Terror. De l sali un buen y fino interior que jug en el Deportivo: Antonio Rico el Morico. Pero antes que este ltimo equipo hubo otro lla mado Lucentum y era el equipo de los seoriticos. All hice yo mis primeras armas como futbolista activo. Jugaba de medio derecha y siempre fui re serva. El estadio nuestro era un bancal del to Carbonero, situado donde hoy est el Mercado Central. Jugadores destacados de mi equipo fue ron los hermanos Sirvent, Vicente y Pepn; juga ban de interiores y los contrarios se volvan locos para marcarlos, ya que eran, y supongo que to dava son, gemelos. Y de delantero centro esta ba el impetuoso Isidro Aguado, que daba buenas patadas por ser descendiente de fabricante de hormas. 10 MISCELNEA DEPORTIVA VISTA AL BIES (II) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) C omo vena diciendo, slo llegu a reserva y no jugu ningn partido en Elda con mi equipo, pero si tuve el honor de actuar en el vecino pue blo de Sax. Concertaron un partido, no se cmo, con los de este pueblo y all se present una tarde el flamante Lucentum con slo siete jugadores. Por esta razn, echaron mano del suplente, que era yo. Fue el primer partido oficial que jugu en mi vida y fue adems el ltimo, pues a causa del desas troso resultado del encuentro colgu las botas, me jor dicho, las alpargatas, y me dediqu a otra cosa. Aquel partido lo jugamos en unas eras que haba a la salida del pueblo hacia Salinas. Nos metieron 7 goles a cero y encima nos apedrearon a la salida. Cada uno sali de all como pudo y, en 176 la estampida del equipo, me junt con Isidro Aguado, al que le dije: Los sajeos nos estn es perando a la salida hacia Elda por La Torreta, as que vmonos por la va. Y as lo hicimos. Ten ais que haber visto aquella tarde al bueno de Isi dro vestido impecablemente de futbolista, inclu so con una media cmara de baln que se pona en la cabeza, va abajo hasta nuestro pueblo. Muchas cosas podra contar del ftbol elde ro, incluso los nombres de todos aquellos equipos que fueron en mi juventud, con sus miembros en activo, pero esto se hara muy largo y adems esto queda para los historiadores locales. Solamente aadir que hubo un desarrollo futbolstico en Elda que tengo la seguridad que el 90 % de los elderos no conoci jams. Durante bastante tiempo hubo en mi juven tud una diversin en la que solamente tomaban parte los chiquillos de la parte vieja del pueblo, hoy tan degradada. Eran partidos de ftbol que se ju gaban todos los das en la plaza de armas de nuestro alczar. Hora de los encuentros: de una a dos de la tarde, menos cinco minutos. Es decir, a las doce salan los muchachos de las fbricas y los aprendices de zapatero, que eran los ms, se iban a comer. Despus de esto, al castillo a jugar, hasta que tocaba el pito de las dos menos cinco en la fbrica de D. Rodolfo Guarinos y entonces era de ver la desbandada de chiquillos castillo aba jo, unos a las fbricas y otros a seguir cosiendo la tarea a sus maestros. El sistema de juego era siempre el mismo: nos reunamos en el estadio quince, veinte o trein ta chavales en esto no haba tope de jugadores y los dos ms caractersticos por su edad o per sonalidad se ponan uno frente a otro y median a pieguerra, esto es, poniendo un pie sobre otro por delante hasta que se encontraban los dos, y el que montaba al contrario tena el derecho de comen zar a elegir los jugadores y quedaban formados los dos equipos que, repito, lo mismo daba que hu bieran treinta que cuarenta. Adems, el que ga naba el pie tena el derecho de elegir sitio en el campo, cuyas porteras, como es natural, estaban hechas a base de dos limos bien gordos coloca dos a la distancia reglamentaria. El utillero de esta manada de futbolistas era un tal Antonio, hijo de la Corsetera, una sim ptica seora que viva al final de la calle del Cas tillo, junto a la paretica que cierra tal calle. Digo utillero por dar algo de bombo al asunto, pues el nico til que haba eran unas pelotas que fa bricaba el tal Antonio con una media vieja llena de trapos, que lo mismo quedaba redonda que como un meln de olor. El deporte este, dentro de su simplicidad, tena sus reglas, por ejemplo: los que hayan subido alguna vez al alczar se habrn dado cuenta de que la plaza de armas donde de sarrollbamos los combates no tiene ninguna de fi. 91 1 ViS fensa por la parte que da al Vinalop, de forma que cuando en el fragor del combate se escurra el ba ln por aquella parte, no iba a parar a la carre tera, sino que se quedaba en un contrafuerte que la edificacin de la fortaleza tiene o tena por aquel lado. De todas formas, el que tiraba la pe lota tena que bajar rpidamente a subirla, y si no lo haca ya no jugaba ms. A todo esto mis perspicaces y celebrados co terrneos se estarn preguntando: Pero bueno, y para qu servira ese deporte, jugndose con una pelota de trapo Y yo digo: Pues hombre, serva para divertirnos y tambin pudo ser que como cantera local de futbolistas. Os acordis del gran Vitorio Pues lleg a ser portero, y muy bue no, del Deportivo. Y algunos. Y como ha salido a la palestra el deporte peloteril, es de justicia citar otras modalidades de pelota que fueron en Elda motivo de diversin para los antiguos elderos. Me estoy refiriendo a las partidas de largas que se jugaban en la calle Nueva Abajo, y las de rebote; que se jugaban en el Trinquete. (Existe todava). En la calle Nueva jugaron muchos jugadores forneos en memorables partidas a doce juegos a largas, como he dicho. Recordar, para regocijo de los el deros viejos, a dos de estos jugadores de calle. El gran Mariano de Ondara, como resto, y nues tro incomparable saque El Vela... la elegancia de Mariano y la eficacia de El Vela. Debo aadir, sin embargo, que siendo yo muy chiquitn vi jugar al mejor jugador de pelota valenciana que han dado los siglos. Me estoy refiriendo al Chiquet de Sirmat de Valldigna, al que siempre en Elda, se le llamaba Chiquet de Sirm. Y en trinquete ad mir la elegancia de Fusteret de la Losa y la efi cacia del Chiquet de Cuart. Pero tengo que seguir con otros deportes. Yo pensaba realizar este trabajito en pocas cuarti llas y ya ven lo que est saliendo, aunque la culpa no es ma, sino del pie tan grande que me di mi amigo. Calza lo menos un 49 con alzas y largas. 177 MISCELNEA DEPORTIVA VISTA AL BIES (III) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) (NOTA: Por haber quedado fuera de contexto un prrafo en la parte publicada en nuestro nmero anterior del presente artculo, incluimos a continuacin dicho prrafo, repitiendo los que se publicaron a continuacin para mantener la cohesin argumental del mismo). A todo esto mis perspicaces y celebrados cote rrneos se estarn preguntando: Pero bueno, y para qu servira ese deporte, jugndose con una pelota de trapo Y yo digo: Pues hombre, serva para divertirnos y tambin pudo ser como cantera local de futbolistas. Os acordis del gran Vitorio Pues lleg a ser portero, y muy bue no, del Deportivo. Y algunos otros que luego ju garon en el Terror y otros equipos. Y como de deportes hablamos, tengo que contar que el tal Vitoria fue especialista en jugar a percha, modalidad de pelota valenciana que se jugaba de una manera singular, porque era un saque contra una pared, se haca impulsando di cha pelota en forma oblicua y haba que restar la con la mano izquierda. La calle que se empleaba para tales partidas siempre fue la de Las Virtudes, pues haba una casa al principio de ella, esquina a la subida de La Pastora, que tena un gran lienzo de pared completamente liso. Bueno, l iso porque no tena ventanas ni obstculos para el desarrollo del jue go, aunque era bastante rasposa y al cerrarse la pelota en el saque en la parte donde se situaba el que tena que restar no tena ms remedio el jugador que arrastrar la mano para jugarla y en esto fue especialista el citado Vitorio, que tena una mano izquierda especial para ello, aunque los araazos que le espolsaba a la pared an creo que estarn vigentes en ella en la actualidad. Pareca adems que tena ventosas en las manos. Exactamente igual que ms tarde, cuando aga rraba los balones jugando de portero. Honor y re cuerdo a mi vecino Victorio, siempre llamado Vi torio. Y como ha salido a la palestra el deporte pe loteril, es de justicia citar otras modalidades de pelota que fueron en Elda motivo de diversin 178 para los antiguos elderos. Me estoy refiriendo a la partidas de largas que se jugaban en la ca lle Nueva Abajo, y las de rebote: que se ju gaban en el Trinquete. (Existe todava). En la calle Nueva jugaron muchos jugadores forne os en memorables partidas a doce juegos a lar gas, como he dicho. Recordar, para regocijo de los elderos viejos, a dos de estos jugadores de calle. El gran Mariano de Ondara, como resto, y nuestro incomparable saque El Vela... La ele gancia de Mariano y la eficacia de El Vela. Debo aadir, sin embargo, que siendo yo muy chiqui tn vi jugar al mejor jugador de pelota valenciana que han dado los siglos: Me estoy refiriendo al Chiquet de Simat de Valldigna, al que siem pre, en Elda, se le llamaba Chiquet de Sir m. Y en trinquete admir la elegancia de Fusteret de la Liosa y la eficacia del Chiquet de Cuart. Pero tengo que seguir con otros deportes. Yo pensaba realizar este trabajito en pocas cuartillas y ya ven lo que est saliendo, aunque la culpa no es ma, sino del pie tan grande que me dio mi ami go. Calza lo menos un 49 con alzas y largas. Pedestrismo: hubo una temporada que me dio por esta especialidad y comenc mis entrena mientos corriendo un amigo y yo delante del due o de un huerto de prunas que hubo mismamen te donde hoy se encuentra la Ciudad Vergel. Con los bolsillos llenos de prunas nos corri el hom bre hasta cerca de La Jaud. Cruzamos el ro y lo perdimos de vista. Esta carrera no fue homologada por ninguna federacin. La segunda carrera la hi cimos tres amigos, pues atacamos un hermoso ce rezo que haba en una finca de La Tafalera, jus tamente donde hace la curva el ro. Nos sorprendi el dueo cuando ya quedaban pocas cerezas en el rbol y salimos a marcha olmpica ro arriba y el to detrs. Cruzamos la Huerta Nueva y dale que te pego, el hombre a nuestra rueda. Por fin nos di vidimos, uno por la Casa Colar, otro dando la vuelta por El Sapo y yo por la carretera de Sax, jun tndonos donde habamos previsto, en la mism sima Torreta. All sentados, apoyados en su pared, vimos a la lejos al de La Tafalera volverse hacia su casa. Tampoco esta carrera fue homologada por nadie. No haba justicia en aquellos tiempos. Me refiero a la justicia deportiva, claro. Tambin actu (de reserva, como siempre) en un equipo de hockey sobre hierba que se form en el Circulo Mercantil, que estaba situado enfren te del Casino Eldense y que regentaba el popular Fondonico. El introductor y mecenas de tal de porte en Elda fue un seor cataln muy atildado y caballero, que era el representante en nuestro pueblo de La Tenera Moderna Franco Espaola. th-1, Fue el primer habitante de la finca llamada El Al minar hoy sede de los Moros y Cristianos. Los entrenamientos y partidos se efectuaban en el Parque de Atracciones y aunque el tal deporte era sobre hierba, la nica hierba que haba all eran unas rabanizas y linsones en el ngulo sur, que daba al Morro Nuevo. Ciclismo: nos desafiamos un amigo y yo para una carrera hasta Alicante. Pudimos llegar con las bicicletas alquiladas hasta la cuesta del Olmo, que estaba pasando el empalme de Alicante a Aspe. All mismo decidimos volvernos y con muchos es fuerzos pudimos llegar a la Estacin de Novelda y coger el tren de las cuatro. Habamos salido a las diez de la maana alqui lando la bici para una hora. Estuvimos pagando alquiler tres meses y, como en ftbol y pedestrismo, tir la toalla. Lo mo era la bandurria. MISCELNEA DEPORTIVA VISTA AL BIES (IV) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) M Montaismo: tambin lo practiqu una tem porada y cuando la Ciudad Deportiva del Centro Excursionista Eldense era un bancal de vi as y oliveras, ya haba yo recorrido todas las montaas que rodean el valle de Elda. Tengan en cuenta mis celebrados coterrneos que eso lo ha camos con alpargatas y despus de trabajar toda la semana. Y los domingos, de buena maana, hala! al monte, sin mas equipo que nuestro de seo de encontrar calderones con agua, no como ahora, que van en auto hasta la falda de la mon taa y provistos de todo, hasta de masajista. Pero por mi inconstancia tambin lo abandon y lo nico positivo que saqu del montaismo fueron unos madroos que encontr encima del mismo Cid, y lo negativo, un par de alpargatas inservi bles cada domingo. As que me dije que tal deporte era bueno para los que se dedicaban a coger ca racoles serranos. Aunque, aparte de estas trucu lencias humorsticas, nunca olvidar la hermosura de ver desde lo ms alto de Los Chaparrales la pa normica de media provincia. Luego, caminar hacia el norte y bajar a Rincn Bello. Una delicia, si seor, que guardo en mi memoria. Natacin: esta disciplina deportiva si que la practiqu siempre con gran aprovechamiento. Claro es que desde muy chiquitn haca mi vida en el cercano Vinalop, entonces con bastante agua y limpia. Pero mi universidad en esto fue el Pan tano. Por los aos veinte siempre estaba lleno y rebosando por su aliviadero. Yo tena entonces mu chos aos, pero ya me juntaba con los mayores y se establecan carreras tirndose desde la pale ta hasta cerca del puente del ferrocarril y vuelta. Haba verdaderos tritones del agua, recuerdo es pecialmente a dos que fueron fuera de serie, uno del Monte Calvario que llamaban el Buzo; era especialista en inmersiones y, sobre todo, a otro 179 que fue la elegancia nadando de espaldas. Me re fiero a Vicente Busquier el Mina, muy conoci do en Elda, pues fue mucho tiempo miembro de la comparsa de Cristianos. Una belleza era ver na dar a este eldero. A buen seguro que si en aque llos tiempos hubiese habido las facilidades que hoy hay para ir a olimpiadas, se hubiera trado un saco de medallas. En un trabajito anterior ya cont el suceso de mi salvamento por Manolico el Crevillente cuando me salv la vida en el Posico el Colao aqu cerca, a un tiro de piedra de La Tafalera. Era un remanso del ro que tena casi dos metros de agua y yo andara por los cuatro o cinco aos. Esa vida que gracias a Dios y a Manolico me fue dada de nuevo, la sald con un pinosero que cay por Elda y siempre llevaba una gorrita a cuadros. Una tarde estbamos un amigo y yo tumbados en cima de la paleta del Pantano secndonos el aire recin salidos del agua, cuando apareci por all este elemento que desnudndose rpidamente, se tir al agua en un salto que por la forma de ha cerlo me hizo pensar que no saba nadar y adems lo haca en el sitio de salida de la acequia, que siempre tiraba de los que se acercaban por aque lla zona. Todo esto, como es natural, visto por mi rpidamente y an en el aire, le pregunt: Sa bes nadar Y antes de entrar en el agua me contest que no Pues vas listo pens yo, ya que en aquel rincn habra por lo menos seis o siete metros de agua. Nos levantamos rpidamente mi amigo y yo, viendo al pinosero que se hunda como un plomo. Me lanc al agua y lo empuje de las piernas hacia arriba. Luego me coloqu detrs de l y se quera volver para agarrarse, en esos mo mentos angustiosos del que se ve perdido. Le gri t que no se agarrase a mi, al tiempo que le cog de los pelos puestos a su espalda y con gran es fuerzo, por el tirn del agua en aquel sitio, lo lle v a la ori lla, que no estaba muy lejos. All estu 180 yo un rato hasta que se repuso, pues haba tra gado medio Vinalop, y cuando pudo hablarme dijo que l crea que haba poca agua porque haba vis to a unos chiquillos al lado del aliviadero y el hombre crey que todo el monte era organo. To tal, que subi a la paleta, se visti, se coloc su gorrita a cuadros y se larg sin decir adis. Pero lo gordo de este sucedido, que es tan verdad como yo soy eldero viejo, ocurri dos o tres das despus. Bajaba yo por la cal le de Jardines y a la altura del jardn del Casino Eldense me cruc con este m sico y no se digno ni saludarme. Aquello me hizo pensar que la gratitud no era su fuerte. No me die ron ninguna medalla por aquello, aunque pens que si Manolico el Crevillente me salv a m en igual situacin, pues estbamos en paz y me con verta en salvador annimo de paletos ingratos. En el ao 54 tuve ocasin de romper el em pate de vidas a punto de ahogarse. Si alguno de los que me leen conoce la capital de Venezuela, Ca racas, sabe que esta ciudad est en un valle por el que cruza el ro Guaire. Al final de la ciudad ha cia el Este se halla un pequeo aerdromo llamado La Carlota, que cae muy cerca de este ro. Yo so la acercarme por all para divertirme viendo ma niobrar los aviones y acercndome al ro, que me recordaba a mi Vinalop. Una de aquellas tardes estaba yo a la oril la de dicho ro venezolano y lle garon corriendo unos chiquillos. Dos de ellos se ti raron a baarse y aunque no era caudaloso s era bastante rpida su corriente. Total, que uno de los chiquillos saba nadar poco y se lo l levaba el agua. El otro s pudo llegar a la oril la y empez a gritar, y yo, al darme cuenta, pues pajarico que te vas al Guaire. Me quit los zapatos y cha puzn que te das. Resumen, otro salvamento sin medal la, pero los Gracias seor! Gracias se or! de aquel los chiqui llos an hoy me saben a gloria. MISCELNEA DEPORTIVA VISTA AL BIES (V) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) D espus de la larga exposicin que os he hecho, celebrados coterrneos, en cuanto a deportes, solo me resta convertirme en auto -examinador y darme las calificaciones que merezca en cada modalidad. Por lo tanto, odo al parche: en ciclismo y ftbol, cero absoluto, suspenso total. En pe destrismo y montaismo... aqu podemos poner un cinco si tengo buenos padrinos. Yen cuanto a na tacin, por los detalles expuestos, slo Dios me puede calificar, pues El sabe lo que es cada uno y lo que puede dar de si. Amn. Pero, aparte de estas calificaciones que creo justas, debo citar, porque viene a cuento algo y me dice una cereza recin salida de una meninge: Dilo, hombre, dilo!. No te d vergenza me dice la idea, y aade: Pero hombre, si ests de sendolo!. Bueno, bueno, lo contar y vulvete a tus laberintos oscuros de una vez. Y esta es la cosa: Hago constar por adelantado que si hago mencin de esto es porque en ftbol me he dado un suspenso total, y para pailar un poco tal ludi brio y deshonor. En los aos sesenta fui miembro de la junta directiva que presidi el Sr. Torres en el Club Deportivo Eldense. Fue el ao que vino a jugar al Parque el Real Madrid, en partido amis toso. Tambin hago constar que fui directivo de los que aportaron pasta para tal honor. Como tal di rectivo asist en calidad de delegado adjunto por algunos pueblos de los que entraban en compe ticin. Uno de ellos fue Yecla, donde haba mo mentos en que la cosa se pona de color hormiga, pero al final la cosa qued muy bien, y tan ami gos. No poda ser menos en el pueblo donde ha cen tan buenos gazpachos. De todo esto que cuento puede dar fe el cro nista de deportes Pedro Lpez o Carpintero, como mas le guste, pues el mismo estuvo en aquel partido y es muy posible que algo de esto le sirva para su archivo deportivo. Pero no sera yo quien soy si no citara algo que mis meninges me apremian a que d rienda suelta a las cerezas que pugnan por salir a la pa lestra. Me estoy refiriendo a un deporte que fue muy popular en nuestro suelo eldero, y se trata del juego de la escampilla! Este juego pertenece a una serie que yo llamo Deportes escalabran tes. Por qu le aplico este sambenito Pues muy senci llo, celebrados coterrneos: un buen da nos disponamos a practicar el deporte en cuestin y la ta Salud la Tintina, de la dinas ta de los Cachiporros, le dijo a su hijo Luis: Hijo, no juegues a la escampilla, que te van a escalabrar y de ah surgi esta serie, que espe ra turno para que algn da le d acogida Valle de Elda si es que merece salir en el peridico. A esta serie pertenecen tambin otros juegos deportes, como son tirar a bola, lanzar piedras que te van a escalabrar bastante gordas con hondas sobre un objetivo colocado a una distancia razonablemen te larga y ya pueden vuestras mercedes imaginar el por qu aquello del escalabramiento, dado que todos los chiquillos estbamos colocados cerca del sitio donde se dirigan las piedras, para dar fe de qu bando haba ganado. Incluso el deporte o juego de la pndola (pidola creo que se llama acadmicamente). Aqu en Elda le apl icamos la ene porque somos muy dados a quitar y poner le tras a nuestro antojo. Aqu hay que hablar algo sobre esto de las pa labras y los juegos para que los elderos que ven gan sepan cmo las gastaban sus antepasados en cuanto a lxico se refiere. Por ejemplo: Nene! No te acerques a la sequia que te vas a caer! Vemos que aqu nos tragamos la ay adems lo de cimos con ese. Sin embargo, para compensar tal desmn, en otras palabras le ponemos mas letras y adems lo pronunciamos como nos da la gana. Ejemplo: Manolito, sbite a la baldosa que te vas a llenar de barro. Ya veis, sufridos lectores. A lo que se llama acera le cambiamos el nombre y le espolsa mos dos letras mas. Y no sigo porque esto ya pertenece a otras historietas. Pero resulta que 181 dos de estos deportes pudieron ser el origen de otros que en la actualidad figuran en los Juegos Olmpicos. Me estoy refiriendo al potro de los gimnasios y al lanzamiento del marti l lo en las can chas olmpicas. El salto de la pndola tiene mucha ms be lleza y riesgo que el aburrido potro olmpico, sin que nunca haya sido homologado para estos jue gos. Lo de la belleza salta a la vista yen cuanto al riesgo ya sabis que a cada salto que da el ac tuante, el que est agachado se va corriendo un paso ms lejos, por lo que saltar bien, poniendo las manos sobre la espalda del que hace de po tro, es cada vez ms peligroso para el que salta. De mi os dir que en una ocasin pegu un salto que ya era lo menos de cinco o seis metros y el que tena que aguantar mi salto se quit cuando yo es taba en el aire. El resultado fue la gran morr que me d en el santo suelo y una gobanilla me dio torcida. MISCELNEA DEPORTIVA VISTA AL BIES (VI) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) Y en cuanto al lanzamiento del martillo viene se guramente de mandar piedras con honda lo ms lejos posible. Lo mismo el que lanza el mar til lo que el que tira la piedra le dan vueltas a un adminculo que sirve nada ms que para darle ms empuje a lo que lanza. Estamos de acuer do No Pues en el final de esta larga historia an veris ms con el deporte de escampilla. Has ta presuntos plagios internacionales pueden re sultar de lo que leis a continuacin. Examinemos, con todo el rigor cientfico que la ocasin amerita, algo que puede revolucionar los entresijos de un deporte al parecer modesto y que pudo saltar los mares y afincarse en otras na ciones, en desdoro de nuestro orgullo patrio. Paso al cumplido examen de la escampilla para que cada cual quede en el lugar que le corresponda. Para jugar a este deporte hace falta, en pri mer lugar, la propia escampilla, que es una es pecie de cilindro terminado en cono en ambos extremos, de unos diez o doce centmetros de lar go, con puntas no muy afiladas. Esta figura ge omtrica se prepara de esta forma para que, al ser puesta en el suelo, se pueda golpear en un extre mo con una paleta bastante recia. Al saltar la es campil la se le sacude un estacazo con la paleta, envindola lo ms lejos posible, pues ste es en realidad el mrito del que sacude con el palo. Se 182 fija una meta bastante lejos y como el juego es en tre dos equipos, los contrarios del que est ac tuando con la paleta le dicen a ste: Ests lis to S, ya lo estoy. Entonces aquellos gritan Sin! y el del palo contesta Con! y le arrea a la escampilla, que unas veces sale derecha ha cia el objetivo y otras, si no le pega bien, sale ha cia el pbl ico. Y de ah la angustia de la ta Sa lud la Tintina antes citada. No quiero extenderme ms en los pormeno res del juego, pues se hara muy larga la cosa, y adems, me imagino que mis celebrados cote rrneos ya saben de que va la cuestin. Termino esta somera exposicin diciendo que nunca llegu a saber el significado de las palabras sin y con con que se comienza el tal juego, aunque a veces me sonaban a cosas parecidas a abra cadabra, la pata de cabra. A cosas misteriosas, en fin, pero vamos con el final de esto, que es de verdad lo que ms me interesa saber. En mi deambular por algunos pases de Am rica del Sur incluso del Norte vi muchas veces un deporte que en aquellas naciones, especial mente en las del Norte, l lamaban Bisbol (Base Ball) y un da me qued pensando en la se mejanza con nuestra escampilla. Efectiva mente. Dos equipos. Un seor con un palo en las manos y otro, a unos quince metros, que le tira una bola o pelota, que el del palo procura lanzar con l lo ms lejos posible. Tambin dicen unas pa labras algebraicas (para m): Strike uno o dos, si falla el del palo, y si la manda muy lejos, fue ra del alcance del que est esperando la pelota, dicen Homeround!. Nosotros, cuando la es campilla se iba al ro o desapareca de nuestra vis ta, decamos una palabrota La hemos jo...! que rima con perdido. No ven, mis pacientes lectores, la similitud de ambos deportes Quin pudo llevar a lejanas tierras este juego tan nuestro y simplemente cam biando la escampilla por una pelota y lanzarla a que le pegar otro en vez de pegarle el mismo Presunto plagio deportivo con cambiantes Yo creo que esto lleg a los americanos de la mano de uno de los primeros vendedores de la United Shoe Machinery Company que vinieron a Elda co locando mquinas en las primeras fbricas im portantes de finales del siglo pasado, con su co rrespondiente contador, como eran las mquinas de montar, puntear y otras. En fin, si hay en nuestro pueblo algn juris ta que crea que lo expuesto puede ser motivo de reclamacin en el Tribunal de La Haya, que d un paso al frente y si sacamos algo podemos hacer lo del to Cuatrogotas, que deca: Cuando me toque la lotera, veinte duros para un colchn, lo dems para vino. Amigo Eduardo: creo no haberte empachado de deportes. Y otra vez que me des pie para una historieta, dmelo de chicarro o del 30 al 33, hombre que estoy lleno de agujetas. Abrazos elderos para todos. Desde mi retiro en Alicante, en los idos de enero de 1992 RETRUCANDO CON OTRA ANCDOTA DEL NO MENOS SINGULAR MSICO MAESTRO GORG (I) E staba yo estos das un tanto ensimismado con pensamientos filosficos tales como lo lento que pasaban los das cuando se es joven y como se escapan fugaces cuando el que suscri be tiene que echar los galgos y decirles: No co rris tanto, hombre, que ya no me quedan mu chos. Pero en estos un tanto sombros pensa mientos estaba cuando me llega a las manos el nmero 1.807 del Valle de Elda, de fecha 20 de marzo, y en l un trabajito de mi dilecto Vicente Valero que me ha hecho el efecto de una inyeccin de juventud y fuerzas y que me ha producido el es tado de nimo necesario para retrucarle la anc dota que cita en el trabajo citado. El estimado Pajarico que me endosa de en trada me ha sabido a campanitas de gloria a es tas alturas de mi vida y, adems, me ha dado pie para dar rienda suelta a las cerezas que gozosas se arremolinan en tropel en los alvolos de mi pen samiento, queriendo salir todas juntas al aire del Valle para que los elderos que gustan de los re cuerdos de su juventud puedan volver a vivirlos aunque sea de la mano de este pobre escribidor de aoradas cosas viejas. Lo siento, querido amigo, pero no te puedo ayudar mucho en la ancdota que citas en tu tra bajo. No estuve presente en la ocasin de este he cho, aunque algo qued en mi ordenador parti cular, en forma de detalles odos a otras personas sobre la faena del Maestro Fayos en el concierto que mencionas. Era mucha personalidad la de este valenciano malencarat como ya lo retrat en mi trabajo objeto de este retruque, y por ello no me extra nada tal situacin que, al parecer, tanto te conturb a ti. Para m la cosa no tiene la me nor importancia, dadas las cualidades del gran msico que fue esta persona. La banda de msi ca tan nutrida y de tanta calidad que tena le po da permitir esas alegras no slo en el andante RETRUCANDO CON OTRA ANCDOTAS DEL NO MENOS SINGULAR MSICO MAESTRO GORG 183 de la Quinta Sinfona sino en la Novena si le ve na en gana. Otra cosa es cuando se tiene una banda un tanto novata o no muy bien conjuntada, con la que estas cosas no las puede hacer un director, por bueno que sea. As que tranquilo, Vicente amigo, que los ge nios de todas las manifestaciones culturales o de cualquier orden de esta vida siempre se han po dido permitir el lujo de empleando un trmino un tanto chabacano hacer estas chuleras. Y para terminar de aquietar tu espritu, sobre todo cuan do recuerdas al Maestro Fayos dejando la banda a su suerte en la interpretacin de la Quinta mien tras charlaba con unos amigos, te dir que eso de pende del material humano que se tiene y de ca lidad de este material. La Banda de Villanueva de Castelln, por aquellas fechas, era mucha banda, hermano. Como contrapunto a lo que estoy escribien do dejo paso a una cereza ansiosa de saltar a la cuartilla. En aquel concierto -examen que he resea do en anterior trabajo y que tuvo lugar en el pa tio del Caf del Centro, pude observar en deter minado momento de la ejecucin del Andante de la Quinta Sinfona, que es lo que estaban to cando, una mirada del maestro a un determina do sector de la banda o cuerda como se le quie ra llamar que era todo un poema y no precisamente de aprobacin sino todo lo contra rio. Es obvio, por lo tanto, que con aquella ban da, un tanto confusa en aquellos das por la re tirada del maestro don Enrique Almiana y la llegada de un maestro nuevo con la fama de muy bueno pero de malas pulgas, no hubiera podido permitirse el Maestro Fayas la alegra que citas en la ancdota en cuestin. Y voy ms lejos to dava, sin que esto sea en demrito de aquellos msicos de la Santa Cecilia de entonces, sino por el nerviosismo, natural consecuencia de todo lo apuntado. Si el Maestro Fayas les da la entrada y se retira a observar el resultado de la ejecucin, a lo mejor los clarinetes entran cuando tenan que hacerlo los trombones, el de los platillos hubie ra dado el platillazo final dos o tres compases an tes y hasta el pobre Manolico el Sacristn (don Manuel Martnez Lacasta) hubiera roto el bombo de verdad ante tal desaguisado. Y aqu tengo que pedir disculpas a los msicos de la Santa Cecilia que me puedan leer, ya que lo ex puesto lo describo sabiendo que lo dicho es to talmente una broma, encaminada nicamente a clarificar las ideas de mi dilecto Vicente Valera, como ya he dicho antes. As que qudate tranquilo, que aquella jugada que hizo el Maestro Fayas la hizo con cartas marcadas. Sabia que lo poda ha cer tranquilamente. Y para alegrar los un tanto lgubres com pases anteriores, te dir y les dir a los que ten gan la ocasin de leer este esperpento literario, que haba un maestro de una modesta banda de un pueblo cercano, que no cito por aquello del respeto, que cuando la banda que diriga tena que dar un pasacalles, les daba la entrada del pasodoble, sa lan los msicos tocando, y l se meta en un bar a tomar algo mientras los msicos le daban la vuelta al pueblo tocando el Carrascosa, pieza que ya se saban de memoria. Y para acabar con esto te dir ms, viejo amigo: RETRUCANDO CON OTRA ANCDOTA DEL NO MENOS SINGULAR MSICO MAESTRO GORG (II) E n mi juventud tuve una orquestica de bandu rrias, lades y guitarras y por entonces era muy corriente celebrar bailes en casas particula 184 res, ya que no haba otra diversin. ramos, por lo tanto, muy requeridos y en donde se celebran ta les bailes se reunan mozas y mozos para el jol gano. Qu tocamos, los me decian mis mu chachos. Vamos con La gracia de Dios mis mo, les deca yo. Coga la bandurria, les daba la entrada y yo me largaba enseguida para escoger pareja y sta era la carta marcada que tena yo. Y termino con estas efemrides para dar paso a otra ancdota, muy parecida a la tuya, cuyo pro tagonista fue el Maestro don Ramn Gorg. Pero sta tuvo mayor importancia, pues se trataba de un acto oficial que se celebr en la Plaza de Toros de Alicante con motivo de un concurso de bandas de msica que all se celebr y al que concurra las mejores agrupaciones musicales de la provincia. No puedo dar fe de tal sucedido, pues fue en el ao 1900, pero me lo cont personalmente doa Milagritos Gorg, eximia cantante que llev su maravillosa voz durante algn tiempo por Espa a y Europa, donde la llamaban La pequea Patti (una mezzosoprano de fama mundial) y precisamente mam poltica de Vicente Prez de la dinasta de los Cara Lunas, persona entra able para mi y de cuya amistad con l y su fa milia te hablar ms tarde, pues el Flauta, como siempre se le ha distinguido, es un eldero de los que hacen pueblo por su bondad. Cuanto me alegro de que lo hayas sacado a colacin en tu tra bajo en cuestin y si lo ves algn da, hblale de mi y vers cmo se alegra y aprovecha la ocasin para darle un fuerte abrazo de mi parte. Y ahora tengo que contar mi prometida ancdota de don Ramn Gorg. Luego me extender de su esposa Milagros. Vive todava Dios quiera que s. En el concurso de bandas que se celebr en la Plaza de Toros de Alicante era pieza obligada una seleccin de la pera Otelo y, como pieza libre, nuestra banda escogi la tambin muy co nocida Guillermo Tell. Cuando le lleg el turno a la banda de Elda se colocaron los msicos en sus puestos con los atriles delante y la obligada Otelo a la vista. En estos concursos, como es natural, hay siem pre un jurado, cada uno cuyos miembros tiene ante s la partitura de lo que va a ejecutar la ban da que tiene delante. La partitura les sirve, como es natural, para constatar la calidad de la eje cucin de los msicos, su conjuncin, afinacin, etc. En una palabra, para ver si lo que se est oyendo se ajusta yen qu forma, mejor o peor, a la partitura, para dar luego su voto en el resul tado final. Pues bien, en el histrico momento de plan tarse el Maestro Gorg delante de su formada banda, con la partitura abierta en su atril, se qued mirando al Jurado, cogi su partitura y la puso doblada en el suelo, al pie del atril, como di ciendo: Lo tengo esto tan sabido que no necesi to partitura. Pero el presidente del Jurado don Fe lipe Pedrell, al ver la faena, no se qued atrs y tambin cerr la suya. Resultado: don Ramn Gorg se llev el primer premio del concurso. Y esta es la ancdota, amigo. Una gran genialidad de don Ramn Gorg, que tambin, como el Maestro Fa yos, fue un msico de una pieza y una personali dad irrepetible. RETRUCANDO CON OTRA ANCDOTA DEL NO MENOS SINGULAR MSICO MAESTRO GORG (III) A estas alturas de la narracin, Vicente amigo, tengo que recordar ideas, pues fue una poca muy fecunda en nuestro pueblo en cuanto a for maciones culturales. Teatro, literatura, msica y muchas agrupaciones menores de orquestas de cuerda. Hasta orfeones, hombre. Yo perteneca a casi todo y con esto no quiero hacer alarde de nada, pero fjate que perteneca a la compaa de zarzuela dirigida por don Antonio Cremades yen la que actuaba doa Milagritos Gorg. Recuerdo entre otras obras, La Tragedia de Pierrot, La tempranica.. qu s yo. Hasta con Marina RETRUCANDO CON OTRA ANCDOTAS DEL NO MENOS SINGULAR MSICO MAESTRO GORG 185 nos metimos. Al mismo tiempo haba otra com paa, dirigida por el seor Vera (Patasema), que tambin haca lo suyo. Formaba parte tam bin del Orfen, que tena su sede en los altos del caf de Pansilla, en la plaza de Arriba y cuyo presidente era don Amador Vera. Tena tambin una orquestica de pulso y pa y, para coronar la cosa, tambin formaba parte de un bodrio de or questa en la que actubamos mi amigo Ramn Coronel como pianista (no sabia nada de msica, tocaba de odo), Emilio Romero de violn y yo to cando la batera y adems ayudndome de una es pecie de bandurria de cuatro cuerdas que lla man banjo y por si faltaba algo tambin le pegaba al trombn. Esta orquesta, de cuyos resultados musica les no puedo enorgullecerme, la diriga, cuando te na buen humor, el amigo Vicente Prez. Llegamos a actuar hasta en el Casino Eldense, en una es pecie de hornacina que todava supongo habr en tre el saln principal de la planta baja y la re postera. Te aseguro que aquello fue el principio del fin del rockandroll, pues creo que has ta se dieron de baja numerosos socios, a la vista de la maravillosa actuacin nuestra. Si esto lo lee o se lo cuentas a Vicente Prez vers qu a gus to se re. Tuvimos otras desgraciadas actuaciones en aquel tiempo, pero no voy a relatarlas, pues bastante trabajo tiene en Elda con el problema del Bateig para que yo cuente cosas raras que ape sadumbren a mi pueblo. Y si digo esto es porque de nuestras actuaciones no me quiero acordar, ya que no ayudan mucho a la buena reputacin mu sical de nadie y menos a la de Elda. Sin embar go, para que no quede una nebulosa desagrada ble en la historia, contar una ancdota de las muchas que protagoniz aquel la orquesta. Nos contrataron para una sala de cine de Pe trel, en la que durante la proyeccin de la pelcu la, que era muda, desgranbamos suaves melo das, mas o menos afinadas. Era un sbado por la noche y en un momento de descanso se acer caron unos seores donde nos encontrbamos y uno de ellos traa en la mano una partitura y, muy amablemente, se dirigi al pianista, que lo era el amigo Ramn Coronel, pidindole si pod 186 an tocar por favor aquello, que haban recibido en la banda (eran msicos de ella, por lo que se vio) Tienen ustedes, celebrados coterrneos, idea de lo que pas por la mente del pianista de odo al recibir una partitura para que la repenti zase en el piano No Pues escuchen lo que pas. El pianista se excus con que haba que en sayar la pieza. Insisti el de Petrel varias veces, que aunque fuera el piano solo (precisamente el msico que no saba solfa) y termin con un Por qu no quiere tocarla usted. Se levant mi ami go Ramn Coronel y les dijo: No la toco porque no me sale de. . .! (Acurdense ustedes de aque llo de Coln). All se termin el contrato y nunca ms se supo de esta orquesta. Ya ves amigo Vicente, lo que ha salido de la ancdota del Maestro Fayos. Adems, citando para dar fe a tu tocayo Vicente el flauta, Sen to, como cariosamente le nombraba su mama poltica, Milagritos Gorg, por aquello de su len gua verncula. Y yo qu te voy a decir de l, si hasta fue mi encargado de cortadores en la fbrica de los Veras Bueno, dejemos los recuerdos, no vaya a ocurrir que a ti se te ocurra algo sobre todo esto y terminemos como en aquel asunto de las doce mil velitas de marras, que acabamos con la in dustria de Albaida. Aunque me temo que en esta ocasin, si volviramos a escenificar algo parecido, nos dira la redaccin del peridico: Seores ca rrozas! Por qu no dejan ustedes de sacar a re lucir tantas historias viejas y se van a tomar el sol a un ress o jugar al trueque. No obstante, si se te ocurre algo, no tengas regomello en contr melo, hombre. Yo quedo aqu a la orden, como di cen en la Amrica Hispana, en obligado reposo, pero si me pinchan los recuerdos me disparo como una ballesta y no paro de llenar cuartillas de ellos. As que mejor lo dejamos, pues tampoco quiero molestar tu tiempo con mis dislates ni a los sufrido lectores de Valle de Elda con mis viejas his torias. Lo nico que deseo es felicidad para todos los elderos y para ti, Vicente amigo, un apretado abrazo de JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Alicante, marzo 1992 DESAHOGOS LRICO -LITERARIOS CON RAPSODIA EN TONO BRILLANTE INCORPORADA (I) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) E ste trabajito no se lo dedicar a la persona que me dio pie para el lo, pues me consta su alergia a las menciones de sus mritos, aunque harto conocidos de todos los eldenses, No obs tante, por haberme dado pie que le ped para ins trumentar esta especie de devaneo literario, ten dr que aguantar alguna tarascada. A ello voy con la mejor intencin, como es mi natural de siempre. Pues Seor, una soleada maana de este fe breri l lo loco me acerqu como otros das hasta la Explanada, aqu, en Alicante, ms que nada para ver si cae alguno del Valle de Elda y que sea co nocido para platicar un poco y as recargar las pi las de mis recuerdos elderos. Incluso si me dan pie, luego me sirven los datos para instrumentar mis modestas historietas. Este da que cito haba dejado el autobs al final de la Rambla y, como siempre, me subo dando un paseto un par de paradas ms arriba, donde lo vuelvo a tomar para regresar a mi barrio. Hubo suerte aquel da, pues a la altura de la calle Altamira oigo un Jover! Eh, Jover!. Bueno, a mi en nuestro pueblo me han llamado con todas las variantes ornitologas conocidas y aun algunas desconocidas, pero por mi apellido pa terno, que yo recuerde, slo dos personas me lla maron siempre as, una Joaquina Vera El Chimo, y el otro mi dilecto Alberto Navarro. Los dems, sino tenan a mano alguna ave canora, pues Pepe va y Pepe viene. De forma y manera que al escuchar aquel la maana lo de Jover, me dije: Tate, ya ha cado un eldero viejo en mis redes y adems hoy ya tengo pltica del Valle. Efectivamente, me volv todo lo rpido que pude (que no es demasiado) al or la llamada y me encontr con el amigo que haba supuesto al or le. El abrazo de rigor y mi pregunta rpida: Qu te trae por aqu, hombre. No le dije que de qu nido se haba cado aquella maana pues tal cosa, en todo caso, le corresponda a l decirla, y me dijo: Pues he venido al consultar algo que me interesa en los archivos provinciales, para unas cosas literarias que llevo entre manos, y de vuel ta a Elda. Y qu cosa o cosas son esas que has venido a consultar si no es indiscreta la pregun ta, claro. No, hombre, puedes preguntrme lo! Son apuntes de desahogos/fricoliterarios de cosas que pueden ser y no son, pero que con un estudio concienzudo y continuado siempre se ven realizadas. Me comprendes. Ni torta hijo, porque eso parece una galimatas literario, pero en fin espero salgas del embrollo sano y salvo, pues resortes y conocimiento me consta que los tie nes y algo sacars en limpio. Ya propsito, que rido amigo, ya que tuve la suerte de encontrarte dime algo para emborronar cuartillas pues tengo la mania algn amigo o conocido por aqu de pe dirle pie para urdir historietas elderas. Te pare ce bien Claro que me parece bien, hombre!, pues ya tienes el pie: escribe sobre los desahogos esos de los que te hablaba antes y t veras don de llegas. Yo s que algo te saldr de las menin ges y hasta es posible que se enganche alguna cerveza por el camino Como en aquel momento l legaba mi autobuses nos dimos un fuerte abra zo, yo march para mi barrio y mi amigo para ese pueblo que un da ya ido en la historia se llam Elda de los pinos. Pensando en aquella cosa tan rara que mi amigo me haba dicho vine a caer en la cuenta de que no me haba dado pie para escribir ninguna historieta; quera seguramente que yo hallase la piedra filosofal pues eso de cosas que pueden ser y no son pero que s que pueden ser con no s que estudios pues la verdad es que no s por donde meter la mano y precisamente estos das que tengo mis ideas en huelga de servicio mnimos. 187 Desahogos insatisfechos. Cosas que pueden ser y no son, pues la verdad es que como no llegue a un consenso con mis meninges, aunque sea subin dales el sueldo no veo manera, a no ser que.. (aqu tiempo de pensar). Bueno creo que ya lo tengo. Pa rece que el tiempo de pensar ha dado sus frutos. DESAHOGOS LRICO -LITERARIOS CON RAPSODIA EN TONO BRILLANTE INCORPORADA (II) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) L o pensado me parece se refiere a algn perso naje cuyas condiciones anmicas puedan dar de s situaciones a las que se refiere mi amigo. Y resumo: desahogos lricos. Cosas que no son y pue den ser, Pues ya est, celebrados coterrneos. El to Corrgelo tiene la palabra. Bueno, la tengo yo, para decir que este seor eldero de pro tena en sus maneras de ser cambiantes que concuerdan con los requisitos que nos demandan este tortu rante tema. As que punto y aparte para ver si lle go a algn sitio. El citado to Corrgelo tena una pieza de via por la parte del Negret y, por si algn eldero no cae en la localizacin de esta parcela de nuestro va lle, os dir que es muy sencillo: subs al castillo, trazis una lnea recta entre vuestra mirada y los cercanos valles rodeados de montaas de nuestro Bateig y a la derecha de dicha lnea est el sitio donde vamos. Bueno, donde fue nuestro hroe una maana de septiembre, provisto de una cestica, para traerse unas uvas de plantimula de las que tena algunas cepas para el gasto de casa. Asi que, camino de carro abajo, dejando la casica de Anaya, hasta llegar al sitio donde se bi furca dicho camino con la sendica de la casa de los Dolores a la derecha y otra sendica que toma a la izquierda para llegar al Carril. A todo esto, la acequia que acompaa al camino por la derecha, cruza el camino por aquel entonces y se va por la izquierda, saludando al pasar unas hermosas hi gueras que all hay (bueno, es un decir). Al llegar a este entronque reseado tom nuestro hombre la sendica de la Casa de los Do 188 lores y avanz por ella ufano y contento, pensan do en la buena cosecha de uva que tena aquel ao. Parse en determinado sitio del camino y quedse mirando lo que l crea que era su via. Pero all no haba tales carneros. De via, nada; lo que tena ante s era un bancal con rastrojo de cebada que haban cosechado aquel ao. Desis ti de resear la cara de espanto que se le puso al hombre ante tal situacin. Qu es esto, Dios bendito Dnde est mi via Qu ha pasado aqu.Y mil preguntas ms se hubiera hecho si no acierta a ver la cercana Casa de Los Dolores, que es cuando se dio cuenta de que en el entron que de caminos deba haber tomado por la iz quierda en vez de por la derecha. Confuso y un tanto colrico volvise el to Corrgelo camino arriba para buscar su verdadero camino y, llegado que hubo al sitio, le peg un pa tazo al tronco de una de las higueras que antes he citado, seguramente para desahogar su pe sadumbre, al tiempo que, al tomar su norte jus to, sali cantando aquello de Bejarana, no mello res porque me voy a la guerra.... Con lo sucedido aquella maana de sep tiembre creo haber contribuido un tanto al escla recimiento del pie lleno de sabaones que me endos mi amigo aqu en la Rambla. Creo que la cosa est bien clara: un bancal de via que est y no est; un desahogo no digo literario porque no s si un patazo a una higuera entra en el mundo de la literatura; pero lo que si viene a cuento es el desahogo lrico, pues el to se fue cantando zar zuela. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA La verdad de todo esto es que no estoy muy seguro de tal solucin, mxime cuando de pron to siento las cosquillas viscerales de mi duen decillo enemigo que, con las aviesas intenciones de siempre, viene a perturbarme y zaherirme, cosa que tanto parece gustarle. En esta oportu nidad me est diciendo: Pero, hombre de Dios! Cmo crees haber solucionado esa papeleta, digna de un sabio de categora, con eso de/as hi gueras y unas uvas Anda, cuntale a tu amigo algo ms profundo y de lo que se pueda sacar ms provecho. Recorre tu vieja memoria y algo en contrars que conjugue el galimatas en que an das metido. Ya sabes: desahogos literarios -lri cos y algo que pueda ser y no sea. Oye! saca de las meninges aquella historia de Apolinario Tem bleque. S, hombre, aquel que quiso ser tenor de pera y no fue... bueno, ya sabes a lo que me re fiero, pues anotado lo tienes debajo de la boina. O explcale aquel invento tuyo de las caricaturas foto -literarias y algo sacars en claro de todo ello. Pero sin pasarte, eh, note vaya a ocurrir como en el ao 40 con el peridico Unidad de San Se bastin, que te dieron media columna para tus Cuentos maketos ya las tres semanas ya te ha bas metido en las dos y media. Y qu me dices de tus Cuentos Llaneros en el Universal de Caracas, donde te valiste de tu prepotencia como presidente de una importante pea de ajedrez (con grandes maestros internacionales, aunque t nunca pasaste de jugador de tercera y malo) para colocar una tira semanal y tambin te re cogieron las hormas pues al final ya no saban los venezolanos si los llanos eran de La Sirm o del Campico. Calla, calla, duende maldito y chivato! Vulvete a los laberintos oscuros de donde vienes y no me molestes ms, pues yo escribir aquello que ms cuadre al asunto. Aunque te doy las gra cias por recordarme lo que has citado. S, segu ramente har uso de tu mala uva para desgranar recuerdos viejos e inventos malos con tal de lle gar a buen puerto con este embrujo de pie, que me trae harto confuso. S. Definitivamente me inclino por desgranar con todo detalle algo muy importante que ocurri en la vida de Poli Tembleque, como cariosa mente le llamaban sus compaeros ferroviarios. DESAHOGOS LRICO -LITERARIOS CON RAPSODIA EN TONO BRILLANTE INCORPORADA (III) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) E n mis recuerdos aparece una maana en la que, como todos los das, acuda a la estacin para esperar al nmero ocho (el correo de Madrid) y recoger mis peridicos, pues como el avispado lector habr ya observado, eran mis tiempos de pe riodista callejero. Aquel da, por venir el correo con bastante re traso, me encamin a una especie de bar que te na el to Olaya enfrente de las oficinas de la es tacin, donde el factor seor Blasco haba dicho aquellas mgicas palabras que tanto me ale graban a mi: El nmero 8 viene con dos horas de retraso!. As que en el citado bar, adems del seor Olaya, que era el guardagujas, se haban reunido un par de mozos de la estacin, el ncli to Jos Mara, funcionario del Hotel Sandalio, por ser el conductor del coche de dicho hotel, y algn viajero que iba seguramente a Alicante a lo que fuere. Cuando yo entr en aquella tasquilla tena la palabra precisamente Poli Tembleque y esto es lo que escuch de su boca, contando por cierto con bastante tristeza y desnimo. Por mi parte, como es natural, y haciendo tanto tiempo del sucedido, DESAHOGOS LIRICO-LITERARIOS CON RAPSODIA EN TONO BRILLANTE INCORPORADA 189 aderezo la cosa a mi manera, que palabra ms o menos no altera el contenido de lo que fue. Apol inario Snchez, que as se llamaba nues tro hombre, proceda de la cercana poblacin de Almansa que, no s por qu, siempre ha dado buena provisin de funcionarios al ferrocarri l . En sus tiempos jvenes, antes de dedicarse a los menesteres que luego se anotarn, tuvo brotes literarios en forma de vate potico pero, so bre todo, su cualidad ms importante era una preciosa voz de tenor ligero o lrico, como ms les guste, que era el asombro de sus paisanos. Hizo algunos estudios de canto y tambin cuidaba su voz con un pianista de su pueblo, con el que to dos los das vocalizaba y aprenda poco a poco al gunas partituras, con vistas a mayores realidades lricas. Pero este muchacho tena un enorme fallo en sus facultades de cantante: Un odo que era una alpargata! Su maestro se lo deca constante mente: Si no cuidas la entonacin, nunca sers nada en el canto. A trancas y barrancas iba el futuro Fleta adelante en sus estudios, y un buen da conside raron maestro y futuro divo que sera bueno lan zarse a la arena en forma de una actuacin en p blico, para lo cual aprovecharon un espectculo que se iba a celebrar con artistas locales, con fi nes benficos, y prepararon un par de cosas para el debut. El da del acontecimiento ya estaban el ma estro y discpulo entre telones esperando su tur no de actuacin en el espectculo, que transcu rra normalmente con la actuacin de otros aficionados. Su maestro no dejaba de decirle: Mira, Poli, t no olvides escuchar el piano, que yo te dar las entradas y, sobre todo, el tono que tienes que aplicar al comenzar el aria y la ro manza que has de cantar. Y le lleg el turno al bueno de Apolinario. Como todos los noveles, se meti con lo mas di fci l . Comenz su actuacin nada ms y nada menos que con la salida del tenor en la pera Ma rina, aquello de Costas las de Levante! Pla yas las de Lloret!. El maestro le dio el tono con unos golpecitos de tecla y el to atac, con lo que, 190 al terminar el agudo con aquello de ...que os vuel ven a ver!, la sala del teatro era un hervidero de risas, al tiempo que su maestro ya daba porrazos en el piano con los codos para atraerlo al tono nor mal. Pero, nada: el muchacho sali corriendo del escenario y no par hasta su casa, donde prome ti abandonar el bel canto para siempre. Este triste debut y despedida cambiaron su vida. Habl con un to suyo para que le buscara un trabajo donde le permitiera enderezar su exis tencia por otros derroteros. Este famil iar le con sigui, por medio de un capataz de movimiento de los ferrocarriles, un empleo de guardafrenos en los trenes de mercancas. Ustedes recuerdan aquellos vagones anti guos de mercancas, con una garita al frente, donde iba un freno de mano Pues ese fue el em pleo que le dieron al frustrado tenor. Haba que ver la vida de estos empleados en los convoyes de mer cancas, donde iban tres o cuatro vagones con su hombre dentro de la garita, a las rdenes de los pitidos de la mquina: Frena aqu! Suelta al l! y aguantando fros y vientos a todo pasto. Apolinario se hart de aquello y pidi el tras lado a otro menester, y, aunque era rebajarle de categora, lo mandaron a la estacin de Elda de mozo, que es o era entonces el ltimo eslabn de la cadena. Cuando se present el nclito Poli en la es tacin de Elda para ponerse a las rdenes del jefe, le pregunt ste por qu haba dejado su em pleo de guardafrenos, que tena ms categora que el de simple mozo de estacin. Pues, mire usted, porque ya estaba harto del tembleque de los va gones de mercanca, siempre con el freno en la mano Qu hubo dicho de tembleque Pues con Poli Tembleque se qued, porque en mi pueblo bautizamos que es un primor. Y esto es lo que o aquel la maana, por cul pa del retraso del nmero 8. As que si de este re lato no salen motivos ms que sobrados para contentar a mi amigo con el raro pie que me dio para eso de los desahogos lrico -literarios es que soy un zote ms grande que Boln. Alicante, febrero de 1992 AGUA EN LA MESETA DE BATEIG E n el peridico Informacin de Alicante, de fe cha 13 de junio 1992, he visto y ledo algo que ha revolucionado los recuerdos de mi lejana ju ventud. En dicho trabajo se ve la foto de unos seo res que, segn dice el texto, han sacado agua a unos siete metros de profundidad y hasta dicen que potable en la meseta del Bateig. Todo esto viene a cuento de la trada y llevada planta de basuras que parece hay mucho inters en colocar en Elda. Es lo nico que le faltaba a nuestro pueblo, pioneros en tantas manifesta ciones industriales y condenado ahora a ser re ceptor de todas las basuras comarcales. Bueno, en Elda hay un Ayuntamiento que su pongo sabe lo que hace por el bien de sus veci nos y es de esperar que se impondr la razn para hacer lo que ms convenga a los mismos, aunque tengo mis dudas sobre esto, pues aunque resido en Alicante, sigo con el mismo inters que si residiera en Elda este espinoso asunto, desde el principio de su planteamiento. Lo de mis dudas se refiere a que cuando co menz la cosa al parecer sin estudios serios de contaminacin atmosfrica, geolgicos, etc., no se explic bien a Elda de qu iba el asunto con to dos los detalles bien claros y con los estudios ms terminantes de las autoridades correspon dientes, a nivel provincial y an nacional. De lo nico que, como hijo de Elda, me ente r al principio fue de que era un sitio ideal para colocar la fbrica o lo que sea de basuras ((por ser un terreno impermeable() y, dicho por un seor concejal, que aquello era un valle rodeado de montaas. Este concejal confunda una mese ta que es lo que es Bateig con un valle. En aque lla meseta la nica montaa que hay es un l ien zo que se alza de Norte a Sur y que sirve para canalizar los vientos que suben y bajan por la me seta. Unos ocho meses al ao, de Norte a Sur y los cuatro meses restantes, de Sur -Sureste a Norte Noroeste. En estos cuatro meses, que cogen en me dio al verano, suben por la citada meseta y sirven para al iviar el calor que se genera en la sartn que es el valle de Elda en verano. El lienzo de monta a que, como he dicho, corre de Norte a Sur, pa ralelo a la carretera, no tapa, por su posicin, ningn viento, lo nico que hace es canal izarlos. No hay ms montaas que rodean aquel inexis tente valle ni nada que impida lleguen a Elda los efluvios de la basura de media provincia en esos cuatro meses, como no lo impidan las oliveras que tena al l el to Remigio, si es que queda alguna, pues yo hace ya muchos aos que dej de ver aquellos parajes. En una carta de opinin que apareci en Va lle de Elda, firmada por el que suscribe, deca que en mi infancia conoc aquellos parajes muy bien, pues tena a mi to Alfonso, hermano de mi que rido padre, que regentaba una finca ya al final de la meseta, casi en trmino de Novelda, y anduve mucho por all en mis correras infantiles. Por entonces desde que se pasaba la Pea del Sol has ta el final de nuestro termino, haba muchas fin cas y bancales bien atendidos y aqu viene el mo tivo principal de este trabajito. Muy cerca de la finca de mi to Alfonso exis ta hasta un pequeo pantano o masa de agua re tenida por una presa. S, queridos coterrneos, yo me zambull muchas veces en aquellas aguas y no creo que fueran de escorrentas, pues all es taban siempre y de ellas se servan los que ten an algunas fincas por all. Todo esto, como es natural, me lo ha suge rido la citada noticia del diario Informacin, por lo que los seores que aparecen en la fotografa que acompaa al texto pueden estar seguros de que hay agua por all o, por lo menos, de que la hubo. Para confirmacin de todos estos detalles sera muy interesante que algn eldero al que guste caminar se diera unos paseos por all para constatar, sobre todo, el emplazamiento de la pe quea presa que he citado. Yo me imagino que, 191 aunque sea el pequeo muro de contencin que haba habr resistido el paso del tiempo, con lo cual quedar constancia de que en la meseta de Bateig s hay o hubo agua en alguna ocasin o poca. Esto de la posible agua en Bateig echa por tierra tambin el terminante juicio que en varias ocasiones he ledo sobre la idoneidad de la meseta de Bateig para la colocacin en ella de la planta de basuras por ser terreno impermeable y ade cuado. Yo no quiero poner en duda los conocimien tos geolgicos de la persona o entidad que emi ti eso de terreno impermeable, aunque espe ro no sea una opinin tan graciosa como esa de que aquello es un valle entre montaas.... Espero que al final se impondr la razn y se har lo mejor para Elda. Yo as lo deseo como el dero viejo y que sirva de felicidad para todos. Alicante, junio de 1992 EL RO DE ()SOLA! UN PARAJE TAN CERCANO Y TAN DESCONOCIDO PARA LOS ELDENSES! (I) (De la serie Vericuetos de mi pueblo) E n estos das, he recibido la grata visita de mi sobrino Jos Manuel Hernndez Jover, que al en trar en casa me dice que pasaba por aqu y me he acercado a verte. Bueno, esto es como si tu vieras que ira comprar una garrafa de vino a Ca mara y pasaras a visitar de paso a un amigo o fa miliar que vive por parte de la Casica Msica. Pero en fin, agradezco de todo corazn su visita, pues este muchacho que es un eldero macizo y le gus tan mucho las cosas de su pueblo viene a verme y a ver que hago con mis trapisondas literarias, que le agradan sobremanera. As que ya lo conozco bien a este respecto y despus de sentarse le digo: Qu cosa rara quieres que te cuente hoy tu to Pues mira, to me dice no pensaba hoy meterte en pensamientos profundos, pues ya veo que ests un poco delicado y tienes que cuidar te, pero ya que lo dices me gustara saber algo so bre una cosa que ya en alguna ocasin he ledo en tus trabajos. Me gustara me hablases de eso del Ro Uso/a, que en alguna ocasin tambin le oa mi abuela Mara Dolor, que dicho sea entre pa rntesis, fue tu madre no. Claro hombre, claro, pues precisamente fue ella gran protagonista y conocedora de ese rin 192 cn de Elda, ignorado para mucho elderos y que te voy a contar con pelos y seales para tu rego deo y el de algunos paisanos que lo sepan o lo oye ran nombrar alguna vez. As que, como me has dado pie para este trabajito, te lo dedico de todo corazn y ya lo leers en el Valle de Elda, si es que la direccin del peridico cree oportuno in sertarlo en sus pginas. Te advierto, no obstan te, que el enclave tal como yo contar ya no exis te en la actualidad, pues creo que forma parte de una cosa que llaman El Peri del Vinalop que para mi es snscrito, pues no s si se refiere a un lugar o al nombre de un torero. En fin, ya lo vers, ya, tu estate al loro en el peridico y ya me di rs cuando te enteres. El ro de lisola, como ya en alguna ocasin he citado, de pasada en algn trabajito, es el tramo del Vinalop que hay entre el puente que va a la estacin o a la carretera de Sax, como quieran, y la desembocadura de la rambla del Sapo, dicho sea esto para colocar la cosa en situacin y po damos entendernos todos, no vaya a ser que al gn eldero crea que el Ro de sola es la suma de ramblas que se forman en Elda cuando llueve algo fuerte. Seccin de aparado de la fbrica de Manuel Sirvent Amat, Guachanda. 1930. Barrio de la Fraternidad. Aos 30. Exterior del chalet de Pedro Bellod, junto a la fbrica. Aos 30, ALRIIM FOTOGRAI Plaza del Ayuntamiento. Arios 30. Panormica de la calle Nueva. Arios 30. Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZALEZ DE LA HARTE I Nio con traje nuevo en la recin inaugurada Plaza Castelar. Aos 30. Panormica de Elda y la antigua iglesia. Aos 30. LBUM FOTOGRAFICO Seccin de cortado de la fbrica de Manuel Sirvent Amat, Guachanda. 1930. Plaza Topete. Arios 30. I, IL J r I i J L Jr r r A caballo por la calle Jardines. Arios 30-40. Salida del trabajo, puente de la Estacin. Aos 30. Plaza Prosperidad. 1935. LBUM FOTOGRAFICO Manifestacin cvica del 18 de julio. 1942. Delante del len de la Plaza Castelar, Aos 40. La fbrica de la luz, en las faldas del Monastil, junto al ro. En la Ciudad Vergel. Aos 40. LOS ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Cuatro mujeres en la Plaza Castelar, Aos 40. LBUM FOTOGRFICO Antiguo chalet de Rodolfo Guarinos, nacimiento de la calle. Cruz de los Cados. Arios 40. Monumento a los Caldos Paseo de blanco. Aos 40. Paseo dominical. Arios 40. Puente de la Estacin con el castillo al fondo. Aos 40. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Paseando por la calle Coln. Arios 40. Nios jugando con la nieve junto a las casicas de cemento. Panormica de la Estacin. Aos 40. ALbUM FOIOGRIFICO Seccin de almacn de la fbrica Hijos de Jos NI Jernimo. Trabajadores de la fbrica Hijo Vicente Gil Alcaraz. Aos 40. LOS ESCRITOS DI JOSE JODER GONZALEZ DE tA HORTETA Seccin de maquinaria de la fbrica Hijo de Vicente Gil Alcaraz. Aos 40. Seccin de almacn de la fbrica Hijo de Vicente Gil Alcaraz. Aos 40. LBUM FOTOGRAFICO Vista de Elda desde el puente de Monvar. Aos 40. Almacenistas y aprencizas de la fbrica de Jos Martnez Orgils, Caliche. L JUJ L (11. , ;1 L Seccin de aparado de la fbrica Hijo Vicente Gil Alcaraz. Aos 40. Calle Nueva. Aos 40-50. En la Plaza Sagasta nevada. Aos 40-50. LBUM FOTOGRAFICO Grupo de jvenes paseando por la calle General Mola (Ortega y Gasset). Celebracin del 18 de julio en la fbrica de Jos Jernimo Guill. 1942. Manifestacin cvica del 18 de julio en la fbrica de Sirera. Arios 40, Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZALEZ DE LA HORTETA Paseando por la fbrica de Casto Pelez. Paseo en bicideta. Aos 40-50. Zapateros y aprendizes de la fbrica de Jos Martnez Orgils, Caliche. Zapatero de silla dsico. Aos 40-50. LBUM FOTOGRFICO Paseando frente al chalet de los Bellod. 1942. En la Avenida de Chap, zona Trinquete. 1944. Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZALEZ DE LA HORTi : Si hago constar todos estos detalles de este lugar es para que los venideros historiadores de nuestro pueblo y lugares cercanos no se olviden de l, pero nombrndolo siempre anteponiendo el de, es decir, nada de Ro sola sino Ro de lisola, con fuerte acento en la U, primera le tra de su nombre. As es como lo llamaron siem pre todos los elderos de la parte vieja y, para mas claridad, trazar una imaginaria lnea desde la ca lle de la Caamona hasta la calle de la Tripa, pa sando por las dos plazas y el Ayuntamiento, y todo lo que hay en esa lnea hacia el Noroeste es la que conoca y frecuentaba el paraje que nos ocupa. Es muy posible que algn coterrneo se ex trae de esta discriminacin en cuanto al ro se refiere, pero es importante saber que el resto de elderos al sur de la lnea que hemos marcado, vi vi siempre de espaldas al ro Vinalop y slo se enteraban del mismo cuando pasaban camino de la estacin o cuando oan decir en alguna tor menta que el bancalico del to Casimiro se lo ha ba llevado la rambla. Por mi nacimiento un feliz da de febrero de la primera dcada del siglo muy cerquita del Vi nalop y haberse desarrollado mis juegos infan tiles siempre a la orilla, cuando no dentro, del ro que nos ocupa creo que puedo hablar en propie dad de todos los pormenores de su entorno. Me es toy refiriendo al Vinalop, pues del ro de sola que es mi objetivo final ya detallar fielmente todas sus agradables cualidades, que fueron muchas, a pesar de su corto trayecto como ya he citado; pero antes quiero detallar tambin las cosas del Vi nalop en relacin con la vida de sus moradores cercanos. Para los habitantes cercanos como digo, el tramo del ro que va desde la Tafalera hasta los Molinos de Flix tena cuatro denominaciones. Por ejemplo si oas a una mujer decirle a su hijo: No te vayas al ro, que luego vienes todo sucio y espendolao y ya sabes cmo se pone tu pa dre!. En este caso, se estaba refiriendo esa seo ra al tramo del ro que va desde la curva que for ma el ro en la Tafalera hasta La Rafa, porque cuando la citada seora no quera que su hijo fue se a este determinado sitio se lo hacia saber as. Y para aclarar de una vez esta especie de gali matas, digo que el tramo que he mencionado te na cuatro nombres. El ro, La Rafa, el Ro de sala y el ro de la carretera de Monvar, por aquello de que estaba muy lejos. EL RO DE (ISOLA! UN PARAJE TAN CERCANO Y TAN DESCONOCIDO PARA LOS ELDENSES! (II) (De la serie Vericuetos de mi pueblo) D e todos los sitios mencionados del Vinalop, el ms atrayente siempre fue La Raf, y an tes de hacer constar las excelencias de este lu gar para nuestros juegos dir que si yo hablo del Vinalop y lo nombro por su nombre es sencilla mente para los que lean esto ahora, pues para mi generacin infanti l el tal nombre de Vinalo p no existi nunca, pues denominbamos el ro, en los diferentes tramos, con el nombre que ya he citado. Aquella Rata tan atrayente en sus dos tramos de fabricacin tan diferentes, el de arriba hecho a base de mampostera muy lisa, que nos servia para rompernos los pantalones deslizndonos por l, y la parte de abajo, hecha de sillares de pie dra, que ya no se esbaraba tan bien como la de arriba. Este lugar tan aorado por m a estas altu ras de mi vida siempre estaba dispuesto para los juegos, que ahora se hacen deslizndose so 193 bre la nieve con esqus y nosotros lo hacamos so bre piedra y una lata o cartn de soporte. Claro que cuando haba alguna avenida y saltaba el agua sobre La Rafa no haba juegos, pero duraba poco, pues aunque el Vinalop siempre traa bastante agua, la recoga la acequia de la margen iz quierda, que es la que regaba todo el centro del valle hasta la Jaud, y otra acequia que por la margen derecha serva para mover la fbrica de machacar esparto de la Alfaguara ; pero sta cuando pasaba por debajo de esta fbrica rever ta seguidamente al ro, as que por lo expuesto el nico sitio seco que haba en aquel tramo era La Rafa de mis pecados. Al l hubo siempre grandes competiciones de desl izamiento en el primer tramo y verdaderos especialistas en conseguir el deslizamiento en las dos, teniendo en cuenta que entre ellas haba un vano de unos tres metros en los que no se po da parar de arrastrar las partes glteas, porque si no, se parta el viaje y quedaba mancil lado el honor del que haba pretendido recorrer toda La Rafa en el primer impulso. Haba verdaderos especial istas en mis tiempos juveniles, y para poder deslizarse con mayor velocidad usbamos los artilugios ms in sospechados. Unos, un trozo de tabla, otros unos cartones viejos. Hubo uno que apareci un da con un caldero y gan todos los premios, pero qued descalificado pues tanta velocidad tom que pas dos tramos con tan vertiginosa rapidez que se meti de cabeza en la poza de agua que haba al final de La Rafa. Poza de agua que se formaba cuando haba alguna avenida o rambla, como decamos entonces, y precisa mente eso no se poda hacer pues el mrito era frenarse al final sin mojarse. Adems, aquel charco era muy peligroso por su profundidad, ya que all al lado desaguaba la acequia que sa la de la fbrica de chafar esparto, como ya he dicho. Hombre, tan peligrosa era la charca que hasta se ahog un muchacho y sto ya en los aos setenta. Os acordis de Lorenzo, un guar dia de trfico que se pona siempre en la famosa esquina del guardia Pues un hijo suyo fue la vctima. 194 Pero volvamos a La Rafa, pues como he di cho, haba verdaderos especialistas en aquel de porte del deslizamiento que, aunque nunca estu vo homologado ni asisti a ningunos Juegos Olmpicos, s tena gran predicamento entre los chavales de la parte noreste del pueblo. Yo siempre lo hice bastante regular, pues adems un buen da le o decir a una vecina de la plazuela del Castillo a su hija: Coge esta sar tn que me regal tu padre para hacer el arroz, pero no me gusta porque es muy grande, y ade ms se agarra la comida siempre! Cgela y T rala, y si quiere arroz que me compre una pael la, que se hace mejor! Odo que fue por m lo que deca la vecina, me ofrec in continenti a echar la sartn al ro. Muy bien, Joseico! Cgela y trala por ah, pero l le va cuidado no te manches, que tiene mucho ho lln y si se entera tu madre que te has manchado me echar a m la culpa. No se preocupe us ted, que procurar no mancharme. Descubr el verdadero vehculo para el deporte de La Rafa con aquella sartn. Pues no era nada ir sentado dentro de aquella sartn y agarrado al mango, como si llevars el volante de un auto mvil ! Hice verdaderas diabluras con aquel arte facto. Ahora, en lo de mancharme, tambin hice lo mo, si tenis en cuenta el holln de la sartn por fuera y los restos de grasa por dentro. Pues as, muchos das, mi madre me deca: Cmo te las arreglas para venir con estos pantalones tan su cios Yo le daba toda clase de respuestas a sus preguntas, pero segua adelante con la sartn, ha ciendo grandes proezas. Por la noche, cuando se terminaban los juegos, la esconda en un recn dito sitio del Castil lo y hasta el da siguiente. Pero el verdadero campen de los desl iza mientos de La Rafa era un chaval del Monte Cal vario, que no s cmo se las arregl para prepa rarse su vehculo con un trozo de plancha de las que empleaba la cercana fbrica de hormas de los Aguado y haca verdaderas diabluras y alardes de gran belleza en las bajadas y no lleg nunca a to car el agua del charco. Tambin tenamos nuestro pblico, pues cuando haba reunido bastantes chavales en La Rafa, todos los que pasaban por el puente de la Estacin se quedaban mirando, aunque el es pectculo quedaba un poco lejos. Abandono ya La Rafa y sigo hacia abajo, pa sando el puente de la estacin y ya estamos en el ro ()sola. All cambiaba todo el entorno del ro. Atrs quedaba la angostura del tramo entre La Rafa y el puente, lugar un tanto desagradable en tre estos y el Castillo, todo lleno de charcos, pie dras y, cerrando la escena, el tracat de los mar tillos de la fbrica de machacar esparto. Pero al llegar al ro de sola cambia la de coracin. Horizontes ms anchos, el cauce ms alegre y la corriente de agua ms limpia y man sa. Por la margen derecha, nada ms pasar el puente, se vea la casica del to Cosa, que as llambamos al bueno de Jos Mara. Incluso te nia una pequea vena de agua que surga all mis mo y el hombre la aprovechaba para formar un pe queo lavadero donde lavaban sus ropas gentes de algunos posibles, pues las ms modestas lo ha can un poco ms abajo y el ro daba gratis el ser vicio. En la margen izquierda se vea la casa del Pe chn, que entonces estaba habitada por gentes de algunas nfulas. Esta casa quedaba ya enfrente de la calle Independencia y plazuela de San An tn y un poquito ms abajo las famosas casicas de Caliu. All, solitarias, entre el ro y las huertas del to Carlicos, que siempre fue el guarda del San to que hoy es el patrono de los Moros y Cristianos. Estas huertas del to Carlicos entonces lle gaban hasta el puente de la carretera de Mono val . ; era el primer regante de la acequia que sa la de La Rafa por la margen izquierda y que, como ya he dicho antes, regaba todo el centro del valle, hasta La Jaud. Para terminar de adornar este tranquilo y bello paisaje, esta la olmaca de la ta Pura, ex tensin de olmos que iba desde la salida del pue blo hasta detrs de la fbrica de D. Rodolfo Gua rinos. Y ya he dicho y repito que en dicha arboleda se criaban los ms gordos caracoles barbachos del valle de Elda y la humedad para tal arboleda y gozo de los caracoles la suministraba la Sequiesica siete aos (dicho en honor del lxico eldero), que naca por los aledaos de la calle Almazaras, contorneando el Castillo, cumpla su misin, que no era otra que regar la olmaca de la ta Pura y hacer crecer las hierbas donde engordaban los ca racoles barbachos. Siguiendo la margen derecha estaba la casa del to Casimiro, muy cerca del ro. Este seor te na un hijo llamado como su padre, pero que mas tarde se convirti en Siki, nombre de guerra que llev desde que se hizo buen jugador de ftbol, como medio derecha al servicio de Elda F.C. Eran los tiempos de la feroz lucha entre este equipo y el Club Deportivo Eldense. Aquel Elda F.0 se lo lle v el viento de la historia pero este otro sigue in clume al paso de los aos. EL RO DE SOLA! UN PARAJE TAN CERCANO Y TAN DESCONOCIDO PARA LOS ELDENSES! (III) (De la serie Vericuetos de mi pueblo) pues entre la casa de Casimiro y las casicas de Caliu estuvo el ms idlico lugar que jams tuvo nuestro Vinalop. Unas orillas llenas de pas to o hierbas que parecan cuidadas por un buen jardinero y que fueron durante largos aos el ten dedero de las ropas que lavaban las elderas en las limpias y claras aguas de su cauce. S, queridos coterrneos, aquel lugar era el lavadero de todas 195 las gentes de la parte antigua de del la. Pero con qu tranquilidad y sin apuros se desarrolla ba la vida de entonces! All, en aquel sitio tan recordado y aorado por mi, lav mi santa madre mis primeras braguitas sucias y lanz al viento de los recuerdos algo que o en alguna ocasin, cuando las vecinas se ponan a charrar en las tardes de verano, a la puerta de la calle. Pero Mara Dolor, mujer! Cmo se te ocurre ira/ro de sola y lavar, a los tres das de tener a tu hijo Esta fue mi madre, si seor, y la cita es autentica como mi nacimiento eldero. Encuentro en la placeta del Castillo con la ta Dominga: q0ye,Joseco! Si vas por el ro de sola y ves a tu madre, dile que le d una mirada a las sbanas que tengo tendidas all en la hier ba. Viva la tranquilidad! La ta Dominga se ha ba dejado la ropa tendida, defendida con sendas piedras encima y se haba venido a poner la co mida o echar un carboncico si ya estaba en mar cha. El hecho que cito de mi madre yendo a lavar a los tres das de nacer yo, a 72 horas de venir al valle de Elda, ya era un ciudadano responsable y esperaba con santa paciencia, aunque con los con sabidos gritos y rabietas, la llegada de el la para que me diera de mamar y seguir durmiendo. Ah queda eso! Esta extempornea, pero fuerte, exclamacin esta dedicada a doa Mara de los Dolores Gonzlez Gil, a quien renuevo cada da y cada hora mi re cuerdo y mi amor de hijo y pido perdn a mis pa cientes lectores por esta explosin de cario y ter nura a esta eldera excepcional que fue mi madre. Para terminar con este especial recuerdo, dir que hasta que sacaron a luz las aguas del Canto e hicieron el lavadero que estuvo situado donde ms tarde hubo el parque de bomberos, jun to al Castillo, lavadero que fue consecuencia de esta agua, que le llegaban de la cercana fuente de los seis chorros, situada junto al Matadero como algunos elderos maduritos recordarn hasta que estos hechos, repito, sucedieron, las ro pas se lavaban o bien comprndole cntaros de agua al to Tango para hacerlo en casa o yendo a lavar al ro de sala, las gentes modestas perso nalmente y las ms pudientes mandando pro 196 pios que en este caso eran propias al santo ro, pues las cuatro o cinco fuentecillas que entonces haba con modestos chorricos de las aguas de Santa Brbara, no daban para mucho. Adems, haba que suministrar el preciado lquido a los basos (abrevaderos) que haba en la villa, uno al final del pueblo (hoy comienzo de la cal le de La cruz) y el otro en la placetica de las Parras, entre las calles Independencia y Pursima, con en trada y salida en ambas. Y, aunque slo sea por esto, el ro de sala merece un recuerdo muy sen tido de lo que fue de grato a la Elda de hoy. Atrs queda este lugar reseado, con el es truendo y gritero de grandes colonias de ranas que a la cada de la tarde hacan sus alardes de ba tracios con inclinaciones corales, mientras gran des bandas de golondrinas pasaban y repasaban en vuelo rasante sobre las tranquilas aguas, bus cando alimento. Pero ya estamos l legando al final de este ro de sola que, cual una pera de Wagner, tena su final estruendoso y dominante. El ro de sola terminaba en un pequeo pantano que se for maba frente por frente a la rambla del Sapo, por que esta pequea represa serva para formar la acequia que, moviendo primero las mquinas de los Mol inos de Flix, segua luego para regar todo el Campo Alto. Qu delicioso y bello lugar que cito! El pan tanico, la rambla del sapo enfrente, con un ca averal nutridsimo que llegaba hasta la orilla del ro, alimentando en toda su extensin por un es currimble de agua que naca ms arriba de la va, en lo que fue el balneario del to Gaspar. El clan de los Pajaricos y el clan de los Ca chiporros se unieron un da en casa de los se gundos, ya que eran vecinos, y acordaron, despus de sendas mociones entre mi querido padre y el Cachiporrero mayor, efectuar una visita de amis tad a la colonia de peces que sentaba sus reales en el pantanico final del ro sola. Hicieron una amistad tan estrecha con dichas colonias de bardos y otras especies, que a la ca da de la tarde regresaban de su diplomtica vi sita con dos calderos de peces que voluntaria mente venan a devolverles la visita a Paja ricos y Cachiporreros. Total, que la ta Mara Dolor la Pa jarica y la ta Salud la Tintina, madres y esposas de los dos clanes, organizaron la frit del siglo y ambas familias se hartaron con toda tranquilidad de aquellos sabrosos peces de nuestro Vinalop. De que esto fue tal como lo relato doy fe yo, que era el ms pequeo de los Pajaricos, pues aunque mi hermana Lidia es tambin Pajarica, como es tamos en masculino no ha salido a relucir, aun que tambin puede darte de aquello, pues tam bin tom parte en el gape. Y en cuanto a los Cachiporros espero que aunque sea el ms pequeo de ellos, mi buen amigo Luis el Cachiporro, Dios quiera que an est con nosotros y d su correspondiente fe. As sea. Esto, querido sobrino, es lo que ha dado de s el pie que me diste en tu grata visita. Espero no haberte defraudado y tambin espero me discul pen mis queridos coterrneos estas inconexas historietas que hilvano al aire de mis recuerdos, que la correa de la historia se lleva cada vez ms lejos hasta desaparecer en el tiempo. Exacta mente lo mismo que desaparecieron lugares gra tos de esta Elda de mis amores, que fueron y ya no son. EL RESS (De la serie Lugares tpicos de nuestro pueblo que se llev la historia) E n mi celebrado invento titulado Retablo sin gular de Probos Eldenses tiene un sitio pre ferente don Jos Amat Sanchs (Corazn Santo). Preferencia que se gan a pulso por sus grandes cualidades, entre las que destac su amor haca los amigos, entre los que tuve la suerte de en contrarme y su gran humanidad de trato eldero to tal. S seor, en el Retablo est con su panoplia de madera de a lbercoquero Patriarca en cam po de hierbas de la olla y en el centro un astuto chulan de los que picoteaban los frutos de su finca en el Puente Nuevo. Adems, por si fueran pocos mritos, perteneci al cnclave de cantores que en las procesiones de nuestros Patronos des granaban sus motetes y delicias musicales al paso de ellas. Primero en el cruce de calle Pur sima con Independencia, siguiendo con la con juncin de calle Nueva Abajo y Nueva Arriba, si guiendo delante de la casa de los Beltranes y terminando en la esquina de Mara la de los Platos ya a pocos metros de Santa Ana. Un pia doso y fuerte recuerdo para este eldero que nos precedi en la correa de transmisin que se va Ile vando a los hijos de Elda a los campos floridos de la vida eterna. Amn. Que por qu habl de este amigo sin tener nada que ver con el enunciado de este trabajito Pues muy sencillo, queridos coterrneos. Porque fue l preci samente el que me ha sugerido el trabajo. El me ha bl de la palabra ress en una ocasin, pero fi jndola en un sitio determinado de Elda y al llegar aqu debo dar cumplida explicacin de la palabra, pues a buen seguro que a la mayora de elderos de hoy les sonar a desierto por aquello de la fontica. En el lxico eldero la palabra ress se aplica a un lugar resguardado de los vientos del Norte donde en el crudo invierno tomaban el sol nuestros queridos congneres en horas de hol ganza, cambiando impresiones de si convena o no convena lo que fuese. Vamos, lo que hoy de cimos tertulia en cualquier bar hablando de ft bol y entonces se hablaba de la gran cosecha que haba tenido el primer legn de alcaciles o de lo interesante que haba estado la feria aquel ao. En fin, reunin en sitio grato, al amor de la amistad y del cuchicheo general. 197 Pero es que resulta que en Elda hubo un si tio al que llamaban el ress como podan de cir la Plaza de Arriba o las Cuatro Esquinas, que era la citada de Mara de los Platos. O sea que fue un Ress con prosapia y nombre propio, que no era cualquier pared o resguardo del viento fro. En una palabra que tuvo su impronta determina da y fue durante bastante tiempo sitio de reunin de las gentes elderas para tomar el sol, como ya he dicho. En cierta ocasin estaba el bueno de don Jos en su tertulia del Casino Eldense yen un mo mento determinado dijo: S, aqu estamos muy cmodos en nuestro silln, como decs pero habra que ver qu asiento tendran los tertulianos que se reunan los inviernos en el Reses, como no fuese alguna piedra bien gorda. Al trmino de su disertacin le pregunt qu era aquello del ress y me dio cumplida expli cacin del asunto. As que me valgo de sus dichas explicaciones para componer esta especie de re sea histrica, pues creo que algn eldero le en contrar sabor grato de nuestro pueblo. Paso a explicar detalladamente el sitio don de estuvo situado el famoso Reses, que aun que todava mantiene firme parte de su infraes tructura, ya desapareci por completo el mrito que tuvo hace muchos aos como tal reses. Para que la cosa quede redonda debo tras ladar el origen de la historia a Elda de muy pocos habitantes y mucha y riqusima huerta. Nuestra hoy esplendorosa ciudad terminaba entonces en la calle de San Roque, y las traseras de toda esta calle daban al Camino Real Alican te Madrid, que, como es bien sabido, daba la vuel ta al llegar al del Mdico Beltrn, o como se llame actualmente, hasta las Cuatro Esquinas, donde tomaba a la derecha y por la hoy calle de Pedrito Rico segua su curso camino de la vil la y Corte. Por aquel entonces ya se empezaban a cons truir los primeros edificios de los pares de la ca lle Nueva Abajo, partiendo de la placetita del Hos pital, y ms adelante, en lo que hoy son los nones de esta calle, se afanaban en la construccin de una gran edificacin que sera la posada, all a ori lla de la carretera. Los pares de la calle Nueva Arri 198 ba, en su totalidad, como es natural, no existan. nicamente all arriba comenzaban tam bin a edificar lo que hoy es la casa de los Bel tranes. Todo al sur de est lnea, nada ms que campos ubrrimos. Tambin exista ya la calle del Marqus, pero sin las casas de la parte sur, es decir, que las ca sas de los impares de hoy daban al campo has ta el ngulo que hoy forma dicha calle y precisa mente en esta parte de la calle del Marqus es donde estuvo situado durante muchos aos el famoso Reses de nuestra historia. Aquella Elda de entonces, con su hermosa y frtil vega, debi ser muy placentera para los hi jos de la villa, aunque si me paro a pensar en los tiempos modernos podra resultar un tanto abu rrida, por no haber sitios de holganza como en la actualidad. Teatros, cines, crculos de recreo y otros espectculos del ocio moderno, aunque por entonces las reuniones del carcter que fueran, se hacan en los domicilios particulares, los mismo si se trataba de un baile que de una conspiracin para echar del mando al Alcalde de turno, as que de todas formas lo pasaran bien. Me contaba en una ocasin un conspicuo en el Casino Eldense que haba odo decir a su abue lo, en una ocasin, el tiberio que se arm en un baile de sociedad en una casa particular por cau sa de si haba yo invitado antes a esta seorita a bailar y ahora me la quitas t. Total, que no qued nada en pie y el pato lo pagaron las ban durrias y guitarras, que las agarraron como armas ofensivas y no qued un instrumento de cuerda en pie y hubo que hacer gran acopio de tila para las seoras y seoritas presentes en la fiesta. Pero volviendo al motivo de este trabajito, har notar que en las dos o tres primeras casas de la calle del Marqus es donde resolvan la ma yor parte de los problemas del pueblo, industria les, polticos y similares, sobre todo si era invier no, pues all se reuna lo ms importante de la villa si tenemos en cuenta que la calle de San Roque era entonces una de las mas importantes y por lo tanto las gentes que acudan al Ress en las horas de la maana tenan mucho peso civil por vivir en dicha calle y sus cercanas. Felices tiempos aquellos, queridos correli gionarios, sin telfono ni prisas modernas, sola mente a base de recados personales: ( Oye, ami go Matas! Dile al to Gervasio que me mande maana una carga de alfalfa que mis anima les ya estn a la cuarta pregunta! O este otro: Amigo Manuel! Esta tarde no puedo ir a tu casa porque tengo que ir a rematar cuatro horas de agua para regar los frutales y unos pies de r boles nuevos que he injertado y quiero que est la tierra hmeda por si hay alguna helada! Y ste fue el famoso Ress, queridos co terrneos. Un lugar de Elda y unos tiempos que se fueron y que a m me agrada mucho recordar, porque recordar los visto y vivido y estar en el pre sente es ver el porvenir. CARTAS AL DIRECTOR! Seor director de Valle de Elda: E n el nmero 1.825, del pasado 24 de julio, viene un recuadro en el que no desean un fe liz veraneo y nos dicen que no los volveremos a ver el pelo hasta el 28 de agosto. Aunque reconozco las razones muy humanas que en tal recuadro se pueden leer, no veo la necesidad de castigar a los asiduos lectores del peridico con la abstinencia de espiritual sufrimiento con tantas semanas sin el mismo. Para evitar todo esto me tomo la libertad de sugerirle una singular idea que, a mi corto y romo entender, podra paliar un tanto tal sufrimiento y us ted y la redaccin entera podran gozar en toda su plenitud sus merecidas vacaciones, pensando que los lectores estaran contentos y orgullosos de haber estado en l... Perdn! Perdn! Estas l timas frases pertenecen a una cancin patritica que se me ha colocado de matute en la redaccin de esta carta. Quera decir estaran muy satisfe chos teniendo el peridico todas las semanas. El pasado ao ya haba tomado la decisin de escribirle esta carta por el mismo motivo, pero como soy de natural un tanto pusilnime, no aca baba de atreverme. Adems, tuve la debilidad de consultarlo con mi pariente el seor de la Harte ta, que como usted sabes es colaborador del pe ridico y me dijo. Mira, Pjaro Pinto! (as me lla man en la familia ornitolgica a la que pertenezco). Si cometes tal desafuero con esas personas, que son de mi mayor estimacin, puedes considerar te borrado de mi amistad y afecto; adems, pen saba colocarte en el Retablo Singular de Probos Eldenses y lo que har ser meterte en una jau la y exponerte a la vindicta pblica, para ludibrio y vergenza tuya y de tus sucesores hasta la cuar ta generacin por lo menos. Ya ests avisado, ea!. Esto me dijo mi pariente el de la Horteta se or director, pero como yo creo que no cometo ningn desafuero con mi idea y creo que va en be neficio de los lectores, me atrevo a envirsela y que sea lo que Dios quiera. De todas formas, si me re tira mi pariente su amistad, me buscar la de unas calandrias que hay cerca de mi casa; as que aqu est lo que se me ha ocurrido sobre todo esto. Por qu no preparan los cuatro semanarios que dicen no recibiremos en agosto de una vez y los tenemos esas semanas S, ya s que dicho as, a la pata llana, parece una tontera, porque ser an todos los citados nmeros iguales, pero no hay tal cosa, porque el peridico, a lo largo del ao, trae insertada muchas cosas iguales y lo recibi mos igual. Adems, hay precedentes en otros r denes de la vida en que se pagan y recogen co sas con la nica variacin de la fecha, nada ms; lo que usted recoge siempre es lo mismo, siem pre. Expongo dos ejemplos y un sucedido que algo dicen a favor de mi idea, pues en el caso que nos ocupa no habra ms que cambiarle la fecha al pe ridico esas cuatro semanas, por lo dems, la misma cosa. Y van ah los ejemplos y el sucedi do de que hablo. Cuando hay un da o dos de fiesta, su seo ra va a la panadera y le dan el pan de dos o tres 199 das igualito, no Pues lo pagan y comen el mis mo pan. Y otro ejemplo, para no cansarle mucho. Si usted es aficionado al ftbol y est abonado a su equipo, paga por la temporada y siempre ocu pa el mismo lugar. Y termino con el sucedido: Me cont una vez mi pariente que cuando fue periodista ambulante de las calles de Elda le ocurri lo siguiente. El correo que por las maa nas traa los peridicos haba descarrilado por la parte de Alpera. l se encontr a un cliente suyo, a las cuatro de la tarde, que le reclam porqu no le haba llevado el peridico como todos los das. Mi pariente le dijo lo ocurrido al tren y que, como no quisiese uno del da anterior, no haba peri dico. Entonces su cliente le dijo muy ufano: Es igual, hombre, si los peridicos traen lo mismo to dos los das. Adems, mi mujer lo gasta para de corar los armarios y para limpiar las sartenes, as que dame el de ayer, que me da igual. Espero, seor Director, le sirva de algo el contenido de esta carta y le ruego perdone mi atrevimiento (por favor no le hable de esto al se or de la Horteta). Y queda de usted afmo. y s.s. EL PJARO PINTO (Veraneo en Las Batuecas, agosto de 1992) PINCELADAS ELDERAS CON FONDO DE FIESTAS MAYORES (De la serie Recuerdos de mi pueblo) A quella maanita del recin comenzado sep tiembre caminaban Carril abajo, en direccin a La Jaud, dos elderos de pro y adems gente principal: el to Galillo y el to Pesahumos. El objeto de tal paseo parece ser que era di rigirse a una via de Valens que tena el prime ro de ellos, ya muy cerca de la Casica de Carn (donde el camino tuerce 90 grados a la derecha) para recoger una cestita de uvas, para el gasto de las prximas fiestas, que ya estaban muy cerca, pues as lo denotaban el ajetreo del pueblo y los preparativos de calles y otros indicios. No parecan estar muy contentos en la pl tica que sostenan ambos personajes, pues en uno de ellos se notaba cierto disgusto, aunque en el otro, sin embargo, no lo era tanto, como vern. Le deca el to Galillo a su compaero: Mira amigo, un seor que conozco y que trabaja en el Ayuntamiento me dijo el otro da, con muchas re servas, que este ao las fiestas van a ser muy flo jitas, pues no hay presupuesto para nada, y que no vendr ninguna banda de Liria, y los castilli cos sern muy pobres, ya que no habr pirotc 200 nicos valencianos, as que, si Dios no lo remedia, nos tendremos que conformar con las ruedecicas de/to Machuca, y de msica, la cha ramita de Pe trel. Y sabes lo que te digo Pues que en la tra dicin de Elda siempre ha habido de todo lo me jor en honor de nuestros Santos Patronos, el Cristo del Buen Suceso, y la Virgen de la Salud, y que si no tiene presupuesto que lo inventen o que hagan lo que sea para quedar bien con el pueblo y, so bre todo, con nuestros Santos Patronos. Y concluido que hubo su largo parlamento, se sent en el ribazo que haba a la orilla del cami no, todo sudoroso y casi completamente conges tionado por el esfuerzo hecho. Bueno, bueno, muchacho, le dijo el to Pesa humos. No te disgustes hombre, que no hay dinero para extraordinarios porque las cosechas han sido malas y la industria del calzado no ha arrimado mas el hombro, pues paciencia y bara jar, como deca el to Medias Copas cuando per da jugando al monte. Escucha, hombre, escu cha. Estos das ya se nota en el pueblo y sus gentes la alegra de las prximas fiestas. Un aro ma inconfundible de tradicin, que parece acudir de todo el valle, llenando a Elda de una especie de niebla ntida que lo envuelve todo. Una clari dad y una paz en el ambiente que no se notan el resto del ao, y no te quiero decir el olorcito de los hornos y de las calles cuando las gentes de nues tro pueblo se encaminan haca sus hogares, con las Ilandas de ricas pastas. Todo esto que te he dicho es la tradicin, hombre, culminando con el agasajo a nuestros Santos Patronos en esas fies tas en Santa Ana y las procesiones con todo el pue blo lleno de fe Llegado que hubo aqu en su pltica, le dijo el to Pesahumos a su amigo: Vamos a sentar nos ah, a la sombra de esa higuera, que el sol est apretando, y te explicar eso que me has conta do de ese to del Ayuntamiento, pues veo que eres una hermanita de la Caridad, creyndote todo lo que te dicen Bien aposentados debajo de la higuera ver dal, prosigui el to Pesahumos con su pltica: Mira, amigo: ese seor que te ha contado todo eso de las fiestas y los presupuestos, debe de ser enemigo poltico de/Alcalde y adems des de aqu te digo que es un animal de bellota, por que tienes que saber que mientras sea Alcalde de Elda Tacn Cubano Paco Alonso para sus ami gos y don Francisco Alonso para sus menesteres al frente de la ciudad, habr de todo lo que ha ha bido siempre, y si no hay presupuesto lo inventa r, aunque sea ponindolo de su bolsillo, que no sera la primera vez Vas entendiendo la cosa Al llegar aqu debo hacer un voto de respe to, como ha sido siempre mi norma de conducta cuando cito a personas conocidas de nuestro pue blo, teniendo en cuenta que los nombro como co rrientemente lo hacan en la parte antigua o vie ja de Elda. Precisamente de all sal yo y siempre se dijo de las personas lo ms cmodo, que era el sambenito que tena cada cual. A m nunca me molest que me llamaran Joseco el Pajarico, y al to Pere Capota, que viva en la calle del Estrala so hoy Espoz y Mina tampoco, que yo sepa, le supo mal tal denominacin; adems, fue un fuer te hacendado agricultor, como asimismo el to Corta Rabos. En fin, no parara en todo el da, y repito mi absoluto respeto por todos mis paisanos, mxime cuando la rueda de la Historia los llev ya hasta Dios. Tiene mucha gracia todo esto que escribo, pues resulta que yo estoy metido en un sufri miento interior por si alguien se molestase al nombrar a sus deudos de esta forma. Y digo que tiene mucha gracia la cosa porque me han ocu rrido lances muy peregrinos sobre esta cuestin. Voy a contar algunos de estos lances, pero antes tengo que hacer una especie de panegrico sobre el citado Tacn Cubano, o sea, don Francisco Alonso. El personaje que acabo de citar ya est su bido por derecho propio en el Retablo Singular de Probos Elderos, pues para m, y sin desmereci miento para nadie y aparte de toda clase de po ltica, fue un gran Alcalde, sobre todo en cuestin de amor a su pueblo y humor acreditado, sobre todo en las fiestas, de las ms sobresalientes que yo vi siempre. Solamente el verle al frente de la Corporacin Municipal, con la vara en la mano, detrs de los Santos Patronos en las procesiones del 8 y 9 de septiembre era una gozada para mi, por su personalidad, orden y buen hacer de Alcalde. Guardo un recuerdo indeleble de este Alcal de, y que adems tuve la desgracia de ver desde la esquina de La Chiqueta, un desdichado da de mayo, cuando lo llevaba a empujones al Ayun tamiento, una turba de zafios y equivocados pai sanos, insultndolo y hasta agredindole, y per donen este escape histrico. En cuanto al lance que he citado de este personaje, es de tono de humor, como fue a mi en tender, la tnica de don Francisco Alonso, sobre todo en lo que a fiestas se refiere. Hace algunos aos apareci en Valle de Elda, firmado por m, un trabajito que se titulaba Que viene el aeroplano. En aquel ao, el Alcalde mand construir un campo de aterrizaje para que viniese un aeroplano, no s si de Alicante o de donde, a visitarnos. Para tal campo se desbastaron una serie de bancales, en lo que a los ribazos se refiere, que, segn mis recuerdos, estaban si tuados entre la Gran Avenida y la Farola de hoy hasta el final de nuestro trmino municipal con Pe / MAYOR1; ,. 201 trel. Solamente desbastaron los ribazos, quedan do unos altibajos en aquel campo que al mas in genuo no se le ocurrira pensar que all poda po sarse un aeroplano si no era llevndolo a piezas. Pero el caso es que acudi gente de toda la co marca y la broma fue de las que aqu te espero, Mateo. Unido esto a la corrida que hubo en el Parque de Atracciones, en su parte cuadrada de entonces, con cuatro toros que slo fueron tres, pero que parecieron cuatro. Si todas las gentes que, de todos los pueblos de la comarca, vinieron en aquellas fiestas no quemaron Elda por los cuatro costados, es que somos incombustibles. En aquel trabajito en cuestin, yo haca en trever el humor del Alcalde y pensaba siempre si no se molestara algn fami liar de don Francis co Alonso. Sin embargo, un buen da se dirigi a m una seora en el Casino Eldense, que era hija del Alcalde, dicindome que lo haba pasado muy bien leyendo mi trabajo y que se haba alegrado mucho de que recordase a su padre. Lo mismo me ocurri con don Rafael Vera El Fifo, de la dinasta de Los Carasos, que es taba un tanto disgustado porque no haba nom brado a su querido padre como al to Caraso, cuando en un trabajito que escrib en Alborada sobre Bandas de Msica y Bands de Msicos, cuando al pasar la banda de msica La Real is ta, dirigida por don Ramn Gorg, le dijo al to Blanco, vecino suyo de la calle de la Balsa: Ah los tienes! Estn cucaos! , y cuando pas la Pesetera, dirigida por don Natalio Garrido, le contest el to Blanco: Yesos, qu Estn po drios.. Otro da me encuentro a un amigo en la ca lle Nueva Arriba y me habla sobre otro trabajito que firm en la Revista de Moros y Cristianos y que tambin apareci en el Valle de Elda. Disertaba yo en dicho trabajo sobre el asalto de la morisma a nuestro alczar con escasos defensores. Rpida mente sal ieron propios hacia los barrios que ro deaban el castillo, desde la calle de la Tripa has ta el Monte Calvario, pero todos los elementos que acudieron que fueron muchos, los citaba por su apodo, mote o sambenito. Pues muy bien, el amigo que me hablaba de tal historia me dijo: 202 Cmo es posible que hayas nombrado a todos los del Monte Calvario y te hayas dejado a Mosn Este eldero era muy conocido por su estatura y fuerza y era el encargado de l levar al Pap de los Gigantes en las fiestas de Corpus y otras. Y es bue no citar un sucedido de un da de esas fiestas en las calles de Elda. A los que conducan los Gigantes, tambin a los Cabezudos, siempre fue costumbre el agasa jo, bien de casas o bares por donde pasaban o bien facilitndoles desde el principio el suministro apropiado. El caso es que el da que cito estaba Mosn dndole unos bailes al Pap tan movidos que incluso le esportillo la cabeza en un bal cn en una de sus vueltas. El general que mandaba aquel la tropa de conductores de los Gigantes y Cabezudos era por entonces un eldero no menos conocido de Mosn, si no ms. Se trataba del singular Perlasia, in vestido con una capa de pao pardo y bordados y un sombrero con adornos, acompaado por una vara alta que pareca un peregrino de los que iban a Santiago de Compostela, y al ver los des manes que haca Mosn con el Pap algo le ren covino, pues ste par el baile. Sali de dentro del gigante y agarrando al pobre Perlasia lo bai l como si del Pap se tratara hasta que se cans; despus lo dej en el suelo, ni pas nada y sigui la fiesta. Pero el susto que se llev Perlasia no se olvidara nunca. Este eldero a quien l lamba mos Perlasia viva en los pares de la calle de las Virtudes, entre las casas de Los Trapellas y Sar dinas y el Chato Corrigelo y el Chato Madrigue ra. Doy fe, pues yo viva en aquel la calle. Pues ya veis, queridos coterrneos, yo su friendo por si los deudos y fami liares se moles taban por nombrarlos con sus sambenitos y era todo lo contrario. Pero ya es hora de que vuelva con el to Gali l lo y el to Pesahumos, pues me los dej all en el Carri l , debajo de una higuera, y estarn deseando regresar al pueblo. Efectivamente. Ya haban l lenado la cesta de uvas y se disponan al regreso, aunque seguan con la misma pltica de los actos civi les de las pr ximas fiestas y segua diciendo el to Pesahu mos: Que s, hombre, que s No hagas caso a ese to Pegote del Ayuntamiento. El da 7, en el carreta de/as nueve de/a maana (tren de las cercanas Alicante-Almansa por entonces) (ve rs cmo llega la banda de Infantera de Marina de Cartagena, yen el corto de las siete de la tar de, vers llegar, no estoy seguro si La Primitiva o la Unin Musical de Liria (este tren corto era el mismo que el de la maana pero descen dente, es decir, de Almansa a Alicante, yen La En cina combinaba con alguno de la lnea de Valen cia) De esto no estoy muy seguro, pero es seguro que en una de las dos no falla y ojal que en la entrada por la calle de San Antn entren tocando El Camino de Rosas, del genial maestro Fran cos, que tanto me gusta. Y la noche del da de la Virgen vers fuegos artificiales de categora, ins trumentados por algn pirotcnico valenciano como siempre. Y vive Dios que as fue: me salgo de la his toria para dar fe como asistente de aquella noche del da de la Virgen, de no s qu ao, mont el pirotcnico en unos descampados que haba don de ms tarde surgieron las fbricas de Pepn Guarinos, don Trinidad Vera y la de Tahlla ms arriba. Hubo un nmero impresionante en los fuegos, formando por adornos de bengalas y otros detalles vistosos, en los que bajaban dos nge les con una corona y la ponan en la cabeza de una supuesta Virgen de la Salud, con gran aparato de truenos y carcasas de colores. Hay por ventura, algn eldero y as lo deseo de todo corazn que se acuerde de aquello, por verlo o porque se lo contaran Sera muy feliz si as fuese y cons tatase conmigo que fue para estas cosas mucho Alcalde aquel Alcalde, don Francisco Alonso. Y como quiera que nuestros protagonistas ya esta ban llegando al pueblo, bueno ser dejarlos con su pltica de s habran o no habran buenos acontecimientos de diversin en las fiestas, pues aunque el to Pesahumos insista, el to Galillo no acababa de convencerse, aunque al final se con venci y goz aquellas fiestas con los tradiciona les festejos de siempre. Voy a terminar este trabajito contando algo de tradicin y fe, tan bello que es digno de que dar estampado en las pginas de Valle de Elda como una pincelada ms de nuestro pueblo, de las que no se olvidan. Fue en el verano de ao 60 cuando regres a mi pueblo de mis andanzas allende los mares, y la primera noche que pas aqu no me acost sin antes poner en un lateral de mi habitacin algo que se me ocurri, seguramente motivado por la llegada y la emocin de estar junto a los mos. Hice esta especie de emotiva exclamacin de alegra que an conservo: Hasta aqu lleg un pajarico que, cansado de volar, pleg sus alas inquietas y se fundi en sus orgenes Pero no fue fcil la adaptacin. Desde el ao 39 que sal de Elda, todo haba cambiado. Amigos, costumbres, nostalgia de otros tiempos. Pero todo se fue calmando. Volv al Casino Eldense, donde encontr antiguos compaeros y la vida sigui su curso normal. Y cuando llegaron las prximas fies tas de septiembre, fueron estas fiestas las que die ron mayor impulso a mi tranquilidad, pues de all sali esta pincelada que he citado ms arriba. El da de la Virgen me dirig a Santa Ana, pues deseaba acompaar a la Salutica en su recorrido por la poblacin y, como a las 8 menos cuarto, entr en la sacrista para recoger mi co rrespondiente vela para tal acontecimiento. Sal del templo y cuando se form la proce sin me situ a la derecha de la fila, camino de San Francisco arriba. Rpidamente me d cuenta que ya no hacia el recorrido conocido por mi, con sus paradas de cantares en distintos sitios del reco rrido, por lo que me entristeci un poco aquello. Entramos en la calle de Pierrat (hoy, Pedrito Rico) y al pasar la calle del Marqus se par la pro cesin en un momento en que yo iba junto a la imagen. De la puerta que qued enfrente del tu multo donde iba resplandeciente la luz Nuestra Se ora, sali una dama eldera y puso sus manos en la peana que la sostena, al tiempo que le diriga una mirada de amor y de fe que nunca olvidar, mientras que le deca a la Virgen: Bueno, has ta el ario que viene!. Y la dama en cuestin en tr en su casa y la procesin sigui su camino. Y sta es la pincelada que deseaba relatar. Parece una cosa sencilla, queridos coterrneos, pero, no es maravilloso ver a la Virgen de la Salud, ao 203 tras ao, pararse para recibir el homenaje de ca rio y fe de una dama eldera Pues as fue la cosa, queridos paisanos. Co nozco a la dama y desde aqu le envo mis respe tos ms sinceros y, haciendo uso de sus mismas palabras, os digo lo mismo que dijo ella: Bue no, hasta el alo que viene!. Alicante, julio de 1992 FIESTAS MAYORES DE ELDA. DE UN AO QUE LLOVI MS QUE CUANDO ENTERRARON A ZAFRA. U n ao ms me asomo a esta simptica revis Lita con el sano propsito de intentar extraer les aunque slo sea una leve sonrisa a mis que ridos coterrneos. Este trabajito pretende hacer llegar al cono cimiento de los elderos los entresijos y detalles que no aparecen en los programas de fiesta que nor malmente reparten autoridades, revistas y otros medios de comunicacin. De manera que con un poquito de humor eldero ya mi aire les contar lo que pas aquel ao que tan catastrficamente aparece en el enunciado. Corran los primeros aos de la segunda de cena de este siglo cuando ocurrieron los hechos que aqu se sealarn, pero hay que tener en cuenta que, yo, cuando tal cosa ocurri ya viva en la calle de Pars, hoy creo que de Roma, o sea, fue ra del pueblo, pues en aquel entonces ste ter minaba en la acera de los pares precisamente en la muchos aos ms tarde conocida como esqui na del Guardia, y la ltima casa como digo, era la de Pepico Rincn. Despus, huerta hasta llegar a la dicha calle de Pars. Precisamente a estos aos deben pertenecer un par de hojitas en modesto papel y medio car comidas por el tiempo y la humedad que me en contr das pasados en el fondo de una maleta. Esto me ha dado la idea de enjaretar este mo numento literario, reconstruyendo el antiguo programa que debieron leer en su tiempo otros fra ternos nuestros. Y sin ms dilaciones le meto mano al asunto. Aquellos antiguos programas de fiestas eran ms simpticos que los actuales, pues se 204 componan de media docena de hojas de papel en forma de librito, que te ponas en el bolsillo y cuando queras saber a qu hora tiraban un castillico o tocaba una banda o encenda una tra ca, pues sacabas tu programa y te enterabas al punto dnde daban el espectculo. Dgame Vd. ahora, donde el programa va inserto en una re vista que pesa lo suyo y la dejas en casa y no te enteras ms que cuando oyes los truenos de la traca, o te cuentan lo bien que ha estado la banda tal en tal sitio. Pero de una o de otra, aque llos y estos programas dicen lo mismo. Comien zan con la Alborada del da 6 y terminan con el novenario correspondiente. Yo pretendo, adems de recorrer los mismos das, comenzar mucho an tes, reseando preparativos y detalles que no lle garon nunca a los que lean los citados progra mas, y aqu es donde con todos los respetos entra en mi narracin que espero sea de su com placencia y agrado. Debern tener en cuenta no obstante que por exigencias del guin hay la necesidad de cruzar pocas, aos y fechas diversas, ya que toda la narracin sale de mi cansada memoria sin poderme valer de apuntes ni consultar hemero tecas, archivos, ni nada de lo que se necesita para escribir historias. Es decir, a palo seco. Todas las fiestas mayores o menores de todo lugar, pueblo o ciudad se preparan de la misma forma: se nombran comisiones de trabajo, que en las mayores son ms nutridas y en las menores no tanto, ya que no es lo mismo preparar las Fiestas Mayores de septiembre en Elda que preparar las de San Antn en enero. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA En las primeras est el Ayuntamiento, dis tintas cofradas de los patronos y un sinfn de gru pos y comits encargados de tantas cosas como aqu se preparan. En las segundas, sin embargo, la cosa es mas sencilla, pues con una Mayordo ma la cuestin estaba lista, pues con los cuatro o seis amiguetes amantes de la tradicin se re solvan todos los problemas. Uno de ellos se encargaba de comprar me dia docena de pollos para las carreras de la cues ta de Santa Brbara. Otro renda visita al vecino pueblo de Petrel para contratar a la charamita, y alguno ms se encargaba de cosas menores que pudiesen surgir. Haba un hecho, sin embar go en el que se ponan de acuerdo todos los Ma yordomos. Este hecho era la trada de la lea la vspera de San Antn, pues de buena maana salan con un buen carro de Toscana (Las Caa das), donde en la Casa del Tite ya les esperaba, como todos los aos, una buena provisin de bas timentos comestibles, con lo cual los compaeros de la Mayordoma se ponan moraos, y a la ca da de la tarde llegaban a Elda todos contentos y coreando canciones populares. Pero dejemos hechos aislados y vamos con lo que importa. En primer lugar, el Ayuntamiento se pona en campaa muchos das antes de la Al borada para la organizacin global de las fiestas. A ms de las bandas de msica que ya tena con tratadas, as como el pirotcnico (si no ejerca el to Machuca), pues la contratacin de dos ca rros con sus correspondientes semovientes para traer las caas, taray y otras matas de adorno para adornar las calles, para lo cual todas las casas del recorrido de la procesin tenan en sus paredes una especie de cncamos incrustados y la cosa que daba de dulce con el verdor de las calles. El trabajo del otro carro era ms importan te. El trabajo de las caas lo haca casi siempre el to Menesca I y la cosa era fcil , pues haba un hermoso caar entre los Mol inos de Flix y la desembocadura de la Rambla de la Melva y entre ambos estaba listo el asunto. En cuanto al otro ca rro, como he dicho, el trabajo tena ms enjundia. Haba que ir rambla arriba hasta el final de la hoya de Caprala, donde hacan posada en la finca que all existe y los dos das siguientes se dedicaban a la recoleccin de salvia para alfombrar Santa Ana en sus mayores das. En algn sitio he ledo que esta alfombra vegetal se haca a base de romero, espliego y no s qu ms. No, seor, no! Para este menester siempre se us la salvia y no otra cosa, que cons te para la historia. Los protagonistas de este segundo carro fue ron, segn mis recuerdos, durante muchos aos el to Hueso y el to Galln, que se pasaban varios das por all por el Coto de las Hermosas y alre dedores, cortando sus ramitas de salvia que a cos tales bajaban a la casa de Caprala para ir lle nando el carro. Aqu me surge la duda, mejor dicho, dos. La primera es si esta pareja de nom bres que cito, o sea, el to Hueso y el to Galln, po dran ser aquellos que estaban haciendo una co chiquera para cerdos, yen un momento dado el to Galln, que estaba dentro del pequeo recinto, dijo aquella frase famosa en la historia de la arqui tectura: Hueso, dame yeso!. Y ste contest: Dnde ests, que no te veo. El to Galln se haba quedado encerrado poniendo ladrillos! La segunda duda es la siguiente este to Hueso que nombro sera un ascendiente de mi amigo Antoico el Hueso, que viva por la hoy ca lle de D. Juan Carlos I Este amiguete se march a Zaragoza con no s qu agencias de transpor tes de mensajeras de precisin y, para ms da tos de elderos mayorcitos, era el capitn, siendo un chaval del barco que sale o sala en las pro cesiones del 8 y 9 de septiembre. Bueno, mis dudas no s si se resolvern al gn da, lo que s se resolva era el asunto de la salvia, pues el da 6 por la maana ya bajaban rambla abajo desde Caprala (no haba otro camino entonces) para entregar su valiosa carga al que correspondiera recibirla. Porque la ocasin lo amerita digo que el ca mino de Caprala, que no era otro sino la pura rambla, era empresa de titanes subir por l has ta aquel las ltimas casas. De esto podra dar fe mi particular amigo D. Jos Porta Vera, que todas las maanas suba a sus padres a veranear arri ba del todo de la rambla. Ay, si pudiera hablar el 205 Ford que tan bien manejaba este amigo! Lo que dira de las piedras de esta rambla! Seguimos con los preparativos pre-fiestas. Ya estaba formada la brigada acaudillada por D. Dionisio Martnez Lacasta, sacristn de Santa Ana, ayudado por su lugarteniente, el to Aja, para los preparativos de iglesia. En la sacrista ya es taban dispuestas las cajas de velitas para el en cendido de las doce mil tradicionales que dicha brigada se encargara de colocar por todo el tem plo, as como de alfombrar de salvia el piso y de otros detalles necesarios. Las abnegadas elderas, a cuyo frente esta ba la se Canica, tambin, amorosamente, planchaban y arreglaban las galas que lucira la Virgen de la Salud cuando subiera a su trono. Los carpinteros de ribera del comit encar gado de tal misin, ya habran repasado y cala fateado el barco que va al frente de la procesin, ya que la suspensin del navo quedaba harto deteriorada cada ao, dado el psimo estado de las calles del recorrido. El to Machuca ya tena a punto los modere tes, ruedecicas y dems detalles pirotcnicos para la ocasin. Lo mismo se podra decir de la fa milia de D. Manuel Martnez Lacasta, que ya te na su globo bien plegado y dispuesto para lan zarlo al viento del valle en su momento adecuado. Los gremios de vecinos ya se afanaban en los preparativos de las correspondientes bandericas de papel que luciran las calles y particularmen te las que presenciaban el paso a nuestros San tos Patronos los das ocho y nueve. Todo estaba dispuesto en los mil detalles que nunca aparecieron en los programas de an tao. Elijo el del ao en que ocurri lo del entie rro de Zafra que se anota en el enunciado de este trabajo. Esto que tantas veces o en mi pueblo y aun fuera de l de Llovi tanto como cuando ente rraron a Zafra!, se lo pregunt en una ocasin a unos zapateros que estaban tomando el sol en la paretica del final de la calle del Castillo, y era el tema precisamente que tenan entre manos. Uno de ellos, que me parece era uno de los Matutines, me dijo: Pues nada, hombre, que se llevaban a 206 enterrar a un pobre hombre que se llamaba Zafra y comenz a llover tanto y con tanta abundancia que dejaron el atad en el suelo y salieron co rriendo todos los acompaantes a guarecerse donde pudieron. De ah, por lo tanto, viene el di cho se, aunque aqu debo decir que si yo cito todo esto es por lo que ocurri el da de la Virgen del ao que estamos relatando. Y llegamos al da 6, que transcurre tranqui lo, pues hasta las doce de la noche no comienza la movida. Lo nico especial en el transcurso de este da es el movimiento apresurado de las el deras, con sus Ilandas de pastas y otros delicio sos comestibles, a los hornos, que ya estn tra bajando a toda presin. Del da 7, lo nico que siempre me llam la atencin dejando aparte, como es natural, las no tas de la Santa Iglesia, tales como solemnes sal ves, vsperas y dems, fue una nota que deca. 01 las 11 de la maana, bajo las arcadas del Ayuntamiento, reparto de bonos a los pobres Qu sera aquello Al da siguiente el gran da. Alarde del to Aja y sus hijos con las campanas, al tiempo que el to Machuca tiraba morteretes a placer desde las ruinas del antiguo alczar. Ms tarde, la misa ma yor, cantada y a toda orquesta. Al terminar, acom paamiento del seor predicador a su domicilio. Su correspondiente traca y al Casino Eldense, al concierto, con los salones y terrazas abarrotados de guapas elderas y elderos con sus mejores atuendos. A ltima hora del da, la correspon diente Salve, procesin y castillico final. Al siguiente da 9 se poda decir aquello de un msico que le pregunt al director de la ban da, al iniciar un pasacalles: Qu toquem, mes tre Pues la mateka, un poquet ms carre gaeta de bombo! Ya sabis, no Pues pasemos al da 10 y aqu hago hinca pi una vez ms, sobre una nota que me emocio naba cada vez que la lea en mi programa: Da 10 de septiembre. En este da rinden culto a la me moria de sus antepasados los herederos de D. Lambed Amat... Me emocionaba esto porque as rindo culto yo a la memoria de los mos y a mi que rida Elda de mis amores. Bueno, hasta aqu todo ha transcurrido muy normal y feliz, pero es que aquel ao hubo un nmero fuera de serie que es el verdadero moti vo de este trabajito. Como a las dos de la tarde, apareci una nube por detrs de Cmara y otra que vena por la parte del Carche de Monvar y se encontraron en el centro de nuestro val le. Ranse ustedes de las cataratas del Nigara o cosas parecidas. A la me dia hora ya no quedaban bandericas ni rastro al guno en el pueblo de que eran fiestas. Pero lo peor de todo ocurri al pirotcnico (de Godella creo que era), que se haba pasado toda la maana plan tando tablones en la calle Nueva Abajo para colo car sus ruedecitas y dems adornos luminosos. Es sabido por todos los elderos que esta calle tena forma muy hundida en el centro y recoga casi to das las aguas del pueblo de entonces. En el cen tro, donde en la actualidad existe una calle que da salida a las aguas, no haba entonces tal sino una especie de acequia que estaba debajo de la casa de la se Joyita, que tena un pequeo obrador de cajas de cartn, si mal no recuerdo. Por la gran cantidad de agua cada, la ace quia de dicha casa se ator y aquello fue Venecia durante toda la tarde, con sus gndolas y todo, ya que los tablones que haba colocado el pirotcni co no los haba puesto a mucha profundidad y, como el piso era de pura tierra, se soltaron y fue ron nadando por encima de ellos haciendo mil dia bluras. Todo ello ante la natural consternacin del de Godella, que vea arruinada su coleccin piro tcnica de aquel da, tan nefasto para l. Ya lo deca el to Machuca al ver el desastre: (Cmo se le ocurre a este to meter solamente un palmo en el suelo tablones de tanto peso. Esta histrica opinin del to Machuca fue muy celebrada y alguien deca: Si le hubiramos dejado a l tirar los castillicos, no hubiera ocurrido esto Pero tambin hubo un aguafiestas que le dijo: Hombre, Machuca recuerda Vd. el ao que se le solt una rueda y fue a parar a la Casa el Ma mn, cerca de Carril Y gracias a Dios que no pas nada. Pero al final, hubo final feliz. Pudieron reco ger los tablones y los plantaron en unos rastrojos que haba donde ahora creo que est la Plaza del Zapatero y aquella noche del da de la Virgen hubo su correspondiente coleccin de fuegos ar tificiales. Lo que nunca he podido saber es lo que ocu rri al fin con el pobre Zafra. Me imagino que al final lo recogeran y lo podran llevar a su ltima morada. Y esto, queridos coterrneos, es lo que ocurri un ao en que yo tena muy pocos. Pero po dis asegurar que es verdad lo que os cuento. HBATEIG!! LA MONTAA SAGRADA (I) (Para los elderos de pro que aman a su pueblo, claro) A dvierto a vuestras mercedes que en el inte dar cumplida satisfaccin a la extraeza que les pueda causar este rimbombante enunciado que leen al comienzo de esta especie de desahogo espiritual un tanto al parecer senil y que a lo me jor es causado por este Ferragosto que me est agobiando. No quera meterme en cosas serias, pues aparte de mi natural modo de ser estn mi actual estado de salud que no es demasiado boyante y los consejos mdicos: Tranquilidad, seor Jover, mucha tranquilidad. Pero el cmulo de noticias casi diarias sobre esa pretendida implantacin de un monumental basurero para toda la comarca en ese querido lugar, que abarca el Vinalop, pero so bre todo a un recuerdo amplio de mi niez, hacen que salga a la palestra para decirles a mis pai sanos por qu le digo a esa montaa lo que le digo. Por su maravillosa situacin cerrando el valle por el sur y otras grandes cualidades que ir expo 207 niendo a lo largo de mi escrito. Como es natural, se trata de un trabajito serio y carente totalmen te de perfiles polticos, que nunca me han gustado, porque para m la poltica siempre ha sido el arte de conseguir la mayor cantidad de votos con el me nor esfuerzo. Lo mismo los que mandan que los que quieren mandar. As que me dirijo a todos los que estn en esa sinfona de Hay que ponerla... No hay que ponerla. Incluso al que dijo la bar baridad de que la meseta de Bateig era un va lle rodeado de montaas A todos! Simplemen te sentirse elderos y basta. Lo que resulte de esa denominacin siempre ser lo mejor. Y. Como ya es hora de que hable de la para mi montaa sa grada, me apresto a entrar en materia. Por mi carcter de conocer nuevas rutas, por observar nuevos horizontes o porque me he reco rrido toda mi querida Espaa, se puede decir que de cabo a rabo, digo que no no he conocido nin guna ciudad, pueblo o lugar que haya tenido la suerte que tuvo Elda! Me estoy refiriendo a su si tuacin topogrfica. En un amplio valle frtil y rico, acariciado en su tiempo por un ro que fue el ali mento natural para la esplndida agricultura de sus ricas tierras y situacin al abrigo de todos lo vientos y, como regalo extra a tanta maravilla de la naturaleza, en este bello lugar puso Dios una montaa a tres Kilmetros de su poblacin con una meseta nica como ya he dicho para regalo de los elderos que supieran aprovechar su situacin en bien de Elda y no para basurero de una co marca. Se ha dicho y repetido constantemente que Bateig es el lugar ideal para la implantacin de este basurero por la impermeabilidad de su te rreno, abrigo de montaa y otras muchas linde zas, y yo digo, bajo mi totalidad responsabilidad de eldero viejo y conocedor paso a paso de la me seta de Bateig, que eso es un cuento ara meo. No se molesten los poderes pblicos, ya sean locales o provinciales, en enviar comisiones para estudiar, para tan triste y nefasto final para la ciudad de Elda, la situacin geolgica de Bateig. Aquello es un subsuelo hmedo como se puede demostrar en tres sitios diferentes de toda su longitud: al final de la meseta, coincidiendo con nuestro trmino; 208 en el centro y al comienzo en la parte Oeste de la Pea del Sol. Y para que no crean los elderos que hablo de humo de pajas, esta es la demostracin real de lo dicho. En el final haba un pequeo pantano en el cual yo me chapuc incontables veces y su agua no vena de ningn ro. Naca all mismo y dicha agua le llegaba del centro de la meseta. Si por va riaciones atmosfricas ha desaparecido, por se qua u otros motivos naturales, no lo s. Tambin de pequeo vea la rambla de la Melva con un pe queo hilo de agua que por cierto era bastante sa lada y llegaba hasta el Vinalop, y en la actuali dad ya no existe nada de esta agua. Las causas de su desaparicin pudieran ser las mismas que las de aquel aorado pantanito de mi entraable Bateig. En el centro de la meseta de Bateig he visto y ledo no hace mucho fechas en la prensa de Ali cante a unos seores sacando agua de una pro fundidad de unos siete metros aproximadamen te. Esto lo han visto y ledo bastante elderos y no veo hayan sido ningn montaje publicitario. Y por ltimo, hablar del famoso caldern de Ba teig. Aqu me extender un poco ms en este tra bajito, pues fueron muchos aos los que lo fre cuent. En principio, cuando empec a pensar en todo esto, crea que lo mismo que el pequeo pantano ya no exista, tambin el caldern se lo habra llevado la correa de transmisin que es la vida; pero, afortunadamente, no hace muchos meses me habl un amigo que tiene una casita por la Pea del Sol y me dijo que efectivamente all es taba todava el caldern. Son demasiados los aos que han transcu rrido desde que yo vi por ltima vez este sitio, pero gracias a Dios todava la memoria me acompaa y lo voy a describir como si estuviera viendo una fotografa, para que se enteren todos los elderos, si es que no ha cambiado su situacin, claro, y para tal fin pongo a contramarcha la correa del tiempo y me convierto en un chiquillo de seis o sie te aos; pero lo primero, la citada descripcin: El caldern de Bateig se encuentra en una pe quea quebrada que hay al final de la Pea del Sol haca el Oeste. Precisamente all comienza una es pecie de panza que hace el monte y por el centro de dicha panza est la senda que sube a la mon taa. Est situado a la mitad de la altura que pueda haber entre la rambla y lo ms alto del mon te y no se poda alimentar para su perenne pro visin de agua de las que bajaban por dicha que brada por lluvia alguna, ya que esta algo ms alto que el piso de la precitada quebrada y situado en una oquedad o cueva de la montaa, por lo que demostrado queda que dicha agua le llega al cal dern subterrneamente de la meseta superior. 01-0-111 OATEIG!! LA MONTAA SAGRADA (II) (Para los elderos de pro que aman a su pueblo, claro) E n cuanto a sus dimensiones podran ser me tro y medio de largo por unos ochenta cent metros de ancho y su profundidad calclenle unos sesenta o setenta centmetros. Mi madrina Mag dalena, esposa de mi padrino Jos Gonzlez (Pan silla) meta los cntaros de costado y se llena ban en el inte, pero de todo hablar a continuacin. Por ahora ya saben mis coterrneos dnde se en cuentra el Caldern de Bateig, slo espero que algn da el agua que all nunca falt no se con vierta en lo que destilan las basuras si colocan all la dicha Planta, y esto a pesar de la imperme abilidad que dicen los tcnicos que tiene el terreno de la meseta de Bateig. La casa de mi padrino Jos Pansilla est o estaba a la orilla de la rambla del Puente Nue vo y precisamente de all naca el camino o sen da para subir al Bateig. Era una edificacin de planta y altos y con tres singularidades, muy no tables. Al termino de la casa, por la parte de atrs, se extenda una cueva, formando cuerpo con la casa, de muchos metros de profundidad, que les serva a mi padrino como almacn de cosas del campo. Delante de la casa haba un profundo hoyo para conejos que se multiplicaban all en gran cantidad, y a la derecha del frente de la casa un almacn de caracoles serranos. Bueno, se trata ba de un gran pedregal donde la familia iba de jando los caracoles que entonces eran numerosos por all y cuando hacan falta para la paella slo era cuestin de salir y cogerlos. 1/ Por entonces la fauna y flora de aquella par te del valle eran muy numerosas. Conejos, liebres y perdices no faltaban. En la Pea del Sol exista una colonia de cuervos que anidaban all, y has ta una tarde que sub con mi padrino al caldern para bajar un cntaro de agua, al llegar cerca del sitio vi pegar un bote a un gran animal y salir arre ando monte arriba. Dijo mi padrino al ver el es pectculo: , (Repuetas! Una zorra y yo sin la es copeta! Se daba la curiosa circunstancia de que las cuatro casas que por entonces formaban el ncleo de la Jaud, todas a la izquierda de la Rambla del Puente Nuevo, cada una de ellas estaba orienta da a un punto cardinal. La casa de Rosa la Po liosa, que era la ms importante, miraba al monte, es decir, al Sur. A su izquierda estaba la de Jos Mara el Chicho, que miraba a Mon var, es decir, al Oeste. Enfrente al otro lado de la acequia la de Gabriel, que miraba a Elda, es de cir, al Norte, y por ltimo, la de mi padrino mira ba a los Chaparrales, es decir, al Este. Esta ltima casa de mi padrino se encontraba algo ms arriba de la acequia que por all atra viesa la rambla y que es la que regaba todo el cen tro del valle desde que sala de la Rafa hasta cer ca del puente del Sambo, as que las tres casas citadas primero tenan regado, pero las tierras de mi padrino eran de secano. No obstante a la de recha de la casa haba, entre otras muchas cosas, una hermosa via de valens blanco y negro. 209 El gasto total del agua que se haca en casa de mi padrino, incluidos los animales, vena del Caldern de Bateig, por lo que era incesante el tra siego de cntaros, mayormente transportados por su esposa Magdalena y siempre acompaada de alguno de sus hijos, que eran dos, Vicente y Jos. Tenan aproximadamente la misma edad que mi hermano Manolico y yo. Tambin de las casas de abajo suban de cuando en cuando por algn cntaro al Caldern, a pesar de sus aljibes, pues la verdad es que di cha agua saba a las inmunerables, matas de es pliego, romero y otras hierbas aromticas que por entonces haba arriba en la meseta. Bueno, por lo menos a m me lo pareca. Ya veis, queridos coterrneos, si tengo mo tivos para llamar a Bateig la montaa sagrada. Por los numerosos y gratos momentos que por all pas, patendola en su totalidad. Al comien zo viva mi padrino Pansilla y al final mi to Alfonso, y yo, zascandileando siempre de uno a otro lugar. Tambin haba que ver por entonces la par te de la montaa que yo llamaba j 105 Jardines Colgantes de Babilonia!. Me estoy refiriendo a la parte ms alta del monte, que sigue paralelo a la carretera, pues al l existan unos pequeos ban ca licos uno encima de otro. Muchos agricultores elderos tenan all sus parcelitas, donde recogan para el gasto de casa lo mismo cebada que gui jas y hasta melones de agua y de olor si se daba bien el ao. Todava se pueden ver las ribazadas pasando por la carretera y si aquello estaba cul tivado imaginaos cmo estara la meseta con tan buenas tierras. Por aquellas calendas trabajaba mucho la cantera que all existe. La mayora de las fbricas y casas de Elda estaban hechas con aquellas piedras. Esto fue desde comienzos de siglo, pues anteriormente la piedra para la edificacin la tra an de Boln, pero dejaron tal sitio por el infernal camino que haba para subir y bajar los carros de all arriba, pues la cantera de este monte est muy cerca de La Pat, as que Bateig sigui sumi nistrando piedras hasta que lleg el cemento y se acab el carbn, como deca mi to Gaspar cuan do se nos acababan los peridicos. Por todo lo expuesto, queridos paisanos, ha bris visto las enormes razones que tengo para lla mar a mi querido Bateig la montaa sagrada. Pero si a pesar de todo se consuma la tras t de colocar all tal adefesio ecolgico habr que recordar al filsofo cuando dice: el hombre es fe liz cuando tiene el poder y un rumoroso manantial que le trae todo lo que necesita, pero se torna fe liz cuando por razones ajenas lo tiene todo cerca y no lo ve. Y termino con Moraleja veraniega con peticin: Me puede alguien explicar, si el subsuelo de Bateig es impermeable, de donde viene la rica agua del nacimiento que existe a media altura de la montaa mirando a Elda y que sus hijos siem pre lo hemos conocido como El caldern de Ba teig Yo, ingenuamente creo que esas aguas llegan al l desde la meseta superior. EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RUISEORES DEL VINALOP (I) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) A dvierto a mi celebrados coterrneos que la narrativa de este camino se refiere a unos aos ya idos, pues en la actualidad el tal cami no slo existe en mi memoria y en la de los elde 210 ros que lo conocieron tal y como yo lo escribo. Los que por la edad no lo hayan conocido espero lo vean como un trocito pequeo de la historia de Elda y su entorno. A partir de aqu el inefable seor de la Hor teta se adentra profundamente en el tiempo y, cual taumaturgo experimentado, deja limpio de pro greso el inicio de este camino hasta donde ter mina(que es otro cantar) con sus huertos majue los, vias y toda la parafernalia que le acompaa. Pero tengo para m que ya es hora de hablar del tal camino y empezar por explicar los parntesis esos de que este otro cantar. Pues resulta, queridos ecumnicos, que este singular y nunca bastante ponderado Camino del Monastil... no va a ningn sitio! De ah eso de los ltimos parn tesis. S hombre, si tal como habis ledo, pero pa ciencia, que a su debido tiempo se os dar cum plida satisfaccin de tal trmino. Por el momento, cmpleme comenzar por su inicio y descripcin de su recorrido, anotando todo aquello que mi can sada memoria vaya recordando. Pues vamos si hay que ir, como dijo el otro! Hay que reconocer, en honor a la verdad, que en el comienzo del Camino del Monastil hay un tre cho prestado que detallo con gusto y placer de re cuerdo. Pasado el puente sobre el ro, en el camino a la estacin del ferrocarri l, dejamos a la derecha La Alfaguara y su industria de esparto en plena produccin. Junto a ella, y ya en plan ms moderno, vemos la gran fbrica de hormas de los Aguado, con su maquinaria a la ltima, que deja un poco cariacontecida y ruborosa a la citada fbrica de machacar esparto, con sus viejos batanes, con sus viejas casporras, que suben y bajan preparando el material para los usos a que se destinaban. Des de el ms modesto baleco hasta la opulenta es tera que calent en invierno los fros pies de nues tros antepasados. Seguimos ascendiendo por el prestado ca mino y nos encontramos con la nica casa de la bor que hay en toda la extensin del Camino has ta su final. Nos estamos refiriendo a la Casa Plaza o del to Piculilla, como normalmente se le llama. Al llegar aqu creo ms conveniente narrar en pretrito que en presente, no vaya a ser que al gn eldero, al leer el peridico, se le ocurra, algo despistado, darse un paseo por los andurriales que cito y se encuentre, en vez de las vias y huer tos del to Piculilla, con los Ros que adornan las esquinas del moderno barrio de La Huerta Nueva. Por lo tanto, viniendo a caer en el trmino pre trito pasado, diremos que lo ltimo que haba edi ficado all era la fbrica de muebles de don Pablo Amat, que fue una edificacin importante y preci samente al final de esta finca devuelve el camino prestado a la carretera de la Estacin y se adentra a la derecha camino de su destino: el Monastil. Desde su inicio hasta su final es un camino carretero (rectifico, era) Huerta Nueva. Aqu las va lenss blanco y negro, las olorosas plantimulas, las de color marrn claro, colot y otras especies de deliciosas uvas, adornaban aquel rincn plaga do de vias. De este primer tramo del Camino poco se puede resaltar, como no sea la abundancia de vi des y la desesperacin, en su tiempo, de los due os de estos bancales que, por ser paso obliga do para los elderos que hacan la excursin al Pantano y estando tan cerca las sabrosas uvas y otros frutos que haba en el lugar, eran, como comprenderis, una gran tentacin para los usua rios de tal camino. Esta llamada que cito, que es lo que llama mos Huerta Nueva, terminaba cuando el camino llegaba a un pequeo otero a la izquierda al que rodeaba, y una casita con la acequia, que quedaba a la derecha del camino. Esta acequia que cito es la ms alta del valle y es continuacin de lo que llambamos el Cequin y que atravesando la va del ferrocarril, serva para regar los campos del otro lado, llegando hasta los altos de La Melva. Pero no adelantemos acontecimientos, pues pre cisamente al l legar a ese otero que cito comien za la belleza de este camino, por las panormicas que se extendan a sus pies. Doa Josefa Gonzlez Gi l, hermana de mi querida madre y por lo tanto mi ta Pepica la Pa jarica, fue durante mucho aos la duea, arren dataria o lo que fuera que de esto no tengo ni idea de la casita en lo alto del otero, rodeada por la acequia y adornado el sitio con una docena de pinos. En ella veranebamos todos los paja ricos que formbamos las dos familias y, por lo que a m respecta, confieso que pas ratos muy pla 211 centeros por all, ms que nada porque en los pi nos que rodeaban el lugar se haba afincado des de hacia mucho tiempo una colonia de garrafones que todos los aos sacaban sus cras en aquellos rboles y eran de or las sinfonas cantoras tle sus ocupantes. Hombre, un domingo por la maana pas una cuadrilla de mozalbetes camino del Pantano y uno de ellos descubri un nido y tuvo la malhadada idea de querer subirse al rbol con aviesas intenciones al parecer, pero algn miem bro de los pjaros de a pie dio la voz de alarma y el intruso tuvo que desistir y bajarse del pino ms que a escape y salir corriendo. Pas, como he dicho, ratos muy felices en aquel sitio, pues es precisamente desde all de donde se saboreaban las panormicas ms bellas del ro y sus alrededores. Desde Santa Brbara hasta el castillo de Elda era una delicia atisbar to dos los detalles de las huertas de La Sism, nues tra Horteta y todos los campos que abancalados bajaban hasta el Vinalop por su margen derecha. Hay que seguir, sin embargo, pues la Casa Colora est ah enfrente y habr que hablar bastante de ella al continuar el Camino del Mo nastil. En alguna ocasin creo haber escrito que el nico edificio que tena entidad en el casco urbano era la casa de los Beltranes. Me refiero, como es natural, a entidad histrica de casona eldera. Pues bien, fuera de la poblacin la Casa Colora fue un smbolo de mucha importancia en su tiempo, particularmente en lo que se refiere a reuniones de personas cultas, juventudes alegres y sitio de encuentro de elderos de pro. Conoc bastante al que siempre cre que era su dueo, pues adems fue cliente mo en mi etapa de periodista callejero, tantas veces rese ada en mis historietas. Me refiero a don Higinio Amat, eldero principal, que viva en la calle In dependencia, esquina a la del Huerto. Una caso na de recios sillares que, si mis referencias his tricas tienen algn viso real, parece que fue Casa -Ayuntamiento en alguna ocasin. Por las razones expuestas conoc bastante a esta distinguida familia, pues precisamente su en cantadora hija Encarnita era muy amiga de mi es posa Anecta Donnay (q.e.p.d). Haba otra herma na mayor, que Dios quiera que an lo sea, la esposa de don Toms Guarinos, Procurador de los Tribunales, persona sta que, si no hubiera sido por nuestra guerra civil, habra llegado muy alto en los aconteceres de Espaa, dados sus mritos personales de todo orden, pero sobre todo su in nata simpata. Volad, volad, recuerdos! Que en mi memoria se han ido almacenando a lo largo de tantos aos, pues hay que seguir con el Camino. Ya he dejado a mi izquierda la Casa Colora que, por cierto, un pajarito familiar me ha dicho que va a ser restaurada para no s qu cosas cul turales. Loado sea Dios, pues bien vale la pena conservar lo poco que nos queda de lo que fue la personalidad de nuestro pueblo. EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RUISEORES DEL VINALOP (II) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) CC avilando en todo esto ya he dejado atrs la Cab r y estoy a la vista de la fbrica de la luz, situada abajo, a orillas del Vinalop. En este tramo del camino me paro a con templar la panormica que tengo ante m, pues 212 estoy precisamente frente a la rambla de Pusa, que divide nuestra Horteta y los terrenos de la Sirm. Observando mi querida Horteta no puedo contener un piadoso recuerdo a un pajarico que pleg sus alas y descans muy cerca de sus or Los ESCRITOS DE JOS JODER GONZALEZ DE LA HORTEA genes. Me estoy refiriendo a don Manuel Gonz lez Vera, que lo mismo que yo, si no ms, se sin ti siempre orgulloso de nuestro querido apodo. Guardo la esquela anunciando su fallecimiento y debajo de su nombre pone El Pajarico y hasta, segn me dijo alguien de Elda, en los camiones de reparto de sus fabricados igualmente aparece El Pajarico. Bravo querido primo! Tu abuelo, que tambin fue el mo, estar contento contigo a su lado. Guardadme un sitio caliente en vues tro nido para cuando yo llegue. Amn. Vengo en recordar ahora que estoy escri biendo El Camino del Monastil y no recuerdo fa miliares. Aceptad mis sinceras excusas y con vuestra licencia prosigo. Ya he retirado mi enfoque panormico del otro lado del ro y los dirijo a la margen derecha, pre cisamente debajo de m, donde un poco antes de llegar a la fbrica de la luz se halla o hallaba una finca en plena orilla casi con su correspondiente casona y huertas que, si mi memoria no me es in fiel, perteneca al Gordo Fondn. Con todos los respetos, como siempre que me dirijo a personas por su apodo, digo que este se or era un Amat de apellido. Fue padre de dos muy conocidos elderos y que recuerde tambin haba una conocida eldera. El nombre de la dama no me lleg nunca, pero el de ellos vive en mi memoria tan fresco como siempre. Estos chicos, que espero que an sean, son Paco el mayor y Faustino el otro y, para ms detalles fueron expertos taxistas y gen tes de pro. Adems, en la poca a que me estoy refiriendo, vivan en los pares de la calle Nueva Arriba, muy cerca del Casino Eldense. Ya s que al llegar aqu en la narracin el de siempre estar preguntando, pero qu tendr que ver todo esto con el Camino del Monastil Calma, hombre, calma. Esto de contar cosas es como cuando ests afilando unas tijeras que para llegar al corte perfecto te van saltando chispas de la muela de afilar, que en este caso son los recuer dos. No te ha convencido la explicacin Pues lo siento, porque no tengo otra, y aguanta que toda va saltar alguna chispa final de este apartado. Efectivamente si he resaltado con detalles esta finca del ro es porque all hubo, que yo sepa, la nica ganadera de reses bravas que en este va lle de Elda ha tenido su asiento. Bueno, lo de la bravura no me consta; haba una manada muy nu trida de toros y alguna casta tendran, pues en una ocasin se escap uno de ellos y hubo que ir a co gerlo, despus de todo un da de caza, al final del Carril, junto a la casica del to Carn, que esta ba en el ngulo que hace este camino de lo me nos 90 grados y de la direccin sur se tuerce ha cia el Oeste o sea, hasta la Jaud, y dejo la resea de esta especie de corrida en la que tomaron par te los elderos jvenes, que aprovecharon la oca sin para arrasar algunos bancales por donde pasaba el toro escapado, para que mi inclemen te enemigo se quede tranquilo. Igualmente se quedarn igualmente tranquilos los dueos de los huertos por donde pas la tormenta de segui dores del toro escapado, pues a buen seguro al gunos rboles frutales se quedaran temblando al paso de los toreros de ocasin. Otra vez puesta mi memoria en el Camino del Monastil, reseo como detalle curioso que este ca mino carrilero llevaba a su derecha desde que de jamos atrs los Gafarrones, como as le deca yo a la casica de mi ta la Pepica, una hermosa acequia que regaba todos los campos hasta el ro. En cam bio, en la parte izquierda slo haba puro secano, pero as y todo, en la parte de secano haba muy buenas parcelas con almendros y sembradura de cereales en su tiempo. Pero haba una cosa que siempre fue muy del agrado de numerosos elderos que por all pasaban, pues en las ribasadas que formaban los bancales Torreta arriba se cria ban unas colonias de esprragos muy numerosas, de los cuales hacan una buena provisin de los mo radores de los Garrafones, donde mi querida ma dre y sobre todo mi ta Pepica preparaban desco munales tortillas con aditamento de ajicos tiernos. Aprovecho el nuevo recuerdo de mi querida ta Pepica para resaltar un hecho que no tengo idea de haber citado alguna vez en algn trabajito de los mos, pero es que la cosa tiene mucha impor tancia, pues es un caso digno de que se cite en su suntuoso Museo del Calzado en el que tantas curiosidades est asesorando mi querido amigo Jos Mara Amat Amer. EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RO/SEORES DEL VINALOPO 213 Mi ta Pepica fue el nico zapatero o zapa tera de sil la que tuvo esta industria en Elda! El la los comenzaba y el la los terminaba. Eran su es pecial idad los chicarros yen un nebuloso recuer do de juventud la veo sacando del saco de ir a cor tar todos los materiales que traa de casa de dotn, una fabriquita que hubo en una calleci ca despus de la fachada sur de Santa Ana que por cierto tena una fuente en el centro! Tambin sacaba tareas de la fbrica de Rodolfo Guarinos. S, hombre, s, digo bien, de Rodolfo Guarinos, pues esta industria, en los primeros aos, tena un lo cal trasero que daba a la olmaca de la ta Tusa y aunque estaba junto a la fbrica grande, se conoce que lo tenan separado para no desmere cer a la industria grande, pero aprovechaban ma teriales y no se perdan el comercio de los chica nos. Estos detalles seguramente le harn mucha gracia a algunos elderos que me lean pero as fue, celebrados coterrneos y termino. Si creis que es tos son motivos para que mi ta aparezca en el Mu seo, pues al Museo con ella, en la forma que mi dilecto amigo Jos Mara Amat crea conveniente. Yo, como eldero zapatero que fui, recabo este ho nor para esta mujer, nica en la historia del cal zado de Elda. EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RUISEORES DEL VINALOP (III) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) y , como no tengo ms remedio que seguir mi ruta, os advierto que me estoy acercando a la fbrica de la luz.. All, la acequia que me acom paaba todo el camino se converta en el final del Cequin, donde estaban las turbinas que bajaban el agua a los generadores de la fbrica. Este fue el primer alumbrado que tuvo Elda en sus comienzos del gasto de Kilowatios. Un se or de distinguida familia eldera, a quien llam bamos el Mocoso (perdn, nunca me l leg el nom bre). Fue durante mucho tiempo la persona que mandaba aquello, y como especial ista en tendi dos elctricos de las calles y los consiguientes en ganches a las casas tena al to Palaya, de gran de recordacin, pues era el ngel que nos sacaba de las tinieblas y de los candiles. Un recuerdo ca rioso para un eldero que pas su vida con la es calera al hombro y su gesto adusto por las cal les de nuestro pueblo, luchando contra la oscuridad. Mi memoria ya dej detrs la fbrica de la luz. Ahora la cercana ladera del monte se va estre chando sobre el camino y enseguida llegamos a la gran industria que all haba, la fbrica de 214 cartn de don Emrito Maestre, donde continua mente llegaban grandes balas de papel que lue go se convertan en cartones que llenaban gran ex tensin de terreno, puestas a secar por toda la orilla del ro. La explanada que haba de lmite de la fbrica era motivo siempre de nuestros dese os de resolver las enormes balas que descarga ban los carros de la estacin, pues en ellas apa recan toda clase de sorpresas, particularmente libros, peridicos, y hasta un rosario me encontr yo un da y, de vuelta aquel da al pueblo, se lo re gal a una seora que me lo pidi. Cmo pudo de saparecer esta industria tan importante cuyos fabricados servan precisamente para confeccio nar las cajas donde tan amorosamente envolvan los preciosos zapatos que tantas manos elderas producan Lo de siempre, supongo, primero Elda, la gran creadora. Ms tarde, un poco de atona y los resultados a la vista estn. Pero sigamos por el camino, pues ya la mon taa se acerca ms al camino y, a la derecha, apa rece una finca que perteneca a don Joaqun Co ronel , de conocidsima fami lia eldera, pues adems fue Alcalde varias veces, con buenos bancales de huerta y arbolado de frutales, que lle gaban hasta el trmino de las tierras que el ro ro deaba por el Norte y el Este. En este ltimo tramo del camino, el horizonte se estrecha tambin porque la montaa ha llega do a su final y delante tienes el muralln de Santa Brbara, pero despus de una curva a la izquierda, otra vez la vista se alegra pues tienes ante ti la olla de Caprala y la carretera por la Morch y el Arenal al fondo, pero sigue el camino y de repente se aca ba, pues tienes ante tus ojos el Vinalop que lo corta totalmente y se acab el carbn, caminante. Si quieres seguir la ruta, tendrs que arriesgarte a pasar el ro a saltos, de piedra en piedra. Por eso deca antes que es un camino que no llega a ningn sitio. Sin embargo, a pesar de su singular peculiaridad fue siempre el paso obligado de gran legin de elderos en su visita al pantano y alrededores. Y qu decir de los domingos de Pas cua de Resurreccin al Arenal! Todo se venca, pues despus del paseo a saltos por grandes pie dras que generaciones de celebrados coterrne os iban colocando en el agua, ancha era Castilla, con nuevos caminos que seguir. Pero antes hay que citar cosas muy interesantes del final del cami no del Monastil. A los seores arquelogos y otras disciplinas del arte de sacar a la luz todos los indicios de vida de los primeros pobladores del valle de Elda van dirigidos estos comentarios y chispazos de mi memoria de mis primeros aos, all por los aos diez, que es cuando yo empec a pasar por este Camino del Monastil. Pocos metros antes de llegar el camino a su final, es sabido por todos que la montaa de la To rreta acaba precisamente all junto al mismo ca mino. All mismo se inicia la subida a los hoy tan rebuscados sitios donde tantas muestras de vida de los primeros iberos de valle se han encontra do y que hoy celosamente se guardan en museos de Elda y que todos los eldenses pueden ver a sus anchas cuando lo desean. Pero yo ahora me estoy refiriendo a muchos aos atrs, cuando en aquel paraje no haba ms que muy escasos signos de alguien que ya tuviese el comezn de que all pu diera estar el origen de lo que se ha descubierto bastante despus. Yo sub de bastante pequeo muchas veces por all, aparte de la curiosidad de ver algn ras tro de cavar, que ya se notaba a media ladera de la montaa, por una cosa que tiene mucha gra cia por su simplicidad. EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RUISEORES DEL VINALOP (IV) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) E n una ocasin, mi hermano Manolico, mayor que yo, y que no digo que en Gloria est, porque es que est, descubri algo que en las montaas que rodean nuestro valle nunca se dio. Hablo de las montaas de nuestro trmino, y me estoy refirien do al poleo real. Esta planta, tan fina y apreciada por los elderos, slo la ha podido encontrar a par tir del Cayaico del Lobo, que est en la montaa del Arenal, rumbo al norte a Caprala. Tras el bueno de mi querido hermano, que to dos sus ocios los consuma en paseos a natura leza abierta, encontr un buen da unas maticas de poleo precisamente algo ms arriba de donde empezaron las excavaciones en serio, pero las encontr en un sitio ya muy escabroso y ya en el mismo faralln que forma la montaa en la cur va que hace el ro cuando se termina el Camino del Monastil. Y precisamente encima y enfrente de EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RUISEORES DEL VINALOP 215 una olmaca que hubo en dicha curva. El sitio era casi inaccesible, pero mi hermano estuvo varios aos recolectando en su tiempo aquellas precio sas ramitas del poleo, cortando con mucho cuidado las hojas, sin tocar para nada las matas que to dos los aos daban su cosecha. Yo hered el co nocimiento del secreto y algunas veces sub a por la cosecha, y es por eso que conoca bastan te el paraje citado. Aunque el motivo principal de estos recuerdos no es precisamente el hallazgo del poleo. No, es algo que yo vi muchas veces al pa sar por all y, sin embargo, nunca he leido sobre esto nada que mencionase tal detalle, ni en pren sa local, revistas ni comentario alguno sobre ello. El detalle a que me refiero se encuentra en donde la montaa se junta al camino. Que siem pre me pareci la subida natural y, al iniciarse tal subida, se vea como una especie de calle talla da en la roca de unos tres o cuatro metros de an cha, y de los que duraba hasta la altura no me acuerdo, pero de lo que s estoy seguro es de algo hecho por la mano del hombre. Algn eldero de ayer o de hoy sabe a qu me estoy refiriendo Cmo me gustara que alguien me pudiera corro borar este recuerdo, porque repito que aquel ca mino o entrada a la montaa, esculpido sobre la roca berroquea, podra ser la contestacin a tantos interrogantes que a buen seguro habrn en contrado y a buen seguro encontrarn los esfor zados elderos que se afanan en sacar a la luz todo el mundo de nuestros antepasados. Y me vuelvo al camino, queridos amigos, para terminar este trabajito con lo que nombra el enunciado al comienzo: Los Ruiseores del Vi nalop! Aqu rectifico el anatema que le haba co locado al Camino del Monastil de que no iba a nin gn sitio. Si que va, vive Dios, pues cumple su cometido de dejarme a la visa de un rincn del ro que para m siempre fue maravilloso. Aclaro y repito que toda la narracin de este trabajo se refiere a mis recuerdos de hace muchos aos. Es muy posible que todo o parte de mi na rracin se haya transformado o no exista. Bueno, con que slo haya un querido eldero que lo re cuerde, me conformo y, en ltima instancia, me quedo con el tesoro de mis recuerdos y siento 216 algo de pena por los que vinieron despus y no pueden tener en sus pensamientos lo que fue nuestro valle de Elda y en los pequeos alvolos donde se guardan las cosas gratas la visin de tantas cosas felices que al final, como es mi caso, sirven para perfumar tus querido recuerdos. Cuando terminaba el camino carretero se pasaba por encima del Cequin que discurra buscando la fbrica de la luz y seguidamente un pequeo terrapln con incmoda bajada hasta la orilla del ro, que era forzoso pasar pues a la de recha volvas atrs rodeando la finca de don Jo aqun Coronel citada y a la izquierda el ro se embuta en una curva pegada al faralln de la montaa sin posibilidades de paso. Por lo tanto, a saltar de piedra en piedra y tonto el que se cai ga al agua, ya que era obligado el paso para su bir ro arriba hasta el Pantano o cualquier otro si tio que enderezase tus paseos. Los mos, en este recuerdo final, se encaminan al rincn de los Rui seores del Vinalop. Aqu, en vez de mi modestsima pluma, me gustara tener la de los grandes maestros de la na rrativa y la poesa reunidos, pero como esto al pa recer, es imposible, tendr que conformarme con lo que d de si mi modesta prosa y hasta algo de poesa, mas modesta todava, que pueda surgir del relato. He cruzado el ro por el sitio y forma que se ha descrito y me encuentro al otro lado, en una senda junto a la acequia que, saliendo de la pa leta del pantano, rodea la antigua fbrica de lo nas y cuza la rambla de Caprala, siguiendo el te rrapln de Santa Brbara hacia el sur. Esta acequia se transforma ms abajo en la del Cataln que, como sabis, forma el atrabiliario, capri choso y estrafalario trmino con el vecino pueblo de Petrel. Muchas veces pas por aquel caminito, rum bo del Pantano, para gozar de sus aguas lim pias, chapoteando con otros chavales amigos o co nocidos. Pero, rebuscando en mi cansada memoria, recuerdo una tarde del caluroso verano en que descubr por primera vez, en toda su ple nitud, la maravilla de una sinfona de pjaros cantores. Tambin muchas veces o al pasar cantos de avecillas en este sitio, que ya es hora de descri bir con todo detalle, pues pudiera ocurrir aqu como en la Catedral de Len, que para ver ple namente la belleza de sus cristaleras, tena que ser a una hora determinada y con el sol ajustado a la direccin precisa. o EL CAMINO DEL MONASTIL Y LOS RUISEORES DEL VINALOKI (IV) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) A l iniciarse la senda que ya hemos dicho que sube hasta el Pantano, exista entre el curso del ro y la senda precipitada una arboleda for mada por olmos, chopos blancos de esos donde las parejas enamoradas graban sus nombres, y al guna otra especie arbrea. Esta arboleda (olmaca, dira mejor un eldero cualquiera) se encontraba a continuacin de la curva que hace el ro y debajo de la alta pa red que forma la montaa ya en direccin Oeste, y como es natural, haba all una sombra acoge dora que, sobre todo en el verano y a la cada de la tarde, era una delicia. Pues bien queridos amigos, fue en una de aquellas tardes de mucho calor cuando se me ocurri sentarme a descansar en tan grata som bra y cuando tuve la ocasin de escuchar una m sica de ruiseores que no es para describirla, no: esto hay que orlo, pues como aquel da no lo ha ba escuchado nunca y ya he dicho que pas por all muchas veces y slo haba odo, eso s, can tos de pjaros, pero aquel da parece que coinci di con una hora justa. De ah la cita que hago de la Catedral de Len con sus cristaleras. Extasiado qued en los primeros momentos por la algaraba de cantos, que pareca una es cala cromtica de gorjeos, giros y sonidos deli ciosos. Cmo explicara yo con mi pobre pluma una meloda tan fecunda en sonidos armonio sos Despus de ms de una hora sumido en aquel xtasis musical, slo puedo explicarlos de la siguiente manera, que es de una similitud per fecta: comenzaron los sonidos de los pjaros en una armona lenta y suave. Despus en crescen do armonioso, como si todos los componentes de aquella celestial orquesta quisieran dejarse or, para, despus, ir apianando sus gorjeos poco a poco y terminar acordes con la luz del da, pues ya el sol se iba a su ocaso. Lo dir de otra forma para que los melmanos se identifiquen mejor con los sentimientos de que aquel da, hoy ya le jano, experiment en aquel maravilloso rincn. Piensen ustedes en el preludio de Lohen grin. Hagan lo mismo con el preludio de La Traviata. Imagnense que estn oyendo el inter medio de Caballera Rusticana y aadan a su pensamiento el segundo tiempo de la Sexta Sin fona Pastoral de Beethoven y aglutinen todo esto en su goce musical. Exactamente esto es lo que yo experiment aquella tarde de verano en la sombra de aquella alameda, que sabe Dios lo que habr sido de ella y de sus moradores, los rui seores del Vinalop. Y colofn a un bello recuer do: bosquecillo rumoroso, por las auras acaricia do: Qu legin de ngeles cantores en vuestro entorno habis Sois por ventura serafines ala dos que con vuestros trinos la calma me dais Era obligado para m terminar tomndome la licencia de escribir unos mal pergeados versos, que espero que la legin de vates eldenses que do minan esta disciplina no me tomen en cuenta. Slo ha sido la explosin emocional de unos felices re cuerdos que posiblemente ya no volver a ver y por ello no quiero terminar este Camino del Monastil 217 sin hacer el recorrido que aquel da tena pensa do: subir hasta el Pantano y admirar una vez ms aquel entorno, donde tantos momentos dichosos goc en mi juventud. Primero era llegar a la paleta y, antes del chapuzn obligado, admirar una cosa, nica se guramente en todo el mundo. Me estoy refirien do al bosque de tarays que hay o haba en aquel rincn. En Elche tienen el bosque de pal meras ms nutrido de Europa y hasta en densi dad, a lo mejor de otros continentes. Lo cuidan y miman como oro en pao. Cerca de las Montaas Rocosas, en los Estados Unidos de Norteamrica hay unos bosques de rboles nicos en el mun do por su grandeza y altura (Sequoias me pare ce que les llaman). Pues lo hicieron Parque Na cional y all no hay elemento al que se le ocurra atentar contra uno de estos rboles. Nosotros te nemos nuestro bosque de tarays. Lo cuida al guien Comprendo que, despus de nombrar lo de Elche y Amrica, parece un poco balad y hasta algo chusco incluir en este lote de cosas dignas de conservarse a nuestro bosquecillo de simp ticos arbustos del Pantano. Pero bueno, cada lu gar tiene el deber y la obligacin de conservar lo que tenga, sin mirar ni comparar la importancia con nada ni nadie. En la actualidad no s cmo est este en torno, ni como lo tratan los que por all van de ex cursin. Yo recuerdo que en mi juventud haba oca siones de verdaderas avalanchas de gente y aquello quedaba como estaba antes de las visi tas. Alguien recuerda aquel da de Pascua que se llamaba del pan y atn Era el mircoles, despus del Santo Negro y de la Ta Gervasia. Pues en ese da se colmaba aquello de gento y al da siguiente no se notaba lo del da anterior. Ocurre ahora Ya es hora de volverme para el pueblo y, al pa sar por el rincn de los ruiseores, no se oye nada. Est anocheciendo y estas avecillas ya duermen, pensando seguramente en la partitura que ins trumentarn al siguiente da. Yo paso de largo, pensando si habr podido recorrer, sin dejarme en el tintero algo interesan te, el Camino de Monastil y los Ruiseores del Vi nalop. Alicante, marzo de 1992 iOLIVICA COMIDA, HUESESICO AL SUELO! (I) (De una serie que podramos denominar Pensamientos fanos, como en el caso de algunas almendras que las abres y no tienen nada dentro) S i vuestras mercedes juzgan lo que podan ser la enjundia de este trabajito por la oracin del enunciado, me parece que se equivocarn en parte, ya que debern saber mis queridos cote rrneos que de unas modestas frases han salido grandes acontecimientos en la Historia de la Hu manidad. Espero poder demostrar este aserto en el transcurso de la narracin. Todo esto comenz un buen da en que ha blaba por telfono con un amigo de Elda y, de so petn, me solt si yo saba de dnde vena el di 218 cho ese de las olivicas.Yo, de momento, me qued in albis, pues la verdad es que en esta vida me han hecho muchas preguntas raras, aun que en aquel momento algo le dije sobre algn el dero que jugaba al truque y cuando ganaba la ju gada sola meterse el dinero ganado en el bolsillo aparte y soltaba aquello de olivica comida, hue sesico al suelo. Todo fue muy rpido por la conversacin te lefnica, pues adems pareca que en aquel mo mento mi interlocutor hablaba con otros amigos Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA y me pareci que el tema era el profundo pensa miento de las olivicas en cuestin. Me despreocup totalmente del asunto, pero mira por donde, ojeando el Valle de fecha 10 de abril de 1992, nmero 1.810, veo a un inefable Coplero metindose tambin con las consabi das olivicas como base para sus amenas co plil las semanales. Este hecho ya me hizo pensar que algo tena este asunto que al pronto se me es capaba, pero que yo hoy, despus de pensar un poco en mis Schiller, Schopenhauer, nuestro que rido Ortega y yo mismo, que de cuando en cuan do saco algo de mi modesto entendimiento filo sfico, he decidido entrar de lleno en el tema, para l legar al fondo de la vulgar oracin, con todas sus consecuencias. Antes de entrar en ms profundos pensa mientos fi losficos, que s que los hay, a pesar de la modestia del tema que nos ocupa, he debido es cudriar en mis recuerdos y dichos elderos algo que me hiciera pensar si dicho sonsonete sali del acervo eldero, cmo, por qu y por quin. As que atando cabos, anudando recuerdos de conversa ciones odas en mi lejana juventud y molestando a algn paisano carroza como yo, llegu por fin a la lgica conclusin del tema escabroso. Esta frase, al parecer tan nimia y puebleri na, olivica comida, huesesico al suelo, naci precisamente en el mismo sitio donde naci la piedra lipis, que en su da sirvi para poder em bastar los topes y contrafuertes sin que antes se comieran las moscas el almidn preparado para tal fn. Sobre este asunto ya firm, hace bastan te tiempo, un trabajito titulado El milagro de la piedra lipis, que apareci en el Valle de Elda, y precisamente el protagonista de aquel hecho, que fue el to Sanguiliebre, fue no el autor de la fra se que tanto nos ocupa, sino la causa de que apareciera en el aire la literatura algo tan simple como eso de las olivicas que, si Dios no lo re media, me va a meter en el insondable mundo de la filosofa, pues a fe que si otras mentes ms cul tivadas que la ma le meten mano al tema saldran cosas asombrosas. Yo, dentro de mi modestia y es casos saberes, procurar apuntar algo sobre el asunto. La erudicin del asunto la dejo, como ya he dicho, a mentes ms esclarecidas que la ma, pero antes, sin embargo, deber contar segn mis apuntes y recuerdos el nacimiento de tan graciosa oracin que tantos aos ha estado re voloteando en el pensamiento de tantos elderos. Y as creo que fue la cosa: Desde la antigua y recoleta placeta de San Pascual sala una calle que decamos Subida de la Pastora y esta denominacin se le daba por que en la primera casa, subiendo a la derecha, viva una seora que le decamos as, La Pas tora. OLIVICA COMIDA, HUESESICO AL SUELO! (II) (De una serie que podramos denominar (Pensamientos fanos, como en el caso de algunas almendras que las abres y no tienen nada dentro) E l nombre de tal cal le tengo idea de que lti mamente era algo as como Ricardo Len o algo parecido. De todas formas la cosa da igual, pues ya no existe tal recoleta plazuela ni tal subida ni tal entorno, as que en este aspecto quedamos bien de todas formas. De lo que sigue de tal calle no s si en la ac tualidad queda algo, aunque yo continuar la na rracin como si estuviramos en los tiempos de la inauguracin de la Fuente de los Seis Chorros y de esta forma es posible pueda cuadrar la narracin de este portento literario. 219 En la penltima casa de esta calle que nos ocupa, y a la mano derecha subiendo, se encon traba la afamada tasca y venta de vinos al por ma yor y al detall del To Gabelo, tal como acredita ba la boja que penda encima de la puerta. Creo conveniente aclarar a los elderos que no lo sepan que la palabra boja se aplicaba a cualquier ma tuja y an hoy supongo que se oir tal palabra y seguir viviendo en el lxico local y no habr pa sado, como tantas otras, a las lenguas muertas. En aquellos tiempos, el seor que venda vino en su casa la nica publicidad que tena a mano era esa: agarrar una rama de romero mismo y colgarla encima de la puerta y a vender vino se ha dicho. Pues s, queridos coterrneos, parece que fue all, en la tasca del to Gabelo donde se ori gin el hecho del nacimiento de lo de las olivi cas esas. Un buen da se encontraba el to Gabelo ma niobrando con sus toneles de vino y al notar como si en el suelo hubiera piedrecitas llam a su es posa y le pregunt la causa de que el suelo estu viera lleno de huesos de oliva, con el consiguien te descrdito de su establecimiento por tanta suciedad. Solcita lleg su mujer, que contest a su esposo lo siguiente: S, marido, s: es lo hace el to Sanguiliebre, que cada vez que viene al mer cado se come un plato de olivas partas, que dice le gustan mucho y mira cmo pone el suelo. Yo se lo dije el martes pasado y me prometi que no ocu rrira ms, pero veo que no ha hecho caso. La prxima vez que venga le pondr un bozal, a ver si espabila. Esta bien, mujer, est bien: la cosa no tiene mayor importancia, pero me gustara verle comer olivas como los tordos. Ah, s! Pues no te preocupes, que la prxima vez que venga yo te avisar le dijo al to Gabelo a su mu jer y ya vers las maas que se da para comer olivas. No se demor mucho la ocasin de ver el es pectculo, pues precisamente al da siguiente tuvo que venir al pueblo, desde la parte de Caprala donde viva, el to Sanguiliebre, a traerle a un amigo un par de cabras que le haba pedido de su ganado y, como es natural, cuando termin su ne 220 gocio, lleg, a la cada del medioda, a casa del to Gabelo para comer, como haca siempre. Cmo hoy por aqu, si no es da de mer cado le dijo el to Gabelo Nada de particular, que se me ha presentado un negocio y ya lo he re suelto. As que dile a tu mujer que me prepar unos huevos fritos o una tortilla, como quiera, un po rrn de vino y unas olivicas partas, que ya sabe ella que me gustan mucho. Pues nada, hombre, sintate, que ensegui da viene mi mujer, que ha ido al horno a traer el pan y te prepara la comida. Yo, mientras, voy a l le nar unas garrafas que tengo ah dentro a medio llenar. En el inte lleg la mujer del to Gabelo que, con el tablero de pan a la cabeza, se adentr en la casa para buscar a su marido, al que le pregunt: Qu tiene hoy negocio extraordinario el to San guiliebre. Pues s, le contest el to Gabelo ha venido a traer un par de cabras para vender y ya me ha dicho que le prepares una buena torti lla de patatas con su vino y olivicas partas co rrespondientes. Pues hombre, qu ocasin! No le voy a decir nada, para que veas lo que hace con las olivas y as le dices t lo que quieras luego. Rpidamente fue servido el comensal , y al empezar a comer, la mujer del to Gabelo le dijo a su marido: Mira, ven aqu para que lo veas sin que se d cuenta, pues ya le est metiendo mano a las olivas. Efectivamente el matrimonio se situ en un sitio apropiado para observar sin ser vistos y se guidamente la mujer del to Gabelo cogi del bra zo a su marido y dicindole que pusiese atencin cuando empez con las olivas el to Sanguiliebre y es entonces cuando se oyeron esas palabras que tantos aos han traspasado los dichos de los elderos. Fjate marido que ya ha empezado el hom bre como siempre. Mira qu comps tiene para ha cerle la competencia a los tordos. No pierdas de vista la faena. lo ves Olivica comida, huesesico al suelo!. Pues bien eximios coterrneos. All pudo na cer aquello que filosficamente se puede empa rentar con otras frases y dichos que aunque pa rezcan modestas, tienen la misma categora que otras mas altisonantes y pomposas. El dueo del local, o sea, el to Gabelo, ob serv con todo detal le la forma en que el comen sal degluta olivas y arrojaba los huesos al san to suelo poniendo perdido todo el local, as que no pudo aguantarse y le dijo: Pero, hombre de Dios, no puede usted ir dejando los huesos de las ol i vas en la mesa Mire cmo est poniendo el sue lo que parece no hemos barrido en una semana, y mi mujer esta disgustada con tanto hueso por el suelo. Adems los tira usted con una fuerza que parece que quiere romper los ladrillos. Qu le pasa a usted hoy, que le veo descompuesto Calle, to Gabelo, calle. Que hoy me han hecho una faena esos monoveros de la placetica de las Parras que estoy algo disgustado. Imagnese us ted que subieron a Caprala para comprarme un par de cabras guapas y quedamos en que hoy las traera yo entregndoselas en su casa, me las pa garan y negocio concluido, pero es el caso que me he presentado en el sitio convenido y que han di cho all que no estaban los compradores, que se haban ido a no s qu cosa por la parte del Pi noso y que vendran a ltima hora del da, ha cindome a m perder el tiempo y con las cabras dando vueltas por el pueblo. A usted le parece serio esto Pues no s qu le diga, hombre, no me parece gente muy seria, pues cuando se que da en una cosa hay que cumplirla, pero, qu ha hecho usted de las cabras a todo esto No las ha br dejado sueltas por ah. No, seor Gabelo, no. Yo le dir lo que he hecho que me ha pareci do lo ms oportuno. Usted sabe mejor que yo, por ser vecino, que al final de esta calle hay unos bancales hasta la orilla del ro y en el primero de ellos que me pa rece es del to Pere el Blanco, hay un almendro muy grande en el centro del bancal; pues all las ten go bien atadas y las prisas por comer es ir a echarles un vistazo no vaya a ser que algn chi quillo me haga una trastada aunque no lo creo por que es el paso para La Tafalera y la Sism y siem pre pasa alguien. Estar esperando a que vengan esos hombres que me contrataron la compra has ta el final del Da y pueda yo regresar a Ca pra la sin ms demora. Nada hombre, nada. Coma usted tranquilo que me parece que donde ha dejado usted las ca bras es buen sitio, pues en ese sitio donde ha de jado usted los animales no creo haya ninguna no vedad pues precisamente en ese almendro tiene siempre atado el to Pere el Blanco su borrego y na die le ha molestado nunca como no sea algn chi quillo que quiera pasearlo, as que tranquilo, tran quilo. Coma lo que quiera y despus vaya a cuidar su hacienda, pero, por favor, no tire los huesos de las olivas al suelo pues mi mujer se disgusta mu cho de ver suciedades y usted sabe que este local tiene fama de buen vino, buen trato y mucho orden. Como siempre que cito algn lugar o sitio ya perdido por el tiempo o el progreso de nuestro pue blo, me gusta detallar lo que fue, pues me consta que siempre hay algn eldero que los conoci, o por su edad o por sus padres, y que le encanta reme morar estas cosas. A tal efecto me es muy grato re cordar lo que era aquella parte de Elda en las fe chas en que est situada la presente narracin. 221 iOLIVICA COMIDA, HUESESICO AL SUELO! (y III) (De una serie que podramos denominar Pensamientos fanos, como en el caso de algunas almendras que las abres y no tienen nada dentro) M Mucho antes que vinieran las aguas del Can to como las llambamos, con su fuente de los seis chorros y la construccin del lavadero a es paldas de la cal le Almazaras que se alimentaba de las citadas aguas, la situacin de esa parte de Elda era la siguiente: esa calle, precisamente donde naci la fuente, terminaba all mismo pues incluso estaba con una valla de caas y ya por all no se iba a ningn sitio. El camino de la Tafalera o la Sism era una estrecha senda que se iniciaba donde hicieron ms tarde el lavadero. Al principio discurra entre unos bancales que bajaban hasta la orilla del ro, y ms adelante al borde de unos precipicios que llega ban hasta La Tafalera. Los elderos que tenan que transportar algunas mercancas o bien sacar las cosechas o frutas de La Sism tenan que ir por la carretera de Madrid y al llegar al Cemen terio tomar por detrs por un camino carretero que les llevaba por entonces a las hermosas huertas de La Sism. Por lo expuesto anteriormente se ve bien cla ro que para ir a la estacin del ferrocarril desde cualquier parte del pueblo no haba mas remedio que pasear por la calle de San Antn rindiendo pleitesa a la palmera que haba donde hoy se alza la ermita del Santo Patrn, aquel de por San An tn los huevos a montn, y no es irreverencia. Es que por entonces las gallinas ponen ms. Pero volvamos a la cafetera del to Gabelo donde parece se dio aquel grito de Olivica co mida, huesesico al suelo. Este humi lde grito, que sigo creyendo tiene mucha filosofa, no lo vamos a comparar con otros gritos que se han dado en la Historia como aquel que dijo no s quin, Mi Reino por un caballo, esto parece ser que un caballero de la Alta Edad Media iba a la conquista de un reino y al caballo se le des 222 prendi una puncha de la herradura y ya no pudo caminar. O aquel otro grito de un eximio griego que dijo aquel lo de Dadme un punto de apoyo y mo ver el mundo! La verdad es que poca filosofa se puede sa car de estos gritos comparndolos con el de las olivicas. Sin embargo s la saco de unas noticias que hace bastante tiempo llenaron todos los pe ridicos del ancho mundo refirindose a un gran magnate del periodismo que en su afn de deglutir peridicos como el to Sanguiliebre degluta olivas, le l lam un da uno de sus secuaces y le dijo Jefe! Ya nos hemos tragado el peridico tal. Qu hacemos con los restos Tirarlos al ro fue la contestacin del que se haba tragado me dia prensa mundial. Como veis, exactamente lo que haca el de las ol ivas. En estos devaneos fi losficos estbamos cuando apareci un zapatero que con su saco al hombro vena de cortar de su taller y parndose en la puerta del to Gabelo pregunto: Est por aqu el dueo de las cabras que hay en el bancal del to Pere el Blanco. Al or aquello se levant el to Sanguiliebre un tanto airado diciendo que efectivamente, las cabras eran de l, Qu es lo que pasa pregunt. Bueno pasar no pasa nada, pero aqu estn diciendo unos chiquillos que se estn hinchando de leche pues hay uno de ellos que se da mucha maa para ordearlas y ya comprender usted cmo las va a dejar de secas. Sali corriendo el de Caprala jurando en todo los idiomas por la al parecer fechora que le es taban haciendo a sus queridos animales. Hom bre! se deca. Yo que las he trado sin ordear para que vieran los compradores las excelencias del ganado y ahora me las dejan todas escurras. Mecachis en la mar como coja a uno!, se deca al tiempo que corra calle Almazara abajo. Como esta calle no es muy larga, como sa bis, pronto lleg al sitio donde estaban sus ca britas y al llegar vio a unos chiquillos que esta ban jugando con los animales sin ms daos para nadie. Simplemente que parece que alguno de ellos haba intentado ordear a una de ellas sin conseguirlo alguien haba visto el intento y dio la voz de alarma que rpidamente se transmiti por el barrio, lo que hizo el aviso del zapatero que tan to disgusto le dio al dueo de las cabras, pensando que le iban a estropear su negocio, que dicho sea en honor de la verdad se resolvi a la perfeccin con la venta del ganado a los monoveros. Deca en los comienzos de este trabajito que pensaba desarrollar todo un compendio de filo sofa, pero queridos congneres, no voy a ponti ficar en esto, pues mi estado anmico no est hoy demasiado iluminado ni boyante para tales me nesteres. Solamente significar que tales filoso fas nacen de cualquier motivo de la vida en que vas aprovechando lo que te conviene y dese chando lo intil, lo mismo una oliva que te la co mes y tiras el hueso, que un negocio que aprove chas lo positivo y desechas lo negativo, con lo cual llegas a la misma conclusin que el to Sangui liebre cuando coma sus olivicas. Yen el acervo eldero qued flotando aquella graciosa oracin que tantas aplicaciones tiene en el discurrir de la vida y los motivos que alegres o tristes ayudan a vivirla. Saludos elderos. En mi retiro de Alicante, mayo 1992 EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM (De la serie: Vericuetos de mi pueblo que se fueron con su historia y sus vivencias al mundo triste de la nada) N otarn mis queridos coterrneos que cito el lu gar como La Sirm, como lo hacan todos nuestros paisanos en los tiempos a que se refie re el presente trabajito. Con toda seguridad que por entonces a na die se le ocurrira decir esa horrible palabra de La Sismat (fonticamente hablando) como en la actualidad leo en revistas y peridicos. De ver dad, de verdad, hay algn eldero actual que pue da decir: Vmonos a La Sismat. Pues que lle ven cuidado, porque al pronunciar esta palabreja se pueden morder la lengua, y si no lo creen ha gan la prueba y notarn como al pronunciarla se queda la lengua pegada a la mandbula superior y los dientes de la inferior deseando coger su pre sa. Tengan cuidado, pues. Desconozco por completo si dicha joya filo sfica tiene races rabes o si la invent algn mala uva para jeringar a sus congneres porque hablaban demasiado. Lo que s s es que yo nun ca o pronunciarla a nadie de Elda, como tampo co escuch a nadie decir La Finca Lacy. De esta ltima siempre se dijo La Casa El As y al gunos elderos de viso decan la finca de la casa El A... S, hombre, s. Ya estoy sintiendo el ronroneo de mi duendecillo enemigo con sus ton teras de siempre. En esta oportunidad le oigo decir: Qu tendrn que ver esos nombres con el camino que dice que se esconde y no s qu ms No tiene remedio el inefable seor de La Horteta. Se ha hecho viejo y, claro, las meninges hacen de su capa un sayo y confunde las churras con las meninas. S queridos troncos, s. Me estoy haciendo vie jo, pero ya me he hartado de la contumacia de mi sempiterno enemigo y debo por fin contar a mis paisanos el verdadero problema que tengo con Rabogato, que as denomino yo a este duen decillo rencoroso y tenaz en sus diatribas a mis hu mildes trabajos. Por otra parte, no me preocupa EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM 223 mucho la demora en llegar al relato del Camino de La Sirm, pues ste fue muy corto yen cuan to cojamos el final de la calle de Las Almazaras que es donde comenzaba el tal camino llegamos en una escurribanda al final de la historia si an tes no se cruza en el camino algn duendecillo cu rioso, o se engancha alguna cereza en la relacin; cosa que no ocurre muy a menudo, como ya ha bis podido observar los pacientes lectores que me leis en alguna ocasin. Cuando cito las palabras duende o cereza me estoy refiriendo como es natural a las ideas que salen de nuestra mente. Bien cuando las expre samos por medio de la palabra o simplemente las pensamos. Estas ideas que se mueven por nuestras me ninges como Pedro por su casa son autnomas y desarrollan su cometido con entera libertad de ac cin. Por ejemplo: usted llega a su casa, cansa do de la jornada laboral. Se pone cmodo y aga rra el peridico para solazarse con la lectura, pero cuando ya tiene el peridico en las manos, lo deja y pone la televisin. Qu ha ocurrido Pues muy sencillo, hombre. Que en el momento de coger el Valle de Elda para leer, otro duendecillo (o idea) te dice: Nada de eso, to. T no lees el peridico porque ya te lo sabes de memoria. T miras la tele y no se hable ms de/asunto. Otro ejemplo parecido: sube usted tranqui lamente por la calle Nueva Arriba, por la acera de los pares, pues piensa entrar al Casino Eldense para estar un ratito de tertulia con los amigos para seguir comentando que un concejal del Excmo. Ayuntamiento dijo en una ocasin que la meseta de Bateig era un valle rodeado de montaas, y, al salir del Casino, entrar en una tienda de enfren te para adquirir no s qu cosa que le ha encar gado su seora; pero al entrar al susodicho Casino baja de la acera a la calzada porque alguien de los entresijos de su cerebro le dice: Anda hom bre, compra lo que te han encargado y luego te vas con los amigotes, pero, ya con un pie en la cal zada, otro duendecillo le espeta: No seas abejo rugo, muchacho. Cmo vas a entrar al Casino car gado con paquetes; goza antes de tu tertulia y luego pasas por la tienda. No te parece ms na tural. Y como este ltimo duendecillo es, al parecer, de primera divisin, pues tu vuelves a su bir el pie a la acera y te metes en el Casino que es lo que est mandao y es ms prctico. EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM (II) (De la serie: Vericuetos de mi pueblo que se fueron con su historia y sus vivencias al mundo triste de la nada) E stos dos ejemplos que tan grficamente le he expuesto estn bien rellenos, como han nota do, de hojarasca literaria por mi parte. Confieso mi delito de fijar la atencin de ustedes, para ex plicar dos simples ejemplos, con tanta lectura. La explicacin es muy simple. Lo hago de esta forma porque el Camino de La Sirm es muy cortito y yo tengo que alargarlo a base de llenar cuartillas, que es mi placer particular. Espero no les parezca mal mi forma de contar las cosas y si algn eldero se siente incmodo con la lectura slo les queda 224 un remedio. Se asocien con mi duendecillo enemigo y me hacen acerba crtica. Admito cartas rezu mando odios y venganzas contra mis pobres ide as. Pero: Quin de ustedes no ha hecho una cosa cundo primero haba pensado hacer otra No es verdad que esto lo hacemos todos corrientemen te Pues esto es el juego de las ideas o duende cillos como yo los llamo. Me gustara que algn es pecialista del cerebro me explicase por qu creo que la persona humana es una mquina perfec ta, pero sus entresijos se mueven por impulsos que slo Dios sabe el por qu de ellos. Pienso por l timo que tena razn aquel que deca: Cundo ha gas algo, pinsalo dos veces, pues a lo mejor las dos veces no estn de acuerdo! Y disculpen estas ltimas expresiones de filosofa de va estrecha. Es que mis duendecillos me tienen un tanto con fuso y mareado. Son una cosa muy seria estos duendecillos impalpables y etreos, primos her manos de los pensamientos: o del pensamiento Quin genera las ideas El singular o el plural Avergelo Vargas, que dijo aquello de quien fue primero, si el huevo o la gallina. Y a todo esto; por dnde andbamos Creo que por el bancalico del to Pere el Blanco. No mastuerzo, no! (Me corta enfurecido mi duende Ra bogato). Estabas donde decas que ibas a contar el problema que tienes conmigo y que contaras algo de m y lo que has hecho es enzarzarte en un lo de ideas y te has hecho un lo No sufras hom bre (sigue Rabogato). Cuenta que te ped un fa vor por no tener yo la facilidad que t tienes de que lean tus tonteras. Explcales a los lectores de Valle de Elda mi invento, del que dijiste cuan do te lo expliqu que era la cosa ms risible y ab surda que habas visto en tu vida. Lo que te pasa a ti es que como te has autotitulado inventor no quieres que nadie invente nada. Acaso no es ms risible y absurdo tu invento de cuadricular una patata y otras perlas aparecidas en el peridico Anda hombre; cuenta mi invento y no sufras, que no te quitar tu gloria de inventor, slo deseo ayudar a los agricultores de Elda en algo que puede ser una satisfaccin para ellos. Si no lo ha ces, te prometo que, har todo lo posible para que tus meninges hagan huelga continua y no pue das escribir ni tu nombre Ante tan espeluznante amenaza no tengo ms remedio, queridos amigos, que tener que pa sar por la vergenza de explicar el invento de Ra bogato y que Dios nos perdone a todos. El invento en cuestin es algo que podra revolucionar e incluso modificar la Ecologa de la Agricultura. Rabogato invent unos injertos en las higueras y las oliveras que, de ser posible, se ran muy interesantes. El invento de las higueras es para que den los higos antes que las brevas, basndose Raboga to en que las brevas vienen en un tiempo que no son agradables porque no acompaan a ninguna fiesta. En cambio, viniendo las brevas en sep tiembre, en las Fiestas Mayores, se veran en to das las mesas acompaando a las uvas, melones y otras delicias frutales, y los higos, viniendo a pri meros de julio, pues lo mismo da, porque casi na die los quiere y se caen los pobres de la higuera si antes no los han comido los chulanes. En una palabra, lo que desea Rabogato es darle ms ca tegora a las brevas. Por lo que se refiere a injerto en las olive ras, la cosa tiene ms merecumb como di cen los colombianos. Nada ms, ni nada me nos, que transformar el fruto de ellas al gusto del consumidor! O sea, que usted tiene un oli vo en su finca, le aplica el invento de mi sem piterno enemigo y lo mismo le da el fruto en forma de olivas morates, que verdes partidas, que en forma de olivicas de Onil. Todo es cues tin de aplicar el injerto deseado y esperar a la maduracin. Cuando sta llega, te vas a la oli vera correspondiente con un plato en la mano y cosechas las necesarias para la comida y la cena, y, si tienes rboles en cantidad, puedes po ner un puesto en el mercado como lo tena la ta Polonia en la Plaza de Arriba, vendiendo estos encurtidos, adems, con comercio abierto en la calle que sale de las cuatro esquinas en direc cin a la estacin. Calle de La Caamona, creo que la llambamos, y all tena un completo surtido de salazones, en especial bontalo y atn de zorra. 225 EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM (III) (De la serie: Vericuetos de mi pueblo que se fueron con su historia y sus vivencias al mundo triste de la nada) C om prender n mis queridos coterrneos que si me extiendo en tantas explicaciones es por darle sal ida a mi ferviente eldensismo, aunque me parece que a los jvenes actuales estos detalles de nuestro pueblo les dejarn mas bien, a la ma yora de ellos, un poco fros pero tambin me consta que a muchos elderos les puede recordar su infancia y juventud y aunque los jvenes cre en que todos los mayores no podemos ver con aprobacin sus indumentarias y en algunos casos sus peinados actuales, estn errados en lo que se refiere a mi modesta persona y para que vean que no es paja lo nico que digo, les contar un su cedido de mi juventud. Cuando yo tena la edad de merecer y bus caba novia, trajeron al Teatro Castelar una pel cula en la que el protagonista era un prncipe austriaco llamado Dani lo, el cual sacaba un cor te de pelo parecido a los que llevan ahora los ms progres como ellos dicen. El pelo cortado al cero hasta media cabeza y en la parte de arri ba el escaso remanente para poder hacerse la raya. Pues bien: yo me cort el pelo a lo Danilo pero con desastrosos resultados, pues un atardecer estaba en la puerta de su casa con una medio no via que pretenda y acert a llegar su padre, que se me qued mirando con cara de pocos amigos (seguramente por mi peinado) y entr en la casa, llamando enseguida a su hija. Ella me dijo que es perase un poco y al ratito sali dicindome: Que me ha dicho mi padre que si me vuelve a ver con tigo me corta el pelo al rape. Como es natural se acab mi pretendido no viazgo, y me largu a buscar otros pastos amo rosos. Ms tarde llegaron los tangos y el Charlestn y los que no tenamos miedo a lo nuevo seguamos la corriente moderna. Con todo esto slo quiero de cir que a m no me causa impresin en la vida de ahora porque yo ya la viv antes que ellos y con gran densidad. Hombre, si hasta fui cantor de tan 226 gos con un grupo de catalanes que formamos en Barcelona en el ao 1928. Lo malo de entonces es que no haba micrfonos elctricos y slo se en teraban de la audicin los que estaban en las pri meras filas. Total que como tantas cosas en mi vida, tambin abandon lo de cantor. Ahora sin embargo sale un msico que tiene una voz que parece estar metido en una tinaja y no hay pro blema; con darle ms intensidad a los altavoces est arreglado el asunto. Y para terminar con los duendecillos, y ya que he dejado satisfecho a Rabogato de su inven to y deseoso de emprender el recorrido del Cami no de La Sism. hablar de algo que me ha lla mado la atencin ltimamente y me lo trae a la pluma la palabra elderismo, que escrib poco antes. En estos ltimos das he tenido ocasin de ver impresa en la prensa local, incluida la revista Fiestas Mayores, as como en la prensa pro vincial, las palabras eldero y eldera. Esto me ha hecho muy feliz pues veo que al fin empiezan ya a tratar a las damas elderas con su gentil icio correspondiente, es decir, una eldera y no una eldense. Ha podido influir en esto mi trabajil lo en Valle de Elda titulado: Los Gentilicios y La Fo ntica Bueno, no creo que mi atrevida vanidad se atreva a tanto, pero es el caso que en todos los largos das de mi vida vi escritas esas palabras en peridicos y revistas. Aprovecho tambin la ocasin para autotitularme descubridor del nom bre La Meseta de Bateig pues tampoco desde que vine al mundo en el n34 de la calle de las Virtudes escuch de nadie la situacin de tal me seta. As que como dijo el sabio: Al burro muer to, la cebada al rabo. Con esto deseo expresar que si me tienen que poner el nombre a alguna calle de mi pueblo no esperen a que la correa de la vida haya llegado a la polea final. No! No! Calma, queridos congneres. Estos no son locas vanida des ni falsas inmodestias. Mi filosofa particular de estas cosas se basa en el dicho: El hombre bien nacido, debe ser agradecido! Qu no hay mi nombre a una calle Pues muy bien, yo ya estoy agradecido de antemano, pero la verdad es que me gustara pasearme aunque fuese montado en una ambulancia por una callecita con mi nombre de: Calle de Los Pajaricos!. Ms que nada por ver si haban puesto bien el nombre y si las veci nas la barran y rociaban todas las maanas. Y para terminar esta elucubracin de fin de verano, les aclaro mi forma de ser para que adviertan que todo lo dicho anteriormente es normal en mi per sona. EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM (IV) (De la serie: Vericuetos de mi pueblo que se fueron con su historia y sus vivencias al mundo triste de la nada) Y remato la elucubracin: si yo hago un favor a alguna persona, y sta bien nacida y agrade cida, me dice lo corriente: Hombre, seor de la Hortetal Le quedo muy agradecido pues me ha sa cado de un apuro; no lo olvidar nunca. Tambin lo corriente es contestar: No te preocupes, mu chacho, la cosa no tiene importancia. No, yo no contesto eso porque es un insulto disfrazado al amigo, porque al decir que la cosa no tiene im portancia minusvaloras su agradecimiento y le cortas el placer que este amigo siente al decr telo. Yo le digo al amigo o quien haya sido hecho el favor: Me alegro mucho, chaval, de haberle sacado de tal apuro porque me has dado dos fe licidades: una al poder ayudar y otra, ahora, al ver tu felicidad. Y esta es mi fi losofa de estas cosas queri dos lectores y amigos. Estoy en lo cierto No lo estoy All cada cual con su cada cuala. Yo siem pre he sido muy feliz como soy. Ejemplo final para cerrar este frrago de la literatura tan molesta para los que estn esperando llegar al final de este rollo: cuando yo me sub al enorme pino que tena en su finca Paco El Callo en el Camino de Carro, cuya historieta ya sali en las pginas de Valle de Elda, no poda abrazar el tronco del rbol, pues para subir me haba apoyado en la casita que ha ba cerca del tronco, pero las buenas personas que trabajan en una finca de al lado escombrando oh veras vinieron corriendo con una escalera y me sal varon del apuro. Yo les di las gracias como era na tural y uno de ellos me dijo: Anda muchacho si gue tu camino a La Jaud pues esto no tiene importancia. Qu no tenia importancia la cosa Pues a buen seguro que si no estn por all aque llos buenos elderos an estara yo agarrado al pino y me hubiera quedado seco como un higo en un ca izo. Han comprendido ustedes ya lo que quera decir con todo lo expuesto El favor es como una letra de cambio, se siente la satisfaccin el li brador porque ha recuperado el favor y quedan en paz, aunque tambin se puede dar el caso que me ocurri con el elemento que salv de morir ahogado en nuestro pantano y das despus lo encontr y ni me salud. Estas son excepciones que entran en aquel lo de ni cobrado ni agradecido. En este caso la letra del agradecimiento fue protes tada y llevada a la presencia del que no fue bien nacido ni agradecido quizs. Pero ya est bien de desahogos filosofales. Ya es dada la hora de empezar a recorrer el lar go (unos mil quinientos metros aproximada mente) y sinuoso camino de La Sirm con todos los gratos recuerdos que por entonces tena. Iniciaba su andadura al final de una calle cita que era continuacin de la Subida de La Pas tora o calle Ricardo Len, que naca en la Place ta de San Pascual. Justamente donde despus 227 hicieron un lavadero y ms despus el Parque de Bom beros. Para llegar a este sitio del comienzo era for zoso seguir la ruta que he trazado, pues la calle que partiendo de la esquina de Mara Los Platos sigue camino de la Estacin, no pasaba del te rrapln que haba donde despus naci La Fuen te Los Chorros y el Matadero Municipal. All mis mo haca un ngulo recto dicha calle (La Caamona creo le llambamos) con una corta callecita que era continuacin de la calle de Las Virtudes y cuya primera casa era una tienda de co mestibles de la ta Mara Gracia. As que el hue co que ahora hace el Camino de la Estacin y esta primera casa, lo cerraba un caizo a cal y canto aunque mejor sera decir a cal y caas. As que el que deseaba ir a la estacin tena por fuer za y necesidad que pasar por la calle Indepen dencia hasta su final, porque por la parte que es toy describiendo, slo bajamos al ro los chiquillos y las cabras. Al despedirnos del casco urbano lo ltimo que se vea era pegada al montculo que soporta to dava nuestro derruido Alczar, la casa de los se ores Snchez, a cuya familia nunca supe por qu les llamaban Los Zorros cuyo hijo mayor Mi guel fue (o es, si todava est con nosotros) un per sonaje muy singular, que recibi la herencia del popular Perlasia en el mando de la tropa de los Gigantes y Cabezudos. INTERRUPCIN DE EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM Atendiendo a la actualidad del articulo que acompaa estas pginas, alusivo a las fiestas navideas en la Elda de hace bastantes aos, y original de nuestro colaborador Jover Gonzlez de la Horteta, hemos considerado con veniente interrumpir la publicacin del artculo El Antiguo y escondido camino de la Sirm, para continuarlo has ta su final una vez se hayan publicado los correspondientes a las fiestas navideas. Esperamos que los numero sos seguidores de la divertida y eldensista literatura del Seor de la Horteta comprendern los motivos de este aplazamiento, obligado por el tema del trabajo EL AGUINALDO REAL Y LAS TARJETAS DE NAVIDAD que en este nmero iniciamos. V. de E. EL AGUINALDO REAL Y EL INVENTO DE LAS TARJETAS DE NAVIDAD (I) (Costumbres de antao que no pitan hogao) L as fiestas de Navidad fueron en los aos que acte como periodista de a pie, algo maravi lloso que no he podido olvidar nunca ni en sus me nores detalles. Fueron para el que suscribe aos de abundancia, pues hasta los chiquillos de mi panda de la parte vieja disfrutaron de dulces y otras golosinas Por qu Pues muy sencillo, que ridos coterrneos: Por el alguinaldo de estos das! Debo aclarar eso de la palabra alguinaldo, con dos eles. Como es natural, yo bien s que so 228 bra una ele, pero mis pacientes lectores se habrn dado cuenta, ya hace muchos aos, que yo escri bo pensando casi siempre como lo hacan los el deros viejos, hacindolo yo mismo. Por aquellos aos de mi niez, era costum bre de los chiquillos pedir el aguinaldo a sus pa dres y familiares. Algunos recogan dos o tres re ales, pero la mayora tres o cuatro perricas y nada ms, porque ya no tenan a quien pedir ms. El caso mo era muy diferente. Pues tena un montn de clientes a los que les serva el peri o s ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HOR1ETA dico diariamente y el da 24 y 25 de diciembre ha ca mi agosto en invierno. Esos das yo vea en mis bolsillos hasta la plata. Aquellas monedas de pe seta, de dos pesetas y los duros, con su argenti no sonido que se llev el progreso y nos dej el pa pel y metales bastardos. En aquellas monedas de plata que cito ha ba alguna vez alguna falsa, de plomo o lo que fue ra, y como es natural se conocan por el sonido. Yo recuerdo que los estancos y algunos otros esta blecimientos tenan en el mostrador un trozo de mrmol y cuando reciban una moneda de plata lo primero, antes de servir al cliente, era botarla para saber su bondad metlica. Hago mencin es pecial de este tejemaneje de verificar la bondad de las monedas de un da que haba entrado en el estanco del to Pindarga en el momento que ha ba un cliente y al pagar con un duro el dueo, que era el padre de mi amigo Antonio Martnez, bot la moneda en el mrmol y dijo con nfasis Este duro tiene hoja! Llvelo usted donde se lo han dado. Efectivamente, la tal moneda tena un sonido de hojalata que no se poda tener. Lo gra cioso fue la cara que se le qued al comprador y la que vio, un tanto seria, del seor Martnez, que pareca decirle: Ese duro, chelo usted en el pu chero, que le dar buen caldo. Ay, aquellos duros de plata tan esplendoro sos! Unos alfonsinos y otros que tenan una ma trona republicana sentada. Pero los que se lleva ban la palma en cuanto a su aceptacin por el pblico eran los Amadeos, y cuando tenas algu no de ellos en el bolsillo, te sentas muy impor tante. Esta exclamacin que acabis de leer me recuerda nuestra guerra civil, pues en Valencia, en la calle Coln, exista un caf que tena en la puerta Ay caf! y la gente, sobre todo foras teros y soldados que venan del frente, al ver el car tel se metan de bolera, pidiendo el rico caf. Y el dueo o empleado les deca: No, si en el cartel no dice que hay caf. Dice, Ay caf, donde se ha br metido! Lo cual como es natural, no les ha ca mucha gracia a los clientes; pero, en fin, las cosas de la guerra. Y volviendo al camino de los aguinaldos, contar algo que se me ocurri para aumentar los dividendos pascuales en mi beneficio. Cercanas ya las fiestas de Navidad, vi un da en el Heraldo de Madrid una especie de anun cio que deca, ms o menos, que felicitase las Pascuas para lograr no recuerdo bien qu pro ducto de belleza. Tate!, me dije. Por qu no fe licito yo a mis clientes como dice el peridico Pero cmo hacerlo Y surgi la tarjetica de fe licitacin en mi cabeza. De momento me qued un tanto confuso, de cmo preparara la opera cin, pues haba en primer lugar que hacer las tarjetas, y enseguida vino a mi memoria la Im prenta y la Tipografa Vidal, sita en la calle de Li nares. Aquel sitio lo conoca bien, pues acom paaba peridicamente a mi to Gaspar a estos talleres, donde nos hacan las papeletas de una rifa que mi to reparta por las tardes para acom paar el escaso numerario lquido que quedaba de la venta de los peridicos, pues a tres perri cas que costaba al pblico el ejemplar, ya me di rn ustedes. EL AGUINALDO REAL Y EL INVENTO DE LAS TARJETAS DE NAVIDAD (y II) (Costumbres de antao que no pitan hogao) E n aquella imprenta trabajaba un muchacho del Monte del Calvario, un poco encorvado de es paldas y con quien yo tena buena amistad; as que un da que fuimos por el taller le plante mi pro blema a este amigo para ver si me poda prepa rar las dichosas tarjetitas. EL AGUINALDO REAL Y EL INVENTO DE LAS TARJETAS DE NAVIDAD 229 No hay problema, hombre, encargas unas quinientas por ejemplo y te cuestan cinco du ros. Cinco duros! Y de dnde los saco yo. Pues t vers como te las arreglas. Bueno, amigo, mira: yo no necesito tantas tarjetas. Con unas cuarenta o cincuenta me arreglara. No me las podras hacer y pagrtelas al otro da de la Na vidad. S, hombre y se enteran los dueos y me echan a la calle. Al final lo pude convencer, pues le dije que si decan algo dices que las ha encargado el to Gaspar y listo. Bueno, bueno, ya ver cmo me la arreglo. Qu texto hay que poner en las tarje tas Pues, no s, a ti que te parece. Hom bre, tu eres el inventor de esto, y adems siempre entre peridicos. No se te ocurre nada. Medi t un largo rato y le dije: Vas a poner lo si guiente: El repartidor del peridico les desea a us tedes una feliz Navidad y Ao Nuevo!. Eso nada ms me dijo mi amigo. Para qu ms le contest. Y es que lo de prospero lo inventaron mas tarde y por eso le pareci a mi amigo tan cor to el texto de la tarjeta. El caso es que a los dos das tena yo en mi poder las tarjetas que fueron algunas ms de las que yo le haba indicado, y a esperar el da de No chebuena por la maana, para empezar el trabajo de fel icitacin con orquesta, digo con tarjeta que haba preparado. Ya saben ustedes que ms tar de eso de las tarjetas se hizo muy popular. Las pre sentaban todos los gremios pero yo me siento en tre los pioneros de esta modalidad de felicitacin, por lo menos en Elda, claro. En cuanto al pago del material no hubo problemas, pues mi amigo no se casaba con nadie ya que era un empleado mode lo y desde el primer momento saban sus jefes el encargo que le haba hecho, y como se trataba de poca cantidad ni me lo cobraron. Funcion, funcion el invento de las tarjetas, s seor. Hice buen acopio de monedas en aque llas Pascuas de Navidad y bastantes de ellas de plata. A mis clientes le hizo mucha gracia el des parpajo de Joseco con tal felicitacin y algunos se rean de mi serenidad al presentarle la tarje ta. Con tal motivo hubo abundancia de golosinas 230 aquel ao entre mis compaeros del barrio y en cuanto a m todava me qued remanente para los Reyes. Pero de esto hablaremos otro da pues tambin de esta fiesta guardo recuerdos muy gratos y sucedidos muy graciosos. Andaba yo rumiando lo feliz del aguinaldo de aquel ao, pero est visto que la felicidad nunca es completa, pues de repente he sentido un rumor creciente en el almacn de las ideas y me apare ce muy enfurecido el nclito Rabogato, que me es peta secamente: Deje usted esos delirios navi deos, seor de la Horteta, pues he venido a decirle que es usted un manipulador de inventos, un literario trasnochado y un mastuerzo!. Qu deme aturdido y fro ante tal l luvia de denuestos, pero pude reaccionar y decirle: Pero, seor Rabo de gato a santo de qu viene usted a amargar me mis gratos recuerdos de aquellos das. Pues a santo de que he ledo su ltimo bodrio so bre no s que camino y en l me pone usted en el ms espantoso de los ridculos. Sobre todo en mi invento de los injertos para las oliveras. Cun do le dije yo que con mi injerto salan las olivas ya adobadas y hasta con su correspondiente hi nojo, romero y pebrella Yo le dije que salan las olivas de la clase que desearan, pero no que sa lan del rbol ya para comerlas, que slo le falt poner que salan ya con plato y todo. En adelan te me unir al grupo de los que dicen que usted es un pjaro de cuenta, pues con su actitud en este asunto me ha demostrado que es verdad. Bueno, bueno; la verdad es que en parte tie ne usted mucha razn, pues reconozco que se me fue un poco la mano, sobre todo en la clase de las olivas verdes, que yo las pona partidas cuando sa lan del rbol, pero eso, seor mo, fue un lap sus linguae y reconozco mi error. Pero aparte del berrinche que me llev al fi nal de mi trabajito, qued flotando el recuerdo fe l iz de aquel ao en que felicit a muchos elderos como lo hago ahora empleando las mismas pa labras de entonces para todos los elderos y elde ras de pro: EL REPARTIDOR DEL PERIDICO LES DESEA FELIZ NAVIDAD Y AO NUEVO. Diciembre, 1992 EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM (V) (De la serie: Vericuetos de mi pueblo que se fueron con su historia y sus vivencias al mundo triste de la nada) p or fin nos ponemos en franqua por el cami no, ms bien senda al comienzo que nos lle var a la Sirm. Discurra ste entre los corrales de las ltimas casas y el pequeo bancal del to Pere el Blanco, justamente donde ms tarde hi cieron el lavadero municipal. Haba en aquel si tio tres piezas de tierra que bajaban escalonadas hasta el ro. Bancales muy pequeos, que termi naban cuando comenzaban unos terraplenes muy peligrosos que acababan poco antes de la curva que hace el Vinalop ya en la Tafalera. Pero el pri mer bancal citado de Pere el Blanco es digno de especial atencin, pues as como los dos de ms abajo no tenan ms que algn raqutico arbol i l lo, este primero tena en su centro un majestuo so almendro que a lo mejor era el ms hermoso del val le y durante mucho tiempo el adorno en su ro busto tronco un soberbio carnero atado que su dueo dejaba all para que pasturara el bancal, pues tena una cuerda muy larga. A este animal los vecinos le decan borrego casolano y era la del icia de los chiquillos de aquel los contornos que nos metamos a torearlo con gran peligro, pues tena unos respetables cuernos. Claro que ju gbamos con ventaja porque estaba atado, pero as y todo algunos revolcones daba de cuando en cuando. El que ms los recibi fue seguramente un toreri l lo del que nunca ya a nadie o nombrar. Se l lamaba El Piti. Le suena esto a algn el dero de mis tiempos Pues bien, prosigamos la re lacin, como remedando lo que el bajo de la zar zuela La Dolorosa, le dice al fraile Rafael. Este fiero borrego, no s si casolano o no, te na una peculiaridad muy especial. Parece que se diverta con los juegos de los chiquillos, pues cuando pasbamos por all en nuestras correras hacia el ro y no le hacamos caso nos miraba como diciendo: Qu! Hoy no tenemos juego Venga, hombre, que no tengo ganas de moverme. Dn de estn esos toreros. Pero nosotros seguamos porque le tenamos mucho respeto desde que un da su dueo nos dijo: Tened mucho cuidado, pues algn da os va a topar a alguno y no res pondo. Adems, si me entero que le hacis dao, al que sea lo ato con el borrego un da entero. No haca falta la recomendacin, nadie le molest nunca, pues respetbamos mucho al to Pere, al borrego y hasta el almendro donde tena su cuar tel general, ya que nunca tocamos una almendra de aqul rbol. Haba mucho almendro por en tonces donde elegir para el lo. Hasta recuerdo un ao que le ayudamos a recoger la cosecha de al mendras. El to Pere las iba tirando al suelo con una larga caa y los chiquil los las recogamos. Nuestra entente cordiale con el to Pere el Blan co y su famoso borrego fue siempre ptima. Dejamos atrs por fin, loado sea Dios, estos bancales y ya llegamos al camino ms ancho so bre el terrapln. A la derecha existi una finca plantada de via de balans en la que vivi algn tiempo mi to Manuel Gonzlez Gil, hermano de mi madre y padre de mi primo hermano Manolo Gon zlez Vera (El Pajarico). A este primo, como a m, siempre nos enorgul leci esta denominacin de las avecillas canoras. Lo s y me consta que hasta sus hijos siguen la herencia de nuestro abuelo que no conocimos, Pepe Gonzlez, el de la Horteta, con to tal orgullo. Fue en sus tiempos mozos un buen co nocedor de los automviles y tena un coche ex traordinario en aquella poca para taxis. Despus se meti a industrial de los cortinajes y luego se fue con Dios como sus padres y los mos. l los ten ga en su Gloria a todos. Dejo atrs este lugar donde vivieron mi to Manuel y mi ta Esperanza, su esposa, no sin acordarme una vez ms de la tragedia que sufri esta famil ia por la epidemia de peste en el siglo pasado, donde se fueron los padres dejando a cuatro pajaricos con los primeros plumones. Mi to Manuel, mi ta Mara Salud, mi ta Pepica y mi 231 querida madre. Los cuatro pequeos se esparcieron por el val le en distintos hogares y ya mayores pu dieron seguir la ley de la vida dando ms paja ricos a la comunidad. De lo que dio de s aquella Iloc quedamos gracias a Dios cuatro, dos primas llamadas Con cha, de mi ta Pepica y de mi to Manuel, mi her mana Lidia y yo. As sea, por muchos aos, amn. Un tanto repuesto de mis tristes pensa mientos, me arrimo a la orilla del camino sobre el peligroso terrapln que entonces exista para ad mirar la maravillosa panormica que desde all se poda ver entonces tambin. A mis pies todo el cauce del Vinalop hasta la gran curva que hace rodeando, la Sism por el sur y el norte. Sus tran quilas, abundantes y limpias aguas, rodeadas de caaverales, juncos, tarais y adelfas (baladre). Todo un delicioso espectculo que por entonces era nuestro ro hasta el pantano y an ms arriba. La Sism en este punto es una especie de semi -pennsula rodeada en dos terceras partes por el Vinalop, que lo hace hasta la rambla de Pusa, que bajando de Petrel lo hace por la parte noro este pues ya sabis que esta rambla pasa por de trs del Cementerio y se entronca al Vinalop, dejando a su izquierda la Sism y a su derecha nuestra Horteta. Lo que pudiramos decir el ist mo de esta pennsula lo forma el otero o monta ita que esta situada al sur. Sigo la panormica de mis recuerdos y ms all de la curva citada del ro se vean los prin cipios de la Huerta Nueva rebosantes de vias y frutales hasta el camino del Monasti l y la acequia que discurre a su lado, pero despus de pasados el camino y la acequia seguan ban cales cuidados en secano de almendros y en su tiempo verdes de cebada, avenas y otras gra mneas. EL ANTIGUO Y ESCONDIDO CAMINO DE LA SIRM (y VI) (De la serie: Vericuetos de mi pueblo que se fueron con su historia y sus vivencias al mundo triste de la nada) A la izquierda del ro segn mi posicin, todo el esplendor de la Huerta Nueva en uvas de mesa y frutales de todas las clases, todo regado por la acequia mencionada que naca en el Cequin que haca trabajar los generadores de la fbrica de la luz. Ms a la izquierda la vista extasa viendo los cuidados bancales desde la orilla del ro hasta la orilla del ferrocarril para terminar con los tambin cuidados campos de los Escorrales, en fin, como dije antes, una panormica que los eldenses de hoy no podrn gozar de su contemplacin, aunque pueden ver desde por el sitio que yo he recorda do el Puente de la Libertad y ms obras que ha tra do. Y es que como deca mi to Gaspar el Ciego: Sobrino, el tiempo todo lo cambia. Yo antes vea todos los colores y ahora slo los recuerdos. Y te na razn el hombre; yo antes vea todo verde 232 desde mi panormica y ahora slo veo piedras y un ro muerto. Aqu podramos aadir aquello de Estos Fa bio ay dolor, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itlica famosa!. Me acomodo de nuevo al camino y llegamos a la casa de la Tafalera. En aquel tiempo (uste des disimulen. Se me ha ido la mano, pues pare ce que voy a leer un pasaje del Evangelio segn San Lucas). No hay irreverencia en esto, simple mente es que se me han cruzado los cables y han acudido estas bellas palabras de la narracin. Deca que en aquel tiempo slo haba una sola casa en todo aquel paraje de La Tafalera. Es taba a la derecha del camino algo ms elevada que ste. Una casa de dos pisos de muy buena edi ficacin, ya sus pies, en la orilla del ro, un huer to de unas tres o cuatro tahllas que pareca una esmeralda por su verdor. Bien cuidados rboles frutales y hortalizas que su celoso dueo defen da a capa y espada por la proximidad de dos ba rrios bastantes conflictivos en lo que a la chiqui llera se refiere: el barrio del Castillo y el del Monte Calvario, y aunque en aquellos tiempos haba mucho respeto a los mayores, siempre haba al gn chaval brujuleando alrededor de la miel. En aquel rincn de la Tafalera todo era belleza cam pestre. Entre el monte Calvario y el Lobico baja ban unas hondonadas todas llenas de via de uvas de mesa y esa bella montaa que decamos el Lo bico era un otero lleno de florecillas y verdor con su pino en la cumbre. Segua la estrecha senda hacia la Sirm, rodeada de pequeos bancales bien cuidados de huerta, pues todo este paraje, incluido el huerto de la Tafalera, se regaba con un caudal de la acequia que regaba toda la Sirm. Esta acequia vena de la del Cataln, que cruzando junto al puente que hay en la carretera general hacia Ma drid discurra entre la rambla de Pusa y las pa redes del cementerio en su parte oeste y se aden traba en la Sirm para regar todo aquel emporio huertano de entonces, con una buena finca y su casa importante en el centro y buenas y cuidadas fincas alrededor, entre las que se llevaba la pal ma una que en alguna ocasin ya ha aparecido en Valle de Elda: El peral del Beato! Esta finca era muy famosa en Elda y se extenda en gran parte de la Sirm, ya que sus terrenos comenzaban en la rambla de Pusa (parte este) y seguan por la ori lla del Vinalop en sus partes norte y este. Fue mu cho peral el del Beato. Como es natural, cuando haba necesidad de salir o entrar alguna mercanca que necesi tara transporte de carro o similar no podan ha cerlo por el camino que hemos recorrido. Lo ha can por la carretera general hasta la esquina sur del cementerio y entre este y una casa que ha ba junto a la carretera, que llambamos del Mocoso, se adentraba un camino carretero que llegaba hasta el centro de la Sirm. Ya hemos lle gado al final del camino de la Sirm, queridos co /N terrneos, pero no sera yo quien soy si no diera cumplida satisfaccin a las pequeas dudas de algunos lectores que pensarn si esto es la na rracin de incidencias de un pequeo recorrido o ha sido una sinfona de recuerdos. Y a este res pecto siento el murmullo interior de mi duende cilio Rabogato que est diciendo: Caraco les con el to! Y deca que el camino slo tena mil o mil quinientos metros. Pues fnate si se le ocurre recorrer el Camino de Salinas entre Ca mara y Las Barrancs o el Camino de Camara por la Cuesta Bodega. Nos fabrica un rollo como los culebrones de la televisin y no llegamos nunca a la Sirm. Nada de eso, entraables comensales en la degustacin de los aires del Valle de Elda. Esto ha sido como una especie de Recordando que mi dilecto Vicente Valero asoma todas las semanas en el peridico. Slo que l va extrayendo con pa ciencia benedictina de los viejos ejemplares las no ticias que fueron ms relevantes en su da, y yo tengo que volcar sobre las cuartillas los recuer dos que surgen de mi mente cuando recorro algn querido paraje de mi lejana juventud. Tomarlo como homenaje a todo mi querido pueblo y sobre todo y especialmente a los que me leis, de los que espero licencia anticipada para seguir hacindo lo mientras Dios quiera que pueda hacerlo y si al gn da recorro el camino de Camara por la Cues ta Bodega, como ha sentenciado mi especial duendecillo Rabogato, al pasar por el antiguo camino de la Torreta os contar quin fue y lo que haca el to Perola que habitaba una cha bola entre el secano de la ta Picores y la Lobera de la Torreta. Pero si mis meninges se inclinan por el camino de la Casa el Asi (por el centro de la huerta), no por la carretera de Monvar) veris el negocio del to Facundo con las frutas y hortali zas de muchos bancales ajenos, y termino, pues temo empalmar un camino ya recorrido con otro y ahora tengo que descansar y recargar las pilas para otro rollo. Saludos elderos de vuestro JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Alicante. Agosto -septiembre de 1992 233 YA VIENEN LOS REYES POR LA TORRETILLA!! (I) (De la serie Mis recuerdos felices) r I motivo del enunciado que ustedes han ledo Llo ha trado a mi memoria una cancin nana que escuch cierta noche de enero de hace algu nos aos y que en el duerme vela en que estaba sumido me pareci algo que sonaba a cantos de ngeles y serafines. Sera verdad que lo escuch o es que lo estaba soando Pues la verdad, queridos coterrneos, es que a estas alturas de mi vida no he podido contestar a esta pregunta por mucho que lo he intentado, pero aprovechar la idea para escribir algo sobre los Reyes Magos. De todas formas ya estn cerca y Elda los espera con la fe de siempre. El camino que elegirn para llegar no s cul ser, pues yo les he visto llegar de muchas direc ciones. Por la Torreta, por la carretera de Alicante y bajando por el puente del Castillo a la placetica de ms abajo. ltimamente parece que la exclu siva de la llegada se la han quedado ya hace mu chos aos las faldas de Boln, donde esperan el cortejo de antorchas que baja de las alturas de este monte. Digo que esperan abajo, porque no creo que los camellos transiten por aquellos andurriales. En este momento me advierte mi duendeci lb (con quien he hecho las paces con mu cha simpata): Qu no, hombre, qu no, Seor de la Horteta! Que eso de que han venido en alguna ocasin los Reyes Magos por los sitios que usted ha escrito me parece que lo ha soado, como ha br soado eso de la cancin nana que tan pom posamente apunta como ttulo de su trabajo. Re capacite usted, hombre de Dios, que eso no se lo va a creer nadie y ya que hemos quedado en que somos compadres no puedo consentir que le tomen a chacota y crean que ha perdido el gobierno y las riendas de su caletre y yo no como cuentos, como dicen en Venezuela cuando les quieren colocar algo como lo que ha escrito. Muy bien, querido Rabogato, lo mismo te con testar en venezolano a lo que dices: Mira mi vale! (amigo) T como que no comes cuentos 234 h Qu lavativa es esa de que te estoy embro mando h Pues te demostrar que soy ms fijo que un Zamuro plantado en lo alto de un mango (Za muro: especie de pjaro parecido a un cuervo). Para la oreja, que vers si son cuentos lo que escribo (Parar la oreja es como decirle a alguien que pon ga atencin y escuche) Cuando yo estaba muy chiquito (me sali en venezolano tambin eso de cuando yo estaba, en vez de cuando yo era muy pequeo), estaba una tarde, vsperas de Reyes, en la cal le de Los Cl rigos jugando a las bolicas, cuando escuch el gri tero de unos chiquillos que bajaban corriendo hacia el puente de la estacin y gritaban: Ya vie nen los Reyes! Ya vienen los Reyes! La partida de las bol icas qued disuelta en el acto y salimos vo lando hacia el sitio citado del puente. No hubo necesidad de llegar all, pues al ba jar las escalericas ya vimos que vena gran gen to de chiquillos rodeando a unos cuantos vecinos de la calle San Antn y adyacentes, los cuales ve nan provistos de sendos instrumentos musicales hechos a base de canutos y papel de fumar en los agujeros que dan las notas musicales. Esta cua drilla era muy famosa en el barrio y siempre apro vechaban cualquier fiesta para divertirse y alegrar el barrio. Aquel da traan un saco lleno de pe queas chucheras y caramelos, que repartieron cuando l legaron a la placeta de San Antn. Como es natural yo conoca a estos seores pues precisamente el que siempre fue jefe de esta panda de buenos amigos viva en la calle de Los Clrigos. Es penoso para m citar nombres, pues a lo mejor hago aflorar recuerdos tristes a personas que respeto, pero qu caramba! , hay que hacer his toria y alguien se alegrar al leer estas cosas. Si alguien se entristece, lo siento en el alma. Citar slo al que he indicado como jefe, pues adems sus tres hijos fueron buenos amigos mos y creo se ale grarn. YA VIENEN LOS REYES POR LA TORRETILLA!! (II) (De la serie Mis recuerdos felices) E stbamos hablando de la dinasta de los Sin cosientos. Les suena algo esto El padre, se or Galiana (nunca me l leg su nombre), el ma yor Francisco, a quien llamaban Gal iana y para ms detalles fue fabricante de calzado y casado con Salutica La Cuadr. Le segua Jos Mara, un tipo muy agradable y simptico y terminaba con Manolo. Todos ellos Sincosientos de ley. Este Manolo fue un buen jugador de ftbol y lleg a ju gar en el primer equipo del Club Deportivo El dense. El segundo, Jose Mara, fue el ms infor tunado de todos. Muri durante nuestra guerra civil cuando las tropas de la repbl ica acababan de to mar Teruel. Estaba mi pobre amigo en una tien da en la plaza del Torico, de esta capital citada. Cay un morterazo delante de la tienda y se fue con Dios mi amigo. l lo tenga en su gloria. Amn. Qu hubo seor Rabo de Gato Psate del chichorro y no me seas pendejo. Vente para ac que vers otra cabalgata para qu vayas convenciendo que no te quiero embromar. Apra te vale, que caminas menos que un cachcamo en el llano (Pendejo: especie de insulto carioso parecido a nuestro No seas abejorugo y ca chcamo: animalillo muy gracioso de los llanos venezolanos). Est bien, seor de La Horteta. No se aca lore y deje ya los giros de Venezuela, porque no le entendern ni torta de lo que escribe y perdone, que tengo yo la culpa por haberle movido para ello y por creer un momento que me quera tomar el pelo. Siga con sus historias, pues veo que a pe sar de sus muchos achaques an le trabaja re gular el depsito de las ideas. Me alegra mu cho, hombre, que lo reconozcas, y escucha otra cabalgata de Reyes. En aquellos tiempos (ya me salieron los Evan gelistas otra vez) en el viejo barrio eldero haba cier ta inquina entre las diversas calles que lo for man. Inquinas desde luego simpticas en las que unas calles y otras se lanzaban dardos que solo movan a risa. As los de la calle de San Antn les llamaban a la cal le de Los Clrigos y sobre todo a la calle de Las Virtudes, las calles de los ribazos. Es porque en estas dos calles por estar formadas en las faldas del montculo que sirve de base a nuestro viejo Alczar estaban las aceras una ms alta que la otra. Especialmente el de Las Virtudes tena en el centro una pea que haba que subir ga teando para llegar a la casa de enfrente. Luego cuando las urbanizaron, las casas de la parte del monte tuvieron que bajar las puertas y hacer es caleras interiores para entrar dentro. A la calle del Estralazo, hoy Ramn y Cajal, le decan la calle de Los Esbarones, porque como era de pura tierra y tena mucha pendiente, en cuanto caan cuatro gotas haba que subir a ga tas para no romperse la crisma. De este jaez to dos los dimes y diretes entre una calle y otra. Pero los de la Placeta del Castillo se entera ron de la Cabalgata de Reyes Magos que haban instrumentado aquel ao entre los vecinos de la Placeta y algunos de ms abajo empez a germi nar la idea de hacer algo al ao siguiente, para que vieran los de la calle San Antn y adyacentes que no les iban a chafar la guitarra y se iban a en terar de lo que vala un peine. Durante todo el ao se fue afianzando la idea de la Cabalgata de Reyes e incluso se form una especie de comit de las personas ms ca racterizadas del barrio. Fueron consultando a los vecinos y al final lograron que se llevase a cabo el proyecto. En aquellas calendas yo viva en la replace ta (como se le llamaba) y por lo tanto estaba muy al tanto de todo aquel lo. La casa donde tena mi nido ya creo haber citado en alguna otra ocasin que era la del to Pascual y la Ta Dominga, sita en el rincn de la derecha entrando y precisamente a muy pocos metros del lugar de mi nacimiento. Todos los habitantes de aquellos pagos eran zapateros, excepto el to Pascual, que se dedi 235 caba a coger la basura de todo el pueblo, cosa que en dos medias maanas realizaba, pues las ba suras que se producan en todo el pueblo por en tonces en un da caban en una sarrieta. Qu no se lo creen Pues para bien la oreja, queridos cel tberos. En mis tiempos de chiquillo con babatel, que es cuando se desarroll esta historia, sala el ama de casa los martes y sbados, con su capa zo de palma las gentes modestas y con su cesta y su empleada de hogar la ms acomodada. Lle gaban al mercado y aqu me pone usted un kilo de patatas, all la fruta que fuese o verduras y hor talizas y acull, en las tiendas de comestibles, lo que fuese, envuelto en papel de estrasa, y todo al capazo o la cesta. YA VIENEN LOS REYES POR LA TORRETILLA!! CUNTAS COSAS BELLAS TRAERN A MI NIA (III) (De la serie Mis recuerdos felices) E n los domicilios se consuman las viandas ad quiridas y no quedaban residuos de nada, si ex ceptuamos las cscaras de naranjas y las corte zas de los melones en su tiempo, pues hasta las peladuras de las patatas se aprovechaban para las somas de las gallinas, y las vecinas que no las tu vieron para que las reservasen. En cuanto a los pa peles de estraza de algunas cosas, como la carne y otras, se empleaban para limpiar las sartenes, y por ltimo, para encender el fuego. En cuanto a las carnes y pescados, segua la misma tnica: las sobras de estos alimentos eran para el podenco de caza que tena el vecino de al lado, si no lo tena propio. Resultado de todo esto era que el to Pas cual solo recoga de basura los pezones de las bre vas y los hilos de las bajocas. As que en un par de horas de la maana descargaba en un basurero que haba por Las Agualejas y se quedaba tan pancho. As que, ya veis, realizaba la recogida un da en medio pueblo y al siguiente en el otro me dio. Solamente tena trabajo fuerte cuando haba que descargar de su contenido la materia orgni ca de nuestros desechos corporales. Entonces, si. Acompaado de un equipo contratado al efecto, lle naban de incienso y mirra la calle y alrededores donde se estaba haciendo la faena. Lleg la tan ansiada tarde vspera de Re yes de aquel ao y el bullicio de la chiquillera y 236 el movimiento de los mayores eran incesantes en la placetica del Castillo. Todo lo tenan dispues to arriba en la Plaza de Armas del Alczar y pron to se podan escuchar los gritos clsicos: Qu vienen los Reyes!, Qu vienen los Reyes!. De pronto apareci por encima del puente una figura hilarante, a lomos de la mula del to Pascual, que debera ser la del Rey Gaspar, totalmente irre conocible y con unas barbas que ms que de pelo parecan de estropajo. Detrs de l, su s quito, con unos atuendos mas bien estrafalarios, pues cada uno se haba embellecido a su aire con lo que tena en casa. Lo que no bajaban eran ms jumentos que el del primer Rey, se co noce que el presupuesto para el desfile no daba para ms, as que los otros dos Reyes a lo mejor venan en mula -stop o a cosqueretas de otros ve cinos, pero el caso es que la comitiva era muy nu trida y brillante. En cuanto se acomodaron en el centro de la pla cetica fueron rodeados por la grey infantil y empe z el reparto de las modestas chucheras que por taban los Reyes y pajes. Mayormente se trataba de puros de regalisia y chuletas de caa, de esos co lorados que tenan sus correspondientes agujeros para hacer tirul, tirul y se acab la meloda. En el momento lgido del reparto se acerc un chiquillo a que le dieran algo y le espolsa ICS DI .1 i 1 `; ron uno de aquellos chuletes. Otro chiquillo que viva al lado de la casa de la ta Picores se lo qui so arrebatar, pues al parecer se haba acabado el stock de chuletes, pero la madre del presunto arrebatado agarr con fuerza al presunto arreba tador, dicindole: Si le quitas el chulete a mi hijo te arrapo !. La fiesta termin pronto, pues se haban agotado las existencias que haban trado los Re yes y los chiquillos se disgregaron calle abajo o cada uno a su casa. Los mayores se quitaron sus ropajes y pelucas y se fueron a la tasca del to Ga belo, que quedaba cerca. Yo me qued pensando en aquella frase de Te arrapo! y me dije: Jo seco, cuando seas mayor procura enterarte de la raz etimolgica de esta palabreja eldera y de lo que quiere decir. Ya fe ma que no se demor mucho la con sulta, pues con la facilidad que me caracteriza ba me puse unos aos encima y me person a las puertas de la Academia de la Lengua de La To rreta. A mi insistente llamada sali el mismo di rector en persona, que con malos modos me dijo: Qu tripa se le ha roto a usted. Asombrado qued ante tal grosera, pero contuve mi indig nacin, dicindole: Seor director! Vengo a con sultar sobre una palabra que escuch una tarde y que no s qu quiere decir. Se trata de la pala bra arrapar. Cavil un instante nuestro hom bre y me dijo: Seor de la Horteta, la raz etimo lgica de esta palabra est en las defensas de todos los animales que tienen uas, incluidos los humanos; por lo tanto quiere decir la tal palabra Araar. Y que conste que se lo he explicado por que le conozco de otras ocasiones que ha venido a consulta, ya que por ahora estamos en paro profundo. YA VIENEN LOS REYES POR LA TORRETILLA!! CUNTAS COSAS BELLAS TRAERN A MI NIA (IV) (De la serie Mis recuerdos felices) picado por la curiosidad le pregunt a qu se r deba el tal paro y me dijo: Hasta que no po damos usare/nombre de Real Academia de la Len gua de la Torreta estaremos en huelga de palabras cadas. Perdone, seor director, pero este ttu lo no creo que se lo puedan dar, porque ya est la Real Academia de la Lengua en Madrid, que es esa que limpia, fija y da esplendor. Cmo se la pue den dar a la de La Torreta, con tan incmoda du plicidad. Bueno me dijo, tambin lo tienen otros entes, sociedades y otros estamentos y no pasa nada. Ah tiene usted al Real Madrid y al Real Club Deportivo Espaol, que son clubs de ftbol y no pasa nada. Es que no tiene ms importan cia la cultura que ver a unos seores en calzon cillos pegndole patadas a una pelota Eh, qu me dices. YA VIENEN LOS REYES POR LA TORRETILLA!! Pues yo, la verdad seores coterrneos, ante el giro que tomaba el asunto cre oportuno reti rarme discretamente, pues me pareci que aquel director se estaba pasando un poco, pero cuan do ya estaba algo lejos an me grit: Oiga us ted, amigo. Esa palabra que me ha consultado hasta tiene verbo. Apret el paso y me dediqu a retraerme en el tiempo, por lo que resulta que decamos ayer, que no s si lo dijo Fray Luis de Len o don Miguel de Unamuno. Bueno, es que los dos anduvieron por Salamanca, y perdonen mi falta de rigor histrico. Retrocedo en el tiempo, pero no cuando era chiquillo de babatel, no. Ya era un mocete y esta otra Cabalgata de Reyes aconteci por los aos treinta, ms bien abajo que arriba. Los prota gonistas de la tal Cabalgata fueron una panda 237 de amigos que se autodenominaban Los In dios! Por entonces en Elda, como supongo que en otros lugares, la diversin de los jvenes se cen traba en uniones entre ellos para divertirse a sus anchas, con grandes enconos entre las distintas pandas. Los ricos se divertan haciendo canciones que molestasen a los otros, y los pobres lo hac an organizando pedreas en el Vinalop. Entre los primeros, recuerdo que, aparte de Los Indios, haba otra panda que se llamaban Los Chamorros. Los Indios antes de ser indios, fueron Los Tanques. Por eso Los Chamorros cantaban aquello de Y son los Tanques los que ms chi llan. Quieren ser amos de las chiquillas y todos ellos estn corcaos / sin una perra y medio baldaos!. De lo que cantaban los Indios no les cansar ms que con dos estrofas, que decan: Arrejuntaos somos muchsimos y esparramaos no semos n!. Bien se ve aqu la huella del n clito Emilio Rico Albert (Lechuga). Aquella tarde, vspera de Reyes del ao que he citado, avanzaba por la calle Nueva Abajo un gran gento rodeando la Cabalgata de Reyes y, al fren te de ella, montando en brioso alazn, don Norberto Vera, que era por entonces el Rey de los Indios. Aquello s fue una fiesta de verdad, y supongo an quedarn felizmente muchos eldenses que la recuerden. Lo que no puedo decir es si entraron por la carretera de Alicante o salieron de la fbrica de don Manuel Maestre que haba al final de la ca lle San Jos, donde al parecer tenan su cuartel ge neral. Tampoco podra decir a que rama de Veras perteneca el citado don Norberto. Es que en Elda los Veras, Guarinos, Amat y Maestres son tantos que alguno se escapa, pero la cosa no tiene ma yor importancia. El caso es que aquella cuadrilla de amigos era por entonces en Elda muy detonante en divertirse y efectuar buenas obras. Aparte de grandes Cabalgatas y fiestas ma yores de Reyes, siempre hubo en nuestro pueblo 238 una sensible inclinacin a perpetuar la esencia de la tradicin en esta fiesta de los Reyes Magos. Aparte Cabalgatas ms o menos suntuo sas, tambin hubo siempre en Elda los poticos Reyes de la clase modesta, que consistan en colocar en el balcn una cestita con paja. Esta les serva a los Magos para darles comida a los ca mellos y dromedarios y a cambio dejaban en la cesta el juguete o golosina que el nio haba so licitado en carta directa a los Reyes Magos o por mediacin de sus progenitores. Esto es Pap! Yo quiero que me traigan un batn!, o cosa pa recida. Aun chaval de mi barrio le pusieron una bicicleta de aquellas de hierro que tenan dos rue das atrs y una mayor delante. Bueno, creo que le llamaban triciclo. Como su casa no tena bal cn, su padre se la at con una cuerda y amaneci colgada. En la misma cuerda haba estado ata da la cesta con la paja de la noche anterior. El caso es que fue gran sensacin en su calle y to dos los chiquillos queran participar en los en trenamientos del routier, pero el chaval no le dejaba montar ni a su padre. Era mucho carc ter el hijo del to Perrengue. Y como esto no da ms de s, habr que ter minar con otros versos octoslabos de composicin libre, que sean el contrapunto de los que se leen como cabecera de este trabajito. Pero, eso s, pi diendo disculpas a la numerosa grey de vates que pueblan la ciudad de Elda por mi atrevi miento. As que afinar las zambombas y dems instrumentos propios de la fiesta de Reyes, que va a sonar la msica. Ya vienen los Reyes, madre/ Por el alto de Boln/ Y al nio le traen/ Un buen saco de car bn!. No, queridos coterrneos, no. Los Reyes Ma gos nunca dejaron carbn a nadie. Solamente dejaron siempre, ao tras ao, una dulce estela de tradicin que no cesar nunca. As sea. Alicante, noviembre 1992 CARNAVALES ENTREVERADOS Y OTROS DESMADRES (I) (ME CONOCES, MASCARITA) (Carnestolendas de antao narradas junto con otros singulares aconteceres por el sin par aprendiz de humorista Joseco el de Toscana) un da de Carnaval ya bien entrada la maa na se encontraba la se Gertrudis, llamada tambin Penca tierna seguramente por los car dicos tan ricos que venda de una huerta que te na por los lados de la carretera de Monvar, de trs de los postigos de las casas de los pares de la calle Nueva Abajo, hoy de Lambed Amat, don de est el cuartel de la Guardia Civil, que en aquellas calendas eran huertas feraces. Pues, como digo, se encontraba esta seora en la puerta de su casa, sita en la cal le del Es tralazo, hoy de Espoz y Mina, maniobrando con una sarrieta de productos de su huerta para meterlos en casa y que, por cierto, pesaban lo suyo. Monologaba la mujer por lo bajo, tirando de la sarrieta con frases entrecortadas: Este ma rido mo qu barra tiene! Me descarga este bul to de/burro y me lo deja en la baldosa y ah te las compongas, Gertrudis. l seguramente habr de jado el animal en la calle de la Comadre en la casa del cabrero por que aqu no tenemos cuadra y como siempre se habr ido con los amigotes. Cuando venga se va a enterar de lo que vale un peine. En estas estbamos cuando en aquel hist rico momento acertaron a pasar por all dos chi quillos que venan de la parte de la calle de los Cl rigos, que al ver a la pobre mujer haciendo esfuerzos con media sarrieta dentro del portal y la otra media fuera, se detuvieron y uno de ellos le dijo: Buenos das, ta Gertrudis! Quiere que le ayudemos. La buena seora dej de resoplar y levantando la cabeza se qued mirando a los chi quillos soltndoles una frase muy propia del da de Carnaval. Me conocis, muchachos Cla ro que la conocemos dijo uno de ellos Mi ma dre le compra a usted muchos martes y sbados en la plaza eso que vende y algunos das me manda aqu a su casa por pencas para hacer una ollica de pencas, que ella dice que estn muy ricas, aunque a mi, la verdad, cuando no hay carne en la comida no como mucho. Sin embar go mi hermano se come dos platos y no le digo nada cuando hace mi madre arroz y floricol que us ted tambin vende. Entonces se pone morao de comer Mi padre dice que estas verduras que us ted vende es lo mejor del mundo y no digo nada de las habas, alcaciles y tomates; dice que estas cosas de la tierra de este valle tienen un gusto es pecial, y el caso es que a m todo esto me tiene sin cuidado pues donde haya un buen bacalao frito con tomate que se quite lo dems, as que cuan do lo hace mi madre me pongo las botas y me como lo de todos. A todo esto, entre los dos chiquillos y la se ora Gertrudis ya haban logrado introducir la sarrieta dentro de la casa y entonces tom la pa labra ella, dicindoles: Muchas gracias, hijos! Vosotros sois de este barrio Y dirigindose al que haba hablado le dijo: A ti s que te conoz co, pero a tu amigo no lo haba visto nunca por aqu Claro, es que yo vivo ah arriba, y mi ami go vive en la calle de San Roque y somos amigos del colegio. l quera arreglar alguna cosa para el carnaval y yo le he llevado a casa de la ta Tam bora y ya ha comprado alguna careta y no s que ms para disfrazarse esta tarde Y se puede sa ber cmo os llamis Claro que s, seora. Yo me llamo Jos y mi amigo se llama Paurides. Aqu la seora puso cara de sorpresa, al tiempo que lle gaba su marido, al que le dijo: Mira, Manuel, qu nombre tan bonito tiene este chico. T lo has odo 239 alguna vez. El seor Manuel, que era pariente de los Arrancas por parte de padre y Parran cano por parte de madre y era muy ledo, le con test a su mujer: Claro que lo he odo, mujer Ese es un nombre, Paurides, de la antigua Grecia, as como tambin Arstides y Pendes. Estos nom bres ya estaban en el mundo antes de que vinie ra a la tierra nuestro Seor Jesucristo, y si, es bo nito de verdad, lo llev un gran pensador griego. Aqu retom la palabra la se Gertrudis di cindole a su marido: Fjate, Manuel, vive en la calle de San Roque, pero yo por all conozco poco. Terci mi amigo diciendo: Yo vivo enfrente de la casa del Mocoso, un poco ms arriba S, hom bre, s; tu vives en la parte de enfrente y eres nieto del espaol que le decan al hijo de Alfonso y de Consuelo, y tienes tres hermanos ms, no Adems tu padre es un buen sastre y yo soy clien te suyo y precisamente el invierno pasado me hizo un gabn muy majo. Y tu, Gertrudis, ests en la higuera, pues esta familia vivi en esta calle hace tiempo, al lado de la casa de Pere Capota. S, seor Manuel dijo Paurides, yo nac pre cisamente en esta calle del Estralazo y como cundo nac era muy chiquitico pues no me acor daba de usted. Claro, claro terci el seor Manuel cmo te ibas a acordar cuando estabas mamando. Dales muchos recuerdos a tus padres de parte de Manuel el de las Arrancas, que l ya sabe quien soy, y tu, mujer, dales las gracias a estos chicos y reglales alguna golosina si tie nes por ah para que se vayan contentos. S, por 240 cierto, tengo unos higos secos que me trajo el otro da la ta Guia; esperar un poco que os doy un puao al contao (palabra eldera que se apli caba como enseguida, al momento, etc.). Entr la se Gertrudis en casa y sali al mo mento con un puado de higos dicindole a Pau rides: Apara las manos (acto de poner las ma nos juntas cara arriba haciendo hueco) bien, no se te vayan a caer, y gracias por la ayuda, hijos, ir con Dios. Pues s, se despidieron los muchachos muy contentos (uno de los cuales, como habr adivi nado el avisado lector era el que esto escribe) y nada mas salir repartieron el botn, tocando a cinco higos por barba, y deglutiendo higos em prendiendo la marcha calle Estralazo abajo, rin dose los dos por el suceso acaecido, pero al l le gar a la plaza del Ayuntamiento Jos le dijo a Paurides: Oye, yo he comido ms higos que t! No, hombre dijo ste me han dado diez y he mos repartido a cinco cada una S retruc Jos, es que yo me he comido los pezones y todo. Su amigo se qued mirndole con cara ri suea y le espet: Pero es que tenan pezones los higos No era nadie mi amigo Paurides! Los dos nos hartamos a rer camino de la calle de San Roque comentando lo listos que habamos sido. Bueno, ahora me vuelvo a mis Carnavales, pues presiento que el lector estar un tanto ner vioso porque hablo y no acabo de asistir a ningn baile de Carnaval como es mi obligacin. CARNAVALES ENTREVERADOS Y OTROS DESMADRES (II) (ME CONOCES, MASCARITA) (Carnestolendas de antao narradas junto con otros singulares aconteceres por el sin par aprendiz de humorista Joseco el de Toscana) A quel lunes de Carnaval estaba el Col iseo Es paa radiante de luz y rebosante de pblico, la gran mayora del mismo con disfraces y boni tos atuendos. Por mi parte estaba aquella noche hecho un sol con la vestimenta del Barberillo de Lavapis que me haban trado de Alicante, de una sastrera de atrezzos y cosas de teatro que yo conoca por pertenecer a la compaa de zarzuela que diriga don Antonio Cremades y de la que era prima-donna Milagritos Gorg, de feliz re cordacin. Con mis ropas de seda y el antifaz puesto, he cho un verdadero chispero de la poca, me qued en el zagun del Coliseo un ratito, contro lando la cosa y atisbando sobre todo a las ne nas para los posibles bailes de ms tarde. Yo cre a que con mi disfraz sera el nmero uno y llamara la atencin por el lujo y lo majo que me haban puesto donde me haban vestido. Pero no, el que de momento llamaba la atencin fue mi amigo Pepe el Cachano, que entr vestido de autntico vaquero del Oeste americano, con sus zahones, botas de montar y, sobre todo, un enor me sombrero texano que se haba confeccionado con papel de embalar y almas de alambre, pues el tal sombrerito tena un dimetro de lo menos 80 centmetros. Fue la sensacin de la noche, aun que por el gran peso que tena y su descomunal anchura no lleg ni a la mitad del baile, pues to dos se empeaban en tocarle el sombrero y al fi nal o mejor dicho, al comienzo del baile ya no quedaba sombrero. Avanc saln adelante pavonendome con mi indumentaria al tiempo que procuraba reconocer a alguna seorita para invitarla al zarandeo de Terpscore. All en el centro del saln se hallaba el bueno de Pepe Cachano rodeado de mosconas que ya le haban deshecho el sombrero, del que no quedaban ni los alambres de su armazn. Y en aquel momento vi a una seorita que conoca, de mi barrio, y me acerqu a ella, invitndola a bai lar con gran cortesa de caballero espaol. Acep t la dama y empezamos el bailoteo, y en los pri meros compases le lanc la cursi pregunta de Me conoces, mascar/fa. Ella se me qued mirando de hito en hito y me solt: Menudo p jaro de cuenta ests t hecho, Pepe! Ya no te acuerdas de la serenata que me diste el da de/a Pursima (se llamaba Concha). Claro que me acuerdo, mujer, si aquella noche haca un fro que pelaba y hasta se rompi la prima de la ban durria. Pues lo siento mucho me dijo pero me parece que la cuerda de la bandurria no se rom pi por el fro, sino por la prisa que llevabas aque lla noche, pues en casa haba preparado algo mi madre para obsequiar a los amigos y cuando abr la puerta para invitarte a entrar ya te habas lar gado volando. Repetimos algunos nmeros del baile y, como estaba un tanto acalorado por la tempera tura del local y el disfraz que llevaba, un poco es trecho, decid salir un ratito a la calle para re frescarme y me dirig a la Plaza Sagasta a rumiar un poco aquello de Buen pjaro de cuenta es ts t hecho! que me haba largado mi parte naire del baile. Bueno, all estaba yo con mi traje de chispero madrileo y con ms fro que el to Perola en su cueva de La Torreta. Yo quera hablar de los Car navales y hasta quera contar lo ocurrido un ao que me hice, siendo pequeo, con papeles de em balar, un vistoso disfraz de Carnaval sobre la pe 241 lcula que haba pasado en el Castelar el nclito Minuto y que se llamaba El Tanque humano! All sala una especie de robot que lo arrasaba todo, con gran regocijo de la chiquillera que acompaaba los desmanes del personaje con grandes griteros. Unos se metan con el pobre se or Snchez, que era el pianista que alegraba las mudas pelculas, con aquello de Snchez, toca, gandul!, mientras otros coreaban: A los frailes del convento, que van y vienen, etc.!, te niendo que sufrir el bueno del pianista todo lo que bajaba del gallinero. Pues deca que me encasquetaron un visto so disfraz de papel y all vieron los siglos a Jose co el Pajarico calle del Castillo abajo imitan do los movimientos mecnicos del protagonista de la pelcula, rumbo a la plaza de Arriba y hasta don de pudiera l legar con tal atuendo. Pero no llegu muy lejos, no. En cuanto irrump en la plaza con aires victoriosos se abalanzaron sobre mi todos los chiquillos que pululaban por all y se vengaron de las tropelas que haca el personaje famoso en la pelcula. Uno toca por aqu, el otro estira por all, me sacudan por todas partes. De nada sirvi el favor que me hizo un vecino que estaba en el bar de Severino, que les deca a la chusma agresora: Pero, hombre, dejara Joseico, que va muy mono vestido de Tanque Humano y adems es da de Carnaval!. Nada, que yo pensaba llegar a la pescadera que haba en el centro de la plaza, para exhibirme al l y slo llegaron retales del disfraz. Papeles por todas partes. Luego recogieron los chi qui l los los papeles, hicieron un montn y los que maron en una hoguera, como si fuese la fiesta de San Antn. Y el caso es que all estaba yo rindome como un tonto, sentado en los hierros de la pes cadera. Por lo menos mi disfraz fue purificado por el fuego en aquel da de Carnaval. Peor suerte su fri el sombrero de mi amigo Pepe el Cachano en el Col iseo, que fue destrozado, pisoteado y en vilecido por los bailarines del Carnaval de aquel ao, ay, ya, tan lejos. As es la vida, queridos troncos. Urdimos algo para divertirnos nosotros y son otros los que se divierten. Pues as sea por siempre. Amn. Alicante, enero 1993 ACLARANDO LOS BONOS PARA LOS POBRES Y LOS GESESICOS DE OLIVA A DOS ELDEROS DE PRO A hora, despus de haber narrado mis recuer dos y proezas de los Carnavales de hace ya muchos aos, es obligado hablar de sendos en vos recibidos de dos elderos de pro. Uno, de na cimiento, y el otro llegado de sus tierras de alre dedor de Fuentelamo, cerca de Cartagena, segn colijo leyendo su carta abierta. Son los seores don Vicente Valero Bel lot y don Juan Rodrguez Cam pillo. Al primero, por el sabroso gerundio del t tulo de su trabajo Aclarando que tantas ide as me da con su pie; pero no las desarrollo porque podra ocurrir como con las doce mil velitas de marras y bastante tengo con que la Redaccin me permita meter aqu la contestacin a los citados envos. Y en cuanto al segundo, sobre el asunto 242 de las famosas olivicas qu te dir, Juan amigo Tu carta abierta llen mi cansado cuer po de total felicidad. S, hombre, s. Aqu tienes un amigo de los de antes. Puedes mandarme lo que quieras, que lo mismo da que las dos histo rietas de las olivicas nacieron en tu pueblo que en el mo. El caso es comerlas y tirar el gese sico al suelo. Y ya est bien de circunloquios. Me voy pa mi barrio, para hablar del segundo envo. Pero hombre! Amigo Vicente; cmo no voy a saber yo lo que son esos bonos para los pobres que solan dar en las fiestas de nuestro pueblo, lo que me explicas con paciencia franciscana para ayudarme A la entrada de nuestro derruido Alczar y jun to al torren que todava sigue en pie a la dere cha de la desaparecida puerta de entrada que se cita, pero sin puerta, haba una especie de habi tculo que seguramente en tiempos remotos ser vira como cuerpo de guardia para las mesnadas que guardaban el castillo. Ms tarde, ya en tiem pos modernos, sirvi durante mucho tiempo para la fabricacin de los chismes para fuegos artifi ciales que amorosamente preparaba el to Ma chuca, veterano artificiero, que fue mi asesor tc nico cuando el Alcalde don Jos Cataln Gras (el Manchego) me nombr cohetero mayor de la ciu dad con motivo del incidente de las barras de tu rrn que fueron al suelo por mi culpa al poner un cohetico entre las barras apiladas en la par de estos sabrosos frutos. Estaba diciendo que en aquella parte del cas tillo, habitculo o zagun o como se llame, vivi el to Antonio con su familia, compuesta de su espo sa y dos hijas, durante muchos aos. Se trataba de unos pobres de solemnidad, que se dedicaban a re coger trapos y papeles y que fue precisamente uno de los que fue durante bastantes aos estuvo re cogiendo el dichoso bono el da 7 de septiembre, del que yo, en mi trabajo de Fiestas Mayores, ter minaba diciendo Qu ser aquello. A lo mejor cuando termin de esta forma interrogante estaba pensando si seran lentejas con bicho dentro (como en alguna ocasin les dieron en alguna tienda) o arroz con cscara y todo. Es el caso que en el tiempo en que situ el tal trabajito yo viva en la placetica del Castillo y fue un da 7 de septiembre cuando cerca del me dioda pas haca su domicilio de debajo del to rren el to Antonio y una vecina le pregunt: Qu le han dado hoy, to Antonio. El hombre se par y contest que lo de siempre: un poco de arroz, azcar y alguna otra cosa. Y por cierto que maana tendremos comi da especial, pues he estado en la tienda de Cn dida, ah frente a la calle de los Clrigos, y la bue na seora me ha regalado un pedacito de bacalao blanco porque le he recogido algunas basuras que tena por all. Esto que acabo de narrar es tan verdad como la sincera amistad que profeso a mi entraable amigo Vicente Valero, por lo que me parece habr quedado tranquilo, mxime ahora que le han fe licitado por sus bodas de oro en la tarea de em borronar cuartillas periodsticas. Con tal motivo, ah va un abrazo especial mo, chaval. Qu cum plas las de platino! Alicante, enero 1993 LA COMIDA DE BARRENA (Segn los revoltosos chiquillos de la Elda de otros tiempos) (Recuerdo de un pintoresco personaje eldero de antao, del que nadie se acuerda hogao) C uando escriba los articulitos sobre Carna vales entreverados y otros desmadres, en el que relataba la gran batalla entablada entre Jos y Paurides contra los higos y sus pezones, se me qued en el tintero un sucedido, que aunque era habitual en las calles de la Elda de entonces, es interesante que no deje de aparecer en estos sin gulares aconteceres elderos que poco a poco van saliendo de mis cansadas meninges. Cuando llegamos los dos amigos a la Plaza de Abajo, en el entronque con la calle de Coln y Pursima, vimos un desfile inslito, yo crea que por ser da de Carnaval, pero no, me di cuenta que suba Barrena, calle Pursima arriba, seguido de gran muchedumbre de chiquillos coreando aque llo de Qu come Barrena Yerba!. 243 En este histrico momento sale a la luz un per sonaje eldero indito para la prensa de Elda has ta la fecha. A nadie nunca o de l y yo le rescato del fondo de la historia pues estuvo haciendo du rante muchos aos lo que a continuacin se narra: Este probo y singular personaje a quin todo el pueblo de Elda llamaba Barrena tena una industria de venta de alfalfe (dicho en eldero) y alfalfa para los ms cultivados, aunque los el deros viejos y corriente denominaban yerba. Por ejemplo: Oye, Paquito! Cuando pase Barrena cmprale un manojo de yerba para los conejos! (Histrico). Tena dos piezas de huerta de este vegetal por la parte de las Agualejas y siempre tena mer canca para vender, pues cuando estaba traba jando segando un bancal, en el otro crecan los matojos a su gusto, pues sabido es el enorme poder de rebrote de la alfalfa. Este personaje en cuestin me parece viva por la calle del Marqus, ya que un da que pasaba yo con mis peridicos calle Pierrad arriba, le vi sa lir con una jaquita que tena de una casa de esta calle. Dicho animal lo tena arreglado de una for ma muy particular para el transporte y venta de su mercanca: unos palos a cada lado de la al barda donde con unas cuerdas ataba cada hi la da de la yerba y, Barrena! Dame tres manojos! (por ejemplo). Entonces soltaba la cuerda de uno de los palos de la albarda y ah tienes la yerba, ta Casimira! Como es natural iba retirando de un lado y otro los manojos al comps de su ven ta para no descompensar el peso. Todos estos detalles siempre conviene apuntarlos para que los elderos se impongan en la preparacin de una car ga de a lfalfe por mtodos cientficos o del mar keting que se empleaba en aquellos tiempos en el comercio eldero. La verdadera importancia de citar a este personaje no est en la preparacin y venta de su mercanca, no, es que ocurra con l una cosa pa recida a lo que es muy sabido suceda con el Tuerto Serafn con aquello de Agua limn, el Tuerto es un ladrn. Ocurra lo mismo, pero al re vs, es decir, en el primero la chiquillera corea ba el dicho o pareado cuando se iba el nclito Barrena los chiquillos iban detrs de l y cuan do comprendan que iba a lanzar su grito de gue rra, exclamaban a gritos: , Qu come Barrena, con lo cual al pobre Barrena lo hacan comer de todas, todas. El, sin embargo, segua impvido su caminar detrs de su jaquita y rindose de la agudeza de los chavales. Alicante, enero 1993 ELUCUBRACIONES SOBRE LA MAL NOMBRADA LOMA BAD O PEA BAD E staba yo dndole forma a alguna de las mil ideas que se entremezclaban y embarullaban en mi cabeza, cuando entre estas disparatadas e inconexas elucubraciones se destac una frase que no vena a cuento de nada: los caracoles que hay por la Pea Bada. Cscaras, digo yo! Ya tengo pies para aclarar de una vez algo que se ha dicho a travs del tiempo de la Pea Bada, desde el prisma eldero, claro. En primer lugar debo decir y digo que tal prominencia orogrfica de nuestro val le ni es 244 loma como se dice ahora, ni es bad, como se ha dicho siempre. No. Debe decirse Pea Rota, o hendida o partida o, en trmino eldero raj, o, para hacerlo mas terminante y cursi , rajada, as hara juego con un infamante car tel que le un da en el camino del Monasti l y que deca Casa Colorada. Y me expl ico, para los amantes del eldensismo puro y para que el de monio no se ra de la mentira. En nuestro pueblo, a una cosa que sea mon taa o una guitarra o un simple ladri llo de lavar la ropa, se le dice que est badao o que est bad cuando tiene signos de romperse por es tar esclavij y con sntomas de rotura en su cor teza o envoltura externa. Ejemplos, los que le ocu rra a Antn Belona cuando estaba entachando un zapato con la encimera de charol y al tirar de la punta con la tenaza de entachar se le abra o es clavijaba el material con el consiguiente disgus to del zapatero, que deca: Arrea! , ya se me ha esclavijao este maldito charol y me avis el en cargado del mostrador que l levase cuidado, que no quedaba ms material de esta clase. Espero, queridos coterrneos, que con este sencillo ejemplo, que en Elda le ha ocurrido a mi les de zapateros, estaris al cabo de la cal le. Ahora terminar la faena sobre el terreno, para que no haya dudas sobre la cuestin. Muchas veces visit el paraje de la Pea Bad durante mi juventud y otras veces estuve dentro de la hendidura que tiene dicha pea en su prominencia, que es de una anchura de unos tres o cuatro metros aproximadamente, aunque se pue de, o se poda, entrar a pie llano en su interior. Es una cosa abierta o rota! Se puede llamar a esto Pea Bad Un seor nacido en la calle de Las Virtudes no se lo cree. Llmese a esto Pea Par tida o que le han quitado una raja a un meln para probarlo, por que lo de Loma Bad no se lo traga el seor de la Horteta como no se lo de muestre en contrario algn erudito paisano con de talles cientficos; pero, por favor, que no sea el eru dito seor que dijo un da que nuestro ro Vinalop se haba aprovechado de la orografa del terreno, como si nuestro pobre ro no hubiera tenido dere cho a nacer. Vean mi trabajo aparecido en Valle de Elda, titulado El Vinalop, un ro que fue rambla y volvi a sus orgenes. Todo esto viene a cuento por que estoy es cribiendo en poca de Carnavales, que es cuan do se aprovecha la ocasin para largar lo que uno l leva dentro. En Cdiz, por ejemplo, lo dicen en forma de comparsa ruidosa, con msica de ca as y panderos; pero yo, como estoy solo y aqu no se estila eso, me limitar a escribirlo y que lo lean mis paisanos en el nclito Valle de Elda, y as contar por ensima vez las judiadas de mi pue blo. La ltima, por ahora, la de la Montaa Sa grada (Bateig). Fjense bien, queridos coterrneos, en la si tuacin de nuestro trmino municipal, parco en Ki lmetros cuadrados. Por el Norte se acab el car bn, porque lo cierra La Torreta. Al otro lado no queda un remijn de terreno, pero si intentamos hacer alguna cosa rara por all los sajeos nos hin chaban a pedrs. Por el Noroeste y Sureste, qu os dir: hemos agotado la paella con el trmino de nuestros vecinos de Petrel. Por el Oeste tam bin lo tenemos listo. Agotado por el trmino de Monvar, las innumerables edificaciones cam pestres y los polgonos industriales. Llegaremos a las Barrancs con estos y, como es natural, con el proyectado Cementerio Municipal, que ya no tiene otro sitio. Nos queda nuestra Montaa Sa grada: La meseta de Bateig! El nico sitio sa ludable del val le, donde podran ir servicios sa nitarios, culturales, de estudios, etc. Y al l, precisamente al l! , quieren clavar el basurero comarcal para ludibrio, sonrojo y angustioso por venir de toda una ciudad. Esto no puede ser. Rayos y centellas! Carros de demonios no lo lo grarn! (Como dice el atribulado encargado de la hacienda del vecino en el famoso Golondrn de la no menos famosa zarzuela Maruxa). Y ter mino con este apunte con una sugerencia al Exc mo. Ayuntamiento eldero. Entre la montaa del Ma rn y la de Camara existe un pequeo valle que aquello si que est rodeado de montaas y no como dijo alguien de la meseta de Bateig. Pues bien: hagan all su planta de basuras, pero para Elda slo! Los dems pueblos, que ya estn eu fricos porque se van a quitar el incordio de la por quera a costa de los elderos, que se hagan la suya. Dinero Por qu se ha traspasado tan barato la Feria de Elda a los de Elche Ah est el dinero! Alicante, febrero 1993 245 EL EXTRAO CASO DE UN EIDERO IMPACIENTE (Sonata invernal en sol radiante mayor) M i amigo Gaspar Gonzlez Romero, de la co nocida familia eldera de los Antones, Sevi llanos y los colaterales Calus y Cucharones, me insta por medio de voluminosas cartas a que haga un trabajito, basndose en mi debilidad de hacer honor a la persona que me da pie para pe queos dislates literarios. Como se trata de un eldero que aprecio, por que comulga con las cosas que fueron de nues tra Elda y que sabe que yo comparto, no me pue do negar a su demanda porque en este aspecto cuando me dicen Envido! En seguida digo r dago! Y aqu estoy pues dispuesto a complacer le, divertir, si puedo, a mis coterrneos y pasar lo, lo mejor posible en la invernada. Por el lo se lo dedico en sol radiante mayor para que se ca liente si tiene fro. Para presionarme ms en su intento, me re mite adjunto en su ltima carta un dibujo a es cala de 60 tantos y doce juegos y rebote... No, per dn, no, he confundido el juego de pelota en trinquete por la mtrica a escala de los dibujos. En qu estara yo pensando! Se trata de un ar tilugio, como l dice, que se confeccion de pe queo para bajar a tumba abierta el viejo cami no de la Estacin hasta el puente ( morrs incluidas!). Del tal artilugio debo hablar, pues vale la pena ya que no tendra nada de particu lar que se lo copiaran los americanos para ir a la luna. Se trata de un trasto, en forma de cuadrado irregular con un cabezal ms irregular todava, que, segn el dibujo, serva para colocar a la rue da motriz y pudiese as sortear mejor los innu merables limos que tanto abundaban en aquel ca mino. En la actualidad son escaleras, por lo que su aparato no servira para nada, exactamen te como casi todos los inventos que he intentado patentar; pero volvamos al asunto. 246 Tambin como t, sent las veleidades en mi primera juventud de deslizarme por la cuesta de la Estacin con algn aparato adhoc. Yo tuve de chiquillo un amigo que le llambamos Cla rifa. Su padre me parece tena el oficio de car pintero y vivan por los lados de la calle del Huer to. Le construy el padre a mi amigo una especie de patinette y con l se deslizaba mi amigo cuesta abajo hasta las casicas del Sevillano. A m no me dejaba bajar con el trasto, pues ya sa bes cmo son los chiquil los con sus juguetes, pero sin embargo, cuando ya haba llegado aba jo, me lo dejaba a mi para que lo subiera a cues tas, as que haca de transporte de mercancas cuesta arriba, hasta que me cans un da y le dije que si l bajaba tan cmodo que lo volviera a su bir, y all se acab mi mpetu por las velocidades, aunque a decir verdad desde entonces me dedi qu a practicar en la rafa con una sartn que me haba preparado, a tirarme a tumba abierta hasta el charco que haba abajo. De esto ya es crib algo en un trabajito que sobre el ro de sala apareci en el Valle de Elda, por lo que no abundar sobre esta cosa. As, que se acab el carbn. Espero haber complacido a mi amigo por su famoso pie. Termino citando un dicho del to Moncho el de las fa mosas alborgas: La persona que da todo lo que tiene, est cumplo! Y sabes lo que daba el to Moncho Pues las cagarrutas de sus cabri tas, que solan pedirle las vecinas para abonar sus macetas de geranios y claveles. No, queridos co terrneos, no! Las cagarrutas no huelen mal, y era costumbre de antiguo recogerlas, as como los moigos de los semovientes cuadrpedos, que luego se convertan en luminosa primavera en balcones y ventanas, que estaban hechas un sol. Saludos, elderos. Alicante, enero de 1993 NOS HEMOS COMO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! (I) (Versin libre de unas fiestas elderas que fueron muy importantes y que hoy se han diluido en el polvo de lo vulgar y falto de tradicin) A ntes de comenzar el relato de estas fiestas en mi juventud, debo explicar algo que en el enunciado aparece en una palabra un poco rara. Me estoy refiriendo a la palabra como, y es que resulta que la palabra como en cuestin es parte de la oracin de una estrofa que se cant en una cancioncilla en fiestas de monas all por el ao de Mari -Castaa y que si en vez de decir como decamos comido no cuadraban las notas en los compases de la partitura, por lo que a mi pesar, hemos de escribirla como se canta ba. Por otra parte, no les extrae la palabreja, pues al fin y al cabo es muy eldera y de nuestro acervo comn. As que ya saben, como, con fuerte acento en la . Esta historieta que nos ocupa se refiere a mi edad cuando era muy chiquitico o cuando yo fui mocete, con ganas de comerme el mundo, y rela to exactamente lo que ocurra en aquellos aos. Sin embargo en el tal relato ya se me escaparn sucedidos y saldrn personajes que seguramen te se habrn ido con los justos. Paz para ellos, pues, y vamos a comenzar a comernos la mona. La primera de ellas que yo deglut y aparece en mis recuerdos me la prepar mi querida ma dre en una servilletita junto con una naranja y una longaniza. Viva yo por entonces en la calle de Pa rs (hoy Roma), en el nmero 3, junto a la casa de Los Panchos, que eran varios hermanos. Slo me qued el recuerdo del nombre del ms pe queo de ellos, Toni el Pancho que, aunque mayor que yo, fue un excelente amigo siempre. Aquel Domingo de Pascua, junto con tres y cuatro chiquillos ms de la calle, nos fuimos a co mernos la mona a unas eras que haba donde ms tarde hizo unas casas Emilio Machaco y en frente de lo que hoy es la vergenza de Elda (per dn, la Feria del Calzado). De la cuadrilla que aquel da de Pascua sa limos de la calle de Paris, yo era el ms chiqui tico y adems andaba cojeando, pues estaba convaleciente de un accidente sufrido al pasar co rriendo la carretera y caer con tal mala suerte de bajo de una burra que pasaba cargada con cua tro cntaros de agua. Una pezua me cogi la rodilla derecha y anduve una temporada en la que, para que me distrajera, me sacaban sentado en una silla a la esquina de la calle para ver pa sar los carros, y digo los carros porque en aquel tiempo que cito el nico automvil que circula ba por Elda era el de don Jos Tobar, que condu ca Paco El Frasco. Pero volvamos a las mo nas, que siempre me pasa lo mismo, se me enredan las ideas como cerezas y todas quieren salir a la vez. Pues de aquel Domingo de Pascua muy poco ms. Que nos comimos la merienda y luego nos metimos en la finca del To Pansi que estaba donde mucho ms tarde se construy su casa chalet mi amigo Joaqun Vera El Chimo. El final de mi primera mona fue apotesica, carreras del to Pansi detrs de nosotros por el aquel de las almendras de su huerta, aunque to dos llegamos sanos y salvos a la calle Paris, que, como ya he dicho alguna vez eran las ltimas casas del pueblo. Bueno, aqu tengo que rectifi car, pues la ltima casa del pueblo era una de dos pisos que haba justo donde termina la hoy calle Padre Manjn. Esta casa, en la que viva mi ami go Eugenio al que llambamos Sardina, esta ba en medio del campo, pegada a la carretera y por su costado suba una sendica que iba hacia 247 el Campico, a la par de una acequia que ba jaba de la del Cataln, regando todo lo que hoy es el Progreso y la Fraternidad. Y ya que he sacado a relucir la finca del to Pansi y la posterior de mi amigo el Chimo, me tomo la licencia de contar un sucedido del ao 39, mes de abril, recin terminada nuestra gue rra civil. Es bien sabido y notorio que en aquellas ca lendas el pueblo de Elda pasaba ms hambre que Gazuza. Este es o fue un seor que en una oca sin pas tanta que se comi a si mismo. Por eso, cuando alguien siente fuertes deseos de co mer suele decir Tengo una gazuza!. Bueno, esto es lo que me contaron en una ocasin de tal per sonaje y luego puse en cuarentena. Vuesas mer cedes pueden hacer de su capa un sayo a esta his torieta mitolgica. En los ltimos meses del ao 38, el Comit, o lo que fuera que se encargaba de la agricultu ra, viendo la crisis galopante de falta de alimen tos en la poblacin, mand preparar algunos ban cales para plantar o sembrar algo que aliviara el mal estado de la manduca. NOS HEMOS COMO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! (II) (Versin libre de unas fiestas elderas que fueron muy importantes y que hoy se han diluido en el polvo de lo vulgar y falto de tradicin) precisamente una de ellas fue la finca del to Pansi, que se extenda desde la carretera has ta casi la hoy calle de Don Ramn Gorg. Esta fin ca en aquella ocasin perteneca si no estoy erra do, a Don Elas Vera, Don Joaqun Vera el Chimo o la hermana de los dos, Doa Concha Vera, ca sada con Don Antonio Porta Rausa. Era de los tres o de una de ellos, lo que sea no me importa ni tiene inters para m. Yo, si cuento lo que ocu rri aquellos das con tal finca es para que que de en el recuerdo de los eldenses un capitulo bas tante simptico de la historia de nuestro pueblo. Dicho bancal, que tendra seis o siete tah Has lo menos, lo prepararon y sembraron de habas y cuando termin la contienda estaba rebosante y pletrico de fruto. Y aqu viene el recuerdo sim ptico citado. No se si fue uno de los tres herma nos mencionados o los tres a la vez, el que dijo o los que dijeron: Hala, a comer habas todo el que quiera! Y as fue, s seor. Por lo menos algo mitigaron la gazuza de nuestros coterrneos. 248 Al llegar aqu me siento un poco apesadum brado. Ya oigo las diatribas de mi mortal enemi go, que est diciendo: Pero bueno! Este msico no tiene enmienda! Qu tendrn que ver la fin ca del to Pansi, o las habas de su finca, con las monas de Pascua que anuncia al comienzo de su como siempre desastroso bodrio literario. Bueno, hombre, bueno. Vdes. perdonen, aunque tiene que saber y ya lo saben los que tienen la pa ciencia de leerme, mi manera de relatar las his torietas. Que se juntan las ideas como cerezas y todas quieren salir. Por otra parte, debo decirles a mis buenos amigos que el sujeto que intenta za herirme y molestarme tengo la impresin de que est todas las semanas esperando el Valle de Elda para, en primer lugar, leer lo que no le gus ta segn l...As que ya sabes, ignorado enemi go: si no te agrada mi estilo, cuando veas mi ju venil retrato en la pgina (quin pillara aquellos aos!) las pasas y miras a otra cosa y alviate, hombre. Abundo en lo dicho sobre mi manera de es cribir para decirles que este sarpullido veraniego literario es un poco de mis memorias infanti les juveniles y hasta es posible que saltemos del da del Santo Negro a los aos sesenta y pido perdn por erigirme en primera persona y prota gonista del trabajito que nos ocupa, pero no se pre ocupen, que todo sigue un orden cronolgico den tro de las ms depuradas normas narrativas. Segu viviendo algn tiempo ms en la ca lle de Paris, pero mi queridos padres decidieron (no se si porque vendieron la casa que ocupbamos o por falta de liquidez, como se dice ahora) nues tro traslado justamente al otro extremo de Elda. Fuimos a parar precisamente a la placetica del Castillo, en el rincn del fondo a la derecha y a unos metros de donde yo haba venido al mundo. Mi sospecha de que era por falta de liquidez se confirm cuando vi que bamos a vivir realquila dos, pues en la casa viva el matrimonio forma do por la ta Dominga y el to Pascual, progeni tores de Don Jos Bernab (Pepico el Sebo) y tres hijos, si no recuerdo mal. As que nac en la lti ma casa de la calle de Las Virtudes, junto al puente, y volv al otro lado del puente. Qu cosas, verdad Es el caso que habitando all me cogieron otras monas de Pascua, pero, como todava yo era muy chiquitico, aquel domingo me com la mona arriba, en el Castillo, junto a otros chiquitajos como yo. Despus el juego era tirarle piedras a todo quis que que pasaba por abajo, camino de la Estacin, o husmear entre las ruinas buscando tesoros. Llegaron otras monas, pero como ya haba crecido, como es natural, nos aventuramos unos amiguetes a irnos a comerla en aquel domingo al Lobico. Denominbamos as a un otero o mon tecillo que espero estar todava situado entre La Tafalera, el Monte Calvario, el Cementerio y la Sirm. Por aquel entonces era un sitio muy agra dable aquel lugar, pues por all no haba mas casa que las de La Tafalera y en lo alto del mon tecillo un pino, y todo rodeado de huertos. Lo que en la actualidad es aquel paraje ya lo saben mis queridos coterrneos, as que corramos un tupi do velo y prosigamos. Pero al ao siguiente descubrimos el Arenal de Caprala! Estaba yo con unos chiquillos del barrio el sbado anterior al domingo de Pascua en la paretica (final de la calle del Castillo) y es tbamos concertando el plan del da siguiente y qu rumbo tomaramos para comernos la mona. Haba unos chiquillos algo mayores que nosotros y uno de ellos nos dijo: Por qu no os vens con nosotros al Arenal. Pues, santa palabra! Al da siguiente camino del Monastil se ha dicho, sin ha cer caso a la recomendacin de mi buena madre que me deca, como siempre, que no me alejara mucho. El Arenal ! Qu efecto ms deslumbrante me caus la primera vez que lo vi ! Aquella panza de la montaa, con sus arenas impolutas rizadas por el viento. Qu maravilla de la naturaleza! Y si describo de esta forma aquel paraje, mis que ridos coterrneos, es porque cuando yo tena aque lla temprana edad al Arenal no bamos mas que tres o cuatro docenas de chiquillos y todos de mi barrio. Por entonces no haba costumbre, por par te de elderos, de acudir por all el domingo de Pascua, pueden creerme, y desde luego ramos to dos de Elda. Los chavales de Petrel iban al Arenal de Pruna que decamos y que era una formacin de arena, pero muy enclenque y llena de piedras, que haba en la parte sur de la montaa que for ma la derecha de la Rambla de Caprala, subien do. A los chiquillos de Petrel les coga mas cerca este sitio y esa es la razn de que todos los aos no hubiera ms que gentes elderas en el primero citado. Al paso de los aos, como es natural, fue aumentando la afluencia de gentes hasta llegar a loquees hoy, que no lo quiero describir porque me da pena recordar mis primeras visitas a tal sitio. En uno de mis peridicos viajes que haca desde Amrica a la Patria, se empearon unos amigos en ir el domingo de Pascua al Arenal, por llevar a los chiquillos como todos los aos. Dej el carro que dicen por all a la entrada de la Rambla de Caprala y fuimos caminando hacia arriba, pero cuando yo vi lo que haba en aquel lu gar, antes tan solitario y recoleto, ahora lleno de todo lo imaginable, les dije a mis amigos que les esperaba en la casa de La Morch. 249 Ellos fueron a revolcar a los chiquillos en el Arenal, si es que quedaba sitio, y yo me in troduje en la casa, donde de siempre saba que haba buen vino. All pas un buen rato, pues me encontr a un antiguo amigo del Monte Calva rio, Claudio Zapata, hijo del loquero que hubo en el Manicomio Provincial. Persona muy conocida en aquellos aos y que era un to fortachn que cuando un inquilino de dicha casa se pona tonto se lo echaba a cuestas y lo l levaba a su sitio. Volvieron mis amigos con los chiqui l los l le nos de arena y regresamos a Elda. Ya no he vuel to ms a tal paraje de mi infancia. NOS HEMOS COMO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! (III) (Versin libre de unas fiestas elderas que fueron muy importantes y que hoy se han diluido en el polvo de lo vulgar y falto de tradicin) E n aquel los aos infantiles al Domingo de Pas cua en el Arenal le seguan, como es natural, el da del Santo Negro y el de la ta Gervasia, pero yo esos dos das los dedicaba con mi queri do padre a la visitas a La Jaud y a la finca de mi to Alfonso, al l abajo del pramo de Bateig. Re cuerdo en los primeros aos, siendo muy chiqui tico, que a la vuelta me traa mi pobre padre a cos queretas la mayor parte del tiempo, pero a la bajada del Bateig nos reconfortbamos en casa de mi padrino, Jos Pansilla, con el arrope y otras suculencias que preparaba su esposa Magdale na. Luego, Camino de Carro arriba hasta nuestra casa donde yo llegaba dormido encima de mi pro genitor. Dios lo tenga en su gloria. Amn. Pas el tiempo y parece que la l iquidez de la familia layer Gonzlez haba mejorado, pues nos trasladamos a una buena casa de la calle Los Clrigos. Estuvimos al l unos aos, duran te los cuales tom el relevo de mi hermano Ma nolico en la conduccin de mi to Gaspar el Cie go y me hice periodista. Mi hermano se meti a cortador en el tallerico del to Villar, sito en tonces en la calle Nueva Arriba, en los nones, ms o menos entre la calle de Coln y la calle Nueva Abajo. 250 Sigui pasando el tiempo, que es esa correa sin fin que nos trae al mundo en la polea motora y nos lleva hasta la polea receptora de la energa que es nuestro final, y mejor an ms la liquidez de la familia, pues mi buen padre compr la casa en la que vivimos muchos aos, cal le de La Pis tola, esquina a la de La Comadre (hoy Ramn y Ca jal). Mi vida, como es natural, haba cambiado y haba abandonado el periodismo callejero. En tonces ya estaba yo con mis bandurrias y otros m sicos, porque la edad pide siempre cambios. Por lo tanto, habr que abandonar la mona del Do mingo de Pascua y dedicarse a los das que siguen a ese domingo, que es cuando encontrar ms su cedidos, vivencias y cosas graciosas, y otras no tanto, de mi pueblo. Las fiestas de monas por Pascua de Resu rreccin siempre fueron, despus de las Mayores de Septiembre, las mejores, ms nutridas de gen te bulliciosa y sana alegra eldera. Haba que ver el mujero el lunes y martes y el ltimo da, de San Vicente, componindose con sus vestiditos nuevos y en verdaderas avalanchas haca el Santo Negro y la ta Gervasia. Se puede decir que todo el pue blo desfilaba por esos andurriales. Especialmen te en el Santo Negro, ocupaban toda la extensin desde la carretera de Sax hasta la rambla del Sapo. Era un sitio agradable, pues haba monte y vias en aquella llanura. El sitio ms elegido por los moneros era una especie de ramblucha que ha ba muy cerca de la carretera y suba hasta el se cano de la ta Picores, pero toda ella con un piso arenoso muy agradable que iba muy bien para los bailes y los juegos propios de aquellos das, es pecialmente la comba Dentro de la sana alegra tambin haba sus cosas. Recuerdo un da que estaba yo sentado con mi banda de guitarreros esperando a nuestras chi cas que venan ms abajo y all cerca haba una panda de moneros bailando al son de un acorde n, cuando lleg el Sema con su guitarra, acompaados de otros con alguna bandurria, y se colocaron muy cerca del que tocaba el acorden. El lo se arm pronto, porque el acordeonista es taba tocando un pasodoble y el otro atac una ma zurca madrilea. Claro, como eran compases y m sicas muy diferentes, los bailongos se hicieron un lo tremendo. Empezaron las protestas Que es tbamos nosotros primeros aqu! decan los del pasodoble. Pues el campo es de todos!, dec an los de la mazurca. Total, que acabaron a gui tarrazos y se acab la fiesta en aquel sector. Pero al final acabaron juntando las orquestas y el co nejo con tomate de la merienda lo arregl todo. A ustedes les han reventado alguna vez un huevo en la frente por la parte ms estrecha Pues a mi s y tambin me reventaron uno por la parte ms re donda, pero estaba crudo y me dejaron como a un San Luis y las risas se oyeron hasta en el pueblo. Al da siguiente ocurra lo mismo, pero en ver sin ta Gervasia. Y todava quedaba el mir coles, que era el da del atn. Este da casi los nicos que lo celebraron eran la mayora de los za pateros de la parte vieja. Por la maana se deja ban la tarea arreglada de material, que era lo si guiente: cogan los tres pares de la tarea de suela vuelta, clavaban y rodaban las plantas y las co locaban encima del saco, extendido en el suelo, a la izquierda del maestro. Luego rebajaban topes y contrafuertes y los dejaban envueltos en una tela hmeda para que se jamoreasen. (Nunca supe lo que quera decir esto, aunque supongo que se ra para que mantuviera la humedad. Y por la tar de, al Pantano, a merendar lo que hubiese quedado de los das anteriores, y el jueves a primera hora, a entachar, con el mal cuerpo de tantos das de ajetreo moneril. Todas estas cosas que cuento, pasando casi por encima, tena algo muy eldero que hay que res petar, pues en realidad casi era la salsa de las fiestas de monas. Me estoy refiriendo a la impro visacin y buen humor de nuestro pueblo y has ta, si se me permite, con chispazos de mala uva tambin. Casi todos los aos, por esos das de Pas cua de mona, surgan cancioncillas, siempre alu sivas a personas, por algo que hubiese ocurrido con ellas, fuera verdad o no. Y cuando las gentes regresaban al pueblo, bien del Santo Negro o de la ta Gervasia, salan a relucir hechos que unas veces tenan alguna gracia y otras no tanta. Pre cisamente el ttulo de este trabajito est tomado de una de aquellas gracias. Podra contar muchas, todas ellas aprovechando alguna musiquilla del momento zarzuelero o de lo que fuere. Siempre ha ba algn listo que enjaretaba una letra, com puesta por l, con alguna de estas melodas y la lanzaba al aire esos das y, claro, la gente, pues a cantarla. Citar un par de ellas por si os sue nan, sobre todo a los mayores, y acabar con la que motiva este trabajo. Y si lo hago as es porque la persona a quien fue destinada en su da aquel del Santo Negro, fue un tardo amigo mo, que nun ca creo mereci la serenata. Os suena eso de Andrs y la recovera / se fueron a la Estacin Y esta otra, ms grfica: Que paren la imagen! que nadie se mueva / por que va a cantar Canuto! Este era el comienzo y terminaba as: La procesin desfilaba /lucida por lugareas /y Mondonguito gritaba / Vino, vino Valdepeas!. tY 251 NOS HEMOS COMO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! (IV) (Versin libre de unas fiestas elderas que fueron muy importantes y que hoy se han diluido en el polvo de lo vulgar y falto de tradicin) C onoc a todos los personajes que menciono en estas cancioncillas y especialmente a las de esta ltima citada, y algunos de el los fueron ami gos mos. Incluso conoca al autor de la letra, que se aprovech de la euforia que tenan casi todos ellos en aquel da de Procesin ya que se empe aron en cantar saetas y a tal efecto se subieron al mirador de la casa de la Chiqueta en la Plaza de Abajo y cuando apareci la Procesin empeza ron a querer cantar, pero tan destempladamente que fueron inmediatamente expulsados de la casa, pero a aquel incidente sin ninguna importancia le sac punta el autor de la letra, que no cito por res peto a las personas. Si algn nombre aparece aqu lo hago con el mximo respeto y hasta tengo la seguridad de que si existe alguno de ellos se rei r a gusto recordando su juventud. En esta nuestra vida todos en la juventud, mucho o poco, hemos hecho tonteras que luego, a lo largo del tiempo, se suavizan y hacen rer a los padres, aunque en el momento del hecho hubiesen querido romper un hueso. Voy a conta ros, porque viene a cuento, de gamberradas, como se dice ahora, la primera de la que yo ten go memoria. Debera ser yo por entonces bastante chi quitajo todava, ya que an viva donde haba nacido, es decir, en la ltima casa de la calle de Las Virtudes, debajo justamente del puente del Castillo. En la acera de enfrente, entre la casa de los Crevil lente, que apuntalaba el otro extremo del puente de subida al Castillo, de mi ta Salud, que esto no lo recuerdo muy bien, viva una familia oriunda de la parte de Murcia, que se llamaban los Esmigaos. Este sambenito parece ser que lo 252 traan de algn ascendiente de ellos de malas pul gas, que cuando se incomodaba con alguien le de ca: Te voy coger y te voy a dejar esmigao!. Y con los Esmigaos se quedaron. Sin embargo se trataba de muy buenas personas y nuestras fa mi l ias mantenan buena amistad. Por San Jaime y Santa Ana, que eran por en tonces los dos nicos das de vacaciones que te nan los zapateros y dems gremios en Idella, acordaron ambas famil ias ir un da al Chopo para pasarlo con la naturaleza, en aquel entonces agradable sitio. Las personas mayores no estaban de acuer do en ir al Chopo o al Chorrillo, y aqu viene una aclaracin muy necesaria para mis coterrneos que me lean. Yo ya s desde temprana edad que en todos los documentos oficiales que hablan de nuestro trmino y sus distintas partidas al Chorri l lo se le denomina el final de nuestro trmino con Sax. Pre cisamente en un pequeo otero que all existe, que entonces estaba adornado con algunos pinos, y en su base junto al Vinalop, haba una fuente cilla de la que seguramente tom su nombre. Sin embargo, para los habitantes elderos de la parte vieja del Chorrillo era el Molino del Ba rranquet y el Chopo era el de ms arriba del ro. Es decir, eran dos sitios distintos. Algo parecido a cuando los elderos dicen ir al ro en todo su re corrido y los de la parte vieja lo denominaban de varias formas diferentes. Lo hago constar para que el diablo no se ra de la mentira y se crea que los pjaros maman. Y termino con esto: Nadie! Nadie! de la parte vieja nombr al Chorrillo cuando quera ir al Chopo. Esto demuestra lo que he escrito sobre esta cuestin. La de alba sera cuando las dos familias co menzaron a moverse junto a sus chiquillos y bas timentos de baca, con direccin al Chopo, va ca mino de Monastil y luego ro arriba, gozando de las cercanas del agua, aunque en esto no haba con senso total, pues alguien deca de ir por La Torreta, pero se desech la idea por el aquel del puerto que haba que subir por el camino de Sax. Al Chopo llegaron por fin los Pajaricos y los Esmigaos, con ms ganas de acostarse que de otra cosa por el largo camino, pero los ma yores comenzaron a organizar el sitio junto al chorrico de agua y a preparar el almuerzo, mien tras la grey infantil dormitaba a la sombra que en aquella hora daba el otero en cuya base estaba aquella fuentecilla. Todos los trastos y cestas con la comida los colocaron arriba entre dos pinos, para que estuvieran a la sombra, y entre los su ministros de boca haba dos grandes melones de agua (en la parte vieja eso de sandas era arameo), que colocaron en la base de uno de los pinos. Pronto me espabil del cansancio y, como de pequeo ya pareca que tena sntomas de aven turero, se me ocurri subir otero arriba buscando aventuras. De repente puse mis pecadores ojos en los dos orondos melones y se me vino a la mente algo genial, ver cmo rodaban otero abajo hasta dnde se encontraban las dos familias. Y, efecti vamente, bajaron rodando y hacindose cisco, con gran susto mo y gran indignacin de todos. NOS HEMOS COMO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! (V) (Versin libre de unas fiestas elderas que fueron muy importantes y que hoy se han diluido en el polvo de lo vulgar y falto de tradicin) S e forma una especie de consejo de guerra en tre los Pajaricos y los Esmigaos. Mi pa dre quera ponerme el culo como un tomate, mien tras que el to Nicandro (que as se llamaba el to Esmigao) deca que lo mejor era hacerme co mer los restos que haban quedado esparcidos por la pendiente, incluidas las cscaras, pero mi bue na madre me defendi a capa y espada y nada me ocurri. Y es lo que le deca algo ms tarde a mi padre el to Nicandro: Mira, Manuel! Los chi quillos tienen que ser traviesos o tontos, as que djalo como est y no hagas caso. Aunque en un aparte mi padre me dijo: Vete despidiendo has ta el ao que viene de los melones de agua y de los melones de olor, que este ao ya no los gus tas!. Y sta fue mi primera gracia tipo gambe rro que recuerdo. Qu les ha parecido Pero ya es hora de volver a las inventivas de nuestros coterrneos, sobre todo por fiestas de monas, cuando regresaba al pueblo cantando y bailando. Como ya he dicho, podra citaras docenas de ellas (a las cancioncillas me refiero), con ms o menos gracia, pero no deseo cansaros con mis recuerdos de juventud. Adems, me queda la ms importante y es precisamente la causa de este bo drio monero. Por lo tanto, abandono mi juventud y me convierto en seor mayor. Una cierta tarde de otoo de los aos sesenta me fui como haca todos los das al Casino Eldense para alternar con mis amigos, pero sobre todo para establecer conversacin con personas de ms edad que yo, pues me haba entrado el gusanillo de reunir datos y pormenores de cosas de mi pue blo, lo que era una obsesin ma de haca muchos aos. Buscaba siempre la compaa de personas como los conocidos Emilio Rico Albert (Lechuga), Jos Amat Snchiz (Corazn Santo) y hasta un don NOS HEMOS COMIO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! 253 Manuel Amat, descendiente del historiador de Elda don Lamberto Amat. ste viva enfrente del Casino eldense y me contaba un da que a l le lla maban El Seoret. Como es natural, yo me enriqueca con las charlas de aquellos queridos coterrneos y me rea muy a gusto con las ocurrencias de Emilio Rico y sobre todo las de Paco Candelas, que si se hu biese de verdad dedicado a la profesin de artis ta de teatro hubiera dejado en mantillas a toda la plyade de cmicos espaoles y no exagero nada. Durante mi travesa del jardn iba pensando en todo esto, pero sobre todo en Paco Candelas. Un actor aficionado de una comicidad natural que, con gestos verstiles en su cara, daba gozo verle y orle. En fin, todo un personaje que tena su arte teatral de aficionado como he dicho. Entr al saln bajo del Casino por la puerta del jardn, pero no s si por temprano o por lo que fuese, all no haba nadie en el sitio acostumbrado de la tertulia. Sin embargo en el rincn junto a la repostera, haba un seor al que yo conoca bas tante bien y me dije: Pepe! Este eldero de ca tegora es posible te ayude en tus manas de ate sorar recuerdos y cosas viejas de tu pueblo. Y haca l me dirig, sentndome a una distancia prudencial, pues dicho seor estaba leyendo algo y no quera molestarle. Hubo un momento en que desech la lectu ra y me dirigi su mirada, y entonces aprovech la ocasin para entablar la conversacin desea da por m. Buenas tardes, don Francisco! Si gue usted bien, le dije. Oiga! Nos conoce mos de algo usted y yo, me contesto. S, don Francisco, s Yo le conozco muy bien y es posible que usted tambin se acuerde de mi, si no le mo lesta mi conversacin. No, por Dios, no! Ha ble lo que quiera y sobre todo, dgame de qu y cmo me conoce, como dice. Pues all voy con su licencia y espero complacerle en el inte. NOS HEMOS COMO LAS MONAS Y NO HAN SIDO DE CEMENTO! (y VI) (Versin libre de unas fiestas elderas que fueron muy importantes y que hoy se han diluido en el polvo de lo vulgar y falto de tradicin) S e trataba de la para m grata persona de don Francisco Vera Santos llamado corrientemen te Paco Vera, Tuvo usted un hermano, mayor que usted, llamado Santos Vera Santos que viva, cuando era yo un chiquillo, en una casa -chalet si tuada en la avenida Chap esquina a las casicas de Pesahumos, con un jardn delante del cha let que daba a esta avenida, y tena usted dos so brinas, hijas de este hermano, que se llamaban y supongo que an se llamarn Hortensia y Ma ravillas. Y otro hermano llamado Eloy, y usted fue un gran fabricante de calzado que tena su fbrica subiendo a la estacin a la derecha y junto a la 254 fbrica su casa -chalet tambin. Adems tena usted un chfer que se llamaba Ismael y que es taba casado con una prima hermana ma por parte de madre que an se llama, gracias a Dios, Concha la Pajarica. Son ciertos estos detalles, don Francisco Si es verdad, dijo mi interlocu tor, pero yo a usted no le he visto nunca ni le re cuerdo de nada. Bueno don Francisco, voy a ayudarle un poco dicindole que ahora no me co noce porque yo sal de Elda en el ao 39 y he vuelto hace poco tiempo, pero voy a retroceder en el tiempo y es posible que algn chispazo acuda a su memoria. Recuerda usted cundo era un mo zalbete que por Elda iba un ciego vendiendo pe ridicos al que l lamaban Gaspar el Ciego Pues el chiquillo que le serva de lazarillo era yo, pero aunque en su casa me compraron alguna vez los peridicos es muy posible no recuerde algo de esto, pero voy a acercarme un poco ms en el tiempo y aqu si es posible se acuerde de m. Esto ya entra dentro del recuerdo de su chfer casado con una Pajarica a cuya dinasta pertenezco con gran orgullo y digo como aquel cursi: Honra y prez! En los primeros aos de la dcada de los treinta una noche que era el da 3 de octubre vs pera de su santo, son en la puerta de su casa los compases del pasodoble de La Bejarana y era una serenata destinada a usted. Sin terminarse los compases de esta bonita meloda, se abrieron las puertas de su casa y nos invitaron a entrar para agasajarnos por el detalle de la serenata, como era la costumbre en aquellos tiempos Su distinguida esposa, muy amable y defe rente, nos introdujo en un comedor donde ya ha ba una mesa repleta de viandas variadas para la ocasin de su onomstica. Cuando ya habamos comido bastante y bebido lo nuestro nos dispon amos a tocar La Gracia de Dios, un precioso pa sodoble, para despedirnos y, en aquel momento, apareci usted en bata al que con toda seguridad le habamos reventado el sueo aunque su aspecto era muy agradable y risueo. Pues el mozo que di riga aquel la orquestina de su serenata era yo. Le ha recordado alguno esto. Pues s, hombre, s. Algo me recuerda tantos detalles que me ha dado, pero bueno, Usted quin es Cmo sabe tantas cosas como me ha contado Pues mire usted don Francisco, yo me llamo Jos Jover Gonzlez, na cido a la vera del puente de subida al Castillo y de la conocida dinasta de Los Pajaricos, y me gus ta aadirme en la intimidad de La Horteta y Gil de Alczar por el aquel de presumir de los segundos apellidos de mis queridos padres, pero usted pue de llamarme simplemente Jos o Pepe, y si conozco tantas cosas como usted ha dicho es porque ten go de siempre la mana de recopilar dichos y vi vencias de nuestro pueblo, incluidas canciones de dicadas a personas y entidades, y usted ya sabe que en Elda para eso se pintan solos a la hora de sacudirle el mordichol a alguien. S, hombre, s, querido amigo y perdone el tratamiento (me dijo don Paco). Si yo le contara que en una ocasin me endosaron unas palabras que cantaron en unas fiestas de monas. No siga, don Francisco (le dije), conozco la cancioncilla pues era un da del Santo Negro y la o canturrear cuando pasbamos por la puerta de su casa. Por aquellos das los ope rarios de su fbrica estaban en huelga verdad. Claro que es verdad, pero de eso a decir que yo haba dicho que aquel ao se iban a comer las mo nas de cemento porque no trabajaban va un abis mo. Bastante tena yo con no poder atender el mo vimiento de mis ventas y los clientes. Usted cree que yo poda decir aquella barbaridad. Tran quilo, don Francisco, que yo nunca cre en eso, pues una de tantas cosas que ocurren en Elda y luego busca al que los invent. Asi somos aqu y ahora despus de tantos aos hasta parece que tiene algo de gracia eso de: Nos hemos como las mo nas y no han sido de cemento! Despus de or aquello, Paco Vera como le de camos cariosamente se qued un instante pen sativo y serio, y luego apareci una leve sonrisa en su cara que pareca hacerle feliz en su recuerdo. Por mi parte me desped de aquella persona ofre cindome para lo que quisiera, y me fui a la otra pea de viejos amigos para seguir atesorando frases y otros detalles de nuestro pueblo para enriquecer mi particular tesoro de vivencias el deras. Desde Alicante, 1992 255 EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (I) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) S iguiendo la estela de otros caminos recorridos anteriormente, ahora le toca a ste, que tiene la singularidad de que se asoma al valle superior, donde tambin tenemos gratos recuerdos, no slo de nuestro trmino municipal, sino de todo el va lle de Sax en su conjunto. No s qu resultar del trnsito por este ca mino, que por su especial peculiaridad habr de desdoblar, dada mi avanzada edad, para recorrerlo a placer y ajustarme a su carcter, mixto de ca rretera y camino. As que le echaremos pichn a la cosa como dicen en Venezuela y veremos lo que tardamos en llegar a las Casas de Camara. La idea de plasmar el recuerdo de este ca mino en estas cuartillas parti de un sucedido de hace muchos aos, cuando yo tena muy pocos. Su cedido que paso a relatar desdoblndome, como he dicho anteriormente. Un domingo de mayo me encontraba en el porche de mi casa despus de la comida, entre tenido en recomponer una moto de juguete que se hallaba rota y arrinconada haca mucho tiempo. El motivo de mi ocupacin para un chiqui llo de mi edad yen domingo era el enorme agua cero que haba estado cayendo desde las once de la maana. Por tal causa, todos los de mi casa es taban durmiendo la siesta. En un momento de mi entretenimiento escu ch cmo se abra la puerta de la calle y, aso mndome a la ventana, vi a mi padre salir a la ca lle y quedarse mirando al cielo, que en aquel momento ya se encontraba limpio de nubes y con un sol radiante. Entr mi padre en casa y poco despus oigo que me dice: Jos! Te vienes conmigo. Cscaras! me dije. Pues claro que quie ro!. Pues pens rpidamente que tenamos visita a La Jaud, y a la finca de mi to Alfonso, arriba en la meseta de Bateig. La de La Jaud poda ser fructfera, pues al gn arrope quedara en casa de mi padrino Jos 256 Pansilla y la de mi to Alfonso por el placer de su bir a la montaa y recorrer aquellos andurriales. Todo esto lo pens mientras bajaba a saltos las escaleras de mi casa y cuando llegu abajo vi a mi padre compuesto para el paseo y con un chirimbolo que me llam la atencin. Seguida mente paso a explicar lo que era esto que yo lla mo un chirimbolo. Pues era, sencillamente, una caracolera, es decir, un utensilio confecciona do con soguilla de esparto sin machacar, de for ma ovoide, como un meln de olor de tres o cua tro Kilos, totalmente cerrado menos por un extremo que tena una pequea abertura que serva para meter los caracoles y de donde ya no poda sal ir, pues la forma de su construccin se cerraba al se parar los dedos del agujero. Algn eldero re cuerda haber visto estos chismes alguna vez Se me olvidaba decir que el chisme en cuestin te na adems una especie de correa, hecha con el mismo material, que serva para llevarlo en ban dolera. Adnde vamos, padre le pregunt a mi progenitor al salir a la calle Vamos a coger ca racoles a La Lobera, pues con el chaparrn y el sol que ha salido andarn los serranos dndose bue nos paseos por el monte. Asi que dile a tu madre que te vienes conmigo y vmonos enseguida. As lo hice y salimos arreando, Camino de la Estacin. Yo no llevaba nada de impedimenta, pero mi pa dre s llevaba algo. Entre otras cosas, aparte de la caracolera, en bandolera un pauelo con merienda, sujeto al hombro por el Verde limn (bastn),que siempre llevaba consigo cuando sa la al campo, que era en todos los momentos en que no estaba trabajando en sus tareas del trein ta al tres, pues era zapatero de profesin. Pero qu casualidad: el Verde Limn que siempre le acompaaba en sus correras de pasear por el campo en el valle o cundo iba a cazar el perdi gote a los montes del entorno, es el mismo que ahora me ayuda a mi para desplazarme de la co cina al comedor de mi casa. Tiene su historia este garrote: algn da la contar, si Dios quiere, pues ha recorrido medio mundo conmigo. Como el recorrido del camino vendr des pus, me limito de momento a llegar al sitio del monte de donde viene el recuerdo motivo de este trabajo. Remontando el puerto de La Torreta tomamos a la izquierda y pronto estuvimos en lo alto de La Lobera, buscando los simpticos caracoles se rranos. A ms de uno se le ocurrir pensar que no estoy en mis cabales por escribir lo de caracoles en La Lobera, pero s, seores coterrneos, all es taban en los aos a que se refiere la narracin, exactamente lo mismo que estaban los barba chas en la olmaca de la ta Pura, detrs de la calle de La Tripa. Por entonces, la flora y la fau na eran abundantes hasta la primera casa del pueblo. Jos! Nos cojas los blancos, que esos son judos y no valen me deca mi padre. Y cuan do veas uno serrano, fjate bien, pues casi siem pre van en parejas. Date prisa y no te vayas a caer Mira por dnde andas. 4 4 EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (II) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) Y o estaba mirando entonces, pero era el valle su perior y all abajo vea correr el tren correo que estaba a punto de entrar al tnel. Cuntos has cogido Jos me grit mi padre. Hala vmonos que pronto oscurece r, y por el monte no se debe caminar de noche. Me acerqu a mi progenitor y le ense mi bo tn. Cinco hermosos caracoles serranos!, de los cuales dos estaban vacos, as que fueron tres los que entraron en la caracolera. Mi padre cogi bastantes, cosa muy natural pues l era vetera no en estas lides y yo un simple mocoso, pero contento, y tomamos el camino de vuelta a casa y de aqu ha salido el guin que veris, si tenis paciencia, del Camino de Camara por la Cuesta Bodega, para lo cual tengo que desdoblarme otra vez pues en el recuerdo la verdad es que lo reco rr bastante mayor ya. Aqu me sacude una fuerte duda de si no es tar abusando de eso del desdoblamiento de la personalidad para componer historias esotricas. El caso es que me paso el tiempo inventando his torias y a dedo me las coloco en el cuadro de mis meritos literarios. Estoy lleno de ttulos de inven tor y de algunos ttulos ms sofisticados. De los primeros slo citar el que ms feliz me ha hecho de haberlo inventado. De los inventos el Retablo Singular de Probos Elderos! Y de los ttulos rea les el de Cohetero Mayor del Pueblo! y el de Cro nista de Elda en clave de humor! Uno concedido en su da por la primera autoridad municipal y el otro por la prensa local. De todas formas los unos y los otros no estn homologados as que estn en precario todos ellos, pero como ya va siendo hora de emprender el camino de Camara vamos a ello y que Dios nos ayude. Aquel domingo de la ya bastante avanzada primavera, me despert muy temprano no s por qu. El caso es que me puse a pensar un poco y me dije: Pues heme despertado pronto, aprove char el da para darme un paseo hasta Camara donde me han dicho que venden una bandurria muy buena de uno que quera aprender y lo ha de jado. Pues arriba, Jos, que ser un buen paseo y a lo mejor aprovechamos el da. En ltima ins tancia cogeremos cantueso. Sal a la calle dispuesto a la marcha y me en contr a mi madre barriendo la calle y regando una maceta con una fucsia que era la envidia de la ve cindad, la cual al verme temprano y domingo me pregunt que dnde iba. Le contest lo que traa entre manos y me pregunt: Y te vas sin de 257 sayunar Espera un poco y te hago las sopas (caf o malta con leche de cabra y un rosco de tres un real) Djalo madre, voy al caf de Severino ah en la plaza de arriba y tomar algo. Bue no, bueno, hijo, lleva mucho cuidado y no tardes. En el bar citado ya haba cuando entr bas tantes parroquianos tomndose un calentico y me llam la atencin dos seores que se acerca ron al mostrador y uno de ellos le dijo a Jos Ma ra, el hijo mayor de Severino: Oye, danos una puntica. Luego result que la puntica era una absenta que me parece llaman pernod en Fran cia. El caso es que pensando en aquello se me fue el santo al cielo y me puse a pensar que el bar de Severino deba tener por la parte del corral una sa lida a la placetica de San Pascual porque siendo yo bastante pequeajo nos metimos varios chi quillos por una puerta del corral y nos encontra mos con un barril lleno de unas olivas muy gor das dispuestas para consumir: Chist, chist. Vaya hombre ya tengo aqu a Rabogato. Qu te pasa ahora Nada, seor de la Horteta. A mi no me pasa nada, es que tiene usted que ir a Camara y an est comiendo olivas. Est bien seor Ra bogato. Gracias por el aviso, ya me voy ensegui da y no me moleste mucho en el camino pues tengo muchas ideas que pugnan por salir y ya ver cmo me las arreglo. Campante suba aquel da camino de Ca mara, va carretera de la Estacin y en el co mienzo poco se poda decir. A la derecha la Casa Plaza o del to Piculilla con la fbrica de hormas de Aguado y la fbrica de muebles de don Pedro Amat y a la izquierda las casicas del Sevillano y en medio de la carretera y el camino la finca del Beato. Luego la vieja Estacin y tira parriba. EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (III) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) Pi A l pasar las vas y remontar un poco el camino se vea a un lado y otro la llanura que llega ba hasta La Torreta. De edificaciones slo se ve an dos: la casa del to Isidro el del Santo Negro y bastante arriba estaban construyendo un cha let de un tal Talega. No sabis quin era Pues un seor de casi dos metros de alto con su buena racin de Kilos de peso. S, hombre! Aquel que un ao en la funcin de don Juan Tenorio hizo de doa Ins y cuando se la lleva al huerto el bueno de don Juan tuvieron que llevarla con una carretilla. Qu tranquilo se quedara mi admira do don Emilio Rico Albert cuando escribi aque llo de: Buscando yo, como vos, caracoles en la sierra!. S, estos prrafos son de aquella funcin donde sala Talega de doa Ins. Bueno, me de jaba a la derecha las casicas de cemento que es taban en fase de inicio de construccin. Pero aquella llanura en aquel tiempo era una esmeralda de verdor. Totalmente poblada de 258 vias a un lado y otro del camino y un verdadero regalo para los ojos. Me apresuro a subir el puerto ya que el da vie ne caliente y quiero llegar arriba para refrescarme un poco y admirar los dos valles a mis pies. Efec tivamente arriba en el centro del desfiladero me vuel vo para contemplar en l Elda con tantos recuerdos gratos, luego me vuelvo a mirar el superiory me ocu rre lo mismo pero no s por qu tengo la imperiosa necesidad en este, de dejar salir mis pensamientos que me estn pidiendo libertad. Pues nada, queri dos recuerdos, volar hacia el confn del presente, que si me entretengo mucho ya vendra mi compadre Rabogato a despertarme del xtasis. Mira por dnde me ha despertado el xtasis algo que no esperaba. Me acaban de entregar el ltimo Valle de Elda, de fecha 23 de octubre, y en la segunda pgina del peridico me encuentro con la desagradable noticia del fallecimiento de un gran amigo. Por Vidal Alonso: Envo: con el permiso de la direccin de este ya vetusto peridico semanal pongo de manifies to que don Jos Vidal Alonso, que siempre fue uno de mis mejores amigos, me ha hecho la gran faena de dejarnos cuando precisamente lo tena anotado para una nueva serie que se titular D.M. Personajes elderos de grato recuerdo aunque cuando escriba la tal serie ya no ser lo mismo pues mi amigo ya no podr leerla y mi nimo ser ms bien un tanto triste. Pepito el Sastre, como cariosamente le llambamos toda nuestra panda de amigos, fue una gran persona y para m aunque nunca se lo dije era algo ms. Era Pepe Sonrisas, pues nunca le vi alterado en nada y siempre amable y dispuesto a complacer con su inimitable estilo el dero todo aquello que l pudiera resolver. Adems fue un gran profesional de la sastrera y a mi me visti desde tiempo inmemorable siempre con la misma seriedad y dil igencia. Tambin tena un gran fondo de humor, y recuerdo que en una oca sin organizamos los amigos una fiesta y nos confeccion unos trajes de tela verde -azulada que parecamos un ballet americano. La gente rea mucho al ver tales atuendos, pero el que ms se rea era Pepito el Sastre, autor de tales vesti mentas. Para m particularmente el traje tuvo un final digno de recordar. Se organiz en el Teatro Castelar una vela da a beneficio de no recuerdo que entidad elde ra y me comprometieron a subir a cantar tangos, que por entonces hacan furor, y yo precisamen te no haca mucho tiempo haba regresado de Bar celona donde, en compaa de otros argentinos, haba actuado por algunos pueblos de los alre dedores con xito variante. Unas veces nos tira ban tomates y otras pimientos o cualquier otra hortaliza. El caso es que yo le dije al amigo Pepe Vi cedo, que tambin le gustaba aquello de tanguear, si quera acompaarme en el espectculo y se brind a la idea. El acompaamiento lo pona yo con mi guitarra y adems contbamos con el concurso de mi amigo Ramn Coronel Gorg al piano. Bueno, la funcin fue un gran xito. No se nos oa ms all de la tercera fila de butacas, pero fue un gran xito hasta el extremo de que empezaron a caer en el escenario monedas de aquellas de co bre tan pesadas. Nosotros creamos que tiraban dinero por nuestro buen cantar, pero cuando yo vi una moneda de aquellas pegaba de canto en la guitarra le dije a mi amigo Vicedo: Pepe, vamos a terminar que nos van a escalabrar! y all se acab nuestra actuacin, siendo despedidos con gran pateo y profusin de gritos. 9-10 EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (IV) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) S i, mi amigo fue un gran muchacho conocido en todos los mbitos de la ciudad. No me ex tra cuando llam por telfono a la que fue su es posa Paquita Tordera, y me dijo que haba ido al entierro todo el pueblo. Fue mucho eldero de pro Pepito el Sastre. Lo menos que puedo hacer yo es escribir estas cuartillas de despedida y recordar lo siempre. D.E.P. Pero la vida sigue, amigos, y all estaba yo, en el centro de la trinchera que forma el camino partiendo en dos las montaas. A un lado La To rreta y al otro La Lobera, y al avanzar en mi ca minar me detuve una vez ms para admirar el va lle superior en toda su extensin. All abajo, a mi derecha, el pobre Vinalop, otrora rezumando vida vegetal de tarays, juncos y otras especies, y siguiendo su curso llego al Molino del Barran quet, donde me tengo que detener, una vez ms, pues aqu los recuerdos llegan hasta mis ante pasados. 259 Por all apareci un buen da mi bisabuelo pa terno para realizar no s qu trabajos en el moli no de fabricar papel de estraza, y al que en su si tio de nacimiento llamaban El Aragons, siendo como fue cataln por los cuatro costados. Ya he contado creo alguna vez por que le colocaron ese sobrenombre. Claro, se llam en vida Jorge Jover Junwell y ya me dir usted, con tres jotas en su nombre completo, si no estaba bien puesto. Por lo tanto, y para que quede constancia del hecho, digo con nfasis que sus descendientes no fueron pa jaricos, sino Aragoneses. Por lo que a m respecta, con el mismo orgullo llevo uno que otro. En cues tin de principios. Sin embargo, este remoquete se perdi y qued otro del que yo en mi niez tuve ocasin de escuchar. Fue una tarde, siendo yo muy pequeo, y me encontraba en la puerta de mi casa jugan do con otros chiqui llos. Y en aquella ocasin l le g mi padre cargado con el saco de zapatero lle no de hormas, cortes y todos los ingredientes de su oficio. Vena de cortar su tarea de la fbrica que tena El Visn, padre de mi a migo Joaqun Vera El Chimo, en la calle de San Roque. Una veci na de la cal le, al verle entrar a mi casa tan car gado, le dijo a otra: Buena tarea hoy seor Ma nuel el Pajarico. A lo que la otra retruc: No. El seor Manuel no es Pajar/co, la Pajar/ca es Mara Dolor, su mujer, y Pajaricos son sus hijos, pero l es Manuel el de Toscana, lo mismo que sus her manos Alfonso y _Maquina, todos ellos son de Tos cana, y parece ser que les dicen as porque vivieron por all sus padres o abuelos. Esto es igual que a ti te llaman Hortensia La Cana y tu padre no tie ne nada que ver con eso, porque La Cana es tu madre, has comprendido Y efectivamente, por all por Toscana (Las Ca adas), anduvieron mis antepasados y no s por qu en el presente no quedaron rastros de mi fa 260 milia paterna en forma de algn bancalino o al guna higuera al menos; seguramente la epidemia que se llev a todos mis abuelos el siglo pasado en 1885 se llev tambin los bancales y hasta una casita que parece tena muy cerca de Las Ba rrancas. Mi padre me llev algunas veces por all acompaando a un primo suyo llamado Vicente Gil Alcaraz, el cual era el padre de Vicente Gil, que pri mero fue maestro de escuela y luego fabricante de calzado. Esta fbrica estuvo enclavada donde hoy est el cine Lis y, como digo, el primo de mi padre tena por aquellos pagos alguna finca. Qu cambio ha dado todo aquello! Cuando yo iba con mi padre por aquel rincn del Valle era una gloria de fincas bien cuidadas desde la casa Costillares hasta el fondo de Las Barrancas, y en el fondo de este mar de bien cuidadas fincas, la ms importante de todas, la Casa el Tite, con su pequea ermita a pocos pasos de la casa, que si no recuerdo mal, le llamaban la ermita de Los Do lores. Hace un par de aos, en viaje que hice a Elda, le dije a mi sobrino Jos Hernndez Jover que me acercase a visitar aquellos parajes y me jor no lo hubiera hecho. Abandono total en aque llas tierras tan valiosas, as como la gran casa, y no digamos nada de la ermita en su estado de rui na y abandono, hasta el enorme olmo que haba a la derecha de la casa, como a diez metros de la fa chada. All esta su grueso tronco tumbado y sus dos brazos que yo conoc verdes y l lenos de pjaros pa rece clamar al Cielo el incomprensible abandono. Mientras tanto avanzan un poco ms abajo las in dustrias, El Matadero y seguidamente el nuevo cementerio. Ya habis acabado con el Valle, el deros! Ahora slo os resta dejar que pongan todas las basuras en la meseta de Bateig, y vuestros des cendientes estarn respirando heces toda la vida. EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (V) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) B ueno, dejemos los tristes recuerdos, que to dava estoy en La Torreta, y tengo que llegar a Camara, pero antes de perder la visin de mi Va lle me vuelvo y ya slo veo por la pendiente mi montaa sagrada. Bateig! Pues mira por donde, su visin de al parecer tan triste destino me pone otro obstculo en la narracin, pues tengo que co mentar un trabajo aparecido en Valle de Elda, con fecha 16 de octubre pasado, titulado Sea les de identidad, y firmado por mi lejano pariente don Jos Ochoa Gil, abogado y eldero de pro. Y aclaro. Para que este seor no crea que le ha sali do volando un pajarico como pariente de ma tute, toma buena nota del rbol genealgico ese. El abuelo de tu querida madre se llam Vicente Gil Alcaraz y mi padre Manuel Jover Alcaraz. Fueron primos hermanos. Vete bajando por el rbol y ve rs al padre de tu madre, Vicente Gil, y aqu en tris los Ochoas, muchacho. Creo que le llaman a eso parientes colaterales, no Bueno, yo no es que entienda mucho de esto, aunque t, como doc to en Leyes, ests al cabo de la calle. El caso es que yo me siento muy honrado con tal parienta, si no estoy errado, y si lo he mencionado es por dos razones. Por tu trabajo citado, que por cierto has dado en el clavo, y por la aficin que tengo a su birme a los rboles genealgicos, por el sano goce de descubrirlos. Bueno, pues siguiendo el hilo de tu trabajo que, repito, es algo que, si los elderos de hoy no asimilan y evitan el dislate de Bateig, van daos sus descendientes. Yo, lo mismo que t dices, he dejado la se al de identidad en ms de medio mundo. Soy de Elda, el pueblo de los zapatos! Esa ha sido siem pre mi tarjeta de presentacin. Si tuviera que presentarme ahora tendra que decir: S, hombre, soy de ah, de donde depositan todos los detritus comarcales! El nombre de mi pueblo me dara ver genza decirlo. Estoy bajando la cuesta de la umbra de La Torreta y por segunda vez presiento la intervencin del msico ese de mi duendeci llo Rabogato. Pues, efectivamente, aqu est dispuesto al parecer a darma el da. Tranquilo, seor de la Horteta! Slo deseo, advertirle, con su mejor parecer, que no debe dejar las ideas salir a borbotones en detri mento de su salud y agotamiento. Ya puede ver cules son mis buenas intenciones! Est bien, est bien, amigo. Le agradezco la intencin, pero si lo hago de esta manera es porque la correa de mi vida ya hace mucho tiempo sali de la polea im pulsora y se acerca a la receptora que es el fin, y antes de Cascar deseo dejar salir miles que ten go y que no quisiera llevarme conmigo, y tenga us ted en cuenta que entre ellas est el Dicciona rio Zapatero Comentado y no s cundo ver la luz No se preocupe, seor de la Horteta, que an tiene que escribir un hermoso trabajo para el ex traordinario que sacar a la calle el Valle de Elda en el cuarto centenario de la llegada de los Santos Patronos de Elda, as que ya ver usted. Desde luego las animosas palabras de mi duende particular son como un blsamo en mi es pritu, aunque yo dira como aquel al que su mu jer le dijo un da: Y ahora, para que te chinches, te dejo y me voy a casa de mi madre!. El retru c seguidamente: No caer esa breva!. Bue no pues lo mismo digo en cuanto a eso del cuar to centenario y remato que ser lo que Dios quiera, pues a ser por m ahora mismo lo firmara y aa dira en la rbrica las tres jotas del nombre de mi bisabuelo. 261 EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (VI) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) S igo la cuesta abajo en la curva que cit ante riormente me separo de la carretera para em prender la larga subida de la Cuesta Bodega. Pero antes hay un trecho llano hasta llegar a una hondonada que sube a la izquierda del camino ca rretero y que lo cruza hasta perderse en los llanos de la derecha. Dicha hondonada sube rodeada de bancales de una tierra suelta que en aquellos aos de mi infancia estaban esmeradamente cuidados, has ta llegar en sentido Sur a lo que podramos decir la conjuncin de tres montaas. A media distancia de la carretera, entre el ini cio de la bajada del puerto y la curva que hace a la derecha, abajo en el llano y de donde arranca el camino de Camara, que es donde en realidad comienza la Cuesta Bodega, se hallan, a unos me tros de la carretera, en las faldas de La Torreta, dos buenas edificaciones. La ms principal de ellas y que est ms al Oeste, es una casa estilo suizo, porque est escalonada en el monte, con distintos niveles de habitabilidad. La segunda edificacin es un perfecto hrreo asturiano -galaico y est ms al Noroeste, como a unos cincuenta me tros de la primera. Qu por qu conozco yo tan tos detalles de ellas Pues muy sencillo, hombre, porque aquello lo hizo construir mi pobre amigo, que ya se nos fue, Gabriel Poveda. El pintor de Elda. El artista de los grises sublimes, que para dar un tono ms opaco a este color dej dicho que sus cenizas fueran esparcidas por los montes del valle y as, al mezclarse con los verdes, ocres y ro jizos, compusieran el color que siempre fue su nor te artstico. Pas muchos aos en su finca con l y su en cantadora esposa y era muy feliz mi amigo con servando la flora y la fauna del entorno de su chalet. Pero lo que ms me llam la atencin era una plantacin que haba conseguido de poleo real, en unas peas debajo de la casa, al lado del garaje. No s cmo se las arreglara, pero all es 262 taban las maticas de poleo, que cuidaba con gran dedicacin. Por mi parte le plant una higuera un ao, por San Juan, en un bancal cerca del chalet. No s qu habr sido de ella, pues me vine a esta ciudad de Alicante y aqu me enter de su falle cimiento. Al final de La Torreta, Los Altos del Marn y el monte de Camara, desde donde se divisa el valle de Elda con una visin diferente a la de cualquiera otra altura de las que rodean el valle. La umbra de Boln al fondo y, tapando esta montaa, toda la perspectiva del valle de Elda. Es aquel un paraje soberbio y maravilloso, en tre tres colas de montaas, formando un peque o valle encantador. Se lo brindo al concejal que dijo la peregrina expresin de que la meseta de Ba teig era un valle rodeado de montaas. Bueno, eso tambin lo le en algn peridico provincial, dicho por algn sabihondo de la Diputacin de Alican te. As que ya saben. Puestos a convertir nuestro frtil valle del Elda, en el basurero comarcal, aprovechen este lugar citado, que s que es un va lle rodeado de montaas. Y aprovecho la ocasin para hacer mos los Me duele! que le en el dia rio Informacin de Alicante, firmados por don Jos Ochoa Gil, licenciado en Derecho, con fecha 25 de octubre pasado. Pero me vuelvo a la Cuesta Bodega para ini ciar la subida hasta el casero, rodeado de can tueso con sus moradas y olorosas florecillas, y de tomillo y otras hierbas que por all moran. Cuan do llegu a lo alto me extasi admirando el valle de Salinas, con su serrana a la espalda del lugar y la laguna delante. Este pueblo fue un da pose sin de los que mandaban en el Alczar de Elda, lo mismo que Petrel, segn viejas historias que he ledo y, aunque slo sea por este recuerdo, me es muy grato admirar a los dos. Nos unen fuertes vn culos en la historia, que nadie puede borrar y es pecialmente Salinas ms, pues de alguna forma hace de Samaritana de Elda. Arreglando las piedras de un ribazo, cerca de las casas de Camara, estaba una persona cuyo ros tro me era conocido. El mo parece que tambin era conocido por l, pues al acercarme me solt: Hom bre, si es Joseco, el Pajarico! Qu haces por aqu a estas horas. Pues nada, querido amigo, que me he enterado que por aqu vendan una bandu rria y he venido a verla y si me conviene, a com prarla. Pues no la vas a poder comprar, porque el sajeo que la venda se ha vuelto atrs, ya que dicen que en su casa no le dejan por ser un recuerdo de familia. Pero, venga, vamos a tomarnos un vaso de vino, que hace mucho tiempo que no nos vemos y tengo ganas de charrar contigo y que me cuen tes muchas cosas del pueblo. Bueno, mucho no podr quedarme, pues ya es ms de la una y me dia y fjate a qu hora llegar a mi casa para co mer. No te preocupes por la comida, que eso tie ne arreglo. Vamos a casa y te presentar a mis sobrinos y ya veremos lo de comer. EL CAMINO DE CAMARA POR LA CUESTA BODEGA (y VII) (De la serie Vericuetos aorados del Valle de Elda) L legamos a su casa y me present de esta gui sa a su familia: Aqu traigo a un buen pja ro de cuenta, pero en bueno eh! y dice no s qu de que es muy tarde para llegar a su casa para comer Qu decs vosotros. El muchacho, un tipo muy simptico, se dirigi a su to y le dijo: Que hable sta, que es mas expresiva que yo. Y la sobrina tom la palabra para decir: nosotros hoy decimos que tenemos para comer unos gaz pachos con un cabrito que matamos ayer el cual ha estado orendose toda la noche y que con el consiguiente acompaamiento de unos caracoles serranos, unos pocos guscanos (setas) de via y sus correspondientes especias, estarn para chu parse los dedos. Le gustan a usted los gazpachos as, seor pjaro, como dice mi to Ya habrs visto, Jos, que mi sobrina se ex plica bien me dijo mi amigo y no creo que le hagas el feo de despreciar los gazpachos, no. Nada de eso, amigo mo, tu sobrina me ha con vencido y yo agradezco vuestra simpata y a ver si un da pasis por mi casa y os devuelvo con cre ces vuestra hospitalidad. Lo que siento es no po der avisar a mi madre de que no puedo ir a co mer. Mira, eso tiene arreglo, puedes hacer lo que hice yo con una novia... Pero bueno, eso te lo con tar ms tarde. Ahora vamos a tomar algo para entonar el cuerpo, no te parece. El caso es que nos entonamos bien, nos hin chamos de gazpachos y a la sobremesa les divert tocando algo con una vieja guitarra que tena all mi amigo. Luego salimos a estirar las piernas y es cundo mi amigo me cont aquello de su novia y que yo ya conoca, aunque l me convenci de que la historia no era como yo la saba, pues, como la contaban en Elda, ms pareca obra de una per sona un poco simple que de un ser normal. Esto fue lo ocurrido en verdad: En mis tiempos jvenes, amigo Jos, tuve una novia en Elda a la que visitaba siempre s bados y domingos y alguna que otra fiesta de guardar Un sbado por la tarde llova tanto que yo estaba muy disgustado, pues vea que se frus traba mi visita al pueblo. En casa no paraban de decirme que no me pusiera nervioso que no haba forma de ir a ver a la novia con aquel tiempo, ni menos avisarla de que no poda ir Yo, que por en tonces era un tanto orgulloso y atolondrado, mon t en clera y les dije: Qu no puedo ir a avi sarla Pues vais a ver si puedo. Agarre el caballo, me presente delante de la casa de mi novia y le dije aquello de Amparo! Como hace muy mal da, no puedo venir a vede. Fue slo una explo sin de amor propio, pero tuve la desgracia de que lo oyera una vecina y se form aquella historia que t ya conocas, pero nada de simplezas ni de gai 263 tas. Fue, como te he dicho, una cabezonada de mu chacho contrariado, aunque me cost una moja dura de aqu te espero. Te has percatado ya de la verdad Pues ahora te enterars de por qu rom p con aquella novia y esto no se ha contado nun ca... Una vspera del santo de mi novia pens cantarle una serenata, acompandome con la guitarra y con un amigo de ah de Sax que toca ba la bandurria. Para tal ocasin hasta compu se un verso que deca as: TEn tu puerta planto un pino / y en tu ventana un rosal! / Asoma tu cara, Amparo/que la quiero contemplar!. Ya dispuestos delante de su casa afinamos bien los instrumentos. Yo escuch correrse los cerrojos de la puerta y pens que, a lo mejor, me invitara a entrar y ataqu con todo nimo la can cin, pero no haba terminado aquello de iA tu puerta planto un pino...! cuando sali corriendo el padre de mi novia y me grit: Espera, espe ra! No plantes an el pino, que ha de salir el ca rro!. Sal corriendo hasta Camara y all se aca b la novia. Exactamente igual que se acaba esta his toria, pues era ya bien anochecido cuando llegu a mi casa de regreso con un costalico de cantueso y tomillo, que tanto abundan en la Cuesta Bo dega. Fe de explicaciones y disculpas: Han debido notar mis pacientes lectores el desfase que hay entre edades y lugares de este tra bajito. Ello es debido a que he puesto en l un nue vo invento literario, que yo titulo as: Narrativa indmita en condiciones convexas para desdoblar la personalidad. Lo que en lenguaje corriente quiere decir, poco ms o menos: Arremngate un camal, que vas de riego! !. VALE. AQUELLAS FEROCES CUADRILLAS DE ANTAO (I) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) B ueno, esto de feroces quiz est un poco amontonao porque la verdad es que cuan do mi dilecto amigo Rodolfo Guarinos Amat, en un da de charla me dijo: , Pepe, dinos algo sobre aquellas cuadrillas de chavales de tus tiempos, no se imaginaba seguramente que les iba a en dosar tal sambenito. Por mi especial situacin en el pueblo cuan do fui pequeo y despus mozalbete, pude cono cer todo loqueen aquellos tiempos se conoca en la ciudad a nivel de chavalera y an mayores. Y si a esto se le aaden muchos aos que ejerc de visor especial recorriendo calle por calle, notar el docto lector que s puedo dar de fe en las an danzas de las citadas cuadrillas. Lo de la situa cin citada es debida a que nac en el corazn del barrio viejo, luego me mud a la calle de Pars, al otro extremo; ms tarde me volv al Norte y luego otra vez al Sur, esta vez en una escuelita o cobi jo que hubo en la Avenida de Chap, enfrente de 264 unos bancales que hoy son el Edificio Elda, don de mis progenitores estuvieron un tiempo de con serjes o similares. Mi dilecto amigo, que me dio el pie para este trabajito, ya sabe muy bien la ubi cacin del tal colegio, pues ya apareci en uno de los amenos pretritos. Sin embargo, para el to tal esclarecimiento de la situacin para los que no se aclaren bien de la topografa, dir que este co legio era colindante con una especie de casa cha let donde vivi don Santos Vera Santos, que tena dos simpticas hijas llamadas Hortensia y Ma ravillas y haca esquina con la calle de Pesahu mos. Mejor dicho, callejn, pues no tena salida por la parte del Este cerrada por la fbrica de don Ma nuel Maestre. Me explico Pues a otra cosa, que las cuadrillas esperan sitio en el torneo. Pero an tes, y porque viene a cuento, te acuerdas, que rido amigo, que la tal escuela o colegio tena una hermosa baranda de los bajos al primero que eran los dos pisos que tena la finca Pues en aquella baranda romp yo mis primeros pantalo nes, bajando sin cesar. Ella, mi madre: aoser co, que te vas a caer!.S, s, Joseico; hasta que un da me ca con la gran suerte de que el apren dizaje de paracaidismo se efectu casi a ras del suelo. No pas nada, pero hubo su aquel en mis partes glteas por medio de mi madre enarbolando una alpargata en ristre. Es llegada la hora de hacer historia de aque llas cuadrillas, bandas o agrupaciones de ami guetes de los distintos barrios o lugares de la Elda de entonces. Hubo de todo, regulares, mas broncas, de mejor educacin, todas muy comba tientes, pero casi todas con las mismas armas, esto es, las piedras que facilitaba el terreno de sus batallas. Las ms refinadas usaban hondas que se fabricaban con hilachas recogidas en la anti gua fbrica de las lonas que decamos, situada entre la Rambla de Caprala y nuestro Vinalop en la desembocadura de aquella. Quedan restos de dicha fbrica o tambin se los llev la Rambla de la Historia Hubo verdaderos especialistas en el mane jo de tales elementos de ataque y muchas esca labraduras causaron en las cabezas de sus ene migos. Enconadas disputas por las cosas ms nimias, hacan que la guerra estuviese siempre latente y, adems, porque no haba otra ocupa cin ni divertimento, el tiempo de ocio que dicen ahora, y la sangre herva en las venas de los j venes elderos y ya veis, queridos celtberos; todo se diluy como un azucarillo en los aos veinte, cuando comenz la calentura del ftbol; pero no adelantemos los acontecimientos, porque ya sa bis que cada cosa a su tiempo y los nabos en Ad viento. Voy a narrar concienzudamente la historia de todas aquellas cuadrillas, si no me falla la me moria. Conoc a casi todos los elementos que las componan, desde mis aos cinco en adelante. Sus 400ELIAS CillIDRittAS hL AllfilIVO jefes, lugartenientes y otros destinos, como so plones de uno a otro barrio, y chivatos de calle en calle, pero...cuidado, Joseco: de nombres, nada; eso me lo quedo para mi recuerdo particular por razones claras. Qu mrito y honor sera para el descendiente de un eldero de hoy si se entera de que su padre o abuelo le peg una pedrada al hijo del to Tal, y que le tuvieron que llevar al mdico don Salustiano Villa a que le remendara la cabe za No, no es tico ni razonable que tal hijo o tal nieto tuvieran que enterarse ahora de que su pa dre o abuelo buscaban al to Tal para sacarle las tripas porque a su hijo o nieto le haban desca labrado a conciencia en la batalla de la Tafalera o del Monte Calvario. Adems tenis que saber que en aquellos tiempos, por las casas apuntadas, ha ba un poco de aquello de los Capuletos y Mon tescos que ya conocis. Odios, rencores, madres que decan: A esa Tal le arranco yo el pelo! y otras lindezas por el estilo. No, nada de nombres. Todo quedar en mis apuntes y, algn da, el que recoja stos cuando yo, me haya ido, que haga lo que quiera. Para entonces todo ser historia vie ja y hasta es posible que les haga gracia a los que vengan detrs. Vamos, como por ejemplo ahora nos hace gracia leer que Guzmn el Bueno le tir una daga a los moros para que le cortaran la cabeza a su hijo en Tarifa. Narrar una por una todas las cuadrillas de los distintos barrios y zonas de nuestro pueblo y har mencin especial de una muy particular que tuvo sus orgenes, por lo que yo escuch de pequeo, sobre los ltimos aos del siglo pasa do. Como es natural, a esta cuadrilla yo no la co noc, pero s alcanc a conocer a dos cabecillas de aquellas bandas elderas, uno liberal y el otro conservador, que ya eran bastantes mayores cuando los vea por las calles de Elda. Se trata ba, nada ms ni nada menos que de La Parti da de la Porra! ! 265 AQUELLAS FEROCES CUADRILLAS DE ANTAO (II) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) L a Partida de la Porra fue una cuadrilla muy singular de elderos del bronce que tena en su seno distintas ideas polticas. Los haba conser vadores, liberales y de los que se arriman al sol que mas cal ienta. Es curioso: para sus fechoras en Elda y por los pueblos de los alrededores se un an como una pia, pero cuando haba elecciones, ay!, entonces sacaban sus maas por separado y se dedicaban a su deporte favorito, que no era otro que romper a garrotazos las urnas, y ya po dis imaginaros las que armaban. Como es natural, todos estos detalles de es tas gentes los oa yo de pequeo a los mayores, pero todava existirn elderos que habrn odo contar algunas de las barrabasadas que hicieron, pues algunas de ellas siempre han sido muy so nadas y del conocimiento general. Por mi parte, en alguna ocasin escuch contar que hubo hasta muertos, con sus nombres bien claros. No os ex trae, por tanto, que me reserve los nombres de estas tristes historietas de nuestro pueblo, pero ah queda para la posteridad aquella cuadri l la de broncos y alegres que se llam La Partida de la Porra!. Vmonos, vmonos deprisa a tiempos ms alegres y cercanos, porque me temo que mi dilecto Rodolfo Guarinos y Amat a lo mejor est pensan do: Pero a este to le doy pie para que me con tase algo sobre pandillas juveniles y est des granando la historia de Jaime el Barbudo!. No, querido amigo y coterrneos que tengis la suer te de leer mis disparates, voy a seguir al pie de la letra el dem que me diste ya fe que te lle nar de chavales rebosantes de ganas de vivir y hacer judiadas en aquellos tiempos, aunque, como ya he dicho, cuando l leg el ftbol se aca b la merienda, quedaron ms tranquilas las ca lles y los bancales y huertos de la periferia respi raron tranquilos de sus hazaas. Unos, al ir creciendo, ya se dedicaban al peloteo y otros, los del centro del pueblo, ms en consonancia con los 266 tiempos, formaron abigarradas bandas de culto al teatro, orfeones y dedicacin a la poltica; pero, sobre todo, siempre qued entre ellos lo que es toy seguro ha sido la impronta de nuestro pueblo: el humor, las ganas de vivir y hasta el amor a sus semejantes. Ved si no en qu quedaron dos ban das de muchachos de Elda de aquellos tiempos: Los Indios y Los Chamorros. No hubo nunca solucin de continuidad en el comportamiento de unas bandas de chiquillos con el de las otras; si acaso, la diferencia de edu cacin, pero siempre fueron del centro un poco ms tranquilos que los de los barrios. En mis tiempos de chiquillo de babatel, que es de cuando os hablo, seguramente los ms fieros siempre fueron los del Monte Calvario. No eran muchos, porque el barrio era pequeo, pero cada uno vala por tres. Verdaderos especialistas en el manejo de la honda y en llenarse pechas de higos y brevas en un santiamn. El barrio del Castillo, que fue el mo, era ms numeroso, pues coga de la calle de La Caamona a Los Clrigos, pasando por Las Virtudes, Castillo, Comadre y La Pual (Ramn y Cajal). No le bamos a la zaga a los del Monte Cal vario, no, en cuanto al asedio de los bancales de la huerta. Tenamos tambin verdaderos espe cialistas para cada ocasin o situacin del ca lendario. Por ejemplo, era de risa ver en cuanto se acercaba el tiempo de los melones, las judiadas y tretas de mis muchachos a los pobres melo neros que venan en Aspe y otros sitios a la pla za de Arriba. Tenan la costumbre estos vendedores de poner un puesto en el suelo en la parte sur de la plaza, y cuando la ocasin era propicia y haba al gunas gentes alrededor del puesto, se situaba una pareja de compadres, como si estuviera tanteando la fruta, uno detrs del otro. Cuando el que estaba delante estaba tanteando un meln y entrevea que el melonero no poda verlo, pasaba el ejemplar por entre sus piernas al camarada que tena detrs y ste sala volando calle Casti llo arriba y no paraba hasta lo ms alto del Alc zar; all esperaban a otras parejas por si podan conseguir ms botn y, en caso contrario, a deglutir lo conseguido. Hubo muchos imitadores con este sistema de aligerarle el puesto al melonero, pero en cuanto ve amos que otros chiquillos forneos quera rom pernos la patente, muy diplomticamente les de camos que a buscar nido a otro rbol. No obstante, haba cierta ententecordiale con los del Monte Calvario, pues tambin ellos hacan la vista gor da cuando hacamos alguna excursin por la Ta falera, que era su feudo. Tambin haba condes cendencia con los de la calle de San Antn, pues eran nuestros aliados naturales. Y estos tres ba rrios, que conste, siempre fueron los amos del Arenal, de Capra la y del Pantano. Me estoy refi riendo a juegos de chiquillos, claro. Luego venan las pandillas de la parte oes te con sede en el final de la calle de la Pursi ma la Palmera y parte de La Tripa. El campo de ac cin de estos aguerridos soldados, para el tormento de la huerta, siempre fueron los campos de ambas orillas del Vinalop, con su centro en Los Escorrales. Tambin en esta cuadrilla hubo sus es pecialistas, sobre todo en arramblar con la cose cha de un almendro cuando estaba a punto de co gerla el dueo. Por la parte de detrs de Santa Ana, hasta la calle del Marqus, tambin haba su bandica, que comandaba un chaval muy corajudo que vi va por las Cuatro Esquinas, y el campo de accin de stos era ms urbano y la especialidad del jefe era arrancarle de un manotazo el pico de la boi na en cuanto vea a un chiquillo con una nueva. O sea, que dejaba todos los Chamorros, como de camos a las boinas, sin rabo, adems como es na tural de las perreras de esas edades. AQUELLAS FEROCES CUADRILLAS DE ANTAO (y III) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) Dor la parte este de la ciudad tambin haba sus ms y sus menos. Esta cuadrilla tena su cen tro neurlgico por la plaza de Sagasta y adyacentes hasta la calle Cervantes, y su campo de accin era mixto, trabajaban en suelo urbano y en el Cam pico, all muy lejos!, hasta el chalet del Reloje ro, justamente donde hoy est la farola de la Ave nida Reina Victoria. Qu lejos, verdad Pues s, dicha finca la tenan mrtir con sus hazaas, as como los bancales de la casica de Tragatoros, que tambin reciban las visitas peridicas de estos elementos. Por la parte sur, con sede en las calles de San Jos, San Pedro y adyacentes, hasta la Ca del Conejo y Avenida de Chap; esta bandica tam bin era mixta y sus hazaas se centraban en el entorno del final de la hoy calle Cervantes y los bancales de alrededor, hasta la carretera, porque... cuidado! de all hacia el oeste y el sur eran estas tierras propiedad nominal de los de la ca lle de Pars, hoy Roma. Esta calle, que no tena sa lida, pues tena una valla de madera al final de la edificacin, por el sur tena la via de balens blanco del to Narciso y por la otra parte banca les de alcaciles y habas que rodeaban la calle y eran el pasto de los chavales de tal calle que, aun que no muy numerosos, eran de los ms bravos. Su especialidad eran las almendras y albaricoques verdes, que vendan en las puertas de los cines a seis una perrica, para sacar la entrada. Y nos queda el centro de Elda la de los ricos. Tambin aqu hay su tela para cortar, aunque fueron ms bien travesuras medianas, las co rrientes en los chicos bien alimentados. Por la autocensura que me he impuesto tam poco dar nombres. Y supe en su da de algunas 267 judiadas, ms bien cmicas; slo dar un botn de muestra. El Teatro Castelar tiene una puerta la teral (o tena), con un pestillo corriente y dicha puerta, que quedaba enfrente de la casa de don Paco Santos, tuvo que aguantar una tarde noche la invasin de los Vikingos, pues un chaval que se Ilamaba...(s, s, que lo vais a saber) abri la puerta desde dentro y al patio de butacas aflu y toda la hueste nrdica (esto es para la con cordancia con los vikingos) con gran jolgorio de los que ya estaban dentro. Y de este jaez, todas las bromas de aquellos muchachos de entonces. Todo, como ya he dicho, se diluy con la lle gada del ftbol. En la parte vieja se form el Cas tillo F.C; con l nos rompimos las alpargatas pe gndole a una pelota de trapo. En la parte oeste se form el Terror F.C. que ya jugaba con un ba ln normal. En la parte este naci otro equipo que fue el ncleo de donde ms tarde sali el Club Deportivo Eldense. En el sur tambin naci un equipo que se llam Realidad F.C., y, por fin, en el centro de los ricos naci un equipo que se lla m Elda F.C; pero ste tuvo su rivalidad de ricos, pues hubo otro que se llam el Lucentum Qu pena no poder dar nombres! De todo aquello slo queda un nombre: Eldense F.C. o C.D. Eldense, como quieran. Se imaginan mis queridos coterrneos las cuarti llas que necesitara para dar detalles de nombres y hazaas de todos los chiquillos y mu chachos que han desfilado por aqu Pues yo cal culo que un par de tomos de quinientas pginas. Pero esto es otra historia. A m me dieron pie para hablar de pandillas juveniles y no de sus hazaas. Yo comprendo que habr muchos paisanos a los que hubiera gustado verse en tales relaciones por simple curiosidad, pero comprendan vues tras mercedes que el peridico tiene unas di mensiones que no se pueden sobrepasar. Ms lo siento yo, que gozo como un enano recordando to das esas vivencias y dndole gusto al bolgrafo. Sabido es, por reiteradas veces, mi inveterada costumbre de citar los nombres de los personajes 268 que han ido desfilando por todas mis historietas. Sus nombres o sus apodos, cuando no tena ms datos, con todos mis respetos, claro. De ah el im pacto emocional que me ha supuesto reservarlos en mis apuntes. No poder anotar las hazaas de mis queridos arrapiezos elderos y compadres de mis aos juveniles! Con este trabajito parece que terminar un poco mi aventurera vida, recordando el pasado. Procurar sacar las fuerzas de la flaqueza en mis emociones, pues lo que no ha mermado nada en mi personalidad es el humor, que ste, gracias a Dios, est inclume, pero parece que algo se ha ido dentro de m. Lo malo para m, en esta oportunidad, es el aislamiento en que vivo, porque cuando resida en Elda y poda hacerlo, no me costaba mucho hablar del to tal o del to cual, ya que buscaba o inda gaba entre sus descendientes y les deca por ejemplo: EA ti te gustara que se pusiera que tu padre o tu abuelo tuvo un agarrn con fulano porque le quera quitar la novia. Como es na tural, si le gustaba el lance que tena su gracia, pues sala en los papeles y, en caso contrario, se quedaba en la sombra. Pero hoy, desde aqu y con mis achaques, estoy atado a mis recuerdos. Slo me queda para terminar este trabajo hacer un poco de prosa rimada o humildes versos, no lo s. Disculpar mi atrevimiento y ah van: Queden lejos mis tristezas. Cuando yo me haya ido! seguirn abriendo sus capullos las rosas.! Seguirn cruzando las au ras los pjaros cantores / y seguirn llegando primaveras con flores! seguirn las montaas co bijando el valle! con sus ptreas murallas! y se guir el padre Sol apuntando por los Chaparrales /todas las maanas/Seguir la vida su andanza de siglos! y nuevos elderos y elderas estarn en el camino! pero y t, poeta, qu ser de tus sueos / Pues no lo s porque ya me habr ido. Saludos elderos. Alicante, mayo de 1993 EL HUMOR! ESA IMPALPABLE COSA QUE CAMBIA COMO EL VIENTO! (I) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) E s de cajn. Cuando me encuentro con perso nas conocidas o como en este caso que se trata de unos excelentes amigos, hago uso de mi inveterada costumbre de pedirles pies para ins trumentar alguna de mis detonantes historietas que encaje en la serie citada en los parntesis primeros. Pues en esta oportunidad me dieron sopas con honda, mejor dicho me lo dio el joven hijo de mi dilecto Rodolfo Guarinos Amat, ya que este serio chaval me ha puesto en un membrete, como deca un amigo mo. Le dije; dame pie para escribir algo de lo que se te ocurra y me solt El Humor! Y se qued tan fresco. Desde luego el que se qued fresco soy yo, pues he cado en una trampa para chulanes, y no s por dnde empezar el trabajo. De todas for mas se lo dedico y espero que al final algo le aclarar a mi joven amigo. Si ya me lo dijo mi ta Joaquina. Espabila, loseco, y no quieras saber de todo, pues te cogern en mil renuncios!. Y as ha sido en esta ocasin, en lo que yo crea mi fuerte estoy in albis. Qu hacer Pues en mi caso lo ms socorrido es echar mano de mi duende Rabogato, y l sacar ide as de algn sitio. Mientras tanto adelanto a mis queridos coterrneos que el humor es una si tuacin o mejor dicho estado anmico que nace con la persona. Tiene varias cosas que le hacen cam biar de color y... Maldita sea! Estoy enfadado conmigo mismo porque en este momento me da ra un picotazo en algn sitio donde me doliera ms, aunque no veo cmo me voy a dar yo un pi cotazo. No es fci l, no. Todo es porque estoy que dando a la altura del betn con mi joven amigo por falta de ideas. Me di en pensar en todo esto y llegu a la con clusin de que eso del humor no tiene pies ni cabeza. Y digo bien porque no se comprende que un seor que gane la vida en los escenarios con el pomposo aditamento de el humorista Fulano les har la velada muy agradable con sus chistes y dichos graciosos. Y sin embargo al to Mal diciente que vivi por los lados del Santo Negro le tenan miedo todos los chiquillos de los alre dedores ya que cuando algunos de ellos se acer caba por su casa su mujer les deca: No mete ros con mi marido que hoy se ha levantado con un humor de perros. Qu demuestra esto Pues muy sencillo. Que el humor se manifiesta en relacin directa con el estado del individuo; si ha vendido bien en la feria un par de borregos que tena por vender, est muy contento y de buen humor, pero si un tratante astuto se los saca por cuatro cha vos se vuelve a casa con un humor de mil demo nios. Como quiera que yo no tengo borregos para vender ni puedo ir a ninguna feria, tendr que sa carle punta al humor de otras maneras. Por ejem plo: pensando y escribiendo todo aquello que se me ocurra y a tal efecto le dedico a mi joven ami go y a todos los elderos en general la primicia de un trabajito que tengo en mente y que no s si podr terminar algn da pues el trabajo es muy largo y no s si la direccin del peridico se atre ver, si algn da lo termino, a insertarlo en sus pginas ya que presiento que la redaccin lo de positara con gran cuidado en el cajn de Material de dudosa publicacin, y all dormira el sueo de los justos. No obstante, y para que no quede in dito, escribo aqu lo que deber ser el encabeza miento del serial y un par de ejemplos de su con tenido, y lo dems Dios dir. Se trata de humor eldero puro y del que ya desgraciadamente se va perdiendo. As como desgraciadamente el tiempo y los modos modernos van limando las aristas del lxico que los antiguos elderos disfrutaron sin preocupaciones cursis que hacen muy bonito, 269 pero que a los que ya estamos en el confn de la vida por la edad nos saben a msica de cencerros esportillaos. As es corriente leer en los medios de comunicacin, La Finca Lacy por La Casa el As; La Colar, entre otros modismos que no os can sar en enumerar. Slo falta que algn da tengis que leer en letra impresa algo tan horroroso como: La Patada! referido a ese paraje de las faldas de Boln, cuando subes por la parte norte y te ex tasas con la panormica de Elda a tus espaldas, y al frente tienes Las Caadas y Las Barran cas. Lo que los antiguos elderos denominaban Toscana, paraje que desde tiempo inmemorial se dijo siempre La Pat!. O esta otra perla que a lo mejor tenis que rumiar cuando a algn eldero u oriundo cursiln se le ocurra escribir La Loma Badada!, cuando siempre fue La Pea Bad!. Todo llegar, no os preocupis. El caso es empezar la toa porque ms barbaridad que decir de La Meseta de Bateig que es un valle rodeado de montaa... Tranquilos troncos, que voy con la pri micia anunciada: o sea, con el DICCIONARIO ENCICLOPDICO ZAPATERO, segn la Academia de la Lengua de Las Agualejas, comentando a su aire por el autor. EL HUMOR! ESA IMPALPABLE COSA QUE CAMBIA COMO EL VIENTO! (y II) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) C promet la pasada semana, ah va el Li DICCIONARIO ENCICLOPDICO ZAPATERO, segn la Academia de la Lengua de las Aguale jas, comentado a su aire por el autor (reservados todos los derechos de publicacin en todas las na ciones y sus lenguas, incluidas las muertas). PREFACIO: por importantes razones, no se sigue en el mismo orden alfabtico alguno. Sola mente el orden de la fabricacin, desde que en tran los materiales que componen un zapato, hasta que se los lleva al Despacho Central para su distribucin a los diversos clientes, na cionales y extranjeros. Esta singular obra literaria se basa en los co nocimientos de su autor en la fabricacin del cal zado, mecnico y manual, hasta el ao 1936. Desde dicho ao, entre nuestra guerra civil y mi traslado voluntario al norte de Espaa, qued desconectado de la industria zapatera. Por eso los avispados lectores notarn que en la obra que nos ocupa los sistemas de fabricacin son diferentes de los actuales. Entonces no haba, como en la ac tualidad, cadenas de fabricacin, mquinas so fisticadas para terminar el zapato, ni operarios con 270 guardapolvos blancos. Entonces se usaba el cas tizo delantal, lleno de goterones de cera y tinta... En fin, que fueron otros tiempos ya ellos me aten go, pues hay que tener en cuenta que yo nac en la primera decena de este siglo y entonces tres za patos eran par y medio. En la fabricacin actual, ya no s ni eso. Como es natural este Diccionario consta de dos partes: la mecnica y la manual. A conti nuacin anoto algunas muestras de lo que en su da, si Dios quiere, ser este monumento litera rio, que estar escrito en allegro molto vivace con fuoco y dedicado a todos los probos elderos: Fabricante de calzado. Elemento eldero con ansias de superacin que, apandose con su oficio de cortador y haciendo horas extraordinarias, reuni un pequeo capital y mont un pequeo ta ller. Ms tarde, con la ayuda de familiares y pi diendo dinero a crdito, sali de su tallerico y plant en Elda una gran fbrica. (Esta es la pri mera definicin del personaje que se hace en el Diccionario. Ha resultado un poco larga porque para eso es el ms importante. Los dems per sonajes tendrn un comentario ms breve). Aparadora.Seora que con su mquina de coser a pie motor, se dedica a ensamblar trozos de piel o similares, cuyo resultado ser lo que se llama corte o encimera del zapato. Aparado. Lo que resulta del esfuerzo de la aparadora y su mquina de pie motor, mientras atisba el hogaril para que no se le quemen las len tejas. Aparar. La aprendiza de la aparadora cuando sea mayor. Montado Acto de fijar el corte, con sus co rrespondientes topes, contrafuertes y barretas, si las necesita, a la horma, preparada con su planta de cuero y certn, a base de chinches (semences). Rebatir. Lo que efecta una mquina que dispone de unos aros sueltos en un eje, sentado por igual los chinches que ha clavado la m quina de montar. Rabatidor Elemento obrero que, con gran pericia y esfuerzo, empuja el zapato contra los aros de la mquina anteriormente citada y deja el montado muy aparente y dispuesto para el... Encambrillado. El acto de rellenar toda la superficie de la planta con materiales a elegir: car tn, retales, etc. Como ya he dicho antes, esto son slo unos apuntes de lo que puede ser el Diccionario ci tado. Por la extensin del tema me parece que ha ra falta un libro, pues en el Valle de Elda no creo que aguantaran este rollo venezolano, tendr que esperar a que salga un sponsor y cargue con el mochuelo de la edicin. Pero volvamos al humor simple, sin compli caciones editoriales. En mi vida ya larga he conocido el humor en muy diferentes aspectos de las personas. Lo he vis to en el hablar, en el sonrer y hasta en la forma de caminar, de sentarse y mirar a su interlocutor en una conversacin corriente. Voy a citar, con todos los respetos, a un per sonaje eldero a quien siempre tuve por el deposi tario del humor ms fino y elegante que pueda ca ber en una persona. Fue un gran aficionado al teatro, en el que actu siempre con gran profe sionalidad. Mira, mi estimado Rodolfo Guarinos jnior... Aquel distinguido eldero, aquel hom bre, en una simple conversacin, miraba a su oponente abriendo los brazos y ya le reventaba la repajolera gracia sin decir nada. Es, como suelen decir algunas personas cuando estn delante de un personaje muy particular: Ese to est sem brado!. Estoy hablando del genial Paco Cande las y repito mis respetos y gratsimo recuerdo de su persona. S, felizmente, todava caminan por la calle elderos, algunos que le vieron actuar en el teatro o simplemente en una conversacin entre amigos, convendr conmigo en que fue un fuera de serie. En cuanto a sus descendientes, un ca rioso saludo de un eldero que tuvo alguna vez la ocasin de conversar y hasta de actuar en algu na funcin de teatro con l, aunque yo era enton ces muy jovencito. Honor a la memoria de quien tanto hizo en nuestro pueblo. Queridos aborgenes y forneos que me leis: el humor es una cosa tremendamente compleja. Se nace con buen o mal humor, o se forma con el transcurrir de la vida de la persona por lo que compone su entorno Es para m una especie de literatura que se desarrolla por lo que ves, oyes o presientes de tus recuerdos, gratos o ingratos. De ah el que haya literatos humoristas o serios. En defensa de este chispazo filosfico, me remito al enunciado del trabajo que nos ocupa. Que es cambiante, sutil y cosa que no se siente ni se adi vina; slo cuando lo ves o lo oyes notas el tono del humor de la persona que lo detenta. Bueno ser nombrar al to Picha, un per sonaje de mi barrio muy popular en su tiempo que por su forma de ser confirma lo que digo: de bue na maana sala a la calle el bueno de Rosendo, que as se llamaba y, si no le deca nada nadie, iba el hombre ms serio que braga de ciego. Yo o un da a una vecina preguntarle: Qu tal, Ro sendo Cmo ests hoy. Calla, calla, mujer. Hoy tengo una pesahumbre (deformacin eldera de pesadumbre) y humor de mil demonios. Fjate que he soado que me haba tocado la lotera y me haba comprado una bicicleta. Y ese es mi dis gusto, que no s montar en bicicleta. Pues nada, hombre, aprenda usted y listo y contento, por si le toca de verdad. Lo malo es el berrinche que 271 lleva hoy. No!, esto lo arreglo yo enseguida: me bajo a casa de Pascual, ah en la plaza, me tomo una copita de aguardiente de hierbas y me que do como un guante. Pero... ahora que caigo: si yo, de verdad, ya tengo bicicleta! ccAy, Rosendo, siempre con tus bromas...! termin la vecina mientras segua barriendo la calle. Este era el humor del To Picha, mi joven amigo. Tenas que verlo y orlo, como habrs po dido apreciar. Pues lo termin de arreglar su mu jer. Amparo la Socarr, de la conocida familia de los Socarraos que, al ver a la vecina rerse, le pregunt: Qu te ha contado hoy mi marido, la pesadilla del piano o la de la guitarra. 4.1o, seora Amparo; la de/a bicicleta. este marido mo, que le cambian las pesadillas y el humor como el viento...! Y como coinciden estas ltimas palabras con el enunciado de mi trabajo, aqu lo termino, un tanto malhumorado. Como la naturaleza de los expuestos, creo. Saludos elderos. Alicante, 1993 EL ESPARTO Y EL RECUERDO DE LA ALFAGUARA (1) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) T Tengo para m que si mi dilecto amigo Eduar do Gras llega a maliciarse lo que yo s de esta mata, cuyas hojas, pednculos o filamentos (si es que no se llama de otra manera) un da fueron im portante fuente de recursos para este pueblo, me hubiese dado pie para otra cosa ms difcil. Aqu juego con ventaja y con cartas marcadas y no es que yo sea un erudito en Botnica ni mucho me nos, pobre de m que escasamente distingo una lechuga de una mata de hierbas de la olla, no. Es otra cosa, como entendern los aborgenes y fo rneos que me lean, incluido mi amigo citado. El protagonista de esta historieta y causan te de mi saber en esta materia es mi to don Gas par Gonzlez Rico (Gaspar el Ciego) al que he nombrado repetidas veces en mis trabajos, pero siempre de pasada. En esta oportunidad lo har con ms intensidad pues no en vano fue, por su desgracia de quedarse ciego en la plenitud de la vida, un gran especialista del esparto en su ma nipulacin. Fue un gran artesano en la confeccin de balecos, esteras, peludos y cofines para la prensa de las olivas en las almazaras, sin contar los distintos tipos de sogas, soguillas y maro mas para los usos de entonces (estoy hablando del siglo pasado, claro). Vamos, una escala como 272 muchos aos ms tarde fueron los chicarros, ca detes, seora y caballero de la floreciente indus tria del calzado en nuestra Elda. Mi to Gaspar fue en sus mocedades un chi carrn muy fuerte y se dedicaba, con un carro de gran porte, al trasiego de mercancas por todos los pueblos del contorno y an ms lejos, llegando hasta Albacete y ms all. Precisamente su des gracia de quedarse ciego ocurri cerca de Bala zote (Albacete) donde haba ido por una carga de patatas, cuando le asaltaron dos o tres malhe chores con nimo de robarle, pero mi to, que era un tipo duro, al verlos en su intencin arranc un mozo de la vara del carro y le espodill la ca beza a uno que qued a la espera del forense. Otro medio magullado y el tercero inclume, salieron ms que a escape de las iras de mi to. Como consecuencia del natural berrinche que agarr, le dio una gran congestin o subida de san gre a la vista y estuvo algn tiempo sin ver y su friendo lo suyo, hasta que un da, cansado de su frir y previa consulta con el mdico que le haba dicho que tardara mucho tiempo en tener algo de vista, se hizo extirpar los globos oculares y se que d ms ciego que la estatua de sal de ese perso naje del Antiguo Testamento por volver la cabeza. De la gran tragedia de su vida se qued mi to al pairo, sin saber qu hara para ganarse los cotidianos garbanzos, pero alguien le habl de ga narse el sustento haciendo soguilla, que por en tonces era la materia prima para la confeccin de alpargatas. A ello se dedic y ms tarde le dieron la corresponsala de El Sol La Voz y El He raldo de Madrid, peridicos, como es sabido, de la capital de Espaa y all es donde entr yo de periodista, pero antes (no adelantemos acon tecimientos) de eso ya tom contacto con dos es padiza les del entorno por lo que el paciente lec tor ver si me sigue leyendo. Cuando mi to Gaspar se dedic a la confec cin de los derivados del esparto, esta materia pri ma era muy abundante en todos los montes que rodean el valle de Elda. Se encontraba en cualquier sitio, pero particularmente entre los Alticos del Gordo, parte sur de la sierra de Camara y El Marn. Hasta casi los aledaos de los Escoda les llegaban dichas maticas del preciado vege tal, aunque es justo reconocer que desde los Al ticos del Gordo hasta la va, a ambos lados de la vereda del Marn lo que ms abundaba era el cantageso. En cantidades industriales y sin salirnos de nuestro trmino municipal, existan vi veros de nuestro esparto en la montaa sagra da (nuestro Bateig), y la llam as porque fue siempre en mis pensamientos la nica reserva que queda limpia y sana en el magro y esculido tr mino municipal de Elda. Y encima, el diputado de Obras de la Diputacin alicantina habl en una ocasin de un sitio idneo, impermeable y rode ado de montaas para plantarnos todas las ba suras de la comarca. As qued en su gestin provincial como se ha visto en su momento. Amn. Pero volvamos al esparto, esa gramnea her bcea o como quiera que se llame en Botnica, que yo de eso estoy en la cuarta pregunta, que en aquellos tiempos fue el motor que dio vida a mu chos elderos. No en vano la Alfaguara era una boyante industria que machacaba grandes can tidades diarias y solucionaba el problema econ mico de mucha gente, recogedores de la materia prima, operarios, etc; adems de las incontables personas que se dedicaban a la confeccin de sus derivados y afines, como se dice ahora. Desgraciadamente, esa eldera industria dej de funcionar por el avance del progreso y sobre todo por otras materias que empujaban lo suyo, tal como el camo, el caucho y otras. As las al pargatas, sogas, peludos, esteras y hasta ba lecos pasaron a la historia en nuestro pueblo. Yo asist a la desaparicin de la Alfaguara como tal industria all en los primeros aos de la se gunda decena de este siglo, tuve ocasin de ser el trasiego de la vida en la fbrica, carreteros y gentes entrando en el esparto, aquellas mujeres arrodilladas debajo de las casporras que suban y bajaban, chafando sin parar los manojos de ste que ellas, hbilmente, movan a un lado y a otro. Cuando nos cansbamos de husmear por all nos bamos la cuadrilla de mocosos del barrio a la cercana fbrica de las hormas de Aguado para dar la lata en sta. El cese de aquella industria de La Alfaguara fue un duro golpe para la eco noma de mi to Gaspar, ya que estaba especia lizado en los trabajos que haca con el esparto machacado, tales como soguillas y similares y como otros obreros que se dedicaban a lo mismo, tuvieron que seguir trabajando el esparto pero sin chafar. Salieron los artesanos de la soga para atar gavillas de trigo o cebada, y sobre todo serones y sarrietas, las primeras para entrar en el domi nio del transporte sobre jumentos y los segundos para el mismo fin, pero en manejo de las verdu ras y hortalizas, ms amplias que los capazos y cestas. LSPAR RECDERDO DE 1 , FAGUAIA 273 EL ESPARTO Y EL RECUERDO DE LA ALFAGUARA (II) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) N o resisto a la explicacin cientfica de lo que es un sern de aquellos, confeccionados con el esparto bravo, porque seguramente las gene raciones modernas no tendrn ni idea de lo que era tal adminculo ni para qu serva. Se trataba de confeccionar un cuadrado bien terminado en sus bordes u orillas, y despus se doblaba, dejndo lo en un cuadriltero regular. Luego se colocaba encima del jumento, abrindolo por el centro, y en tonces quedaban a los lados dos especies de bo lillos. Como es natural, cuando doblado el recua dro, se unan dos partes del cuadriltero, quedando l isto para su uso. El tamao del sern dependa del tamao del animal a que fuera destinado, pues no es lo mis mo colocar un sern en un cuadrpedo de buena alzada, tal como el burro que tena el to Pen seque, que a la burra de la ta Genara. Seamos serios y no caigamos en la tentacin de rernos viendo a esta borriquilla arrastrando el sern por el suelo, las cosas como son. Hubo en el manejo de estas especialidades del esparto verdaderos artistas. Precisamente el se or Emilio Penseque fue un oriundo de la par te de Calasparra que vino a vivir en la calle de la Comadre, parte baja. Lo de penseque era el bautismo que le dieron en Elda por su costumbre de decir a casi todo: Pens que lo haras..., pens que queras..., etc. Cuando lleg a nues tro pueblo era el seor Emilio, pero con tanto pen s que... se qued con el to Penseque para los restos. Pero fue un buen artesano para vestir a los semovientes y en el que se daban estas escenas: To Penseque. Que necesito que me haga un se rn, que el otro da se lo cargu de piedras a mi bu rro quitando un ribazo y lo he destrozado. Bue no, hombre, responda traerme el animal para que le tome medida, pues las cosas bien hechas dejan tranquilo el espritu. As era el to Pen seque; hasta filsofo. En cuanto a las sarrietas, era algo parecido pero ms pequeas. 274 El problema de mi to Gaspar, al principio, fue abastecerse de material para sus fabrica dos, porque trabajaba con el esparto de La Alfaguara. Cuando necesitaba material, iba mi ta Joaquina, su mujer, y se traa lo necesa rio a precio de fbrica, pero al tener que traba jar con el esparto tal como se arrancaba de la mata no poda ir mi pobre ta a Las Barrancs a traerlo. Esto se lo resolvi mi buen padre, pues, como conoca bien los campos y esparti zales del valle, en sus ratos libres, gavilla de es parto que te traes. Mi to Gaspar viva por entonces en el ca llejn del Pandorgo, que los vetustos como yo y mucho ms jvenes, saben quedaba justamen te detrs del Ayuntamiento. Dicho callejn lo ce rraba una alta pared que daba a las traseras de la casa de las Nofras, la carnicera de Paco Malanda y la tienda de don Agustn Planelles y antes de su final, seguramente a las traseras del horno de la ta Encarnacin, abuela de mi di lecto Vicente Valero Bellot, y de la ta Anica, no menos abuela de mi no menos amigo Jos Vidal Girona. Visto desde la entrada del callejn, era un es pectculo ver al patricio del esparto sentado de lante de su casa, que era la ltima de espaldas a la pared final, con su manojo de esparto deba jo del brazo izquierdo y las dos manos entrelazando filamentos fibrosos que se iban amontonando en tre sus pies, en el suelo, con una rapidez nunca vista. Verdad que no cabe mejor elogio, siendo ciego De cuando en cuando dejaba en el suelo la soguilla que fabricaba, porque se le calentaba el material que sostena en el sobaco. Se levantaba con gran despereza miento de brazos y piernas y entraba en casa a buscar ms elementos de fa bricacin que tena en un caldero, a remojo para que fuese ms dctiles en su manejo; despus vol va a su sitio fabricando soga de esparto a dis crecin. EL ESPARTO Y EL RECUERDO DE LA ALFAGUARA (y III) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) p or aquel entonces an no era yo, por mi edad, su ayudante de campo en el diario recorrer las ca lles del pueblo con sus peridicos, de los que se ha ba hecho cargo no mucho antes. Era mi hermano Ma nolico el que se encargaba de tal menester, pero no tard mucho el relevo y mi querido hermano aban don la posicin con gran honor y tom yo el mando con estas palabras de mi querido padre: Jos; tu her mano va a ensearse de cortador y desde maana t acompaars a tu to, haciendo lo que l ha he cho hasta ahora. l se ha portado siempre muy bien y espero que t hars lo mismo, aunque s que es ts muy enjugasao.Y as, sin ms, fue el cam bio de guardia. Para terminar con el tiempo de mi to, que pa reca una esfinge en el fondo del callejn del Pandorgo, dir que tal nombre seguramente le vendra de los Pandorgos antecesores. Yo conoc al padre y a dos hijos que tena, hembra y varn, pero ninguno de ellos tom el relevo de preparar las ricas toas y corruscantes panes. Virgen Santsima de Coromo to! Cmo la rueda de la vida se va llevando todo lo que vi en los rincones elderos! Aquel recoleto calle jn en cuya esquina estuvo el to Pandorgo, que mando bojas y leas para que los buenos elderos se llevaran a sus casas olorosos panes con sus tablas a la cabeza. All estuvo, s, enfrente de la casa en la otra esquina, donde habitaba el seor Anaya. Las otras dos esquinas terminaban el cuadro, en una viva La larga, y en la que hoy es el Ayuntamiento ha ba otra casa que daba a la plaza, junto a ste. Las cuatro daban entrada a la calle del Estralazo, que ms tarde se llam Espoz y Mina. Ideas, ideas y recuer dos que no me abandonan ni en mis noches en cla ro! Oh, Manes del infortunio! Dejad que las ideas me dejen entrar en el profundo dominio de Morfeo! Pido disculpas por este ramalazo un tanto tris te de mis pensamientos y sigo con el esparto, que es el protagonista. Abandono aquel enclave singular que fue la entrada a las callejas del barrio en su parte Oeste y encamino mis pasos hacia Bateig. S, queridos tron cos, all, en aquella para mi montaa sagrada, me convert en recolector de esparto para suministrar a la empresa de mi to Gaspar, pues resulta que en aquella meseta, en su parte Este, donde haba unas canasteras, haba, adems de olorosos espliegos y otras delicias vegetales, gran cantidad de matas de esparto que mi querido progenitor ya conoca. Para l era ms cmodo recolectarlo de las faldas de la Torreta y adyacentes, pero como quiera que all aba jo estaba su hermano Alfonso en una finca, pues apro vechbamos el recorrido para visitarlo y de pasada saludar a mis padrinos abajo en la Jaud, lo que yo aprovechaba para rendir pleitesa al arrope de mi ma drina Magdalena. Me ense mi padre a coger el esparto, pues, como tambin deca mi amigo el del membrete, su recoleccin tena su tringulis. Mi padre, que siempre fue muy respetuoso con la naturaleza, sola decirme cuando estbamos en el aquel de la cosecha de esparto: Mira, Jos! No aga rres muchos espartos de una vez porque rompers las trochas y luego ya no sale ms. Coge y deja!. Y es que resultaba que estos filamentos del esparto es tn agrupados en dos o tres unidades que se llaman trochas y si coges muchos de una vez rompes aque llos capuchones, adems del gran esfuerzo que tie nes que hacer. Y efectivamente agarraba dos o tres espartos y salan limpios de su capuchn, quedan do ste listo para volver a dar hojas en la mata. Y esto es todo sobre el esparto, querido amigo Eduardo y paisanos que me leis. Espero no haberos decepcionado con mi historieta sobre el esparto y ha ber hecho honor al pie que me endosaste, creo que con malinas intenciones, aunque te agradezco me dieras esta ideas, que me ha hecho pasar unos das muy felices, con tantos recuerdos gratsimos, mientras los pasaba a las cuartillas. Saludos, elderos. OVER GONZLEZ DE LA HORTETA 275 A VUELTAS CON LA HISTORIA DE ELDA Y OTRAS HISTORIAS! Prefacio L a verdadera finalidad de este trabajito, en das tan sealados como son nuestras Fiestas Ma yores, no es otra que procurar que se entretengan un poco y, sobre todo, ayudarles en la digestin de las fasiuras, pues dado el enorme recado que suelen meter en las mismas las simpticas el deras, a base de frutos del cerdo y de otros adi tamentos no menos sustanciosos, nos pasamos la tarde del da de la Virgen pegndole al bicarbo nato y con penosas siestas. No obstante, al da si guiente volvemos con nuevos bros a darle a la pa ella ya los gazpachos, que tampoco son moco de pavo. Sin embargo, se pasa bien y, emulando a los de Villena, decimos. Da seis de septiembre que fuera!. Ellos dicen da cuatro, claro. Un da cay en mis manos una separata del diario Informacin de Alicante que se titulaba Diccionario Histrico de la Comunidad Valen ciana, y en dicha separata, siguiendo el orden al fabtico, en la letra E estaba el nombre de nues tro pueblo, con una pomposa descripcin, que dira yo a la pata la llana. Todo ello en una corta columna que abarca desde el ao en que fue el Tratado de Almizra hasta nuestros das. Visto y ledo que fue por m dicho trabajo l i terario, lo primero que se me ocurri fue una sen tencia que le o de pequeo a mi to Gaspar el cie go en una discusin con otro amigo, ciego tambin, hablando sobre en qu sitio o pueblo ha can mejor las velas de acompaar a los entierros, que si en tal lugar dice la historia que las hacen mejor o que en otros le ponen mas cebo a dichas velas. En sta estaban cuando mi to le cort a su oponente dicindole: Mira, amigo: de/a Historia. la mitad de la mitad, y esta cuarta parte la pones en cuarentena. Me d a pensar en tan singular trozo de la historia de nuestro pueblo y me l lam poderosa mente la atencin que en las fechas que se citan 276 de lo antiguo a lo moderno, anoto lo menos doce veces que cambiamos de mano, como si furamos la falsa moneda de la cancin. Dios bendito! Qu cambalache de situaciones tuvo que sufrir la pobre della! Que si el conde tal se la regal al caballero cul. Que si luego se la tuvo que de volver porque era otro personaje el que manda ba. Luego parece que vino un caballero de la parte de Navarra y la adquiri a golpe de mara vedises, sueldos, doblones o la moneda que se empleara en aquellos tiempos. As que hasta que aparece el primer Conde de Coloma en nuestra historia, las pasamos mors, cambiando de dueo cada dos por tres. Y menos mal que que d el castil lo... Por fin llegu a la conclusin de que tena que consultar con los historiadores elderos, pues no vea claro el asunto, y para ello pens en un ami go mo y buen historiador por cierto, aunque no dir su nombre, pues no es persona dada a homena jes, loas o alabanzas. Todo lo contrario que yo, que soy un poco vanidosi llo (debe ser por la edad) pero es que me acuerdo de un dicho de mi citado to Gaspar, que fue muy ledo en su juventud y dado a las consejas, refranes y jaculatorias. En una oca sin le estaba leyendo el artculo de fondo del Heraldo de Madrid (ahora se dice editorial de peridico que sea). En el tal artculo se hablaba algo sobre si deban darle una medalla a un de terminado poltico o si haba que esperar a que se muriese para hacerle tal honor. Y entonces mi to va y me dice: Mira, Joseco, los honores, en vivo y los consejos en dinero. Asi que ya sabis, el deros que me leis: si tenis que ponerle mi nom bre a alguna calle del pueblo, no esperis a mi bi to, que me gustara ver si la barren las vecinas todos los das. Por otra parte, daos prisa, porque el terreno del trmino se est acabando: por el nor te estamos en La Torreta y por el sur en la Pea del Sol. Y encima quieren poner por all el ba surero de media provincia, no te digo... Bueno, elucubraciones y vanidades aparte, sigo con la Historia de Elda y he llegado a la con clusin de que aquellos desafueros histricos no los arreglaba ni el to Medio huevo (con perdn) que hubiera vivido en aquellos tiempos. Este per sonaje que cito era un manitas que vena por el pueblo, ya hace muchos aos, arreglando todo lo que hubiese que arreglar. Lo mismo pona cua tro grapas (laas las llaman los de este gremio) a un cntaro que arreglaba un paraguas. Tena un sonsonete para pregonar su trabajo muy peculiar, todo seguido y al final terminaba con una espe cie de alegora musical que deca: Tambin se arreglan cosioles... en comps de tres por cuatro. Este personaje singular creo que era de la parte de Murcia y vena por Elda a temporadas. En su juventud debi ser un inconformista que pa saba de todo. Hombre, un da su madre, harta de ver que no le gustaba trabajar y nada ms que el descanso, le dijo: Pero bueno, hijo, t qu es peras de la vida Qu es lo que quieres. Y el to se arrim a los clsicos y contest: Que qu quiero yo Pues haber mantenencia y yacer con hembra placentera!. Y se qued tan pancho. El nombrecito que le haban endilgado a este elemento se deba a que le haban operado de un hidrocele es el nombre que en Patologa mdi ca creo que aplican cuando hay agua en uno de los bajos y de ah el tal mote, pues se le qued uno ms pequeo que el otro. De todas maneras, creo que a pesar de la ha bilidad del to Medio huevo para arreglar toda clase de cacharros, esto de las historias de la His toria de Elda no lo arreglaba por ms laas y gra pas que le pusiera a los desconchados y badau ras que nuestro pueblo haya podido tener a travs de los siglos, mxime cuando hasta en la era mo derna se cambia la fisonoma y orientacin del ca minar de los pueblos por un qutame al l unos vo tos electorales, conseguidos Dios sabe cmo. Virgen de Coromoto bendita! Qu desola cin de ideas! No s cmo terminar este espino so asunto de las historias de la Historia de Elda. Pero oh manes del intelecto! Vienen en mi ayu da mi duendecillo Pasensia que me dice, jun to con su compadre Picaporte: Seor de la Horteta!: No le pegue usted ms vueltas al asun to. Termine este especial de Fiestas con el cuen to de los cntaros y la bicicleta y djese de ms historias. Bueno, pues que as sea Dios con to dos. Se estaba celebrando la vista de una causa por el presunto atropello de un ciclista por un burro cargado con cuatro cntaros de agua y ya el Juez estaba un poco mosca, porque las partes no se ponan de acuerdo, ya que ambos decan ser los atropellados. La parte acusatoria deca que la culpa la tena el burro, pues en el sern con los cntaros no llevaba seal alguna de peligrosidad, como marca la ley, por lo que el presunto atrope llado se estrell, quedando sin vista de un ojo. La parte defensora deca que de eso nada, que el ci clista no tena ni somera idea del manejo de la bi cicleta y haba atropellado al jumento (lase bu rro) y con el mpetu del choque le haba roto un cntaro y al vaciarse ste perdi la estabilidad el sern y se volc, rompindose todos los cntaros y cayendo el animal al suelo con graves daos en el epigastrio, por los que estuvo recluido en la cua dra tres meses. Cuando se dispona a contraatacar de nue vo el acusador se levant el seor Juez y dando un fuerte martillazo dijo: En vista de los vis tos durante la vista por falta de vista, se sus pende la vista y hasta la vista!, dejando estu pefactas a las partes, que no comprendan aquel receso, sin elevar a definitivas sus conclusiones provisionales. Ah!, se me olvidaba: a la vista de aquella causa no asistieron ni el presunto atropellador ni el presunto atropellado, es decir, el burro y el tuerto, siendo sancionados por el seor Juez por desacato. Y aqu se acab la historia. Felices Fiestas y saludos elderos. JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Alicante, un tanto trrido, 1993 277 LA SEQUIESICA SIETE AOS LA OLMACA DE LA TA PURA Y LOS TILOS DE LA PLAZA DE ARRIBA (Rquiem por tres hitos que se llev la correa de la vida de la historia de nuestro pueblo) O tro ao ms me asomo a las simpticas p ginas de esta eldera revista que es Fiestas Mayores. Por descontado est que el modesto conte nido de mi trabajo podr parecer a los amantes de la buena literatura que desentona un tanto del contenido de tan cuidada y esmerada publicacin. No obstante, el que yo en esta ocasin haya ele gido estos tres hitos elderos para colaborar en su contenido total , tiene el mrito de ser el contra punto de lo que escriben doctos coterrneos y ba sndome en mi irrefrenable mana de escribidor de historietas por el recuerdo, pues me tomo la li cencia de larga rles la primera y todos quedamos a pr. El padre de mi amigo Juanico, que fue ma estro de obras y vivan en mi infancia en las l timas casas de la calle de las Virtudes, bastan te cerca de donde yo vine al mundo, estaba un da con su ayudante amasador del algs (yeso) re parando una pared que se haba cado en una casa de la calle de la Comadre, en su parte baja (la ca lle no la pared). En aquel histrico momento acer t a pasar por all el to Fuchina, zapatero de profesin y especialista en la confeccin de ta cones, de parches, vamos a la fabricacin de cal zado y afines; era un afn, me han comprendido El bueno de Fuchina se qued mirando al maestro cmo colocaba las piedras de Bateig en la obra y vio que entre piedra y piedra, quedaban intersticios que el albai l rellenaba con piedreci tas pequeas que servan para tapar los buje ros y ajustar las grandes. Oiga, maestro! Qu pintan esas piedras tan pequeas ah, con tantas piedras grandes que tiene a mano le dijo el zapatero. 278 A lo cual el maestro lo contest, volvindo se: Mire, seor entrometido. Tiene Ud. que sa ber que todas las piedras hacen pared, las pe queas tambin y, a propsito, cundo a Vd. le dan en el taller los retales de suela que han que dado en la mquina de cortar suelas, plantas, to pes y contrafuertes, no le quedan pedazos pe queos Y cuando ajusta un tacn con los retales y le queda un pequeo rincn, qu hace usted, pe dazo de chorlito No lo rellena usted con un re tal pequeo Pues as hago yo con las piedras, hombre! Bueno, bueno, maestro que yo no le he faltado eh Aunque no se lo tomo en cuenta por que creo que tiene ms razn que un santo. Yo supongo que mis astutos aborgenes ya han sacado la moraleja que da eso de Todas las piedras hacen pared, las pequeas y las grandes. Bueno, como veo que se ha alargado un tan to el preludio de esta especie de pera que pre tendo escribir, bueno ser que me dedique a ello con todo el nimo posible y me lance con mis alas desplegadas a resolver tan espinoso embrollo. El nombre de la sequiesica siete aos que le dieron siempre mis coterrneos a tan singular va de agua me trae a mal traer. Por qu el adi tamento de los siete aos He hurgado en algu nos archivos municipales y provinciales y no he po dido sacar nada en limpio. As que la dejaremos como est y paso a la descripcin de tan impor tante hito local. Este modesto canalillo naca en las faldas de nuestro Alczar, en su parte no reste, y segua por toda su falda hasta el final de la calle de los Clrigos donde atravesaba el final de la calle Independencia y se meta en la 01 maca de la ta Pura. Ese fue seguramente el co metido que le dieron los antiguos elderos, que regase tal arboleda aunque fuese con las aguas de escorrenta de las lluvias que recogera de todo el entorno de la montaita que sustenta el castillo. Esto que a primera vista parece una cosa ni mia debi tener mucha importancia en aquellos aos, si tenemos en cuenta que para el aprovi sionamiento natural de oxgeno de la ciudad no ha ba ms pulmones que tal olmaca y los tilos de la Plaza de Arriba, amn de la palmera que hubo donde hoy est la ermita de San Antn. As que slo por esto ya tiene a mi juicio un lugar destacado en la historia local. Estuvo situada dicha arboleda a todo lo lar go de las traseras de la calle de la Tripa, en su par te Oeste yen un plano superior de un par de me tros de la acequia que sala de la Rafa en su margen izquierda y atravesando todo el hoy barrio de Cali se perda por el Puente el Sambo, despus de regar todo el centro de nuestra huer ta. De ah que para regar dicho enclave hubo que inventar la famosa sequiesica que, por cierto, a pesar de su proximidad a las casas del pueblo siempre fue un lugar agradable, limpio y digno de mejor suerte, ya que en el crecimiento natural del pueblo podan haberlo dejado como el jardn pblico para esparcimiento de los eldenses. El insigne Rabogato, capitn del equipo de neuronas que componen mi modesto saber y en tender, me dice en este momento que estamos en vsperas de fiestas y que alegre algo mi trabajo en consonancia con tales fechas. Precisamente estaba pensando en ello y al tiempo que me acerco a la plaza de Arriba para tra er a mi memoria los famosos tilos aprovecha r mi xtasis espiritual cuando llegan los das de nuestras entraables fiestas para desgranar algo que los elderos llevamos muy adentro de nuestro ser. Es intil intentar sustraerse al embrujo de estos das tan sealados. El aroma y los efluvios penetrantes de recorrer sus calles., sintiendo un no se qu de alegra en el espritu, un sabor en el aire, en las gentes, en el sonido de las campanitas de Santa Ana. En fin, un sabor a tradicin de siglos que nos embarga y nos hace felices. Dando tumbos por esas callejas de la vieja ldella, llego a la plaza de Arriba y me coloco en el Toril para atisbar la plaza en toda su extensin. All estaban dos rboles centenarios, seo res del lugar en mis recuerdos infantiles, uno muy frondoso y exuberante de verdor, y el otro ms ruinoso en su estado local, como si los aos ya lo hubieran vencido. El primero estuvo situado delante de la casa donde remataban el agua y donde viva mi ami go Antonio Martnez. Creo que fue en sus aos mo zos un viajante de calzado de lujo (me refiero a l, no al calzado) y acab de fabricante de calzado de suela vuelta, de no menos lujo que l mismo. Buen amigo este probo eldero, donde Dios quiera que ests, mi afecto de pajarico viejo. Asist alguna vez a la recogida de la cosecha de tila de dicho rbol por los empleados mu nicipales. Seguramente el boticario de Elda Maxim iliano Garca Soriano sera uno de los me jores clientes de dicho rbol, pues all haba tila para aplacar las angustias de muchos miles de ciudadanos y ciudadanas. Lo que nunca he llegado a explicar es a quin se le ocurrira plantar esos tilos no siendo rbol de estas latitudes, pero ya que agarraron tan bien en Elda por qu los Ayunta mientos elderos no han seguido nunca el ejemplo y alegrar nuestras calles y plazas con tales ejem plares bienhechores de la salud, adems de la magnfica sombra que daban y el oxgeno de su verdor El segundo tilo tambin estuvo situado en la misma hilada, cerca de la baldosa ms al interior de la plaza, justamente delante de la casa don de viva don Ventura Pastor, que tena una Aca demia para aprender contabilidad, la de conta bles que salieron de all! Pues este rbol que estaba semiseco fue el causante de mis desdichas a manos de la justi cia. Fue donde hice prcticas de la balstica an tes de colocar un cohete entre las barras de turrn del to Remigio El Jijonenco, hecho por el que fui conducido por el clebre personaje eldero El tuerto Serafn a presencia de don Jos Cataln Gras, Alcalde de la ciudad, para que juzgase mi fechora y aplicase el castigo debido por las ba 279 rras de turrn que cayeron al barro con la explo sin... No hubo tal castigo sino una gran explosin de hilaridad del bueno de don Jos cuando vio la ex plosin del cohete que me quedaba en el bolsillo. Tres una perrica me costaron en el carrico del to Pindarga, as que juzguen Vds. Cmo sera el ca libre de tan mortfera arma. Esta aventura del cohete y del turrn ya apa reci en Valle de Elda en mi trabajo titulado La Fe ria de mi pueblo y si ahora aparece de nuevo es porque lo requiere el guin de la historia de Los Tilos. De los tres enclaves citados en este trabaji to, el ms entraable para m fue siempre, como es natural, la Olmaca de la ta Pura y esto es por que viva muy cerca de ella y era una gozada para nosotros, sobre todo en verano por sus gratas som bras, pero el recuerdo ms vivo lo tengo de aquel viejo rbol, aoso y caduco, donde puse mi primer cohete, el que dio pie a la tragedia. Y aquel da, cuando lo miraba desde el toril, un escalofro recorri mi cuerpo recordando... la explosin de aquel mal dito cohete que haca caer al barro las barras de tu rrn; los gritos del turronero con su sombrerico de forma cnica que llevaban los de Jijona: El xiquet! Agarreulo!. S, s, yo suba la calle del Castillo, como lo que soy, es decir, volando. A poco, sin embargo se present en mi casa el ncl ito Tuerto Serafn, con su gorra de alguacil, que me condujo para mi ludibrio y vergenza a presencia del preboste local. Calle Castillo abajo sufr el escarnio y mofa de algunos chiquillos y hasta uno de ellos se permi ti un Anda, Joseco, tan valiente que eres y es ts a punto de llorar! .Pues claro que estaba a pun to de llorar, pues en mi corta edad no era para menos. Sin embargo yo miraba la rubicunda cara del bueno de Dionisio, con sus huellas de haber pa sado la picota (viruela) en su juventud, y su ojo derecho, ms blanco que un papel de fumar. (A pro psito, para que la historia tenga estos datos cier tos: Saban Vds. Que era tuerto del ojo derecho y tena la cara llena de hoyicos de la picota ) Llegu tranquilo al Ayuntamiento y el resto ya lo sa ben mis paisanos: fui exonerado de culpa y nom brado Cohetero Mayor de la Ciudad. En mi disculpa: me remito al aforismo que le endilg el padre de mi amigo al to Fuchina: Todas las piedras hacen pared, hasta las ms chi quiticas. Mea culpa: por mis atrabiliarios y dispares conceptos de este trabajito, termino como lo hac an los cmicos de la legua, de antao largando otro no menos sincero aforismo: La comedia ha terminado, perdonad sus mu chas faltas! Saludos, elderos. LA SIN PAR ODISEA DE UN ELDERO EN SU VISITA A LA CHINA, PASANDO POR MOSC Y ALREDEDORES (I) (Poema sinfnico en Sol radiante de un viaje por Europa y Asia en varios medios de transporte, del que sobresale un interesante y cmodo desplazamiento en el conocido tren Transiberiano que va desde la capital rusa hasta Vladivostok, bifurcando en Mongolia para bajar hasta la inmensa China) S i anotamos como cosa extraordinaria que el viajecito en tren dura como me dice mi ami go ha encontrado una semana de felicidad, sin atascos ni problemas de trfico; pero no adelan temos acontecimientos, que todo se andar como 280 mi amigo anduvo en el tren. El personaje que citamos en el enunciado es nada ms ni nada menos que mi nclito ami go don Paurides Gonzlez Vidal, entraable y ami go eldero de pro, con el que converso muy a me nudo pues ambos residimos aqu en Alicante y siempre el tema de la conversacin es el mismo: El pueblecico! como l dice; pues bien, un da de la pasada primavera va y me dice: Pepe, que me voy a dar un garbeo este verano por ah, pues ten go ganas de conocer esa inmensa nacin del Ce leste Imperio y sus alrededores. Y todo esto me lo dijo con una tranquilidad, como si fuera ir a la romera de San Pascual en Orito. Yo me precio de conocer bastante bien a mi amigo Pa urides, pues desde jvenes he sabido de sus inquietudes culturales y viajeras, pero una tar jeta recibida estos das desde el mismo Shangai me ha demostrado que sigue siendo un inquieto eldero de muchos quilates. Seis das y medio en tren! Esto ha tocado mi fibra ms sensitiva, pues de siempre he sido par tidario de los viajes en ferrocarril, y si son de lo comotoras de carbn, mejor. Quiz ser porque de pequeo me pas muchos aos subiendo a la vieja estacin de Elda todos los das para recoger del correo de Madrid los peridicos que venda mi to Gaspar el ciego, del que yo era motor -con ductor (vulgo, lazari llo). S, seor: qu sana envidia me ha dado mi amigo. Toda una semana recorriendo esa inmen sa Siberia rusa en el famoso Transiberiano. Qu maravilla, seores. Se dan ustedes cuenta de lo que es una semana viendo paisajes nuevos en cada momento, sin tener que aguantar los engo rros de los culebrones televisivos de todos los das y otras delicias de la vida actual Pues as es la cosa, amigo. Pero, volviendo al protagonis ta de esta historia, debo decir que este muchacho inquieto y soador siempre fue muy intrpido y vo luminoso personaje, digno de las mejores causas. Yo bien s que cuando l lea estos ditirambos y loas arrugar el ceo y pensar: Pepe, que te has pasao!. Pero, qu va: si yo contara nada ms que la centsima parte de las acciones edificantes y humanitarias de su vida en nuestra encrucijada juntos, durante aquella guerra civil que padeci mos los espaoles en el 36-39, llenara un libro bien gordo. Tengo sobrados apuntes para ello y no son chismes de trinchera, no, son hechos vistos y conocidos por m durante la ltima parte de la contienda que dividi a los espaoles. Tuve bue na ocasin de ello, pues es bien sabido que mi querido amigo Paurides fue el jefe del Estado Mayor de la 25.a Divisin en el 13. Cuerpo de Ejrcito de Levante. En aquellos tiempos yo me au todenominaba muy vanidoso su ayudante de cam po; bueno, en realidad yo era una especie de ele mento que lo mismo serva para un barrido que para un fregado. Una especie de guardaespaldas, secretario y ayudante de cmara. Lo mismo le re cordaba que tena que hacer una llamada al Cuer po de Ejrcito en determinado momento como procuraba buscarle buena cmara y alojamiento en los continuos cambios que propiciaban aque llos graciosos partes de guerra de nuestros altos mandos, que decan: Se ha efectuado una rec tificacin del frente a retaguardia!. Esto quera decir que tenamos que salir de naja a otro sitio porque los del general Franco estaban achu chando mucho; as que, Pepe, a buscar nuevo alojamiento cuando llegbamos al nuevo sitio designado por el mando. En fin, era una especie de su sombra, lo que me permiti, durante el tiempo que estuvimos juntos, anotar los detalles que tengo en mis apuntes y en mi memoria. Y de todo lo anteriormente expuesto, llego a una conclusin, y es la siguiente: este amigo mo es un tipo de esos que hacen patria y son dignos de alabanza. Y para terminar con estoy an a sa biendas de que se va a mosquear un poco, con tar dos hechos autnticos, de entre los muchos que guardo de aquellos tiempos. Uno habla de su amor a su pueblo y a sus gentes, y el otro, de su buen hacer en el cometido que le toc vivir en el episodio de la guerra como jefe de una seccin como es la del Estado Mayor de una Divisin. Como me consta que se va a mosquear por charrar todas estas cosas sin su permiso, co menzar por la que vivimos un da en que deno t su tranquilidad ante el peligro y los conoci mientos que haba adquirido en el ejercicio de su mando. Estaba el cuartel general de la 25.a Divi sin en los ltimos tiempos de la contienda, en un pueblecito muy pequeo de la montaa valen ciana, llamado Oset y cerca de Alcubla, ya en las estribaciones de Javalambre. 281 LA SIN PAR ODISEA DE UN ELDERO EN SU VISITA A LA CHINA, PASANDO POR MOSC Y ALREDEDORES (II) (Poema sinfnico en Sol radiante de un viaje por Europa y Asia en varios medios de transporte, del que sobresale un interesante y cmodo desplazamiento en el conocido tren Transiberiano que va desde la capital rusa hasta Vladivostok. bifurcando en Mongolia para bajar hasta la inmensa China) U na noche, al acostarse: Pepe, que maana temprano llama al Cuerpo de Tren de la Divi sin y que venga un elemento con el coche pe queo, pues nos vamos a las primeras lneas del frente. Aqu hago constar que siempre en nues tras conversaciones, hablamos en plural, es de cir vamos a hacer esto, vamos a ir a lo otro, etc. Claro que esto por decisin suya, pues yo no me hubiera nunca atrevido a ello por aquel lo de la disciplina, pero a l le gustaba as y yo, amn y gracias, amigo. Asombros por mi parte y opinin al canto: oye Paurides, y qu pintamos nosotros maana en el frente, all arriba en el monte, con el fro que hace y todo lleno de nieve Pues, nada, hombre, que esta tarde he estado mirando cartografas de este frente y por las coordenadas veo que hay un batalln en una vaguada que, si atacan los fa chas los limpian, pues es muy fcil rodearlos. Est bien, jefe, maana nos vamos al frente y que la Virgen de la Salud nos acompae. Fuimos en coche hasta donde pudimos y lue go, aqu te quiero ver, escopeta, monte arriba, admirando el paisaje y contestando a los mu chos a sus rdenes de las tropas que guarne can aquel sector, extraadas de ver al jefe del Es tado Mayor de la Divisin por aquel los andurriales. El caso es que llegamos sin novedad a las trincheras de primera lnea, y yo, mientras tanto, iba algo preocupado (miedo) porque las balas si lbaban por todas partes y algn morterazo que otro de cuando en cuando. En aquel que hice un gesto como si me fuera a picar un mosquito, me dice el to: No te preocupes, Pepe; las que oyes pasar ya no te pegan. Pero el caso es que yo me met en una trinchera mientras el hombre se que daba mirando la vaguada que tenamos a nues tros pies y, al otro lado de la ladera, los otros. 282 A todo esto mi amigo Paurides se meti de so petn, despus de haber estado observando las po siciones. Se meti, como digo, en un nido de ame tralladoras que haba camuflado all cerca, entre unos pinos, y se puso a manipular una mquina y hasta dispar algunas rfagas, como si fuera a ganar la guerra l slo. Qued calmado el frente de momento y vi niendo el hombre donde yo estaba, va y me dice: Pepe, ves aquella casica que hay en la orilla del riachuelo, ah abajo Pues vamos a bajar a ver qu es aquello. La tal casica estaba entre las dos lneas ya mi me pareci una temeridad aquella visita fue ra de programa. De haber estado los dos solos, se guramente le hubiera contestado: Ah abajo, Paurides, va a bajar tu ta. Pero como estbamos rodeados de los oficiales de la compaa que guarneca aquel sector, pues hice de tripas cora zn y contest: A sus rdenes, jefe, cuando us ted quiera. El capitn de la compaa se ofreci ense guida por si quera Paurides alguna escolta que le acompaara, pero l contest: Nada de eso, porque si ven los de enfrente mucha gente, pue den pensar que vamos a tomar la trinchera de ellos, y si vamos solos mi ayudante y yo, pasare mos ms desapercibidos.Y acto seguido, toma mos una sendica que bajaba hasta el fondo de la vaguada y all nos fuimos en plan de conquista Paurides y yo como dos cabal leros de la Tabla Redonda. Al iniciar la bajada, me encomend lo primero a nuestros Patronos la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso. De la Virgen de Coromo to no me pude acordar porque la conoc muchos aos despus en Venezuela, de donde es la Rei na de los Cielos, como la nuestra de Elda; pero en mis preocupaciones normales de aquel acto va leroso me acord de repente de mi otro acto va leroso (,) en Teruel, cuando me qued solo en una trinchera, cubierto de tierra, por haberse re tirado nuestras tropas y despus aparec en el bo letn del batalln 3. a de la 117 Brigada de la 25 Divisin como un hroe que no haba dado un paso atrs cundo todos se haban retirado. Este sucedido ya apareci en un trabajito mo en el Va lle, titulado Nos fuimos a la guerra! y, la verdad, queridos coterrneos, como deca en di cho trabajo, es que me qued slo en la trinche ra porque era mejor quedarme que irme; de hroe, nada. Pero sin embargo ahora, dadas las cir cunstancias me alis las plumas yen un gesto va leroso me dije como aquel dicho navarro que dice: Vamos, si hay que ir! Seguramente para levantar mi decado ni mo, me dijo mi amigo a poco de emprender la ba jada: Pepe, no te salgas del sendero y si ves en l tierra removida o algn hierbajo suelto, no pi ses por ah, pues estos hijos de Satans pueden haber puesto alguna trampa para chulanes (mi nas) y te das un vuelo hasta Elda si lo haces No ocurri nada de particular, sin embargo, si exceptuamos algunos silbidos de balas y algn morterazo de cuando en cuando, que se acen tuaban a medida que, llegbamos a nuestro ob jetivo, que era la casica del fondo del valle, que no tena nada de particular; le dimos la vuelta y regresamos ms que a escape, con la sinfona del tiroteo del enemigo. Los nuestros, seguramente, estaban viendo nuestra retirada, nos apoyaban con su fuego y llegamos arriba con un buen concier to de tiros, pero inclumes, gracias a Dios. Seguramente por Radio Macuto se ente raron en el inte en el 13 Cuerpo de Ejrcito, cuyo cuartel general estaba en Higueruela (Va lencia), y hasta en el cuartel general del Ejrci to de Levante, que estaba situado en Torrente, y las consecuencias de esta singular haza a nunca las supe, pues mi amigo tampoco me dijo nunca nada de el lo; seguramente en el mando del Ejrcito de Levante algn general, al enterarse del hecho, dira: Estos muchachos de Elda...! En cuanto a los detalles que doy ahora de los enclaves de los mandos que he citado, entonces, en aquel tiempo, no se podan citar, como es ob vio, pero ahora, despus de tantos aos de la ocurrencia de mi amigo, pueden atar una mosca por el rabo. LA SIN PAR ODISEA DE UN ELDERO EN SU VISITA A LA CHINA, PASANDO POR MOSC Y ALREDEDORES (III) (Poema sinfnico en Sol radiante de un viaje por Europa y Asia en varios medios de transporte, del que sobresale un interesante y cmodo desplazamiento en el conocido tren Transiberiano que va desde la capital rusa hasta Vladivostok, bifurcando en Mongolia para bajar hasta la inmensa China) H e hablado de la faceta de mi amigo Paurides como elemento tranquilo y sosegado ante el peligro y no quiero abusar ms de las innumera bles ancdotas guerreras del Jefe del Estado Ma yor de la 25 Divisin. Solamente abundar con una muy graciosa acaecida en el pueblo de Manzanares (Teruel), donde estuvo situado algn tiempo el Cuartel General de la Divisin. Haba aquel da una rectificacin del fren te a retaguardia. Estaban entrando los moros y re quets por la entrada del pueblo y mi amigo, pe gado al telfono, esperando rdenes del mando para la retirada. En vista de lo feo que se pona el asunto, entr en tromba en la oficina, le aga rr del brazo y salimos arreando, sierra de Java lambre arriba, hasta una masa donde estable cimos de nuevo el cuartel general, cuando se estabiliz de nuevo el frente. 283 Despus de la faceta guerrera, viene la fa ceta humana de este distinguido eldero, que es to dava ms importante. Despus de estar un corto tiempo en la ma sa de Javalambre, trasladaron el cuartel general de la Divisin al pueblo de Alginia de Almonacid (Castelln de la Plana) y por fin al citado pue blecito de Oset, donde una fresca maana de fi nales de marzo de 1939 efectuamos la definitiva rectificacin del frente hasta Elda. Entr una maana en la oficina que tena mi amigo en una casa del pueblo citado de Oset y le vi pegado al telfono, muy serio y demudado. Me sent en un rincn de la estancia, como haca siempre por si necesitaba algo el jefe y tuve oca sin de escuchar la conversacin, mejor dicho el monlogo, porque all no se oa ms que el voza rrn del Jefe de la Divisin, un asturiano de ma las pulgas que no s si porque se haba entera do en su da de la toma de la tierra de nadie por el Jefe del Estado Mayor y un servidor o porque le haban l lenado la cabeza de cosas raras con res pecto a las gentes de Elda que haba en el cuar tel general de la Divisin, el caso es que aquel da le estaba dando el dem a mi amigo con exa bruptos y palabrotas y el final fue un estentreo: Que me est usted llenando el cuartel general de fascistas! Toma del frasco, Carrasco, me dije yo al or tal tontera. Ya he contado en alguna ocasin los senti mientos de mi amigo Paurides en lo que se refe ra a Elda y a sus gentes. Elemento de Elda que se enteraba estaba en alguna unidad de la Divi sin, pues de rebote a la plantilla del cuartel ge neral. Todos ramos zapateros, pero all surgieron cocineros, telefonistas, oficinistas y todo lo que hi ciese falta. Todos, empezando por m, arrastrados a aquella estpida contienda cuando nos toc la quinta. Si yo citara los nombres de los eldenses que nos juntamos en el cuartel general, a buen se guro que los coterrneos que conocieron a aque llas personas se moriran de la risa si las com paramos con el exabrupto final que dijo el jefe de la 25 Divisin, Hombre! Muy rojillos no ramos ninguno de nosotros, pero eso de fascistas fue muy gordo. Pelillos a la mar, que todo pas, a Dios 284 gracias; pero es que fue y es mucho eldero mi ami go Paurides Gonzlez Vidal. Chist, chist (Vaya por Dios, ya tengo aqu algn pelmazo de duende dndome la tabarra) Seor de la Horteta: Soy Rabogato, portavoz del cnclave de sus neuronas y vengo a recordarle que est usted sacando los pies del tiesto, pues lle va un montn de cuartillas escritas, habindose olvidado de que tiene a su amigo metido en el tren Transiberiano viajando a la lejana China y se ha olvidado de l. Est usted regodendose con sus batallitas de hace mil aos y no hace ni caso del enunciado de su trabajo. Esto no es serio, hombre de Dios, vuelva cuanto antes a esa Odisea que campea en sus comienzos del trabajo y djese de monsergas. La verdad, queridos coterrneos, es que el in clemente Rabogato tiene la razn, pero es que hace algn tiempo que quera rendirle un peque o homenaje a mi amigo Paurides y he aprove chado esta ocasin para hacerlo, porque, me consta, no es dado a las lisonjas, loas y alaban zas; pero yo, como dijo el otro, Dame pan y dime tonto. Yo largo el homenaje y si te he visto no me acuerdo, porque los hechos son historia y ah es tn para los restos. Bien, bien, bien. Decamos que mi amigo subi en el Transiberiano en Mosc, dispuesto a atravesar toda la Siberia y, claro, en esta oportu nidad no soy su ayudante de campo y nada pue do contar de su viaje hasta que l no regrese y me ponga al corriente de esta Odisea que yo ano to en el encabezamiento de mi trabajo; por lo tan to, si hablo algo del viaje es contando con ese di cho que dice: La Literatura es lo que se ve, se oye o se inventa. Y la verdad es que yo ya tengo muchos tacos encima para andar con inventos. No obstante lo dicho anteriormente, s que saco un divertido resultado de tiempo y distancia, haciendo una comparanza (como deca el to Gabelo en parecidas circunstancias) entre el Transiberiano, que atraviesa toda la Siberia y el tren chicharra, que sola transitar de Alcoy hasta Yecla. En cierta ocasin tena de educacin de ban durria a un chico de la ltima ciudad y l y su fa milia me invitaron a pasar un da con ellos en su pueblo. Salimos de Elda por la noche. Pernocta mos en Villena y, a medio camino, se par el tren y terminamos el viaje caminando. Total, dos das para ir a unos 50 Kilmetros. Paurides emple seis y medio para una distancia de unos siete mil y yo he empleado el mes de agosto para urdir mi odi sea de hilvanar este trabajito. As que cuando re grese mi amigo ya contar la suya. Abrazos elderos. LA TORRE QUE NUNCA EXISTI Y LA ASOMBROSA DISTANCIA ENTRE EL CASTILLO Y LA IGLESIA (Carta al Ddirector con cierto retintn sobre una fotografa con recmara) Estimado director: H e visto con gran curiosidad la panormica de Elda del siglo pasado, dnde se ve bien la perspectiva del valle y del castillo, y en ella ano to para mi gobierno, dos detalles muy gordos que me hacen suponer que aqu existe un embu chado mas gordo todava. Primer detalle: en la si lueta del castillo se ve un torren en el centro con la puerta junto a l que es el que ha quedado en estos tiempos. Siguiendo el lienzo de la pared o muralla se ve otro torren formando esquina en di reccin suroeste. Pues bien, yo conoc de muy pe queo esta esquina sin torren, es decir, lisa, ha ciendo ngulo recto con el lienzo de pared que mira al sur. Le quitaron el torren y se lo llevaron en el bolsillo cuando yo nac Segundo detalle: si se fijan bien en la pers pectiva de la panormica total se ve la distancia que hay entre el castillo y la iglesia de Santa Ana, que por cierto no tena entonces ms que una to rre yen Valle se nombran dos. Pero a lo que voy es a la distancia que se calcula entre el castillo LA TORRE QUE NUNCA EXISTI y Santa Ana. Es bien sabido que entre castillo e iglesia no hay ms que la calle del Castillo y la pla za de Arriba en distancia. Pues bien: en la foto grafa, atenindonos a la perspectiva esa, se ve claramente que entre uno y otro caben tres o cua tro calles del castillo y otras tantas plazas de Arriba. Se separaron por el tiempo los dos edifi cios El seor de la Horteta no se lo cree. Fijaos bien en los detalles que apunto y a los eruditos el denses no les vayan a meter molleta por dngo la. Sera bueno que el amigo Jos Miguel Ban, que tan estupendas panormicas hace, hiciese una con el mismo encuadre, y el sitio idneo para tomarla, segn mi humilde entender, est entre la Curva del Tuso (Polgono 25) de la va, que es po siblemente donde tomaron la panormica en cues tin. Yo recorr de muy chiquito los lienzos de pa red sur y oeste del castillo para entrar en la torre que existe en la actualidad y en la esquina suro este no vi nunca torre alguna o restos de que hu biese habido nunca tal cosa. 285 EL CAMINO DEL CARRIL O MEJOR DICHO, EL CAMINO PARA IR AL CARRIL (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) Con especial dedicatoria para Mara Josefa Anaya Anaya, por compaerismo en la colaboracin del peridico Valle de Elda y sobre todo por alusiones de su singular trabajito , a mi dirigido, que apareci en el peridico de fecha 18 de junio pasado, el cual trabajito cay sobre m como agua mansa y me dej las plumas nuevas. Gracias, proba eldera. Va por ti. E s archisabido desde tiempos inmemorables por todos los elderos, aborgenes y forneos, que el Carril es el nico camino carretero que ha ba en la huerta de Elda para uso de los trans portes agrcolas y otros menesteres domsticos. Los dems viales eran caminos y sendas ms o menos anchas, ms una vereda que iba desde Los Escorra les hasta el Marn y otro camino carrete ro que circulaba desde la Ta Gervasia y se des viaba en la Casa Costillares para llegar hasta las faldas de Las Barrancs, atravesando las Caba as o Toscana, como tambin le decan muchos elderos a aquellos parajes. Tambin haba aunque slo de nombre una senda ancha a la que llamaban Camino de Carro, que, iniciando su andadura donde hoy nace la Calle de la Cruz, era el camino natural para lle gar a La Jaud y alrededores, terminando en el Puente El Sambo, despus de rendir viaje en la Casa el As. Aunque para llegar a este sitio haba necesidad de cruzar el Vinalop por un paso de pie dras bien gordas que haba donde se juntan la rambla de Bateig y nuestro nclito ro. Antes de adentrarnos en la narracin del ca rril, o, mejor dicho, en el camino que llevaba al ci tado vial, merece especial mencin el llamado Camino de Carro, pues se trata de una gracia de las muchas que le endilgamos al operativo elde ro cuando se trata de denominar lugares y situa ciones conocidas o simplemente nombres pro pios. S, seor, esta es la verdad. Decan los an tiguos elderos, a una senda ancha por la que nunca pas un carro, este pomposo nombre: Ca mino de Carro! Los historiadores de Elda no han 286 explicado nunca cmo se las arreglaban los su fridos dueos de bancales que estuvieran lejos del carril, para poder traer al pueblo mercancas de sus huertas y bancales, pues ya se comprende f cilmente que una carga de tomates se mete en un sern o en una sarrieta y, colocada sobre un se moviente, sea borrico, mula o caballo, se arrea para el pueblo. Pero, y cuando escombraban un olivar o arrancaban una via Cmo lo hacan Ah, misterio! Se conoce que, por poderes tau matrgicos, se convertan la senda en camino de carro de verdad. En fin, que esta es como an tes digo una de las muchas gracias incon gruentes que tiene nuestro solar, y si las resalto es para que los elderos venideros sepan cmo las gastaban los de la vieja Idella en cuanto a colo car apelativos, motes y otras lindezas lingsti cas de sabor local. De entre estas perlas habladas de nues tro acervo particular ya he mencionado de pasa da, en otras ocasiones, algunas de ellas. Me ha he cho siempre mucha gracia escuchar El Campo Alto, siendo el terreno ms bajo de nuestro tr mino municipal, o el ya citado Camino de Carro. Pero ah va una indita, que a buen seguro har mucha gracia a mis sufridos lectores. Al morro rocoso que tiene la montaa de Ba teig mirando a Elda, siempre le hemos llamado La pea del Sol. Pues bien, est mirando al nor te y, por consiguiente, est en la umbra. Qu os parece Pues con ese nombre se qued para siem pre. Qu como pudieron salir esos nombres Pues muy sencillo, hombre, porque aqu, en el viejo solar de la della, alguien dice algo que fo nticamente o por cualquier otro motivo les cae en gracia a los dems cofrades elderos y ya est. Pre cisamente en estos ltimos tiempos, y con moti vo de la pretendida implantacin (con contuma cia digna de mejor suerte) de una planta de reciclaje de basuras en todo lo alto de Bateig, se dijo algo muy curioso por un concejal del Ayunta miento de Elda y corroborado despus del diputado de Obras de la Diputacin de Alicante. Dicho ste que he ledo varias veces en la prensa escrita, tan to provincial como local, y sta s que es la guin da que corona la tarta de los disparates. Odo al parche! El sitio donde se va a implantare! Mo numento a las basuras de toda la regin... es un valle rodeado de montaas...! Y termino con esto, porque ya presumo que mis duendecillos me apremian para que no me aparte del asunto o trabajo dedicado. Pues ya me imagino que mi dedicada M. Josefa Anaya es tar pensando: Pues s que estamos bien. Me dedican una serenata a base de valses poticos y dulces y me estn tocando una polca en tiem po de seis por ocho que no me deja dormir..!. EL CAMINO DEL CARRIL O MEJOR DICHO, EL CAMINO PARA IR AL CARRIL (II) (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) B ueno, tranquilos todos, persona dedicada y el deros en general que le leis, que voy a ter minar la polca explicando una vez ms, para que no se olvide, lo que es el pretendido valle que existe encima del Bateig. Es, senci l lamente, una montaa coronada por una meseta y una sa liente hacia el noroeste, paralelo a la carretera de Alicante, que sirve precisamente para canalizar las brisas de levante, que tanto gustico propor cionan a los elderos en los trridos das de vera no, sobre todo al atardecer. Leveche llamaban los antiguos hijos de Elda a esas brisas. Imagi naos, si colocan all tal monumento por la in curia y la desidia (como deca en el siglo pasado nuestro don Lamberto Amat) de nuestros paisa nos, qu ricas brisas tendran los presentes y los venideros elderos. Y como colofn de este desahogo emocional en pro de mi pueblo, otro s digo: En la antige dad, cuando un eldero deca Yo soy de Elda le replicaban: Ah, s! De Elda los Pinos, Luego fui mos los del pueblo del esparto. Ms tarde fue la explosin del calzado y decamos con orgullo: Yo soy del pueblo de los zapatos!. Qu duro ser, en los venideros, tener que decir con triste za: Yo soy del pueblo de las basuras!. Si Dios no lo remedia, claro, Amn! Mis particulares duendecillos Rabogato y compaa me comunican que comprenden mis desvos del tema del Carril porque mis neuro nas estn ya de vacaciones y me aconsejan que descanse un poco y me incorpore a la ma yor brevedad posible al tema. Pero yo les digo que me atengo a mi estilo de escritor del pueblo, de anotar las ideas que van viniendo, de pensar constantemente en l, con todas sus vivencias, lugares y personajes que aparecen en la panta lla de mis muchos aos. Cmo voy a dejar de ha cerlo si incluso una eldera, Mara Josefa Anaya, dijo no hace mucho con clidos versos; Sigue soltando plumas por el valle con armonas y tri nos de jilguero y ruiseor! (o algo parecido, claro) Pues, vive Dios, que seguir hacindolo hasta que l me lleve a mi retiro final ! Lo nico que puede ocurrir cuando llegue al sitio donde esta la Verdad, es que quin est de puerta me diga asombrado: De dnde sale este Pajar/co todo desplumado Anda, vete al Negociado de Arropamiento Ornitolgico y que te den plumas nuevas. Luego vuelve rpido para asignarte tu si 287 tio definitivo; un poco difcil est la cosa porque estos das estamos muy apretaos pero a ti te colocar en cualquier ramita de albercoquero y vas que ardes. S, esto es lo que podr ocu rrir, me digo yo, aunque me malicio que algn as tuto eldero que me lea podr decir: Cmo se le ocurre al seor de la Horteta hacer ese viaje estando pelechando. Todos los elderos, aborgenes y forneos, sa ben que el carril fue el nico camino carretero que haba en el centro de la huerta de Elda para uso de transportes agrcolas y otros menesteres de la colectividad local; lo dems eran camino y sendas ms o menos anchas, ms una vereda y un camino de carro por el que nunca pas un carro, como ya se ha dicho. El inicio de este camino carretero o Carril est o estuvo en la carretera nacional 330 de Ali cante a Ocaa, Kilmetro dos, aproximadamente desde la escalerica de los Facorros, ms o menos a la altura de una casa que tena una molineta y la casa del Mamn. Yo lo calculo as teniendo en cuenta que haba tres Kilmetros a la casa de don Carlos (hoy un colegio junto a la Gasolinera de (la) y una legua al final de nuestro trmino, me tro o vara ms o menos. Por qu digo que co menzaba la carretera en la escalerica de los Facorros o Facorricos, como corrientemente de les llamaba a esta digna familia eldera Pues por que estos seores vivan en el centro de la Plaza de Abajo, nmeros impares, entre la confitera de don Enrique Gonzlez y la tienda de la Chiqueta en la otra esquina, y a un chusco coterrneo nues tro se le ocurri escribir a un lado de la entrada, con un trozo de carbn de palillo o similar mate ria un letrero que deca: Carretera de Elda a Ali cante, Kilmetro cero y estuvo mucho tiempo el tal letrero ornamentando la casa en cuestin. A lo mejor, ste msico estuvo en alguna ocasin en Madrid y como se enter que en la Puerta del Sol estaba el Ki lmetro cero de todas las carreteras nacionales que partan de all se conoce que se dijo: Pues, yo ahora coloco el cero tambin en la carretera de mi pueblo hasta Alicante, pues no sotros no somos menos y se volvera a Elda tan campante el to. EL CAMINO DEL CARRIL O MEJOR DICHO, EL CAMINO PARA IR AL CARRIL (III) (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) A estas alturas supongo que se han quedado us tedes impuestos de la situacin geogrfica del Carril en su nacimiento; sin embargo, debo aadir que para ir all no solan los elderos tomar la carretera bien cmoda con su asfaltado de piedras machacadas por los tiempos de Mari castaas, que son los que resultan de mi narra cin, a no ser que fuesen con ruedas (los vehcu los, no ellos, claro) ya que en caso de ser slo bpedos o cuadrpedos los transentes (con per dn para los primeros) tomaban tal direccin al sal ir del pueblo por el camino del carro, sitio por entonces en el nacimiento hoy de la calle de la 288 Cruz, que era ms cmodo y agradable que pisar grava por la carretera polvorienta. En alguna oca sin ya he hablado de este repetido camino de ca rro, pero como estaba situado en el centro de la huerta, pues siempre est en medio como los jue ves, aunque sta es otra historia. Adems, hay bi furcaciones de caminos y sendas que hay que re sear, caramba. Bueno, prosigo. El tal mentado camino tomaba la direccin que lleva hoy la citada calle de la Cruz. Precisa mente en su nacimiento hubo una cruz de piedra y de ah su nombre, pero adems tena a su vera un abrevadero de semovientes con su chorrico de agua para su consumo, pero debo explicar a los felices contribuyentes que en contra de lo que he ledo en algn sitio que se llamaba a este lugar la fuente de los burros no hay tales carneros; se denominaba a este sitio El bsio de/a carre teracon fuerte acento en la primera slaba: iB sio! Hubo otro en la placetica de las Parras, don de habitaron, entre otros elderos, personas muy conocidas como Paco el Caillo a la entrada, mi amigo Paco Vera el Colao ya la derecha don An tonio Porta Rausa, padre del que fue Alcaide de Elda y de sus otros hijos Pepe y Concha. As que estos dos Bsios fueron la intendencia lquida de la cabaa local; si hubo otro en sitio diferen te se me ha quedado en las meninges y aguanto crticas como Aclarando Recordando y otros. Pero ya sabis, de fuente de los burros nada. Cuando an haba de nacer el Parque de Atracciones, el Lido y dems bosque del cemen to actuales, bajaba el tal caminejo costeando bancales en direccin al Campo Perdido. Fue un predio abandonado que tendra cuatro o cinco tahllas y forma de jamn y perdonad tal ex presin apetitosa pero as era en verdad lo ms ancho en la parte Norte y la pata en el Sur. Para llegar all, el citado camino fue escenario de dos acontecimientos o accidentes, a saber: en uno se le cay la botija del agua de la burra que mon taba el to Caraso, padre de mi amigo Rafael Vera el Fifo, el cual, al ver el desplome de la botija en la orilla del camino, dijo impertrrito: Pues ah te has cado, ah te encontrarn dentro de tres o cuatro mil aos los arquelogos elderos, y sigui su andar canturreando una cancioncilla pues era persona muy alegre y bien dispuesta. El segundo accidente lo protagoniz el to Menescal que caballero en su jumento, en este caso su mula, vio con asombro cmo el animal trastabillaba y perda una herradura, dando con sus huesos en el santo suelo, y all qued tambin la herradura, para que, igual que los restos de ce rmica del to Caraso, la descubrieran algn da los descendientes de los arquelogos que hur gan el Monastil. En estas estbamos cuando hemos llegado a la Casica Anaya, sitio donde se bifurcaban tres caminos. Naca el que iba al Carril por la iz quierda, segua el del centro rodeando la finca de don Manuel Anaya Garca por la parte Este y Sur, y el tercero por la derecha, tomaba rumbo Oeste para entroncar con la senda que vena de los tres puentes nacimiento de las Agualejas, hoy comienzo de la Avenida de Alfonso XIII. Se me ha colocado de rodn, mejor dira de Matute, eso de la Casica de Anaya. Es curioso cmo hemos empleado siempre los modismos en la parte vieja de Elda, si tenemos en cuenta que la tal casa era una confortable edificacin de campo con su parte delantera al sur, sus habita ciones, cocina y hasta, si mal no recuerdo, su patio trasero, pero es que en eso de los modismos y apelativos siempre fuimos muy estrictos y cir cunspectos con las tradiciones elderas, y a mu cha honra. 4-9 EL CAMINO DEL CARRIL O MEJOR DICHO, EL CAMINO PARA IR AL CARRIL (y IV) (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) A s que casa de campo la de don Manuel Ana ya Garca, con alguna otra que haba a su al rededor, pero esto ya lo explic bien su hija Mara Josefa en su trabajo apareci bien en este peri dico con el nombre de El silln de mi pap, as que prosigo rumbo al Carril. El camino que yo digo para ir al Carril naca precisamente all en la esquina del jamn 289 (perdn, Campo Perdido) por su parte noroeste. Ro deaba esta senda el bancal bajo un ribazo que en la poca siempre estaba lleno de esprragos que dicen trigueros, pero cosa singular, por aque lla no transitaba nunca nadie, cruzaban por el cen tro del Campo Perdido, donde se juntaban en la es pecie de pata del jamn, la senda, el camino hecho por la costumbre por el centro y por la de recha con la acequia del Comn, muy ancha y pro funda. Es digno de mencionar y resaltar los mlti ples atractivos que tena esta acequia del Comn en sus verdes oril las. Al comienzo de el la haba en el Campo Perdido una hilera de higueras ceni cientas que, sobre todo, las dos primeras eran un templo consagrado a la produccin de brevas e hi gos en cantidades industriales. La bandica de chiquillos de la calle de Pars y adyacentes, no d bamos abasto a despojarlas de sus frutos, y siem pre, al final de temporada, quedaba el suelo lle no de frutos de los que se caan de los rboles y es que eran abundantes las cosechas que daban. Claro que este men lo combinbamos con los gra nados que rodeaban la finca de don Manuel Ana ya antes de llegar a las higueras. Adems de botigela tenamos las nspolas, membrillos y prunas verdes que crecan en los bordes de la ace quia. Todo un edn para los chiqui l los de aquel los tiempos, si seor. Ah! Se me olvidaba decir que esta acequia del Comn, junto con su hermana que sala del pantanico que hubo en la desembocadura de la rambla del Sapo y regaba todo el Campo Alto pasando por los Molinos de Flix, fueron grandes productoras de las famosas camarrojas elde ras, pero, bueno, esto es otra historia que conta r algn da. Nos encontrbamos en la pata del jamn y aqu proseguimos camino del Carril acompa ados por la acequia a su derecha. Este trecho era corto y en una escurribanda estaremos en las casas del Carril. Serpenteando entre bancales y huertos dejamos a la derecha del camino una 290 casa de dos pisos que haba a la derecha del ca mino con la acequia de por medio y ya hemos lle gado, s seor, a las casas del carri l . Primero ha ba una buena casa de campo a la izquierda en el ngulo. Al otro lado del ngulo que formaban el camino que iba al Carril y el Carril mismo haba una era en el cornijal donde terminaba el ngu lo, en la misma curva que formaba ste de Oes te a Sur, dos casas ms, una de ellas bastante im portante. Con la firma Hereje le hace unas sema nas que el firmante anduvo, de pequeo, jugan do con el trillo, haciendo herejas montando en l chafando la parva o gavillas de trigo o cebada. Era esta era la misma que yo cito, seor Here je Porque a lo mejor se me ha ido el santo al cie lo y he colocado aqu la era del to Pascual, que estaba donde mismo est ahora la ilusin tre menda de los eldenses, es decir, la Feria Interna cional del Calzado y afines que regalamos de batijuela a los elcheros. Despus segua el Carril y a pocos pasos haba un camino a la derecha con dos casas ba jando a la izquierda, a saber: en la primera vera neaba mi amigo Ramn Navarro (q.e.p.d.), cua do de Antonio Juan Busquier, y en la segunda curaba las amarguras de las derrotas y las ale gras de las victorias del C.D. Eldense mi particular amigo don Luis Cremades Vicedo, el mejor presi dente que tuvo este club de ftbol (sin menos preciar a nadie, eh). Luego el Carril segua su curso, rindiendo sus armas en la rambla de Ba teig, al llegar a las casas de la Jaud. Importante: como hoy las casas del Carril estn cubiertas por el cemento y el progreso, no te preocupe, Hereje; dentro de tres mil aos, los arquelogos encontrarn el tri l lo, donde jugabas y dirn asombrados: Para qu queran los elde ros este colchn de pedernales Sera para ras carse las espaldas Cosas del verano, paisanos. Saludos elderos. CARTA ((ENTORNA A VALLE DE ELDA, POR ALUSIONES EN DO SOSTENIDO MAYOR Sr Director de/peridico E n el nmero extraordinario de fiestas le un suelto en el cual se me alude directamente por que cometo la avilantez de dedicarme a escribir de cosas pasadas y vivencias idas de nuestro pueblo. Cuando me le este suelto me dije: Pepe, no hagas caso!, pero hete aqu que un da leo un trabajo del seor Chinchilla Amat, don Enrique, en el peridico de 8 de octubre pasado, contestando tambin por alusiones al firmante de dicho suel to: Argos, donde se ponen los puntos sobre las es al trabajo titulado Dnde estn las tra cas. Como digo, al principio no pensaba preocu parme de tal cosa, pero al leer el trabajo del se or Chinchilla me dije: Pepe, no te quedes con el regomello en el cuerpo y pon los puntos y las es que faltan. Ya ello voy. Comienza el artculo diciendo que se re procha a algunos colaboradores de VALLE por su forma de escribir con la mirada vuelta haca atrs...etc. A quin se reprocha Quin lo hace Como quiera que mi humilde persona lleva ya muchos aos saliendo en el peridico con retra to y firma y casi siempre con los mismos temas, tengo que suponer que el mayor reprochado soy yo. Sin embargo, da la casualidad que, efectiva mente he sido reprochado innumerables veces por muchos elderos, pero por todo lo contrario. En el peridico han salido muchas veces estos re proches hacia el seor de la Horteta y por tel fono, cartas y recados tambin se podran contar los reproches que me han espolsao. La Elda que yo recuerdo en mis historietas s era ms pequea, pero no un patio de vecindad; fue una Elda de las puertas abiertas y de vecinos sentados en la calle, en animado coloquio despus de llevar la tarea al taller y dejar las del da si guiente arreglada de material. Era, por lo tanto, una reunin ms humana entre vecinos que ese medio insulso que el comentarista califica de patio de vecindad. Alude ste a los apodos caprichosos y con esto abre la caja de Pandora de los sambenitos es paoles caprichosa. Pertenece al acervo que ro dea la frase de nuestro insigne filsofo Ortega y Gasset: que es la cultura de humor de hace mil aos. En primer lugar dir que eso de los apodos no es una idea El hombre y sus circunstancias!. En todos los casos el apodo se debi a la cir cunstancia de cada persona a la que se le apli caba y expongo de abajo a arriba en las clases so ciales unos ejemplos que llevan siglos, en los cuales se conoca ms a la persona por su apo do o sobre nombre que por su nombre de pila y esto a travs de todos los tiempos, lo que denota que es parte de nuestra cultura a nivel nacional. Vecino! Quin tira el castillo este ao por las fiestas de septiembre Pues no lo s, creo que el seor Manuel el de la calle del Estralazo. Pues no tengo ni idea, chico, ese es de Petrel o valenciano No, hombre, ese es el to Ma chuca! Otro: Marido! Dile a ese hombre que re coja los escombros que hay en la cocina, que creo se llama Manuel y vive en la calle la Palme ra .S, mujer; ese es el to Menescal . Otro: oye, guarda de campo, dile a Jos Gonzlez el de la Horteta que maana, de ocho a diez, tiene las dos horas de agua que ha rematado hoy! Pues no caigo, seor encargado del agua quin es ese Jos Gonzlez. S, hombre, Pepe el Pa jarico! Ah, bueno, haber empezado por ah. (Este fue mi querido abuelo y sigo en ascenso). Otro: Hola, muchacho! Qu tal va la mili. Bien, muy bien. Tengo que ir al Ayuntamiento a entregar unos papeles. Quin es el Alcal de ahora. Don Francisco Alonso. Qu lo han cambiado Antes de irme era Tacn Cuba no. Otro: Oye, vecina, a tu sobrina creo que le 291 han buscado un procurador de los Tribunales por un mal asunto que tiene. S, el seor Pedro Vera, ese de la calle San Roque, esquina a Coln. Pues, hija, no s quin es ese seor; Cla ro que lo sabes, mujer, Perico Fardos, hija!. Otros a nivel nacional : a don Rodrigo Daz de Vi var por ese nombre lo conocen en su pueblo, pero el pueblo llano lo conoce por el Cid Campeador. Y para terminar, recordaremos a Alfonso X el sabio y a don Pedro el Cruel. Eran tambin apodos caprichosos estos Recordemos el dicho de Ortega y Gasset. En el trabajo al que me refiero est el inte rrogante Dnde se fueron las tracas en el que hay todo un mundo de nostalgias y aoranzas. Por eso le recomiendo al autor de la pregunta que lea, si lo encuentra, un trabajito mo que sali en el VA LLE hace tiempo con el titulo de Vamos a correr la traca! y ah se documentar sobre esta di versin eldera que l lenaba las calles en los tiem pos de antes. Termino esta larga carta recordando a Ar gos que ha dejado a los historiadores mundia les y locales bajos de horma, porque ellos no es que se embeben en el pasado, no, es que quisieran ahondar an ms, hasta el principio de los siglos. En cuanto a m, humilde escribidor de historietas locales, me quedo muy a gusto con mis aoran zas y recuerdos. Hay alguien que pueda pensar que a mis ochenta y muchos aos me voy a poner a escribir de poltica local O de las andanzas de los niatos en la ruta del bacalao Compren dern fcilmente que por mi edad y mis achaques tengo que vivir de recuerdos y doy muchas gracias a Dios que me conserva la memoria y el buen hu mor. LOS CHULANES DE LA CALLE DEL CASTILLO Y LAS HIGUERAS DEL CAMPO PERDIDO (I) (Versin libre de unos sueos ornitolgicos de mi niez) A quel la maana de un ya muy lejano verano, deb estar harto de cansancio del da anterior, pues en mi edad de entonces tris caba ms que un vencejo en la captura de mos quito y otros insectos voladores. Pero es inaudi to lo que me ocurri al despertarme y asomarme a la ventana de mi casa, como lo haca todos los das para ver cmo estaba el tiempo. Lo que ocurri aquel da es digno de ser contado por plu mas ms importantes y sesudas que la ma. No obstante, procurar sacarle a esta historieta todo el suco que se merece, teniendo en cuen ta mi poco saber y entender en la materia que nos ocupa, esto es, el dilogo entre un modesto chulan y otro gorrin, aunque ste, que soy yo, en versin humana. Como suele decirme mi duende Cantage so de vez en cuando: Seor de la Horteta! Us 292 ted tire palante cuando escriba algo, que ya sabe que estamos a la orden para sacarle de los apuros, de los berenjenales en que se mete cuan do urde alguna de sus historietas ms bien im posibles, No decaiga, hombre. Adelante, mi l i cianos, por las tierras de Castilla y de Aragn! Oiga, oiga, seor Cantageso, que eso lti mo pertenece a una poesa que escribi durante la guerra don Eliseo Verd, de feliz memoria. A santo de qu saca este alarde potico que no vie ne a cuento Perdone, perdone, inefable seor de la Horteta! Se me ha ido el santo al cielo en mi afn de ayudarle, pues le veo a usted cansado y bajo de forma. Esta bien, est bien, vuelve a tu recndito rincn del numen y cuando tengis que decir algo para eso tenis portavoz. Por dnde andbamos Ah, s! Estaba yo asomado mirando el tejado de la casa de entren te y viendo las evoluciones de un juguetn chu lan que sala de un alero. Para colocar esta historieta en su justo con texto literario y que cuadren bien las coordenadas de su narracin, es necesario echar mano de una de mis aficiones desde muy chiquitn, esto es, contemplar con inefable placer las evoluciones y juegos de todas las avecillas del valle en su entorno y, adems, facilitarles comida y agua en algunas ocasiones. Con esto tengo a quien parecerle. Mi abuelo materno Pepe Gonzlez de la Horteta, pri mer Pajarico del valle de Elda, era famoso por su acendrada dedicacin a estos menesteres de amar a los pjaros. No tuve la suerte de conocer X a este abuelo, pues ya he contado en alguna oca sin que fue vctima de la epidemia de peste del siglo pasado, all por el ao 1885 de infeliz re cuerdo. Qu tesoros de saber hubiese yo podido re coger en mis recuerdos de este valle y alrededores con las cosas que normalmente cuentan los abue los a sus nietos! Pero, por desgracia, no pude go zar de estas cosas, pues, repito, no le conoc, as como a los dems abuelos y abuelas. Todos se fueron en aquel siniestro ao citado, as que para mis recuerdos de vivencias familiares ese pozo oscuro de una generacin de abuelos y para sacar algo en claro siempre he tenido que echar mano de descendientes familiares o colaterales LOS CHULANES DE LA CALLE DEL CASTILLO Y LAS HIGUERAS DEL CAMPO PERDIDO (II) (Versin libre de unos sueos ornitolgicos de mi niez) S iguiendo con esto de mis aficiones, es justo re coger de entre mis recuerdos infantiles el epi sodio del gafarrn. Este fue un jilguero (ca garnera) que yo tuve en una jaula hasta que muri, con gran pesar mo. Lo notable del re cuerdo de este pjaro es que un da que me pa reca que estaba muy triste le abr la jaula, di cindole: Anda, Gafarrn, lrgate por ah y vive tu vida. Yo qued muy triste, como es natural, pero cul no sera mi sorpresa cuando aquella mis ma tarde apareci Gafarrn, revoloteando por la ventana, cerca de donde estaba la jaula y se pos encima de ella. Yo me qued mirndolo y el pjaro tambin me miraba a mi como diciendo: Nada, hombre, que me he dado un garbeo por el barrio y no he visto rastro de alpiste ni caamo nes y encima he sentido sed y buscando, bus cando, he subido hasta el castillo donde un gorrin muy simptico me ha dicho: Agua Como no te vayas al ro! En vista de todo esto he decidi do volver al hogar y aqu me tienes para contar te lo que quieras, como todos los das. Abre la puerta de la jaula, hombre!. Como es natural, todo este parlamento es de mi cosecha y es lo que yo interpret de su dulce mirada cuando se mont encima de la jaula. As que le abr la puerta y se meti dentro, montn dose en su palito de siempre, ms contento que unas Pascuas. Al da siguiente mi querida madre me dijo: Jos qu le pasa a ese pjaro que est cantando como un loco Como parece ser que ya he acabado el con texto y las coordenadas literarias de esta narra cin con el episodio del jilguero que fue hijo pr digo, retomo el hilo del asunto del chulan que sali de debajo del alero. Salt la simptica aveci lla encima del teja do y se dio unos brinquitos cortos, para desentu mecer sus miembros seguramente, pero en sus movimientos le not que cojeaba un poco y una de sus patitas vi que la tena un poco doblada al fi nal, junto a las uas, vamos, que estaba cojitranco a mi parecer. Par sus movimientos de aquella especie de gimnasia sueca que estaba haciendo y se me qued mirando al frente con gran curiosidad. 293 Hola, vecino, me dijo qu miras con tanta atencin Hola, simptico chulan! le contest Pues veo que no ests muy bien de los remos, pues caminas como el to Tango, a la pata chula. Qu te ha pasado, si es que se pue de saber S se puede saber me contest te contar en todos sus detalles el motivo del infor tunio que me llev a ir a saltos como si estuvie se pisando hormigas. Adems, cmo no te voy a contar si tu eres el bienhechor que pones en tu ven tana las migas con las que nos desayunamos to das las maanas los vecinos del tejado de esta casa y de los alrededores Efectivamente yo tena la costumbre de co locar todas las noches algunas miguitas y un cuenco con agua en el poyo de la ventana,y mi que rida madre alguna vez me deca: Jos, no le pongas ms comida a los pjaros, que lo ponen todo perdido y estn acudiendo todos los chu lanes del pueblo. Pero claro, claro como no me lo deca muy en serio yo segua con mi diversin. Prosegua mi vecino con sus explicaciones del porqu de su cojera diciendo: Pues, vecino, s, se me ocurri un infausto da irme con un compaero de la calle del Castillo a unas eras que hay a la salida del pueblo, muy cerca del bsio (abrevadero) que est la cruz, dicindome que, como estaban trillando, se poda conseguir bue nas raciones de trigo y cebada, pues estaban los suelos llenos de granicos y adems tenemos la ventaja de que cuando ya estamos bien ati borrados de comida tenemos a la vuelta el agua del bsio de la Cruz. As que anmate, com paero, que nos vamos a dar una buena panza da de comida sin tener que buscar mucho. Oye, oye! T crees que tan fcil est eso Los que estn en la trilla nos dejarn aliviarles del trigo o la cebada Nada, muchacho, que no te enteras. Nosotros vamos de amanecida, cuan do no han empezado a trabajar y lo nico que hay es algn morsequillo despistado que busca los l timos mosquitos antes de irse a dormir. Bue no, bueno, pues si es as cuenta conmigo para maana. Dnde nos vemos Pues ah, en la Plaza de Arriba, en el tilo grande que hay, all nos juntaremos casi todos los del barrio y al asalto se ha dicho, luego terminamos refrescndonos de agua en los escurrimbles de la fuente de la Cruz, y a espolsarnos una buena siesta debajo del ale ro. De acuerdo LOS CHULANES DE LA CALLE DEL CASTILLO Y LAS HIGUERAS DEL CAMPO PERDIDO (III) (Versin libre de unos sueos ornitolgicos de mi niez) e vecino, s. Me fui aquella triste maani ta, como habamos quedado mi congne re y yo. Mala la hubo la grey de chulanes del barrio aquella maana! Fuimos en alegre ban dada, como diciendo Ancha es Castilla! y re gresamos unos pocos algunos como yo, bastan te escalabrao y la mayora se quedaron all en aras de la gua y del latrocinio. Nos ocurri como al francs en Roncesvalles. Le cort la tristeza del relato dicindole: Y cmo pudo ocurrir tal desastre, amigo gorrin 294 Qu como pudo ser, vecino Pues nada, hom bre, que algn Barrabs de los muchos enemigos que tenemos se dio cuenta algn da que los de mi especie estaban cebados con el grano de la tri lla y se dira: Pues a ellos! Y aquella noche, an tes de la amanecida de mi tragedia, lleno de trampas todo el rolde de las eras, que haba ms que un teatro chino y aquello fue la hecatombe. Fuimos pocos los que volvimos a nuestros tejados del barrio; yo me libr porque tuve la suerte de que al querer agarrar una hermosa miga y disparar se la trampa, tuve la suerte, como digo, de que se interpusiera entre los dos arcos mortales una pie drecita que me permiti sacar las patitas con muchos aleteos que es el sitio donde me haba cogido la maldita trampa pero la izquierda, como ves, se me qued enganchada y me qued cojitranca, Cojitranca, eh!, que, para tu gobier no yo soy pjara ya mucha honra y te lo hago sa ber para que sepas que eleg este alero porqu me pareci excelente para un futuro nido. Com prendido Pues, como te deca, aquel da tan triste vol vimos muy mermados, tanto que se hizo realidad algo que siempre se ha dicho entre los gorriones y las golondrinas cuando van y vienen temporal mente a estos lares. Dicen los gorriones de las go londrinas: Andar P..., que vens pocas y os vais muchas! Y dicen stas de aquellos: Andar c..., que vens pares y os vais nones! Ante tan triste narracin me qued un poco pensativo y le pregunt a la gorriona: Y cmo po dis tener tan mortales enemigos Quines son esos hijos de Satans que buscan vuestro infor tunio Ay, vecino, son muchos los enemigos los que tenemos. Yo he odo decir sobre todo de uno, al que llaman el to Sema, que busca cual quier artimaa para hacerse una fritada de go rriones o de los pjaros que sean. Aparte de las trampas que he citado usa el inconcebible mto do de hacerse con un nido cuando acababan de sa lir del cascarn los inermes pajarillas y lo pone de bajo de una olivera, rodeando el nido de varetas de bisque. Y aqu te quiero ver, escopeta, los p jaros que acuden al or los gritos de los pequeos pidiendo comida a sus progenitores y all se que dan embiscaos. Otra de las gracias que me han contado de este siniestro personaje es colocar en una higuera sendas varetas de bisque alre dedor de una breva bien suculenta cuando ya est madura y, claro, los pobres que se aventuran a de glutir el rico fruto se quedan all, pues todas las hojas que rodean la breva estn adornadas con las malditas varetas. Fjate si tiene gracia este ener gmeno... ! En fin, aqu me tienes a la patachula y menos mal que lo cuento, que otros muchos con gneres dejaron sus plumas all. LOS CHULANES DE LA CALLE DEL CASTILLO Y LAS HIGUERAS DEL CAMPO PERDIDO (IV) (Versin libre de unos sueos ornitolgicos de mi niez) D eje descansar a la gorriona con su triste re lato y le pregunt. Oye, veo que tenis un gran problema para buscaros el diario sustento. Cmo hacis durante todo el ao para buscaras la diaria pitanza Mira, vecino, en esto, como suele decirse, hay muchas maneras de matar pulgas. En lneas generales te dir que excepto el invierno, en el que a veces las pasamos mors, el resto del ao lo solucionamos en la rica huer ta que tenemos a nuestra disposicin, aunque en ocasiones nos dan algn susto los aldeanos con sus artimaas. Pero empezar por el invierno, en que es ms duro haber mantenencia diaria. En esos das la grey voltil no salimos al campo y cada cual se la busca como puede en el pueblo. Los de este barrio tenemos dos das fijos de pi tanza segura, los martes y sbados, que sabes que hay mercado en la plaza de Arriba y no tie nes idea de la cantidad de vitaminas que quedan por el suelo, al da siguiente, de amanecida, an tes de limpiar la plaza. Cada quisque se lleva a su nido todo lo que puede, despus de atiborrar se en la plaza. Por mi parte, entre esos dos das sigo la costumbre que me ense mi padre, que fue campen en una disputa que hubo sobre quin limpiaba antes un mirasol de sus pipas 295 pues como bien puede suponer, no es cosa bala d un torneo de esta naturaleza, ya que arrancar una pipa de un mirasol cuesta lo suyo y despus llevarse las pipas al alero, as que como te digo, sigo las enseanzas de mi progenitor y los das de mercado hago buena prueba de residuos y al tejado se ha dicho. Otro de los canales para surtir la inten dencia en los crudos das del invierno son los chiquillos, cuando salen de su casa por la maana, para ir al colegio, comindose un rosco de los de tres un real o una rebanada de pan corriente. No tienes ni repajolera idea del sostre de migas que van dejando a su paso por la calle; luego, noso tros los vamos siguiendo por la orilla del tejado y, cuando hay un claro, zas!, vuelo que te pegas a tumba abierta, miga que te agarras y vuelo rpi do arriba, pues suele suceder que venga alguien y no sabes las intenciones que puede tener, ya que en cuanto te encantas, te pegan una pedr que te esloman. A este respecto te dir que, siendo yo un pjaro de nido, es decir, que todava no haba hecho mi primer vuelo fuera de l, o una conver sacin que tenan mis padres sobre eso de las pie dras. Mi padre, refirindose a m, me deca: Tu, cuando veas a alguien cerca de ti, sal volando r pido, pues el peligro acecha. Bueno, dijo mi madre siempre puedes hacerlo si le ves aga charse a coger una piedra. No en mis das! estall mi padre que la piedra ya la puede tener en la mano y eres pjaro morchichol. Sabias palabras en verdad las de Pjaro Pinto que es como le llamaban a mi padre en el barrio. Pero bueno vecino, fuera del antiptico in vierno est el resto del ao, que es desde que aso ma la primavera hasta que termina el otoo. Qu Arcadia fel iz es esa huerta de Elda! Hay de todo, desde los primeros albercoques tempranicos has ta los ltimos higos verda les. Que llegan en mu chas higueras hasta el mes de diciembre. Los hi gos y las brevas, vecino! Son ambrosa de los dioses, con esa miel que rezuma cuando estn ma duros. No lo puedo remediar, son mi debilidad y fi jate que ah tenemos comida desde junio hasta di ciembre, como te digo. Yo tengo predileccin por unas higueras que hay en lo que llaman el Cam po perdido y que, adems, estn a la orilla de una acequia que casi siempre l leva agua, as que, banquete en brevas o higos y luego, chapuzn al agua y a dormir la siesta. LOS CHULANES DE LA CALLE DEL CASTILLO Y LAS HIGUERAS DEL CAMPO PERDIDO (y V) (Versin libre de unos sueos ornitolgicos de mi niez) C omo te digo vecino, esas higueras son de mi especial preferencia, ya que como no tienen dueo al parecer, no te molesta nadie; sin em bargo, hay algunos dueos de higueras en el cam po que parece que cuando le picoteas algn fru to de un rbol, parece que le ests quitando la hacienda entera. Escucha, escucha lo que me contaron del to Pantalen el Meloso, de los Melosos de los alrededores de la calle del Mar qus, que tiene un huerto muy bueno por los la dos del Campo Alto. Un da, de buena maana, es 296 taba el hombre sentado en el ribazo, a la orilla de su finca, y con un enorme garrote entre las pier nas. Acert a pasar por all otro propietario veci no y, al verle de aquella guisa, le pregunt: Qu haces ah, Pantalen, tan meditabundo y cabiz bajo de buena maana. Calla, hombre!, que tengo, como sabes, una higuerica de la casta Casen, que hace unas brevas gordas, con unas rayas que son una gloria el verlas. Pues, nada, que han dado los pjaros con la higuera y aqu estoy, esperando que vengan al agua y al que pueda lo eslomo No s, hombre, no s, repli c el vecino. Con un garrote poco cogers. S, pero al que coja... termin el bueno de Pantale n. Sigui la pajarita Pata Chula contndome sus cuitas y repitindome que las higueras del Campo Perdido eran la gran despensa de mu chos de su especie. Adems deca, es un sitio fe nomenal, pues despus de hincharnos de comer en las higueras, tenemos el postre en la vecina fin ca de la casica Anaya, pues hay all gran canti dad de granados y cuando se abren de maduros los frutos, nos ponemos las botas de tanto comer; bueno, lo de ponernos las botas es mucho decir, porque nosotros no usamos botas, pero se nos que dan las plumas estrechas del atracn. Espera, espera, vecino, que mi querido pjaro Pinto me dice que estoy diciendo muchas tonteras, que lo del di cho de las golondrinas y los gorriones es con los tordos y las golondrinas, pues los tordos son de ve nida y nosotros somos de gentilicio elderos y que el episodio del seor Pantalen en el Campo Alto no fue all, sino en la finca del to Casimiro, a la orilla del ro de Usola Perdona, vecino, que con esto de preparar el nido estoy estos das ms tonta que una pjara de la calle de la Comadre, que un da se puso a preparar su nido en un ale ro donde tena su dormitorio un feroz gato de aquellos tejados, y no te digo nada. Menos mal que se dio cuenta a tiempo y no se convirti para el gato en un plato suculento de gorrin en chan faina al estilo cataln Desde luego Pata -Chula, s que tenis ene migos. Entre las trampas, los gatos, los chiquillos con las piedras y el bisque, tenis que estar siempre con el alma en vilo, menos mal que tenis fama de listas y en verdad es as; sin embargo, te nis una cosa que no tenemos los humanos: Sois libres como el viento! No sents odio, rencores ni envidias, sois... Jos! Despierta hijo, que es tar de. Anda que ya te he preparado las sopas. Vue la hombre, que tienes que recoger los peridi cos. Ya voy madre, ya voy! Mira que estar toda la noche con pjaros en mis sueos y enci ma me dicen que vuele; pues s que estamos bien!. Saludos elderos. Alicante, octubre de 1993 HPERFILES NAVIDEOS!! (NOCHEBUENA EN EL VIEJO MUNDO) (NOCHEBUENA EN EL MUNDO NUEVO) (I) (Recuerdo de dos noches que se juntaron en el tiempo por la prosaica razn de un guisado de gallina con albndigas y patatas y un sancocho de pollo con dame y unos arepas de guarnicin). p or la descripcin del men se ve enseguida que se trata del Nuevo Mundo (Venezuela) y para no dejar in albis a los lectores sobre los nombres del segundo men les dir que... a todas las co midas que se cocinan en Venezuela cocidas yen ollas se les llama sancocho. El ame es una especie de patata de aquellas tierras que ya coman los nativos antes de que fueran los es paoles a darse un garbeo por all, yen cuanto a las arepas son unas torticas que hacen con ha rinas de maz, de unos diez centmetros de di metro, rellenas de cualquier sabrosura como car H. E VA NOS ! ne de res (ternera) o un queso muy suave y deli cioso. A m me gustaba ms las de queso, que con el tostaico son un regalo para el paladar. Vamos, que cuando llegaron all las hamburguesas mo dernas ya haca siglos que los sbditos del caci que Tiuna, seor del Valle de Caracas, las ha ban descubierto, slo que ms ricas. Y sin ms dilacin, paso a explicar eso de la prosaica razn de un recuerdo. Corran los primeros aos de la dcada de los cincuenta de este siglo y el seor de la Horteta se encontraba en San Sebastin, ms bien magro en 297 las finanzas por falta de liquidez, por lo que de cid hacer una visita de cumplido el Nuevo Mun do, concretamente a Venezuela. Pues dicho y he cho. Despus de las gestiones necesarias, me present un buen da en Vigo para esperar la fe cha que me haban asignado en el embarque, lo cual realic el da 4 de diciembre de un ao de los citados anteriormente. En este da, por la tarde, sub a la nave Au riga, de una compaa italiana, que, despus de sendas escalas en Lisboa y las islas Madeira, me coloc (valga la expresin) en el muelle de La Guaira, que se encuentra a unos quince Kilme tros de Caracas, donde entr con 53 dlares en el bolsillo y dispuesto a comerme el mundo (Nuevo, claro). Me impresion la subida a Caracas por una flamante autopista que en los 15 Km. que tiene hasta la capital salva los mil metros de altura que tiene sta sobre el nivel del mar. Es por eso por lo que le llaman a Caracas la ciudad de la prima vera eterna. Y es verdad, s seor, pues arriba es una temperatura de 28-30 grados, siempre igual, y abajo con 40 grados o ms. El taxi que me haba subido me llev direc tamente al domicilio de mi amigo Costabitarte, un vasco de San Sebastin que tena un pequeo ta ller al lado de mi negocio en la calle de Miracruz y que, por las mismas razones que yo, se haba trasladado a Venezuela algunos aos antes. Co rrespondi mi amigo como esperaba y, despus de doce das de viaje por mar, me encontr bien asistido y a los dos o tres das ya me haba con seguido un trabajo de agente viajero en una f brica de calzado y tenera de otro vasco de Ordu a, amigo suyo. Se acercaba la Navidad y el mismo da de No chebuena me llam mi amigo a la fbrica y me dijo: Pepe, esta tarde te vienes por casa, pues ce naremos juntos esta noche y as te ensear algo de Caracas y lo pasars mejor. As lo hice y, an tes de la cena, junto con su esposa y dos precio sas hijas que tena, me llevaron en primer lugar al Parque Los Caobos, algo impensable para m, con unos rboles, algunos milenarios, de precio sa madera, que es la caoba. Pero a m no me lle varon all a ver los rboles sino a ver un espec tculo nico en el mundo. Miles y miles de caraqueos, sobre sus patines, abarrotando las calles del Parque y haciendo verdaderas diablu ras de saltos y gritos. Es la costumbre all en ese da y en toda la ciudad. Todos los caraqueos patinando por todas las calles de la ciudad como digo y los carros, como dicen all, haciendo ver daderas evoluciones para no llevarse por delan te a los patinadores y patinadoras. PERFILES NAVIDEOS!! (NOCHEBUENA EN EL VIEJO MUNDO) (NOCHEBUENA EN EL MUNDO NUEVO) (II) (Recuerdo de dos noches que se juntaron en el tiempo por la prosaica razn de un guisado de gallina con albndigas y patatas y un sancocho de pollo con llame y unos arepas de guarnicin). L leg la hora de la cena y me llev mi amigo a un sitio conocido por l en la Avenida Miranda. Acomodados en nuestra mesa me pregunt el bueno de Costabitarte: En tu tierra qu solis cenar en esta noche Y aqu viene la razn de jun tarse en el tiempo las dos noches que habis le do al principio, porque, sin poderlo evitar, se 298 traslad mi recuerdo a una Nochebuena de os aos treinta en la que, junto con mi orquestica, compuesta por Pepico el Chacas como guita rra, Ernestico como lad y yo como bandurria y di rector, adems de Pepe el Cachano como re presentante, cenamos precisamente un guisado de gallina y albndigas y una patatica, y despus Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA de la cena nos fuimos, como siempre, a tocar se renatas. Esa cena o parecida era por aquellos aos muy corriente en Elda y seguramente por ello es por lo que se me ocurri comentarle a mi amigo cuando me hizo la pregunta y luego surgi lo del sancocho, que era precisamente una cosa si milar pero en versin venezolana. Me gust aque llo, pero no podr olvidar la tradicin de los pati nes y sobre todo el amor que ponen esa noche los habitantes de Caracas en el Nio Jess, pues lo nombran en todas sus felicitaciones, que son de todos para todos. Hasta los ms humildes se re galan alguna cosa, as que para m fue una No chebuena sorprendente; pero se me iba el pen samiento a mi pueblo, con sus viejas costumbres de cenar en familia en noche tan sealada y lue go las visitas a los amigos y, los que tenamos or questas, nos dedicbamos a amenizar reuniones y bailoteas. Hasta una noche de stas, nos fuimos a una casa que hay o haba al este de la Casa Cor ts, en trmino de Petrel, y nos sorprendieron sus moradores (que yo conoca porque la hija de la casa trabaja en la fbrica de don Rodolfo Guari nos) y tuvimos que apechugar con unas migas con torreznos de cerdo que estaban cenando y nos quedamos tan atiborrados con la cena en Elda y la del campo que no podamos ni tocar. Recuerdos, recuerdos que van y vienen en mi vieja memoria y que en estos das se sienten con mas intensidad y ms llenos de felicidad. As quisiera yo que se sintiera en estos das tan se alados los de mi querido pueblo, los criollos y los forneos. Y perdonad lo de criollo, que son los na cidos en Elda y es que, con tanto ir del Viejo Mun do al Nuevo Mundo, me ocurre que trabuco los tr minos del lenguaje y que en estos das estoy lleno de felicidad y no me entero. Abrazos navideos, paisanos. EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PAT (I) (De la serie caminos y sendas del valle de Elda) D esde muy antiguo que yo sepa, por los datos que Lile o a mi querido padre, denominaban Tos cana a ese pequeo valle que delimitan el mon te de Boln por el Este y las sierras de Camara y las Barrancas, por el Norte y Oeste respectivamente. Me consta, por lo escuchado tantas veces, que a este paraje de nuestro trmino se le da el nombre de Las Caadas sin embargo, tam bin escuch de muy pequeo a algunas personas de la parte vieja llamarle Las Caadas de Tos cana y tengo datos fehacientes de que a mis an tepasados paternos, lo mismo a mi abuelo paterno que a mi padre y hermanos, les decan los de Tos cana. Ms o menos como en la actualidad cer cana se deca: La ta Rosa la Pollosa la de la Jaud, el to Isidro el del Santo Negro o el to Emi lio el de la Sirmat, por no citar ms de los innu merables que hay en el Valle. Cuando yo estaba muy muchachito, y an hoy en la actualidad, se sola ir al citado enclave de Toscana por tres sitios, a saber: por el que yo pienso recorrer, por las faldas del Marn y por el Camino Viejo de Monvar, y al llegar a casa Cos tillares se tomaba a la derecha hasta el fondo del valle. Por este ltimo camino se poda transitar en tonces para la vida campesina, y dicho camino, como digo, era transitable hasta Las Barrancas. El nombre de esta montaa, Las Barran cas, me sugiere un sucedido que, bien a mi pe sar, me har de momento abandonar el camino para trasladarme a la lejana Venezuela ya que a mi juicio tal sucedido creo que merece ms ex plicacin del desafuero que se comete con tal nombrecito: Las Barrancs con acento en la l tima vocal de su nombre. Y que conste que si in tercalo esta explicacin es por presiones de mis 299 severos duendes, que desean que de una vez se hable con la debida fontica del nombre de esa montaa, trastocando un acento que est vulga rizando su bello nombre. Me explico: En mis correras por aquel la Repblica su damericana como agente viajero (como all dicen a los viajantes de cualquier forma de comercio) hice muy buena y sincera amistad con un clien te que tena en Guanar, capital del estado Por tuguesa de la citada Repblica. Un da en que le rend visita de trabajo me invit a pasar a la trastienda de su negocio para tomar un guarajito, que no es otra cosa que un vasito de ron moreno con un poco de azcar de la tierra y, como en otras ocasiones, sali a relucir la msica, de la cual era muy aficionado el crio llo amigo y cliente. En un momento de la charla me pregunt qu me pareca la msica venezolana, a lo cual con test que vea en ella unos giros de la tierra que me encantaban, sobre todo los joropos. El jo ropo es como si dijramos el folclore nacional ms puro y se acompaa con una especie de arpa ms pequea que la que se usa en las agrupa ciones sinfnicas. Sin embargo, a m particular mente me gusta ms la criolla, porque me suena su sonido mas caliente y cercano, la otra, en cam bio, me suena ms fra y orgullosa, como abusando de su tamao. Este instrumento es muy corrien te en casi todas las naciones sudamericanas, pero donde ms lo cultivan es en Venezuela y el Pa raguay. Para demostrarle a mi amigo que era verdad que conoca y me gustaba la msica de su tierra, me atrev a iniciar el principio de joropo que dice as: Portas barrancs de/Apure, un llanero can taba su amor. 300 El Apure es un ro que, junto con el ro Negro, hacen decir en Venezuela aquello de: El Apure y el Negro llevan agua y el Orinoco se l leva la pal ma, ya que son tributarios suyos, algo parecido a lo que se dice aqu en Espaa con el Aragn y el Ebro. El Aragn lleva agua y el Ebro se lleva la palma o la fama. Pero lo que fue el motivo de este largo de ambular por Venezuela fue cuando yo comenc a cantar Por las barrancs de/Apure porque es lo que dije como lo pronunciamos los elderos, acentuando la ltima vocal de la palabra; en tonces fue cuando mi amigo me cort la cancin y me dijo: Oiga, amigo foyer! Qu es eso de la Barrancs De donde saca usted ese horri ble acento en la ltima vocal Yo le dije que era costumbre en mi tierra y que se lo decimos a una montaa con muchos barrancos. No me dej terminar! Y me larg: Entonces dirn ustedes los barrancs para que suene igual la fon tica en el femenino y el masculino, vos. Tuve que convenir que le sobraba razn y desde en tonces, para m, aquella montaa que cierra el valle de Elda y su trmino municipal por el no roeste se llamar siempre Las Barrancas, con acento en la vocal intermedia. Esto ha sido siempre una pifia fontica de nuestro pueblo, muy parecido a lo de eldense y eldensa, que no hay hija de la ldel la que aguante el femenino de tal palabra. Yo, como dijo el to Botija el que vino de Madrid recogiendo gentilicios: Dja me a m de tintilicios! Yo soy eldero! Sabe usted Eldero!. Como resulta que ya me he tomado unas buenas vacaciones l ingsticas, ya es dada la hora de proseguir mi andadura por el viejo cami no de Toscana, as que en camino estamos... EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PATA (II) (De la serie caminos y sendas del valle de Elda) A quel luminoso da de la naciente primavera era domingo, y discurra yo por la carretera de Monvar para, a poco de pasar el puente sobre el Vinalop, torcer a la derecha y enseguida llegar a Los Corrales, encrucijada de caminos de don de sale el que nos llevar a Toscana. Digo en crucijada y digo bien, porque de all salen cua tro caminos que me parece es muy necesario para que los elderos que quieran deambular por tales parajes, sepan cul de ellos es el que les conviene, no les ocurra como al to Vedasto, el ho jalatero, que un da quiso ir al Marn y se top con la cueva del Tuso, que est o estaba en la cara este de Boln. Nada ms llegar al casero de Los Escorra les te encuentras un camino a la derecha que, en ligera pendiente, te llevar a los parajes del Ma rn, despus de pasar la va del ferrocarril en un paso a nivel (hoy un puente). Siguiendo derecho el camino, viene una sua ve pendiente, esta vez en descenso que, despus de atravesar la misma va, pero esta vez ya por de bajo, te encontrars con varios caminos donde ele girs el que te convenga para tu excursin, pero antes de llegar all es muy importante narrar algo que me ocurri aquel da. Poco antes de cruzar la va por el angosto paso que conforma su puente, iba yo un tanto en simismado con pensamientos telricos sobre el misterio de cmo se las arreglan las araas para cruzar una acequia caudalosa y formar su tela, mortal para los insectos. De repente, o unas es tentreas voces que me dejaron patitieso: Eh, eh! Oiga! Espere un poco, que viene la bola!. Mir sobresaltado y en el centro del estrecho paso que forma el puente vi a un elemento que era el que daba las voces, al que reconoc en el inte. Era Joaquinito el Liebre, de los Liebres de la calle de las Virtudes y cuyo apellido es Oriente, elderos de pro y muy conocidos en Elda; uno de esos Orientes fue un gran centro delantero del Depor tivo Eldense, y otro estuvo mucho tiempo al fren te del coche correo de la ciudad a la Estacin. Fij mi atencin en la Rambla y divis a Ma nolico el Crevillente, que soltaba una bola de una libra por encima del talud de la va, cosa que solamente se atreva a realizar el citado Manoli co, y como en aquel sitio la rambla forma curva de 90 grados, era la nica forma de poder ganar la partida. Para los legos en este deporte de tirar la bola, debo decirles que ste es un juego muy t pico de nuestro pueblo, sobre todo los de la par te vieja y entra en una serie que tengo que reali zar algn da con el nombre de Deportes Escala brantes. EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PATA (III) (De la serie caminos y sendas del valle de Elda) C uando ya me cercion de que la bola haba ca do en la parte exacta de la rambla despus del vuelo sobre el puente y la va del ferrocarril me apresur a ir al encuentro de mi viejo amigo y sal vador Manolico el Crevillente, y digo salvador porque un da ya lejano, teniendo yo cuatro o cinco aos, me sac de la poza del Pocico el Colao que tena ms de metro y medio de agua. Le d un fuer te abrazo y me dijo: Y tu, Chulan, qu ha cer por aqu. Gracias, Manolico, no s dnde es EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PATA 301 ts, pero si ya te has ido, Dios te bendiga y espe ro que sigas tirando la bola por todos los mbi tos celestiales. Repuetas, qu emocin!, verme all entre mis viejos amigos del querido y aorado barrio y asistir como lo hice a una partida del simptico jue go de la bola. No est descrita mi alegra despus de tantos y tantos aos de no ver a mis viejos amigos. Algn da contar con todo detalle una par tida que organizamos para rernos y disfrutar de lo lindo entre mi amigo, que ya esta en la verdad, Cayetano y yo contra Manolico el Crevillente y un tal Lorensico, al que siempre le vi con la chaque ta al hombro que casi le arrastraba por el suelo. El duelo era al parecer un tanto desigual por la calidad de los contendientes. Mi amigo Caye tano tiraba regular tirando a bien, yo tiraba regular tirando a mal y la igualdad estaba en el resulta do del esfuerzo de unos y otros, pues adems la partida la jugbamos con unas bolas especiales de dos kilos de peso y el equipo Jover-Cayetano lan zaba la bola a unos ocho o diez metros de dis tancia, pero el equipo Manolico-Lorensico nos dieron el gran bao y nos sacaron tiro y medio de ventaja y eso que Manolico tiraba con la bola a pie parado y con la izquierda, aunque al final, en la frit del conejo con tomate de la merienda, quedsemos empatados. Qu partida ms memorable! Si tenemos en cuenta que Lorensico dejaba caer la bola a sus pies porque si la lanzaba corra el peligro de irse detrs de ella, llegamos a la conclusin de que nos gan limpiamente Manolico el Crevillente l solo, pero eso s, con pitorreo. iloseico, lleva cuidado no te salte una pluma al soltar la bola! o cciCa yetano!, la bola trala por el camino, no te la guardes en el bolsillo!. Y nosotros aguantando el chaparrn. Bueno, ya pas aquel grato recuerdo. Me en cuentro al otro lado del puente en plena rambla de la Melva, que es el camino al que da su nombre. 302 A la izquierda sube otro que discurre junto al te rrapln del ferrocarril y va hasta la Cueva del Tuso. Hoy est bastante poblado y creo le llaman Polgono 25 pero entonces no exista ms que la cueva citada y un poco ms arriba, sobre un sa liente del monte, haba una especie de chalet que si mi memoria no me es infiel perteneci a los herederos de Ramn el Duro, que tena una con fitera en la calle de Coln, junto al comercio de Mellado y enfrente del comercio de Ricardo Vera que haca esquina a la plaza de Santa Ana. De los citados herederos que apunto, me suena el nom bre de Pablo Maestre, fabricante de calzado en la hoy calle Padre Manjn, y uno de los hijos de ste, que me parece fueron tres, se llama Armando, gran muchacho este y excelente amigo. Y nos queda por fin un tercer camino, que es el que tengo que recorrer, si Dios quiere y me ayu da en la demanda. Este es un camino que nace al pie de la ram bla y lo emprendo con denuedo. A la derecha, nada ms comenzar la ascensin, me encuentro con la cueva de Trapella, especie de merende ro troglodita que serva los intereses de mandu ca y bebida a los numerosos jugadores de bola y los tambin numerosos asistentes de vista que, por fuera de la partida, se jugaban la merienda o algunos duros extra a favor o en contra de algn jugador. El tal Trapella, de los Trapellas de la calle de las Virtudes, era zapatero de profesin pero en sus ratos libres siempre estaba en sus do minios con buena provisin de mesclao y otros bastimentos de boca adems, como es natural, de buen vino y otros bebestibles. Sigo adelante en la ascensin y enseguida a la izquierda, contemplo una casa -chalet de buen porte que por entonces, si no estoy errado, perte neca a don Paco Beltrn, lo mismo que el mon te de Boln, donde tena un guardia que no deja ba salir del camino a las gentes que transitaban por all. EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PATA (IV) (De la serie caminos y sendas del valle de Elda) D on Paco Beltrn, a quien en mis nebulosos re cuerdos infantiles me parece recordar, de los Beltranes de la casona de la antigua calle de Vall; tambin recuerdo a un hermano de ste que creo se residenci en Alpera, y como es natural, a todas sus sobrinas que, habitaban dicha casa, di cho sea de paso, es la nica edificacin con iden tidad solariega que hay en nuestra ciudad. Tuve ocasin de conocer a don Paco en el r pido de Irn, personalmente, en un viaje que hice desde San Sebastin, donde resida all por el ao 41; por cierto que al llegar a Elda alguien me dijo: Oye!, l leva cuidado que aqu no eres bien vis to. Claro, entre que don Alfredo Domay, mi di funto pap poltico, era republicano y luego en la guerra civil estuve como especie de ayudante de campo de mi querido amigo don Paurides Gon zlez Vidal, que fue, como es bien sabido, efe del Estado Mayor de la 25 Divisin en el frente de Le vante, pues tuve que salir de Elda cuando termin la contienda a ua -caballo, pero yo tena en Elda una buena aldaba, conoca bastante al seor Sierras, miembro de La Benemrita Guardia Ci vil, entonces en la ciudad y al ver y or el aviso que me dio un amigo, me fui al cuartel ipso -fac to y le expuse al seor Sierras mi problema. Este seor, que tambin me conoca bastante, pues ha ba enseado aos antes de la guerra a su hijo Antonio a tocar la bandurria Dios lo tenga en su gloria, pues muri en el frente de Asturias con las tropas de Franco; al terminar de exponerle mi problema me dijo: Vete tranquilo muchacho, y si alguien te molesta vienes enseguida a decirme y te lo resuelvo rpidamente. Gracias, seor Sie rras, no hizo falta su ayuda pues yo era un pja ro de buena ley y bien conocido por estos andu rriales. Deca que viajaba en el rpido de Irn de vuelta a Donosti y, como a la hora de la comida, me di un garbeo por el tren para localizar el va gnrestaurante y al entrar en ste divis a don Paco Beltrn sentado en una mesa del primer rincn con unos papeles y, enfrente de l, a otro seor con gorra que luego result ser el revisor del tren. Haca muchos aos que no haba visto a don Paco, pero como gracias a Dios soy un buen fiso nomista nada ms verlo me dije: Hombre, aqu hay un eldero y ni corto ni perezoso le endos el correspondiente buenos das, don Paco Beltrn y la compaa. Don Paco levant la vista y me dijo: Oiga! , qu es eso de don Paco, ser don Francisco, no. perdone, seor, ya s que es us ted don Francisco, pero es que en Elda siempre o nombrarle a usted como le he dicho. Ah! , pero usted es de Elda (me dijo). S seor, soy de Elda y mis ascendientes tambin, le contes t. Vaya, vaya hombre y tambin conoce a mi fa milia. Si seor, su familia vive en la casona de la calle Mdico Beltrn, su seor padre enfrente de la calle Nueva Arriba, y entre sus familiares le puedo citar a sus sobrinas Esther, Josefa, Rosita, Raquel y la ms pequea que no me ha llegado su nombre. Est bien, est bien, me alegro mucho mu chacho, pero en eso me lleva ventaja pues yo no s quien es usted. Es natural, caballero, pues yo pertenezco a una familia de zapateros como hay tantas en nuestro pueblo, aunque de pequeo si le vend alguna vez el Heraldo de Madrid, pues fui lazari llo de Gaspar el ciego que lo reparta. Pero situndonos en linajes ms encopetados, le dir que soy de los Joveres de Tosca na por lnea paterna y de los Pajaricos o Gonzlez por la materna y, en tre estos ltimos, por si le suena, estn el to Margarito, que tena la posada que hubo enfren te del Manicomio y el to Turlino el Pjaro y como final yo me llamo Jos Jover Gonzlez para servir a Dios y a usted pero debo aadir que los Joveres son como he dicho de Toscana y Las Caadas y los Gonzlez somos pajaricos de La Horteta. Le ha so nado algo esto 303 EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PATA (V) (De la serie caminos y sendas del valle de Elda))) M i interlocutor se me qued mirando y me espet: Ha comido usted ya No, don Francisco, precisamente estaba queriendo lo calizar el vagn restaurante para eso. Est bien, seor de Toscana o de la Horteta, le invit a comer. Pelez! dirigindose al revisor haga usted el favor de decirle al mozo que venga, que tengo que encargar la comida y mientras tanto tomaremos un aperitivo. Sintese, seor Jover, sintese. Y as fue cmo conoc personalmente a don Francisco Beltrn. Fuimos de chchara toda la tar de, y entre otras cosas, me hizo saber que era Doc tor en Leyes y Abogado del Estado, con su traba jo en los ferrocarriles de La Robla, as que se qued en Miranda de Ebro, pues iba a Bilbao y yo segu mi camino hacia Donost, pero hoy, en el re cuerdo, me digo que soy especialista en conocer abogados del Estado con mando en ferrocarriles, pues no mucho tiempo despus de aquel en cuentro tropec un da que haba ido a Barcelo na en viaje de negocios con otro paisano. Don Jos Sarri, tambin con la misma carrera que don Paco y la misma ocupacin. Este Pepe Sarri, como le decan en Elda, era de los Sarrio de la ca lle Nueva Abajo, al lado de donde viva don Juan Rico el mdico. Tena un hermano menor, doctor en Medicina, a quien llambamos Paquito y una hermana menor cuyo nombre no llegu a saber. Y este amigo... pero no! , esta es otra historia y me tengo que volver al camino de Toscana, que an estoy subiendo Boln. 304 Sigo ascendiendo este camino que un da ya muy lejano fue carretero hasta la antigua can tera, hoy abandonada. De all sali la piedra para edificar nuestro pueblo hasta los ltimos aos del siglo pasado. No s si se emplearon estas piedras para edificar el barrio de la Prosperidad, creo que no. Lo mismo en cuanto a fbricas de la era mo derna, tales como las de Casto Pelez, los Be llos como decimos en Elda, antes de Rafael Ro mero el Salado, etc. Lo que s recuerdo bien, aparte de los barrios Progreso y Fraternidad, es la construccin de la fbrica de Ovidio Guarinos y su chalet adosado a la misma. Recuerdos y pensamientos que quieren salir a borbotones cuando recorro algn camino del viejo valle. Este que hoy nos ocupa es hoy un erial, lleno de abrojos, piedras y campos baldos a su alrededor, pero yo los veo cuando eran ub rrimos. Aqu enfrente, a la derecha del camino, es toy viendo en una hondonada, la casa El Cone jo que decamos, campos, cuidadas vias de Balens y plantimula en secano, que daban bue nas cosechas, y, alargando la vista, toda la cuen ca de la rambla de La Melva, igualmente pletri ca de vias y rboles frutales, hasta su nacimiento en estos caprichosos tetones cnicos que llama mos Los Alticos del Gordo. A partir de la cantera donde terminaba el ca mino carretero, sigue una senda ya en la umbra de Boln, con las mismas caractersticas de aban dono y desolacin, y enseguida el Collado de la Pat. Ya estamos a la vista de Toscana. EL CAMINO DE TOSCANA POR EL COLLADO DE LA PATA (V) (De la serie caminos y sendas del valle de Elda) p risto bendito! qu visin tan triste!, dan ga nas de recordar al clsico, aunque sea tra bucando frases: Estos que hoy, hijos de la vie ja della, oh dolor!, veis campo de soledad, mustio collado, fueron un da la Toscana famosa y fecunda del valle de Elda!. Los astutos lectores ya se han dado cuenta, al llegar aqu, que coloco a los hi jos de la vieja ldella en el sitio de Fabio y la It lica famosa la cambio por La Toscana. Espero la indulgencia del autor y de mis queridos coterr neos. Son cosas de mi estado de nimo al com parar viejos recuerdos. Pensando en estas situaciones, a la vista del valle de Las caadas, la sierra de las Ba rrancas al fondo, otrora llenas de vegetacin son onduladas quebradas, decido que es mejor no bajar al llano, para ahorrarme visiones tan tris tes, y tomo la direccin del Pocico Alonso, ya en la sierra de Camara. All llego enseguida y an ten go la alegra de tomar el agua de su humilde manantial. Despus de refrescarme recordando aquellos aos en que bamos all la noche de San Juan co rriendo las brevas, tomo el camino de la Casa del Marn, pero caminando por aquel pramo, pien so en varias quimeras de mi deseo de que Tosca na sera una buena reserva para los elderos cuan do hayan acabado con las tierras de la huerta y el Campo Alto. Este ya est fuera de combate, pues lo ha absorbido el progreso y dirijo la vista al le jano Bateig, siguiendo con la misma quimera, pero ya me di cuenta que all pondrn el recep tculo de todas las basuras. Cmo es posible que en lo alto de una montaa rodeada de valles den samente poblados pretendan tamao dislate Qu triste destino le aguarda a nuestro pueblo r .1MINO OSCANA POI FI , ..7OLL4!( , Sigo caminando a la vuelta por aquel pra mo, semejante al de la ida, bancales baldos y al gn rbol muerto, la misma desolacin. Menos mal que el monte se aduea otra vez del terreno que un da fue suyo y vuelve a reta llar el cantueso y el tomillo. Sabia naturaleza: los elderos le quita ron sus tierras para preparar secanos y recoger co sechas de cereales y almendros con alguna que otra higuera. Hoy de todo aquel empuje de vida no queda ms que el Pocico Alonso. All arriba, a mi izquierda, en la conjuncin del Marn, Camara y La lobera, ya se ven algunas casitas con su tierra arreglada, que los elderos, siempre inquietos, le estn robando otra vez al monte. Y menos mal que queda este terreno, que es lo ltimo. Cuando se acabe habr que ir pen sando en los altos de Boln, dado el esmirriado tr mino municipal que tenemos. Ya estoy en la vereda del Marn, ahora he de jado a mi derecha los Alticos del Gordo, aquel capricho geolgico donde nace la rambla de La Melva, como ya dije. Ya el camino es ms llano, antiguo Pabelln de deportes de los tiradores de bola. Dnde se ubicarn ahora estos mucha chos con sus alegres juegos Mira, que se vayan a la meseta de Bateig, all tienen ancho campo para sus hazaas, con permiso de los que al pa recer ya han comprado el monte para otros fines ms saludables. Ya he llegado a los Escorrales. Aqu termina mi camino y este trabajo que me ha vuelto a la in fancia. No s qu resultar de todo el entramado de ideas que he vertido en las cuartillas. Dir lo que deca un filsofo: lo que sea sonar! Saludos, elderos. 305 CAMARROJAS, LINSONES Y OTRAS HIERBAS CON INFLUENCIAS DE DON JUAN TENORIO (I) (Pasatiempo otoal en si bemol menor en tiempo de adagio lento y pastoso pero sin fuocco ms bien fredo (frito) y pertenece a la serie Dame pie y te contar una historieta9 E spero me perdonen los amantes de la buena msica, y sobre todo los eruditos del penta grama, la singular descripcin que hago del tiem po musical de este pasatiempo. Si no fuere per donado me impondr la penitencia de pasar una semana sin siesta y oyendo cantos gregorianos. Amn. Luego se ver eso de la influencia de Don Juan Tenorio en esta historieta, pero antes habr que explicar la circunstancia de que el drama del inmortal Zorrilla se haya colado de matute en el reino de las maticas silvestres aptas para co mer, de la antao feraz y prdiga huerta de Elda. Todo ocurri el da de los Heles Difuntos, 2 de noviembre, como a eso de las 7 p.m, en ocasin en que me encontraba inmerso en mis pensa mientos sobre qu ttulo poner a una obra que ten go entre manos. Si La inmortalidad del cangre jo o El sonido de las tinieblas. Se trata de una obra filosfica, claro. En stas estaba cuando son el telfono de mi despacho y me levant para atender la llamada. Es importante, sin embargo, advertir que la na turaleza de la breve conversacin telefnica es au tentica y de un cariz que rozaba la ciencia -ficcin. Es un trozo de los versos de Zorrilla que an hoy, muchos das despus de haber sucedido me pa rece irreal. Fue seguramente la broma de un pai sano que, por azar del da que ocurri, nos con caten a los dos, al que llam y que descolg el auricular. Leed con atencin, queridos coterr neos, que se trata de un pequeo paso de come dia muy cortito y conocido, pero que para m fue todo un mundo de congruencia que me hizo muy feliz y que agradezco mucho el annimo eldero que 306 tuvo la feliz ocurrencia de, en tal da sealado, cre er que me iba a embromar y resulta que me dio pie con alzas y largas para instrumentar este traba jito. Atencin, pues, que me dispongo a penetrar en el texto de Don Juan Tenorio. Me levante de mi silla. Descolgu el chisme del aparato y con mi acostumbrado St.., oigo una voz engolada que dice: Es la casa del seor de la Horteta Dud un poco, pero aqu vie ne la indiferencia del da de los Difuntos, que me hizo responder: En ella estis, caballero! Est en ella el hostelero (el llamador). Es tis hablando con l! (el llamado). Con lo cual nos metimos de rondn en el drama de Zorrilla y nos quedamos tan frescos. Pero lo mejor de esta inexplicable situacin es que, entre verso y verso, yo meta un pero quin es usted sin que mi interlocutor me hiciese el menor caso y cuando ter min el verso de Estis hablando con l!, me suelta el to: Pues escriba algo sobre linsones y camarrojas! y me colg el telfono con gran des risas. Me qued cariacontecido, cabizbajo y meditabundo y un tanto, seguramente, con cara de novio desdeado. Pero slo fue un instante, pues reaccion rpidamente y como quien soy me dije: Pepe! No eres cronista de Elda en clave de humor Pues sus ya aguantarse, que de me nos nos hizo Dios La verdad, queridos troncos, es que este an nimo comunicante debe leer todas las semanas Valle de Elda, y me conoce bien en aquel de mis inclinaciones a que me den pie para instrumen tar mis historietas, y se conoce que dijo, pues all va una para que te hagan una ollica este in vierno! CAMARROJAS, LINSONES Y OTRAS HIERBAS CON INFLUENCIAS DE DON JUAN TENORIO (II) L o que no sabe este msico es que yo tena hace tiempo tal tema en mi ordenador parti cular. Lo que no estaba en el guin era el repar to especial para don Juan Tenorio, pero ya que ha venido as pues ah queda, todo es que algn el dero se le ocurra, al leer este pasatiempo, es cribir otra versin del Don Juan Tenorio o dos Tu bos un Real del recordado Emilio Rico Albert. Bueno, ya est bien de prlogo. Vamos a adentrarnos en el reino de los linsones, camarro jas, cerrajas, colejicas y hierbas de la olla. Estos humildes vegetales del valle de Elda fueron un da una parte muy importante en la nutricin de las clases ms econmicamente d biles de nuestra Elda. Tuvieron su mrito hasta en el mercado de la Plaza de Arriba, donde la ta Po lonia, conocida vendedora de salara, siempre tena en su puesto un pequeo capacico de esparto con estas especies, sobre todo de camarrojas, que siempre fueron muy solicitadas. Y de la im portancia que tuvieron aquellos tiempos slo os dir que hasta los miembros de una familia prin cipal del pueblo llevaron ese sobrenombre, los Camarrojas, que vivan por la calle Nueva Aba jo, y uno de estos varones, un buen mozo fue un buen jugador de ftbol en el Elda, F.C. Jugaba de medio derecha en la media formada por Pedro Ma ci en el centro y el feroz Siki, (Casimiro) en la izquierda, una parte muy elegante y contundente de aquel equipo en sus mejores tiempos. De las hierbas citadas, ms el hinojo, que se me quedaba en el tintero, hay dos que solan co merse crudas: los linsones y las cerrajas, que es una especie parecida al linsn, pero con hojas ms anchas y los bordes de ellas como una especie de sierra, de ah su nombre. Estas dos clases cita das se coman en ensalada y a bocao redondo, cogindolas en los bancales, pues solan, o sue len, crecer en cualquier sitio. Debern tener cui dado los seores coterrneos si alguna vez les ape tece, yendo por el campo, degustar algn linsn o cerraja, procurar que no le haya salido su flo recida amarilla, pues en este caso ya estn un tan to amargas, yen cuando a las otras cuatro que he citado, como son las camarrojas, hierbas de la olla, hinojo y colejica, se coman cocinadas, ya en la olli ca o guisaos, o simplemente hervidas. Luego, una vuelta en la sartn, un chorrico de aceite y unos ajos, y andando, mozuelo, toma pan y moja. De estas cuatro ltimas maticas citadas, destinadas a la olla, la reina fue la camarroja. Sin lugar a dudas fue siempre la ms solicita da, y tiene un parecido a las famosas borrajas que se cultivan en algunos lugares de Espaa, pero principalmente en la Ribera de Navarra. Son, como digo, muy parecidas por su carnosi dad y textura. Y en el orden de preferencias vie nen los colejicos, muy finos y caprichosos, y no crecen en cualquier sitio, no, el lugar preferido de stos son los bancales bien cuidados de oli var o bancales descansando en barbecho, pero limpios de hierbajos y otros habitantes que lla mamos malas hierbas, porque si no est limpio el terreno no ves ni uno. CAMARROJAS, LINSONES Y OTRAS HIERBAS CON INFLUENCIAS DE DON JUAN TENORIO (III) E n cuanto a los linsones y cerrajas ya he dicho merlas bien ricas, su hbitat preferido son los ban que salen en cualquier sitio, pero si queris co- cales de habas cuando estn creciendo y bien 301 regados. All salen y se hacen como lechugas, yen lo que se refiere a las hierbas de la olla y el hinojo esto es otro cantar; las primeras salen en cualquier roquera o bordes de las acequias y el segundo, o sea el hinojo, te lo encuentras a la orilla de cual quier camino y hasta debajo de la cama si te descuidas. Es la ms vulgar de todas las hierbas, sin embargo son imprescindibles para preparar unas buenas olivicas, verdes partidas y otros en curtidos. Chist! Chist! Oiga seor de la Horteta: que se le olvida a usted el tomillo y la pebrella para las olivas morates. Por el amor de Dios Pa sensia , que esos vegetales no se comen. Ah! Como le veo a usted tan lanzao en esos condi mentos.... Nada, nada. Djate de decir dispa rates y vuelve a tu recndito rincn de los duen des, que ya me has cortado el hilo de la narracin. Ah!, s! Me falta la ms importante de todas, la camarroja, y esto merece punto y aparte. Para el riego de la otrora feraz y exuberante huerta de Elda, hubo dos acequias, de entre las cinco que componan el sistema de irrigacin del valle, que fueron las ms importantes. Una sali da de la margen izquierda del Vinalop, precisa mente de la Rafa, y la segunda tena su naci miento en un pantanico delante de la desembocadura de la Rambla del Sapo, final del ro sala, como lo llamaron los elderos de siem pre. sta se llam la acequia del Campo Alto y regaba toda la margen derecha del ro hasta la estacin de Monvar, y la primera regaba todo el centro de la huerta hasta despus de la Jaud, y te na el apelativo de la acequia del Comn, sien do siempre la ms importante de todas. Pues bien, estas dos acequias eran el vive ro de las famosas camarrojas, pero cuidado en sus tramos finales, por la razn que explicar a con tinuacin. Estos vegetales tan sabrosos, que un da fueron parte importante de la dieta eldera en sus estamentos ms humildes, son anfibios, como las ranas, porque les gusta estar en el agua y fue ra de ella. Aclaro: se criaban siempre en el lti mo tercio de las acequias por una razn muy sen cilla. Cuando las acequias salen del principio de su nacimiento, siempre van llenas, porque tienen que ir irrigando los distintos remates de agua que han ido tomando las distintas pars de los bancales, ese es el tiempo que aprovechan las ca marrojas para vivir a sus anchas, porque preci samente nacen y crecen en el fondo de las cita das acequias; por eso digo que son anfibias y, resumiendo, el mejor sitio para ellas es al final de las venas de agua, porque all hay un intervalo de humedad y sequedad que no existen al principio. Por lo tanto all las encontrareis, en el fondo de los cauces, con su verde oscuro como diciendo: Aqu estoy, presta para ir a la ol la. CAMARROJAS, LINSONES Y OTRAS HIERBAS CON INFLUENCIAS DE DON JUAN TENORIO (y IV) S in embargo, adems de su sitio donde nace y acrecen, son unas maticas muy caprichosas. Yo un da vi un ejemplar de estos vegetales en un si tio inverosmil. A ltimos del ao 1939 fui a vivir a Bilbao en el barrio de RecaldeBerri, cerca de La Casilla, y todos los das iba, tomaba el tran va de Santurce a Bilbao vengo por toda la ori lla, con la falda arremangada... perdn, per dn, esto es la famosa cancin de la pescatera. Deca que tomaba el tranva para bajar al centro 308 de la villa, pero un da se me ocurri recorrer el iti nerario a golpe de calcetn y siguiendo el trayec to del tranva, calle Gregorio Balparda abajo fui a parar a la plaza Urquinaona y all, en un viejo paredn de una especie de convento a la derecha de la plaza, me extasi admirando en lo alto del muro, lleno del verdor de la humedad, la camarroja ms hermosa que jams haban visto mis peca dores ojos. Me como el sombrero si no tena lo me nos 40 centmetros de dimetro, toda extendida so Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA bre la pared. Muchos das pas por all y hasta me dieron ganas de cosecharla para una ollica, pero... alto, alto, que me parece que tengo problemas. Es toy oyendo una voz autoritaria... S, seor de la Horteta! Soy yo, rabogato; nos hemos reunido el cnclave de comn consenso, decirle a usted por mi mediacin que a quin le puede importar el ma motreto de tantas cuartillas como est escri biendo sobre cosas que, segn nosotros, para nada hacen falta en la historia de Elda! Alto ah, cabeza de chorlito exclam airado teneos en vuestras exclamaciones de ignorancia. Ya s que son cosas de poca monta, pero os pondr un ejemplo para que reventis de vergenza y pon gis la cabeza dentro de un orinal ! A principios de este siglo, concretamente el ao 1903, naci en Elda un peridico, mejor dicho una revista que se llamaba El Centenario y este peridico se fund para aglutinar todas las fuerzas culturales y trabajadoras elderas con el fin de preparar la solemnidad del tercer centenario de la venida a Elda de los Santos Patronos, el Cris to del Buen Suceso y la Virgen de la Salud. Este peridico, adems de servir para cana lizar los fondos que se pudiesen recoger para tal solemnidad, sirvi tambin para resaltar en l los trabajos de las mejores plumas existentes en el pueblo, al tiempo que se anotaban en sus p ginas detalles de la idiosincrasia eldera, vivencias, ancdotas y sucedidos que hacen la historia lo cal, sin cuyas anotaciones nada sabramos de nuestros antepasados ni del devenir de la pe quea o grande historia de nuestro querido pue blo y por lo tanto quedaron en El Centenario. Lo mismo que yo, con mi modesta colaboracin y guardando las debidas distancias de la capaci dad intelectual de aquellos elderos, voy inser tando semana tras semana en este nuestro Valle de Elda, peridico que tiene a sus espaldas casi medio siglo de andadura y que servir para que los elderos que nos sigan en el devenir de los tiempos se enteren de todas las cosas importan tes ocurridas en nuestro solar, pero tambin de las ms nimias y humildes, porque todas juntas for man eso que llamamos historia de los pueblos. Ya habris visto, mis censores duendes que s que pueden interesar a los lectores del peridico mis modestos detalles de mi poco saber, y no ol vidar lo que ya dije en otra ocasin: Todas las piedras hacen pared, hasta las ms chiquititas! y resumiendo, si no se escribiera todas estas co sas cmo podran los historiadores venideros saber del entorno del valle en sus ms pequeos detalles de flora y fauna cuando todo l est cu bierto de cemento Aplicando quiz el carbo no -14 a todo el cemento Vamos, digo yo! Termino recomendando un sabroso men de invierno para entrar en calor: Una ollica con arroz, patatas, alubias pintas, un par de morcillas de ce bolla y unas manitas de cordero, y, cmo no, unas pocas camarrojas, amn de un buen mortero de ajo -arriero. Las camarrojas le darn el tono sim ple y gustoso de nuestro fecundo valle y sus tierras. Buen provecho, y saludos elderos. EL OCASO DE LOS DIOSES Y EL CASINO ELDENSE, UN PASADO DE ESPLENDOR! (I) (Apuntes de un da de la Virgen sobre esta Sociedad otrora corazn de Elda en todas las manifestaciones nobles, tanto fabriles, literarias, vida social y reunin de tantos elderos deseosos de encumbrar a su pueblo a lo ms alto) E este ao de gracia corriente me desplac des de mi retiro, aqu en Alicante, a visitar, como en todas las ocasiones que me ha sido posible, a mis queridos Patronos en el da de la Virgen de la Salud y el del Cristo del Buen Suceso. Tambin este ao quise seguir el rito de otros aos pasados, esto es: despus de la Misa mayor en Santa Ana, acompaar al Sr. Predicador a su EL OCASO DE LOS DIOSES Y EL CASINO ELDENSE 309 domicilio y, a continuacin, a la irrenunciable vi sita al Casino Eldense para gozar de la visin de tantos amigos y platicar con ellos al mismo tiem po que alegraban mis viejos odos con los sones de una buena Banda de msica como siempre han desfilado por all. De las tres premisas anotadas en mi pro grama de aquel da slo pude cumplir la prime ra a toda orquesta, y la tercera a medias, porque la segunda se qued en el recuerdo como relata r a continuacin. Al l estaba yo en el centro de Santa Ana bien sentadito y extasiado en mis recuerdos y, sobre todo, en el espectculo tan bello y reconfortante de ver a la Salutica ya su querido Hijo, que al mi rarme pareca decirme: Ves cmo has vuelto otra vez. S, all estaba yo otra vez como en todas las ocasiones que he podido, pero que cada ao que pasa las emociones van en aumento. Elderos vie jos y no tanto me saludaban por doquier; yo creo que se debe a la lata que doy todas las semanas en el Valle de Elda, pues hasta uno, a la entrada de la iglesia, me solt: Chico, de qu nido te has cado. Gracias, queridos paisanos, veo que los sen timientos, carios y amistad de la parte vieja son los mismos de siempre, puro oro de ley, pero todo esto se ha tenido que trasladar a la parte nueva, pues all no quedan ms que ruinas; pero es igual, estis donde estis, la fraternidad de los elderos florece eternamente como ocurra hace siglos, desde que se le ocurri al primer eldero poner la primera piedrecica del pueblo en el valle de Elda. Y remato este ramalazo de noble orgullo con el di cho de un conocido vendedor de mantas por las ferias que se llam Len Salvador, de Valladol id por ms seas. Algo tiene el agua cuando la bendicen!. S, algo tiene mi pueblo, que se trans mite de generacin en generacin, aunque cam bien los tiempos. Ya eran ms de la una p.m. o sea, de la tar de, como decimos por ac; en las Amricas dicen Antes del Meridiano hasta que son las doce del da y Pasado el Meridiano cuando son las doce del me dioda, y yo segua sentado, viendo cmo se iba marchando la gente, pero no vea movimiento de fuerzas vivas y pueblo llano, que eran los que te nan que acompaar al seor Predicador a su do micilio. Qu se habra desterrado aquella vieja costumbre En un momento pens acercarme a la sacrista para esclarecer tal cosa, pero se esta ba tan bien all, en el centro de la nave, tan fres quito, que decid esperar otro poco. Me vino a la imaginacin en aquel momento la ltima vez que hice el tradicional recorrido, que por cierto fue has ta el Hotel Sandalio, donde haban hospedado al seor Predicador aquel ao. Fuimos en aquella ocasin cuatro amiguetes de la panda: Joaqun Amat Tofo, Pepito Vidal, el sastre, Joaqun Vera el Chimo y el que sus escribe, como deca mi amigo el de Monforte. Los dos primeros ya se fue ron con Dios, el tercero no s qu es de l ojal aguante como yo y el caso es que yo era el ms vetusto de todos, pero mira, como deca el to Perras Chicas: Mala hierba nunca muere, que en mi caso se podr decir pjaro duro de pelar. EL OCASO DE LOS DIOSES Y EL CASINO ELDENSE, UN PASADO DE ESPLENDOR! (II) D e repente, not un inusitado movimiento de gente, y me dije: Ya est, ahora se organiza el cortejo..., pero qu va! Era una brigada de electricistas, especialistas de televisin y radio, que estaban recogiendo material de la transmi 310 sin de la Misa mayor y, entre ellos, vi a mi que rido amigo Vicente Valera Bellot, con un montn de cables en las manos, yen aquel momento lo pri mero que se me ocurri es que mi amigo estaba preparando unas redes para cazar gambusi nes. Pero, torpe de m, estaba, sencillamente, ayudando seguramente a la recogida del material elctrico, y la verdad es que no me extra un pi ce ver a mi amigo en aquel la faena, pues es tan verstil Vicente que lo mismo puede preparar o di rigir una peregrinacin a Lourdes que decirnos lo que pas al Deportivo Eldense en un partido de ft bol de hace cuarenta aos. El caso es que, al verle, le dije a mi sobrino Jos Manuel Hernndez Joven Dile a Vicente Va lera que estoy aqu y en una escurribanda vino y nos dimos un abrazo de campeonato, con tan gran emocin por mi parte, que hasta algu na lgrima quiso asomar por mis cansados ojos. De alegra tambin se llora! Dijo el hombre, y es tuvimos un rato platicando, hasta que se tuvo que ir a sus ocupaciones de aquel sealado da de la Virgen. As que no hubo acompaamiento al seor Predicador y qued en blanco mi segunda premi sa de aquel da y por lo tanto tom rumbo haca el Casino Eldense para cumplir la tercera como ve rn vuestras mercedes si me siguen leyendo. Ya estoy delante de mi querido y viejo Casi no, y no es extrao el posesivo carioso que le aplico a la frase, pues no en vano pertenezco a esta sociedad desde que tena diecisiete aos, uno menos de los que marcaban los estatutos o re glamento en aquellos tiempos de Maricastaa (estbamos a mediados de la tercera dcada del siglo actual) y tuve que engaar al seor Enrique Crespo (Rovira) que era el conserje por aquel en tonces. Tengo para m que mi mentira de la edad no col lo suficiente cuando le di los datos de las misma, pero como me conoca bien, creo que hizo la vista gorda, pues con algo de sorna me espe t: Joseco., tantos aos tienes. Bueno, ade ms ramos medio parientes, pues estaba casa do con una hija del to Turlino el Pjaro, de los pjaros de la Horteta, yen su honor debo decir que fue el conserje ms eficiente de todos los que yo he conocido y entre ellos me cuento el primero, pues acab mi vida laboral como conserje en el ao 77 y pas a serio honorario. Cuando pas de socio ac tivo al cargo de conserje ya tena bastantes ms aos de la edad de jubilacin laboral y llevaba en mi carnet el nmero 184 de socio, as que imagi naos la tira... Entr en la Sociedad pagando tres pesetas de cuota mensual, y no os digo ms. Tres pesetas de cuota al mes y supongo que todava quedarn felizmente algunos consocios que se acordarn de esa fortuna que se pagaba en tonces; bueno, tres pesetas por los aos aquellos era dinero, aunque ahora d risa recordarlo. Y para terminar este pasaje de mi vida en el Casi no Eldense, dir que un da, algunos aos despus de regresar de Amrica, me encontraba un tanto aburrido, pues me haba metido en negocios de jo yera que no me fueron muy boyantes y un da le pregunt a mi querido amigo Luis Cremades Vi cedo, que era entonces presidente de la asamblea de la Sociedad: Oye, Luis, qu podra yo hacer a mis aos para tener algn aliciente y ganarme los garbanzos. Y el bueno de Luis, que es, su pongo an, de respuestas rpidas, me contest: Pues mira, Pepe, el conserje actual del casino, que como sabes es Roque Calpena Juan, se jubila un da de estos, as que puedes pedir la plaza de conserje y ya tienes aliciente. Qu te parece. Yo le contest tambin rpidamente con una expre sin que se usa mucho en toda la Amrica hispa na, adems de como es natural en la del Nor te: Okey! Y qu tengo que hacer. Pues nada, pasa luego por mi casa y en la oficina ha remos el documento de peticin de la plaza y l is to. S que lo hice aquella misma tarde y, senta do en su despacho le di mis datos personales y en un abrir y cerrar de ojos me compuso a la mqui na el documento de peticin de la plaza de conserje. Y eso que no trabajaba ms que con un brazo el to, qu barbaridad! Gracias, querido amigo, gra cias y que Dios te conserve tu hombra de bien. 311 EL OCASO DE LOS DIOSES Y EL CASINO ELDENSE, UN PASADO DE ESPLENDOR! (III) U ablando el mejor presidente que nunca tuvo este Club. Bien merecida estuvo la concesin de estas cosas del casino Eldense no puedo me nos que extenderme un poco con este eldero que, a pesar de dejarse un brazo en nuestra guerra ci vil, sigui una vida de trabajo normal, adems de su dedicacin al deporte, donde destac como presidente del C.D. Eldense, del que, sin lugar a dudas, ha sido digno de esa insignia en oro y bri llantes que le entregaron y que siempre luce en su solapa. Para m siempre fue un gran amigo y, como de bien nacidos es ser agradecidos, en eso estamos, pues no puedo olvidar que en una eta pa crucial de mi vida me ech la nica mano que le dej la guerra, que si llega a tener las dos a es tas horas sera gobernador de las Chimbambas. Esto son explosivos de carioso agradecimiento, pero en verdad de verdad, se los merece don Luis Cremades Vicedo. Y como final de este captulo, adems de ofrecerme totalmente, una vez ms, en todo lo que quiera de mi humilde persona este seor, tengo el honor de incluirlo en mi Retablo Singular de Probos Eldenses, con panoplia de maderas no bles en campo de recortada hierba, con un baln de jugar al ftbol en el centro y una orla que diga: Caballero espaol para que le recuerde sus triunfales tiempos al frente de su querido C.D. El dense. Cierta tarde me encontraba en el Casino ju gando una reida y azarosa partida de Chinchn, a duro la partida y tres pesetas el reenganche, cuando se present delante de mi un empleado del saln de recreos de arriba y me dijo: Don Jos, el seor presidente desea hablar con usted. Lo era por entonces don Eustaquio Cant Amat, buen amigo, que siempre me consider mucho, el cual, 312 cuando llegu a la mesa donde se encontraba me dijo: Pepe, desde este momento eres el con serje del Casino. T vers como te las arreglas para gobernar esto; puedes comprender que es un puesto de mucha responsabilidad y tienes que pre ocuparte de que los Srs. Socios estn siempre bien atendidos y que todo marche bien. Y nada ms, ya puedes empezar ahora mismo tu mi sin. Ahora que ya veis, queridos coterrneos, des de que tena diecisiete aos socio del Casino El dense y al final de mi ciclo laboral convertido en conserje -gobernador de la sociedad, segn pala bras del Sr. Presidente. Cualquier da preparar un trabajito sobre mis andanzas en el Casino Eldense que, a no du dar, sern harto extensas, aunque por ahora me limitar a ese da de la Virgen que es el tema cen tral de este artculo. Muy ufano llegu yo aquel da al nmero 36 de la calle Nueva Arriba, con mi andar cansino, pero con deseos enormes de disfrutar una vez ms el calor eldero que en tales fechas ha sido siempre la impronta del Casino Eldense. Llegu all creyendo que me encontraba en los aos treinta y de ah la desagradable sorpresa que me llev nada ms comenzar a subir la escalera de entrada. Dnde estaba aquel mujero de be llas damas y damitas elderas y encopetados, y bien vestidos, elderos Y el ir y venir de camareros asistiendo a las rebosantes mesas de gentes ce lebrando el da de la Virgen Pues no, la concu rrencia era escasa y el ir y venir de los camareros se limitaba a una jovencita, con atuendo ms bien de playa, y en verdad no haca falta ms ser vidores pues las mesas en la terraza estaban medio vacas. EL OCASO DE LOS DIOSES Y EL CASINO ELDENSE, UN PASADO DE ESPLENDOR! (IV) .n u deprimente me result esta visin! Hice I Mun breve recorrido por las dependencias y en contr, s, todo limpio y ordenado, pero sin calor de fiesta como haba sido siempre. Pobre de m, es peraba encontrarme con la alegre multitud de otros das y solamente pude saludar a tres viejos amigos con gran calor. Si, all estaba aquella es plndida terraza de verano, como siempre prepa rada para los calores del esto, como digo, cu bierta de caizo que daban una frescura deliciosa y confortable. All estaban sus amplios y bien ves tidos salones esperando la visita de los miem bros de la Sociedad y all estaba, por fin, el jardn que en otros tiempos fue una rosaleda encantadora y muchos pequeos, hijos de los socios, como ban dadas de gorriones triscando en la enramada. No, no haba nada de esto ; ni bullicio en los salones ni sones musicales que denotaran que era el Da de la Virgen. Slo una frialdad de ambiente que me entristeci y es cuando me di cuenta que eran otros tiempos y otros los afanes de los elderos de antes. Casino Eldense! Viejo casern que le vantaron unos esforzados hijos de Elda all por los primeros aos de este siglo! Te he encontrado desconocido y falto de calor humano. Espero que nuevos elderos te remocen en tu alegra anterior y vuelvas por tus fueros de aquellos aos en que fuis te orgullo de Elda como institucin de recreo y bien hacer de muchos hijos de la vieja Idella. En realidad, con el anterior punto y aparte yo deba terminar este trabajo, un tanto penoso para m. Sin embargo pudo el ior que siempre le he tenido a esta institucin y, para apurar ms mis recuerdos, me sent un ratito en la terraza, fren te al pequeo escenario donde en otros tiempos se colocaba una banda de msica amenizando el am biente en tan sealado da. Por unos momentos me traslad a un da de la Virgen de los aos treinta; en que se encontra ba en aquella oportunidad la Banda de msica La Primitiva de Liria. Creo innecesario extenderme en el orfen sinfnico que siempre ha sido esta agrupacin musical yen el momento lgido de mi recuerdo estaban interpretando la famosa ober tura de Tannhauser, con su impresionante Coro de Peregrinos. Siempre he sido un gran admirador de la obra del genial maestro Wagner y aquel da de la Virgen me ensimism tanto con aquella meloda que, por asociacin de ideas, me traslad a Ca racas, capital de Venezuela. Recuerdo que cierto da le un trabajo del columnista y crtico musical del diario El Universal de aquella ciudad (por cierto el ms importante diario de aquel entonces). Dicha crtica estaba relacionada con una reunin de personas que se celebr en un saln de arte de Paris a mediados o en los ltimos aos del siglo pasado. Como es natural decirlo, se trataba de per sonas relevantes del arte de la msica. A este res pecto debo decir que todo lo que comento sobre lo ledo en el peridico citado de Caracas es obra del columnista citado. Yo guarde mucho tiempo el recorte de peridico, pero en uno de mis muchos viajes se me qued una maleta perdida y preci samente en ella iban este recorte y varios de mi firma en El Universal, donde por algn tiempo escrib una columnita sobre Cuentos Llaneros. Me recogieron las hormas porque en vez de citar las llanuras del Apure se me iba las cuartillas a las de la Sirm o Campo Alto. Bueno, esto tambin me ocurri en los aos cuarenta, en el peridico Unidad, de San Sebastin, donde igualmente tena un pequeo hueco con mis cuentos make tos. Tambin me recogieron las hormas aqu, pero por causa al revs, en vez de aparecer ma ketos, como les llaman a todos los castellanos, aparecan tipos vascos con muchas erres. As que si mezclo todo esto en el recuerdo de los pe ridicos es porque todos los recortes iban en la misma maleta que perd un infausto da. Siempre refirindome de memoria el recorte de caraqueo, resulta que en la reunin de los cr 313 ticos parisinos sali a colacin la obra musical del maestro Wagner y sobre todo su famosa Tetra loga El anillo del Nibelungo, compuesta por sus obras dramticas (mejor dicho epopeyas mu sicales) El oro del Rin, La Walkyria, Sigfri do y El Crepsculo de los Dioses. El fondo de la crtica, casi por mayora, se resuma en que la msica del maestro alemn era inmensa, pero que abusaba un poco del metal, es decir: trompetas, fliscornos, trompas, trombones, saxofones, etc., en detrimento del grupo de madera (clarinetes, oboes, flautas, fagotes y oros de la misma especie) y de la cuerda ms sensible como son los violines, vio las, violoncel los, contrabajos y hasta arpa; sin que al final se pusieran de acuerdo en tan me ticulosa discusin. Hasta aqu los pormenores del recorte perdi do que extraigo de mi memoria y saco la conse cuencia de que en aquella reunin de crticos de Pars debi correr bastante calvados o cham pn, o la animadversin o el rencor a un msico tan eminente como fue el genial Wagner (don Ricardo). Yo no soy un crtico eminente ni un melma no furibundo, pero tengo sensibilidad y un mag nifico odo y voy a recordar a los crticos de Pars, si es que pueden hacerle, algunos detalles de la inmensa obra de Wagner que, segn mi modes tsimo entender, aclaran un poco eso del metal, la madera y la cuerda de su obra. Dejo aparte la ci tada Tetrologa El anillo del Nibelungo, con sus El oro del Rin, La Walkiria, Sigfrido y el El Ocaso de los Dioses, que ah estn para el que se atreva a interpretarlas o representarlas. EL OCASO DE LOS DIOSES Y EL CASINO ELDENSE, UN PASADO DE ESPLENDOR! (y V) E n primer lugar, pudieron ver y escuchar en su da Parsifal y Lohengrin estos sesudos varones Pues bien, en la primera de estas obras est el famoso Preludio de Parsifal, con exclu siva competencia de clarinetes, oboes, flautas y fagot, pero en una meloda que hace soar a los buenos amantes de la msica. En cuanto a Lo hengrin con su preludio del primer acto, qu les dir Yo tengo un imborrable recuerdo de violines en la delicia del preludio de La Traviata de Verdi, y la serenidad del justo en el intermedio de Cavallera Rusticana de Mascagni, o en la tc nica magnfica del Concierto para violn y or questa de Tchaikowski y el incontenible torren te de melodas de Sarasate, pero, queridos amigos, ese preludio del primer acto de Lohengrin del inmortal Wagner es algo fuera de serie. Alguien dijo en cierta ocasin que eran los violines voladores, pero yo afirmo que son los violines celestiales. Por lo expuesto me parece que mis distin guidos coterrneos melmanos o simplemente 314 amantes de la buena msica se habrn dado cuenta de que Wagner fue un genio completo y muy singular en ese arte nico de llenar de notas mu sicales las cinco lneas y los cuatro espacios. Y para terminar con esta modesta demostracin de lo equivocado que estaban los asistentes a aque lla cita de crticos parisinos en el siglo pasado ah va un terceto de obras que aglutinan las tres cuerdas de la obra de Wagner. El metal lo representa esa Cabalgata de las Walkyrias. Parece que estis viendo los caballos surcando los cielos de la Selva Negra en Alema nia. La madera de Parsifal es un rgano toca do por un mstico, y los violines de Lohengrin ya lo he dicho, son celestiales. Y tras esta disquisicin musical vuelvo a mi da de la Virgen en el Casino Eldense. Ya son casi las dos p. m. Y viene mi sobrino a recogerme To, vamos, que es tarde, y las fasiuras es peran en la mesa. Adis Casino Eldense, adis, hasta que pue Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA da volver personalmente o en mi recuerdo, deseo que vuelva tu alegra y esplendor de antao. Ha bra desenvainado la espada de mi ilusin por en contrarme entre estas paredes como cuando en tr aqu de nio, pero me marcho un poco triste. Tuve que volver el acero a la vaina, como dice el historiador de un hidalgo orgulloso en parecidas circunstancias. Envain la espada; se cal el chapeo, mir de soslayo....y fuese. Y march pensando sin querer en El Ocaso de los Dioses. Saludos elderos. LA PEA DEL AGUA ESTRAMBOTE LITERARIO A LA SOMBRA DE LA MIMOSA (I) (De la serie Dame pie y te contar una historieta) E ste humilde trabajito se lo dedico a mi amigo Eduardo Gras, ya que l fue el padrino en el bautizo del ttulo del mismo. Mi amigo conoci a varios de los componentes de aquel la famosa pea, incluso me dio el nombre de alguno de ellos. Yo conoc a todos los que componan aque lla singular reunin de amigos, pero la tica pro fesional me impide su difusin aunque la cosa no tiene la mayor importancia, pero la tica es la ti ca, pues fui, durante bastantes aos, funcionario del Casino Eldense y no me parece serio contar si tomaban agua o tomaban una infusin de man zanilla. Si en el transcurso del relato aparece al gn nombre como ancdota ya es otra cosa. De es tas tengo una garbera y algn da es posible que me indiquen mis duendecillos que les dedique al gunos trabajillos, pues, repito lo dicho, que en mis cuadros sensoriales las hay a garberas. Ima gnense mis queridos coterrneos si en una so ciedad que conoc, de alrededor de mil doscientos socios, no hubo ancdotas para dar y tomar, m xime estando yo, como conserje, metido en todas las salsas. Las conoc de todas clases, colores y de personalidad, aunque solamente sacar a colacin las agradables, que os hagan pasar un buen rato al mismo tiempo que aparecern personajes tpicos y relevantes de aquellos tiempos. En este tra bajo ya es posible que aparezcan alguna, que puede ser la avanzadilla de lo dicho. Nunca pude llegar a saber de dnde surgi el sambenito que llev esa reunin de amigos, pro bos elderos todos ellos y de clase acomodada la mayora, aunque siempre me malici que sali de la mente chusca de un extraordinario empleado que tuvo el Casino durante muchos aos como ca marero. Fue, como digo, un gran elemento este per sonaje, serio, integro, servicial y grande en su corta estatura y amor a la sociedad Casino El dense. Vio pasar a muchos reposteros en sus mu chos aos de servicio y all acab su carrera de muchos aos de trabajo, en un merecido retiro de subir y bajar escaleras con la bandeja en la mano. Yo le tuve en mucha estima siempre, como con serje y antes como seor socio, segn rezan los es tatutos de la sociedad. Estamos refirindonos a don Jos Rico, Pe pico para los amigos y socios, pinosero probo y ms listo que una ardilla, que se hinch a servir vasos de agua a todo quisque que lo solicitara. Por eso digo que pudo ser este camarero el presunto inventor de tal nombrecito a la pea de amigos en cuestin. 315 LA PEA DEL AGUA ESTRAMBOTE LITERARIO A LA SOMBRA DE LA MIMOSA (II) U n da le o murmurar, bajando las empinadas escaleras cargado con una bandeja rebosan te de vasos de agua: Agua, agua! Con la fal ta que hace en mi pueblo para regar! En fin, ter mino con este fiel servidor que tuvo tanto tiempo la sociedad, no vaya a ser que algn paciente lec tor piense que me alargo con este seor ms de la cuenta, en detrimento del meollo de la historieta. Al grano, al grano! que deca el to Piculilla cuando estaba en la trilla y vea que se dedica ban a coger la paja y dejaban los granos del tri go por la ori lla de la era. En cierto modo, tengo que confesar a mis queridos lectores que algo hay de verdad en es tas filosofas. Un da entre los das, me present en el Ca sino como haca siempre, sobre las dos pasadas de la tarde, para cumplir mis obligaciones coti dianas. Tambin, como era mi costumbre, entr en el Casino por la puertecita de la repostera y as aprovechaba para ver la cocina, el saln de aba jo y llegar hasta la puerta de entrada de la parte Oeste, que, como sabis, est en la terraza. De esta forma un poco de extranjis, me enteraba ipso fac to de si todo estaba en orden. Llego al zagun y me saluda el portero: Hola, don Jos, muy buenas tardes! Hola, muchacho, hay alguna novedad. No seor, acabo de tomar el relevo y no me ha dado ninguna el compaero. Escaleras arriba y al pasar por la Secretara, saludo a don Vicente Mateo Luengo, padre del secretario, que lo era su hijo Miguel Mateo del Val. Don Vicente ya fue secretario bastante tiempo antes, pero por entonces se dedicaba al menes ter de ayudar a su hijo en apuntes, contabilidad y dems. Si anoto estos detalles, que pueden ser farragosos en la lectura, lo hago para fijar la si tuacin de las distintas zonas del Casino y as es como si vieran en tecnicolor y pantalla panormica los detalles de la estampida que se origin alre dedor de las cuatro de la tarde. 316 Salud, como he dicho, a don Vicente y en tr al saln de arriba, y como era temprano, es taba la primera partida de domin de todas las tardes: seor Garca, don Pedro; seor Esteve, don Vicente; seor Navarro, don Manuel, y cerra ba aquel da el turno el seor Prez, don Vicente. Tres fabricantes de calzado y uno de maquinaria para el mismo. Esta partida, como he dicho, era la ms temprana y en dos turnos, cambindose de compaeros le cargaban el mochuelo a uno y se iban tan contentos. Yo me arrimaba algunos das a ver la partida pues era un espectculo por los gestos de don Pedro Garca cuando dominaba al guna vez en jugada clave o cerraba con fortuna, con abundancia de tantos y se quedaba mirando a su alrededor con gestos triunfales, en aquel momento le felicitaba yo dndole le mano y di cindole: don Pedro, es usted el ms grande! Es usted el que ms sabe!. Pero en verdad de ver dad no hay tales carneros, all el amo de la si tuacin era don Vicente Esteve, pero el seor Gar ca, don Pedro, la gozaba siempre con mis fel icitaciones. No s dnde estarn ahora estos amigos. A todos ellos un recuerdo muy carioso. Y se fueron pronto aquella tarde porque tempra no venan a jugar una partidita de domin, as se libraban de la estampida que surga ms tarde. Fueron los nicos que pagaron el caf aquella tarde, pues del resto de la animada concurrencia por lo que ocurri un poco ms tarde se podra de cir aquello que con su gracejo tan singular escri bi el genial Jardiel Poncela en su novela La tourne de Dios en el pasaje que dice: Se fue Dios a ver una carrera de galgos y se jug unas pesetas y perdi, como estaba mandao y su in dignada exclamacin fue:Aqu no gano ni yo!. Algo parecido se podra decir de aquella tarde en el Casino cuando ocurri la marabunta. All no pag el caf ni Dios y perdonen la irreverencia, que es fruto de la rigurosidad del relato de aquel acia go da. LA PEA DEL AGUA ESTRAMBOTE LITERARIO A LA SOMBRA DE LA MIMOSA (III) S egu mi recorrido por los salones de arriba Upara ver si todo estaba en orden y por la es calera interior, que pasa por la repostera, atra ves el saln grande abajo, para sentarme un ratito en el hall o entrada general, para ver la lle gada de los seores socios que en aquella hora ya era bastante numerosa. Eran pasadas las cuatro de la tarde cuando bajaron los seores de la partida de domin citada y estando despidiendo a estos amigos, se desa t el drama de aquel da, que origin la ancdo ta siguiente. Desde el centro de la terraza vi en lo alto de la escalera del rellano donde estaba la Se cretara al demudado don Vicente Mateo Luengo, dndome gritos: Conserje! Conserje! Suba usted rpido!. Volando como quien soy sub las escaleras y entr en la Secretara. Qu le ocu rre, don Vicente SeorJover me contest me acaban de llamar por telfono que hay una bom ba colocada en el Casino. Que estallar dentro de un cuarto de hora. Ya he llamado al cuartel y vie nen unos nmeros de la Guardia Civil. Rpida mente, usted mande desalojar el Casino. Co mience usted por arriba, que yo avisar por abajo para que abandonen la posicin. Todo esto dicho en tonos militares y se notaba bien que haba sido oficial del benemrito Cuerpo. En un vuelo me coloqu en el centro del sa ln de arriba y con fuertes palmadas grit: Es cuchen todos, por favor! Salgan lo ms pronto po sible que puedan del Casino, porque hay un aviso de que han puesto una bomba!. Solo esto. No es para descrito el tumulto que se form a conti nuacin. Fichas de domin por el suelo, cartas de barajas por el aire. Las escaleras de bajada con gestionadas de socios. Y yo, que no saba si ba jar por ellas o por la interior. De todas maneras, ageras, me dije en aquellos dramticos mo mentos. Y me dirig a toda prisa a recorrer los res tantes salones de arriba, billares, etc. Yen una ra pidsima ronda llegu al vestbulo, pasando por el saln de abajo donde ya no haba ni un alma. Jus to en el momento de salir de all, llegaban tres n meros de la Benemrita, que rpidamente se hi cieron cargo de la situacin. A ver, hay aqu algn directivo Quin manda aqu dijo el que pareca ser el jefe de aquel comando. Yo contes t dando mi nombre, sea y graduacin, a estilo militar y como cada quisque se haba ya ahuyen tado al jardn y a la calle Nueva, pues resulta que el que mandaba all era yo, que me haba quedado ms solo que la una. Bien, ha desalojado us ted a todas las personas del Casino S, seor, no quedamos ms que nosotros. Pues bien, voy a distribuir a mis compaeros y usted puede salirse al Jardn o a donde quiera. Me asom a la puerta de entrada y vi en la acera de enfrente, en la calle Nueva, gentes cu riosas que se iban congregando por la noticia y al gn que otro nio. Por la parte del jardn tambin se iban reuniendo igualmente gentes, y entre ellas, los dos empleados de servicio en aquel las horas. Dud un momento y me dije: Pepe! T que has visto una guerra grande y varios conflictos so ciales en tu pas y otra guerrita pequea y dos o tres revoluciones en Sudamrica, vas a aban donar tu Casino tan querido por un aviso de bom ba No en mis das, compadre!. Y me acord de aquellos versos de don El isa Verd en nuestra guerra y arre escaleras arriba rememorando aquello de Adelante, milicianos, por las tierras de Castilla y Aragn!, en versos tan sentidos por aquel maestro de tantos estudiantes elderos. (Continuar) 311 LA PEA DEL AGUA ESTRAMBOTE LITERARIO A LA SOMBRA DE LA MIMOSA (IV) E entr en trompa (tromba), como deca mi amigo el de Monforte del Cid, en el saln de arriba y vi al jefe de las fuerzas mirando por los rincones. Yo, que conoca bien la situacin del sa ln, me agach y vi que all los nicos bultos sos pechosos eran las escupideras en sitios estrat gicos y acercndome al guardia se lo hice saber. Y usted qu hace aqu me dijo. Pues yo, con su permiso, no abandono la posicin y le puedo ayudar porque conozco todos los rincones del edi ficio. Pues muy bien, qu hay detrs de esa puerta Esa puerta da a otro saln de recreos, cuartito del empleado de arriba, servicios y por el pasillo interior al saln de billares que da a la ca lle Nueva. Pues, andando, vaya usted por la iz quierda y yo por la derecha. Fjese bien en cual quier cosa desusada que se encuentre, paquetes o bultos que no haya visto. Ah! Y si encuentra algo, no lo toque. Avseme rpidamente. Es sorprendente la aptitud de estos hom bres de la Guardia Civil. No haba terminado mi ronda y ya lo tena a mi lado, habiendo examina do mi zona y la suya. Se acab aqu arriba, se or conserje. Vamos abajo a ver a mis compae ros, porque me parece que esto es una de esas maldades que hacen algunos individuos dese quilibrados. Y as fue, en efecto. Una falsa alarma por for tuna, que no tuvo mayores consecuencias. Al da siguiente, como de costumbre, hice mi ronda maanera, escuchando preguntas de los socios que por la maana acuden a leer los pe ridicos y alguna chufla que otra relacionada con lo ocurrido el da anterior. Por la tarde, a la hora de siempre, fui a mis obligaciones del Ca sino y tambin alrededor de las cuatro, sub al sa ln de recreos y es cuando de verdad estall la bomba, aunque entonces fue de hilaridad y jol gorio. En el centro del saln se encontraba, en una partida de chinchn, el conocido odontlogo don 318 Emilio Cabedo Borrs (de los Borrases, como le gustaba llamarse cuando daba su nombre com pleto). De pasada dir que este seor me consi deraba estupendamente, pues, adems de ami go, era mi dentista. Por cierto, an conservo en la boca un par de prtesis que me coloc hace ms de treinta aos. Saludos, Emilio, que Dios te conserve por all el buen humor que tuviste siem pre. Amn. Nada ms entrar al saln, me vi el bueno de don Emilio y comenz a dar gritos: Pepe! Pepe! Ven aqu, hombre, que tenemos una duda muy grande por lo ocurrido ayer! Cuando entraste aqu dando palmadas y gritos, decas que haban puesto una bomba o que vena el Bomba. Y se arm el estropicio, pues era una clara alusin a un conocidsimo industrial artesano de las hor mas, progenitor de una popular y conocida fami lia de elderos a quienes toda la Elda de entonces llambamos los Bombas, Mis mayores respe tos para este habilsimo artesano, que lo mismo sacaba una horma de un tocho de madera en el nmero y estilo que le pidieras, que de una hor ma vieja de puntica de huevo te sacaba un mo delo de Villarejo, valga la expresin, con la pun ta fina conocida en las hormas de caballero de ese nombre. El mismo respeto y consideracin aplico a sus conocidos hijos, pero aquella tarde, cuan do don Emilio Cabedo solt sus frases, se arm la de aqu te espero. Adems de las risas, la chun ga de las frases, y yo era el blanco impertrrito de aquel diluvio de dichos del gracejo eldero: Pepe, yo tena el caf ganado al domin! ... quin me lo paga Conserje, para un da que estaba yo ga nando al chinchn, vienes tu a disolver los jue gos. Y as uno y otro; hasta me pareci or a un socio, que por lo visto conoca bien mis lazos or nitolgicos, que deca: Nosotros salimos a em pujones por la escalera. Y t, saliste volando por una ventana LA PEA DEL AGUA ESTRAMBOTE LITERARIO A LA SOMBRA DE LA MIMOSA (V) E n fin, esta fue la ancdota de la bomba y del Bomba que haba prometido anteriormen te. Pero ya es dada la hora de proseguir con el tema protagonista de esta historieta, que la tengo har to abandonada. En el rincn Oeste del jardn, nada ms ter minar la terraza que en verano se cubra con unos caizos muy bien acondicionados, hubo un rbol mimosa que junto a otros tres rboles que voy a nombrar, se puede decir que fueron la te traloga de los rboles hermosos del valle de Elda. Un grandsimo pino, en una finca que de camos de Marino, entre la rambla del Sapo y la vereda de Marn, parte alta.Un artstico eu calipto en la esquina de la casa de la calle Hi larin Eslava, donde tuvo la academia don Eli so Verd. Y, por ltimo, un descomunal madroo de la finca de la balsa los pescaos,que fue, si mal no recuerdo, del Dr. Don Jose Ferreira. Esta ba pegado a la casa de dos pisos y asomaba sus ramas por encima del tejado, en la parte Norte. Este rbol, sin duda, merece unas lneas ms, pues se trata de un ejemplar creo nico en toda la geografa universal y no exagero, pues yo siempre haba credo que las madroeras eran ar bustos y no rboles, pero, hombre, un arbusto de 15 metros... Sin menoscabo de los otros tres rboles ci tados, la mimosa del jardn del Casino era un r bol fuera de serie. A su sombra, en el caluroso ve rano, sesteaba la Pea del Agua en animados coloquios, llevando siempre la voz cantante don. . . (No, hemos dicho que de nombres nada). All se consuma agua en cantidades industriales y a veces el pobre rbol, y sus agostadas hojas en el verano trrido, parecan decir: Compadres, de jar una poca para m, que estos das no me rie gan lo necesario. Slo tena el consuelo, de vez en cuando, en el momento en que el diligente Pe pico, el camarero, se llevaba la tanda de los va sos de agua vacos para traer otros llenos. En tonces s que Pepico vaciaba los escurribles en el tronco de la mimosa, y hasta pareca que el rbol se pona ms verde y ufano. LA PEA DEL AGUA ESTRAMBOTE LITERARIO A LA SOMBRA DE LA MIMOSA (y VI) C as todos los componentes de la Pea to maban sendas infusiones de manzanilla y haba uno o dos de ellos que eran especialistas en sacarle todo el suco a la bolsita del producto, a base de chafarla con la cucharilla, hasta dejar la mas seca que la pata del to Nicomedes, de la calle de La Comadre, que la llevaba de palo, pues la perdi en la guerra de Cuba. Importante: esto me lo contaba mi querido padre, que tambin es tuvo en aquella isla, haciendo la guerra a ltimos del siglo pasado. S, s, ya s que me estoy es varando un poco del tema, pero es que estoy aprovechando la coyuntura para nombrar a dos soldados de Espaa en la guerra de Cuba, y sa car del fondo de la historia eldera a un persona je mas de los muchos que, si no fuese por las p ginas de nuestro Valle de Elda, se quedaran en los oscuros abismos de los que fueron. En cuanto asomaba las orejas el otoo, como es natural, la pea del agua, en unnime con senso de todos sus componentes en masa, se trasladaba al confortable saln de abajo del Ca 319 sino Eldense, y se situaban en el rincn so. y all sentaban sus reales en los cmodos sillones, de donde ya no les mova ni un huracn hasta que asomaba el verano siguiente. Yo les tena una especial dedicacin a la pea aquella, pues en los tiempos a que se refiere esta narracin era conserje de la sociedad y ya lle vaba algn tiempo colaborando con mis historie tas en Valle de Elda. Estos seores parecan disfrutar con mis es critos, pues al tiempo que les lea algunos pasa jes del que tuviera entre manos, aprovechaba para sonsacarles detalles de nombres y situa ciones del pueblo que yo no saba, por ser bastante ms joven que ellos. Cierto da, uno de los ms vetustos de la reunin se explan conmigo a causa de haber salido a colacin las avatares de la dramtica si tuacin del nefasto ao 1885 del siglo pasado. Re cordaba que su padre le haba contado en algu na ocasin los detalles del clera de aquel ao y que en estos detalles nombraba a mi abuelo Pepe Gonzlez el de la Horteta que, junto con su mujer, se los llev el clera cruel de dicho ao. Al recordar yo ahora, despus de treinta aos, la frase clera cruel, no he podido sustraerme a la necesidad de citar aqu la famosa cuarteta del Serfico que dice as: Clera brbaro y cruel ! Si te falta alguna cosa, ven l lvate a la esposa del sacristn de Petrel! Si me he tomado la libertad de copiar este pa saje de nuestro poeta popular El Serfico es por que as rindo un carioso recuerdo a la memoria de mis abuelos y un profundo respeto a la obra del poeta. Y no hay ms. Pepico sigui llevando agua a la Pea del dem. Y yo pido disculpas a Eduar do Gras, dador del pie que ha propiciado esta historieta, por si no he desarrollado a satisfaccin su idea de la Pea del Agua del Casino Elden se. Saludos elderos. * e * Cuaresma, 1994 MARROQUES EN ACCIN! (Hace 50 aos) (I) (Recuerdo alegre de una efemrides surgida de la tradicin que comenzaron otros elderos del siglo pasado.) Se lo dedico a todos los componentes de esta comparsa y especialmente a los que se fueron, llevando consigo todo el colorido de nuestra fiesta. S . Cincuenta aos ya del nacimiento de los feroces Marroques. Todo comenz una tarde en el Casino Elden se.En el rincn noroeste del saln de recreos de arriba, lugar de juegos de una animada panda de amigos amantes de tirarle la oreja a Jorge. No s de quin surgi la chispa del acontecimiento. Sera de Fernando Vera De Pepe Vera Pues, la verdad, no lo s, porque yo me encontraba en aquellas fechas en Donosti, donde, adems de te ner un almacn de Curtidos Nacionales y Ex tranjero, como rezaba un colorido cartel que pomposamente deca tambin Cnsul de Elda 320 en San Sebastin. Por tal causa no poda estar al tanto de tan feliz alumbramiento. Lo de Cnsul me lo encasquet un reportero de suela vuelta que cay un da por el estableci miento con su hijo mayor, para buscar trabajo, pues en la vieja Dahellos la cosa estaba muy achuch. Por cierto que a los diez minutos de ver nos ya lo tena, previa una llamada a un cliente que tenia una tienda de calzado a la medida. El primero en abrir el Consulado, como l deca, fue mi amigo de la infancia de los de antes, es de cir, de verdad, llamado Cayetano Soler Guevara, con su hijo Paquito, como ya se ha dicho. Despus pasaron muchos elderos por all unos buscando trabajo y otros en viaje comercial, que eran ami gos. De entre estas entraables visitas cito a los elderos simpticos que fueron amigos de verdad tambin. Uno Ramn Navarro, de la firma Anto nio Juan Busquier, Calzados Loto, y el otro Pas cual Orgils Calzados Cachola. El primero, des graciadamente ya no puede enterarse de primera mano de todo esto, por estar ya en el Reino de la verdad y no creo que estos chicos de la direccin del peridico tengan mano para que llegue has ta all arriba, pero mi amigo Pascual tengo la se guridad de que cuando lea el VALLE dir: Este pajarel... !. Llevo charrando ya dos o tres cuartillas y lo que quiero decir es que, aunque lejos de Elda, he vivido siempre los afanes y vivencias de la ciudad, aunque slo actu un ao en la fiesta como com parsista activo, pero desde aquel ao me sent ma rroqu hasta la punta de las alas. Fue un ao en que me tom unas pequeas vacaciones y quise cerciorarme de si era verdad lo que tantos visitantes y amigos me haban di cho en Donosti. Hasta hubo uno que dijo: En los desfiles y nmeros de festeros ya les hemos cha fao la guitarra a los petrolancos!. Un poco fuer te me pareci la cosa, pero en fin... Llegu a Elda un ao que no recuerdo bien, pero sera entre los aos 47-49. Pero no tiene prdida, hombre ahora que recuerdo. Fue el ao que sali mi querido amigo Isidro Aguado vesti do y revestido de sultn, encima de una carroza que no caba por la calle Nueva. Sera prolijo na rrar el atuendo y pompa y, sobre todo, la perso nalidad de Raj Oriental que llevaba el to, enci ma de aquel monumento. S, entonces me convenc que ni en Petrel ni en ningn otro sitio, incluido Al coy, haban visto cosa igual. Que exagero Bue no: cada quisque que piense lo que quiera. A m me lo pareci. Llegue a Elda el ao que nos ocupa y que fue mi debut como feroz e increblemente guerrero marroqu, el da anterior al primer desfile. Viaje que hice aquella vez en un bimotor Douglas con las ruedas fuera que haba sido transporte de tropas en la ltima guerra. Bilbao -Madrid y Madrid-Ali cante-Rabasa. Entonces el campo de aterrizaje en Rabasa era una pista llena de bojas y piedras y era una aventura el viajecito. Pasar la montaa de Somosierra antes de llegar a Madrid era todo un monumento a la valenta por parte del pfloto. Yo creo que en alguna ocasin tendran los tripu lantes del avin que tirar bultos para ganar altura y pasar la sierra. Bueno, aqu s que exagero un poco, pero de esta forma llegaba a mi pueblo un da antes y lo aprovechaba bien. MARROQUES EN ACCIN! (Hace 50 aos) (y II) L legue a Elda el da anterior al primer desfile, y lo primero que hice despus de acicalarme un poco fue ir al Casino Eldense para ver a los de mi panda y entrar en situacin. En la barra del Ca sino estaban tres elementos que fueron siempre para mi unos excepcionales amigos. Casi nada: el Toto, el Sastre y el Chimo. Joaqun Amat, Jose Vi dal y Joaqun Vera vestidos de moros! ! ! Dios bendito! Qu es lo que veo Pues s, eran ellos, a los que, despus de los plcemes, abrazos y achuchones de rigor, se me ocurri preguntarles: Bueno, hay un traje para m. Contestacin del Toto No creo que admitan pjaros en el desfile. Contestacin del Sastre: Esta noche te hago yo un traje, aunque sea de plumas Pobres amigos! Estos dos ya estn en la verdad y yo picoteando recuerdos por aqu abajo. Pero el Chimo, que siempre fue el mas centrado y serio, me dijo: Va mos a ver a Cams, que es el superintendente de la comparsa, y l te arreglara algo. Y as fue. El 321 bueno de Cams me mir y al da siguiente, de buena maana, me encasquet un traje de no s quin y con un terrorfico alfanje me visti de fla mante marroqu injertado de congoleo, pues iba de negro zano, que es el color negro ms negro que se les da a los toros de este color. Por la maana, temprano, reunin en el cuar telillo preparado al efecto en un rincn de la fa brica de Tobas Vergara, donde el bueno de Cams ya tena preparado un gape a base de costillas, longanizas y otros productos similares y buen vino de Monvar. Formbamos una escuadra muy abigarrada, de entre los cuales no conoca mas que a Paco Villena, amigo de la infancia y que fue un eficiente defensa del C.D. Eldense. Cuando termin el refrigerio madre ma, qu refrigerio! Nos comimos dos o tres kilos de carne! entonces vino la obra cumbre: el ma quillaje! Por entonces no se conocan esos pro ductos modernos que lavas con agua y te quedas limpio; aquel da me cogi por su cuenta otro es cuadrista y me puso negro a base de pasarme un suro (corcho), previamente quemado, por toda la cara, cuello y orejas, y me dej hecho un San Luis de guapo, pero en negro, claro. A formar, a la calle, en la encrucijada Padre Manjn-Avenida Chap. Otras comparsas de dis tinto pelo ya haban salido antes ya los Marroques nos pusieron por delante, no s si para asustar a la gente, pues con aquellas caras cualquiera cosa pudiese ocurrir. Pero, no, fuimos la sensacin por nuestra marcialidad y los alardes con que nos ha ca hacer nuestro cabo de escuadra. En la calle Nueva Arriba, a la altura del Banco de Elda, vi a mi querida madre en la pri mera fila de sombra, con mi hermana Lidia. Al pa sar me acerqu y le pregunte a mi madre: Me conoces, Mara Dolor, al tiempo que le pasa ba un dedo por la cara, previamente saturado del unto del suro. Se me qued mirando como aquel lejano da en que le rob un mantel de hule para correr debajo de la tranca y al pasar por delante de mi casa se me qued mirando como diciendo: De qu conozco yo a este pjaro. Pues lo mismito ocurri aquel da de Moros y Cristianos en la calle Nueva Arriba. No s si doa Mara de los Dolores Gonzlez Gil me perdon el bujero que le hice al mantel para meter la ca beza y guarecerme de la traca, pero de lo que es toy seguro es del desastre que hice aquella no che del desfile con la ropa de la cama. Creo que me lo habr perdonado, porque las madres lo perdonan todo, pero la realidad es que llev a Do nosti todo el betn que me pusieron con el suro de corcho, vulgo tapn. Hasta en las orejas lo tuve lo menos un mes. Y este fue mi debut como integrante de la comparsa de los Marroques en los Moros y Cris tianos de mi pueblo y, aunque ausente y distan te tantos aos de Elda, siempre me consider Marroqu desde el principio de los tiempos. Salu dos elderos. UNA CESTICA DE BREVAS QUE ME ASOMBR (1) (Rapsodia en negro azulado como el color de las brevas que una lejana tarde de julio me regal un eldero de pro, para que viera cmo eran las brevas cenicientas de categora) E este trabajito sobre esta singular y rica fruta del valle de Elda se lo dedico a don Jos Amat San chz, como recuerdo a su especial condicin de el dero viejo y a la amistad con que me honr largo tiempo. Debo significar que cuando digo eldero vie 322 jo no me refiero a la edad. En los tiempos antiguos, cuando en una conversacin se estaba hablando de una persona honesta, firme en sus tratos y de arraigada buena condicin humana, se sola de cir: Ese es un cristiano viejo! que era el sumum Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA de las buenas condiciones que poda tener una persona. Me explico, pues vamos a ver lo que da de siesta cestica de brevas, cenicientas por mas seas. El enunciado o titulo de este trabajito son las mismas palabras que me dijo el seor Amat San chz (don Jos) una tarde en el Casino Eldense con motivo de una animada conversacin sobre este sabroso fruto, pero no adelantemos aconteci mientos, cada cosa a su tiempo y las brevas en ju nio -julio. El recuerdo que tengo de este seor se re monta a mis tiempos de chiquillo de babatel, cuan do le vea en paradas de las procesiones los das 8 y 9 de septiembre que hacan en distintos sitios de las calles de Elda, para entonar motetes y vi llancicos al Cristo del Buen Suceso y a la Virgen de la Salud. All estaba nuestro hombre, con su gran humanidad y voz de bajo profundo, cantando en la capilla que acompaaba a los Santos Patronos. Yo era muy amante de este bello espectcu lo, as que era un fijo para presenciar y escuchar aquello que demarraba sabor de tradicin y per fume ancestral de amor a nuestras queridas im gines. Algo que los eldenses de ahora no pueden gozar, pues se perdi con los tiempos modernos. Precisamente en estos tiempos modernos es cuando tuve ocasin de tratar y conocer en toda la amplitud de su persona a un eldero de pro que por derecho propio se gan su sitio en mi reta blo singular de probos elderos. All est en mire cuerdo y con su correspondiente panoplia en cam po de margaritas, con su gracioso zapato en el centro, emblema significativo de su actividad in dustrial. Desde muy pequeo recuerdo que siempre tuve un deseo interior de conocer detalles y vi vencias de nuestro pueblo y sus gentes. Gozaba yo cuando oa contar ancdotas y sucedidos el deros, para lo cual siempre aprovechaba cual quier ocasin de ver a personas mayores reuni das, bien tomando el sol en invierno o la fresca en verano. Cualquier ocasin era buena para ir atesorando en mi juvenil imaginacin detalles antiguos y presentes de las gentes de Elda. Ade ms de mi natural curiosidad de muchacho in quieto, es que senta en mi interior la necesidad de escuchar a los mayores, nombres, motes, fa milias y, en una palabra, en fin, era un escu cha perfecto, que siempre estaba metido en todas las salsas, como se dice corrientemente en estos casos. Muchas exclamaciones no muy ele gantes, tuve que or en aquellos tiempos, de personas adultas y hasta algn pescozn aguan t alguna vez de algn iracundo, pero yo, erre que erre, a embuchar recuerdos. Adems, tambin ha ban los ms que me aguantaban, diciendo al guno de ellos: Qu pajarico ms espabilao!. Y es que tena fama en el barrio de muchacho obediente y educado, y como adems era pe riodista y les lea muchos das el articulo de fon do del Heraldo de Madrid, pues se compagi naba bien la cosa. As fui metiendo en el ordenador particular que Dios ha puesto en to dos los mortales, ideas y pensamientos en mi in saciable querer saber de las cosas de mi pueblo. Yo a estas ideas y pensamientos les llamo duen des sensoriales y se manifiestan por igual en to dos los mortales, unos los tienen de mala uva en su mayor parte, y otros son ms bondadosos con la persona donde moran. Esta es la definicin exacta de los que tienen mal genio y de los que lo tienen bueno. Yo, sin falta modestia, creo que soy de los segundos. 411. UNA CESTICA DE BREVAS QUE ME ASOMBR (II) M is queridos coterrneos, a estas alturas de la narracin estarn seguramente pensando: Y a santo de qu viene este alarde de filosofa barata sobre nuestras ideas y sentimientos Pues muy sencillo, queridos troncos, en primer lugar por que siento la necesidad de escribirlo yen segun 323 doy definitivo porque as defino mi personalidad autentica, que tampoco es moco de pavo en este mundo ser uno mismo! Pasaron mis aos de infancia y madurez sin saber qu hacer con todo ese cmulo de vivencias, sucedidos, nombres de tantos eldenses relevan tes, o simplemente oscuros, y hasta detalles de personas annimas que surgieron de tantos das de querer saber cosas de mi pueblo. Qu hacer con todo ese bagaje de material si tena que mo rir conmigo Se present la ocasin un buen da, al l por el ao 73, de dar sal ida a mis afanes literarios con un encuentro en los jardines del Casino Eldense con mi amigo Alberto Navarro Pastor. Yo era asi duo lector, desde el ao 60 en que regres a Elda de Valle de Elda. Estuve unos aos dudando si me decida a enviar alguna historieta a la redaccin del peridico para su publicacin o no. La duda es taba en que ya haba hecho algunos pinitos en un peridico de San Sebastin y en otro de Caracas (Venezuela), pero en ambos me recogieron las hormas, ya que tergiversaba los personajes. En el peridico Unidad, de Donosti, tenia que escri bir sobre cuentos maketos, que es como llaman por all a los castellanos, y converta a los vascos en maketos y adems aparecan personajes elderos por todas partes. Lo mismo me ocurri en el Universal de Caracas; tena que contar cuen tos llaneros de aqulla tierra y aparecan las tie rras del Valle de Elda en vez de los cerros del centro de Venezuela, y sus personajes eran casi to dos elderos, as que, ya digo, me recogieron las hormas. Al encontrarme aquel da con mi amigo Al berto le espet: Quieres que te enve algn cuento o historieta para que la publiquis en el pe ridico, si te parece bien. Bueno me dno mndamelo y ya te dir. As comenz mi desahogo literario un mon tn de aos, emborronando cuartillas, y esto no tie 324 ne fin, cada da se me ocurren ms temas y ten go a mis duendes sensoriales hasta el gorro con tanta historieta, pero creo que ya es dada la hora de que me vuelva al tema central, o sea, a las bre vas. Siguiendo con mis contumaces y reiterados deseos de adquirir sapiencia en los vericuentos de la idiosincrasia eldera, puse el mayor inters en cultivar la buena amistad que tena con algunos seores algo mayores que se reunan todos los das en el Casino Eldense a la hora del caf. Como era muy numerosa la tal reunin, citar slo algunos de el los para que vea el astuto lector que no ha blo a humo pajas. Entre ellos estaban el mentado don Jos Amat Sanchis, don Emilio Rico Albert, Paco Can delas, que lo cito as porque me suena ms cari oso, y don Manuel Amat (El Seoret), como le de can en sus aos jvenes, descendiente del conocido y extraordinario hijo de Elda don Lambed() Amat. Este era el ms vetusto ( y perdn por el ad jetivo) que me proporcion con sus aos vividos muy interesantes detalles de la vida de nuestro Elda y su entorno. Lo del Seoret que he cita do anteriormente, lo nombro, como hago siempre, con todo respeto cuando algn sobrenombre o mote coloco en la persona citada, adems, fue el mismo el que me lo dijo, personalmente. Muchos personajes, nombres y situaciones han ido saliendo a lo largo de estos aos en Valle de Elda cuya fuen te fueron stas y otras personas, adems de las adquiridas personalmente a lo largo de mi vida. De todas ellas guardo un grato recuerdo y un sin cero agradecimiento, pues todas enriquecieron mi deseo de saber cosas de mi pueblo. El caso de don Jose Amat Sanchis es, sin em bargo, especial, pues me dispens siempre una consideracin muy singular, como lo demues tran los detalles autnticos que me han hecho de dicarle este trabajito, los cuales se narran a con tinuacin. UNA CESTICA DE BREVAS QUE ME ASOMBR (III) C ierta tarde, all por los aos casi setenta, y siendo ya conserje de la sociedad, me acerqu como haca siempre a saludar a estos amigos, adems de seores socios, yen el coloquio que te nan haba salido a relucir lo que fue la huerta de Elda, sus frutas y dems riquezas de sus tierras. El siempre risueo y simptico Paco Candelas, en un aparte, me dijo: A Vd. qu le parece, seor Jo ver Comemos las mismas cosas que hace cien aos coman nuestros antepasados o han me jorado los zapatos y han perdido categora los to mates Yo tena mis dudas en contestar, pues saba la retranca humorstica de don Paco, pero, en fin, me aventur a exponerles mi opinin con un poco de temor, pues conoca la vena de buen humor que se usaba en aquellos coloquios. Y dije: con todo respeto a sus amplios o mayores conocimientos de la huerta de Elda, comemos algo peor que nues tros antepasados, y matizo: algunas cosas, tales como habas, alcaciles, y tomates, siguen siendo las mismas como cuando Vd. era chiquillo, te niendo en cuenta que entonces eran abundantes y ahora son harto escasas estas hortalizas. En cuanto a las frutas, este es otro cantar; les cita r algunas para que vean que en este apartado nos hemos quedado a la altura del betn. En mis tiempos infantiles haba unos albaricoques que sentaban ctedra. Las clases moscatel, tempra nicos, percal y patriarcas de hueso dulce eran nicos en toda Espaa. Todos desaparecieron. Solamente nos qued alguno de la rosa y li moneros, estos de hueso amargo, as que vayan tomando nota. En lo que se refiere a otras frutas, tales como manzanas, peras y otras, stas siem pre tuvieron poca entidad en nuestro valle. Tam bin hubo tres clases de uva de mesa bastante aceptables, como fueron Valens blanco y negro, con la famosa plantimula de nuestros ante pasados. Estas frutas tambin han desapareci do hoy en da. Tambin hubo en tiempos pretri tos unas prunas (ciruelas), de septiembre que decan, en forma alargada, que eran deliciosas. Tambin se las llev el tiempo. Sigan tomando nota y me parece que sacarn la conclusin de que nuestros abuelos coman mejor, en lo que se re fiere a las frutas, claro est. (He dejado para lo ultimo la fruta motivo de este trabajito: brevas e higos! As que segu con tndole a Paco Candelas y dems contertulios): Las higueras que daban estos ricos frutos estaban, cuando ya tena ocho diez aos, como sa ben Vds., hasta dentro del pueblo, pero hubo una clase en particular que siempre fue la reina de las brevas: las famosas cenicientas! Haba otras clases, tales como coserlas, casta Abanilla, etc., pero no tenan la calidad de la reina citada. Hace aos que no veo esta clase de brevas, pues como no tengo campos ni tiempo para deambu lar por la huerta como cuando era chiquillo, pues no s si existen. Bueno, no, creo que aun hay una higuera de esa clase muy cerca de aqu, a unos cien metros. Justamente en el rincn norte del jardn que tenia la casa de los Beltranes, como yo le digo, donde despus hicieron el Edificio Ele ming. Bueno, pues en aquel rincn hay una hi guera cenicienta que, al quedar encajonada en tre el edificio nuevo y la casona antigua, pues ha quedado un poco lnguida y mustia. pero todava entrega sus frutos cuando llega la hora de la co secha. Hubiera tenido que decirle a mi amigo Emilio Cabedo Borras, que viva all, que me guar dara algunos, pues de no ser as ya no los cato hasta la consumacin de los siglos. (Querido Emi l io! Ya saben que estoy hablando en tiempos pasados, en que an vena al Casino a jugar al chinchn entre una muela y otra. Un carioso re cuerdo, querido amigo y que descanse en la paz de los justos. Amn!). ( Y termino mi exposicin, seor socio y ami go don Paco Candelas; como Vd. ver nos hemos quedado hasta sin brevas cenicientas. Las ltimas que vi en Elda y su valle fueron las citadas de la finca de los Beltranes. stas las vea a menudo desde la Joyera Universo, que estaba enfren te, en el nmero 22, que es el sitio donde la ve 325 leidosa fortuna me hizo el postrer guio y fue cuando me tuve que meter a conserje del Casino Eldense, y ya no las he vuelto a ver ms. Tengo curiosidad por saber qu ha sido de aqulla higuera cenicienta; un da de estos tengo que ir a Elda y si viera a algn miembro de esta familia me encantara que me dieran razn de tan singular higuera. Si tengo la suerte de ver a mi antigua condiscpula infanti l Raquel Botella Bel trn, miembro de esta distinguida familia y bue na amiga de la infancia, creo que me dara cum plida razn de su existencia y, si no, se acabaran las brevas cenicientas para m. Consumatum est. Ya no las ver ms en mi querido val le. UNA CESTICA DE BREVAS QUE ME ASOMBR (IV) A l terminar mi abundante y penosa oratoria so bre tan profundo tema, delante de esta reunin de seores socios, not que don Jos Amat San chz me haca un gesto con la mano, como recla mado mi atencin. Me qued mirndole y me dijo: Seor Jover, quiere usted comer brevas ceni cientas esta misma tarde. Al pronto me qued de un aire, y con cara de asombro le contest: Le digo, amigo mo, que si quiere comer esta misma tarde brevas hasta hartarse, se viene conmigo y ver que todava quedan brevas cenicientas en el valle, hombre. Tengo yo una higuera en mi finca del Puente Nuevo, una higuera de esta clase que tiene lo menos diez metros de alta, tanto que la tengo dividida en dos secciones, la ms baja para el gasto de casa y las ltimas de arriba son para los chulanes, que en buen nmero acuden por all. As que, en terminar la tertulia, llamo a casa para que vengan a recogerme y se viene usted conmi go. No hace falta, don Jos, le contest; cuan do usted quiera yo le llevo con mucho gusto en mi modesto seiscientos que tengo ah en la calle Cervantes; si lo desea claro. S, hombre, s. De esta forma no saco a nadie de la fabrica y me lle va usted; de acuerdo. Y de esta forma tan peregrina trab amistad aquella tarde con una hermosa higuera ceni cienta, de las que yo crea que no quedaban ya en el valle. Llegados que fuimos a su finca me qued mi rando a la entrada una higuera, a la izquierda del camino, y me dijo: No, esa no es de las que us ted dice, ahora enseguida la ver . Al llegar a 326 la casa, entr por una cestica, segn me dijo, y yo me qued mirando un poco ms abajo de la casa, a la derecha, el ejemplar de higuera que se haba dicho. Vive Dios que tena razn don Jos! Era un monumento a la satisfaccin de los que les gusta esta clase de fruto, y yo siempre lo ha ba sido. Sali don Jos con su cesta y un garrote, que es herramienta necesaria cuando de coger brevas se trata. Tome la cesta, seor Jover, y sgame. Y, llegados junto al rbol, qued admirado de la abundancia que vea y no pude por menos de de cirle: Qu no las coge nunca, don Jos, con tanta familia que tiene. Qu va, hombre, si se caen todas o se las comen los pjaros. Mira, ah tengo unas cepas de uva de la mejor clase y son para las avispas; me parece que las voy a arran car. Ya se las ensear luego, de momento aguan te la cesta y yo le voy dando las que coja. Y pre cisamente en un siantamen se llen hasta el cara m bu I. Volvimos a la casa y, en una mesita que all haba, acomod las brevas en la cesta con sus co rrespondientes tongas entre pmpano, me n dico que le siguiera, que me iba a ensear la fin ca. Bien cuidada, s seor, que la tena. Frutales de muchas clases, un excelente grupo de almen dros jvenes en plena produccin y unas hileras de cepas de uva moscatel, valent plantimula y hasta de colot. Este fruto, como es natural estaba madurando, pues hay que tener en cuenta que es tbamos a primeros de julio, y al quedarme yo mi rando aquellas sabrosuras me dijo: No se preo cupe, ya las comer usted cuando maduren, y as le har la competencia a las avispas. Si guiendo la ruta de la visita, vi ms abajo, a la de recha de la casa, un rbol que me llam la aten cin. Eran prunas de septiembre!, de esas alargaditas que tienen un agridulce especial, ni co de la huerta de Elda. Tambin me dijo lo mis mo, que las comera, s Dios quiere, cuando estn en su punto. As fue, en verdad; me invit muchas tardes don Jos a su finca y prob en su madurez las uvas y las prunas de septiembre, como asimismo los hi gos de aquella higuera cenicienta, que no recor daba otra igual en la huerta de Elda; solamente en mi recuerdo hay una que se le pareca en fron dosidad y altura: la primera de un grupo que hubo en el Campo Perdido, junto a a la acequia del comn, Frente a la Casica de Anaya, que deca mos. UNA CESTICA DE BREVAS QUE ME ASOMBR (y V) N o quiero dejar en el tintero un detalle que tuvo esta persona conmigo. Cuando en septiembre le hice una visita y me dio a probar sus ricas uvas, me repiti que las iba a arrancar todas. Qu lastima, don Jos, le dije tan ricas que son esas plantmulas!. No se preocupe, queri do amigo. Dejar un par de cepas para Vd.. Pa labras textuales, que nunca olvidar. Gracias, gracias don Jos gran hombre en tamao y bon dad. Probo eldero de casta. Qu razn tena cuan do a su nombre aadieron Corazn Santo, di cho sea con todos mis respetos. Pero ahora caigo, estos recuerdos escritos me han quedado un poco serios. Para animarlos, no resisto a la idea de hacerlo con un sucedido que me cont hace algunos aos un alicantino ami go. Como ustedes saben, en valenciano una hi guera es una figuera, una breva es una figa y un higo un figo. Pues bien, aqu en Alicante hubo un aficionado al teatro que tenia mote de El Figo. En cierta ocasin se estaba celebrando en el Teatro Principal de esta ciudad el Don Juan Te norio de Zorrilla, y este aficionado haca el papel de Don Juan. Hay una escena en el primer acto, en la Hostera del Laurel, donde se dan cita don Juan y don Luis Meja ante una mesa con dos sillas. Don Juan hace gesto de coger una silla y dice don Luis: esa silla est comprada hidalgo! Y con testa don Juan: para un amigo tengo yo eso tra pagada!. Luego, Sois don Juan Tenorio Luego, sois don Luis Meja. Estas o parecidas son las frases de esta es cena de la popular obra, que pido disculpas si no son as o estn trabucadas. Las digo como me las cont mi amigo, que me asegur que estuvo pre sente en aquella funcin. En las palabras que siguen hay algunas frases algo disonantes, aun que si tenemos en cuenta lo que omos y escu chamos en televisin o leemos en prensa y nove las de eminentes miembros de la Academia Espaola de la Lengua, esto que yo escribo son tor tas y pan pringao. No obstante pido disculpas a los lectores que no les caiga bien el tono de lo escrito. El actor que estaba haciendo el papel de Don Juan aquella noche, se senta muy molesto siempre que aplicaban el remoquete de El Figo, pero en la escena citada, cuando don Luis Meja le dice a don Juan Tenorio Luego sois don Juan Tenorio, sali una estruendosa voz del galline ro que tron: Ese ese! Figo!, Ese ese! Figo!. No se ha ba acabado el eco de este mote cuando El Figo todo iracundo le contest: La f... de ta mare! Se arm la gran trapatiesta. Silbidos, pate os y hubo que bajar el teln. Tuvo que salir, al fin, El Figo, todo compungido y tembloroso, y des pus de pedir silencio, por favor, lo termin de arre glar de la siguiente manera: respetable publi co. Seoras y seores; lamento mucho las palabras UNA CESTICA DE BREVAS QUE ME ASOMBRO 327 que he pronunciado y les pido perdn de todo co razn, pero es que hay en el gallinero cada fill de p... !.No le dejaron terminar de nombrar a la madre del espectador. Se arm la marimorena y se acab la funcin teniendo que intervenir la fuerza pblica para que no lincharan al pobre Figo. Y aqu termina tambin la narracin de es tos viejos recuerdos que me trajeron a la memo ria una cestica de brevas! EL CAF DEL CENTRO Singular establecimiento dedicado al ocio de los elderos de tiempos pasados L a expresin, un tanto chusca, de los tiempos que se inaugurara el tal establecimiento me la coloc un viejo amigo de los de antes, es decir, ms vetusto que yo. Lo nico claro que me dijo es que, Hombre, eso debe ser del siglo pasado. Pues s que estamos bien. Para ese camino no necesita ba yo alforjas, as que lo dejaremos en que el Caf del Centro ya era ms viejo que la pera cuando yo era chiquillo de babatel y haca de periodista por las calles de Elda. El Caf del Centro que yo recuerdo cuando te na muy pocos aos, ya tena la ptina del tiem po metida hasta ene! ambiente. Aquel rectngu lo con sus dos lunas en cada extremo del saln, sus divanes corridos adosados a las paredes, sus metlicas columnas en el centro sosteniendo unas esfricas bolas que servan para colocar los ca mareros sus paos y utensilios de trabajo, debi de ser en su conjunto algo desmesurado en aque llos tiempos, seguramente fue el sitio de reunin de los elderos adinerados y gente principal, amn de visitantes ilustres. Estaba situado en plena calle de Coln, en frente de la callecica de La Iglesia. La calle de Co ln, fue la va ms importante de la poblacin a pesar de que haba sitios en que no meda ms de dos metros y medio de anchura, pero all estaba el comercio ms importante y el trnsito natural para llegar a la calle Nueva Arriba que era, en lo nuevo de entonces, el paseo de elderos y elderas en domingos y fiestas de guardar. 328 Pero, volviendo al Caf del Centro, por la pinta en que yo le, conoc en mis primeros aos de vida debi inaugurarse por lo menos en el ltimo tercio del siglo pasado; yo no supe nunca la edad de su nacimiento, pues a las muchas preguntas que hice a elderos entrados en aos slo me con testaron con vaguedades. Quiz algn da algn investigador de nuestra ciudad nos podr alum brar sobre esto; sera curioso saberlo, pues, repi to, que el Caf del Centro, cuando naci, sera un deslumbrante sitio de ocio, digno de un pueblo en tonces boyante en su ambiente industrial, pero, amigos, la vida pasa y nos vamos quedando cu caos como esas habas viejas que se llenan de gorgojos. As estaba el Caf del Centro ya en los primeros aos veinte, como las habas. En los ltimos aos de la vida de este esta blecimiento, la clientela all era ms bien esca sa y casi en su mayor parte compuesta de chi quillera y alguna partida de secay o tute arrastrao entre gentes, ms bien diremos, de poca salud en sus bolsillos. All ya no haba ms camareros que su dueo, al que llamaban el to cascarn. Nunca supe el por qu de tal deno minacin, como tampoco supe nunca de qu es taba compuesta una bebida que pedamos los chiquillos y que decamos un tambor; era una especie de zarzaparrilla cuyo sabor ahora me re cuerda la Coca -Cola. A lo mejor el to Cascarn invent a Coca Cola sin saberlo. Dios le tenga en su gloria; l seguramente se llev al otro mundo la receta del tal brebaje y espero que me haya per donado por llamarle por su apelativo de el to Cascarn. Ah! El vaso del famoso tambor va la tres perricas. Sera curioso saber qu originara la deca dencia tan brusca de un establecimiento tan sin gular y tan bien dispuesto para el ocio de los el deros de aquellos tiempos. Yo creo haberlo adivinado en parte por el nacimiento de los pri meros aos de este siglo de una institucin que siempre fue el orgul lo de muchos elderos em prendedores que siempre ha tenido nuestra ciu dad: el Casino Eldense! Este naci coincidiendo con el tercer centenario de la llegada de Elda de la Virgen de la Salud y su hijo el Cristo del Buen Suceso. Al inaugurarse esta sociedad con un edi ficio tan suntuoso y confortable, es de suponer que toda la clientela del caf del Centro, compuesta en aquellos aos por la mayora de fabricantes de calzado, gentes principales y adineradas, arras traron consigo a todos los pudientes y medio pu dientes que tena el precitado Caf del Centro. Este fue, como digo, el mayor motivo de su decaden cia, segn mi leal parecer. Le sali un buen divieso al Caf del Centro con el nacimiento del Casino Eldense. Es la ley de la vida y el progreso. Unos nacen y otros la cascan. Sin embargo, conviene recoger aqu el hecho de que la historia se repite y parece vengarse de la muer te lenta del Caf del Centro, pues en los aos treinta naci en la misma calle Nueva Arriba, un poco ms abajo, La Gran Pea, que se llev consigo a los fabricantes de calzado que eran por entonces la lite de la economa local, y ms tar de le salieron al Casino Eldense otros granitos dignos de mencin, como fueron el Club de Cam po y el Centro Excursionista, pero esto ya es otra historia y debo volver al tema primero. Atrs qued el esplndido Caf del Centro con sus dos lunas en cada extremo del rectngulo, que mediran aproximadamente cuatro metros cada una. All estabas, te situabas en el centro del Sa ln te veas hasta el infinito. Qu haran con ta les lunas cuando desguazaron el local Debo seguir reseando los restantes bares de aquellos tiempos, aunque, segn mi vieja memoria, se pueden contar con los dedos y me sobran dos. OTROS CAFS Y BARES DE LA ELDA DE ANTES (2a parte de El caf del Centro) E l establecimiento ms importante de entonces, aparte del Caf del Centro, era el bar de Se verino. Estaba situado en la plaza de Arriba, en su parte Norte y ocupaba todo el espacio compren dido entre la Calle del Castillo y la entrada de la de Linares. Se compona de dos salones o piezas, la correspondiente a la calle Linares era el bar, que era ms pequeo que el resto del establecimien to, dedicado a toda clase de juegos de naipes y do min. Era bastante grande esta propiedad, pues a pesar de todo el frente de la plaza tenia un gran patio que sala a la placetica de San Pascual, don de, entre otras muchas cosas de un cobertizo, Y 1 . tA haba siempre grandes barriles de olivas para el consumo del bar, unas olivas verdes gigantes, que en alguna ocasin tuve la oportunidad de degustar por el sencillo mtodo de meter la mano en el barril cuando se dejaban abierta la puerta que daba a la placetica. En alguna ocasin o de cir a Jos Mara, el mayor de los hijos de Severia no: Ah, como yo me entere quienes son los chi quillos que se meten por el sitio en cuanto nos descuidamos y nos roban las olivas!. Pues bien, Jos Mara. Desde tu sitio en la Verdad ya sabes quin fue uno de aquellos chiquillos. Espero que desde la otra vida me hayas perdonado la fecho ra, aunque bien pensado me parece que dada la 329 distancia en el tiempo y que incluso ha desapa recido la placetica de San Pascual, no creo que ningn juez admitira a trmite la denuncia de este hurto que comet hace casi ochenta aos. Por estos andurriales no existan ms bares, si exceptuamos el de los buoleros, un peque o bar que se encontraba situado enfrente de Se veriano en la parte Este de la plaza, semiesqui na a la calle de Linares. Tendra que nacer bastante despus el primer Negresco de Anto nio Gonzlez (Pansilla) que estuvo situado en la misma parte Este de la plaza pero lindando con la casa del seor Vicente, al sur. Tambin naci otro pequeo bar en la plaza de Abajo de un tal Pascual, situado en la parte sur semiesquina a la callecica de San Agustn. Aqu tendr que aguzar la memoria, pues estos lugares fueron los predios de mi querido Vicente Valero Bellot y no me ven ga a espolsar uno de sus gerundios y me deje torrao, pues ya en una ocasin situ sus pri meros pasos en el horno de su querido padre en dicha callecica de San Agustn cuando dichos pasos los dio en la tahona de la se Encarnacin, su abuela, entre el Ayuntamiento y la casa de la se Anica, frente a la confitera de Enrique Gon zlez. He de volver a la plaza de Arriba, pues en los altos de aquel Negresc naci el orfen Sinfni co Eldense, y el honor de haber actuado como te nor segundo no me lo quita nadie. Fue su direc tor don Ignacio Juan Barcel y su presidente don Amador Vera. No fue muy larga su vida artstica, pero se hizo notar en Elda y su entorno por sus bien afinadas voces y buena direccin. Para m, el he cho ms relevante en sus actuaciones fue cuan do cant misa su hermano Jos Juan Barcel en el vecino pueblo de Salinas, donde llenamos la Iglesia con las Misas en si bemol del Inmortal Pe rossi. Qu delicia de partitura! Tan sencilla y tan rica en meloda. Ya no la he vuelto a or nun ca ms de este gran maestro, pues es preferida 330 su Pontifical. Bueno, en el gusto de la msica, como en los colores y en otras facetas de la vida siempre habr diversidad de pareceres. Por eso no me extra que un da, en la Feria del Calzado que invent Elda, estuviesen delante de un stand dos damitas eldensas (perdn, quera decir elde ras) que tenan ante s dos diferentes colores de zapatos, dos diferentes gustos, pues una prefera un zapato saln color fucsia y la otra el mismo za pato pero en color verde rana enamorada. Y es que sobre gustos... Tras este inciso vuelvo a los bares. Bueno, en realidad de mis tiempos infantiles no me queda ms que uno: El bar del Potroso! Este bar es tuvo situado en la vieja calle Pierrad (hoy Pedri to Rico) en la acera de los pares y en el trozo de calle del Marqus. Fue en sus tiempos muy cele brado este bar del Potroso, sobre todo por la ca lidad de su caf. Yo recuerdo de mis tiempos en que ejerca de periodista de calle, que muchas maanas, al pasar por delante del bar, all esta ba el Potroso, tostando su caf en plena calle y llenndola de un agradable olor a caf torre facto. De ah su buen crdito de esta bebida, mimaba el caf como si fuese ambrosa para los sentidos. Y la verdad, sufridos contribuyentes y ami gos, es que ya se han acabado de aquellos tiem pos de Mari -Castaa los cafs de la reciente ciu dad. De sitios de ocio, slo queda resear algunas tabernas con venta de vino al menudeo y algunos cofrades dndole al porrn, de las que cito la del to Gabelo, en la subida de la pastora. Luego fue ron surgiendo otros bares en la vida moderna, pero de stos le entrego el testigo al amigo Rodolfo Guarinos Amat, mucho ms joven que yo, para que nos deleite con sus Pretritos tan amenos. Y me retiro a mis cuarteles de invierno para preparar otra de mis enormes obras literarias. Que ellos las lean y yo que las escriba, o al revs. Saludos, elderos. Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA EL CASTILLO DE ELDA (Crnica aeja de mis recuerdos de infancia) E n mis humildes trabajos literarios en las dis tintas publicaciones que se editan en nuestro pueblo he citado de pasada, en muchas ocasio nes, nuestro viejo y dormido alczar, pero en esta ocasin destacar para nuestro peridico todo el peso de mis reconocidos mritos literarios en ex pl icar lo que era en mis aos infantiles la visin exacta del pobre castillo, abandonado de siglos. Castillo de Elda, alczar monumental con triste historia de abandono. Yo lo contempl en mis primeros escarceos infantiles, pues nac all, pe gado a sus cimientos, en la ltima casa de la ca lle de las Virtudes, sosteniendo el viejo puente de entrada al recinto y a ocho o diez metros de sus murallas. No os extrae, pues, que lo conozca tan bien y con todo detalle. Es extraordinario el hecho, no s si de in curia o desidia, de un recinto tan enorme, den tro de la ciudad, sin que le dedicaran nunca los poderes municipales los mnimos cuidados de conservacin o, por lo menos, de limpieza; du rante muchos aos fue el retrete de buena par te de los habitantes que circundaban el recin to, pues es sabido que, menos la parte del montculo que cae junto al ro, el resto del entorno son calles cuyas casa tienen su apoyo en los ci mientos del castillo. Cuando yo lo conoc, en mis correras de chi quillo, all por la segunda decena de este siglo, ya estaba listo para que el to Menescal, espe cialista en manipular ripios de casa derruidas, se llevara lo que quedaba al ro. Eran paredones y vestigios de ventanas y puertas, enseando sus muones de destruccin al cielo y a la curiosidad de algn raro visitante. Solamente conoc cu biertos el zagun de entrada, debajo del torren y un par de estancias en el lado opuesto, con una especie de poterna en la esquina Norte, donde nos asombamos los chiquillos, con gran peligro de caer sobre la Rafa. En el resto del recinto, en la parte que da al ro, nunca vi seales de antigua edificacin, sin embargo s hubo de haberlas en el pasado, pues entre los dos muros que susten tan el montculo por aquella parte hay o haba un enorme montn de grandes piedras y restos de si llares que debieron ser la pared o cierre del patio central. Por all triscbamos los muchachos del ba rrio a todas horas, jugando a camac entre las rui nas. El sitio preferido para el escondite era el to rren, tambin cubierto, donde llegbamos trepando por una pared que parta de la esquina suroeste. Por cierto que yo, en una ocasin, me lle v un gran susto, pues al entrar en el torren sa li un gran pjaro, que me pareci una lechuza o mochuelo, que huy chillando, sin ningn respe to a mi condicin de congnere suyo. Un res peto!, dije yo al salir el pajarraco. Pobre bicho, seguramente sera una de las muchas lechuzas que, segn el dicho popular, haba en el vecino templo de Santa Ana, donde, tambin segn se de ca, se beban el aceite de las lamparillas. No s qu aceite podra haber por all, pero, en fin, pro sigamos con el Castillo. Nuestro Castillo fue el pabelln de deportes de la parte vieja de Elda. All se jugaba al ftbol, a la escampilla y tambin se ejercitaban algunos en el sano deporte de tirar piedras con honda. Igualmente fue campo de experimentacin de los palomistas del barrio. All se juntaban alrededor del medioda, mientras les cosan los pares sus aprendices, todos los zapateros de la vecindad. Eran dignos de orse los gritos de stos cuando al gn palomo de uno de ellos se l levaba la paloma a su nido. Hubo uno, un da, que de la alegra se cay rodando hasta el corral del Chato Corrige lo. No le pas nada, sin embargo. La Salutica es taba cerca, pero por si acaso, vendi su fu mao, que haba sido el causante del accidente. Un buen da cambi radicalmente el esta tus de juegos y diversiones de los chiquillos del barrio. Lean la nunca vista y extraa situacin de 331 la vida en el Castillo, acaecida por los manes de la Historia. En las historias de nuestro pueblo se da cuenta de los muchos dueos y seores que ha te nido Elda desde su conquista a los moros. Se dice que el ltimo dueo del Alczar fue el Con de de Cervelln, pero yo puedo asegurar que el l timo dueo y seor de nuestro alczar fue otro. Este ltimo castellano del vetusto alczar fue el to Antonio, tratante al por mayor en trapos y alpargatas viejas y sin ms ttulos que yo co nociera. Bueno, esto hay que explicarlo bien, no vaya a ser que los que vengan detrs de estas ge neraciones me crean un destructor de historias. Una maana, all por los ltimos aos de la segunda dcada de este siglo, apareci por la placetica del Castillo un matrimonio formado por el to Antonio, su mujer y dos hijas, que ante la cu riosidad de los vecinos, cruzaron el puente de su bida, seguidos por un semoviente (lase burro) y aparcaron a la entrada de la plaza, junto al zagun donde, en tiempos, tuvo su taller de pirotecnia el to Machuca. El to Antonio ya era conocido, pues vena de vez en cuando con sus negocios de tra pero a cambio de fuerte loza de la regin. Se co noce que algn da de sus visitas, descubri el habitable zagun del to Machuca y se dijo: Tate! Aqu tengo hotel para la familia. Y tra yndose a toda ella, burro incluido, tom posesin como nuevo castellano del Alczar. La llegada de los nuevos inquilinos al Cas tillo cambi para bien todo lo concerniente al aseo, disciplina en la chiquillera que subamos a jugar por all y, sobre todo, porque el to Anto nio no coma cuentos, yen cuanto vea a algn tipo raro por all lo espantaba presto. Nosotros lo res petbamos mucho, fueron muy buenas personas y se afanaban por hacer cualquier servicio a los vecinos; adems se preocup de limpiar el acce so al Castillo, que era un basurero, y limpi de pie dras toda la explanada donde jugbamos al ft bol. All dominaba una completa armona. Los palomistas, en la parte sur, entre la derruida edi ficacin y el borde del montculo que daba a la ca lle de las Virtudes. La explanada, para los depor tes escalabrantes (que escalabran) tales 332 como el ftbol, la escam pilla, el tiro con honda y otros similares. Para el nuevo castellano qued el resto del alczar. Hasta una pequea parcelita, en trando a la derecha, aprovech para plantar ce reales. Esto no progres, porque las pocas mati cas que salieron se las comi el burro antes de llegar a granazn. Por cierto, que el jumento de sapareci un buen da sin enterarnos; no s si se fue con sus antepasados semovientes de las cua dras del Castillo o si lo cambi el to Antonio por trapos y alpargatas. Yo fui creciendo, como ocurre casi siempre en los mortales, y los seores Jover Alcaraz de la Toscana y Gonzlez Gil de la Horteta se traslada ron con su prole al sur del pueblo. Una escuelica de la Avenida de Chap, y perd de vista el Casti llo. Ms tarde volvimos a la calle de los Clrigos, despus de vivir en la calle Pars, hasta que un buen da mi querido padre, que estaba cansado del trasiego de ir de norte a sur de la ciudad, es tando comiendo una ollica de hierbas de la olla, peg un puetazo sobre la mesa y dijo: Mara Do lores! Se acab eso de ir de un lado a otro de/pue blo, que parecemos pjaros de venida. Voy a com prar una casa que me han dicho, muy cerca de aqu, y ya no nos mueve ni el mercancas de las once. Qu te parece Y mi madre, que tambin deseaba tener su casa, contest: Lo que t di gas, Manuel. Tienes bastantes dinero para eso Mi padre no contest; se levant de la mesa y al poco sali del dormitorio con un bulto en la mano. Era un canuto de hojalata, bastante grande, don de guardaba su licencia despus de tres aos de guerra en Cuba y que le dieron en Madrid el ao 1897. Tambin all estaban sus ahorros. Aqu tenemos, como sabes, ocho mil seis cientos reales, pero creo que la casa la sacar por menos. Maana mismo, por la maana, voy a ha cer la compra. Y as es como fuimos a vivir definitivamen te al nmero nueve de la calle de la Pistola (hoy, Ramn y Cajal). Planta baja, piso alto y bodega, le costaron menos de lo que haba dicho: Siete mil reales! La de parecicos que haba tenido que ha cer mi pobre padre para ahorrar tanto dinero... S, ya s que hoy es de risa recordar estoy compararlo Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA con la actualidad, pero en aquellos tiempos sie te mil reales eran una pasta. En aquella casa fui hacindome un hombre cito y con un incontenible afn de superarme en el trabajo, msica, literatura y estamento social. No s si lo consegu, pero por mi deseo no qued. Ya no volv a subir al viejo Castillo. Slo es pordicamente, para admirar desde lo alto el be llo panorama de mi querido valle. Me faltaba tiempo para autoensearme tantas cosas como deseaba aprender, aunque a estas alturas de mi vida he visto que los deseos son una cosa impal pable que desaparece cuando has conseguido lo que buscabas. Luego, nada; volver a empezar. Y perdn por estas filosofas. En las pasadas fiestas de septiembre volv a Elda, como en anteriores ocasiones, para estar en Santa Ana viendo a los Patronos, luego mi vi sita al Casino Eldense ya casa de mi hermana Li dia, a comer. Haca siempre este recorrido, pero este ao le dije a mi sobrino, Jos Manuel Her nndez Jover, que qu era eso del Peri del Vina lop, que me llevase a verlo. Efectivamente, me dio un paseo por toda la parte Norte de la ciudad y, al regreso, pasamos cerca de la ermita de San Antn. Me acerqu junto al ro y qued impresio nado por el verdor y la frescura del ambiente, pero me entristeci un tanto ver al pobre ro en cajonado en cemento y recordaba sus aguas de otros tiempos, rumorosas y limpias. Pero la ver dadera impresin me la llev cuando gir la vis ta y vi el airoso torren en lo alto, remozado y con la ladera cuidada y llena de verdor. Qu belleza, Seor! Un hurra muy fuerte a los que han propi ciado el renacimiento del viejo y tan maltratado Castillo de Elda! LA CARABELA SAN EDUARDO! HISTORIA DE UNA SINGLADURA EN MAR ARBOLADA (De la serie Recuerdos aejos de mi pueblo) U n domingo de la naciente primavera estuve en Elda unas horas y all naci, porque all tena que nacer, esta verdica historia nunca contada, ni vista, ni menos escrita, de los avatares del San Eduardo, en una tarde de tormenta por las calles de Elda, convertidas en proceloso mar em bravecido. En la antigua calle del Vall, ms tarde M dico Beltrn, el mdico de los pobres que dec an, me encontr con dos damitas elderas de dis tinguidas familias y buenas amigas mas de la juventud, Pepita Anaya Anaya y Raquel Botella Bel trn, esta ltima nieta del citado D. Manuel. Efusivos saludos, pues haca bastante tiem po que no nos veamos, y despus de charrar un poco sobre cosas del pueblo y sabedoras las dos de mi empecinada costumbre de pedir pie para contar cosas de mi pueblo, no esperaron a que yo iLA CARABELA SAN EDUARDO! se lo pidiera sino que casi a do me enjaretaron el siguiente: Oye, Jos! Por qu no escribes algo sobre el barco que sale delante de las procesio nes el da de la Virgen y el da del Seor Y as naci este trozo de la historia de mi que rido pueblo, que pienso que algn eldero de pro an recordar con placer y regusto de nostalgia los hechos que a continuacin voy a narrar, si Dios quiere. De regreso a casa iba yo rumiando detalles de mis tiempos juveniles con el famoso barco y ya haca tiempo que tena en mente algo sobre este tema, mxime que algn da le en el Valle de Elda las tribulaciones de alguien que deca que no se acordaba del nombre de dicho barco. Pues lo tie nes, hombre, en el enunciado de este trabajito, y por si faltaba algo me lo dieron de pie mis queri das amigas ya citadas. 333 Hablar del San Eduardo, as a palo seco, parece cosa balad y sin importancia, aunque la tiene y mucha. Hay que tener en cuenta muchos detalles como son eslora, manga y puntal del na vo, quin lo construy y en qu astillero y cuan do fue su botadura. En una palabra, documentarse a fondo cuando de un hecho importante de nues tra historia se trata, y vive Dios que esto es lo que ocurri cuando se celebr el tercer centenario de la llegada de nuestros Patronos a Elda. Os pa rece poco Pensaba yo estos das donde podra obtener la informacin que necesitaba para mis propsi tos. El archivo parroquial, El Ministerio de Ma rina, El archivo de Simancas Pues mira por donde, cuando ms conturbado estaba, la Diosa Fortuna viene en auxilio del seor de la Horteta en forma de llamada telefnica. Sucede que tena que hablar con mi amigo Alberto Navarro y se me ocu rri decirle: Oye, Alberto! T sabes algo sobre el barco San Eduardo que sale o deba salir de lante de las procesiones del ocho de septiem bre; Ou me dices, hombre! Si ese barco lo construy mi abuelo! me contest. Y me qued de un aire ante tal sublime noticia. Y lo que vie ne a continuacin hasta la botadura del San Eduardo est basado en los datos que me dio mi amigo, extrados de su memoria y de los archivos orales familiares, as como en alguna documen tacin escrita. Botadura que se produjo el da 6 de septiembre de 1904 a las cinco de la tarde. Don Eduardo Pastor Juan, abuelo como se ha dicho de mi precitado amigo Alberto, fue un per sonaje eldero de reacias costumbres, un artesa no completo que lo mismo montaba una fbrica de calzado que construa la carpintera de una casa, pero yo slo quiero hacer resaltar aqu sus mritos de carpintero de ribera ya que plant la carabela San Eduardo por las calles de Elda en la fecha que se ha sealado. Antes de la fecha del tercer centenario cita do, ya circulaba por las calles de Elda, en las procesiones de los Santos Patronos una especie de barquichuela con una vela y sus correspondien tes ruedas, y la verdad es que los cronistas de la poca no le hacan mucho favor en sus comenta 334 nos. Ya en los ltimos aos del siglo pasado D. Eduardo Pastor puso mucha atencin en la con templacin de tal navo y yo creo que su opinin sincera interna es que era una birria, y en los primeros aos del presente tom la decisin de construir un barco acorde con la categora del momento histrico que representaba: haba tra do desde la isla de Cerdea, en Italia, a nuestros Santos Patronos, el Cristo del Buen Suceso y la Vir gen de la Salud. Casi nada. Puso manos a la obra y su primera medida fue empezar la casa por los cimientos, es decir an tes de calcular las medidas del barco como son eslora, manga y puntal, se dedic a recorrer las ca l les por donde discurra la procesin para tomar nota de su anchura y dems, no le fuera a ocurrir lo que a un tonelero que hubo por la parte de la Tenera, que le encargaron una barrica para vino y cuando la llev al cliente hubo que tirar parte de la casa pues no pasaba por la puerta. Busc las maderas apropiadas, consult un tratado de trabajo de carpinteros de ribera, y al fin sali el San Eduardo. Una especie de hbrido en tre bergantn, goleta de tres palos y carabela como la que llev a Cristbal Coln al descubri miento del Nuevo Mundo, pero qued muy aparente y de elegante presencia, siendo la sensacin y el aplauso de todo el pueblo cuando se vio en la tar de del seis de septiembre del ao del centenario, delante de la iglesia de Santa Ana, por lo que su constructor fue muy efusivamente felicitado por las autoridades y pueblo en general. Las cavilaciones de la Mayordoma de Fiestas fueron muy intensas en orden a la botadura del San Eduardo antes de comenzar su primera sin gladura. Si estrellarle una botella de champn en el casco, como se suele hacer en los barcos que na vegan en la mar, o qu hacer. Hubo un miembro que dijo que eso no tena color local, que era mejor es trellarle una botella de vino de Camara y as hac amos patria, pero la clave la dio el Presidente de la Comisin de Fiestas cuando, muy solemne, dijo: En vista de que el barco no se puede botar al mar, yo propongo que se le estrelle un cntaro de agua en el casco y as pasar a la historia como el bar co que se bot del mar a la tierra. Y as fue en efecto, cuando estaban en la Sal ve y el San Eduardo estaba all, entre la pared de la iglesia y el nmero uno de la calle de la Pu rsima, donde estaba el horno de la se Bal bina, sal i un sacerdote de Santa Ana, bendijo el barco y le estrellaron el cntaro de agua, previa mente sujeto al palo mayor de la carabela. La Marcha Real, grandes aplausos al constructor del San Eduardo, D. Eduardo Pastor Juan, y la nave que ya se dispona a zarpar calle Pursima abajo, pero hubo un pequeo accidente que con viene no pasar por alto. Cuando rompieron el cn taro de agua en la proa del barco, se oy un gri to muy fuerte, seguido de una exclamacin de una seorita que estaba con su madre en la pri mera fila del pblico: Ay, madre, cmo me han puesto! Qu te pasa, hija, le dijo la madre. Pues pasa que cuando han roto el cntaro so bre el barco me han llenado de agua mi vestido que he estrenado esta maana! Oa hija, no te preocupes por eso!, pues el agua se seca y ade ms est bendecida. Y mira, que ya sale la Virgen de la Salud. Mrala que guapa est!. El constructor de la nave la vio navegar va rios aos por las calles de Elda hasta el ao 1912, segn me dijo su nieto Alberto, en que se lo llev Dios con l. Por all seguir navegando en nue vos barcos celestiales. Amn. A muy escasos aos del fallecimiento de D. Eduardo yo era un seguidor infatigable del San Eduardo en las procesiones de septiembre. Siem pre vea a un chiquillo vestido de marinero al mando de la nave, orgulloso en el puente de man do. l me conoca, pues ramos de la misma edad, y por eso, en algunas ocasiones le ped que me dejara subir un ratico. Un da, cansado, me dijo: Anda, pajarico, sube un poco, hasta la ca lle de la Palmera. Siempre tuve el regomello por saber por qu Antoico el Hueso como le llambamos a aqul chiquillo mandaba en el barco como si fue ra suyo, hasta casi ochenta aos despus, en que el da que habl con Alberto Navarro y me acla r que tambin era nieto de D. Eduardo Pastor Juan. Acabramos, hombre! Resulta que D. An tonio Gonzlez Pastor y D. Alberto Navarro Pastor son primos hermanos y por lo tanto sus respecti vas madres, hermanas, como tambin fue her mano de ellas D. Ventura Pastor, que de su aca demia de la Plaza de Arriba sac grandes cosechas de contables para el pueblo de Elda, pues su aca demia era de contabilidad. Larga vida y grandes singladuras tuvo el San Eduardo. Yo me voy a referir a continuacin a la que da el ttulo a este trabajito. Lo har en tr minos marineros para darle ms empaque a la his toria de este barco y a las peripecias de un ocho de septiembre en que, por la maana, un gran temporal de agua haba dejado las calles con un palmo de barro. La Virgen de la Salud descansaba en el cru ce Pursima-Prim mientras le cantaban los vi llancicos de costumbre. Yo, como de costumbre tambin, en primera fila, pues me extasiaba oyen do aquella msica tan deliciosa, pero sin perder de vista al San Eduardo, que estaba anclado frente a la salida de la callecica que bajaba de la placita de Santa Ana. Orden de reanudar la procesin y orden de le var anclas de la nave y emproar hacia Levante con todas las velas al viento, que soplaba fuerte de popa. A sotavento, por la parte de Camara, se ve an negros nubarrones que hacan presagiar la tor menta que se desencaden en un Amn Jess. El capitn en el castillo de proa dando tajantes r denes a la tripulacin, compuesta de avezados marinos: Los del palo de mesana! Recoged trapo (velas) y reforzad foques y contra foques! Los del palo mayor! Recoged drizas y cabos, no se en ganchen en los salientes de las rocas de la orilla. Al pasar el estrecho de la calle de la Palmera, una turbonada del suroeste lanz a la nave sobre un remolino (charco) y la hizo inclinarse a babor, yendo a dar el palo mayor con un acantilado (bal cn de la casa donde viva D. Ovidio Guarinos), ras gndose un poco la vela principal. Afortunada mente, se encontraban all cerca unas mujeres que eran zapateras y cosedoras de zapaticos a punto espada, as que con sus leznas y el hilo de palo mar en un santiamn arreglaron la avera. Al llegar a la placetica de Las Monjas o del Hospital hubo una bonanza y se mantuvie 335 ron al pairo para descansar un poco, aunque por la calle de la Balsa soplaba un leveche que no era nada bueno, aunque ya cerca estaba el an cho mar de las calles Nueva Abajo y Nueva Arri ba, donde tenan que torcer el rumbo a babor y emproar hacia el Noreste, pero al llegar a la unin de las dos calles y girar el timonel noventa grados a babor como se ha dicho, hubo otra turbonada (charco ms gordo que el anterior) que hizo tambalearse al capitn, que se encon traba en su puesto de mando, y por eso de la fuerza de la inercia lo lanz al mar y el San Eduardo fue a encallar delante de la tienda del platanero, donde un remolcador del Ayunta miento lo rescat y puso en la ruta segura. Al ca pitn no le pas nada, si exceptuamos que el tra je de marino que precisamente aquel ao haba estrenado en su primera comunin qued hecho una lstima. El San Eduardo sigui su rumbo sin ms novedades en aquella penosa singladura, y du rante muchos aos surc las calles elderas has ta que una galerna con fuerte mar arbolada lo hizo naufragar en un aciago da del ao 1936, desa pareciendo la obra que haba hecho a principios de siglo D. Eduardo Pastor con sus grandes dotes de carpintero de ribera. Pero aquel estandarte tan vivo de las proce siones de nuestros Santos Patronos, tuvo una continuacin en los aos 40. D. Antonio Gonzlez Pastor, nieto como se ha escrito del eldero cons tructor de barcos, encarg otro similar, que es el que me imagino seguir recorriendo los mismos mares que el anterior. Este seor que empez de grumete, acab de capitn del San Eduardo y honr a su abuelo construyendo con su peculio y 336 la ayuda de otros familiares, aquel San Eduardo que so su abuelo. Los lectores que durante tantos aos siguen leyendo mis historietas, saben de mi alegre de senfado en la narracin de las mismas. No en vano un entendido historiador eldero me dijo cierto da, hace bastante tiempo: Jos, eres el cronista de la ciudad en clave de humor!. Y as soy, queri dos coterrneos. Me colgu la medalla y hasta que Dios quiera. Todos los hechos que se citan en esta histo rieta, fechas, nombres y situaciones son autnti cas y salen del fondo de la historia de nuestro pue blo. No veis en ellas ni el menor asomo de burla o menoscabo de la categora limpia y sagrada de nuestra historia. Solamente eso: mi enorme deseo de transmitir a las cuartillas cuando escribo, mi modesta categora de eldero viejo amante como el que ms de esa sagrada historia. Y termino con otro alarde de buen humor: en la historia que habis ledo hay tres apuntes que no son tales corderos. No hubo tal cntaro de agua en el bautizo y botadura del San Eduardo. No hubo tal vela rasgada delante de la casa de D. Ovidio Guarinos. Ni hubo tal remolcador del Ayun tamiento, ni tal encalladura delante de la frute ra del platanero, pues que yo sepa no hay ne gociado de remolcadores ni dragas en el citado ayuntamiento como no sea para sacar del Vina lop algn chiquillo que zozobre. En este caso sobraba con tirarse un chapuzn otro chiquillo y efectuar el salvamento, como ocurri conmigo en el pocico el Colao, hace ochenta y pico aos. Saludos elderos. JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Alicante, verano de 1994 EL MAESTRO D. RAMN GORG (I) (Apuntes sobre una incomprensible decisin) personalmente no conoc a este alicantino, re cio de carcter, que lleg a Elda un da y aqu encontr la horma de su zapato. No s si fue el cli ma del valle, las maneras de sus gentes, siempre acogedoras para el forastero, o qu razones po derosas le hicieron afincarse entre nosotros. Por lo mucho que tengo odo y ledo sobre este seor, ha tiempo que llegu a la conclusin de que la decisin del quedarse aqu es algo que se lle v con l al paraso de la msica y dej in albis a los eldenses que le conocieron y trataron y an hasta a los que, como yo, pudieron frecuentar su casa de la plaza Sagasta, donde vivi y dej es tela de su espritu absorbente y extraordinaria personalidad. Entr en aquella casa por el aquel de la m sica, de la mano de su nieto don Ramn Coronel Gorg. Una noche estaba yo con mi orquestica to cando una serenata y acert a pasar este mu chacho que, al verme tocar una especie de ban jo de cuatro cuerdas, interpretando el pasodoble de La Bejarana, le debi gustar la cosa, pues al terminar me dijo que le agradara experimen tar cmo sonaba aquel raro instrumento con el pia no de su casa. Como ya nos conocamos bastan te, le dije que bueno, que ya pasara cualquier da, cosa que no se hizo esperar mucho y fui a su casa y tocamos juntos piano y banjo, y all empez una amistad de muchos aos y concurrencias mas diarias, y hasta formamos un tro de piano, banjo y violn, ste ltimo tocado por Emilio Ro mero, un buen muchacho al que se llev, des graciadamente, la furia del ao 36. D.E.P. el buen Emilio y prosigamos la narracin, pues me urge hacer llegar al lector el por qu si alguno lo des cifra de quedarse en Elda don Ramn, abando nando la brillante carrera de su hija Milagritos, la pequea Patti como la llamaron en varios pa ses del mundo cuando estaba en el apogeo de su carrera de tiple ligera. sta es la incomprensible decisin que he citado. Qu indujo a este hom Vil,ES GOR bre a abandonar los conciertos con su hija por me dia Europa Este es el meollo al que siempre me hubiera gustado llegar, pues por la mucha inti midad amistoso musical que tuve con aquella fa milia, solamente en una ocasin que le insinu algo sobre la cuestin a la famosa Milagritos, me dijo que eran cosas de su pap o algo pa recido. Y all se cerr el tema. Exactamente la misma contestacin recib de su nieto Ramn cierto da en que hablbamos de su madre y de sus andanzas triunfales y sus conciertos: Eran co sas de mi abuelo!. S, cosas de don Ramn Gorg, que llevaba la msica y sus entornos con dedicacin comple ta. Llev a la Santa Cecilia a alturas como no se haban visto nunca en Elda, incluso cuando exis tan en la ciudad dos bandas bien nutridas de ex celentes ejecutores de la msica local Me place muchsimo presentar dos sucedidos que se desprenden de estos recuerdos y que de muestran el entusiasmo de los elderos por aque llas agrupaciones musicales que tuvo nuestro pueblo. La primera se refiere a unas anotaciones que ya hice en Alborada hace muchos aos, pero que por el peculiar modo de ser de nuestros pai sanos vale la pena volver a recordar. Era un siete de septiembre, vspera del da de la Virgen en Elda, y a la hora de las vsperas que se celebraban en Santa Ana. La banda de m sica La Pesetera, a cuyo frente estaba don Na talio Garrido (si mis fuentes de informacin que me proporcionaron en su da vetustos elderos fue ran ciertas) tocaba en las fiestas, as como la ban da de msica que comandaba nuestro nclito don Ramn Gorg a la que llamaban La Realista. Oh, Dios! Qu par de bandas por cinco reales!, como dijo un chusco eldero en cierta ocasin. Como era costumbre en aquellos tiempos, salan a recibir a las bandas de msica que ve nan a nuestras fiestas. Le toc el ao que nos ocu pa a La Primitiva de Liria, que llegaba a Elda 337 entre seis y siete de la tarde en un tren que l la mbamos el corto, que proceda de Almansa y en La Encina le empalmaban los valencianos para llegar a nuestra ciudad. Se formaba la co mitiva en la explanada delante de la ermita de San Antn y segua el cortejo calle Independencia ade lante para dar la vuelta de la procesin y llegar al Ayuntamiento. En la esquina de la calle de la Balsa, frente a la placita de las Monjas o del Hospital, se en contraban dos distinguidos vecinos, llamados el to Blanco y el to Caraso, este ltimo padre de mi dilecto amigo Rafael el Fifo. Al llegar la Pesetera, que iba en primer lu gar, a dicho enclave, le dijo el to Blanco a su ami go: Ah tienes, estn cucaos7 . Aguant el cha parrn el to Caraso, y cuando lleg la Realista con don Ramn Gorg al frente, le devolvi la an danada dicindole: Yesos qu!, estn pudros. Aquel la banda de msica de un real se con virti con el paso del tiempo en la Santa Cecilia de hoy, y de la mano de don Ramn Gorg l leg a bandas provinciales en Alicante, con un primer premio con la partitura obligada de una seleccin de la pera Otelo y la de l ibre eleccin Gui llermo Tell. EL MAESTRO D. RAMN GORG (II) (Apuntes sobre una incomprensible decisin) D e ese da del certamen en la Plaza de Toros de Al icante me cont un da Milagritos Gor g un sucedido que denotaba el carcter arro gante y firme de su padre. Cuando le corres pondi el turno de tocar a la Santa Cecilia y ya estaba la banda lista para comenzar el Otelo, se qued don Ramn mirando al presidente del jurado, dobl la partitura que tena en el atril y la dej al pie del mismo, como dicindole al pre sidente que no la necesitaba para nada. Pero en ese mismo momento el presidente dobl tambin la suya, como dicindole a don Ramn que l tambin se la saba de memoria. Y le dieron el primer premio, con grandes aplausos y regocijo general. Fue mucho carcter el eximio don Ramn Gorg. Y puestos a contar, anot una graciosa ocu rrencia que tambin me cont Milagritos de su pa dre; la casa de la Plaza Sagasta donde vivan te na un patio yen cierto tiempo le dio a don Ramn por criar conejos en el mismo. El hombre se suba al piso de arriba y les tiraba algo de hierba a los animales y cuando salan todos a comer les de 338 jaba caer un platillo de los que se usaban en la banda y ya se pueden imaginar ustedes la es tampida de la grey conejil. Mucho me habl de su padre la inolvidable Milagritos en aquella salita de msica que daba a la Plaza de Sagasta. Al l estaba el viejo piano, con el retrato de don Ramn Gorg encima del mis mo y, a su lado, un pequeo instrumento que era todo un manual de la perfecta artesana musical. Una especie de armonium, que tena en sus re gistros varios sonidos de instrumentos, tales como el oboe, el clarinete, la flauta, el fagot y qu se yo (Cmo es posible que aquella joya musical no la comercializara en su tiempo). Y otros muchos re cuerdos en toda la estancia. All se respiraba en todo a don Ramn Gor g. Lo mismo se poda decir de toda la casa. Te en contrabas hasta trozos de decorados de muchas zarzuelas que haba dirigido y preparado. Me l la m la atencin un decorado que representaba el fondo del mar, de la obra Los sobrinos del Capitn Grant. En fin, como he dicho, all se notaba en todo el espritu de don Ramn Gorg. EL MAESTRO D. RAMN GORG (y III) (Apuntes sobre una incomprensible decisin) S U nieto y buen amigo mo Ramn Coronel Gorg tocaba admirablemente lo mismo el piano que el pequeo armonium y lo gracioso del caso es que nunca aprendi a solfear y una partitura era para l lo mismo que el snscrito o el arameo, pero el caso es que, de odo, lleg a ser el pianista de una buena orquestina que diriga su cuado Vicente Prez Prez el Flau ta. Ah est lleno de vida y l puede dar fe de lo que digo, lo mismo de su cuado que de lo que cuento en estos apuntes sobre el renombrado maestro Gorg. Otra incgnita ms en la vida de don Ra mn, sera muy largo contar la facilidad de mi buen amigo Ramn Coronel para todo lo rela cionado con la mecnica de los instrumentos musicales. Una pura semblanza de su abuelo, aunque reido con los pentagramas de las par tituras, pero idntico, como digo, en las mane ras. Un da me sorprendi con la noticia de que me iba a fabricar un banjo de verdad, como los que tocan los norteamericanos, para que lo to cara yo en vez del guitarrico de cuatro cuerdas que yo tena. Y lo hizo, s seor; no s cmo, pero un da me lo present exactamente como lo he descrito de los norteamericanos, con su mstil de seis cuerdas y su caja de tambor, en fin todo un modelo. Su cuado Vicente Prez, el bueno de Sen to, como le deca su mam poltica Milagritos, es posible se acuerde de estas cosas. Tambin me convirti en especialista de batera, para lo cual igualmente fabric un jazzband completo. Fue su abuelo redivivo pero sin solfa. Hace poco tiempo he ledo en Valle de Elda un documentado trabajo sobre las andanzas lricas de la insigne Milagritos Gorg. Sera de desear que igualmente algn eldero hiciera la biografa com pleta de este alicantino que tanto brillo le dio a nuestra Elda, musicalmente hablando, y no olvi de el que la haga desentraar, si puede, esa in comprensible decisin de don Ramn de aban donar una brillante carrera de su hija y recluirse en Elda para componer motetes y villancicos a nuestros Santos Patronos, que, an hoy, se escu chan en nuestras fiestas de septiembre. No se ra sta la causa de una sublime decisin que yo anoto como incomprensible Creo que quien est en el secreto de este enigma es la Virgen de la Salud, que embruj a don Ramn Gorg como nos tiene embrujados a todos los eldenses con su celestial encanto. LA FUENTE DE LA CRUZ (I) (De la serie ((Soliloquios veraniegos) L a lectura en los medios de comunicacin de al guien que denomina a esta fuentecilla que como saben todos los elderos estuvo situada en el comienzo de la calle que lleva su nombre como la fuente de los burros, me mueve a rom per una lanza por su buen nombre y dejar las co sas en su sitio. Efectivamente, aqu los burros estn mal situados, pues dicha fuente nunca fue para los elderos motivo de denominacin para estos semovientes, aunque all podan abrevar lo mismo el burro del to Tango que las mulas del seor Amat, ordinario de Elda a Alicante en un ca rro de alto bordo que, como todos mis coterrne os saben o lo han odo decir, viva en el nmero uno 339 de la hoy Avenida de Chap o, para mejor enten dimiento, esquina del guardia. Antes de entrar en ms amplios detalles de la fuente en cuestin, el seor de la Horteta debe advertir a los indgenas y forneos que tengan la paciencia de leerme en Elda, que la fuente de los burros siempre estuvo situada en Villena. Est all bien definida y anotada en todas las mentes de los villeneros; incluso en el pasodoble La en trada, de don Quintn Esquembre, hay una letrilla que as lo atestigua. Dejemos, por lo tanto, los bu rros donde corresponde, no nos vayan a meter en el Juzgado por plagio de burro ms o menos. Nuestra fuente de la Cruz, con su receptculo in corporado con forma de baera, orientada de nor te a sur, nunca fue nombrada por los elderos con el apelativo de semoviente alguno, as que de burros nada. En nuestro Elda de entonces, cuan do funcionaba para los efectos para los que fue construida, siempre se llam el abrevadero de la carretera por las clases ms cultas y refinadas de la ciudad, porque los menos cultivados, entre los que en aos me encontraba, le llambamos simplemente el basio de la carretera, pala breja eldera que vaya usted a saber a quien se le ocurri, porque esto de basio, con fuerte acen to en la primera vocal, no lo entienden ni los que inventan idiomas en estos tiempos por todas las provincias espaolas. En cierta ocasin, siendo yo muy chiquitico, o platicar a un sajeo panadero, que vena de su pueblo todos los das con su carro cargado de pan para venderlo en Elda, y a un vecino de la calle del Estralazo, y el motivo de la discusin era la for ma tan rara que tenamos los elderos para ex presarnos en nuestro lxico particular; todo esto, segn el sajeo. Y parece ser, segn el eldero, que la palabra basio vena de que en una ocasin cierta mujer mand a un hijo suyo a llenar un cal dero de agua en aquella fuente y el chiquillo vol vi de vaco. La madre le dijo a su hijo por qu no le traa el agua, y ste le dijo que no vena agua alguna. Haber llenado el caldero donde abrevan las caballeras, hombre, que es para fregar!. Madre, es que est tambin vaco!. Y all sur gi, o pudo surgir, la palabreja en cuestin, por que el chiquillo le dijo a su madre que estaba tambin `baso, es decir, lo expres como lo de cimos los elderos, que cambiamos la c por la s. S, ah pudo estar el nacimiento de la tal palabra, dijo el sajeo. Pues se parece a otra palabra que pronuncian ustedes cuando dicen se quia por acequia. El seor de la Horteta, que en los tiempos que ocurri lo narrado, era muy curioso y dado a las le tras por su condicin de periodista en calidad de vendedor de peridicos, puso mucha atencin en la pltica aquella, como la pona en cualquier discusin de mayores, por muy emprica que fuere. Claro que si se trataba de temas tales como extraccin de races cbicas y todo eso, se quedaba in albis, ya que las nicas races que l conoca eran las de la regalisia, cuando en los terraplenes que tienen el Vinalop vea algu na apta para la extraccin. LA FUENTE DE LA CRUZ (II) (De la serie Soliloquios veraniegos) Tena razn el sajeo cuando criticaba nuestra I forma rara de expresarnos, pues la verdad es que destripamos el castellano con total naturali dad; claro que en los tiempos modernos se ha pa liado un tanto tal destripamiento porque hoy oigo 340 a los jvenes hablar y no es lo mismo que cuan do yo era muchacho. Pero, volviendo a la palabra bsio, s pudo ser lo acontecido con el chiquillo que fue a por agua a la fuente de la Cruz, pues hay que ver la Los ESCRITOS DE JosE JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA similitud que tienen las palabras bsio y se quia, la misma fontica y los mismos acentos, as que nos quedamos con el bsio de la ca rretera y no se hable ms. Tambin hubo otro similar en la placetica de las Parras, con su correspondiente fuentecilla. Bien se preocuparon los elderos de tiempos pa sados para que los semovientes que circulaban por la huerta tuvieran dnde repostar el lquido ele mento cuando iban o volvan de sus forzados tra bajos por las tierras del valle. Uno, para los que discurran por la margen derecha del Vinalop, el de las placetica de las Parras, y el de la Cruz, para los que iban por las tierras de la izquierda del ro. Igualito que hoy, seores coterrneos, en aquellos tiempos repostaban el carburante incolor , inodoro e inspido los jumentos en los bsicos y en la actualidad lo hacen los automviles con la gaso lina. Esto de los bsios parece que es un tema sin inters, pero s lo tiene, y hasta hay n suce dido histrico -humanitario que ocurri en I vecino pueblo de Petrel, donde pudo haber una ragedia de no ser por uno de estos bsios. Era el da de Moros y Cristianos en onor de San Bonifacio en aquel pueblo y era la h ra nona, con gran tumulto de aguerridos combati ntes en el alardo de aquella tarde. En Petrel hubo un bsio al final e la ca lle de entrada al pueblo, donde se bifurcl en dos calles, una que viene del Ayuntamiento lor la iz quierda y luego sigue por la derecha has a la Ex planada, que dicen all. Pues bien, en la conjun cin de las tres calles hay o hubo una e pecie de plazoleta y en el centro, muy cerca de I s casas que cerraban la calle de entrada, haba uno de es tos receptculos, bsios o abrevaderos, con buena provisin de agua. Avanzaba el capitn de las huestes moras al frente de sus mesnadas, disparando tres arca buces, es decir, era costumbre en aquellos tiem pos que los capitanes se ayudaran de tres hom bres en los disparos del alardo. Uno le recoga el trabuco recin disparado y se los daba a otro, que le pona la plvora, y ste, a su vez, lo entre gaba al tercero, que le colocaba el pistn y lo en tregaba de nuevo al capitn, que lo volva a dis parar. Vamos, una especie de noria, en la que el pobre capitn no tena tiempo ni de saludar a su mam poltica, que estaba en un balcn esperando ver pasar a su yerno, que iba impertrrito que mando plvora. Haba un cuarto acompaante, ste vestido de civil, que llevaba una bolsa colgada al hombro repleta de plvora, y que iba suministrando al se gundo ayudante los cartuchos correspondientes. Y aqu el asomo de la tragedia, pues una chispa ve nida del disparo del capitn se debi meter en la bolsa de la plvora y se incendi sta. Gracias pudieron darle aquella tarde a San Bonifacio, pues este Santo mrtir hizo coincidir el momento de la deflagracin de la plvora junto al pequeo b sio que haba all cerca, donde el pobre sumi nistrador de la plvora se tir de bolera y no pas la cosa a mayores. As que, gracias al abrevade ro de Petrel ya la manita que le ech San Bonifa cio, no pas nada. Y el impertrrito capitn pudo seguir disparando sus tres trabucos, claro que con plvora nueva, porque la otra se qued hecha mermelada de arndanos, bueno, es un decir. LA FUEN E DE LA CRUZ (y III) (De la serie (Soliloquios veraniegos) A qu retomo el hilo de la historia pa Pide este sucedido, ya que los hechos ron a pocos metros de donde yo estab LA FUENTE DE LA CRUZ a dar fe ocurrie viendo pasar el alardo. En Petrel, donde leen el Valle de Elda, an es posible que haya algn petro lanco que se acuerde de visu o porque le ha 341 yan contado en alguna ocasin este extraordi nario suceso. En cuanto a la paternidad de la fuente de los burros, pertenece a Villena por derecho propio y, desde luego sin desdoro para nadie, pues tan dig no es un asno abrevando en un bsio de Ville na como en uno de Elda. Lo que no sabemos es si la letrilla del pasodoble villenero La entrada es la oficial o es annima. Esto lo tendrn que des cifrar los propios villeneros con un NO... Y qu ms da una cosa que otra En Villena est la fuente y a mucha honra, pues esto pertenece a nuestra historia; y si en Elda hay otra fuente o hubo otra fuente de los burros, all ellos con su historia. Tengo para m que este razonamiento puede ocasionar ulteriores razonamientos opuestos en tre el colaborador que escribi que la Fuente de los burros estaba en Elda y un servidor que es taba en Villena. Esto se parece un tanto a un tra bajito que sali hace tiempo en Valle de Elda con mi firma y que se titulaba: , Olivica coma, hue sesico al suelo! , donde yo deca que tal aconte cimiento se haba dicho por primera vez en Elda y me dieron sopas con honda, pues resulta que me retruc un simptico colaborador del peridico, oriundo de la parte de Fuente lamo en Murcia, si mal no recuerdo, el cual me asegur que en su pueblo, desde siempre, l haba odo tal expresin, por lo que en esta coyuntura ya no me atrevo a ase gurar a qu fuente podemos asignar los burros en cuestin. Y como resulta que de ambos sitios se han podido sacar conclusiones positivas, me in clino por una solucin salomnica, con la que terminar, D. m., este farragoso tema, aunque a estas alturas de la narracin se pregunta el se or de la Horteta si no habr incurrido en desdo ro alguno sobre personas por el aquel de men cionar tantos burros asociados a las mismas. Si as fuera, pido disculpas sinceras y que se que de cada burro en su fuente y Dios en la de todos. Me dicen mis duendes que tasque el fre no, que ya est bien de la cosa, que yo de esto no s ms que cmo se origina un saban y yo en tonces les cuento lo de la pomada de albercoques: 342 Madre, que me pica mucho el dedo gordo de/pie derecho!. No te preocupes, hijo eso es un sa ban a causa del fro, y se cura con una poma da de albercoques bien maduros. Dos das de pensamientos profundos del hijo sobre la cuestin: y despus... (qMadre, que me has engarbao, pues los albercoques bien maduros vienen en junio y es tamos en enero...!. Si, hijo, s, pero para en tonces ya no te picarn los sabaones.... Sabia fi losofa de las madres. Por fin he llegado a una sabia decisin. Y para terminar dir lo siguiente: Comprendo per fectamente que el colaborador del que hago men cin en esta especie de crnica sobre cosas de saparecidas, tiene hasta razn, pues burros abrevaban en la Fuente de la Cruz y, por lo tanto, como burros tambin lo hacan en la fuente de Vi llena, algo hemos iluminado a los historiadores ve nideros y as quedaremos en santa paz con los mencionados usuarios de ambas fuentes. No ser en vano, no, nuestro esfuerzo l iterario y el porve nir nos sacar cantigas y romances de ciego por nuestro esfuerzo conjunto en aras de tanto valor histrico. Para dar fe de lo que digo y por su singular parecido, me remito a ese libro inmortal que se lla ma el Quijote, de don Miguel de Cervantes Saa vedra, cuyo ingenio admir al mundo. En la se gunda parte, captulo XXVII, el ingenioso hidalgo presenci un singular desafo entre dos alcaldes, sobre quin rebuznaba mejor. As que yo, en mi mo destia y con todos los respetos, y por la similitud de parecidos entre la fuente de Elda y la de Ville na, copio ntegro unos versos con que don Miguel cerr la enredada situacin y que dicen as: No rebuznaron en balde, el uno y el otro Alcalde! Con mis respetos a mi desconocido amigo co laborador citado, a todos los alcaldes habidos en este mundo, y, sobre todo, al ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, por sacarlo de las profun didades de la Historia con este pobre trabajo, se despide con saludos elderos. EL ANTIGUO C POR LAS AGUALEJ (De la serie Camin E s harto penoso para este osado junt modesto escribidor de historietas y rancias introducirse en un pasado que la de los tiempos casi ha cubierto de cem borrado de la cartografa urbana y la h Elda. Hago estas consideraciones porqu cientes lectores que lean estas crnicas no tengan el ttulo universitario o sean amantes de la arqueologa y otras cie descubrir el subsuelo, se quedarn sin dnde viene el aire si exceptuamos los como el que suscribe o aquellos eldero acuerdan del Valle antes de la explosi construccin de tantos barrios y nuevas como hay en la actualidad. Ya desaparecieron de la geografa d la huer ta las partidas de la Almafr alta y baja, el Aza MINO DE CAMPO ALTO (I) S Y LA CASICA DE MSICA os y sendas del Valle de Elda) franar, el Melik y hasta el Negret, y, de refu yectan la barbaridad de construir una carr d salida cmoda a la autova de Madri te a la parte Noreste de Murcia y la ru gazpachos Pinoso y Monvar, con lo cual gestionado valle de Elda le darn la pu rrando del mapa lo poco que queda de la sur del valle con las zonas de la Jaud, la As, y, de botijuela, lo que hay entre la Puente Nuevo en la carretera de Alicante Yo me precio de conocer el valle de El ta de pjaro y en varias condiciones estr (S, hombre, s; aparten de sus mentes letras y rnicas orriente nto y ha erta de los pa ejas y simples cias de a ber de a rroza s que se n de la venidas rzo, p ro tera que -Alican a de los I ya con tilla bo uerta al asa el aud y el a a vis tgicas. I impul so de componer un chiste malo basndose en aquello de a vista de pjaro por mi d da defensa ornitolgica del sambenito, r te o mote que comenz mi abuelo Pepe el teta, alias El Pajarico). No, yo conozc safora moque la Hor el valle de Elda porque he pasado por encima de l en cua tro ocasiones, en avin de Bilbao a Alicante y de Alicante a Bilbao, en dos ocasiones, all por los aos cuarenta a poco de terminar la guerra mun dial. Se trataba de unos aviones Douglas bi motores sobrantes de la guerra, que no s yo qu compaa los transform en lnea regular con pa rada en Madrid. Viajes areos que yo realic en dos ocasiones, como digo, por razones digamos de negocios, desde Bilbao hasta Alicante con algo de premura y lo mejor era venir volando como a mi condicin le cuadra. (Aqu el chiste lo hago yo, con permiso de ustedes). Si este trabajito lo llega a ver mi buen cono cido y algn tiempo vecino de la calle Garrido Lestache, don Julio Beneit, fabricante de hormas y tacones, se sonreir a gusto, pues en el segun do viaje citado de Madrid a Alicante lo divis sen tado algo delante de m y me acerqu muy contento de encontrarme a un eldero en aquellas alturas y le dije: Julio, asmate a la ventanilla que ests pasando por encima de la Fraternidad. Te acuer das, Julio , Efectivamente, siempre me he considerado un elemento buen observador y de fresca memoria, que an conservo gracias a Dios. En mi primer viaje en aquellos famosos Dou glas, al salir de Madrid me propuse reconocer to dos los detalles de la ruta desde el aire por cu riosidad de ver si coincidan con lo visto por m en los viajes por carretera de Elda a Madrid. Al prin cipio me guiaba por el trazado del ferrocarril pero cuando la va del tren se iba de la ruta del avin me quedaba in albis, pero yo insista y divis La Encina y aquello ya fueron tortas y pan prin gao, pues a partir de all me dediqu a descu 1 Esta referencia la hace Jover Gonzlez de la Ho eta porque desconoce que Julio Beneit, lamentablemente, hace muchos aos que muri. EL ANTIGUO CAMINO DE CAMPO ALTO 343 brir la laguna de Salinas que observ pronto aba jo a la derecha de la ruta yen el inte me vi pasando por encima de mi pueblo y su trmino municipal. El viaje de vuelta segua la misma ruta, pero escorado ms al Este, pues al salir de Ra basa se adentraba en el mar para tomar altura y salvar los Chaparrales y el Cid, ya que preci samente pasaba por encima de estas monta as, con gran estruendo de sus motores, cansa dos de la guerra. EL ANTIGUO CAMINO DE CAMPO ALTO (II) POR LAS AGUALEJAS Y LA CASICA DE MSICA (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) E i inters que me mueve a resear estos deta lles de mi viaje en estos aviones no es otro que satisfacer los deseos de algn eldero de saber cmo es el valle y las montaas que lo circundan, vistos desde las alturas. Son innumerables, se guramente, los que han pasado ya por encima de Elda en los viajes modernos de los reactores que hacen el viaje desde El Altet a Madrid, pero no es lo mismo pasar por determinado sitio a diez mil metros de altura y mil kilmetros por hora de ve locidad, que pasarlo a tres mil metros de altura y 350 kilmetros de velocidad. Adems, como es natural, la visin del terreno y sus accidentes no es lo mismo desde arriba que a pie l lano, y se com prende fcilmente. Me hizo mucha gracia la visin desde arriba de las montaas que rodean nuestro valle de Elda. Sabis lo que parece nuestro orondo mon te Boln desde el aire Pues una toa de una tanda que hizo la ta Polonia un ao por Pas cua de Resurreccin, que le preguntaban las ve cinas: ra Polonia: Cmo le han salido este ao las toas tan chafas. Pues eso parece Baln desde arriba, una toa chaf, con la quebrada que forma en el centro, como sabis todos los que hayis subido a ese monte; este fue seguramen te el adorno de la toa que le hizo el Creador, y as os hablara del resto de las montaas de nuestro entorno. Yo tengo bien tomada la cartografa de stas y del resto del valle, pues las he observado desde arriba y adems las he pateado desde aba 344 jo y con alpargatas, y la verdad es que visto el va lle de Elda en los aos casi cincuenta y en la ac tualidad no es para alegrarse un eldero viejo por los cuatro costados como creo que soy (bueno, por lo cuatro en la parte paterna no pues soy bisnie to de Jorge Jover Junvell, ms cataln que el Ti bidabo, y llamado el Cataln -Aragons por aquello de las tres jotas de su apellido). No lo puedo remediar. Visto el valle en la ac tualidad y leyendo su historia y entorno, se me su blevan todos los duendes que componen mis neu ronas. Lo que fue mi val le idl ico acabar congestionado de cemento y servicios nuestros y de los otros. Somos, a lo que se ve y quieren, ca beza de comarca en basureros y depuradoras. Bueno, me he apartado un poco del Camino del Campo Alto, pero necesitaba cha rrar un poco de estas cosas del valle de Elda que cuando lo hago me quedo un poco ms templado y esto a mis aos ya es mucho. Pero vamos a caminar en el inte por el antiguo caminito, tan grato para los el denses de mi niez. Ah va un ejemplo de aquello que decamos de Arquelogos de Universidad o aficionados. Em piezo en tiempo presente lo del Camino del Cam po Alto y veris que tenis que buscarlo debajo de las piedras para encontrarlo. El camino -senda de Campo Alto inicia su vida en los Postigos, sigue bajando entre banca les hasta los tres puentes, hasta llegar al ca mino de las Agualejas, donde toma la direccin, etc. Se han percatado, mis queridos f por dnde caminbamos No, verdad ah aquello que decamos de proveerse ligreses laro, de el ttulo de arquelogo o similares. Entonces aqu no cabe ms que el desdoblamiento de concepti s expli cativos en tiempo pasado y en tiempo presente, que nos conducir a la veraz y exacta situ cin de lo que fue y es el camino del Campo Alto perd nesenos este alarde de erudicin y empec mos de una vez el relato que se entienda bien. Este camino iniciaba su andadur empa rejado con la actual carretera de Mon ar que, como sabis, sale de la Avenida de Chap y se gua el tramo a espaldas de la calle de Pars (hoy de Roma) en su parte norte, hasta llegar a la cur va donde empieza la calle de Lamberto Amat. En este enclave se encuentra hoy el edificio -chalet El Alminar, sede de la Junta Central de Mo ros y Cristianos. Convienen aqu hacer un poco de historia del Alminar para que los elderos de hoy que no han conocido el paraje que nos ocupa en versin tiempo pasado puedan ente rarse en detalle de cosas de Elda perdidas en el tiempo. EL ANTIGUO CA INO DE CAMPO ALTO (III) POR LAS AGUALOS Y LA CASICA DE MSICA (De la serie Caminbs y sendas del Valle de Elda) r I Alminar fue construido por Ten ra Mo derna Franco -Espaola para la i troduc cin en Elda de sus fabricados, como sabis de dn golas, tafiletes, etc., y serva como alm cn de distribucin y vivienda del primer represen ante de esta casa que tuvo la firma citada de fab icacin de curtidos, como sabis igualmente. Era y es un bello edificio y en su tiem o tena en su jardn hasta pavos reales, que haca las de licias de la chiquillera eldense. Su ocupant fue un seor de Barcelona, muy pulcro y atilda o, y la mento que no me llegara su nombre, ya q e el tal seor, adems de su ocupacin de vend dor de pieles fue un gran entusiasta del deporte el hoc key sobre hierba ya sus expensas form en Elda un club de este deporte 2 , que tena su sede e el Bar Mercantil, situado en la calle Nueva arri a, en frente del Casino Eldense, que regentaba Fondo nico (don Manuel Amat). Tuvo una vida bastante prspera este c ub y los entrenamientos los efectuaba en el Parque d Atrac El autor se refiere a don Enrique Puigcerver, qu ciones, lo malo era que este deporte sobre hierba slo conoca los vegetales en unas rabanizas y linsones famlicos que existan en el rincn suroeste del campo de juego. Aquello lo tena arrasado el popu lar Teatrico cuando avanzaba como extremo de recha del Deportivo Eldense o tena que sacar los cr ners. Aquella delantera la formaban, adems del citado, los hermanos Pons (gemelos) de interiores, Prats, de delantero centro, y, como extremo izquier da, el maravilloso jugador que era mi querido ami go Pepe Gmez. En las calendas a que me estoy refiriendo le lla maban a este enclave los postigos porque eran las traseras de las casas de la calle Nueva abajo, que terminaban en la hoy calle de Lamberto Amat, pero entonces no haba tal calle, sino un camino ca rretero y huertas a troche y moche. Todava creo que se puede ver alguna de aquellas traseras que hemos citado; la ms importante en su tiempo fue la de la casa de don Francisco Alonso (Tacn cu bano), el mejor Alcalde que ha visto Elda (para el tambin fue concejal y Alcalde accidental. 2 El equipo de hockey al que hace referencia es e Ulises. EL ANTIGUO CAMINO DE CAMPO ALTO 345 que suscribe). Era una finca de las ms importan tes, pues tena hasta una completa almazara don de confeccionaban un delicioso aceite de oliva. Doy fe de la bondad del producto, porque la vi trabajar y hasta en una ocasin me regal una botella un simptico maestro de escuela llamado don Pascual, que, si mis recuerdos siguen firmes, estaba casa do con una no menos simptica hija de don Fran cisco Alonso. Esta seora tuvo la gentileza, en una ocasin, en el Casino Eldense, de felicitarme por mi reconocida simpata hacia su padre en un trabaji to firmado por m en Valle de Elda, titulado Que viene el aeroplano!, donde aparece este seor con toda su facundia de eldero desprendido hacia su pueblo y sagaz humor de probo Alcalde y persona re levante que fue. EL ANTIGUO CAMINO DE CAMPO ALTO (IV) POR LAS AGUALEJAS Y LA CASICA DE MSICA (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) H e de advertir a mis sagaces lectores que no incurro en una barbaridad al escribir que los agricultores elderos hacan uso de ese camino para ir al Campo Alto, teniendo la carretera de Monvar ms cmoda para ir all. Efectivamen te a los que tuvieran sus pertenencias hasta la partida del Melik, parte derecha del ro, s que les convena la carretera de Monvar, pero a los que las tuvieran en la partida de El Negret y, as, las tierras de este enclave estn mucho ms cerca del pueblo. Daos un paseito por all, queridos coterrneos y gozad de aquellos andurriales, an tes de que los cubran las rondas, autovas y al macenen all los pestilentes lquidos y slidos de cuatro pueblos, con lo que la vieja partida de El Negret hasta la casa El Asi les convena el ca mino que citamos en el enunciado y esto por va rias razones, si no l levaban algn semoviente l ase burro, mula o caballo y hasta carretilla porque hay que pasar el Vinalop al trmino del camino, en el centro de la citada partida de El Ne gret. Primera razn: que la carretera es distan cia ms larga y polvorienta, mientras que el ca mino es ms corto y entre huertas de frutales, hortalizas y olivares, y una cosa es cierta, los nti guos agricultores de Elda, mis queridos antepa sados, creo que preferan la frescura de la huer ta a la polvorienta carretera de Monvar, y termino con esta asignatura gratis de enseanaza am biental. El ro Vinalop, cuando pasa la partida del Melik, que comienza en el puente del centro Ex cursionista, ltimo del ro, realiza, un profundo viraje a la izquierda, por lo que el Campo Alto se adentra en el centro de El Negret, y, as, las tie rras de este enclave estn mucho ms cerca del pueblo. Daos un paseito por all, queridos cote rrneos y gozad de aquellos andurriales, antes de que los cubran las rondas, autovas y almacenen all los pestilentes lquidos y slidos de cuatro pue blos, con lo que la vieja partida de El Negret, que est junto a la Jaud y la Pea del Sol, ser histo ria pasada. Y si acaban implantando all la macro de puradora que anuncian y desean nuestros veci nos, tan desprendidos para ellos, se habr con sumado la destruccin habitable de nuestro querido valle de Elda. Nuestros descendientes debern ir pensando en pedirles en alquiler Los Cha parrales al Ayuntamiento de Petrel algn da para poder vivir.., si es que los petrolancos quie ren, claro. Este maestro de escuela se llamaba don Pascual Ivars Fuster, y estaba casado con Paquita Alonso, hija de don Francisco. 346 Slo nos queda, por tanto, esa mo Bateig y all, quien puede hacerlo, ha di bemos fallar y fallamos que Bateig est do a pedrera polvorienta o basurero regi lstima, porque esta montaa del antig de Valencia, con su meseta en lo alto, de la reserva natural para futuros desahogo ndole de la ciudad de Elda. Salvo, como es que cambios de ideas por motivos socio taa de ho: De estina nal y es o Reino era ser de toda natural, olticos electoralistas, aconsejen lo contrario. La guinda, sin embargo, la pondr la anunciada autova, que partir el valle en dos. Seores Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos! Por qu no atraviesan ustedes el ro aguas abajo del Puente el Sambo y con el mismo puente salvan el ferrocarril conduciendo la auto va por la linde de los trminos de Elda y Novelda hasta entroncar con la de Madrid De esta forma, dejaran al valle de Elda en paz y de botijuela a Ba teig, la montaa sagrada de los elderos. EL ANTIGUO CAMINO DE CAMPO ALTO (y V) POR LAS AGUALEJAS Y LA CASICA DE MSICA (De la serie Caminos y sendas del Valle de Elda) Y vamos con la segunda, como deca un famoso cantante de aires argentinos. Como ya hemos dicho anteriormente, el cami no de Campo Alto iniciaba su andadura en los Pos tigos, segua entre cuidados bancales de hortalizas y algn que otro remanso de variados rboles fru tales, cruzando en diagonal la hoy calle de Garrido Lestache y pronto llegaba a los tres puentes y se encontraba con la acequia del comn, donde comenzaba las Agualejas; de ah su nombre gen rico. Todo esto en el hoy comienzo de la Avenida de Alfonso XIII. A pocos metros se bifurcaba el camino. Uno, que segua la direccin del centro de la huerta, convirtindose en el Camino de Carro al unirse con el que bajaba rodeando la finca que decamos la casica de Anaya. El otro, a la derecha, segua la direccin de la orilla del Vinalop, dejando a su iz quierda la finca del Primer Legn y se volva a di vidir en direccin paralela al Camino de Carro, uno, y el otro, ms a la derecha, ya en clara direccin de su destino, el Campo Alto. Primero unos bancales de olivar, de Turlino el Pjaro, y pronto una fin ca de un tal Garrigs que fue un excelente jugador del Deportivo Eldense en sus tiempos. A este elde ro le llamaban por su nombre de guerra en el equi EL ANTIGUO CAMINO DE CAMPO ALTO po, Garri, por abreviatura como es de cajn de su apellido. Enseguida llegaba una parcela de Vicente Bus quier el Mina, estupendo muchacho que fue el cam pen de natacin en nuestro Pantano. Era una deli cia verle cultivar este deporte de espaldas, todo un espectculo. Tambin fue muchos aos pieza fuerte de la Comparsa de Cristianos en nuestra Fiesta. Y enseguida, la casica de Msica, una edi ficacin campestre de recogidas paredes, ya a po cos metros del ro, con unas oliveras y tierras de ce reales. Estamos en el final del camino; all, a la ori lla del ro, rinde su andadura, en pleno Negret, este caminito que un da pas mi abuelo Pepe Gonzlez el de la Horteta, primer pajarico del valle, que se chapuz en el agua del proceloso Vinalop cuando iba a arrendar unos bancales por los lados de la Casa el As. Peor lo pas Amlcar Barca, que se ahog en este ro. Mi abuelo sali volando de la co rriente del mismo, por su condicin de voltil, y volvi sano y salvo a la Horteta, gracias a Dios. Yo tambin salgo volando de este camino tan aorado, para cerrar este captulo de los caminos y sendas del valle de Elda. Saludos elderos. 347 UN LINSN EN MI VENTANA! SER POSIBLE (I) (De la serie Chispazos de mis aconteceres) E sta historia sobre un vulgar linsn o linzn que de ambas maneras se pronuncia en Elda tiene mucha importancia por los recuerdos que acuden a mi memoria y que esta humilde matica, que junto con las corrigelas, es el me jor manjar que se puede suministrar a los lepri dos de la especie conejos y roedores donde los haya, segn deca el to Pansil la (don Jos Gon zlez), que ya creo haber dicho alguna vez que fue mi padrino de pila en mi lejano bautizo en la igle sia de Santa Ana y que en su casa de La Jaud te na un hoyo de conejos en el que nunca supo cuntos ejemplares haba, pues haban hecho tantas madrigueras los animalitos que l legaban a la Pea del Sol. Saber los que haba, no lo sa bra en cantidad exacta, pero a ojo de buen cubero s que lo saba, por la cantidad de hierba que te na que suministrarles a diario, as que mi pobre padrino cada vez tena que buscar ms linsones y corrigelas por la multiplicacin de los citados lepridos. Para conseguir la captura de algn ejemplar, el to Pansilla segua un orden inverso al que efectuaba don Ramn Gorg en el patio de su casa, que les tiraba un platillo de la banda de m sica para que se escondieran. No, mi padrino les tiraba un manojo de hierba para que salieran y en tonces, cuando estaban reunidos en santa com paa devorando los linsones, les dejaba caer en cima una red y as poda agarrar buena cosecha. A estas alturas de la narracin, tengo la leve sospecha de que me estoy haciendo un lo con eso de la dieta de los conejos. He dicho que los linsones y las corrigelas son el mejor manjar que se les puede suministrar al gremio conejil, y no hay tal, pues acude presto a mi memoria el recuerdo del to Blas, un mozo de cuadra que hubo en la ven ta de la Casa don Carlos (hoy, Colegio de la Sa grada Familia, creo). Tena all un chamizo, don de criaba conejos y sola decir que lo que ms a gusto comen son las escombraduras de las oli veras, pues rosigan las ramas como si fueran caramelos. Pero, qu digo yo, hombre! , si en Elda hubo en tiempos pasados un tal Barrena, que tena sembradas unas tahllas de alfalfe o alfalfa, que diran los ms cultivados, y suministraba diariamente a todo el pueblo la citada herbcea con una jaquita torda que tena, al grito de Hier ba! y con gran regocijo de la chiquillera, que an tepona a su grito de guerra la interrogacin de: Qu come Barrena. Hierba! Todo esto viene a mostrar que el alfalfe era el alimento preferido de los conejos, pues deba de ha ber gran cantidad de stos en el casco urbano, ya que unas tahllas, como he dicho, dan mucho de s. Claro que mi padrino tena que optar por los lin sones y corrigelas, pues su finca era de secano y slo tena el recurso de criar la hierba en mace tas, regndolas con el agua del caldern de Bateig, pero esto no me parece que fuera rentable. UN LINSN EN MI VENTANA! SER POSIBLE (II) (De la serie (Chispazos de mis aconteceres) Tambin me est asaltando una seria duda de I si esta parafernalia de la dieta de los conejos y otros detalles sern gratos a mis pacientes lec tores; en todo caso ruego dispensas, pues son 348 los prolegmenos de la historia del linsn que subi a mi ventana y que reseo en el inte, y ve rn mis queridos coterrneos la riqueza de sen timientos y pensamientos felices y otros ms en consecuencia con la realidad de nuestra vida, que puede dar mucho de s una simple brizna de hierba. En la ventana del saln comedor de mi do micilio hay unas macetas con geranios que yo miro de pasada cuando voy a ver qu tiempo har en ese da o simplemente ver a los pjaros volar. No hace muchas fechas, al asomarme a la ventana vi con gran asombro que entre los gera nios surga un hermoso linsn, verde y rozagan te, dispuesto a dar todo el jugo de su humilde con dicin a la humanidad. Fue un chispazo, como digo al comienzo de mi escrito, que me traslad a mis aos juveniles, en ocasin en aquel tiempo de estar pasando por la edad del pavo y andar enamoriscado de una guapa chavala eldera que me haca desafinar la bandurria cuando me acordaba de ella. Para que sepan mis amables lectores con an telacin cul fue el final de aquellos amores ju veniles, les coloco el final de unos versos que le dediqu a la ingrata cuando se march a otros la res, pues hasta me volv poeta de va estrecha. Di cen as: No subid, no, alheles blancos a su ventana / que ya no est ella, que se fue una maana /decidle a las rosas que no abran sus p talos / que ella ya est lejos, no est en su ven tana! Bien mirado, no s yo si la mtrica de estos versos est en consonancia con las reglas de la poesa, lo que s s es que, en unos juegos flora les, no me daran la flor natural, pero, en fin, a mis quince aos y con la mente limpia y fresca, cha le hilo a la milocha! Comenz mi aventura amorosa con aquella moza eldera con una serenata que, en noche pr diga de msica y bullicio del da de San Jaime, se me ocurri terminar con una serenata bajo la ventana de la ingrata. Ya era bien entrado el da. Ms que serenata, fue un concierto del da de San ta Ana, y acompaado por mi guitarrista y fiel amigo Pepico el chacas, nos dispusimos a la accin. A tal efecto, eleg una vieja cancin que cantaban en mi barrio los aficionados al bel can to, que eran, entre otros, los Matutines, Perren gues y Chato Madriguera. Buenas gentes, s se or, y aqu les dedico un fraterno y carioso recuerdo. De las canciones que cantaban aquellos que ridos amigos, yo eleg una que convert en apa sionata-cantabile para uso de instrumentos de pulso y pa, y qued muy aparente. Yo le saqu mucho suco a esta composicin y la colocaba en todas mis serenatas junto con el pasodoble La gracia de Dios y no fallaba, serenata que te to cas, puerta que se abra y obsequio al canto. UN LINSN EN MI VENTANA! SER POSIBLE (y III) (De la serie Chispazos de mis aconteceres) C coincide el santo del da y la letra de la LO cancin cuyo arreglo he citado, creo conve niente anotar los primeros compases con su letra original, y algn eldero habr, si lee el trabajo, que le recordar tiempos felices. Dice as: Alma de amor, escucha mi cantar,- quiero verte en tu bal cn y tu talle contemplar. En aquella serenata no sali nadie al balcn ni a la ventana para obsequiar a los rondadores, pero antes de marcharnos se present una seo ra que vena del mercado y, entre otras cosas, tra a una fuente de brevas, muy apetitosas. Qu hacis aqu a estas horas, mucha chos Le estis tocando una serenata a mi hija Pero, hombre, si ya han pasado las cabras! (dicho eldero). Bueno, tomad un par de brevas y ya estis convidaos! Y al entrar en su casa se volvi y nos dijo: Queris pan para las bre vas. No, seora, gracias. Y nos fuimos con la msica a otra parte, pero all surgi un tem 349 prano amor que ha trado a mi recuerdo el humilde linsn de mi ventana. Estuve un tiempo detrs de la chica, pero yo vea que no le interesaba un simple cortador, se conoce que quera volar ms alto (ms alto que yo). Un da pregunt por ella, porque no la en contraba y me dijeron que se haba ido a Carca gente a la cosecha de la naranja y all se acab mi temprano amor. Pero el desamor de mi juventud fue la cau sa de los pocos versos que habis ledo, y recor darlos a estas alturas de mi vida es como una fres ca brisa de juventud que ha invadido mi cansado cuerpo lleno de aoranzas perdidas. Pero volviendo a la realidad monda y l ironda, ahora resulta que tengo un serio problema con el dichoso linsn de mi ventana. La persona que cuida las macetas, al verme mirando tan amorosamente la humilde matica, motivo de esta historieta, me ha dicho que va a quitar el hierbajo ese (son sus palabras) de entre los geranios. Qu hacer ante tal desastre ecol gico Debo rendirme a su destruccin Podr trasplantarlo hasta que asome su bonita flor amarilla Se consum el estropicio! Dice la mu cama mercenaria de la limpieza que si quiero linsones puedo coger un costal de la campa de de trs de la casa. S, pero el que subi a mi venta na, que me record mis primeros versos de ju ventud, ese ya no subir! Como las golondrinas del famoso Bcquer, que anidaban en el balcn. Saludos elderos. OSPOLAS, MEMBRILLOS Y PRUNAS BORDES!! (I) (Sinfona otoal de recuerdos infantiles de lo que fue el idlico Valle de Elda en otros tiempos) M i amigo Vicente Prez el flauta, en una cariosa carta, me ha dado pie para perge ar estas cuartillas sobre mis recuerdos y mi me moria, pues, segn l, que lee todas las semanas el peridico Valle de Elda, mis historietas le re trotraen a tiempos felices ya idos. Pues nada, querido Sento, va por ti. Las frutas que anoto en el ttulo, a las que aado almendras de la raza, jnjoles y lidones, fue ron siempre de muy poco valor comercial, aunque, justo es decirlo, todas tenan su encanto especial, que analizaremos como cumple a tan esclareci das golosinas, que fueron siempre tan gratas a los paladares de la chiquillera eldera. Esta tropa de chavales de la parte vieja del pueblo, que yo siem pre he definido como tal, y estuvo siempre en marcada entre las dos plazas y, haciendo una divisoria de Este a Oeste, calle de la Pursima y ca lle de Pierrad (hoy de Pedrito Rico). Al norte de es tas calles y las dos plazas, como digo, gentes 350 humildes en mayor cantidad que en la zona del Sur, por lo que los ataques a los tesoros de la huerta, que en mis tiempos infantiles eran inacabables, constituan un suplemento muy importante de caloras para los ms necesitados. Decan muchas madres a sus hijos: No comas esas porqueras que te van a estropear el estmago!. No, el estmago y otras partes de su organismo. Es muy posible que aliviaran la des nutricin de muchos de ellos, y slo Dios sabe cuntos se salvaran por la ingestin de almen dras verdes y las otras frutas que he citado an teriormente, muy abundantes por entonces en las huertas; slo haba que dejar atrs las calles de Elda y ya te encontrabas en cualquier sitio algo para comer. Quien dice almendras verdes en el mes de marzo, dice alcachofas antes de las almendras; el caso es que por fas o por nefas, siempre haba algo para rosigar. Hombre, yo recuerdo, viviendo en las calle de Pars (hoy de Roma), que un da sal a dar un garbeo al Sur de la calle, a la orilla del camino que iba hacia las Agualejas, y vi al to Nar ciso, dueo de una via de balens que haba al Sur de la calle citada y de una huerta de alcaci les a continuacin (que estara situada, mas o me nos, donde se encuentra en la actualidad la Pla za de Toros), que les estaba diciendo a unos chiquillos que pasaban por all que, como se es taba terminando la temporada, podan entrar y co ger los que quisieran. Esto que digo es autntico, lo que demues tra la abundancia que haba en nuestro valle de frutas y hortalizas en aquellos tiempos. Hasta unas hierbecillas que llambamos rampetas se criaban a la orilla del Vinalop, particularmente en el ro de Usola y los chiqui llos las deglutamos con gran satisfaccin. No crean, queridos lectores, que digo estas cosas como si los chiquillos de aquellos tiempos fueran los amos de la huerta, no:es que haba tan to en ella que daba para todo. Imagnense uste des cuando todo el valle estaba cultivado, desde la falda de La Torreta, donde comenzaban las vi as, hasta la Pea del Sol, y desde la linde con Pe trel hasta las Barrancs, bajando hasta el Puen te el Sambo, si haba tela para cortar. Frutas, cereales, hortalizas, olivares.. , en fin, qu les voy a contar; hasta en las faldas de Bateig, pasado el Reventn, todava se pueden ver las ribazadas monte arriba, como si fueran los jardines col gantes de Babilonia. All sembraban mayormen te cebada, de la que salan las ricas tortas, que tan bien nos saban en invierno, empapadas en aceite. Esto debi ser la Arcadia feliz en otros tiem pos, pero yo an pude ver en mis primeros aos la abundancia, que se notaba a simple vista. Hubo una especialidad, sobre todo en el valle, que eran mis queridas higueras: no haba perte nencia en la huerta, por pequea que fuese, que no tuviese su higuera en el cornijal del bancal o a la orilla de cualquier ribazo. As se ponan de mo raos queridos chulaines desde junio hasta sep tiembre, dejando slo la piel de estas ricas frutas. NSPOLAS, MEMBRILLOS Y PRUNAS BORDES!! (II) (Sinfona otoal de recuerdos infantiles de lo que fue el idlico Valle de Elda en otros tiempos) Y o confieso con algo de rubor que soy un poco reiterativo en hablar de las excelencias de Elda y su valle, pero qu queris, queridos tron cos y colegas todos de la vieja Idella As es la cosa en lo dicho de la abundancia y os har una sem blanza de carcter agrcola de nuestro val le. Conoc en mis tiempos infantiles a algunos exportadores de frutas muy importantes, lo que de nota la veracidad de lo que digo. Recuerdo espe cialmente a dos de ellos, ya que incluso fueron mis clientes al adquirir muchos das mis peridicos Heraldo de Madrid, El Sol y La Voz. Estoy hablando de Perico el chicho, que viva por los lados de la calle del Marqus, y de los Ma el cua drao, que tena su domicilio en el nmero 2 o el 4 de la calle Nueva Arriba, no recuerdo bien. Muchos de mis coterrneos se acordarn de ellos y ruego a sus descendientes que me discul pen si me tomo por anticipado la libertad de men tarlos con el sobrenombre con que eran conocidos ; lo hago con mucho respeto y cario, pues eran co nocidos de todos los elderos como lo escribo. Igualmente fue exportador y fuerte transpor tista el que durante varios aos fue mi mentor en triquiuelas y redichos del saber popular, mi to Gaspar el ciego, del que fui su vista y direccin por las calles de Elda, aunque, a veces, me parece que vea ms que yo, pues en una ocasin que te 351 namos que tomar la calle Pursima desde la Pla za de Abajo me encamin por la calle de Coln. Joseco! , dnde vamos Ests enjugasao, la ca lle de Coln la cogemos a la vuelta. Ah queda eso! Y era ciego total ! Mi to Gaspar, como digo, fue transportista con carro de alto bordo y cuatro o cinco semovientes. Sala de Elda cargado con frutas y otras cosas de rivadas del esparto, y llegaba hasta Albacete, re partiendo por los pueblos intermedios; luego vol va cargado con patatas, queso y lo que saliera; en uno de aquellos viajes, en que se haba llegado hasta Balazote por mercancas para el regreso, es cuando le ocurri la fatal desgracia de que le asaltaran unos desalmados y, aunque en la refriega llev la mejor parte, porque escabech a uno y el otro qued mal parado, tuvo un absceso en la vis ta y opt porque le eliminaran totalmente los r ganos visuales en plena juventud, pues tena slo 26 aos. Para terminar con el transporte, dir que mi to, en temporada baja de los frutales, carga ba en Elda trapos y alpargatas viejas, que traan aqu los hombrecicos que los recogan por los pue blos de los alrededores. Aqu haba algn mayorista de estas mercancas y al l cargaba mi to y tam bin lo haca en la ruta hacia Alcoy, donde estos productos los transformaban en mantas y otras mercancas y volva mi to a Elda con su carga para que los elderos se calentaran en invierno. Por qu cuento todo esto No s, es la his toria de nuestro pueblo y en verdad te digo, ami go lector, que si no hubiera esta especie de me moria escrita que es nuestro querido peridico, dentro de unos pocos aos, de la historia de Elda no quedara ms que el recuerdo de que haban hecho el tnel de la Torreta. Afortunadamente, otros antes escribieron tambin y hoy sabemos que en el siglo XVIII, Elda era un pueblo que viva de la agricultura y el esparto. Hoy no queda ni una cosa ni la otra. HNSPOLAS, MEMBRILLOS Y PRUNAS BORDES!! (III) (Sinfona otoal de recuerdos infantiles de lo que fue el idlico Valle de Elda en otros tiempos) E n das pasados me llam por telfono un cons picuo amiguete eldero y me pregunt as, de so petn, qu era eso de los duendes que me asaltan y las cerezas que se enredan ytodo ese barullo de tr minos egocntricos y sensoriales y que s yo, y me plante todo un sofisma de conceptos filosficos. Me limit a extractarle todo eso dicindole : Mira, paisano, t algunas veces has pensado o dicho a alguien Oh, qu idea ms morrocotuda se me ha ocurrido! Pues, bien, yo a las ideas las llamo duendes y les pongo un nombre, eso es todo. Luego seguimos hablando de muchas co sas de nuestro pueblo; y... a propsito de duendes, se introduce el nclito Picaporte, que es como sabis preboste del Negociado de Asuntos amor fos, despropsitos y similares y me espeta: Se 352 or de la Horteta: Hay un enunciado en su trabajo. Cmplalo y deje de marear a los lectores con sus delirios filosfico -seniles. Pues la verdad es que me ha dejado torrao mi duende; pues nada, a los membrillos y nspo las me voy. Hablbamos al principio de este trabajito de analizar cada una de las golosinas que su ponan para la chiquillera eldera las speras frutas citadas. En primer lugar ponemos los membrillos y nspolas. Esta especie vegetal, hbrido de mata o arbusto y rbol, exista en el centro de la huerta en multitud de bancales, con preferencia al lado o cerca de acequias, pues son especies muy da das a la humedad. Los dueos de tales frutas apenas se preo cupaban de ellas, ya que para poderlas comer tie nen que estar bien maduras, y mientras tanto eran pasto de los chiquillos. Tambin he dicho que eran poco comerciales, aunque en su tiempo hubo una vendedora espe cializada en ellas. Se trataba de la ta Felipa, una seora mayor que se colocaba delante del Ayuntamiento junto al puesto de la ta Beatriz, ver dadera reina del mesclao con gran variedad de ste y con la especialidad de habas hervidas, cuya calidad no la pudo borrar el genial Barrachina en sus mejores tiempos. La ta Felipa, como he dicho, tena su pues to junto a ella pero este puesto lo compona un gran capacho de esparto que se colocaba en tre las piernas y su especialidad eran esas ns polas, membrillos, panes de girasol (pipas) y d tiles sin madurar, por eso deca yo antes de fru tas aogaoras (esta palabreja eldera no s yo si necesita alguna hache). Luego venan las pru nas bordes (ciruelas) que con gran nfasis digo que eran la mejor fruta que han visto los come dores de este maltratado postre de todos los tiempos. Los que hayan comido alguna vez en su vida una pruna de stas, bien madurada con su agridulce sabor, saben bien de qu hablo, se juntan en ella todas las variedades de los ctri cos y todos los sabores de las mieles de las la boriosas abejas. Y ya veis, mis queridos coterrneos, las de nominbamos prunas bordes porque salieron de la tierra y crecieron sin plantarlas nadie, un mi lagro vegetal. HNSPOLAS, MEMBRILLOS Y PRUNAS BORDES!! (y IV) (Sinfona otoal de recuerdos infantiles de lo que fue el idlico Valle de Elda en otros tiempos) E s bien sabido por todos los agricultores y afi cionados a estas cosas de la tierra que todos los rboles frutales se pueden injertar, siempre que se trate de especies de hueso, por ejemplo, de un ciruelo a un albercoquero o un almendro, o en otra combinacin. Nunca uno de stos con un r bol de manzanas o peras. Pues bien: los astutos hombres del campo saben que quiz el rbol fru tal ms fuerte e inclume a las enfermedades naturales de los mismos ya los ataques de los mil bichos vivientes de las huertas es el ciruelo y, por esta razn, cuando quieren tener un buen al bercoquero o almendro procuran plantar un ciruelo y cuando est pimpollo o crecidito le cercenan el ramaje y le injertan la especie de rbol que desean. Y aqu viene el milagro vegetal citado. Como el rbol plantado lo hayan puesto cerca de una acequia o regaera acostumbrada al paso del agua, comienzan a desarrollarse en sus tramos subterrneos los vstagos o hijuelos que ms tarde sern las prunas bordes, es decir, que al ci ruelo le cortaron las ramas y le injertaron cosas extraas a l, pero l se venga dando vida a un tronco del que slo dejaron un feo mun. Luego vienen las almendras de la raza, otra de mis preferencias. De stos rboles haba pocos en la huerta, slo conoc dos o tres, y su fru ta, o las almendras, son muy ricas y se comen sin madurar, pues su piel es muy lisa y sin la pelusa propia de esta especie. En cuanto a los jnjoles, otro tanto de lo mis mo, tambin fueron muy escasos en el valle, pero fueron muy apreciados por la chavalera eldera. Y termino esta relacin con los lidones. De esta clase de rbol no vi nunca en el trmino de Elda, haba unos en Petrel, en la parte del Guir ney. Este rbol que cito, da unos frutos del tamao de los psoles o garbanzos pequeos y no tienen 353 ms que hueso y piel. El petrolanco dueo del r bol, cuando estaban maduros los lidones, haca guardia al pie del tronco las veinticuatro horas del da, pues la chiqui l lera, mayormente de Elda, acuda en masa por las municiones, ya que para eso servan solamente. Hacamos unos canutos de caa, una especie de cerbatanas, y luego, desde el gal l inero del Castelar, a soplar balines de l idn contra todo quisque, preferentemente, como es na tural, al patio de butacas, con gran algazara de la chusma del gallinero. Si digo que el petrolanco haca guardia en el rbol es porque cobraba corretaje para subir al mismo; si haba pocos cl ientes cobraba tres pe rricas y si haba muchos parroquianos, diez cn timos. Era muy considerado el hombrecico, es la verdad. A falta de terminar este trabajito, me asal ta una idea, mejor dicho, se presenta de nuevo el nefasto Picaporte y me suelta esta filpica: Seor de la Horteta, se habr quedado usted contento con este monumento literario que ha instrumentado. Lleva un otoo que no hay por donde cogerlo. Comenz con un Linsn que se subi a su ventana, sigui con una higuera for nea, continu con un caracol andariego y termi na con esta descripcin de unas frutas que no co noce ni come nadie. Ha hecho usted la Tetraloga de la Literatura Intrascendente. A buen seguro que cuando presente todo este material en la redac cin del peridico le dirn: vaya usted con Dios, hermano, y seguramente ir a parar al cajn de Trabajos de dudosa publicacin. He quedado anonadado y estupefacto con este duende malvado. Espero, no obstante, que, si esto se publica, haya algn eldero mayor al que le recuerde tiempos felices de su infancia y me re dima del bochorno de haberlo escrito, pues, al fin y al cabo, esto es lo nico que me importa al re cordar cosas de mi pueblo que, aunque muy mo destamente, hacen su historia. Saludos elderos. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (I) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) S queridos coterrneos. Qu derroche de luz, co Olor y todos los ditirambos que se quieran apl i car a un pueblo que cuando dice aqu estoy yo, se acaban todas las estrategias de bien hacer y las reservas de imaginacin que guarda Elda en su entraa de gentes alegres y festivas. Lo que se dice tirar la casa por la ventana. Claro que, cuan do toca trabajar, pues vuelven a meter la casa por la ventana y a entachar zapatos se ha dicho. Tengo para m que en este trabajito me sal drn algo ms que impresiones de las fiestas, pues el espectculo que vi este ao trae a mi memoria otros aniversarios, los que he ledo es tos das en las distintas revistas que se han pu blicado con motivo del 50 aniversario. Y, sobre 354 todo, uno que viv hace exactamente ochenta aos, en 1914, da 17 de enero, San Antn los huevos a montn, como cariosamente se deca en aquellos tiempos cuando se nombraba al San to anacoreta. Nunca supe por qu se deca eso de los huevos a montn, se conoce que en esas fe chas las gallinas eran ms di l igentes en poner huevos, no s. Recuerdo la fecha de hace 80 aos exacta mente, pues el ao 1914 fue el primero que yo es crib una carta; ya sabes, Elda a tantos de tan tos de 1914. Adems, en aquel ao se desat la primera guerra mundial y estaba en todas las conversaciones de las gentes. Y yo me estaba preparando a toda pastilla para acceder al car go de vendedor del Heraldo de Madrid con mi to Gaspar Gonzlez el ciego, pues a mi hermano Manolito lo haba fichado el seor Villar, padre de mi amigo Eloy Villar, para el cargo de aprendiz de cortador en la fbrica que este seor tena en los impares de la calle Nueva arriba. El da 17 de enero de 1914, sobre la media tarde, me encontraba yo en la calle de Los Clri gos, donde viva, entregado al sano deporte del juego de las bolicas. El juego se me daba bastante bien aquella tarde y ya tena mi bolsillo del babatel medio lleno de bolicas, con el evidente peligro de que se me esclatara, con la prdida de la ganancia y el ms evidente peligro de la paliza de mi ma dre por el deterioro del babatel. Entonces, son de pronto una voz estentrea desde un balcn: Florentino! Has odo esos tiros Esto se lo deca Pepico Monada (D. Jos Ber nab) a un amigo suyo que trabajaba a rueda con l, al tiempo que se retiraba el tirapi donde te na enganchado un zapato del 30 al 33, que es taba punteando. Eso son tiros de escopeta y son muchos! dijo Florentino Algo est pasando! Se trataba de uno de esos brotes de Moros y Cristinaos de que hablbamos antes. De dnde vienen los tiros Parece que suenan del Castillo dijo Pepi co Monada. No contest Florentino eso es por la pla zuela de San Antn. No sabes que hoy es su san to Claro, tienes razn. Eso es que la Mayordo ma de San Antn ya ha trado el carro de lea para encender esta noche la hoguera y estn tirando co hetes. Cohetes Carro de lea y hoguera No, hombre, no, si estamos en mircoles y eso es para el sbado. Vamos a acercarnos a ver qu pasa. Gran alboroto en el barrio. Gentes en alboro zada curiosidad bajando de la calle del Castillo y de La Pual (Ramon y Cajal), como asimismo de la del Estralazo y de las Virtudes, confluyendo to dos en la plazuela de San Antn. Cmo os dira yo que fui uno de los primeros en llegar al sitio del combate Sal corriendo en cuanto o las prime ras voces de rebato y all se qued el juego de bo licas, por el suelo, todo esparramao. Y antes de lle gar delante de la casa de Juanico (el matarife de entonces) se me esclat el bolsillo y hubo bolica que fue a parar al ro de Usola. Y el segundo com bate que presenci aquella tarde lo protagoniza mos mi madre y yo, ella con una alpargata en la mano y yo, corriendo por toda la casa, huyendo de la quema. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (II) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) Y dices que son las fiestas de Moros y Cristia nos, Mara Salud S, mujer, eso me ha dicho Pepico el de la tienda hace poco, pues ya sabes que es muy ledo. Y no ser que les estn tirando a los chu lanes, que hay muchos y todo son goteras porque rompen las rejas Esto se lo preguntaba una ve cina a otra, al tiempo que se arremangaba el de lantal para correr mejor. Es el caso que yo llegu de los primeros a la placeta y me coloqu estratgicamente en la es quina de la casa de la ta Genara, que daba a la plaza y a la calle de Independencia. Y qu es lo que vi En primer lugar, gran cantidad de gente que aflua por las calles antes citadas, las que 355 acabo de citar y La Tripa por el otro lado. Caras curiosas y ms bien temerosas en el gento, y ma dres llamando a sus hijos ante el estruendo de los disparos, y all, en el centro de la plazuela, cin co seores, cinco, con sendas escopetas de caza, consumiendo cartuchos a toda velocidad, situa dos en rolde y dndose nimos unos a otros. En tre disparo y disparo se poda escuchar de cuan do en cuando un Viva San Antn! y segua el estruendo de aquella batalla que casi nadie com prenda, y todos temerosos de que no se les es capara algn disparo y ocurriera alguna desgra cia. Pero no, no hubo novedad porque los cartuchos estaban cargados con plvora sola, segn dijo un seor que se acerc al sitio donde yo estaba; as que, de momento, los chulanes de la plaza y sus alrededores podan estar tranqui los, pues la cosa no iba con ellos, lo mismo que los palomos deportivos que estaban volando sus dueos en el Castillo, pero hubo alguno de ellos que fue a parar a La Sirm con gran enojo de su dueo. A ver si se anima el pueblo y vuelven las fiestas de Moros y Cristianos! le o decir al se or que haba hablado anteriormente, al tiempo que animaba a los escopeteros en aquel alardo. De qu conozco yo a este seor me preguntaba yo en mi corta edad. Claro, hombre, se trataba de un personaje muy conocido, ya que era funcionario del Ayuntamiento, encargado de pesar todas las mercancas los das de mercado en la Plaza de Arriba, los martes y sbados. Ves tido con su blusa negra y un peso de romana al hombro, estaba al tanto de cualquier mercanca que entraba en la plaza. En cuanto vea una sa rrieta de alcaciles o de cualquier otra cosa, se acercaba con su peso y un palo que tambin lle vaba. Meta el palo entre las dos asas de la sa rrieta, la haca levantar entre dos hombres, ma nejaba la romana y, despus de cobrar lo que mandaban los impuestos municipales, se iba en busca de otro posible cliente. Si mi memoria no me es infiel, tengo la vaga idea de que ese seor era hermano del Primer le gn, conocido terrateniente que viva en los pa res de la calle Estralazo (hoy Espoz y Mina), al que nombro como le decamos todo el pueblo y con to dos los respectos, pues nunca me lleg su nom bre. Volviendo a los seores que descargaban sus escopetas delante de lo que fue la ermita de San Antn, en la plazuela de su nombre, recuerdo que los de las escopetas y algunos ms que les acom paaban, eran todos ellos gentes principales y la mento decir que no conoca a ninguno. Ni ahora, en la concatenacin de la infancia a la vejez, pa sando por la adolescencia y persona mayor que por todas las etapas he pasado, gracias a Dios pude retener a persona alguna; si acaso, y sin es tar muy seguro, me son aquel da un tal don Rafael Anaya, to de Pepita Anaya, colaboradora de Valle de Elda. Si cito a este seor es porque, poco tiempo despus de aquel acontecimiento de un alardo con escopetas de ir a matar perdices con perdigote, tuve ocasin de verle muchas veces, ya que viva en el nmero uno de la calle Andrs Amado, es quina en diagonal del horno del Pandorgo, y por all pasaba yo todos los das con mis peridicos. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (III) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) M e hubiese gustado mucho poder sacar del ol vido a todos aquellos esforzados mantenedo res de la tradicin festera, para que vieran los de 356 hoy que no son slo el 50. aniversario y los re cuerdos del siglo pasado los aldabones de la Fies ta de Moros y Cristianos en la actualidad; que Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZLEZ DE LA HORIETA hubo otros aniversarios, aunque en plan de ten tativa, como el que yo presenci el 17 de enero de 1914 y algn ao ms que no he podido retener. Y para que esto no parezca broma testera, digo que lo relatado es tan verdad como las dos torres que tiene el arciprestal de Santa Ana, cuando en el ao 1936 slo tuvo una. La otra tena el basamento, pero se conoce que no les llegaron los dineros a los elderos que la hicieron y se qued coja de torres. Para terminar con estas crnicas rancias de nuestras fiestas de San Antn har otra abrevia da, como abreviadas eran stas. Por aquellos aos, la mayordoma de San An tn me parece que tena pocos problemas de teso rera para confeccionar el presupuesto de fiestas. Media docena de pollos, un carro de lea y la charamita de Petrel: en total unos cientos de pe setas en dineros de entonces. El carro de lea lo traan de Camara, donde el casero, muy eldero l, es posible que se sintie ra honrado con que se llevasen la lea para San Antn, como casi todos los aos, y les hiciese una rebaja casi total. Seis hermosos pollos de corral de la recove ra de la calle del Estralazo, a dos duros, vayan su mando. Y el captulo de ms volumen, la chara mita de Petrel, cuarenta duros los dos das. Otros: los diez duros que le entregaban al ganador de la carrera de caballos del domingo por la tarde en la cuesta de Santa Brbara, desde el cementerio viejo hasta el alto del Hospital, y pare usted de contar. Poda haber alguna picotilla ms extra, como es la gazpach que se espolsaban los mayordo mos actuantes en Camara y algunos reales para unos mnimos programas de fiestas y una cuer da para la cucaa de la Plaza de Abajo, donde, desde el balcn de la ferretera de Juan el de Pe dro (Juan Guarinos) hasta el balcn de los Faco rros, se tenda la cuerda con un pollo atado en su centro. los mozos, dando saltos para cogerle, y los de la cuerda, tensndola para que no lo hicieran. El pollo, dando aletazos, vivo, hasta que los de los balcones, cansados de bajar y subir la cuerda, aflojaban sta y algn energmeno se haca con el pobre animal. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (IV) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) A continuacin, distinguidas seoritas de la so ciedad eldera, nos regalaban con unos bailes regionales y luego a las carreras de Santa Brbara. Pedestres y de caballos, donde casi siempre ga naban los mismos: el Chato, el tamborero del Monte Calvario o Pepito el Cachiporro de la calle Virtudes y adyacentes; dependa de la cantidad de cofrades que reuna cada uno en el momento de la llegada a la meta. Cuando salan de abajo, del cementerio antiguo, todo iba bien hasta el Mani comio, pero a partir de all las huestes de Clau dio Zapata, el Buzo, y sobre todo los temibles Mosenes, la hacan la llegada casi imposible a Cachiporro; pero si ste estaba acompaado aquel da por la plana mayor de la parte vieja, con los Crevillentes al frente y la ayuda de los Monchos de debajo de San Antn, la cosa ya te na otro pelo y la lucha por conseguir all arriba el pollo del premio al mejor se converta en pica y los mayordomos encargados de dar el premio se vean negros para acertar el ganador, siempre se lo daban al representante del grupo que ms em pujones haba dado al contrario. En cuanto a la carrera de caballos, esto eran tortas y pan pringar), siempre ganaba el pescatero de Santa Pola, un elemento que vena 357 muchos das desde dicho pueblo trayendo el pes cado a Elda con un carrico hbrido de tartana y carro, pero muy l igero, con un caballejo de mu cha alzada y corretn. Su adversario era todos los aos un tal Perico, con un caballito de media alzada y muy nervioso, pero claro, cuando llega ban a la altura del Manicomio ya le sacaba lo me nos seis cuerpos el de Santa Pola. Total, los du ros para el pescatero y para Perico un pollo, como estaba mandao. Y esto eran todas las fiestas de San Antn que habis ledo en esta aeja crnica, a las que hay que aadir, por omisin, la llegada al atardecer del carro de la lea, descargando la mitad en la calle delante de la Placeta de San Antn y la otra mitad en la Plaza de Abajo, lugares donde se en cendan el sbado por la noche. La de la Plaza del Ayuntamiento tena ms vistosidad, pues all se reuna un gento ms co medido y se consuma hasta el final, pero la de la Placeta de San Antn, en cuanto la Comisin de ma yordomos se marchaba con la charamita al frente hacia la Plaza de Abajo para terminar el encendi do de sta, vena el arrepalle de la primera, pues los vecinos menos pudientes, debido al intenso fro de la fecha, atacaban la hoguera con calderos y otros adminculos resistentes al fuego, con lo que desa pareca la hoguera en un decir Jess y as muchos hogares menesterosos tenan aquella noche de San Antn un calor extra en sus casas. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (V) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) D espus de escribir estos recuerdos de aquella antigua fiesta, caigo en la cuenta de que qui z me haya excedido un tanto en cuanto a la si tuacin presupuestaria de la Mayordoma, pero, en sntesis, es lo mismo, peseta arriba peseta aba jo, y no creis que era cosa balad sacar dinero para las fiestas pidiendo todos los mayordomos pesetas, reales y hasta calderilla por los escasos comercios que entonces tena la ciudad. Vaya un recuerdo para aquellos esforzados elderos que, a trancas y barrancas, sacaban adelante todos los aos nuestra fiesta de San Antn, de los huevos a montn. Hace muchas cuartillas que deba centrarme en lo presenciado el 19 de junio en las fiestas de mi pueblo, que ese era el motivo de este trabaji to, pero, qu quieres, Timoteo, mis duendes no me dejan y tienen mucha razn. Debo mencionar algo que ha sido el aglutinante de la hermosura que hoy son las fiestas de Moros y Cristianos de Elda y, cmo no, aprovechar la cosa para mencionar un 358 recuerdo ms de nuestro querido y viejo Elda. El moderno grito de guerra que pensaba ex clamar al comienzo de mi trabajo, sobre lo visto el citado da 19 de junio, deber esperar y lo co loco a continuacin, para que no se me olvide, y que cada lector lo coloque donde guste y que dice as: Queridos troncos, colegas! Que me mola mucho esta movida y tiene mucha marcha! Esta exclamacin, salida de un ciudadano nacido en la primera decena del siglo, suena un poco dura, como las habas cerrs, pero qu que ris, yo pienso, con permiso del Altsimo, llegar al centenario de la primera vez que presenci un atisbo de nuestras fiestas, all por el ao 1914, y por lo tanto, me siento joven, aunque aqu, en tre nosotros, tengo la leve sospecha de que estoy pidiendo demasiado. Pero yo, como deca el to de la calle de la Comadre (al que llambamos el Sabio) a sus hijos, cuando pedan algo: Pedir, pedir, que ya llegar el to Paco con la rebaja!. Pero bueno, por pedir, que no quede, yo con llegar a este centenario mato dos pjaros de un tiro, con perdn de mis congneres, asisto al centenario de aquella efemrides de los escopeteros cazando el perdigote en la Plazuela de San Antn, y, lo ms importante para m, disfruto de la venida de nues tros Santos Patronos en su cuarto centenario y que do contento, porque el tercero, de 1904, se me es cap por los pelos. Un poco dificilillo lo veo, pero todo queda en manos de Dios. El cnclave de mis duendes sensoriales se ha reunido, alarmado por mis anteriores deseos de lle gar al centenario de la venida de nuestros Santos Patronos, que sera el cuarto, en el ao 2004, tan cercano y an ms importante que el centenario del brote de la fiesta de Moros y Cristianos, all en el ao 2014 del venidero siglo que protago nizaron cinco escopeteros afanosos en quemar plvora en honor de San Antn. Ya en la lectura del nico punto del orden del da, que trataba de mi buen humor al desear ta les cotas de longevidad, hubo grandes risas y adems mi contumaz enemigo Rabogato pre sent una mocin a la mesa para que se me de clarara estar como una regadera, cuya mocin fue aprobada por aclamacin, pero mi fiel Canta geso meti un interdicto en mi defensa y dijo: LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (VI) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) E n la meseta boliviana, en plenos Andes, hubo un montas que vivi 149 aos, alimentndose a base de hojas de coca. Por qu el Sr. de la Horteta no puede lograr sus deseos, no teniendo que llegar tan lejos y, adems, teniendo sus neuronas tan frescas como las tiene En la ac tualidad lo vemos un poco despistadillo, eso es verdad, pero por qu no ha de poder si le ayu damos un poco Contest airado Rabogato: Sr. Cantageso: es usted un duende ca taplasma y aduln, porque tiene que saber que a esa edad es casi imposible llegar ni masticando hojas de coca. Adems, que por aqu no existen esas plantas, y tena que ser a base de masticar hojas de lechuga, lo que no me parece muy trans misor de energa, por lo cual al Sr. de la Horteta le quedan dos corts de pelo; menos mal que ahora se llevan los pelos largos y esto le da un margen muy aceptable para cascarla, pues con no cortarse el pelo va que se funde. T lo que tienes que hacer es afanarte en tu negociado de ideas conexas y analgicas y pro curar que el seor de la Horteta termine de una vez estos Moros y Cristianos, que parecen la Guerra de los Treinta Aos. Bueno y ahora digo yo: despus de la calu rosa defensa de mi fiel Cantageso, no creo ne cesario decir a mis astutos lectores que todo este rifirrafe de los aos, centenarios y dems mon sergas de la edad, son elucubraciones propias de los calores del verano, en cuya poca estoy escri biendo este trabajo. Por lo dems, ser lo que Dios quiera, y no hay ms cera que la que arde. Mi dilecto lenaro Vera Navarro, bastin que fue durante muchos aos en la defensa de las Fiestas, nos obsequia en la bonita revista Moros Marroques, que ha editado la citada comparsa, con un trabajito que se titula Feliz Cumpleaos. Este avispado, verstil y polifactico entusiasta festero, me ha hecho gozar una vez ms de su ina gotable vena de humor fino y de buena ley. Voy a comentar la impresin que le produjo en el ao 1946 el polvo de las calles elderas, que l cita en su trabajo, y eso, querido amigo, que cuando t naciste ya le haban echado medias 359 suelas a la calle de Coln en el tramo Placeta de Santa Ana a la calle Nueva Arriba. El tramo res tante de la esquina de las Novelderas hasta la ci tada placita, siempre lo vi muy apaadito. Pero no es al polvo a lo que me voy a referir, sino al agua. Los elderos de hoy no pueden ni imaginarse lo que era la calle de Coln cuando llova. Uno que daba amerao por completo y el decir amerao quiere decir que quedaba como sopa solamente al recorrer el trayecto citado. No haba manera de li brarse de la ducha general, pues si ibas por el cen tro de la calle ya sabes, agua a manta, y si se te ocurra arrimarte a la pared para librarte del cha parrn, peor, pues las aguas de los tejados te bautizaban veinte veces por metro que caminases, ya que en aquellas felices calendas todava no se haban inventado en Elda los canalones de zinc para recoger el agua que vertan los tejados. Pues bien, un buen da no recuerdo exac tamente si el Alcalde era don Jos Cataln o don Francisco Alonso se conoce que debi agarrar una buena mojadura al ir al Ayuntamiento y dijo: Esto se ha acabao!. Y apareci un enrgico bando de la primera autoridad local, ordenando la colocacin inmediata de canalones en todas las calles y casas del pueblo. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (VII) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) E fectivamente, yo asist en mis infantiles aos a la colocacin de tales artefactos modernos, cumplindose a rajatabla la orden del seor Alcalde, con lo cual ya podas caminar por la calle de Co ln o cualquier otra arrimndote a la pared, pues el agua de los tejados discurra por el tubo corres pondiente a su drenaje natural, que era la calle, bien rebozada. Eso s, de un barro bien triturado por el paso de los felices elderos, que ya no tenan que su frir las inclementes goteras de los tejados. De toda esta modernidad eldera quedaron contentos y felices todos los habitantes de Elda, pero hubo uno que se puso las botas: el seor Yago, que tena la hojalatera en la calle de Coln, semiesquina a la callecica de la Iglesia y frente al caf del Cen tro. Se hinch el hombre a colocar canalones por todo el pueblo y nunca su establecimiento se vio tan concurrido de clientes. Ya ves, amigo Jenaro, que aquel lo del polvo ha quedado en eso que se dice de que aquellos pol vos trajeron estos lodos. Me pregunto, a estas alturas de la narracin, qu tendr que ver esta parafernalia del polvo y las 360 goteras con las fiestas de Moros y Cristianos. Pues la verdad es que no lo s. Bueno, como no sea mi contumaz deseo de sacar a la luz del presente los hitos ms representativos de nuestra historia pa sada. Es, guardando las distancias debidas, como cuando hicieron el tnel por La Torreta, o cuando tra jeron las Aguas del Canto a la Fuente de los cho rros o hicieron el alcantarillado de la ciudad. El he cho de colocar canalones en las casas, para que los probos elderos no sufrieran el tormento de las go teras, es eso, un hito ms en el devenir de Elda con sus hechos y vivencias naturales. Y ya es dada la hora de terminar el trabajo por donde lo empec, por los Moros y Cristianos de mi pueblo. El domingo 19 de junio del pasado ao llegu a mi pueblo para admirar sus famosas Fiestas, apo yado en mis incondicionales La pjara pinta y El verde limn, que por ensima vez repito se trata de dos bastones que me ayudan a levantar el vue lo, aunque en trechos ms bien cortos. Como siempre cuando rindo visita a Elda, me conduce mi sobrino Jos Manuel Hernndez Jover a visitar los ltimos adelantos que haya habido en la ciudad. Este ao le toc en primer lugar la visita al Castillo, tan conocido por m, pues es taba al tanto de su reconstruccin y adecenta miento. Este primer deseo mo no se pudo cum plir, ya que estaba cerrado a cal y canto y ni mis buenas maas de voltil viejo me permitieron el acceso al recinto. Yo, que nac casi en sus ci mientos, tuve que escuchar a mi sobrino que ha ba que pedir la llave a no s quin; vamos, como si de empezar una corrida de toros se tratase. Me nos mal que ya estaba al tanto de sus detalles de mejora por las innumerables crnicas, con fotos incluidas, que han ido apareciendo en este se manario. Sobrino! Depostame delante de la expla nada que tiene la ermita de San Antn y desde all creo que podr ver algo. LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (VIII) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) E fectiva mente, desde este sitio pude ver la par te oeste del castillo, con su ladera verde y el torren restaurado, como as mismo la puerta de entrada al recinto. En cuanto a la visin de estos dos detalles y haciendo uso de la l ibertad de expresin que reza en nuestra Constitucin, debo decir y me per donen los autores de tal reconstruccin que es un canto a la vulgaridad y a la falta de Imagina cin. Me explico: En cuanto a la puerta, ya he dicho en algu na ocasin que su forma y relieves se parecen ms bien al imn que tena Pepico Monada para re coger los chinches que se le caan al suelo cuan do estaba entachando la tarea y me parece que no viste mucho la entrada de un castillo que fue ms bien un alczar. No podan haber hecho all una entrada de medio punto, de piedra labrada, a tono con la de la torre En la torre, ms bien torren, aqu tenan que haber echado el resto de conjugar la silue ta de tal defensa del castillo con el antiguo m todo de edificar tales defensas, es decir, con unas airosas almenas que le hubiesen dado al torren la linda visin que dan estas edificacio nes. Es lstima, pues a mi entender ha queda do un poco triste el desmochado torren, sin al menas donde asomarse los bravos defensores de S 9F la fortaleza para otear el valle. Por lo dems, nada que decir. Felicitaciones fervientes a cuantos se hayan preocupado de adecentar el recinto, que yo conoc siempre lleno de inmundicias, y que tenga feliz continuacin su reconstruccin total si es posible algn da, para bien y ornato de nuestro pueblo. Satisfecho mi deseo de visitar la ciudad yen torno, llegu a casa de mi hermana Lidya, don de me llev una morrocotuda sorpresa; aquello, en vez de casa de vecinos, era un campamento de moros y cristianos. Todos mis sobrinos nietos que habitan all en las tres plantas, tres de mi so brina Lidya y dos de mi sobrina Paquita, todos ellos enfundados en sus uniformes de Moros Ma rroques y Estudiantes. Adems, sus respectivas mams tambin les echaban una mano, pues eran, o haban sido, comparsistas en alguna ocasin. Total, que el pueblo puede estar tranquilo con el futuro de la Fiesta, pues nada ms con la Iloc que me encontr all hay Moros y Cris tianos para rato. Los tres de mi sobrina Lidya Pedro, Jos Javier y Roberto Santa Hernndez los dos pri meros Moros y el tercero Estudiante, como asi mismo los dos de mi sobrina Paquita Antonio y Esther Muoz ya estaban en traje de faena cuan do yo llegu (de Estudiantes, como digo). 361 LOS MOROS Y CRISTIANOS DE MI PUEBLO! MADRE, QU DERROCHE!! (y IX) (Impresiones de la fiesta en su 50 aniversario) M e caus gran alegra aquel ambiente de fies Rita, pero ms se acrecent esta alegra al ver a mis sobrinos nietos Pedro y Jos Javier vestidos de Moros Marroques, pues sta ha sido mi com parsa desde aquel los lejanos das de 1947 1948, cuando visit mi pueblo desde San Sebas tin, donde resida, para conocer la Fiesta y me en contr a mis viejos amigos El Sastre, El Chi mo y El Toto, es decir, don Jos Vidal, don Joaqun Vera y Joaqun Amat, metidos de lleno en la morisma marroqu. As que ver a estos dos chavales con el pantaln rojo de la comparsa fue para m un motivo de gran emocin, pues recor d en el acto a dos de mis amigos ya idos con Dios, El Sastre y El Toto, q.e.p.d. De los paps de los cros no digo nada, pues parece que, de momento se limitan a aportar los fondos necesarios para vestir a la prole y pasarlo en grande viendo a sus hijos ilusionados con la fiesta; a lo mejor, algn da se animan y se meten de comparsistas tambin, con lo cual ser verdad aquello de All es comparsista hasta la abuela. Pobre de mi hermana, slo le faltaba eso! Les dije a los dos moros de la casa que es taban muy apuestos con su vestimenta, y el ma yor de ellos me contest que esos eran los trajes de faena: Ya vers, to Jos, a la tarde, cuando nos pongamos el traje de desfilar, como te gusta ms. Efectivamente, al caer la tarde, entraron para que les viera y parecan Emires de los Sul tanatos orientales. Los otros sobrinos -nietos tam bin l levaban los trajes de Estudiante, que aun que ms austeros, iban al completo de ringorrangos y adornos requeridos por la vesti menta. Pero el boato y prestancia suntuaria de los Moros era el no va ms. De ah mi exclamacin en el enunciado de Madre, qu derroche!. 362 Me confirm tal exclamacin el desfile de comparsistas que vi en la Gran Avenida cuando acudan al sitio donde comienzan los desfiles, todos ellos al completo en sus vestimentas: im posible imaginar tal suntuosidad. Me permit el lujo de gastarle una broma a un moro que pasaba, dicindole: Cuntas tareas de pares de suela vuelta te ha costado ese traje, muchacho. Se me qued mirando y me contes t: Abuelo! , de qu me habla usted. No tuve ms remedio que decirle: Perdona, hijo, que me voy por los cerros de theda. Presenci en la tele un ratito el desfile de los Marroques, que encabezaban la gran para da, y qued atnito del lujo oriental de sus hues tes y del orden aguerrido de sus componentes. Aquella escuadra de damas bel lsimas, ha ciendo arabescos en sus giros, con unos vapo rosos vestidos que se convertan en abanicos de seda oh hures del Paraso! Qu belleza en la Fiesta. Hara falta la pluma de un gran rapso da para describir tales delicias femeninas y la fastuosidad y empaque de los desfiles. Bien por mi pueblo! Si vieran ahora el espectculo tan bello de los Moros y Cristianos de Elda aquellos escopeteros de hace ochenta aos que yo vi, podran decir con orgullo: No fue en vano rememorar el culto a la fiesta del glorioso San Antn. S, de aquel bendito anacoreta, patrn de tanta belleza como se ve estos das, aquel del que en mi lejana in fancia decamos con ingenuo respeto: San An tn, los huevos a montn!. Con el imborrable recuerdo de aquel 19 de ju nio de 1994 y con el deseo de mayor superacin en la Fiesta si cabe, les enva calurosos saludos elderos. UNA HIGUERA FORNEA EN EL CAMPO ALTO! (I) (De la serie Recuerdos del da de la Virgen - Adagio cantabile en tiempos allegretto piu forte que piano) E sta especie de camelo italiano nada tiene que ver con una higuera, sea fornea o criolla, como es harto fcil de ver; no obstante, este hu milde escribidor de historietas lo coloca de entrada para que el paciente lector se acomode a la no f cil comprensin de lo que se puede escribir sobre una higuera. Con los mtodos modernos para comprobar los niveles de audiencia, yen este caso la canti dad de lectores que puede tener semejante tema, me agradara saberlo de antemano para, si no hay ninguno pues no escribirlo; pero, como no lo s, me arriesgo a ello, aunque en la Redaccin del pe ridico puedan pensar que el seor de la Norte ta ha debido agotar los temas humanos y ahora se nos va por los rboles. Pues no hay tal: esto es una consecuencia entre las muchas que viv este ao el da de la Virgen en mi pueblo. Lean y vern, que lo mismo que ahora escribo sobre una higuera pudiera hacerlo sobre la cada del bada jo de una campana que me contaron cay sobre la gente un da delante de la iglesia y no pas nada gracias a Dios. As que otro da escribir algo so bre tal badajo, pues ahora me gusta ms el tema de la higuera, que es ms prosaico aunque ms alimenticio. Todos los aos, por las Fiestas Mayores, me suele traer a Elda mi sobrino Jos Manuel y al caer la tarde le toca el turno a otro de mis sobrinos, bien sea Pedro Santa o Antonio Muoz, de reintegrar me a mi nido en Alicante. Siempre emprendemos el viaje ms bien temprano, para que yo pueda re correr mi querido pueblo, cerciorarme de las no vedades que se han producido en el mismo y te ner tiempo de asistir a la Misa Mayor en Santa Ana, visitando a mis queridos Patronos. Por causa de no s qu trabajos extraordi narios, este ao se trastoc el orden que traamos en los viajes y as vino a recogerme mi sobrino Pe dro. De este trueque de mis simpticos sobrinos conductores, ha salido precisamente la idea y el tema de este trabajito, como se ver en su mo mento y orden de la narracin. Mi llegada a Elda este ao fue, como siem pre, un tanto abstrado por el cambio constante de planos visuales, que los que viven aqu apenas notan. Destacar entre las novedades ltimas una Plaza Mayor como las hay en Castilla y en Nor te de Espaa. Buena metamorfosis la de aquel rin cn de la ciudad, y esperemos que dicho enclave eldero sea de verdad un sitio grato y de apacible vivir. To Jos! Qu desea visitar ahora. De momento, sobrino, nclame delante de Santa Ana para visitar a los Patronos y que al mirar a la Vir gen de la Salud me diga como siempre: Jose co, ya ests aqu otra vez!. Luego, ya veremos. Este ao no tengo muchas ganas de zascandile ar por el pueblo. Despus de la Misa, como siempre, en la iglesia y alrededores, saludos a conocidos, aun que con tristeza oculta noto que cada vez son menos las caras que veo de la parte vieja. Es la ley de la vida, vamos desapareciendo al comps de la desaparicin del barrio. Lo malo del asun to es que el barrio tiene arreglo, pues con echar le pisos y encimeras nuevas, queda listo para llevarlo de nuevo al taller. Pero los carrozas como un servidor ya no aguantan unas medias suelas (y perdonen el smil zapatero). Mi sobrino Pedro tiene buenos golpes, pues a la salida de Santa Ana me ha dicho: To Jos, quiere ahora que vayamos a alguna discoteca, o dnde quiere que le lleve. La verdad es que aquel da no me encontra ba yo muy pimpante para ir a bailar. Tengo hace bastante tiempo el deseo de hacer dos visitas y tampoco el da de la Virgen las pude realizar: vi . Hiel , 472. rdk.INfrA EN EL IMPO Ai. C , 363 sitar el Museo del Calzado y el Castillo. Es obvio que ese da el Museo estara cerrado, yen cuan to al Castillo, pues como decan en la embajada de las fiestas de Moros y Cristianos de Petrel, las puertas de Petrel estn cerradas!. As es tn las puertas del castillo de Elda para m: lo he intentado en dos ocasiones y me he quedado con las plumas en la reja. .UNA HIGUERA FORNEA EN EL CAMPO ALTO! (II) (De la serie (Recuerdos del da de la Virgen - Adagio cantabile en tiempos allegretto piu forte que piano) Vdecs sobrino, que si bamos a una dis coteca. Claro to, eso puede ser bueno para abrir el apetito y engullir ms a gus to las fasiuras. Verdad. Hombre, eso est bien, llvame al Polistilo y all nos damos unos bailongos, te parece. Bueno, vamos, pero el Polistilo es una discoteca o una tienda de p jaros. Ah, perdona sobrino, se me ha ido el santo al cielo! Eso era un saln de baile que hubo cuando t no habas nacido todava. Vamos don de quieras. Aqu, en esta un tanto estrafalaria conver sacin, terci mi sobrina Lidia para decir con gran sabidura: To, siempre le he odo decir que le gustaban mucho los higos y las brevas. Por qu no vamos a nuestro campo y cogemos higos Para centrar bien en la prosodia del relato lo que viene a continuacin, le dir a mis queridos co terrneos que esta pareja de sobrinos tienen una fin quita por el Campo Alto y all se encuentra la higuera fornea que es la protagonista de esta historieta. Efectivamente, en aquel mismo momento, surgi la feliz idea de mi sobrino para completar aquella maana del da de la Virgen y poder yo hol garme visitando vericuetos tan queridos y llenos de nostlgicos recuerdos. Avante, sobrino! Pon la proa hacia el Cam po Alto y visitemos esa higuera que deca que te nis y nos pongamos al alcance de los higos y las brevas que atesora entre sus ramas. Perdone to Jos, pero brevas no vamos a po der encontrar, pues stas no existen ahora, por 364 que es bien sabido que las brevas se acabaron en el mes de julio y usted perdone, pero as es. Ade ms, la higuera de nuestro campo no produce brevas, slo higos. Perdona hijo, no s en qu estara yo pensando. Ya s que este fruto en es tas fechas ya no existe. Y dices que no produce brevas esa higuera Efectivamente, no las pro duce. Esa fue la gran desilusin de mi querido sue gro y cuado suyo, que en paz descanse: compr ese rbol a unos chamarileros que venan al Mer cado y lo plant con todo cuidado y mimo, espe rando las primeras brevas y stas no llegaron nunca, para desesperacin de su cuado Pepe. Slo higos!. No ser que la planta no es todava adulta y vendrn ms tarde Hombre, te digo esto por que en una ocasin o contar en mi barrio que el to Antn Madruga plant una higuera en su fin ca y los primeros aos slo daba higos, hasta que tuvo una altura de dos metros. Bueno, no me hagas mucho caso, porque aquello me pareci un poco raro. Pues en este caso, querido to, mi hi guera debe padecer de infantilismo, pues llevo mu chos aos cogiendo higos de ella y, adems, su bido a una escalera; as que como no d brevas cuando sea abuela, ya me contar usted. Adems, ya ver, cuando lleguemos, si la higuera est en la infancia o si ya est en edad de merecer. Eso que me dices, sobrino, me hace pensar que se trata de una higuera monoprolfica, as como la mayora de las que existen en el valle son biprolficas. (No s si la Real Academia de la Len Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA gua admitir estos trminos; por si acaso, ah que dan). Por estos pagos hay bastantes de las pri meras, como son las verdales y las de sanguilie bre. stas son de una clase excepcional y los pjaros hacen cola para picarlos (los higos, cla ro) en cuanto se ponen maduros. Es de una de es tas clases la que t tienes en tu finca. Pues no s qu decirle; los higos verdales los conozco porque un vecino mo tiene una higuera de esta clase. Adems los higos son verdes, como indica su nombre; pero los higos de mi higuera son un poco tirando a marrn; en cuanto a esos san guinos qu no tengo ni idea si son higos o to mates de rbol: Sanguiliebre, sobrino, sanguiliebre. Y para que ests bien enterado, te dir que se trata de un rbol de poca alzada y sus frutos son de color os curo y de cuello muy largo. No son muchas las hi gueras de esta clase que haba en la huerta cuan do yo era chiquillo; precisamente a orillas de una acequia, cerca de la Casa El Asi, hubo una de las mayores que yo vi nunca. UNA HIGUERA FORNEA EN EL CAMPO ALTO! (y III) (De la serie Recuerdos del da de la Virgen - Adagio cantabile en tiempos allegretto piu forte que piano) . Vdices que no son tus higos de ninguna I de estas dos clases y que, adems, son de tono marrn Pues mira, yo en mis tiempos j venes les tena tomada la media filiacin a todos los rboles frutales del valle de Elda, incluidos los secanos adyacentes, as que esta higuera es fo rnea!, es decir, que no es comn por estos pa gos. Pero, to Jos, a ver si mi higuera se ha co lado de matute en la huerta de Elda. No, querido sobrino, tu higuera debe ser oriunda de Fraga. ste es un importante pueblo de la provincia de Hues ca. Son higos muy solicitados y cuando yo era jo ven los comamos en forma de pan de higo que decamos, una especie de toditas prensadas recubiertas con harina y de tamao algo mayor que las hamburguesas de ahora, pero en higos. Yo pas algunas veces por este pueblo, cuando resida en Donosti, pues est en la carretera de Barcelo na, y siempre me llam la atencin la cantidad de higueras que haba en los alrededores de Fraga. Ms tarde me enter de que una de las riquezas del citado pueblo era la manufactura de pan de higos. Hay que ver lo que daban de s aquellos r boles, un tanto chaparros, produciendo unos hi gos tan deliciosos. A la ta Beatriz, que tena su puesto al lado de la ta Felipa y enfrente del Ayun tamiento, yo se los compraba cuando era muy chiquitito. Los elderos vetustos se acordarn de lo que digo. La ta Beatriz, como deca, era la que nos suministraba el famoso pan de higo que los chi quillos rellenbamos con almendras y para qu les voy a contar: ambrosa pura. Y para terminar, sobrino, con este intere sante tema de los higos, dime una cosa: Los hi gos de tu higuera son de cuello corto, largo o son rechonchos, parecidos al fruto de los perales Ah me coge usted fuera de juego, to Jos. Ahora no recuerdo si son de cuello de cisne o de cuello de botella. Pero como ya llegamos a la fin ca, enseguida podr usted verificar todos esos de talles. Efectivamente, llegamos en el inte y all, en un cornijal del bancal, pude ver que se trataba de un rbol ms bien chaparro, a diferencia de las hi gueras comunes en la huerta de Elda, que son ai rosas y ms altas; por lo tanto, repito: se trata de una higuera fornea, aunque, eso s, los higos que aquel da com, y de los que una buena provisin se vino conmigo a Alicante, se pueden catalogar entre los mejores. Creo que llevo ms de veinte aos emborro nando cuartillas con historietas, sucedidos y epi UNA HIGUERA FORNEA EN EL CAMPO ALTO! 365 sodios de personajes elderos. Nunca, nunca, se me ocurri meter un chiste en mis humildes trabajos li terarios. Pues bien, en ste se me ha ocurrido con tar uno que le o a un amigo en San Sebastin cuando yo resida por aquellos pagos. Me he resis tido mucho a meterlo de botijuela en esta especie de homenaje a las higueras de nuestro valle y, aun que se trata de un chiste un poco cruel de un per sonaje, puede ser el castigo a mi osada de aven turarme en el balad tema de escribir sobre higos. Un chaval regresa del colegio a su casa muy contento y le dice a su progenitor: Pap, pap, escucha qu frase ms bonita se me ha ocurrido hoy en el cole: Yo como pan e higos... Qu te parece, papi. El padre se queda mirando a su hijo y le contesta: Me parece, hijo, que t eres ton to e idiota. Colofn y comentario final: todos los aos suelo ir a las Fiestas Mayores de Elda y hasta este ao siempre he sacado de mi visita algn tema acorde con el recuerdo de mi vida y cono cimiento desde mi juventud de tantas cosas de mi pueblo y sus gentes que con tanta nostalgia evoco. Este ao no s si se me cruzaron los cables o si mis duendes me abandonaron; la cosa es que fui a parar de hoz y coz a la sombra de una higuera. No s cmo andar el nivel de audiencia en mis lectores, aunque me temo que ms bien est bajo. No obstante, yo me he divertido un montn narrando el tema. Espero, queridos cote rrneos, que ustedes me disculpen si se han em pachado de higos. Saludos elderos. UN CARACOL SERRANO ANDARIEGO Y JUGUETN (I) (Pequea historia de un invertebrado, ms propio de ser oriundo de las planicies de la meseta de Bateig o del sitio que los antiguos llamaron la Rellana de La Lobera, parte izquierda de La Torreta, que de/paraje conocido como las Lomas de Juan XXIII, que es donde tengo la residencia aqu en Alicante y que apareci un buen da pegado a una maceta de geranios en mi ventana.) A este personaje le llamaremos Pejiguera, nombre propio que le asigno, pues es el pro tagonista de esta retahla de recuerdos gratos, que me han aflorado con su presencia, de sitios de Elda tan aorados y queridos por m. Me sorprendi, nada ms verle, por su pare cido con los caracoles de las montaas que rodean el valle de Elda. Su color cerleo, sus franjas ma rrn oscuro... En una palabra, que me traslad a mis aos juveniles, cuando andaba yo buscando a sus congneres, en compaa de mi querido padre, que por cierto, siempre que bamos a la bsqueda de estos suculentos animalitos me de ca: Joseco! Cuando veas un caracol, fjate bien, que casi siempre van en pareja. Si son blan cos, no los cojas, que a esos les llamamos jud os y no se comen (a estas horas de mi vida to dava nadie ms me ha dicho por qu no se comen los caracoles blancos). Desde luego, estos cara 366 coles tenan la carne muy oscura, casi negra. Sera por esto Creo que nunca lo sabr. Lo que s quiero que sepan mis queridos co terrneos es el por qu de enjaretarle el adjetivo de pejiguera a este humilde caracol, causan te de ella. Este nombre, ya perdido como tantos otros en la forma de hablar de los antiguos elderos, se apli caba a lo que ahora se oye corrientemente como Vaya rollo que me est largando este colega! y otras expresiones por el estilo. Entonces se de ca: Vaya pejiguera que me ests dando!. Por eso le coloqu este nombrecito a mi protagonis ta, por las causas que se leern a continuacin. Rebuscando entre mis recuerdos infantiles, me viene a la mente una escena que presenci en la confluencia de las calles Estralazo, Clrigos (en la que yo viva) y La Pistola (o Ramn y Cajal) que las atraviesa, y advierte que en este recuerdo, as como habrn podido notar en lo ya escrito, hay un cierto tufillo o pequeos atisbos de rudimen taria fi losofa. Van comprendiendo Eslo es como una especie de condimento que a m me gusta po nerle a mis historietas. Es como si un ama de casa quiere apaar una tinajica de olivas morates y para darle ms sabor le adiciona unas ramicas de hinojo. El to Quiterio fue un hombrecico que en mis tiempos infantiles sola recorrer las calles de Elda al grito de: Arrope y calabazate!. Y, a tal efec to, traa una mula de muy buen ver, cargada con un sern y a cada lado de l tinaja llena del pro ducto que anunciaba. Siempre caa por aqu en el otoo, pues es tos dulces se preparan con el mosto de las uvas. Aqu se conoci muy bien el delicioso arrope, pues en el valle de Elda haba muchas casas que lo pre paraban, pero sobre todo en las partidas cam pestres; de entre ellas citar a la campeona de tal delicia: la ta Rosa la Pollosa, de la Jaud! Se tropez el vendedor del arrope con unos za pateros en el sitio que he citado y trabaron con versacin y uno de ellos, que si no recuerdo mal era Pepico Monada (don Jos Berna b), le pre gunt con un poco de sorna: Y usted cree, to Quiterio, que esto les gustar a los vecinos de este barrio. El hombre se qued un poco cortado al pronto, ya que le pareci un poco rara la pregun ta, pues vena ya muchos aos y saba que s les gustaba su arrope a las gentes de Elda, pero les contest con otra pregunta, al estilo gallego: Y usted cree, buen hombre, que un milln de mos cas se pueden equivocar. 4V-411 UN CARACOL SERRANO ANDARIEGO Y JUGUETN (II) C orno ya habrn podido adivinar nuestros lec tores la bondad del gnero del to Quiterio es taba en relacin directa con la cantidad de mos cas que acudan al arrope. Al da siguiente del que me encontr el ca racol en la maceta no estaba en el sitio original. Se haba trasladado al opuesto, deslizndose o reptando, que tambin puede ser, y yo me di cuen ta por el sostre (como dira un eldero de los de antes) o caminito que van dejando estos inverte brados cuando se mudan de sitio. Pejiguera por lo visto no quera saber nada de m o no quera verme, pero el caminito que van dejando tras ellos me hizo recordar una poe sa de Antonio Machado que, si no recuerdo mal, dice al comienzo: Caminante, no hay camino! Se hace ca mino al andar! Con todos los respetos debidos a tan esclare cido poeta y esperando que se digne darme su anuencia desde su lugar del Parnaso, donde sin duda est, tengo que matizar algo referente a los ca racoles terrestres, como es el caso de Pejiguera: R A N ANDA r; Pejiguera no hace camino al andar! Pe jiguera se hace el camino para andar! Estas admiraciones bien ameritan una ex plicacin detallada y rotunda. Cuando dice Antonio Machado se hace ca mino al andar, si no recuerdo mal, termina con: Camino que no has de pisar! o algo pa recido. Ruego disculpas pues ya hace bastante tiempo que le esta poesa pero, ms o menos, as creo que es el significado del trabajo. Los caracoles, cuando comienzan el camino para trasladarse de un sitio a otro, lo primero que hacen es expulsar (diremos por su boquita) una es pecie de baba o algo parecido que les sirve para deslizarse cmodamente por esa especie de pel cula que va dejando para que pase todo su cuer po por encima; luego Pejiguera se hace el camino: Para andar l! Creo que existe alguna diferencia en des brozar la maleza para que pasen otros, preparar el camino para pasar uno mismo, y este es el matiz al que me refera anteriormente. No obstante puede haber algn lector que se 367 alarme por comparar una persona con un caracol terse en este berenjena/de atrevimiento compa y diga: Ser posible, este msico Mira que me- rando un vulgar caracol con una persona! .1, UN CARACOL SERRANO ANDARIEGO Y JUGUETN (y III) E I lector iracundo, si no lo hubiere, deber cal marse, pues no se trata de comparar nada. Es cuche, escuche: en primer lugar, le admito el ad jetivo de msico muy complacido, porque lo fui de la Santa Cecilia, como creo haber dicho en al guna ocasin, y en segundo lugar le digo que en la poesa de Antonio Machado no se dice si el que hace el camino al andar es hombre, mujer o un vulgar caracol. As que por este lado estoy a cu bierto de crticas literarias, aunque asumo todas las que vengan de mis queridos lectores. La diferencia que puede haber entre una persona y un simple invertebrado es obvio que es abismal, pero recuerdo el frailecico de Ass cuan do iba por los campos de su pueblo italiano. A buen seguro que al encontrarse a un caracol o cualquier otra clase de animal viviente, no le aplicara el ad jetivo de vulgar. Le dira hermano! De donde se deduce que en el reino animal, todos lo somos, racionales o no; esto ya no cuenta para mi histo ria. Imagnense si San Francisco de Ass, que no diferenciaba a ningn ser representativo de la vida y lleg a santo, qu har yo cuando se me ocu rra meter sin comparaciones en ellas a la burra que tena el to Perola con su dueo. Este eldero habit algn tiempo en una medio cueva por los lados de la Torreta, junto al secano de la ta Pi cores, justo en el rincn que forman la montaa y la subida del pequeo puerto en la parte iz quierda. Algn da hablar en un trabajito de este el dero poco conocido de las gentes, pero con unas particularidades dignas de situarlo entre los per sonajes ms chocantes del valle. Como muestra, ah va una de las particula ridades del to Perola, mejor dicho de su borri 368 quilla. Este animal al que aparcaba a la entrada de la vivienda en un chamizo de caas, todas las maanas, a una hora siempre exacta, araaba con sus pezuas el suelo y haca de despertador de su dueo, el cual en el inte se pona en pie para co menzar el diario trabajo, que no era otro que re coger cualquier cosa comestible, as como des perdicios en general, ropas viejas, latas o cualquier cosa transformable en algunos cntimos. S, al gn da hablar de l y de su borriquilla peluda, ms lista que el hambre. Durante algunos das el nclito Pejiguera me estuvo dando la idem, pues cada maana, al levantarse me lo encontraba en una maceta di ferente; las recorra todas. Pero una maana, al asomarme a la ventana no le vi en ninguna ma ceta; estuve dndole vueltas a todas las que hay en la ventana y si quieres, caracol. Hurgu y hur gu entre las plantas pues pens que a lo mejor estaba desayunando en alguna de ellas. Peji guera no estaba. Me di a pensar en las diferentes artimaas que pueden tener los caracoles para evadirse, y al final lo encontr debajo de la ventana, pega do a la pared y hacindose su camino para an dar en direccin a los pastos verdes de la lade ra del monte. Estaba claro, me abandonaba; como una novia que se me fue a Carcagente, aunque aque lla ingrata se me fue porque estaba harta de mis serenatas de bandurria. Pejiguera no s por qu lo hara, el caso es que se retir a sus cuarteles de invierno en las lomas de Juan XXIII, dejndo me en la incertidumbre de si haca, o no haca el camino para andar. Saludos elderos. RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARRIAS DE LA MEMORIA! (I) (Sonata literaria en Sol mayor radiante, obligada para flauta dulce) E n realidad, de verdad, queridos coterrneos, no tengo ni somera idea de lo que son las cas carrias y mucho menos todava de si pueden estar en la memoria. Y es el caso curioso que yo, en muchas oca siones, o esta estrafalaria palabreja de boca de muchos elderos y elderas, a lo largo de mi vida, con diversas y variopintas formas de pronuncia cin, unas veces para increpar y otras con senti do conmiserativo hacia la persona a quien iba di rigida. Como es natural, habrn de aguzar el inge nio los eruditos que tengan vocacin de aclarar este dicho de nuestro pueblo; yo, por mi parte, me veo en la necesidad de exponer algunos ejem plos de este lxico eldero, aunque tengo para m que este batiburrillo de ideas que me sugieren las dichosas cascarrias me llevar un poco al cam po de la filosofa, de la que soy tan gran aficio nado como tan poco conocedor de los intrngulis cerebrales de esta materia. Enconada reyerta entre vecinas de la calle de las Virtudes. Dice una: Ms te valiera que re garas la calle cuando barres, que lo pones todo perdido de polvo!. Retrueca la otra: Y t, bien podras quitarte las cascarrias, que tienes bas tantes encima!. NORAN/A Ahora digo yo, adentrndonos en el procelo so mar de la filosofa: Qu son las cascarrias Son algo material que adorna a los seres hu manos Son algo etreo que flota, cual nimbo di fuminado, alrededor de las personas. A buen seguro, tengo para m que si la pre gunta se le haca a una eldera vieja de entonces contestara: Oha, y yo qu s! Eso preguntrselo a la seora Bienvenida, que fue maestra de es cuela, hombre. En la pregunta a la eldera vieja citada hay una exclamacin muy enraizada en la vieja cul tura de nuestro pueblo. Es la palabra Oha. Esta singular exclamacin, tan corriente en nues tro pueblo, nunca la vi escrita en ningn sitio, ni en multitud de legajos polvorientos que he con sultado en pacientes jornadas de estudio del l xico eldero. La raz etimolgica de la palabreja en cues tin debe estar en la conjugacin de dos excla maciones: OH!, o al contrario. Alguno de los muchos antepasados que fue ron dueos de estas tierras dira un da: Oh, que valle tan bello!. Otro da se levantara con el ta lante ms agrio y exclamara: Ah, que noche ms mala he pasado por culpa del asado de pavo sal vaje que me sirvieron para cenar!. OTRA.: CASCIRRIAS PE IA MEMORIA 369 RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARRIAS DE LA MEMORIA! (II) (Sonata literaria en Sol mayor radiante, obligada para flauta dulce) A lgn avispado sirviente del alczar oy las ex clamaciones y pensara: Mi seor un da dice oh! y otro dice ah! Y lleg a la conclusin que juntndolas le haca un favor a su seor y ahorraba el estar por la maana con la boca cerrada y por la tarde con la boca abierta. Todo esto son elucubraciones mas, ya que fi llogos y lingistas debe haber entre mis paisa nos que ordenarn la cuestin. Debo advertir a stos que yo he colocado una hache intermedia en el Oha porque las dos vocales, sin el la, parecen perdidas en el bos que de la gramtica. El problema es: debe llevar hache la exclamacin o no debe llevarla Espero sugerencias de doctos especialistas sobre la ma teria para mi tranquilidad y sosiego de espritu. Y, como digo en el enunciado que la memo ria tambin puede tener cascarrias y esta aseve racin puede dar lugar a falsas interpretaciones sobre mi equilibrio mental, debo sacar de mi me moria una escena oda en la calle de la Comadre hace la tira de aos y que sigan cayendo. Hablaba la mujer del to Servando con una ve cina sobre la faena que le haba hecho su mari do aquella maana en la compra. Mira t que le digo que me traiga unos cardicos para hacer una ollica con unos pies de cordero que me trajo ayer Salud la mondonguera y me trae unas hojas de 370 pencas ms duras y viejas que la pata de Perico el trasquilao, que la tiene de madera, y claro, toda la maana echando carbn al hogaril y al fi nal no las hemos podido comer; t veras, mujer, si no es para enrabietarse, como est la hija de mi madre. Mujer, no te pongas as, que eso es un des cuido de tu marido que no tiene importancia. Qu no la tiene Yo creo que tiene cascarrias en la memoria; para jugar al truque s espabila el con denao. Al llegar aqu, me asalta una punzante duda sobre el equilibrio racional de las cascarrias en re lacin con las opiniones de una y otra. Dice una vecina que las tiene encima, mientras otra dice que las tiene en la memoria. Escabroso tema ste, vive Dios. Dnde est la verdad, en la ve cina que dijo que se las quitara de encima o en la otra que dijo que su marido las tena en la memoria La verdad es que me encuentro en un serio aprieto. No s a qu carta quedarme. Mi querido to Gaspar, que en su ceguera fue siempre muy dado a consejos, acertijos y opiniones sensatas, recuerdo que en una ocasin, con motivo de una cosa parecida, me dijo: mira, los, cuando no se pas a qu carta quedarte en cualquier cuestin, di: paso y otro talla. RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARRIAS DE LA MEMORIA! (III) (Sonata literaria en Sol mayor radiante, obligada para flauta dulce) Y o a mi to siempre lo tuve como maestro en esto de los consejos y dichos populares, sobre todo en uno que me dijo un da sobre honores y ddi vas de buenas intenciones: mira, loseco me dijo los honores en vivo y los consejos, en dine ro!. Sin embargo, esto ltimo que recuerdo de que si no s a qu carta quedarme que diga paso! no me cuadra, porque parece que estemos jugan do al monte. No, la cosa esta debe tener otra sali da, pues a mi corto entender no tienen que ver las cascarrias con el naipe de forma alguna, por lo que volemos a las cascarrias, que es el principal tema de la narracin que nos ocupa. Haba en mi tierna juventud un elemento que llambamos el Guripa que siempre iba roto y espentolao, aunque era por desidia, pues era de familia de zapateros de los buenos y no te na el por qu ser de esa manera, hasta el punto de que un da dijera de l en la plaza de Arriba una mujer: Cmo puede llevar ese chiquillo tantas cascarrias encima O sea, que las cascarrias tambin se pueden llevar puestas encima como un traje Pues otro dato que aadir a mi confuso estado de no saber dnde pueden estar las mal ditas cascarrias. Tena una especialidad el tal Guripa: ju gaba a la trompa como nadie yen el pabelln de deportes que tenamos en la plaza de Arriba, en el rincn de las Nofras (nunca supe por qu esta apelacin a unas seoras que parecan gente principal) lado noroeste de la plaza. All cual quier rincn, por su especial condicin de pavi mento de tierra (en aquel entonces como todo el pueblo, menos la calle de Coln), trozo, de la pla za de Abajo a la placita de Santa Ana), bien aplas tada, tenamos el juego de trompas, bolicas, cha pas y similares. Tambin por entonces tena el citado ele mento un fuerte adversario en el tambin citado juego de trompa, como era Miguel, el ms pequeo de los hijos de Severino el del bar, que luego se convirti en un barman de gran categora. Mis queridos amigos Manuel Martnez Cuen ca y Vicente Va lero Bellot, que nacieron y se cria ron por aquellos andurriales, recordarn este pa saje de la historia de Elda, versin juegos infantiles. RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARRIAS DE LA MEMORIA! (IV) (Sonata literaria en Sol mayor radiante, obligada para flauta dulce) V olviendo al Guripa y a Miguel el de Severino, hago constar que usaban unas trompas que fabricaba un petrolanco con madera de carrasca, las cuales tenan unas pas de lo menos cuatro o cin co centmetros. Esto les serva porque este juego se practicaba haciendo un rolde yen el centro un hoyo, 371 donde se colocan las monedas que juegan los que toman parte en este deporte, valga la expresin. El que juega primero rueda la trompa y, co gindola entre los dedos, la lanza al bujero, don de estn las perricas, que, por el efecto del cho que con la pa tan grande que tiene la trompa, las saca del hoyo, momento que el jugador aprovecha para, dando clavadas, sacar las perricas fue ra del crculo sealado y, cuando ya la trompa ha perdido el impulso dado con la lienza al lanzarla al suelo, se aprovecha para golpear la moneda con el cuerpo de la trompa y sacarla fuera. Esta ma niobra final del jugador se llama Clav y punch y raya pas. Despus de la direccin cientfica del juego de trompa, debo aadir que en aquellos tiempos el tal deporte, registrado por m entre los esca labrantes, no tena asiento en las Olimpiadas a pesar de tener en Elda jugadores de lite, como fueron el Guripa de la calle de la Tripa, y Miguel, de la Plaza de Arriba. Espero, no obstante, que este deporte tan nuestro entre un da en el Comit Olmpico Internacional, como as mismo el de la escam pilla, pues si entr el deporte de darle pa tadas a un baln no veo por qu no pueden entrar los citados; en fin, todo llegar. El recuerdo del citado juego de la trompa trae a mi memoria un sucedido que me tuvo me dio cojo unos cuantos das. Se encontraban una tarde enzarzados en in cruenta partida de trompa los dos ases citados, el Guripa y Miguel, el de la Plaza de Arriba. Yo observaba la partida, embelesado con la ha bilidad de los dos para sacar fuera del rol de las monedas, cuando en una fase de la partida se le qued al Guripa la ltima, a la que ya ha ba dado la clav y punch en la misma raya del crculo. Que est fuera! deca el Guripa. Que no, que est dentro! deca Miguel. Al final la dieron por muerta y la deja ron para la siguiente ronda, unindolas a las de ms. El Guripa estaba que echaba las muelas porque en aquella ronda se las llev todas Miguel. Con tal motivo, el de la calle de la Tripa es taba muy nervioso y, a causa seguramente de ello, cuando le toc jugar enroll mal la lienza, de jndola floja en el cuerpo de su trompa. Lanz con rabia la trompa y sali sta despedida sin el fre no de la lienza, con tan mala fortuna para m, que me encontraba frente a l, que me dio en la cara del pie derecho, dejndome maltrecho. RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARRIAS DE LA MEMORIA! (V) (Sonata literaria en Sol mayor radiante, obligada para flauta dulce) E golpe de la trompa en el pie derecho me hizo tanto dao como el pisotn que me dio el general Queipo de Llano en las Cuatro Esqui nas. La cosa es importante y de toda veracidad. Esto ocurri en el sitio que digo, all por el ao 31, recin estrenada la Segunda Repblica. Ah est la explicacin detenida de lo ocurrido, con pelos y seales, y conste que el pisotn del ge neral ocurri muchos aos despus del golpe de 372 la trompa, pero es tan autntico el uno como el otro. Como todos los elderos saben o habrn odo decir, al poco tiempo de proclamarse la Repbli ca estuvo en Elda don Niceto Alcal Zamora, en vi sita oficial como presidente de la nacin, con gran squito de personalidades y entre ellas el ge neral Queipo de Llano, que seguramente sera por entonces jefe de su Casa Militar. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Antes de la explicacin del pisotn y como quiera que ya estoy metido en la harina de la his toria, hablar de otra cereza que tambin ha sa lido enganchada en el golpe de la trompa. En una ocasin le en un peridico de San Se bastin, donde resida all por los aos cuaren ta, que el anterior jefe del Estado, general Fran co, haba dicho en una reunin de generales que Queipo de Llano era un simptico embustero, dicho, como es natural, en tono jocoso. Se refera a los primeros das de nuestra guerra civil, en la que este general estaba al mando de la zona de Sevilla, como es bien sabido. En aquellos dramticos primeros momentos de la contienda parece ser que en Sevilla no tena el general ms que cuatro o cinco docenas de solda dos fieles a su causa y algunos oficiales adictos. En Radio Sevilla se oa a Queipo hablar de ba tallones y brigadas, pertrechadas con toda clase de armamentos, cuando en realidad haca correr sin tregua por las calles de la ciudad en unos ca miones a las pocas fuerzas de que dispona. Yo le oa desde mi casa con un potente aparato de ra dio que haba comprado poco antes de la guerra a mi difunto padre poltico Juan Antonio Maestre, un potente RCA, y muchas noches escuchaba las arengas y embustes que largaba el hombre: El batalln tal por aqu! La fuerza tal por all!. La realidad, como he dicho antes, es que ocurra como en los desfiles de gentes en el teatro, que van dando la vuelta entre bambalinas media docena de personas y parecen un ejrcito. Bueno, esto son aagazas para despistar al enemigo, pues en el amor y la guerra vale todo. Re cordar en la ltima guerra mundial a los ingleses llenando de aviones de cartn muchos campos y a los alemanes llenando de aviones destruidos sus partes de operaciones. Ms lejos todava, recor dar cuando Ulises venci a Troya escondiendo a sus tropas en un caballo de madera, que los tro yanos metieron incautamente dentro de la ciudad amurallada. As que yo creo de verdad la frase que le en el peridico atribuida al general Franco, tildando a Queipo de simptico embustero, pues por los movimientos de tropas que haca sta ya es taban entrando en Madrid y an no haban llegado a Badajoz. Yo pido indulgencia a mis lectores si hay al guno al que no le agrade el tono de mi narracin, al fin y al cabo es historia monda y lironda, espero que Valle de Elda sea vehculo de mi recuerdo histrico como as mismo el pisotn de Queipo de Llano que va a continuacin, sin ms demora. RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARRIAS DE LA MEMORIA! (y VI) (Sonata literaria en Sol mayor radiante, obligada para flauta dulce) E I da de autos que nos ocupa, suba yo al filo del medioda por la calle de San Francisco, ace ra norte de Santa Ana. Al llegar a las Cuatro Es quinas (que he dicho en varias ocasiones que eran slo tres y un chafln) escuch murmullos de gentes que vena por la calle del Mdico Beltrn. Tambin es conocido hasta por los ms despis tados forneos que en las citadas Cuatro Esqui nas, a las que siempre hemos dicho las de Ma ra los Platos, confluyen Mdico Beltrn, Pierrat (hoy Pedrito Rico), San Francisco y La Caamo na (hoy Luis Buuel). Pues bien, justo al llegar al citado enclave y cruzando para llegarme a la ca lle del Cid, donde me parece que me diriga por un asunto de enseanza musical, me di de boca con el mismsimo Jefe de Estado en persona y gran RECUERDOS, NOSTALGIAS, AORANZAS Y OTRAS CASCARR1AS DE LA MEMORIA! 373 multitud de acompaantes y a su izquierda guar dando la reglamentaria distancia protocolaria el general Queipo de Llano. Cambi de parecer y en vez de esperar para ir calle arriba, me un a la comitiva y con la im prudencia de la juventud me coloqu justo al lado izquierdo del general Queipo de Llano. Como quiera que al llegar al citado enclave hay que torcer 90 0 para bajar por San Francisco, pues es el caso que yo no torc, distrado y, claro, el general, al seguir su camino, tropez conmigo, clavndome el tacn de su bota de montar del pie izquierdo en la cara externa de mi pie derecho, de jndome ms amargo que la retama. Qued fuera de combate en el inte y apo yndome en la pared de la peluquera de Solan, dej pasar toda la comitiva, mientras recordaba las palabras que me dirigi el general al tropezar conmigo: Muchacho, lleva cuidado!. Pronto acab con el recado que deba reali zar en la calle del Cid y cuando volva a mi barrio todava pude or desde la esquina de la Chique ta las ltimas palabras del seor jefe del Estado, 4 que fueron no s qu de este laborioso pueblo en el balcn del Ayuntamiento y con la plaza ates tada de pblico. Os parece motivo balad para que el famo so pisotn de Queipo de Llano a un eldero entre de lleno en nuestra historia Si Pues ah est, es autntico. Ya veis, queridos celtberos lo que ha dado de s el golpe de trompa del cascarrioso Guripa. Bueno, la palabra trompa que empleamos los elderos es, para los cultivados de la lingstica peonza. Ya los sabais, verdad Sabis tam bin dnde encaja la palabra cascarria Lo digo porque yo la o llevar, poner y tener, pero no caigo dnde se pueda aplicar a una persona. Por lo tanto, esta sonata de flauta dulce, con pisotn de general incluido, la dejo como est, y que los eruditos elderos en el presente o en el porvenir puedan decir algn da dnde, cmo, por qu y a quin se le puede aplicar esta pala bra tan rara que los antiguos elderos empleaban tan a menudo: las cascarrias. Saludos fraternos. PERSONAJES Y PERSONAJILLOS DE OTROS TIEMPOS QUE FUERON ELDA UN DA (I) (De la serie: Mi pueblo en el recuerdo) E ste trabajito se lo dedico con toda simpata a mi distinguido amigo Rodolfo Guarinos Ca brera, Guarinos Tercero, como se dice en Amri ca cuando se habla de apellidos de la misma rama. En este caso yo lo digo con toda propiedad, pues conoc y trat a su abuelo, al que decamos en Elda Pepn Guarinos, y a su seor padre, mi amigo Rodolfo Guarinos Amat; por lo tanto, son tres los Guarinos que se citan y de ah lo de tercero. Adems, para abundar ms en eso de las deno minaciones, americanas, dir ms Rodolfo Gua rinos junior. 374 Son muchos los personajes que tengo en el recuerdo de mi querido pueblo, unos ms impor tantes que otros, aunque todos ellos tienen su fa ceta ms o menos reconocida de los elderos de los tiempos a que se refiere esta especie de narracin, con todo respeto que se merecen, ya que los hay dramticos, algunos con chispa eldera de buen hu mor, y todos ellos, como digo, merecedores de mi respeto y total consideracin. Hay alguno que discurri en su vida por las calles de Elda y que se encuentra en el captulo de desconocidos para m, ya que se movieron duran te el lapso de mi ausencia de mi querido pueblo. En el ao 1939, recin acabada nuestra guerra ci vil, fui invitado a largarme con cajas destempla das hacia el norte de Espaa, a Bilbao concreta mente. De ah el lapso que cito, pues regres a mis lares en el ao 1960, y en esos aos se encuentran algunos de estos personajes y personaji llos a los que tendr que citar de odas, pues es obvia la cau sa de mi desconocimiento de ellos. De entre stos citar, en primer lugar, al fa moso Paquico, personaje singular que ya apa reci en las pginas de nuestro querido Va//e de Elda con muy buena semblanza de su carcter y manera de entender la vida, pues entre otras co sas deca ser pariente de reyes y qu s yo, pero la verdad es que por la importancia de sus deta lles de personaje singular, merece ser trado otra vez al recuerdo de mis queridos coterrneos, pues muchos de los que leern el peridico lo conoce ran personalmente, a pesar de que ya han pasado algunos aos de su paso por las calles de Idella con toda su especial personalidad. Parece ser que el inefable Paquico tena sus dependencias hogareas por las cuevas de Bo In, que hoy se llaman Polgono 25, donde se guramente rumiaba sus creencias de ser des cendiente de gentes de gran prosapia y nobleza, como ya se ha dicho. Una de las peculiaridades de este persona je era el afn de acumular chaquetas, pues siem pre llevaba tres o cuatro puestas, con gran jolgorio de los elderos, que vean en l al inventor de la ca lefaccin apropiada al clima del da. Segn estaba el termmetro de ambiente, as se pona chaque tas el hombre. No ha llegado a mis conocimien tos qu ocurra en el verano con las dichosas chaquetas de Paquico, a lo mejor le servan de refrigerante en los das calurosos. Todas las personas que me conocen como co laborador del Valle durante tantos aos, se habrn dado cuenta de mi afn de sacar de la his toria de Elda bastantes personajes, a los que se llev la rueda de la vida y nunca ms se supo, pero gracias a las pginas del peridico durante tan tos aos de publicacin salen del olvido para que se les recuerde. PERSONAJES Y PERSONAJILLOS DE OTROS TIEMPOS QUE FUERON ELDA UN DA (II) (De la serie: Mi pueblo en el recuerdo) A h va uno de mi propia cosecha, pues a este personaje le conoc mucho de pequeo, en su deambular con su industria por las calles de Elda. Se trata del to Tango. Este personaje, que tena su domicilio en la calle de la Palmera, era aguador en ejercicio. En los tiempos a que me refiero, en nuestro pueblo todo el abastecimiento de agua se reduca a cuatro o cinco fuentecillas diseminadas estra tgicamente por la ciudad y era de autntica agua de Santa Brbara, as que el consumo hidrulico estaba sujeto a los cntaros que las elderas, mu chas veces en interminables colas, llenaban de las citadas fuentes. Por eso surgi la industria del to Tango, que aprovech la coyuntura para esta blecer un suministro extra para las amas de casa de las clases ms pudientes, que no podan o no queran molestarse en ir a la fuente ms prxima a su domicilio y se servan del aguador. Si mis reflejos sensoriales no estn ya un tan to fanos, el cntaro de agua costaba tres perri cas y ms tarde un real. Dorados tiempos en que se poda escuchas por la parte vieja de Elda: Nene! Deja el agua del cantarero y si te quie res lavar bien, te vas al ro, pues a m me cuesta mucho traer un cntaro de agua de la fuente! 375 Este personaje que me ocupa se construy o mand construir un carro ms bien pequeo, con un tablero sobre las ruedas y seis bujeros a cada lado, con su correspondiente cntaro en su nido. Total, doce cntaros que un borriquillo fa mlico arrastraba en su desplazamiento por las calles. To Tango! Deme un cntaro de agua. Pero que est bien lleno, que el otro da le falta ba la mitad. Ah, s contestaba ste. Pues no s, como no se la bebiera el burro! /. To Tango! De qu fuente ha llenado Vd. los cntaros, que parece agua del ro - mujer, del ro Usola, para que te calles. Cuntos cntaros quieres Deme uno que no tenga ranas, pues el otro da me dijo mi marido que haba un cucha ratn en la zafa cuando fue a lavarse la cara. Y entre estas quejas y diretes transcurra la venta de agua del inefable to Tango, que te na buen genio y aguantaba lo que le echaran las sufridas amas de casa de aquellos tiempos. Hay un aspecto del llenado de agua de los cntaros por el to Tango en que en mis tiem pos de chiquillo no caa, pero ahora, en la distancia del tiempo, he pensado alguna vez cmo resolve ra este seor su provisin de material, contando con que las fuentes, como ya he dicho, siempre es taban saturadas de gente, con su cntaro en fila. Me resolvi este problema el recuerdo de un son sonete que usaba el aguador cuando iba con su mercanca por las calles de Elda: Agua de luna, fresquita y clara, muchachas!. Lo que me hizo suponer que el hombre iba con su carro a llenar los cntaros a una hora en que todos estaban dur miendo. Pero y durante el da, cuando todas las fminas elderas iban con su cntaro a la fuente Este es un misterio que el to Tango se llev con l, seguramente, al limbo de las aguas claras. Pero durante mi tiempo fue una especie de Samaritana de las sufridas elderas, siempre con el cntaro a cuestas. Elda, durante siglos, padeci la falta de agua potable, pues aunque el Vinalop pasaba re bosando por su cauce, sus aguas eran blandas y su salinidad iba en aumento, hasta el extremo de que lleg un da que no servan ni para regar las huertas, otrora tan ubrrimas, del valle. Y menos mal que alguien de muy alto copete mand que las aguas de Santa Brbara fueran para Elda, en tiempos de Mari -Castaa. Pero, as y todo, ima gnense mis coterrneos el padecimiento de los el deros, pues cuando yo estaba en mi infancia, ha ba tres o cuatro fuentecillas de lento fluir para ocho mil o diez mil habitantes que ya tena la ciu dad. Con la llegada de las Aguas del Canto, con su flamante fuente de los seis chorros, ya se aminor un tanto la penuria del lquido elemen to y hasta hicieron un lavadero, con lo cual ya no tenan que ir las mujeres elderas al ro para lavar sus ropas. Ms tarde llegaron las aguas de Sali nas, pero ya es otra historia ms reciente. De todo este cambalache de aguas slo me queda el recuerdo del to Tango, que a buen se guro est en la eternidad repartiendo agua con su carro de doce cntaros. Amn. PERSONAJES Y PERSONAJILLOS DE OTROS TIEMPOS QUE FUERON ELDA UN DA (III) (De la serie: Mi pueblo en el recuerdo) A parecen otros personajes y personajillos en mis recuerdos de la infancia, pero es harto penoso para el seor de la Horteta nombrar a 376 muchos de ellos, que por sus caractersticas deprimentes pudieran molestar a sus descen dientes. Hubo uno al que llambamos Eduardico, un tanto retrasado mental y al que toda la chi quillera eldense gastaba bromas, que l aguan taba con singular empaque: Eduardico! Me das una perrica para ir al cine. No, vete al cine de las sbanas blancas, era su respuesta. Hubo otro que incluso fue el fundador de un dicho eldero muy celebrado. Contaban de l que no habl hasta los quince aos. Se llamaba Emi lio y viva por los lados de la placeta de San An tn. Conviva con todos los chiquillos del barrio y, a pesar de su edad, no haba dicho ni mu. Un buen da uno de sus amiguetes le dijo: Emilio, dinos algo, hombre. Y el bueno de Emilio se puso muy serio y exclam: Albercoque!. As que, segn los dichos, no dijo nada hasta los quince aos, de ah el dicho popular citado. Cuando alguien, en una conversacin, se quedaba algo dubitativo o cortado, siempre haba alguno que le endosaba el remoquete: S! A los quin ce aos dijo albercoque.Y el interfecto se que daba ms cortado que antes, con grandes riso tadas de los amigos. S, fue muy celebrado, como he dicho, el tal acontecimiento del comienzo del uso de la palabra, pero es el caso que desde entonces el bueno de Emilio tom carrerilla y no par de hablar a bor botones, como si hubiera estado quince aos al macenando verborrea para soltarla toda de una vez. Saco a colacin a un elemento que hubo all por los aos veinte, que fue un vendaval para la chiquillera. Le tenamos ms miedo que a un nublado pues ya era bastante mayor y abusaba de su agresividad, especialmente con los pequeos. Durante bastante tiempo sembr el temor entre los chiquillos, como digo, y adems tena una espe cialidad que le causaba mucho placer. Tal cosa era arrancar el rabillo de los chamorros, como dec amos en Elda a las boinas. A este msico le de can el alpargatero, pues sus padres tenan una alpargatera en la calle de San Francisco, se miesquina a La Caamona. Tena en la nariz una gran cicatriz, pues, por travieso seguramente, se estrell un da contra una puerta y le qued la se al para los restos. Esto es lo que contaban, que yo no lo vi. PERSONAJES Y PERSONAJILLOS DE OTROS TIEMPOS QUE FUERON ELDA UN DA (y IV) (De la serie: Mi pueblo en el recuerdo) A s que el hombre se paseaba por las calles y, en cuanto vea un chiquillo que haba estre nado chamorro, se lo arrebataba y de un mordis co le arrancaba el rabillo, dejando al chaval todo compungido y lloroso. Me contaron que un da tuvo una de sus ocurrencias con un chiquillo, con la mala suerte para l que era hermano de un ele mento del bronce del monte Calvario. Cuando lle g el chiquillo todo lloroso a su casa y cont lo ocu rrido, sali el hermano mayor en busca del alpargatero y le dio una somanta de aqu te es pero. Esto tambin me lo contaron, que tampoco lo vi, pero me lo cre por las caractersticas de ge nio del del Monte Calvario. Aqu sale un personaje indito en las histo ria de Elda, pues nunca escuch comentario de mis coterrneos ni cuando narro los hechos ni pos teriormente. Es decir, que saco de la historia pe quea de nuestro pueblo a un personaje, como digo, que gracias a Valle de Elda, dar fe de su existencia en tiempos ya muy lejanos. Estamos hablando del to Pitocho, un seor que viva precisamente en los impares de la calle de Prim, hoy Independencia. Su casa enfrentaba a la ca lle de la Palmera, y ya queda descrito el lugar del personaje. Se trataba de un seor ms bien ba jito que, segn mis recuerdos de chiquillo, haba sido funcionario de ferrocarriles yen su retiro se PERSONAJES Y PERSONAJILLOS DE OTROS TIEMPOS QUE FUERON ELDA UN DIA 377 vino a vivir a Elda. Aqu se podra decir aquel di cho de los navarros: Mala la hubisteis, fran ceses, en esa de Roncesvalles!. Digo esto por que el hombre sala a pasear siempre muy atildado y con su sombrero, pero, como era ms bien bajito, como ya se ha dicho, pronto dio la chi quillera zafia con l y le hicieron la vida impo sible. Seguramente por su poca altura, algn guasn eldero le coloc el sambenito de to Pi tocho, que es como yo le conoc. Le dio a los mu chachos por quitarle el sombrero y en cuanto apareca el buen seor por la puerta de su casa, catapn, chin chin!, manotazo al sombrero, con la consiguiente juerga de los energmenos in fantiles. Yo le vi muchas veces sufriendo los ata ques a su sombrero y de verdad me daba rabia la incultura y falta de humanidad de algunos de aquellos chavales. Un da que pasaba yo con mi to y mis peridicos, me enzarc a mojicones con dos o tres de aquellos cafres y tuve que sufrir, en tre otras cosas, la rotura de mi babatel. Mi to, que estaba al corriente de la cosa porque me escu chaba a m y a los gritos de la refriega, me de ca: Joseco! Acrcame a uno y vers como lo arreglo! Pero, s, s, bastante tena yo con evitar los golpes de la cuadrilla. Al final, pas un hom bre que nos separ y no ocurri ms. Aunque un da me encontr a uno de ellos en la plaza de Arri ba, sentado en la pescadera, y cobr con intere ses. A m me rompieron el babatel, pero aquel se fue de la plaza con los morros bien hinchados. A todo esto debo decir que el to Pitocho era nuestro cliente diario del Heraldo de Madrid y, al gunos das despus, me agradeci mi intervencin en su defensa. No haca falta, porque yo siempre fui un chiquillo muy travieso, pero incapaz de ha cer dao a nadie y siempre muy obediente con los mayores. Vamos, que tena mi educacin y algo de cultura ganadas a pulso, pues por entonces, entre vender peridicos por la maana y rifa por la tar de, me tena sujeto todo el da con mi to Gaspar y an sacaba tiempo para aprender lo imprescindi ble de leer y escribir, amn de mi inclinacin por la msica, que por entonces era la bandurria. No s de dnde sacaba el tiempo, pero es que querer es poder. Y a propsito de esto, aqu les endoso una chispa de mi modesta filosofa de andar por casa: Ms hace el que quiere y puede que el que puede y quiere! Parece lo mismo, pero no lo es, en cuestin de que el querer siempre puede al poder. Cuando dej de ir por las calles de Elda con mis peridicos, perd de vista al pobre to Pito cho, aunque su imagen pequea no se me ha po dido borrar de mi mente en tantos aos. Todava le veo tan atildado, salir de su casa para dar su diario paseo, atndose el sombrero con un pauelo por la barbilla para que no se lo quitaran de la ca beza todos los cafres del barrio Palmera. Y esto es todo, querido amigo. Ya se asoma a las pginas de Valle de Elda otro personaje de los que hacen la pequea historia de nuestro que rido pueblo. Saludos elderos. BEBESTIBLES DE TIEMPOS DE MARICASTAA (I) (Cuando no existan los cubatas ni litronas) (De la serie Recuerdos aejos y dedicada a mi dilecto amigo Eduardo Gras, que me ha hecho recordar los mezclaos y las punticas de absenta Escat). pues s, queridos coterrneos, hubo un tiempo ya ido en que no exista el conglomerado de lico res y bebidas que hay en la actualidad. Todo ha se guido un curso ascendente en los tiempos, para ms refinamiento en el acto de pescar una melo 378 pea se juntaban el to Ambrosio y su cuadrilla, pongo por caso, en la tasca del to Gabelo o de otro proveedor que tuviese boja en la puerta. Acla ro: en los tiempos a que me refiero, los sitios de ven ta de vinos y licores al detall tenan como he cita Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA do una boja colgada encima de la puerta, ya fuera boja tostonera, aliaga o similares. Era el dis tintivo que denotaba que all haba buen mosto a la venta. Cerrada la aclaracin, exclamo con nfasis que entonces, para ponerse en situacin, como se dice ahora, no haca falta recorrer la ruta del ba calao ni recurrir a pastillas ni a los endemonia dos mtodos modernos. Simplemente, te casca bas medio litro de vino de Camara y ya estabas l isto. Esto se refiere a las gentes del campo, pues los zapateros de buen ver y elderos de ms al curnia, acudan a los socorridos mesclaos a base de picn del 30 y vermut de la marca que fue se; esto es lo que se llamaba un mesclao. Haba numerosas cuadrillas de elderos que consuma esta combinacin con gran deleite. Por ejemplo, una panda de amigos que yo conoca, como eran... no, no digo sus nombre por aquello de la tica urbana, no vaya a ser que alguno de ellos tenga descendientes y no les caiga muy bien que yo charre estas cosas. Pero la verdad es que un da, en el bar de Pansilla, sito entonces en la plaza de Arriba, rincn sureste, haba una cuadrilla co nocida y uno de ellos deca: Con ste ya son nue ve los mesclaos que llevamos en el buche! Haba por entonces otra bebida muy popular entre algunos eldero, que desapareci totalmen te con el tiempo. Me estoy refiriendo a la llama da absenta, un licor bastante fuerte que no s quin bautiz con el nombre de puntica. Oye fulano, ponnos una puntica bien ser vida!, decan estos clientes cuando se asoma ban a la barra del bar. Tengo que abundar en eso de bien servida, pues el servicio de este licor conllevaba unas manipulaciones muy especia les, a saber: se colocaba la copa con el licor de lante del cliente y a continuacin, encima de la copa, un colador muy tupido, luego se aada agua, echndola muy poco a poco, para efectuar la mezcla de los dos lquidos, porque si se echa ba el agua de golpe se desvirtuaba el sabor del g nero, segn decan los entendidos. Como hemos dicho, en aquellos tiempos los bebestibles que mayormente se consuman en los bares eran los citados verms, mesclaos y punticas de absenta, amn de alguna copa de ans o coac y adems de los consabidos gol pes de vino en las tascas de ms baja catego ra, a base de porrn o bota. De aperitivos, qu les voy a decir: las con sabidas olivas y anchoas de lata en los bares, y tramusos y cacahuetes en los sitios con boja en la fachada sobre la puerta. Por cierto que la bro ma de aquellos tiempos era quemarle la boja al establecimiento que anunciaba la venta de vino, con el consiguiente alboroto de la vecindad y el tambin pertinente berrinche del dueo de la tasca. BEBESTIBLES DE TIEMPOS DE MARICASTAA (II) (Cuando no existan los cubatas ni litronas) U aba muchos sitios de venta de vino al me ni nudeo, que no eran tascas ni bares, simple mente que los terratenientes con vias, en sus tie rras, vendan el vino en sus propias bodegas para entretenerse. Este era el caso de don Si lvestre Hernndez, abuelo de mi querido amigo, ya ido con Dios bastante prematuramente, don Manuel Ma estre Hernndez, q.e.p.d. Este seor don Silvestre tena una casa precisamente enfrente de donde vivan sus hi jos, en los pares de la calle Nueva Arriba, casi junto al Casino Eldense. Pasaba sus ratos el abuelo de mi amigo llenando litros y medios li tros de vino, y parece que le estoy viendo con su gorrita, sentado junto al tonel, dale que le das al grifo. 379 El recuerdo del amigo eldero Manuel Maes tre en esta historieta est asociado con el de su viuda, Conchita Porta Vera, que por cierto, apro vecho esta ocasin aunque algo tarde para darle mi ms expresivo psame. Y asociado, como digo, con la costumbre de colocar una boja colgando delante de la puerta donde se expendan los morapios: En esta oportunidad, a don Silvestre le colo caron una grande de romero y sta no la quema ron nunca, no, ya que se encargaban las gentes de hacerla desaparecer ramita a ramita: Mara Salud! No tendrs un poco de ro mero para un guiso que estoy haciendo y precisa muchas especias. No tengo, vecina, y lo sien to, pero mira, manda a tu hijo a la calle Nueva y donde vende vino el seor Silvestre, hay una mata muy grande; a lo mejor all puede coger un poco. Y as, cogiendo ramitas, los elderos iban de jando la mata de romero del bueno de don Silvestre en la ms completa orfandad. De esta forma descrita, iba transcurriendo la vida local en cuanto al consumo de licores en lneas generales, aunque siempre habra algn sibarita que pedira una menta o algn otro li cor raro. Hay gente pa t! , como dijo El Guerra. Pero, amigo, la cosa cambi en Elda con la llegada de la cerveza. Cervecera Baviera! Este era el cartel que adornaba la puerta del estable cimiento que montaron en la calle Nueva Arriba, a la altura ms o menos de la casa donde vivira despus don Jos Mara Amat, el cura de Santa Ana, hijo de Elda, que fue, entre otras muchas co sas que hizo por su acendrado amor a Elda, el im pulsor ms grande que tuvo la ciudad para hacer emerger de su solar la nueva iglesia de Santa Ana. Qu bonito qued, en verdad, el nuevo templo, con sus airosas torres gemelas, aunque, a decir ver dad, por culpa del vendaval del ao 1936, se consigui la torre que le faltaba a la anterior, pero a cambio perdimos de sta la Puerta de los Dolores, situada al Sur de la anterior edificacin; las capillas de los Patronos y los cuatro Evange listas que parecan sustentar a sus espaldas la media naranja, encima del crucero del templo! Tambin, las cuatro columnas que adornaban la entrada principal. En fin, no s si salimos gana do o salimos perdiendo en estos recuerdos de una y otra Santa Ana, pero la verdad es que yo aoro la que se llevaron los tiempos con su nica torre oteando el valle. Seguramente ser porque en ella me bautizaron y en ella fui creciendo, oyen do sus campanas y asistiendo a sus fiestas. BEBESTIBLES DE TIEMPOS DE MARICASTAA (III) (Cuando no existan los cubatas ni litronas) pero volvamos a don Jos Mara, el Cura de r Elda que, como ya he dicho, fue el motor im pulsor del nuevo templo. Tuve una cierta amistad con este eldero, con motivos ms bien paganos mezclados con los eclesisticos. Se trata de que habl con l para que viniese a bendecir una nueva tienda de joyera que habamos montado en el nmero 22 de la calle M dico Beltrn. Con este motivo se estableci, como ya he dicho, una pequea amistad, cultivada por m con gran respeto y por sus conocimientos de 380 Elda, que yo siempre he recopilado con gran pla cer para instrumentar mis historietas. Le vea algunos das al pasar por delante de su casa, pero uno de ellos surgi una ancdota que yo considero muy graciosa y que no me resisto a contar. En el da de antes, al pasar como digo por delante de su casa, vi que l sala de ella y yo, muy corts le esper con un Buenos das, don Jos Mara!. Se par en el portal y engarzamos la chchara como otros. No s cmo sali aquel da la con versacin sobre las viviendas y comodidades de las mismas: Mira, yo tengo aqu todas las co modidades que quiero! Si tengo ganas de mear, me salgo al huerto y listo! Esta es la ancdota citada y por cierto se la dedico en el recuerdo de su querido to al seor Amat Jover, conocido empresario que supongo que si ve el Valle de Elda ha de gustarle el esta llido de felicidad de su to, una maana en la puer ta de su casa. Adems, en la distancia del tiempo, aprove ch la ocasin para darle las gracias al citado se or Amat Jover por el tiempo en que, en unin de otros elderos, convirti a Elda en centro de la pe ra de la regin, que para nuestro pueblo fue sig no de cultura musical digno de todos los encomios. Ruego disculpen porque, como siempre, me aparto del tema central de mis narraciones, por aquello de que las ideas se me enganchan como las cerezas. Estbamos en la Cervecera Baviera, que al principio de su establecimiento hizo mudar las casas de muchos eldenses por sus visajes el pro bar el nuevo lquido. Todos decan lo mismo: Qu cosa ms rara! A qu sabe esto. Pero es el caso que la cosa fue entrando poco a poco y cada da se vea ms concurrido el pequeo local de la calle Nueva donde se haba instalado la agencia de Munich (Alemania) en Espaa. Este acontecimiento de la entrada de la cerveza en nuestro pueblo fue, como ya he dicho, algo insospechado, sobre todo entre los adictos a adorar al dios Baco, y al principio se escucharon incontables pareceres sobre su gusto, sabor y re sultado de ingerir mucha o poca cantidad para ponerse en forma. En cuanto a esto ltimo, la cosa no era f cil, dada la poca cantidad de alcohol en el lqui do, pero en lo que se refiere a sabor, como todas las cosas nuevas, al principio cuesta lo suyo lle gar al agrado de los nuevos clientes. De ah la gran cantidad de opiniones sobre si tena gusto a esto o tena gusto a lo otro. La verdad es que yo tengo un gran manojo de opiniones, recogidas de dis tintos elderos de aquellos tiempos, aunque a fuer de realidad pueblerina, me quedar con la ms gorda, que oa unos clientes del Bar Severino, de la Plaza de Arriba. Dialogaban estos dos amigos, como digo, sobre la novedad de la Cervecera Baviera y al preguntarle uno al otro a qu le saba la nueva be bida, le contest el otro al uno: Sabes lo que te digo, amigo Que me sabe a meaos de burra!. Y disculpen la barbaridad. Es que me han senta do mal tantos licores reseados. Saludos elderos. EL RO VINALOPIP ARTERIA FLUVIAL QUE DIO VIDA AL VALLE DE ELDA! E ste trabajito se lo dedico a nuestro querido ro, del que tanto disfrut en mis tiempos juveni les. Es justo, por lo tanto, que en mis recuerdos ocupe un lugar preferente y lo aore en aquellos aos, con sus mrgenes llenas de caaverales, ta rais, juncos y deliciosas orillas verdes, todo lleno de vida. Hoy est canalizado. Ya cumpli su cometi do de adornar el valle con su plateada cinta de ri cas aguas que fueron su savia durante siglos, EL RO VINALOP! como una especie de Samaritana que fue dando vida a della. Muchas veces lo he citado en mis trabajos en Valle de Elda, desde su nacimiento en los prados de Villena hasta su desaparicin en los marjales de Elche Santa Pola. Para los que vean algo desusado en su na cimiento que cito, les aclaro: admito su origen oro grfico en las estribaciones de la sierra Mariola, entre Baeres y Bocairente. Pero su nacimiento 381 como ro que nos trajo siempre sus aguas, no lo admito en dicho lugar, pues el escurrim bre de su caudal nunca pas de Benejama y sus aguas nunca vieron los llanos de Villena, como no fue ra en un temporal de rambla abajo. Por lo tanto, dicho queda para m su lugar de nacimiento, pues fueron muchas las ocasiones en que vi los borbotones de agua del Vinalop surgir en los prados de Villena, entre esta ciudad y San ta Eulalia. S, insisto en ello. Las aguas de nues tro ro nunca llegaron a Villena, as que lo ms que podemos decir es que a esta poblacin llega una rambla que all se convierte en ro, porque ro se le dice a un caudal de agua, que es lo que nace en los mencionados prados de Villena. Y ahora, un recuerdo muy fuerte a este ro, que se fue para convertirse en colector o alcan tarilla descubierta en toda su andadura. Triste fi nal del que otrora fue la alegra y la vida de nues tro valle: se fue como nos iremos todos, con nuestro bagaje de recuerdos tan gratos en mi niez y ado lescencia. Todo lo anterior me ha sumido en un estado un tanto tristn, aunque unido a estos recuerdos de nuestro ro est el hecho de una llamada de un simptico eldero que fue y me dijo: Siempre en tus escritos hablas de tu niez y nombras a per sonas antiguas, pero... cuntos aos tienes t, pjaro. No se quiso identificar, me larg un fuerte abrazo y colg. Bueno, pues lo vas a saber, para que no su fras. Nac el 16 de febrero de 1909 tengo por lo tanto 86 aos cumplidos, con todo el valle den tro de mi pensamiento, incluidos sus habitantes. Yen esta coyuntura aprovecho para pedir y esperar comprensin de la redaccin del seminario para colocar en mi trabajo una especie de oda de des pedida en prosa rimada, que hace tiempo rueda entre mis papeles y que dice as: Cuando yo me haya ido seguirn reventando sus capullos las rosas seguirn cruzando las auras los pjaros cantores y seguirn llegando primaveras con flores. Seguirn las montaas rodeando el valle con sus ptreas murallas y seguir el padre Sol apuntando 382 por los Chaparrales todas las maanas. Seguir la vida su andanza de siglos y nuevos elderos y elderas estarn en camino. Pero... y t, poeta, qu ser de tus sueos Pues no lo s, porque ya me habr ido. *** Estaban un da el to Piculilla y el to Ca gahilos cmodamente sentados en un ribazo de la orilla del Vinalop y platicaban sobre lo que sig nific siempre el ro para Elda y su huerta. (Hago notar para los lectores del semanario y especial mente para los descendientes de estos dos seo res, que los nombro como siempre lo o de chiquillo. Nunca me llegaron sus nombres de pila y dems adornos de sus personas. Como siempre, en es tos casos, ruego disculpas si alguien se siente mo lesto por las denominaciones). El primero de ellos fue el seor de la Casa Plaza, una finca que hay o hubo entre la fbrica de hormas de don Isidro Aguado, al sur, y la de muebles de don Pedro Amat al norte, llegando las bancaladas de huerta, bien cuidadas, hasta la orilla del ro. El segundo seor citado fue el seor de la Ta falera. Su casa estaba encima del camino que iba a la Sirm y a sus pies, en el rincn que all for ma el ro, haba un hermoso huerto de frutales de ms de seis o siete tahllas, regadas por una acequia que bajaba de la Sirm. La finca del to Piculilla se regaba con la acequia que naca de bajo de la fbrica de la luz y que precisamente pa saba por delante de su casa. En un momento de la pltica le deca el se or de la Casa Plaza a su amigo: Ahlo tienes, vecino, este ro, desde todos los tiempos regando la huerta de Elda con sus cinco bien delineadas acequias. Siempre dando vida y felicidad.... fflueno,bueno!le cort el de la Tafalera tam bin en muchas ocasiones ha dado muchos dis gustos. Hombre, s, de cuando en cuando se lle va algn bancal en una avenida. Bancal dices, hombre O es que no te acuerdas de cuando se ahogaron los dos hijos del molinero de ah arri ba. (Efectivamente, en la curva de noventa grados que forma el ro cuando termina la Sirm todava se pueden ver los restos de la edificacin de un molino harinero que hubo en aquel rincn). O las veces que ha llevado el puente de la Es tacin Fjate, un da que tena que ir yo a Almansa en el tren de las cuatro de la tarde tuve que ir a la Estacin dando la vuelta por el puente de Mo nvar, as que toma felicidad, pues ya sabes tam bin que un ao se me llev todo el huerto, no de jando ms que el tronco de una higuera verdal a la que yo tena mucho ior. S, recuerdo aquello, pero en eso tienes la culpa t, pues poco a poco le fuiste ganando te rreno al ro hasta que ste se hart y se dijo: hoy me llevo hasta los higos. Claro, y t no has hecho lo mismo cuando has podido. Bueno, bueno, vamos a dejarlo y que sea lo que Dios quiera. Siempre o decir que las acequias de la huer ta las haban hecho los moros cuando se asentaron en el valle de Elda, pero quin hizo el pantano y los pequeos pantanicos que facilitan la toma de agua del ro En los trabajos de los historiadores elderos no he ledo nada sobre estos particulares, por lo que deduzco que todas estas obras citadas, in cluyendo la rafa, no pudieron hacerlas los rabes, pues creo que son algo o mucho posteriores al es tablecimiento de stos en nuestra tierra. Y para que sirva de algo a la posteridad, ex plico a grandes rasgos el principio y el fin de ta les acequias, tres en la margen derecha del ro y dos en la izquierda. Hoy ya no existen tales tomas. Por el aliviadero del pantano sala la ms alta del valle, que en principio era un cequin que lle gaba hasta la fbrica de la luz para mover las tur binas, y de all mismo sala un acequia que regaba toda la Huerta Nueva y cruzando el ferrocarril re gaba en los altos de la Melva. A pocos metros de la fbrica de la luz, aguas abajo, haba un pantanico que daba vida a un ace quia cuyo destino eran los Escorrales, bajando por el terrapln del ro por delante de la casa del to Piculilla, cruzando el camino de la estacin y, despus de cruzar la rambla del Sapo y la de la Melva, segua paralela a la va hasta el Polgono 25, donde giraba a la izquierda, cruzando la ca rretera por unos sifones y unindose a la acequia del Campo Alto. Y, por ltimo, estaba la acequia citada del Campo Alto, que se formaba en otro pantanico que haba en la misma desembocadura de la rambla del Sapo. Esta ya iba ms lejos, pues se perda casi en el puente del Sambo, siendo tambin llamada la acequia de los Molinos de Felx. Tambin en la margen derecha y desde la rafa haba una toma de agua que serva para mover las casporras que chafaban el esparto en esta in dustria de la Alfaguara aunque, como reverta seguidamente el ro, no se puede decir que fuese una acequia, sino ms bien un grifo que tena la tal industria para su particular uso y gobierno. En el margen izquierdo, como he dicho, te namos a dos acequias, la llamada del Cataln, que sala de la misma paleta del pantano, segua ro abajo por su orilla y cruzando la rambla de Ca prala se adentraba por debajo del terrapln de Santa Brbara, girando al sur para formar nues tra Horteta y delimitar el trmino municipal por todo el Este de Elda, perdindose un poco ms de lante de la Casa Corts en la rambla de Bateig. Y por ltimo, estaba la ms importante de to das, la que saliendo de la Rafa y que llambamos la acequia del Comn, segua por debajo de la falda norte del Castillo y, regando toda la parte oeste del pueblo, se adentraba en el centro de la huerta hasta encontrar el Carril y junto a este camino segua hasta La Jaud, cruzando la ram bla de Bateig para regar las huertas de esta par tida hasta su final junto al puente el Sambo. Como es natural, todas estas acequias ten an sus derivaciones, algunas muy importantes para el riego del valle, pero su nombramiento en este trabajo es otro cantar del que nos ocupare mos en otra ocasin. *** Segua la animada pltica de los vecinos de ambas riberas, aunque el tono de la misma era ms bien tristn: el ro estaba enfermo y sus aguas ya no eran lo que fueron en otros tiempos. Se lamentaba el de la Casa Plaza de que se le estaban perdiendo muchos rboles porque las aguas 383 venan algo blandas y salobres. Eso es verdad Deca el de la Tafalera Desde que hicieron no s qu trabajo en un canal entre Caudete y Villena esto no tiene remedio: mira, sin ir ms lejos, tena yo ah en el huerto un almendro alpicosenco y otro de la raza y los dos se han secado en una escurri banda. S retruc su vecino los almendros son al parecer los que ms sufren con esta agua. Bueno, amigo, me voy, que an tengo que segar un poco de alfalfa, que es lo nico que re siste por ahora. Vas a cruzar el ro. No, me voy por aqu, por la orilla, a la Alfaguara, por un poco de esparto. Pues adis, hombre. Adis, adis, vecino. El Vinalop segua discurriendo por su camino de siglos y aunque sus aguas estaban enfermas, todava croaban las ranas en sus orillas y segua la vida vegetal en la ribera. Este es el dulce re cuerdo que se vendr conmigo algn da, cuan do Dios quiera. LAS CAMPAN ITAS DE SANTA ANA! (Tocata y fuga de recuerdos de mi pueblo, ay!, ya lejos) U an pasado muchos aos desde que dej de or Fiel sonido tan grato de las viejas campanas de aquella torre desde donde se dictaban las horas y los acontecimientos ms relevantes de Elda. Posiblemente por no haber nacido y pasado muchos aos de mi vida tan cerca de sus argen tinos sones, se quedaron para siempre grabados en mi mente y en todo momento las oigo voltear como si an estuviera al to Aja en persona y ms tarde sus hijos dale que te pego con ellas. El campanero de Santa Ana se llamaba Ma nuel , aunque siempre fue conocido como el To Aja (s, hombre, fue el famoso personaje que re cibi aquella estentrea voz de Manolico, cor ta, que me pierdes!). Aquella orden tan tajante la recibi de don Manuel Martnez Lacasta, por otro lado llamado tambin El Sacristn, famoso constructor de globos de papel alguno de los cuales lleg a me dir los quince metros de altura. El desesperado grito de este seor al to Aja era para que cortase la cuerda donde estaba el globo colgando en el frontispicio del Teatro Cas telar, y cuando ya estaba lleno de humo era el mo mento de darle suelta, aunque por lo que fuere, el to Aja no daba salida a la nave aerosttica y el pobre constructor se recoma sus energas gri tndole a su subordinado arriba en el tejado, 384 mientras abajo y dentro del globo estaba l, su jetndolo fuertemente ayudado por sus hijos, pues tena cuatro: Manolo, Joaqun, Luis y Roberto. El mayor y el menor dos buenos msicos por cierto. Tambin el padre fue un gran msico. Se guramente el bombista ms celebrado y enrgi co que ha tenido la Santa Cecilia en todos los tiempos. Sin embargo, a pesar de su energa to cando el bombo tuvo que or aquella famosa fi lpica que el maestro Fayos, en su lengua vern cula, le espet cuando vino a Elda para conocer la banda de msica que haba contratado como director al miembro favorito de su banda de Vi llanueva de Castelln y que ya era profesor de fa got. Curioso, difcil de tocar y singular instrumento ste; es una especie de caa de ms de un me tro de larga con un pitorro que le sale del centro y emite sus notas musicales que a mi entender llega los ms graves de cualquier otro instrumento musical. Adems y siempre desde mi modesta opinin, en esta faceta de la msica es el instrumento pa yaso de la banda, por su sonido. En su cuerda de la madera tenemos a la flauta con su dulce sonido, al oboe con su tono quejumbroso, y al clarinete, que es el tenor bartono de la cuerda, pero el fa got, ah amigos, siempre tiende a la sonrisa en sus sones. Me remito a los adornos musicales que Confluencia de la calle Jardines con Martnez Anido, hoy Juan Carlos I. 1959. Alrededores del Mercado. Al fondo, la torre 2 de mayo. Aos 60. LBUM FOTOGRAFICO Bajada de la calle El Castillo. Aos 60. Superior dcha.: Aparado en casa. Dcha.: Alberto Navarro Pastor. Abajo deba.: Calle Ricardo Len. Aos 60. Abajo: Calle Coln. Aos 60. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA En la Plaza Castelar nevada. 1960. Calle Trinquete nevada. 1960. LBUM FOTOGRAFICC Calle Virtudes, subida al Castillo. Arios 60. Encrucijada en al subida al Castillo. Finales de los aos 60. Calle San Jaime. Arios 60, Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZLEZ DE LA HORTElh En los orgenes de la Ciudad Vergel. 1 11$ LBUM FOTOGRA ICO Nias delante de los antiguos molinos de Flix. Esquina del Guardia, carretera nacional. Aos 60. Panormica. Aos 60. Panormica desde Boln. Aos 60. Pareja en la Plaza Castelar. Plaza Sagrado Corazn. Arios 60. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Feria del Calzado. Aos 60. Feria del Calzado. Aos 60, LBUM FOTOGRAFICO Seccin zapateros de la fbrica Calzados Armio, 1960, Paurides Gonzlez Vidal. Seccin de almacn de la fbrica Calzados Armio, 1960. Reporteros de Radio Elda en trabajo de calle. 1962. Subida al Castillo. Finales de los aos 60. Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONLATEI DE LA HORTERA Panormica. Aos 60. Piscina del Centro Excursionista Eldense. Aos 60. LBUM FOTOGRAFICO Desde la Torreta hacia Santa Brbara con el Arenal al fondo. 1961. Jenaro Segura, zapatero de silla, en su taller. 1963. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ Instalaciones de FICIA adornadas para la conmemoracin de los 25 arios de paz. 1964. Tomando el fresco en la calle Navarra. 1964. Calle Almazaras. 1966. LBUM FOTOGRAFICO Plaza de Arriba, luego R.N.S., hoy Sagrado Corazn. 1966. Calle Independencia hacia Placeta San Antn. 1967. Calle de La Pursima. 1967. Comienzo de la calle Independencia. 1967. Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZALEZ DE LA HORTETA Replaceta de las Monjas. 1967. Calle de la Comadre. 1968. LBUM FOTOGRFICO Calle Andrs Amado (espaldas del Ayuntamiento). 1968. Calle Estralazo, luego General Solchaga, hoy Espoz y Mina. 1968 Callejn Placeta Las Parras con calle Pursima. 1968. Calle Ramn y Cajal en el cruce con la Placeta de San Antn. 1968. Calle la Palmera. 1968. Calle San Agustn en direccin al Ayuntamiento. 1968. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Bajada de la calle El Castillo. Principios arios 70. Calle de La Comadre. Principios arios 70. Hostal Rincn (calle Palmera). 1968. Calle Estralazo, hoy Espoz y Mina, apuntalada. Principios arios 70. Placeta de San Pascual. 1968. LBUM FOTOGRFICO Calle Linares, hoy Maestro Juan Vidal. 1970. Casas del casco antiguo y Castillo. Aos 70. Calle Ramn y Cajal hacia calle El Castillo. Principios aos 70. Alrededores Mercado de Abastos. Aos 70. Los ESCRITOS DE JOSE JOVER ., K , 1 1, Fachada del Ayuntamiento hasta 1945. Arturo Berenguer, el cosedor. 1945. Elecciones sindicales en calzados Licesa. 1945. LBUM FOTOGRAFICO Tres generaciones de zapateros en la fbrica Fifo. 1945. De fi esta en la Plaza Castelar. Templete provisional. 1946. En el barrio de la Fraternidad, con rboles. 1948. Calle Nueva a mediados del s. XX. Lis ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Arriba: Caminando por la calle General Monasterio, hoy Pablo Iglesias. Superior dcha.: Colegio Padre Manjn. Aos 50. Dcha.: Vista de Elda (coloreada a mano). Arios 50, Inferior: Vista de Elda (coloreada a mano). Aos 50. Al BUM TOTOGRAFICO Arriba izda.: Vista desde el Castillo hacia la Estacin. Finales de los arios 50. Arriba: Estanque de la Plaza Castelar. Arios SO. Izda.: Detrs del len de la Plaza Castelar. Arios 50. Lu.b LULKI JU UL JU L juvIlt GuNiALL/ , DE LA HORTETA Calle Ortega y Gasset. Arios 50. LBUM FOTOGRAF1CO Delante de las columnas de Ciudad Vergel, en la salida hacia Alicante. Los ESCRITOS DE los JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Arriba: En la antigua fuente de la replaceta del principio de la calle 2 de Mayo. Aos 50. Dcha.: Heladera en la calle Cervantes. Arios SO. Nia con pamela. La Gran Avenida, antes de urbanizar. Arios SO. 418UM FOTOGRAFICO Templete de la Plaza Castelar. Aos 50. Panormica. Mediados s. XX. Postal de la Plaza Castelar. Arios SO. lma Tem,Aele del Pera ,11-, Primavera en la Plaza Castelar. Aos 50. Ed. Ambas JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Nia en la Procesin de las Palmas por la calle Nueva. Arios SO. LBUM FOTOGRAFICO Salud Gonzlez, aparadora. 1950. Trabajadores de la fbrica Hijo de Vicente Gil Alcaraz, en la fi esta de exaltacin del 18 de julio. Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Empresa de Manuel Pelez en la manifestacin cvica del 18 de julio. Maruja Ycardo tintando cuero en el taller de su padre. 1951. Da de la ta Gervasia en la carretera de Monvar. 1954. Panormica desde la Huerta Nueva. Aos 50-60. LBUM FOTOGRAFICO Nevada de 1954 en la plaza RNS, hoy Sagrado Corazn. Ambiente en el exterior del antiguo Mercado. 1955. Trabajando en la calle. 1954. En la calle La Cruz, con vistas al Lido. 1955. Los LSCUIDS DL JOSE JOVER GONLAIEL DE LA HOULIA Plaza del Ayuntamiento sin asfaltar. 1955. Verano de 1955 en la calle Cervantes. Zapateros en la Plaza Castelar. 1956. LBUM FOTOGRAFICO SALUDO ondeo; onitSsnoy , Iserho-jssiga lusr . un prro alsynsornns sin yooss pensn mn la rusnond de lames yoresluocaselye prnpoanot y en la 31 nerd bueno r.irVoy por ves primen. pol(11.. la do alumbro.. Ind raperunron nolli P.o.. , o corzo plus, lo por no sonalgur os.o . a. nom, arobo,olo mocho. Manco nos dolern Ion ocicaion ,nondlo ren, , on por fi n e/ bien general N. 101,0 la iolorann. BERDMIDO RUIZ, Botella, 6akle000, e Serra LBS EQUIPOS eifiellSCS Se 11111101 disouesin oara la luna aua relnectitrom I, e sidences cro tinon. ogina) Valle de Elda n I, septiembre de 1956. Abajo izda.: En la Avenida Chap, un da de fi esta. 1956. Abajo: Zapateros y aprendices en la calle Progreso. 1956. Nevada en la Plaza Castelar, junto a la antigua fuente. 1957. Nio montado a caballo en el cruce de la calle Petrer con Jardines. 1958. Desde Boln, con la ciudad al fondo. 1957. LBUM FOTOGRAFICO Delante del templete de la Plaza Castelar. 1958. Zapateros y aprendices de la fbrica de Jos Bernab Orgils. 1958. Vendedora en el antiguo Mercado. 1958. Los ESCRITOS DE Jost JOVER GONLALEL ,DE LA HOR IEIA ha bres odo en pelculas muchas veces. Lo dicho, el payaso de la cuerda. La filpica a que me refera anteriormente al bombista de la banda fue que el maestro Fayos quiso conocer la calidad de la banda donde vena de maestro don Jos Estruch, para lo cual se ofre ci a dirigir a ttulo de ensayo la partitura que les pareciese mejor a los dirigentes de la Santa Ce cilia. En la sede de dicha banda, que en aquellos tiempos estaba situada en los altos del Caf del Centro en la calle de Coln, se efectu la prueba en el patio de dicho edificio, donde se situ la ban da. La partitura que eligieron fue el segundo mo vimiento de la Quinta Sinfona de Beethoven, que es el andante con moto. El acorde final de dicha partitura es un for tsimo golpe seco, pero se conoce que aquella tarde Manolico El Sacristn estaba atribulado un poco por la cara un tanto seria del maestro o por lo que fuere, que no dio el toque con la preci sin requerida en la partitura y le sali un tanto desangelada. El maestro Fayas se adelant por el centro de la banda y cuando lleg delante del bombista le dijo: Y vost en este acorde final, t que trencar el bombo, recollons Pero volvamos a las campanitas, que siem pre me pasa lo mismo, que se me enganchan las ideas como cerezas, aunque en esta oportunidad no hay tales carneros. Lo que acabo de escribir es de manzana del mismo rbol, un inmenso amor a Elda y sus recuerdos, as que adelante con las campanitas o lo que sea, pues al final todo esta r a la sombra del mismo rbol que es Elda, su va lle y sus gentes. Hablaba yo del to Aja, que tena tres hijos, dos varones y una damita. Fui amigo del me nor de ellos al que llambamos Aretime. Me pa saba las horas muertas a la cada de la tarde mu chos das vindole tocar a vsperas all debajo de la escalera de la torre y maniobrando con las cuerdas que bajaban de las campanas. Una la mo va con el pie pisando la cuerda y la otra con la mano derecha. Para este menester slo usaba la din y la dan, porque la don, que era la ms gorda, slo se usaba para los grandes aconteci mientos, cuando suban arriba el padre y los dos hijos para voltear las campanitas. La din, que miraba al norte; la dan que miraba al sur la don que miraba a Tosca na, es decir, al oeste. Campanitas de la torre de mi pueblo, es parciendo sus argentinos sones sobre el val le. Desde cualquier lugar distante se les poda or, so bre todo a la cada de la tarde, cuando Aretime to caba a vsperas como ya he dicho. La din que en las fiestas era la pizpireta juguetona de la to rre y la dan acompandola. Esta dan ben dita era la ms seria de todas, tan era as que era la protagonista melodiosa de los entierros. La don era cosa aparte. Orgullosa y ampulosa en sus sones, slo se molestaba en fiestas o acon tecimientos muy importantes. Un da se oyeron unos toques insistentes y algunos elderos se alar maron presintiendo alguna desgracia. No hubo tal, se trataba simplemente de que le estaban cam biando no s qu cosas del sistema de los ejes del movimiento para el volteo, nada de particular se gn me dijo Aretime. Pero como resulta que aquello ocurri por la maana temprano, y la noche anterior haba llo vido mucho, alguien baj corriendo por la calle del Castillo gritando: Que sale la rambla! Que sale la rambla!, y como resulta que estos me nesteres tan desagradables y otros similares en traban en el negociado y atribuciones de la don, de ah la alarma que caus la reparacin apun tada. Y es que cuando llova mucho, sobre todo en la Hoya de Caprala, el turbin de agua era de no te menees. La avenida era impresionante aunque aqu en Elda decamos que haba salido la ram bla. Campanitas de Santa Ana que tantas veces me viste pasar durante mi farandulesca vida de periodista callejero! Vecina, me puedes decir la hora que es. S mujer, son los tres cuartos para las ocho. Pron to oirs los pitos de la fbrica de Rodolfo. Ah, Seor! Y yo sin hacerle las sopas a mi hijo!. Pero all estaban las campanitas como dicindole al mozo: Corre, que te quitarn media hora si te cierran la puerta!. Y es que por entonces gira 385 ba la vida alrededor de las campanitas, el reloj de la torre y los pitos de las fbricas. Hoy me imagino que todo esto ha desapare cido de aquella vida de pueblo fabril y atareado en llevar y traer tareas de zapatos de la fbricas a la casa y vice al contrario. No corras tanto, Manuel, con la tarea, que el del mostrador siempre se queda ms tarde! To tal, por tres pares de suela vuelta que llevas ah parece que note van a cortar si llegas un poco tar de. No corras, hombre, que han llegado muchos pe didos y ahora hay bastante trabajo. Retazos de la vida local de aquellos aos que las campanitas desde lo alto de la torre ve an pasar como diciendo: Ya m qu Mientras no venga Aretime a acariciarme, que sea lo que Dios quiera. Bastante nos importa a nosotros si le quitan media hora a uno o no le quitan al otro. Dilogo en el campanario: Oye, dan! Y t por qu eres tan seria. No s, din; es el co metido que llevamos cada una de nosotras aqu Yo me encargo de las Vsperas, los ngelus, en tierros y otros toques que ordenan ah abajo. T, en cambio, tan pizpireta y loca que te han tenido que poner una reja para que no te caigas cuan do te voltean, pero yo, yo tambin me lo paso bomba en las Fiestas Mayores cuando sube el to Ajay sus hijos, que nos dejan mareadas de tanto volteo Queris callaros de una vez No pue de una campana seria dormir la siesta en paz Te ner en cuenta que maana es la Alborada y hay volteo general, as que dejarme descansar, que me duele un poco el badajo y quiero estar en forma para avisar a todos los elderos que ha llegado el da grande. Bueno, bueno Don no te enfades, que la Din y yo te daremos unas friegas en el badajo para que te pase la molestia y puedas curarte bien. Muchas gracias, Dan, reposar tranquilas y maana a las doce de la noche so naremos como nunca en honor de la Virgen de la Salud y del Cristo del Buen Suceso. En vista de la fecha, espero que me sea per donado el audaz atrevimiento de hacer hablar a las campanitas de la torre de la iglesia de mi pue blo. Hasta el bronce de sus cuerpos re gozoso el Da de la Virgen. FELICES FIESTAS! ESTAMPAS VERANIEGAS UN TANTO PANSAS (I) (De la serie: ((Estrambotes literarios con sabor de recuerdos aejos) A ndaba yo estos das como dice el enunciado bastante panso en mis ideas, no s si por la calor, como dicen algunos, o porque mis duen des se haban ido de vacaciones y me haban de jado romo de impulsos escribidores (no s si esta ltima palabra es correcta, lo que s s es que tie ne buena fontica); pero no, mis duendes, cuan do me ven algo alicado, es decir, con las alas ca das, me dejan descansar, pues dicen ellos que lo peor que le puede ocurrir a una avecilla como yo es tener las alas a la funerala. Con mis modestas y humildes historietas, ya he dicho muchas veces que yo a las ideas, 386 pensamientos y dems impulsos que tiene la per sona en su cerebro para expresar sus deseos les llamo duendes; incluso les he dado nombres como tambin he dicho en muchas ocasiones. Como en todo en esta vida, hay duendes buenos, malos y entreveraos. Es el caso de mi duende Rabogato, que me trae por la calle de la amargura; en cambio mi querido duende Pa sensia me hace feliz, pues siempre est al tan to de mis atrevimientos literarios o de cualquier orden en mi diario vivir para que no me desman de. El entreverao es Cantageso. A este lo mismo le dan tres que cuarenta, si digo una fra Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA se o palabra improcedente ya la quitarn en la re daccin si no les gusta. En fin, queridos coterrneos, creo que con lo expuesto queda aclarado eso de las combinacio nes del magn para que nos entiendan los cris tianos y algn moro que otro. Deca yo anteriormente que me encontraba un tanto mustio y con pocas ganas de enredar con las ideas y los recuerdos, pero mira por donde me echo a la cara el VALLE n. 1966, del 6 de jul io, y en l leo el trabajo del coterrneo Juan Ferris Monllor, colaborador como yo del viejo estandarte literario eldero, y en el inte se me revolucionan todos los duendes que anidan en mi ordenador mental. Cmo ha sido eso Pues muy sencillo, que ridos contribuyentes, que la lectura del trabajo ci tado me ha dado pie para poner en marcha la m quina de entachar ideas y recuerdos que en este momento pugnan por salir todas a la vez engan chadas como cerezas, pero calma, amigo, que har como el to Gabriel, esposo de Pepica la Ver dulera, cuando cargado con un carro de piedras de Bateig se dispona a bajar el Reventn y le de ca a la mula de varas: Aguanta, Trajinera (que as se llama la mula) que voy a calzar y echar la galga, que esta cuesta es de alivio de luto no vaya a ser que tengamos una ibara (palabra eldera antigua de la conocida avera). Yo tambin paro y calzo como el to Gabriel, que por cierto fue seor de la Jaud pues naci y vivi en la casa que da al Sur con fachada al Nor te del ncleo de esta partida y encima de la ace quia que naca en la Rafa y se perda en el Puen te el Sambo y que se llam siempre la acequia del Comn. Este seor citado, esposo de Pepica, era transportista y fue el que trajo la piedra para construir el barrio del Progreso y otras muchas edificaciones, entre ellas la fbrica que hizo Ovi dio Guarinos. Ya ves si recuerdo a Pepica la ver dulera, y te dir ms, ya que has abierto la caja de los truenos. La famosa verdulera, para ser ms exactos en la historia, estaba en la calle de Jar dines, esquina a la ca del Conejo (hoy Cura Navarro) y frente por frente a la casa donde vi va el doctor Porpeta y frente tambin al almacn de maquinaria para el calzado de Ariza y Ochoa, en cuyo piso viv yo hasta que llamaron mi quin ta en la primavera de 1938, pues me haba ca sado con la hija del gerente de la industria, don Alfredo Donday, y como por tu escrito veo que te gustan mis detalles del antiguo Elda te dir que este edificio se hizo para un cabaret que se lla m Parisiana. Ms tarde se convirti en una f brica de calzado, cuyo dueo se apellidaba Vera y a quin llambamos el to Chimo, padre del es poso de la hija mayor de don Paco Santos, que mont una fbrica de calzado al final de la ca del Conejo, frente a las casas de cemento, y que en la guerra se convirti en fbrica de tan ques, segn decan, porque yo no vi nunca salir ningn tanque de all. Y para terminar con ste mi domicilio te dir que cuando volv de Amri ca en el ao 60 lo vi convertido en Muebles Es teban. La guerra se llev mi casa, mi porvenir y hasta mis plumas. ESTAMPAS VERANIEGAS UN TANTO PANSAS (II) (De la serie: Estrambotes literarios con sabor de recuerdos aejos) T Tambin en tu trabajo me das algunos bofeto nes cariosos, tales como repetitivo, exagera dillo, etc. los asumo con mucho gusto porque son de verdad y an te has quedado corto, pero ten en cuenta que lo que yo escribo no son novelas, sino historietas hechas a base de recuerdos y estos se 387 cruzan unos con otros y de ah su entrecruza miento. Tambin me pones a caer de un burro, pero aqu te has preocupado, antes de hacerme caer, de colocar un buen colchn de plumas que te has procurado de todos los pjaros del valle. Gracias, amigo, por tus loas y ditirambos: le han hecho mu cho bien a mi cansado y viejo cuerpo. Pero, un momento, que me dejaba en el nido de mis recuerdos uno que a buen seguro te gus tar, relacionado con el cabaret Parisiana, aunque, en los tiempos a que me refiero, t, ig noto amigo, todava estaras formando cola para entrar en el valle de Elda. Pero es muy posible que en alguna ocasin te habrs enterado por Radio Orejas, es decir, por haberle odo, hombre. Sa bes quin vino a tocar el piano en el Parisiana en sus primeros tiempos Pues nada ms y nada menos que don Enrique Almiana. S, querido co terrneo, el mismo, y tanto le gust nuestro pue blo que ms tarde lleg a ser el director de la ban da Santa Cecilia, como t sabes. No s quin le pueda interesar esto, pero si hay algn eldero al que aflore una sonrisilla al leerlo, como t dices, ser muy feliz y las plumas de mis alas se agita rn de alegra. Metido de lleno en la harina de los recuerdos ( ya ves, caro amigo, lo que viene detrs de tu ino cente pregunta de si me acordaba de Pepica la Verdulera), he decidido terminar con el Pari siana incluyendo una travesura infantil, para lue go proseguir con los sitios que haba por enton ces en nuestro pueblo en los que se ejerca una diversin digamos un tanto deshonesta. Todo esto, con permiso de los seores historiadores locales, pues creo que estos ocurridos tambin forman parte de la pequea historia eldense. Vamos. Digo yo! El primero de estos sitios de placeres ocul tos lo conoc yo, como es natural, no de cliente con la edad reglamentaria para alternar con las chi cas del descorche, porque en aquellas calendas 388 yo era un chiquillo de babatel, sino de una forma ms bien fuera de la ley en la secuencia: trave suras infantiles. El precitado Parisiana, un local, como ya he dicho, muy conocido por m muchos aos des pus, tena al fondo, a la derecha, una especie de patinillo donde, quin fuese, iba dejando las bo tellas vacas que se consuman en el local. Alguien de la cuadrilla de mi barrio debi me ter las narices, por cualquier circunstancia, en aquel depsito de botellas vacas y, de comn acuerdo, nos presentamos una tarde, cuando es taban limpiando y preparndolo todo para la se sin de la noche, y rpidamente nos metimos en el patinillo aquel y... sabis por qu Porque las botellas que all haba tenan muchos escurrim bres de licor, as que cogimos la gran curda de ans del Mono, con el consiguiente escndalo cuando nos descubrieron los empleados y la subsiguien te denuncia a las autoridades competentes. Por la calle de las Virtudes y adyacentes se oan rumores de lo ocurrido el da anterior en el Parisiana y es que al presentarse aquella no che en el local el inspector de los municipales de ronda nocturna, le contaron la trastada que ha bamos cometido unos chiquillos del barrio. El inspector, en aquella ocasin, era el Pintao, que viva precisamente en los impares de la citada ca lle, enfrente de la casa de los Trapellas. Y para que los elderos que me lean se aclaren quin era el Pintao, les dir que en aquella oportunidad man daban en el pueblo los liberales, pues cuando mandaban los conservadores el cargo lo ocupa ba el que llamaban el Rojo el inspector, que vi va y tena un pequeo bar entre la casa del se or Vicente Maestre y la plaza de Abajo, enfrente de Las Novelderas y pegado al estanco de Pindarga. Adems, el Pintao tena un hijo lla mado Telesforo, conocido palomista y gran baila dor de pasodobles y tangos. (Continuar) Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA ESTAMPAS VERANIEGAS UN TANTO PANSAS (III) (De la serie: Estrambotes literarios con sabor de recuerdos aejos) V ers, caro amigo, que no se puede ser ms pro lijo sacando a relucir sitios y rincones que al parecer tanto te gustan. Yo, la verdad, gozo como un enano recordndolos, porque aquella fue mi poca dorada de una juventud ya muy lejana. El Pintao no hizo nada de particular en cuanto a buscar a los culpables, aunque saba quines eran, pues algn eldero le dijo que uno de ellos era el hijo de Mara Dolor la Pajarica, o sea, yo mismo. Yo lo pas bastante mal aquel da, pues re cordaba mi hazaa (ya aparecida en Valle de Elda) en la que puse un cohete de tres una perri ca entre dos barras de turrn, en la parada del to Remigio el de Jijona, durante la feria de diciem bre. Desde entonces soy cohetero mayor de la ciu dad de Elda, segn nombramiento formal ante los arcos del Ayuntamiento por el entonces Corregi dor Mayor, don Jos Cataln Gras. Quin, a buen seguro, an estar rindose en la Eternidad re cordando cuando le contaron el suceso cmico de las barras de turrn rodando por el barro. Esto mis mo me dijeron un da del Pintao, cuando le contaron la faena de sus convecinos, que se par ta las tripas de risa. Despus del Parisiana, donde haba unas mozas prestas en el descorche de botellas para ga nar sus reales, surgi Morro Nuevo. Estuvo si tuado en la calle Rosales, junto a la esquina del majestuoso Parque de Atracciones, en su parte su roeste. Aqu las mozas no ganaban sus chavos con el descorche, no. Los ganaban con el empleo y co mercio ms viejo de la historia, segn he ledo mu chas veces. Regentaba el establecimiento una valenciana de muy buen ver, llamada Josefina, as que cuando los elderos queran juerga lo mismo decan Vamos a c la Josefina que Vamos al Morro Nuevo. Este nombrecito, seguramente, se aplic al establecimiento porque en aquellos aos ESTAMPAS VERANIEGAS UN TANTO PANSIAS veinte se citaba mucho, pues era el nombre de un enclave de Marruecos, muy repetido con motivo de la guerra con los moros. Mira por donde le sali a este sitio de hol ganza un competidor, al que pronto el gracejo el dense bautiz con el nombre de Morro viejo, completando el nombre de Marruecos, que as se llamaban en la prensa cuando hablaba de las ope raciones militares. Estuvo situado este rincn de las delicias al final de la Ciudad Vergel, pero en el lado dere cho de la carretera. Regentaba la casa una no me nos de buen ver moza llamada Rosita, as que los elderos tenan donde escoger para sus andanzas de fin de semana: Morro nuevo o Morro viejo. Y por ltimo, de aquellos tiempos, citar otro sitio de descorche, llamado Los Gavilanes. Aqu el nombre del establecimiento le vino, segura mente, porque lo regentaba un hijo del to Ga viln, flamante municipal con sable, que viva por la calle de la Tripa al final. En cuanto al hijo dueo del local citado hay que decir que fue un gran aficionado a los caballos, pues tena un pre cioso ejemplar con el que se paseaba por el pue blo. Este local de los Gavilanes estuvo situado pre cisamente enfrente en diagonal del Morro viejo., ya en trmino de Petrel. Y termino, caro amigo, con tu apunte sobre la msica. Efectivamente, fu educando de don Jos Estruch. Un educando un poco grandulln, pues fjate que don Jos vino a Elda el ao 34 y yo nac el 9 de este siglo. Pero, as y todo, no logr vestir el anhelado uniforme de la Santa Cecilia, aunque si comenc con los primeros trasteos del trombn de pistones, que, mirando la foto de la Modern Jazz, me parece el mismo que tiene entre sus manos Manolo el Sacristn. En cuanto a tus andanzas con esa orques tina que citas, con la batera, me imagino que lo 389 haras bien, pues aunque en aquellos aos yo es taba volando por otras latitudes, me he entera do despus por Radio Orejas que tocabas el bombo en la Santa Cecilia, emulando a Manoli co el Sacristn, famoso bombista donde los hubiere. Dale un abrazo muy fuerte al amigo Sento cuando le veas y dile que me gustara orle una vez ms los arabescos y trinos de ruiseor con su flauta en la introduccin de Gui l lermo Tell. Un abrazo para ti , extensivo a todos los el deros. SER VERDAD QUE TENEMOS VIDAS PARALELAS (I) S, LOS RECUERDOS AS PARECEN ACREDITARLO! (De la serie: Filosofa para andar por casa) M i querido amigo Rodolfo Guarinos, en ani mada charla que sostuvimos en unin de otros dos igualmente queridos amigos, me insinu el tema de los principios de nuestra guerra civil con la siguiente pregunta: Pepe, t por entonces ya eras ms maduro... Qu recuerdos tienes de aquellos das tan dramticos Se han borrado de tu imaginacin Te qued algo humorstico de aquel los das o el tiempo se llev por delante to das o casi todas las secuencias de aquellos tris tes das. Pues, mira por donde, la pregunta no origi n en m el tema que buscaba mi amigo, sino una serie de pensamientos relacionados con los su cesos de aquel los tristes das, aunque en este tra bajito alguno se escapar que espero no sea de sagradable, aunque debo advertir que, dada mi curiosidad innata, tuve que ver cosas que no fue ron de personas medianamente sensibles al amor al prjimo, y ustedes ya me entienden. Del manojo de dislates que observ aquellos das, escojo tres que ya al verse denotan la cata dura moral y humana de sus protagonistas. No esperen nombres de algunos de estos desgraciados autores de las barbaridades que se cometieron en los primeros das de la aquella revolucin. No, la historia que es muy sabia los juz gar en su da y el tiempo, que es un fcil embo rronador de realidades ir colocando los hechos en su justa medida para mejor tranquilidad de todos. 390 Los primeros das de la tragedia fueron lo que mi to Gaspar me deca en ocasin que le estaba le yendo el artculo de fondo del Heraldo de Madrid, sobre una revolucin en un pas sudamericano. Al preguntarle yo qu era aquello, me dijo: Mira, Jo seco, eso de las revoluciones es como cuando hay un lo de gentes y alguien dice: Al arrepalle! Que quiere decir que el que ms coja, para l. As era, en efecto. Falta total de autoridad en el estamento que sea y el asalto de lo que sea, val ga la repeticin. Y ah van unas muestras de lo que vi en aquellos trgicos das. Presenci el asalto al domicilio chalet de don Rodolfo Guarinos Vera, sito en la calle de Jar dines, esquina a Menndez y Pelayo. Entraron las turbas en incontenible aluvin y removieron has ta los cimientos. Al poco de comenzar el registro, vi salir a un elemento con una caja de galletas Maras entre las manos y la volc en el jardin cilio que haba delante de la casa. Qu busca ra aquel tipo en una caja de galletas No hubiese sido mejor dejarlas para el desayuno En fin, las reacciones de la vida son incomprensibles, a ve ces, en el ser humano. Total, que la casa la deja ron bien lav y planch y lista para revista. Otros de mis impresiones personales de aquellos das, con un gran tumulto de gentes, vidas de encontrar no s qu en los sitios de gen tes principales. (Continuar) SER VERDAD QUE TENEMOS VIDAS PARALELAS (II) S, LOS RECUERDOS AS PARECEN ACREDITARLO! (De la serie: Filosofa para andar por casa) M e encontraba aquel da en la pueda del Ca sino Eldense y vi llegar la riada de ciudada nos a las puertas de la Gran Pea, sila un poco ms abajo del Casino, en los impares. Entraron en trompa, como deca mi amigo el de Monforte, que sola cambiar la B por la P, y a peco vi salir unos individuos arrastrando un hermoso silln de piel hasta la baldosa, donde, con incontenible rabia, le prendieron fuego, volvindose prestos al interior, en busca seguramente de la pareja del silln. Probablemente, alguien con ms categora revolucionaria les dijo que ya estaba bien, que las fallas eran en junio y haba pasado su tiempo. Me largu de all un tanto asqueado del es pectculo, pero no pude menos de pensar un poco en la filosofa de la barbarie: Qu culpa tendr an aquellos sillones de la Gran Pea, hechos para la comodidad S, all estaba seguramente la res puesta. Por lo que se ve, las revoluciores no ad miten comodidades, sino barbarie pura y sucia. Aqu viene, amigo Rodolfo, la tercera se cuencia histrica que me toc vivir y ver en aque llos tristes das en nuestro pueblo. Para el final de este cuadro de tres sucesos, entre los muchos que presenci, he dejado el ms gordo. Tan gordo que seguramente en toda Espaa no se vio otro igual. Reunido el clan concejil del Excelentsimo Ayuntamiento de la ciudad en sesin extraordinaria acord por unanimidad ... derribar la iglesia de Santa Ana! Bueno, hubo un miembro entre ellos que no fue tan unnime. Se trata de un buen amigo mo que seguramente salv su vida por su gesto de in tentar salvar el templo de su condena y, aunque estuvo un tiempo en el Dueso, en Canta bria. Pudo salvar la piel, al trmino de la tragedia, gracias a aquel voto en contra en la reunin citada. Qu inducira a aquellos pobres hombres a tamao despropsito, con la cantidad de usos que se le poda dar a un espacio cerrado tan grande Mi to, en semejante situacin, segura mente habra repetido: iloseco, eso son cosas del arrepalle!. Tambin pudo ocurrir que, al calor de la dis cusin de si la derriban o no, algn sabilongo di jera: No tenemos Plaza de Arriba y Plaza de Abajo Pues tirmosla y as tendremos Plaza de En medio (Esto ya entra en las dosis de humor que aplico en mis escritos, valga el parntesis). No, obstante, hago hincapi en lo apuntado al comienzo de este captulo. No he llegado a co nocer que en ningn pueblo de nuestro entorno de rribaran iglesia alguna. Quemarlas, s, en muchos sitios; pero en nuestro pueblo llegaron hasta el fi nal: la barrieron de la vista de los elderos y elde ras para que se viese solamente un descampado lleno de cascotes. Pero no contaron aquellos ener gmenos con que la iglesia antigua haba deja do la simiente en los creyentes y as surgi otra nueva. S, surgi otra nueva porque la semilla de la vieja haba caido en el surco de los elderos hacia sus tradiciones de siglos. La explosin del favor de Elda hacia la re construccin de la nueva Santa Ana se puede de cir que fue total, pero yo en este trabajo me limi tar a recordar a un personaje que fue el alma-mater para ver erigirse a lo alto las nuevas torres del nuevo templo. Son muchas las personas que podra citar que participaron en este esfuer zo popular en pro de la iglesia, pero repito que me limitar a una, conocida por todos los eldenses y que representa a todas las dems en el esfuerzo realizado. Tnganse por sealadas en mi pensa miento. El personaje al que me voy a referir es don Jos Mara Amat Martnez, que trat bastante e in cluso me bendijo un establecimiento de joyera que 391 en mis tiempos de indiano montamos en la calle del Mdico Beltrn, n. 22: Joyera Universo! an lo recuerdo cuando recorra las calles de Elda saludando a diestro y siniestro a todo quisque el dero, pues tena una innata simpata y humor el dero en las conversaciones particulares. Como todos los elderos saben, don Jos Ma ra Amat Martnez tena su domicilio en la calle nueva Arriba, un poco ms arriba de la antigua Ad ministracin de Correos. Yo tena la costumbre, por aquellos aos de la joyera, de acudir al trabajo precisamente por delante de su casa y en muchas ocasiones lo encontraba a la puerta en traje de fa ena domstica, es decir, sin sotana. Buenos das, buenos das, don Jos Mara! Ha terminado su trabajo en Santa Ana. No, hijo, eso no se acaba nunca. Ahora estoy de pai sano examinando la huerta. (Como es sabido, a espaldas de su casa existan unos terrenos de su propiedad y all se entretena el hombre en los in tervalos de su sagrado ministerio). Y este es el gra to recuerdo que conservo de don Jos Mara Amat, el prroco de Santa Ana. (Continuar) SER VERDAD QUE TENEMOS VIDAS PARALELAS (III) S, LOS RECUERDOS AS PARECEN ACREDITARLO! (De la serie: Filosofa para andar por casa) V olviendo a nuestro tema, hay que decir que se desat la fiebre de las requisas, colectiviza ciones y socializaciones en toda Elda. Las fuerzas de uno y otro sindicato se apresuraron a requisar todo lo que se pona por delante: industrias, edi ficios, oficios y, hasta segn me contaron, requi saron las higueras del Campo Perdido, para en viar los frutos a los voluntarios que se iban al frente. Bueno, en honor a la verdad, debo decir que eso no lo vi ni nunca me lo cre; sera cosa de al gn chusco. Una de las cosas que ms gracia me hizo fue la colectivizacin de los peluqueros. Montaron una nica barbera en el pueblo, en la fbrica de don Manuel Maestre Gras, ms tarde propiedad de los Obrador. All, en el rincn sur de la fbrica, es taban todos los rapabarbas en unin, con gran va riedad de sillones y las caras largas de sus pro pietarios al pie de los mismos, esperando clientes. Un sbado por la tarde se me ocurri ir por all y uno de los maestros, que tenan su negocio en la calle de la Pursima, deca lamentndose: Y pensar que a estas horas ya tena yo ade centados a todos mis parroquianos, y fjate qu pa 392 norama! Ha desaparecido mi clientela y aqu es toy yo, mirando las musaraas. Y fue decayendo la industria del calzado por falta de materias primas y, las ms de ellas, por la natural desorganizacin al desaparecer sus propietarios, con la consiguiente prdida de cr dito de los nuevos dueos. Muchas industrias se transformaron para cosas de guerra y afines, cartuchera, correajes, etc. Me incorpor al frente cuando llamaron mi quinta, a principios del ao 1938, y en aquel mo mento me encontraba trabajando en Hijos de Ga briel Vera, como cortador de P que era y sabes lo que estaba cortando Bolsas de costado, de lona! A mi amigo Vicente Prez el Flauta, que era encargado, le pregunt un da: Oye, Vicen te, no te parece que este trabajo es cosa de sas tre. Y mi amigo se rea cuando le dije que me trajera unas tijeras, que me iba a cortar un traje de lona para irme a la guerra. Le dije de broma lo de irme a la guerra, pues no crea que llegara ese da, pero lleg y los primeros tiempos en el fren te de Teruel las pas canutas. Menos mal que la Virgen de le Salud me alumbr un da en las fal Los ESCRITOS DE JOS JOVER GoNzAuz DE LA HORTETA das de la sierra de Javalambre y me encontr a mi amigo Paurides, flamante jefe de Estado Mayor de la 25. Divisin, y all se acabaron mis sufri mientos guerreros. La verdad es que cuando vi aparecer a mi ci tado amigo en aquel majestuoso Cadillac ameri cano, con su bandern azul cielo ondeando al viento, me pareci ver el manto antiguo de la Vir gen, del mismo color que tena antes del desas tre y desaparicin de nuestra Seora, la Salutica. Dentro del coche iba un eldero al que no re cuerdo en todos los das de mi vida haber dado un abrazo tan fuerte y caluroso como el de aquel da. Un abrazo, amigo, de tu ayudante de cam po, pero que muy apretao! Muchas cuartillas podra escribir de lo que presenci en Elda en aquellos das del 36, pero la verdad es que escribir de cosas desagradables, aunque sea para ir formando nuestra historia, no me seduce mucho. As que me voy a las vidas paralelas, donde espero borrar recuerdos negros. Hay una vida fisiolgica corporal slo o exis te tambin otra vida espiritual paralela! Como es natural, dado mi escaso conocimien to de estas materias, son muy rudimentarios los aportes que yo pueda hacer en tan importantes ve ricuetos de la vida del hombre, desde que nace hasta que termina el ciclo viviente. Sin embargo, ten go una sencilla explicacin para abundar en el tema y es lo que yo llamo la Filosofa de lo ignorado! Tengo la seguridad de que los queridos co terrneos que me lean, o muchos de ellos, pensara a primera vista que no ando muy bien de la pe rola. Pues es muy posible que no anden desca minados, pues los aos han pasado y la mqui na anda ya necesitada continuamente de engrases extras para que funcione. Pero, no. Calma chicha, queridos troncos, que todava puedo templar la bandurria y, con la ayuda de mis duendes, ver la forma de explicaros eso de la Filosofa de lo ig norado que he citado anteriormente. (Continuar) SER VERDAD QUE TENEMOS VIDAS PARALELAS (y IV) S, LOS RECUERDOS AS PARECEN ACREDITARLO! (De la serie: Filosofa para andar por casa) para que vayis comprendiendo a primera vis ta cmo es la cosa, os expongo un sencillo ejemplo, que ya por sencillo aclara la filosofa esa. Pedrito, que ya tiene cuatro aos, le dice a su hermano mayor Antonio: Oye! Dnde has pues to la trompa que te dej ayer. Ah tenes las vi das paralelas. Est viviendo el hoy al mismo tiem po que el ayer. Una vida fisiolgica y otra alimentada por el espritu o memoria. Pues bien, entremos en materia y, refirin dome a mi persona, ya hace ms de veinte aos que estoy narrando historietas en el semanario Va lle de Elda y los que me vas leyendo semana tras semana os habis dado cuenta de que mis mo destos trabajos se refieren a mi pasado, prefe rentemente a mi niez y mi juventud. Fui creciendo y creciendo y al mismo tiempo se desarrollaban los pensamientos y hoy veo que al comps de mi vida fisiolgica se han ido acu mulando los motivos de otras vidas, que yo reco rro ahora para estamparlas en las cuartillas. S, ya s que se podr decir que eso son los recuerdos que se tienen de la vida pasada. Pero qu son los recuerdos No son otra vida para lela como he dicho Ami me hacen mucha gracia aquellos que di cen: Ay! Si yo pudiera volver a vivir otra vez, las cosas que he hecho y que no volvera a hacer. Aqu se me ocurre que estos elementos que quieren vivir otra vida son unos abusones, pues 393 en realidad lo que quieren es vivir tres vidas se gn mi teora. Llegados a este punto nos adentramos en mi original apunte de Filosofa de lo ignorado, ci tado anteriormente. Sin embargo, en este apartado del trabajo no me extender mucho, no me vaya a ocurrir como al to Basilio el de la Casa Arriba, al cual convenci el tratante de que la mula es taba a punto de parir y por eso era tan cara. Po bre to Basilio! No saba que las mulas no tienen ese don de Dios de poder parir y multiplicarse. Como quiera que eso mismo me podra ocu rrir a m con la teora que se me ha ocurrido de la Filosofa de lo ignorado, pues dejo el teorema este para cuando venga el buen tiempo y madu ren los alpicoces. Debo insistir, sin embargo, en mi tema de las vidas paralelas. Aqu me siento firme en mi teo ra, pues estar emborronando cuartillas tanto tiempo sobre una larga vida que ya pas no es moco de pavo. Aqu aplico la teora de Len Sal vador, un marchante de feria valisoletano que cuando terminaba la oracin necesaria para con vencer a la clientela deca: Algo tendr el agua cuando la bendicen!. A esto me agarro como un clavo ardiendo, pues de todo lo expuesto en la segunda parte de este trabajito espero que saquen mis amables lectores algo positivo. Yo digo como aquel:Otros, con ms sapiencia que yo, podrn algn da acla rar este galimatas de las vidas paralelas, porque en eso de la Filosofa de lo Ignorado no creo que lleguemos a parte alguna. Por lo pronto, yo he conseguido llegar al fi nal de la historieta y espero que descansen los pa cientes lectores que la hayan ledo. Saludos elderos. RECUERDOS DEL DA DE LA VIRGEN (I) (De la serie: (Aoranzas de Elda y su Valle que me vio nacer) Todos los aos, en este da, aunque mis vuelos 1 de quimera me los pasase entre las gentes de mi pueblo o muy lejos de su calor humano y de los efluvios de tan querido rincn, les he dedicado siempre un especial pensamiento a mis queridos Patronos ya sus gentes. Yo me imagino que todos lo hijos de Elda, en ese da, sentirn un especial estado de amor hacia los suyos y a las Fiestas de Septiembre, pero no s, yo es que las vivo repa sando desde mi niez todos los detalles que en esos das se daban en sus calles, el olor de las ca as y tarais por el recorrido de las procesiones; el aroma de los hornos cociendo las deliciosas pas tas y almendras alpicosencas, que eran puro de leite para los elderos... En fin, para qu seguir, creo que mi estado de nimo en estos das tan sea lados ha sido siempre ptimo y campen en que rencias hacia mi pueblo y todo lo que en l se en cierra. 394 Desde que tuve que fijar mi residencia, por consejo mdico, aqu en la ciudad de Alicante, to dos los aos uno de mis sobrinos que son tres con las correspondientes sobrinas me lleva con su carro para postrarme una vez ms a los pies de mi Salutica, tan aorada y querida, junto con su hijo, el Cristo del Buen Suceso. Este ao le toc el turno del transporte a mis sobrinos Antonio y Paquita, sta hija menor de mi hermana Lidia. En menos que canta un ga llo, me situaron en la Arciprestal de Santa Ana, a los pies de nuestros queridos Patronos, aun que un poco tarde, pues no pude or esa delicia musical que es Virgen Pursima del eximio Maestro Gorg; pero, bueno, me la se de memo ria y cuando mi sobrina Paquita me dej senta do en primera fila, debajo de los cuatro evan gelistas, la repas en la memoria mientras miraba a la Virgen. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Cuando hube terminado mis plegarias fij mi mirada hacia San Juan, San Mateo, San Marcos y San Lucas, all arriba, sosteniendo cada uno una de las cuatro esquinas que soportan la media naranja. Estos evangelistas, que en tiempos mo dernos se podra decir que son los portavoces del Nuevo Testamento, son, de las figuras de la igle * sia, las que ms me llamaron la atencin siem pre, porque cuando el sacerdote explica el evan gelio del da en la Santa Misa, es gratsimo or al comienzo aquello de en aquel tiempo y sin dar nos cuenta nos retrotraen esas palabras a lo que fue el comienzo de la Era Cristiana. (Continuar) RECUERDOS DEL DA DE LA VIRGEN (II) (De la serie: Aoranzas de Elda y su Valle que me vio nacer) pensando en estas cosas he notado de siempre que entre los cuatro evangelistas hay uno, que es San Lucas, que se distingue de los dems. Es decir, que cuando oigo las palabras de en aquel tiempo o en aquellos tiempos siempre el evangelio segn San Lucas, es el que se nom bra ms veces que los tres restantes. Todo esto lo pensaba yo este ao mientras mi raba hacia arriba y me pareci que oa a San Lu cas decirme con gesto solemne: Es que yo soy el ms viejo de todos!. En este apartado de los evangelistas espe ro no haber incurrido en alguna irreverencia ha cia estos santos de la Iglesia. Si as fuere, ruego las indulgencias de rigor hacia mi persona, en or den a mi ingenuidad y escasos conocimientos, in cluso de los rudimentos de la Teologa. Amn. Retiro mi vista de las alturas, dedicando un ltimo recuerdo a los que en estos das, hace muchos aos, deambulaban por sus cornisas para darte del apartado del programa de fiestas que deca: A la entrada de las imgenes al tem plo ste lucir una iluminacin de 12.000 velitas. Un fuerte recuerdo a Rafael Anaya, Eduardico Gras, el to Auja y sus hijos, entre otros que no recuerdo tanto. E.P.D. todos. Pensando en estas cosas, pos mi vista en una artstica pileta a un lado del altar mayor y le pregunt a mi sobrina Paquita: Oye, Paqui, eso qu es. Pero to, eso es la pila de boltisar (eldero antiguo, obsequio de sobrina, que sabe me gusta mucho or los giros del viejo lxico eldero). Espera, espera, sobrina, que a m, cuando me bautiz don Baldomero, hermano del Alcalde don Francisco Alonso, fue en un cuartico que ha ba a la entrada de la puerta principal, a mano iz quierda. Bueno, to, eso yo no lo s, yo siempre la he visto ah. Bueno, pues ah la dejamos, pero insisto que cuando a m me dieron la ducha bau tismal y me hicieron cristiano fue donde te he di cho. Y te dir ms: segn o en una ocasin, cuan do me dieron el bautismo, el to Pansilla (don Jos Gonzlez), que fue mi padrino, not que no llo raba, como hacen la mayora de cros en esa oca sin, y mi padrino dijo: Este ser marinero, pues le gusta mucho el agua. Oye, sobrina, y acert, pues cuando tuve la edad me present volunta rio de la Marina y me libr, as que me qued en seco y tuve que dedicar mis ansias nuticas al pantano. (Continuar) 395 RECUERDOS DEL DA DE LA VIRGEN (III) (De la serie: Aoranzas de Elda y su Valle que me vio nacer) M e dej un momento mi sobrina para buscar a su marido y yo me qued pensando en los aos a caballo entre los 20 y los 30 de aquellos das de la Virgen. Primero la misa, despus acom paar al seor predicador a su domicilio, que casi siempre era el hotel Sandalio y por ltimo a la reunin del Casino Eldense con el todo Elda, los hombres bien mudaos, como era de rigor en ese da, y las eldericas rivalizando en belleza y atentados de vestidos y grciles sombreritos, mientras sonaba una banda de msica que, para la ocasin, siempre era lo mejor. Una de las dos de Liria: La Primitiva o la Unin Musical, y pen sando, pensando, ... To! Que se ha quedado us ted durmiendo. Calla, hija, calla. Que me he quedado un poco alvertio (palabra antigua el dera, que me gustara saber si su raz etimolgi ca tiene algo que ver con adormecer o adorme cerse). As que vmonos cuando quieras. S, to, que ya son los tres cuartos para las dos de la tar de y su hermana est sola en casa con todo el tra jn de la comida de hoy. Pusimos proa a la calle, va puerta de la sa crista, y al salir de la nave central me qued pa rado, mirando al rincn de la derecha: Oye, Pa quita! El ao pasado haba aqu una preciosa escultura del Cristo del Buen Amor. Dnde se encuentra ahora. S, to, creo que est al lado del altar mayor, pero vmonos, que es tarde y las fasiuras estn en camino, y hoy, adems, tenemos un extraordinario especial de mi ta Nieves. S Pues adelante, mis aguerridas huestes, que hoy me parece que hay reunin extra de pajaricos de todos los plumajes. La pareja formada por Nieves Hernndez Ra mn y Juan Maca Cabrera es un matrimonio muy simptico y, por ser ella hermana del que en vida fue mi cuado Pepe Hernndez, pues resulta que son pajaricos colaterales, y en realidad ella es la protagonista de la segunda parte de esta histo ria por ser cumpleaera y adems encontrarse con dos velitas rebeldes en su tarta de cumpleaos. Las trompetas de la Horteta debieron sonar fuerte en este da de la Virgen, pues cuando lle gu a casa de mi hermana Lidia con el pensa miento puesto en las fasiuras y otras delicias de tan sealado da me encontr con una banda de pajaricos de todos colores y plumajes, como no ha ba visto juntos nunca. Hasta tuve la gran alegra de encontrarme con una prima hermana que ha ba venido expresamente a verme ya la que no vea la tira de aos: mi prima Concha Gonzlez Vera, hermana de Manolo ya fallecido que en su ju ventud fue un afamado taxista con su flamante coche Plymouth y termin su vida como im portante fabricante de envases de cartn de to das clases. Gran pajarico, s seor! Este y su her mana Concha son descendientes del nico varn que dej mi abuelo Pepe el de la Horteta; el res to fueron mujeres, cuatro en total, las que dej el primer pajarico del valle de Elda, cuando se lo lle v el clera junto con mis abuelos y abuelas el si glo pasado, en 1885. (Continuar) RECUERDOS DEL DA DE LA VIRGEN (IV) (De la serie: Aoranzas de Elda y su Valle que me vio nacer) N o es para descrita la algaraba de tantos pa jaricos juntos, sobre todo cuando ya de la co cina salan los efluvios del plato tradicional eldero 396 en estas fiestas. Venga, sentarse, que vamos a comer!. Santa palabra, dije yo, al tiempo que me acomodaba en mi sitio de tantos aos. Ex Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA presiones para todos los gustos de la alborotada band: Abuela, yo quiero dos fasiuras!. Indi cacin al patriarca, de mi sobrina Paquita: To, usted cuntas quiere. A m me sirves una y me dejas media en reserva, por si acaso. Cuando hube dicho aquello mi sobrino -nieto Robes, el benjamn de mi sobrina Lidia, me ech de soslayo una mirada, como diciendo: To, aqu estoy yo, por si hay que empujar a la media de la reserva. Y en este tono sigui la comida del da de la Virgen, como me imagin que ser en todas las casas elderas en este da. Y llegaron los postres y todas esas delicias que aparecen en fecha tan se alada. De repente, se levant la seora Nieves y, ayudada por su marido, extrajo de una bolsa un abul tado envoltorio que result ser una gran tarta es pecial, pues resulta que en este da celebraba su cumpleaos, lo cual festejamos todos con gran ale gra y alborozo. Apareci la tarta en el centro de la mesa con dos velitas como de adorno y aqu comenz lo que podramos relatar como el drama de las velas re beldes. Encendidas que fueron las dos velitas, se dis puso la cumpleaera a su apagado, para el normal reparto de la tarta entre los comensales. Se agach un poco, como tomando carrerilla, y larg un sopli do ms bien regular, que dej a las velitas como es taban, es decir, luciendo correctamente. La seora Nieves tom nuevo impulso y larg otro soplido ms que regular, que dej a las velas inclumes, luciendo en todo su esplendor. A partir de all, el comedor se convirti en un concurso de soplidos, risas y dichos graciosos. El pri mero en probar la fuerza de sus pulmones fue el con sorte de la cumpleaera, pero no logr un apaga do perfecto. (Continuar) RECUERDOS DEL DA DE LA VIRGEN (y V) (De la serie: Aoranzas de Elda y su Valle que me vio nacer) E ntonces, en todo de guasa, no recuerdo quin dijo: Oye! por qu no llamamos al vecino, que fue bombero, a ver si es capaz de apagarlas. No prosper esta idea entre la grey presente de aves canoras, pues pareca un disparate. Alguien dijo entonces: Por qu no le dais vuelta a la tarta y las apagis sobre la mesa. Esta idea an pros per menos, pues el disparate era ms gordo, ya que, segn dijo en una ocasin el tuerto de Ca mara, a una tortilla de patatas se le puede dar la vuelta, pero nunca a una tarta helada. Toda la familia ornitolgica expectante, mi rando la tarta y sus dos velitas inclumes, de re pente se levant mi sobrino -nieto Robes, que es taba a mi lado, y entr en la cocina, de donde sali con un vaso de agua, se acerc a la mesa, arran c una velita y la meti en el vaso invertida, con lo cual el apagado fue perfecto. A continuacin hizo lo mismo con la segunda y obtuvo el mismo re sultado, poniendo por ltimo las velitas en su si RECUERDOS DEL DA DE LA VIRGEN tio, visto lo cual todos respiramos satisfechos, fe licitando al genial Robes por su idea. Por fin pudo respirar tranquila la cumplea era Nieves y ofrecernos su tarta, que deglutimos con gran placer y algazara. Un lejano da de la Virgen suba el to Pas cual por la calle del Castillo, despus de la pro cesin, y le pregunt Salud la Carotera si se ha ban encendido todas las velitas cuando entr la procesin. S, por cierto, Salud, cuando yo he sa lido de la iglesia todas lucan. Pareca que ninguna quera apagarse, viendo a la Virgen de la Salud tan bien alumbrada. Yo creo que las velitas de la tarta de mi que rida Nieves deban de ser de la misma raza que las que durante tantos aos alumbraron a nues tros Santos Patronos en nuestras Fiestas Mayores, cuando entraban al templo despus de perfumar las calles de Elda con su divina presencia. Saludos elderos. 397 TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (I) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) C uando termin mis estudios de periodista co rre cal les, en la universidad de las Aguale jas (lase aqu vendedor callejero de peridicos), me encontr sumido en un mundo nuevo, tras el tiempo que estuve de lazarillo con mi to Gaspar el ciego, que detentaba la venta exclusiva del Heraldo de Madrid, El Sol, La Voz, todos ellos de la villa y corte y acostumbrado como esta todos los das al mismo comps de repaso por las calles elderas, as como los mil sucesos que de rivan de aquel Elda entonces tan acogedor. De momento, lo que ms descompuso mi forma de vivir al terminar mi etapa callejera de tantos aos husmeando da a da los acontece res de la vida local, fue la cuestin crematstica. Se acabaron las propinas y ddivas de muchos clientes y hasta que alguna que otra sisa, que el bueno de mi to Gaspar no tena en cuenta, pues yo en eso la verdad no meta mucho la mano. Aunque de cuando en cuando me deca mi to: Joseico, y el peridico que te dej a deber ayer, segn dices, ese seor de la calle San Roque, que se ha convertido en la entrada del cine O es que se te ha olvidado drmelo. S, to, aqu estn las tres perricas que me ha dado esta maa na. Mi to sonrea socarronamente y se acaba ba la cuestin, aunque yo pensaba para mis adentros: Este hombre tiene memoria de ele fante. Bueno, la cuestin monda y lironda es que hasta entonces yo haba sido cliente de butaca del Castelar, para ver La moneda de hierro, a Tom Mix y Charles iones y el infable Eddie Polo, con aquellos rollos de caballistas que tanto nos gus taban. Y de repente pas a ser cliente de galli nero, lo cual vena mal a mi condicin de vol til por aquello de ser yo pjaro de pro y poder volar por las alturas junto al Museo y su m quina de proyectar. 398 De momento esta cuestin del cine casi la sol vent gracias a mis conocimientos, que haban sido en mi tierna infancia casi precoces en aque llo del leer y escribir. Hay muchas maneras de matar pulgas se suele decir y yo me las ingeniaba para matarlas sacndole a mis conocimientos gramaticales todo el suco que poda. Por de pronto, tena un fijo con una seorita de la calle de la Comadre que tena un novio en Bilbao y le escriba todas las semanas. Excuso de cirles a mis queridos coterrneos que en la par titura amorosa de aquella pareja, en la parte el dera, el autor de la letra era yo, con lo cual cobraba como si fuera un miembro de la Sociedad de Au tores; resumiendo, que yo escriba las cartas y lea las respuestas y, claro, eso eran dividendos que en forma de agradecimiento de parte de la novia, entraban en mis arcas para mi solaz y esparci miento. Hay forma de escribir ms tonteras para decir que me daban unas perricas por el trabajo Tena yo por aquel entonces tres primas her manas, hijas de mi nunca olvidada ta Pepica, doa Mara Josefa Gonzlez Gil, hermana mayor de mi querida madre. Esta persona, ya lo he dicho en alguna ocasin, debera tener un sitio reservado en la historia de Elda, pues la nica mujer zapa tera de silla que hubo en el pueblo, ya que corta ba las tareas de chicarro de punto espada en los talleres y se los haca tan limpiamente. Las primas a que me refiero eran Pepica, la mayor; la segua Virtudes y, por ltimo, Concha, la ms pequea. Tres pajaricas de pro. Las dos pri meras ya se fueron con Dios y supongo que en traran por la puerta grande por sus bondades. En cuanto a la ms joven, mi simptica y querida Concha, supongo que leer esto, pues es asiuda del Valle y creo que se alegrar mucho al ver cmo me acuerdo de ellas. Paz y recuerdo para las que fueron y un abrazo muy gordo para mi prima Concha, y tambin abrazos para sus descen dientes, pajaricos aunque no quieran. Mi prima Pepica era muy aficionada a las pe lculas mudas de episodios del Castelar, como tambin lo eran mis otras dos primas citadas, por lo que mi menda tena asegurado el pase de gua gua al Castelar casi todos los das que haba se sin. Las causas de este favoritismo con su pri mo Jos Pues muy sencillo. Mi prima Pepica, que era la que aprontaba la pasta de mi entrada, no recuerdo si es que no saba leer o que por la mu cha distancia que haba entre la caseta de Mi nuto que ya he dicho que era el que tiraba la pelcula no vea bien los letreros que explicaban de cuando en cuando las escenas del drama. Y me llevaban a m de lector! Por aquel entonces, el gallinero del Cas telar quedaba muy lejos de la pantalla, pues es taba arrinconado al final, ya que adems del pa tio de butacas haba un anfiteatro con unos sillones muy majos de una especie de plancha de madera los asientos, muy confortable. Y, claro, desde all arriba los letrericos de la pantalla eran casi ininteligibles. De todas maneras, para lo que decan, mejor que no pusieran nada. Cursileras a todo pasto. Fijaros: Los bandoleros han asal tado el rancho de Mister Harriman. Se teme lo peor. Otro: El protagonista se ha enamorado de la bailarina del saln y hay un vaquero dispues to a matar por ella. Qu pasar. Echale hilo a la milocha, la enjundia litera ria de tales letreros! Y encima, la pantalla era una tela vulgar, no como las actuales, que son bri llantes y resaltan las imgenes. Hablando de la pantalla del Castelar, re cuerdo que tena en un extremo, como a unos 80 centmetros del piso, una gran rajadura, que por cierto me tuvo mucho tiempo pensando para que sera aquello, luego result que, en tiempos, por detrs de la tela haba un gramfono de aquellos de campana, grande, y por el bajero del teln sala la campana; pero en los tiempos en que se relata esta historia, ya haba un pianista llama do Snchez y el pobre le daban la murga con aquello de Snchez, toca! y del gallinero sa la de vez en cuando algn Snchez, gandul !. La verdad es que este seor era muy eficiente y buen pianista, pues tena la destreza de acom pasar su msica al tono de la pelcula, y no era raro orle tocar algo de la Cabalgata de las Walkyrias cuando haba en la pantalla una es cena de caballos por las praderas, galopando a sus anchas. Pero volvamos al gal linero. All me en contraba yo entre mis primas leyendo letreros y be biendo gaseosas de aquellas que haba entonces, que eran unas botellitas con una bola de cristal dentro, que cerraba el cuello de la botella. Los el deros le decan a esta bebida champn de bo lica. Y segua la vida en aquellos aos juveniles y la penuria de liquidez en mis bolsillos. Haba mu chas formas de matar pulgas en aquellos tiempos por lo prdigo de los huertos del valle, pues cuan do menos te encontrabas a un chiquillo en la puer ta del cine vendiendo seis albaricoques verdes por una perrica; como llevaba el bolsillo lleno, con dos o tres operaciones comerciales tena la entrada asegurada. Quin dice albaricoque dice cual quier otra golosina de la huerta; dependa, claro est, de la estacin, pero siempre haba algo que rosigar, aunque, a decir verdad, a m no me suce da mucho aquella forma de conseguir las mone dicas que hacan falta por entonces para aquellos gastos suntuarios de la chiquera. Haba esta do varios aos acostumbrado a la abundancia y aquello no encajaba en mis aspiraciones de me jorar mi status social para ser un chiquillo educado en lo que se pudiera y todo ese rollo de elevarse para lograr una mejor forma de vida. (Continuar) 399 TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (II) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) Claro que. . . Tngase Vd., seor de la Horteta! Tnga se, hombre de Dios! Le estoy viendo escribir esas cosas y no comprendo cmo pueda haber alguien que se atreva a leer sus destartaladas muestras de atrevimiento literario... Alto ah, amigo Cantageso; alto ah, que el tocino no es de oveja. El ao pasado, el da de la Virgen dnde estabas t a las doce y me dia del medioda Yo, seor de la Horteta, a esa hora y ese da, me encontraba donde estoy siempre desde que le entr a Vd. el uso de razn. El Sumo Hacedor me incrust en la corriente sensorial de sus ideas y pensamientos, y aqu estoy para cuidar de ellos. Entonces recordars que en esta fecha y ahora me encontraba en la esquina de Salutica la de los muebles, frente a la entrada de la sacris ta, y all se me acerc mi amigo. D. Pedro Maes tre Guarinos para saludarme y fel icitarme por mi trabajo publicado en la revista Fiestas Mayores, en el que disertaba sobre la nave que en el tercer centenario construy el verstil y fecundo artesano, hijo de Elda, D. Eduardo Pastor Juan, para que sur case las embravecidas aguas de las calles elde ras, cosa que consigui hasta la galerna de mar arbolado del ao 36, que dio con ella en el fondo del proceloso mar de nuestra guerra civil. Me si gues Claro que lo escucho, seor mo. Si esta ba yo all! Muy bien, nclito y romo Cantageso. Y no viste que, encontrndome yo en animada pl tica con el amigo Pedro Maestre, se acerc una se ora o seorita que me dijo con mucha efusin: Siga Vd.. escribiendo, seor de la Horteta, que nos hace muy felices con sus historietas! Y que Dios le bendiga! Has cogido la onda de esto, duen de marrullero 400 Claro, hombre, claro! Para eso estoy aqu. Entonces, por qu me has dicho que no comprendes cmo puede haber alguien que se atreva a leerme Envo:a la seora o seorita que aquel da de la Virgen se me acerc en el sitio ya mencionado, frente a la iglesia de Santa Ana. Gracias, queri da desconocida, gracias de este eldero viejo, por tus palabras de al iento para que siga escribien do historietas de nuestro querido Elda. Lo que ms siento es que, con la premura del tiempo, aquel da me qued sin conocerte, pues me pre cio de conocer en mis tiempos juveniles a mu chsimos elderos, por el tiempo que estuve reco rriendo las calles de nuestro pueblo, no s quin eras, simptica paisana, ni puedo saberlo; sin em bargo t, que lees todas las semanas el Valle de Elda, s que puedes, y me daras un alegrn si al gn da me dijeras de que familia formas parte, para mi archivo particular de elderos de pro en mi recuerdo. En cuanto a tus palabras de nimo, no te pre ocupes, querida paisana. En una ocasin Pepita Anaya Anaya, colaboradora del semanario, me consagr un trabajo muy bello, en el que, entre otras cosas, me decan: Sigue, pajarico, vo lando por los aires del valle y derramando el amor a tu pueblo!. As que no te preocupes, eldera des conocida: seguir volando y contando cosas has ta que Dios quiera, porque los montes seguirn ro deando el valle con sus ptreas murallas y el padre Sol seguir despuntando por los Chaparrales todas las maanas... Pasado este pequeo xtasis de mi inmo desta y sempiterna vanidad, al saber que en al gn eldero me sigue en mis modestos trabajitos sobre gentes y sucedidos como asimismo de per sonajes que fueron historia de la vieja della, ten go que proseguir con este trabajo. ... Decamos ayer que dijo Fray Luis de Len que cuando se acab mi paraso callejero de periodista repartidor y mulo de Lazarillo de Tor mes, pas unos das ms bien meses descen trado y como si me hubiese ido a otro planeta: ha ba que hacer algo, pues el rbol creca y no daba frutos. Qu hacer Mis padres decan que haba que aprender un oficio, pero cul Yo un da dije: Quiero ensearme a cortador, como mi herma no! Pues dicho y hecho, me fui una maana a la fbrica que decamos del to Perico, que estuvo si tuada en el nmero 5 de la hoy Avenida de Cha p, frente a un bancal que ms tarde sera el Ga raje Monumental. Esta fbrica ( que luego se conv.rti en el Despacho Central, regentado por D. Manuel Gon zlez Quijala), era una cosa incomprensible cmo en aquel espacio poda haber una fbrica mecnica de calzado. Claro que aprovecharon bien el espacio, pues hicieron un voladizo a cua tro o cinco metros del suelo, donde estaba la sec cin de cortadores, una especie de galera de unos tres metros de anchura que daba la vuelta a toda la nave, menos la parte frontal, que daba a la calle. Mi amigo Vicente Prez El flauta podr dar fe de lo que digo, pues creo que estuvo tra bajando all de cortador, segn memorias que le en el Valle en una ocasin. Esta fbrica me pa rece que fue el embrin de lo que luego sera la f brica de los Veras, en la calle Jos M. Pemn ac tual. Llegu a la fbrica en cuestin y, nada ms entrar, me di de boca con la mquina de montar, a la parte izquierda de la puerta, donde comen zaba la rueda de la fabricacin y donde naca la escalera que conduca a la seccin de cortadores ya citada. Buenos das, seor, yo quiero ensearme a cortador! La palabra ensearme, en Elda, equi vale a yo quiero aprender y pertenece al lxico eldero y a mucha honra. Quieres ensearte a cortador Pues sube arriba, que ah estn los cortadores me dijo el de la mquina. Nada ms subir aquella veranda, vi que efec tivamente all empezaban los cortadores. Prime ro vi una mesa vaca y a continuacin un corta dor, al que le hice la misma pregunta que al de abajo: Quieres ensearte a cortador Pues vete al final, que est el encargado. Creo que hace falta un chiquillo me aadi. Efectivamente, all, al final, estaba el en cargado y patronista D. Antonio Bernab (el Mo nada), precisamente hermano menor del primer maestro zapatero que tuve y del que hablaremos ms adelante. As que quieres ensearte a cortador Bue no, hombre, dime de quin eres y cmo te llamas. A lo que contest con mi media filiacin (in cluido lo de Pajarico al final), con lo que pare ce que qued aprobado para comenzar mi an danza por la industria zapatera local. TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (III) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) S e levant el encargado de la banqueta donde estaba sentado con un lo de patrones de pa pel y me hizo seguirle, desandando el camino de la veranda hasta la entrada, donde estaba la mesa vaca citada anteriormente. Bueno, aqu tienes tu mesa y espero que te portars bien, para hacer de ti un hombre de pro vecho y otros ditirambos propios del caso. Se dirigi al primer cortador, que estaba jun to a la segunda mesa, dicindole, entre otras co 401 sas, que me fuera dando para aprender algo para cortar, como lenguas, carrilleras, tiras etc. y vol viendo a m me dijo: Luego te dar una cuchilla y una chaira para que te vayas soltando, pero ahora vas a lle var las cuchillas al afilador que est en la calle de la Pursima. Sabes dnde es (Parece que me estaba esperando para el mandao). Y dirigin dose al primer cortador le dijo: Carlos, dale al chiquillo las cuchillas, que las lleve a los afiladores. Este seor Carlos era Vera de apellido y so lan decirle Carlacas y en su honor digo que el tiempo que estuve all se port conmigo como un perfecto caballero; mi efusivo recuerdo para l. Me entreg una caja portable llena de cu chillas, donde iba un vale y me dijo que fuera a la direccin que me haba dado el encargado. Direcciones en Elda a m, que haba estado aos pateando sus calles! Sal orondo y orgulloso con direccin a los afi ladores, que estaban en al calle de la Pursima. En los pares del tramo entre la Plaza de Abajo y la calle Prim o Independencia. Eran dos las personas que atendan el ne gocio, gallegos los dos segn se deca, y uno de ellos me tom las cuchillas y me dijo que volvie se a la tarde por ellas. Quin me iba a decir a mi entonces que, an dando el tiempo, sera yo el causante de la pr dida de parte de su negocio, cuando introduje en el ao 28 el fleje de cortador, construido con una cuerda de despertador, y que vino a Espaa des de Armenia Pero hay que explicar la llegada de este ad minculo imprescindible en la fabricacin del cal zado y que en su da transform la manera de cor tar piel, dando ms autonoma en la herramienta a los cortadores en las fbricas. Yo espero que el fleje que traje de Barcelona y que se halla depositado en el Museo del Calza do, le hayan destinado un sitio relevante, pues, aunque pequeo de tamao, fue un gigante que entr en las secciones de cortadores de las f bricas y arrincon las viejas cuchillas, incmodas y con tanta prdida de tiempo entre el cortador y los afiladores de entonces. En la actualidad se tie ne el fleje y un tringulo y pas que te pego y cor te que se queda dispuesto para el trabajo. En el ao 1928 hice mis primeros novillos de juventud largndome a Barcelona, en busca de ai res nuevos y para dar salida a las ansias de ver mundo que me han posedo siempre. TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (IV) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) Macla ms llegar, consegu trabajo en una f brica que haba en la calle Sicilia, junto al par que tan precioso que tiene Barcelona all. Para entonces, ya haba aprendido bien el oficio de cortador y crea que ya lo saba todo, as que me admitieron de cortador, me sealaron la mesa y el encargado me puso delante los patro nes y la piel necesarios para mi debut en la ciu dad condal. 402 Mir la nota que me daban, examin los patrones y las pieles y le dije al encargado que me diese una cuchilla para comenzar el traba jo. El hombre qued extraado de mi peticin y me pregunt: Qu no ha trado Vd. herra mienta Qu herramienta, seor Cmo que qu herramienta! Pues la herramienta para cortar, hombre. O es que corta Vd. con los de dos. El que se qued ahora, no extraado, sino en el aire, fui yo, pero seguidamente le dije: Cmo quiere Vd. que vaya yo por el mundo con una cuchilla de treinta metros de larga. Vol vi la extraeza a mi interlocutor, que con sor na me dijo: Pero es que todava cortan uste des con cuchilla de zapatero No, hombre, no! Ahora se corta con esto dijo, alzando la voz, al tiempo que me tiraba desde su mesa un fle je de los modernos. El encargado era de Armenia (Unin Soviti ca entonces) y me apostill: cuando yo era chi quillo ya se cortaba con esto, que se puede llevar en el bolsillo. No le gusta me pregunt al ver me abstrado mirando aquel adminculo tan cu rioso. S me gusta, seor pero... cmo se afila Pues con esto al tiempo que me daba un tringulo, no tiene Vd. que hacer ms que, cuando se pone el corte sin ganas de trabajar, pues pas de tringulo y l isto. Est todo claro ya. S, don Estanislao (que as se llamaba el ar menio, aunque l escriba Stanislv, en ruso, cla ro) est todo claro ya y me gustara tener un fle je de estos. Dnde se venden. Esto ni se compra ni se vende, hombre; en una ferretera ad quiere Vd. un trozo de tubo de latn, de unos vein te centmetros, lo aplasta, mete dentro el fleje, que es una cuerda de despertador, la afila con el tringulo en la forma que tiene ste que le pres to y ya se termin el problema. As lo hice, queridos coterrneos, y el resul tado fue ese fleje que don al Museo del Calzado y que supongo estar en sitio apropiado al mri to de ser el pionero de la herramienta moderna de los cortadores de mi pueblo. Voy a terminar con la historia del fleje di ciendo que comenc mi trabajo con una partida de zapatos de seora, una especie de modelo mercedes con unos calados en forma de estrella en la pala bastante aparatosos, pero lo que me lla m la atencin mucho es que la piel era de caballo y yo nunca la haba visto. TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (IV) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) Todos los flejes vistos por m estn hechos a base I de una plancha doblada y el fleje dentro, sin ms misin que cortar la piel. El mo, corno ya ha quedado dicho, lleva en su parte posterior el pun zn, que es parte importante de las herramientas de un cortador que se precie de ser bueno. Vdes. saben que muchas piezas de las que el cortador ha cortado para formar lo que luego ser el corte o encimera del zapato, llevan en el patrn unos bujeros para que la aparadora se gue para ensamblar el todo de dicho corte, por lo que el cortador tiene entre sus herramien tas un punzn y cuando corta la pieza seala con dicho punzn los sitios para el ensamble citado, pero muchas veces... Paco! Has visto Tli pun zn Lo tena encima de la piel y se ha debido caer rulando al mover sta. No, no lo he visto con testa el compaero de la mesa de al lado pero lleva cuidado no te ocurra como a un hermano de tu amigo Luis el cachiporro, que le desapare ci el punzn de encima de la mesa y no lo pudo encontrar. Cuando termin el trabajo, se fue a su casa jurando y perjurando, y al preguntarle a al guien que le pasaba, dio un grito de dolor, pues se estaba metiendo al mano en el bolsillo y all es taba el punzn y se dio el gran pinchazo con l. M rate t los bolsillos, no te ocurra lo mismo. Cuando hube cortado la partida con sus co rrespondientes forros, me dispuse a sacar los ca lados de las palas, momento en que el seor Es 403 tanislao me dijo: son calados algo difciles; si le parece, djelos y ya los har yo. No en mis das, eso s que no; a m, campen de sacar los calados en mi pueblo, no se me po da inferir tamaa afrenta, y le dije al ruso (as lla maban al encargado del taller): Mire, seor Es tanislao, a fabricar flejes me gana usted, como ha quedado demostrado, pero en lo concerniente a sa car calados pongo en duda que en toda la Unin Sovitica haya alguien que me chafe la guitarra. Y para demostrrselo, se los brindo. Hice el trabajo como lo aprend del genial bandurrista Castro, encargado de cortadores en la fbrica de don Manuel Vera Tahlla, que, por cierto, de sus tres hijos el de en medio form la me jor defensiva que jams tuvo el Deportivo Elden se en su historia: los geniales Vera y Len o Len y Vera. Saqu los calados como se debe hacer, in clinando el corte hacia dentro para que la apa radora, al pasar el pespunte sobre la piel y coserla al forro, no se vea la carnaza de aqulla y slo la flor de la misma. Cuando hube terminado la tarea le pregun t al encargado qu le haba parecido la labor y, muy deportivamente, me contest: Amigo, ah s que me ha ganado Vd., y llamando al cortador que haba como primer espada en la seccin, le dijo qu le pareca el trabajo. Joder, qu to!, fue la respuesta. Cuando volv a Elda, llev conmigo, como es natural, el fleje construido por m, pero le ados un detalle que, cosa rara, no vi nunca en los innumerables flejes de cortador que he vis to a lo largo de los aos ni en Elda ni en nin gn sitio. TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (VI) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) E esta escena y otras similares no pueden ocurrir con un fleje, por la innovacin que tiene de lle var el punzn incorporado en la parte posterior, es decir, el cortador corta, le da la vuelta con los de dos al fleje y se encuentra con el punzn, lo mete en el bujero del patrn y se ha ahorrado un mon tn de tiempo, dejar el fleje, coger el punzn, ha cer la operacin de pinchar volverlo a dejar sobre la mesa y volver a coger el fleje. No es un aho rro precioso de tiempo Pues ya lo ven, mis que ridos lectores, an siguen los punzones por enci ma de las mesas y los flejes modernos sin aprovechar mi sencillo invento. Por todo lo expuesto, digo, ms bien exijo, que mi fleje, que estar perdido en el bosque de las in numerables herramientas de zapatero en el Mu seo del Calzado, pido sea expuesto en sitio pre ferente, para que las generaciones venideras puedan ver al pionero de un suceso que, por lo me 404 nos, les cost un disgusto a los afiladores de la calle de la Pursima al emancipar al cortador de piel de tener que ir cada dos por tres al yugo del afilador de su cuchilla de zapatero. Pido ade ms... Un momento, seor de la Horteta! (oigo la sinuosa voz de mi fiel Pasensia), No pida us ted, tanto, no le ocurra como al hijo menor de/to Rosendo de la calle del Castillo, que un da le es taba pidiendo a su padre no se qu cosas y dijo su progenitor: Calla, hijo, que parece que te ha hecho la boca un fraile!. No falta ms que pida tambin que le ponga su nombre a una calle, por una cosa tan nimia como es eso de su invento del punzn en un fleje. Bien mirado, querido duende, veo que tienes harta razn en lo que dices, sin embargo esa cosa tan nimia que citas la comparo al hecho histri co que he ledo alguna vez sobre un caballero LOS ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ ,DE LA HORTETA que por perder su caballo un clavo de una herra dura perdi su trono. O quera cambiar su trono por un caballo, no estoy seguro de esto, porque el suceso en cuestin debi ocurrir cuando el rey de espadas era sargento. No, no pido mi nombre en una calle, aunque si me gustara ver en una de ellas Calle de Los Pajaricos!. Tendra ms alegra que algunas de mi bario, entre ellas la calle de Ricardo Len o Su bida de la Costera, que no se sabe si el nombre es de Ricardo Corazn de Len, el de las Cruzadas o un tal Len que fue enterrador en el cementerio o la calle de las Almazaras, donde no hubo en la historia de esta calle almazara alguna. De estas dos calles, la primera naca de la placetica de San Pascual y en lnea recta segua la de las Alma zaras, que terminaban en el bancal del to Pere el Blanco, donde aos ms tarde construyeron el lavadero pblico. No estuve mucho tiempo en el taller del to Pe rico, aunque ya me haba enseado a cortar forros por practicarlo y el resto del oficio de ver al Sr. Car los Vera (Carlacas) lo dems. Se dej convencer mi querido padre por su amigo Pepico Monada, don Jos Bernab, y aqu me tienes de aprendiz de zapatero. Mi ma estro no me ense mucho, solamente los deta lles que a l le molestaban ms, tales como pun tear las series que haca del 30 al 33, lijar las plantas y dar cera a stas cuando el zapato ya es taba terminado, por lo que deduje que all mi porvenir era bien negro y, previa consulta con Manuel el de Toscana, que fue mi progenitor, me coloqu en la seccin mecnica de la fbrica de don Rodolfo Guarinos, como ayudante del ma quinista que clavaba los tacones, colocando los clavos en una especie de pieza que el maestro gi raba para encajar en los martillos que clavaban tacn. Modestia aparte, dir que el de la mqui na, que era sajeo, me dijo un da: aoseico! No quieras aprender tanto, que me vas a quitar el puesto. TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (VII) (De la serie: (Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) p as ms tarde a la mquina de apomazar, en r la misma seccin. Esta mquina tiene dos bra zos verticales que terminan en una especie de ro dillo parecido a una tortica de cebada; el de la iz quierda sirve para lijar y desbastar los enfranques donde no haba podido penetrar la lijadora de la m quina anterior que era la de lijar las plantas, y el rodillo de la derecha terminaba el trabajo con lija ms fina. Yo actuaba de desbastador, a la iz quierda, con menos jornal que el de la derecha, as que consegu mi fichaje en la fbrica de D. Manuel Maestre Gras (que estaba recin terminada en la calle de San Jos), como maquinista nico, con lo cual la tesorera se iba recomponiendo a satisfac cin de Mara Dolores la Pajarica y la ma. / TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! Pero estaba de Dios que yo tena que termi nar de cortador y un buen da, de la mano de mi amigo Manolo Martnez el Organista (que no supe nunca el por qu del apodo), me vi de plan tilla en el taller de D. Emilio al que llamaban Machaco, taller sito en la calle Independencia esquina a Huerto. De este seor no me lleg el ape llido; era muy conocido, pues incluso haba una hi lada de casas nuevas a la izquierda de la carre tera, frente al parque (hoy Feria Internacional del Calzado, en expectacin de derribo inmisericorde) ya estas edificaciones las llamaban las casas de Machaco. Ms tarde, ya en plan de cortador experi mentado, pas por las fbricas de D. Trinidad 405 Vera, Tahlla, etc. yo iba a la ma; donde ms plata se poda conseguir all estaba yo, pero, eso s. En todo momento trabajador eficiente y cum plidor en el oficio, pues mis ansias de siempre de elevarme en lo cultural y social, me llevaban a po der conseguir lo ms elevado posible en la cues tin monetaria, pues haba que hacerse socio del Casino Eldense y vestir bien, yeso, para un obre ro, entonces costaba mucha pasta. Ahora voy a ver si puedo terminar este trabajo haciendo honor al enunciado en eso de Yo tam bin fui zapatero de silla. Tuve un gran amigo del barrio, que se llam Cayetano Soler Guevara (del que ya he hablado en otras ocasiones) que en nuestros tiempos juveniles fue aprendiz de un tal Antn Belana y en una ocasin en que casi se ha ba emancipado de la tirana de aprendiz y haca sus pinitos de tareas de chicarro con un gran aprovechamiento, pues siempre fue un zapatero de ley, en un intervalo de aquellos trajines mos de andar de un taller a otro, le dije un da: Oye, Cayetano! No podra yo, por la noche, despus de la fbrica, hacer alguna tarea de chicarro. Pues claro que puedes hacerla me dijo. T, que fuis te aprendiz de Pepico Monada, me parece que te e sobran conocimientos para hacer chicarro. Ade ms, si en alguna ocasin te ves en apuros, yo te echar una mano, amigo. Maana hablar con el del mostrador y por la tarde vamos a que te cor ten una tarea de seis pares para empezar. A la tarde siguiente me present con mi ami go Cayetano en la fa briquita de dotn, que es taba donde hoy se encuentra la sacrista de San ta Ana, pues la cal le de los Giles, por entonces, estaba cerrada y hasta haba una fuentecita al fi nal. Presentado que fui al capitoste del mostra dor, me dijo: aqu tu amigo me ha dicho que em piezas a trabajar, pero que conoces bien el oficio. Te voy a preparar una tarea del 18 al 22 y espero que te portes bien. Lleva mucho cuidado, pues son pares de charol y este material se esclavija muy fcilmente. Mucho cuidado al entachar, mucha cho, y tira de la tenaza con suavidad y creo que todo ir bien. Te voy a cortar seis pares y me los traes cuanto antes, pues este pedido ya lo estn esperando.. Ustedes, zapateros de hoy han conocido el charol hecho a base de pieles de borrego No verdad Entonces no han conocido el sufrimien to de los zapateros al entachar punteras y talones. TAMBIN YO FUI ZAPATERO DE SILLA! (y VIII) (De la serie: Recuerdos de mi vida en los aos jvenes, un tanto sorprendentes) E [mocionado y contento iba yo con mi primera ta rea, con todos los ingredientes metidos en el saco que me haba facilitado mi amigo y al llegar a su casa comenz el sagrado rito de todos los za pateros que se precien de serio. Primero, al atar decer, el arreglo del material que se deca, es de cir, el saco extendido a la izquierda del zapatero, las hormas emparejadas y las plantas entre las hormas, cada una en su sitio. Luego, clavado y ron dado de las mismas y despus, rebajado de topes y contrafuertes que previamente se han remoja 406 do en el lebrillo que hay en todas las mesas de za patero que han sido. Y al da siguiente, tempra no, a entachar se ha dicho. Yo, el rito ese slo lo pude seguir en parte, pues a la maana siguien te tena que trabajar de cortador. A la tarde siguiente, nada ms tocar los pi tos de las seis, corr a casa de mi amigo a en frentarme con mi primera de zapatero! Es decir, mi primera tarea. Estuve entachando hasta las tantas, sin ce nar, y saben mis queridos coterrneos lo que ocurri Ustedes han visto las brevas de una higuera, a principio de julio, como estn todas ra ys si ha habido buen roco Pues as quedaron mis seis pares de zapaticos cuando salieron de mis pecadoras manos. No quiero ahondar ms en mis sufrimientos relatando las consecuencias anmicas en mi es pritu por el fracaso de mi primera tarea que, por cierto, fue la ltima, pues me recogieron las hor mas y nunca ms se supo. Tena razn mi fiel duende Pasensia, por que parece que estoy escribiendo mis memorias y me temo que la redaccin del peridico lo ms suave que me van a decir es: este trabajo, se or de la Horteta, mndelo Vd. a Venezuela y all, en Caracas, donde parece que tiene Vd. muchos amigos y tan bien dispuestos estn para rollos, tal vez sabrn prepararle un culebrn para la Tele. Tambin puede ser que en un momento de euforia se lo insertemos en el peridico; en fin, que sea lo que Dios quiera, pero si l decide esto l timo, espero que en su infinita misericordia les conceda a todos los que lean este montn de re cuerdos indulgencias plenarias, aunque slo sea por virtud que tienen de ser pacientes natos y el deros amantes de la historia de Elda. Por lo dems, qu voy a decir: que fui un zapatero de silla frustrado y que no s si el in dustrial zapatero llamado Jotn me habr per donado por aquella tarea de zapaticos de charol que dej como unos badoques, como se deca en nuestro pueblo a unos zapatos mal hechos. Yo los hice peor, aunque mi intencin era buena y, a todo esto, me siento honrado por haber sido, aun que slo sea por una sola tarea, zapatero de si lla! ! Y en Elda esto es una virtud. EL CAMINO DEL PANTANO (I) (QUE ERAN TRES) (De la serie Caminos y Sendas del Valle de Elda, con sus correspondientes vericuetos) Q uiz influenciado en estos das de primave tiran) por las cercanas de las pascuas mone ras, se me ha ocurrido escribir sobre esta serie, aunque me malicio que cuando vean la luz estas pginas ya no ser tiempo de monas, porque otros trabajitos creo que esperan en la Redaccin. No obstante, yo lo escribo y algn da podrn los elderos actuales enterarse bien de la forma que tenan los de mi tiempo de ba batel para efectuar el recorrido o recorridos que anoto en el enunciado. Mi sobrino Jos Manuel Hernndez Jover, en su ltima visita, hablndole de este tema, me deca: Pero, to! Si ahora no va nadie al Pan tano y el que va lo hace en auto! Qu no sabes que por la carretera de Madrid se llega a pocos me tros de los viejos tarays que quedan all Bue no, sobrino le dije por m como si quieren ir en aeroplano. Yo lo escribo de Elda y mi valle es para hacer historia, porque alguien tiene que decir que los caminos para ir al Pantano eran tres y dicho queda. Algn da es posible que algn eldero que pueda leer estas pginas, diga: Ser posible lo que tenan que hacer aquellos esforzados zapa teros para comerse una paella en el Pantano. Lo que no sabe mi sobrino, o cualquier con tribuyente local, es que en aquellos aos citados los que pensasen ir al Pantano a comer esa pae lla o fritada de conejo con tomate, tenan que es Se refiere el seor de la Horteta a los das en que escribi este articulito, que por conveniencias de publicacin, ha tenido que ceder paso a otros suyos. 407 tudiar alpinismo o la carrera de ferrocarriles a ni vel local. Me explico, porque dicho as parece que para ir al Pantano haba que ingresar en la Uni versidad. No, se trataba de que para ir al citado lugar haba que subir una montaa o pasar un t nel, con los consiguientes peligros de ste y las in comodidades de la otra. El camino natural para llegar al citado Pan tano siempre fue la ruta del MONASTIL, aunque tambin tena su inconveniente, pues ya he apun tado en un trabajito que vio la luz en las pginas del Valle que el camino del MONASTIL es un ca mino que no va a ninguna parte, porque cuando llegabas donde termina la montaa de la Torre ta, all donde est la subida al yacimiento ibri co, unos metros ms adelante est el cequin y el ro, que es su final. Bueno, esto era antes, porque ahora pasan por la autova de Madrid y qu s yo. No creo que sea muy difcil entender que estoy hablando en pretrito, cuando el Pantano estaba a tope de agua y el aliviadero, en su margen derecha, lle naba el cequin que mova las turbinas de la f brica de la luz, dos o tres kilmetros ms abajo. Cuando los barbos y las carpas vivan felices en nuestro querido Pantano. De entonces es el re cuerdo. De todas maneras, insisto que el camino ms cmodo era el del MONASTIL, pues, aunque algo ms largo, no tena problemas para las el deras y clase menuda y, si vas a ver, era un pa seo muy grato, y adems siempre tenas opcin a rosigar las _ricas frutas de la Huerta Nueva, que abundaban a la orilla del camino. A espaldas de la Casa Colora en su claro sentido Norte, la montaa de la Torreta hace un viraje, dejando un rincn por donde serpenteaba una sendica que, al llegar a lo alto, te encontra bas encima del centro del Pantano, por lo cual este es el segundo camino para llegar al paraje cita do y de ah eso de los entrenamientos de alpinis El recorrido por esta va tena muchos in convenientes por lo spero de su recorrido, sobre todo para las damas y grey infantil. No obstante, siempre fue preferido por los mayores y tropa jo ven, pues este paraje, en aquellos tiempos, era un emporio de esprragos, deliciosos vegetales que, en tortilla, siempre han sido para los paladares el deros de gran apreciacin. EL CAMINO DEL PANTANO (II) (QUE ERAN TRES) (De la serie Caminos y Sendas del Valle de Elda, con sus correspondientes vericuetos) C untas veces vi llegar a mi difunto padre con su manojico de esprragos que, la mayora de las veces, reparta mi querida madre entre los ve cinos, pues el seor Manuel el de Toscana, que fue mi progenitor, nunca tuvo ms vicio que dejar el trabajo y darse una vuelta por el campo. Era su ma yor diversin y, claro, siempre vena con algo co mestible de la huerta ya fueran los citados esp rragos, un manojo de tiernos linsones, hinojo o hierbas de la olla, con todo lo cual Mara Dolor la Pajarica que, como es bien notorio, fue mi san 408 ta madre, instrumentaba unos hervidos y ensala das que nos ponamos moraos. Mi querido hermano Manolico sigui la tradicin, sobre todo de los es prragos, y hasta creo que tena numeradas y cla sificadas las esparragueras de aquel rincn de la Torreta, as que me parece que puedo decir que soy una autoridad en comer esprragos silvestres, pues entre mi padre y mi hermano me pusieron los conocimientos precisos para tal denominacin. Es muy posible que muchos coterrneos se extraen de mi manera de citar a mis progenito Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA res, de forma tan somera y corriente. En mis tra bajos a lo largo de los aos habis podido leer mil nombres de ciudadanos elderos ya todos los nom bro tal como eran conocidos, pero con el debido respeto. No iba a ser menos con los mos, pues esto, en m,forma parte de mi amor a Elda, a sus gentes y a todo lo que conlleva el ser eldero o el dera, adems de pertenecer a mi sentido tradi cional ista de las cosas. Por lo tanto: Manuel el de Toscana, mi padre; Mara Dolor la Pajarica, mi madre; Manolico el Pajarico mi hermano; Jos el Pajarico que soy yo, y por ltimo mi hermana Lidia, que es la menor y por supuesto tambin Pajarica; as que, por parte materna, somos la saga de losPajaricos. Pura tradi cin familiar, hombre! As que salud para los que quedamos y que Dios tenga en la gloria a los que se fueron. Amn. Pido disculpas a mis pacientes lectores por este desahogo fami liar, aunque parte importan te de esta forma ma de ser la tiene un modesto programa de nuestras fiestas de septiembre de hace muchos aos y que guardo como si fuese un pebetero de aromas elderos que no se acaba a tra vs de los tiempos. La verdad es que no s por qu hizo tanta me lla en m la primera vez que le el tal programa. Creo haber hablado en alguna ocasin de la in fluencia que siempre tuvo en m la fecha del 10 de septiembre en nuestras Fiestas Mayores, en lo que se refiere a los actos de tal da. Es una cosa tan bella y humana que no me resisto a citarla una vez ms, por lo menos para los amantes de las tra diciones familiares. Dice as: en este da, rinden culto a la me moria de sus antepasados los herederos de don Lamberto Amat. As comenzaba el 10 de sep tiembre la relacin de los actos y ahora, al cabo de tantos aos, sigo yo rindiendo culto tpdos los das a la memoria de mis antepasados y mi amor a lo que significa Elda. Dicho queda, ya continuacin termino con el segundo camino del Pantano que, como hemos di cho, era monte arriba y monte abajo. Aparte del aliciente de los esprragos que, al fin y al cabo, es cosa tanto grata para los aman tes de la gastronoma, tena el placer de admirar desde lo alto de la Torreta todo el valle a tus pies y poder otear todos sus rincones y su hermosa huerta. A caballo entre dos valles, el de Sax y el nuestro. Qu delicia, compaeros, aspirando los puros aires de la montaa y, all abajo, el panta no esperando tu visita para ofrecerte un agrada ble bao y luego la comida o merienda, a la som bra de sus famosos tarays. Nos queda la tercera variante del camino del Pantano, la ms cmoda y corta de andar, aun que la ms peligrosa. S, porque hay que atrave sar el tnel del ferrocarril y aqu, amigos, est la necesidad de l icenciarse en movimientos de fe rrocarri les si no quieres llevarte un susto insos pechado por la l legada de algn tren cuando me nos te lo piensas. Yo tuve la oportunidad de licenciarme en esta materia por unos aos, en que tena necesi dad de subir todos los das a la estacin para re coger los peridicos que reciba de Madrid y re parta mi to Gaspar por todo el pueblo, por mi modesto trabajo de piloto -conductor del tandm To Gaspa r-Joseco el Pajarico, que resulto ser yo en persona. Las universidades donde me doctor en los conocimientos de los movimientos de los trenes fueron la factora de la propia estacin y la can tina del seor Olaya, que tena en unas pequeas casitas que haba junto a la estacin. Este seor Olaya era guarda -agujas y por lo tanto, despus del jefe de estacin y factores, era la autoridad en el movimiento de mozos para el trabajo de mer cancas de los distintos trenes que cargaban o descargaban stas en la estacin. En aquellos mis felices tiempos infantiles, tena un gran predica mento entre las gentes que componan los fun cionarios y el eslabn reglamentario de los servi dores de la vieja estacin. Desde el mozo ms simple empuja -vagones hasta el seor jefe de la estacin, me tenan en gran estima y considera cin. 409 EL CAMINO DEL PANTANO (III) (QUE ERAN TRES) (De la serie Caminos y Sendas del Valle de Elda, con sus correspondientes vericuetos) n da me pregunt el seor Gmez, factor y pa dre de mi querido amigo Pepe Gmez (que ms tarde fue el famoso extremo -izquierda del De portivo Eldense), me pregunt digo: J que ha ces por aqu. Yo es que vengo por los peridi cos para mi to Gaspar el ciego le contest. Bueno, periodista me dijo qudate quieteci to y no enredes mucho. As que me qued, ade ms de mi ya conocida personalidad en la saga de los pajaricos, con el ttulo de periodista que me endos el seor Gmez, lo cual me agra d mucho y en adelante fui el periodista para todo quisque que tena necesidad de llamarme para lo que fuese. Cuando ms agradeca yo esta consideracin que me dedicaban todos los componentes del personal de la estacin era en invierno. Nadie ms que yo sabe el fro que haca por aquellos pa gos en esos crudos meses de la invernada. Era muy de agradecer que me dejasen acurrucarme junto a la estufa, al lado del seor Paco, que era el fun cionario encargado de Correos, que todos los das suba para entregar la correspondencia al correo de Madrid y recoger la que este tren traa para Elda. El seor Paco tambin suba por la noche para entregar el correo que iba a Madrid un enor me montn de paquetes de calzado, que coloc 410 bamos en el andn, al lado de la va, en el sitio donde sola parar el furgn de cabeza. Este seor me tena mucho aprecio, pues yo le haba ayudado a reunir una bandica de chavales de mi barrio, ya que eran muchos los paquetes y en cuanto paraba el tren, era de ver la di ligencia de la muchachada para colocar la mercanca en el furgn. Previamente a la llegada del tren, todas las noches el seor Paco le suministraba a la banda una cajeti l la de tabaco de unos treinta cntimos y todo el mundo a fumar. Si sobraba algo de tabaco, al marcharse el correo se lo repartan a puao redondo entre ellos y hasta el otro da. Como es natural y dada mi sempiterna curio sidad desde muy chiquitajo, todos estos andares en tre la factora y la cantina del seor Olaya, siem pre oyendo hablar del movimiento de los trenes, me sirvi, entre otras cosas, para saber cuando iba al Pantano, de las posibles llegadas, para aprovechar los intervalos de clareo entre un tren y otro. Esta fue, en suma, mi universidad que he citado al princi pio de este trabajo, porque de tanto or en la fac tora aquello de Tren nmero tal, sali a las tan tas de Sax a Monvar. O en la cantina, or algn mozo preguntarle al seor Olaya: Sabe usted si hay algn especial de carga hoy Y de este tono todo lo concerniente al movimiento del material, por lo menos entre La Encina y Elda. EL CAMINO DEL PANTANO (IV) (QUE ERAN TRES) (De la serie ((Caminos y Sendas del Valle de Elda, con sus correspondientes vericuetos) E n aquellos tiempos, me saba de memoria el nmero de todos los trenes, ascendentes y descendentes, que pasaban por la estacin. So lamente, por el tiempo transcurrido, se me que d grabado el nmero 8, que era el correo de la maana y de la noche; los dems los citar como corrientemente los denominbamos en Elda. En el tiempo que nos ocupa, los trenes fijos, entre cercanas y correos eran cinco en total, dos descendentes y tres ascendentes, a saber: De los primeros estaba correo a las siete de la maana, que vena de Madrid y otro al que llambamos el corto, que se formaba en Almansa y luego en La Encina recoga a los viajeros de la parte de Va lencia. Este era ms bien un tren mixto para via jeros y carga. Entre los segundos o ascendentes, estaba el que llambamos el carreta sobre las nueve de la maana y era el que devolva los viajeros has ta Almansa y parte valenciana. Por la tarde suba el tren de las cuatro, que tena el mismo trabajo que el corto y el ca rreta y adems era el espectculo, en aquellos tiempos, de los elderos y elderas que, como di versin dominical, suban a la estacin a ver pa sar el tren. Y por la noche, sobre las once, suba el co rreo haca Madrid, con un hermoso vagn de la Compaa Internacional de Coches-camas y de los Grandes Expresos Europeos, segn consta ba en los laterales del vagn en letras doradas. Doy fe de la bondad de esta unidad, que por entonces era de la compaa de ferrocarriles de Madrid, Za ragoza y Alicante, pues tuve ocasin de viajar al guna vez en dicho confortable vagn. Los trenes citados eran todos de viajeros, pero a las once de la maana suba el que deno minbamos el mercanca de las once Era un tren con dos maquinitas viejas y mucha carga, as que en la curva de los Escorrales, cuando caan cuatro gotas, se las vea canutas para subir y era muy corriente en esos das pedir auxilio a la es tacin para que acudiera un par de mozos a echar tierra a los dos rales, delante de la mquina, para que pudieran agarrar las ruedas. Era todo un espectculo. Por todo lo expuesto, y teniendo en cuenta so lamente el motivo histrico y poder demostrar que s que estaba yo bien licenciado en el movi miento de trenes para aplicarlo al paso del tnel en el camino del Pantano, prosigo ahora mi camino para darme un chapuzn en sus frescas aguas con la seguridad de que no me encontrar con algn tren dentro del tnel, para lo cual deber combi nar mi horario de paso con el de los trenes, que tenan preferencia, como es natural, y tener se guridad en el camino. Haba muchos elderos que tambin saban estos detalles del paso de los trenes cuando iban por all; sobre todo pasaban por la maana, detrs del mercancas de las once, y era costumbre hacerlo inmediatamente de entrar el tren en el tnel, pues decan que respi rar el humo denso que dejaban las dos mquinas era muy bueno para curar los males de gargan ta. En resumen, que el sistema de saber el paso de trenes era muy conveniente para la salud y para evitarse los sustos que pudiesen dar los trenes cuando no se saba su hora de paso. Yo siempre presum de saberla y siempre pas sin dificultad para ir al Pantano, sin complicaciones. Chist! chist! , un momento, un momen to, seor de la Horteta, le habla su duende Can tageso, jefe de su negociado de neuronas reu nidas y a fe que me ha dejado estupefacto vindole pontificar durante un montn de cuar tillas sobre su seguridad para el paso del tnel por su conocimiento del horario de los trenes. Qu no recuerda usted la tarde que les cogi un 411 especial en el centro del tnel cuando regresa ban del Pantano usted y su condiscpulo y ami go Tefilo Casporras y penitencias, indiscreto Can tageso! Me acabas de chafar el final y la mora leja de este trabajo. Precisamente cuando has intervenido iba yo a seguir con: a pesar de todos los conocimientos que tengis del movimiento de los trenes, no os fiis jams en el paso del tnel, pues de repente se presenta un especial o una m quina suelta, requerida para un servicio fuera de la norma corriente del movimiento, etc. S, con denado duende, me has chafado el trabajo, como digo, y ahora me veo en la necesidad de contar lo ocurrido aquel da con mi amigo Tefilo. Esto echa por tierra todo aquello de la Universidad de que yo blasonaba y de mis conocimientos en la red fe rroviaria, pero, para otra ocasin, asegrate de mis pensamientos, pues t ests a mi servicio para asegurar que mis neuronas sigan un orden nor mal y no se arremolinen para dar vida a las ide as. De acuerdo Pues ah va el final de la histo ria y el autntico sucedido de aquel siniestro da de un verano, ya muy lejano en el tiempo. EL CAMINO DEL PANTANO (y V) (QUE ERAN TRES) (De la serie Caminos y Sendas del Valle de Elda, con sus correspondientes vericuetos) Tambin, como en otras muchas ocasiones, me I cay encima el manto de nuestra querida Vir gen de la Salud, pues desde mis pocos aos, cuando me sac Manolico el Crevillente del poci co el Colao de nuestro Vinalop, hasta hoy, he sentido mucho su benefactora influencia. Mucho podra hablar de esto, pero ya es otra historia. Una tarde de verano se me ocurri invitarle a ir al Pantano para ensearle aquellos andu rriales y darnos un bao. Tomamos el camino de la Estacin y va arriba hasta el tnel, donde, por ser la hora aproximada de subir el tren de las cua tro, le dije a mi amigo que esperaramos su paso para cruzar con ms tranquilidad hasta el otro lado. No tard mucho en llegar el expreso de Al mansa, como le decan algunos mozos de la es tacin, pues este era el destino de este tren, y de trs de l nos sumergimos en la nube de humo que dejaba tras de s, llegando sin novedad al Pantano. Como quiera que en el asunto de nadar mi amigo Tefilo estaba a la cuarta pregunta, nos quedamos all, en la cola del agua, muy cerca del puente de la va y nos dimos un buen chapuzn. 412 Muy cerca de las siete de la tarde, le dije a mi amigo: Vamos a vestirnos, pues pronto bajar el corto y detrs de l volveremos a pasar el t nel con toda normalidad. (Todo esto con arreglo a mis estudios del movimiento de las unidades en la red, que tan bien conoca): Efectivamente, a poco de decirle esto se oy el silbido del tren que llegaba y seguimos con la tarea de vestirnos para emprender la vuelta. El caso es que, entre pitos y flautas, iba pa sando el tiempo y nosotros seguamos en el Pan tano y el corto ya habra llegado a Novelda. Nos apresuramos a regresar y nos metimos en el negro tnel con gran alegra y cantando aquello de Be jarana, no me llores, porque me voy a la guerra... Seguan nuestras estentreas canciones y cuando slo nos faltaba la tercera parte del tnel para salir al exterior, escuch un agudo silbido. Presto me volv y pude divisar el brillo de la de lantera de una mquina que haba entrado en el tnel a toda velocidad. Corre, Tefilo!, se me ocurri en el inte. Salimos como almas en pena, dispuestos a batir todos los records de las carre ras pedestres, y a fe que lo logramos. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Junto a la angustia de vernos en tan apura da situacin me preocup el fallo de mi estudio y alardeado sistema del movimiento de los trenes, que yo cre siempre conocer a fondo. Arre, Uni versidad de la estacin! Y, encima de todo ello, la irona de mi amigo Tefilo cuando me pregunt: Jos, no decas que no haba novedad y que co nocas al dedillo todo el movimiento de los tre nes Y ahora, un leal consejo: el tnel se hizo para pasar el tren. Cuando vayis al Pantano, usad una de las dos alternativas: por el Monas til o por el monte. Olvidaos del tnel, que a mis aos an siento, cuando recuerdo aquel sucedi do, el fro de la desesperacin. Otro tanto en el ha ber de la Virgen de la Salud. Saludos elderos. UNA AVENIDA DIAGONAL EN ELDA (I) (De la serie Recorriendo las calles de mi pueblo, sus caractersticas, sus gentes y su importancia) pues s, queridos coterrneos, ah la tenis, la r que se denomina calle de Jardines, nombre que le viene de cuando aquel paraje era un camino ca rretero con su acequia a su costado sur y rodea do de huertos y flores. Voy a empezar esta serie con una calle sin gular que corta la ciudad en diagonal, como po dis ver en cualquier plano de la misma que ten gis a mano. Lo hace igual que su hermana mayor la Diagonal de Barcelona, aunque sta es mayor en todo: longitud, importancia y todo lo que que ris, pero en igual disposicin de suroeste a no reste. Este trabajo es a base de recuerdos de lo que vi en mi infancia, mis escuchas en radio orejas y, por ltimo, algo de mi imaginacin de lo que pudo ser este lugar eldero segn mi modesto sa ber y entender. De forma que yo voy a situar la pe lcula cuando todava estaba en paales la in dustria del calzado en Elda. Exactamente cuando por aqu no se conoca ms zapatero que Juani co el de la Sism (no insertarme Sismat, por favor), el cual fabricaba unos zapaticos de chicarro y algo de series y cuando tena tres o cuatro do cenas de pares hechos se iba por las ferias a venderlos. Esto ocurra en el primer tercio del si glo pasado. UNA AVENIDA DIAGONAL EN ELDA Como veris, ya ha pasado algo de agua por el Vinalop y si me preguntis dnde estaba yo en tonces para escribir esto, os ruego os atengis a lo dicho: algo de imaginacin y mucho de radio orejas, aprovechndome de la buena disposicin de muchos viejos elderos en mi infancia. He dicho que la pelcula empieza cuando es taba en paales la industria del calzado en nues tro solar, y digo mal. Por aquellas calendas los ni cos zapatos que se fabricaban por aqu eran las alborgas que haca un antepasado de los Mon chos, de los cuales conoc un vestigio en forma de descendiente, pues vivan por los lados de San Antn; por cierto que algo de stos se pudo leer en el programa -revista de los Moros y Cristianos en 1973, por aquello de citar la alborga del to Mon cho. Tengo una ancdota curiosa en la Plaza de Castelar, donde, estando yo sentado, se me acer c Macario el Matutn, de los Matutines de la calle de las Virtudes, y me espet a quemarro pa: Joseco! Cmo has tenido el atrevimiento de decir que aqu en Elda hacemos alborgas Fueron intiles las explicaciones que le di so bre el trabajo de la revista, donde se deca que esto ocurra cuando en Elda no exista fabricacin de zapato alguno. Fue intil, repito, y se march muy 413 disgustado, pues a l, que era mi amigo y un za patero de suela vuelta de los mejores, no le en traba en la cabeza que yo hablaba de dos siglos antes de nacer l. Volvamos a la diagonal esa, pues yo quiero escribir de cuando Elda terminaba por el sur en la calle de San Roque y el caminico es harto largo para andarse con quisicosas y recuerdos de com plemento. S, all terminaba la villa, pues por las tra seras de las casas de la calle de San Roque su ba la carretera de Alicante a Oca a, que giraba a la izquierda para entrar en el pueblo por la ca lle del Vali (despus, Mdico Beltrn). Aos despus, fueron conformndose las ca lles Nueva Arriba y Nueva Abajo en el primer en sanche que tuvo Elda, pero all segua la carretera y en la de Abajo surgi la Posada, donde aos des pus estuvo el Cine Ideal. Este edificio de la Po sada fue en aquellos tiempos un hotel para tra jinantes y carreteros, como as mismo sera para viajeros que tuviesen necesidad de ir al centro de la nacin. Aqu en el valle hubo tres de estos al bergues: el citado de la calle Nueva Abajo, la venta Don Carlos, donde hoy est el colegio de la Sagrada Familia y la posada de Margarita, en la subida de Santa Brbara, a mano izquierda, fren te al Manicomio Provincial. Por lo expuesto, se ve que estbamos bien surtidos de hoteles de va rias estrellas y contando con todas las comodi dades, ya que, quitando la primera posada ci tada, que tena algunos cuartos, las dems, lo corriente: manta zamorana al hombro y a la cua dra, al calor de los semovientes. I 1 UNA AVENIDA DIAGONAL EN ELDA (II) (De la serie Recorriendo las calles de mi pueblo, sus caractersticas, sus gentes y su importancia) . A quin se le ocurrira la primera desviacin LM1de la carretera por las afueras del pueblo cri los historiadores elderos nada he ledo nunca sobre tan importante acontecimiento. A algn el dero ilustre se le ocurri un da que ese lo de ca rros entre la esquina de Mara Los Platos y el Portal norte de la villa, situado al final de la ca lle Pierrad (hoy Pedrito Rico), era inaguantable y haba que hacer algo. Y se hizo, aunque pasaron muchos aos. Tuvieron que ir formndose las ca lles Nueva Arriba y Nueva Abajo, a los lados de la carretera, para la deseada desviacin, pero mien tras tanto, segua el lo de la calle de Pierrad. Ima ginaos tres metros de anchura de calle en este tra mo, para carretera general. Es obvio que por mi edad yo no vi aquellos problemas de trfico, pero s presenci una ma ana, cuando iba con mis peridicos, la toma de Granada entre el to Menescal, transportista 414 de ripios, y el Potroso delante del barecico que ste tena en los pares de la calle, entre las Cua tro Esquinas y la calle del Marqus. Tena la costumbre este ltimo eldero de tos tar el caf todos los das, para lo cual situaba la tostadora en el centro de la calle y, bien sentado el hombre, dale que le das al molinillo, con su co rrespondiente lumbre debajo. Momento histrico en que lleg el to Me nescal con una carga de ripios bien surtidos, que haba recogido en la calle del Marqus y aqu te quiero ver, escopeta! El Potroso, que no poda abandonar el torrefacto hasta que no estuviese a punto. El to Menescal, que la mula no poda es tar all toda la maana aguantando la carga. No pa saron a mayores porque se person El Petrolero (Sr. Garca), que tena su tienda dos casas ms arri ba, y consiguieron mover el molinil lo un poco, con lo cual ya pudo pasar el carro, aunque se subi a la baldosa y dej un buen bujero en ella. Yo tom nota mental del suceso y segu mi camino. Por fin surgi la Diagonal en Elda. No s qu corregidor sera el que dio la orden fin21, porque la historia nada dice sobre esto, pero el caso es que lo que haba sido un camino carretero hasta encontrar con el camino real a la altura de las ta pias del cementerio viejo, se convirti en lo que es hoy, una calle mal hecha. Digo mal hecha y digo bien, porque lo que pudo ser una avenida moder na y bien trazada, se qued en una diagonal con variantes; cada uno edific donde le pareci bien y si te he visto no me acuerdo. Lo gracioso del caso es que los que trazaron el vial se guiaron por el eje de la sequia (dicho en eldero para mayor ro tundidad) y as siguieron los que construyeron los edificios. Si sents curiosidad por estas cosas tan ni mias, podris notar que cuando comienza la ca lle, en la esquina del guardia, toma la direccin Este, pero al llegar al sitio donde estuvo el caf de Almanegra tuerce al Noreste, justamente hasta la esquina del edificio Gilma, que es el nmero uno de la calle de Cervantes y all retoma la cal le su direccin original, hasta la unin con la actual Juan Carlos I, donde se encamina nuevamente al Noreste, siguiendo dando tumbos hasta su des tino final ya citado. Todos estos detalles que cito podis constatarlos, queridos coterrneos, una maana de invierno tomando el sol y podris as dar fe de cmo no se debe trazar una calle! Sin embargo, lo singular del hecho es que siguieron tan campantes, lo mismo el ingeniero que la tra z que los que a continuacin edificaron a sus cos tados, que siguieron impertrritos el camino de la sequia que naca en la del Cataln, trmi no de Elda con Petrel. Segua al Sur del camino que bajaba de este ltimo pueblo y, pasado el Cementerio Viejo, al en contrarse con el camino real, tomaba hacia la iz quierda, a la vera del camino que llegaba hasta la esquina del guardia, final de su destino. El del camino, claro, porque la sequia cruzaba la calle en diagonal y, pasando junto a las paredes de la ltima casa de la calle Nueva Abajo, donde viva Pepico Rincn (don Jos Vida 1) se perda en las huertas que haba por aquellos pagos, hasta la orilla del ro. * UNA AVENIDA DIAGONAL EN ELDA (III) (De la serie Recorriendo las calles de mi pueblo, sus caractersticas, sus gentes y su importancia) E n mis aos infantiles an pude ver esta di chosa sequia transportando agua cuando afloraba despus de pasar la esquina del guar dia, pero es que en los aos sesenta, al construir el edificio Gilma, se poda ver, al hacer los ci mientos de dicho edificio, en su misma esquina Jardines -Cervantes. Pueden dar fe de lo que digo los que construyeron dicho edificio, y en el caso de que haya algn eldero que piense que todo esto son historias mas, digo como en Venezuela en estos casos: Que yo no como cuentos! Pues bien, prosigamos ya con la descripcin de la flamante Diagonal, que se qued, por su trazado, como la vereda del Marn, con todos los respetos para los que hicieron esta va. Ya hemos dicho que se construy siguiendo y respetando la lnea de la sequa y que cada uno construy a su antojo, tapando dicha se quia, seguramente a medida que se edificaba. Dejemos la sequa en paz y vamos con las construcciones ms relevantes, para no hacer in terminable este trabajo. Empecemos por el Teatro Castelar, pues a mi juicio es el ms importante de toda la calle. 415 Si observis en un plano de Elda la situacin de este edificio, veris que est casi paralelo a la calle Nueva Arriba, San Roque y en general, a toda la edificacin de Elda Este -Oeste, no im portndole un comino ni la sequia ni el cami no carretero, por el que, al determinar la direccin de stos vemos: que de la esquina Oeste del Cas telar a la baldosa de la de Jardines, hay tres o cua tro metros, y de la esquina Este a dicha baldosa hay por los menos diez o doce. Adems, la fachada del Teatro, en lnea recta, se estrella en lo que fue nmero uno de la calle Cervantes, el bar de La gartija, hoy edificio Gilma, o sea, que el Teatro Castelar rompi la direccin diagonal de la calle y dijo aqu estoy yo para los restos. Bueno, seguimos hacia arriba y nos detene mos en la esquina Jardines -Mdico Beltrn, pues aqu hay una ancdota que conviene resear y que lleg hasta m en mi infancia gracias a radio ore jas. Ya sabis, yo, de chiquillo, en cuanto vea una reunin de ancianos de la tribu, haca tambin como en Venezuela: paraba la oreja como dicen all y a introducir datos en mi ordenador particu lar, valga la expresin. A mediados del siglo pasado ya iban na ciendo algunos tallericos y los hombres del campo buscaban en ellos un trabajo ms cmo do y rentable. Vase una muestra: Jose Mara! Maana, a primera hora, te necesito, pues he for mado una cuadrilla para cavar unos bancales por la parte del Azafranar ya que piensa sem brar habas el dueo y me ha encargado que bus que gente. Es trabajo de legn. Y dselo a tu hijo el mayor. De acuerdo. Bueno, amigo, de acuerdo conmigo, porque mi hijo se est ense ando de zapatero y no vendr. Cmo es eso, hombre, cmo le dejas abandonar el oficio sin tu permiso. Oa! Pues no s qu decirte. Mi An tonio dice que ya est cansado de pisar escarchas en invierno y pasar calores en verano, y se ha he cho zapatero y adems est muy contento, pues con lo poco que sabe, el sbado pasado le dieron nueve reales y vino a casa ms alegre que unas pascuas, as que no cuentes con l. Esta era la tnica general en aquellos aos primeros de nuestra industria, por eso os dir la ancdota que he citado y que es la siguiente. La esquina que hoy forman la calle Jardines y Mdico Beltrn, donde est el comercio de tejidos que estableci all Eduardo Planelles, en la poca que nos ocupa era un simple bancal junto al camino y con la sequia enfrente. Como es natural, no existan an las naves de Silvestre Hernndez ni de Rafael Romero el Salao, ni tampoco el Teatro Cas telar ni los jardines del Casino Eldense. Pues en esta parcelita, segn radio ore jas de padre a hijos, estaba el to Talega que muchos aos despus sacaran del escenario del Teatro Castelar (en la escena del rapto de Doa Ins de la obra del recordado Emilio Rico Le chuga) en una carretilla con sus 190 m. de alto y sus ms de 120 kilos de peso. UNA AVENIDA DIAGONAL EN ELDA (y IV) (De la serie Recorriendo las calles de mi pueblo, sus caractersticas, sus gentes y su importancia) E l to Talega, como ya se ha dicho, estaba ha ciendo en el terreno con el legn algo como para sembrar habas; momento en que acert a pasar por all un conocido que detenindose le pregun t: Qu hace Vd. ah, hombre Va a sembrar ha bas El to Talega se puso el legn en posicin 416 de lugar descanso y encarndose al amigo le dijo: No, vecino. Estoy plantando zapateros! S, queridos coterrneos, de esta forma sur gan zapateros en los primeros tiempos del ven daval de la industria de Elda. Hicimos la prime ra Mancomunidad trayendo a nuestras fbricas las Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA gentes de Sax, Monvar y Petrer, exactamente como en la actualidad, con eso de ser los depo sitarios de todas las alcantarillas de la comarca. Y an dicen que somos desconsiderados. Pelillos a la mar y prosigamos con la Diago nal eldera. Fueron surgiendo edificaciones a lo lar go de aquel camino en la forma anrquica que hoy se puede ver y se empearon en aquellos tiempos en trazar una diagonal con remijones. Menos mal que a partir de all todo lo que se edificaba ar monizaba con la lnea Este Oeste que hoy tiene Elda, pero la calle de Jardines se qued sin flores y sin lneas correctas. Retranque el Teatro Cas telar. No lo hizo la casa nmero 1 de Cervantes, que se qued mirando para otro lao y as su cesivamente desde la esquina del guardia hasta el final. Solamente qued correcta a mi juicio la he rrera del to Chomn, quizs la edificacin ms vie ja de la calle. Estuvo situada, y yo an la vi tra bajar, en la punta de lanza que forman las calles Jardines yJuan Carlos I, all donde antes estaban los carricos de la prensa. All estuvo el to Cho mn especialista en herraduras de forja eldera. Se conoce que se dijo: Estos paisanos se han em peado en calzar personas, pues yo voy a calzar burros, caballos, mulos y todo semoviente que se precie de serio. Pues s, all estuvo mucho tiempo la herre ra del to Chomn, una edificacin de una ne vaica, como decimos los viejos elderos y con la esquina que pareca el pual del moro. An parece que estoy viendo al to Chomn aferrado al fuelle de la fragua y dando martilla zos a las herraduras y otros efectos domsticos. Calle arriba a la derecha, hubo una placita de toros al llegar a la primera manzana del Pro greso y enfrente un saln de baile llamado Po listilo y por fin, al final de Jardines, un cine don de luego estuvo la herrera o taller mecnico de Jos Mara Navarro. En fin, muchos sitios de ocio y diversin, pero al final slo qued el Teatro Cas telar y una calle destartalada para escape de au tomviles en direccin nica. Se pudo hacer una gran va diagonal, ho mnima de la de Barcelona en sentido urbansti co, y ya veis en lo que qued, queridos coterrne os, media docena de comercios repartidos a lo largo de un kilmetro y un teatro que fue el orgu llo de Elda aunque hoy, por lo que se ve, en ex pectativa de destino. La serie Recorriendo las calles de mi pue blo que se inicia con la calle de Jardines, no s si ser del agrado de mis paisanos. Espero que al gn carroza como yo le encuentre alegras con sus recuerdos yndose a la infancia feliz de su vida. Y ah queda esta calle que se hizo siguiendo una sequia y un camino lleno de flores a sus lados, por eso lo de calle de Jardines. Saludos elderos. VALLE DE ELDA NMERO 2.000, Y TIRO PORQUE ME TOCA! (Adagio contabile para flauta dulce, porque la ocasin lo merece) E n realidad, queridos cofrades, el trmino del enunciado, que nombra el juego de la oca, po da haberse cambiado por otro de los muchos que hay en el lxico eldero, como por ejemplo, Y lo que te rondar, morena!. Sin embargo, lo dejo en su si tio porque se trata de un pjaro yen esta ocasin tan especial deba hacer honor a sus races. All por las profundidades del medio siglo, ao arriba ao abajo, tuvo la osada de salir a la luz pblica un peridico semanal que, a trancas y barrancas, y con la amorosa atencin de unos sufridos amigos luchando a brazo partido por su supervivencia, lograron que este peridico que es el Valle de Elda haya llegado al nmero 2.000, VALLE DE ELDA NMERO 2.000. Y TIRO PORQUE ME TOCA! 417 que bate todos los records de vida de un peri dico pueblerino, pues hay que tener en cuenta que l solo suma ms nmeros publicados que el resto de las publicaciones de esta clase, co menzando por El Bien General, del ao 1886. Naturalmente, nos estamos refiriendo a peridi cos eldenses. Inslito es el caso, sin duda, que durante tantos aos haya podido un modesto peridico de pueblo, como es nuestro querido Valle de Elda, sub sistir a cambios polticos y vicisitudes sin cuen to. Yo slo encuentro dos poderosas razones: su acrisolada independencia poltica y el inmenso amor a nuestro pueblo de los sufridos compo nentes de su redaccin, que se afanan en sacar lo a la calle todas las semanas. Y ah me encuentro yo como colaborador, con mi modesto granito de arena, durante la mitad de tantos aos, abu rriendo a los lectores unas veces y hacindoles gozar otras con mis culebrones llenos de recuerdos elderos. En esta oportunidad, como veis, estoy cele brando una efemrides como esta de la larga vida de Valle de Elda, y como soy uno de los ms viejos colaboradores del peridico, en esta ocasin soy considerado y de una vez os enterares de los pensamientos del tambin viejo seor de la Hor teta, que os agradece vuestra atencin de tantos aos y perdonad la inmodestia de colarme de rondn en la conmemoracin de tan fausto acon tecimiento como son dos mil Valle de Elda a la ca lle, semana tras semana. Adelante, querido Heraldo escrito de nues tro pueblo! Valle de Elda tiene empaque de pe ridico de categora y llenar otros mil nmeros ms unas semanas tras otras, con su alegre lo gotipo que representa el escudo de Elda. lo que siento es que no lo podr contar yo. EL TO PENSEQUE Y SUS INDUSTRIAS (I) (De la serie: Personajes inslitos de la vieja Elda) S iempre tuve gran curiosidad, desde mis pri meros aos, de por qu de los tantos motes, so brenombres, apelativos y adornos gramaticales a todo hijo de vecino en lo que se refiere a nuestro pueblo, claro, aunque me imagino que en toda la geografa nacional existir la misma costumbre de bautizar al prjimo con cualquier sambenito por cualquier circunstancia. Como es natural, todos mis coterrneos estn al cabo de la calle en cuan to a esta materia, pues es muy raro, en los pue blos sobre todo, que haya algn vecino que no ten ga su correspondiente dinasta, ms o menos antigua, de tales caprichos de sus paisanos. Lo ms gracioso del asunto es que estos mo tes o sobrenombres nacen del ms nimio detalle y siempre en relacin con cualquier circunstancia personal que haya tenido el interfecto para su bautizo. En mi caso particular est bien claro: a mi abuela le gustaban mucho las avecillas ca 418 noras y pajaricos somos desde el siglo pasa do; pero hay otros casos que nacen de una frase, espontneos, como la segaisa en las acequias. En este aspecto he tenido ocasin a lo largo de mi vida de or algunos muy graciosos, como el que ilustra el enunciado de este trabajito, del que hablar ms tarde, pues lo del to Penseque tiene ms mrito, ya que asist a su nacimiento en mis aos muy juveniles. No me resisto primero a comentar uno de estos nacimientos, del que me enter por Radio Orejas en cierta ocasin en un pueblo de Nava rra. Este pueblo en cuestin era en la ocasin, se gn los que me informaron, el lugar en el que no quedaba nadie sin su correspondiente sambe nito adicional a su nombre de pila. Un mdico llega a este pueblo citado, en la ri bera de Navarra, como titular de la plaza munici pal se dirige al domicilio asignado y al llegar al si tio les dice a unos muchachos, que se encontra ban jugando delante de la casa, que hicieran el fa vor de ayudarle a descargar su equipaje, lo cual hicieron con rapidez los chiquillos. Efectuando el trasiego de maletas y bultos al interior, el nuevo doctor del pueblo les dio las gracias y les dijo que era el nuevo mdico del pueblo y que estaba all para cuidar de la salud de todos ellos y de la de sus padres y dems familia. As, gracias otra vez. Dganos, seor. Y Vd. cmo se llama le pregunt un avispado chaval. El doctor, que ya estaba al tanto de la fama del pueblo en cuan to al bautizo de motes, le contest al chico: Ya os he dicho que soy el mdico, as que ya lo sa bis, que parecis ciruelos, como le dicen en mi tierra a los chicos preguntones. Pum! qu hubo dicho l mismo se bautiz, pues desde aquel mismo momento y hora para todos los na varricos del pueblo aquel fue el doctor Ciruelo! En esto de los motes y otros apelativos ca riosos de los pueblos, no se salvan ni las per sonas, ni las calles, ni nada. Cualquier detalle bas ta para el bautizo de lo que sea. Elda, como saben mis queridos coterrneos, est llena de estos detalles, a veces graciosos, a veces molestos, y siempre por algo que ocurri o se dijo, inventado por algn eldero amante de los sambenitos y otras cascarrias del lxico local. Abundando en esto del origen de las cosas, anoto algunos ejemplos de personas, calles y lu gares donde se ve que todo tiene su porqu, ms o menos ajustado a la realidad, pero seguro que los inventores del mote o apodo dieron en el blan co. Una de sus realidades ms grficas de este tema es la dinasta de los pajaricos a la cual pertenezco con orgul lo y conciencia tradicional, pues el protagonista que dio comienzo a ella, como ya he dicho en alguna ocasin, fue Pepe Gonzlez el de la Horteta, como le llamaban. Mi abuelo materno, que no conoc, con la de cosas que me poda haber contado de este valle, su pue blo y su entorno. Fue el primer pajarico del va lle por su aficin a las aves canoras y esa fue, se guramente, la causa de que le endilgaran el apodo. Citar otros dos casos de personas de las que recuerdo con todo detalle el motivo de su sobre nombre. Son anteriores a mi paso por las auras y la tierra que la vieja !della y captados por Radio Orejas en aquel pozo de historia que fue la par te vieja de nuestro pueblo. EL TO PENSEQUE Y SUS INDUSTRIAS (II) (De la serie: Personajes inslitos de la vieja Elda) E l to Botija, que le rompi una dem que llevaba cuando iba a regar sus campos a otro labrador en la cabeza, dicen que porque le haba abierto una reguera sin pertenecerle el turno. (Aclaro para los no investidos del saber de las pie zas de cermica antigua que una botija es como un botijo normal, pero en uno de sus lados como de un 40 por 100 de su redondez, es plano, y aclaro ms. El motivo de esta extraa Forma del adminculo en cuestin es para que cuando se co locaba en un carro o en la albarda de un jumen to no diese vueltas con el consiguiente peligro de que se pudiera marear el agua, digo yo, porque otra razn no veo. Pues botijas fueron sus descen dientes, y yo conoc a uno personalmente. El to Ajustacerdos. Esto est claro; se dedicaba a la trata de cerdos en compra y venta y no digo ms, pues en boca cerrada no entran moscas. Ade ms, tampoco le conoc personalmente, por lo que las noticias de Radio -Orejas no las puedo confirmar por mor de sus descendientes. Le l lega el turno a dos lugares de Elda que cuando naci el primero era pura huerta y el se gundo diremos que semihuerta. 419 Estamos hablando de dos lugares comunes de nuestro pueblo, como son Las Agualejas y El Reses. Al primero le tap el cemento del progreso y cuanto al segundo una hilera de nuevas edifica ciones fue la causa de la desaparicin en las plticas de los elderos, pero bueno ser que les ex plique a mis queridos coterrneos su ubicacin en Elda, aunque slo sea por mera curiosidad, ya que estas aclaraciones, sobre todo a los criollos, les gustar saber lo que fue Elda cuando todava era villa; en cuanto a los dems les ofrezco estos de talles aunque slo sea para rellenar sus conoci mientos de la ciudad donde han nacido. Lo que llamamos Agualejas estuvo situa do aproximadamente en el comienzo de la calle o Avenida de Alfonso XIII, y su nombre le viene por que en aquel lugar confluan dos acequias de las ms importantes de la huerta. Una era la que llambamos del Comn, que naca en La Rafa y llegaba al sitio indicado por toda la parte oeste del pueblo. Esto ya lo he indicado en varios trabajitos, pero es que si quie ro llegar a las Agualejas para dar personalidad a este punto, debo citar su procedencia. En cuanto a la otra acequia, se trata de la que llambamos la del Cataln. En este caso estaba mal dicho esto, pues se trataba de una desviacin de dicha acequia que naca en la frontera, hoy plena calle de Balmes, y segua su curso pasando por delante del Mercado Central y a continuacin calle de Jardines abajo hasta su final, cruzando por la esquina del guardia, para seguir las huertas que haba el Oeste de los Postigos traseros de la calle Nueva Abajo, hoy Maura, y en gracioso giro al Sur se encontraba con su hermana del Comn. Despus del fami liar encuentro acuoso se formaba all una dis tribucin de tres acequias. Una que se diriga ha cia el sureste para regar las huertas hasta la orilla del ro. Otra que tomaba el sur fijo, si guiendo la orilla de la derecha del camino de Ca rro, que es el de la Jaud, y al llegar donde se bi furca el camino de la casa de los Dolores, cruzaba a la izquierda y se perda regando aquellos an durriales del centro de la huerta. Y por fin la del Comn, que podemos de cir que fue la nave capitana de las acequias del valle, tomaba rumbo sureste y, rodeando la casi ca de Anaya, regaba las higueras del Campo Per dido y se asomaba al Casn, donde, en giro de 90 grados, tomaba al oeste para llegar a la Jaud despus de cruzar la rambla de Bateig y saludar al puente del Sambo, regando toda aquella lade ra de Bateig. Hay que pararse un poco en la narracin para que el lector medite un poco en aquella sin fona de rumores de agua tan agradables al odo que surgan de las acequias al juntarse, pues eran cinco, dos que llegaban y tres que salan. No es de extraar, por tanto, que algn forastero, al pasar un da por aquel enclave de la huerta y ver el juguetn remolino del lquido elemento, dijera: Recontra! Las Agualejas! EL TO PENSEQUE Y SUS INDUSTRIAS (III) (De la serie: Personajes inslitos de la vieja Elda) A claro que al decir que pudo ser un forastero el fique bautizara aquel lugar con el nombre de Agualejas es porque este nombrecito, por su fo ntica, no me suena a eldero, ms bien parece de la parte de Murcia o de la Mancha, aunque al fin y al cabo no tiene importancia alguna. Tanto pontificar sobre las acequias... tiene 420 esto algn inters para el sufrido lector Lo tie ne, aunque slo sea por si algn da a las nume rosas entidades culturales que han nacido en Elda, como Mosaico y otras, que se dedican a desenterrar el pasado del valle de Elda, se les ocu rre pensar en las venas lquidas que hicieron de este rincn un paraso. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Lo que en Elda se deca ress era una es pecie de refugio contra el fro en invierno y se aplicaba a cualquier sitio que miraba al sur, res guardado por cualquier pared o altura el norte. De ah aquello de: Juanito, tienes fro Ponte al re ss de esa casa, que estars bien. El ress de que hablamos aqu no era eso, era El Ress, como si dijramos Vamos al Santo Negro o al Collarico de la Pat. O sea, un lu gar en invierno para tomar el sol los elderos de an tes, como nombre propio y sitio fijo. Estuvo situado para estas agradables tertu lias invernales en la entrada de la calle del Marqus por Mdico Beltrn, y aunque tadava existe su ubicacin en la topografa de Elda, ya no existe como tal ress, por la edificacin posterior al sur, que le quit el sol a la edificacin norte, es decir, que en el tiempo que situamos la narracin, el pueblo ter minaba en esa esquina, donde estuvo situado el al macn de la United, al lado del Hotel Sandalio. La carretera suba por la hoy calle Nueva arriba do blaba por el comienzo de la calle del Vall, y lo pri mero que encontraba era el ress citado a la dere cha y la calle San Roque a la izquierda. Como es natural, en este tiempo que cito yo estaba an disponible para dar la lata en este mundo, pero las ondas de estos recuerdos me llegaron por Radio-Orejaspor mediacin de un eldero de pro, del que guardo un imperecedero re cuerdo por su hombra de bien y grandes dotes de amistosa bondad hacia m. Se trata de don Jos Amat Sanchiz (Corazn Santo) y como es na tural, estas cosas y otras muchas que me trans miti en nuestras plticas en el Casino Eldense ya venan de sus abuelos. Yo, por desgracia, no co noc a los mos, aunque he de reconocer... Tngase ah, seor de la Horteta! Pero, hombre de Dios, deje a sus abuelos en paz, por que Vd. tena que escribir sobre un tal Penseque y lleva ya catorce cuartillas y el tal seor no apa rece ms que en el enunciado. Recontra, Cantageso! Mi querido y etreo duende, tienes ms razn que un santo y se me ha ido el protagonista al olvido por las dichosas ce rezas de mis recuerdos. Ea! Vamos con l en el inte. (Ese giro creo que es manchego, pero vie ne aqu que ni pintado). El personaje que aparece en esta historia como el to Penseque y sus industrias apare ci por Elda all por los diez rampando los vein te. Eran tres las industrias que manejaba el alu dido, a saber: paragero, leador y estaador, por lo cual iba el hombre provisto de todos los ele mentos necesarios para estos menesteres. EL TO PENSEQUE Y SUS INDUSTRIAS (IV) (De la serie: Personajes inslitos de la vieja Elda) para el arreglo de los paraguas llevaba en bandolera atados media docena de para guas de distintas clases, de donde sacaba las piezas de repuesto para el arreglo de otros, como varillas rotas y dems. En la mano izquierda, una bolsa con herramientas y lo necesario para el arreglo de cermicas rotas o bads y en la de recha un artilugio con brasas ardientes y sus co rrespondientes herramientas para estaar toda clase de peroles, ollas y cualquiera objeto me tlico de arreglo. Fue una cruda maana de invierno cuando ascenda muy ufano la calle del Castillo el ncli to personaje que nos ocupa. Tres eran sus gritos de guerra, que lanzaba al aire, dos con sonido gutural y el tercero termi nando siempre el parlamento con aires musica les: Paragero! Estaador! Tambin se arre glan cosioles...!. Conviene aqu una somera explicacin sobre eso de los cosioles, pues me temo que si no es algn carroza de mi tiempo quedarn en la ino EL TO PENSEQUE Y SUS INDUSTRIAS 421 pia en cuanto a la identificacin de tal utensi lio casero. Los cosioles eran una especie de ob jeto entre la tinaja y el lebril lo, con la boca ms ancha que aquel y el fondo ms alto que ste. To dos ellos de robusta cermica, y el arreglo que te nan cuando se badaban era el acoplo de unas la as a ambos lados de la resquebrajadura. Laa es una cosa parecida al utensilio que emplean hoy los mdicos cuando hay que coserle la hendidu ra que le han hecho al ciudadano corriente al abrirle la barriga para sacarle la vescula, pongo por caso, pero en grande (me refiero a los cosio les). Comprendo que me ha quedado un poco grande esto de las laas, pero creo que es conveniente para que el sufrido lector quede bien informado de la bondad de tales operaciones. Y en aquella maana de invierno es cuando colocaron al to Penseque el ordinal gramatical de su dinasta. Tena el hombre un sonsonete que em pleaba siempre que hablaba con las parroquianas yen vez de utilizar el yo crea..., me haba pa recido..., etc., empleaba el yo pens que.... Aqu le daba al final de la oracin una nota alar gada, por ejemplo: una vecina que est oyendo en la calle de la Comadre al personaje en cuestin lanzar al aire sus gritos propagandsticos, le pre gunta: Oiga, buen hombre Vende usted pa raguas. No, seora, arreglo paraguas. Tiene usted alguno para arreglar. No seor. Yo que ra uno nuevo. Ah! Yo pens que... deseaba Vd. arreglar alguno. Est clara la cosa Pues un buen da, que es el sealado ante riormente, de invierno, suba el hombre por la ca lle del Castillo. Al final de la calle, como es sabi do, hay o hubo un paredn que sujetaba la calle de las Virtudes que, como es lgico, estaba en un plano superior. A este enclave siempre le hemos llamado los elderos de la parte vieja la pareti ca. Pues en aquella histrica maana se en contraban all, tomando el sol unos y almorzan do otros, varios zapateros, casi todos el los habitantes de la citada calle de las Virtudes. Me es muy grato recordar aquella reunin de buenos zapateros, de suela vuelta casi todos ellos, de aquella popular barriada, de donde sa li el empuje de los buenos zapatos que dieron fama a Elda. Hoy esta barriada ha desaparecido o est a punto de hacerlo. Una vez ms, la desi dia y negligencia de los elderos, como dijo don Lamberto Amat en su Historia de Elda, ha propi ciado su total desaparicin. Pero estbamos hablando de la paretica y all entre otros estaban los Matutines, Pe rrengues y otras dinastas elderas que no enu mero porque este trabajo se hara interminable. EL TO PENSEQUE Y SUS INDUSTRIAS (y V) (De la serie: Personajes inslitos de la vieja Elda) E n aquel histrico momento, acert a llegar a las escaleras que suban a la calle de las Vir tudes nuestro protagonista lanzando sus gritos de guerra. Una vecina que le grita: Oiga! Me arregla usted un orinal que se me ha ba dao. S, seora, yo arreglo todo, pero pens que... Bueno, es la primera vez que arreglo un orinal y pens que... sera de porcelana, pero b jelo que lo ponemos unas laas y queda como nuevo. 422 Los zapateros que tomaban el sol en la pa retica estaban al tanto de la escena y no s si fue Antn Belana el que les dijo a los del grupo: Os habis fijado el to ste cuando dice pen s que... parece que se le atraganta la ltima pa labra. Contest el Chato Madrigueras: Que no, que seguramente le gusta a l esa terminacin y la suelta de cuando en cuando, lo mismo que suelta eso de Paragero y todas las industrias que lleva. As fue como a los pocos das, que pasaba el hombre por all con sus gritos, dijo uno: Ya est aqu el to Penseque!. Y con Penseque se qued para los restos, a pesar de que un da que le preguntaron cmo se llamaba, contest que Gundemaro, que es nombre de reyes. A m, desde luego, no me son aquello muy cabal, pues no s si es de los reyes godos o de la poca de la Tabla Redonda, pero ah queda el dato para los aman tes de la historia antigua. Hablaba yo de que todos los motes y sobre nombres tienen un motivo y una gnesis y estoy recordando algo reciente que corrobora mis ide as sobre esto. No hace muchas fechas tuve ocasin de leer en la prensa de Alicante y de Elda que en la ca lle Ramn y Cajal, de nuestro pueblo, huoo una es pecie de escena del Oeste americano, en que un sujeto se li a tiros con otro quisque que encon traba a su paso, habiendo heridos y todo eso. Yo viv muchos aos en el nmero 9 de dicha calle, por cierto, segn me han dicho, es la ni ca casa que queda en pie, por lo menos desde que comienza en el final de la calle Castillo hasta su encuentro con Clrigos y Estra lazo. Sabis cmo llamaban los antiguos a esta calle La Pistola! S, el nmero 9, la casa que le cost a mi querido padre siete mil reales que pudo reunir con sus ahorros, aumentado con cin cuenta duros que le dieron por dejarse media vida en la guerra de Cuba. Ya casi no queda nada del viejo barrio que fue el ncleo de Elda. Es el sino de los elderos: cons truir, destruir y olvidar, y me remito a un solo ejemplo: la Feria del Calzado y Afines, orgullo de Elda en el mundo, no va a quedar de ella ms que el torico, que tambin la represent siempre. O tambin desaparecer Tambin desapareci la vieja y frtil huerta del valle y, para colmo, la construccin de esa Ron da Sur la terminar de destruir, al tiempo que li mita el acceso a la meseta de Bateig, que es lo nico que le queda a Elda para su desahogo ur bano. As que, volviendo a la prematura despedi da del pobre poeta que l levo dentro, cuando dije aquello de ...y seguirn las montaas rodeando el valle con sus ptreas murallas! Y seguir el pa dre Sol despuntando por los Chaparrales todas las maanas...! S, buen mazacote de cemento ve rn donde siempre hubo un tranquilo edn cruzado por un limpio ro l leno de vida. Esta ltima parte de la historieta del to Penseque me est quedando un tanto sombra y no s como terminarla, es que es tanto el ior que siento por mi pueblo y su valle que se me esca pan sin querer los recuerdos de la visin grata de mi niez, llena de vida simple en mi viejo barrio. Tarar que te vi ! que deca el to Pas cual cuando suba por la calle de las Virtudes con su carro, camino de la placetica del Castillo. Qu ganas tengo de que suban el pueblo o ba jen esta calle, pues mi mula dice que esto est muy alto! Ya no tendr que subir ms, ni el to Pense que y sus industrias pasarn gritando: Esta ador! Paragero! Tambin se arreglan cosio les!. La verdad es que como no pase por al l el to Menescal recogiendo ripios, hoy del viejo ba rrio no va quedando ms que eso. Sus habitantes se los llev la historia y slo quedan los recuerdos, entre ellos los mos. Saludos elderos. 423 SALAS DE FIESTAS Y LUGARES DE OCIO AEJOS (I) (Sonata iscrona en tiempos de arremngate un camal que vas de riego) E st bien claro, aqu los sonidos de la sonata van cada uno por su lado, haciendo juego con el di cho popular que le acompaa. Mi juvenil y simptico amigo Rodolfo Guarinos Cabrera, hijo de mi dilecto Rodolfo Guarinos Amat, me dijo un da: Seor de la Horteta! Por qu no escribe Vd. algo sobre las salas de fiesta que conoci en sus aos mozos, o que recuerde de muy joven. Aqu es donde el amigo Junior me ha puesto en un aprieto, pues en mis tiempos juveniles no ha ba ninguna, si exceptuamos el Teatro Castelar y el Casino Eldense. Claro que eso hay que matizarlo, porque el Teatro Castelar no era ninguna Sala de Fiestas, pero es que resulta que donde nicamen te se poda bailar (y esto en los carnavales) era en este Coliseo, porque el Casino Eldense siempre ha sido privado y no apto para denominacin de sala de fiestas, como tampoco el Teatro Castelar, claro. Ante el triste panorama de lugares de ocio en el aspecto que le da mi amigo en mis aos juveni les, debo hacer historia de lo que conoc personal mente y, an ms, me remontar hasta ltimos del siglo pasado, aunque est bien claro que esta po ca no la viv, sino que son conocimientos captados por Radio -oreja, de elderos de aquellos tiempos. Mucho antes de que nacieran el Teatro Cas telar y el Casino Eldense en 1904, exista en Elda, para las clases pudientes, un saln establecido en la calle de Coln, que se llam el Caf del Cen tro. Debi ser un lugar suntuoso, con buenos muebles, pues tena adosados a lo largo de las pa redes de todo el extenso saln divanes cmodos y todo lo necesario para el ocio de entonces. Era un saln alargado, y en sus dos extremos haba dos hermosas lunas biseladas, que cuando entrabas all y te fijabas en ellas, te veas repeti do hasta el infinito. Debi ser de verdad un sitio confortable y lu joso en su tiempo, aunque cuando yo lo conoc, de 424 chiqui l lo, ya estaba de vuelta de sus pasadas grandezas y se haba convertido en lugar de recreo a base de partidas de secay y tute subastado. Su pasado de gentes principales en su saln se haba convertido en un caf ms, de gentes obreras. Lo mat el Casino Eldense. El nacimiento en la calle Nueva Arriba de este enorme edificio, con sus grandes salones y bella mente adornados, con sus artesonados llenos de trabajo de artistas de la escayola y su bonito jar dn, atrajo, como es natural, a todos los entonces magnates de la fabricacin del calzado, terrate nientes de la entonces feraz huerta eldense y otros pendientes, e hizo derrumbarse como castillo de nai pes todo lo que haba sido el Caf del Centro como lugar importante de ocio en Elda. La vida sigui su curso normal y en la Plaza de Arriba qued el bar ms importante que ya exis ta cuando el Caf del Centro era el amo del recreo de las gentes principales, el Bar de Severino, que ocupaba toda la parte norte de la plaza. Le acom paaban entonces el Caf del Potroso, en la hoy calle de Pedrito Rico, y el Caf del Truque, cu riosamente situado en un primer piso, encima del comercio de tejidos de don Ricardo Vera, en la ca lle de Coln, esquina a la placetica de Santa Ana y enfrente precisamente de la confitera del Duro, que sera posiblemente padre del fabricante de calzados Pablo Maestre y abuelo de mi amigo Ar mando, a quien desde aqu envo un carioso sa ludo. Ruego a mis queridos coterrneos tengan en cuenta que todos los detalles de mi narracin sa len de mis recuerdos. No consulto archivo alguno y es muy posible que en alguna ocasin le coloque el sambenito equivocado a alguien que no lo me rece. Aplico, por lo tanto, las correspondientes dis culpas a los que meta en hoz y coz en mis historietas sin ser protagonistas de ellas. SALAS DE FIESTAS Y LUGARES DE OCIO AEJOS (II) (Sonata iscrona en tiempos de arremngate un camal que vas de riego) E sto querido amigo junior, es lo que hay de mi juventud, pues las salas de fiestas propia mente dichas nacieron en Elda los aos 20/30, que paso a reportarte seguidamente, no sin antes de cirte que en los sitios de ocio apuntados pocas sa las de fiestas, como se indica en el enunciado, po da haber. En aquel los primeros aos de mi juventud se hacan bailes en casas particulares, con orquestinas de bandurrias y guitarras, que por entonces eran muy numerosas. De esto te poda yo hablar largamente, pues incluso capitane una de ellas, con la que nos divertamos sbados, domingos y fiestas de guardar; pero esto es otra historia que algn da, si Dios quiere, narraremos con todo detalle para que los elderos de hoy se en teren del partido que se les puede sacar a una bandurria y a una guitarra juntas, bien afinadas en perfecta armona. Aparte de los bailes que se organizaban, como ya hemos dicho, por los Carnavales, en el Te atro Castelar y en el Casino Eldense, comenzaron a proliferar salones de baile en varios puntos de la ciudad. Te hablar, en primer lugar. del Po listilo, que estuvo situado en la calle de Jardines, en los impares, a la altura muy cerca de donde hoy se cruza con Antonino Vera. Era un saln bastan te grande y en una especie de escenario se situaba la orquesta amenizando el bailongo. La sala, ro deada de lujosas sillas de anea, donde esta ban modosamente sentadas las seoritas y sus co rrespondientes carabinas; y los cabal leros, deambulando por el centro del saln, y en cuan to el maestro atacaba el baile que correspondie ra, los caballeros... sus y a ellas! , pues la pieza que tocaba la msica la repetan slo dos veces y se acababa en un suspiro. Y otra vez a lucir el palmito por el centro del saln, hasta que tocaba el bombo avisando a los msicos que raba que atacar el vals. Tambin vino el Saln Monumental, si tuado en lo que fue garaje del mismo nombre, re gentado ste por Paco el Frasco. Era de las mis mas caractersticas que el anterior, con la misma msica y las mismas lujosas sillas de anea. Pa rece que las haban trasladado de sitio, as como a los mismos caballeros paseando por el centro del saln y las mismas ruborosas seoritas esperan do que sonara la msica para que les pregunta ran aquello de Me permite usted, seorita. Si el caballero obtena el beneplcito, rodeaba con su brazo a la dama, ms orgulloso que el hidal go Don Garca; en caso contrario, se iba, rumian do su fracaso, en busca de otra posible dama, me nos exigente en la eleccin de caballero. De este Saln Monumental, tengo unos gra tos recuerdos, pues all actu como componente de la compaa de zarzuela formada por Milagri tos Gorg y Antonio Cremades. All se representaron algunas obras y la pri mera en que pis las tablas fue La tragedia de Pierrot: Ya sabis, aquello de Luna, luna! Hermosa y plida luna! Oye mi triste cancin... Yo sala muy orgulloso en el coro, como tenor 2, a las rdenes del director don Enrique Almi ana, que me tena en mucha estima por mi buen odo musical. Bueno, esto ya me lo haban dicho don Ignacio Barcel Juan cuando se fund el Or fen Sinfnico Eldense, del que fue su director, y su presidente don Amador Vera. La sede de este grupo orfeonstico estaba situada en los altos del Caf de Pansilla, en la Plaza de Arriba, esqui na sureste; quede esto grabado para la historia lo cal. Tambin lleg a este mundo otro gran saln de baile, el Mundial, que estuvo situado en los al tos de la fbrica de don Manuel Maestre Gras, la cual, al dejar de fabricar zapatos, se convirti en una dependencia del arte de Terpscore. 425 SALAS DE FIESTAS Y LUGARES DE OCIO AEJOS (III) (Sonata iscrona en tiempos de arremngate un camal que vas de riego) E l esti lo y funcin del local era sobre poco ms o menos como los anteriores, aunque no s por qu me parece que la parroquia haba descendi do de categora y, aunque los asientos ya no eran de anea, se notaba un cierto tufillo de moder nismo entre los asistentes. No me refiero en absoluto al trato de las gentes, no. Pero aquel comportamiento refinado de los primeros tiempos ya no se notaba tanto en tre los caballeros bailongos; sera el avance de la civilizacin, que todo lo arrolla. Yo comparo aque llo con lo que veo hoy y me da risa y asombro cmo cambian los tiempos. Del Vd. me permite, se orita para pedirle un baile a una damita de en tonces, hemos pasado al elemento que se acerca a una chica en la actualidad, en una discoteca,y tomndole el brazo o la mano, le dice: Hala, tron ca, vamos a mover el esqueleto!. Y a lo mejor no se haban visto hasta ese momento. Esto segu ramente, rima con la msica, que suena tachn, tachn! Y a dar saltos se ha dicho. Perdnenme los bailongos actuales, pero aquel los movimientos sinuosos de un cl ido vals, o la prestancia ele gante de un pasodoble, pasando por los explosi vos movimientos de una polca o la bel leza de msica y movimientos de una mazurca, creo yo que es como tocar el tambor o escuchar el intermedio de Cavallera Rusticana, vamos, digo yo, que dira el clsico. Y volviendo a los tiempos anteriores, queri do coterrneos y joven amigo, diremos que al comps de crearse salas de baile fueron sur giendo agrupaciones de msicos que formaban lo que entonces llamaban orquestinas. De las de mis primeros das como compo nente de aquellas agrupaciones, la que cortaba el bacalao fue la Gmpoly Jazz, que en realidad era un quinteto formado por un trompeta, que era Roberto (el menor de los Sacristanes), un saxo 426 alto que era el Patena, un trombn, tocaba Pepe, el hijo mayor del to Cha pamoscas (como le decamos, porque tocaba los platillos en la Santa Cecilia), el piano, que tocaba Mariano, el hijo mayor de doa frica y la batera, que estaba a cargo del hijo menor de esta seora. Fueron excelentes msicos, y le cogieron tal arte a los aires modernos, que era una delicia or les, adems de que doa frica, que era una gran pianista y musicloga, influa muy mucho en la preparacin del quinteto. Por las noches, cuando estaban ensayando en casa de la citada doa frica, sita en la calle Jardines (frente al chalet de don Rodolfo Guarinos), se reunan en la calle mul titud de curiosos para escuchar sus bellas melo das. Tambin yo actu en aquellos tiempos en va rias orquestinas de aquellas, ora tocando la batera, el trombn o un banjo americano, y hasta tuve mi propia orquestina de pulso y pa, con las bandu rrias de el Cubano y Amada Amat, el lad Al fredo y el gran Chacas de guitarrista; sin con tarme a m, que en instrumentos de cuerda tocaba hasta las de las campanas, dicho sea en plan de humor. Tenamos hasta representante, el gran Chacano, que se afanaba en buscarnos actua ciones en bailes caseros sin cobrar nada. Como el resto de nosotros, claro, pero lo pasbamos bom ba los das festivos y las vsperas, especialmen te en las casas de campo del valle. Oye Jos, que el sbado vamos a ira la casa el Majo, pues ha br una cena de aqu te espero! Bueno Pepe, y de mujero, qu No te preocupes, irn muchas chicas de Petrel y alrededores. Y de esta guisa eran todas nuestras actua ciones, adems de las consabidas serenatas, muy en boga entonces. Tambin tuvimos la osada de formar un ter ceto sinfnico entre Ramn Coronel Gorg al pia no, Emilio Romero con su violn y yo con el banjo para darle ritmo a la cosa. He de hacer notar que el nieto del gran ma estro Gorg tocaba el piano de odo; no saba ni cuntas notas negras tena una blanca en com ps de compasillo, pero el caso es que tocaba en cuanto se lo aprenda de memoria, que lo haca r pidamente. SALAS DE FIESTAS Y LUGARES DE OCIO AEJOS (IV) (Sonata iscrona en tiempos de arremngate un camal que vas de riego) E l bueno de Emilio, que muri en el ao 1936 vctima de la tragedia que asol nuestra pa tria y a quin supongo Dios lo tendr en su san ta gloria, pues era un alma bendita, Emilio, digo, le tocaba en el violn lo que haba que aprender y el to se lo meta en el intelecto en el iire. En este aspecto fue una cosa muy curiosa el amigo Ra mn: lleg a tocar el piano en orquestinas bastante importantes, incluso con la Modern Jazz, diri gida por su cuado Vicente Prez el Flauta, mi querido amigo Sento. Pero mucho antes de esto, cuando formamos el terceto de desequilibrados musicales como yo de ca, hubo un gracioso sucedido o ancdota musi cal. En cierta ocasin nos contrataron en un cine que haba en Petrel junto a la Explanada, para to car en los intermedios de las pelculas, y all nos fuimos un sbado por la noche para dejar en man tillas a la orquesta de Xavier Cugat. La primera par te de la funcin transcurri sin novedad, inter pretando parte de los nmeros que ya habamos ensayado para que el amigo Ramn Coronel Gor g se hinchase a machacar las teclas del piano, que, por cierto, estaba bastante desafinado. En un intermedio se acercaron unos seores de la banda de msica de Petrel, segn dijeron, y uno de ellos que traa una partitura en la mano, se dirigi al amigo Ramn muy educadamente: Buenas noches, seores. Y dirigindose al pia nista, el de la partitura le dijo: Maestro, hemos recibido en la banda esta partitura y nos gusta ra, si no le importa, la tocaran para ver el efec to que puede tener para la banda, pues somos m sicos de ella. Mi amigo Ramn siempre fue un poco fuer te en sus expresiones, pero lo que le o aquella no che me dej torrao, vamos, como las habas torrs, pues cuando el de Petrel le entreg la partitura, se la qued mirando como si tuviera en las ma nos las Cantigas de Alfonso el sabio o el Antiguo Testamento. Yo miraba la escena y deca para m: Madre, el drama padre, la que se va armar aqu!. Pero el nieto de don Ramn Gorg, que no se amilanaba por nada, le dijo al petrolanco devol vindole la partitura: mire, seor, yo la tocara con mucho gusto,pero as, sin ensayarla entre mis compaeros y yo, no saldra perfecta. No le dej terminar su oponente: no, maes tro, no hace falta que la interpreten los tres a pri mera vista, con solamente que le d Vd, un repa so en el piano, ya podemos ver lo que puede dar de s la pieza. No, lo siento, aqu hemos venido los tres a tocar y no me parece correcto que se oiga el pia no solo. Que no, hombre!, que es slo un mo mento y nadie se dar cuenta entre los especta dores. 151, ;,11. 427 SALAS DE FIESTAS Y LUGARES DE OCIO AEJOS (y V) (Sonata iscrona en tiempos de arremngate un camal que vas de riego) I nsisti el hombre un par de veces ms y mi amigo se evada del compromiso con gran mo lestia, ya que se le notaba cada vez ms en cada arremetida del msico de Petrel. Por fin, un minuto de silencio y una pregun ta un tanto apremiante del to de la partitura: pero por qu no la quiere Vd. tocar Pues porque no me sale de los huevos, seor mo! Fue el acorde final, y all se acab la funcin y el con trato en Petrel, por culpa de aquella maldita par titura y de la falta de conocimiento de mi amigo para las corcheas y las fusas. Con todo lo expuesto, querido amigo, espero haberte complacido en tu deseo de conocer la movida de aquellos aos de mi juventud en cuanto a salas de fiestas y dems sitios de ocio musicales. Quiero terminar este trabajito ha ciendo notar algo de aquellos tiempos, que por cierto nunca he ledo nada de la enorme impor tancia que tuvieron para Elda. En los aos veinte y hasta nuestra guerra ci vil, hubo en Elda una explosin de cultura artsti ca, digna del mayor encomio. Se dieron cita en la vieja Idella las artes del teatro, tanto dramtico como musical y agrupaciones de elderos forman do orfeones de los que hubo dos en aquel tiempo. Dos importantes compaas de zarzuela, la que encabezaba Milagritos Gorg y la del seor 428 Vera (Patasema) y no creis que era broma la cosa pues en su repertorio, entre otras, llevaban Bohemios y Los sobrinos del Capitn Grant. Agrupaciones de orquestas de cuerda y un sinfn de orquestinas de bandurrias y guitarras y, por no faltar, fue la poca de un buen peridico se manal que se llam ldella, con muy buenas fir mas, lo mismo locales que nacionales. A todo esto nuestro pueblo era la mitad que ahora y, ya me dirn mis queridos coterrneos, dnde hubo una concentracin de arte aficiona do como aqu la hubo. Todo desapareci y nunca ms se supo. Aqu se hacen grandes cosas y en un decir Jess se es fuman. Ejemplo reciente, la Feria del Calzado. Pero de aquel tiempo apenas se escribe nada, nada se comenta en los medios que hay en Elda. As somos, queridos paisanos, tejer y deste jer, construir y olvidar. Pero hombre, si tenemos un hermoso himno a Elda de don Francisco Santos y no lo conoce casi nadie... Dse a conocer esa joya musical eldera por nuestra banda Santa Cecilia y virtase por los ai res del valle esa armona tan nuestra para que no se caiga en el olvido, como aquella explosin que he citado de teatro lrico, dramtico y dems con juntos musicales de aquella poca que se inscri bi en la historia de Elda. As sea. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA LOS DUENDES DEL SEOR DE LA HORTETA Y OTRAS MINUCIAS DEL INTELECTO (I) (Fantasa oriental en clave de humor tierno con msica de viento serrano) V isto y ledo el enunciado que encabeza este trabajito, ya se podrn dar cuenta mis queri dos coterrneos del cariz que tendr su conteni do, habida cuenta del deterioro que los aos van sembrando en los que hemos tenido la suerte de vivir muchos y cuyas neuronas ya estn pidien do a gritos su jubilacin. Es notorio y por aadidura bien sabido por mis escritos de tantos aos que yo a las mani festaciones y rdenes que dan en el cuartel ge neral, que es el cerebro, a los distintos miembros motrices de nuestro organismo, siempre les he lla mado duendes. As tenemos a Rabogato, que es el que tiene mando en plaza con todo el ri gor de su carcter, hasta el fiel Pasensia, que es el ms suave y bondadoso de todos los oficia les de la guarnicin, pasando por el serio Can tageso, que tiene la misin en su negociado de asuntos de suma importancia, de compaginar lo violento con lo suave. Por ejemplo: el maestro za patero ha enviado a su aprendiz a casa del afilador a recoger las cuchillas, ya que tiene que sacar per files y necesita una con buen corte, pues sabida la delicadeza de tal trabajo. Resulta que el chi quillo se ha entretenido con unos amiguetes y el maestro, cansado de esperar, sale a buscarlo y se lo encuentra jugando a las chapas con total aban dono de su cometido. Enfurecido el maestro, su pri mer pensamiento, o mejor diremos orden de Ra bogato, es darle una patada en el trasero al chiquillo y cogerlo para estrellarlo contra la pared. Pero en aquel momento aparece Cantageso y le dicta al maestro que diga: Si no mirara Dios!. Ha surgido Cantagesoy ha dejado la cosa en su justa medida. Van entrando ustedes en el entresijo de los duendes, como yo llamo a las ideas, pensamientos y similares Un amigo mdico me deca en una ocasin, en San Sebastin, que eso de las ideas y pensa mientos es un lo de aqu te espero, pues resulta que lo que origina todo eso son las neuronas y de estos ciudadanos invisibles tenemos varios mi llones alojados en el cerebro a pensin completa. Como resulta que el seor de la Horteta no est muy ducho en esto del conocimiento del cuer po humano, o sea, que en mis breves estudios de la Medicina no conozco ms que lo corriente, es decir, que si veo a un seor que tose le digo que tome una infusin de flor de malvas o que se acueste y llame al mdico, pues dados mis pocos conocimientos como he dicho del asunto, es lo ms razonable, creo yo. Esto de la flor de malva lo escuch yo de chiquillo en mi barrio, pues ha ba en la calle de la Comadre una seora que te na fama de aplicar este frmaco de las malvas a toda clase de dolencias, para lo cual siempre te na gran provisin de estas florecillas que, por cier to, son de fcil adquisicin, pues se encuentran en los sitios ms insospechados. Ella tena su la boratorio en las faldas del castillo, segn se mira al ro de sola. As que cuando necesitaba mate rial para recetar a los clientes no tena ms que acercarse a la sequiesica Siete aos y cosechar lo necesario. A este respecto me deca en una ocasin mi to Gaspar el ciego: Mira Jos, que las hierbas son muy buenas, cada una para lo que estuviese in dicada, (Ves que yo le haba dicho lo de la se ora citada de las malvas). Pero como resulta que aqu hemos venido para tratar de mis duendes y no s cmo se me ha colado eso de la flor de malva, slo me resta, como colofn a tan somero asunto, eso tan ar chiconocido de Si con malvas te curas, mal LOS DUENDES DEL SEOR DE LA HORTETA Y OTRAS MINUCIAS DEL INTELECTO 429 vas!. As, con este juego de palabras, cerramos la cosa. Eso de las ideas que yo llamo duendes tiene connotaciones a veces hasta graciosas; otras te hacen derivar a situaciones molestas, aunque siempre te hacen cavilar del por qu ocurren y lle gas a la conclusin de que es falta de memoria y no hay tal, es simplemente que la idea, neurona o duende que vena del cerebro a cumplir una misin determinada se ha encontrado en el camino con otra similar y vaya Vd. a saber cmo se enro llan a platicar, dejando al motor humano que te 4 nan que mover en la ms completa huelga de mo vimientos motrices y dejando al pobre ciudadano con cara de tonto y pensando en las musaraas. Yo comprendo que todo esto ltimo escrito es un poco confuso para el sufridor lector, pero en el inte coloco una especie de sucedido o historieta que lo aclara todo, as que tranqus, troncos. (Esto l timo son palabras abreviadas de la nueva gene racin, que se empea en cambiar el idioma. A m me da lo mismo, pues yo con el eldero clsico me arreglo, aunque si hay que chamullar algo de moderno, pues de buten, que dicen los colegas). LOS DUENDES DEL SEOR DE LA HORTETA Y OTRAS MINUCIAS DEL INTELECTO (II) (Fantasa oriental en clave de humor tierno con msica de viento serrano) E l inventor de eso de el que no tiene cabeza tie ne que tener piernas fue el to Roseldo (Ro sendo en cristiano). Viva el to Roseldo en una casona del cen tro de la cal le del Castillo, en los pares, y fue propietario de medio barrio en aquellos tiempos de abundante vida humana y prosperidad en aquel lugar, hoy desaparecido. Un buen da sali de su casa para ir a com prar un paquetico de mataquintos al estanco del to Pindarga y, al pasar por delante de la pescadera, se qued mirando al to Clemente, el pescatero, que estaba partiendo un atn que aca baba de recibir. Entabl la chchara con l sobre lo grande que era el tnido y otros detalles de pre cio de venta y desmenuzamiento del pez. Cuando se cans de la pltica con el to Clemente se mar ch para su casa tan contento y al llegar a ella se dio cuenta de que no haba ido al estanco. En tonces surgi aquello de El que no tiene cabe za ha de tener piernas!. Si cuento todo esto en esta especie de ho menaje que hago en este trabajito sobre las de 430 as que yo llamo duendes es para aclarar que somos esclavos de esas neuronas, que nos dictan los movimientos e impulsos en nuestro diario vi vir. Por mi parte, y para mayor comodidad, les ha puesto nombres, como sabis, a media docena de estos soldados del cuartel que tenemos en el ce rebro. A unos les nombro ms que a otros, pero to dos van al ritmo de mi vida y cumplen su come tido a satisfaccin, excepto el que llamo el jefe Rabogato, que me la tiene jurada y no me deja transmitir a las cuartillas lo que deseo en muchas ocasiones. No s por qu se me ocurre que debo anotar en este trabajo una especie de incongruencia el dera, digna de la mayor de las rarezas que se pue den anotar cuando se estudia el lxico de un pueblo. Resulta que esto me lo pidi un da mi duende Cuatro esquinas , cuyo negociado son las cosas bien cuadradas, de ah el nombrecito que le coloqu. Se me ha ido olvidando y ahora que hago homenaje a mis duendes, la coloco y ya vern los elderos que me lean, de mi tiem po y ms jvenes, la singular curiosidad a que me refiero. Es sabido que en Elda, si exceptuamos a co terrneos con estudios y algunas gentes princi pales, en todo momento se habl con la s des preciando olmpicamente la c. Por ejemplo, decamos dies en vez de diez y as en todo el vocabulario. Pero amigos, hay una frase en este enredo de pronunciacin que rompe todos los moldes del despropsito gramatical. Si un elde ro de los mos contaba por ejemplo del uno al veinte, colocaba la s donde deba haber una c. Pnganse la mano al pecho todos mis ma duros, a ver si hay alguno que al llegar al doce y al trece los pronunciaba con la s. Hasta el to Perola, que fue el peor hablado de Elda se gn Radio Orejas en mis tiempos juveniles, pronunciaba doce y trece, aunque luego so la decir: Daime un trosuelo de pan, con una i intercalada en la palabra dame. Esto reseado de la pronunciacin eldera parecer una tontera, pero forma parte de la his toria de nuestro pueblo y alguien lo tena que de cir, para que los sesudos lingstas modernos es tudien cmo las gastaban sus antepasados en materia de destrozar el idioma castellano o es paol. Existen seres entre los millones de neuronas que yo llamo duendes En mis tiempos infan tiles esta expresin la escuch muchas veces en singular y plural. Por ejemplo: Este tiene el ser o No hagas caso de esta pobre mujer, es que tie ne seres. Estas cosas ocurren lo mismo entre los irra cionales Ms explicaciones al canto con historieta adjunta o inducida, como mejor les caiga. LOS DUENDES DEL SEOR DE LA HORTETA Y OTRAS MINUCIAS DEL INTELECTO (y III) (Fantasa oriental en clave de humor tierno con msica de viento serrano) E n mis tiempos en que oficiaba de periodista, cay por Elda un elemento de la parte de Murcia, se guramente atrado por el trabajo que se notaba en nuestro pueblo a causa de la guerra que asolaba a Europa. Don Juan Tovar, en su fbrica de la hoy ca lle de Pedrito Rico, dedicaba su fabricacin a la con feccin de botas militares para Francia, y otros fa bricantes hacan lo mismo o parecido. El elemento citado anteriormente no debi en contrar buen acomodo entre la grey zapateril y se dedic a lo suyo, que era el oficio de cabrero o pas tor, para lo cual el to Zarrapio que as deca lla marse se hizo con una punta de cabras (una pun ta suelen ser dos o tres) y se instal por los lados de la Melva en su parte alta, en una media ca sucha que haba por all. Seguidamente se dedic al negocio de ven der leche a domicilio, como era la costumbre, para lo cual llevaba la pequea manada por las calles atendiendo a la clientela. To Zarrapio!, pngame un cuartillo de leche en este perol. El hombre agarraba una cabra y le mua la canti dad pedida por la vecina. Un buen da se le oy decir, al muir leche para un pedido: Esta cabra un da da mucha le che y otros est ms seca que no s. Parece que tiene seres. Lo que explica lo que deca yo so bre los irracionales. Otro detalle de este submundo del lo de nuestro cerebro, con variante de nombre en cuan to al movimiento de neuronas o lo que sea de esto, que yo no lo s. LOS DUENDES DEL SEOR DE LA HORTETA Y OTRAS MINUCIAS DEL INTELECTO 431 Conoc personalmente a un eldero, del que no dir el nombre, pues ya es sabido mi respeto y con sideracin a las personas que saco en mis tra bajos, mxime cuando se pueden molestar sus descendientes si los tuviera. A este seor que cito solan llamarle Fulano de Tal, el de las turbicas. Esto viene de tur barse, marearse, o de donde sale esto de las tur bicas Por si acaso es otra ramificacin del lo ce rebral, vamos a dejarlo, porque este homenaje a mis duendes me est dejando un tanto sombro. Ms bien preocupado y triste, dira yo, porque esto de citar nombres ya idos no s yo si no ser inc modo para los elderos que gozan en la eternidad de su reposo y descanso. Ya s que para hacer his toria hay que echar mano de lo que ya no existe y que el humor que yo procuro poner en mis escritos est fuera de tristezas y alegras; porque el humor creo yo que nada tiene que ver con estos estados corrientes en nuestro vivir. As que, llegado a este punto de mis razonamientos, he decidido ponerle la guinda de un sano humor en una cosa que es natural como la misma vida. Para congraciarme con todos los elderos que a lo largo de tantos aos he ido sacando del olvido y el recuerdo. No vean mis queridos coterrneos en este final de mi trabajo nada triste ni sombro, pues para m es una cosa natural a la que estamos li gados todos los mortales. Por otra parte, quiero que vean solamente el humor de mi forma de ser y la manera de ver la vida que yo tengo, esto es, todo plcido y natural. La guinda a que me refiero anteriormente es que tengo que poner un aadido al epitafio, ya sealado a mis parientes y familiares, que debe r tener en el panten familiar y que dice as: Hasta aqu lleg un pajarico cansado de volar yen este lugar pleg sus alas para su eter no descanso...y el de sus coterrneos!. El aadido despus de los puntos suspensi vos es como disculpa por ms de treinta aos nombrndolos en nuestro querido Valle de Elda. Lo que yo crea un homenaje a mis duen des ha resultado un dislate literario y estoy tris te, pues mis duendes me han abandonado. No tal, seor dela Horteta! Tngase en sus elucubraciones dramticas, pues su epitafio ha quedado muy aparente y gustar mucho a su grey alada y canora, lo mismo que a los que compo nemos el equipo de su cansado saber y entender!. Gracias, fiel Cantageso! Si es as, slo me queda despedirme y firmar LA FERIA DE MI PUEBLO OCHENTA AOS DESPUS! (0 L a feria a que me refiero en el presente traba jo nada tiene que ver con lo que escrib ya hace muchos aos y que fue de los primeros tra bajos literarios que aparecieron con mi firma en el querido semanario Valle de Elda. La visin de la reciente Feria, vista ltima mente en las riberas del Vinalop, ha hecho que los recuerdos de mi niez saltaran de gozo y me ha animado a establecer la comparacin de lo que han cambiado las cosas entre una y otra. En realidad son la misma cosa las dos. Lo nico que sac en consecuencia al compararlas es la extraeza del ro que, a buen seguro, no 432 saldr de su asombr en su vestimenta de cemento y dir para s: pues s que la hemos hecho bue na, en vez de ranas y cucha ratones alegrando mi discurrir por el ancho cauce que me dieron los si glos, ahora me llenan de trastos y gentes que vienen a divertirse sin ningn respeto a mi historia. Yo que fui el causante de la muerte de un famo so guerrero cartagins, que si no me fallan las me ninges se llam Amilcar Barca, aqu estoy ahora sin poder ir a la orilla a otra quitando trozos, cuando se me antojaba, de los bancales de los agricultores elderos cuando en alegre avenida asomaba por el MONASTIL anunciando All voy! Y en mi cantarn y juguetn discurrir por el cau ce llegaba a la rafa, saltando su inquebrantable y bien hecha arquitectura, para volver a coger mis anchas riberas despus de pasar el puente que tantas veces se llevaron por delante antepa sadas riadas. Felices recuerdos de ro bravo a veces, con sus riberas adornadas de tarais, caaverales y jun cos y con todo el cauce a mi antojo. Hoy me veo en corsetado en canalillo de aguas sucias y malo lientes, las que fueron aguas limpias que amamantaron las ricas tierras del valle durante siglos. Todo se fue con el tiempo, hasta las ace quias que como venas de vida salan de mis ori llas para regar las suaves tierras del valle han de saparecido de mis costados de madre amante. Ni agua. Consumatum est, Vinalop. Tengo que reconocer, sin embargo, que han aparecido unos jardines en sus orillas que atenan mi pesaumbre y tristeza. Cuidado con pe saumbre que es la palabra eldera antigua, como su ro y si anula pesadumbre por algo lo ha ran los viejos habitantes de Mella, pues su fo ntica suena a humo, yen los antiguos Meros esto de la fontica parece que siempre fue muy im portante. Cuando me encontraba en animado solilo quio sobre las glorias y las tristezas de mi querido ro, se asoma por mi parietal izquierdo mi duende Picaporte que veo viene en son de guerra Se or de la Horteta! Que dice el jefe Rabogato que le pregunte qu tiene que ver la feria del enunciado con el panegrico que est haciendo del ro. Que est haciendo polvo la amada hija de doa Gramtica Analoga, dando saltos en el discurrir de su rara es critura y brincando como una pajarica alocada!. Bueno, bueno, bueno, mi querido Picaporte, veo que has abandonado tu negociado de asun tos fijos en el cerebro para convertirte en el co rreveidile del ominoso Rabogato. Te agradezco tu estpida intervencin pues has animado un tan to mi estado de nimo, un tanto pachucho estos das. En primer lugar le comunicas a tu ignoran te mandams Rabogato que en la escala ornito lgica las pajaritas como t dices no van a sal tos. Son los primeros volti les, junto con las cujas (cogujadas), creo, que caminan a pasi tos cortos y graciosos, o sea que no dan saltos, como sus hermanos los avestruces que estn en el otro extremo de las aves que caminan. De to das formas, s es verdad que escribo a saltos, des trozando la analoga y todo lo que se pone por de lante. Es mi estilo y eso no se puede remediar. Y para terminar, miserable Picaporte, dile a tu su perior Rabogato que se fije bien en el concepto to tal del tema y ver que si en el enunciado se dice La feria de mi pueblo y luego hablo del ro es que precisamente en el ro est la Feria y yo dis curro sobre la Feria que est en el ro. LA FERIA DE MI PUEBLO OCHENTA AOS DESPUS! (II) Q ue la Feria est en el ro, lo demuestran los sueltos que oportunamente le en la prensa provincial, en la que se vean fotografas con par te de ella anegada, al parecer segn dicha la prensa porque se haba salido la rambla y de los Molinos de Flix para abajo estaba todo arrasa do por el dscolo Vinalop. Pero parece que no haba tales carneros pues en visita que ME hicieron en aquellos das luctusos unos queridos amigos de Elda me dijeron que no, que la foto que se ir N vea de una tienda encharcada era que se haba volcado un caldero lleno de agua que tenan los fabricantes, as que ni rambla ni nada, ms bien un rojidico o matapolvos que deca el to Carl icos el de la plazuela de San Antn cuando llova algo y le preguntaban si haba hecho sazn la lluvia. Por todo lo expuesto, siniestro Picaporte, vers que tu superior jerrquico ha metido la pata hasta el corvejn y, ya puestas las cosas en su lu gar, cambia el to Olaya el disco para que pase el 433 tren de las cuatro y yo sigo con la feria de mi pue blo. Me dice mi amable duende Cantageso que, ya que estoy en el ro, por qu no cuento como era el sitio del Vinalop donde ahora se si ta la feria de la Pursima. No tengo ms remedio que dar un salto en la Analoga. Lo que no s es si el salto es de garra fn o de buscareta. En fin, all voy, porque en ver dad es tan rotundo el cambio registrado donde el Vinalop es ms ancho en todo su discurrir por el valle, desde los Molinos de Flix hasta el puente del Centro Excursionista Eldense. Aquellos predios, hace muchos aos, fueron los depositarios de todos los ripios que se produ can en Elda. Para el exclusivo conocimiento de la ciudad de las primeras decadas del presente siglo, fue el nico sitio donde tirar todo lo que ahora se llaman atentados ecolgicos, pero era el lugar ms id neo, pues el pueblo estaba rodeado de huerta por todas partes y el seor Menescal (D. Manuel Ruiz) iba depositando montoncitos bien dispuestos de escombros, o lo que fuera, a lo largo y ancho del lugar indicado anteriormente. Al mismo tiempo que se llenaba de montones el ancho cauce del ro, ocurra una cosa muy curiosa: se iba llenando de hoyos. S, queridos coterrneos, s, pues resulta que por motivos del crecimiento sealado haca falta un material indispensable para le edificacin de casas y fbricas: la arena! Y all estaba este rido, entre las dos riberas del ancho del ro en di cho lugar. Cantidad de cuadrillas, con su cedazo plan tado, cavando y cavando para echar en el ceda zo a capacicos todo el material, que estaba com puesto de arena, depositada durante siglos por las avenidas del Vinalop, y las correspondientes pie dras; pero, amigo, para eso estaba all el cedazo: piedras a un lado y arena al otro, as que los montones que fabricaba el to Menescal tenan su 434 contrapartida con los hoyos que hacan los are neros y al final aquello pareca un paisaje lunar. As vi durante muchos aos el cauce del ro cuando bamos una bandica de chiquillos a un ca averal que haba un poco ms abajo a la dere cha, muy frondoso y con todos los caracoles del mundo entre las caas. A eso bamos hombre, a recoger la cosecha de estos sabrosos animali llos, que llenaban la olla de casa. Pero un da desapareci aquel espectculo de areneros haciendo hoyos y el to Menescal ha ciendo montculos y en aquel predio slo qued el camino carretero, por toda la anchura del cauce, que serva para tirar ripio y sacar arena. Estudios cientficos que hice de la nueva si tuacin me dieron a entender que la arena la conseguan de otros lugares, y en cuanto a la in dustria del Sr. Ruiz se debi seguramente a que encontr otro sitio ms apaao a la derecha del camino del Campico que decamos. Este camino naca donde estuvo el cine Gloria y dejando a un lado el chalet del Relojero, se adentraba en la huer ta hasta el final del trmino. Pero como el pueblo haba crecido, aquellos terrenos quedaron bald os desde la derecha de dicho camino hasta la ca rretera, o ms bien, lo que luego sera el final de la calle Cervantes. Seguramente esta nueva situacin de los te rrenos la aprovech el to Menescal y sucesores transportistas de ripios y otros desperdicios si milares para no tener que ir al ro, con todos sus inconvenientes de distancia y malos caminos. De estos dos sitios citados, el ro y el Cam pico, he de hacer unos apuntes que para la pe quea historia de nuestro pueblo deben hacerse constar, pues siempre puede haber algn cote rrneo o coterrnea a los que recordarn tiempos y situaciones agradables, tales como ir a comer se la mona al Campico o a por caracoles al ro. Y si no los hay, pues peor para m, que habr esta do escribiendo para el sol de Levante. LA FERIA DE MI PUEBLO OCHENTA AOS DESPUS! (III) I nsisto sobre esto en lo que se refiere a la tota lidad del trabajo. Con que haya un solo eldero o eldera que al leerlo diga: Anda! Y yo que no saba que haba pajari llos que, adems de volar, caminan. Detalle nmero 1, el ro. Cuando ued de sierto el lugar de areneros y depositarios de ripios y similares, como se ha dicho, un camino carre tero desde los Molinos de Flix hasta la con fluencia de la rambla de la Melva y el Vinalop. Pues aquello se convirti en sala de deportes al aire libre, los haba de todos los estilos, la carte ta, el monte, las siete y media y hasta la brisca a tanto la partida. Me explico: en Elda ha habido siempre un juego popular muy aplaudido sobre todo entre los elderos de la parte vieja, que es el tiro de la bola o tirar a bola. Este juego, que yo clasifico entre los depor tes escalabrantes (que escalabran) se efecta con unas bolas de hierro de varios pesos, la lira, el kilo, etc., y se juega en lugares idneos, pues necesita para su desarrollo distancias de algunos centenares de metros de cancha. Por aquel entonces este juego se celebraba en la Vereda del Marn, pasado el puente que hoy est sobre la va del ferrocarril. Tambin se efec tu en ocasiones en la rambla de la Melva, entre el puente de la va hacia arriba la curva que hace la rambla unos doscientos metros en sentido as cendente. Este sitio fue siempre muy celebrado, ya que al comienzo de dicho tramo est la cueva de Trapella, que los domingos y fiestas de guardar se converta en el lugar de merendolas y similares. Tambin hubo una poca que se jug en la ca rretera de Monvar, entre los sifones del Polgono 25 hasta la Ta Gervasia. Al quedar abandonado el cauce del ro por areneros y depositarios de materiales antiecolo gistas, como ya he dicho, qued all un 1 ermoso camino que era ideal para el juego de la bola y no molestaban a nadie pues dicho y hecho All se traslad el citado juego y, adems, ms cerca del pueblo. Y aqu llega el detalle nmero 1 cita do anteriormente. Mientras los de la bola seguan sus partidas por el camino, de algunos hoyos que haban de jado los areneros se vean asomar las cabecicas de los que estaban dando al monte, a la carteta y similares. Vamos, una especie de Montecarlo, pero en rambla. Algn da asom por all la Be nemrita y sala gente de los hoyos como si viniese la rambla en los das grandes de temporal. El segundo detalle pertenece al Cam pico y ya es ms cercano. Pertenece a los tiempos de nues tra guerra civil recin terminada y es digno de ano tar por el estado de necesidad en que se encon traba Elda en aquellos das. Durante el ao 38 y en vista de que el abas tecimiento de la poblacin estaba a la altura del betn, un numeroso grupo de gentes se preocu p de organizar algo en la huerta para combatir la gazuza general del pueblo. Unos de los sitios que eligieron fue precisa mente una parcela llena de ripios que hoy pode mos ubicar donde se encuentra el edificio San Cris tbal. Dicha parcela, que tendra lo menos siete u ocho tahllas, la limpiaron de escombros y, para no alargar ms la cosa, dir que recin termina da nuestra guerra haba all el ms hermoso ban cal de habas que yo haya conocido. Como es natural, al entrar las tropas de Franco en Elda desaparecieron los numerosos co mits que haba de todos los rdenes y los cam pos, casa y edificios fueron restituidos a sus due os. En los primeros das de abril de 1939 el campo de habas se encontraba en todo su es plendor de produccin y se hizo cargo de l su due o Elas Vera, hermano mayor de mi querido ami go Joaqun Vera Chimo, el cual, en un gesto de verdadero eldero, dijo que las habas poda cogerlas todo aquel que ms lo necesitase, gesto que fue muy celebrado y, como digo, digno de anotacin. 435 Y como ya va siendo hora de hablar de la fe ria de mi pueblo, olvidemos los ripios y demos un salto de chulan sobre las pginas de esta histo rieta de recuerdos. El sitio seorial que parece han encontrado las autoridades elderas para el asiento definiti vo de la feria de mi pueblo es sencillamente mag nfico. All, entre jardines, hay sitio para los mil ca chivaches que colocan los feriantes. Autos de choque, montaas rusas, ruedas de caballicos, qu s yo... Al comparar esta feria con la de hace ochenta aos se me va el nimo, pues veo que ha pasado toda mi vida y aqu estoy yo recordando la plaza de Arriba y la plaza de Abajo y la entrada de Toril, donde se pona el hombre de las almendras garrapiadas. Vengan de la mano elderos mayo res que sonreirn su juventud y los ms jvenes que no acabarn de comprender cmo en estas dos placitas, tan aoradas por m, se podan colocar todos los utensilios de una feria como se ve hoy, pero en pequeo y con la tercera parte de habi tantes de Elda. LA FERIA DE MI PUEBLO OCHENTA AOS DESPUS! (y IV) E n los ltimos das de noviembre de cada ao empezaban a llegar a la plaza de Abajo carros y camionetas que venan de Monvar, cargados con tablas que formaran las paradas que pocos das despus deslumbraran a la chiquillera el dera. Este movimiento de material era, como digo, para la de Abajo; en la de Arriba los pues tos de turrn y similares los ponan el mismo da de la inauguracin de la feria sus mismos due os y, en cuanto a atracciones mecnicas, dos solamente! Y todos los aos eran las mismas: la rueda de caballitos, que se llamaba Carrousel la Yeclana, cuyo motor era una mula y que se ubicaba en el rincn sur de la plaza, y las barcas, que lo hacan al norte, delante de las Buoleras. Y desparramaos por el sitio que quedaba en la plaza, los puestos de turrn y los mil entreteni mientos de una feria, desde el tiro al blanco al que fabricaba algodn de azcar, pasando por un pequeo tenderete donde haba un periquito que te acertaba el porvenir sacando con su pico un pa pelito de donde haba muchos. Ah! Y en el rin cn de las Nofras, sito en diagonal con los ca ballicos, un elemento que venda duros a cuatro pesetas. En cuanto a la plaza de Abajo, los consabi dos juguetes, tiendas de mantas y gorras y has ta la Joyera Esquembre, de Villena, en parador especial en la calle central de la plantacin de ma 436 deras que formaba la feria. En la esquina suroeste, abundancia de sartenes, paellas y los utensilios ms raros para las cocinas domsticas, incluidas las tenazas para manipular las brasas de la lum bre en el invierno. Pues s queridos coterrneos, en aquellas dos placitas nos metamos todos los elderos los das de la feria en Elda y an quedaba sitio para pasear el seoro principal por la calle central de la feria en la plaza de Abajo y correr la chiquille ra por la de Arriba, donde alguno de ellos hizo en una ocasin alardes de pirotcnico, con grandes destrozos entre las barras de turrn de la parada del to Remigio el jijonenco, acto que le vali al que suscribe el ttulo de cohetero mayor de la ciudad, certificado a dedo por el Alcalde, que lo era en aquella ocasin don Jos Cataln Gras el Manchego. Pero antes de recibir el ttulo, sufr el ludibrio y la afrenta de ser conducido por el al guacil el tuerto Serafn a la presencia de la pri mera autoridad, la cual, al constatar el dao que poda hacer un cohetico de tres una perrica ad quirido en el estanco del to Pindarga, le dio tal ataque de risa que an seguir en la eternidad rindose el bueno de don Jos. Bueno, esto ltimo se me ha volcado sin querer en las cuartillas, pues ya sali en el Valle de Elda hace la tira de aos pero yo s que los que lo leyeron entonces se volvern a rer con la fe Los ESCRITOS DE los JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA chora que hizo aquel da Joseco el pajarico en una parada de turrn, con el revuelo general del pueblo, pues lo que le dio tanta risa al seor Al calde en el sitio del suceso, en la plaza de Sagasta se lleg a decir que haban puesto una bomba en la feria y haba algunos heridos y que el caso es taba en las manos de la Guardia Civil. Total, por la explosin de un cohetico de tres una perrica que hacan menos ruido al explotar que cuando pisas una cerilla con el pie. Cuando se lo contaron al to Machuca, que era por entonces el pirotcnico local, y des pus de rerse mucho tambin, como el Alcalde, dijo: Dnde est ese chiquillo Ya tengo ayu dante para plantar y tirar los castillicos el da de la Virgen!. Aquel da, en mi nimo de chiquillo travieso, qued grabado para siempre, ms por el honroso cargo que me endos el seor corregidor mayor que por el suceso de hacer caer tres barras de tu rrn al barro en la parada del to Remigio, y hoy, ochenta aos despus del singular suceso, an vivo su recuerdo en todos sus detalles con gran ale gra, pero qued a deber tres barras de turrn que se perdieron en el estropicio y mi orgullo herido ba jando la calle del Castillo, cogido del brazo por el tuerto Serafn, como un vulgar malhechor. Lo que ms resalta hoy de estos recuerdos es el salto de aquella feria tan chiquitita a al de hoy, tan graciosa y la sonrisa del viejo Vinalop que dir resignado: Est bien, elderos! Para algo tena que servir mi cauce!: ESTAMPAS ELDERAS DE NUESTRA GUERRA CIVIL (Especie de tarantela napolitana con aires de Andante con moto y Allegro final para clarinete o corno ingls) E l dilecto amigo Rodolfo Guarinos Amat, hijo y sobrino carnal de grandes fabricantes que fueron de la industria local del calzado, tuvo la gentileza de visitarme no hace mucho tiempo con la simpata y agradable intencin de interesarse por mi estado de salud y platicar sobre las cosas de nuestro pueblo, y entre ellas surgi el tema de los avatares de Elda durante el tiempo que dur nuestra contienda entre hermanos nacionales. Aquellos das me encontraba yo un poco romo de ideas literarias y al hacrselo saber me indi c por qu no instrumentaba algn trabajito so bre la guerra en nuestro pueblo. As que agarr el pie y aqu estoy, dispuesto a narrar cosas de mis recuerdos en mi estilo desenfadado, como dijo el clsico, dejando de lado dramatismos y sucedidos penosos, de los que tengo gran archivo en mi me moria. Vaya por l, como dicen los toreros cuando brindan el toro a la persona que estiman y espe ro que le agraden mis recuerdos. Y que sea lo que Dios quiera y la Virgen de la Salud y la de Coro moto lo apoyen. Un poco larga se me ha hecho la introduccin del trabajito este. Espero me dispensen mis su fridos lectores, pero es que cuando se me sueltan las olas de los recuerdos tienen que celebrar una sesin extraordinaria todos mis duendes conoci dos para poner las cosas en su debido comps. Si, me dispongo a contar cosas y sucedidos de aquellos das de la revolucin del plan blanco, como suelo decir, pero antes de nada y con prio ridad informativa, voy a soltar una primicia que a buen seguro gran mayora de elderos no cono cen, como no sean los descendientes de un gru po de amigos que, cuando llamaron su quinta, hi cieron de su capa un sayo, como se suele decir. Cuando finalizaba el ao 38 de aquellos das de la guerra, llamaron la quinta del bibern, como decan los veteranos ya incorporados al ESTAMPAS ELDERAS DE NUESTRA GUERRA CIVIL 437 frente de la contienda. Yo los conoca a todos ellos, incluso a sus hijos, por lo que no veris nombres de ellos en este trabajito por aquello de la tica y el respeto a las personas, pues fue un episodio guerrero no muy brillante en cuanto a va lenta ciudadana, dicho sea en honor de la si tuacin de entonces, aunque a decir verdad, si cuando llamaron mi quinta me hubiesen hecho la misma forma de hacer la guerra mis amigos, es bastante posible que me viese enganchado al carro ese de ... Y a m qu ms me da!, si en lo que se refiere a la lucha por la Repblica ya se vea que estaba todo hecho y en lo que se refiere a Levante, en lo que quedaba de terreno republi cano, el nico aerdromo que quedaba utilizable era el del Ma, que es por donde escap Negrn. Vamos, pues con el episodio del grupo de amigos que cuando l lamaron su quinta decidie ron trasladar el frente a sitio seguro, donde no Ile garan las angustias del ir y venir por las trinche ras. As que por la parte de Rabosa y Rincn Be llo, al abrigo de la pea del Cid, montaron su campamento, firmes en la lucha y dispuestos a de fender hasta el ltimo metro de terreno donde no se oyese en tiro ni nada parecido. Hubo naturalmente que organizar una espe cie de unidad de combate, pues no se trataba de una persona sola, como seguramente habra al gunas que se quedaron sin acudir al llamamiento de aquella quinta, ya un poco carroza, que hemos citado. Aqu eran varias personas y hacan ms bul to. Por eso, una vez realizado el plan de ataque al sitio pensado, recogi cada cual lo que pudo en abastecimiento de boca y alguna otra cosa nece saria y, con gran sigilo, fueron saliendo de Elda se parados, para no infundir sospechas. La reunin fue en los bosques de pinos, al otro lado del Cid. ESTAMPAS ELD ERAS DE NUESTRA GUERRA CIVIL (II) (Especie de tarantela napolitana con aires de Andante con moto y Allegro final para clarinete o corno ingls) L a persona que me cont esta odisea cuando re gres de Amrica, all por los aos sesenta, fue encargado de la jefatura de Intendencia. No ima gino las angustias que tendra que pasar mi ami go para abastecer el ejrcito aquel. Como no fue se a base de las frutas de la tierra y algn conejo despistado... Pero el caso es que aguantaron los avatares de aquellos das y, como ya quedaba poca guerra, pudieron regresar todos al pueblo sa nos y salvos. A mi amigo le pusieron la medalla del valor fro y sereno con distintivo de pan can deal por lo mucho que haban pensado en l. Lo que no s es si se presentaron como yo en el Ayuntamiento cuando volvieron del frente. Ni mi amigo me dijo nada de esto ni de la historia de su aventura tampoco. 438 Los campos, en aquellos tristes das de la contienda, eran el lugar ms visitado por los el deros hambrientos, visto lo cual por los respecti vos comits con mando en plaza, organizaron un sistema de vigilancia para salvar lo poco que ha ba en la huerta comestible, incluidos linsones, ca marrojas y similares; as que era muy corriente el ver a feroces elementos, con carabina incluida, vi gilando la huerta y dispuestos a que nadie se to mase el abastecimiento por su mano y se harta se de hierbas de la olla, que es lo nico que quedaba. Por cierto que un da estaba hablando con un amigo por los lados del puente de Monvar y vimos venir a uno de esos nuevos guardias de la huerta y cuando pas junto a nosotros, con su bolsa bien repleta, se le qued mirando mi ami go y exclam: Arrea! Han puesto a una zorra a cuidar las gallinas!. Efectivamente, el nue vo guardia de huerta era un elemento de las gentes del bronce del barrio del Monte Clavario, y antes de la contenida los anteriores funciona rios guardadores de los campos ya le tenan en tre ojos por su amor a las ricas frutas que daba el valle. Segua la platica entre mi amigo y yo y ya es taba oscureciendo, cuando vimos aparecer una persona que vena de la parte de la rambla del Sapo y que al vernos se qued un poco cortado, pues se le vean sus maneras y gestos de no que rer ser visto. Al ver que le estbamos mirando, y como le conocamos, se acerc a nosotros, rogndonos que no dijramos a nadie que le habamos visto por all, pues no se haba presentado a la llama da de su quinta y andaba escondido ya algn tiempo. Yo le dije que estuviera tranquilo y por cu riosidad le pregunt dnde dorma, a lo que con test: Por ah, en Boln. Ahora, a lo largo de los aos, estoy recordando aquel episodio y no puedo por menos que querer llegar al fondo de la vida y de las cosas. Las in cidencias de las mismas, que se suceden a lo lar go de los siglos. Repitindose a veces en distin tas direcciones pero siempre con parecidos motivos, porque al decirnos aquel muchacho que se guareca en Boln, me imagin a otros que igualmente se guarecieron un da, hace muchos siglos, en nuestro entraable monte. Alberto Navarro Pastor, en su Historia de Elda (tomo la pgina 21) relata como un da gen tes desastradas, quiz los primeros pobladores del valle, subieron ro arriba y se instalaron en las oquedades de Baln, en el sitio que ms tarde se llamara el Pen del Trinitario, para resguardar sede posibles peligros y tener seguridad sus gen tes. As resulta que cuatro o cinco mil aos des pus de aquello un eldero baja que no sube por la orilla del ro, para quiz dirigirse a las mismas oquedades donde lo hicieron aquellas gentes de la Prehistoria ida en el tiempo y, mira por donde, al perecer por idnticas razones de seguridad y, con la diferencia de una eternidad, los primeros po bladores y antecesores de la vieja Elo o della y el muchacho del siglo actual coincidieron para su se guridad en hospedarse en el Pen del Trinitaria del monte Boln. Siguiendo con las incidencias de la vida dia ria en Elda en aquellos calamitosos tiempos de la contienda nacional, dir que la vida transcurra normal, dentro de la anormalidad. Lo peor era la falta de alimentos yen los l timos tiempos del hambre las autoridades loca les organizaron un mitin en el Teatro Castelar al que asist, y entre otras genialidades oratorias, dijo el conferenciante que un compaero haba sali do en direccin a La Mancha para traerse un va gn de harina. Los asistentes nos quedamos con tentos con la noticia y nos apretamos un poco ms el cinturn, aunque ya quedaba poca correa para estirar. Las gentes salan del pueblo en todas direc ciones a la busca de cosas para la manduca. Preferentemente iban a La Mancha, de donde el que posea algo cambiable, se traa su racin de harina y similares. En cuanto a sitios cercanos, el lugar preferido era Aspe, para traer aunque fue ra slo una lechuga. 439 ESTAMPAS ELDERAS DE NUESTRA GUERRA CIVIL (y III) (Especie de tarantela napolitana con aires de Andante con moto y Allegro final para clarinete o corno ingls) Tuve la buena idea, en los primeros tiempos de I la guerra, de atesorar tabaco, cuando an se poda encontrar algo en los estancos. A tal efecto, me person un buen da en el estanco de Tordera, sito en la cal le deJardines, y arrambl con una provisin de cajetillas de mataquintos, que era lo nico que haba. Cuando me estaban envolviendo la mercan ca la seora de Tordera y su hija Paquita, si mal no recuerdo, entr un elemento que, al ver lo que hacan las mujeres y mirndome a m, exclam: Con que acaparando, eh. No, hombre le contest es que tenemos el domingo un torneo del juego de bola en la vereda del Marn y al que gana la partida, adems del premio en metlico, le regalamos un par de cajetillas, y son muchas partidas, compaero...Ah, bueno, si es as no digo nada, balbuce el ciudadano. Creo que Paquita Tordera de Vidal, viuda del que fue mi entraable amigo Pepito el sastre, es de las elderas que leen el Valle de Elda todas las semanas. Supongo que cuando llegu aqu, si recuerda el lance de los mataquintos, que me parece valan a tres perricas la cajeti lla, se sonrer a sus anchas; si no es as, le avivo el recuerdo y le envio un cordial saludo desde Ali cante. Los famosos mataquintos estaban con feccionados con los despojos de todas las clases superiores. Eran infumables, pero para m se con virtieron en muchas ocasiones en buenas hoga zas de pan y otros artculos comestibles. En la Mancha se quedaron la mayora de ellos, contri buyendo a la tos de los manchegos, que es para lo nico que servan. Muchas peripecias de estas o parecidas se quedan en el tintero, querido amigo Rodolfo y de ms congneres del pueblo, de aquellos tiempos calamitosos. 440 Cuando llamaron mi quinta me incorpor a las huestes republicanas en Alcoy, donde mi hin ch a comer arroz con habas de Muchamiel du rante dos largos meses, y un buen da, al tren del Central de Aragn y hasta Rubiales de Mora, en Te ruel, donde nos dieron comida en fro para tres o cuatro das y hala! a las trincheras se ha dicho. Adems de la comida en fro me largaron un fusil ruso que no tena punto de mira y el ha crselo notar al sargento de mi seccin me dijo que eso no tena importancia, que apuntara un poco ms bajo mirando la punta del fusil y listo. El caso es que no llegu a disparar un solo tiro con aquella espingarda de la guerra de Cri mea, pues adems no me haban entregado mu nicin alguna, as que en aquella escaramuza que ya cont en Valle de Elda, cuando me ente rraron los de Franco con sus obuses (en mi trabajo Nos fuimos a la guerra!), all se qued el famoso fusil reposando sobre el tronco de un pino; en el contraataque lo perd de vista y ya no me dieron otro. Como resulta que me convert en un hroe por no haberme retirado cuando atacaron nuestra posicin, el capitn de la compaa me nombr su enlace con el mando del batalln y fue precisa mente en uno de estos servicios cuando se le ocurri a mi gran amigo don Paurides Gonzlez Vi dal, Jefe de Estado Mayor de la 25. Divisin, que era la ma, se le ocurri, digo, visitar las prime ras lneas para ver los daos que nos haban causado los enemigos (lo digo en plural porque ha ban boinas rojas, moros y qu s yo). La cosa es que cuando yo vi aquel Cadillac con su bandern azul ondeando al viento por la ca rretera de Javalambre, con mi amigo dentro, me dije: Pepe! La Virgen de la Salud viene en tu ayu da y se acab la guerra para ti. Me convert en ayudante de campo (este nombramiento me lo puso a dedo), valet de chambre del Jefe del Es tado Mayor. Dicho lo cual, repito mi eterno reco nocimiento a este amigo que me sac del infier no del frente, aunque puedo decir con nfasis que yo perd una guerra sin disparar un solo tiro. Ms o menos, como los que fueron detrs del Cid. Con un pequeo matiz de diferencia: que ellos es tuvieron varios meses comiendo rampetas o lo que caa del tiempo, mientras que yo, desde que encontr a mi salvador, me hinch a comer chus cos torraos con aceite, pues para eso era el guar daespaldas del jefe. Tambin aqu me entregaron un naranjero, como le llamaban a aquellos subfusiles rpidos, pero qu casualidad! Tampoco funcionales, por que le faltaban dos o tres piezas. Estaba de Dios: yo no tena que disparar en nuestra guerra, lo cual me hizo muy feliz. Saludos elderos RECUERDOS DE AYER CON HIERBAS AROMTICAS (Sinfonieta eldera para violn, viola, flauta y fagot en Si bemol crujiente) L a palabra crujiente en el conjunto de esta sinfo nieta no tiene otra misin que resaltar los soni dos que ocasionaban los pisotones de los elderos cuando entraban en Santa Ana el da de la Virgen y se encontraban con todo el piso del templo lleno de hierbas aromticas, como digo en el enunciado. All estaba la salvia, el espliego y todo lo que se les ocurra traer de los montes para seguir la tradicin de llenar de olores agradables la casa de nuestros Santos Patronos en das tan sealados. En el lugar donde moran el to Hueso y el to Galln ya habr habido sus ms y sus me nos entre ellos por el aquel de la desaparicin de esta tradicin, ya que, segn creo yo, fueron los que durante muchos aos suministraban la materia prima para que en la iglesia durante los das grandes se escuchase crujir al pisar las hierbas que tan amorosamente depositaban en el piso precisamente para que al pisarlas llenaran de suaves aromas de los montes que rodean nues tro valle todo el mbito de Santa Ana. Ahora al cabo de los aos, recuerdo que da antes de la Alborada anduve un da, siendo muy chiquitajo, con mi querido padre por la meseta de Bateig, por el final de ella, casi en el linde de nues tro termino municipal, haba una finca a cargo de mi to Alfonso, hermano de mi progenitor, y le vi sitbamos casi todos los domingos. Lo primero era largarme al pantanico que haba cerca de la casa, donde me zambulla en sus ricas aguas. Algn eldero dir al leer esto: SMi pantano all arriba Este agelo est chocho. Pues nada de esto, queridos coterrneos, an se pueden ver los restos de la presa y doy fe de que nunca fal t el agua all en todos los das del ao. La meseta de Bateig en aquellos aos era un vergel rstico, con muchas fincas bien atendidas y abundantes flora y fauna. All el espliego, la sal via, el cantageso, el romero y la manzanilla y todo lo dems. En cuanto a la fauna, conejos y liebres correteando por all. Hasta una colonia de cuer vos anidaban en la Pea del Sol. Todo eso lo vi yo de nio como tambin vi que la meseta de Bateig poda ser algn da una reserva de suelo ideal para Elda, pero entonces y an hoy ha sido siempre un lugar desconocido para los elderos y as ha que dado por desgracia un erial lleno de piedras y ruina que no sirve para nada. Adis, reserva de Elda! Y si encima construyen esa famosa Ronda Sur y parten por gala en dos nuestra querida Par tida de la Jaud no quedar nada, slo las cumbres de Boln y al Altico de San Miguel. RECUERDOS DE AYER CON HIERBAS AROMTICAS 441 Aqu escucho la destemplada voz de mi duen de Cantageso que me dice: Tngase usted, seor de la Horteta! Clmese por Dios vuesa mer ced y no sea tan pesimista que todava queda la Lobera y los Altos del Gordo!. Claro digo yo y los altos del Marn y la sierra de Camara! Anda, mtete en tus faenas y djame tranquilo, so paz guato. Prosigo la narracin para decir que durante varios aos se siguieron en Elda dos tradiciones muy curiosas, como son las de las doce mil veli tas que se encendan en Santa Ana a la entrada de los Santos Patronos al templo y el riego de matices de salvia por todo el suelo de la iglesia. Me he preguntado incontables veces a quien se le ocurrira la peregrina idea de las velitas, y ms todava, la ocurrencia de llenar de vegetales a Santa Ana en tan solemnes das. Pues habra que ver el da 10 de septiembre por la maana, en tre el pringue de las gotitas de cera de las velas cayendo de lo alto y el lo de la salvia bien pisa da abajo como quedaba la casa del Seor! Ten dran que entrar el estropajo y los calderos de agua a raudales para poner en revista el suelo del templo y hasta las paredes. El caso es que durante muchos aos se si gui la tradicin que yo mismo vi y conmigo an espero que quedarn muchos eldenses que lo vie sen. La ta Salud la Tintina, vecina nuestra en la calle de la Pistola (iba a decir hoy Ramn y Ca jal pero no lo digo porque all ya no queda calle alguna. Si acaso aclamante el nmero 9 donde yo viv durante tantos aos, segn me dijo mi her mana Lidia no hace mucho tiempo). Iba a decir que a la ta Salud la Tintina les contaba un da a unas vecinas como a su madre la llamaron un ao como a otras varias mujeres ms para limpiar la iglesia despus de las fies tas pero antes del Novenario y que haba prome tido no volver ms, porque arrodillada en el sue lo y a base de estropajo, se haba quedado anquilosada de las dos piernas. Tambin por Radio Orejas en mis prime ros aos me lleg la noticia de que el nico que sala ganando con aquella tradicin era el to 442 Aguja, campanero de Santa Ana como es sa bido y notario que fue, pues resulta que recoga la lea lo primero de la limpieza, y en costalicos se la llevaba a casa, as como aquel las maticas tan bien pisadas en dos o tres das y ya tena para en cender el hogaril todo el invierno. As que cuan do don Dionisio Martnez Lacasta, sacristn de la parroquia, daba la orden de limpieza el bueno del to Aguja recoga los vegetales esparcidos por toda la iglesia. As que, Manolico, corta que me pierdes! que no es otro que el protago nista que ya hace mucho tiempo apareci en un trabajito mo en Valle de Elda cuando no acer taba al soltar el globo que tena a sus pies aba jo delante del teatro Castelar. Por lo que se deduce de todo esto que el to Aguja se llamaba Ma nuel y se pona las botas todos los aos en la co secha de ramitas de salvia, espliego y dems ve getales olorosos que llenaban el recinto de Santa Ana. De lo que no me llegaron noticias nunca es de la cosecha de cera que producan doce mil velitas alumbrando a la entrada de la Virgen de la Salud y del Cristo del Buen Suceso a su casa los das 8 y 9 de septiembre. Hace algn tiempo apareci en estas pgi nas un trabajito mo en el que me preguntaba si sera posible encender doce mil velitas en tan corto espacio de tiempo. Estuve pensando mucho tiempo sobre esto y l legu a la conclusin de que era posible. Viendo aquel las personas trajinando afanosas all arriba, por las altas cornisas de la cpula y las inmediaciones, me di cuenta de que eran de la misma casta de otros que de mi pue blo netamente agrcola hicieron de Elda el mayor productor de calzado de seora de Espaa. S, ya se que son cosas parecidas, pero ambas conver gen en el mismo espritu de los hijos de Elda. Lo mismo de la presin muscular sobre los deseos de una persona que los mismos deseos de intelecto sobre la misma persona. A eso le llamo yo auda cia ciudadana, as de senci llo, paisanos. Rindo un clido recuerdo a los que ao tras ao se suban a la media naranja, acariciando a los cuatro Evangelistas, en su afn de ascender las vel itas con el evidente peligro de hacerlo, como as mismo a los que cogieron un pueblo con la nica industria de transformar el esparto haciendo peludos y esteras y lo convirtieron en un emporio industrial. Repito, eso es audacia eldera, queridos cote rrneos de la Alfaguara a lo que es hoy la vieja Ide Ila. Ellos lo hicieron, lo mismo las tradiciones que las empresas industriales. Atrs en el tiempo que d el to Aguja recogiendo, como lo que hicieron conocer a Elda en el mundo entero por sus zapa tos. A todos le da un merecimiento singular un viejo enamorado de todo lo que significa Elda. .101QUI ET E EL 1 re o Grandes y sensacionales Partidos de Pelota Para los das En ellos tomarn parte los ms afanados pelotaris del reino, El Faixero, Chato de Pedreger, EL Guara, Mariano de Ondara, Ftisteret, El Lico 1. Y otros de gran nombrada. Pm estos partidos, que comenzarn las mitro y media de dichos das se ~ea encargas ea la contadura del Telma. todos los das luiste .17 de Septiembre. Ms detalles en programa de ..oso. Anuncio del Trinquete Eldense en IDELLA. Septiembre de 1927. EL DEPORTE DE LA PELOTA VALENCIANA EN ELDA (El elegante estilo de la pelota valenciana en el sentido pueblerino de las partidas a largas y los juegos en trinquete) L a deliciosa revista FIESTAS MAYORES, a la que concurro un ao ms, no poda quedar hurfana de unos juegos que un da fueron plato fuerte en las Fiestas de septiembre y una diver sin muy grata de los elderos de entonces. Por aqu desfilaron todas las estrellas de la pelota valenciana, que tenan su asiento en la ca tedral de este juego como el Trinquete Pelayo de Valencia. Y aqu los vimos a todos ellos, primero en la calle Nueva Abajo y ms tarde en trinque te, cuando se hizo el coquetn saln de juegos que an creo que existe en nuestro pueblo. Siempre fui un aficionado a este deporte y puedo dar fe de que de chiquillo ya saba quienes EL DEPORTE DE LA PELOTA VALENCIANA EN ELDA eran los mejores pelotaris de toda la regin va lenciana, incluso sus campeones. An hoy, en mi forzado retiro, por los aos, estoy al tanto de es tos detalles. Por cierto, el ltimo campen que vi jugar por la televisin ha sido el genial Genovs, en final de partida a escala y cuerda. No s si el tema que he elegido este ao ser muy del agrado de mis queridos coterrne os. Siempre habr, creo yo, algn eldero de mi tiempo y ms joven que recordar con placer aquellas tardes de las fiestas septembrinas vien do a los ases del juego, bien en la calle a largas o en el Trinquete, a rebote o a escala. De una for ma o de otra, como quiera que en los tiempos pre 443 tritos a que me refiero el juego de pelota tena siempre su esplendor en las fiestas de nuestros Santos Patronos, tienen, a mi juicio, un hueco alegre en las pginas de FIESTAS MAYORES. Adems, hubo un tiempo, en los aos treinta y me nos, que eran diversin pagana muy sealada, aparte de los castillicos del to Machuca. Por eso y porque en aquellos tiempos se jugaba a la pelota en todas las calles del pueblo, salen este ao de mis recuerdos infantiles para regodeo de algn eldero al que pudiera agradar este espec tculo. Sobresalieron por entonces algunos jugado res locales bastantes adelantados en la especia lidad de largas. No me puedo extender en la re lacin de todos ellos por no cansarles, queridos paisanos, pero si citar a algunos que segura mente an estarn en la memoria de muchos el deros amantes de este deporte. En primer lugar hay que colocar al famoso el Vela, saque de lar gas. Seguramente no ha habido otro igual en todo el Reino de Valencia. Esto lo dijo de l famoso de entonces, Mariano de Ondara, despus de una pica partida en la que tuvo que restarle todo lo que ste enviaba desde donde se sacaba la pelota, entre las primeras casas de Don Juan Rico y los Sarri hasta la esquina del guardia, al final de la calle. Pero no adelantemos acontecimientos, que todos mis recuerdos quieren salir a la vez como ce rezas enganchadas, tal como he dicho en oca siones anteriores. Alguien vio el enorme crecimiento de la afi cin a la pelota en Elda y se dijo: Hay que hacer un trinquete. Y le ech pichn, como se dice en Venezuela y lo hizo muy coqueto y bonito por cier to. Tanto, que hasta dieron su nombre a un barrio muy popular como es hoy el barrio del Trinquete. Por all desfilaron todas las estrellas de la pelota valenciana en fiestas y domingos y hasta en das laborales. All dejaron su impronta de artistas de este bello deporte todos los ases de aquella poca, y como a m no me gusta comer cuentos como dicen en Venezuela ni me gusta que se los coman mis queridos lectores, ah van unos cuan tos nombres de pelotaris que yo vi en nuestro Trin quete, entre otros muchos que desfilaron por l. 444 El elegante y ya citado Mariano de Ondara, el brazo fuerte del Chato de Pedreguer, las habili dosas jugadas del Lloco de Ganda, la elegancia en la figura del Fusteret, de la Liosa des Ranes, que no tuvo rival en juego de palma y sacando pe lotas del rebote por brazo abajo. Tambin un ver dadero caballero, que un da entre el gento, es cuch una voz que le gritaba: Anda Fustero! Traselas por encima de la banca, como t sa bes! (se refera a jugar la pelota desde el rebo te y lanzndola hasta el otro lado de la cancha arri ba entre el pblico asistente). Pero Fustero, como le llamaban cariosamente, le dijo al que le ha ba hecho la indicacin: Mire, seor, yo puedo, desde el rebote, enviar por encima de la banca la mayor parte de las pelotas del saque, pero en tonces ustedes no se van a divertir: adems, us tedes han pagado por ver jugar y si hago lo que dice no habr tal juego. Tambin hay que meter en este paquete de artistas a un alicantino famoso que se llam El Fajero, un estilista del juego que era el amo por estas tierras. Y termino esta corta relacin con el ltimo campen que yo vi en el Trinquete de Elda. Hablo del Chiquet de Cuart de Poblet (Valencia). Una filigrana que sacada las pelotas del rebote a cartoche, que daba gloria al verle. El verdadero emperador de este juego de pe lota lo dejo aparte porque nos trasladamos al juego en la calle, que es donde estaba la esencia de este deporte en los pueblos desde tiempos re motos. Cuando se hable del Chiquet de Sirm (como decimos en Elda deformando el nombre, que es el de Chiquet de Simas de Valldigna (Valencia), hay que quitarse el sombrero, la cortaba y hasta la camisa y ah va un botn de muestra. Platicaban unos aficionados elderos en el caf de Severino sobre una partida celebrada das atrs y disertaba sobre ella un todo terreno de Elda, Jos Mara Sirvent el Miln, que lo mismo sacaba que restaba, y deca entre otras co sas que el de Simas haca lo que le daba la gana con la pelota, pues lo mismo le daba con la de recha que con la izquierda. Y estall un contertulio: Coo! Si no es que le pega con las manos Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA igual, es que le pega hasta de espaldas el to!. La partida a la que se estaban refiriendo fue una especie de desafo entre el Chiquet de Si mas, l solo con un ayudante para pasar las ra yas, contra los cuatro mejores pelotaris que hu biese por esta zona. Se juntaron dos restos muy buenos de la Romana y los nuestros Jos Mara el Miln y el Vela, de saque. Al Chiquet le ayud para pasar las rayas el Maestro Castalla, un gran aficionado a la pelota y padre de mi querido amigo Manolo Guill y otros dos hermanos, el mayor creo fue siempre un cam pen de los Moros y Cristianos. La partida se celebr en la calle Nueva Arri ba y el saque se haca donde terminaba la calle de Coln hacia arriba y termin cuando al Chiquet de Simas le dio la gana, dicindole el Maestro Cas talla al finalizar: Ch, no hay quien pueda con tigo!. Fue un monstruo del juego el de Simas! La partida reseada al comienzo de este tra bajito, donde menciono a Mariano de Ondara y al Vela, se celebr en unas fiestas de septiembre y fue un acontecimiento extraordinario del juego de pelota a largas en Elda. La calle Nueva Abajo se cerr en esta ocasin, colocndose en el resto, en la esquina del guar dia, unas escalas de asiento para el pblico. Hay que tener en cuenta que en el tiempo a que me estoy refiriendo la calle estaba entera, no existiendo la calle de Eugenio Montes. En su lu gar estaba la casa donde la se Joyita tena un taller de cajas de cartn y por debajo de esa casa haba una acequia para dar salida al agua los das de mucha lluvia. Un gento impresionante, con las aceras re pletas de aficionados, completaba la visin de aquel espectculo tan esperado en nuestro pue blo en aquellos tiempos, y el cartel de jugadores fue muy parecido al jugado por el Chiquet de Si mas con el Maestro Castalla. Pero aquel da es taba el legendario Mariano de Ondara acompaado por otro resto y un saque, total, tres contra cua tro entre los que figuraban dos de La Romana que por aquel entonces daba muy buenos jugadores y, completando la terna, Jos M. el Miln y el Vela. En aquella pica partida todo estaba com pleto, con las correspondientes autoridades en el juego para dar las pelotas buenas o malas y todo lo dems. Haba adems en aquellas partidas impor tantes un personaje eldero muy famoso al que le llamaban El Padre. Su misin consista en se alar con unas tablillas que llevaba el sitio don de paraba la pelota, que es donde se dice la raya. Cantaba adems la situacin del juego y tena la costumbre, cuando se estaba en cua renta a treinta, de decir quince de marzo, lo cual era muy celebrado por la concurrencia por la for ma gutural en que lo deca. Aquella partida la gan Mariano de Ondara, porque aunque los saques de Vela eran terribles, el de Ondara lo restaba todo y devolva la pelota siempre al sitio del saque, sin que los de La Ro mana pudieran con l. Fue una poca muy buena para la pelota va lenciana en Elda y chicos y grandes jugaban en muchas calles, aunque siempre dejaban la calle Nueva Abajo para los grandes acontecimientos. Surgieron buenos elementos para el juego de calle, como el mencionado Jos Mara el Mi ln, el mejor saque (como dijo Mariano de Ondara) llamado el Vela, un tal Santiago Taquilla, otro llamado Requena que era zurdo y hasta recuerdo a un seor que fue jefe de los exploradores, tam bin muy bueno como resto. No tenan la catego ra de los legendarios valencianos y del norte de la provincia de Alicante que hemos citado, pero ha can muy buenas partidas. Asimismo surgieron al gunos frontones para el juego de pared, dos o tres por lo menos que yo recuerde. Cuando hicieron el Trinquete tambin sur gieron algunos jugadores muy buenos, entre los que destaco a un hermano menor del Fajero de Alicante ya un tal Paco, muy parejos en el juego de rebote y, aunque de estilo distinto, hacan las delicias de los asistentes al nuevo recinto de la pe lota. Con muy buenas maneras haba muchos. Hombre! Uno de los que asomaban como muy bueno en el Trinquete era, en los primeros tiem pos de ste, un gran amigo mo, don Luis Cre EL DEPORTE DE LA PELOTA VALENCIANA EN ELDA 445 mades Vicedo, que si se entera de lo que digo creo que sonreir complacido, aunque su verdadera vo cacin deportiva fue la de ser el gran presidente que tuvo muchos aos el C.D. Eldense. Un gran abrazo, querido amigo! Por el natural acoplamiento de este trabajo en la revista Fiestas Mayores lamento muy de veras no poder anotar las mil y una ancdotas que tengo en el recuerdo de aquellos tiempos del jue go de pelota en Elda, como asimismo lugares de juego en muchas calles y hasta una modalidad que slo se practicaba en la parte vieja de Elda, que fue el juego de Percha, en el que se restaba so lamente con la mano izquierda cuando lanzaba la pelota el saque. Hecho esto ya se empleaban las dos manos. El pabelln de deportes para este juego fue la calle de las Virtudes. All el gran ma estro fue el enorme Vitoria, que tambin fue un gran portero del Eldense. Y termino, queridos coterrneos, con mu chos saludos elderos y con el deseo de que pasis unas felices fiestas y le peguis bien a la pelota, aunque me parece que lo mejor ser que lo hagis con las del cocido del da de la Virgen. COOPERATIVAS OBRERAS Y CONTRASTES DE MI PUEBLO EN GUERRA (I) (Sinfona triste, para fagot ronco, de un episodio de nuestra guerra civil, que cada vez se aleja ms de nuestra historia) M querido amigo Eduardo Gras es un eldero in quieto en los quehaceres literarios y es, al mismo tiempo, una de las ruedas motrices que mueven mi cansado motor para recordar y contar cosas y sucedidos acaecidos en nuestra querida Elda. Coloco esta introduccin en este trabajito al que se refiere el enunciado porque en realidad en una de sus gratas visitas me dijo: Pepe, sigue es cribiendo. No pares, que hay que alimentar los re cuerdos antes de que se queden fanos los desig nios de tus neuronas y te dejen sin plumas tus deseos de contar cosas de tu pueblo. Y as, sin ms, me dio pie para que contara algo sobre coopera tivas durante la huella, que, a decir verdad, no es toy muy seguro de llegar a buen fin en este tema, pues yo no las vi por ningn sitio, ya que, ms que cooperativas, eran cosas que ha -can, a golpe de requisa, los sindicatos de entonces. En las calles de la Pursima y en el tramo comprendido entre la plaza de Abajo y la calle In dependencia, hubo en los impares, precisamen te enfrente del establecimiento de los afiladores, 446 una peluquera a la que llamaban del Brutal. Lo malo de mi situacin indagatoria es que me he hecho mayor y por esa causa y por mi es tancia fuera de Elda, hace tiempo que perd mis fuentes de suministro de datos, y todo tiene que ser a golpe de recuerdos, y mis meninges dicen que ya est bien, que me doctore en cosas idas y per didas y que no les d tanto la lata con mis apre miantes deseos de saber cosas de Elda, ya difu minadas en el tiempo y en mis recuerdos. Y como resulta que en las universidades no existen enseanzas para estas cosas, pues me quedar sin doctorar y tendr que seguir a golpe de recuerdos y que sea lo que Dios quiera. Si insisto tanto en eso de la peluquera de Brutal es porque tengo que escribir sobre coope rativas y precisamente la citada fue la primera que entr en la de los peluqueros, con lo que se cu brieron de gloria sus organizadores, como se ver ms adelante. El establecimiento que nos ocupa y en el si tio ya citado fue seguramente el ms modesto en el gremio de los rapabarbas de entonces. Dispona solamente de un silln, y nada de esos modernos que suben y bajan pues era una especie de mueble estilo jardn, sin apoyacabe zas, as que si el cliente tena el cuel lo muy lar go, pues el maestro le empujaba la cabeza ha cia abajo o le estiraba el cuello si lo tena muy corto; era todo un dechado de maniobra pelu queril. Esta cooperativa se mont en los bajos de la que fue fbrica de calzado de don Manuel Maestre Gras, local que, por cierto, pas por in finitos sistemas de servicio a la industria y al ocio, hasta fue sede de la banda de los Indios con su jefe, Norberto Vera, a la cabeza. Pero prosi gamos con el guin de la pelcula, que se me es capa el tema. Un buen da de los primeros de nuestra con tienda civil se presentaron unos elementos mal encarados delante del seor Brufal y con el clsi co Salud, saludo de entonces, le pregunt uno de ellos: Est el compaero responsable de esta peluquera. Yo soy el responsable y el dueo contest nuestro hombre Qu es lo que pasa. Pues pasa contest el del salud a la entrada que tienes que trasladar la peluquera, con todas tus pertenencias al sitio donde se estn reu niendo todas las peluqueras del pueblo, pues he mos montado una cooperativa que dar servicio en general a todos los compaeros que lo necesiten, con arreglo a una moderna idea surgida en el Co mit estos das. De esta forma todos seris igua les y tendris el mismo salario, que es lo justo. COOPERATIVAS OBRERAS Y CONTRASTES DE MI PUEBLO EN GUERRA (II) (Sinfona triste, para fagot ronco, de un episodio de nuestra guerra civil, que cada vez se aleja ms de nuestra historia) y o aqu no puedo decir a quin se debera esta genial idea de la Cooperativa de Barberos, porque no lo supe entonces, pero Vds. Has visto mayor despropsito en todos los das de su vida illh!, se me olvidaba dijo el jeie de la banda visitante no es necesario que lleve Vd. este silln, pues ya hay muchos en el sitio donde he mos instalado la cooperativa, que es en los bajos de la fbrica de Manuel Maestre Gras, ya sabes: all, al final de la calle de San Jos. No dejes de presentarte all enseguida, donde se te darn instrucciones, por el compaero responsable para la buena marcha de esta industria, como son el horario, salario y dems. Todo esto que ha quedado escrito a estas alturas parecer a lo mejor el cuento de la bue na pipa, pero estoy seguro que habr elderos que recordarn este episodio de aquellos tristes das para Espaa, pero el caso es que a la citada f brica fueron a parar todos los peluqueros del pue blo, a trabajar las mismas horas y a ganar el mismo salario. Hombre, sobre esto me contaron en una ocasin en Barcelona que en aquel los das hi cieron lo mismo con los artistas de aquella ciu dad, en cuanto a trabajo y salario, pero el cono cido y eximio cantante Marcos Redondo, cuando se lo notificaron, dijo que cantara la abuela de ellos. Lo digo como me lo contaron. Todo este entramado poltico -industrial de nuestro pueblo se convirti en poco tiempo en agua de borrajas, ya que como eran desprop sitos de las clases sindicales, destruyeron las in dustrias y desorganizaron todo lo existente. Re quisaron las fbricas cuyos dueos, en su mayora, haban salido de naja, huyendo de la quema. Formaron comits de empresa y los po cos dueos de fbrica que quedaron, pues como el ltimo mono: a trabajar a las ocho y el mis 447 mo salario que los dems. Lo gracioso de todo esto es cuando se diriga algn responsable de aquellos comits a alguna fbrica de curtidos o lo necesario para la fabricacin de zapatos; si po dan, no les venda nadie, porque, como es na tural, no les conoca ni su padre para la cues tin de crditos. Aprovecho la ocasin para narrar algo de aquellos luctuosos das que me ocurri a m, sin comerlo ni beberlo, es decir, que ca como un chu lan en las varetas del bisque. Ah va la cosa. Cuando estall la contienda, yo trabajaba de cortador en la fbrica de Hijos de Gabriel Vera, sita en la hoy calle de Jos Mara Pemn. Se for m el correspondiente comit y, por arte de birli birloque, me convert en secretario del citado co mit, a pesar de mis protestas de que desconoca tales materias administrativas, pero me dijeron que no me preocupara, pues yo no tena que ha cer ms que tomar nota de todo. A tal efecto me colocaron una mesita con su silla correspondien te en el interior de la seccin y dej de trabajar, porque era el secretario. tame esa mosca por el rabo, Joseco! , me deca yo cuando pasaban por all los dueos, don Jenaro (padre de mi querido amigo Jenarito) y don Joaqun Vera, su to, que al verme all pensaran: Qu har aqu este bul to sospechoso. No haba pasado ni una semana, cuando med cuenta de que aquello no iba conmigo y que yo no serva para revolucionario de comit, pues en realidad me daba pena todo lo que tena que ver de absurdo en mi importante puesto de se cretario, haciendo el gandul. Por lo que, aprove chando un da el paso por all de don Joaqun, le dije que yo lo que quera era volver a la seccin a cortar, que all yo no pintaba nada. Me qued de una pieza cuando me cort la peticin que le haca, dicindome: No, mucha cho, t te quedas aqu de secretario, porque te co nozco bien y s que no hars nada en detrimen to de la fabricacin. Si ponen a otro ser peor y ya tenemos bastantes dolores de cabeza con este di choso comit; as que sigue t de secretario como lo ests haciendo y ya veremos. Esto que transcribo es autntico, como casi todo lo que escribo de los recuerdos de mi larga vida, y aquella conversacin con don Joaqun me sirvi despus para mi tranquilidad por lo que ve rn los pacientes lectores que me sigan. COOPERATIVAS OBRERAS Y CONTRASTES DE MI PUEBLO EN GUERRA (III) (Sinfona triste, para fagot ronco, de un episodio de nuestra guerra civil, que cada vez se aleja ms de nuestra historia) Terminada nuestra juerga guerrera y cuando I hubieron dado el ltimo movimiento de re construccin del frente a retaguardia, que nos llev corriendo hasta Elda, bajaba yo por la calle de Jardines a los pocos das de terminarse la cosa y me cruc con un par de paisanos conoci dos a los que les o comentar, entre otras cosas, que a todos los que haban tomado parte en co mits de fbrica y otros cargos polticos, los es taban buscando para darles matica de caf (as 448 dicen en Venezuela, cuando a un elemento lo van a limpiar). Qu o, virgencica de CoromotoYo, que haba sido flamante secretario ene) comit de una de las ms importantes fbricas de Elda! Me sent perdido si aquello que decan era verdad y sin saber qu hacer ni a quin acudir. La invocacin a la Virgen de Coromoto, que tiene su santuario en Venezuela, parece que dio buenos frutos, pues en aquel momento suba ca Ile arriba Tefilo Romero, hijo del mismo nombre del que fue su seor padre, fabricante de calza do que haba sido. Al verme mi amigo Tefilo all parado en la baldosa, un tanto demudado y pensativo, me pre gunt qu me ocurra. Le expliqu lo que haba odo poco antes y mi situacin en la fbrica durante la guerra, as como mis conversaciones con don Jo aqun Vera sobre mi cargo de secretario en el co mit de la misma. Pues, hombre, Pepe, si lo que me dices es as, no tienes ningn problema! Te vas y ha blas con don Joaqun Vera y que te haga un certificado resaltando que a instancias suyas y por mejor seguridad de sus intereses, habas se guido de secretario. Tengo la seguridad de que todo saldr bien si te espabilas y lo ves ense guida. En el inte me person en la fbrica pregun tando por don Joaqun, el cual me atendi como un perfecto cabalero y orden al momento que me hicieran el certificado en cuestin, con lo cual sal de all ms tranquilo y feliz, con mi papelico en el bolsillo. No obstante, en aquellos das debimos pre sentarnos en el Ayuntamiento todos los que hab amos vuelto del frente. En largas colas, bamos pa sando arriba, en un saln, delante de unos oficiales que nos tomaban la media filiacin y, mirando el oficial hacia una habitacin de enfrente, donde haba unos seores, a unos les decan aprtese ah y espere!, ya otros les decan sencillamente vyase!. Yo fui de los del vyase!. No hizo falta ni el papelico de don Joaqun Vera, gracias a Dios, para quedar limpio y libre, porque los de aprtese ahy espere! iban todos a la plaza de toros de Monvar por las razones que fueran. En este momento estoy escuchando un leve susurro y veo que es mi duende Cantageso el que desea intervenir. S, seor de la Horteta, soy yo y le vengo a decir que si vuesa merced march a Venezuela en los aos cincuenta, mal pudo in vocar a la Virgen de Coromoto en el ao 39 como ha escrito con todo desparpajo. COOPERATIVAS OBRERAS Y CONTRASTES DE MI PUEBLO EN GUERRA (IV) (Sinfona triste, para fagot ronco, de un episodio de nuestra guerra civil, que cada vez se aleja ms de nuestra historia) E s verdad, Cantageso de mis entretelas. Aquello ocurri en el ao 39 y yo conoc a la Vir gen de Coromoto en el 54 y resulta que lo estoy na rrando en el 96. Aquella invocacin debi ser para la Virgen de la Salud, nuestra patrona, pero como resulta que las dos son la misma Mara, madre del Seor, pues ivelay! que dicen en Valladolid. De to das formas, pido disculpas por este lapsus a mis amables lectores, pues los muchos tacos que atesoro son los culpables del desaguisado. Volviendo a las cooperativas, objeto de este trabajo, dir que fueron muchas, pero hubo una, la Cooperativa de los Trabajadores del Campo, que hizo algo positivo, y esto por la apremiante nece sidad de alimentos en la poblacin, pues en el ao 1937 ya se notaba hambre de verdad, as que ro turaron los campos baldos para producir en ello algo comestible, pues como digo, los abasteci mientos de boca y otros como los de encender el hogaril, ya andaban harto escasos. Las bajas de Boln y alrededores, como asimismo los rbo les secos de la huerta y hasta menos secos, lle varon la peor suerte en aquellos tristes das, so bre todo en el ao 1938. Pero, eso s, cooperativas y requisas y comi ts de no hacer nada, en todos los gremios con COOPERATIVAS OBRERAS Y CONTRASTES DE MI PUEBLO EN GUERRA 449 gran profusin, pero la Cooperativa de Peluque ros citada fue algo que la historia de Elda guar dar en su seno como un rel iquia digna de ser co piada por los siglos venideros. Como ya he dicho, muchas cooperativas hubo en todos los gremios; al comienzo, mucha euforia entre los dirigentes, porque estaban viendo sur gir la revolucin social. Sin embargo, al poco tiempo se iban todas al garete por falta de ma teria prima. La de panaderos, bueno, como a l timos del ao 37 ya no haba harina ni para ha cer media docena de buuelos, pues cooperativa al olvido. La de carniceros, qu te voy a decir; el ganado lanar, cabro y vacuno, sin contar el por cino, si te he visto no me acuerdo. De cuando en cuando l legaba algn semoviente de la especie as nal y haba que tener mucha hambre para comerse aquello. Por lo expuesto, querido amigo, y distingui dos coterrneos, veris que sin pan no se pueden hacer torrijas y mucho menos o igual en los otros gremios, as que, no tardaron mucho, todas las co operativas fueron al cajn. Hasta la de peluqueros, con el inefable Bru fal al frente, desapareci y cada maestro se lle v sus sillones a casa. El de la calle de la Pursi ma no se tuvo que llevar nada y sigui con su sil ln antiguo, aseando a sus clientes como lo haba he cho siempre; cuello alto, empujn hacia abajo; cue llo bajo, estirn hacia arriba. Saludos elderos. LA DILIGENCIA DE JOS MARA! (I) (Poema pico de mis tiempos juveniles, con una ojeada a las bandas y tribus juveniles de entonces) Q uiz sea un poco exagerado tachar de picos aquellos tiempos en que se basa la presente narracin. La verdad es que cuando recuerdo la vi sin de aquellos dos caballos tirando del coche de Jos Mara, camino de la estacin, me senta h roe en mi imaginacin infanti l, como uno de aque llos protagonistas de las pelculas americanas que veamos en el cine. Realmente ha sido tan brusco el cambio ex perimentado desde entonces en las horas actua les en lo que se refiere a todas las facetas de la vida que aunque pienso que ha sido el progreso natural de las cosas no me puedo sustraer a los gratos recuerdos de aquellos tiempos sin sentir una dulce nostalgia de ellos. Eran tiempos idlicos, cuando un pan de a kilo vala nueve perricas, exactamente lo mismo que un litro de gasolina. Se me puede decir que tambin se ganaba menos y todas esas chcharas que se dicen 450 cuando se habla de estas cosas, pero la verdad es otra. No haba paro ni gente formando cola en la oficina donde te apuntan para un hipottico empleo que nunca llega. La vida entonces era otra cosa. Claro es que tenamos nuestros pro blemas locales, cmo no. Resear algunos de los ms importantes con mi esti lo, para que vean los de ahora que eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor a veces armoniza con el ritual de la vida y otras rompe la batuta el ma estro diciendo No es por ah! No es por ah!, que cada tiempo tiene su afn y hay que adap tarse a ellos. Antes de adentrarse en la narracin del mo tivo que ha originado el presente trabajo debo anotar algunos pormenores de la vida de Elda en los tiempos en que la diligencia de Jos Maria cru zaba el valle, a veces con mucho peligro de sus pa sajeros por las innumerables bandas que profi laleraban en su recorrido. La ms importante fue la que capitaneaba el feroz sioux Norberto Vera al frente de sus te mibles guerreros indios, que tenan al pueblo atemorizado casi siempre de risa cuando ac tuaban. All el feroz Pascualino Tartana y el in dmito Emilio Rico Lechuga y otros como s tos que con que te los vieras delante te echabas a temblar. Estaba tambin la banda de indios arra pajoes que, aunque se denominaban Los Cha morros, hacan de las suyas con gran quebran to para la tranquilidad de la poblacin. Adems eran enemigos encarnizados de los sioux, pero tenan ms importancia stos que aquellos. De ah la letrilla que se cantaba en la ciudad y pueblos limtrofes: Y son los tanques los que ms chillan /y son los amos de las chiquillas. Como ven, adems de indios sioux se hacan l lamar tanques, no s por qu: Segua la cancin con variaciones tales como esta: Y todos ellos estn corcaos / sin una pe rra, medio baldaos!. e * * LA DILIGENCIA DE JOS MARA! (II) (Poema pico de mis tiempos juveniles, con una ojeada a las bandas y tribus juveniles de entonces) E l Lechuga, autor seguramente de esta can cin, aada: Arrejuntaos sernos muchis mos / y esparramaos no sernos nal . Por la parte norte de la ciudad, [amada el Monte Calvario, tenan sus dominios los guerre ros comanches y, en las llanuras que rodean nuestro Alczar, los inquietos apaches, feroces enemigos cuyo nico deseo eran la torna del Alti co de San Miguel, cosa que lograban en alguna ocasin a pedr limpia, con gran detrimento de los vidrios y tejas de las casas circundantes. Para asegurar el orden en la ciudad, en aque llos tiempos haba una escuadra de coraceros, for mada por el to Sardina, el gaviln y el Chu lo, comandados todos ellos por el indmito inspector de polica llamado el Rojo, siempre con su vara de mando en mano. Cuanco los sig nos polticos cambiaban, el inspector era el Pin tao, aunque a ste no le gustaba llevar en la mano vara alguna, pues dada su gran corpulen cia coga a los indeseables y se los pona debajo del brazo, como el que lleva una gavilla de sar mientos, y los depositaba en la prevencin. Por la noche el servicio de vigilancia lo ha ca el to Juanico en el Ayuntamiento y la ronda por los lugares peligrosos, y el resto del pueblo lo ha ca el indmito Media Oreja, el cual no coma cuentos y en cuanto se le atufaban los bigotes era muy severo. Todos ellos, la guarnicin de da como la de noche, iban convenientemente vestidos con los uniformes de rigor y el armamento reglamen tario. Los de da, un pavoroso sable al costado, que seguramente nunca desenvainaron. El armamento del to Media Oreja era ms convencional y persuasivo: un nudoso garrote colgado del ante brazo, que enarbolaba al menor signo de rebelda si se trataba de algn mal bicho. Tambin era muy convencional la vestimenta de ste: simplemen te, una blusa oscura, como la que usaban el no venta por ciento de los elderos de aquellos tiem pos. Y como siempre es mi norma de conducta, disculpen los descendientes de los personajes ci tados, que fueron autnticos elderos de pro y cu yos nombres de pila no me llegaron ms que el apodo con que el pueblo los nombraba, pero para todos ellos mi mayor consideracin y respeto. Por los santos Evangelios, seor de la Hor teta! Qu pasa con el protagonista Jos Mara, de quin Vd. quera escribir 451 Hombre, nclito Cantageso! Ya me ex traaba a mi que no salieras a relucir con tus dia tribas y denuestos. S, hombre, s; son cerezas del mismo rbol y te prevengo que an me queda una importante antes de llegar al avezado con ductor de diligencias que fue el probo y simpti co Jos Mara. Ten paciencia, Cantageso, que todo llegar a su tiempo, pero antes he de meter en la pequea historia de nuestro pueblo a un in slito y singular personaje, que pate la ciudad y que entra por derecho en la narracin, porque fuimos colegas en lo de recoger peridicos, todas las maanas, del vagn -correo del nmero 8 Ma drid -Alicante. Atente a la historia, pues, porque al final todo encaja como cua en horma de zapa tero de los de antes. Debo advertir a mis dilectos y queridos co terrneos que las elucubraciones narradas, de bandas de indios y otras solfas, son eso, elucu braciones nacidas de mis recuerdos de infancia, aunque, si le quitamos la mscara de pelculas americanas, resulta que son autnticas. Espero que habr muchos elderos que recordarn a Nor berto Vera montado en un caballo blanco en sus fiestas, con su pandilla de amigos. O haciendo de Reyes Magos en la festividad del seis de enero, re partiendo juguetes y golosinas a los nios de Elda, gastando de sus particulares bolsillos. As fueron aquellas gentes de los aos veinte, y lo hago constar para que la pequea historia de nuestro pueblo los tenga en cuenta y memoria. Contara muchos sucedidos y chanzas de ellos. Hoy slo pongo una muestra para que vean mis paisanos la clase de aquellos elderos. Hi cieron creer a toda la ciudad en una ocasin que se iba a poner un metro entre el castillo y la calle Nueva Arriba y para la celebracin llenaron todo la calle de artilugios con postes simulando los fuegos artificiales y doy fe porque lo vi, que fue la risa general cuando el pueblo se dio cuen ta de la broma. Pero ya es hora de seguir con el guin, cal culado para que aparezca el personaje que falta antes de llegar a Jos Mara. LA DILIGENCIA DE JOS MARA! (III) (Poema pico de mis tiempos juveniles, con una ojeada a las bandas y tribus juveniles de entonces) C uando se produjo el relevo entre mi hermano Manolico y yo para conducir a mi to y sus pe ridicos por las calles de Elda, cosa que a mis co terrneos les extraar supongo, aunque si les digo que la esposa de mi to fue mi ta Joaquina y her mana de mi padre, pues ya se ve bien claro que el puesto de Lazarillo era cosa de familia. Deca que cuando se produjo el relevo de funcionario en tales menesteres, mi seor her mano, que fue un pan bendito, sin menoscabo de nadie, me dijo que subiera con l a la estacin para ponerme al corriente de tales obligaciones. Mira, Jos: t dejas el to Gaspar en place tica de San Antn y subes a la estacin a espe 452 rar el correo y cuando el tren ha parado te pones delante de la puerta del vagn -correo. Cuando sta se abre, sube un seor que tambin vende peri dicos y el ambulante te dar los nuestros, pues ya le he dicho que t iras todos los das en mi pues to mo y que te los de l a ti. Has comprendido. Yo todo esto ya lo saba, pues ya haba su bido muchos das a la estacin con mi hermano, pero lo que me extra es que el otro vendedor de peridicos subiera al coche -correo y mi hermano no a recoger los peridicos, y al preguntrselo me dijo que a l no le haba dicho nunca el am bulante que subiera y parece ser que al otro s. Si cuento estos detalles, que parecen tan Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA nimios, es porque me dieron a conocer la perso nalidad del otro vendedor, que seguramente por sus muchos aos se haba granjeado la confian za de los funcionaros del coche -correo. Una maana estbamos los dos colegas en el sitio acostumbrado y cuando par el tren y se abri la puerta del vagn el ambulante dijo so lemnemente: Adelante, seor Garca! Se descorri el teln de las incgnitas para m, pues este era conocido en Elda como el Pe trolero, cosa que no era ningn desdoro, ya que era una de sus industrias y aqu llega eso de per sonaje singular digno de toda admiracin para m cuando llegu a conocerle en todas sus activida des comerciales. As que el seor Garca fue El Petrolero y Petroleros fueron sus hijos. Orgullosos pueden estar sus descendientes de aquel hombre, que fue una hormiguita en el tra bajo y an en el da de hoy no me he explicado de dnde sacaba el tiempo y las energas para de sarrollar sus diversas industrias, como vern mis paisanos si me siguen leyendo. Empezaba el hombre de buena maana con los peridicos, pues reciba de Madrid La Correspon dencia de Espaa, el ABC, El Debate, El Im parcial y otros dos ms que no recuerdo. Se haba preparado una especie de carta pacio de piel, con correa sujeta al cuello y all iba metiendo los diarios a medida que bajaba a todo correr hacia el pueblo. Me imagino que pasara la maana vendiendo los peridicos antes de llegar a su casa en la calle de Pierrat, esquina a la ca lle del Marqus, donde viva y donde tena tienda de comestibles. Era adems vendedor de petrleo: todos los quinqus que entonces se usaban en las casas de los zapateros se abastecan del seor Garca, pues por la noche el suministro de la luz elctrica del Moscoso era ms bien parco y el to Palaya, que era el empleado de dicho seor, se las vea y se las deseaba para alumbrar las ca lles en aquellos tiempos. Como veis queridos contribuyentes, ya han aparecido tres industrias que deba atender el seor Garca, no s con qu tiempo. Pero adems a la cada de la tarde coga una carretilla, depo sitaba en ella una bota de sardinas y las iba ven diendo por el pueblo, seguramente para olvidar tantos trabajos y or aquello de Oiga, Petrole ro! Deme tres sardinas de la hil de en medio! Se han percatado sus seoras de lo que ha ca el seor Garca, llamado el Petrolero cada da Pues este es el personaje singular que he que rido sacar hoy de la Elda de mi niez, y a sus des cendientes, que supongo habr varios en Elda, les transmito mi admiracin y respeto por el seor Gar ca el Petrolero, que fue mi colega en aquello de vender peridicos. Ahora vamos con el protagonista de este tra bajo, pues siento que mis duendes sensoriales es tn a punto de lincharme literariamente por la tar danza. Jos Mara Amat Caizares, que as se llam segn me dijo un nieto suyo, es el legendario per sonaje que saco hoy con redoblado cario del fon do de la historia de Elda. Yo guardo especial mente un gratsimo recuerdo de Jos Mara, pues durante mis aos de periodista goc lo indecible con los viajes a la estacin, da tras da, en el co che del Hotel Sandalio, como se deca entonces. Es el caso que mi querido hermano Manoli co estuvo varios aos subiendo diariamente a la estacin, pero nunca subi al coche con Jos Ma ra. Haca lo mismo que el Petrolero: reciba los peridicos del ambulante del coche -correo y se ba jaba con ellos donde esperaba mi to. Mi amistad con Jos Mara si as puede llamarse surgi un buen da por causa de una juguetona maleta que se cay de la baca del coche y Jos Mara ech a andar sin darse cuenta de ello. Yo me dispona, como todos los das, a regresar a la calle de San Antn, donde esperaba mi to, con mis peridicos, cuando vi la faena de la maleta y sal corriendo detrs de coche, dando gritos para avisar de lo ocurrido. Par el coche Jos Mara a pocos metros de donde haba salido y al percatarse del asunto co gi la maleta, la acomod perfectamente en la baca, me dio las gracias y al verme con mis pe ridicos me dijo: Ah! Pero t eres el nuevo ayudante de Gaspar el ciego. Contest afirma tivamente, Pues entonces, sube aqu conmigo en el pescante y te ahorras la caminata. LA DILIGENCIA DE JOS MARIA! 453 LA DILIGENCIA DE JOS MARA! (IV) (Poema pico de mis tiempos juveniles, con una ojeada a las bandas y tribus juveniles de entonces) E ste fue el inicio de unos aos de placer para un chiquillo que gozaba viendo a Jos Mara manejar las riendas de los dos caballos que tira ban del coche y la bondad y cario que me de mostraba el hombre, pues desde el incidente de la maleta fui su escudero inseparable. Ya no era slo bajar de la estacin; desde la nueva situacin llegaba un poco ms temprano a nuestra base de operaciones de San Antn y me iba a buscar el co che del Hotel Sandalio, y unos das en el pescan te y otros en la baca, segn se diera el nmero de clientes, Joseco se paseaba todos los das, le vantando la envidia de la chiquillera, en el coche del Hotel Sandalio. O sea, que Jos Mara tena dos clientes diarios fijos, el seor Paco, que era el em pleado de Correos y suba como yo todos los das a recoger el correo que le entregaba el ambulan te en una saca. Tambin me tuvo mucho ior ese hombre, ya bastante mayor, y yo le llevaba y le tra a la saca del correo de ida y vuelta, es decir, la que se llevaba el tren y la que traa. No sabra decir ahora si el coche de Jos Mara era de Correos o del hotel, pero el caso es que en ste indicaba su recorrido diario, pasan do por correos, donde recoga al Sr. Paco. Lo cier to y verdad es que el nombre que se daba usual mente era el de coche del Hotel Sandalia, entonces muy importante en Elda, adems de ser el nico. Lo regentaba don Sandalia Martnez en compaa de su esposa y de sus hijos, la simp tica Isabel y el bueno de Emilio, que acab resi dencindose en Villena, ejerciendo su doctorado de mdico dentista. Antes, sin embargo, le en dosaron el titulo de noble alcurnia de Duque de 454 la Tartana, gracias a una letrilla que apareci una Semana Santa con motivo de empearse la cuadrilla de amigos en cantar saetas desde el bal cn de la Chiqueta, en la Plaza de Abajo. No supe quien haba sido el poeta que urdi la cancin, pero los retazos de la obra que bu llen en mi memoria dan la medida de la energa del autor en su ejecucin. Observen: Que pare la imagen, que nadie se mueva, porque va a can tar Canuto (Sr. Requena)! Qu pecho, qu voz, qu bruto! Otro retazo: El Duque de la Tartana (Emi l io Martnez) y el Nene primero (Vicente Sirvent) con su carita serrana!. Van y vienen los recuerdos como alondras en la enramada, pero yo me vuelvo a la diligencia de Jos Mara, que es el verdadero objeto de este tra bajo. La Cabalgata de las Walkyrias! S, se pro dujo este hecho cierta maana en que por culpa de un cliente del hotel, al que se le haban pega do las sbanas, se le hizo un poco tarde a Jos Ma ra esperndolo, y ocurri lo que tena que ocurrir, porque el tren no espera y el correo de Madrid a veces era muy severo con el horario. ACLARACIN SOBRE JOS MARA ABAD CAIZARES En el trabajo sobre LA DILIGENCIA DE JOS MARA (III) publicado la pasada semana se des liz un error que deseamos rectificar con estas l neas: al protagonista del citado trabajo, Jos Ma ra Abad Cailizares, se le cambio el primer apellido por Amat, lo que no es correcto, ya que dicho ape llido es, repetimos, ABAD. LA DILIGENCIA DE JOS MARA! (y V) (Poema pico de mis tiempos juveniles, con una ojeada a las bandas y tribus juveniles de entonces) A quella maana, al salir del Hotel Sandalio y re coger abajo, en Correos, al seor Paco para di rigirnos a la estacin, not a Jos Mara algo ner vioso por la hora tan avanzada. S, efectivamente se haca tarde para la llegada del n. 8 y cuando desembocamos en la explanada final de la calle Independencia me dijo Jos Mara: los, agrrate bien al asiento, que vamos a correr, pues me pa rece haber visto el morro del tren saliendo del tnel. Fustig a los dos bonitos bayos que tira ban del coche y salimos como si de verdad fu ramos perseguidos por los indios de todas las tribus. La curva del viejo puentecillo que enton ces haba, con sus postes de troncos de no s qu rboles, la tomamos sobre dos ruedas para enfi lar el camino hacia arriba dando saltos. Al llegar al final de la cuesta, ya para llegar a la estacin, efectivamente all estaba el n.8 pa rado en las agujas, delante del Sr. Olaya, y des pus del pitido reglamentario avanzaba despacio hacia su parada en la estacin. Pero habamos lle gado a tiempo y an chirriaban los frenos del tren en su parada y ya estaba yo en mi sitio, al lado del Sr. Garca el Petrolero, esperando que el am bulante me diera mis peridicos. Tambin Jos Mara y el Sr. Paco estaban en su sitio, el uno acomodando a sus cliente y el otro esperando su saca del correo. pica aventura, vive Dios, fue la de aquel da! An no se me ha ido del cuerpo el susto que pas en el percance del coche, subiendo al galo pe todo el camino. Al bajar aquella maana me dijo Jos Mara, viendo mi cara an asustada: Qu Te ha gustado la carrera, mientras se rean con sorna para sus adentros el bueno de Jos Mara. El ilustre conductor de diligencias segn mis pensamientos infanti les, y el cabal lero con el co che del Hotel Sandalio en una misma persona, hi cieron la felicidad de aquel chiquillo correcalles durante mucho tiempo, pero todo termin cuan do tuve que ponerme al curro procurando alguna ayuda a casa como aprendiz de cortador o en cualquiera otra especial idad de la industria za patera. Jos Mara tambin cambio sus queridos caballitos de sangre por dos de gasolina y un buen da apareci de copiloto de Manolo Oriente, el mayor de tres hermanos de una familia eldera de Cuba, donde haban estado mucho tiempo. Apareci un coche correo que haca la mis ma labor que durante tantos aos haba efec tuado Jos Mara y aprovecho la ocasin para de cir que el menor de estos hermanos Oriente fue el mejor delantero centro que jams tuvo el De portivo Eldense segn mi modesto saber y en tender, claro. La vida sigui su curso y perd de vista a mi querido Jos Mara. La ltima vez que recuerdo ha berle visto fue en un desfi le de la Santa Cecilia por la calle Mdico Beltrn. Iba al frente de la banda como abanderado! Bravo, Jos Mara! Qu gra to recuerdo guardo de ti y sobre todo de los tiem pos de tu coche del Hotel Sandal io. Personaje le gendario, que llen una poca de mi vida y me hizo muy feliz. A ti y a tus caballos y tu coche se los lle v la pequea historia de Elda, pero a m me que d tu recuerdo, que no se borrar nunca. 455 FUEGOS ARTIFICIALES A BASE DE CARBURO (I) Cantata con recuerdos infantiles de la serie Deportes y juegos escalabrantes L a noticia que le meses atrs de un mucha cho que sufri varias quemaduras por los restos de unos fuegos artificiales, me ha dado pie para escribir esta cantata y dar rienda suel ta a mis recuerdos de infancia en los que apa rece el peligroso juego del carburo y de los bo tes saltarines. Por aquel entonces yo era un famoso entre la chiquillera de mi barrio, pues no hacia mucho tiempo que haba ocurrido el incidente de las ba rras de turrn tiradas por el suelo a causa de un cohetico de tres una perrica que le puse a un turronero jijonenco en su parada de la plaza de Arriba (y que me vali el honor de ser nombrado cohetero oficial por el Alcalde don Jos Cata ln), cuyos pormenores ya aparecieron en Valle de Elda con el ttulo de La Feria de mi pueblo, por eso no me extender ms en ellos, pues ahora le vamos a meter mano al carburo, olvidndonos de la cohetera de entonces. El caso es que por fas o por nefas (dicho en cristiano, por una o por otra causa) siempre an duve metido en mi infancia en travesuras has ta que entr en el gremio de periodistas calleje ros, haciendo de conductor de mi to Gaspar el ciego. Se aquietaron mis nimos con el cambio de vida y me dediqu a cambiar mis impulsos de chi quillo despierto y travieso por el estudio de hu manidades pueblerinas en cursos acelerados, co nociendo mi pueblo de pe a pa, as como a sus habitantes, ya que hasta entonces slo conoca Elda de las dos plazas para arriba y la verdad es que en los aos que estuve recorriendo la ciudad todos los das archiv en mi mente muchas cosas de vida local que ahora, y gracias al Valle de Elda,van saliendo desde hace aos todas las se manas a los aires del valle, para reverdecer se cuencias de la vida pasada que a algunos cote 456 rrneos les gusta recordar, y yo soy feliz con ello, pues tambin lo paso bien recordando. Aprovech aquellos aos andariegos para el estudio de humanidades, como ya he dicho. Cla ro que esta disciplina universitaria la he desa rrollado con la imaginacin, ya que mis parcos es tudios no permitan otra cosa. No obstante, algunas teoras de la vida local que pasaban en mi mente joven a lo largo de mis muchos aos se han convertido en ciencia verdadera para m. Una de ellas es la teora de las ondas radiales, vista desde la ptica ms simple de la vida misma. Pon dr dos ejemplos y ruego perdonen mi exaltacin senil de la cuestin, que me lleva a conocimien tos que creo no tener y que, sin embargo, son pura lgica. Uno de los ejemplos es simple y natural, el otro se trata ya de algo que en gentes forman las ondas citadas, en acontecimientos fuera de lugar y que suele llamarse rumorologa, por el gusto mor boso de las gentes de aumentar las tragedias. En el primer ejemplo de esas ondas radica les tenemos el hecho que todos hemos visto alguna vez en un estanque de aguas tranquilas: tiramos una piedra y vemos cmo se forman unas ondas circulares que se van alejando hasta perderse. El otro ejemplo podra ser el caso ya citado del cohete de tres una perrica que puse entre las barras del turrn de cacahuete del puesto del to Remigio, de las cuales cayeron al suelo tres de ellas. Las ondas sonoras de la murmuracin co menzaron su trabajo y lo que haba sido un co hetico de tan miserable calidad a tres o cuatro me tros del tilo de la plaza de Arriba, en las Cuatro Esquinasse haba convertido ya en un petardo de los que imprimen tragedia; en el barrio de la Pros peridad la murmuracin daba por hecho que ha ba varios heridos y que haba intervenido la Guar dia Civil y qu s yo... Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA FUEGOS ARTIFICIALES A BASE DE CARBURO (II) Cantata con recuerdos infantiles de la serie Deportes y juegos escalabrantes L a diferencia entre los dos ejemplos est en que la piedra que habamos arrojado al agua form ondas que se perdieron a lo lejos, mientras que en el segundo ejemplo llegan hasta la verdadera tra gedia. Vean este sucedido autntico que personi fiqu al ao y pico de ocurrir lo de las barras de tu rrn. Ya haba yo reemplazado a mi hermano Manolico en la conduccin de mi to, y un da que nos encontrbamos por la plaza Sagasta lo apar qu a la sombra de un rbol y fui a entregar un Heraldo de Madrid a un cliente por all cerca. Me deb entretener ms de la cuenta en la herrera del to Chamn viendo los trabajos de la fragua y en el momento en que volva a la plaza o a mi to que deca: doseco! Anda, hombre, que vienes a cuartos, como la Luna. Como se conoce que eres pajarico que va de rama en rama! En una casa de la parte oeste de la Plaza vi van los Mojones y en la puerta se encontraban una seora que, al verme llegar, y or lo que deca mi to, me dijo: ,Oye! Pero t eres el chiquillo que el alo pasado puso una bomba en la Plaza de Arriba Qued sorprendido por la pregunta, pero le contest que yo no haba puesto ninguna bom ba en ningn sitio y que no haba ocurrido nada de particular. Pues a m me dijeron que te haba lle vado la Guardia Civil porque haba habido varios heridos me dijo la buena seora. No, nada de eso hubo. Solamente risas y turrones por el suelo. Puse en marcha a mi to y seguimos la ruta. Ya habis visto, queridos coterrneos, has ta donde llega la onda expansiva de la murmu racin de la que hablbamos antes. Perdonadme el largo intervalo, pero llegamos a los fuegos ar tificiales que se citan en el ttulo. Antes haba que desalojar viejos recuerdos de mi cansada memoria, que pugnan por salir en cuanto me pongo a escribir alguna cosa. Quin pudo inventar aquel juego del carburo y los botes saltarines Yo no recuerdo que fuera yo mismo, aunque despus del nombramiento del cohetero mayor que me concedi el Alcalde por el episodio de las barras de turrn, estaba yo tan posedo de mi suficiencia en cuestiones de ex plosiones que no tendra nada de particular, pues mi imaginacin siempre fue muy dada a descu brir el por qu de las cosas, a pesar de mi parca preparacin de cultura acadmica de todas esas materias del saber. De momento, lo que me parece ms potable ser dar una somera idea del juego que nos ocu pa, para que mis queridos paisanos y gentes de fuera se siten dentro del apartado de juegos y de portes escalabrantes, no sin antes recomendar les muy encarecidamente que no lo practiquen en forma y manera alguna, pues se pueden encon trar con la cabeza escalabr por culpa de algn bote saltarn, como le ocurri a la burra Baldomera de to Calabaza un aciago da en aquellos mis tiempos infantiles. Lean y asimilen bien el juego. FUEGOS ARTIFICIALES A BASE DE CARBURO 457 FUEGOS ARTIFICIALES A BASE DE CARBURO (III) Cantata con recuerdos infantiles de la serie Deportes y juegos escalabrantes E l carburo es una cosa muy graciosa, pues lo po nes en el agua y se pone a hervir, producien do una especie de gas que en este momento no re cuerdo cmo se llama. Lo que s recuerdo es que en aquellos tiempos haba muchas gentes que se alumbraban con carbureros, que as se llamaban tales utensil ios, buena prueba de que el gas que forma el carburo en contacto con el agua es in flamable. Esta es la clave o quid de la cuestin para nuestro juego, por lo que paso a detallar el mismo con todo lujo de detal les, para que entre en la historia como Dios manda. Nuestro campo de diversin para este sin gular juego lo establecimos fuera de las calles del barrio, dada su peligrosidad. Donde hoy se encuentra la ermita de San Antn haba en mis tiempos infantiles una ai rosa palmera y all, en aquel precioso lugar, ju gbamos a ver quin lanzaba el bote a mayor al tura. El sistema era el siguiente. (Sigo el sistema, pero antes he de explicar algunos de tal les tcnicos o mejor sera decir cientficos, ne cesarios para que el juego se consumase con to das las posibi l idades de xito y sin que volvisemos a casa escalabraos por algn bote mal dirigido). En primer lugar, buscbamos un sitio con el suelo bien duro y compacto, muy necesario para la buena marcha del juego. El lugar preferido era el ya citado, en los alrededores de la palmera, a la entrada de la olmaca de la ta Pura, cuyo suelo era idneo, por ser pisado solamente por per sonas, lo cual lo haca duro y sin pel igro. Previamente, los chiquillos de la banda que quisieran en el juego de los botes saltarines de ban aprontar alguna perrica y con la fortuna reu nida comprbamos en una droguera unos trozos de carburo y nos distribuamos las provisiones de proyectiles que hacan saltar los botes por el aire. 458 El juego, como es natural, lo ganaba el que ms alto lo hiciera subir. Elegido el sitio, practicbamos en el suelo unos hoyos de unos diez centmetros de profun didad por cuatro o cinco de anchura. A continua cin preparbamos un bote de los de tomate o si milares hacindole un bujero en el centro de su parte inferior, bujero que hacamos con una pun cha o cualquier otra cosa que hiciera la faena de bujero. A continuacin, ponamos agua en el hoyo y un trocito de carburo dentro, tapando con el bote el hoyo en cuestin bien aplastado contra el sue lo para que no se escaparan los gases que inme diatamente producan por el contacto, del carbu ro con el agua, o sea, que solamente podan sal ir por el bujero practicado en el culo del bote. Ahora viene la parte ms peligrosa, es decir, la del disparo, para lo cual nos echbamos en el suelo y con un papel enrollado o una ramita cual quiera ardiendo por la punta la acercbamos hasta alcanzar el bote, procurando quedar bien pe gados al suelo para que el proyectil, al saltar por la explosin del gas acumulado en su interior, no nos escalabrase, aunque inmediatamente despus de la explosin nos ponamos en pie para ver don de haba ido a parar el bote, controlar su altura, etc. No era muy celebrado aquel juego, es la ver dad, entre el vecindario, aunque, como ya he di cho, lo practicbamos al margen del camino, sin pel igro alguno para nadie, excepto para los que nos dedicbamos a jugarlo. El to Carlicos, que vena una tarde de sus huertas, en lo que hoy es barrio de Calu, nos dijo un da, al pasar camino de su casa en la place tica de san Antn: Un da vais a tener una ba ria con estos juegos(la palabra baria, elde ra antigua, corresponde a la de hoy accidente). Pero la baria quien la tuvo en realidad fue la borrica del to Calabaza, como se dir a conti nuacin. Efectivamente, una tarde vena el mentado ciudadano camino de casa, sita en la calle de la Fortaleza. (Oiga! oiga! Le habla su duende de Picaporte. Tngase hombre de Dios, pues con el nombre que le da a esa calle dudo mucho que se aclaren sus lectores. Seor de la Horteta!, como encargado del negociado de asuntos permisivos y citas lo ms exactas posibles, vengo a recon venirle por su ligereza en el lenguaje, pues lo mismo le da a Vd. tres que veintisiete. Para! Para el carro, adusto duende de Picaporte, que yo te har saber que el tocino no es de oveja y que no sabes ms que picar en mi entendimiento sin ton ni son, como vers en una escurribanda (Otra pa labra de las de antes). La calle Fortaleza, en mis tiempos infan tiles, era la que ocupaba toda la parte oeste de Elda, pues las Traseras de sus casas lindaban con el almacn de la ta Pura y ms tarde con la fbrica de don Rodolfo Guarinos. En la esquina de esta calle, que ya era la de la Pursima, se po da ver no hace muchos aos el ladri l lico que de ca el nombre citado de la Fortaleza. Este nombre se lo debieron poner en tiempos de mo ros porque aquel paraje era la Puerta de ngel y debi haber all alguna guarnicin o defensa, y de ah su nombre. FUEGOS ARTIFICIALES A BASE DE CARBURO (IV) Cantata con recuerdos infantiles de la serie Deportes y juegos escalabrantes r ue durante mucho tiempo muy famosa di cha calle y no s si todava lo seguir sien do por sus establecimientos de venta de habas hervidas, caracolicos de caaveral y buen vino. Es tamos hablando, sempiterno destroza puertas, de la archiconocida calle la Tripa...te vas ente rando, Picaporte: Pues habla, incrustate en tu al veolo sensorial. En cuanto a los lectores y dems elderos que quieran saber ms detalles de dicha calle, en lo que se refiere a su nombre de la Fortaleza, pueden dirigirse al cronista de la ciudad Sr. Na varro Pastor, que con su proverbial simpata les aclarar todo lo concerniente a ello. Pero decamos que el to Calabaza vena en direccin a su casa y pasaba por el campo de tiro de los botes saltarines, con su burra Baldo mera del ronzal, la cual llevaba una carga de ga villas de sarmientos que traa de unas vias que tena por el lado de la huerta nueva. Con tanta pre cisin fue a pasar por delante de la banda de pi rotcnico de los botes que uno de ellos no s si fue el mo cayo sobre el testuz del pobre animal, el cual al sentir el impacto del proyectil, se solt del ronzal, dando coces y desparramando las ga villas de sarmientos por el suelo, siendo necesa rio adems que su dueo corriera detrs de la bo rrica, que despavorida corra en direccin al puente de la Estacin y all, delante del Matadero, pudo el hombre recuperar a su Baldomera. Cuando vol va donde estaba toda la grey infantil y algunas vecinas que se haban congregado al ver el es pectculo, se apresur el to Calabaza a formar por segunda vez la carga de gavillas de sarmientos que entre todos habamos recogido despus del ac cidente del bote volador. Compuesto que hubo la borrica y sarmientos, y con el ronzal de su Baldomera bien cogido de su mano, se qued mirando a la aglomeracin de chi quillos y personas del barrio y pregunt con toda energa: Quin ha sido el que le ha tirado el bote al animal. 459 Se adelant, una mujer que estaba en las es caleras que suben a la calle de los Clrigos, di cindole al dueo de la burra: No, seor, no le han tirado el bote; es que estaban haciendo saltar los botes con carburo y ha dado la casualidad que uno de ellos se ha desviado en el momento que Vd. llegaba y le ha dado en el testuz a su Baldome ra, como Vd. dice, no puede saberse quin ha sido el causante del estropicio, porque han dis parado dos o tres a la vez y vaya Vd. a saber quin ha sido. Bueno dijo el to Calabaza con tanta gente viendo la fiesta alguien habr visto quin tir el bote. Se adelant otra mujer del grupo, excla mando casi con aviesas intenciones: Yo creo que ha debido ser el capitn de estos chiquillos tra viesos, que siempre estn dando la lata con este juego. Quin es ese capitn dijo iracundo el susodicho dueo de la burra. Aquel, aquel que est tan serio al lado de la palmera. Y de quin es ese chiquillo. Y la misma oficiosa se ora le contest que era el hijo de Mara Dolor La Pajarica. A su padre le llaman Manuel el de Toscana y ste siempre est inventando trave suras, sobre todo desde el da que le puso el co hete al to Remigio en su parada de turrn du rante la feria. Ms calmado el hombre exclam que a l le gustaban los chicos ms bien traviesos que ton tos. Y como quiera que conozco bien a su padre, ya hablar yo con l sobre el particular. El domingo que sigui a estos hechos me fui con mi progenitor a visitar a mi to Alfonso, que regentaba una finca en Bateig, al final de la me seta, como ya he dicho alguna vez. FUEGOS ARTIFICIALES A BASE DE CARBURO (IV) Cantata con recuerdos infantiles de la serie Deportes y juegos escalabrantes E n el camino de carro nos paramos a descan sar a la sombra del pino que haba en la pro piedad de Paco el Caillo (don Francisco Rico), padre que fue de mis dos buenos amigos Paco y Fernando, y all entonces me cont mi querido padre la entrevista que tuvo con el to Calabaza referente al incidente de los botes saltarines. Dicha entrevista parece ser concluy como la ma con el Alcalde de Elda don Jos Cataln Gras cuando el asunto del cohete en las barras de tu rrn, es decir rindose los dos por mi travesura de los botes saltarines con carburo. Mi padre era hombre de pocas palabras: Jos! Ese juego olvdalo, pues le podis pegar un da a una persona y eso ya es ms serio. Santa palabra! Olvidado qued y del carburo nunca ms se supo, por mi parte al menos. Pero mi padre, para disculparme ante el amo de la bu 460 rra Baldomera, le dijo, segn me cont aquella ma ana, que yo era un chiquillo con mucha imagi nacin, pero muy obediente con las personas. No sabes el ltimo invento de mi hijo le dijo al to Calabaza Pues no hace muchos das, cuando iba a la Jaud a ver a su padrino el to Pansilla y como es un buen observador y muy amante de los animales, sobre todo de los pja ros, se fij en un nido de gafarrones que haba en un almendro, en una ramita muy dbil que mova el viento, con el peligro de que el nido fuese a pa rar al suelo en cuanto arreciase con fuerza. Pues cogi hilo de palomar, se subi al rbol y at la rama del nido a otra ms robusta. Yo le dije que los pjaros son muy sensibles y desconfiados ya lo mejor ya no volvan al nido y se perda la nida da. Me dijo mi Jos que no, porque estuvo obser vando al da siguiente, bien escondido, la esce Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA na y los padres gafarrones entraban y salan del nido con toda tranquilidad. Para que veas como es mi hijo, termin mi padre. Mi padre, que bendita gloria goce, termin aquella maana con sus alabanzas y loas con migo, pero el espectculo de la burra Baldomera dando coces y saltando al tiempo que desparra maba las gavillas de sarmientos por el suelo, ya no se me olvidara nunca. Al pasar por casa de mi padrino aquella ma ana vimos la puerta cerrada y no se vea a na die por all, Padre, yo tengo mucha sed. Baja mos ah, en la casa de Rosa la Pallasa a echar un trago. No, hijo, vamos a subir por el cal dern y all bebes todo lo que quieras. Subimos y all estaba m madrina Magdale na, que haba ido por un cntaro de agua. Nos dijo que mi padrino no estaba, que le haban llama do de Albacete para la prxima temporada de caza, pues era montera y de los buenos y tenan que tratar de no s qu. Nos despedimos de mi madrina y subimos la plancha de Bateig para llegar a la meseta. All me volv para ver a Elda y su valle a mis pies, sonriente en la maana. Atrs quedaron el carburo y los bo tes saltarines, pues desde all arriba los pensa mientos tenan otro rumbo ms puro. Padre! Hoy no buscamos caracoles. No hijo, que para eso tiene que caer aunque sea un rojidico. Y vamos, que ya es muy tarde. Pero nunca es tarde para mandar saludos el deros a mis queridos coterrneos. Alicante, junio 1996 LA GRA DE LA ESTACIN EN MIS RECUERDOS INFANTILES (I) (Fantasa carrilera con recuerdos de aquella vieja estacin y alguno de botijuela digna de mencin) M e hizo mucha gracia ver en el n.2.000 del se manado Valle de Elda la foto de aquella oxi dada gra del parque de carga y descarga de pe quea velocidad de la estacin de Elda. Examinndola con mucha atencin, como si estuvieran contando los dientes de su rueda mo triz, se ve en la fotografa al entonces concejal de Cultura Miguel ngel Esteva, del Ayuntamiento de nuestra ciudad, y al presidente de Mosaico Juan Marhuenda. Ambos, muy atentos en el exa men de aquella pieza de museo. Cuando recib el semanario y vi aquello, son re un poco y lo dej estar de momento, aunque vi que all haba pie para un trabajito que algn da vera la luz en las cuartillas y quiz ms tar de en el peridico Valle de Elda. S, queridos paisanos, ya estamos aqu dis puestos a relatar incidencias de la famosa gra o pluma de carga y descarga, como dicen los re finados. Y es que cuando agarro un pie ya no lo suelto hasta que no lo dejo mondo y lirondo. Ade ms, como me ocurre en todas mis historietas, irn saliendo algunas cerezas enganchadas que no puedo evitar a pesar de los cotidianos consejos de mis duendes dicindome: Case al tema, se or de la Horteta!. Bueno, voy a procurar ceirme, pero antes debo aclarar una palabreja que aparece al prin cipio de la narracin de la que estoy seguro que los eldenses de hoy y muchos de los de ayer ha brn odo pocas veces pronunciarla en conversa ciones y plticas de vecindad. Cuando digo al principio que voy a dar algn recuerdo de botijuela parece que es como cuan LA GRA DE LA ESTACIN EN MIS RECUERDOS INFANTILES 461 do un ama de casa va al mercado y en el puesto de verduras y hortalizas pide medio kilo de tomates para ensalada. El encargado del puesto coloca en el peso la mercanca, pero no acaba de llegar al fiel la balanza por un soplo. La compradora re clama porque no acaba de caer el peso y enton ces el del puesto coge otro tomate, lo echa al peso y ste por fin cae, sobrando tomates. Pero en tonces se oye la mgica palabra: Toma, mujer! Ah llevas un tomate de botijuela. En una ocasin en que se me apareci esta expresin en uno de mis trabajos, consult libros antiguos y modernos por ver si me decan algo so bre el significado de tal palabra y hasta consul t al to Pascual, vecino de la parte vieja de Elda y muy versado en cosas antiguas, el cual me dijo que esa era una palabra muerta y que no quera decir nada y encima me sentenci con otra pare cida cuando me dijo: Si t dices que si voy al mer cado te traiga un manojo de rbanos y yo te con testo: Voy en una escurribanda ! , esta es otra palabra muerta que la usamos sin saber lo que quiere decir Vamos, como el snscrito o el arameo, digo yo. As que hechas las oportunas disgresiones sobre tales palabras, que los lingstas lo arreglen, que yo voy a ceirme al tema de la gra, que es mi obligacin. Pero antes romper una lanza a favor y re cuerdo de una cultura que se nos va, como se nos fueron las huertas ubrrimas, las acequias ru morosas y nuestro Vinalop de limpias aguas Ile 462 nas de vida. Todo se nos fue como esas palabras que nuestros antepasados usaban sin saber a ciencia cierta el significado de las mismas. Creo que fue en el peridico de Alicante In formacin donde le una entrevista que sobre la famosa gra de la estacin tuvieron el mencionado concejal de Cultura y algn funcionario de la an tigua M.Z.A, hoy RENFE. Parece ser que el edil del Ayuntamiento se in teres por la gra para colocarla en algn sitio de la ciudad, ya que segn el funcionario de los fe rrocarriles estaba destinada a la chatarra y cuan do le pregunt nuestro paisano que poda costar aquel trasto viejo, la contestacin fue una excla macin pintoresca que me hizo recordar un su cedido aragons que le en un libro de cuentos de baturros que termina con la misma exclamacin. Ah va la liebre: Muy temprano sali de Calatorao un matra co en lucida mula, llevando a la grupa, bien aco modada, a su mam poltica, con cara de resig nacin por aquel viaje. En el camino se encontr a un vecino que le pregunt: Matio! Dnde vas tan temprano. Voy a Zaragoza a vender a mi suegra contest el matraco chiquo! y cuanto quis por ella Ya es tuya! fue el fi nal de la conversacin... Eso mismo le contest el funcionario de RENFE a nuestro concejal de Cul tura, quien de inmediato se puso en campaa, su ponemos, para buscarle un sitio apropiado a la gra de sacar y meter bultos pesados en los va gones de mercancas. LA GRA DE LA ESTACIN EN MIS RECUERDOS INFANTILES (II) (Fantasa carrilera con recuerdos de aquella vieja estacin y alguno de botijuela digna de mencin) T Tambin parece ser que hablaron de una loco motora de las retiradas de la circulacin para el mismo fin de colocarla en algn sitio estrat gico y que sirviera como recuerdo de los trans portes con mquina de vapor. Hablaran de una de aquellas maquinitas que decamos el mercancas de la once S, su ban a esa hora de la maana requeando por la curva de los Escorrales y muchos das no podan con la carga. La solucin era que la mquina de cabeza se llevaba la tercera parte de los vagones a la estacin y luego volva por el resto del con voy. Digo que si sera de aquellas locomotoras de las que hablaron, pues no creo que se tratara de una montaa, de las que tiraban de los correos y del rpido, pues si se trataba de stas, chale gra para sacarlas de las vas y transportarlas a lugar adecuado! Sea como fuere, es loable el ges to del seor concejal de colocar en sitio visible ese trasto, hoy inservible, pero que durante muchos aos trabaj de firme para ayudar al desarrollo de la industria eldera. Y como quiera que yo, en mis aos de periodista callejero, tuve ocasin de ver la trabajar por mi subida diaria a la vieja estacin, voy a dedicarle un recuerdo de situacin y otros de talles que me parece agradarn a mis lectores. La va muerta que pasa por delante de la gra tiene, al llegar a la altura de la misma, un juego de vas de rotacin de unas medidas acopladas a los vagones de mercancas, para que al llegar al sitio del juego citado, poder darles un giro de 90 grados y colocar el vagn donde viniese mer cancas para la carga o descarga delante de la gra. Para ello tambin tiene en esta ltima di reccin unos metros de vas que engranan con la general, donde est el juego de rotacin que he mos mencionado. Haba que ver, cuando a un vagn lo ponan en direccin a la gra, el esfuerzo de los mozos que, cogindose de espaldas a los platos del vagn empujaban ste hasta dejarlo delante de la pre cipitada gra. Pero antes de todo este movimien to, cuando haba que dejar el vagn elegido para la carga o descarga en el sitio exacto de las vas de rotacin, tena lugar un concierto de pitidos con una trompetilla que llevaba el seor Olaya, pues hay que tener en cuenta que la mquina de ma niobra se encontraba a muchos metros de all, con todo el convoy de vagones detrs. As que el de la trompetilla daba el concierto: dos pitidos, ade lante; un pitido, hacia atrs, y un pitido suave, ya est en el sitio; para y calza, que hay que darle la vuelta al vagn elegido, que previamente los mo zos haban desenganchado del convoy. El movimiento haba terminado todos des cansaban un poco. Yo tambin descanso de la na rracin de estas maniobras, no vaya a ser que al gn lector se diga: y este seor de la Horteta por qu nos mete este rollo del movimiento de las vas. S, en verdad me ha quedado un poco larga la explicacin que antecede, pero es que a m me gusta que los detalles de la historia sean prolijos, para que se enteren bien los lectores y en tren en situacin de las cosas que leen. A m que me gusta mucho leer, sobre todo la historia de Espaa, me dejan muchas veces un poco sonmbulo algunos pasajes de la lectura, pues me agrada mucho enterarme de todos los de talles, para lo cual debo echarle imaginacin y eso cansa lo suyo. Anoto a continuacin un par de ejemplos para que se comprenda bien lo que quie ro decir: Leo en la historia de Espaa: La dominacin de los visigodos en la pennsula espaola termi 463 n con la muerte de don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Hay que imaginar que Gaudalete es un ro, pero muri ahogado Le clavaron los moros un alfanje en la barriga Y otros detalles so bre lo acaecido. Otro s: se presenta el moro delante del cas tillo de Tarifa y le dice a don Guzmn el Bueno que le entregue la fortaleza o degollar a su hijo. El hombre, impvido sin articular palabra por parte del historiador le arroja al atacante un pu al por encima de las almenas y se queda tan fresco. Mat el moro al hijo de don Guzmn como haba prometido Tom la fortaleza por fin No se sabe, hay que imaginarlo, as que yo no me quedo satisfecho y por eso, entro en de talles en el relato de mis historietas. Pero tomo resuello literario y me vuelvo a la gra que es a lo que estamos. Todas las placas papelote de doscientos y trescientos kilos que consumi durante muchos aos don Emrito Maestre en su fbrica de car tn del ro un poco ms arriba de la luz del Mo coso en el Monastil y en su fbrica de Elda; to dos los tarugos que transform en hormas la empresa de D. Isidro y D. Marino Aguado en la f brica de la Alfaguara, y toda la maquinaria pesada que entr en Elda en la poca de las fbricas grandes de montar, puntear, cortar suela y otras...; todo eso lo movi la gra desde los va gones aparcados a su costado hasta los carros que llevaban la mercanca a su destino. Trabaj lo suyo durante muchos aos esta hoy oxidada pluma de carga y descarga y en su honor es ya hora de desvelar lo que en su da no mencio n el funcionario de ferrocarriles a D. Miguel ngel Esteve en la entrevista ya citada. Odo al parche: LA GRA DE LA ESTACIN EN MIS RECUERDOS INFANTILES (III) (Fantasa carrilera con recuerdos de aquella vieja estacin y alguno de botijuela digna de mencin) U na buena maana sala del cafetn del Sr. Olaya, frente a la vieja estacin, el mozo de vas Romn de nombre y murciano de nacimien to. Dnde vas tan temprano le pregunt un compaero. Esta maana voy a trabajar en la Peregrina gra esa, y me viene bien, pues ten go las espardas crujas de tanto empujar va gones. Adems, hay que terminar de descargar el vagn que hay all, antes de que llegue el mer cancas de las once, pues tiene que llevrselo. Ya se han enterado mis queridos coterrneos de que la gra tiene nombre Pues s, el bueno de Romn le puso Peregrina sin querer y de esta manera se le llam a la gra a partir de entonces. As que si la colocan algn da en lugar ade cuado a sus merecimientos histricos pueden 464 grabar su nombre en la peana del monumento: La Peregrina!. Los pormenores del bautismo de la gra y otros relacionados con su trabajo, me llegaron por Radio orejas en la factora dela estacin, donde ya la mencionaban por el nombre que sin querer le haba puesto el mozo de vas Romn, quien siempre se quejaba de tener las espardas crujas de empujar vagones. Le preguntaba el factor Sr. Blasco a su com paero Sr. Gmez: Hay trabajo hoy en la Pere grina. S contesta ste. el mercancas de las once dejar un vagn de pacas de papel para car ga y descarga, segn ha dicho el Jefe de estacin. As pues, ya se haba consumado el bau tismo de aquel armatoste oxidado, que an ru Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA ma das gloriosos de trabajo en la vieja esta cin. Las pesadas pacas de papel viejo fueron du rante mucho tiempo objetivo preferente de mu chos chiquillos de la parte vieja de Elda y de algunos de la nueva. Rebuscando en las entraas de aque llos fardos de papel prensado, atados con alambres, encontraba la chiquillera las cosas ms dispares y raras. Yo mismo me encontr un da un rosario que haba ido a parar all seguramente por casualidad. Yo me puse muy contento con el hallazgo y se lo re gal a una mujer de la calle de la Comadre que me lo pidi al verlo. Otro compaero depredador de las placas descubri otro da una serie se billetes de tren del ferrocarril de la Robla, que sirvieron para que todos los chavales de mi barrio jugramos a los santos. Acabo de sacar del fondo de la historia de Elda el antiguo juego de los santos. Tienen idea los peques de hoy de tal juego Explico de dn de viene eso de los santos. Hubo un tiempo en que las cajas de cerillas tenan en ambas caras unas bonitas estampitas y los chiquillos las recortbamos para jugar con ellas, aunque la verdad no s quien le pudo po ner el citado nombre de santos. El tal juego lo practicbamos en las baldosas de las calles, donde ponamos cada chaval una estampita de aquellas y desde unos dos o tres metros de dis tancia tenamos que sacarlas del rolde dentro del que estaban colocadas. Para ello empleba mos un trozo, lo ms plano posible, de yeso, al que llambamos leva. LA GRA DE LA ESTACIN EN MIS RECUERDOS INFANTILES (IV) (Fantasa carrilera con recuerdos de aquella vieja estacin y alguno de botijuela digna de mencin) Eate: Fulanito siempre nos limpia los san r tos con esa leva tan buena que tiene. Claro, como su padre es albail, cuando hay al gn derribo de una casa coge el trozo de yeso ms apropiado y le hace a su hijo una leva de las mejores, por eso nos gana siempre las estampas. Para este juego no serva una piedra plana ni un trozo de ladrillo, tena que ser una cosa rasposa y plana, y el yeso era lo ms apropiado. Los billetes de ferrocarril de la Robla fueron durante un tiempo los reyes del juego en las bal dosas de la paretica de la calle delas Virtudes y en el tramo final de la calle del Castillo y co mienzos de la de La Pistola (Ramn y Cajal). Los domingos y fiestas de guardar dejbamos el si tio para los mayores, que lo dedicaban al honorable juego de las chapas, pero entonces eran perricas en vez de estampitas o billetes desechados. Algn escptico, al leer esto a lo mejor dice: Pero esto es para que salga en el peridico Yo le digo que s querido amigo. Son chispas de la historia de tu pueblo, que tienen la misma im portancia que cuando plantaron la estatua de don Emilio Castelar en la bonita plaza que lleva su nombre, y aunque esto es la gran historia de Elda, aquellos son los flecos que lo adornan. Y qu ser de la Peregrina quedar en algn rincn de la ciudad como recuerdo del empujn que durante mucho tiempo ayud a dar a la industria eldense O acabar como chatarra para transformarse un da en objetos de acero inoxidable De todas maneras, el con cejal de Cultura que la quiso adquirir para ador no de la ciudad, o el que le ha sucedido por el cambio poltico, ya saben su historia con pelos y seales. 465 El caso es que entre pitos y flautas de las vas, la gra y las maquinitas que arrastraban to siendo su ancianidad cuando llegaban a la cur va de los Escorrales, saltan los recuerdos y hay uno que se relaciona hasta con nuestra guerra civil. Los aspirantes si llega el caso a maquinistas o fogoneros de la traccin a vapor en los futuros trenes, si es que vuelven algn da, harn bien en leer detenidamente lo que sigue. Estas locomotoras que para producir su fuerza de traccin queman carbn o hulla, lle van un quemador que hace hervir el agua para originar el vapor que mueve las bielas y por medio de ellas las ruedas, como es bien sabido, aunque siempre habr algn elemento que cre er que el vapor slo sirve para tocar el pito el maquinista cuando avisa su llegada a una es tacin. En el quemador o parrilla donde el fogonero deposita el carbn a palada limpia se va for mando una especie de costra quemada o semi quemada y cuando esto ocurre, el fogonero, con un gancho que lleva el efecto, hurga en la costra formada para que pase el aire y queme mejor, con lo que la presin del vapor aumenta y todo mar cha mejor. Y aqu viene un recuerdo extra, de los que os hablaba anteriormente. Mi querido padre vena un domingo de la vereda del Marn, donde haba ido a traerse unas maticas de cantageso para el gasto de casa y en camin sus pasos va arriba al llegar al paso a ni vel, para regresar al pueblo por la estacin. LA GRA DE LA ESTACIN EN MIS RECUERDOS INFANTILES (y V) S us ojos se fijaron en el centro de las vas, don de haba muchos carbones quemados o a me dio quemar y se le ocurri coger unos cuantos trozos de los segundos, pues le pareci que aque llo poda aprovecharse todava para el fuego del hogar, y muy ufano entr en casa: Mara Dolor! toma estos carbones y prubalos en el hogaril, a ver si arden con el carbn de palillo que usas. Los he cogido de la va, de los que van dejando las m quinas, yya me dirs el resultado para traerte ms si van bien, otro da. Bueno, Manuel, djalos ah y ya te dir luego el resultado. El resultado de la prueba debi ser positivo, aunque parece que el asunto fue olvidado. Pero un da... Bueno, no fue un da, sino muchos das y aos despus, cuando mi querida madre se aprovech de aquel detalle de los carbones de la va. Ya es tbamos casi al final de nuestra guerra civil y la obtencin de alimentos y otras necesidades en Elda, como lea para hervir lo poco que haba para comer, era empresa muy difcil. Manuel el de Tos 466 cana, como a mi querido padre le gustaba que le llamaran por tener sus races en aquel rincn otrora verde y bien cuidado, con hermosas fincas en ptima produccin desde el Col lado de la Pat hasta los confines de las Barrancs, mi padre, digo, ya haca muchos aos que se lo haba lle vado Dios en plena madurez, vctima de las se cuelas de la guerra de Cuba, donde sirvi varios aos. Un da le avisaron de Madrid, donde le die ron un canuto con la licencia y cuarenta y tantos duros por los servicios a la Patria. No pudo ver, por tanto, el experimento de los carbones de las vas. Empalmo los puntos suspensivos para decir que una maana del ao 1938, ya casi al final de la guerra, estaba la seora Mara Dolor la Paja rica cavilando en la cocina de casa qu hara unos nabos y dos o tres lechugas que el da an terior se haba trado de Aspe, despus de cami nar casi cuarenta kilmetros. La cavilacin se centraba en la falta de combustible para poner en marcha el hogaril. De repente se acord de los car bones que un da le haba trado su Manuel, como ella deca, haca muchos aos. Llam a su veci na Salud La Tintina y la puso al corriente del asunto, la cual se entusiasm con la noticia. Pero, Mara Dolor, despus de tantos aos, an estarn all los carbones No, mujer, si no es tn aquellos estarn otros, pues los trenes no han parado de pasar por all. Se calaron el mantn, pues haca fro aque lla maana, y armadas con un buen capazo all que se fueron las dos camino de Los Escorra les y luego por la vereda del Marn para subir va arri ba por el paso a nivel y recoger la cosecha que su pona mi madre que habra all. Pues, s, estaban los famosos carbones y pronto empezaron a echarlos al capazo. Mara Salud! qu me dira ahora mi Manuel si me pu diese ver recogiendo los carbones que hace tan tos aos me llev a casa, sin que yo le dijese si ser van o no para la cocina Seguramente empleara su taco especial, para decirme: Repueta, Mara Dolor! Ya era hora de que te acordases de mi ob sequio de aquel da, pues me qued sin saber si valan para algo o no...!. Bueno, vecina, ahora a ver si podemos guardar el secreto y calentamos este invierno. Pues no. Se corri la voz y los vecinos de la parte vieja de Elda recorrieron la va en ambas di recciones buscando el combustible. Hubo alguien que lleg hasta la estacin de Monvar, pero mu cha gente se alivi con los carbones de las maquinitas del mercancas de las once y de otras lo comotoras de entonces. Ya veis, queridos amigos, lo que ha dado de s la famosa gra de la estacin llamada la Pe regrina. Con ella han salido a flote muchos re cuerdos que espero no os hayan cansado al leer los. Saludos elderos. EL SR. PACO CONOCI A MI ABUELO! (I) (Oratorio sentimental en La Mayor, por Pepe Gonzlez de la Horteta, llamado el Pajarico, a quien no conoc) A lguno de mis queridos coterrneos que me lean comentarn lo vivo de mis recuerdos para sacar a la luz personajes que fueron y que tanto han influido a lo largo de mi vida por mi insobor nable condicin de sentir la tradicin de honrar a mis mayores. Piensen, no obstante, que yo no co noc a mis abuelos paternos ni maternos, como ya he dicho en alguna ocasin. Eso, en un nio ima ginativo como lo fui yo, dej para siempre una hue lla de intensa ternura, precisamente por no ha berlos conocido. La casualidad de encontrarme en mis aos infantiles con el protagonista de esta historieta, aviv en m el deseo de conocer los pormenores y andanzas de mis abuelos, pues aunque algo ya sa ba por mi querida madre, ello no era suficiente para colmar mi anhelo, dada su poca edad cuan do se qued hurfana. Sin embargo, el Sr. Paco, cuando hubo ocasin para ello, llen mis deseos de saber de mis abuelos, como se ver ms ade lante. Conoc al Sr. Paco cuando me incorpor a mi actividad de periodista callejero con mi to Gaspar el ciego. Era una persona ya bastante mayor y su cometido, como pude ver, era llevar el correo por la maana y por la noche a la estacin, y recoger lo que vena para Elda en estos trenes. Siempre con su saca de correos en danza, pare ca un cartero, aunque aqu se podra decir que era un super -cartero. Nunca supe la categora que tendra en la Ad ministracin de Correos de Elda, pero no era la de simple cartero, no. Aparte de parecerme una per sona de clase principal por sus maneras y pre 467 sencia, tena unas dotes de bondad que pronto pude comprobar con mi persona. Esto hizo que el respeto que de siempre tuve con las personas mayores se hiciera ms palpable con l y tuve la inmensa satisfaccin de merecer su atencin ha cia m en todo momento. Aqu tengo que decir que aunque fui un chiquillo muy respetuoso con los mayores, como he dicho, tambin fui muy entro metido cuando tena ocasin de poder escuchar cualquier conversacin de ellos. No s qu era: ga nas de saber, curiosidad, no s; la cuestin es que mi forma de ser me cost algunas filpicas y de nuestos, aunque en ocasiones, cuando alguno de los mayores deca: Oye, chaval! Vete por ah, que te voy a dar una patada en el culo, era muy gra to or: Deja al chiquillo, que no te molesta para nada. El caso es que, por fas o por nefas, siempre me sala con la ma de conocer cosas. Muchas de las historietas que llevo escribiendo tantos aos han salido de detalles odos y escuchados a los ma yores en sus rutinarias conversaciones en que po da estar presente. Por no contar la cantidad de per sonajes y personajillos elderos aparecidos en mis trabajos en el peridico en este tiempo citado. En la factora de la vieja estacin, donde imperaba la autoridad de los factores Sres. Blas coy Gmez, entraba yo como Pedro por su casa, con todos los respetos hacia esas personas. Todo ello me vala, entre otras muchas cosas, el poder estar al amor de la estufa en los crudos meses de invierno con toda tranquilidad y sosiego. Y fue precisamente uno de estos das cuan do, sentados al calor del calorfero en cuestin, se destap el tarro de los recuerdos hacia el abuelo que no conoc. Nada ms entrar en la factora, a la mano iz quierda, estaba una maana el Sr. Paco frotn dose las manos en un peculiar gesto de sus ex tremidades superiores y al verme entrar me dijo: Oye, sintate ah, que hoy el nmero 8 trae re traso, segn me ha dicho el Sr Gmez. Parece que la nieve lo tiene paralizado por la parte de Alpe ra una hora o dos, segn me han dicho. EL SR. PACO CONOCI A MI ABUELO! (II) (Oratorio sentimental en La Mayor, por Pepe Gonzlez de la Horteta, llamado el Pajarico, a quien no conoc) O bediente, como era mi manera de ser, cog una banquetita pequea que haba por all y des pus de meter en la estufa una especie de mag dalenas hechas con polvo de carbn que prepa raban para este menester, previa indicacin del Sr. Blasco y sin ms dilacin me sent al amor de la lumbre. Tom la palabra el Sr. Paco con su caracte rstico gesto del frote de manos para decirme: Vamos a ver muchacho: me has dicho algunas veces que eres sobrino de Gaspar el ciego, pero hoy que hay tiempo me gustara saber por qu era tu 1) y quines son tus padres, porque a lo me 468 jor los conozco. As que explcate con claridad antes de que llegue el correo, que a lo mejor se adelanta como ha ocurrido otras veces. Antes de empezar a darle mi media filiacin yen tono muy paternal, me dijo que era simple cu riosidad la suya y que no haba ninguna mala in tencin en ello. No se preocupe, Sr Paco, porque yo me ale gro de/o que me dice. Gaspar el ciego es mi to porque est casado con mi ta kaquina, que es hermana de mi padre. Muy bien, hombre! Y tus padres, qui nes son me dijo. Los ESCRITOS DE JOS 10VER GONZLEZ DE LA HORTETA Mi padre se llama Manuel el de Toscana ya mi madre, que se llama Mara Dolores Gonz lez Gil, le llaman Mara Dolor la Pajar/ca. Lo de mi padre es porque desciende de las Caadas, que mucha gente llama Toscana y en cuanto a mi madre, lo de Palanca es porque su padre fue muy amante de los pjaros y siempre estaba con sus pajaricos, hasta el extremo, segn me cont mi madre, que siempre tena en su huerta de la Horteta, donde viva, una era o dos sembradas de cardn para sus pjaros, pues segn parece esta semilla les gusta mucha a toda clase de pjaros de esos que cantan. Ya sabe Vd. todo lo de mi fa milia, Sr Paco. De mis abuelos no le puedo hablar porque no he conocido a ninguno de ellos, pues creo que murieron el siglo pasado, en una epide mia de clera que hubo en Elda en la que murie ron, segn contaba mi madre, muchsimas per sonas. Efectivamente muchacho, que pareces un letrado informando a la sala de un juicio. S, de ver dad, aquello fue un desastre terrible ya m me co gi muy joven y an me acuerdo que declararon el pueblo como barco en cuarentena y nadie poda sa lir o entrar en l. En fin, que aquello pas y ahora voy a contarte algo que te gustar mucho or. Despus de las explicaciones que me has dado de tu familia tengo que decirte que yo conoc a tu abuelo, al que llamaban Pepe el de la Norte ta. T conoces esa casa que hay en la Plaza de Arriba, delante de los tilos que all existen Pues en esa casa, donde se hace el remate del agua, para el riego de la huerta, es donde le conoc. Me haban enviado de mi casa para un mandado por all cerca y al pasar escuch las risas y el jolgo rio de la gente que haba all dentro para el remato y todo ello iba dirigido a tu abuelo por lo de los p jaros... Estuve un rato viendo la juerga que traan unos y otros y me tuve que rer por las cosas que decan a Pepe el de/a Horteta, pero eso s, con un respeto total, y tu abuelo era el que ms se rea. As es como conoc a Pepe el de la Horteta, como le llamaban, aunque termin todo el pueblo llamndole el Pajarico por su desmedida afi cin a cuidar de todas las aves canoras, cosa que a l, al parecer, nunca le molest. Supongo que despus de decirte todo esto, a ti tampoco te mo lestar que te lo llamen, pues si a tu abuelo y a tu madre les gustaba t recogers la herencia de tu antepasado. Y vamos a prepararnos, porque pa rece que he odo por el telfono que hay ah: Tren nmero ocho sali de la estacin de Villena! Ya sa bes, eso que dicen cuando sale de una estacin a la siguiente. As que el correo est al llegar, pues ya veo al Sr Olaya ir hacia las agujas. Espabi la, chico! Te has quedado dormido Dormido Narices, seor Paco, que me ha dejado Vd. turulato con eso de mi abuelo. Me voy corriendo para avisar a lose Mara, que est en la cantina de Olaya con dos clientes del Hotel San dalio y tiene que tomar el tren para Alicante. EL SR. PACO CONOCI A MI ABUELO! (y III) (Oratorio sentimental en La Mayor, por Pepe Gonzlez de la Horteta, llamado el Pajarico, a quien no conoc) E l Sr. Paco me dio aquel da una gran alegra, pues aunque sea por carambola, conoc un poco ms a mi antepasado. Por mi querida ma dre ya saba de sus aficiones a los voltiles can tores, pero el episodio de la Casa del Remate del agua que me cont el Sr. Paco lo he tenido siem pre presente, como si lo estuviese viendo yo mis mo. Pido disculpas a los impacientes lectores que me sigan por la intromisin de este trabaji EL SR. PACO CONOCI A MI ASUELO! 469 to de mis problemas sentimentales familiares, que a lo mejor a nadie le interesan. Esto es ine vitable en m, que siempre mezclo las churras con las merinas cuando escribo sobre personajes elderos. En esta oportunidad la culpa es del pro tagonista, que me incit con el relato escrito so bre mi abuelo. El Sr. Paco, el de Correos, fue durante un tiempo la correa transmisora de los paquetes postales con los zapatos que salan de Elda ha cia toda Espaa. Todas las noches, en el sitio donde corrientemente quedaba parado el vagn postal del tren correo Alicante -Madrid, se forma ba una pequea montaa de paquetes que hab an subido a la estacin varios carros. All estaba el Sr. Paco con su eterna saca del correo en mano para entregarla a los ambulantes, al tiempo que, como un general en las batallas, daba las rde nes oportunas para que la montaa de paquetes fuera subiendo ordenadamente al vagn, cosa que haba que hacer con prisas y sin pausas, pues el tren no esperaba mucho y ya estaba el fac tor de turno con el bandern enrol lado en alto, dispuesto a dar la salida al convoy. Conviene explicar con detalle a los seores coterrneos lectores que todo este movimiento de paquetes subiendo al vagn postal mencionado tan a la ligera, no era tan fcil como parece al leerlo. La operacin fue una estrategia del Sr. Paco para, en tres o cuatro minutos, colocar en el vagn las docenas de paquetes que haba en tierra. Un buen da me dijo el Sr. Paco: Jos t no tienes tres o cuatro amiguetes que estn dispuestos a subir por las noches el co rreo para ayudar a la entrega de los paquetes de zapatos, que cada da son ms numerosos Ne cesito una tropa que est preparada para, cuan do para el tren en su sitio habitual, pueda entre gar los paquetes a los ambulantes en el tiempo mnimo, pues a veces ocurre que se demora algo la salida del tren por causa de tanto paquete. Si hay que agradecerles algo a estos muchachos ya me encargar yo de arreglarlo como sea. Sr Paco: maana por la noche a ms tar dar tendr Vd. en la estacin la tropa que Vd. dice, 470 dispuesta a solucionarle el problema le contest incontinenti. Seguramente lo tomarn como un juego y espero que la cosa vaya bien. Efectivamente, reun a unos amiguetes, la flor y nata del barrio viejo, y el Sr. Paco pudo solucio nar la cuestin. El pago a la brigada de chiquillos que haba yo buscao para tal menester le costa ba al Sr. Paco seis perricas diarias, que es lo que costaba una cajetilla de tabaco picado de aque l los tiempos. La entregaba al cabecilla ms serio y ste les iba dando de fumar con orden y concierto. Era de ver cmo los chiquillos, con el visto bueno del Sr. Paco, ordenaban los paquetes que haban depositado en el muelle los empleados del Despacho Central, all, delante de las vas, api lndolos en el sitio donde coincida la puerta del vagn postal. Y ste tomo, ste dejo, en una es curri ba nda se colaban todos los paquetes en el vagn. Las noches fresquitas y de intenso fro que all arriba no siendo verano, lo eran siempre los chavales formaban una especie de casicas como las de los esquimales y al l estaban dentro, fu mndose la cajetilla diaria. Y en cuanto el tren pi taba por los Escorrales, dejaban de fumar y sal an, dispuestos a la entrega al tren de aquel montn de zapatos, que Dios sabe dnde iran cuando los ambulantes del vagn postal los or denaban, dentro del mismo vagn, para sus res pectivos destinatarios. Balad parece toda esta amalgama de explicaciones sobre la entrega de los paquetes al co rreo de Madrid, pero ya sabis mi estilo: lo expli co todo para que el lector pueda vivirlo como lo hice yo hace muchos aos, pues los recuerdos, si no se narran completos, no son recuerdos fieles a lo ocurrido un da. Son como tongs de brevas, que unas van encima de los pmpanos y otras deba jo, y ruego disimulen la comparacin. Ya se march el nmero ocho llevando los fru tos del trabajo de los zapateros elderos, como to das las noches. Quedaba el Sr. Paco con su eter na saquita de correos y la correspondencia que haba trado el tren para Elda. Este personaje, ya lo he repetido, fue un es labn de los muchos elderos que hicieron grande a nuestro pueblo. Mi recuerdo hacia l es imbo rrable por su bondad hacia m y sus muchos de talles de eldero viejo y cabal, pero, sobre todo, por que colm mis ansias de saber de mis antepa sados desconocidos para m, pues l, el Sr. Paco conoci a mi abuelo!... TIENEN RACIOCINIO LOS PJAROS (I) (Rquiem por Pepe, un canario flauta que alegr mi vida durante muchos aos con sus alegres trinos y que se me ha ido al limpio olimpo de los pjaros cantores. Vaya por l este recuerdo escrito en seal de agradecimiento a la celestial msica que me dedic durante toda su vida) U n buen amigo y conocedor ampliamente de mi historia en relacin con los pjaros cantores me regal un buen da este canario, como di ciendo: Ah tienes, hombre! No alardeas siem pre de pajarico Pues hala, que sus trinos te lo re cuerden cada da y que te sientas feliz. Yo hubiera preferido un jilguero (cagarnera, que decimos en Elda) pero me acord que aque llo de a caballo regalado no le mires el diente y lo cog con el mismo cario que a cualquier otro voltil cantor. Lo de Pepe vino en recuerdo del abuelo ma terno, que no conoc y que fue el primer pajari co que apareci por nuestro pueblo con tal de nominacin y se llamaba Pepe. As que Pepe, mi abuelo, Pepe yo y Pepe el pjaro. Por lo dems esto no tiene ninguna importancia, pues hoy todos los animales de compaa tienen su nombre, es de cir, que tengan o no su certificado de raza. Se les tiene el mismo cario y esto lo saben bien los amantes de los animales de compaa. Hoy no me queda ms que un gato de origen persa, a quien llamo Curro y es ms borde que el hijo de un al pargatero que hubo en Elda, que le daba por rom per todas las bombillas de las calles, con gran dis gusto del to Palaya, que era el encargado de reponerlas. Pero como esto de Curro es otra his toria, vamos a proseguir con los pjaros, que es a lo que estamos. Pregunto en el ttulo si los pjaros tienen raciocinio, y como quiera que no tuve nunca es tudios universitarios, no me puedo aventurar mu cho en el tema, pero he ledo tanto sobre la pro gresin de los animales a lo largo de los siglos que al final ya no sabemos si venimos del mono o del pez espada, y digo esto porque he ledo alguna vez que la vida sali del mar. Tiene esto que ver algo con los pjaros Lo tiene, s seor. Y eso del ra ciocinio qu es Parece ser algo que va ms all del instinto natural de las especies para la su pervivencia. Yen los humanos se aade el hecho de poder pensar, lo que los hace racionales. Pero dnde est la frontera entre unos y otros Porque est claro que para la mejora de las razas y como he ledo tantas veces se han transformado los ani males en posicin superior, incluso el hombre, como asegura algn sabio naturalista, que viene del mono. Estoy hecho un lo y todo esto viene a cuen to de un sucedido protagonizado por mi canario Pepe cierto da, que contar con toda clase de detalles para que vean mis queridos coterrneos en qu me he metido en el lo citado con todo eso de las mejoras de las especies y dems zaranda jas, por los detalles que pude ver en mi tocayo el da de autos. El nombre del sucedido podra titu larse: Me voy a gozar de la l ibertad lograda o me vuelvo a mi jaula, donde tengo el sustento y el ca rio asegurados. Una aciaga maana me encontraba yo en la cocina de mi casa, donde me dispona, como to dos los das, a la limpieza del habitculo de 471 Pepe y a reponer seguidamente los bastimen tos de comida y agua necesaria, primero en una palanganita, en la que se zambulla con gran al borozo, ya continuacin de su bao diario, ponerle el agua necesaria en su bebedero. A continuacin, reponerle el alpiste, junto con la negrilla que era de su preferencia. Ay, mis dilectos duendes, que con el alpiste ha venido enganchada una cereza en forma de recuerdo lejano que no puedo dejar de narrar an rompiendo el encanto de aquel da del sucedido que deseo contar, pues como deca el Tuerto de Camara a su hijo debajo de una hi guera: Mralas, hijo! Ahora estn naciendo las brevas, pero ya madurarn. Quiero decir con esto que cuando suelte la cereza enganchada se guir la aventura de Pepe en la ventana. TIENEN RACIOCINIO LOS PJAROS (II) (Rquiem por Pepe, un canario flauta que alegr mi vida durante muchos aos con sus alegres trinos y que se me ha ido al limpio olimpo de los pjaros cantores. Vaya por l este recuerdo escrito en seal de agradecimiento a la celestial msica que me dedic durante toda su vida) A Il por los comienzos de los aos treinta la pan dilla de amigos entre los que yo me encontra ba, organizamos un baile de disfraces que haba de celebrarse en el Coliseo Espaa, cuyo dueo era don Ramn Selles. Con dicho baile ganamos bas tante dinero, con gran desesperacin del dueo ci tado, que no comprenda cmo aquellos jvenes aventureros podan llevar a cabo tales negocios, habindose l de conformar con las cuatro perras que haba cobrado por el alquiler del local. Para celebrar el acontecimiento, por lo bien que haba salido todo y la ganancia habida, hi cimos una comida en el local de la Izquierda Re publicana, sito entonces en el nmero 18 de la ca lle Mdico Beltrn, cuyo encargado del bar conocamos bastante. Nos sentamos a la mesa a la hora conveni da y comenz el gape. El camarero fue sirvien do a los comensales y cuando lleg donde yo es taba me puso delante un platico de alpiste! con el consiguiente jolgorio de la pandilla. Yo me que d pensando quin poda haber sido el inventor de la broma que, por cierto, me hizo mucha gracia para llegar a la conclusin de que los autores de ella no podan ser otros que los tres mosquete ros, como yo llamaba: Joaqun Vera el Chimo, 472 Joaqun Amat el Toto y Pepito el Sastre don Jos Vidal. Tres elementos que llevo en mi carioso recuerdo, de los cuales los dos ltimos ya se fue ron a la verdad de Dios. De todas formas, salu dos, amigos! Para estos entraables compaeros, a los que yo llamaba, como he dicho los tres mos queteros, ha sido la desviacin del tema enun ciado. Para rematar la faena dir que yo me con sideraba DArtagnan. Y si me perdonan mis queridos coterrneos que haya salido engancha da la cereza de este grato recuerdo, de los pja ros prosigo la relacin, como le dice el Prior del convento al hermano Rafael en la zarzuela La Do lorosa. Entretenido como estaba con la faena de asear a Pepe y ponerle lo que necesitaba, no me di cuenta de que la puerta de su jaula la haba de jado abierta y de repente, soltando un alegre tri no, sali el pjaro como una flecha, pasndose en el alfizar de la ventana del vecino, despus de cruzar el patio. Si he de decir la verdad, los primeros mo mentos de su huida fueron, adems de la sorpresa, de una intensa alegra por la faena de mi tocayo, pues denotaba que quera la libertad, como creo Los ESCRITOS DE Jos !OVER GONZLEZ DE LA HORTETA que todos los pjaros en estas circunstancias. Pero reaccion rpidamente y exclam: Arrea, se me ha escapado Pepe!. El hombre se dio la vuelta en donde estaba y se me qued mirando. Yo dando gritos y ha cindole seas con las manos para que volviera, pero el to, por la ventana donde estaba, se col en la cocina del vecino. Qu hacer en estos tr gicos momentos Sal tambin volando como quien soy a la casa de enfrente, por si all lo po da recuperar, pero result que no haba nadie. la vecina de al lado me dijo: don Jos, no toque que no estn, se han ido a comprar, creo. Volv muy apesadumbrado a mi domicilio, maldiciendo mi torpeza por haber dejado la puer ta de su jaula abierta. Una vez le vi a mi herma no catorce jilgueros en el patio de su casa y nun ca se dej abierta la puerta de ninguna jaula ni se le escap pjaro alguno. Y yo, tonto de m, con uno slo en casa y me ocurre esto. No hay ms remedio, me dije. Pepe ha es cogido la libertad. Y me acerqu a la ventana de la cocina con la ilusin de verlo otra vez. Y pen sando, pensando se me fueron los recuerdos a mi niez, a la Plaza de arriba durante la feria. Durante varios aos vi a un hombrecico que se pona en la parte de la plaza y su negocio era el trabajo de un par de periquitos que llevaba y una mesita don de haba muchas tarjetas mezcladas. La buenaventura, seores! La buenaven tura! Por diez cntimos se enterar de su porve nir. Total, se trataba de que Vd. le entregaba las perras y el hombre ordenaba a uno de los peri quitos que eligiera una tarjeta del montn. Efec tivamente, sala el simptico pjaro de su jaula y con el pico coga una tarjeta y se la entregaba al cliente. Era un espectculo sorprendente ver aquellos animalitos de Dios con la presteza y ale gra que salan, rebuscaban la tarjeta y se la da ban a la persona que les indicaba el dueo del ne gocio. Yo me pasaba all las horas muertas viendo el espectculo aquel de los periquitos sabios, como deca el hombre. Tiene esto algo que ver con el ttulo de este trabajito Cmo una simple ave cilla poda realizar tamaos manejos por una or den de nadie TIENEN RACIOCINIO LOS PJAROS (II (Rquiem por Pepe, un canario flauta que alegr mi vida durante muchos aos con sus alegres trinos y que se me ha ido al limpio olimpo de los pjaros cantores. Vaya por l este recuerdo escrito en seal de agradecimiento a la celestial msica que me dedic durante toda su vida) E stimadsimos paisanos criollos y forneos. A lo largo de mi vida he visto que muchos irracio nales son amaestrados y obedecen con las rde nes de su cuidador. Esto es tan verdad como de ca el to Moncho, fabricante de alborgas de esparto: maana sale el sol por los Chaparrales y si no sale es que est nublao. Hay sin embar go, un pero muy gordo en todo esto. El animal que sea recibe la orden de ejecutar lo que se le in dica y obedece porque piensa que si no lo hace no hay comida o recibe algn palo que otro. Es de cir, que algo piensa cuando le dan la orden que TIENEN RACIOCINIO LOS PJAROS sea. Entonces, si piensa es que hay conciencia y esto, a mi modo de ver, puede conducir al racio cinio. Y aqu queda mi conclusin y que los seores profesores y sabios en el estudio de la Naturale za saquen la verdadera solucin del tema escri to, si es que hay alguna. Todos estos pensamientos los hilvanaba yo mirando por la ventana de la cocina la casa de enfrente, donde se haba metido Pepe en su huida domiciliaria. De repente oh manes de la buena nueva!, en otra ventana del vecino, muy cerca de la ma, aparece Pepe de un saltito 473 y se me queda mirando. Cerca, muy cerca de m. Yo, entonces, muy bajo para no espantarle, le empec a decir una serie de tonteras para que entrase en casa y l, dando saltitos y algn que otro trino alegre, no me haca ni caso. Yo no saba qu hacer, si salirme de la cocina para que entrara o intentar cogerlo, cosa que poda ha cer dada la poca distancia que haba entre una y otra ventana. Pero... y si al intentar hacerlo levantaba el vuelo y me dejaba con dos palmos de narices As estuvimos los dos como abejorugos un lar go rato, l dando saltitos y yo dicindole tonter as. Al final se decidi y dando un salto se pos en el alfizar de mi ventana. Yo tambin me decid y le agarr con mimo dicindole Ven aqu, gra nuja! y lo met en su jaula. Qu conclusin, queridos y apreciados con tribuyentes, se puede sacar en este mundo mi querido to Gaspar, que fue muy dado a los refra nes, es muy posible que alumbrara con alguno de los suyos y yo viera con ms claridad el compor tamiento de Pepe. Pero como mi to no estaba ni yo he podido estudiar ciencias naturales, me quedo en mis creencias expuestas, esas de que si un animal piensa es que hay en l conciencia. Y de ah no me sacarn, como dice el tro de doc tores de El Rey que rabi, famosa zarzuela en la que estos doctores se quedan en la frontera de lo que pueda ser. TIENEN RACIOCINIO LOS PJAROS (IV) (Rquiem por Pepe, un canario flauta que alegr mi vida durante muchos aos con sus alegres trinos y que se me ha ido al limpio olimpo de los pjaros cantores. Vaya por l este recuerdo escrito en seal de agradecimiento a la celestial msica que me dedic durante toda su vida) D espus de meterme en este galimatas de los refranes de mi to Gaspar y los doctores de la citada zarzuela, no tengo ms remedio que ex planarme en profundos pensamientos fi losficos sobre los misterios de la Ciencia Natural, porque cmo se puede medir el raciocinio de algunos irra cionales como son los pjaros Porque lo que ha bis ledo sobre el comportamiento de mi canario Pepe cuando como hijo prdigo volvi a su ventana lo vi yo mismo. No volvi por comida ni por temor al castigo ni por hbito de lo que haba he cho antes, pues no hizo nunca tal cosa. Y si a esto aadimos el ansia de libertad de la especie voltil, pues me quedo ms fro en esta cuestin que el to ese que invent lo de eres ms fresco que una lechuga. Oiga, oiga! Tngase, hombre de Dios! irrumpe con incontenible denuedo mi duende sensorial Cantageso S, seor de la Horte 474 ta, que las lechugas no se quedan fras, se que dan frescas y mi deber es aconsejarle a Vd. que no confunda la naturaleza de los trminos de su perorata tan simple. Bueno, bueno, severo Cantageso! Tienes mucha razn, porque el que invent eso de la lechuga no dijo eres ms fro, sino eres ms fresco. As que dejamos las lechugas en el bancal y prosigamos con el posible raciocinio ese de los pjaros. Sumido en profundas meditaciones sobre todo esto me encontraba un da cuando o una gran algaraba en los terrenos que hay al pie de las ventanas de mi casa, era una gran cantidad de chiquillos y al escuchar que el tema de sus gri tos era que se haba escapado el pjaro, me aso m preguntando qu pasaba. Se nos ha esca pado un periquito! Lo ha visto usted Porque nos han dicho que estaba por aqu. No, hijo les dije porque el nico pjaro que veo es cuan do me miro al espejo. Pero, cmo ha sido eso. Nada, que mi hermano andaba con la jaula y se conoce que dej la puerta abierta y se ha dado el piro. Perdn, seor, quiero decir que se ha esca pado. S hijos, s, ya comprendo. Y no ha vuel to. Qu va! Andamos ya lo menos dos horas buscando y no le hemos visto el pelo, bueno, quie ro decir las plumas. Y menudo se va a poner mi padre cuando venga a casa y sepa lo ocurrido con Pitus, que as le decimos en casa. Bueno, cha vales, que haya suerte y lo encontris. Las profundas meditaciones en que me en contraba sumido cuando escuch a los chiquillos buscando a su pjaro, se acentuaron al retirarme de la ventana. Qu misterio es ste, Seor Un pjaro que se escapa y vuelve mientras otro no lo hace. Tie ne ms conciencia mi Pepe que el Pitus de los chiquillos Es que mi canario haba pasado ya la frontera que separa a los racionales de los irracionales Dios bendito! Dnde se encontra r la contestacin a este misterio Quin pudie ra tener la conformidad del to Piculilla, el de la Casa Plaza, que sola decir en casos de incer tidumbre: cuando no veas la cosa clara, coge una manta y chate a dormir. Bueno, la verdad queridos coterrneos, es que meter aqu lo que deca el to Piculilla no parece serio, dada la profundidad de mis medi taciones sobre la cuestin, pero lo cierto es que no se me ha ocurrido cosa mejor para salir del em brollo ste de los pjaros. Si yo fuese un docto y sesudo hombre de ciencia quiz sabra el porqu de las cosas, pues aunque a lo largo de mi vida me he doctorado en muchas disciplinas lo ha sido a estilo libre, por no haber pasado por nin guna universidad, donde se dice tres ms tres son seis y en el estilo libre de enseanza muchas veces tres ms tres son siete. Todo esto me lleva a la triste conclusin de que nunca sabr por qu mi canario Pepe vol vi a la jaula y el Pitus aquel no lo hizo. Lo cual me aconseja que deje esta historia y me despida de mis lectores con saludos elderos. El autor no lleg a ver publicado esta parte de su artculo que sali publicado en el Valle de fecha 4 de abril, pues el seor foyer Gonzlez de la Horteta, falleci el domingo 24 de marzo. D.E.P. 475 PAPELES PSTUMOS DE JO VER GONZLEZ DE LA HORTETA NOTA DE LA REDACCIN: continuamos publicando los artculos que nuestro desaparecido amigo y colaborador .lover Gonzlez de la Horteta , nos fue enviado para su publicacin y que por su longitud acostumbrbamos dividir en varias semanas, lo que seguiremos haciendo con los que quedan en nuestro archivo hasta su terminacin. Esperamos que nuestros lectores, que seguan con inters y agrado estos trabajos tan eldenses, continen prestando su atencin a estos recuerdos, que con tanto gusto escriba el fallecido Seor de la Horteta, como ltimo homenaje a su memoria. EL NMERO 9 DE LA CALLE DE LA PISTOLA (I) (Estampa eldera de un rincn del viejo barrio que la desidia de nuestro pueblo ha hecho desaparecer) R esulta un poco fuerte al anatema que, como medalla de regalo, lanzo a mis coterrneos an tiguos y presentes, por el espectculo triste de ver desaparecer sin remedio todas las calles que ro dean nuestro viejo alczar. Aunque, si se mira bien, no hacen ms que seguir la huella del que les dio vida para que lo arroparan con sus latidos humanos y conseguir un Elda prspera en el fu turo que tan rpido lleg que no van quedando ms que los ripios de sus casas. Tengo que confesar con cierto rubor que no soy nada original en la imposicin de la medalla citada, pues ya en el pasado siglo nuestro eximio eldero don Lamberto Amat les coloc a sus pai sanos el aadido de negligencia, que ya roza el cdigo Penal. Habra que saber las cosas tan gordas que, a lo largo de su vida, vera el hombre en el entorno de nuestro pueblo, yo me conformo con la primera calificacin y aunque a lo largo de mi vida he visto lo mo, me limito a citar el caso de nuestra flamante Feria Internacional del Cal zado y Afines, que en la actualidad no se sabe si, adems de llevarse los zapatos a otro sitio, se lle varn tambin las piedras del barrio viejo, poder plantar algn da lechugas y similares, pues huer ta en nuestro querido valle de Elda ya no queda. 476 La calle del la Pistola, que anteriormente se llam de esta manera yen la actualidad tena el nombre del eminente cientfico don Santiago Ra mn y Cajal, es una calle que tena su nacimien to al final de la del Castillo, y al llegar a la pare tica, giraba a la izquierda y llegaba frente a la placetica de San Antn, cruzando o saludando a las calles Estralazo, a la izquierda, y Clrigos a la derecha. Si nombro todo esto en tiempo pasado es porque de tal calle no queda ms que, precisa mente, el nmero 9. Una casa que compr mi querido padre por la fantstica suma de entonces de 7.000 reales. Un buen da, me visit mi sobrino Jos Ma nuel Herndez Jover y, como siempre que me vi sita me rinde todos los avatares de Elda que sa tisfacen mis deseos de estar al corriente en todo lo que significa Elda para m. En la ltima ocasin que me visita de inter cambio de noticias hablamos sobre desaparicin del viejo barrio, y concretamente sobre la calle de la Pistola, me dijo que de esta calle slo queda ba el nmero 9, la casa donde pas muchos aos de mi vida, ya que despus de deambular de Nor te a Sur en mi niez desde el nmero 34 de la ca Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Ile de las Virtudes donde vine al mundo, hasta la calle de Pars yen varios sitios ms, recalamos en la calle de los Clrigos donde, como ya he dicho, mi progenitor hizo un extraordinario esfuerzo fi nanciero y compr la casa nmero 9 de la calle Pis tola. Muchas veces he pensado la cantidad de pa res de cadete clavados con tornos (clavitos de latn) que habra tenido que llevar del taller para ahorrar siete mil reales que le cost la mansin. En esta casa entr de nio. All me hice y all se me fueron desarrollando todos mis afanes li terarios, musicales y deseos de aventuras, dentro de mi modestia, como es natural. De all alc el vuelo en la primera ocasin que me dio por la aventura y fui a parar a Francia, con una corta es tancia en Barcelona para reposar el vuelo y do cumentarme sobre la metafsica de la vida en la libertad sin un duro en los bolsillos. EL NMERO 9 DE LA CALLE DE LA PISTOLA (II) (Estampa eldera de un rincn del viejo barrio que la desidia de nuestro pueblo ha hecho desaparecer) E n la Ciudad Condal se estaba desarrollando la famosa Exposicin de los aos 28-29, y me qued con cara de calandria enamorada la primera noche que desde la plaza de Espaa vi las mo numentales fuentes iluminadas subiendo desde una ancha avenida hasta el Palacio Nacional. Mis afanes en aquellos das eran los de ir a Francia, y en casa de un paisano que viva en la barriada de Sans, donde pas unos das, se re solvieron mis deseos. Oye, muchacho, pero ya tienes todo lo necesario para viajar, pasaporte y dems No, seor Luis (pues as se llamaba mi anfitrin) no tengo nada de nada le contes t. Pues, hijo, vas bien documentado para ir por el mundo. Mira, ahora que caigo, es la poca de la vendimia y creo que con un simple papel que te hagan aqu, en la oficina municipal del barrio, podrs cumplir tus deseos, adems conozco a un paisano que vive en un pueblecito cerca de Nar bona y all te puedes dirigir para que te ayude en lo que pueda. Efectivamente, consegu el documento don de me haba indicado el bueno de Luis, en el cual se deca que iba a Francia para la vendimia, y al da siguiente me present en la estacin de Fran cia en Barcelona y ped un billete para Narbona, pues el pueblecito donde viva nuestro paisano era y seguir siendo en la actualidad Saint Andr de Roquelongue (San Andrs de Roca Larga, creo) muy cerca de Narbona. El de la taquilla de la es tacin se me qued mirando y me dijo que me da ra billete slo hasta Cerbre, que es el primer pue blo despus de pasar la frontera, y que all ya me daran la continuacin. Llegu a Cerbre ya atardecido y cuando iba a entrar en la estacin me par un adusto gen darme y me solt sin decir ms: Des pa piers! . Le ensee la documentacin que me haban dado en Barcelona y me dijo, en un castellano un poco raro, que con aquello yo no iba a ningn si tio, dejndome alicado el gabacho aquel. Pero como vio que en el papel deca que yo iba a Fran cia para la vendimia, me dijo que por las maa nas venan por all buscando personas para dicho fin y que seguramente alguno me contratara en seguida, pero que no me moviera de la estacin si no era de esta forma. Pues qu bien! Pas la noche all en la es tacin y a la maana siguiente consegu mi con trato de vendimiador con todos los pronuncia mientos favorables. El francs que me contrat form una tropi Ila con seis u ocho espaoles que haba como yo, EL NMERO 9 DE LA CALLE DE LA PISTOLA 477 slo que ellos la hacan todos los aos, con lo que me convert de cortador de zapatos en cortador de colgajos de uvas. El hombre me dijo que precisamente bamos hasta Narbona, pues tena sus campos por all cer ca. De charla con mis compatriotas me dijo uno que ya conoca el pueblo donde yo quera ir, dan do detalles de cmo poda tomar el camino a par tir de Narbona, as que al llegar a esta ciudad me despist del grupo y tom una carreterita que a los cuatro o cinco kilmetros, segn me dijo, me de jara en el pueblo. Cuando le dije a este amigo que yo iba a esa poblacin en busca de un paisano me dijo que l no conoca all a ms espaol que un seor bastante mayor, llamado Pedro Pardo, que tena una gran finca a la entrada del pueblo; que le preguntar a l y seguramente me informara a mi satisfaccin. En estas cavilaciones andaba cuando ya cerca de mi destino vi avanzar por la carretera a un elemento montado en uno de esos caballos per cherones que hay en el Medioda francs y me dis puse a preguntarle por la finca del Sr. Pardo, para lo cual hice alarde de un francs que an hoy me ruborizo al recordarlo. Lo escribo como lo dije, lean y juzguen: Al, mesi! Le finque de Pierre Pardo si vu pie El tipo, que me cal al instante. Se me qued mirando y le dio una explosin de risa. Cuando se le calm, me dijo con mucha sorna: N0000! Si soy de Villena!. Y entonces, al que le dio la explosin de risa fue a m, al or el son sonete tan particular de nuestros convecinos vi I leneros. EL NMERO 9 DE LA CALLE DE LA PISTOLA (III) (Estampa eldera de un rincn del viejo barrio que la desidia de nuestro pueblo ha hecho desaparecer) C uando le dije que iba en busca de un amigo de Elda, que era zapatero, me cort rpidamen te: S, ese es el pistachero, que hace remiendos y adems vende pistachos y de ah el sobrenom bre. Total, que me encamin sin ms problemas a la casa del que yo buscaba, que result ser un Mauro de los Mauros del callejn del Pandorgo, fa milia a la que yo conoca perfectamente pues vi van dos casas antes de llegar a la del to Gaspar el ciego. Figrense si conoca yo a los Mauros, aunque este de Francia deba ser el mayor de ellos y yo no le conoca, solamente al ms pequeo de ellos que era de mi misma edad o poco ms. (...Se presenta el adusto y antiptico capa taz de mis duendes y cuando yo esperaba una fi lpica por haberme salido del tema objeto de este trabajo me dice muy simptico: Seor de la Hor teta ! En esta oportunidad no le voy a decir nada sobre su contumaz costumbre de salirse de los te 478 mas en sus relatos, como buscareta, de flor en flor de panicardos, pues ya s su idea de honrar la me moria de un eldero que muri por la Patria como se deca antes. Adelante, que la calle de la Pis tola le espera al fi nal de este simptico recuerdo.) La idea de honrar la memoria de este hijo de Elda se me ocurri en Barcelona, cuando mi ami go Luis me encamin a este pueblecito de Fran cia, y como resulta que cuando ocurri lo que re lato a continuacin apenas tuvo resonancia en nuestro pueblo, creo llegado el momento de ren dirle los honores a quien dej su vida en Marrue cos, y que as pase a la pequea historia de los que, como ya he dicho, murieron por la Patria. En el ao 21 ocurri, como ya es sabido, el de sastre de Annual, donde se llen de oprobio el ge neral Silvestre, pues los moros hicieron retroceder hasta Melilla a los pocos soldaditos espaoles que quedaron con vida. All, en Monte Arruit, delante de las paredes del fuerte, qued el cadver de este Mauro, paisano nuestro a quien me estoy refi riendo. Yo asist a la explosin de dolor que se pro dujo en su casa del callejn del Pandorgo al sa berse la noticia de su muerte en tan triste cir cunstancia. Poco o nada se hizo entonces en Elda por tan triste sucedido, que yo recuerde. Por eso ahora, al cabo de los aos, aprovecho la ocasin para dedicarle un carioso recuerdo a este paisano nuestro. Y si hay en Elda descendientes de aque llos Mauros de mi viejo barrio, les envo mi ms clido recuerdo de sus mayores y un fuerte abra zo para ellos. La calle de la Pistola, en mis tiempos juve niles, era como la totalidad de las calles de aquel barrio, un paraso de sosiego y tranquilidad. Ha bitada por gentes zapateras y donde las puertas de las casas casi nadie cerraba ni de noche. Yo re cuerdo que la cerradura del nmero 9, que era mi casa, era una si l la que se pona detrs de la puerta. Jos, arrima la silla! era lo que mi que rida madre me deca cuando me oa llegar por las noches, porque yo tena la costumbre de limitar me a empujar aquel portaln de una sola hoja que por lo menos pesaba cuarenta arrobas. No lo mo va ni el ms fuerte viento que hiciese. Recuerdo la broma que le gast a mi madre durante la guerra, cuando se andaba escaso de material para hacer la comida que haba o para calentar se algo en los das fros. Madre, cuando te haga falta combustible para el hogar/l, echa mano de la puerta, que ah tienes lea abundante!. La casa nmero 9 de la calle de la Pistola era una casa muy singular: Se conoce que la hicieron los moros. Constaba de planta baja, altos y una especie de bodega don de estaba el cuarto de aseo. El arquitecto o ma estro de obras que la hizo debi quedarse ms fresco que una lechuga por su obra. La casa es es quina a la calle de la Comadre y dando a dos ca lles como se explica, solamente tena dos puntos de luz del exterior. En la planta baja, el portn de entrada y se acab. La entrada, la cocina y un cuarto al final, slo se alumbraban cuando se abra el citado portn, que da a la calle de la pistola. Y en el piso de arriba, dem de lienzo, una ventana que da a esta calle. EL NMERO 9 DE LA CALLE DE LA PISTOLA (IV) (Estampa eldera de un rincn del viejo barrio que la desidia de nuestro pueblo ha hecho desaparecer) A qu haba una variante, pues al final de la parte de arriba haba un ventanuco que daba a la finca de al lado en la calle de la Comadre sobre el tejado, por donde transitaban todos los gatos del barrio si estaba abierta. En verano era una delicia la lucha entre mi hermano Manolico y yo: Jos, cierra la ventana que entran los ga tos!. Djalos, hombre, que hace mucho calor yyo no puedo dormir! Adems, mientras pasen por ah los gatos no hay ratones. Lo raro de la edificacin de esta casa es que todo el lienzo de la pared en profundidad daba a la calle de la Comadre y le dieron la entrada por la calle de la Pistola. Repito: los que hicieron este edificio quedaran contentos de tal birria, pero es el caso que all pas muchos aos de mi vida y le tena ior. Adems era, segn decan, la mejor casa de la calle. No s, como no fuese porque era la nica que tena bodega... Lo que s tenamos eran muy buenos vecinos. En el nmero 7, tambin esquina a La Comadre, viva Santiago Taquilla, casado con una Per lasia. l, buen zapatero y estupendo jugador de pe lota a largas. Ella, simptica mujer, hacendosa y 479 siempre dispuesta para lo que fuese en la convi vencia con las vecinas. Yen los bajos de esta casa atencin, seor cronista oficial de la ciudad! vino a vivir el to Perico el Gitano con su fami lia. Hombre afable y serio, con su gramtica de tra tante al brazo. Eran los tiempos en que yo anda ba de periodista callejero y siempre que me vea llegar a casa me preguntaba lo mismo: Jose co! qu dice el peridico hoy Yo, con gran des parpajo, le deca alguna cosa que fuese de inte rs en el peridico. Fue el primero de esta etnia que vino a Elda, de ah mi toque de atencin por si el dato es de inters para la crnica del pueblo. En el nmero 11, en los bajos, viva el to Cachiporro con su familia. Grandes amigos de mis padres el matrimonio y los hijos mayores, el ms pequeo, Luis, era de mi edad y por lo tanto era de mi panda. En los altos viva Pepico el Sebo, famoso zapatero de caballero y muy co nocido en Elda por sus labores artesanales. Tena dos hijos, el mayor Manolico, empleado de banca que entonces en este barrio viejo era de gran ca tegora entre sus convecinos. El menor, tocayo mo, acab en fabricante de calzado de seora suela vuelta de lo mejor de Elda. De raza le ve na al galgo, pues como ya he dicho su padre fue un fuera de serie con los zapatos, pues no sola mente haca maravillas con ellos, sino que ade ms se confeccionaba las herramientas para su fabricacin. Esta casa n. 11 era de caractersticas pa recidas a la ma, slo que al final tena un ven tanal que daba al Oeste y por lo menos tenan aire de Norte a Sur. La calle de la Pistola tuvo durante algn tiempo una decoracin inusitada. Un buen da lleg a casa mi buena madre con una macetica ms bien pequea y en el centro de ella, muy er guida, una matica de fucsia. Yo no haba visto nunca esta clase de vegetal, pero a juzgar por el orgullo que traa mi progenitora con ella, deba ser algo importante, pues desde el da que entr en casa se cambi el horario de costumbres fami liares: Madre, pon la comida, que ya es la hora de ir a trabajar!. Esperad que entre la mace ta, que ya ha tomado bastante el sol esta maa na. Se deduce de esto que le sacaba a la calle todos los das porque en aquella casa no entr nunca el sol como no fuera por espejos o embo tellado. EL NMERO 9 DE LA CALLE DE LA PISTOLA (y V) (Estampa eldera de un rincn del viejo barrio que la desidia de nuestro pueblo ha hecho desaparecer) E l caso es que la matica aquella iba creciendo y de comn acuerdo con su marido, que era mi padre, la trasplantaron un buen da a un recep tculo mayor para que no sufriera, segn ellos. As que un da lleg mi madre con una ma ceta que pareca un cosiol de grande y mi pa dre trajo tierra no s de donde y abono de no s qu y la acomodaron en su nueva vivienda. Habis visto un color tan bonito como el de la fucsia Todos los tonos del rojo condensados en uno solo. 480 A partir del cambio de maceta aquello se puso de color de hormiga, como dicen en Venezuela cuando una cosa est difcil. Resulta que mi ma dre segua con su costumbre de sacar a la calle la dichosa maceta todas las maanas, pero aho ra el peso no era el mismo que antes y muchos das tena que pedir ayuda a alguna vecina para que la fucsia pudiera tomar el sol. La dichosa maceta con la fucsia fue el asom bro del barrio y an de ms all de las dos pla zas, es decir, que traspas la frontera de las gen Los ESCRITOS DE Jos JODER GONZLEZ DE LA HORTETA Hacia el casco antiguo. Aos 70. Panormica zona centro. Aos 70. LBUM FOTOGRAFICO Final calle Virtudes. Al fondo, replaceta del Castillo. Arios 70. Panormica descendente de la calle Ramn y Cajal. Principios de los aos 70. ....... jz . Mercadillo en la calle (Mercado Central). Aos 70. Pandilla de jvenes modernos a principios de los aos 70. Los ESCRITOS DE JOSi .101/FR GON1ALEZ DE LO HORTETA Jardn del Casino eldense. Arios 70. Panormica. Arios 70. LBUM FOTOGRAFICO Parte del casco antiguo. Aos 70. Panormica ascendente de la calle El Castillo. Principios de los arios 70. Placeta Las Parras. 1970. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Proximidades del Castillo. Aos 70. Panormica de la iglesia Santa Ana y casco antiguo. Aos 70-80. Regresando a Elda por la curva de Idella, en la carretera nacional. LBUM FOTOGRAFICO Replaceta en la subida al Castillo. Aos 70. Subida de la calle El Castillo. Venta de fl ores en los alrededores del Mercado Central. 1970-71. Aguinaldo de Navidad en el cruce Dahellos-Jardines. 1971. LBUM FOTOGRAFICO Panormica de Elda desde el lmite con Petrer. 1971. Calle Ricardo Len. 1971. Callejn que una la Placeta San Pascual con la calle Linares. 1971. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Calle Martnez Anido, hoy Juan Carlos I. 1972. Inicio de la calle San Roque. 1973. LBUM FOTOGRFICO Esquina del Guardia cuando an era carretera general. 1972. lsirli . 1.,f,Irrttlo Isidro ilguarlo ijo 11 1~ Alirrino /Igurtdo y I Inos. r IJ 1907 - 1 9(() ,l , k , /latio hlf , s. Sidesor 110i 1,0(5 111,0 I Fundador y continuadores de la saga Hormas Aguado hasta 1973. Los ESCRITOS DE JOSE JODER GONZALEZ DE LA HORTETA Ambiente en una agencia de viajes. Aos 80. El Zafranero en su periplo diario por la ciudad. Arios 80, Mercadillo Virgen de la Cabeza. Aos 80. LBUM FOTOGRAFICO Calle Coln, al fondo Casa de Rosas an sin rehabilitar. Aos 90. Escaleras de la calle Clrigos, subida desde la avenida Novo Hamburgo. Alberto Navarro Pastor. Cronista Oficial de la ciudad. Calle Espoz y Mina. Arios 90. Los ESCRITOS DE Jost JOVER GONZALEZ DE LA HORTETA Venta de caracoles en el exterior del Mercado. Calle Gonzalo Sempere en la actualidad. LBUM FOTOGRAFICO 000Z 1101.1EN Di Ed 01:J OD DID rulapow riSO, olegio Padre Al anjn Elda ilnilgMEMZ Calle La Pursima en la actualidad. Solar a espaldas del Ayuntamiento, restos de la calle El Castillo, en la actualidad Calle La Pursima en la actualidad. Valle de Elda, un antiguo nmero especial, y un ejemplar habitual. VALLE DE ELDA - IDA Y blk, thSTAS MAYOR! /LIE elita ElD.4 Lo Geoeralhat reduce o lo nrilod lo subvendon el Moseo del Calzada hdig sms bb sas. swoss s Irss t* .-nol lo *ea ie Moldea er Lit fit...0.4, 44 appoTimo --- Los ESCRITOS DL JOSE JOVER GONZALEZ DE LA HORTERA tes humildes del barrio a la Elda de ms al Sur, con sus ciudadanos ms acomodados. Una maana aparecieron por all dos seo ras, de gente principal por su aspecto, pregun tando por Mara Dolor la Pajarica. Al final de la calle del Castillo, donde llegaron con la lengua fue ra, le preguntaron a la Carotera, llamada as porque confeccionaba carotas y gorritos para los nios y nias con pocos andares an por la vida. Cuando le preguntaron a sta dnde viva la duea del monumento vegetal que era la mace ta de la fucsia, de mi madre, acompa a las se oras hasta mi casa, intrigada por aquella visi ta tan inusitada. Mara Dolor! Ests ah Sal, que te bus can estas seoras. Sali mi madre y vio a las dos seoras que estaban admirando la fucsia embobadas y ha ciendo aspavientos ante su belleza. Buenos das, seoras! Preguntaban Vdes. Por m. Ah!, perdone Vd., Mara Dolor, es que nos haban dicho que tena Vd. una maceta de fuc sia fuera de serie, y como mi amiga y yo somos afi cionadas a las flores, estbamos intrigadas por ver esta planta que tiene aqu, de la que nos ha ban hablado mucho. Ahora vemos que se hab an quedado cortos, pues esto no lo habamos vis to nunca. Cmo ha podido Vd. criar esta hermosura. Ante el aluvin de loas y preguntas por la maceta, mi madre estaba ms esponjada que un bizcocho borracho y no saba qu contes tar. De dnde sac Vd. esta planta Le dieron algn esqueje. Mi madre sali de su aturdimiento y les dijo que la compr de un hombre de Villena un mar tes en la Plaza de Arriba. Era muy chiquitina y me gust mucho, y ya ven cmo se ha puesto. Yo le pregunt al hombre precisamente eso, si era de un esqueje, y me dijo que no, que de esa manera no se reproducen estas flores, as que no puedo decirles ms sobre esto. Qu lstima! dijo una de las seoras porque de verdad que esto es una cosa extraordinaria, pero en fin, ya la hemos visto yes algo de/o que nos acordaremos mucho. Se marcharon las dos seoras por donde ha ban venido y all se qued mi madre en alegre pl tica con la Carotera y admirando la maceta de la fucsia. Tendr que unir la maceta de mi madre a tres cosas extraordinarias de nuestro valle fuera de se rie y dignas de ser anotadas en su historia. La ma droera que hubo en la finca que llambamos la balsa de los pescaos en trmino de Petrer, cuyo rbol de madroos sobrepasaba la casa de dos pi sos que haba all. O el eucalipto que hubo en el edificio de D. Eliso Verd, donde tuvo su acade mia en la segunda poca. Segn me dijo Paqui to Verd tenan que escombrarlo muy a menudo para que no creciera ms y arruinara la finca. O el pino de Paco el Caillo en su finca del Cami no de Carro, ya cerca de La Jaud. Este rbol era el sitio de juegos de la colonia de cuervos que hubo en la Pea del Sol en tiempos pretritos, donde un da que iba yo a ver a mi padrino Pansilla se me ocurri querer subir a ver los pjaros y tuvieron que salvarme unos buenos elderos que estaban es combrando un olivar all cerca y con las escale ras de su trabajo pude llegar al suelo sano y sal yo. Todo se lo llev el incontenible correr del tiempo y tambin la bella fucsia de mi querida ma dre se agost y desapareci con gran pena de ella, que no pudo salvarla por ms manipulacio nes de trasplantar esquejes que hizo. Lo que no de sapareci y sigue viva en mi recuerdo es la ima gen de la seora Mara Dolor la Pajarica en la puerta del nmero 9 de la calle de la Pistola, ad mirando la maceta de la bellsima fucsia puesta al sol, como todas las maanas, para que lucie ra sus bellas flores y le diera el aire, como deca ella. Todo lo escrito son recuerdos de mi vida y los recuerdos son tambin flores que no se agostan. rt [VI) ! C .f 1,1 481 LOS INDIOS. LOS CHAMORROS, LOS DEL MONTE CALVARIO Y LOS DE LA CALLE SAN ANTN (I) (Epopeya eldera, en Re Mayor vetusto, de recuerdos ya un poco fanos por los tacos del Sr. de la Horteta) C uando, lanza o bolgrafo en ristre, me dispo na a desgranar en las cuartillas secuencias vividas de mi poca de babatel, me asalta con rui do de meninges mi duende Cantageso y me dice en tono ms bien paternal lo siguiente: Sr de la Horteta, los recuerdos que Vd. se apresta a narrar en su inconfundible estilo de historiador de tres una perrica, no haga que desmerezcan por respeto a los sectores y teniendo en cuenta que cuando sucedieron era Vd. un pajarico casi de nido. As que no le digo ms, tese Vd. bien las ata piernas y no deje en mal lugar las ondas de Ra dio Orejas que en aquellos das tan lejanos en traron en su mollera y perdone la expresin. ltem ms; procure no dejarnos en mal lugar a los que formamos su reserva de ideas claras y luminosas. Despus de or esta atronadora advertencia comprendern mis queridos coterrneos, criollos y forneos todos, que s, que tengo bien atadas las atapiernas y que procurar dejar bien alto el pa belln de mis recuerdos elderos. Sin embargo, me tomar la licencia de esparramar a lo lar go de mi trabajo algunos granitos imaginativos para darle sabor al contenido. Mi querido amigo Rodolfo Guarinos Amat me visit das pasados acompaado por su hijo Gua rinos Cabrera, tercero y junior de la dinasta y, como siempre que me visita ste y otros amigos, charramos de lo mismo, de Elda y sus aledaos. En esta ocasin sali en el transcurso de la chchara la odisea que protagonizaron durante muchos aos una panda de amigos que se titu laban Los Indios. Nunca se supo por qu el nombrecito, pero el caso es que as fue, con su jefe indmito y todo. Hombre, Pepe me dijo el Guarinos senior por qu no hilvanas un trabajito sobre esto. 482 Retruc el Guarinos junior: Eso, eso me gusta ra mucho enterarme de esa parte de la historia de nuestro pueblo. Pues no se hable ms, queridos amigos, tendris vuestra historieta sobre los Indios y otras tribus que poblaron el valle al mismo tiem po que ellos. Aquel mismo da, despus de comer, me arre llan en el silln del comedor y me qued dormido. Influenciado quiz por la conversacin con los amigos antes citados comenc a ver los ver des prados La Sirma, Huerta Nueva y el Monas til pletricos de bisontes y otros animales sal vajes y de las feroces tribus de los comanches, navajos y sioux en sus luchas de siempre... Madre, que vienen los indios!. Qu dices, Jos Vienen en son de guerra. S, madre, vienen dispuestos a cortar todos los rabillos de los chamorros del pueblo. Pues nada, hijo, cie rra el gallinero, no se vayan a llevar alguna ga llina o hacer alguna trast gorda... No madre, esos indios no roban gallinas, slo se divierten con sus bromas y juegos. Ah, s Pues ayer por la maana, en la plaza, la tia Polonia, esa que vende bontalo, atn de zorra y otras cosas, estaba diciendo que hace unos pocos das, en las Cuatro Esquinas, tenan tres o cuatro de esos que llaman indios a uno y le queran cortar el cue llo!. Ay, madre, que barbaridad, lo que que ran era cortarle el rabillo del chamorro o boina que decimos. Parece mentira que viviendo la ta Polonia en el nmero cuatro de la calle de la Caamona, casi esquina a la tienda de Mara los Platos, diga que le queran cortar el cuello, cuando lo que hi cieron fue caparle la boina a uno de la partida de los Chamorros. Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA LOS INDIOS. LOS CHAMORROS, LOS DEL MONTE CALVARIO Y LOS DE LA CALLE SAN ANTN (II) (Epopeya eldera, en Re Mayor vetusto, de recuerdos ya un poco fanos por los tacos del Sr. de la Horteta) A l llegar aqu, me despert de mi turbulenta siesta. De ella me quedaron las hazaas de los Indios y el recuerdo del dueo de la tienda de Mara los platos hoy Casa Pepe que fue du rante bastantes aos abanderado de la Santa Cecilia y que con su corpachn llevaba con gran garbo la ensea de la banda de msica. Sirva esto ltimo para la pequea historia de nuestro pue blo. Segn ondas recogidas de Radio Oreja, Elda, en el siglo pasado, ya tena constancia de las bandas organizadas para divertirse y alguna, como la Partida de la porra. Para lo que fuera menester, pues se cuenta que fueron muy bravos yen los pueblos de los alrededores les teman por sus hazaas. Pero como aquello queda muy lejos y Radio Oreja no confirma de visu los sucedidos, dejaremos el siglo pasado y nos trasladaremos a la segunda dcada del actual, donde ya Jos el Pa jarico deambulaba a sus anchas por los predios del Castillo y sus aledaos. Se presenta de improviso mi apreciado duen de Pasensia, jefe del negociado de Asuntos enrevesados, y me dice: Bien pensado, seor de la Horteta. Lo que Vd. no ha visto o tenido cons tancia de su veracidad, djelo para los historia dores, que revuelven archivos y manosean libros viejos, porque pudiera ocurrir que todo lo sucedi do se lo achacaran a su merced, como le pas a un artista genial y cmico de variedades, al que le endosaban todos los chistes que le inventaban por ah L Ramper se llam el cmico en cuestin. Todo esto lo aclara el comportamiento del to Sabino el del Marn, el cual, un da que esta ba cogiendo las olivas de un olivar que tena por los lados del Campo Alto, le dijo a su hijo peque o: Cuando hayas colocado las arpilleras deba jo del rbol, te vas cogiendo las olivas que al cances con las manos; las de ms arriba ya las coger yo, que para eso tengo la escalera. Has en tendido, nene. No estoy seguro de si la semejanza del to Sa bino queda muy aparente, para aclarar todo esto de Ramper, las olivas y los contadores de histo rias. Lo que s creo es que las avispados lectores sacarn la consecuencia exacta del embrollo y como somos de Elda diremos: Zapatero, a tus za patos. Vamos a ello, pues, con todas mis alas desplegadas. Cuando ya tengo las alas dispuestas, se me engancha una cereza en ellas y no tengo ms re medio que soltarla. Paciencia, querido lector, que el tocino no es de oveja y todo llegar en su mo mento y hora. Eso de cargarle a uno todos los mochuelos que vuelan en los decires de la gente, como es el caso citado de Ramper, es muy corriente. Aqu, en la vieja ldella, tengo un amigo que se le llama Pas cual Orgils o el Cachola, de la rama de los Ca cholas, fabricantes de calzado, que es uno de esos singulares personajes que atraen todos los simpticos acontecimientos sin que este seor haya tomado parte en ninguno de ellos. Yo lo saco a colacin porque en mi apelativo ornitolgico es el nico que me elev de categora. Yo de peque o fui Joseco el Pjaro; algo mayor, me llamaban Jos el Pajarico. Pero un da mi amigo Pascual me solt en la calle Nueva Arriba un (qHola, Pajare ta! que me dej cavilando durante un tiempo si adoptara un nuevo sambenito, porque sta es una bella avecilla que es la primera entre los plum feros pequeos que camina como los mayores, es decir, a pasitos graciosos y no a saltos como sus dems compaeros. Al final opt por mi dinasta conocida yen honor de mis antepasados me que d en Pajarico. )S (N/US. )s ( 11/1M(9R05. S un ifilRi)) Y j ( 1 , DE ,))):.:14 1 riNT(IN 483 LOS INDIOS. LOS CHAMORROS, LOS DEL MONTE CALVARIO Y LOS DE LA CALLE SAN ANTN (III) (Epopeya eldera, en Re Mayor vetusto, de recuerdos ya un poco fanos por los tacos del Sr. de la Horteta) E n cuanto a los mochuelos que se le asig naban a mi amigo Pascual slo contar uno, aunque la lista es larga. Y perdona, probo elde ro, que si no lo suelto se me funde la mollera. En la presentacin a quintas de Don Pascual Orgils el Cachola le pregunt el sargento que tomaba los datos de filiacin si tena alguna ob jecin que hacer, dado que le estaba viendo al ami go Pascual uno de sus ojos que pareca tenerlo algo ladeado, como es en verdad. Por lo que veo dijo el sargento no ve Vd. bien ms que de un ojo, no Si mi sargento dijo el quinto pre sente pero con el otro veo mejor que otros con los dos. Ah, s Pues nada, til para todo servi cio. Y a la mili se fue. Ms tarde, en nuestra gue rra, anduvo por tierras de Guadalajara, batindose como un bravo. Por Torija y todos aquellos para jes lo vieron en su da demostrando que en verdad con uno vea mejor que otros con dos ojos, aun que si hubiera querido no habra hecho la mili. Un fuerte abrazo de tu amigo el Pajareta. Todo lo escrito anteriormente es para que vean mis queridos coterrneos que cuando le da a la gente por la murmuracin le cargan a una per sona o a la entidad que sea todos los mochuelos imaginables. En el caso de los Indios o los Tan ques que tambin les decan algunos, en la se gunda decena del siglo. Al entrar en aos desa pareci la indiada y se volvieron polticos; fundaron el Partido Republicano Radical y de l sa lieron buenos elementos, como es el caso de nues tro paisano Angel Vera, que lleg a ser Goberna dor de Zaragoza y al que la rambla de nuestra guerra civil se llev desgraciadamente. Un piadoso recuerdo para nuestro querido paisano Angel Vera. Desaparecieron los Indios, como lo hicie ron tambin sus acrrimos enemigos los Cha 484 morros; se diluyeron en profesiones liberales, fabricantes de calzado y otras ocupaciones de negocios. Pero volvamos la vista atrs, cuando era mos jvenes y el genio eldero les bulla en las ve nas. Se juntaron dos bandas antagnicas. Los Indios llevaban sombrero, mientras que los Chamorros se cubran con boinas para desafiar ms a los del sombrero. Estos, en cuanto tenan ocasin, atacaban a los otros y su principal pla cer era caparles las boinas, es decir, arrancar o cortar el rabillo que lleva esta prenda. Y ya es taba al lo arman. Los campos de guerra del Ca sino Eldense o los bailes en el Teatro Castelar fue ron los sitios preferidos para sus combates. Cuando armaban la gresca en el Casino la junta les im pona a rajatabla un mes o ms segn hubiese sido el resultado de la juerga sin entrar ni al jardn. Cuando la cosa era en sitio pblico, como el Teatro Castelar, o en otro sitio de diversin, en la mayora de los casos intervena al final el sar gento Girona que solo con un nmero a sus rde nes, se los llevaba para el cuartel, supongo que para ensearles modos y tranquilidad. Los Indios siempre fueron ms combati vos y arriesgados, por eso, como hemos dicho an tes, se les achacaban muchas cosas que no ha ban hecho. Todas las bromas y sucedidos ms extrordinarios se los cargaban en la cuenta de los indios, comandados por Norberto Vera. Algunas de estas bromas, segn ondas llegadas de Ra dio Orejas, fueron muy gordas, entre otras, la no che que le sacaron algunos muebles a la calle al indio Angel Vera, que viva donde estuvo la Caja de Ahorros provincial, en la esquina de las calles Jardines y Cervantes. La bromita la lleva ron a cabo mientras la vctima se encontraba en el Teatro Castelar. Otra bien gorda fue cuando Pascualico Tartana. Otro indio, regresaba de su viaje de bodas; subieron a la estacin a espe rarles con charamita y todo, y cuando Pascuali co baj del tren se lo llevaron, dejando a la novia ms sola que la una. Todo esto, como he dicho, no lo vi nunca, as como otras muchas pass que se comentaban por Elda. Lo que s que vi alguna vez eran los fastuosos desfiles de Reyes que organi zaron algunos aos con el indio Norberto Vera montado en un caballo blanco, vestido de Rey Melchor. Pero lo ms significativo de estos aconteci mientos y esto s que lo vi fue la realizacin de unmetropolitano desde el Castillo hasta la ca lle Nueva Arriba. Antes del hecho se estuvo ha blando bastantes das en el pueblo de tal mara villa. Nadie se crea tal cosa, pero un domingo, bien temprano, nos despert la diana de la charami ta de Petrel anunciando el acontecimiento. LOS INDIOS. LOS CHAMORROS, LOS DEL MONTE CALVARIO Y LOS DE LA CALLE SAN ANTN (y IV) (Epopeya eldera, en Re Mayor vetusto, de recuerdos ya un poco fanos por los tacos del Sr. de la Horteta) E n la calle Nueva, entre la calle Coln y el Ca sino Eldense, aparecieron plantados unos pos tes como los que pona el to Machuca para sus castillicos. En uno colgaba una sartn vieja, en otro una escoba, y as, en ambos lados de la calle, los ms dispares objetos colgando de los maderos. La risa en Elda fue apotesica: este fue el Metro que hicieron los Indios. A la vista de esto, era fcil suponer que las bromas que se les atribu an podran ser verdicas. Yo, ahora, desde mis mu chos aos de vida, doy fe de esta ltima broma porque estuve all, en la calle Nueva Arriba, vien do el jolgorio que se arm. De estas bromas que se comentaban en Elda no puedo dar fe porque nunca las vi. Fueron slo rumores recogidos por Radio Orejas en los ale daos del caf de Severino en la Plaza de Arriba, en la paretica de la calle de las Virtudes a los za pateros que all tomaban el sol mientras cosan las tareas los aprendices o en las reuniones del Castillo a los palomitas que suban para ver vo lar a sus fumaos y otros nombres que les da ban a sus palomos. Sin embargo, citar el encuentro de unos miembros de la tribu con un carretero que ve na de la parte de Monvar con un carro de ata dos de sarmientos para venderlos por las calles de Elda al menudeo y convencieron al monovero para que llevase un carro entero al Casino Eldense, donde el repostero de dicha sociedad se los com prara todos. El hombre lleg con su carro a la al tura del Casino, llen toda la acera de gavillas de sarmientos y cuando entr a cobrar le dijeron: Dios te ampare, hermano!, que te han asaltao los indios. Y el buen hombre tuvo que volver a cargar el carro y largarse a venderlo por piezas. O un martes de mercado, en la plaza de Arriba, en que se encontraba en su puesto el to Perico el Vi llena. Este hombre vena al mercado de Elda a ven der patatas, que eran muy solicitadas, ya que este tubrculo de Villena, siempre ha sido de una calidad extraordinaria. Se acercaron al puesto las huestes de Norberto Vera con los atuendo gue rreros y pintarrajeados para la lucha (esto es un decir): Oiga, buen hombre! Podra Vd. llevar dos sacos de patatas al Hotel Sandalio Claro que puedo!, pero ser cuando termine la venta, pues tengo aqu cuatro sacos y si llevo dos no voy a de LOS INDIOS. LOS CHAMORROS, LOS DEL MONTE CALVARIO Y LOS DE LA CALLE SAN ANTN 485 jar el puesto slo con la mercanca. No se pre ocupe: Vd. lleve cuatro sacos, que all en el Hotel se los quedarn todos y as acabar la venta en seguida. De acuerdo; ahora, en vender estos po cos kilos que hay sueltos, cargo el carro y lo lle vo. Ya sabe Vd. dnde est el Hotel. Pues claro que lo s!. Pues all le esperamos; no tarde mucho amigo. Cuando don Sandalio Martnez, es avisado de que en la puerta del hotel haba un carro lleno de patatas que haba encargado, pregunt a su mu jer y a su hija Isabelita si saban ellas algo de aquello. Pap, los Indios! fue lo que dijo su hija. Y el villenero, que ya haba descargado los cua tro sacos de patatas, tuvo que volver a cargarlas. Se contaban muchas hazaas como la pre cedente o parecidas en aquellos tiempos. Yo me enter de ellas por rumores, as que vete t a sa ber... Lo que s es cierto es que los embromados no salan perjudicados en la operacin, pues los Indios aquellos era muy desprendidos y siem pre procuraban arreglar la cuestin con un Toma y vete a tu pueblo. Demuestra lo que digo la suntuosidad de aquellos desfiles de Reyes que pro tagonizaron los miembros de esta tribu, sin ninguna ayuda econmica de nadie. Adems de estos zafarranchos que organizaban, estaba la cara oculta, que no se vea, de ayudar a menes terosos y esto no es de Radio Oreja, sino la re alidad pura y simple. Pas aquella panda de jvenes amigos como un turbin de sioux o comanches por los verdes prados del valle. De las dems pandas que por aquellos tiem pos proliferaban en Elda no hay mucho que hablar. Los Chamorros no tenan garra y se diluyeron en la historia local. Solamente gritaban en el Ca sino Eldense su cancioncilla conocida: ...Y son los Tanques los que ms chillan / quieren ser amos de las chiquillas/ y todos ellos estn corcaos/ sin una perra y medio baldaos. Pero los Chamorros se quedaron con su boinas caps y nunca ms se supo de ellos. De las bandicas juveniles del Monte Calva rio, y de las de la calle San Antn y aledaos del Castillo, slo quedaron las huellas de las esca laduras por la posesin del Altico de San Miguel. Sobre todos ellos quedar para siempre la presencia de los Indios, acaudillados por Nor berto Vera. Una generacin que pas como un torbellino por el valle, siendo el gozo de los elde ros de aquellos tiempos con sus ocurrencias y bromas que no podremos nunca olvidar. LA VIEJA CALLE DE COLN QUE YO CONOC (1) (Concierto de recuerdos de una calle que fue en tiempos pasados la arteria comercial ms importante de nuestro pueblo y que desapareci totalmente) p or imperativo de una misin particular tuve que ir cierto da al Ayuntamiento de Elda yen el centro de la hoy nueva calle de Coln me en contr a mi dilecto amigo Eduardo Gras, ensi mismado, mirando a un lado y a otros las nuevas edificaciones que hoy forman dicha calle que, por cierto, ya no es calle, sino avenida. 486 Amigo Eduardo, qu haces aqu mirando con tanta atencin los edificios y el entorno como si los fueras a comparar con los antiguos Hombre, Pepe! Cmo t por aqu Te has cado de un nido Qu va! He venido al Ayuntamiento a re coger la cartilla militar que me dej olvidada Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA cuando acab la guerra y tuvimos que presen tarnos para que nos liberaran los triunfadores de la contienda. - Bueno, bueno! T siempre de broma y buen humor... S, querido amigo, como siempre y hasta que l quiera; pero dime, si no te importa, qu hac as aqu, parado en medio de la cal le, como si fueses el guardia de la circulacin. No, estaba pensando lo que era esta ca lle antes de la reforma y la vida comercial y hu mana que haba en el la. Oye, Pepe: t recorda ras todo eso. Por qu no me lo cuentas en uno de tus trabajitos de los que aparecen en el Va lle de Elda Como ya habrn comprendido mis sagaces lectores, se trata de un ligero dislate imaginati vo eso de mi visita al Ayuntamiento a recoger mi cartilla militar. Esta se me qued perdida cerca de Teruel durante nuestra guerra. Dijo el mando re publicano que nuestras tropas haban hecho una ligera rectificacin del frente a retaguardia y lo que hicimos fue salir de Puerto Escandn a ua de ca ballo y no parar hasta cerca de Segorbe, donde nos reagrupamos con mucha honra, pero harto can sados de correr. No es imaginativo el encuentro con mi ami go Eduardo Gras, que se efectu aqu, en mi do micilio de Alicante, y aqu surgi lo de la calle de Coln, lo cual me place en extremo. Su grata vi sita y el motivo de este trabajito. Recordar cmo era la calle de Coln en mis tiempos de pequeajo. Es decir, cuando an era un chulan casi de nido. Van por ti mis recuerdos, querido amigo. Y si de algn establecimiento o domicilio de aquella vie ja calle no anoto el nombre de su dueo es por que no me lleg nunca por Radio Orejas. Para completar los recuerdos de la calle de Coln que por cierto fue la nica comercial de Elda en los tiempos que nos ocupan te aadir de botijuela las dos plazas, que eran como el apndice comercial de la calle. Echar manos de mis duendes para que me ayuden a recordar los detalles de esta zona de nuestro pueblo, pues aunque me consta que mu chos elderos los recordarn, bueno ser volver a ponrselos en el recuerdo y que se alegren sus pa jaritas de aquellos aos idos, que para m fueron muy felices y si para mis coterrneos/as lo fueron tambin, pues miel sobre hojuelas. Comenzaremos por nuestra Casa Consisto rial, que entonces era ms pequea. No llegaba, como en la actualidad, a la calle del Estralazo ms tarde, Espoz y Mina porque a su derecha exista una casa de habitacin donde lo ltimo que recuerdo de ella fue un gran letrero en el balcn del primer piso, que deca: Fotografa Hermanos Campos. El frontispicio del Ayuntamiento eran dos hermosos arcos con holgada entrada, con el des pacho del seor Alcalde a la derecha de la mis ma. En el centro, la escalera, y debajo de la mis ma un hueco que serva de prevencin para los detenidos por delitos menores. All estuve un par de horas un da, por tirarle una pedr al guardia que llambamos el Chulo, bien entendido que la piedra la tir contra el suelo, de rabia por la pa tada o patazo que me dio el to por capricho, pues me encontrab mirando los afiches del cine en el Teatro Castelar y como haba muchos chiquillos pues la pagu yo. Delito menor: debajo de la es calera, que era la carcel para estos casos. Bue no, pero esto es otra historia. Prosigamos y ci monos al relato, pues ya, enredando la cuestin, estoy como siempre con las dichosas cerezas. En la parte Oeste de la plaza se encontraba la carnicera del Choricero, esquina a la calle cica de San Agustn, y a continuacin vena la fe rretera de don Juan Guarinos, al que se le deno minaba Juan el de Pedro. Y al fondo, ya en la entrada de la calle de la Pursima, la peluquera de Romn, que lo mismo te afeitaba que te sacaba una muela o te curaba un sarpullido. Era un ma nitas este buen seor en la atencin a los clien tes. Seguimos dando la vuelta a la plaza contra reloj y, tambin esquina, a la parte Este, nos en contramos con el suntuoso comercio de la Chi queta (don Manuel Esteve, creo) donde por las tardes haba tertulia de personas principales, en tre ellas algunos sacerdotes de Santa Ana. Y si guiendo el lienzo de pared estaba la escalera de (2:ti- yo (ojtvoci 487 los Facorros, personajes elderos y al parecer pro bos comerciantes de no s qu. Enseguida topamos con la propiedad de don Enrique Gonzlez, que ocupaba el largo de media plaza, entre la sucrera como deca mi ben dita madre que ya daba a la callecica que una las dos plazas, y la fbrica de chocolate con mue la incluida. Pues all deba estar el molino de manejar los ingredientes para el citado fin de la produccin chocolatera. Nos adentramos en dicha callecica y pared con el Ayuntamiento se encontraba el horno de la se Encarnacin, abuela de mi dilecto amigo Vicente Valero Bellot. Por cierto que esta casa se desplom y se trasladaron a la callecica de San Agustn, as que desapareci el horno de la se Encarnacin y surgi el horno de Jos Luis, padre de mi mentado y di lecto Vicente, donde, entre otras cosas, nos surtamos de un exquisito pan y unas deliciosas torticas de cebada que, calenti tas y empapadas con aceite... ay, quin las pi llara! Pero sigamos hacia la plaza de Arriba y a con tinuacin viene la casa comercio de la se Ani ca, abuela del tambin dilecto amigo Pepe Vidal Girona. Una especie de mercera, con toda clase de cosas y en cuya puerta siempre hubo, para la venta al pblico, puesto sobre una silla, una es pecie de lebrillo pequeo con garbanzos en remojo. Este detalle de los garbanzos en una mercera nun ca lo entend, pero el caso es que all estaban siempre los garbanzos de la se Anica, que por cierto fue una dama eldera de gran categora en tre las clases principales y de gran predicamen to entre las personas amantes de nuestros San tos Patronos la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso. Ya llegamos a la plaza de Arriba y aqu na rraremos los acontecimientos en el sentido de las agujas del reloj para dar ms divertimento a la cosa. Esta plaza de Arriba, que en metros cuadra dos era muy similar a su hermana la de Abajo, siempre tuvo ms movimiento comercial que sta. LA VIEJA CALLE DE COLN QUE YO CONOC (II) (Concierto de recuerdos de una calle que fue en tiempos pasados la arteria comercial ms importante de nuestro pueblo y que desapareci totalmente) E s natural, pues aparte de haber ms estable cimientos, tena la lotera de los mercados de los martes y sbados. En primer lugar citaremos aquel cogollo arquitectnico que fue la pescade ra en el mismo centro de la plaza. All estaba el to Clemente lidiando a brazo partido con la mer canca que le traa un pescatero de Santa Pola en un liviano carro tirado por un caballejo de buena alzada y rpido caminar. Este elemento, con su Centella, como el pescatero le deca al animal, le ganaba todos los aos a Perico un eldero que tena otro caballejo pinto de menor alzada la ca rrera que se haca el da de San Antn, en la su 488 bida de Santa Brbara, con premio de un pollo y dos duros. Tambin haba carreras pedestres, pero aqu el premio era slo el pollo, de duros nada. Por qu la Mayordoma de San Antn no re vive aquellos actos en la media fiesta que hacen ahora y que tanto divertan a los eldenses Avanzando algo en el tiempo, nos encon tramos en primer lugar con el moderno comer cio de don Agustn Planelles que daba a la pla za, aunque con entrada por la corta calle que mira a las dos; a continuacin la carnicera de Paco Malanda yen el rincn viva una fami lia principal con unas seoritas que llambamos las Nofras, y a continuacin, y haciendo es quina con la calle del Castillo, la peluquera del Sr. Snchez, padre de mi amigo Pascual Snchez Martnez, relevante periodista y polti co, a quien le denominaban El pulga, nunca supe por qu. Disculpa, amigo, el Sambenito pues es una medalla , que llevamos muchos el deros y como has salido a la luz como persona je importante de Elda dar mayor nfasis en lo siguiente: en la sesin que durante nuestra gue rra civil hubo en el Ayuntamiento para determi nar la demolicin total de la Iglesia de Santa Ana, me parece que la nica papeleta negativa fue la tuya. Historias de la Historia, amigo. Un abrazo, donde te encuentres. Todo el resto de la parte Norte de la Plaza es taba dedicado al Bar Severino; el ms importan te en aquel tiempo si exceptuamos el Caf del Cen tro que ya haca tiempo estaba de capa cada. Pasando a la parte Noreste de la plaza, ha ba una casa habitacin, con esquina a la calle de Linares; despus la buolera de Amat, Las Bu oleras! Y enseguida... La Bola de Oro! Una es pecie de comercio donde haba de todo y donde los dueos eran un matrimonio formado por una hija de Severino el del Bar y su esposo, del que nun ca supe su nombre. Vena despus un pequeo bar con esquina al Toril, regentado por un alicantino que iba de mesa en mesa diciendo: Qui se aflu xa, caballs!. Tambin tena un localito, ya en pleno Toril, donde alquilaba balones de ftbol; mis amiguetes y yo fuimos grandes clientes y nos bamos a jugar al castillo. En una ocasin se nos cay el baln al ro y lo pudimos recuperar cerca de la desembocadura de la rambla de la Melva. Ya no subimos ms al castillo, elegimos un peque o bancal de la Sirm. Pasamos el Toril y nos encontramos con el co mercio de alimentacin, que se dice ahora, de don Afrodisio Barbero, personaje simptico con su impecable guardapolvo trajinando con gran afn botas de sardinas arenques y fardos de bacalao. Sus descendientes no le dieron al asunto de ul tramarinos mucha dedicacin, pues fueron, y su pongo que lo seguirn siendo, competentes y no tables empresarios en el ramo de curtidos para dar impulso a la fabricacin de calzado. La parte Sur de la plaza la ocupaba en su to talidad la trasera de la casa del Sr. Vicente, pri mera casa de los pares de la calle la Iglesia fren te a Santa Ana y cuya finca llegaba hasta el Toril por arriba, donde tena los lagares y bodegas en las que veamos los chiquillos pisar la uva en tiempos de vendimia. LA VIEJA CALLE DE COLN QUE YO CONOC (III) (Concierto de recuerdos de una calle que fue en tiempos pasados la arteria comercial ms importante de nuestro pueblo y que desapareci totalmente) Dor la parte Oeste de esta plaza anotamos en primer lugar el estanco de Pindarga, con en trada por la calle Pursima y la plaza. Segua la casa de los Chorros de mi querido amigo Antonio Martnez. Dicha casa fue mucho tiempo el lugar donde se haca el remate del agua para los re gantes, con su hermoso tilo delante de la puerta y otro, no tan hermoso, a continuacin, ya venci do por los aos. Vena enseguida la academia del Sr. Ventura de donde salan contables como rosquillas. Singular personaje este Sr. Ventura, gran personalidad de la enseanza de la conta bilidad, con su guardapolvo y gorrita encasque tada, a la puerta de su casa, tomando el sol de la maana los das de mercado. Y llegamos por fin al final de la plaza con Casa Manolo, ultramarinos finos y seor de Villa Manolito, progenitor de mi querido amigo 489 don Manuel Martnez Cuenca, profesor de EGB que se dice ahora. Antes fue maestro de escuela, que no es poco. Decamos que el seor de Villa Manolito hizo un bonito chalet de campo, sin duda dedicado a su hijo y en el cual se reuna lo ms selecto de la sociedad eldera en las fiestas de monas y otras efemrides. Para los expertos en curiosidades normales del diario vivir anoto un par de ellas que en Vi l la Manolito observ la primera vez que tuve ocasin de asistir a una de aquellas reuniones mundanas. El edificio lo construyeron mirando al Este y seguramente es la nica edificacin de campo en el valle, as orientada, donde por lo ge neral mirando al Sur es lo normal. La segunda cu risidad es que en aquella finca hubo en tiempos la mayor concentracin de lepridos. En el ao 1936 haba lo menos dos o tres mil de estos sim pticos animalitos, pero vino la guerra y los mi licianos se encargaron en el inte de esquilmar la colonia. Me imagino que las paellas de conejo y s tos fritos con tomate estaran a la orden de los pri meros meses de la contienda. Antes de pasar a la calle Coln, objeto de este trabajo, debo pedir disculpas si algn comercio, persona o dems elemento de la narracin se me han trabucado en el tiempo o en la memoria. Es que resulta que en todo lo narrado aparecen tres elderos que cito, como son don Vicente Valero Be llot, don Manuel Martnez Cuenca y don Jos Vidal Girona, que tuvieron su cuna all mismo en estas plazas y, como es natural, han de saber ms de esto que yo. Y vamos con la segunda parte, que ya ve siendo hora. Comenzamos con la cal le de Coln, dejando de lado eso del sentido de la marcha del reloj. Aqu le toca ahora a los pares ya los impares, pero an tes debo hacer algunas consideraciones, pues dicha calle, que debi ser en sus tiempos ms o menos como la de las Sierpes de Sevilla, porque 490 todos pasaban por all, yo voy a dividirla en tres manzanas para que mis queridos coterrneos en tren en situacin de cmo no se debi hacer una calle. Tenemos tres tramos por los pares y cuatro por los impares, a saber: Por los primeros tenemos de la plaza de Abajo a la placetica de Santa Ana, de sta a la calle de San Roque y el resto hasta la calle Nueva Arriba. Por los segundos la cosa va ra, pues se encontraba la callecica de la Iglesia que por cierto es la nica que queda para refe rencia de dicha irregular construccin, siendo la que menos movimiento tena de transentes. El que ms transitaba por ella era el prroco de Santa Ana, que iba desde la Rectora, en la calle de Coln, a la Iglesia. Los pares tenan la bajada de la placetica de Santa Ana a la calle de Prim y San Roque. El tramo de esta irregular calle era el ms es trecho entre la plaza y la precipitada placetica de Santa Ana, pues tendra como mucho metro y medio de anchura. Os la imaginis cuando le pe gaban fuego a la traca desde el Ayuntamiento No quiero ni pensarlo, pero aquel turbin de gente en trando a la calle de Coln era de risa. Pero en traban, aunque ensancharan las esquinas. La primera casa era la de las Novelderas, aunque con entrada por la calle de la Pursima, con un buen lienzo de pared hasta llegar al horno del Sr. Brotons, padre de mi amigo Juanito y al pare cer oriundos de Petrel. Lo digo porque a este se or le vi varios aos en las fiestas de nuestros ve cinos vestido de moro. A continuacin, la casa y comercio de Mellado, tambin de tejidos y otros abarrotes similares, como paraguas. Pegadita a sta, la confitera del Duro, abuelo de mi estima do amigo Armando Maestre. Y terminando este tra mo, ya en plena Placetica de Santa Ana, y haciendo rincn por su retranqueo, la carnicera de los se ores progenitores de mi amigo Rafaelico Laliga. A los citados descendientes de estas familias ci tadas les envo un carioso recuerdo. LA VIEJA CALLE DE COLN QUE YO CONOC (IV) (Concierto de recuerdos de una calle que fue en tiempos pasados la arteria comercial ms importante de nuestro pueblo y que desapareci totalmente) L a hojalatera de Yaga, que gan un pastn cuando el Alcalde de Elda dio la orden de po ner canalones a todas las casas del pueblo para que no se mojaran los ciudadanos con las gote ras cuando llova, era la primera casa de este tra mo y cerraba la cuenta hasta la callecica de la Iglesia una especie de comercio con base en las almendras deban ser oriundos de Jijona, digo yo pues tambin tenan entrada por la citada calle de la Iglesia, donde se vean estas mer cancas. La primera casa de este tramo la ocupaba el domicilio del maestrico que decamos, director de la mejor agrupacin de pulso y pa de Elda en aquellos tiempos y que ocupaba gran parte de la calle, pero con entrada por la de la Iglesia, has ta llegar al domicilio de los Maestres, cuyo hijo me nor cas con la ms pequea de las BotellaBel trn. Y enseguida, la farmacia del Licenciado Sr. Maximiliano, oriundo de Yecla, pero que hizo his toria profunda en su amor a nuestro pueblo. Po eta y periodista, el Sr. Garca Soriano, al que se lle v la rambla del treinta y seis, era un liberal ntegro. Con la farmacia terminaba este tramo yen seguida topbamos con las casa de Perico Fardos, don Pedro Vera, procurador de los Tribunales y gran prohombre eldero, pera esta casa tena su en trada por San Roque, con un gran lienzo de pared hasta llegar a las casas de habitacin donde ms tarde construy una suntuosa morada Pepe Barata, don Jos Vera, de los Baratas de Elda, personas muy conocidas y acomodadas en nues tra ciudad. Volvemos a comenzar otra vez la calle Coln, pero ahora por los pares. La primera casa, con es caparate a la Plaza, era la de los enredos de don Ma nuel Esteve La Chiqueta, que la tenan a dos pa sos. Saben mis queridos coterrneos lo que son o eran los enredos en Elda Pues los chinches, tornos, hilaza, pez y todo lo que llevaban los zapatos para su construccin. All se abastecan los zapateros de estos materiales, hasta que los de la C.N.T. gana ron una huelga y los dieron en los talleres. Segua una droguera y despus una casa de habitacin, la tienda de Ricardo Vera, en cuyos al tos estaba el Bar el Truque y ya en plena placeti ca de Santa Ana. LA VIEJA CALLE DE COLN QUE YO CONOC (y V) (Concierto de recuerdos de una calle que fue en tiempos pasados la arteria comercial ms importante de nuestro pueblo y que desapareci totalmente) E n la esquina de enfrente, al comenzar el se gundo tramo de los pares, se estableci una muy bien puesta pastelera y bollera, propiedad del seor Peataro, lindando casi con el famoso Caf del Centro, que tuvo una poca muy im portante en Elda y acab lleno de chiquillos que 491 tomaban una especie de Coca -Cola de no se sabe qu ingredientes misteriosos, muy dulzones. Y en los altos de este espacioso edificio tuvo su sede un tiempo nuestra Banda Santa Cecilia, en la cual el ao 1934 ingres de profesor don Jos Es truch. Ms adelante, el estanco de la se Jo aquina, enfrente de la farmacia de D. Maximilia no Garca Soriano. Continuaba la ltima casa de este tramo con la Rectora o Casa del Cura que de camos. Pasando la calle de San Roque, con la casa que segua ocurra lo mismo que con la de en frente, de Perico Fardos, que la profundidad de la casa la daba una pared que daba a la calle de Co ln, pero la entrada era por San Roque y junto al balcn de esta casa vimos muchos aos a don Emilio Castelar sobregrabado en una artstica placa en la calle de Coln. Muchos aos despus colocaron nuevamente dicha placa en la calle de Coln. Se conoce que, cansado de estar en la de San Roque, cara al Norte, se fue al Este, para que la vieran mejor sus paisanos. Qu hace don Emi lio en la calle de Coln si l viva en San Roque Con una casita donde vendan novelicas y pu blicaciones infantiles y la casica de Ignacio, con entrada por Nueva Arriba terminamos con los pa res de la calle de Coln, arteria vial un da de gran trnsito de elderos, que se nos fue completica a la eternidad. Hoy queda una espaciosa avenida, llena de sombras de los que fueron. S, por all pasaron y dejaron sus hue llas los humildes menestrales, gentes acomoda das y personajes principales, pero en medio de todo este trajinar pas el clsico zapatero eldero con su delantal blanco, el saco de hormas a la espalda y en la mano derecha la tarea de pares cogidos con hilo de palomar para entregar en el taller y re coger otra tarea para el siguiente da. Manuel, date prisa, que el encargado del mostrador est a punto de cerrar y te quedas sin tarea para ma ana!. S, estos ltimos que tambin pasaron por all fueron los motores que transformaban la Elda de su tiempo en la de hoy. Honor a ellos ya todos los que transitaron por la calle de Coln. Saludos elderos. EN DEFENSA DE LAS BORRAJAS!! (I) (De la serie Historietas para vegetariano) V isto y ledo por el paciente lector el enunciado que preside el presente trabajito, es posible que alguno piense: Cmo es posible que este seor a sus aos nos venga ahora con la monserga esta de hacernos pasar por vegetarianos aunque slo sea por el hecho de leer sus elucubraciones otoales La verdad, queridos coterrneos, es que yo mismo estoy inmerso en el mismo pensamiento que algunos de ustedes y tengo mis dudas de si este trabajo podr pasar por la alcabala del ca jn que atesora los trabajos de dudosa publi cacin, contando con que haya tal cajn y tal al cabala en la redaccin del peridico. La insercin hace ya algn tiempo en Valle de Elda de un tra 492 bajito sobre un caracol que rondaba mis macetas y algn otro sobre un linsn que apareci en una de ellas, me han hecho aventurarme a escribir en defensa de las borrajas. Vegetal denostado sin pie dad en todas las ocasiones de la vida, con total desconocimiento de sus bondades culinarias y dignas de la buena mesa. Y para romper una lanza y varias caas en su honor, aqu estoy yo, cual quijote de las cosas indefensas, para hacer ver a los que no conocen las bondades culinarias citadas su craso error y dejar las cosas en su si tio en lo que se refiere a las borrajas. Comienzo por aclarar que se trata de un ve getal parecido a nuestras queridas y apetitosas ca marrojas, que poblaban en tiempos pretritos las Los ESCRITOS DE JOSE JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA acequias de nuestro valle. Hoy ya no existen por que no existen tales acequias, as que a los que les extasiaba una ollica de pencas y camarrojas con una patata y unos dientes de ajo con su co rrespondiente pedacito de tocino tierno, tendrn que olvidarse de ellas, porque al paso que vamos no van a quedar ni valle ni acequias. Cinco fue ron las regaban nuestras tierras. Se fueron con sus camarrojas y slo queda cemento. Ya lo dije en una ocasin: tendremos que plantar lechugas en los altos de Boln. Decamos que la borraja es parecida a nues tra camarroja. Es una planta algo mayor y ms carnosa que sta yen algunas partes de Espaa las cultivan con gran aprovechamiento por ser en verdad deliciosas al comer. Donde ms se da esta singular verdura es en el Norte y particularmente en la Ribera de Na varra, La Rioja y pueblos de influencia del ro Ebro. Residiendo yo en San Sebastin, hice un via je comercial por la parte de Collera, Cintrunigo y Fitero, donde por primera vez conoc a nuestra pro tagonista. All las vi, plantadas en los bancales, como si de plantas hortcolas se tratara. No he te nido ocasin de verlas en ningn otro sitio de Es paa, sin embargo, en toda nuestra patria ha sido objeto siempre de infamante baldn. Como si su rico jugo tuviese un imn para recoger todos los opro bios de la gente en situaciones diferentes: negocios, amores, etcl en fin que la borraja ha sido siempre en la histori el final de todos los momentos de de sacuerdos y fracasos. Pascuala lCmo ha que dado tu hija con aquel muchacho que la pretenda Qb cmo ha quedado Pues como agua de borrajas Si estre! Te has puesto de acuerdo con tu sobrino ara que te recoja la oliva este ao Qu va!, se ha metido a zapatero porque dice que gana ms Y ertonces qu hars porque ya estamos en enero y I s almazaras no esperan a otra cose cha. Q result al final de tu entrevista con l. ((Qu result Agua de borrajas! Y as, todo el mundo con la misma cantine la en todas las situaciones. Las pobres borrajas llevan cons go el final infeliz de la cuestin. Es como si un malaventura infamante les hubiese sido dada p r algn sanador endemoniado. Algo incomprens ble para unas inocentes matitas que puso Dios e la Tierra para nuestro regodeo culi nario. Todos los odios se cargan sobre ellas cuan do algo no ale a gusto de la gente. EN DEFENSA DE LAS BORRAJAS!! (II) (De la serie Historietas para vegetariano) Ce ha hecho tan comn desde los tiempos pa Osados el anatema sobre las pobres borrajas que hasta se llega a emplear sin venir a cuento a lo largo de una conversacin. En mis tiempos in fantiles vena de cuando en cuando por el pueblo el to Gervasio. Un hombrecito de la parte de Mo nvar cuya industria era la rocogida de trapos y alpargatas viejas y a cambio entregaba una bas ta loza en forma de platos, fuentes, tazas y simi lares. Oiga, to GervasiolMe da usted dos pla LEN DEFENSA DE LAS BORRAJASH tos por todo alpargatas Mira, ste montn de trapos y tres pares de ue le doy yo ena, las alpargatas estn tan gas tadas y roto que hasta estn comidas de los ra tones y en canto a los trapos te has cansado de fregar con e los. Esto se me queda a m en agua de borrajas. , Qu tendran que ver aqu, en este inter cambio comercial, las pobres borrajas Vaya Vd. a saber, donl Agapito, la explicacin de tal fen meno gramaical. 493 Tengo aviso perentorio de mis duendes sen soriales, capitaneados por el avieso Raboga to, que toma la palabra para recriminarme, como siempre, y dice: Seor de la Horteta! Est Vd. denigrando la literatura con esos temas que elige para su sa tisfaccin de llenar cuartillas sin ton ni son! He mos acordado poner de manifiesto ante el cuar tel general de sus neuronas nuestra tristeza por verle perder el tiempo escribiendo sobre cosas tan raras como pueden ser esas borrajas de las que se ha proclamado usted protector hasta lle gar a poner en entredicho la seguridad de nues tro sistema, que es el que le permite desarrol lar su cansada agudeza de escribidor de historietas que casi nadie puede leer sin aburrirse. Ha terminado su perorata el jefe de la tri bu. Ahora me toca a m, para decirles con gran n fasis: Teneos, pazguatos del demonio! Yo escri bo con gran modestia de cosas que he visto y lo mismo me da hacerlo de borrajas que del chorri co de la Almadraba, de las sabrosas cerezas que hubo en los Llanos del Cat que de la Pea Bad. Me ests erguitando t, solemne Rabogato, con tus advertencias continuas del sentir corro sivo que acumulas en ellas. No creo que nadie se aburra con mis historietas, pues son cosas sim ples y difanas que mis queridos coterrneos juzgan en su verdadero valor de modestia y simpli cidad de los temas, que al fin y al cabo no son ms que la vida misma. Aclaro para los fillogos y lingetistas o Lingistas que me lean que el verbo erguitar que aparece en la narracin no s si es anterior a su homnimo salpicar o deformacin de ste. Aqu en Elda lo o desde los primeros das de mi vida. En todo caso es pariente de esta otra perla: Me he esbarao! en vez de Me he res balado!. Los pequeos atisbas de filosofa para andar por casa que sugieren las famosas aguas de bo rrajas me adentran en el misterio de si no sern stas las causas o invento de tantos sucedne os que existieron o existen en este mundo y las mu chas manifestaciones que se derivan en el diario vivir. Parece que no tengan ilacin unas con otras, pero si profundizamos un poquito en la materia aparecen por todas partes parientes lejanos de la famosa agua de borrajas tan manoseada y mal tratada a lo largo del tiempo. Adems ha de hacerse notar que influy has ta el extremo de aplicarse variaciones en lquidos y slidos como en estos dos ejemplos que anota en el cine para que el lector vea con claridad a qu me refiero. EN DEFENSA DE LAS BORRAJAS!! (III) (De la serie Historietas para vegetariano) D urante nuestra guerra civil y bastante despus de terminada sta, se dieron casos que de muestran lo escrito. Se acerca al mostrador de un bar un cliente y pide con gran solemnidad un caf bien car gado. En el acto el barman se lo sirve, hacien dole notar que de azucar nada y echa una pasti llita de un sucedneo del azucar y deja al cliente. Este se limita a remover el brebaje aquel que le 494 han servido con la correpondiente cucharilla y lo prueba arrugando el morro (hablando mal y pron to) con gran desagrado. En este momento se le acerca de nuevo el barman y le pregunta: Qu tal el caf, seor Le ha gustado A que caf se refiere usted contesta el cliente Pues hombre, me refiero al que est usted tomando retruca el barman. El cliente se engalla y dice: Esto es agua de castaas, amigo! Y me lo tomo porque est caliente y viene bien para el fro que hace. Ya le sali un competidor a las famosas bo rrajas. Adems de ser denostadas a lo largo de los tiempos tuvo que ver cmo era suplantada en su condicin de cosa intil. Un familiar de la dinasta de los Parranca nos viene de la huerta un tanto cabizbajo y en la placetica de las Parras de encuentra a un Arran ca amigo suyo que le pregunta: Crho has quedado con ese remijn de tierra que queras comprar, lindando con tu olivar Qu cmo he quedado Pues ha queda do todo en agua de borrajas. Quera el hombre tres mil reales por un pedregal que no tiene media tahtlla y le he dicho que se lo quedara para criar lagartijas. Aqu vemos con gran pe sar las famosas verduras, tan ricas en el comer, contiene un agua milagrosa que cierra todas las situacione de conversacin, lo mismo da que sea sobre lquidos, que sobre slidos, amorosas o de negocios. EN DEFENSA DE LAS BORRAJAS!! (y IV) (De la serie Historietas para vegetariano) M e lleva todo esto a introducirme en la filoso fa de las cosas nimias, pequeas y sin va lor aparente si no escarbamos hasta el fondo de lo que puedan dar de s esas cosas menudas. D. Jos Ortega y Gasset dijo aquello de el hombre y su circunstancia. Creo humildemente que de bi aadir y todo lo que le rodea, aunque sea in significante. Porque la verdad es que las borrajas que yo com en Cintrunigo y Vitero, all por la ribera de Navarra, tenan un caldo muy sabroso y yo ni vi agua por ningn sitio que diera motivo para de nigrar a travs de los tiempos a esas maticas, tan abundantes por aquellos pagos y que por all se comen con gran deleite, mxime si van acompa adas con tropezones de jamn y alguna morci lla que otra. De todas maneras, queridos contribuyen tes, no puedo salir de mi intriga profunda en ave riguar quin sera el ciudadano que le endosa ra a estos vegetales el anatema denigrante que desde entonces lleva consigo la especie de las modestas borrajas. No puedo llegar al fin de las culpas que el inventor de tal maldicin les en di lg en tiempos pasados. Sera algn zapate ro de Elda que se fue a la feria de Albacete con una partid de chicarro y se tuvo que volver al pueblo sin poder venderlos O el to Cuadrao o Perico el Chicho, exportadores de frutas de nues tra huerta, que mandaron una partida de peras del peral del to Beato sito en la Sism y se las dejaron de uenta las dichas peras, por el retraso de los trenes, llegaron en malas condiciones a su destino Nc s, queridos amigos, estoy aturdido, pues esto rio me encaja en la ilacin de mis pensamientos. Digo esto porque por la sencilla razn de pensar con frialdad no puede ser y ade ms es imposible. Motivos para llegar a esta conclusin Uno importante. Las dichosas bo rrajas nunca se dieron en las tierras de nuestro valle, por Ic tanto de aqu no pudo salir tal his toria. Tuvo que ser fornea y con malas inten ciones del 4ue la invent. Y como quiera, queridos coterrneos, que no he podido llegar a ninguna conclusin sobre tan espinoso tema, decido terminar este trabajito, pues al final me he contagiado y veo que en el mis mo todo ha quedado en agua de borrajas. LEN DEFENSA DE LAS BORRAIASH 495 AQUELLOS VILLANCICOS A LA VIRGEN! Sonata en tiempos de Larguetto con la firme intencin de que llegue a la consideracin de los buenos elderos amantes de las tradiciones seculares de nuestro pueblo y se vuelvan a or por sus calles aquellos villancicos en honor a nuestra patrona la Virgen de la Salud. Se incluyen como es natural en la Sonata los que tambin se dedicaban a nuestro Cristo del Buen Suceso Vaya por ellos este recuerdo de mis aos infantiles que dejaron en las calles de Elda durante tantos aos, las melodas dedicadas a nuestros Santos Patronos. U I In ao ms aparecen en las pginas de FIES UTAS MAYORES mis modestas historietas y recuerdos llenos de amor a mi querido pueblo, con el estilo desenfadado que me caracteriza segn me dijo en cierta ocasin mi amigo el historiador y cro nista de Elda. Todos los aos, a la salida y entrada de la Vir gen el da 8 de septiembre, las campanas de Santa Ana repicaban gozosas en los aires del va lle anunciando a los elderos que nuestra Seora iba a recorrer las calles de su pueblo derraman do su gracia divina, yen el recorrido de ellas des cansaran y al mismo tiempo la obsequiaran con sus cantos y melodas unos elderos amantes de las tradiciones de sus mayores. Los vil lancicos a la Virgen! La primera parada se estableca en el cruce de las calles Pursima y Prim. Al l acudan las gentes de los alrededores para rendir pleite sa a la imagen y or los primeros villancicos a la Virgen. Acomodada est en el centro de las calles ci tadas, se compona la orquesta y coro delante de ella y comenzaba la audicin. Entre los msicos y cantores recuerdo, de stos, al Sr. Poveda (barto no) a D. Jos Amat Sanchis (bajo), a un seor fa miliar del to Carlicos, antiguo guardador de la er mita de San Antn cuando sta estaba en la placeta (tenor) ya mi vecino Ferminico (tiple), y de los otros, o sea de los msicos, siento no recordar ms que a un tal Sr. Gras, tocando la viola y un con trabajo que tocaba el seor Olmos. Haba, como es natural, muchos msicos ms y cantores pero mis recuerdos aqu se pierden en el tiempo. 496 Gloria bendita era or los villancicos que le de dicaban a la Salutica querida, que desde su tro no pareca bendecirles con su amorosa mirada. Mientras esto ocurra, el airoso velero ber gantn que construyera el versti l don Eduardo Pastor Juan para conmemorar el tercer centena rio de la llegada de nuestros Santos Patronos a Elda, se mantena al pairo en las tranquilas aguas de la cal le de la Palmera. All los vecinos obse quiaban a la marinera y a su intrpido capitn, que lo era don Antonio Gonzlez Pastor, nieto del constructor de la nave. A propsito de esto debo hacer notar las ex celentes cualidades de eldero eficaz del Sr. Ras tor Juan, pues lo mismo se apaaba de carpinte ro de ribera construyendo barcos que fabricando zapatos. Hasta de capitn de la Cruz Roja lo he vis to con su espada al cinto en una vieja fotografa. No perda el tiempo el tambin abuelo de mi citado amigo Alberto Navarro Pastor. Hoy veo en mis antiguas fotografas el San Eduardo que construy, que significaba el que desde la isla de Cerdea trajo a la Virgen de la Salud y al Cristo del Buen Suceso para ser los Patronos de nues tro pueblo, y me admiro de su talento. Algn da, con permiso de sus descendientes, har un tra bajito especial sobre este eldero ejemplar que dej impronta del bien hacer las cosas y de amor a su pueblo. Escuch en una ocasin, siendo muy peque o, que en las distintas paradas que haca la imagen y despus de la lluvia de vi l lancicos con que era obsequiada siempre, haba en aquel sec tor de la poblacin un elemento distinguido que animaba a los asistentes con sus vivas y mues tras de gozo con que despeda a la Virgen de la Sa lud. Este detalle, que es de radio oreja, no puedo darte de ello, pues nunca lo vi; aunque ase guraba el que contaba estoqueen cierta ocasin vio algo muy gracioso al pasar la procesin delante de la calle de la Balsa. All se encontraba al fren te de los vecinos el seor Yuste, de la dinasta de los Carasos y padre de mi particular amigo Rafael Yuste Vera (El Fifo) fabricante de calzado de seora, fino por ms seas. Pues bien, este seor, padre de mi citado amigo, al ver aquel da que pasaba nuestra Pa trona y no le daban la salvas de ordenanza gri t: Mecachis en las manzanas de mata! Viva la Virgen de/a Salud!, siendo coreado en el inte por todos los vecinos, pues la influencia que pa reca tener en dicha calle el To Caraso era bien notoria. An resonaban en el aire los ecos de la pri mera parada con villancicos y msica de orques ta y ya haba levado anclas el San Eduardo, el cual dando bandadas para eludir el temporal de poniente se acercaba al nuevo fondeadero situa do en la unin de las calles Nueva Abajo y Nueva Arriba, donde caa otra lluvia de villancicos, como en la parada anterior, sobre la divina imagen. En esta segunda parada haba que llevar mucho cuidado, pues aquel ao haba llovido mu cho y el to Machuca no pudo plantar los palos para el castillico de la noche por estar anegada la ca lle Nueva Abajo hasta encima de las baldosas. El San Eduardo se las vio y se las dese para en rum bar calle arriba pese a la destreza de su ca pitn. Finalmente pudo fondear frente a la esquina de Ignacio (entrada a la calle de Coln). Este Ignacio tena fama de gran comiln. En cierta ocasin hizo apuesta con los amigos de que se coma medio cordero pascual de una sent (Borrego casolano llamaban a esto los antiguos elderos). Los amigos acordaron, para hacerle ms di fcil la ingestin del borrego, preparrselo de dis tintas maneras de cocinar y con muchas salsas. Dispuesto que estuvo el gape se sent Ig nacio frente a los platicos y cuando hubo dado buena cuenta de ellos se qued mirando a sus amigos diciendo: Bueno, ya est bien de aperi tivos. Cundo me servs el borrego La tercera tanda de villancicos esperaba arriba, frente a la casona del mdico Beltrn, donde ya sus simpticas nietas haban adorna do los balcones con bonitos cobertores dignos de tal mansin. Volaban al aire de la noche los deliciosos villancicos del maestro Gorg y el poeta Laliga. Pura ambrosa de las fiestas septembrinas, que se perdieron como tantas otras cosas en nuestro pueblo. Pero el San Eduardo, impvido ante los embates de la galerna surcaba las aguas arbo ladas rumbo a la esquina de Mara los Platos, lugar de la cuesta y ltima ronda de villancicos a la Virgen antes de entrar en Santa Ana, donde ya las juguetonas campanas esperaban para dar la bienvenida a nuestra querida Salutica. En esta ltima parada echaban el resto los cantores y msicos, y aquellas cuatro esqui nas (que eran tres y un chafln) se quedaba im pregnadas del santo amor de la Virgen de la Sa lud al ver una vez ms a su pueblo aclamando a su Virgen. El San Eduardo ya enrumbaba hacia so tavento en busca de su refugio y lugar de atraque cumplida ya su anual singladura en honor de la Patrona de los elderos que trajo de lejanas tierras. ltimamente he notado un simptico movimien to de esforzados elderos sacando a la luz cosas an tiguas de nuestro pueblo enterradas unas y se midestruidas otras. Aqu el adecentamiento del viejo pantano. All cisternas para aprovecha miento de aguas y acull viejos hornos de fabri car tejas, y otras muchas ruinas escondidas del valle. Sin contar la ruina visible del Alczar de los Condes de Elda, y con mencin especial al poblado ibrico del MONASTIL, cuna, al parecer, de los primeros elderos del valle. En alguna ocasin dije algo sobre la entra da -subida a este poblado que arrancaba de la misma orilla del viejo camino del MONASTIL unos 497 metros antes de terminar en el acequian y el Vi nalop. Cit el corte que se distingua en la dura pea de unos cuatro o cinco metros, inicio de una calle que seguramente fue la entrada al poblado. Detalle importante que nunca he visto reflejado en ningn medio de informacin, salvo cuando per sonalmente lo citaba en un trabajo que apareci en Valle de Elda titulado El Camino del MONAS TIL, Qu no tiene importancia tal detalle cuan do se habla del citado poblado Comprendern fcilmente los lectores, que cuando menciono en la narracin de estas cosas que parecen romper la armona entre ellas y los deliciosos villancicos objeto y fin de este trabajo, lo hago con la sana intencin de estimular a mis queridos paisanos para que tambin arranquen del fondo de nuestra historia, adems de las pie dras, viejas tradiciones que fueron de nuestros pa dres y tambin estn enterradas en el olvido. No creo que en este aspecto haya grandes problemas financieros ni de presupuestos en nin guna entidad, pues con un par de docenas de el deros amantes de su pueblo entre msicos y can tores, la cosa estara en marcha. nimo, queridos coterrneos. Un eldero viejo os lo pide con toda la fuerza de sus firmezas tradicionales y porque adems me consta que en mi pueblo hay de so bra msicos y cantores con amor sin lmites al si tio que les vio nacer para sacar de la historia viejas reliquias que perfumaron las calles de Elda en sus tradicionales das de sus Fiestas Mayores. Envio: A Don Pedro Maestre Guarinos, Presi dente de la Cofrada de los Santos Patronos. Em puja, querido amigo, en esta direccin, pues me consta tu inagotable amor a estas tradiciones. Re cuerdo con alegra cuando hace dos aos me di jistes a la entrada a la sacrista de Santa Ana, en el Da de la Virgen: Ya vers esta tarde el nue vo barco!. Y el San Eduardo volvi a surcar las calles de nuestra querida Elda. As espero que el prximo ao, Dios mediante, que de nuevo puedan acompaar como antao los anhelos fervientes de los elderos a sus Patronos en estos sealados das con sus esperados Villancicos a la Virgen! IS-11-44 CUANDO LAS SERENATAS ALEGRABAN LAS CALLES DE ELDA (I) (Adagio romntico en Si Bemol en tiempo de Lontano), Lontano) Este trabajito se lo dedico a don Alberto Navarro Pastor, Cronista Oficial de la ciudad de Elda, por si algo de lo que aparezca en l le sirve para su archivo particular N uestro pueblo ha sido siempre un conglome rada de ciudadanos que, a lo largo de la his toria, han ido a tongs, como frutas envasadas en cestas. No, querido coterrneos, no se alarmen, que la definicin que hago de su manera de ser es en bueno. Se le ocurri el siglo pasado a Juanico, el de la Sirm, hacer unos zapaticos de chicarro para ir 498 a venderlos a la Feria de Albacete y fueron cayen do encima fbricas y ms fbricas de zapatos. De ah eso de las tongs, que quiere decir, en el ha blar eldero, colocar algo sobre algo ya existente. Los escpticos dirn: Qu tienen que ver las tongs con las serenatas No tendr demencia senil este buen seor Para la burra, Clemen cia! Sigan leyendo y se arrepentirn de tal ana tema. Luego vino otro tiempo en la historia de nues tro solar y fueron cayendo una encima de otras tres compaas de zarzuelas, tres o cuatro orfeones y alguna que otra compaa de arte dramtico. Bueno, ya hemos llegado donde bamos. Les dio a los conspicuos ciudadanos de Elda por las orquestas y orquesticas de pulso y pa y en mis tiempos de este alarde musical se podran contar hasta docenas, dejando aparte los solitarios gui tarristas y bandurristas, que tambin le tocaban serenatas aunque fuera a la luna. En los tiempos lgidos de estas orquestas de cuerda citadas la que cortaba el bacalao era la que decamos del Maestrico, compuesta por doce miembros: cuatro bandurrias, cuatro lades y cuatro guitarras, todos ellos grandes tocadores. En orden de nmero y categora de tocado res vena luego la del maestro Francs, le segua la del Oliver, la de Castro y alguna ms sin re lieve alguno, terminando con el Sema, que con su guitarra era especialista en bodas, bautizos y bailes a base de jotas, pues con un solo instru mento poco se poda hacer, pero l se apaaba para sacarlo suco a la cosa. En medio de este conglomerado de artistas de pulso y pa me encontraba yo con mi or questa, compuesta por el chacas de guita rrista, Amads y el Cubano de bandurrias y Al fredico de lad y mi orquesta y aprovecho para enviarles un fuerte abrazo estn donde estn, que no s dnde se hallan ahora, pues a estas altu ras de mi vida slo Dios lo sabe. Mi papel en dicho grupo el de director tcni co, al tiempo que reforzaba la cuerda segn que por la particularidad de la obra a ejecutar, hiciese fal ta ms nmero de instrumentos, ya que yo los do minaba todos, segn yo, y segn el pblico que te na la suerte de orme, era un gran bandurrista. De todo esto se desprende que aqu la modestia no tie ne nada que hacer. Viva yo y que se aparten lo feos!, que dijo Telesforo, el hijo del inspector de los guardias municipales el Pintao en una ocasin en que estaba bailando un pasodoble en el Po listilo, saln de baile como es de suponer. De todo lo dicho se deduce que con tanto nmero de agrupaciones de pulso y pa las sere natas tenan que estar a la orden del da, as que las calles de Elda, fuese el santo que fuese, siem pre estaban llenas de rondadores, guitarra o ban durria al canto. Pero haba una noche ay qu noche! la de San Jos, seores. Esa noche era un jolgorio en nuestro pueblo. En la Plaza de Arriba las Buole ras de los Amat ya tenan bien temprano los apa rejos necesarios para confeccionar los ricos bu uelos. All estaban casi toda la noche atendiendo a la inagotable multitud de gentes que salan de sus casas para or las orquestas en las serenatas a las Pepitas y Joss, que en Elda siempre fueron muy numerosos. Hubo aos en que el prroco de Santa Ana se llamaba de esta forman ) y en la rectora o casa del Cura, sita en la calle Coln, se miesquina a San Roque, en los pares, era obligado darle su serenata, cosa que hacan las orquestas de ms fuste. A las doce en punto de esa noche ya tena el prroco a la puerta de su casa al grupo que ha ba tomado la delantera y la puerta ya no se ce rraba, pues por lo menos tres o cuatro de las agrupaciones que estaban esperando atacaban su nmero nada ms salir los de dentro, los cuales ya haban dado buena cuenta de las viandas que a tal efecto estaban preparadas en la mesa del co medor. Pero inmediatamente la chica que haca las faenas de la casa las repona en el inte. Al bue no de don Jos se le iba media paga el da de su santo, o mejor dicho, la noche. Siempre atenda el seor Cura a la primera ole ada de msicos que llegaban esa noche a darle su serenata. Despus se retiraba y el servicio haca los honores y repona sin cesar rollicos y dems aba rrotes de esa fecha y la consabida mistela. Yo estuve un a, con mis aguerridos rom pecuerdas, empeado en ser el primero en la se El autor se refera, sin duda, a don Jos Lorenzo Rodrguez, que en 1914 sucedi a don los Navarro por fallecimiento de ste y permaneci como cura de Santa Ana hasta su muerte en 1927. Nota de la Redaccin. {iii.:4H4 N i1ti.S Of 499 renata a don Jos, pero a las doce en punto, cuan do llegbamos all, lo haca tambin la orquesta del Maestrico con sus doce componentes, as que les hice la deferencia de dejarles los prime ros y atacaron sin ms el pasodoble de La Be jarana. Bonito este pasacalle. Siempe me gus t mucho para una serenata era ideal; sin embargo, yo prefera La gracia de Dios para es tos menesteres de serenata importante, dada su composicin de verdadera meloda propia de un instrumento como la bandurria, en la que hay que practicar en toda su integridad lo que se lla ma msica de pulso y pa. Aqu, la pa sirve para sacar de las cuerdas las notas musicales res tallando como un ltigo y el pulso sirve para dar les la sonoridad merecida en toda ocasin, sin que la pa resbale sobre las cuerdas, pues entonces como deca el inolvidable maestro don Jos Es truch las notas salen como morcillas, en una eje cucin sin clase. Me perdonarn mis queridos cofrades que pontifican en esto ltimo sobre el pulso y pa. En el trombn no llegu a ningn sitio en la msica de banda, seguramente porque abandon estos es tudios, que haba comenzado algo tarde. Imagi naos que hice pinitos con el citado maestro Estruch y ste lleg a Elda en el ao 1934. En efecto, ya era un poco tarde para m. Sin embargo, con la bandurria llegu a lo ms alto: tocaba lo que fue ra y bien, y ruego disculpas por esta explosin de inmodestia. Volviendo a las serenatas y toda su corte de detalles y formas en que se desenvolvan las ha zaas de cada agrupacin, orquestina o rondalla, voy a explanarme un poco en todo esto, pues hay detalles que seguramente a algn eldero de mis tiempos les recordarn con entera satisfaccin y alegra sus aos jvenes. Pero antes, y por mor de mis recuerdos de msico de cuerda, contar una ancdota graciosa. Hubo en tiempos pasados, en Alicante, una famosa agrupacin de msica de cuerda llama da La Wagneriana. Eran mis tiempos fuertes, en los que me dio por los instrumentos de pulso y pa, pues hasta tena educandos y la pequea orquestica que diriga estaba formada por msi 500 cos que yo mismo haba enseado, distrayendo tiempo de cortar zapatos en la fbrica de don Manuel Vera Tahulla. Yo, que imparta aquellas enseanzas a mis amiguetes como profesor, las haba adqui rido de ver y or. Todos los instrumentos de cuer da los dominaba, incluso las campanas, y aqu encaja bien ese dicho, ya que en alguna ocasin toqu a vsperas por la tarde, con permiso de mi amigo Aretime,en la iglesia de Santa Ana. All, al comienzo de la escalera de la torre, donde baja ban las cuerdas de las campanas, hice mis pi nitos de campanero adjunto algn tiempo. As que se puede decir que mis primeros balbuceos en los intrumentos de cuerda fueron con las campanas. Volviendo al recuerdo de La Wagneriana de Alicante, prosigo con la cuestin antes de que se me enrede alguna otra cereza y reciba alguna re primenda de mis duendes sensoriales. Entre mis educandos tuve uno que estuvo lue go en Alicante como pinche de una droguera que hubo al final de la Rambla, casi esquina a la ca lle de Altamira. Como era muy aficionado a tocar la bandurria, al enterarse de dnde enseaban y hacan sus reuniones los componentes de la citada Wagneriana se present all un da como cu rioso, asistiendo a muchos ensayos despus. Has ta le pregunt un da al ayudante del director si le dejaran pertenecer a la orquesta y hablando, hablando, sobre la categora de los componentes de la misma, le solt a dicho ayudante la si guiente barbaridad: El amigo que me enseo a m en Elda les d sopas con honda a todos los ban durristas que tienen ustedes aqu!. Como es natural, el ayudante se qued sor prendido ante semejante forma de comparar ca lidades, pero le pregunt: . Y quin es esa lumi naria de la bandurria Me gustara conocerlo. Este amiguete vena todos los domingos a Elda y me cont el sucedido, asegurando que al gn da apareca el mencionado ayudante ali cantino por el pueblo para ver si era verdad lo que le dijo sobre mis aptitudes en eso del pulso y pa. Yo tom la cosa como una sobreapreciacin de mi educando y no me preocup ms del asunto. Pero Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA el caso es que un buen da se present en mi casa un propio de La Wagneriana y despus de las presentaciones me dijo: Tanto ha contado su amigo de sus extraordinarias aptitudes para los instrumentos de cuerda que la directiva me enva para que pueda yo apreciarlas y quin sabe si a lo mejor pudiera Vd. engrosar nuestra orquesta. Puede Vd. darme muestra de sus conocimientos, si no es molestia Es muy sencillo: tome la ban durria y toque algo para que yo pueda apreciar sus aptitudes, de las que su amigo tanto nos ha ha blado Pues mire, seor le dije en este momen to no le puedo interpretar nada con la bandurria porque anoche se la dej a un educando, pero si le es igual la mandolina, en el inte le toco lo que quiera. Hombre!, s es interesante, porque ese instrumento me gusta mucho. Saqll la mandolina que tena encima de una cama y le pregunt qu deseaba or. Lo que Vd. quiera me dijo lo dejo a su elec cin. Le t qu un fado portugus que se llama Madrid porque esta clase de msica le va muy s bien a la mandolinas, que son ms dulces que nuestras c stellanas bandurrias, y cuando termin la pieza s me qued mirando y me dijo: Ca ramba! E4 verdad lo que tanto nos ha elogiado su amigo. Penes inconveniente en que le deje al gunas partituras para que las estudie y pueda un da tomar parte en nuestros ensayos, si le pare ce bien CUANDO LAS SERENATAS ALEGRABAN LAS CALLES DE ELDA (II) (Adagio romntico en Si Bemol en tiempo de Lontano, Lontano) Este trabajito se lo dedico a don Alberto Navarro Pastor, Cronista Of lo que aparezca en l le sirve para su arch y aqu la ancdota, pues me ocurri lo mismo que a mi amigo Ramn Coronel Gorg con el pia no en Petrel: No se moleste, seor, en dejar partitura al guna, pues yo... toco de odo!. All terminaron mis contactos con La Wagne riana de Alicante, cuando me pregunt . Y cmo aprende Vd. todo lo que toca. Pues eso, hombre, lo oigo y lo toco, lo mismo me da que sea un paso doble que el intermedio de Caballera rusticana. El hombre se march admirado y confuso, pero contento de haber podido or tan buena m sica de odo. Ahor las serena tervalo de En a ciones de nan sus r cualidade ial de/a ciudad de Elda, por si algo de vo particular. s, queridos coterrneos, que vuelvo a as de mi amigo, despus del largo in la ancdota que les he contado. uellos tiempos, las distintas agrupa ulso y pa que profileraban en Elda te referencias en sus demostraciones de musicales. Unas, como la agrupacin del Maentrico, se dedicaban a los actos im portantes, l a bailes caseros y serenatas a granel. Mi or uestica tena la especialidad de las ca sas de caripo de todo el valle. All serenatas, all fiestas las que fueran, porque por dichos sitios se mova bien la cuestin de los convites. CUANDO LAS SERENATAS ALEGRABAN LAS CALLES DE ELDA 501 En el trmino de Petrel hasta la casa del Majo, que es la ms alejada del pueblo, tambin tenan nuestras preferencias para el santoral. In cluso en la misma villa hermana dedicbamos a los Remedios nuestra humilde msica cuando haba ocasin. Tenamos buenas relaciones con nuestros vecinos, pues en aquellos tiempos, por la gran afluencia de petrolancos a las fbricas de Elda, conocamos a mucha gente. Sin embargo, en una ocasin, por fiestas de Petrel, le dimos una se renata a una Remedios y cuando volvamos, ya de madrugada, nos esperaban unos celosos guar dianes de sus mozas y nos dieron una serenata de piedras de todos los tamaos. Hasta el ce menterio viejo bajamos corriendo. No hubo nove dad, si exceptuamos el limo que le clavaron en el clavijero de la guitarra del Chacas, aunque tuvo fci l arreglo. Mala la hubimos los elderos aquella noche por la Cantarera de Petrel ! Saben mis queridos coterrneos que le di mos una serenata a una higuera Me explico, porque la cosa es simblica, claro. Tena yo un edu cando cuyo padre posea un bancalico por la par te de la Cuesta Bodega y en l una hermosa hi guera cenicienta. Un buen da le dije al buen seor que cundo me dara a probar las brevas de dicho simptico rbol y me contest: Cuando le de Vd. una serenata a la higuera se coge todas las brevas que quiera y de esta manera ver tocar la bandurria a mi hijo. El caso es que a principios de julio de aquel ao se consum mi deseo y mis fauces dieron buena cuenta del sabroso fruto. O CUANDO LAS SERENATAS ALEGRABAN LAS CALLES DE ELDA (III) (Adagio romntico en Si Bemol en tiempo de Lontano, Lantano) Este trabajito se lo dedico a don Alberto Navarro Pastor, Cronista Oficial de la ciudad de Elda, por si algo de lo que aparezca en l le sirve para su archivo particular. E n aquellos felices tiempos, que fueron dorados parafraseando a don Miguel de Unamuno, la msica de guitarras y bandurrias se oa a menu do en las noches de Elda. Hay algo ms bello que or, en el silencio de la noche, la ronda a una da mita eldera que espera a su rondador Pues eso era muy corriente en aquellos tiempos por el gran nmero de agrupaciones musicales que haba en el pueblo. Como ya he dicho, eran varias las preferen cias de estos grupos. Sin embargo, quiero signi ficar una costumbre simptica que haba cuan 502 do llamaban el reemplazo todos los aos a los mo zos de Elda. Esto que voy a narrar es seguramente una de las tradiciones ms simpticas de nuestro pue blo, tradicin que tambin se llev el tiempo. Por ello me veo en la necesidad de echar mano de mi vena de vate un tanto agostado por el tiempo, ttulo que me endilg mi amigo Jenaro Vera Na varro. La causa de tal nombraniento fueron unas semblanzas con ripio cojo que aparecieron en la revista de Moros y Cristianos, publicacin en la que colabor algunos aos. Pero no os asustis, no es ms que una cuarteta que da entrada a eso de los que se iban a la mili: Ya se van los quintos, madre! Ay madre, que ya se van! Uno de ellos mi amor, madre: usted cree que volver. Un buen bandurrista de la orquesta del Maestrico, llamado Juan Jos, y un guitarrista llamado el Fiel, eran los encargados todos los aos de amenizar la fiesta de los mozos que se iban al ejrcito. La fiesta consista en recorrer las calles armados con unos descomunales pa uelos cogidos por las cuatro puntas y pidiendo a troche y moche a todo quisque que encontraban a su paso. Delante iban la bandurria y la guita rra abriendo paso y alegrando al personal para que sumaran sus ddivas en los pauelos, con lo cual los mozos que tomaban parte en el aguinaldo aquel se ponan las botas, y las comilonas eran de espaterrarse a la siesta y jotas viene y jotas va en la maana recorran el pueblo hasta que los pa uelos rebosantes estaban a punto de esclatar se de tanta peso. Seguramente hay muchos elderos de mi edad y ms jvees que recordarn lo que acabo de na rrar, pues fueron muchos los aos que yo vi la fies ta de los qintos, cuando tenan que incorporar se al serviaio militar. Porqu desapareci aquella tradicin Pues no lo s, seguramente se hicieron viejos los rtisicos que tomaban parte en la fies ta y se acab la costumbre. Debo terminar esto de las serenatas, pues el enorme esfuerzo mental que he realizado para instrumentr la cuarteta de los quintos me ha de jado exhautas las meninges. Ahora, cuando me reponga, deber hacer honor a otro pie forzado que me ha proaurado otro buen amigo para que le cuente cmo era la calle de Coln! ) cuando yo iba de babatel l con todos los pelos y seales de co mercios, peIrsonajes y dems ingredientes de la si tuacin. U verdadero hueso que procurar roer hasta donde mi cansada memoria me ayude. Salud 0 ) Artculo publicado en los nmeros 2.058 a 2.062, de 6 -VI a 3 -VII. Nota de I CUANDO LAS SERENATAS ALEGRABAN LAS CALLES DE ELDA s, elderos amigos. Redaccin. 503 EL SEGUNDO Y DEFINITIVO ADIS DE JO VER GONZLEZ DE LA HORTETA JJ esde el 24 de marzo de/presente ao, da en el que nuestro oerido colaboradory amigo Jover Gon zlez de la Horteta exhal su ltimo suspiro, hemos conseg ido en Valle prolongar su presen cia con la seccin de Papeles pstumos, bajo cuyo encabeza rento fuimos insertando los artculos que conservbamos todava en nuestras carpetas, recibidos cua do an viva el autor As, durante seis meses, la jocosa facundia literaria del seor de la Horteta ha seguido ganando batallas despus de muerto, pues ha continuado presente entre todos sus admiradores lectores del Va lle, los cuales quedan desde ahora sin su racin semanal de adcdotas, sucedidos, recuerdos y ao ranzas en clave de humor, situadas todas ellas en una antigua Ida de los aos veinte y treinta, con sus curiosos personajes populares retratados por la aguda percepcin del desaparecido Pepe y que ha revivido durante los aos en que los retratos del seor de la Norte a han ido apareciendo en VALLE para evocacin de muchos, conocimiento de otros ms jvenes, y est dio de los interesados en reconstruir esta poca curiosa de la vida eldense a travs de los trabajos de foyer Con la desaparicin de esta seccin, damos el ltimo adis a nuestro amigo, cuya obra pintores ca, bien humorada y con innegable soltura y calidad literaria es mos seguros de que ha de perdurar en la literatura eldense, perpetuada en las colecciones de Valle e Elda. 505 UN ADIS PRORROGADO Juan Ferriz Monllor L os lectores asiduos de este semanario local, que sigue el pulso y las inquietudes de nuestra ciu dad, hemos observado con satisfaccin que se ha dosificado la publicacin de los escritos pstu mos del buen amigo Jos lover Gonzlez de la Horteta, por lo que hemos podido prolongar en la fan tasa la presencia del prolijo eldense hasta medio ao despus de que su corazn dejara de palpitar La magia de la letra impresa ha propiciado que el espritu de nuestro coterrneo y sin par elden se Pepe se mantuviera vivo durante estas fiestas pasadas en su fragancia humana, literariamente re conocido, que tanto tiempo nos tuvo encantados con sus crnicas locales de tantos aos pasados, vi vidas u odas por l y contadas con una gracia tica que solamente los eldenses pudimos apreciar. No le dio tiempo para extenderse ms, ya que cuando vio llegar su final apresurose a anticipar las lti mas crnicas publicadas. Seguro que se le quedaron en el tintero tantas o ms que las que nos han regocijado a todos durante tanto tiempo. Qu ms hubiera querido l saber la fecha de su fallecimiento para ofrecernos sus memorias en un tomo infinito, como herencia para nuestro pueblo. Han sido tan tas, y cada una de ellas tan llena y rica de eldensismo, que sus crnicas perdurarn entre nosotros con efluvio incomparable de unas vivencias pasadas que no se repetirn. Y han sido tantas o ms las que se ha llevado en su etreo camino al Cielo, como una sinfona incompleta. As, como de El Serfico sabemos por su obra que su vida no fue todo lo feliz que l hubiera de seado, Gonzlez de la Horteta nos ha dejado pruebas evidentes, en sus inacabadas crnicas de lo feliz que fue su vida juvenil. Todo son relatos felices, en los cuales refresca con su memoria el ambiente caracterstico de aquellos aos. Algunos eldenses adivinan fotografas a sus antepasados. Otros, los menos, se ven involucrados en esta o aquella aventura juvenil. Los primeros encuentran sus escritos llenos de una idiosincrasia eldense, porque, de lo que sin duda poda presumir nuestro coterrneo era de ser un eldense de pura cepa. Le hemos identificado tanto con las queridas fiestas de Elda, por su fervor hacia nuestros Patro nos, la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso, que durante las Misas Mayores y las Salves en las recientes fiestas, ms de uno hemos pensado que el alma de foyer de la Horteta estaba flotan do en la densa atmsfera de la iglesia de Santa Ana, as como en las procesiones y otros momentos de nuestras fiestas. Muchos eldenses le hemos tenido presente en nuestras mentes por sus reiterados de seos de solazarse ante nuestros Patronos, y gracias a la virtud de comunicacin del Valle, le hemos tenido entre nosotros durante unos meses ms desde su ltimo suspiro, aunque sabiendo que de un momento a otro, con gran dolor del que espera un fatal desenlace, acabara la ltima de sus crnicas anunciadas por este mantenedor vivo, que es el Valle, de nuestros sentimientos eldenses. Despus de todo lo dicho, slo nos queda desear que el amigo Gonzlez de la Horteta haya en trado con todos los honores en el infinito dominio de lo celestial y que descanse en paz quien con sus inquietudes literarias mantuvo la llamita del espritu eldense vivo entre nosotros y reciba por ello nues tro agradecimiento y nuestra oracin. 507 NDICE CATLOGO ALFABTICO DE LOS ARTCULOS DE JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA A don Martnez Cuenca, de la Plaza de Arriba. A vueltas con la historia de Elda y otras historias!. Aclarando los bonos para los pobres y los gesesicos de oliva a dos eideros de pro, (Ver: Me co noces, Mascarita) Aconteceres de difcil solucin, (Ver: Elda -Petrel, las acequia , los trminos y el castillo de Elda). Agua en la meseta de Bateig. Aguinaldo real y las tarjetas de Navidad, El. (Ttulo original: E aguinaldo real y mi duendecillo Ra bogato). Antiguo camino del Campo Alto por las Agualejas y la Casica d I Msica. Antiguo y escondido camino de la Sirm, El. (Ver: Antologa el recuerdo). Antologa del recuerdo: El antiguo y escondido camino de la Sirm. Aprendiendo msica con la Banda Santa Cecilia (Ver: Los ge Aquellas feroces cuadrillas de antao. Aquellos villancicos a la Virgen: Artilugios y herramientas za Azarosa vida de Sisenando Pampliega Rutortas, alias El Tortas, Bandas de msica y bands de msicos. Bateig, montaa sagrada!. Bebestibles de tiempos de Maricastaa, cuando no existan cub Borrajas (Ver: En defensa de las borrajas) tilicios y la fontica, II) )ateras (Ver: El Tirapi). La. atas ni litronas. Cabauelas, Las. Caf del Centro, El. Camarrojas, linsones y otras hierbas. Camino de Camara por la Cuesta Bodega, El. Camino de carro, El. Camino de Toscana por el collado de la Pat. Camino del Campo Alto (Ver: Antiguo camino del Campo Alto...). Camino del carril, o mejor dicho, el camino para ir al Carril, El Camino del Marn. Camino del MONASTIL y los ruiseores del Vinalop, El. Camino del Pantano, que eran tres, El. Campanitas de Santa Ana, Las. Carabela San Eduardo, La (Historia de una singladura en mar arbolada). Caricaturas en verso. Semblanzas con ripio cojo. Carnavales entreverados y otros desmadres (Ver: Me conoces, mascarita). Carta al director del VALLE, el Pjaro Pinto. NDICE 509 Carta de opinin. Carta entorn a Valle de Elda por alusiones en do sostenido mayor. Castillicos del To Machuca, Los. Castillo de Elda, El (Recuerdos de infancia). Comida de Barrena, La (Ver: Me conoces, Mascarita) Cooperativas obreras y contrastes de mi pueblo en guerra. Cuando las serenatas alegraban las calles de Elda. Chulaines de la calle del Castillo, Los. Deporte de la pelota valenciana en Elda. Deportes en Elda (Ver: Miscelnea deportiva). Dialectos, idiomas, lxicos y otros camelos. Diligencia de Jos Mara, La. Desahogos lrico -literarios con rapsodia en tono menor brillante incorporada. Doce mil velitas y un candil. A un probo eldense por alusiones. Doce mil velitas y un candil, Fin Ni hablar, esto sigue! (Ver: Las velitas de la iglesia y mis re cuerdos de los Valero) Duendes del Seor de la Horteta y otras minucias del intelecto, Los. Echa el arroz, Paca, que va de gastronoma!. Elda en mis recuerdos. Elda, Petrel, las acequias, los trminos y el castillo de Elda. Elucubraciones sobre la mal nombrada Loma Bada o Pea Bada. (Ver: Me conoces, mascarita). En defensa de las borrajas. Esparto y el recuerdo de la Alfahuara. El. Estampas elderas de nuestra guerra civil. Estampas veraniegas un tanto pansas. Extrao caso de un eldero impaciente, El. Feria de mi pueblo, La. Feria de mi pueblo, (2 a parte): El Alcalde me nombra cohetero mayor. Feria de mi pueblo, ochenta aos despus, La. Fiesta de San Antn, La. Fiestas Mayores de Elda. De un ao que llovi ms que cuando enterraron a Zafra. Fuegos artificiales a base de carburo. Fuente de la Cruz, La. Gentilicios y la fontica 1. Divagaciones literarias en clave de sol. 2. Aprendiendo msica con la Santa Cecilia. 3. Una ancdota del maestro Fayos y la Santa Cecilia. 4. De los Martnez Lacasta a la mujer eldense. 5. 6, 7 y 8. Los gentilicios... 510 Partida de la porra... (Ver: Elda, Petrel, las acequias...) Paseo de la Mora, El. Pelota valenciana, (Ver: El deporte de la...) NDICE Gorg, El maestro don Ramn... (Ver: Maestro ...) Gra de la Estacin en mis recuerdos infantiles, La. Higuera fornea.. (Ver: Una higuera...). Humor, esa impalpable cosa que cambia como el viento, El. Indios, los Chamorros, los del Monte Calvario y los de la calle d Indios y Chamorros. Introito (Ver: Lo que va de ayer a hoy). Lo que va de ayer a hoy. Introito. San Antn, Los. Madre, que viene el automvil y el toro!. Maestro don Ramn Gorg, El (Apuntes sobre una incomprensible decisin). Manolico, corta, que me pierdes!. Marroques en accin! (Hace 50 aos). Me conoces, mascarita. Carnavales entreverados... Aclarando los bonos a los pobres... La comida de Barrena. Elucubraciones sobre la mal nombrada... Milagro de la piedra lipis, El. Miscelnea deportiva, vista al bies. Moros y Cristianos de mi pueblo, Madre, qu derroche!. Moros y Cristianos y otras tribus. Nspolas, membrillos y prunas bordes. Nos fuimos a la guerra!. Nos hemos como las monas...!. Nmero 9 de la calle La Pistola, El. Ocaso de los Dioses y el Casino Eldense, un pasado de esplendo . Olivica comida, huesesico al suelo. Olmaca de la ta Pura... (Ver: La sequiesica 7 aos...) , I Otros cafs y bares de la Elda de antes (Ver: El caf del Cent i ). o 511 Pea del agua, La, Estrambote literario a la sombra de la mimosa.. Perfiles navideos. Nochebuena en el viejo mundo, Nochebuena en el mundo. Permetro de las patatas, El. Pero... de verdad se encendan 12.000 velitas. Personajes y personajillos de otros tiempos, que fueron Elda un da. Pinceladas elderas con fondo de Fiestas Mayores. Qu da de la Virgen, Madre!. Que viene el aeroplano!. Recuerdos de ayer con hierbas aromticas. Recuerdos del da de la Virgen. Recuerdos, nostalgias, aoranzas y otras cascarrias de la memoria. Ress, El. Retazos mostrencos. Recuerdos en nebulosa. Retrucando con otra ancdota del no menos singular msico Maestro Gorg. Ro de sola, El. Un paraje tan cercano y tan desconocido para los eldenses. Ro Vinalop, El. Arteria fluvial que dio vida al valle de Elda. Salas de fiestas y lugares de ocio aejos. Seor Paco conoci a mi abuelo, El. Sequiesica siete aos. La olmaca de la Ta Pura y los tilos de la plaza de Arriba. Ser verdad que tenemos vidas paralelas Seran los Reyes Magos de la dulce tradicin. Sin par odisea de un eldero en su visita a la China pasando por Mosc y alrededores.. Tambin yo fui zapatero de silla. Tienen raciocinio los pjaros Tio Penseque y sus industrias, El. Tirapi, El. Torre que nunca existi y la asombrosa distancia entre el castillo y la iglesia, La. Tuerto Serafn, El. Un caracol serrano andariego y juguetn. Un linsn en mi ventana! Ser posible. Una avenida Diagonal en Elda. Una higuera fornea en el Campo Alto. 512 Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA Valle de Elda, nmero 2.000 y tiro porque me toca. Vamos a correr la traca!. Vamos a seguir el globo!. Velitas de la iglesia y mis recuerdos de los Valero, Las. Vieja calle de Coln que yo conoc, La. Villa Manolito. Vinalop, un ro que se covirti en rambla y volvi a sus orgenel, El. Ya vienen los Reyes Magos por la Torretilla!. Zapateros, zapateros, ra, ra!. iNDICE 513 JOS GONZLEZ DE LA HORTETA (JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA) ARTCULOS 1.- Lo que va de ayer a hoy. (Intrito) (*II -72) (Moros y Cristianos, Elda, 1972. Valle, n 993, 6 -IX -75). 2.- El milagro de la piedra lipis. (*IV -73) (Valle, n875. 1 -VI -73. Alborada, Sept. 1978.) 3.- Las cabauelas. Curiosidades eldenses). (*V11-73) (Val le, n 887, 25 -VIII -73) 4.- Indios y Chamorros. (*V-73). (Valle, n889, 6 -IX -73). 5.- Que viene el aeroplano! (*VII -73) (Valle, n 889, 6 -IX -73). 6.- El paseo de la Mora, (cuento). (Moros y Cristianos, Elda, 1973) 7.- Camino del Marn, (vericuetos eldenses) (*V-74) (Valle, n 927, 1 -VI -74) 8.- Vamos a correr la traca!, (*V-74) (Valle, n927, 1VI-74) 9.- Caricaturas en verso. (Semblanzas con ripio cojo). (*11-74) (Moros y Cristianos, Elda, 1974) 10.- Manolico, corta, que me pierdes! (*IX -74) (Valle, n941, 6 -IX -74) 11.- Vamos a seguir el globo!, (*IX -74) (Valle, n 941, 6 -IX -74) 12.- La Feria de mi pueblo (1 parte). (*XI -74). (Valle, n 953, 30 -XI -74). 13.- Id. id., 2 parte: El Alcalde me nombra cohetero mayor (Valle, n955, 14 -XII -74). 14.- Dialectos, idiomas, lxicos y otros camelos. (*V-75) (Valle, n 980, 6 -VI -75) 15.- El camino de carro (Vericuetos eldenses) (*VI -75) (Valle, n 980, 6 -VI -75) 16.- Moros y Cristianos y otras tribus. (Moros y Cristianos, Elda, 1975. -Valle, 1032, 5 -VI -76). 17.- Madre, que viene el automvil y el toro! (*V-76) (Valle, n 1032, 5 -VI -76) 18.- La fiesta de San Antn (*V-76). (Moros y Cristianos. Elda, 1976.) 19.- Los Castillicos del To Machuca (*IX -76). (Valle, n 1044, 4-1X-76). 20.- Bandas de msica y bandas de msicos. (Alborada, Elda, Septbre. 1976). (Tras este artculo se produjo un perodo de silencio por parte del autor, que por motivos igno rados dej de escribir sus artculos, reanudndolos en 1989 al recibir carta de don Alberto Na varro en fecha de 8 -XI -1989, exhortndole a ser juez de la controversia suscitada por escritos sobre el popular personaje El Tuerto Serafn, invitacin que hizo pblica con su artculo ti tulado El Tuerto Serafn, un personaje polmico a pesar suyo. Recurso de alzada para un seu do -litigio literario, publicado en Valle, n 1700, de 5-1-90) 21.- El Tuerto Serafn. Embrollo jurdico -literario.... (Valle, n 1701/04, de 12 -la 2-11-90). 22.- Retazos mostrencos. Recuerdos con nebulosas. (Valle, n 1721, 1 -VI -90). 23.- Elda, Petrel, las acequias, los trminos y el castillo de Elda (Ttulo original: La partida de la porra, la acequias, los trminos y el castillo de Elda) (*....) (Valle, n 1729, 27 -VII -90). 24.- Pero... De verdad se encendan 12.000 velitas (Fiestas Mayores, Elda, sept. 90).. 25.- Zapateros, zapateros, ra, ra! (*Verano -90). (Valle, n 1731, 6 -IX -90). 26.- El tirapi (*IX -90). (Valle, 1735/38 de 5 a 26-X-90) 514 27. Doce mil velitas y un candil. A un probo eldense, por alusiones. (Contestando al artculo de Vicente Valero Pero de verdad se encendan 12.000 velitas Quizs!, Quizs!..., publica do en Valle, n 1734, 28 -IX -90) (*X-90) (Valle, n 1740/43, de 9 a 30 -XI -90) 28. Villa manolito (*XII -90) (Valle, 1748/51, 4/25-1-90) 29. Las velitas de la iglesia y mis recuerdos de los Valero (Ttulo original: 12.000 velitas y un candil... Fin Ni hablar, esto sigue! (*...) (Valle, n 1757/62, 15-111 a 12 -IV -91.) 30. A don Martnez Cuenca de la Plaza de Arriba (*IV -91). (Valle, n 1769/70, 31 -V/6 -VI -91). 31. Nos fuimos a la guerra! (*IV -91) (Valle, n 1771/75, 14 -VI/ 11 -VII -91). 32. El Vinalop. un ro que se convirti en rambla y volvi a sus orgenes (*VII -91) (Valle, n1776/ 81, 18 -VII/ 20 -IX -91) 33. Elda en mis recuerdos (*IX -91) (Fiestas Mayores, Septbre. 1991) 34. El permetro de las patatas (*Verano -91) (Valle, n1783/85, 4/18-X-91) 35. Carta de opinin (*X-91) (Valle, n 1786. 25-X-91) 36. Que da de la Virgen, madre! (*X-91) (Valle, n 1787/91. 31 -X/29 -IX -91) 37. La azarosa vida de Sisenando Pampliega Ruitortas, alias El Tortas (*VIII -91). (Valle, n1792/96 y 1798/99, 5 -XII -91/3-1-92 y 10/24-1-92) 38. Seran los Reyes Magos de la dulce tradicin (*X11-91. (Valle, n 1797, 10-1-92) 39. Los gentilicios y la fontica. (*XII -91) 1. Divagaciones literarias en clave de sol. 2. Aprendiendo msica con la Santa Cecilia. 3. Una ancdota del maestro Fayos y la Santa Cecilia. 4. De los Martnez Lacasta a la mujer eldense. 5, 6, 7 y 8. Los gentilicios y la fontica. (Valle, n 1800/07, 31-1/22-111-92) 40. Echa el arroz, Paca, que va de gastronoma! (*I-92) (Valle, n1808/, 27 -111/3 -IV -92) 41. Miscelnea deportiva vista al bies (*I-92) (Valle, n 1810/15, 10-IV/15-V-92) 42. Retrucando con otra ancdota del no menos singular msico maestro Gorg (*III-92) (Valle, n 1816/18, 22 -V/4 -VI -92) 43. Desahogos lricos literarios con rapsodia en tono menor brillante incorporada (*II -92) (va lle, n 1819/21, 12/26 VI -92) 44. Agua en la meseta de Bateig (*VI -92) (Valle, n 1822, 3 -VII -92) 45. El ro de sola! Un paraje tan cercano y tan desconocido para los eldenses (*IV -92) (Valle, n 1823/25, 10/24 -VII -92) 46. El ress (*V1-92) (Valle, 1826, 28 -VIII -92) 47. Pinceladas elderas con fondo de fiestas mayores (*VI -92) ( Valle, n 1827, 4 -IX -92) 48. Fiesta Mayores de Elda. De un ao que llovi ms que cuando enterraron a Zafra (*IV -92) (Fiestas Mayores, Septiembre, 1992) 49. Bateig, montaa sagrada! (*IV -92) (Valle, n 1828/29. 11/18-1X-92) 50. Camino del Monastil y los ruiseores del Vinalop (111-92) (Valle, n 1830/34, 25 -IX/ 23-X 92) 51. Olivica comida, gesesico al suelo (*V-92) (Valle, n1835/37, 30 -X/13 -XI -92) 52. Antologa de recuerdos: El antiguo y escondido camino de la Sirm (*V111 -1X-92) (Valle, n 1838/41 1848/49, 20 -X1/11 -XII -92 y 29-1/5-11-93) 53. El aguinaldo real y las tarjetas de Navidad (Ttulo original: El aguinaldo real y mi duende cilio Rabogato (*X1I-92) (Valle, n 1842/43, 18/24 -XII -92) 515 54. Ya vienen los Reyes por la Torretilla! (*XI -92) (Valle, n 1844/47, 31-X11-92/22-1-93) 55. Me conoces, Mascarita (*I-93) (Este trabajo se public enn Valle con los siguientes ttu los: * Carnavales entreverados (n 1850/51, 12/19-11-93) * Aclarando los bonos a los pobres... (n 1852, 26-11-93) * La comida de Barrena (n 1853, 5-111-93) * Elucubraciones sobre la nombrada Loma Bad o Pea Bad (n 1854, 12-111-93) 56. El extrao caso de un eldero impaciente (*I-93) (Valle, n 1855, 18-111-93) 57. Nos hemos comi las monas... (*VIII -92) (Valle, n1856/61, 26 -111/30 -IV -93) 58. Camino de Camara por la Cuesta Bodega (*XI -92) (valle, n 1862/68, 7 -V/18 -VI -93) 59. Aquellas feroces cuadrillas de antao! (*V-93) ( Valle, n 1869/71, 22 -V1/8 -VII -93) 60. El humor, esa impagable cosa que cambia como el viento (*IV -93) (Valle, n 1872/73, 15/22 VII -93) 61. El esparto y el recuerdo de la Alfahuara (*IV -93) ( Valle, n1874 y 1876/77, 27 -VIII y 10/17 IX -93) 62. A vueltas con la historia de Elda (*V111-93) (Valle, n 1875, 3-1X-93) 63. La sequesica siete aos, la olmaca de la Ta Pura y los tilos de la Plaza Arriba (*IX -93) (Fies tas Mayores, Septiembre, 1993) 64. La sin par odisea de un eldero en su visita a la China pasando por Mosc y alrededores (*VIII 93) (Valle, n 1878/80, 24-IX/8-X-93) 65. La torre que nunca existi y la asombrosa distancia entre el castillo y la iglesia (*...-93) (Va lle, n 1881, 15-X-93) 66. El camino del Carril, o mejor dicho el camino para ir al Carril (*VIII -93) ( Valle, n 1882/85, 22 -X/12 -XI -93) 67. Carta entorn a Valle de Elda por alusiones, en do sostenido mayor (*X-93) (Valle, n 1886, 19 -XI -93) 68. Los chulaines de la calle del Castillo y las higueras del Campo Perdido (*X-93) (Valle, n 1887/91, 26 -X1/24 -X11-93) 69. Perfiles navideos. Nochevieja en el Viejo Mundo, Nochebuena en el Nuevo Mundo (*XII -93) (Valle, n 1892/93, 30-X11-93/7-1-94) 70. Camino de Toscana por el collado de la Pata (*Verano -93) ( Valle, n 1894/99, 14-1/18-11-94) 71. Camarrojas, linsones y otras hierbas, con influencias de don Juan Tenorio (*XII -93) (Valle, n 1900/03, 25-11 a 18-111-94) 72. El Ocaso de los Dioses y el Casino Eldense, Un pasado de esplendor! (*...-94) (Valle, n 1904/08, 25-111 a 22-1V-94) 73. La Pea del agua. Estrambote literario a la sombra de la mimosa (*Cuaresma -94) (Valle, n 1909/!$, 29-IV/3-V1-94) 74. Marroques en accin! (Hace 50 aos) (*...-94) (Valle, n 1915/16, 10/16-1V-94) 75. Una cestica de brevas que me asombr (*IV -94) (Valle, n 1917/21, 23N1/21 -VII -94) 76. El caf del Centro (*I -II -94) ( Valle, n 1922/23, 25 -V111/2 -IX -94) 77. El castillo de Elda. (Recuerdos de infancia) (*-IV-94) (Valle, n 1923, 2-1X-94) 78. La carabela San Eduardo. (Historia de una singladura en mar arbolada) (*IX -94) (Fiestas Ma yores, Septiembre, 1994) 79. El maestro D. Ramn Gorg. Apuntes sobre una incomprensible decisin (*VI -94) (Valle, n 1924/26, 9/23 -IX -94) 80. La fuente de la Cruz (Verano -94) ( Valle, n 1927/29, 30-IX/14-X-94) 516 Los ESCRITOS DE Jos JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA 81. El antiguo camino del Campo Alto por las Agualejas y 1 Casica del Msica (*VIII -94) (Va lle, n 1930/34, 21 -X/18 -XI -94) 82. Un linsn en mi ventana! Ser posible (*V111-94) (V Elle, n 1935/37, 25 -X1/9 -XII -94) 83. Nspolas, membrillos y prunas bordes! (*0too-94) (Valle, n 1938/41, 16 -XII -94/ 5-1-95) 84. Moros y Cristianos de mi pueblo, Madre, qu derroche! *VII -VID -94) (Valle, n1942/50, 13 1/10-111-95) 85. Una higuera fornea en el Campo Alto (*0too-94) (Valle, n 1951/53, 17/31-111-95) 86. Un caracol serrano andariego y juguetn (*0too-94) (Valle, n1954/56, 7/21-1V-95) 87. Recuerdos, nostalgias, aoranzas y otras cascarrias de la ilnemoria (1-95) (Valle, n1957/62, 28 -1V/1 -VI -95) 88. Personajes y personajillos de otros tiempos que fueron Elda un da (*I-95) (Valle, n 1963 66, 8/29 -VI -95) 89. Bebestibles de tiempo de Maricastaa. Cuando no existan cubatas ni litronas (*VI -95) (Va lle, n 1967/69, 6/20 -VII -95) 90. El ro Vinalop, arteria fluvial que dio vida al valle de Eldn (*Verano -95) (Valle, n 1970, 1 IX -95) 91. Las campanitas de Santa Ana (*VII -95) (Fiestas Mayorels, Septiembre, 1995) 92. Estampas veraniegas un tanto pansas (*V11-95) (valle, i n 1971/73, 7/22 -IX -95) 93. Ser verdad que tenemos vidas paralelas (*...-95) ( Valle, n 1974/77, 29-IX/20-X-95) 94. Recuerdos del da de la Virgen (*1X-95) ( Valle, n1978/82, 27 -X/24 -XI -95) 95. Tambin yo fui zapatero de silla (*VI -95) (Valle, n 1983/90, 1 -XII -95/19-1-96) 96. El camino del Pantano (que eran tres) (*...95) ( Valle, n 1991/95, 26-1/23-11-96) 97. Una avenida Diagonal en Elda (*...96) (Valle, n 1996)99, 1/22-111-96) 98. Valle de Elda nmero 2000 y tiro porque me toca (*111-9 ) (Valle, n2000, 29-111-96) 99. El to Penseque y sus industrias (*0too-95) (Valle, n 201/05, 4-IV/3-V-96) 100. Salas de fiestas y lugares de ocio aejos (*11-96) (Valle, h2006-10, 10 -V/7 -VI -96) 101. Los duendes del seor de la Horteta y otras minucias (*0tIoo-95) (Valle, n2011/13, 14/28 VI -96) 102. La feria de mi pueblo, ochenta aos despues (*1-96) (Va le, n 2014/17, 4/25 -VII -96) 103. Estampas elderas de nuestra guerra civil (*III-96) ( Vall , n 2018 y 2020/21, 29 -VIII -96 y 13/20 -IX -96) 104. Recuerdos de ayer con hierbas aromticas (*IX -96) (vall , n 2019, 5-1X-96) 105. El deporte de la pelota valenciana en Elda (*V111-96) (Fie tas Mayores, septiembre, 1996) 106. Cooperativas obreras y contrastes de mi pueblo en guerra (*III-96) (Valle, n 2022/25, 27 IX/18-X-96) 107. La diligencia de Jos Mara (*VII -96) (Valle, n2026/30, 5 -X/22 -XI -96) 108. Fuegos artificiales a base de carburo (*VI -96) (Valle, n 2032/36, 5 -XII -96/3-1-97) 109. La gra de la Estacin en mis recuerdos infantiles (*12.g) (Valle, n2037/41, 10-1/7-11-97) 110. El seor Paco conoci a mi abuelo (*Verano -96) (Valle, n2042/44, 14/28-11-97) 111. Tienen raciocinio los pjaros (*X1I-96) (Valle, n2045/48, 7/27-111-97) ARTCULOS 517 (Jos Jover Gonzlez de la horteta falleci el da 24 de marzo de 1997, en Alicante donde re sida. Valle de Elda continu publicando los artculos recibidos antes de su fallecimiento has ta completar todos ellos) PAPELES PSTUMOS 112. El nmero 9 de la calle la Pistola (*Otoo 1996) ( Valle, n2049/53, 4-IV/2-V-97) 113. Los Indios, los Chamorros, los del Monte Calvario y los de la calle San Antn. (*Invierno 1996-97) (Valle, n 2054/57, 9/30-V-97) 114. La vieja calle de Coln que yo conoc (*...) (Valle, n2058/62, 5 -V1/3 -V11-97) 115. En defensa de las borrajas (*...-97) (Valle, n 2063/66, 10 -V11/29 -V111-97) 116. Aquellos villancicos a la Virgen (XII -96) (Fiestas Mayores, septiembre 1997) 117. Cuando las serenatas alegraban las calles de Elda (*III-97) (Valle, n2067/69, 5/19-1X-97) 518 Los ESCRITOS DE JOS JOVER GONZLEZ DE LA HORTETA

Los escritos de José Jover González “De la Horteta”

Más documentos

Los colegios públicos y privados de Elda. 1900-1970

La Fiesta de Moros y Cristianos de Elda. Análisis histórico, cultural y social

La Fiesta de Moros y Cristianos de Elda

Daniel Esteve, el hombre y la montaña

Entorno (paseo poético)

Itinerarios de Elda y Rabosa

Cien años de presencia carmelita

La Ficia. Un gran esfuerzo colectivo

Bloqueador de anuncios detectado