M ás d e 25 A ñ os a s u S erv i c i o pRODUCTOS • Elaborados de forma artesanal • Hechos a gusto de todos porque no llevan sal • Sin aditivos ni conservantes naturales 100% FABA I CACIÓN Y DISTRIB U CIÓN UE PATAiAS FAI T AS Y APERIi I VO S Polígono Industrial CAMPO ALTO Calle Francia, N.° 5 Tfno. 538 36 20 Fax 538 34 47 Apdo. Correos 590 ELDA «Iban caminando y se han encontrado, a unos pastorcillos... y le han preguntado si para Belén... queda mucho por andar» n Villancico popular anónimo n f^! ^;^ .^r^.,^^^^ 0 Edita: Ayuntamiento de Elda Dirección: Manuel Serrano González Concejal de Cultura, Sanidad y Medio Ambiente Coordinación técnica: Pedro J. Navarro Requena EMIDESA Consejo de Cultura y Redacción: Joaquín Laguna Blasco, José Luis Bazán López, José Casao Lucas, Francisco Martinez Navarro, Pedro Civera Coloma, Francisco Sánchez Martínez, José Mateos Gras, Francisco Payá Busquiel, Juan Marhuenda Soler, Charo Moreno Martínez, Miquel Barcala Vizcaino, Octavio J. Peidró Padilla, Ma Salud Corbí Sánchez, Javier Ortiz Parra, Dolores Delgado Fernández, Ana M^ Esteve López y Antonio Mira Sempere. Textos ( por orden de aparición): Manuel Serrano González, José Luis Bazán López, Alberto Navarro Pastor, M^ salud Sánchez López, Consuelo Poveda Poveda, Pedro Gras Chinchilla, Juan A. Alchapar Cayuela, Pedro Maestre, Sacra Leal, José Mira Torregrosa, Evangelina Lorenzo, Lydia Sanchís Pérez, Eduardo Sanchís Pérez, Juan Luna, Encarna Rico, Manuel Quiroga Clérigo, Ana Verdú, Rafael Carcelén García, Francisco Orteqa, Norberto Navarro, Francisco Herrero, Octavio J. Peidró, M^ Jesús Sánchez, Heinrich Sánchez, Ana Ma Esteve López, Fernando Matallana Hervás, Enrique Selva Poveda, Octavio López, Ma Concepción Sirvent Bernabeu, Miriam Cano Nieto, Juan José Sánchez Gras, Ramón Candelas Orgilés, Juan Rodríguez Campillo, José Esteve, Adriano Gómez Ruiz, Rafael Juan Ortega, Luis G. Torregrosa López, Vicente Alarcón Juan, Vicente Beltrá, Santiago Sierras y Carmen Guarinos Maestre. Fotografía de portada: Francisco Albert Fotografías en interior: Manuel Serrano González, Francisco Albert, Rafa, Juan José Pagán, Juan Cruces, Carlson, Pedro Gras, Ramón Candelas Orgilés, Adriano Gómez, Archivo de EMIDESA. Ilustraciones: Teresa Gil y Valero Ilustraciones portadillas capítulos: J. García y S. Aguado Distribución: EMIDESA ( Empresa Municipal de Información de Elda, S.A.). Jardín de la Música, s^n. 03600 ELDA. Telf. 5392577. Fax 5394433. CIF. A-03272598 Diseño, maquetación y fotomecánica: Estudio DAC, s.l. Petrer Impresión: Quinta Impresión, S.L. Alicante Tirada: 1.500 ejemplares Depósito legal: A-1197-1996 i^^ Ĵ ^J^^i^J^ 0 Vida y obra de Rafa (Rafael García Richart) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 Vida y obra de Miguel Angel Esteve, pintor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Los inolvidables días de Pascua de los años cuarenta . . . . . . . . . . . . . . . 39 Paco Mollá y Carolina Gonzálvez, dos almas unidas por la poesía. .... 41 Ecos de sociedad en el semanario Idella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Eljardín de allá . .............................................46 La Justicia en Elda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 POESIA .....................................................49 55 años de ajedrez en Elda. Historia del club Ruy López. ........... 56 Antonio Gades, Mabre de Oro 1997 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 EI homenaje a Evelio Esteve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Homenaje a Vicente Valero y Joaquín Romero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Premios Madrassa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 Centenario de la Generación del 98 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 LI BROS La prensa eldense puesta en solfa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 ..^ ^^^ f ^^^ Lo pagano en el orígen de nuestras creencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 La duda m etódica.Hoy . ...... .................................81 POESIA .....................................................86 AL-AZRAQ, nuestro Visir desconocido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Una ermita rural en Elda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 Un alcalde edense en su lugar corespondiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 La plaza de Sagasta . .........................................102 Los otros íberos: avance al estudio del alto curso del rio Ciguela. ... 105 Con el alma fuera de la boca . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112 ^Ha dicho «ternera^? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Oro rojo . ...................................................117 La equivocación . ............................................123 Los orígenes . .. .............................................126 Efectosdela sequía . ........................................128 ^Qué hacen los vivos mientras tanto? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 131 Los árboles humanoides . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 Nuestro corto ca mino . .......................................138 r^^ ^i^ ...^fdri^t^ ^IOC 1^RNOE^ SEOOANO GONtiÁ^E^ Concejal de Cultura, Sanidad y Medio Ambiente Director de este número uando se aproximan los días fríos de diciembre en cada año, el calendario se Ilena de escarcha, y mien tras las plantas se duer men en el suelo, sólo los madroños, los arrayanes, el romero o el muérdago nos ofrecen sus preciados frutos de colores variopin tos, desafiando al viento y nos anuncian en esta eclo sión de júbilo y alegría en cada navidad, que pronto en Belén, una mujer Ila mada maría dará a luz un hijo, que cam biará con nueva filosofía de vida el desti no de un mundo Ilamado occidente. Así cada año y en cada Navidad y este 1997 una vez más amanece nuestra Alborada n° 42, que nace paralelamente con la Navidad, que queremos que en este libro im pregnado de poesía, de narrativa, de arte, costumbrismo, ecología, ensayo, historia, música, efemérides, narrativa, cuentos y sociedad, sea un mensajero enviado 0 adelantado, de esta nueva Navidad que ya se muestra por su estrella-lucero, como un alardo de las próximas fiestas, que en esta envuelta hemos querido mostrar to do lo que el mundo de la cultura local o foránea quiere y puede ofrecer a la ciu dad en estas fechas casi como un regalo de Reyes. Sabemos que faltan algunas fir mas, pero tenemos que decir que todo el mundo de la pluma fue en su día convo cado e invitado a la participación en este número como era obvio y obligado. A to dos los colaboradores, literarios, pictóri cos, fotográficos o cualquier tipo de cola boración iconográfica, quiero mostrar mi agradecimiento, así como a los colabora dores de la Concejalía y Emidesa, espe cialmente a Pedro Navarro por su dedica ción y técnica, apostando por este nuevo desafío en este nuevo número de Albora da 1997. A todos ellos y a ustedes, lectores, sólo me resta desearles felices fiestas de Navi dad y venturos años del Señor de 1998, donde todas las expectativas e ilusiones se vean colmadamente cumplidas. Aunque sólo sea dentro de las limitaciones propias, que la vida y el destino nos imponen. r^^ ^^..i^t^^^^ Detalle del Jardín de la Música. foto: Franrisco Albert. ; ^^^^^l^^ . 0 JOAN PASCCAC A^OBÍN Tocar el papel es una necesidad del lector que apoya su conoci miento. Quizás no. Qui zás todo sea moda. Ya veremos. Alborada es papel sobre el que se vuelca la creación, un poco al viejo estilo. Nos vamos de los cánones hiper modernos al uso, sin re nunciar pero sin bus carlos, y encontramos una revista que nos ha bla. En Navidad nos in vadirá la publicidad y todos pecaremos^pica remos. Dejaos tentar por Alborada, acercaos a sus imágenes y pala bras. Y leer, y mirar, y tocar, y oler la tinta. No es ésta la página para Ilamar la atención I desarrollo de los más sofisticados medios de información y comuni cación no han conseguido arrinco` nar la página escrita y cuidada. AI contrario, hoy se acercan a la lec tura de libros, revistas y periódicos ,más y más gente. Alguien dará oportunas explicaciones. Hay ma estros para contentar todos los va riados comportamientos sociales. Este acercamiento al papel me sugiere la necesidad de contactar con las expresiones en toda su pureza. Negro sobre blanco es un compromiso de quién escribe con quien lee. sobre la política local. Me guardo los méri tos que no me corresponden a mi solo y ca Ilo los desperfectos propios y ajenos. Prefie ro que de estas cosas se ocupa el ciudadano por si solo. EI sentido común es más sabio que todo lo que yo pueda decir o callar. Alborada de Elda: «tiempo de amanecer» de una ciudad, de un pueblo. Esto dice bas tante. A ver si somos capaces de hacerlo realidad. Ese es nuestro compromiso, mi com promiso, para esta navidad. íY no me parece poco! Un saludo. rl^ Ĵ ^}.ri^ra 0 1998 j^ EXCMO. AYUNTAMIENTO DE ELDA á^^ CONCEJALÍAS DE CULTURA Y MEllIO AMB[6NTE coxe^curL.^ ^^.,,,^.,e,«,,,.^^^^ ^„m^, ^^^x^„^e ^^ ^^ ^A^^^ ^^^ ^,^a^^,u^_ N^^mhrc e^i La[fn: (,OVVnLVULU^ ALTHAFUIUFS Fnmilia bo[ánica: (,lNVOI_VL!LACEAS rl^ ^iJÍ^i1JP Calendario 1998 omo cada año, diciembre deja caer su hoja del calendario y tras unhorizonte de ocaso y un atardecer de sombras, amanece un nuevo des pertar de luz y de esperanzas. Este nuevo horizonte de esperanza es el de1998. Con el número 42 de la revista Alborada, este año hemos querido introducir y regalar un calendario para el Año Nuevo, en el cual hemos pretendido en viar los dos mensajes que la Concejalía de Cultura y de Medio Ambiente del Excmo. Ayuntamiento deElda quiere transmitir: de un lado, ayudar a preservar la cultura y la tradición local, en es te caso concreto divulgando parte de nuestro patrimonio vegetal natural co mún, así como el uso que bien en infu siones, tisanas o cocimientos, se hace de la folkmedicina popular en nuestra co marca. De otro, la divulgación de espe cies botánicas de nuestro medio am biente próximo para que aprendamos mejor a conocerlas, para amarlas,pre servarlas, y respetarlas, como si de teso ros naturales de nuestro entorno se tra tara. En el calendario de las seis plantas y portada: La Correg ŭ ela, Romero, Espino Blanco, Rabo de Gato, Marrubio, Salvia y Tomillo, hemos realizado unas seccio nes de las mencionadas plantas, así como sus usos y composiciones, al tiem po que aportamos datos para su prepa ración y elaboración. En otro casillero introducimos las fechas festivas más significativas, así como las actividades culturales o ecológicas que realizaremos a lo largo del año. Queremos también que este calen dario sirva para desearles todo tipo de bondades en 1998, salud y felicidad. Manue! Serrano González Concejal de Cultura, Sanidad y Medio Ambiente Autorretrato de Rafa (Rafael García Richarte) a blanco y negro. Es un buen primer plano muy contrastado detfotógrafo. ació en Lorca, el 28 de febrero de 1943. Muy pronto, con tan sólo 8 años de edad se tras lada con su familia a Elda. A los 15 años si guió sus estudios en una escuela nocturna y comenzó a trabajar de dependiente en la droguería Eldense. Fue en este esta blecimiento donde comenzó a intere sarse por la fotografía gracias a Fran cisco Esteban, propietario del negocio, que le enseñaba sus obras. ^^.^Í?,r1^Jr^, Antonio Penalva, que antaño era fotó grafo reportero, les compraba los productos químicos para el revelado. Muy pronto el propio Penalva le propuso a Rafa si quería ser su aprendiz, a lo que éste aceptó muy gustosamente iniciándose así en el compli cado mundo de este arte. Estuvo con él dos años, pero Rafa quería aprender más y se puso en contacto con Antonio Sirvent, fo tógrafo de mucha experiencia y gran técnico en la materia con el que, según nuestro protagonista, aprendió mucho y fue como un padre para él. A los 18 años se trasladó a Francia, país en el que nació la fotografía. Allí comenzó a practicar en la técnica del revelado de blan co y negro. En el laboratorio que trabajaba se luchaba en competencia por la calidad, así que las fotos tenían que ser verdaderas obras de arte. Esto fue lo que le hizo apren der todas las técnicas de la fotografía, pa sando a ser el encargado de uno de los me jores laboratorios franceses durante siete años. Estando allí participó en el Primer Concurso de Fotografía organizado por la revista científica ALGO. Mandó una foto y le concedieron el primer premio. Esto, que ocurría cuando él tenía 20 años, le animó mucho ya que era el primer concurso al que se presentaba. A los 26 años volvió a Elda bien empapa do de fotografía. Se instaló y comenzó a tra bajar la técnica del reportaje, en el diario La Verdad junto con Manuel Mira Candel con el que formó equipo en la delegación local del rotativo alicantino. En 1968 volvió a partici par en uno de los concursos más codiciados por los fotógrafos espñoles, el «PREMIO NEG TOR». Cuando recibió el telegrama en el que se le anunciaba que había ganado, no se lo creía. EI premio consisistía en un viaje de 8 dí as a Colonia, a«Fotokina», con todos los gas tos pagados y 40.000 pesetas en metálico. A partir de entoncens comenzó a man dar fotos a concursos locales y nacionales, consiguiendo en muchas ocasiones el pri mer o segundo premio. Estuvo así hasta que se ocupó de otros negocios y, por tanto, su dedicación ya no le permitía hacer tantas fotografías. A partir del año 1972 obtuvo varios premios locales y provinciales y el 4° Premio Whiski «Passport», que es uno de los de más participación a nivel nacional. Tam bién obtuvo el primer premio «Sonimag 1995», y una de sus fotos fue seleccionada para el Museo de Arte Moderno de Madrid. Dos exposiciones individuales, una en 1969 en Elda en la Caja de Ahorros Provincial y otra en 1991, en la Casa de Cultura también de Elda, completan esta breve biografía. ® Original montaje de la fachada de la antigua FICIA, formando un chaflán o abanico con los tres edificios. En 1969. rl0 ^^ ..,.^Ía.^l^1^`^ m ® Foto de una escuadra de negros de las fiestas de Moros y Cristianos de Elda. El puerto de Alicante. Imagen donde la luz y las sombras conjugan una poesía realizada en sepia con las nubes, el mar, los barcos veleros y las grúas del puerto alicantino. ,^1^ ^;^Í^,I ® Foto muy contrastada con movimiento titulada Juventud nocturna. Realizada en las Casas del5eñor. © Bella marina donde Rafa consigue contrastes muy acertados en las luces y en los toques coloreados en sepia. sI^JÍ^^.^Í^r: Imagen del paseo marítimo y playa de Benidorm entre bruma y poca luz, consigue captar la magia con que el Sol despierta a la mañana, en días de neblina. ^...1^^^I^v ® Foto manipulada del paisaje urbano de la avenida José Antonio de Madrid en 1997. ® Ĵ ^^..rl^, 0 Foto del lago de Anna (Valencia) en otoño. El fotógrafo transforma con su imaginación y técnica la imagen real y casi la lleva a que se vea virtual mediante su percepción exquisita de la realidad, jugando con la luz y el reflejo de agua del lago y las barcas. r^^ .! i^ ...,1^a^^^P^ 30 Imagen de una procesión de la Semana Santa de Lorca con unos contrastes a blanco y negro perfectamente conseguidos. ^^^^^^^^ Foto realizada en sepia y coloreada de las estatuas del Trocadero en París. ^ ^^^^^^^ Paisaje urbano de una calle de Jerusalén realizada en 1992. m Una visión de Rafa del Gran Canal de Venecia en 1995. Con esta foto consiguió el premio anual de «Sonimag». Es casi más que una bella foto, una buena obra pictórica. 14 Cultivos de arroz del Vietnam. Realizada en 1997. ^ P ^C^rI^` 13 15 Se corresponde la imagen a un paisaje de Tahilandia con un gran panorama donde la profundidad de campo nos lleva desde la inmediatez hasta el infinito de este paisaje subtropical. Paisaje de Tahilandia. © ^^^ ,.i ^^.r ^ ^ ^^ Mujer negra del Zaire. Foto realizada en 1995 en el safari fotográfico que hizo Rafa durante su visita a la zona. ^ :^^^ ,.^^^^: . m ANOEU SEOOGNO GON^á^E^ iguel Ángel o Miguel para los amigos nace en Elda. Recibió las primeras cla ses de pintura y dibujo de los pintores G. P. Leirbag y de A. Arribas. Obtuvo la licenciatura de Bellas Artes en la Facultad de San Carlos de Valencia. Complementó sus estudio de grabado en la «Scuola Internazionale de Grafica» de Vene cia, donde realizó el curso de técni cas experimentales. Fundó y dirigió la Escuela Municipal de Ar tes de Sax. Asiste en Albarracín al I Curso Supe rior de Pintura. Dirigió la Sala Sorolla de Elda. Ha sido director gráfico del libro «Historia del Calzado» prologado por Cela. Ha ilustrado el libro de poemas ^^Fuego y agua» de M. Serrano. Ha dado numerosas char las y conferencias sobre arte. La colección sobre «Grabado contemporá neo español» editada por la Biblioteca Nacional, ha incluido tres grabados de Miguel. Ha obtenido también diversos galardones en el campo de la imagen: - EI primer premio de investigación con el tema «Azorín», de la Generalitat Valenciana. EI segundo premio de turismo «Murcia, costa cálida», de la Comunidad Murciana. - Fue premiado por la Fundación FICIA en el concurso anual de periodismo. ^ ^ ri^J i^^ O Miguel Angel pintando a los 8 años, su vocación le viene desde niño. ^ Premios logrados en la Foto reciente del pintor ante los «Naipes Zapateros» que expuso en Villajoyosa. pl á sti ca - Segundo premio de carteles «Año Internacional de la Juventud» (Elda). - Primer premio de carteles del Concurso de Carnaval (Petrer). Primér premio del II Certamen Pintor Sorolla (Elda), para artistas eldenses. - Segundo premio I Concurso de Graba dos «Bendarhim» (Benidorm). - Primer premio del II Concurso de Pin tura al aire libre de 1997 en el Jardín de la Música (Elda). - Primer premio del II Concurso de pin tura rápida Ciudad de Alicante. La obra de 1Vliguel Ángel La crítica especializada ha recogido en sus notas el contenido de la obra de Miguel, el semanario «Le mois á Nice» define así la obra del pintor: «Esteve es un artista de espacios abiertos a la imaginación, en sus obras la profundidad Ilega al alma, en los que los sueños se mezclan con la realidad. En sus cuadros la naturaleza es una creación dinámica que nos proporciona emociones de un mundo donde el cielo y la tierra nos fascinan». EI crítico de arte califica a Miguel como: «Artista sensible, emotivo, mediterráneo y humanista que interpreta el paisaje obte niendo armonías serenas de los colores de su país natal». Por su parte el excelente poeta Antonio Porpetta dice de la pintura de MigueL• «es viva, humanizada, intemporal, que se apoya en un fulgurante contorno geográfico para transmitirnos, sosegadamente, nada más y nada menos que esas formas de ser y de es tar, de pensar y de sentir, que nuestro mun do mediterráneo ha ido adquiriendo con el lento y lejano paso de los siglos». Exposiciones - Galerías de la CAPA de Elda y Benidorm. - Sala Sorolla de Elda. - Galería «Roch Minué» de Palma de MaIlorca. - «La Galeríe» de Moraira. - Caja de Crédito de Petrer. - Sala de «La Caixa» de Mahón. - Sala de la CAM de Lorca. - Casa de Cultura de Elda. - Casino Costa Blanca de Villajoyosa. - Galerie «Art et Culture» de Niza (Francia). En la actualidad prepara y trabaja el montaje de dos próximas exposiciones. ft^„t^ 3 1 ^1(:J ® 3 cQ a c ^ c^ ^ 0 a^ a, ^ ^ Bodegón lleno de luminosidad y frescura con técnica de acuarela precisa. 0 Bella acuarela del paseo marino de Villajoyosa. El mar es un motivo de inspiración casi permanente en este pintor. ^ ^ ^^ ^C+.^IJ^^ m Acuarela con iglesia y almendros. Bussot. ,^!_r ► ^^r^^^^^^ ® 3 c ^ a c ^ ^^ 0 a ^ a, ^ m Acuarela del barrio antiguo de Villajoyosa con sus típicas casas pintadas en colores fuertes yluminosos. rl! ^;^F^^1^1r. m L O Acuarela conteniendo una calle de Castalla. ® Acuarela con los motivos florales de un patio interior. ^riÍ^s^^^^ Bello grabado de Miguel que forma parte de las ilustraciones del libro cFuego y Agua». 10 Foto de Miguel con su amigo el pintor alicantino Gastón Castelló que sentara escuela principalmente por sus mosaicos y murales. m 1..^^^ ..^^}1l Ĵ r^ m Grabado de paisaje rural realizado con la técnica del agua fuerte y resina. Foto de Miguel con el premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela y el entonces alcalde de Elda en la presentación del libro titulado «Historia del calzado», que dirigió técnica y estéticamente. ^r .J^^iIJ^a 12 13 Grabado realizado por el pintor con la técnica de agua fuerte. © ^o ^ ^ ..J^^.r1 ^r^ m W ^ Q 14 Bella escultura femenina modelada en barro por Miguel en su época en Valencia. 15 Cartel presentado por Miguel en 1977, para el concurso anual de la Junta Central de Moros y Cristianos de Elda. La Silla del Cid, se dibuja en el centro. ^L D A ^^997 De l 5 a l 9 de junio DECI.ARAUA F1ES7A UE IlYTI?RES TURISTICO m ^ o 16 Oleo del pintor, titulado: «Señoritas en azules». En esta obra como en otras de esta fase, el artista demuestra su dominio en temas monocromos. ^^ . _ .,.. m Paisaje al óleo del pintor con el tema de una gran perspectiva de una bahía y el mar al fondo. 18 Bella panorámica urbana del pintoresco pueblo alicantino de Sella. 17 ^ 5erigrafia en verde, rojo, blanco y negro titulada «máscara veneriana». ® ^ ^ ^ Crl W F ^ Q 20 Xilografia de Miguel Angel a blanco y negro de una hamaca en la playa y costa mediterráneas. Xilografia del pintor cuyo motivo es un marinero recostado en una roca soñando con el mar y su barca. ^ . eo^w t^ r , 20 21 ^ %^j// ^Í.f .. l.^j , I II Iq ^/ _ 1 111 ^ II! idqLb II ^ ^a„-^,., --. . ^ ^ f^ ^^ 1 L i if^^.. ii i ^{ N q (^ ^ _,r,^^^ ^^ , ^ 1 ^I^I^t^^^^^^^^^^^1^ ^ ^ fl^^j ^Il^ ^ ^ ^ ^, ^.` ^^ ,^i^ `-r,+.u.^ y ^^i ,^^^ ^^^^^^^ ^^^^^^^^^^^^ ^^^^ ^p ^^ ^ ^^^I^^ ^ ^ ^^ ( } ^ ^ ^ ^ ^ ; III , ( I^ ^ ^ ^ II^^^ 1 . , ^ ( ^, ^^ ^ ^ I ^ ^ I ^ h ^p ^^ ^I li p ,^ ^ ^ ^^ j ^^,11 ^ ^ ^^ ^, ^l . , ^ ^ ^ ^ ^ ^^ III^,I^^ MW^ I ^ ^L•.il^^^^i^^^ .it^ti.^^71^^^ f^11i^{IIUU ^^ 1^^I^ ^% n ^i ^-y.,,^,^q^^^ ^^ ;.,;1^ . ,.^ú; ^ u^ii,«^j^^ m partir de 1939, una vez finalizada la guerra civil española, se inició en nuestro país una etapa de industrialización cu yo objetivo principal era conseguir un exponente alto de autarquía eco nómica. De lo que ver daderamente se trataba era de desarrollar los recursos necesa rios para alcanzar una autosuficiencia económica frente a otros países. Este sistema económico derivó en el forta- lecimiento de las industrias de guerra y las de sus materias primas. Elda también sufrió el retroceso in dustrial padecido por toda España. ^_^^ ^ ^ c a^ L ^ ^ V ,(! ^^r^^^^r^ Sobre todo por la falta de materias primas necesarias para la industria del calzado. Aun que es verdad que aparecieron un número ele vado de pequeñas empresas con unos altos porcentajes de trabajo clandestino, principal mente aquellos que siempre hemos conocido como ^tallericos». La vuelta al trabajo de ciertas empresas no se demoró un tiempo prolongado, este proce so hubiera sido más rápido si las restricciones energéticas no hubieran descontrolado la puesta en marcha. Aún así el ritmo cotidiano eldense se inició a principios de la década de Ios cuarenta con sucesos como la Ilegada de los Santos Patronos, la reorganización de la Comisión Gestora municipal, la inauguración del nuevo Campo de Deportes, varias obras en determinadas calles, ... Nuestra ciudad como núcleo industrial siempre ha tenido una inclinación innata a las fiestas y al divertimento. Nos imaginamos por unos momentos la vida de los eldenses dedica dos al trabajo excesivo y agotador, con pocos descansos domingueros y deseosos de la Ilegada de cualquier fiesta tradicional. Recordemos un párrafo de Eloy Catalán en una revista de los años treinta. ^^Así, podemos contestar a cuantos quieren torcidamente hallar un vicio en estas costumbres nuestras: Elda se divierte porque trabaja y trabaja porque se divierte. Y en esta cadena sin fin de efectos y causas, está la razón de la vida y la laboriosidad de este nuestro pue blo tan discutido y tan envidiado». Una de las fiestas más emblemáticas de EI da, en la época de los cuarenta, era la que se celebraba con motivo de la festividad de la Pascua de Resurrección que se prolongaba desde el domingo hasta el miércoles, aunque este último día fuese laboral. Los escenarios eran el Arenal, Santo Negro, Tía Gervasia y el Pantano donde las familias y las pandillas pasaban la jornada jugando a la comba, culebra, prendas y a los pilares. Durante estos días los eldenses salían al campo a celebrar la reciente Ilegada de la pri mavera, aparte que esta alegría ponía fin a la seriedad tipica de una larga cuaresma en la época franquista. Atrás quedaba el Domingo de Ramos con aquel dicho tan popular en toda la geografía española: Domingo de Ramos el que no se estrena no tiene manos. Las palmeras bendecidas colgadas de los balcones y la visita en la tarde-noche del Jueves Santo a los pocos monumentos existentes. EI Domingo de Pascua era distinto, el ritmo acelerado por los preparativos destacaba por encima de todo. En las cocinas se preparaba la fritada de conejo y las «tortillicas», las cestas se Ilenaban de frutas, algo de companaje y de las queridas gaseosas, con esas chapas que más tar de servirían para jugar sobre el bordillo de la acera, y no se olvidaba la típica bota repleta de buen vino, aparte de las monas que el día ante rior habían visto amasar en los lugares más sig nificativos de la ciudad. Algo que se convirtió en un acontecimiento eran los vestidos de la Pascua. Las chicas con sus batas, algunas con delantal, zapatillas blancas y la gran mayoría con el pañuelo a la cabeza era el vestuario femenino de estas fiestas, sin embargo los chicos no tenían un modelo determinado aun que prevalecía la camisa blanca, pantalón más bien corto y un chaleco o un jersey fino de lana. EI lugar de encuentro del lunes era el paraje conocido por Santo Negro y el martes se reuní an en la Tía Gervasia, al día siguiente se dirigían a comer el atún de zorra al Pantano y, a partir de ese momento esperar a que Ilegara el día de San Vicente, momento trascendental ya que los chicos se encargaban de invitar a sus parejas o amigas a comer, en correspondencia por las in vitaciones realizadas por las chicas durante los anteriores días festivos. Quizá lo más destacable de estas fiestas era cuando Ilegaba el momento que el huevo de la mona era aplastado en la frente de un ser queri do. En muchas ocasiones este acto era casi co- mo una declaración de amor pues era normal la conexión entre parejas, por lo menos hasta el día de San Vicente. Estas fiestas ya desaparecidas tuvieron unos buenos momentos, eran una tradición con fuer tes raíces y Ilevaban la ilusión a toda la pobla ción eldense. Un escritor anónimo (Revista «Ho rizonte» septiembre del 31) describió perfecta mente estas fiestas populares de la siguiente manera: Tardes de ^^Mona», corros, alegría... La vida que ríe en esas mocitas sencillas y bonitas, típicamente ataviadas con bordaditos pañuelos de seda, con sus caprichosos delantales, con sus alpargatitas menudas y dibujadas... En alegre, en educada camaradería con los mozos que las admiran y las elogian y que, a veces, influencia dos por el inspirador medio ambiente, vierten en sus oídos galanas, tremulantes frases que ellas, entre alborozadas y complacientes escu- chan con un dejo de emoción... Idilios inolvida bles de estos días que se suceden para aunar lo amable, lo excesivo y lo bello». ® ^ © por ú^BEBTO NAVABBO PASTOB I recientemente cele brado acto de presenta ción del primer libro de poesías de nuestra apreciada y admirada Carolina Gonzálvez ha dado ocasión a que nu merosas personas hayan centrado su atención en esta figura eminente de la poesía local que, a pesar de que sus poemas valoraban en numerosas oca siones las revistas c^Dahellos ► y«Fies tas Mayores ► ^, o semanarios como «Va Ile de Elda^, no había tenido mayor re percusión, tal vez por lo apartado de la vida social de la poetisa por circuns tancias personales y familiares. Ahora que la publicación de esta «Antolo gía» ha polarizado la atención sobre la persona lidad que existe tras la bella sencillez de su poe sía quisiera incidir en un tema que se apuntó en la introducción a dicha obra y también en el ar tículo «A Carolina Gonzálvezn, de Manuel Serra no González, el concejal de Cultura que impulsó la edición de este poemario que Carolina creía que nunca iba a ver publicado en vida. En este artículo se rememora la amistad que unía a Carolina con Paco Mollá, el gran poeta desaparecido, y del poema que le dedicó nuestra poetisa al fallecer Justa, la esposa de Paco, bajo el título «Compartiendo el dolor del hombre hermanon por lo que supuso para él esta gran pérdida. Mollá, en sus años de residencia en Elda, ha bía acudido al Ilamamiento de los poetas que había significado la constitución del grupo lite ^ Carotina Gonzálvez en los tiempos de c Dahellos». 0 N a^ .^ N i 0 c.^ ^ c .^ 0 ^ V a .^ ^ ó ^ 0 u ^ a. rario apadrinado por don Juan Madrona, que después publicó la revista poética ^^Dahellos» allá a finales de los cuarenta y primeros de los cincuenta. Se hablaba de poesía, narrativa y en sayo, y se hacían reuniones para las que se había fijado un tema al que se concurría con poemas, cuentos, artículos o cualquier otro enfoque, rea lizándose una votación para escoger el mejor y darle un modesto premio, generalmente un li bro de poemas de la colección «Austral» u otra parecida. Una de estas sesiones la realizamos en la ca sita de campo de los padres de Mollá, al sur de Petrer, no recuerdo el nombre del paraje pero sí los numerosos árboles que había en el huerto, que nos recordaban las sentidas estrofas de su poema aEl árbol sagrado», en memoria de su hermano muerto en la guerra. Entre los árboles que poblaban su huerto, había un hermoso laurel cuyas hojas nos sirvie ron para entrelazar una corona, remedo de aquellas que antiguamente ornaban las sienes de los aedas griegos para ensalzar su lírica pro digiosa. Y esta corona, como premio concedido por todos los aspirantes a poetas y escritores allí presentes, fue a ornar la frente de Paco Mo Ilá como premio a su trabajo y en gesto de amistad, camaradería y admiración. AI ceñirle aquella verde diadema, su rostro mostraba más turbación que orgullo ante la demostración de homenaje, y en cuanto pudo se la quitó, pues Z probablemente hería su innato sentido de la Paco Mollá en los últimos años de modestia; humildad y Ilaneza que siempre le su vida. (Foto Cruces-Ernes). vida compartida y el comienzo de un camino de soledad y dolor de ausencia que sólo terminó aquel 22 de diciembre del mismo año, en que el poeta exhaló su último suspiro. Pocos meses antes, an el mismo abril, Caroli na publicó en «Valle de Elda» este poema dedi cado a Mollá, postrado en una cama del Hospi caracterizó. Carolina no estuvo en este episodio lírico, pero sí en otros en los que, como siempre, la cordialidad reinó entre todos y estrechó aún más la amistad entre los componentes del grupo. Dispersado ya éste, continuó esta amistosa relación entre los componentes del mismo, así como la recíproca admiración entre algunos de ellos, concretamente la de Carolina y Mollá, ma nifestada únicamente en situaciones destacadas o dolorosas, como la mencionada del falleci miento, el 4 de abril de 1989, de la esposa de Paco, su compañera de penas y alegrías, hecho que para Mollá significó el portazo final a una tal General, cuya lectura le conmovió profunda mente: ^^POETA» (A Paco Mollá, con emoción) Encendido en su hoguera de palabras su corazón de niño-viejo embrujado, el poeta mira ya la lejanía con ese mirar de hoy, triste y cansado, en el duro camino de su vida las huellas luminosas de su paso. Su voz dulce y humilde dice adioses en poema de un amor desconsolado... Se adormece y en sueño renacido en un mundo de luz allá en lo alto ungido de pureza yde ternura, compartiendo el dolor del Hombre Hermano. (Ualle de Elda, n° 1668, 28-IV-1989). Un par de meses después, algo repuesto de su dolor y de su enfermedad, Mollá respondió con estas emocionadas frases: ^^AI ver y leer un bellísimo poema dedicado a mí, de Carolina Gonzálvez: Nadie me ha de dicado una joya -tu poema- tan valiosa y tan pura. Bellísimo poema en la forma y en el fon do y en la altura lírica, como el que me dedi cas, Carolina». «Un poema redondo de perfección y belleza. Y si a esa inspiración añadimos que pasaba yo uno de los momentos más amargos de mi vida, puede pensarse el bien, el efecto espiritual que me causó. iCuanto bien me hiciste, admirada y querida amiga mía! Fue como un aire suave y delicado, causado por unas alas leves que, de pronto, me acariciaba inefablemente y se hun día, consolador y amable, envolviendo de sere nidad mi alma...». «EI gozo de sus versos me sabía a agua tersa, cristalina y fresca en la secura de mi sed. Mano blanca en mi fiebre... iGracias, oh poetisa humana y etérea! Jamás olvidaré tu solidaridad terrena y tras cendente. Se estableció tu corriente de Amor y Belleza, de Poeta a Poeta. La alta telepatía de dos almas gemelas. iGracias, Carolina! (Nuestra inolvidable Ca rola)». Paco Mollá (Valle de Elda, n° 1679, 14-VII 1989). Pocos meses después, en vísperas de la Navi dad de aquel 1989, falleció el gran poeta y gran persona, a quien recordamos con cariño y nostalgia los que admiramos al Poeta y quisimos al Amigo, amistad estrecha, preciada joya que no entregaba fácilmente. 0 © ^^^ ^^^^^^ P^,^ED^ urante los años 1926 a 1930 sale a la calle en nuestra ciudad el Semanario Idella, con el objeto de servir de propa ganda a la creación de un monumento a Emilio Castelar. Desde sus páginas se incitaba la adhesión de los el denses a este proyecto para cele brar el centenario del nacimiento del ilustre orador, pero también se reflejaba la preocupación por otras cuestiones de la vida local sin Ilegar a ser una publicación que tratara de la actualidad de la forma en que hoy se entiende, es decir un trata miento de los hechos ocurridos en la población en los últimos siete dí as. No obstante, una sección del se manario, «Ecos de sociedad», o «No tas locales», informaba puntual mente sobre pequeños aconteci mientos o sucesos del pueblo. Dicha sección estaba a cargo de José Francés Berenguer, quien daba cumplida in Formación sobre nacimientos, bodas, dece ^ á^ -a ^ 0 .^ ^ ^ n3 E GJ N sos, reuniones de sociedad, viajes, enferme dades y un largo etcétera de vicisitudes co tidianas de la vida privada de un sector de la población eldense. La vida privada era, pues, casi la única actualidad que reflejaba esta publicación y sin embargo no por ello podemos determinar una similitud entre una publicación como Idella y la posterior «prensa rosa», pero sí a todas luces entre la sección que nos ocupa y el citado tipo de periodismo, que se dedica en exclusiva a es te tipo de noticias, tan criticado y vapulea do pero a la vez tan en auge ya que ha tras cendido a otros medios de comunicación como televisión y radio. Podemos entender que la curiosidad del hombre sobre la vida de sus propios seme jantes es insaciable, para imitarlos o para denostarlos, para envidiarlos o para despre ciarlos. En realidad, eso que conocemos por periodismo tiene en buena medida su ori gen en esta curiosidad. Para saciarla, todas las sociedades de todas las épocas han desa rrollado mecanismos peculiares, tanto a es cala privada como de modo más institucio nalizado. Ximénez de Sandoval, en su libro «Historia del cotilleo» afirma que cotillear «es referir a los demás con inteligencia, gra cia, ironía e imaginación, todo cuanto de la vida en torno son capaces de captar los su tiles sentidos del narrador».(1) Está claro que en toda sociedad organizada, por una u otra razó^, hay siempre personalidades destacadas, ya sea por cuestiones de poder po lítico o económico, ya por alguna cualidad o virtud, ya, simplemente, por desarrollar una actividad cara al público y, como hemos di cho, un interés por conocer de ellos a través de un tipo de noticias que han tenido siem pre unos lectores fieles, a tenor de su inser ción en un semanario que se ocupaba de -^^^ «cuestiones serias» y de carácter inminente Vista parcialde losjardinesdel mente cultural con firmas de prestigio, tales Casino. como Azorín, Miró, Baroja, Gregorio Mara ñón, etcétera. Cierto es que esos ecos de so ciedad guardan la compostura en sus co mentarios de la prensa rosa de los primeros años, e incluso de algunas publicaciones ac 2 tuales, muy alejadas de una prensa sensa La Plaza de Sagasta en 1928, después de su primera remodelación. cionalista o«amarilla» y, además, tenemos que precisar que se retroalimenta de sus propios lectores, ya que es improbable que no fueran los lectores de clase media-alta los que adquirieran el semanario y son ellos mismos los protagonistas de esos «Ecos...» Elda contaba en aquellos años con una po blación en torno a los 12.000 habitantes con un incremento importante a partir de 1920 a causa de la inmigración, es decir de personas que vinieron a Elda atraídas por el auge de la industria zapatera y que lógica mente pertenecían a la clase obrera. Idella tenía una tirada de unos 1.000 ejemplares, según las estimaciones de Alberto Navarro, por lo que podemos deducir que el semanario, que nace con unas pretensiones de élite era leído por la clase dominante, y a la clase dominante pertenecían sus redactores, to dos ellos profesionales liberales o miembros de esa clase pequeño-burguesa a la que he mos aludido. Su ideología era republicana, con ese republicanismo que se corresponde con una social-democracia muy apartada de un sentimiento revolucionario en una EI da, en la que sin embargo existía una fuerte implantación de la ideología anarquista pa ra la que, entre otras cosas, existía un con cepto de igualdad del papel de la mujer en el contexto social. Lo anteriormente expuesto viene a cola ción porque ya la justificación de la sección «Ecos de Sociedad» cuanto menos nos Ilama la atención por lo argumentado por José Francés ^rentre las otras secciones componentes del semanario, se ha querido dar lu gar preferente a la crónica de sociedad (...) AI hablar de sociedad, de la vida de socie dad de los pueblos olvidados, y evocar entre sus aspectos aquellas reuniones familiares a las que se daba carácter de solemnidad; aquellas reuniones que eran teatro de las horas color de rosa de nuestra adolescencia, inevitable el corazón nos pregunta ^te acuerdas? y el corazón, que es joven, empie za a recordar sus tiempos mejores (...) Ponte alegre gentil lectorcita. Dame la mano y va yamos juntos a fiestas y reuniones, que nos vamos a divertir. Déjate tus corrientes de «girl» ultramoderna, para volver a sentirte romántica como entonces, cuando alegrabas nuestra alma cantando al piano aque Ilos zorquicos de sabor añejo». Como vemos las pretensiones de José Francés son muy poéticas pero, no nos engañemos, en las crónicas de sociedad aparecen tan sólo un par de fiestas y el resto son natalicios, de funciones e incluso viajes a lugares tan «re motos» como Petrer o Monóvar. No obstante lo dicho merece la pena re señar la crónica de EI Baile de Carnaval en 0 el Casino que aparece en el número 3: «Carnaval. Baile en el casino. Una orquesta que lanza al aire el eco vi brante de sus violines y toca el «shimmy», el «foxtrot» de moda; gen te abigarrada en el salón y unas pare jitas que danzan por la reducida pista que dejan las hileras de sillas (...) Y como colofón añadamos que, si bien este año el Carnaval no nos ha traído mascaritas que nos hicieran mante ner el enigma de unos ojos bellos tras el antifaz, en cambio nos ha depara do la ocasión de poner en nuestras notas que unas bellas coquenses (sic) Dorita Zúñiga y Pilar Ferrer que irradiaban simpatía, y otras eldenses no menos simpáticas Sara y Rosita Botella y Enriqueta Maestre, animaron la fiesta de la primera noche luciendo primoro sos y atrayentes disfraces que constituyeron la mejor nota de color de la carnavalada». En términos similares está escrita la crónica de un baile en una casa solariega del paraje de La Torreta que aparece en el número 8 0 la celebración en el número 10 de la onomásti ca de «la bellísima y simpática señorita Gloria Rodríguez, hija del culto contador del Ayun tamiento D. Andrés Rodríguez Capelo (...) por la tarde obsequió a sus numerosas y distin guidas amistades con un espléndido lunch y baile que estuvo animadísimo en el que el bello sexo estuvo muy bien representada^. Como decíamos Ilama la atención el len guaje empleado en estas crónicas de socie dad o en cualquier otra nota que pudiésemos transcribir en las que, a las claras, existen unos arquetipos a través de los cuales se evi dencia el papel secundario de la mujer para la que nunca existen calificativos referentes a sus cualidades intelectuales. Las damas siempre son gentiles o simpáticas, cuando, suponemos, no eran demasiado agraciadas físicamente o directamente bellas o bellísimas cuando su hermosura, por lo visto, era indiscutible. Los caballeros, por el contrario, eran inteligentes, cultos y emprendedores. Siempre aparecen mencionados seguidos de su profesión, mientras que ellas son hijas de o esposas de los personajes relevantes en la sociedad eldense de aquellos años. Sujetos a arquetipos están también los niños para los que debía ser toda una connotación negativa no haber nacido rollizos o hermosos. Citando a Alberto Navarro en su recien te publicación, «La Prensa Periódica en Elda (1866-1992)» «a los 70 años casi de Idella, sus páginas nos acercan a la pequeña po blación que era entonces Elda, encontrandoproblemas, anécdotas, comentarios, aspira ciones, sucesos, pinceladas sobre sus perso najes representativos, el ir y venir de sus gentes en las «gacetillas de sociedad» y todo lo que en resumen constituía la pequeña historia de la población, pasada por el ta miz de la agudeza periodística de los redac tores y colaboradores de Idella». Aunque quizá nos quedaríamos con una visión ses ^ gada de la realidad de aquellos años en los Dos señoritas eldenses en los que existió un sentimiento revolucionario por parte del proletariado que constituía el grueso de la población eldense que vivía al margen de la «dolce vita» de la clase social que aparece reflejada en las páginas del se- manario Idella. Notas (1) XIMENEZ DE SANDOVAL, Felipe: Historia del cotilleo. Madrid: Guadarrama, 1960. Bibliografía jardines del Casino. Años 30. SAMPER ALCAZAR, Joaquín: Elda a través de la historia. Comunidad y territorio. Elda: Ayuntamiento; Alicante: Universidad, C7 1995. O NAVARRO PASTOR, Alberto: La Prensa Pe ^ riódica en Elda (1866-1992). Alicante: ^ Instituto de Cultura Juan Gil-Albert. Di ^ putación Provincial, 1997. ^ «EI semanario Idella, cima periodística ^ de la Elda de anteguerra». Alborada, n° ^ 32, Elda, 1985. PIZARROSO, Alejandro y RIVERA, Julia: Co (/^ razones de papel. Sensacionalismo y ^ prensa del corazón en España. Barcelo O na: Planeta, 1994. 0 I lado de Elda existe otro barrio. Los edifi cios no son muy al tos. Cinco pisos a lo sumo. También hay fastuosas construc ciones unifamiliares e incluso subterráne as. Y muy pocas de ellas son de alquiler. A los de Elda, como buenos espa ñoles, nos gusta ser dueños de donde nos metemos. Los mármoles y la piedra natural se in tercalan por doquier con bronces y metales. Y esjustificable el gasto inicial pues se tiene la ventaja de que se construye con vistas a una utilización muy prolongada y de que no se paga contribución, luz ni agua. EI espacio es escaso pero bien distribui do y en pticas hectáreas se acomodan miles y miles de ciudadanos. Los moradores de este otro barrio reci ben muchas visitas al principio de trasladar se a él. Después estas visitas se van espa ciando y, con el paso del tiempo, se reducen a una o dos al año en fechas especialmente señaladas. Pero no se nota demasiado las ausencias pues siempre hay vecinos nuevos y visitantes renovados. Además, la mayoría de los que van de visita terminan, con el tiempo, quedándose permanentemente. EI ambiente es tan apacible que se olvi dan rencores y envidias. EI pobre es vecino del rico. EI feo del guapo. EI de derechas del de izquierdas. Incluso es muy frecuente que matrimonios separados vuelvan a juntarse allí definitivamente con gran alivio de sus h ij os. Barrio de calles rectas y arboladas. Ba rrio de vecinos poco discutidores. Jamás se ha conocido una disputa entre la gente del Jardín de Allá. IV UIIIIV l % m 18YN^ rqado os pasos que ha da do en Elda la justi cia, es prolija y agi tada. Y remontán donos a fechas pre téritas, hemos de dar noticia, del «iter» seguido por la institución judicial en Elda y su comar ca, teniendo en cuenta que única mente se pretende hacer una especie de cronología de lo aconte cido, salvo error de fechas. En efecto, en los años de la postguerra (40, 50 y 60), en Elda funcionaba única mente el Juzgado de Paz, situado física mente en la C/. de San Roque, ya que la capitalidad judicial estaba en Monóvar, cabeza de partido; en tal sentido, los plei tos Ilamémosle amayores^, se ventilaban en Monóvar, con las correspondientes ins tancias superiores en Alicante. Posteriormente, ante el desarrollo que experimenta Elda, a finales de los sesenta, se traslada la capitalidad judicial a Elda, y consiguientemente se instala en nuestra Ciudad la sede de los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción y el Ilamado en tonces Juzgado de Distrito, procediéndose a la ubicación de tales órganos, en lo que hoy son dependencias de la Casa Consisto rial, concretamente en la parte que da a la C/. Andrés Amado y Espoz y Mina, recípro camente el Juzgado de Paz, se traslada a Monóvar. La consolidación del crecimiento que se da en Elda y la comarca, repercute en las actividades de los Juzgados de este partido, y a comienzos de los ochenta, se 0 c/^ W Q ^ ^ .W ^ W W W O inaugura por la necesi d h d Edificio del antiguo Juzgado Municipal en la replaceta de las Monjas, calle San Roque, 1967. a impenosa que a bía, la ^nueva sede de los juzgados, el Ilamado Palacio de Justicia, construido en los sola res que en gran parte ocupaba la antigua lonja o almacén de fru tas del «tío Vicente^; a la sazón los nuevos juzgados son ya tres, ya O que se crea uno nuevo Detalle de la fachada del antiguo de Primera Instancia e Juzgado. Instrucción. ^^ ^ ^^^ ^ ^ zY ^ ^ ^ ^ . ^. : La reforma de la L.O.P.J., así como la promulgación de la nueva Ley de Planta y Demarcación Judicial, hace que unos años después se cree un nuevo Juzgado de Pri mera Instancia, con lo que son ya cuatro los Juzgados de Primera Instancia e Ins trucción en el partido judicial, ya que de saparecen con la nueva normativa, los juz gados de distrito, con la consiguiente re conversión de los mismos en Juzgados de ^I^ ^^ ..,^Í^fl^r`^ Primera Instancia e Instrucción; ocasionán dose a su vez un hecho de incidencia, cual es, la división del partido judicial a raíz de la mencionada normativa, en dos partidos judicia les: Elda y Novelda, quedando el partido judicial de Elda, con el término de Elda y Pe trer. Por tal motivo, el organigrama judicial de Elda, a pasado en este último siglo a con tar, desde solamente un Juzgado de Paz, en unas exiguas dependencias, a tener un edificio notable, y cuatro Juzgados de Pri mera Instancia e Instrucción, Registro Ci vil, Oficina Forense, Fiscalía adscrita no permanente, y delegaciones de los Cole gios de Abogados y Procuradores, lo Penal, y de lo Social, al menos en el primer caso itinerante. 0 Poema con cabeza en forma de amor A tí, Vicente. í0h, Adamá querido!, te busco dentro de mí y el eco de tu nombre invento a lo lejos, y te pareces a ti, pero no entiendo lo que me dices, y me parezco a mí tan to que todavía no cicatrizo, y me odio. Es indispensable transparentarnos antes de que la sequía de metáforas nos diseque después de la última cerveza. Los demás están vivos o lo fingen, sólo quedamos tú y yo, íoh, Adamá!, tú y yo recorriendo las calles desiertas de esta ciudad fantasma donde ya ni la literatura es un espejismo. (Panero nos ha abandonado en una vejez prematura). ^Dónde están aquellos atardeceres macha- cados de vino? ^dónde aquel sueño de perdonarnos la vida, esta vida mezquina? ^dónde del semen rubio el recuerdo? i0h, desierto del que da y dicen que te vuelves piedra y yo me busco dentro de ti y fugaz mente nos parecemos a nosotros, tanto que en una migaja de complicidad nos basta para delatarnos: ícómo nos hemos echado de menos y qué viscosa la nostalgia!. De un lugar entre el olvido y la muerte regresamos con los ojos cerrados como si tuviéramos miedo de abrirlos y no reconocernos. Tú eres el que me espera en un equilibrio silencioso y yo soy a quien le tiembla la voz cuando te dice: no dejes ahora que me caiga de ti, ahora que te ofrezco en mi mano los sauces que no he visto, que tenemos que hablar de muchas cosas, pompañero del alma, pompañero. He perdido la geografía, la brújula y los conceptos y el archipiélago aquel, sembrado de edenes, donde ahora se hacen pruebas nucleares. Y no sé que bandera ondea en esas tierra donde el dolor, cotidiano y amigo, se sienta a cada mesa, se abraza a cada pecho, se torna perpetua presencia en los hogares donde ya no danzan las voces de los niños. He perdido la geografía y las fronteras son ahora más grandes y los gestos ya no sirven para comunicarse sin palabras, sólo el grito cavernario de la barbarie ocupa plazas, mercados, recreos voluntarios y el ronco aullido de la sangre navegando caminos de polvo hacia el olvido. Quizás hubiera sido mejor no haber sabido nunca geografía ni que esos mapas miméticos los ocupa gente, gente con ojos y manos como yo, gente con voz y conciencia como yo, gente con derecho a la vida, como yo... Así pues, hoy, viendo a la muerte deambular entre las leyes y las firmas de tratados, ya sin voz para la venganza ni el olvido, empuño la espada de la palabra alistándome a todas las legiones de los vencidos. n Sacra Leal n n Pedro Maestre n m Te me vienes, de repente, a la memoriacomo a los ojos, y el ambiyuo perfume de las lilas y el jazmín se confunden en la dulce verbena de mis manos alborozadas al acariciarte de nuevo. Hemos andado tantos silencios juntos... tantas distancias a la par de un olvido... tantas grutas de herméticas soledades... nos hemos callado tanto, tanto, que jamás fuimos capaces de confesarlo en vida. Ahora, desde tu hogar de espectros, tu flotante anatomía -lumen incorpóreo entre la gelatina y el ámbarme vienes a visitar la memoria, a ordenarme los recuerdos, a renovar los vasos, las venas, los iris que tante querencia tuya acomodada en el silencio de los que aman sin palabras n Sacra Leal n «Versos desde las tinieblas» Viven en chabolas y encienden hogueras bajo la luz de la luna. Fuman hachís. Trafiean con coca y con caballo. Son los camellos de guante negro, son los delincuentes de guante negro, son la principal escoria de los subúrbios. Pero el hombre de guante blanco conduce un descapotable último modelo y vive en una mansión en las afueras. Probablemente, ni tan siquiera haya probado el veneno con el que negocia. Todas las noches se va de putas y todos los domingos acude a misa de doce para rezar con los más feligreses. Es una persona respetada que dota de un elevado estatus y una suculenta reputación social. La multitud lo admira y lo venera a su paso. Organiza fiestas en su macrochalet. A sus matones los hace Ilamar guardaespaldas. Tiene cámaras ocultas en la fachada del jardín y perros de presa al acecho. Soborna a los policías. Soborna a los jueces. No es un camello. Es un hijo de puta hombre de negocios. Recordad: En las metrópolis todo se puede comprar, y todo se puede vender. Desde pequeños souvenirs hasta la dignidad de las personas. n José Mira Torregrosa n 0 Nana para dormir a un ángel de 86 años. 1Vli abuela Evangelina. Ea, ea, ea... A la nube blanca, a la luna aquella. iSilencio que duerme y se me desvela con pesares negros, noches sin estrellas! Ea, ea, ea... A la flor del aire que el aire se Ileva. iDéjala que duerma, que no se impaciente y se me entretenga en saber liturgias que le den quimeras! Ea, ea, ea... A los bastidores de hiladas promesas. iQue no la despierten que le causan penas las telas de Holanda que Iloran su espera!... Ea, ea, ea... A la fuente alegre del agua en la huerta. iPasa sigilosa, que solo te sienta: que le trae recuerdos de sábanas fres ĉ as! Ea, ea, ea... Camino celeste, paloma serena. iAbrir vuestros brazos al ángel que Ilega son su sien de plata, desnuda, pequeña... Arrullarle el alma, Ilevarla a su esencia! iLos demás, silencio... dejarla que duerma! n Evangelina Lorenzo n Quisiera subir al cielo montada en un pensamiento. Con los ojos de mil astros miraría tu silueta preñada del universo, pequeño planeta, Tierra. Quisiera ser tu luna y rodearte, un ave migratoria, ser nube al viento y explorarte. Quisiera ser un barco, molécula del viento y recorrerte. Quisiera ser extensa, amoroso ecuador, para abrazarte. n Lydia Sanchis Pérez n Ni siquiera el dolor que tánto nos unió pudo vislumbrar tánta tristeza, tánto olvido... No existen relojes que unan nuestras vidas, en una parafernalia de risas y enraizamientos. Saltó la liebre, libre de fauces y se la Ilevó la suerte, como el mundo la brisa: Y el sol nos cegó el habla, en el crepitar chasquido de una brizna escuché tu último adiós... A otros lares. Vuelan las palomas. En los sitios más inhospitos chistean los duendes en las orejas del genio. Y la noche se viste de novia con velos negros, tapando de tristeza tántos olvidos, ligerezas del corazón cuando el dolor duerme: todo está en calma. n Eduardo Sanchís Pérez n ® Poeta (A María José, con dulzura de! cielo) Ay, que temo que mi voz y mi aliento impuro acaricien tu presencia, cuando recito tu canto jazmínmente, Amor. Ay, que temo que mis lágrimas no basten para limpiar mi cuerpo, y presentarme a tí, Amor, con las huellas invisibles de mi yo. Ay, que temo que Maya, me mime en volandas, y me insinúe al oído: «Acaso hay algo más importante para un poeta, que el prestigio de un premio Nóbel?, y me olvide, de que, Poeta, sólo hay uno, y eres Tú. Mi Amor. Ay, que temo que algún día, como tu inconsciente niño enamorado que soy, jugando a la pelota, rompa el cristal inmaculado donde guardas la pureza, y me atreva a pronunciar la dulzura de tu nombre, Amor. n Juan Luna n No me importa dar con mis huesos en el cielo o en el infierno mientras tú estés. Porque con tu presencia todo infierno se vuelve paraíso de amor, y todo cielo en tu ausencia es una caldera hirviente. Tú el todopoderoso. Dios te hizo y te hizo a tí para que por fin de reconociera. Mis plegarias van dirigidas a tí para que me ames. Y cumplo a rajatabla los mandamientos pues te amo a tí más que a mí misma, y el día que me beses juro poner la otra mejilla. n Encarna Rico n «Flores amarillas» «Solo en tu amor hay fuentes para cruzar la noche». José Cardenas peña. LA ELEGIA DEL AMOR. Dadme una utilidad a tanto viaje permitid que el amor florezca en cada esquina, descubrir los dormidos recuerdos de Susana, atender a los sueños de alguna Lilia, intentad recordar las ternuras de Belén, dibujad incesantes los mejores momentos de Pilar, contemplad Guanajuato en los pasos de Laura. Se hace precioso entonces atrapar los instantes, revivir plenamente los espacios sensuales, esperar que la noche nos devuelva la calma. Y volver a escuchar el sonido y la música de la pasión de selva que nos persigue siempre, arrastrando los versos hacia altares de espuma, concretando una cita para antes del alba, penetrando tan suaves en las alcobas blancas... Tantas mujeres fueron como pájaros leves inventando los muros para ciertas distancias, asegurando miedos para seguir viajando, atrapando su espíritu tan cerca de las horas, recorriendo sin miedo tantos acantilados. n Manuel Quiroga Clérigo n Guanajuato (México). 22^10^96 Y si mi savia pudiera sanarte sería la más feliz de entre las mujeres. Si esa mi risa te alegra y en cada capullo de mi historia de flores y abejas tu rostro moviera sus labios para decirme que quiere perderme. Saco mi mano por la ventana y digo: «ahora pasará su cuerpo y lo rozaré, y con suerte estará desnudo, y con suerte quizá sienta que mi mano es la mano del ángel que desea». Y pasa el tiempo y mi mano se refugia en el bolsillo temblorosa, y está segura de que por fin hoy te ha tocado. ® n Encarna Rico n Tan sólo adoras de mi lo que es tuyo y tú has provocado con tu Ilegada, adoras mi risa pero yo no sé reir si no poseo tu alegría, deseas mi cuerpo, que tan sólo responde al tuyo, te g usta m i voz y sólo es un sonido ronco y apagado cuando no es a tí a quien hablo, adoras el resplandor de mi alma aunque sólo brille si se refleja en la tuya, amas mi libertad y yo vivo en una cárcel cuando tú te vas, te maravilla mi carácter pero sin tu traición estoy vacia. Tan sólo me amas porque soy tuya y aún así, íqué poco amor me Ilega de vez en cuando a consolarme de tu vida! Más me amas cuando más me tienes y sin embargo te alejas y tus pasos te contradicen, me has descuidado hasta cuando soñabas tenerme y confiabas en mi saludo para robarle la fuerza al día, me has abandonado y has vuelto a recogerme con la angustia de haberme perdido, tienes miedo ^por qué te cuesta tanto quererme? n Ana Verdú n Senos y coágulos calle abajo. Peste somnolienta. Griterio infame. Palabras comiendo fetos de quimera Amantes envenedados. Y yo calle abajo predicando con gestos insolentes. Y yo en la confusión buscando una madre o una hermana o un amigo. Y yo cayendo de cansancio sobre camastros con rostros troceados en rompecabezas. Y yo calle abajo preguntando DONDE UN SER HUMANO. DIFUNTO VAGO HACIA CALLEJONES SIN SALIDA, sin ojos, con un vaso de orina que cerveza fue, conversando a gritos con lo que no esmi cuerpo, con lo que no es mi sombra. Sólo mis pasos saben que estoy vivo, y, para no parar porque moriría de frío, sordos y ciegos dentro de su pesadilla imaginan voces, y siguen a alguien que es nadie arañando el repentino mutismo perfecto. Pese a los jazmines en mis venas, difunto vago hacia callejones sin salida Ilorando piedras. En la arena recojo lunas inertes para el banquete de los acantilados, y limpio de legañas mi esqueleto. De mi mano asido de frente esculpo el horizonte, pájaras las cosas enjauladas, brotando serpentinas de mi ombligo. Soy mis caricias. SOY LO QUE NO HE SIDO n Pedro Maestre n Poemas pertenecientes a su libro de 1989, inédito, «Soliloquio». Estoy tan sola como pueda estarlo un niño nacido del cielo como un cielo que no es padre, y se estremece, Ilueve Ilueve como lágrimas cuadriculadas, como partícula indeterminada como ser. Estoy tan sola que los árboles lo sienten y algunas tardes Iloran por mí. n Encarna Rico n ^ ^^son Ar^ , ^ll1ill^I_ ^^^ ^ !111 al^o.l.,,^ ...L....:.,I^,,..rl...,,,, ;^,/^ ..IIII^I,1 .,....r -^ Ir _ _ ll; _ -^ ^ ,^^ _ _ ^1 ^g I^N 1 ii^,uipllll^!RII(IIIIIIIN191ipu^IININIqOq^^iil C.iqlútllNIN:11^IpqullliCllNilllHuUNlU111n111lune^ I.I^^ ^+r+hll^l^ ►► 1^^ ^^.c.ti=--^ ^,i ---^^r_ -_ ._. II^ I ^ ^ ► I I iii9111^IfIIINI!{Iili^i ^+^ ► IIIIIP ► Vlllip+^u^i^^li ► I^I^u ^^i^ ►► ^ ► Ilill^ ► iIIIIIN^^Oi^líl9 ► p ► lq^ ^^+IINPNIiIi(I^i^N°^^Ill^l(QI^I!^ ^,^^Ilj ► ^h `+ ^ ! E _ _ . ,r I+LJ:rÍJ, I ^^ l L . . r, r l^ 14 u:. _ ^. llllC Ĥ (IL V^Ñ(h il ► f ^hui+lg^^^ ► 61lu^a ► ^II^ial+fl^Iill^i+^i ^i,i^ 111 Ŭ^IIIIbl(IIIq^^^^il^^^tl^llill^^^^^pih^J^l^f^^li!I^Ilf^l!1^4111ÍN^i^;,li^li^i^11^^d `, !1 I ^^ /^ , ..^.., ^.,,./!1 / 1,.. ^r,.^^r,^ 1 .^0^ ^.IiU t ^ q N ^,^ .. j II/ JJIi .w p aruil^...•.. ....... _ ^ . p _ ^p LLu p i /if ^ I H l .. ^ t ^m ^ .. ^ . ^q^y^ ...ir^ q .W11A1.M1•^..r ^ ^^f^ ^II+lII^i4R^11114^^^^ILI^^^^^^^^^^^^^il^^^lUl^Il^lllllll^l^lllil^W111111^^111^i^^lIHIINI^^^fl;^ ^ - LL^ l4l J ^ , : . . ^.. .. .. ^ . / t ^ 1 + 1 ^ ^ .^^,il^^^^d^, ^^^^^I^^(^^^i^^ ^^ , ^ r^ ^ ^ ^ ^ ^^t . , .: ^ 1ti^^ ^t C +lUI! Ifql1^1(U^Í ► ^^I^+l^o,+^^^ll^ ! h+ ! ► ^ I ^;(^III^BN^^^IIIÍNI(I^ ,/ ^,^I^^I^N^IIIN^^^ g . ^ //IJ IFr,.:^U/^^ wl. IGIr:,.iJL /... L ..^^ l..tí-! r/r(^^y/L^ / J 1.r,^.^^.i I: ^^^1^^^^3^^^^^^,^^ ^ ^í ^II ► Illl+l!^III^IIIIIII(III^I(VII^9111^IIU^UI^q^^1+1 ► iIni ► Í^IÍmIIIIiif^li^?pl^ll^i^^ll^llliil(NIDNNII^IiJ^t!li^^il^^ri^;^^^ ^^^^i^^^^^^^^^^^ ^^^^II Ij^IIINt^^II^IIHIIII^I^II^i^!^^^111111^11NIIIIÍÍiM I^j^U^Ífll!!Nl^1NtIÍI^I,^ÍÍ+IIIj^^Il^jt,ÍÍ^INIf^1, 3 ^.^^^ i ^^ 1 ^ II^I 1 1 i,^ ,^^i{ i , I^I^ i ^ ^ y^ ^^ ^ ` 1^ ^ 1^^°^ , ^ ,, { ; ,^ ,..I , ^,,..^`^^Í ^._ ^ ^^f^tl!( ^^?^^ ® m Arturo Pomar en una sesión de simultáneas disputadas en el Círculo Católico, el 29 de enero de 1950. oinciden todos los testimonios en seña lar a Martín Díez de las Heras como el gran impulsor del ajedrez en Elda. A comienzos del año 42 son muchos los aficionados que acu den a su domicilio los sábados y domingos por la tar de para jugar o aprender. EI hecho de que desde el balcón de su casa se pudiese ver el campo de fútbol contribuyó a que incluso aquéllos que acudían más por ver el partido del domingo que por jugar al ^ í1^Jftíl^i^r ajedrez, también se iniciasen en el juego-cien cia. Asisten, entre otros, Vicente Marí, Maria no Benedid, José Palao, Eladio González o Juan Martí. Disponía de 3 tableros y por 50 céntimos, se podía jugar al ajedrez y tomar café. Es un año después cuando se aglutina la afición en torno al recién creado Club de Aje drez Ruy López, nombre propuesto por Felipe Navarro, primer presidente del club, excelente jugador y animador que inició a muchosjóve nes en el juego. Es en el bar Almanegra de la calle Jardines donde se instala su sede: allí, al rededor de unos 14 tableros situados en un patio interior (donde la humedad o el mal olor no amedrentan a los que allí acuden) se desa rrollan todas las actividades del Club. Este mismo año, 1943, se celebra el II Torneo Clasi ficatorio Permanente en el que participan 40 jugadores y muchas de cuyas partidas fueron recogidas, revisadas y archivadas por Felipe Navarro. EI primer escudo del Club era circular y estaba formado por un anagrama constitui do por una torre blanca sobre un tablero y rodeado por el nombre del club. EI jugador más emblemático de esta época es Vicente Marí, varias veces campeón de Elda, jugador brillan te y de estilo combativo que en 1948 venció a Francisco Medina, campeón de España, en una sesión de partidas simultáneas celebradas en el Salón Imperial del Casino de Alicante. De cómo se apasionaba en cada partida da cuen ta el hecho de que hubo de abandonar el jue go durante una larga temporada por prescrip ción médica. Falleció en 1979 y desde hace más de una década se juega cada año un tor neo que Ileva su nombre en el C. P. Padre Manjón, donde impartió clases el también farmaceútico Vicente Marí. Destacan también el ya citado F. Navarro, José Mora (quien man tenía con Marí una pugna constante por el primer puesto en el Torneo Permanente), el Dr. Molina, José Palao, Otelo, los hermanos Zammit, Mariano Benedid y entre los más jó venes Garrigós, Busquier, Vera y Juan Martí; éste último, dos veces campeón juvenil y pos teriormente campeón local absoluto y otro de los más importantes animadores del ajedrez en Elda e iniciador de jugadores de varias ge neraciones. Durante los primeros años, el Club, con pocos medios pero con mucha voluntad y es porádicas ayudas de entidades privadas y el Ayuntamiento, organiza múltiples actividades. Como broche, en 1950 Arturo Pomar, que ese año se proclamará campeón de España por segunda vez con sólo 18 años, ofrece una sesión de simultáneas en el Círculo Católico, situado junto al Casino Eldense, donde ocho días an tes se celebró una sesión de 8 partidas simul táneas a la ciega con el campeón de España de la modalidad, Francisco José Pérez, el cual sólo perdió frente a Juan Martí. Durante las dos décadas siguientes se si gue manteniendo un alto nivel de actividad, a pesar del trasiego y los cambios de sede que padecerá el Club. Se organizan cada año dife rentes torneos el Campeonato Social de Elda, el Campeonato del Club- de los que sale el campeón local absoluto que participaba en el Campeonato Provincial Individual, de donde salía el representante provincial para el Cam peonato de España. Además de los ya consa grados, sobresale la figura de Miguel Sempere, el jugador que más veces ha ganado el Cam peonato Local y que durante dos años conse cutivos, 1951 y 1952, se proclamó campeón Provincial y acudió al Campeonato de España organizado por la OAR, en Barcelona. También José Montesinos sobresale como excelente ju gador y animador del Club, del que, como Sempere, sería posteriormente su Presidente. Junto a ellos, cabe destacar a Cremades, Félix López y Francisco Arráez. Se organizan parti das y torneos con localidades próximas (Alcoy, Ibi, Villena, Elche, Alicante, etc.) en lo que constituye el germen del futuro torneo Inter clubs. Además de las cuotas de los socios -cu yo número aumenta ostensiblemente en esta época- el Club organiza rifas y sorteos para sufragar sus propias actividades. Dos campeo nes de España, Medina y Palacios, acuden en distintos momentos a ofrecer partidas simul táneas en Elda. Así mismo varios jugadores el denses se desplazan a Villena para disputar una sesión de simultáneas frente al portento so Pomar. Tras la salida del bar Almanegra, el Club se instala en el bar ldeal, aproximadamente du rante dos años, y donde dispone de 4 tableros permanentes para el juego. EI aumento de clientela hizo que se redujera el número de tableros disponibles hasta que finalmente el Club hubo de trasladarse al bar Negresco. Por similares motivos, en 1954, establece su sede en el local situado encima del cine Alcázar. En 1956 regresan de nuevo al Negresco, donde el Club permanecerá mucho tiempo y donde se consolida definítivamente la afición al juego y el alto número de buenosjugadores. ^ Sesión de 8 simultáneas a la ciega ofrecidas por Fco. José Pérez en el Casino Eldense el 21 de enero de 1950. ^n tn a ^: 0 ^ a ^ a, ^^ ^ ^ m ^ N ^ fD aC ^ r ^ o. ^ ^ a, ^ N m ^ W Q ^ ^ .W ^ W F^ W La década de los 70 supone una etapa de continuidad. En 1973 es el campeón portu gués Durao quien ofrece una sesión de simul táneas en el Casino. Un año antes se había dis putado en el mismo lugar una ronda del Cam peonato de España Juvenil. Con Sempere y Montesinos, destacan por estos años Julio He rrero, Emiliano Delicado, Juan Cabrera, Fran cisco Sanchís y José Juan. Tras una estancia de 4 años en el Casino y otra breve en el Centro Excursionista, el Club regresó al Negresco, donde permanecerá hasta su ubicación defini tiva en la Casa de Cultura desde 1983. Los años 80 suponen una etapa de consoli dación y crecimiento cualitativo considerable, tanto por el número de nuevos valores como por la cantidad de actividades desplegadas. Además de la organización anual del Campeo nato Local y el Trofeo de las Fiestas Mayores, el Club participa en el Campeonato Interclubs, que gana 7 veces, y el Campeonato Provincial por Equipos, obteniendo clasificación para el Campeonato Autonómico de los años 89 y 90. Acuden a Elda a ofrecer simultáneas durante este periodo jugadores de primera magnitud: en abril de 1985 lo hace A. Karpov, entonces campeón del mundo, que se enfrenta en la FICIA a 25 jugadores locales, venciendo a 24 de sus rivales y entablando con Miguel Sempere. Un mes antes, el dos veces aspirante al título mundial, Víctor Korchnoi, se enfrenta a 30 tableros, cediendo sólo unas tablas frente al jo ven valor^Antonio Rueda. En septiembre de 1981 fue Román Torán, campeón de España y posteriormente Presidente de la Federación Española de Ajedrez, quien ofrecía dos sesiones de partidas simultáneas, celebradas en la Plaza Castelar y en el C. P. Padre Manjón. En 1990 se celebra en la Casa de Cultura el I Open Internacional Luis Maestre, con la participa ción de 40 jugadores y cuyo triunfo corres pondió al ilicitano José Clement. Hace su aparición durante estos años una nueva promoción de jóvenes valores, entre los que destaca Antonio Juan Vallés, 4 veces campeón local, primer tablero del equipo el dense en el Campeonato Provincial por Equi pos y en la actualidad Presidente del Club. Sobresalen también los hermanos Luis y Joaquín Sempere, ambos campeones locales y Joaquín, además, 7° clasificado imbatido en un campe onato de España Juvenil. Por estos años, Víc tor García obtiene el título de campeón pro vincial absoluto representando al club elden se. Destacan los también campeones locales Manuel Alfaro y Julio del Amo. Además cabe mencionar a Antonio Rueda, Pedro Pujalte, Antonio Herrero y Pedro Pérez; éste último ganador de las dos últimas ediciones del Cam peonato Local. AI crecimiento del Club en estos años ha contribuido, además de los fondos aportados por los socios, la asignación anual que el Ayuntamiento destina para la organización de actividades y torneos. En el momento actual, y desde marzo de 1997, el Club de Ajedrez Ruy López tiene su sede en el Centro Social Severo Ochoa. Ade más de la organización de torneos, se ha puesto en funcionamiento una Escuela de Ajedrez y se está organizando un torneo para escolares de entre 10 y 14 años. Extender la práctica del juego-ciencia, en coordinación con los muchos colegios que desde hace años divulgan el ajedrez entre sus escolares -tanto iniciándolos como organizando anualmente competiciones escolares en sus diversas cate gorías-, es una de las tareas más importantes del Club para el inmediato futuro. De la labor en los colegios da cuenta el hecho de que a fi nales de los 80 el C. P. Emilio Castelar se pro clamó campeón autonómico de los juegos es colares. No obstante son varios los jóvenes eldenses que están demostrando sus cualidades ajedrecísticas: Juan Carlos Laín como campe ón provincial juvenil en 1995 o Héctor Motilla como subcampeón en 1997 dan fe de ello. Otrosjóvenes valores destacablesson A.Javier Motilla, David García, Rafael Poveda o Pablo Ortega. Suyo es el futuro. Resumir la historia del ajedrez eldense en tan breve espacio supone dejar fuera numero sos nombres y hechos de relevancia. Espero que mi reconocimiento hacia ellos sirva como disculpa por no haberlos mencionado. Finalmente, agradecer también a todos cuantos con su testimonio han contribuido a recons truir estos últimos 55 años de ajedrez en Elda. Si hay una imagen que representa como ninguna la historia viva de nuestro ajedrez, es la que ofrecen los muchos jugadores de todas las edades que cada fin de semana acuden al Club a convivir y a compartir partida y co mentarios. Lo que el ajedrez les aporta, lo re sumen a la perfección estas palabras de Mi guel Sempere: «A mí, el ajedrez lo que más me ha dado ha sido grandes satisfacciones y sobre todo buenos amigos, ricos y pobres, porque moviendo peones y caballo todos somos iguales». FBANCISCO OBTEGA, NORBEBTO NAUABBO y FBANCISCO HEBBEBO orría el año de Gracia de 1977 y un grupo de amigos íbamos de es treno. Éramos jóvenes y estrenábamos matri monios, democracia, Comparsa y Cuarteli Ilo. Nacían las Huestes del Cadí y nacía un nombre: «Los Mabres», nuestra escuadra, nuestro apañadísi mo cuartelillo de la calle Fal Conde. Con los años, con los hijos, con las canas, el Cuartelillo se nos quedaba pequeño; Sorprendente y milagrosa mente, nos hicimos el ánimo y com pramos una casa vieja en la calle San Blas convirtiéndola en la acogedora Sociedad Gastronómica «EI Mabre» al estilo de los txokos vascos. Ahí em pezó todo. En 1989 se instruye el c^Mabre de Oro^^ pa ra expresar nuestro particular agradecimiento y amistad hacia aquellas personas significadas en la defensa de Elda, su Cultura, su Fiesta, su Gastronomía y una particular manera de en tender la Amistad, la Convivencia y los buenos ratos compartidos. 1989 D. Francisco Torreblanca... «Que el Mejor Artesano Pastelero de Europa dé nom bre a nuestro patio que algún politico astuto tenga a bien poner su nombre a una calle bien larga, donde los rios de agua proceden tes de Petrel se transformen en torrentes de 0 Antonio Gades en el balcón del Ayuntamiento pregonando las Fiestas Mayores del 97. Foto:JuanJosé Pagán. r{^ ^i^J^^.rIJ^^ m almíbar y jalea. Paco Torreblanca ya es una estrella en un firmamento plagado de come tas de azúcar y lunas de chocolate». 1990 D. Ángel Raposo Laborerías... «D. Ángel tuteló la aventura mabre desde sus orí genes; suministrador de Estatutos de Socie dades Gastronómicas Vascas primero y cons picuo proveedor de fresquísimos manjares después, ha pasado a engancharse a la fiesta eldense con la ilusión del chiquillo y el aguan te infatigable del festero conversa^. 1991 D. Ramón González Amat... «Ma drugador en poner las calles de música, los cuerpos dejota yla carne de gallina festera; traquero de cielo seco y alivio hondo cuando en Moros sólo Ilueve café, confeti y estrellas; Ramón de Corpus Christi y nazareno, de patio y Salve Máter; ayer de charanga y charamita, hoy sinfónico y estérea^. 1992 D. Karlos Arguiñano... «Nuestro Mabre de Oro es un homenaje de intimidad y de alto en el camino. Que, por una noche, des canse tranquilo, respire jazmines y escuche Oz chistes tan malos como los suyos entre risas Los «mabres» con el bailarín y coreógrafo Antonio Gades y varios miembros de la corporación municipal. del Sur y amigos nuevos. Desde un Mediterrá neo repleto de cuartelillos, casales y barracas, la amistad y la buena mesa. Karlos Arguiñano es el Gran Comunicador de esa idea». 1993 50 Aniversario de las Fiestas de Moros y Cristianos de Elda. 1994 D. Jenaro Vera... «Cuando Jenaro Vera dejó de acaudillar la Fiesta, le Ilovieron, con perdón, homenajes de mañana, tarde y noche. Los Mabres quietos paraos. Jenaro só lo podía ser el Mabre de Oro del 50 Aniversa rio de la Fiesta. Cincuenta años de lucha por Moros y por Cristianos. Cincuenta años de paciencia y tenacidad. Otra noche Mabre y Mora y ésta de Aniversario para cenar con la Fiesta; para brindar por la Fiesta; para abra zar a Jenaro y darle el Mabre de Oro». 1995 D. Raimundo González Frutos... «Cuando pocos sabían Ilevar el sol, la huerta y el Mediterráneo a los fogones, él ya estaba de vuelta. Cuando a los snobs se les Ilenaba la boca de «nueva comida» y pagaban por no comer, él mimaba a sus clientes-amigos de su Rincón de Pepe murciano con condumios irre prochables y viandas esplendorosas. Cuando el Norte arrasaba, él esperaba con sonrisa so carrona y paciencia entre sabores viejos de romero y de tomillo; de cantueso y de albaha ca; de macetas encendidas y platos bien re bañados». 1996 Da. Ana María Sánchez... «Después de tanto Mabre gastronómico y festero este Mabre de Oro suena a coro de ángeles y mú sica celestiales. Ana María entra en la histo ria Eldense y Mabre como está entrando en la historia de la Lírica: a bombo y platillo y por la puerta grande. Esta noche no cantará; es una noche de palabras emocionadas y risas entre amigos». 1997 D. Antonio Gades... «Su Historia con Elda es una Historia llena de Desencuen tros y Espaldas Vueltas. Ya es Hora de Reme diar y Reencontrarse. Juega a Favor una Ma dre y un Pueblo. Los Mabres somos hoy Nota rios de ese Reencuentro. Bienvenido sea An tonio Gades a su Casa y a Su Pueblo. Fue un Mabre de Oro muy especial. Se ce lebró del día de la Alborada a mediodía, toda una revolución en el protocolo Mabre. Asistió el Alcalde Juan Pascual Azorín y los Concejales Manuel Serrano, Domingo Orgilés y Benjamín Ortuño. Fue un acto entrañable y entre amigos; fue el distendido prólogo al Pregón que esa noche iba a dedicar Antonio a su Pueblo. Esa mañana nació un vino, el «Señorío del Ma bre» «Blanco Gades», un vino de encuentros y de festejos. En las puertas de un nuevo siglo que se anuncia, nuevos Mabres de Oro irán engrosan do las filas de esta Sociedad Eldense. Cuando el siglo XXI termine, 102 nuevos Mabres de Oro habrán sido agasajados por una quincena de eldenses animosos que seguirán mante niendo el espíritu y el amor de la primera ge neración de Mabres de Elda. Para orgullo de propio y golica de extra ñ os. i^! ^^É?.s) OCTAVIO J, PEIDDÓ uando me presenta ron a Evelio una tar de del pasado mes de julio se me antojó un hombre humana mente sencillo, un hombre tímido y bueno, un ser todo simpatía y corazón, que escondía detrás de su serio semblante la genialidad, la figura, la voz. Me di cuenta ense guida de que todo iba a salir bien. Entonces me presentaron a Rosita Abril, su esposa, y encontré una personalidad totalmente diferente, un talante dinámico, dicharachero, chispeante, con buenas dosis de humor en todo momento. Encon trábamos en Evelio y Rosita una complementariedad bien notable. Paco Martínez Olcina (director general del Homenaje) y yo, habíamos trabajado juntos en varios espectáculos, tanto en la Agrupación Lírica que él dirige como en montajes teatrales con las compañías que yo dirijo. Fue Paco el que me ofreció la di rección musical de lo que se preveía un am bicioso proyecto, y como a posteriori así fue. Después de pasado ya el homenaje ten go que decir que Paco y yo volvimos a tra bajar una vez más con la compenetración y rigurosidad de siempre. Alrededor de noso tros, por supuesto, figuras fundamentales ^ Evelio Esteve durante el pregón de las Fiestas de Fallas de este 1997. Foto: Juan José Pagán. ^^^^ ...)^^^I^^^, m mes de julio se nos fueron con la «Gran Vía», «EI puñao de rosas» o «La Verbena de la Paloma». De esta manera, nos fuimos de vacacio nes con mucho tra bajo adelantado: coros, el Libro-bio grafía escrito por el amigo José Luis Ba zán, las entradas, la cartelería... (todo ello hablado y dis cutido en largas y numerosas reunio nes en el Ayunta miento con el con cejal de Fiestas). Termina el mes de Agosto. Todos re gresamos de nues tras merecidas vaca- ciones para reen contrarnos con la realidad patente de quedar 15 días para O el homenaje. Lo apremiante musicalmente Evelio Esteve y su mujer Rosita Abril en el transcurso del homenaje en el teatro Cervantes. Foto: Juan José Pagán. ^^ ► ^ ► ^^ ► r^;r^r^ en la Producción del espectáculo: Gabriel Martínez, Francis Valero y Andrés Molina (este último el que nos metió a todos ^^en el ajo»). La importancia del trabajo de estas personas mencionadas es crucial. EI trabajo durante todo el mes de julio con las corales fue de una eficacia y una se riedad francamente dignas del mayor elo gio. Así tengo que destacar la ayuda y el apoyo del maestro concertador Mario Gon zález Puche, persona a la que personalmen te no conocía y con la que conseguí una unión de criterios muy positiva para el montaje. Por ello las calurosas noches del hablando era la Orquesta sinfonica y con ella arrancamos de nuevo. Gracias a dios nos Ilegaron a tiempo las partituras de Ma drid que enviaba la Sociedad General de Autores, ya que la cosa no estaba del todo clara. De esta manera, con la Orquesta tra bajada pudimos hacer un ensayo en el Cer vantes el día 10 de septiembre con Orquesta y Coros, del cual extrajimos conclusiones determinativas para la mejor resolución del espectáculo. Hay que decir que la acústica del Teatro-cine Cervantes no es precisamen te extraordinaria, pero eso es otro cantar. EI día de la actuación Ilegaba. Los deco rados se terminaban, los vestuarios se aca baban y todo parecía estar en orden y listo para el gran momento. EI problema de la acústica al fin se solucionó mediante tecnología, esto es, micros en la orquesta y en el escenario, y altavoces en todo el teatro. EI lunes 15 de septiembre me levanté temprano para repasar algunas lagunas de última hora. Esa misma mañana me acerqué al teatro para ahusmear» los preparativos del montaje y para ensayar con las hijas y el yerno de Evelio que ya estaban en Elda. Y es que hay que decir que la actuación se tuvo que efectuar un lunes porque precisamente ellos es el único día que libran en el Teatro Español de Madrid donde interpretan «La venganza de don Mendo», el famoso astra cán de Muñoz Seca. De esta manera me reuní en el Cervantes con mi alter ego, es decir Mario, el pianista, y en los locales del CEE enfrente de Correos pudimos ensayar con Raquel, Roxana, Carlos y, que se me ol vidaba, Rubén, un cantante muy simpático y con mucha tablas que cautivó al público con su interpretación del Padre Prior. Ya por la tarde iniciamos a las 6 un ensa yo general con cantantes, orquesta y coros para ajustar, sobre todo, algunos pasajes musicales que tenían más complejidad. Mientras esto se Ilevaba a cabo los demás seguían trabajando para dejarlo todo listo, ya que a las 8:30 de la tarde la gente ya se agolpaba en las puertas del Teatro Cervan tes, tanto es así que acabando el ensayo general ya había gente entrando a la sala para tomar asiento. Lo demás fue una cantidad enorme de gente en los camerinos improvi sados del teatro que nerviosamente se vestí an, se maquillaban, daban los últimos repa sos a sus papeles, una orquesta que afinaba a las órdenes del concertino, y un protago nista como Evelio Esteve que se comportaba como uno más de la fiesta, con tranquilidad, disimulo, en definitiva, con ejemplaridad. Del espectáculo en cuestión que quieren ustedes que les diga. Tantas sensaciones, tan tas emociones vividas en tan poco tiempo, dan como resultado un cúmulo tan grande de impresiones que es difícil explicar con pa labras lo que aquella noche se vivió. Y en cuanto a Evelio seguro estoy de que este ho menaje pululará por su mente por mucho tiempo, y si no que se lo digan a sus hijas. I pasado día 11 de sep tiembre dentro de la programación de las Fiestas Mayores, y orga nizado por la Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Elda, tuvo lugar en el café cultural «La Madrassa» de Elda, el anunciado homenaje a los periodistas veteranos: D. Vicente Valero y D. Joaquín Romero. Dicho acto fue muy concurrido, asistiendo los familiares, amigos y un numeroso público al que previamente se había invitado, estarido prácticamente abarrotado el citado local. Iniciaron el acto los presentadores de Ra dio Vivir Charo Moreno y Rafael Juan, que fueron los mantenedores del homenaje. Inter vino en primer lugar el Concejal de Cultura re ^ Los homenajeados con los alcaldes de Elda y Petrer, y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Elda. Foto: Cruces-Ernes. (^ 0 ^, o o ^ . a^ ^ W Q ^ ^ .W ^ W Gi W O saltando los rasgos profesionales y humanos Joaquín Romero y Vicente Valero con sus esposas en un momento del homenaje. Foto: Juan José Pagán. de Vicente Valero y Joaqum Romero, funda mentalmente el primero en sus artículos en ^^Valle de Elda» y como corresponsal de la Agencia ^^Efe» en nuestra ciudad. Y Joaquín Romero como profesional de ^^Radio Elda», ^^Radio Elche», «Televisión C-4», así como co rresponsal del diario «La Verdad». Charo Moreno glosó la vida y obra de Vicen te Valero que a sus 81 años siente la alegría de vivir, tanto es así que piensa Ilegar al 2004 para disfrutar del aniversario de los Santos Patronos de Elda •la Vir en de la Salud el Cristo del O g , y 3 Buen Suceso. Joaquín Romero junto al monumento al zapatero en las instalaciones de la Casa Colorá. Foto: Manuel5errano. Valero por su parte relató la curación en Lourdes de modo milagroso, según él, de una monja enferma terminal. Rafael Juan en tono distendido, mantuvo una curiosa y original entrevista con Joaquín Romero y algunos asistentes al acto, sobre la vi da profesional de Romero y su comentada en trevista a Marujita Díaz, así como las retransmi siones importantes, con el Eldense cuando juga ba el ascenso a segunda división. Ambos personajes fueron muy aplaudidos y se apreció en el ambiente un inmenso calor hu mano del afecto y aprecio. Posteriormente, se ofreció sendos ramos de flores por la organización a las señoras de los homenajeados entre un aluvión de aplausos. Más tarde se leyeron las adhesiones al acto, siendo de destacar la de Antonio Porpetta desde Madrid, así como del equipo de redacción de ^^Valle de Elda» Alberto Navarro, Rodolfo Guari nos y Eduardo Gras, así como de otros colectivos culturales de la ciudad. Los compañeros de los medio de comunica ción les regalaron sendas placas de emocionado recuerdo. Lo mismo sucedió con los alcaldes de Petrer y Elda José Antonio Hidalgo y Juan Pascual Azo rín, respectivamente, que ofrecieron obsequios y placas a Valero y Romero. Posteriormente, los homenajeados muy emocionados, agradecieron a todos este reco nocimiento público. Cerró el acto el Alcalde de Elda Juan Pascual Azorín, que recalcó su amistad con ambas per sonas desde muchos años, así como elogió la dedicación de nuestra ciudad. Finalmente se ofreció un vino español a to dos los presentes. , * ^ ^ ^ ^ ^ ® ^a J, SÁNCNE^ ^ N, SÁNCHE^ esde hace dos años, nuevas voces, pinceles, plumas y artistas de lo más variado han dado a conocer su nombre y su obra más allá de las paredes de esta pe queña sala. Intentamos cumplir así con la misión deponer un grano de arena en el difícil camino que decide emprender cada artista de este valle. La Segunda Gala de los Premios Madrassa ha sido la me jor recompensa que hemos recibido al tratar de mantener vi va la cantera artística de nuestra ciudad. En esta ocasión el acto cultural contó de nuevo con el marco de la casa de la cultura; la poetisa Evangelina Lorenzo, el músico Javier Ortiz, el fotógrafo Luis Cutillas, Edy (el Mago) y el pintor Jaime Mi guel Carpio recibieron el merecido galardón a su trabajo. EI apoyo que encontramos, una vez más, por parte del Ayuntamiento y algunos amigos como Emilio, Pedro, EI Biuti, Charo y Antonio, Luis, Paco y Tele Elda, junto a los medios de comu nicación, en general, ha sido el mejor reconocimiento a nuestra labor para ayudarnos a incrementar nuestra lista de premiados. No hay que olvidar que la sorpresa de la noche estuvo protagonizada por Pepa Sarrió y Juan Miguel Reig, a los que esperamos en la tercera Gala tras su salto a la fama sobre los escenarios valencianos. Entre las imágenes para el recuerdo nos queda la de Carolina Gonzálvez, quien emocionó al público con sus poemas cargados de vida y ternura. Ahora, felicitamos a Manuel Se rrano por permitirnos conservar parte de la obra literaria de Carola al editar su primer libro. También, los periodistas eldenses, Vicente Valero y Joa quín Romero, fueron el centro de un emotivo homenaje organizado por la Concejalía de Cultura en reconocimiento a su larga y prolífica trayectoria profesional. Esta iniciativa sigue siendo un placer y mantendremos un sillón vacío para que sea ocupado por nuestros personajes más queridos y merecedores de nuestro aplauso. Una temporada más, nos enfrentamos con una apretada agenda cargada de nombres de artistas que esperan su pri mera oportunidad. La cita ya sabes que tiene lugar en La Ma d rassa. Recuerda, buscamos nuevos talentos. e cumplen ya cien años de la mítica fe cha de 1898: el De sastre de la Armada Española en Cuba y la pérdida de las co = lonias fueron efe mérides de un año que impactó sobre _ manera en la con ciencia de los intelectuales de la época. Tan importante fue esta fecha en la historia moderna de nuestro país que dio pie a la in vestigación azoriniana de la «ge neración del 98», marchamo acu ñado ex^ sus artículos de 1912, que tanta repercusión ha tenido en la literatura española del siglo XX. A las puertas de 1998, nos encon tramos en el momento idóneo para reflexionar sobre la auténtica en vergadura de los acontecimientos históricos y políticos que desenca denaron la crisis de 1898, así como para precisar el alcance real de los mismos en la mentalidad de la sociedad española del momento; ^ por ANA MABÍA ESTEVE EÓPE^ Profesora de Lengua y Literatura del Instituto Monastil ^ ^^^^^9^ lejos de la mediatizada visión ofrecida por los intelectuales, que fueron en realidad los que se sintieron defraudados por el fracaso de la actuación de la Armada Es pañola y los que consecuentemente asu mieron dicho fracaso como propio, exten diendo su crisis personal a la sociedad en general. Creo que desde el punto de vista histórico quedan todavía muchos aspectos por matizar y muchas cuestiones que li mar. Precisamente con el ánimo de subsa nar errores generalizados han aparecido recientemente en el mundo editorial dos libros de inestimable valor: La España del Desastre de Javier Figuero y Carlos G. San ta Cecilia y La España del 98 de J. Eslava Galán y D. Rojana Ortega. EI primero de ellos, escrito en forma de diario, nos pone al corriente de los acontecimientos más relevantes ocurridos en todos los órdenes de la vida española de 1898. EI segundo compagina la exhaustiVidad y rigor de los datos sobre la explosión del Maine y el de sencadenamiento de la guerra, evitando la manida explicación de la inferioridad de medios de la flota española frente al po derío de la estadounidense, con otros en foques más interesantes, quizá por ser desconocidos, como el capítulo dedicado a la «Vida cotidiana de los españoles del XIX». A estos aciertos habría que añadir la fina sensibilidad de los autores en la selec ción de los grabados e ilustraciones que adornan el libro y que lo convierten en un material de grandísima utilidad y de fácil y amena lectura para el aficionado a la ^ la Generación del 98 vista por el historia y la literatura de la España finise artistaI.zuloaga. cular. Pero no es la vertiente histórica y so cial de los acontecimientos la única importante de aquel «annus horribilis» de 1898 (identificado con el atraso, oscuran tismo y decadencia del Desastre de toda nuestra historia nacional) sino que quedan todavía muchas otras facetas por investi gar, como el arte finisecular (los pintores del 98: Aureliano de Beruete, Darío de Re goyos, Zuloaga, etc.); la literatura ^^medio cre» -quizá no tanto- de muchos escrito res que aunque no fueron primera fila ejercieron una notable influencia en los del 98, Ilegando a ser considerados como los precursores de esta generación, (Ale jandro Sawa y Silverio Lanza, entre otros); la profundización en el pensamiento de los ensayistas del grupo (Ganivet y Maeztu) que, por no ser autores de obras litera rias de mayor divulgación, no alcanzaron la fama de sus compañeros de generación, cuyas ideas fueron el soporte de gran parte de los pensadores españoles de las dé cadas siguientes; la revisión de la obra de Benavente desde una perspectiva teatral ajena a los prejuicios antiburgueses que siempre la han rodeado y que han cerrado en torno a ella un hermetismo absoluto y un rechazo que, más que apoyarse en con sideraciones literarias, se basa en lo que se m ^ a, ^ W Q ^ tY .w ^ W W W m cree un justo castigo para quien tuvo la osadía de tener un gran éxito de público en un mo mento en que la moda era ser un revolucionario y automarginarse de la tradición literaria más reciente; y así seguiría mos enumerando otras tantas tareas a realizar. Son muchos los actos conmemorativos que es tán a punto de iniciarse en este año de 1998. Desde todos los ámbitos sociales e institucionales se prepara una contribu ción a la celebración de dicha representativa fe cha. TVE, por ejemplo, está preparando una se rie de documentales so bre los autores del 98, / que esperamos con ilu- I sión, porque perece ser un proyecto muy ambi O cioso. Diferentes instituciones culturales El escritor monovero José Martínez Ruiz, Azorin, fue uno de los más destacados miembros de la Generación del 98. se estan ocupando de la celebración de Congresos con la participación de ilustres especialistas que, a buen seguro, aporta rán nuevos datos y originales enfoques de la cuestión. Ya se ha oído hablar de algún Congreso que tratará la vertiente histórica de la guerra de Cuba y la cuestión del De sastre nacional. Tampoco faltarán los Co loquios sobre literatura noventayochista, como el ya celebrado recientemente en la Universidad de Pau (Francia), en colabora ción con la CAM, con el lema «Azorín y la generación del 98^, en el que intervinieron numerosos investigadores de Alicante y provincia. Añadiremos también a esta lista de actos conmemorativos la organización de diferentes exposiciones, como la que se prepara en Madrid desde et Ministerio de Cultura y la que pronto tendremos ocasión de ver patrocinada por la CAM, a través de la Casa-Museo Azorín en Monóvar. A todos estos actos de gran escala, se unirán otros muchos más modestos, pero no menos importantes por su repercusión a ni vel local, como la realización de cursos, ta Ileres, seminarios, etc., organizados por dife rentes instituciones culturales y educativas. Dentro de esta modesta, pero apasio nante contribución, se halla el homenaje que el Instituto Monastil de Elda preten de hacer a la conmemoración del cente nario del 98 y que ocupará gran parte de las actividades escolares y extraescolares de este año académico. EI homenaje con tará con el patrocinio desinteresado de la obra social de la CAM y de la Conceja lía de Cultura del Ayuntamiento de Elda y será el marco para muy diferentes ac tos en torno al 98, como la celebración de concursos entre los alumnos sobre en sayo, pintura, cuentos, carteles, etc; la lectura e interpretación de obras de au tores noventayochistas, un recital de po emas de Machado, la dramatización de textos de ese periodo, la realización de un vídeo-reportaje y la impartición de charlas y conferencias en el Centro a las que se invitará a varios especialistas en el tema. Esperamos que este homenaje no sea sólo de puertas adentro del Insti tuto, sino que a través de la divulgación de alumnos y profesores, podamos impli car al pueblo de Elda y a todos los que tengan algo que decir o interés por saber algo más sobre el 98. I pasado 24 de octu bre se presentó en el salón de actos de la Asamblea Local de Cruz Roja el libro La prensa periódica en Elda (1866-1992), de ú Alberto Navarro Pas ^ ` tor, que se enmarca con el número 15 FEDNANDD ^IATa^EANA HEDVÁS séptimo de los aparecidos hasta ahora- en la Historia de la prensa alicantina dirigida por el profesor Moreno Sáez, ambicioso proyecto que, auspiciado por el Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», trata de recuperar, catalogar, microfilmar y difundir el patrimonio hemerográfico provincial. La obra de Alberto Navarro recoge, como su título in dica, un amplio estudio de todas las cabeceras aparecidas en Elda durante ese periodo de casi 130 años. Consta de dos partes bien di ferenciadas: un análisis previo en el que se aborda de forma diacró nica la evolución de los distintos periódicos y revistas, ^ m ^ ^i^ ^^^r^,^^^: ,• , F o Vq ^ ^ i9 9 {1 fC ^^ f^t é^t â 1^:1J°3 i11^, iliYS.f!nl!, ^hlA.] ^.o B,^i t^e e D^ 9@^d ^ ĉ 6^ ^e ^ 4^ ^ 1 núricao ^crrtA•^acin:l^:^o • • 11 1• .^, metodizando las distintas épocas en que salieron a la luz y estableciendo, por afini dad de materias, diferentes grupos temáti cos y una segunda parte, más importante y significativa, que comprende el catálogo alfabético de las 94 publicaciones periódi cas -alg.unas de duración muy efímera surgidas entre 1866 y 1992, en el que el autor, sirviéndose del modelo de ficha adoptado por la institución editora, descri be de una forma pormenorizada y exhaus tiva todas y cada una de ellas. Y es aquí donde, a nuestro juicio, reside el verdadero valor del libro, donde se aprecia el trabajo callado, riguroso y carente de todo prota gonismo que a lo largo de los años ha de sarrollado el Cronista Oficial de la Ciudad sobre un tema que le resulta especialmente grato y del que es una consumada autori dad; en este caso, no sólo se ha limitado a aplicar unas normas catalográficas prees tablecidas, sino que, Ilevado quizá de su afán de amenidad, desgrana anécdotas so bre redactores, «empresas» periodísticas, acogida popular, relaciones entre periódi cos, etc. que muy pocos conocen. Fruto de su curiosidad e inquietud, ha venido a acrecentar el grado de conocimiento que teníamos sobre la historia de la prensa lo cal a base de un trabajo de recopilación de fuentes, de investigación y contraste de datos que le han Ilevado a unas no menos significativas revelaciones como, por ejem- plo, establecer la que, por ahora, se consi dera como la primera publicación seriada aparecida en nuestra ciudad, el programa de fiestas septembrinas de 1866, o el pri-mer periódico eldense propiamente dicho de que se tiene noticia: EI Águila, publica do once años más tarde, así como la locali zación del que parece ser único ejemplar conservado en la actualidad del semanario Juventud, que data de principios del año 1922. Señalemos, asímismo, que ha sido la primera vez que un estudioso del tema se ocupa de reunir y sistematizar las publica ciones periódicas eldenses surgidas con posterioridad a la guerra civil. Por todo ello, es claro que el último li bro de Alberto Navarro está Ilamado a con vertirse en un manual de consulta obligada para amantes e investigadores de la historia local en sus distintos aspectos, puesto que constituye una guía imprescindible para la consideración de la prensa como objeto con valor en sí mismo y para su aprovecha miento como fuente historiográfica, «una fuente multivalente de carácter privilegia do en la historia contemporánea^^. Hemos de decir para finalizar que ya va siendo hora de que el encomiable quehacer de este historiador, cronista y director de periódico, entregado desde hace más de 50 años a la investigación humanística y a la profunda indagación en el conocimiento cultural de su pueblo, responsable de cien tos de artículos que han aparecido en los más variados medios, autor de libros como la Bibliografia de Elda (1957), Historia de Elda (1981), Vida y versos de EI Seráfico (1982, 1996) y de otros que guarda inéditos en espera de que alguna entidad u organis mo se interese por ellos y se digne publicar los, colaborador de obras colectivas como Elda en tres décadas (1980), Elda, 1832 1980. Industria del calzado y transforma ción social (1992), partícipe en diversas ini ciativas culturales que sería prolijo detallar en estas líneas y distinguido con diversos premios, obtenga a sus 76 años el justo reconocimiento que merece, por parte de sus conciudadanos y de las instituciones que los representan, al conjunto de su labor in telectual. ® La Expulsión del paraíso hay que interpretarla no en el sentido de que el hombre es echado de él sino que es el edén el que se aleja cuando el hombre adquirió sabiduría. ^J(^^IJ^ I Hombre, en la bús queda de la Verdad, ha seguido tres caminos: el científico, el filosófi co y el religioso. En el primero utiliza el mé todo experimental, a través de hipótesis que han de ser verificables; en el segundo hace uso preferente de su capacidad inte lectiva y obtiene conclusiones por deducción o por medio inductivo; en el tercero hay más bien un contacto más directo con la Trascendencia me diante su capacidad afectiva. Son formas complementarias con un mismo fin y su comprensión conjunta la mejor manera de acer carse al conocimiento de Dios. por ENRIDDE SEUVA POVEDA La tercera vía, la religiosa, la que voy a tra tar en este ensayo, es, como todo lo humano, evolutiva. En su largo camino histórico el hombre ha tenido oportunidad de acercarse a Dios, por esta vía, a través de la Revelación y del mensaje que expresan las propias criaturas cre adas; pero siempre de forma progresiva, a pe queños pasos. Esta capacidad le ha sido dada a todos los pueblos, bien es que ha habido algunos que han estado especialmente dotados para alcan zar un nivel relativamente elevado de com prensión de la trascendencia y de perfección moral - ej., los egipcios, indios, chinos y, sobre todo, los hebreos; también los pueblos aborí genes americanos-, Queda con esto dicho que la capacidad religiosa de acercarse a la Verdad no es exclusiva y que en todas las religiones -desaparecidas o actuales- hay aspectos posi tivos dignos de consideración y, como luego in dicaré, todavía actuales. Si miramos a la historia no como caducidad sino como permanencia. Si pensamos que nuestra personalidad es nuestro presente más lo que hemos sido. Que en nuestra forma ac tual de pensar, sentir y actuar influye toda nuestra experiencia anterior. Y que nuestra vi vencia religiosa presente es fruto de nuestra experiencia religiosa evolutiva a lo largo de nuestra existencia. Pero no sólo de la nuestra individual. Tam bién de la experiencia colectiva de toda la Hu manidad. EI incosciente colectivo (JUNG) -fru to de la vivencia colectiva y expresado simbóli camente a través de mitos diversos- sigue ac tuando al modular nuestra manera, nuestra afectividad sobre todo, de relacionarnos con Dios. Por ello, inevitablemente, lo pagado está inmerso en nuestras creencias, las cristianas. Pero no hay que considerarlo como algo peyo rativo, sino como una rica aportación vivencial a nuestro sentir religioso. El mito no es leyenda muerta, sino realidad actuante; y lo es porque todavía habla a nuestro inconsciente, a modo de mensaje afectivo y de esta forma condicio na nuestra conducta. También la religiosa. El mundo religioso de Oriente Medio EI hombre, al comienzo de su inquietud religiosa, ante el cúmulo de fenómenos inexplicables que le rodean, piensa que existe un dios detrás de cada uno de ellos. Sin Revela ción, no tienen otro camino para acercarse a Dios que el conocimiento de las cosas. EI peli gro está en quedarse en ellas, limitarse a los datos científicos sobre las mismas y no trans cender hacia su por y para qué a través del pensamiento religioso. Hay que reinterpretar el papel del Mundo en relación con Dios. La famosa oposición ar quetípica entre ambos, tan bien expresada por S. Agustín en el contraste entre Eva y Ma ría, hay que mirarla con otros ojos. Ver no oposición sino culminación de aspiraciones, relación entre deficiencia y plenitud, ya que el Mundo, en su existencia, como creado por Dios, también es bueno. EI pueblo Sumerio, por ejemplo, creía en un dios detrás de cada fenómeno, tan real co mo él y comprendido antropológicamente. Y así, un junco sirve para construir una casa, para hacer un caramillo o como utensilio del escriba, pero detrás de estas posibilidades estaba la diosa junco Nidaba. No inventaban sus dioses sino que los encontraba alrededor. La jerarquía de su panteón venía determinada por la repercusión sobre el hombre de los fe nómenos que dominaba cada dios: presidía Anu, señor del cielo; Enil, su hijo, ejecutaba sus designios; la tercera gran deidad era Nin-tu, la Tierra, fecundada por Enki, dios del río y el manantial... En su conjunto, estos dioses tenían un ni vel moral muy bajo. Pero el pueblo Sumerio poseía unas características religiosas, sociales y políticas que repercutieron sobre el pensa miento religioso hebreo. Se estructuraban en forma de ciudades dotadas de gran autono- mía. Todas acaban a un mismo conjunto de dioses, pero cada una de ellas estaba bajo la protección especial de una deidad en particu lar-Nippur pertenecía a Enlil, Ur a Nanar (la Luna), Babilonia a Marduk...-. EI gobierno de cada ciudad era teocrático y toda la vida tenía su punto de referencia en el templo; el mismo rey era el sumo sacerdote. Con el tiempo se fue complicando el fenó meno ceremonial y para el ciudadano corrien te el dios se hacía inaccesible, lejano. Hizo fal ta un intermediario entre el dios de la ciudad y el simple creyente, el dios familiar, confun dido con la familia misma. Aquí está entroncado el nacimiento de las creencias originales hebreas. Este pueblo, des cendiente de la rama occidental de los semi tas -que ya poblaban en el tercer milenio las ^^JTl.t(!,ira © r 0 -^ a, cc a, ^ 0 co ^ m_ 0 ^. cc co ^ ^ co rri z N D ^ O m a^ ^n -a ^u G tierras de Siria-, se situaba entre la hendidura del Jordán y las estribaciones de Anatolia. Se gún la tradición, su primer lugar fue Harrán; después, una parte del pueblo descendió has ta Ur, donde se supone que nació Abraham. Estas dos ciudades, Harrán y Ur, eran las capi tales de los reinos terrenales de la diosa luna Nannar, La religión de Abraham fue, pues, la de Ur; más adelante los judíos dirían que «sus padres honraron a extraños dioses más allá del ria^. EI supuesto padre de Abraham, Taré, es en realidad el nombre hurrita de la diosa Luna en Harrán. ^-»^q,^ura n y9^`vt ^111 ^t ta^`^ 7a ^1^ ^ ► ^^ ^-i r^+°i Cr^, •^^^. ^r -,^ ^s ;tr+; ^4tf+^^ ^^ +ftt^ +7;+•^ t^ul ^vsrl rr^^^ ^^vn s^ ^t^: M ^^rw^^ ^t^,^+ rrt ► y^ o:. i, ^á^` ^nIt,°,^ s» T:^ FiM,s^+^ ^:u -^^ 1 rn^j ^^ illtra ^ }^ ^M M1 +^si^^ ^:, ^ra^,^++s^ ^•^.^ r:^ s+^Jr1^^1ri t^+W ^Ls ^ Rabinos hebreos celebrando la Pascua. El sacrificio del cordero pascual fue una superación de los antiguos sacrificios humanos. El relato del sacrificio frustado de Isaac por su padre Abraham expresa simbólicamente esta transición. ^r(^ ri^^)Ílii!i^ Es muy probable que Abraham fuera contemporáneo de la civilización de Larsa (1920 1800 a.C.), período en que alcanzó su máximo desarrollo el culto al dios familiar. Cada casa disponía tle su capilla doméstica, bajo cuyo pa vimento estaban las tumbas de los antepasa dos. Este culto fue sustituyendo al distante del Templo, acentuado además por la crisis política y religiosa creada por la presión exterior de otros pueblos. AI dios familiar se refiere Jacob cuando ante su primo Labán invoca al «Dios de Abraham, Dios de Nahor y el Dios de su padre». En Harrán seguían también las mismas creencias. Aplicaban, por ejemplo, la ley hurrita que determinaba la posesión por el primogéni to de la figuritas -«terafim»- del dios familiar (Génesis, XXXI, 19). EI pueblo no empezó a cristalizar en sus peculiaridades hasta que Abraham decidió emigrar hacia los territorios bárbaros de Palestina. Trasladó con la familia sus tradiciones, su cultura, su ética. En la cosmogonía hebrea se ve bien la in fluencia sumeria y la de los otros pueblos semi tas. Pero también ha marcado su huella en el Génesis ese camino de emigración del pueblo desde tierras ricas en agua y propensas a la inundación a otra en que abrasa el sol y el agua se busca como un tesoro. En el relato del Génesis sobre la creación existe una mixtura de los documentos. EI más antiguo, Ilamado J o Jhavista, es más antropo mórfico y restringido al hombre, sus deberes, finalidad, etc. EI posterior, Ilamado Sacerdotal, escrito por personas cultas, da una visión más amplia del origen del Universo. Pues bien, en este último la cosmogonía está dominada por el agua, considerada hostil al hombre -la con quista del suelo cultivable, supone desecar los pantanos ^mesopotámicos?-; en el documen to Jhavista, en cambio, lo dominante es un de sierto que ha de ser hecho fértil por la Iluvia y los manantiales. EI relato del Diluvio también está relacio nado con la leyenda sumeria de Gilgamesh. Aunque relatos semejantes estaban extendidos hasta el confín del mundo -la leyenda de Tú bal, céltica, en el Finis Terrae español-. Muy probablemente se trataba de recuerdos de la última convulsión geológica; hubo varias inun daciones después del hundimiento del estrecho de Gibraltar y el maremoto que lo produjo to davía permanecía en la memoria de la época de Virgilio; el mar del Sahara se vaciaría en el Mediterráneo. La duración que el Génesis mar ca para el Diluvio es simbólica -40 días-, indi cativa del tiempo de purificación y que se re petirá luego frecuentemente en la Biblia. Como decía, Abraham, al Ilevarse a su fa milia con sus formas de vida, tuvo que realizar una solución de continuidad con su vida reli giosa pasada. La diosa Luna ya no tenía autori dad fuera de sus ciudades; además, necesitaba un templo; por ello fue dejada atrás. Lo único que Abraham podía Ilevarse consigo era su dios familiar. Por entonces cualquier viajero, al dejar una ciudad dejaba de adorar al dios respectivo, para acatar al de la ciudad visitada. Y así, Abraham paga diezmos al sacerdote-rey de Salem. Sin embargo, al ir con sus rebaños, tenía que elu dir las villas cananeas y vivir en tierra de nadie, donde no Ilegaba la jurisdicción de los dioses. Hay que tener en cuenta también que la men talidad que traía consigo el pueblo hebrero le hacía menospreciar a los pueblos de la región (Rebeca, Génesis XXVII, 46); arrastraba las leyendas mitológicas de donde procedía y el dios familiar fue ocupando el puesto de los grandes dioses. Su relación con los cananeos, como se ha indicado, fue más de oposición y reafirmación de su fe por contraste que de sincretismo. Las creencias de los mismos estaban muy relacio nadas con las fenicias. Adoraban a Baal -el Se ñor, dios de la tempestad y del rayo (similar al mesopotámico Hadad)-, a su mujer Astarté y al joven Adonis que muere y resucita. En Tiro el dios más reverenciado fue Melqart, dios-sol, más adelante identificado con Apolo. Existían colegios sacerdotales organizados, incluso apa recieron profetas de Baal (Reyes, I, XVIII), Su ri tual era muy despacioso y con sacrificios hu manos ofrecidos a Malik -Molok en la Biblia-, dios de los primogénitos. Tenían ya la concep ción de que el destino tras la muerte era in fluenciado de algún modo por la forma en que se había vivido. Para el sirio el sacrificio a los dioses, consi derado como necesario en todos los pueblos del Oriente Medio, suponía un acto mágico ya que por medio de la sangre tenia acceso al dios, comunicaba con él -la oración-. La vícti-ma animal haría después de chivo expíatorio de las culpas del oferente. Si bien el pueblo hebreo sufrió parcial con taminación en sus relaciones con Canaán, don de perdió sus creencias fue durante su estancia en Egipto, en contacto con una cultura y una religión más elaboradas. Fue necesario que Moisés bebiera de las fuentes antiguas de La baín, su suegro, en el desierto, para que arras trara a su pueblo fuera de la tierra de esclavi tud y en busca de sus creencias primigenias. AI dios innominado se le identifica con Jhavé cu yo culto se había extendido entre los semitas occidentales. Se dio entonces un paso funda mental en la concepción religiosa de este pue blo: «Judá era el santuario de Jhavé, e Israel su dominio^. EI dominio divino pasa de ser un lu gar a una comunidad. Pero se necesitó tiempo, un cambio generacional sobre las atormenta das tierras del Sinaí para que fraguara el genio religioso del pueblo de Israel -40 años de puri ficación-. EI credo mosaico más que monoteísta fue monólatra. A pesar de su larga estancia en Egipcio y la creencia en otra vida tras la muerte de los pobladores de las riberas del Ni lo, nada dice el Génesis sobre el destino futu ro. EI incentivo para la virtud es el de que «tus días serán largos en la tierra que el Señor tu Dios te ha dado^^. Queda construido el Estado Teocrático. Este camino en busca de la luz fue largo y trabajoso. Tras el monolatrismo, vino después el monoteísmo pero en una sociedad de tejas abajo en la que ella misma era el Templo de Dios. EI compromiso con los cananeos tras el regreso era imposible pues había que mantener la supremacía de Jhavé y la Fe libre de conta minación. Política y religión se confundieron. Las razones para la guerra eran ente todo reli giosas, las victorias suponían el pago de Jhavé a la fidelidad de Israel. Este pueblo, individua lista, sólo elegía a sus caudillos en los momentos de peligro (losjueces). Cuando, posteriormente, a finales del se gundo milenio a.C., se creó la monarquía, ésta suponía una investidura más que humana. Pero pronto surgieron conflictos entre la autoridad real y el pueblo, entre la sociedad civil y la sa cerdotal; pero de esta oposición nació un paso adelante fundamental en el aspecto religioso: la renovación de los profetas (siglos VIII-VI a.C.). Aconteció entonces una inversión de valo res importantísima. De pensar que el poder material de Israel era el resultado de la recom pensa de Dios, se pasó al convencimiento de que para que se cumplieran las promesas de Jhavé era necesario que el poder temporal de este pueblo quedara destruido. Y a partir de aquí comenzaría la historia del verdadero pueblo de Dios, bajo la dirección de «EI que ven drá^. Surge la impresionante claridad de las profecías mesiánicas de Isaías. Y, más tarde, en los tiempos de los Macabeos, la creencia en la recompensa tras la muerte viene a resolver el gran dilema -el frecuente sufrimiento de los justos y la suerte material de los malvados-. Aquí aparece el origen de pensamientos cristianos posteriores: de la semilla que es ne- cesario que muera para que dé fruto, de la bajada de Cristo a^dos infiernos» antes de la Re surrección, de la muerte del hombre viejo de S. Pablo. Unas palabras tan sólo sobre la relación de Grecia con el Cristianismo. Fue más filosófica que relígiosa. La religión griega estaba muy por debajo que la hebrea y, lógicamente, termina ría siendo conquistada por ella. Pero es de so i! ^^ .^r?.r(^r`. ® [rJ z ^ D ^ O m á `^ ^ = L a^ ñ bra conocido que el pensamiento griego influyó tanto en los primeros siglos de nuestra era -y también en los posteriores- que nos privó del nacimiento de una filosofía específicamen te cristiana. Es innecesario pormenorizar sobre este punto por ser archiconocido: la escolástica es hija de la filosofía griega; la interpretación de la Revelación, la esencia del hombre, su rela ción con Dios se ha visto con cristales de color griego. Por lo que he ido indicando, la religión no es algo estético, sino cambiante, viviente. Es, como tantas cosas en el hombre, un camino, una marcha. De siempre las estructuras más o menos oficiales de todas las religiones han te nido una tendencia, quizá inevitable, a esclero tizarlas, más preocupadas por salvaguardar el mensaje de que son portadoras que el de bus carles nuevos horizontales. Es por ello que con frecuencia vemos a nuestra Iglesia ir a remol que de los conocimientos científicos o las nue vas formas de pensamiento, como a regaña dientes. EI pensamiento religioso precisa ser actual. Todas las cuestiones que he esbozado en la primera parte de este trabajo, los conocimien tos antropológicos y culturales en nuestras cre encias, son susceptibles de profundización en muchos aspectos particulares. Dedicaré ahora más atención como ejemplo, al Mito del Paraí so y al Viaje de Jonás. El Jardín del Edén «Tú les distes a beber del Río de las delicias, pues contigo está la Fuente de la Vida» dice el Salmo XXXVI, 8-9, refiriéndose a la Fuente del Paraíso. Y los indios de América del Norte hablaban de la Fuente de la Juventud y del Vigor, la que fortalecía a los viejos y fatigados, retomando fuerzas yjuventud en la paradisíaca isla de Bi mini . Las leyendas celtas citan a la isla de Avalón en la que fluía un arroyo que daba vida a los espíritus de los que habían partidoz. También cuenta la leyenda de Alejandro la busca por el caudillo de la Fuente de la Inmortalidad . EI lugar donde se encuentra esa fuente, el Paraíso, es una idea universal. Ya en el segundo milenio a. de C. se encuentra citado en la lite ratura sumeria . Morada de dioses «clara y ra diante, donde no grazna ningún cuervo, nin guna paloma riene la cabeza mustia, ningún animal se dedica a la rapiña». No había enfermedad, vejez ni pesar. Jardín regado por las «aguas de la abundancia», sali das de un manantial «del que manaban todas las aguas de la Tierra». Situado en el lugar en que nace el sol, fue morada definitiva del Noé sumerio. Eurípides describe el «Jardín de las Hespéri des» como «el apacible jardín de Dios junto al man^. Y Hércules, en su trabajo número once, va en busca de las manzanas de oro de las Hes pérides. Los aztecas añoraban a Tlapallan, región espléndida, rica, donde se levantaba el rojo sol y morada primera de sus progenitores. Y los Omiches recordaban a Plan-paxil-pa-cayaba, la tierra entre las «Caídas de las aguas» donde «no se podían contar los frutos ni calcular la can tidad de miel y alimentos (Ximenes, «Or de las Indias»). Cristóbal Colón partió también en busca del Paraíso, situado hacia Occidente, en las montañas de Paria, lugar «desde el que brota ban corrientes sobre la Tierrm^. Los budistas nos cuentan su relato sobre «la Tierra de la Felicidad»: Adornada con árboles de joyas, frecuentada por toda clase de pájaros de suaves trinos, donde corrientes de aguas frías y calientes pasan entre campos de verdor»S. EI Génesis dice que Dios «plantó un jardín en Edén... e hizo brotar de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladan^. Lo sitúa al Este, en Mesopotamia. También los sumerios lo fijaban cerca del sol naciente. Para los Egipcios (Pyramid Texts) la Pradera Feliz, trasladada a los cielos, se sitúa en el cua drante oriental. Más adelante, al aumentar el culto a Osiris (VI dinastía) se traslada a occi dente. Los Majavoes americanos también creí an que estaba en el Este y los aztecas Ilamaban al viento del Este «viento del Paraíso». Los gua rayos bolivianos entierran a sus muertos mi rando al Este, el fin del viaje6. Pero si los muertos acompañan al sol en su marcha no tiene nada de extraño que en oca siones se sitúe el Paraíso en Occidente. Y ahí lo colocaban los griegos, en las Islas Afortunadas (HESIODO. «Los trabajos y los días») e igual otros pueblos (australianos, iroqueses, tribus chilenas, ahitianos). Se lee en EZEQUIEL, 13: «Habitabas en el Edén, en el jardín de Dios vestido de todas las preciosidades: el rubí, el topacio, el diamante, el crisólido, el ónice, el berilo, el zafiro, el carbunclo, la esmeralda y el oro te cubrían...» Y, como en él, en otras leyendas de otros pueblos el Paraíso es tierra de oro y piedras preciosas. EI mesopotámico Gilgamesh encon tró en los árboles del Jardín de las Delicias fru tos de cornalina y lapizlázuli (Gilgamesh IX, v. 45-51). Las escrituras japonesas antiguas budistas del «País de la Eelicidad» hablan que por cual quier lugar de ^da pradera de Buda» se encuen tran joyas y piedras preciosas y los árboles producen oro, plata, berilo, cristal, coral y esmeral da; al dirigirse al cielo Buda con su discípulo Nanda ve retoños de diamantes y lirios con los tallos de lapizlázuli . EI enano enamorado de la balada escocesa Hin Etin prepara para su amada en el otro mundo una «glorieta muy segura... a base de carbunclo y piedras preciosas». EI Génesis también recoge esta antigua concepción sobre el marco paradisíaco y en 11,10,11,12 puede leerse: «Salía del Edén un rio que regaba el jardín y de alli se partía en cuatro brazos. EI primero se Ilamaba Pisón, y es el que rodeaba la tierra de Evila, donde abunda el oro, un oro muy fino y a más también bedelio y ágata.» ^Qué dicen las leyendas, las tradiciones de los pueblos sobre el Manjar del Paraíso? Por ser el Jardín la mansión de los dioses, en él se encuentran los frutos que les confieren sus atributos: inmortalidad, sabiduría... Es decir, los dioses necesitan de sus árboles, de su Paraíso y son celosos de su exclusividad. En el Génesis III, 22, cuando expulsa a Adán y Eva, puede leerse: «Díjose Jhavé Dios: he ahí el hombre he cho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida y, comiendo de él, viva para siempre». No obstante, en el re lato bíblico hay una importante innovación: Dios no depende del Jardín sino que es tal antes que exista el mismo, el cual es obra de sus manos «Plantó luego Jhavé Dios un jar din en Edén, al oriente». Una idea semejante inspira otros relatos. Leemos en el Popol-Vuh -libro sagrado de los mayas-quiché- lo siguiente: «Los primeros hombres creados y formados se Ilamaron el Brujo de la Risa Fatal, el Brujo de la Noche, el Descuidado y el Brujo Negro. Estaban dotados de inteligencia y consiguieron saber todo lo que hay en el mundo. Cuando miraban veían al instante todo lo que estaba a su alrededor y contemplaban sucesivamente el arco del cielo y el rostro redondo de la Tierra... Entonces dijo el Creador: Lo saben todo ^Qué vamos a hacer con ellos? Que su vista alcance sólo lo que es tá cerca de ellos, que sólo puedan ver una pe queña parte del rostro de la Tierra...^no son por su naturaleza simples criaturas, producto de nuestra mano? ^Tienen que ser también dioses?». En la Ilíada se cuenta que el principio vital de los dioses en el Olimpo se mantiene porque no comen pan ni beben vino sino néctar y am brosía. Y se pueden encontrar otras muchas ci tas en la mitología griega que apoyan la creen cia en las propiedades del alimento del Paraíso -Tetis derrama las substancias citadas en los orificios nasales de Patroclo para conferirle in corruptibilidad, Démeter hace inmortal a Demóforo al derramar sobre él la ambrosía...-. En el poema cananeo de Aghat, al héroe se le promete que comerá con Baal y gozará de la inmortalidad si hace entrega del arco divino que tiene en su poder. Lógicamente, como ya se ha indicado más arriba, este manjar se le prohibe al hombre; es idea aceptada de que todo aquél que come con otro entra de alguna forma en comunidad con él, con su casa. Baal, el dios de la fertilidad y las Iluvias, baja a los infiernos al haber sido seduci ^ El Partenón es el templo de los griegos destinado a contener la efigie de la divinidad y sus tesoros. El pensamiento religioso de los griegos fue muy inferior al de hebreos, pero su filosofía inspiró el pensamiento cristiano. © rr^ z ^ D ^ O m 0 J ;l! r1C.1^^^IJ do a tomar el alimento que le ofreció su her mano Mot, el dios de la sequía y la muerte. En los Zulús de Africa del Sur se encuentra la creencia de que si los muertos toman alimento en el Averno no podrán regresar a la Tierra Como última cita, la de los Efe de Africa: Dios encargó a Ba-atsi, primer ser humano -al que amasó de arcilla-, de que sus hijos podían comer libremente de cualquier árbol del bos que, excepto del árbol Tahu. Un día una mujer embarazada tuvo el imperioso deseo de gustar del fruto prohibido e intentó persuadir a su marido; aunque se resistió, al fin accedió; final mente la luna informó a Dios de la falta come tida y Dios envió la muerte a los hombrev^. Los árboles del Paraíso ...«Hizo Jhavé Dios brotar en él, de la tierra, toda clase de árboles, hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal». Un árbol de la vida es citado en un antiguo texto egipcio, en cuya busca fue el rey Pheops a una isla lejana. La tradición se encuentra también en el budismo chino. Y en la isla de Avalón -Paraíso céltico- había un avellano cuyos frutos eran dadores de vida a los bienaventurados y a los d i oses. EI frufo del árbol de la vida como premio aparece en el Apocalipsis (11,7) «AI vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de mi Dios». EI Jardín del Edén, el Paraíso, se encuentra descrito, pues, en todas las culturas, es univer sal. Y al considerarlo así no queda más que ad mitir su verdad; no verdad objetiva sino huma na. Cada civilización le ha dado su colorido es pecial, hay variaciones anecdóticas, pero la esencia del relato es siempre la misma: lugar de paz, felicidad, abundancia, fuentes de vida y árboles cuyos frutos confieren supremos dones a los habitantes del Jardín. Meditando detenidamente sobre lo ex puesto se puede vislumbrar una profunda realidad expresada en forma simbólica: la historia de nuestra propia vida, la individual, transferi da a la general de la Humanidad a través del inconsciente colectivo. Es la expresión de la profunda añoranza de cada uno de nosotros por el claustro materno y los primeros años de la niñez; por el tiempo de la inocencia, de la dependencia, el calor de sentirse arropado, protegido. Fijémonos en el relato del Génesis. Dios coloca a Adán y Eva en su Jardín, y en el cen tro del mismo están los dos árboles: el de la vida y el del bien y el mal. EI primero está bien visible, no existe prohibición de probar su fruto; sin embargo, no lo toman -se dedu ce que es así por las palabras de Dios en el momento de la expulsión-. Es un detalle dig no de reflexión; tienen a su alcance el fruto de la inmortalidad y no lo prueban. Obran de esta forma porque no tienen noción y necesidad del futuro. Como en el in fante en que la vida es un eterno presente y la muerte aún no es concebida. A un niño no tendrá sentido preguntarle si quiere ser in mortal; existe, es y no concibe más. Pero queda otro árbol, el del Bien y el Mal, tarado como el origen de nuestros males cuando en realidad es el árbol de la verdad y la sabiduría. AI expresar con su nombre los dos extremos indica la extensión de todo el conocimiento. De la Sabiduría dice el Libro de los Pro verbios, 111,13: «Bienaventurado el que alcan za la Sabiduría y adquiere inteligencia; por que es su adquisición mejor que la de la pla ta. Y es de más provecho que el oro puro. Es más preciosa que las perlas y no hay tesoro que la iguale; de su boca brota la justicia y Ileva en la lengua la ley y la misericordia. Es árbol de vida para quien la consigue, quien la abraza es bienaventurado». La toma de la manzana es equivalente a la adquisición de los conocimientos en nues tros primeros años. Por eso la expulsión del Paraíso se impone como inevitable. Habrá que interpretarlo no en el sentido de que el hombre es echado de él sino que es el Edén el que se aleja. EI hombre necesariamente se se para de la Utopía edénica al crecer y adquirir conocimientos. Pero entonces se siente solo, desprotejido, abandonado -«desnudo»-. Con la Sabiduría adquiere la Libertad y con ella la posibilidad del mal. Duda, sufre, pero ya es semejante a Dios, co-creador de su futuro. Todo ello supone una forma diferente de interpretar el pecado original. Hay en le relato bíblico un fuerte conocimiento por la creencia del pueblo israelita en la herencia del pecado; dado que todo quedaría reducido a la vida terrena, cualquier tlesgracia suponía un castigo divino a las propias culpas y, cuan do no las había, a las de los antepasados. EI modo moderno de considerar al pecado en estrecha relación con la responsabilidad no era de aquellos tiempos. Como he dicho, con el conocimiento se acrecienta la Libertad y con ella la «posibili dad original» de pecar. Entendemos la falta, entonces, como una regresión, como una mi rada atrás. EI destino del hombre sería, a par tir de su desnudez, ir avistiendo» su persona. Pero no se agotan aquí las interpretacio nes psicoanalíticas de la narración bíblica. Hay un marcado simbolismo sexual en el relato de la desobediencia de Adán y Eva. Por un lado, parece claro un componente edípico en la actitud de Dios al querer retenerlos en un estado de ^^inocencia», en que no maduren a una sexualidad adulta. La toma de la manzana viene a equivaler a una relación sexual, como queda sugerido al indicar a continuación el Génesis que sin tieron verg ŭ enza y se hicieron unos ceñidores con hojas. Rompieron el tabú sexual. Es curioso el parecido de la situación edé nica -se ofrecen multitud de árboles excepto uno (pero que está al alcance de los protagonistas del relato)- con aquélla que se muestra en muchos cuentos de hadas posteriores. Aquí es «una habitación prohibida» entre mu chas otras -ejemplos son el de ^^Barbazul» o ^^EI cerdo encantado-». En ellos el secreto prohibido y encerrado en la estancia es tam bién de carácter sexual. EI sexo es tabú en muchas civilizaciones, presentado como horrible -cuentos del ciclo animal-novio- en prevención del incesto o su uso precoz. Pero es lo cierto que la madura ción sólo se consigue venciendo las tenden cias edípicas y transfiriéndolas a otra persona más acorde socialmente y por la edad -es lo que expresa la salida del Paraíso-. Pero la añoranza de Edéñ perdido es grande y ha dado lugar a una multitud de re latos en los que el hombre ha expresado su angustia. EI simbolismo del claustro materno, fuente de vida, queda grabado en letras de fuego en las fuentes del Paraíso y los frutos de sus árboles. «Sácianse de la abundancia de tu casa y los abreas en el torrente de tus delicias. Porque en ti está la fuente de la vida, en tu luz vemos la luz» (Salmo XXXVI) Es la ambrosía helénica, el maná del Sinaí y, finalmente, en un sentido transcendente, como dador de vida eterna, la Carne y la San gre de Cristo: «...pero el que beba del agua que yo le diré no tendrá jamas sed, que el agua que yo le diere se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna». La imposibilidad del retorno a los co mienzos queda bien clara con la imagen del querubín (el Karibu mesopotámico). Se la en cuentra en los portales de los palacios babiló nicos y asirios, en un relieve de Alepo. Es la forma mitológica semita del dragón que guarda et tesoro a semejanza de los ^^hom bres-escorpiones» que en la epopeya d Gilga- mesh guardan la montaña en que nace el sol, o el demonio Sarameya dl Rig Veda indio que cuida el camino del Paraíso. Pero el hombre no se resigna a la pérdida. EI Edén está al Este, por donde amanece el sol. Y si los muertos siguen su curso, como el egipcio Osiris, entonces se intenta alcanzar el paraíso por el Oeste, por la puesta del sol, donde están las islas Afortunadas, donde lo buscaba Colón. En sentido real después de la Muerte, en el ocaso de nuestra vida. Y los cristianos siguiendo al Nuevo Osiris, buscan do a Dios tras la Resurrección; a este nuevo paraíso ya no se entrará desnudo, ni inocen te, ni ingenuo sino más sabio, más humilde, más libre. ^ La creación de Adán, obra de Miguel Angel, plasma uno de los pasajes más característicos de la Biblia. ^l^ SrJf^..IJí0 m r 0 ^ n, ca a, ^ 0 co ^ m_ 0 ^. m m ^ a ^ [^i z C/1 D^ - O m a^ -a c a^ rn .^ 0 á^ c a^ 0 c ^ a^ ra a 0 J ^i ^^ ĉ i^J ^?f! ^ ŝ r`^, El viaje de Jonás Comentaré ahora otro relato bíblico su mamente original y extravagante en aparien cia: la peripecia de Jonás. Que, como se verá, guarda muchas similitudes con la interpreta ción que he dado del mito del Paraíso. Como en éste, el redactor bíblico expresa de forma figurada profundas realidades hu manas, vivenciadas por cada uno de nosotros en algún momento de nuestra existencia. EI tema de la travesía nocturna se en cuentra por doquier en las mitologías de to dos los continentes. LEO EROBENIUS lo expu so detalladamente en su obra «La época del Dios Sol», Berlín, 1904. Un sentido similar tiene la imagen alqui mista de la inmersión de la pareja rey-reina en el agua, viaje nocturno por mar. Aunque varían anecdóticamente los de talles de unos relatos a otros, los datos gene rales son los siguientes: «EI héroe desaparece durante una tormenta en el Oeste. EI pez via ja con él hacia el Este. Mientras tanto encien de fuego en el estómago del pez, pues tiene hambre. Poco después se da cuenta de que el animal ha Ilegado a tierra y empieza inme diatamente a despedazar al animal comen zando desde dentro. En el estómago del pez hace tanto calor que se le caen todos los ca bellos. A menudo ef héroe libera al mismo tiempo a todos los cabellos. A menudo el hé roe libera al mismo tiempo a todos los que habían sido engullidos antes que él». La imagen primitiva servía para expresar gráficamente la sucesión del día y la noche. En muchos relatos es el dios sol el que viaja en el estómago del pez. Posteriormente pasó a significar la interminencia vigilia-sueño; en éste el individuo se hundiría en abismos os curos de los que sólo salía al despertar. Se trata de un viaje, pero en dirección opuesta al que sigue el hombre al salir del Paraíso. También hay una caída (las entrañas del pez, expulsión del Jardín) y una resurrección (Ilegada a tierra-regreso al Edén). Preci samente este regreso es por el camino indica do en la travesía de la noche -nuestra vida-. Pero el relato de Jonás todavía es más ri co en significados. Si he expuesto anteriormente una inter pretación referida a un curso vital entero, di gamos en un decurso horizontal, tiene tam bién un soberbio sentido vital, en profundi dad: expresa la crisis espiritual de un hombre, el descenso ^^ad inferos», al Hades, a un más allá de este mundo consciente, al incosciente; es «la muerte del alma». Ante la dificultad de la misión que se le imponía, incitar a la peni tencia a todo un pueblo e incluso predecir la caída de una gran ciudad -Nínive-, se abate. Su conciencia se nubla. Su Yo pierde energía, capacidad de decisión y, preso de angustia, se hunde. EI pez enorme es la representación del abismo del incosciente al que se entrega. Ha perdido la fuerza del pensamiento -caída del pelo-, pero será en esa larga travesía donde encontrará el vigor -expresado por el calor en el estómago del pez y el corazón que le sirve de alimento- para volver a renacer con nuevos bríos que le permitirán dirigirse y pre dicar en Nínive. Es la regresión que se produce en toda crisis humana de cierta entidad. EI ascenso hacia «las madres» según decía Goethe. Y, tras la regresión, al progreso. ^Qué mejor descrip ción del cuadro depresivo que la que se pue de leer en JONAS,II: «Clamé desde el seno del abismo...Echás teme a lo profundo, al seno de los mares, en volviéronme las corrientes; todas tus olas y tus ondas sobre mí...Las aguas me estrecha ron hasta el alma, el abismo me envolvió, las algas se enredaron en mi cabeza. Habia ba jado ya a las bocas del Hades, la región cuyos cerrojos se cerraron para mi por siem pre...Mi ánima desfallecia». Termino insistiendo sobre la profunda verdad de estos relatos míticos. Pero deseo que estas disgresiones mías culminen con un mensaje de esperanza; que tras la depre sión, el hundimiento, la expulsión y la muerte viene la euforia, la progresión, el re greso, la vida. Bibliografía 1.- PETER MAMARYR. ^^De rebus Oceani», 1574. Dec iii,lib x, pag. 207. 2.- Antiguo poema de Villermarqué, Barz, Breiz, y,193. 3.- HOPKINS, E.W. Jacs, 26. 1905. 4.- DAMKON, A. «La Mythologie sumerienne et les premiers chapitres de la Cnese». 1959. 5. SUKHAVATIYUHA, 15-19; CONZE, E., aBuddhist Scrirtures, 232-36. 1959. 6.- TYLOR, E.B.. ^^Primitive Culture.» 7.- Conze, E..^^Buddhit Scriptures». 8.- LESLIE, D. «Among the Zulus and Amaton gas». 1875. ® por OCTAVIO EÓPEti a calidad de vida actual en los países desarrolla dos, puesta en parangón con aquélla de épocas anteriores, ha ascendido a cotas tan altas que el ser humano de hoy en día puede permitirse, como norma general, Ilevar una existencia re lativamente holgada y placentera. No pretendo con esto en modo alguno ig norar que realmente existen proble mas incluso muy graves en relación con el ámbito laboral, la convivencia social o la política, entre otros, sino simplemente señalar que los avances que hemos heredado de la Historia en cuanto a medicina, tecnología, arqui tectura y otras disciplinas, nos ofrecen mil y una ventajas abismándonos en un océano de comodidades antes ini maginables. ^Pues quién no dispone de televisión en casa, o de teléfono, o de gas y suministro eléctrico, o de inodoro en lugar de orinal? Los hay inc ► uso que, teniendo estas necesida des (no diré básicas) cubiertas ^ ^^^ m con mucha holgura y pudiendo ir más le jos, se atreven con un segundo piso, un microondas, un ordenador último modelo o un flamante cochazo. Naturalmente na da de esto puede ser aplicado a los países subdesarrollados del mundo, aunque de ellos no hablaré en este artículo dado que mi intención es analizar los valores ideoló gicos de la sociedad y ya Marx señaló, y en eso coincido con él, que la infraestructura social condiciona en gran manera la supe restructura; para entendernos: que el ser humano es un ser racional, y tal como vie ne en la expresión, por lo que de animal tiene primero tendrá que satisfacer sus necesidades vitales, y después, solamente después, podrá darse al pensamiento filo sófico. Simplificando aún más: a uno no puede importarle un carajo quiénes somos y de dónde venimos si tiene un hambre de lobo y nada que echarse a la boca. O Retomando el tema, apreciamos, sin em El sistema filosófico de Aristóteles, que aparece retratado por Leonardo da Vinci, se fundamenta en una profunda crítica del «platonismo». bargo, que no todo lo que reporta la antedi cha comodidad son ventajas, sino que a me nudo se rebela en nuestra contra pudiendo incluso resultar perniciosa cuando no se ad ministra con moderación. Tan odiosamente ^ zalamera puede Ilegar a ser y tan acostum ^ brados nos tiene que hemos dejado de ser Q selectivos para pasar de ser prudentes admi c/1 nistradores a serviles esclavos de ella. La vir Z tud de cualquier cosa depende en gran par W te de la finalidad y la medida con que se utilice. En verdad, uno puede caer esclavo hasta de su propio egoísmo. Pero todo esto no es novedoso; probablemente fue Aristó teles, en su Ética a Nicómaco, el primero que abogó por la elección de un término medio entre dos extremos. Ni cobardes ni temerarios, sino valientes: ni tacaños ni pródigos, sino generosos, decía él. Del mis mo modo, no debemos permitir que la co modidad degenere en holgazanería, pues entonces nos lanzamos a lo fácil y desma ñado, a la televisión basura, a la música to cada con enseres de cocina, a cierta prensa de pésima calidad, a la comida derivada del petróleo y un largo etcétera, siendo cómpli ces indirectamente del descrédito en que están cayendo otras artes más cultivadas como son el buen cine, la música clásica, la literatura, el teatro, la filosofía o la gastro nomía tradicional. No estoy adoptando en absoluto una postura antihedonista, sino al revés: contra el tópico tan extendido de que hemos venido a este mundo para penar y morirnos (y en esto suenan ecos de Miguel Hernández), pienso que no hay mayor fin en esta vida que el del placer, entendiéndose éste en su sentido más genérico. Pero com préndase esto bien: abandonándonos a lo fácil y esforzándonos poco, obtenemos también muy poco a cambio. Sin embargo, cuanto mayor tesón pongamos en una empresa, tanto mayor será luego la satisfac ción y compensará con creces el esfuerzo invertido. Componer, por ejemplo, EI Casca nueces, sin duda fue más trabajoso que componer la canción más bailada del vera no, pero precisamente a eso se debe que EI Cascanueces sea una joya que ha ganado un lugar fijo en la Historia de la música, mien tras que del Wannabe nadie se acordará pa sada la temporada. Pues bien, merced a tanta sofisticación incontrolada como hemos dicho, nuestra mente se va Ilenando de materia gris que redunda en la anulación paulatina de nuestra capacidad de pensar como seres humanos, lo que se deja ver en la mucha ignorancia que reina en esta sociedad. No hace falta ir muy lejos para encontrar buenas pruebas de irracionalidad: basta con remitirme (forzado, que no me gusta) a los grupos violentos juveniles, al fanatis mo futbolístico, a la beatería religiosa y a los debates televisivos que están tan de moda y donde no se sabe quién es más subnormal, si los estrambóticos mercachi ^ ^^^i^^^ fles que asisten para contar su vida y mi lagros vendiéndola a bajo precio como un paradigma a seguir, o los señores ilustra dos que desde la palestra se rebajan a de cir chorradas, a ponerse cínicos y a animar la verbena soliviantando al público. Con todo, nada de esto es de extrañar conside rando los factores ya citados así como, en el caso de la tercera edad, la época de la que procede, anquilosada en un régimen dictatorial caracterizado por la censura y un importante detrimento cultural y edu cativo. Aunque tampoco nos sorprendere mos mucho si dentro de unas décadas nos encontramos con una situación similar, en el supuesto de que nuestro funesto siste ma educativo permanezca en vigor duran te mucho tiempo (eminentemente a nivel de bachillerato), puesto que en él lo más comprensible es que el estudiante abo rrezca las asignaturas de puro aburrimien to y rehuya del saber como de la peste, porque con harta frecuencia no recibe in centivo alguno de ciertos profesores muy duchos en su materia (cosa que no siem pre está a la orden del día), pero sin la más remota idea de cómo tratar a un ser hu mano, porque la cultura no es considerada como un fin en sí y a corto plazo sino co mo un visado para un mercado laboral tan negro y lejano como el día de la jubila ción, y porque la materia, se comprenda o no, hay que despacharla a toda pastilla para poder terminarla dentro del ultimá tum que dictamina el seminario de turno o una omnipotente coordinadora de selec tividad; y todo ello gracias a la existencia de unos aborrecibles números clausus que inician al alumnado en el sano deporte de pisotear al de al lado para subir en el esca lafón. Resuelvo, a tenor de lo expuesto, que el origen de esta quiebra cultural e ideoló gica hunde sus raíces sobremanera en una serie de factores de hechura relativamente reciente. Atrás quedaron las intrépidas empresas, atrás las venturosas glorias y con ellas la creatividad del Hombre. Ya no corren tiempos de rebeldía, de mordaces plumas y cerebros taimados, pues la ju ventud actual se diría abocada al fracaso y al conformismo, que no parece sino que nace para morir dentro de un sumiso ano nimato con un concepto de la vida total mente fatalista. Hay que pasar por severos filtros el legado cultural de nuestros pre decesores y escudriñarlo con lupa si fuere preciso, ya que no hemos de ser meros transportistas de él a través de la Historia, sino activos beneficiarios de su usufructo. Somos los herederos de un planeta que tiene visos de ir a alcanzar los 7.200 millo- nes de habitantes para el 2015, según es tadísticas de la ONU, y su funcionamiento comienza a ser responsabilidad nuestra. De nosotros depende que sea un lugar pa cífico y racional o que necesitemos una base lunar habitable para un éxodo desesperado de quienes quieran escapar de la esquizofrenia y la barbarie. Expresado de esta manera, todo eso resulta un pelín apocalíptico, mas por nada del mundo militaría yo en contra de la juventud, que se ría cosa necia perteneciendo yo a ella. An tes bien, soy de la opinión particular que paralelamente a ese sector de la juventud que opera, digámoslo así, en el ámbito de la mediocridad (reitero que, en muchos casos, no por su culpa), va abriéndose ca mino una élite muy prometedora que tiene consignada la destrucción de tantos cánones obsoletos y dogmas fosilizados así como enarbolada la bandera del buen jui cio y la racionalidad. Solamente pretendo aquí señalar que continuamente podemos vernos embaucados por cosas en cuya irracionalidad no reparamos de puro coti dianas que son. Un par de ejemplos repre sentativos son la televisión y el fútbol. En esencia, ninguno de los dos tiene conno taciones negativas. En sí, ^por qué habrían de tenerlas? Pero «el hombre es la medida de todas las cosas», dijo el sofista Protágoras, de manera que depende de nosotros que la televisión sea un entretenimiento como cualquier otro, cuando la utilizamos con moderación, o un trasto execrable cuando la vemos sin medida ni selección convirtiéndola en punto arquimédico de nuestra existencia. Exactamente lo mismo sucede con el fútbol, pudiendo conside rarse un deporte maravilloso, si quiere en tenderse como tal, o contumaz fanatismo y ridícula obsesión cuando «la confronta ción futbolística va tomando caracteres de verdadera agonía y la menor quiebra de la patr.ia imaginaria es vivida como la muti lación más íntima^, según hace constar Víctor Gómez Pin, catedrático de la Uni- versidad Autónoma de Barcelona, en un ^ ^ ^^1^^i`i m r=i z ^ ^ ^ O m O ^ Q ^/^ z W espléndido artículo suyo titulado Vivir sin filosofía (EL PAÍS, lunes 27 de enero de 1997). Por otro lado, habría que cavar mucho más hondo a fin de hallar las verdaderas causas que rigen nuestro presente en sus más diversas manifestaciones, imponiendo asimismo un férreo condicionante a nues tro libre albedrío. Es en este punto donde la Historia tiene que dejar de ser el soporí fero despliegue de erudición a que estamos acostumbrados merced a la usanza acadé mica (aunque personalmente tengo expe riencia de que esto quiere ser enterrado) para servirnos de eficaz herramienta de trabajo en nuestro afán por alcanzar una mayor claridad mental. Porque cuanto más nos remontemos en tiempo, en virtud de la comparación histórica tanto más perplejos quedaremos al comprobar que un sinnú mero de formas de pensar absurdas y dog máticas que están a la orden del día no son sino vestigios de épocas en que los ideales de los Hombres se forjaban con el miedo, y la libertad de expresión era severamente castigada con absoluta impunidad por quienes ostentaban el argumento de auto ridad. A estas alturas parece mentira que tales formas de pensamiento sigan incor diando en nuestra vida espiritual y gozan do de nuestra credulidad y transigencia, cuando menos de nuestra idolatría, si bien el cosm^opolitismo de los tiempos que co rren y la tenencia de unos derechos huma nos de que antes no se disponía, están per mitiendo, sobre todo en las nuevas generaciones, la entrada de conceptos novedosos y revolucionarios. Para ilustrar empírica mente lo dicho no se me ocurre otra cosa mejor que trazar un somero bosquejo de la situación de la mujer a través de la Histo ria. Bien es verdad que actualmente tiene reconocidos casi idénticos derechos que el hombre dentro de la oficialidad, mas pese a todo, y fuera del archizarandeado ámbito doméstico, una rápida mirada a nuestro día a día revela que lamentablemente con tinuamos viviendo en un mundo de hom bres (ahora con minúscula). La ley sálica permanece vigente en nuestro país y el sa cerdocio sigue vedado para las mujeres, mientras muchas de las que se consideran defensoras a ultranza de sus derechos si guen aplaudiendo tamañas faltas de consi deración por parte del Estado y de la Igle sia. Con respecto a este tema, no vendría nada mal un pequeño ajuste de cuentas con esta última, ya que ha venido joroban do e inmiscuyéndose en nuestras cabecitas durante casi dos mil años; en especial du rante los nueve siglos que duró la Edad Media, en que se levantaron todas las qui meras que han Ilegado hasta nosotros con pretensiones de verosimilitud. Desde el 529 d.C. año simbólico por la fundación de la Orden de los Benedictinos y el cierre de la academia de Platón en Atenas, la Iglesia cristiana puso manos a la obra en el proce so de cristianización de los filósofos grie gos y helenísticos (en particular Aristóte les, Platón y Plotino) adaptando las teorías de aquéllos a sus postulados con tal de evi tarse polémicas y salvaguardar los funda mentos de la fe, ya que la Inquisición como medida represora no sería fundada hasta el siglo XIII. Pero tal cristianización no fue Ilevada a cabo al buen tuntún, sino con gran perspicacia, pegamento y tijeras, recortando y pegando aquí y allá, principios de uno u otro autor según conviniera. Así, cuando Ilegó la hora de adjudicar a la mu jer un papel en la sociedad, los varones, que por tradición gozaban de la potestad de decidir, optaron por hacer caso omiso a los argumentos de Platón, que había abo gado por una amplia igualdad de sexos, y se centraron en los de Aristóteles, que al final de sus razonamientos había Ilegado a la conclusión de que la mujer era inferior al hombre; aunque, eso sí, lo había hecho en un acto de pura lógica y por falta de datos, lo que, si no lo justifica, al menos sí lo disculpa. Hemos de entender que enton ces no se disponía de los medios de hoy en día y que por lo tanto hay que juzgar otras épocas relativizando bastante. Hoy en día Aristóteles sería un machista sinvergi^enza, pero vivió hace más de 2.300 años. En cualquier caso, el artífice de la cristianiza ción de Aristóteles fue en buena medida Santo Tomás de Aquino (1225-1274). Para que luego digan que si esta o aquella nor ma de la Iglesia tiene su inspiración en la divinidad. iMenos lobos, Caperucita! En la Biblia tal vez sí, hasta cierto punto, por lo de la costilla de Adán. Pero de todos mo dos, el desprestigio de la mujer en la Iglesia procede de la tradición aristotélica, que no se vaya a decir ahora que Jesús tenía algo contra las mujeres. Esta visión retrospectiva a vuelo de pá jaro nos pone de manifiesto que no todo el legado histórico es necesariamente de fiar. Dado que nosotros mismos somos parte integrante de la Historia, pues nos hemos criado en su seno, no debemos sino humildemente admitir que los cimientos ideológicos de nuestra existencia pueden estar podridos e inestables, puesto que presumir de la irrefufabilidad de nuestro código de valores sería demasiado pretencioso. La duda como método para ahuyen tar los fantasmas de la credulidad y la ig norancia fue introducida por el filósofo racionalista René Descartes (1596-1650) y es, a mi juicio, una de las invenciones más geniales que ha dado de sí la mente hu mana. Descartes decidió que durante toda su vida su conciencia se había alimentado ciegamente de las enseñanzas del «gran li bro del mundo» y que ya iba siendo hora de poner todas aquellas enseñanzas en te la de juicio y de comenzar a pensar por sí mismo. A veces hay que destruir primero si se quiere hacer algo constructivo sobre ci mientos sólidos. No han faltado quienes han querido clavar a Descartes la etiqueta de escéptico, pero nada está más lejos de la verdad. La duda cartesiana es en todo caso metódica, lo cual quiere decir que sirve de instrumento para detectar viejas ideas falseadas y sustituirlas por otras nuevas y más veraces. No obstante, el con cepto de pensar por uno mismo parece no tener mucho eco en nuestra sociedad. Por ejemplo, cuando se le pregunta a ciertas personas por qué creen en Dios, por qué María era virgen o sobre cualquier otro dogma de fe, es frecuente que te larguen una retahíla de razones ilógicas e incone xas que se saben de carrerilla con sonique te machacón porque no han escuchado otra cosa desde que las mamaron bobaliconamente en el catecismo, cuando pen sar por uno mismo significa precisamente prescindir de los argumentos ajenos que se nos dan ya masticados para elaborar los propios. Todo el mundo tiene derecho a creer en lo que quiera, pero siempre y cuando avale sus opiniones con argumen tos racionales e inteligibles que compor ten una necesidad lógica en la relación de causas y efectos, y no parapetándose, como se suele, detrás de la inefabilidad y de argumentos pseudomísticos que, de ser veraces, se convertirían en germen del cao5;e imprevisibilidad de los procesos natu rales del universo. Si se procediera del mo do rórrecto, se acortarían las distancias entre las diferentes opiniones y acabarían convergiendo en conclusiones menos dis pares y más cercanas a un acuerdo dialéc tico. Sometiendo a la duda metódica in cluso su propia entidad, Descartes intuyó, sin embargo, que había una cosa de la que no era posible dudar sin incurrir en una contradicción: de que estaba dudando. Y el hecho de que dudar es una facultad in herente al pensamiento le condujo casi automáticamente a formular su celebérri ma cláusula que habría de ser la base de toda su filosofía: Cogito, ergo sum (Pien so, luego existo). Más adelante Descartes dice muchas tonterías en sus escritos, en tre ellas la defensa de la existencia de Dios con argumentos nada convincentes y an teriores a él, de San Anselmo de Canter bury. Pero el inicio de la filosofía cartesia na es un logro en sí revolucionario, porque aunque no se presenta como una providencia reveladora de las incógnitas que aquejan la insatisfecha curiosidad del Hombre, lo que nos ofrece con la duda metódica es algo mucho más viable y en consecuencia mucho más importante: un saludable punto cero en la escala para la búsqueda de la verdad; un cambio de acti tud ante la vida. ^ El filósofo y matemático René Descartes, fundador de la filosofía moderna. Retrato del pintor Sebastian Bourdon, del museo de Louvre, París. ^iJF^fIJ^ m [=7 z ^ D ^ O Entorno 1Nindows I ntro. Píntame ventanas, abiertas de par en par, sobre horizontes inmarcesibles, lejanos y diáfanos, con el mar de fondo, alto y amigo. Píntame ventanas, abiertas de par en par, bajo cielos estrellados, refulgentes y profundos, cuya música acordada suene en el titilante silencio infinito. Píntame ventanas abiertas a las esperanzas verdes, a los deseos oscuros, a las ilusiones blancas; abiertas a los paisajes que no existen y a las flores que están por nacer. Píntame paseando de ventana en ventana como a cibernauta que navega por la falsedad virtual. Pero antes... deja que salve del olvido los jirones de mi alma: la seda de los sueños, el tul de las nostalgias, los recuerdos perdidos..., para tejer con ellos una cometa ligera, vertical, en cuyo vuelo se airee el olor rancio de la costumbre. ^ .^ . ^o ► . Deja que bucee por mis entrañas absurdas y borre de su memoria la estrecha realidad, secretamente grabada; porque es la hora de pulsar escape anulando los muros interiores y las mazmorras selladas. Ya no quiero pantallas, ni visillos ni persianas, ni contraventanas; ni comandos, ni programas; ísólo ventanas!, ventanas abiertas de par en par. Píntame desnuda en una ventana, mirando la pureza de la nieve, con el corazón abierto de par en par. Esca pe n M. Concepción Sirvent Bernabeu n Alicante Primer premio, Categoría Adultos, en el VII Certamen de Poesía de! Coleqio Público Miguel Hernández. «No tu sombra sino la agitada y gris penumbra» Incluso la noche languidece porque la luz en los ojos duerme. La penumbra cae sobre penumbra, hasta que la Oscuridad muere. Pronto el ojo convierte de la noche la complejidad, en una paz donde la mente, se mece en fabulosa luminosidad. eso acontece, La luz en el horizonte oriental es perenne y matutina. Renueva el aire con su hálito vital. La fe, el anhelo aglutina. La tenue luz del este arranca de la oscuridad, la maquinaria del fulgor celeste, de la alondra la prístina ingenuidad. A través de la noche, en la penumbra, cabalgan las estaciones, se rinden los años de la cambiante luz de las esferas, y en el alma o crepúsculo vacuas se tornan las emociones, en la abstracción de las lunas postreras. Cuán serena es la medianoche, amor, cuán tibios los vientos donde el cuervo vuela, donde el cambiante claro de luna, amor, palidece en tu ciega retina, se congela. Tu corazón a gritos me Ilama, amor. La oscuridad en tu seno ha abierto una brecha, por la que corren los rios de sangre, amor, en la que, sugerente penetra esta endecha. Amor, el calor que encierra tu piel, en agonía, puro como la sal, como la muerte devastador, cabalga a lomos de la luna roja, en la lejanía, desde la fosforescencia de tu aliento, tu estertor. Pues siempre hay vestigios de muerte en el verde prado, y estrellas fugaces sobre el cruel matadero, siempre, aunque sombrias sus copas y trazado, en los árboles reverbera la luz del día venidero. Inlcuso la noche languidece, cuando la luz en los ojos duerme. La penumbra cae sobre penumbra, eso acontece, hasta que todo en la Oscuridad muere. Pronto el ojo se disuelve, perplejo por la nocturna complejidad, en la paz eterna de la mente, vencida para siempre la luminosidad. n Miriam Cano Nieto n C.P. Miguel Hernández Primer premio, Categoría Juvenil, en el VII Certamen de Poesía del Colegio Público Miguel Hernández. I^ ^°o^Jf^^lri m Ven y recuérdame que el día precede siempre a la noche. Inúndame la cintura con mirtos y caracolas. Abreme cauces de seda y resbala por mis dunas hasta rescatarme el gozo almendrado que por ti hoy reconozco y espío... Elabora con tus dardos las caricias más perfectas. Bébete todo este Ilanto hasta que mi alma toda nunca más sea caída. Ven a mí que casi muero y tú ni siquiera expiras. n Evangelina Lorenzo n Quizá Ilegaste a mi vida para gritar que existían los almedros jamás sidos. Quizá sólo me traías un lazo color azul, aquel que deje olvidado y al que ya no reconozco... Quizá, porque no soy mía ni soy de nada ni nadie, no te miré al hallarte junto a mi alma y partí... Ahora estoy aquí, sin mí, debatiéndome en el aire. n Evangelina Lorenzo n ^ ^..^r^^^^t^ «Más me amas» Amo tu recuerdo, tu cara desnuda, tus manos perfectas, tu cuerpo echado en el sofá, la suavidad que adquiere tu piel cuando roza la mía, el temblor de tu alma cuando mi cuerpo tiembla, eres un sueño repetido en la eternidad de las noches y los días... Te quiero desde mi caos, perdida en lo más oscuro de mi mente, te quiero como te quise una vez con la carne abierta y el alma sangrante, te quiero más de lo que he podido quererte antes y juro que te querré siempre, por mucho que me burle el tiempo en tu ausencia, por muy escasa que se vuelva mi pena, siempre habrá una lágrima derramada por tí, una visión nublada por tu imagen, por muchas tinieblas que deba cruzar en tu espera, juro que siempre, siempre, siempre, te querré. n Ana Verdú n m Ya atardece ya la música se vuelve gris y bailan hipnóticas las brujas de cielos e infiernos. Ya los mantos recogen mis hombros y los acarician en tu ausencia. Se me ha helado el corazón al lado de las confituras y de los órganos jóvenes, se me ha helado el corazón sin poseerlo. n Encarna Rico n Cae la tarde intrépida sobre todas las frases. No existirán cosméticos ni adioses. No deseo partir sin tener otra vez tu mirada. No me hagas cruzar los viejos mares sin poder reposar un minuto en la loma bonita, en tu calle. Regresas de los bosques. Hay alguna cortina que te oculta, entreabres los labios. íPatético un poeta viajero enamorándose!. Pero toda la música nos Ileva hacia la danza, hacia cualquier teatro, hacia los auditorios (de Madrid, Santander o Guanajuato). Cae la tarde con esa somnolencia incoherente del pasado, de un México insurgente. Eres la misma musa, el espíritu bello que vive atardeceres. No quiero despedirme ni dejarte sin besos. No inventaré nostalgias. Este amor es nostálgico. Tengo cerca unas flores amarillas pero un reloj me grita. Ya está limpio el avión para imprimir distancias. ]Son tantas paradojas en la lenta agonía de tu silencio grave! Guanajuato nocturno no permite tu blusa, tu vestido ceñido, tu figura perfecta. No te permite intacta. n Manuel Quiroga Clérigo n Guanajuato (México). 22/10/96 m Danza de dos amantes Unos peces de colorines vivarachos hasta tus hojos, sólo surcan mis colores algún espacio hacia tu tiempo. Un tiempo de guirnaldas de colores tan estampado como las margaritas de una enamorada. Enamorado de la luz de una estrella que me conoce luminosa su estampa de mujer. n Eduardo Sanchís Pérez n Te amo tánto ^ que se me infla la vena que riega mis sentimientos, me viene luego la pasión que desborda mis palabras y luego mi cuerpo se repite con sus temblores, me siento indefenso ante la lujuria que brilla en el pozo oscuro de tus hojos... Cuando el sol sale por entre tu frente para calentarme el latir de este amor que la vena infla, sí mujer, ésa que riega mis sentires. n Eduardo Sanchís Pérez n Ciprés Como una pira verde ardiendo te levantas. Tus pies los das al suelo el resto lo reclamas para pintar senderos que no los tumbre el tiempo. íUn grito silencioso que parte en dos el aire! Con el dolor te abrigas Como el dolor recoges Ilorando tus ropajes Como un faro en la niebla, como un dedo de plata, del barro te levantas. Señalas otras metas. Yo bien quisiera, amigo, que en mis mejillas de aire, volvieras a mis hojos como lágrima... verde. n Lydia Sanchía Pérez n ^^^ai^ ; ; ^^,i,^^^^;^ :^,,^ E,a ^ H^G! ^ i úlllll) ^tl^ai ^ V^ ^^p^!^11 .T^ ^, `f .r^ ^ ^ ^ ^^„i^ , ^ ^^ ^ _ EA^l. ^ , • ^^^ ^^ ^ ^^• 4 a ^/4 ^`L°^ . ^ ^^ .: ^.ai^ ;1 t1l:r_^ ^__ ^^...^^ •^ t^ ttt iT2 ace unos años, casual mente, Ilegó a mis manos un pequeño li brito muy poco docu mentado que hablaba muy sucintamente de este personaje árabe alicantino y su figura, la trayectoria histórica que le intuía, me intri JOAN JOSÉ SÁNCHE^ CBAS gó, y a la vez, me cautivó hondamente. Pasó el tiempo quedando dormido en mí, en curiosa hibernación espiri tual, este personaje que tanto me atraía, tal vez por causa de la dinámi ca rutinaria de la vida laboral que tanto nos paraliza el intelecto. Pero de pronto en una tarde de invier no frente al mar, en familia, y en con versación amena y distendida surgió el personaje con toda su fuerza y la decisión, ya iniciada en años anterio res, por iniciativa de mi cuñado Blas de visitar las tierras cuyo señorío os tentaba en aquellos tiempos tan in signe figura poco gratificada, a mi juicio, por la historia. Para darle con sistencia al relato es preciso hacer ^ N Q ^ Q O un poco de historia y a tal cometido me de Busto de Al-Azraq que se conserva en la población de Alcalá de la Jovada. W AI . BOPAO ► , dico a continuacion. AI-Azraq, EI Blau era el sobrenombre de Muhamad Abu Abdallah Ben Hudzail le Ila maban así EI Blau por el color azul de sus ojos. Nace en Alcalá de la Jovada en la Vall dAlcalá al nordeste de la actual provincia de Alicante, parece que entre los años 1218 y 1220 (no existe documentación detallada al respecto), de la familia árabe española de los Beni-Hud que reinaron en Zaragoza, Dé nia y Murcia, muriendo en heroíca gesta a las puertas de Alcoy en abril de 1276. A los nacidos en la Vall dAlcalá se les denominaba els blauets (los azules), en homenaje permanente a su figura. AI-Azraq señor de Alcalá era visir de un amplio terri torio entre los estados de Dénia y Murcia que podríamos ubicar en los valles de la Marina entre los antiguos partidos judicia les de Pego, Callosa de Ensarriá y Cocentai na y puntos aislados de Alcoy, de Villajoyo sa, de Dénia, Gandía y Albaída. Alcalá de la Jovada era el centro político y religioso donde AI-Azraq ejercía gobierno y jurispru dencia sobre los castillos y guarniciones de Margarida, Gallinera, Pego, Ceta, Ebo, Xuro las (también en la Vall dEbo), Polop, Pop (en la Vall de Laguard), Castiel, Bourbuxen, Tár bena y Segaria. En las alturas de la penya blanca de 914 metros se alzaba el castillo que fue el principal centro de resistencia en la lucha del caudillo musulmán contra Jai me I poco tiempo después de acabada la conquista del Reino de Valencia, especial mente después de la derrota que sufrió en Benicadell. Todavía se conservan restos de murallas, almenas y torres muy deterioradas por las batallas, el tiempo y la acción de los humanos. Alcalá de la Jovada tiene el nombre de castillo (alcalá) por la fortaleza de AI-Azraq pero ^por qué de la Jovada? Según los datos etimológicos que nos brinda el diccionario Catalá-Valenciá-Balear significa: Jou: Se refiere a instrumento de madera o de hierro, más o menos curbado con el cual dos animales (toros o mulas) son uni dos por la cabeza o por el cuello al arado 0 al carro (en castellano yugo). Dos derivados de Jou son jova y jovada. Jova significa, en interpretación gratuita, que se hace para contribuir a las obras de la comunidad. Obligación feudal impuesta al payés de la brar la tierra del señor durante un día con un par de mulas o toros. Jovada expresa, en definitiva, extensión de tierra que labra normalmente una pareja de mulas o toros en un día. Se cuenta de viva voz (puesto que rela tos escritos no existen) la gran generosidad y nobleza de conducta de este gran señor alicantino y musulmán para con sus súbdi tos y lugareños así como el gran respeto y cariño que le profesaba, a él, su pueblo. Riguroso cumplidor de los preceptos te ológicos del Alcorán (Corán) observaba en todo momento sus principales obligaciones: La limosna, la oración y el ayuno. Pero el Corán también dice y difunde el siguiente mensaje: La lucha contra los tiranos es más importante que la oración y el ayuno, y así lo predicaba por los poblados de sus tierras y así lo lee él mismo en los escritos del is lam. Por tanto, hombre convencido de estas máximas filosóficas se puede entender su trayectoria política. Jaime I quiso evitar la confrontación sangrienta y optó por los pactos de vasallaje que permiten a la población autóctona se guir rigiéndose por sus propias leyes y cos tumbres y conservar las propiedades; es en este contexto cuando se acuerda y firma el «Tractat del Pouet» (el tratado del pozo) se denomina así porque se firmó en Alcalá al lado del pozo del cual brota el agua que se conducía por un acueducto a la balsa que había en la plaza del pueblo. Fue el 14 de abril de 1245 y estuvo presente Alfonso de Aragón, hijo primogénito del rey Jaime I y de Leonor de Castilla; y AI-Azraq, señor de Alcalá según «un conveni per a concertar la pau». La importancia del tratado queda de manifiesto en el hecho que el rey Jaime envía a su primogénito, en su nombre y repre sentación, a quien acompañan cinco caba Ileros, altos personajes de la corte y que firmaron también como testigos. Y dice la historia que, aunque difícil y ve licosa, en épocas, la convivencia entre las dos comunidades fue duradera. Hubo núcleos humanos árabes en nuestras comarcas hasta el año 1610 donde fueron expulsadas las úl timas familias moriscas quedando totalmen te despobladas amplias zonas de estas tierras alicantinas (como ocurrió también en Elda). Estoy convencido y así lo expreso, que el origen de los conflictos entre el poder (re presentado por los reyes de Aragón y de Cas tilla junto con la iglesia católica) y las comu nidades hebrea-sefardita y musulmana y sus posteriores expulsiones del territorio penin sular, tuvieron su desencadenante en la reli gión y el poder e influencia crecientes de la jerarquía eclesiástica en los reyes cristianos. Puede ser un gráfico ejemplo de lo que digo el bando editado para su cumplimiento por el rey Felipe III en Valencia, el 23 de septiembre de 1609 que decía así: «Que los antiguos moros y ahora cristia nos nuevos, no son ni buenos cristianos ni súbditos leales al rey». Por lo cual eran ex pulsados del reino de Valencia. Durante 365 años, desde 1245 al 1610, nuestros españoles musulmanes se subleva ron incontables veces contra el poder teocrático cristiano que intentaba imponer su influencia teológica y económica creciente, siendo vencidos, expulsados de unas tierra que les pertenecián desde muchas genera ciones. Es decir, eran tan españoles como Don Pelayo, como Jaime I, como Fernando e Isabel, como Almanzor o como Boaddil. Insigne caudillo de esa rebeldía fue AI-Azraq musulmán, español y alicantino aunque de otra cultura y otra raza. A esta altura del relato, es obligado sa ber que, una vez, el visir derrotado es deportado por Dénia en barco a África. Pero no había de pasar mucho tiempo, cuando aparece con un ejército de caballería dando batalla a los opresores teniendo gloriosa muerte en las puertas de Alcoy. Porque decía a su pueblo «Nosotros no somos africa nos, somos de aquí y moriremos defendien do nuestra tierra», como así ocurrió. Termino este relato emocionado y con la sensación hiriente que produce la reflexión de, si mi ensayo, torpe y poco erudito habrá sabido hacer justicia a este gran lí der morisco de nuestras tierras alicantinas, pensando que aunque sucintamente, sea divulgada su figura. Si así ocurre estaré satisfecho. 0 La fortificación de Polop fue pieza clave en la sublevación de AL-Azraq tras la conquista de la villa por Jaime I. . pB OR A D t . m La fachada de la ermita de c Villa Angelina» en la actualidad. xiste cierta confusión en el uso de los térmi nos ermita, santuario, capilla y oratorio. En realidad son términos sinónimos que desig nan lugares de culto, si bien circunstancias de tamaño, canónigas y de uso hacen que en cada ocasión se empleen unos u otros vo cablos. Viene esta introducción al ca so de que, recientemente, he tenido la fortuna de conocer uno de estos re ductos de la fe en nuestro término municipal de Elda. Una edificación ^ , ir^1^^ ^ de las que, tiempo atrás, eran muy corrien tes, pero que hoy día en nuestro ámbito es casean o son verdaderamente insólitos. Me refiero a las ermitas, capillas u oratorios li gados a una casa o caserío rural. En estos casos, se aplica el término de ermita generalmente cuando tienen carác ter público, levantadas y mantenidas, como dice Madoz, «por el común de los labradores», es decir por los vecinos de uno o varios caseríos, que pagaban también de su bolsiIlo al clérigo que les prestaba sus servicios. Por el contrario, los oratorios, tenían un ca rácter más particular, incluidos en la casa principal de la hacienda, construidos por su dueño y en los que frecuentemente oficiaba algún pariente eclesiástico, venido tempo ralmente a pasar sus vacaciones, para cum plir sus obligacionés religiosas, las de los dueños y también de los servidores. A caballo de ambas ĉ oncepciones se si túa la ermita o capilla de «Ntra. Sra. de los Ángeles», pues aún siendo su origen por creación particular, tenía y tiene el carácter de ermita semipública. Pero, es su carácter rural por lo que nos ocupamos de ella, pues, aparte de la Ermita de Ntra. Sra. de los Do lores de la Cañada, es el único ejemplo de construcción religiosa rural que queda en nuestro término municipal. «Villa Angelina», se encuentra, en la par tida de la Jaud, al oeste del término munici- pal de Elda, en las cercanías de la Estación de Monóvar y no muy lejos del Puente Sam bo. Transitando por la antigua carretera, po co antes de atravesar el puente, sobre el que pasa el ferrocarril, arranca a la izquierda un camino que a escaso trecho nos deja en la puerta de la finca. En el mismo paseo de en trada, en un lateral de la casa, encontramos la capilla. Nos acompañan los actuales due ños, D. Félix Solís Peiró, hijo de la dueña que le dio nombre a la finca, y su señora, ama bles anfitriones, que cortésmente nos pro porcionan los datos referentes a la capilla. No describimos su entorno, la finca, pues en otro artículo, en esta misma revista, se hace con gran pormenor, aunque sí dire mos que la hacienda fue una aportación de Da. Virgilia Mirete Sánchez a su matrimonio con D. Primitivo Pérez Sánchez, en 1877, y recibió el nombre de «La Angelina» por Ila marse así la primera hija del matrimonio. Un hermano de Da. Virgilia, de nombre José, Canónigo de la Colegiata de San Nico lás en Alicante, pasaba habitualmente los veranos en esta casa, por lo que pidió que se la dotara de un Oratorio donde poder celebrar la Santa Misa, por lo que se construyó una pequeña capilla adosada a la casa y se la puso bajo la advocación de San José. Para el nuevo oratorio se obtuvo el oportuno permiso episcopal, dándosele la condición canóniga de ermita semipública. Poco a po co, la ermita además de la Santa Misa fue punto de catequesis y primeras comuniones de los hijos de los numerosos vecinos, espe Detalle de la espadaña y campana de «Villa Angelina». El altar de la ermita, con la Virgen. z C rri C/1 ^ ^ L7 D n ^ O z ^ CJ La fachada de la ermita de «Villa ,Q Angelina» en la actualidad. C^ E ^ W % z W cialmente de la entonces populosa barriada de la Estación. La capilla en un principio estaba adosa da a la casa y se identificaba porque encima de la puerta se elevaba un frontón en trián gulo truncado por una espadaña pentágona y alojada campaña. Por necesidades familia res fue forzoso ampliar la casa y edificar la capilla, para lo cual fue necesario recabar la correspondiente autorización del Sr. Obispo, muy remitente al respecto, y que obligó a dejar un doble techo de más de un metro entre la capilla y las habitaciones superio res(1). Desde entonces, perdió su indepen dencia y presenta la morfología actual. Como he dicho, en un principio, la ermi ta estaba dedicada a San José, sin duda por deferencia al Canónigo que sugirió su cons trucción, y así la nombran unos versos, que figuran enmarcados en la misma ermita. Versos de Da. AngelinaZ, que al parecer era mujer singular, polifacética, partidaria de or ganizar reuniones con sus amistades y alma de la animación de las mismas. No sabemos por qué, a pesar de la gran devoción de la dueña por el santo esposo de María, cam biose la advocación por la de «Ntra. Sra. de los Ángeles», probablemente en 1927 al ac ceder Da. Angelina a la posesión de la finca. La ermita tiene su fachada en el lateral de la casa, orientada al sur, y resulta muy cercana a la entrada de la finca, lo cual fa cilitaba el acceso a los vecinos sin tener que adentrarse excesivamente en la misma. EI vano de la puerta se realza con fajones que, sobre el dintel, se amplían en un frontonci Ilo pentagonal que, a su vez, aloja un azule jo con la inscripción AVE MARÍA. Más arriba se extiende un tejadillo sal vaaguas horizontal de pequeñas tejas cur vas, y, sobre el mismo una espadaña, consis tente en un hueco en la pared y un saliente tejado a dos aguas. EI hueco incluye sonora campana, de lo que damos fe pues no nos resistimos a tañearla (brevemente, por no alertar a los vecinos). EI interior resulta pequeño, pero cuida do con primor. EI recinto mide 4 x 3,60 m. más un añadido en profundidad de 1,40 m. para la sacristía. En la pared frontal se le vanta un retablo en cuya hornacina se aloja una preciosa imagen de NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁN^ELES. Esta imagen, sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús mientras con la mano derecha elevada señala al cielo, tiene la peculiaridad de estar rodeada por cinco angelitos que, al parecer, representan a los cinco hijos, todos varones, habidos por Da. Angelina, de los que el más pequeño -que apenas emerge de una nube a los pies de la Virgen- representa al actual due ño que nos acompaña. EI resto del santoral está formado por, un Niño Jesús abrazado a la cruz, imagen pietista muy frecuente hace unos años y que sustituyó al pequeño San José de los versos de Da. Angelina, una Vir gen del Pilar; y litografías de Santa Micaela del Santísimo Sacramento, Sagrado Corazón de Jesús, un Via-Crucis de pequeño tamaño, y una reproducción de «Santa Isabel y San Juan Bautista adorando al Niño». Más pode rosamente Ilama la atención una pileta de agua bendita al pie de una cruz de metal y sobre un panel granate, vistosa de verdad. En la pequeña sacristía se dispone de las vestiduras, ornamentos y utensilios necesarios para la celebración, pues aunque la ermita no tiene culto regular sí se realiza de vez en cuando; la última vez fue hace unos meses con un grupo venido precisamente de Elda. Han pasado dos escasos meses desde que realizamos dicha visita y nos Ilega la noticia de que la finca ha sido vendida. Una vez más, por la penuria de las arcas munici pales, se ha perdido la ocasión de incremen tar el escaso patrimonio eldense. No sabemos cual será el destino de la finca y de la ermita, pero no podemos dejar de tener cierta inquietud al respecto. NOTAS: (1) Un ejemplo cercano de este rigor se re coge en la «Visita de la Iglesia Parroquial de la Villa de Elda titulada de Santa Ana celebrada por el Dr. D. Diego Flores Abe Ilán...» en nombre del Ilmo. Sr. Obispo de Orihuela y realizada en 1816, en la que visitando la Ermita de Santa Bárbara, dispuso: «En vista de todo (notable dete rioro) y de que sobre la ermita se halla una de las principales piezas de la casa que sirve de dormitorio a la familia que habita en ella... mando: Que por ningún motivo se celebre en esta ermita, ni ha ga uso como tal, antes bien se tenga por cerrada y sin uso alguno». (2) «Yo tengo un San José muy pequeñito/ En la Ermita de casa/ Que con Jesús en brazos y solito/ Todo el año se pasa...» por JOAN RODDÍGOE^ CAMPIEEO 7 o soy hombre pro clive a polemizar, ^ ni que le guste crear polémicas innecesarias, pero ^` a veces hay situa 7: 1f, ciones que ellas de por sí son o pueden ser insti gadoras de algún amago de polémica o similares. Y aun en contra de mi voluntad, en honor a la verdad, por aquello de que alguien debe salir al paso de algún error o desacierto, que de no rectificarlo a tiempo va engor dando -como bola de nieve- de jando en lugar inexacto algún concepto que no le corresponde estar ahí, en detrimento de a quien de verdad le corresponde ese sitio usurpado. Y es ahí donde uno no puede ni debe inhibirse por comodidad, y sentirse cómpli ce por omisión o relajamiento -co mo se dice ahora-. Cuando se tra ta de plantear situaciones de tipo histórico o noticias ^ m 7i/r^^9 ^ i^rz r^ea^. rr.^r l/^ i/ Ci^-^ t ^ll9í/ ^_;. ` ^^ ^a^ -.,. ^r -^.^ o%r ^, ,^^^i7 ^SSn,.^. a.^^l _. IsNti^^/ l .a 4i^^^:.^Y^^.^ S^y.dA 7S ; io«, 4 ^ uf^:l (+ t^l&4,.U • + aw l ^ _ ea,^^n 3_ ^6 „ t C ^..n.;4^k i M ud^ Q vrrL.^L w,^• l^jni3q { ^ j ^ ^ i d 41^6 ^^,^^i h^ ^ 10:^^., f b ^I., d +.,^^,I I I t ^I 1^ ^..^^.i ^ i^.. ^n:^ +^ ^^,, ^.^.: y^l }„ .^f,^;o^,^ µl^,i ^ini I ^ . 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T ///C^- ^Ylr^li^t ^ f^ _. ^ ^^%l: ^^... ^ ^ ^ ^ d_ _ . ^. , :u^ir^ L Q/9orz _ /«rlZ ^^ ^ h^^i^o-. ^^°^/rri^; ^^:, ^ / .. ^; , r , ^: ^ ^i^cc^c^J , ^C`^ ^2^ue^ loa^^v ^^rai^ . ^^z^ ^^^^r, r ^-r° i/iir/, ^^ ^^ , ^^^^2 n c ^ ^^^ ^ ^^ ^ ^ , ^«ú.,^J^^ ^^ ^ ^ ^^.y d ^^.^G,^ ^y //^í ^r.^ ^ - ^ ^ ^.^^^.....,^ ^ G .. /^-^ ^^^ ^.^ ^ ^ C ^^, c^ ^^Ou.^ , ^^^^.,^.^e^ .^^, s^,..^;?^^ . ^^^Y-,.^t-^.- G ^n.^ ^^^.,D.^ ^.t. ^.^,^C^,-oa^. l ..y pretéritas, y esas se han sacado a la palestra, por quien está conceptuado genéricamente como un ^^cantamañanas», de los que pulu lan por ahí, y de vez en cuando se asoman a los medios escritos, no merece la pena mo lestarse en rectificarlos, pues ellos por sí so los, no tienen la suficiente garantía para ser creídos. Pero cuando el que vierte algún hi to histórico es una persona de un reconoci do prestigio literario e investigador, pero está desacertado, ieso ya es otro cantar!. En este caso como sí tiene garantía y es creible a pie juntillas, ese desacierto ya entra en el terreno de lo peligroso para la historia, por ese mecanismo de credibilidad, y toma un cuerpo que no le corresponde, y se queda de pleno derecho como un intruso, falseando ese capítulo de la verdadera historia. ^Que a que viene toda esta parafernalia que antecede? Por favor sigan y verán. ^.-,%, %^^4 ^ -,^^ , ^^ / / ^! .^CIOLL^^ ,. , ^NC4^^ +.4 ^ .__ ^^^ ^,^^^^{^ En varias ocasiones se han escrito libros y artículos, de aspecto histórico de Elda, por personas profesionales de la literatura e in vestigadores que sin serlo, sí Ilevan acumu ladas muchas horas de vuelo en estos me nesteres, y con un prestigio intachable. En sus textos, refiriéndose a un Alcalde de Elda, que salió elegido en las Elecciones Genera les del 12 de abril de 1931, y con toma de posesión el 16 del mismo mes, hacen refer necia a D. Emérito Maestre Pérez. Y no tengo más remedio que salir al paso de esa inexactitud. Sin que por este mo tivo le reste el valor merecido y la respetabilidad al suplantado, máxime cuando está en la misma área familiar y directa, y con la particularidad de que el susodicho D. Eméri to Maestre Pérez si fue Alcalde, pero en 1914. Como digo, esta anomalía ya está asentada en varios libros con este precepto. Y la verdad ignoro de donde se habrá sacado ese dato equívocado, cuando el verdadero Emé rito elegido en esa fecha lo fue D. Emérito Maestre Maestre, hijo del anterior y padre del actual y buen amigo D. Emérito Maestre Pastor. Permitidme que haga una pequeña pero importante semblanza, de estos dos elden ses de pro. Don Emérito Maestre Pérez nacido en Elda, aunque de ascendencia de un Maestre, Notario-Escribano de Petrer, siendo aun sol tero vivió algún tiempo en Alicante, donde ocupaba el cargo de fotógrafo y correspon sal de la revista «Blanco y Negro^^ de dicha capital, en torno al año 1894. Después al contraer matrimonio regresó a Elda donde fue fundador de la ^^dinastía» de los Maestres en la fabricación de cartón y cajas, con la primera fábrica en la partida del Monas til. Falleciendo en 1954. D. Emérito Maestre Maestre, hijo y suce sor del anterior, fue el primer Alcalde elden se de la Segunda República Española, falle ciendo en Elda el año 1963. Y ya subsanada esta anomalía, no me queda sino manifestar mi más sincero agradecimiento a D. Emérito Maestre Pastor por su extremada amabilidad, y mis sinceras dis culpas por si alguien se pudiera haber mo lestado, sin ser esa mi intención, sino que este aspecto de nuestra historia quede en el lugar que le corresponde, como reflejan los documentos. por JOSÉ ESTEVE e aquí un caprichoso muro de roca natural, fruto de la erosión y de la acción del tiempo. Para que la roca haya tomado esa forma han tenido que haber pasado miles de años en los que el muro habrá sido testigo de numerosos eventos de nuestro valle, que se contempla enteramente desde ella. EI motivo que me ha impulsado a presentar esta foto no es otro que ofrecer la posibilidad a los eldenses de contemplar esta maravilla de la naturaleza antes de que se venga abajo, lo que puede ocurrir el dia menos pensado pues tie ne la base muy deteriorada. La pared natural está localizada en el monte de Bolón, frente a la zona de Campo Alto, entre el Peñón del Trinitario y el depósito de agua. ^1^^11i^ os avatares de la vi da, como toda obra humana -o casi to da- han ido mode lando o transfor mando -en muchos casos desmodelan do- obras de rai gambre popular, que desde su fundación, habían dejado una impronta pai sajística, en el acervo popular. Só lo con nombrar «Plaza de Sagas ta ►► , sin tenerla a la vista resurgía «in mente ►► su fisonomía clásica, especialmente en las personas vi vencialés eldenses. Después, un buen día -yo diría un mal día-, con ese afán de moder nismo «suigéneris» e impetuoso, de borrar de la superficie terrestre to do vestigio ancestral, clásico o sim plemente cotidiano con unos valo res históricos-espirituales, se hechó por tierra infinidad de obras huma nas con ese afán renovador y«pro gresista ►► , en muchos casos sin meta de verdadero progreso. JUAN BODRÍGOE^ CaN1PIDE0 Miembro de MOSAICO ^Pero ahí está el quid de la cuestión!. Sin perder de vista, ni destruir los valores físico-espirituales, que por supuesto son totalmente compatibles, con las mas avanzada e incontenibles -por suerte ideas de progreso. ELDA, tan polifacética ella, con tantos recónditos e interesantes lugares y aspec tos histórico-culturales, en muchos casos vírgenes de aires divulgativos, están pa sando unos momentos presentes de verda dera ebullición exteriorizante, como despertado de un sopor de anquilosamiento estático, como ansiándole unas ganas lo cas de lanzar a los cuatro vientos del sa ber, el secretismo de los valores ancestra les, que aún le quedan dormidos en el sub consciente de su añeja espiritualidad. ^Que hoy le ha tocado el airear este trocito de historia local? como es, ^el porqué? y^el cómo? de esta recóndita plaza, tan representativa como es, o fue, la Plaza de Sagasta. iPues vamos a intentarlo! Se deslizaba suavemente el recién co menzado siglo XX, que entraba -y no es un secreto- con verdaderos aires renova dores y de progreso. EI urbanismo eldense empezaba a desperezarse del letargo, de los siglos anterio res, con el nacimiento del nuevo barrio de «Rafael Romero». Romero y Tudela, como promotores de este barrio expansivo hacia el Sur, dieron pie al nacimiento de esta plaza. Como trataremos de demostrar con las siguientes citas documentales. Composición de la Corporación Mu nicipal, según acta de 5 de enero de 1902: ALCALDE: D. Manuel Beltrán Aravid. CONCEJALES: D. Manuel Vera Pérez, D. Ra fael Romero Utrilles, D. Manuel Esteve Beltrán, D. Roque González Amat, D. Joa quín Vera Amat, D. José Beltrán Aravid, D. Constantino Pérez Gras, D. Luis Castelló Payá, D. Eliodoro Pérez Gras, D. Antonio Sirvent Guarinos, D. José Olcina Zapata y D. Manuel Vera Pérez. Acta de 2 de marzo de 1902 Se da permiso de obras a la sociedad «Romero y Tudela^ para construir vivien das: 8 casa en el barrio «Rafael Romero», 6 en la Plaza Sagasta y 2 en la calle de Ca nalejas. Se estaba formando el barrio. Acta de 10 de agosto de 1902 Se acuerda conceder permiso de obras a la sociedad «Romero y Tudela^ para construir 6 casas más en la calle Zorrilla y 2 en la calle Echegaray. Acta de 24 de Julio de 1904 D. Damián Tudela Llobregat dueño de las casas del barrio «Rafael Romero^, pide permiso al Ayuntamiento para instalar por su cuenta una fuente en la Plaza de Sa gasta y que será de dos cuerpos y de már mol, y que el sobrante de agua de la fuen te se le ceda para regar el jardín de su casa de la calle Jardines. Acta de 31 de julio de 1904 Se acuerda se coloquen tres fuentes, una en la calle Chapitel, otra en Sagasta y otra en el barrio de La Prosperidad. Se autoriza al Sr. Tudela para que haga la fuente de Sa gasta, y las otras dos fuentes se emplacen: La de Chapitel en la entrada de la calle Jar dines, y la de la Prosperidad en uno de los pilones de la casa de D. José Továr. Se da así cuenta al Ayuntamiento que se ha concedi do un puesto de la Guardia Civil a esta Villa. Siendo éste el de Petrer, y que habrá necesi dad de buscar u alquilar casa-cuartel para instalar la fuerza. Por la presidencia se dió cuenta del contrato hecho con D. Damián Tudela, para la casa-cuartel para la Guardia Civil, en la calle Zorrilla, por el precio anual de 800 ptas. por espacio de 15 años. Aunque no tenga relación tlirecta con la Plaza de Sagasta, pero si cronológicamente enlazado con estas, conviene recordar que en agosto de este mismo año de 1904, se le concede a la Villa el título de ciudad, aun que en esta fecha la corporación Municipal había tenido variaciones, y estaba formada como sigue: ALCALDE: D. José Joaquín Gon zález Amat, CONCEJALES: D. Rafael Romero Utrilles, D. Luis Castellón Payá, D. Pedro Ga liano Gil, D. Vicente Maestre Sempere, D. Honorato Amat Soria, D. Rigoberto Maestre Bernabé, D. Manuel Beltrán Aravid, D. Joa quín Vera Maestre, D. Roque González Amat, D. Constantino Pérez Gras, y D. Ma nuel Esteve Beltrán. .`^^^ ..)fr1IJ^, rr1 z C [rJ C/1 ^ ^ L7 D n ^ O z W Con esta corporación, y en acta de 2 de septiembre se tomó el acuerdo de nombrar Hijo Adoptivo de la ciudad a D. Antonio Maura Montaner. En el segundo punto di ce: Que a la calle de La Esperanza, que es una de las más hermosas de la ciudad se le dé el nombre de dicho señor. Punto terce ro: Que en el barrio de «Rafael Romero» hay una calle en construcción con el nom bre de Maura, se le cambie por el de Capi tán Aguilar en agradecimiento a que dicho militar prestó servicios en la penúltima huelga, evitando un día de luto en la po blación. Acta de 23 de julio de 1912 Se da cuenta de la dimisión presentada por el alcalde D. José Joaquín Amat, por motivos de salud. Pasa a presidir el Ayun tamiento como alcalde interino, el primer Teniente de Alcalde D. Damián Llobregat. Acta de 23 de enero de 1916 Se da cuenta de un oficio de la socie dad «La Prosperidad» que acuerdan dejar sin edificar una manzana, y cederla al Ayuntamiento para plaza y solaz del ve cindario, y que en breve plazo se haga plantación de árboles y se ponga el nom bre de «Plaza de la Prosperidad». Se toma el acuerdo de plantar árboles en la Plaza de Sagasta. Sus denominaciones La Plaza de Sagasta desde su formación se le puso éste nombre que Ilevó hasta 1931. Como vemos en uno de los puntos del acta de 17 de abril de dicho año, en las proposiciones hay una, de los vecinos de la Plaza de Sagasta, que piden para perpetuar los mártires de los sucesos de Jaca, se le dé a dicha plaza el nom bre de «Plaza de los Mártires de Jaca». Ofre ciendo pagar por su cuenta los gastos que se originen. Los concejales acuerdan colaborar de su pecunio particular. Denominación que ostentó hasta el 5 de julio de 1939, que cam bia por «Plaza de los Mártires de la Revolu ción Nacional Sindicalista», que Ileva hasta 1979, en que vuelve por segunda vez a osten tar el de «Plaza de Sagasta». Esta es a grandes rasgos la pequeña his toria de la pintoresca Plaza de Sagasta. ^Que es susceptible de transformación, dán- dole un carácter más tradicional?. íPues cla ro que sí, y se debe hacer!. ^Que es un sitio apropiado para colocar en ella el Monu mento al Zapatero?. Yo creo que sí, pues se ría un nexo de conexión y culminación, en sus principios, coincidente con la expansión de la industria zapatera eldense. Y que nos ayude a olvidar ese lapsus intercalado en su historia, de indiferencia, sin Ilegar a com prender físicamente que representaba (con fieso mi ignorancia), pasando a representar algo acertadísimo de la idiosincracia elden se. íYa es hora de que le demos y recobre otra vez su personalidad propia!. espléndido en sus manifestaciones ar tísticas, es bien co nocido en la actuali dad gracias a los nu merosísimos yacimientos arqueológi cos descubiertos y estudiados sistemá ticamente; baste citar el Cigarrale jo (Murcia), el Cerro de los Santos y el Llano de la Consolación (ambos en Albacete) entre decenas de poblados ibéricos repartidos desde ^ I mundo ibérico, tan 0 Parte superior de una gran vasija a torno y pintada con bandas rojas paralelas y círculos concéntricos procedente del Cerro de los Encaños. z ^O ^ U Q C ^ ^ ^ W % ^ W ca á -^ el Pirineo hasta el mundo tartésico de Huelva y el valle del Guadalquivir. Un conglomerado de pueblos de común etnia y muchos rasgos culturales comparti dos presentab^n, también, notorias dife rencias entre unas zonas y otras. Conoce mos numerosos pueblos ibéricos por anti guos escritos de autores foráneos: los iler gavones de Castellón, edetanos en Valencia, contestanos en Albacete y norte de Alican te y los deitanos, pobladores de la actual Elda e Ilicia ( Elche) donde se esculpió la ce lebérrima Dama, allá por el siglo IV a.d.J.C.. Pero también hacia el interior (Toledo, Madrid, Guadalajara, Ciudad Real, Cuen ca...) hallaremos pueblos ibéricos; aquéllos que nos citan las fuentes antiguas: tittos, ^2 belos, lobetanos, lusones, turboletas, carpe Sector norte de las excavaciones en el Cerro de los Encaños de Villar del Horno. tanos, ólcades,... Las manifestaciones artís ticas de éstos van a estar muy alejadas de los vasos de Liria (Valencia), quizá por su ubicación en tierras del interior, más dis tanciadas de la influencia civilizadora me diterránea. Las principal vía de contacto entre estos grupos sociales diversos fue el comercio, por el cual, pueblos distintos obtenían a cambio de renunciar a un excedente, quizá producido para trueques. EI intercambio comercial entre las diferentes tribus ibéri cas fue profuso, a tenor de lo que nos reve lan las numerosas excavaciones arqueológicas en poblados y necrópolis de la época. EI avance del trabajo que aquí presentamos se fundamenta en el estudio y pros pección del alto curso del río Cigiiela (afluente del Guadiana por su margen de recha), que discurre por un estrecho y fértil valle triangular, el cual, abriéndose amplia mente hacia el oeste, va progresivamente estrechándose para finalizar en vértice, próximo a los Altos de Cabrejas. Los ólcades pobladores de esta comarca, según las fuentes, poseyeron importantes ciudades como Segóbriga, Valeria, Ercávica y Althea; pero los habitantes del valle que estudiamos prefirieron sacrificar las venta jas de una gran concentración humana, creyendo más eficaz la diseminación a lo largo de la zona que podrían controlar. Po cos yacimientos de los ubicados en el valle sobrepasan la hectárea de extensión, mien tras que, por su situación estratégica, pue-den realizar una acción defensiva u ofensiva conjunta de la zona de su dominio o por ellos explotada. EI área que estamos estudiando ocupa una extensión de unos 20 Km.1, aproxima damente, y en ella hemos prospectado una docena de yacimientos arqueológicos, to dos ellos correspondiente a la Edad del Hie rro, aunque algunos tienen sus raices en el Bronce y otros han podido sobrevivir hasta época tardorromana. Hemos podido constatar que todos los poblados que más abajo describimos, no sólo presentan unas características orográ ficas y estratégicas similares, sino que su ubicación está principalmente determinada por un preconcebido plan de comunicación (más bien visual que acústico, sin descartar éste) que fuera factible poner en práctica y suficientemente eficaz para garantizar la Ilegada de un mensaje a su destino, evitan do con ello un ataque por sorpresa. En el plano levantado del área donde hemos si tuado los principales yacimientos prospec tados, hemos señalado las curvas de nivel más elevadas entre ellos; ninguna de estas últimas puede impedir la visibilidad entre unos y otros, de tal manera que una señal visual ( por fuego, humo o reflejo de la luz solar por espejos metálicos) enviada desde uno de los poblados, sería en poco tiempo receptada por el más alejado, transferida por los poblados intermedios, alertando así a toda la comunidad en escasos minutos. Dos características fundamentales po seen los yacimientos estudiados en general: su fácil defensa proporcionada por la oro grafía (reforzados sus puntos más vulnera oc P^v sssA [ ; [XUI N ..,. ^^. loa^. -^/ ^ / / / / / / / / / / / / / c-SnN BAR10lOMF i/ i ^ 1 ^WM1MJ __1i ^ ^,lo.: ^ - ^ _ ^ c oc .EORo ^ól:i _ _roi^ ^ c oE cns1^^.E^o n: iou^ ^ ^R on RaRNo ^oac 5^á oE EcaN LINEA VISUAL ^ cURVA NIVEI (COIA OE MA;IMA ALi11U0 ENiFE 005 cERR051 bles con bastiones) y su reducida extensión habitable; ello nos Ileva a la conclusión de que estos poblados se desarrollan o subsis ten en un momento de gran inestabilidad política y social; inestabilidad que queda probada por las fuertes defensas que hemos podido detectar en la mayoría de los yacimientos. Demográficamente la zona estuvo más densamente poblada en la época que estu diamos que en la actualidad, calculando, grosso modo, una densidad relativa de 100^110 habitantes por Kilómetro cuadra do, basándose en el estudio realizado del urbanismo y ocupación del Cerro de los En caños, único yacimiento de la zona excavado sistemáticamente por nosotros. Los poblados prospectados que a con tinuación describimos se hallan situados alternativamente en lós bordes del valle surcado por el Cig ŭ ela; es decir, el área explotada cinegética y agropecuariamen te por unos pobladores siempre avizores del posible peligro que asomara por el oeste. Actualmente la carretera que une Tara cón con Teruel atraviesa el citado valle, co mo única vía posible para acceder a Cuenca desde el poniente. He aquí, siguiendo la dirección oeste este, los yacimientos prospectados y algu nas de sus características: 0^0 Cerro de San Bartolomé (o del telégrafo) Situación: A la derecha del valle, direc ción Cuenca. Coordenadas geográficas: 1° 4 30 longitud este; 40° 1 22 latitud norte (Me ridiano de Madrid). Altitud sobre el nivel del mar: 1.043 m s. Se halla en el término municipal de To rrejoncillo del Rey. EI acceso a la cima se re aliza más fácilmente por la carretera Taran cón-Teruel; justamente en el Km. 37 nace una pista por la derecha que se dirige hacia el yacimiento, rozándolo en su base, por lo que su escalada presenta cierta dificultad. Desde su cima se divisa una extensión de muchos kilómetros cuadrados, especialmen te por el oeste y por el sur; hacia el este, una amplia zona de las estribaciones de la Sierra de Cabrejas y el valle del río Cig ŭ ela. Su espacio habitable es de 130 Ha. y pre senta una altura respecto a la base de 138 metros. La cerámica es abundante por todas las laderas; se recogieron 84 fragmentos de los más significativos, despreciando los atípi cos. De ellos, el 51% de cerámica a mano y el 49%, a torno. Esta última es similar a la de los demás yacimientos: algunas pintadas y otras, de pasta gris. rr1 W ^ Bastión o torreón troncocónico que defendía la entrada del poblado Casfillejo I. El agujero visible en la parte superior es consecuencia de una excavación clandestina. Cerro de la Cruz Situación: A la izquerda del valle, en el término municipal de Horcajada de la Torre, en el último espigón de la sierra de Pineda. Altitud sobre el nivel del mar: 1.026 m s. Coordenadas geográficas: 1° 7 long. E.; 40° 3 5 lat. N.(M. Greenwich). De gran visivilidad desde el Km. 40 de la carretera mencionada, su escalada presenta cierta dificultad por sus empinadas pen dientes. Desde su cima se domina una gran extensión de terreno, especialmente hacia el oeste, mientras que esa visivilidad se re duce hacia el este por la existencia de cerros de mayor altitud. La reducida dimensión de su cima (algo menos de media Ha.) sólo permite el asen tamiento de un escaso número de personas, pero su altitud y su posición estratégica tuvieron que ser factores determinantes para su ocupación. Ofrece gran cantidad de cerámica a torno pintada y la cerámica a mano es escasa debido, quizás, a la inexistencia de labores agrícolas. De los 160 fragmentos recogidos en superficie, el 6,25% están fabricados a mano, y el 93,75%, a torno. Castillejo 1 de Naharros Situación: A la izquierda del valle, al norte del casco urbano de Naharros, sobre el último espigón de una estribación de la Sierra de Cabrejas proyectada hacia el oeste. Coordenadas: 2° 30 32 long. E.;40° 3 57 lat. N. (Meridiano de Grenwich). Altitud sobre el nivel del mar: 1.055 ms. Como todos, presenta una dimensión re ducida: 0,54 Ha. La cima del cerro estaba circunvalada por una gruesa muralla con servada hasta que la maquinaria enviada al lugar para realizar labores de repoblación forestal se encargó de eliminarla totalmente. Sólo se salvó uno de los bastiones o to rreones que defendían la entrada, presen tando en la actualidad una altura de 4,60 m s. Se ha recogido y estudiado bastante material de este yacimiento, tanto cerámico como lítico y óseo, procedentes de prospec ciones anteriores y de material recuperado de excavaciones clandestinas. Castillejo 11 de Pineda Situación: A la izquierda del valle, en el término municipal de Pineda del Rey; tam bién como el anterior, sobre el último espi gón de una de las estribaciones de la Sierra de Cabrejas proyectada hacia el oeste. Coordenadas: 2° 30 39 long. W.; 40° 4 27 lat. N. (Grenwich). La latitud sobre el nivel del mar es de 965 ms. y presenta una altura respecto a la base de 78 ms. De fácil localización al norte desde la cima del Castillejo de Naharros y con las mismas características orográficas que éste, salvo su más reducida dimensión de plataforma habitable: 0,30 Ha. La suave vaguada que lo une con el cerro inmediato estuvo fuertemente defendida por una mu ralla rectilínea cuyos cimientos pudimos prospectar y testificar. La erosión ha actuado fuertemente sobre el yacimiento debido a la gran inclinación de sus laderas, presentando un estrato arqueo lógico de sólo 20 cros. de profundidad. Ello ha motivado que de los 126 fragmentos ce rámicos recogidos, el 96,83% es cerámica a mano y el 3,17% restante, a torno. Los Castillejos de Villar de Horno (Castillejo 111) Situación: A la izquierda del valle, en el término de Pajaroncillo del Rey y a 1,5 Kms. al noroeste de Villar del Horno, desde donde es visible. Presenta una plataforma habita ble de 0,90 Ha., circunvalada por una gruesa muralla. Coordenadas: 2° 27 48.42 long. W.; 40° 4 42.8 lat. N. Su altitud con respecto a la base es de 108 ms. No presenta vestigios de roturación re ciente; de ahí que la cerámica a mano (10,52%) sea menos frecuente en superficie que la cerámica a torno (89,48%). Cerro de El Pintao Situación: A la izquierda del valle, al norte de Villar del Horno desde donde se di visa; presenta una altitud de 1.084 ms. so bre el nivel del mar. Coordenadas: 2° 29 48.42 long. W.; 40° 4 42.8 lat. N. La cerámica de superficie es escasísima, estando representada por algunos fragmen tos atípicos y muy rodados. Pero es muy abundante el material lítico; como si la zo na hubiese sido destinada para ubicar un taller de herramientas de sílex durante el Hierro y en épocas anteriores. Cerro de Los Encaños Situación: En el centro del valle, sobre una loma exenta, a 850 ms. al sur del Villar del Horno. Coordenadas: 2° 27 long. W.; 40° 3 35.5 lat. N. La altitud sobre el nivel del mar es de 963 ms. Hemos publicado la correspondiente Memoria de las primeras campañas de exca vaciones en el yacimiento (Noticiario Ar queológico Hispano n° 27.1.986). Tras pos teriores campañas, poseemos conocimientos más firmes en la actualidad de la vida coti diana en el yacimiento; la estructura defen siva de la cima, su sistema urbanístico y ar- quitectónico, su economía y, sobre todo, un estudio más completo que nos sirve como punto de comparación para el conocimiento de los yacimientos prospectados que esta mos describiendo. 1Vlorrillo de León Situación: A la derecha del valle, a 1,5 Kms. al sur de Villar del Horno. Coordenadas: 2° 27 long. W.; 40° 3 39 lat. N. Altitud sobre el nivel del mar: 1.042 ms. y una altura con relación a su base de 95 ms. De pendientes muy pinas, su acceso es dificultoso. Presenta forma troncocónica y su cima, de escasa dimensión (0,25 Ha.) es de planta tendente a circular. Presenta vestigios de defensas amuralladas, espe cialmente por el suroeste, y restos de construcciones. Por su reducida dimensión habitable, creemos que más que un asentamiento, el cerro se utilizó como torre vigía natural. Se ha recogido para su estudio 170 frag mentos de crámica; de los cuales, el 65,70% es cerámica a mano y el 34,30% restante es a torno. Cerro de Pedro Domingo Situación: A la derecha del valle y casi al pie del Puerto de Cabrejas; en la linea limítrofe que separa los términos de Abia de la Obispalía y Torrejoncillo del Rey. Coordenadas: 2° 24 46.3 long. W.; 40° 2 57.60 lat. N. Altitud sobre el nivel del mar: 1.102 ms. y sobre la base, 85,60 ms. Se han seleccionado para su estudio 80 fragmentos cerámicos de los más característicos; de ellos, el 72,50% corresponde a cerámica a mano y el 27,50% restante es cerámica a torno. EI material cerámico de superficie es abundante, tanto a mano como a torno, que puede paralelizarse perfectamente con la cerámica estudiada del Cerro de los Encaños. Aparecen también algunas lascas de sílex trabajadas y algunas escorias, posiblemente, de hierro. No describiremos otros dos yacimientos arqueológicos localizados en la zona, por no corresponder a la intención de este ar tículo; el primero se identifica con la ne crópolis perteneciente al Cerro de los En caños, localizada a unos 300 metros al sur del poblado; y el siguiente, el asentamien to ubicado en los Llanos de San Miguel, al pie de Castillejo I de Naharros, sobre una Ilanura sin defensa. Intuimos, aún sin sóli dos fundamentos, que este asentamiento pertenece a una población forzosamente trasladada desde los cerros colindantes, rr1 0 apticándose una política de desarme tras Z Impresionante vista aérea hacia el oeste desde la cima del O Castillejo de Naharros. ^ U Q C.7 ^ ^ ^ W ^ ^ W ^ I LBOfrADa las guerras celtibéricas, pues las cerámicas pintadas tipo ibérico se hallan asociadas a diversos tipos de sigillata romana. Si nos fijamos en el plano podemos de tectar que desde el Cerro de San Bartolo mé se divisan el Cerro de la Cruz y el Cas tillejo II de Pineda. Desde el Cerro de la Cruz de Horcajadas sólo se divisa Castillejo I de Naharros. Pero desde la cima de Casti Ilejo II de Pineda pueden verse San Barto lomé y Castillejo I de Naharros; en cambio, desde éste pueden divisarse el Cerro de la Cruz de Horcajada, Cerro Morrillo de Leon y el Cerro de Pedro Domindo, a una dis tancia de casi diez kilómetros. Desde Castillejo III de Villar del Horno se ven el Cerro de los Encaños, Morrillo de Leon y Pedro Domingo, mientras que des de el Cerro de los Encaños, por ubicarse en el interior del valle, sólo se divisan Casti Ilejo III y Morrillo de León (amén de EI Pin tao y EI Pernal, sólo citados y no descritos más arriba). Desde Morrillo de León son visibles Castillejo I, Castillejo III, Los Encaños y Cerro de Pedro Domin go, último yacimiento casi en el vértice este del valle y donde ya se inicia la pronunciadas cuestas de la Sierra de Cabrejas. Como podemos ob servar sobre el plano, la alerta ante una amenaza por el oeste era inmedia ta en todo el valle ocu pado. Sabemos que Aníbal, en el siglo III a.d.J.C., abandonando la política de acercamiento pacífico y la diplomacia con los indígenas, realizó una se rie de expediciones de ocupación y saqueo, azo tando la mitad este de la Península. Todos los yacimientos descritos presentan hue Ilas de destrucción vio lenta por fuego que, en el caso del Cerro de los Encaños y Castillejo I, se manifiestan por una gruesa capa de carbón y cenizas sobre los cimientos de las habitaciones. Los sistemas de alerta y defensa apli cados en la zona por los naturales fueron insuficientes, al parecer, ante un enemigo muy superior. ^Podemos atribuir a los ejércitos púnicos la ruina y destrucción de la casi totalidad de los poblados asentados en el valle del rio Cig ŭ ela? No nos atreve ríamos a afirmarlo mientras no tengamos datos más fehacientes proporcionados por nuevas campañas de excavaciones arque ológicas en la zona. No obstante, la apor tación de datos sobre la comunidad que habitó este valle entre los siglos VII y III a.d.J.C., según pruebas de C14 (UGRA 197), serviría como punto de partida para nue vas investigaciones, porque lo realizado hasta ahora es el inicio para futuros traba jos que nos revelen las aún grandes incóg nitas que tenemos sobre la cultura y el pensamiento desarrollado en este período de la Protohistoria. ® uando vi aquel ca dáver, tendido en la cama que en vida acogió mi descanso, supe que yo estaba muerto. EI que pre sumí era mi cuerpo, inmóvil, yacía en una postura un tanto forzada, cris pada, revelando los últimos ester tores, supuestos, de mi existencia. Tenía la boca entreabierta, los dientes podridos, y un gesto de dolor cruzaba lo que fue mi rostro sin hacerle perder, sin embargo, esa tonta expresión que sólo nos da el sueño o la muerte. Nunca en mi vida me había visto muerto, y si algo tenía claro de aquella situación, nueva para mí, era la necesidad ineludible de adaptarme a ella. Me decepcionó la otra vida. Nada de señorones bar budos señalando con su dedo divino, ni Ilamas del infierno, ni lagu nas negras con barqueros sinies tros, ni trompetas celestiales, ^ ^ m ni oscuridad eterna. La única novedad la constituía el discutible privilegio de con templar mi propio cadáver. Sabiendo que tenía toda la eternidad por delante, y habida cuenta de la magnitud de ésta, imaginaba que mi muerte daría más de sí. Por tanto, me hice una composición de lugar. Y el único lugar que veía, no me preguntéis con qué ojos, era mi propia habitación envuelta en la penumbra de una clara noche de verano, iluminada apenas por un débil rayo de luna. AI lado de aquella gran cama había un vaso caído en el suelo, roto, que repo saba en un charco como un puñado de diamantes en el centro de una húmeda estrella. Deduje lo repentino y súbito de mi muerte: ni siquiera había tenido tiem po para acabar la bebida. Pero mis re cuerdos eran confusos y escasos, y me encontraba aturdido, sin reconocer los objetos. De aquel cuerpo que, al parecer, era el mío, nada sabía. Alejé de mí aquella especie de pereza con templativa y me acerqué a la cama curioso ante lo que fui en vida. No me gusté nada. No, no fui excesivamente agra ciado. Allí estaba yo, con los zapatos puestos y Ilenos de polvo, las uñas de luto, una mancha de aceite en la camisa arrugada y el pelo, gris, Ileno de caspa. EI licor en el suelo evocaba una muer te extraña y no del todo limpia. A mi na riz de ectoplasma Ilegó un aroma a ginebra y almendras amargas, y el estómago me ardió, apenas el asomo de un recuer do de mi vida ya acabada, como a esos cojos a los que le pica la pierna perdida e intentan rascarse. ^Quién lo había he cho?, ^por qué? No es que me importase gran cosa mi vida, de la que seguía sin saber nada, pero hay que ponerse en mi lugar, recién asesinado y con la perspec tiva de pasarme todo el tiempo del mun do mano sobre mano, sin nada que hacer, ignorante de todo lo que había rodeado mi fallecimiento. Salí de la alcoba y recorrí, invisible y atónito, un largo pasillo flanqueado de cuadros. Reconocía alguna de aquellas pinturas con extraña nostalgia, apenas el atisbo de un eco en el cielo del olvido. Vi varias puertas cerradas que me invitaban, mudas, a filtrarme por ellas. Y eso fue lo que hice una vez que comprobé las ven tajas de mi nuevo estado. Me sorprendí en un despacho con pa redes forradas de libros, muchos libros que despertaron en mí una rara ternura. En un rincón, en silencio, un tocadiscos. En la mesa, cuidadosamente apiladas, re vistas de todo tipo, folletos de viaje y un exótico cortaplumas. No sé con qué manos, pero abrí un cajón cerrado con Ilave y encontré una carpeta. Contenía varios papeles, ligeramente perfumados, escri tos con una letra clara y hermosa, redon da y azul, un tanto ingenua. Eran poe mas, una simple inicial a modo de firma, extrañas disgresiones Ilenas de sensuali sin base, de la soledad y la desdicha, de la vida que se escapa segundo a segundo a oscuros sóta nos de piedra. Se adivi naba una tristeza paté tica y, entre líneas, aso maba el placer como ausencia, el deseo rom piéndose en un acanti lado desierto. La atmósfera de aquel co queto despacho, cierta intimidad sosegada, algunos detalles decorativos, me em pujaban a pensar en una mujer delicada y sensible, tal vez hermosa. Nada de esto encajaba con el cadáver de aquel hombre tendido sobre una cama de matrimonio, sucio y descuidado, casi anciano, mi pro pio cadáver, yo mismo. Y salí de aquel si tio Ileno de espanto, sin conocer los mo tivos, sintiendo, por vez primera, el mie do a lo inevitable y el dolor de estar muerto. Vagué por no sé dónde, sin detener me, sin ver nada, como un fantasma, en vuelto en la soledad y en la añoranza de la vida. Terminé acurrucado, borracho de pánico, en otra habitación a la que Ilegué en mi errar sin sentido. Olía bien allí, co mo a violetas, y una respiración acompa sada y tranquila, procedente de una ca dad femenina que hablaban de amor, de la muerte, una jactancia n C [rJ z -^ O C/1 ma cerca_na, acompañó mi Ilanto sin lá grimas. Una vez me hube calmado, con inne cesaria cautela, me aproximé a quién dormía. Era una chica muyjoven, casi una ni ña, y el calor de la noche la había destapado permitiendo que el aire caliente go zase de sus tiernos pechos de adolescente. La contemplé largo tiempo, todo aflicción y congoja, impotente para derramar sobre ella un imprevisto torrente de compasión y ternura. Permanecí en aquel sitio más de lo debido, si es que es posible establecer deberes a un muerto. La muchacha se vol vió de costado, el dedo pulgar en la boca, como un bebé inocente y feliz. Sentí que algo nos había unido. Aquel amor que ha cía latir mi corazón ausente, la piedad que sentía por ella, eran signos inequívocos de un cariño que ni siquiera la muerte había podido borrar, desvanecida como estaba mi memoria. Y salí, herido de angustia y tristeza, dejando a la niña entregada a sus sueños. No había adelantado mucho en mis indaga ciones. Estaba muerto, sin recuerdos, como un recién nacido, envene nado, solo. Aparecí, es un modo de hablar, en la cocina Ilevado por extraños senderos. Una silla caída, una taza de café derra mada y rota, el conocido olor a almendras amar gas... y un cuerpo de mu jer, con la cabeza torci da, quieto sobre las baldosas del piso. Una esce na ya familiar, sabida. La muerta tenía los ojos azules, abiertos y turbios, con restos de miedo. Y me asomé a ellos como a un pozo muy hondo y muy negro. Recordé, a lomos de un torbellino, mi vida vacía, volcada en los libros, mi soledad que Ilenaba de amor y de versos, los do lores de un parto, un be so dulce y lejano, aquella taza de café y una sonrisa hipócrita, otros ojos Ilenos de odio y desprecio... mi hija, mi hija ahora huérfana y sola, el veneno que me golpea el estómago... unos dedos desabrochan mi blusa de seda... las babas de aquel hombre se deslizan sobre mis se nos... un aliento fétido... mi matrimonio... mis desdichas y mi viaje imposible... unos dedos que enredan mi pelo... el roce de unos labios queridos... mi desolación... las manos de mi marido me ofrecen una taza, toma, te he preparado un café, estás can sada... su sucidio y su crimen... mi hija co rre hacia mis brazos en una lejana tarde de otoño... mi amante... tenemos que ir nos, deja que ese animal se revuelque en su mierda... las lágrimas... las palizas... mi refugio... mi desolación... las lágrimas... mi amor sin esperanza.. la música... las pali zas... las lágrimas... y se borró mi vida po co a poco, y se desvanecían la casa, los objetos, cada vez más pequeños al fondo de un túnel muy largo, y desaparecen el tiempo, la memoria, las lágrimas... li^ ,....^^ •• ŝ f ^Jl;,JC^9 ® unca había tenido la urgencia de un servicio semejante hasta el martes pasado. EI des tino y la vital necesi dad que tenía en aquel momento me han puesto en los brazos del enamoramiento enfermizo y babeante. Desde luego, hay quién desprecia ese estado de bobería; hay otros, sin embargo, para los que representa la cul minación de la felicidad. Hoy soy fiel seguidor de estos últimos. Puestos a sincerarnos, yo no creía pertenecer ni a los unos ni a los otros. Nunca he pensado en ello. La verdad es que, hasta ahora, no pensaba mucho en co sa alguna aparte del trabajo, un par de cervezas, el vídeo, algo de cachon deo y un polvo de haber suerte. Aunque me doy cuenta que soy un insignifican te don nadie que vive solo, hace de viajante de al fombras y tapices, gana bastante pasta y se la funde en un abrir y cerrar de ojos, tampoco me ha preocu pado mucho. ^íQué más para ser feliz!?. Pero todo ha cambiado. EI curso de mi cómoda historia se ha quebrado y el firme puente que me unía al pasado se despeñó. Entiéndase: uno siempre espera que una mujer entre en su vida, pero desli zándose, ganando primero la amistad, y luego, el corazón. Pero esta ha sido otra cosa. Lo primero que m me atrajo de ella fue su voz de tono pastel, de gusto fresco, de olor acaramelado y tacto de aliento angelical, muy apropiada para nuestro primer encuentro. Casi al mismo tiempo me se dujo su nombre, Celeste, con sabor de madruga da algo turbia, itan sugerente!. Ella estuvo a lo suyo, insensible a los efectos que me causaba, a la marejada que se me venía encima. Yo, salien do de un sueño para entrar en otro. EI caso es que fue fulminante, como recibir el impacto de un macetón en plena cabeza cuando cruzas a pie un trigal de La Mancha: ni idea de lo que me pasaba. Quedé arrebatado, y supe que aquel pri mer encuentro se iba a prolongar en mi vida más allá de lo material para Ilegar, tal como suena, a la espiritualidad suprema. iAhí queda, aunque disguste, la flaqueza empachosa del lenguaje de un nuevo devoto de San Valentín! Tras atragantarme dos veces con mi propia sali- va y parpadear como un incrédulo, apenas pude balbucear en una voz que no reconocí como propia, «muchas gracias», y sentí que se alejaba de mi sin remedio, sin poder todavía atraparla. Tal fue el golpe y la consecuencia. EI resto del día lo pasé entre nubes. Los de alrededor se dieron cuenta: ^^Paco, te noto raro; Paco, no te Ileves ese catálogo que es el del año pasado; ^a pasear a un parque después de comer?, ^iy tu siesta con pijama!?; Paco, deja las Ilaves en recepción; Paco, pero hombre, que ma ñana tienes que estar en Granada, ^qué coño haces sacando billete para el vuelo a Palma?». Pero yo ibá a lo mío: cerrados los oídos, viendo el mundo a través de lentes color miel, envuelto en algodón virgen y con la inconfundible sensa ción de quien anda levitando a tres dedos del suelo. iHasta compré una revista del corazón y miré con ojos golosos los arrumacos, previo pago de rigurosa exclusiva, del doberman de la hi ja de una tonadillera con una dulce fox-terrier del tenista coreano ese que está de moda!. En nuestro segundo encuentro, al que Ile gué en vela, mi cuerpo vomitaba adrenalina. Me sentí como un cazador, un gran felino, in móvil y tenso frente a un bocado exquisito; como una leona con una numerosa prole de sentidos que desean y necesitan el manjar que se les brinda. Se que suena mal, pero la pasión es así. Aunque como les ocurre aun a los grandes predadores, podía perder la presa, por fortuna, mis temores quedaron pronto atrás: ella estaba allí. Y aún más: descubrí una fractura en su mo notonía. ^Cómo podía equivocarse?. ilmposi ble!. AI menos supe que le habían traicionado sus sentimientos. íElla que es una profesional!. Inimaginable que en cuestión tan trascendental se haya podido equivocar: ^^van a ser, ... perdón, son ...». Así que ya no tuve dudas. En ocasiones como esta, mi experiencia profesional como vendedor con más de quince años de oficio a las espaldas me ha enseñado a leer entre líneas y entender los silencios, y uno sabe, a ciencia cierta, cuando el cliente está o no por la labor. En cualquier momento nos podíamos desbor dar, sorprendidos y enlazados para toda una vi da. iQué cursi y hermoso!. «Gracias, señorita Ce leste», le contesté. Esta vez mi voz perdió su ti midez y creo que ganó en cordialidad y con fianza. Solté cuerda para el futuro, para hoy, porque hay que amarrar, sí, pero lo justo, sin precipitarse, aunque el corazón me estuviera haciendo delatoras cabriolas en el pecho. A diferencia de la primera vez, cuando terminamos se alejó despacio a seguir con otros. Después anduve eufórico, como el que be be hasta coger el punto y sabe parar, y disfru ta. Hasta me eché la siesta de rigor. Es cierto que no estuve muy centrado en el trabajo, pero en cambio fui todo sonrisas y buen humor. ^qQue te calles Paco!... iHoy te ha dado habla dora!». Ayer fue un buen día. De un sobresalto del alma, de la sorpresa inicial, he pasado, en apenas dos días, a la cer teza de una conquista que sólo a un torpe inú til se le puede escapar de las manos. Ni siquiera el azar es un obstáculo. ^Qué puede ocurrir?. ^Qué nuestro siguiente encuentro se dilate por que, mecánica y fríamente, esté ocupada con otros?. Eso lo comprendo porque no está en sumano que haya una tercera vez, sino en las mí as. Pueden pasar tres, seis, siete días, pero al fi nal (atentos a la metáfora que nos Ileva al éxta sis), la chispa ha saltado y prendido, y el fuego Ilegará tarde o temprano. Delicioso, ^verdad?. Así que aquí estoy, dispuesto para la terce ra vez, la definitiva. No la quiero demorar más de lo imprescindible. Sé que voy a tener suerte. Me siento relajado. Quizás algo febril pero, ^quién no lo estaría en mis circunstancias?. Bueno, ya está, puntual como siempre. Atento, voy a escuchar: «Buenos días. Soy la señorita Celeste y este es el servicio de despertador MOVITEL Señor Ternera, ...perdón, señor Tordera, son las nueve de la mañana». CLIC. i^Ha dicho «Ternera»?!. iDios mío, ha dicho ternera!... Tuvo que ser un bebedizo; eso es, un brebaje que me ha dejado pichón, chalado, atocinado, chocheante... iCon tanta gente le yendo!. iNunca me había pasado esto antes!... ® na Ilamada telefónica «importante» (y la re vista, izas! que se que da sin portada), una inauguración que se pospone, Pepe, el de «cotilleos», que se ca sa, Manolo, el de «en trevistas», con gripe, su coche en el taller, y los servicios mínimos de la huelga de trenes comenzaron el proceso, total- mente casual (?), que ya culminaba, después de «toda» una tarde y«toda» una noche de intrincados transbordos de autobuses a trenes y de trenes a autobuses, y total para Ilenar página y media sobre la «influencia del en torno fálico ► en la finalista, de este año, de la Sonrisa Transversal. «Ironías de la vida ►► pensó Telesforo (Télex para los compañeros de re dacción), y recordó, con verdadero amor, su brillante artículo sobre «EI padre de la realidad virtual ►► , aparca do desde hacía ya seis meses en al gún lugar, en algún maldito lugar, esperando una ocasión como ésta. m 0 .^ ^ 0 L Q c/1 O ^ z W ^ U ^^1 Ĵ i^^el^pa Se acordó de su casa, patas arriba, y le en tró un súbito malestar. Estaba seguro de que se había olvidado buscar en algún sitio, pero en ^cuál?. Ya se veía de regreso, volviendo a mirar aquí y allá. «Mala cosa -se dijo- aún no he Ilegado y ya estoy pensando en volver». ^^Aunque, bien mirado -seguía en sus trece- podría tratarse de una venganza de la do méstica, a la que despidió hace medio año; bueno, lo cierto es que se fue ella. ÉI sólo le di jo que abortase, y se fue. Debió comprender que ya no tenía nada que hacer allí. Ya estaba él crecidito para que lo pillaran así. ^No le ha bía comprado él mismo los anticonceptivos?. Y la muy burra le decía que se los había tomado siempre cada vez que... Hasta sería verdad. Era tan simple». Se acordó de la primera vez que la vio. Nadie la hubiera mirado dos veces a la cara, pero tenía un par de... Venía del pueblo, pero ya se encargaría él de sacudirle ese aire de la dehesa. La verdad es que puso mucho empeño. Hizo al gunas tonterías, incluso le regaló un libro de Neruda. Recuerda que le dijo a Pepe: -í0ye tío!, es que allí en los pueblos no tendrán mucha cultura, pero cómo las crían. Jamón de bellota, íoye!. Pero lo que no le contó a nadie fue que su mayor placer se convirtió en mirar esa cara que nadie hubiera mirado dos veces- regresar lentamente de la muerte bajo su cuerpo. Jamás fue un amánte tan desprendido. Aunque fuera por egoísmo. Le hacía sentirse Dios. -Sólo existo porque tu me quieres -le de cía ella. (Seguramente sería de Neruda). Comenzaba a dolerle el estómago. Se obli gó a mirar el paisaje. Dobló el periódico y dejó de aparentar resolver crucigramas. Cambió li geramente el centro de gravedad de su cuerpo y cerró los ojos. «falta sólo media hora para el próximo transbordo» pensó. ^^Realmente aquello no tenía futuro. La chica no estaba mal, pero no «estaba» a su ni vel. Era impresentable. Lo cierto es que sintió alivio cuando el asunto terminó. Estaba empezando a obsesionarse. Después de medio año ya no se acuerda muy bien de su cara, pero te nía unas manos... Más limpia que el oro le te nía la casa». Y de algo más se acordó que le hizo sonreír (su dolor de estómago se había esfumado), al fin y al cabo era la única virgen que había co nocido. Este pensamiento le hizo sentirse fran camente bien. Se levantó resueltamente del asiento buscando los aseos y se quedó pasma do contemplando un paisaje imposible: cielo arriba y cielo abajo. Hasta donde abarcaba su vista, la tierra era azul-violeta, y vibraba. Mi Ilones y millones de mariposas aleteantes pare cían haberse posado sobre ella, en un acto de amor, o de locura. EI dolor en su estómago regresó, inconte nible. Respiró hondo tres veces. Además, debía tener cara de imbécil porque el vecino, un sol dado que no había dicho ni «mu» en dos horas, aclaró sucintamente: -Hoy es el día de «todos los Santos», el día del manto. Aquella aclaración le dejó perplejo. Realmente hoy era 1 de noviembre pero... -Sí hombre, sí, es el oro rojo, que le dicen seguía el soldado, y señalaba, sin lugar a dudas, la azul inmensidad. La conciencia de Telesforo comenzaba a biz quear entre el surrealismo auditivo y la imposi bilidad óptica, y Ilegó a la ferviente conclusión de que se había quedado dormido. Una pena porque seguramente se pasaría de estación. In cluso pensó en la posibilidad de Ilamar mental mente al revisor para que lo despertara. Aunque, bien mirado, el sueño era una maravilla. Subido de color, sentenció, pero era una delicia con templar la tierra de color azul-violeta, y oír ha blar del día del manto. íQué imaginación!. Notó que el soldado se preparaba para seguir hablan do, y le prestó toda su atención, muy divertido. -íLos azafranes...!. Ya me siento en casay agregó una disculpa al ver que Telesforo se buscaba la cabeza con las manos. A caballo entre la nariz y la boca encontró sus gafas. EI periódico asomaba debajo de sus zapatos. Miró a su único compañero de vagón, un soldado de permiso, y se sintió desvalido. Detrás de las ventanillas, la tierra aparecía cu bierta por un manto azul. Supo que se había abierto una brecha en su conciencia de todos los días, pero luego pensó que seguía soñando y, de perdidos, al río. -^Decía usted algo?- se oyó decir. -Nada; siento haberlo despertado. Estaba pensando en voz alta- se excusó el soldado señalando hacia afuera: -Son campos de azafrán. Todos los años, justo en este mismo día, se abren casi todas las flores. Lo Ilamamos el manto de la virgen. Se sonrió Telesforo de la inocencia del mu chacho, pero no le contestó porque ya Ilegaba el revisor y sí, resultó que se había pasado de estación, y que no había combinación adecua da hasta la tarde. -íToda la mañana perdida! -se sulfuraba íPero dónde estoy!. í^En el culo del mundo?!. Resultó que no, que era el pueblo del sol dado que, amablemente lo invitó a un almuer zo en las eras del azafrán: -Mi novia está allí. Es cosechadora. Sobre las diez de la mañana almuerza la cuadrilla. Y ya casi son. Y selló la invitación poniéndole en las ma nos una bota de vino, de boca generosa: -Déle con tiento, que aquí lo hacemos con amapola. (AI día siguiente, por las callejas, las coma dres del pueblo murmuraban que el revisor ya le había advertido: «Si se Ilama Telesforo, no pare por aquí». EI soldado lo negaba, pero qué sabría él). Todo estaba sucediendo a un ritmo vertiginoso. AI soldado, de pronto, parecía que le hubieran puesto una zanahoria delante de la nariz, y ya olía a la novia desde la distancia. Iba a paso de soldado, pero, al final, no pudo contenerse y se puso, francamente, al galope. Telesforo lo seguía a duras penas, con las ga fas brincando en la nariz. Con la boca reseca por la carretera y por el polvo del camino, los besitos a la bota se hicieron cada vez más frecuentes y, cuando Ilegaron a las eras, ya eran verdaderos besos franceses. Sus ojos, en cambio, gafas y todo, se volvieron italianos contemplando los labios de fuego de la mu chacha. -Le presento a mi novia- lo desencantó el soldado. Bajo un grupo de algarrobos iba reunién dose la muchachada que afloraba en desban dada de los campos y, para consuelo de Teles foro, todas tenían los labios de fuego. Llegaban sudorosas, oliendo a ellas mismas y a miel. En corvadas desde las cinco de la madrugada sobre las flores, muchas horas habían cabalgado sobre sus riñones, y venían estirándose, como si quisieran crecer, y adelantando los pechos en un vano desafío. Muy pronto, como por ensalmo, aparecen las tortillas de patata, las fritadas de conejo, los embutidos, los huevos duros, manos lacera das que aderezan ensaladas, la redonda pleni tud del queso y del pan, los ^^huesos de Santo», una radio que se pone a funcionar, y las risas. Decenas de botas de vino ya hace tiempo que empezaron su andadura, y se cruzan y descru zan, y se vuelven a cruzar. En uno de esos cruces, Telesforo se olvidó de pensar, y se atrevió a beber el vino que se escurría por el cuello de su vecina. Como ella se reía, persiguió con la lengua la lágrima de oro por un escote que no retrocedió. EI soldado y su novia, como también otras parejas, ya habían ocupado posiciones entre los matorrales, pero la mayoría de mozas se habían quedado sin pareja, y se daban codazos, secreteando y riendo. Muchas se habían Ilenado el pelo de flores, y otras tejían coronas de azafrán para los muertos, pero se las poní an en la cabeza y bailaban. Más parecía La Pri mavera de Botticelli que una estampa de la España profunda. EI cuadro que ofrecía Telesforo no era tan plácido. Tenía la cara roja y el cuello hinchado. Resoplaba como un jabalí. -Tienes que probar esta miel. Es famosa sonrió ella. Y mojando el índice se pintó con ella los labios. -Claro, con tantas flores- farfulló él co mo pudo. Con un último destello de inteligencia, Te lesforo comprendió que no iba a proseguir esa tarde su viaje. (La ocasión la pintan calva). Y decidió que su jefe no se enfadaría mucho si cambiaba de artículo: «Con esta luz de ámbar, y el colorido de las eras podían salir unas fotos magníficas. Luego le pediría a la paleta de los labios de miel unas cuantas palabras sobre el cultivo; y después todo dependería de cómo le vendiera la cabra al jefe, pero lo que es irse, él no se iba^. Se levantó préstamente, buscando, sin di simulo, un lugar más discreto. (Luego haría las fotos). La mirada se le fue para la era y, con un rescoldo de profesionalidad, buscó ángulos, jugó con la luz y con la sombra, tomando co mo punto de referencia una silueta pequeña y pardusca, que seguía cosechando, perdida en el oleaje de las flores. -«Esa es Verónica -le dijo la moza-. Siempre sabe cuando va a Ilover. Hoy entie rran a su hija^^. Aunque pudiera parecer extraño, este tris te comentario, lejos de aplacarle el ánimo, hi zo vibrar el diapasón de su deseo hasta límites para él insospechados. Nunca se sintió tan fe liz de estar vivo y radiante de energía como en este Día de los Muertos. De improviso, como obedeciendo a una se ñal invisible, la cuadrilla empezó a recoger bártulos y a ponerse en camino, como una ex traña y cansina procesión. Incluso desapareció de las eras el bulto gris de Verónica. -í5e van todos!- exclamó Telesforo. P ^^^r^^ir^ 0 ^ 0 ^ IO. 0 t/^ O E ^ W ^ u -AI cementerio. Es la costumbre. Yo iré después a Ilevar las flores -sonrió prometedora. Sin necesidad de ocultarse de ojos ajenos, se fransformó definitivamente en fauno, y persiguió a Flora por la enramada. Cuando, una hora mas tarde, Flora se alisó la falda, Telesforo roncaba impúdicamente, y la chica le quitó tranquilamente el billetero. Ya de camino le miró el carnet de identidad, y escupió en su fotografía: -íSabía que eras tú! Luego se acarició suavemente el vientre: -Espero que Dios no se lo tenga en cuenta. Encorvada sobre la era, la mirada gacha, Verónica Montesinos recolectaba flores. Cua renta años mal cumplidos y ya era vieja. Su fi gura, enjuta y enlutada, se balanceaba de iz quierda a derecha como siguiendo los acordes de una danza antigua, y sus manos, veloces como pájaros, iban apresando, de una en una, las azules flores del azafrán. La visión de la era, enjoyada de zafiros, que hubiera hecho temblar de emoción a un píntor (ó a un poeta) no la conmovió. Sabía que se estaba rezagando, y no se atrevía a le vantar la vista y comprobar cómo los caballo nes empenachados tle flores azules, azules, azules, se iban persiguiendo por el cielo. No le hacía falta mirar para saber de la espléndida cosecha. Incluso la había anunciado: -Llovió a cántaros en marzo y abril. íBue no, muy bueno para la flor!. Y allí éstaban las flores, a millones. Y ella las iba metiendo en su cesto a cientos, a miles. Muy atrás quedaron aquellos días en que las flores se demoraban en sus manos, como ma riposas agonizantes. Hacía ya mucho tiempo que solo eran pesetas. Cada flor una peseta. AI final de la jornada, mil duros. Rápido, rápido, a derecha, a izquierda, adelante, adelante, un caballón entre las piernas, dos más al alcance de los brazos, robando a la era sus tesoros, avanzaban las cosechadoras y, como en la ba jamar, la marea azul se retiraba. Parecía un manso mar que va lamiendo las manos que lo achican, pero es una falsa impresión: las plan tas se defienden de tan feroz castración azo tándolas con el ^^espartím^ que, si fue tórrido el verano, es punzante como las afiladas agujas de los pinos. Pero ésa es su única arma y no es suficiente para detener esas manos magulla das en su tenaz determinación. Antes de que cantaran los gallos ya esta ban las mujeres en el campo. Llegaron con la noche, apretadas en furgones, como reses, y esperaron, sentadas en la tierra, a que hubie ra claridad para moverse. Pasaron sobre la era como una inmensa hoz, pero ya sus movi mientos comenzaban a ralentizarse, y algo en el aire anunciaba el fin de la jornada. Era el sol, que despuntaba, como una moneda de oro que escapase de su hucha, e iluminaba aquel mar de flores que, en cuestión de segundos, alcanzó también la gama del ultra violeta y comenzó a clamar en su idioma azul, azul, azul. Esa fue la señal y, como murciélagos des lumbrados, las cosechadoras se retiran en franca desbandada. Poderosamente armadas, muy superiores en número, temibles ^^kamika ces^, enjambres y enjambres de abejas se han dado cita allí. Son las soberanas de la era, in discutiblemente. Pero no, Verónica sigue allí, izquierda, de recha, adelante, los ojos azules como flores (de crecer mirándolas), cinco mil una, cinco mil dos, los riñones de fuego, cinco mil tres, las abejas se apartan a su paso, cinco mil cuatro, siempre había sido así, cinco mil cinco, decían en el pueblo que tenía los ojos como dos flores de azafrán con abejas dentro, cinco mil seis, por eso la Ilamaban para adelantar la colecta cuando se avecinan tormentas, cinco mil siete. AI Ilegar el mediodía empezaron a san grarle las manos y se buscó el pañuelo, pero, en vez de secarse la sangre, se lo Ilevó a los ojos y, sentada sobre un caballón, Iloró lágri mas de tierra. «Como se te ocurra morirte no iré a tu en tierro, y ya sabes que yo siempre cumplo lo que digo^ le había dicho a su hija, pensando que tal atrocidad podría disuadirla. Pero ya no era su hija. Su hija no estaba. Lo supo un día al volver del campo, después de estar todo el día ausente. La encontró sentada, en la misma po sición en que la había dejado al partir, el mis mo gajo de naranja en las manos, la mirada extraviada, definitivamente, en los entresijos fulgurantes de la fruta. Ella, por cierto, se alegró mucho cuando su hija regresó al pueblo, aunque fuera con el barrigón. Nunca había estado de acuerdo con su marcha. -^yPero si aquí no te falta de ná!. ^Pa qué quieres irte a servir?n-. Se acuerda que le dijo. -^^íPorque estoy harta, si quiero una torti Ila, de andar metiéndoles el dedo en el culo a las gallinas, a ver si ya ponen el huevo!. iHarta de pasarme el día limpiándoles la mierda a los conejos!^^- se encrespaba la chica. -«íAnimalicos del señor, que no tienen manos pa limpiarse ellos!. Tú, en cambio, te vas a quitar la mierda de gente que tienen un buen par de manos» se indignaba Verónica. -Por lo menos, es mierda humana- se empecinaba la hija. -Esa es la peor de todas -murmuró la madre-, mata todo lo que toca. -íAdemás, -terminó la muchacha- no quiero saber nunca más, cuando me coma una paella, que el conejo se Ilamaba Pepito!. Y se fue su hija, con lo puesto, 18 años, y un par de buenas manos. Sólo escribió una vez, a Flora: que era muy feliz, que tenía tra bajo, y de salud bien. La prima Flora le trajo la carta: -«Me la ha mandado a mí porque está en fadá, pero es pa usté, tía. ^Se la leo?». Todo parecía marchar bien, pero de improvisto regresó su hija, sin color en las mejillas. -^^No vengo para quedarme, sólo estaré un tiempo. ÉI va a venir a buscarme». Pero nadie vino, y Verónica la vio pasar de la angustia esperanzada (vendrá, mamá, él me quiere; sólo tiene que darse cuenta) a la torpe incredulidad (me decía que era el aire que respiraba) y al mutismo más absoluto (...). Fue entonces cuando comenzó el calvario, de médico en médico. -«Mire, doctor, es que no abre la boca ni pa comer». «Autismo» clamaban unos, «anorexia» au Ilaban los otros. Extrañas palabrejas. Se las re pitieron tanto que hasta se las aprendió. Sona ban como parte de un conjuro, pero no conju raron nada, y, cuando ya sólo era un pellejo con el vientre hinchado, la Ilevó donde la Cuca. -Es cosa del alma. Se la han robado- dijo nada más verla, y añadió: -Hay que hacer venir al que la robó. Yo puedo Ilamarlo, pero necesito su nombre. Mientras tanto, hay que mantenerla con vida. Se acuerda ahora Verónica de las hierbas amigas: unas hojas de salvia en dos dedos de vino, para la melancolía y las penas de amor, la poderosa ^^rabo de gato», los botones dora dos de la «mil-en-rama», ^^la cola de caballo», el abedul, el fresno, la ulmaria, el humilde hi nojo, la parietaria, la rubia manzanilla, el romero... Acabó conociendo todos los montes del lugar. Mientras tanto, la prima Flora se puso en pesquisas: la de la tienda que le dice que su prima estaba abonada a una única revista. Verónica que la recuerda, antes de que se le per diera la mirada, leyendo una y cien veces los mismos artículos, firmados siempre con el mismo nombre. Pero ^sería ese el NOMBRE?. En la mano la única carta que le escribió, Flora consigue el n° de teléfono de esa direc ción, y un contestador automático le chiva que sí, que ése era el NOMBRE. Y la Cuca lo Ilamó por su nombre. La prima Flora fue la primera que la sintió Ilegar. Estaba con las demás mujeres en la ^^de licada» labor de arrancar a las flores sus he bras de oro, sus antenas de fuego. Otras ma nos se ocupaban del tueste, que debía ser muy ligero, sólo lo suficiente para asegurar su con servación; no fuera a perder peso, ya de por sí bastante exiguo: toda la cosecha de un campo cabe en una pequeña arquita. Después de esta segunda y más minuciosa castración, las flores eran desechadas en gran des montones. La prima Flora, que se había tendido a descansar en uno de ellos, jura a quien quiera oírla que fue entonces cuando sintió Ilegar el alma de su prima. Cuenta que era translúcida y que «estaba en mil pedazos, como las vidrieras de la iglesia». Se movía co mo una brisa fresca, le dijo no sé qué palabras al oído. Luego tomó impulso y despegó, Ileván dose en su vuelo a miles y miles de flores totu radas, que empezaron a volar cual mariposas y crearon un dosel en el aire azul de la tarde. -Está buscándose- dijo Flora. No fue difícil seguirle el rastro, que les condujo a una vieja balsa de riego que se de jaron olvidada los árabes. Allí, a flor de agua, la cara de su prima (que nadie hubiera mirado dos veces) era un nenúfar rodeado de azafranes. Estaba bellísima. Era la serpiente marina de Klimt. De súbito, la bandada de mariposas se es tremece. Ya toda el agua está tapizada de ellas, pero las flores siguen y siguen Ilegando. Hay un desconcierto en el aire y, justo encima de la ahogada (los ojos abiertos mirando el cielo; se diría que ven) empieza a girar un torbellino de flores que se eleva, se eleva, co mo un tornado. -iHay!. íSeñor, Señor!. No se lo tomes en cuenta, que no estaba en ella- sentada toda vía en el caballón, seguía Verónica Ilorando lágrimas de tierra. -íSi yo misma la hubiera matado, como se remata a un animal malherido. Pero no, iqué estoy diciendo!. iAntes le hubiera traído a ese novio suyo en una bandeja, con una manzana en la boca!. O ^ 0 ^ ú. 0 n C [rJ ^ ^ O C/1 . m 0 .^ 0 L 0 0 t/^ O F z W ^ U ^^Í^^i(^^, Llora, sobre todo, porque nunca la entendió, ni siquiera de niña; y la recuerda, con los ojos brillantes y las trenzas despeinadas, haciendo Ilover miguitas de pan sobre el hormiguero que se esconde bajo los don-pedros. -Para que no tengan que trabajar tanto se reía la niña. -A lo mejor lo Ilaman maná -y se reía más. 0 aquella otra vez, en el tiempo del cólera, cuando un cólico miserere se Ilevó a su compa ñera de juegos. «^Por qué está bajo tierra, ma má?. Allí hace mucho frío y está oscuro». «No Ilores pequeña, que ya no está allí. Ahora está en el cielo^ la consolaba Verónica. A partir de aquello pasaba más tiempo con su hija, intentando enseñarle sobre las labores del campo. Se acuerda, en especial, de aquellamañana lejana, en medio del tomatar: -íMira, huele, toca, qué hermosos están!. Pero no basta con eso: están verdes. Si quere mos ganar algo tenemos que ser los primeros. Y ahora te voy a contar un secreto -decía Veróni ca, mientras elegía las plantas mayor y mejor surtidas-; y tajando la tierra en círculo a su al rededor, seccionaba buena parte de sus raices. -La planta no sabe lo que le pasa, pero se siente morir y aprovechará sus últimas fuerzas para hacerlos madurar. Mañana, a esta misma hora, serán los primeros tomates del mercado se explayaba la madre. AI trazar el segundo círculo, el metal tropie za, sorprendido, con el caucho y desentierra , el vestido de princesa hecho harapos y la cabeza decapitada por la herramienta, la muñeca pre dilecta de la niña. -Así cuidas de tus juguetes -Verónica ira cunda y la niña Ilorando. -íAy, mamá!. íEn el cielo no la quieren!. Se suena ruidosamente con el pañuelo Ve rónica, y sigue recordando la primera vez que la Ilevó a ver el azafrán, el calor de su manita (más pequeña que una flor) en su mano de tierra ru gosa. Desde la distancia, la niña empezó a pal motear señalando la era: -íMira, mira, mamá, han puesto un espejo muy grande en el suelo, para que el cielo se mire!. -^Y por qué no, hija mía, y por qué no? doblaba sobre sí misma, Verónica Montesinos Ilora lágrimas de tierra y recuerda, recuerda... -íComo se te ocurra morirte, no iré a tu entierro -se acuerda que le dijo. Se levanta como una autómata y quiere proseguir la recolecta. Izquierda, derecha, adelante, siete mil una, siete mil dos. De pronto se para y, con los brazos en jarras, se dice a sí misma: -Ni una más. Me voy. Hoy entierran a mi nieto. Fueron las cosechadoras quienes lo encon traron al día siguiente. Desde lejos parecía un espantapájaros caído en medio de la era. De cer ca, hinchado, grande como un buey, las costuras de la ropa reventadas, parecía una escultura de Botero. Una cámara de fotos a medio disparar, y sin documentación. Un turista barato. Nadie lo conocía. En algunas zonas también la piel había cedi do ante tanta desmesura. -Se le salían los mondongos- decía la tía Fel isa. EI médico estaba con una parturienta, y fue el veterinario quien certificó su muerte. -^Qué veneno?- quiso saber la policía. -Muy fuerte. Sólo que no puede detener al asesino- dijo éste. -Si sabe algo, su deber es decirlo- puntua lizó la ley. -Han sido las abejas- y, al ver la increduli dad en los ojos del poli, añadió el veterinario: -Las he visto matar a un mulo.-Pues habrá que ir pensando en enterrarlo, que ya empieza a oler mal. Hemos ^^mandao^^ una fotos pero, con la pinta que tiene, no lo re conocería ni su madre- confesó el ^^madero^^. Epílogo -«íMenudo cuento!^ -dijo el del asiento contiguo- ^Quién dice que se lo ha contado?. íAh sí!, el viejo guarda-agujas. ^Qué quiere que le diga?. Yo no me hubiera perdido una vi sita a las eras por escuchar las trolas de un viejo cuentista. -Lo que me convenció fue que me dijo: ^Si se Ilama Telesforo y ha hecho algo malo, no pa re por aquí». -^Qué tiene eso que ver? -dijo la rubia de enfrente, besando ruidosamente a su pekinés. -Es que yo... me Ilamo Telesforo, y quién no ha hecho algo malo alguna vez. -Billetes -pidió el revisor (que se había divertido mucho con la historia, pero que ya es taba bien). -La cartera, me han quitado la cartera -se queja Telesforo palpándose la chaqueta. -íSí, en la era!. íTío listo!. Si hace más de 15 años que el tren no para por allí. Ahora es un pantano, y el azafrán se lo compramos a los moros. Venga, sea buen chico y pague el billete que en la próxima parada, si quiere, nos tomamos unos chatos. ecenas de olas, yen do y viniendo, perdi das sobre la epider mis tersa del mar se dejan corroer por un temor trasnochado del viento. La luz cambiante del día, ocasionada por los ocultamientos del sol, apenas modifica la calma del paisaje submarino. Las suaves on dulaciones de las algas, las leves corrientes lodosas, que a veces em pañan la visión durante un breve trecho y los brillos anónimos, no consiguen turbar esa espesa paz que parece eterna. Mientras se deslizaba entre el volumen de agua resplandeciente al ritmo de los sua ves aletazos de sus pies, él sentía que de aquella envidiable tranquilidad aparecía el pasado y el presente, convirtiéndolo en el tiempo de una sola inmersión. Volvía a los primeros años de sus escarceos acuáticos con aquellas gafas, de dos cristales, que nunca impedían la entrada del agua y recuperaba también cada uno de los momentos vividos en tantos veranos inolvidables. Sentía cerca el bulto de su amigo Juan y, aunque hubiesen pasado una docena de años, era como si lo Ilevase a su lado por primera vez, como cuando eran niños y ape nas sabía utilizar el tubo de agua para respi rar. Pero había ido creciendo a lo largo de aquella inmersión que unificaba todos los veranos, aprendiendo a sumergirse y a respi .l! r,^1^^^íJ^^ ® rar, y a utilizar el fusil cada vez con mayor destreza. Hubo una vez, cuando Juan vino de la mili, que le había preocupado su sensiblería. Habían visto un enorme calamar moviéndose sobre una gran roca, con el cortejo de pece cillos que aprovechaban los diminutos restos de líquenes y algas que iba levantando su cuerpo al desplazarse. ÉI se lo señaló y dispu so el fusil, pero Juan le hizo un gesto alarma do, sacó la cabeza y apartó el respirador. -^Pasa algo?- había preguntado él. -^Vas a matarlo?- dijo Juan con tono implorante. Sin responder, él se había colocado de nuevo la boquilla del respirador y con una portentosa brazada Ilegó junto al calamar antes de que el animal se apercibiese de su presencia, fue acercando lo más posible a su cuerpo la punta del fusil, en esos instantes que deciden la suerte del cazador y la de la pieza, y disparó. No miró los ojos de su amigo hasta que, alzados sobre la cornisa, tras dejar el cuerpo del calamar en una roca plana para admirar lo mágico de su presa. -Que te entre en la cabeza, somos de predadores, aprovechamos lo bueno de la tierra y lo bueno del mar. Escucha, el hombre siempre ha sido así, así es como ha consegui do sobrevivir y dominar el mundo. Por favor no me vengas con gilipolleces. Juan, hombre de principios muy endebles, lo había aceptado y acabó disfrutando tanto como él con el acecho a los peces, su persecución, el disparo certero que se une al cuerpo plateado, a su destrucción... Se acostum bró a las desagradables agonías empapadas de sangre que iban transcurriendo tan cerca de la boca, con los peces moribundo engan chados en la cuerda que cuelga del cuello, como un glorioso medallero, mientras se con tinúa la paciente búsqueda de nuevas piezas. Una vez más los dosjuntos iban merode ando lentamente a lo largo de un saliente rocoso, en un islote solitario, mientras las mujeres les esperaban tumbadas al sol en la proa de la lancha, absortas en una conversa ción de perezosos murmullos que sólo inte rrumpían para zambullirse en las cálidas aguas. Siempre el amigo al lado, el compañero más adecuado para complementar el sentido de la plenitud. Habían atravesado una prade ra de algas dormidas y el sol del mediodía re fulgía el verdor de las largas hojas donde se cebaban los pececillos. Más allá había un es pacio de arena, una zona cristalina donde un cuerpo se iba alejando a un ritmo distinto del habitual y luego una mole de rocas cuya sombra frenaba la claridad submarina con su opaca oscuridad. Juan le tocó el hombro con un gesto bien ensayado y él volvió la cabeza, observó la se ñal del índice que indicaba la zona más ale jada y luego le vio sacar la cabeza con ner viosismo. -^Ocurre algo? -preguntó, tras sacar la cabeza a su vez. -Por allí -exclamó el amigo- un pez enorme, le he visto sólo un momento. Prepararon los fusiles y se aproximaron al lugar sigilosamente. Unos alevines, con la im prudente curiosidad de los de su género, permanecían mirando cómo se acercaban. Esta ban en el extremo de un pequeño macizo ro coso y era probable que el pez descubierto se hubiera ocultado al otro lado del escollo. Fueron doblando la punta lentamente y él se detuvo y contempló la cavidad que se abría en la parte posterior. AI descubrir la pieza tardó en comprender de que se trataba, era incapaz de asumir lo que estaba viendo. La sirena estaba boca abajo y escarbaba el fango del fondo con las manos, en una postura muy similar a la de algunas mujeres cuando están fregando. Ya ambos permane cieron asomados, tras la punta de la roca, observando su afán y luego se miraron y re trocedieron al resguardo de la cornisa. -^La has visto? -preguntó el amigo, y él le miró a los ojos, temiendo encontrar un re flejo de la sensiblería infantil, pero sólo vio una inmensa y temerosa extrañeza. -Vamos a observarla -comentó- con mucho cuidado para no espantarla. Rodearon nuevamente el extremo rocoso. La sirena tendría el tamaño de una moza quinceañera, estaba agachada entre una ma sa de algas, Ilevándose algo a la boca con ambas manos. Los dos amigos la contemplaron con lenta cautela. La paz sin tiempo del agua azulada les daba a su visión el aire de un sueño, aunque aquel ser era real. La sirena terminó de comer y continuó con su meticuloso escarbar en la fina arena del fondo. Se fueron aproximando a ella hasta que estu vieron casi encima. En un gesto instintivo, él estiró el brazo apuntándola con su fusil, pero la sirena debió sentir la increíble vibración, porque volvió el rostro hacia ellos y les miró con sorpresa antes de dar un coletazo y ale jarse. Buscó refugio al pie de la masa de ro cas, donde se escondió con facilidad. -Vamos rápido -dijo él y ambos Ilenaron sus pulmones, doblaron las cinturas y sacu diendo con fuerza las aletas se dirigieron al escondrijo. La sirena estaba a unos siete metros de profundidad, en una cavidad muy estrecha. Les miraba con la boca abierta, una boca de pez pero con infinidad de dientes muy pequeños. No era tan joven, tenía un pelo Ileno de me chones blanquecinos, su cara estaba surcada por viejas arrugas y las manchas de sus manos estaban acordes con la flaccidez de sus pechos. Volvieron a subir a por aire, se notaba la vibración que producía un momento tan ex citante. -Hay que rodearla -dijo él y el amigo res pondió moviendo la cabeza de arriba abajo. Llegaron en el preciso instante que la si rena empezaba a salirse fuera de su refugio. ÉI acercó lo más posible el fusil a la parte su perior de la espalda y disparó. Juan ensegui da clavó el arpón a la altura de la cintura. La sirena intentó retroceder para volver a su re fugio. Soltaron los fusiles, que quedaron flotando al extremo de los arpones y se eleva ron hacia la superficie para tomar aire, mientras contemplaban el fondo con ansia depre dadora. Las nubecillas sanguinolentas se dis persaban en sucesivas emanaciones, atrayen do a una multitud de peces e incluso a una pequeña morena. -Voy a por ella -dijo Juan y se sumergió mientras sacaba el cuchillo de la vaina. ÉI bajó también y entre los dos consiguieron arrancar de su escondite a la sirena agoni zante y subirla a la superficie. Dejó de bo quear al poco rato, al mismo tiempo que el aire le quitó a su cola el verdoso tornasol que lucía bajo el agua y puso a su piel un tono morado. Muerta la sirena tenía un aspecto muy desagradable. -Qué hacemos con ella -preguntó Juan. -Por lo menos nos Ilevaremos esto contestó él mientras iba cercenando cuidadosamente la gruesa cola a la altura de las caderas y cortaba los intestinos con certeras cuchilladas. -Lo demás lo esconderemos, porque quién nos iba a creer si le dijésemos que habíamos cazado una sirena. Las mujeres mostraron su admiración an te el tamaño de la cola. -Tiramos la cabeza porque era muy fea -dijo él entre risas, mientras miraba a su amigo, al que le guiñaba un ojo. Juan sin ha blar era testigo de piedra de aquel aconteci miento. Asaron una de las grandes rodajas en aquella barbacoa americana tan útil que fun cionaba a gas y a leña, y comieron. La carne era gris y fina pero sabía un poco a cieno. Había muchas gaviotas en las rocas, como si esperasen que algo sucediera, y suce dió. ÉI, que estaba satisfecho de su victoria, en un instante triunfal le empezaron a tem blar las manos, su cara adquirió una especie de gesto patético y su cuerpo se quedó flác cido. AI hacerle la autopsia le encontraron un minúsculo tridente que aleteaba graciosa mente con agilidad inconcebible dentro del estómago. La venganza sabía a mermelada de algas. 00 o O^ i¢r¢sa Gil os Mantenedores del Recuerdo del templo consagrado al Sol Viajero recor daban a los devotos, durante las semanas previas al Gran Día, el relato de lo suce dido incontables ge neraciones atrás. rl^J`^.rl^^ Recordaban cómo, durante la No che de la Primera Adoración, una inmensa bola de fuego apareció en el firmamento, apagando en un instante la hasta entonces intensí sima claridad que emanaba gene rosamente de la Triple Diosa de la Oscuridad que, a la sazón, se mos traba en esa fecha en toda su divina plenitud. Recordaban cómo los sacerdotes y todos los componentes de la comunidad, que se hallaban en arrobada oración, cayeron de bruces en el suelo y se produjo una desbandada general ha cia las edificaciones más cercanas, pensando así escapar del castigo del terrible Dios del Calor que, seguramente celoso de la vehemente ve neración que recibía su noctámbula esposa, ha bía invadido el dominio temporal de la Diosa para castigar a sus nocturnos adoradores. Recordaban como el presunto destructor se paseó parsimoniosamente cruzando el cielo nocturno por encima de sus cabezas y cómo, poco a poco, el terror dejó paso a una intensa curiosidad general. PEDDO GHAS CHINCNI^^A Recordaban como los espíritus de los allí congregados se colmaron de una felicidad ex traña quejamás habían conocido. Recordaban cómo la alegría de La Revela ción hizo mella en las reiterativas y fosilizadas creencias de los allí presentes, resquebrajando la dura corteza que envolvía sus anquilosados corazones. Recordaban, en fin, como aquel aconteci miento cambió la vida de la aldea. EI Sol Viajero descendió sobre una peque ña colina a no mucha distancia de donde ellos se encontraban, en uno de los lados del estre cho valle que al norte del poblado se abría. Atraídos por la reluciente luz y por la sen sación de calor que al acercarse a ella sentían en sus pechos, los presentes, encabezados por el patriarca y los sacerdotes, comenzaron una ansiosa marcha hacia la montaña que les Ile vó, en poco tiempo, a escasa distancia de la fulgurante luz. En un momento determinado sintieron que debían parar y así lo hicieron. De la Luz se desprendieron luminosos entes que se acerca ron a los allí reunidos y nadie sintió temor... Durante años los recién Ilegados convivie ron con los aldeanos y la vida del pueblo expe rimentó un cambio radical. Mejoraron las co sechas. La buena alimentación y las medidas higiénicas instituidas por los Dioses modifica ron la calidad de la existencia de la gente del pueblo. La duración de la vida se alargó y los viejos morían dulcemente. EI trabajo no se ha cía pesado pues producir lo necesario para vi vir no era costoso debido a la colaboración y generosidad de todos. Pero un día, mucho tiempo después, los Dioses Radiantes anunciaron su partida. La gente del pueblo, consternada, les rogó que no se fueran; pero los visitantes insistieron en que ya habían cumplido su misión. Afirmaron que nadie debía acostumbrarse a depender siempre de la ayuda de los demás y que la co munidad necesitaba seguir su propio camino haciendo uso de lo que con ellos habían aprendido. A pesar de tales argumentos el pueblo se guía aterrorizado por la idea de perder a sus benefactores y éstos, en contra de sus convic ciones pero obligados por el pavoroso desam paro que detectaban en sus nuevos amigos, se vieron forzados a dejar una señal que sirviese de recuerdo de su estancia en la aldea y de sus fraternales enseñanzas. De esa manera, la no che de la partida, los Dioses Radiantes reco mendaron a la población que permaneciera en la aldea y no se acercasen al Sol Viajero. Así, coincidiendo con la misma fecha de su Ilegada y cuando más fuerte brillaba en la noche la ol vidada Triple Diosa, el Sol Viajero se elevó de la montaña que durante tanto tiempo le había acogido. Desde considerable altura la enorme masa incandescente comanzó a fulgurar in termitentemente con tan creciente intensidad que todos los hombres, mujeres y niños se tu vieron que echar al suelo y ocultar los rostros a los cegadores destellos que parecían querer purificar con su potencia todo el paisaje que abarcaba el horizonte. En un instante aterra dor un vivísimo rayo, de suprema lumínosidad, partió del Sol Viajero y golpeó con inusitada violencia y estruendo en la montaña que hacía escasos momentos había abandonado. A con tinuación la brillantísima esfera pareció esfu marse dejando tras de sí una irisada estela lu minosa y un desgarramiento de la atmósfera que provocó un torrencial diluvio que empapó a la desfallecida población que no se atrevió a levantar la cabeza del suelo hasta el amanecer. AI día siguiente, cuando el pavor les per mitió acercarse al lugar donde habían residido sus benefactores, encontraron toda la ladera de la montaña convertida en una fina arena cuyo luminoso color dorado imitaba fielmente el de los cabellos de los amigos perdidos. Como suele ocurrir, todo lo nuevo se hace viejo y cansa. Con el tiempo se olvidaron las buenas costumbres adquiridas de los genero sos visitantes y se volvió a la gris vida ante rior. Sólo perduró el supersticioso recuerdo de su poder. ^ Ji^^^1^1P^s n C [rJ z -^ O C/^ adecemos desde ha ce unos años una sequía pertinaz, solo interrumpida de tar de en tarde por trombas de agua y granizo torrenciales. La naturaleza, que se ha visto muy afecta da, ha querido mani festar sus quejas, por lo que Ileva- mos varias primaveras que las flo res con las que esta estación enga lana a las plantas o no aparecen o lo hacen muy escasamente, pero nacidas ya mustias y sin perfume, de tal fórma que los insectos que se nutren de sus néctares y jugos se ven muy angustiados y sobreviven con muchísimas dificul tades. ^Qué pasa?, ^Cómo hemos Ilegado a ello?, ^Quién tiene la culpa?. Roto el equilibrio ecológico, ^Qué desas tres nos esperan?, ^Está en nuestras manos en ^ contrar solución?. ^ r1^^^^...^ ^^.r Soy redactor deportivo y el periódico en el que trabajo, durante casi todo el mes de junio me ha encargado hacer las cróncas diarias de la Vuelta Ciclista a España en su última edición, de modo que me voy a pa sar gran parte de la mañana y la tarde si- guiendo en helicóptero el desarrollo de la misma. En estos instantes me encontráis in merso en mi labor para que los aficionados sigan el evento deportivo, posteriormente, a través de mi crónica en el diario. AI reco rrido de la etapa, como en la mayoría de las que se han realizado ya, se ha procurado darle dificultades, incluyendo tramos penosos con grandes subidas y bajadas escalo friantes, bordeadas de precipicios que a las velocidades que alcanzan los cilcistas en sus frágiles máquinas deben producirles miedo; pero de lo que no tengo ninguna duda es que a mí sí me lo da cuando los veo desde el helicóptero y, supongo que tam bién a los espectadores que en sus casas la ven por televisión; aunque normalmente hay itinerarios alternativos que conducirían a la meta soslayando dichos escollos con distancias casi rectas y Ilanas, para darle emoción y dureza las desvían por estas carreteras de tercera o cuarta categoría. Si guiendo la carrera, se distinguen a lo lejos sobre un tramo recto y muy largo a los ciento veinte corredores agrupados, ocu pando el principio de la misma casi todo el ancho de la carretera, en un pelotón de unos cien metros de longitud que se va es trechando imperceptiblemente; observado desde lo alto parece «una serpiente multi colorn. No soy el primero que la denomina de esa forma, ya alguien, en ediciones pasadas de esta u otras carreras más importantes, creó esta metáfora; posteriormente quedó consagrada como quizás la más Ilamativa de este deporte. En un momento de inspiración, a mi me sugiere un trozo de sembrado con flores de infinidad de colores imaginables que, mezclados de tal forma, hieren la vista por lo estridentes, chillones y desordenadamente colocados, sin una se paración clara entre ellos, unos junto a los otros, incluso superpuestos entre sí. Desde el helicóptero les veo como si se deslizaran rápidamente sobre una corriente de agua, un río iClaro un río!. La carretera es como el cauce por el que el agua discurre mansa pero velozmente y sobre ella ese tapiz de flores. EI imaginarlo de este modo me pro duce una sensación extraña. En este momento mi pensamiento es cortado de raíz porque algo raro sucede en la cola de la carrera: los ciclistas, como si se desperta ran, salen disparados hacia la cabeza de la misma. Esto no es normal, lo lógico sería que los que van en cabeza dieran un tirón para tratar de despegarse de los otros, sa car ventaja y tiempo para que los demás no los pudieran seguir, adelantarse y Ilegar a la meta en un grupito reducido donde uno de ellos, mediante un último esfuerzo supremo, atravesara la cinta de Ilegada antes que los otros, consiguiendo la victo ria. Pero lo que están haciendo no tiene pies ni cabeza ^Qué ocurre?. Hay que ave riguar que pasa. EI helicóptero baja lo más posible e intenta situarse detrás de los úl timos ciclistas y observa con horror que tras estos y en su persecución va una nube espesa que intenta atraparlos, no sabemos lo que es pero intuimos que algo muy gra ve está ocurriendo pues observamos que, conforme la nube se dirige a la cabeza delpelotón, la carretera se va poblando de bi cicletas y ciclistas entremezclados sobre el asfalto; unas rotas, con ruedas y manilla res retorcidos, otras con los pedales y los cuadros abollados y los corredores esparci dos sobre el suelo o sobre los restos de sus bicicletas, ensangrentadas sus caras y sus piernas. Sus espaldas parecen masas san guinolentas de las que han desaparecido 0 quedan restos o jirones muy escasos de los colorines tan Ilamativos con que estaban hechas sus camisetas. La nube, una vez re basada la cabeza de la carrera, desapareció en un visto y no visto sin que nadie en aquellos momentos de desconcierto pu diera decir por donde... No ha quedado ni un solo ciclista ileso. La carrera por su puesto se suspendió y se tuvo que recoger a la casi totalidad de los deportistas en decenas y decenas de ambulancias, Ileván dalos a distintos hospitales donde fueron ingresados con heridas muy graves. Algunos habían perdido el conocimiento, otros iban gritando y Ilorando por unos dolores atroces. Ahí se acabó esa edición de la vuelta, pues se quedó la competición sin gente, y aunque hubieran quedado sufi cientes, fue una hecatombe y catástrofe tan brutal que en el acto y por unanimi dad se suspendió definitivamente la ca rrera. C7 ^ rr1 z ^ O N ^ O E ^ W ^ U il^ ^i^ , Ĵ ^^fl^ Ĵ ^ Muerieron casi la totalidad de los ciclistas entre horribles dolores y sufrimientos, y los que sobrevivieron no pudieron explicar, ni esclarecer suficientemente qué les atacó; fue tan rápido, lacerante e hiriente que no les dio tiempo nada más que para intentar defenderse como fuese de lo que les cayó encima. Sin embargo los médicos y científicos lograron crear una teoría que seguramente explicaba con certeza qué fue lo que real mente sucedió. Se averiguó que esa nube enorme y amorfa surgió repentinamente de lo alto de un montículo y estaba formada por miles y milies, incluso se supone que por millones de abejas, que al divisar desde lo alto esa mezcla agrupada de tanta diver sidad de coloridos, a falta desde hacía va rios años de flores Ilamativas en las plantas en época de floración, creyeron por un error de su memoria genética que los colo res de los atuendos de los ciclistas eran flores que como reclamo les ofrecían sus per fumes y néctares para su propio alimento, a cambio de que con este favor las abejas completaran en aquellas el ciclo biológico para perpetuar en la naturaleza su especie. Se lanzaron hacia su objetivo como misiles a libar de aquellos supuestos pétalos el néctar y los zumos exquisitos de los que Ilevaban privadas de desgustar tanto tiem po. Pero al encontrase con el tejido de las camisetas impregnados de tintes químicos, mezclados con los productos de excreción producidos por los esfuerzos sudorosos de los deportistas y ambos que no sabían, ni olían precisamente a azúcares y rosas; cre yéndose engañadas, estafadas y burladas, se indignaron y cogieron tal rabia y cólera que, tomándolos por enemigos acérrimos, en un santiamén asaetearon a aguijonazos a los corredores con tanta saña y ferocidad que dejaron sus espaldas como alfileteros repletos de aguijones que introdujeron sus toxinas y dañinos venenos dentro de los cuerpos de los pobres e inocentes ciclistas. ® VICENTE BE^TBÁ Ila y yo Ilevábamos cuatro años junto por aquel entonces. Cua tro años pueden no resultar demasiados para cierto tipo de re laciónes, pero en nuestro caso empeza ban a pesar como esas peonzas de pie dra que los tenderos colgaban de los embutidos para que fueran ce diendo poco a poco hacia abajo. Ha bíamos Ilegado a la ciudad donde vivíamos, una ciudad grande y espa ciosa, con una capacidad de tortura inmensa para los que Ilegaban de fuera y nada tenían, con el fin de buscar un trabajo estable y durade ro. Pero la precariedad de los que íbamos encontrando se encargó de multiplicar por diez la escasa cifra de años que Ilevábamos juntos. Por aquel entonces trabajábamos en lo que iba saliendo, sin contratos y por mucho menos dinero del sueldo base, a sabiendas de que si caías enfermo alguien nuevo y más fuerte es taría en tu puesto al día siguiente. EI signo de los tiempos. Trabajábamos, y los dos Ilegábai^^ ri^ Ĵ f ^11^^ ® t/^ O E ^ W ^ U mos a casa tan casados, tan sumamente deso rientados y asqueados, que apenas cenába mos. Nos sentábamos en el sofá y tan sólo nos tranquilizaba la imagen coloreada del televisor vacía de todo contenido, la mayoría de las ve ces sin voz, viendo todo tipo de programas sin prestarles atención. «Deberíamos hacer otras cosas...», nos decíamos el uno al otro antes de darnos la vuelta en la cama y mirar cada uno hacia su lado, «... no sé, arreglarnos de vez en cuando y salir a dar una vuelta por ahí». Pero la mayoría de las veces aquellas palabras salían ya cansadas de nuestros labios, bostezaban a nuestro lado y se agazapaban en mitad de la cama a modo de barrera entre ella y yo. Pala bras oscuras. Como la idea de ir cambiando los muebles de sitio durante un fin de semana cualquiera o la de visitar a su madre las próxi mas vacaciones. «Este año iremos a ver a mi madre por Navidades», me dijo ella la primera vez que conseguí un trabajo lo suficiente esta ble para que me dieran vacaciones, «la pobre se está pudriendo allí sin nadie que vaya a verla». Pero aquellas vacaciones pasaron sin que tan siquiera nos diera tiempo a poner un mísero árbol de Navidad en la entrada. Un buen día abrieron un bar justo enfrente de casa. Un bar algo tétrico por fuera, triste y gris. Uno de esos bares que sólo sirven para que la gente de los arrabales no tenga que coger el coche entre semana para irse a tomar una copa al centro de la gran ciudad. Un bar de los que abren sin haber limpiado lo que se ensució al obrar, y que con el tiempo acaban cerrando con los mismos lamparones de estuco colgando del techo. Un bar al fin y al cabo, y yo le áije a ella: -Es increíble. Han abierto un bar justo en frente de casa. Si te apetece luego podemos ba jar a tomarnos algo. Ella estaba con el pijama ya puesto, viendo la televisión acostada en el sofá. -Yo no pienso bajar -me contestó tranqui lamente, mientras se metía uno de los camales del pijama por dentro del calcetín-. Sabes que no me gustan esa clase de bares. Además, ya Ile vo puesto el pijama. -^A qué clase de bares te refieres?. -Pues a esos bares de barrio. No me gustan, son deprimentes. Ve tú si quieres, yo me quedo viendo la tele un rato. La televisión estaba encendida, con la voz quitada como casi siempre. Yo cogí las Ilaves del mueblecito de la entrada donde las guardába mos, para no tener que despertarla cuando vol- viera. Ella se quedó mirando la televisión desde el sofá, intentando mantenerse despierta al me nos hasta que acabaran los anuncios. En el bar había tres o cuatro clientes ha blando con el dueño, y un hombre bebiendo so lo al otro lado de la barra. Me puse al lado de los cuatro y le pedí un coñac al dueño. Los hombres estaban preocupados. Por lo visto el que había bebiendo solo estaba borracho como una cuba y no quería irse del bar sin tomar otra copa. EI problema era que tras de una copa él pedía otra y luego otra más, y resultaba imposible sacarlo a las buenas del bar. «Tú tranquilo», le decían los hombres al dueño del bar, «que nosotros no nos vamos de aquí hasta que se vaya», pero ninguno de ellos se atrevía a coger al borracho aquel y tirarlo fuera. Uno de los hombres habló de tener paciencia con él, porque lo conocía y sabía que era peligroso, y que acababa de salir de la cárcel precisamente por destrozar un bar y apalear a tres policías locales. «Ahí donde lo veis tiene la fuerza de un toro», les dijo, «y si se pone serio no lo podríamos tirar ni entre todos nosotros». AI decir «todos nosotros» miró hacia mí como in tentando mantenerme en el grupo aquel, pero yo apenas le sostuve la mirada. Pagué el coñac y el dueño me dio una caja de cerillas de propa ganda. «Es para que se acuerde y vuelva», me di jo, «hoy está esto un poco revuelto, pero nor malmente se está muy tranquilo aquí». Yo le conteste que sí, que lo tendría en cuenta, e in tenté salir por la puerta sin mirar al borracho aquel. -Oye -me dijo él cogiéndome del brazo antes de salir-, ^ya te vas tú también?. -Si- le contesté yo intentando no ofender le. Su aliento olía como una alcantarilla podrida. -Eso es porque alguien te está esperando. Alguien te estará esperando por ahL ^Tienes mujer?. -Si. Bueno, no es mi mujer pero como si lo fuera- le contesté yo sin saber muy bien a qué santo le daba esas explicaciones. -^Y eres feliz? -me preguntó tambaleán dose-. ^Eres feliz?. -Sí, más o menos. Soy feliz. -Yo también -me contestó él escapándose le un eructo agrio de la boca-. Yo también es toy casado y soy feliz... Ahí fue cuando él me soltó el brazo y me dejó salir, al tiempo que los cuatro hombres de la barra se miraban y el dueño del bar sacaba un palo de madera que tenía justo debajo del mos trador. 2. Cuando subí a casa volví a verla recostada en le sofá. Las imágenes mudas de la televisión la envolvían con una luz tan irreal que la hací an parecer de mentira. Me pareció que dormía, pero al acercarme me di cuenta de que su pija ma se móvía con más ímpetu del que propor ciona una simple respiración. Estaba Ilorando. A veces pasaba. Que al volver yo del trabajo o de comprar cigarrillos en el kiosco la encontraba Ilorando en el sofá. Se había convertido ya casi en una costumbre, como también las excusas que yo inventaba pára consolarla. Siempre le decía lo mismo. Que fuera fuerte y que aguan tara, y que ya vería qué pronto nuestra suerte cambiaba y empezaríamos a hacer lo que qui siéramos. Ánimo siempre contra el papel cebo Ila de sus párpados. Me acerqué para animarla y vi que tenía el teléfono en las manos. -iDios mío!, iDios mío! -repitió sin parar cuando me notó cerca-. iNo puede ser!, ino puede ser!. Lo del teléfono me asustó. -^Qué pasa? -le dije-, ^qué es lo que pa sa?... - íNo esjusto!,... mi madre... mi madre... AI cabo de un rato logró decirme que los del geriátrico habían Ilamado para decirle que su madre había muerto. Así, sin más. Que la habían dejado durmiendo la siesta como cada tarde y que, al ir a despertarla para cenar, la habían encontrado ya fría. Helada. ^cDentro de lo que cabe puede usted estar tranquila», me dijo ella que le dijeron, ^^porque podemos ase gurarle que su madre no ha sufrido lo más mí nimo». Mientras ella me hablaba yo intenté tranquilizarla. Le dije que fuera fuerte y que aguantara, y que ya vería que pronto las cosas se arreglarían y nuestra suerte empezaría a cambiar. Ella hablaba y hablaba y yo la tranquilizaba como si estuviera hablando con unniño que acaba de romperse un brazo o con alguien que ha perdido lás ganas de comer. Le di ánimos como a quien ha perdido un trabajo valioso o se le han quitado las ganas de salir por las noches, mientras ella Iloraba y repetía una y otra vez que no era justo. Que no era justo que su madre se hubiera ido de aquella forma. De aquella forma. 3. A la mañana siguiente nos despertamos sin apenas hablar. La verdad es que no es fácil saber qué decirle a alguien en situaciones así. Ella tenía los ojos hinchados de tanto Ilorar y yo le dije atienes los ojos hinchadov^, pero no me contestó. No fue una actitud ofensiva la suya, pero lo cierto es que se levantó de la ca ma y se fue al aseo sin decirme nada acerca de aquellos dos bultos de la cara. Todavía me re plicaban en la cabeza sus quejidos de la noche anterior así que no le insistí. Recordé el frío, el espeluznante abrazo que nos dimos al acos tarnos y no quise seguir por ahí. Me levanté y busqué algo oscuro por el ar mario. AI rato ella Ilegó del aseo con la cara más limpia, mucho más real que la de aquella misma noche, cuando lo de los Iloriqueos y el teléfono aplastado contra su pecho. ^^No en cuentro nada negro», le dije mientras ella empezaba a vestirse, «lo más oscuro que veo es este jersey verde de manga larga». ^^Da lo mis mo», me contestó ella como desde otro plane ta, ^^póntelo si quieres». Sus ojos dieron un re- paso al jersey sin apenas mirarlo. EI hinchazón de sus párpados parecía lo único real dentro de aquellas cuatro paredes, lo único que pare cía dar cuenta de todo lo que había pasado la noche anterior. Mientras ella acababa de vestirse yo in tenté buscar un horario de autobuses por los cajones. Siempre teníamos alguno guardado por si acaso surgía la posibilidad de ir a ver a su madre. También busqué por las chaquetas del armario, pero nada. Luego miré por los pantalones, y en el bolsillo de atrás encontré la caja de cerillas que el dueño del bar me dio aquella noche. c^Es para que usted se acuerde», me dijo. Intenté acordarme de ese preciso momento. Del instante exacto en que el due ño del bar me dio aquella caja de cerilla, e in tenté pensar qué estaría haciendo la madre de ella en aquel mismo momento. Buscando aquel horario de autobuses sé que pensé que siempre hay un momento, un instante, en que las cosas parecen estar en calma pese a que la rueda de la desgracia las haya puesto ya en movimiento. Un leve, un impreciso y débil so plo de aire antes de que la ventisca se lo Ileve todo a nuestro alrededor. ^Qué andan haciendo los cataclismos antes, mucho antes de que se nos presenten con nombres y apellidos ya sabidos, con caras conocidas y gestos queri dos?, sé que pensé entonces, mientras ella terminaba de abrocharse uno de sus zapatos a cientos, a miles de kilómetros de distancia de donde yo estaba. ® C7 C rrj z ^ O C/1 ace años, estuve en el interior del de sierto delSáhara trabajando durante tres meses en el servicio de carto grafía, en nivela ción y relleno de planos, por lo que tuve ocasión y tiempo para hacer amistad con los ascaris que nos acompañaban en plan de vigilancia y protección para que saliéramos ilesos de la aventu ra de correr en los tres meses más de cuatro mil kilómetros, que dio lugar a que rompiéramos entre mis cinco compañeros y yo unos cien pares de alpargatas, ya que la representación conocida del desier to-arena es mínima si no se anda por encima de las cadenas de du nas que se forman de varios kiló metros de longitud y alturas insos pechadas, siendo la real represen tación del desierto, un paisaje lu nar Ileno de piedras de distintos tamaños en el que nuestros ^ por SANTIAGO SIEORAS r rl^ ^iJ^^il_,)r`a tobillos sufrían lo indecible para poder ca minar sin lastimarnos o herirnos. Pues bien, en un momento de esta aven tura y cuando ya Ilevábamos recorridos unos cientos de kilómetros por el interior del desierto con varios días de camino y de trabajo a temperaturas que rebasaban los cincuenta grados por el día y por la noche bajábamos a más de cero grados en nuestro termómetro, coincidimos con una caravana de nómadas, que gobernaba un hombre de anciano aspecto, muy educado y muy sabio, Ilamado Sultán Azul, con el que nos entre vistamos después de terminar nuestro tra bajo pues acamparon cerca de nuestras tiendas de campaña y fuimos invitados a tomar el té con él. Después de las obligadas tres tazas de té, nos pidió que le hablásemos de España, de cómo era, si hermosa con mu chos paisajes paradisíacos según el conoci miento de las cosas como le habían contado sus antepasados y también quería conocer cómo eran las ciudades importantes y si aún habían mezquitas en el centro de los pue blos que Ilamaban a oración. Entonces tomé la palabra que me cedie ron mis compañeros y me permití narrarle cómo era Barcelona, Madrid y Alicante, ciu dades que me conocía muy bien por ser ca talán de nacimiento, madrileño por adop ción y cariño a la capital de España y alican tino de pro por residir en uno de los pueblos más industriales de la provincia, Elda, y tan to le gustó oírme, que al cabo de más de una hora de charla, me preguntó por Sevilla y por Granada y si algo sabía de todos los pue blos que en su tiempo fueron árabes y ahora ya no lo eran. Accedí a sus deseos hablándo le de lo que había leído en los libros sobre Granada y su famosa Alhambra, la belleza de sus jardines y fuentes, el canto de las aguas que corren por sus acequias interiores, la maravillosa construcción árabe, con sus paredes y puertas caladas, que eran un sueño que quedó vivo desde la época de dominación árabe, hacía más de quinientos años y que los españoles venerábamos como una de las maravillas del mundo. Le hablé de Sevilla, de su Giralda preciosa, de su mezquita con vertida en iglesia por la religión católica, de la torre del oro mirando al río Guadalquivir, cuyo nombre es cien por cien árabe, del gra cioso hablar de las gentes andaluzas, del ANDA-LUZ, herencia de un árabe degenera do al castellano, que hacía sentir la vida Ile na de alegría en el placer de sus conversa ciones. Continué contándole la grandiosidad de la mezquita de Córdoba, que fue centro del Islam en la península Ibérica, de la belle za de esta ciudad, la más hija del Islam por que estaba en el corazón de España, sus ca sas de planta baja, con patios y fuentes, con macetas y flores de los más variado de la ve getación jardinera conocida y le hablé con tanto entusiasmo del nombre de muchos pueblos importantes que habían conservado el nombre árabe, como Beni-dorm, Beni marfull, Beni-sanim, AI-zira, AI-ginet, Beni modo, AI-cudia, Beni-chatel, AI-faz y otros muchos en la mayor parte de las provincias del sudeste de España y Andalucía completa. Le hablé con tanto entusiasmo, que al día si guiente me envió de regalo un dromedario precioso, ya que el regalo por excelencia que los nómadas hacen a sus personas más esti madas es un dromedario joven que no se puede rechazar, pero yo no lo podía aceptar por no poder Ilevarlo conmigo; a cambio, le pedí un cordero joven para asarlo en la are na esa noche y volvernos a encontrar bajo la hermosa luz de la luna del desierto, que no es como la de Valencia, ni como la de ningu- na parte, la luna del desierto es como un sol de plata que se puede tocar con la mano, tan cerca se la ve de la tierra que es como una gran lámpara de una sola y grandiosa bombilla que ilumina con claridad increíble el gran desierto, dando la impresión de estar en un salón monumental y maravilloso de la naturaleza. No hubo nada que objetar, me dio el cordero con su mayor placer y satisfacción y esa misma noche, entre moros y nuestro cocinero, lo mataron y lo asaron a la arena; re sultó delicioso y al finalizar la cena toma mos el correspondiente té, sus tres tazas de rigor y mientras los árabes se fumaban una pipa de hachís, le pedí a aquel anciano de blanca barba y piel curtida por el sol y la arena del desierto del Sáhara Ilamado Sul tán Azul que me contara alguna historia recibida por sus antepasados, algo que fuese verdad y que pareciese una fantasía, pues como yo había leído las mil y una noches estaba seguro de que los hombres de su edad y de su saber, tenían que tener memo rias muy interesantes de sus antepasados. Entonces Sultán Azul dijo que iba a con tarme la historia de «Los árboles humanoi des», que dice así: ® En los tiempos en que el desierto era un vergel porque las grandes sequías no existí an y la abundancia de toda clase de árboles se había adueñado de las grandes extensio nes, formando selvas y más selvas, en las que vivían toda clase de animales salvajes que bebían un agua cristalina que corría a través de surcos más o menos profundos, formando pequeños cauces que al unirse se transformaban en amplios y profundos ríos, Ilenos de los más vistosos peces de cuantas especies se conocen y el riego era natural porque Ilovía con bastante frecuencia y en una zona de aquel paraíso terrenal, gober naba un antepasado mío, Ilamado como yo, Ben Alí Sultán Azul, que era un hombre muy astuto y muy sabio y le dedicaba tanto cari ño a su pueblo, y con tanta educación, que todos le obedecían ciegamente. Se vivía de la caza y dela pesca y delos frutos naturales que daban los árboles, go zando así de un bienestar increíble, pero siempre existe algo que no encaja dentro de la felicidad completa y el problema que te nían se debía a que no conseguían enterrar a sus muertos en sitos altos y soleados, don de disfrutasen de una buena luz a la hora de salir sus espíritus de las tumbas para comer la abundante comida que cada día desposi taban sus deudos, pues la vegetación era tan abundante y espesa en unas Ilanuras tan inmensamente grandes y cerradas por la arboleda a la luz del sol, que les resultaba difícil enterrar a sus muertos de cara a la Meca, la ciudad santa por excelencia de los mahometanos, islámicos y árabes, jamás en tra en el reinado de Alá, paraíso y edén, donde están las huris danzando y donde hay tanta abundancia de comida, que jamás se puede acabar. Así que, aquel pueblo tan feliz, le pedía a mi antepasado Ben Alí Sultán Azul, que resolviera el problema con su sabiduría, cre ando una montaña artificial, que sobresa liera por encima de la vegetación y poder allí enterrar sus muertos bajo el sol y la lu na, mirando a la Meca para que tuviesen entrada en el edén paradisíaco con Alá y fueran felices eternamente. EI problema era muy peliagudo, porque habría que talar miles de árboles y mover grandes cantidades de tierra y piedras para levantar una montaña o varias montañas para que cada cual pudiera hacer sus enterramientos donde mejor les viniese. Se reti ró a meditar mi antepasado Ben Alí Sultán Azul, pidiendo a Alá que lo iluminase para serjusto con su pueblo y con la naturaleza a la que tanto amaba y respetaba, pero el problema seguía patente y cada vez que ha bía que enterrar un nuevo muerto, volvía el problema, pues los enterramientos se hací an en el suelo húmedo de la selva y no les Ilegaba la luz del sol y aunque gozaban de abundante comida y tenían todos sus ense res y armas a la mano para luchar y defen derse de las alimañas, no podían hacerlo porque en la oscuridad del bosque éstas son dueñas y señoras de los espacios y una no che, una hiena, socavó varias tumbas para comerse las vísceras de sus ocupantes y esto irritó al pueblo en general por lo que la voz se corrió inmediatamente de que las tumbas habían sido profanadas por las hienas, que son la misma representación del diablo y por lo mismo estos difuntos profanados, perdían sus espíritus e iban a un infierno maldito. De ahí la continua lucha del pueblo Ila no pidiendo montañas artificiales pues los enviados del demonio, como las hienas y to dos los animales carroñeros, no acuden a los sitios altos, abiertos a la luz del sol o a la de luna de plata del desierto porque temen ser descubiertos y huyen rápidamente ante el temor de ser abatidos por los cazadores. Mi antepasado Ben Alí Sultán Azul, no estaba dispuesto realizar las talas para crear espacios para las montañas y pedía cons tantemente a Alá, que lo iluminase en la so lución del problema, que tan en tensión te nía a su pueblo sin destrozar parte de la na turaleza y de sus tierras, y precisamente cuando estaba en estas meditaciones, le avisaron que había fallecido la esposa de un buen amigo suyo, muy querido también por el pueblo por su generosidad y comporta miento educado; cuando iba a la casa de su amigo, mi antepasado Ben Alí Sultán Azul, recibió la gracia del todopoderoso y caminando buscó entre la maraña de plantas y árboles un pequeño claro y cavó la tierra con una profundidad suficiente para poder enterrar en él un cuerpo de pie, y dejó mar cada la dirección a la Meca, y se fue a casa del amigo a Ilorar con él tan sensible pérdida y habló a su amigo de la inspiración que había recibido de Alá y que quería que él fuese el primero en Ilevarlo a la práctica pa ra que todos los demás vecinos del pueblo ® árabe-islamita recibieran el ejemplo y la se guridad de que sus muertos jamás serían profanados y a la vez tendrían vida propia: Aceptó el amigo la proposición y fue todo el pueblo a conocer que es lo que iba a hacer mi antecesor Ben Alí Sultán Azul para con tentarlos. Pidió a su amigo que depositasen el ca dáver de su esposa de pie en el hoyo que había hecho personalmente y cuando lo hi cieron, dejándola mirando a la Meca, empe zó a taparla con tierra, como un enterra miento normaf, pero que en vez de estar el muerto tumbado, mirando al cielo, estaba de pie mirando a la Meca y encima de él, iba a plantar un abeto, que se transformaba desde ese momento en un árbol humanoide, pues recuperaba el nombre del difunto, en este caso primero, de la difunta, porque iba a recibir la sabia del muerto, su abono sería el mismo muerto y conforme fuese crecien do se acercaría cada vez más al sol y en su copa que sería la del difunto, recibiría tam bién los rayos de la luna de plata y ningún animal carroñero se atrevería con él porque no podrían en ningún momento levantar el árbol para poder comerse sus vísceras y Ile varse el espíritu al infierno. También los fa- miliares podrán Ilamar al árbol por su nombre y Ilenar sus ramas de guirnaldas en los aniversarios o fiestas, con el nombre del di funto que lo había abonado con su cuerpo, de modo que todas las familias, aceptaron esta innovación y cada una fue eligiendo el sitio que más les gustaba para acotarlo en propiedad y hacer el hoyo correspondiente para enterrar a su posible muerto en cada época del año. De esta manera, se fue Ilenado África de árboles con el abono de las personas desa parecidas a la vida, que creciendo a través de los años pasaron a ser grandes árboles y en muchos sitios al paso de las generacio nes, no conocen los cementerios tan tristes, silenciosos y Ilenos de misterio, de ramos y coronas apestosas que duran cuatro días y se pierden en la basura de cada cementerio, bien podrían todas las naciones del mundo tomar buena nota de esta cultura y enterrar a sus muertos de pie, mirando a la Meca, a San Pedro de Roma y a todos los centros es pirituales de las distintas religiones del mundo, porque hay que ver lo bonito que sería que una madre que ha perdido a su hi jo lo enterrara en el jardín de su casa, plan ^ tase un árbol en su cabeza y lo Ilamase con ^ el nombre del hijo, del marido, de la sobrina «Chivani»,familiadelSultán o de los padres y hablarles con frecuencia todos los días, darles los buenos días y las buenas noches, regarlos y cuidarlos como lo que son, árboles humanoides. Todos tendríamos nuestros árboles y procuraríamos estar en contacto con el me jor vivero de árboles buenos y bonitos para comprar el mejor árbol, cuidarlo como lo que es, una cosa íntima nuestra, la reencar nación de nuestros queridos familiares de saparecidos, trasformados por la gracia de Alá, en «árboles humanoides». Así, desde 1914 hasta nuestros días, en que ha sido una continuidad de guerras mundiales, civiles y de otros tipos políticos y militares, en que han perecido más de dos cientos millones de personas, tendríamos la ventaja de haber levantado en la tierra otros tantos millones de árboles, que a la vez que sirvieran para mejorar la fauna y la flora, nos recordarán los odios habidos y las veces que los hombres se han enfrentado en luchas fratricidas que sólo han servido para destruir el planeta y eliminar lo mejor de nuestra juventud. Azul. ^ ^ i^..^^1.r^^ C7 C [=i z ^ O ^ uando contemplo con detenimiento el mar cercano, el cielo enigmático, ambos con su espléndida grandeza y las mon tañas que nos envían sus callados mensa jes, me emociona tan interesante espectá culo. Me siento orgullosa del con junto que forma todo ello, este rin cón que es nuestro querido valle. Sin duda, para mí, es el lugar mejor que han designado para desarrollar esta complicada existencia. En las obras de-la naturaleza se confirma la magia de la mano de Dios. En tonces me digo: aunque difícil, íqué bonito es vivir!. Cuesta traba jo encontrar la forma correcta de caminar por esta vida. EI globo que habitamos, de apariencia tranquila, no es un dechado de concordia. Pa ra hallar felicidad hay miles de tro piezos, aunque también hay ratos de dicha. Se precisa una técnica es pecial que se halla, dando ^ I! ^ ► ^ .^Í}.^^^ a nuestros pasos calma y paciencia para sosla yar sus muchos escollos. Es un espacio tan li mitado el número de días que nos correspon den vivir, que hay que darse prisa para sacar partido a los puntos favorables, nuestros bue nos sentimientos: familia, amor, amistad,... Ya que es obvio, que los bienes materiales no nos pertenecen, puesto que al c^marcharten, lo dejas todo aquí, tratemos de conseguir con nuestras buenas acciones dejar un recuerdo grato. Los afectos que han pesado tanto en nuestro corazón tampoco es posible Ilevarlos, así que ago témoslos de buena manera en este mundo. No importa que hayas inspirado cantidad de cari ño o que tu ames con intensidad, en el ^^gran viaje^ no se admiten equipajes. Observad, lo extraño de esta corta vida. Cuando Ilegamos a ella lo lógico sería mostrar nos alegres, casi con estruendosas carcajadas, pero no; cuando dejamos el seno materno, nuestra primera manifestación no es de gozo, salimos malhumorados... De inmediato si no reaccionas, te propinan unos golpecitos en la espalda muy significativos. Nos quieren decir que necesitamos aprendizaje para Ilorar. EI Ilanto es nuestro primer grito de guerra. ^Ha brá dato más elocuente para hacernos com prender que acabamos de entrar en un valle de lágrimas?. También hay otra razón muy com prensible, nos da pena dejar el rincón más bello y cómodo que disfrutamos. Este lugar al que hemos venido, mitad paraíso mitad infierno, que se Ilama Tierra, lo encontramos algo con fuso. Pensamos de nuevo: ^cómo será el co mienzo de nuestra existencia? ^Quizá intuimos al entrar en este estrafalario mundo, que la es tancia aquí es de cierta envergadura, y vivir nos da un poco de miedo?. Estas son mis apreciaciones sobre el tema y mis tremendas dudas. En mi opinión, puede compararse la vida, con un espacioso escenario, al que eres invitado para representar todo lo bueno y malo que contengan tus días. A veces son verdaderas come dias que Ilegan a parecerte paraísos soñados. Otros ratos, te obligan las circunstancias a que tus actuaciones sean auténticas tragedias que te hacen perder la sonrisa, pero tienes que aguan tar estoicamente, pues así lo ordena la tiranía de esta fuerza: íVivir!. Como en el teatro, para todo esto, existen aplausos y abucheos, pero hay que seguir la línea que nos dicta el corazón compendio de nuestras alegrías y desdichas. Aunque no somos nosotros los que decretamos nuestro destino, obrando rectamente, es posible que ga nemos la partida a las adversidades. Haciendo alarde de fantasía, también com paro nuestra vida con el juego de ajedrez. Exis ten jugadas mágicas: unas premeditadas en extremo y otras hechas con demasiado ligere za. Acaban agotados losjugadores, y gana uno, por eliminación de figuras y término del juego con la frase ^^jaque mate^, que equivale a nues tro final. Pasemos página, y con optimismo, para que sean un poco más alegres mis conceptos sobre el tema, mirado o escrito en un día de moral baja. Hagamos relación de lo que, aun que pasó, fue bueno. Ser niño, fue tiempo de alegrías; sus ratos de inocencia y candor con tienen una reconocida belleza. Más tarde, la adolescencia, que encierra misterios y descu bre sensaciones en nuestro ser: esta época de nuestra vida es la inolvidable... Después Ilegar a adultos ^qué triunfo!, una meta Ilena de problemas pero interesante. Empiezas a ser el protagonista de tus acontecimientos. Creas con decisión tu entorno con ilusiones y reali dades, y errores que ni lamentas, porque cada día es un nuevo despertar, un inesperado amanecer... Más tarde subimos el último pel daño de la larga escalera, más difícil todavía. Llegamos casi sin darnos cuenta a MAYORES. Es una categoría que adquirimos a base de ex periencia, que se empaña a veces. La carrera es descendente, y hay que estar alerta para no caer en depresiones. Si en este camino de nie bla, encuentras un bello refugio, has dado con la solución a tu problema. Para creernos un poco niños otra vez, venimos a Las Aulas. Han vuelto a interesarnos muchas materias que te níamos olvidadas. Asistimos a clase con ilu sión, y aprendiendo, olvidamos nuestras con trariedades y hasta casi no recordamos alguna que otra dolencia física. ^A que en verdad, en el rato de estancia en Las Aulas olvidamos el tiempo que pasó por nuestras vidas?. A la vez estamos orgullosos de conocer otros temas re cién estrenados que nos ponen al día, ^qué más queremos?. Matar el tiempo es nuestro objetivo, y lo hemos conseguido, y lo hemos conseguido de la manera más digna. La mente se atrofia, se enmohece de no usarla, pero no sotros conseguimos que esto no ocurra. Pen sar, es el mejor deporte para no quedar atrás y las horas que pasamos reunidos instruyéndo nos nos proporcionan alegría e ilusión. Es el mejor regalo que nos han podido hacer para seguir viviendo las turbulentas horas que te nemos que permanecer, en este mundo de ili mitadas sorpresas. ]Ufln tifRnflnDfi C U R 1 I D O S Teléfono 539 82 87 Fax 539 83 59 ^for de Lis Confitería y^ ^^s^ d` I^s t^rt^s Juan Carlos I, 30 • Telf. 538 37 00 • ELDA Hilarión Eslava, l0 ELDA Cafetín Plaza Mayor • Telf. 538 73 05 • ELDA Dos establecimientos a sv servicio COSTA BLANCA CASAS PROMOTORES INMOBILIARIOS PRÍNCIPE DE ASTURIAS, 6. 03600 ELDA. ALICANTE TEL.:96 5398181.FAX:96 5398669 f. 1 Y I. .:! ti.! . FABRICACIÓN DE LUMINOSOS METACRILATO NEÓN ROTULACIÓN POR ORDENADOR ROTULOS ELECTRONICOS Dr. Castroviejo, 11 • Teléfono: 539 68 36 • ELDA ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ♦ ^ VICfnTf fSifófln FOTOGRAFO . .