Roberto Valero, farmacéutico: “Nunca sabremos la cantidad de contagios que se han evitado gracias a las aparadoras”

Roberto Valero lleva más de cuarenta años al frente de su farmacia cerca de La Farola, donde  los vecinos sienten su cercanía como uno más del barrio. Los farmacéuticos han estado en primera línea en la lucha contra la pandemia, por ello, más de once han fallecido en toda España. Precisamente, este eldense se lamenta de que su profesión no se ha considerado de riesgo por el gobierno, que no les ha dotado de medios. Sin embargo, este virus ha representado una oportunidad para que los ciudadanos mostraran su solidaridad cosiendo un elemento fundamental frente al contagio, las mascarillas. Así cuenta su testimonio.

“Siempre hemos estado al servicio de los vecinos, pero desde hace un mes, con mucha más implicación. A la fuerza, hemos tenido que espabilar para poder estar a la altura de  la necesidad de nuestros pacientes, no solo disponer de los medicamentos que su patología requiere o para los enfermos nuevos y crónicos, sino volviéndonos locos para conseguir los productos sanitarios imprescindibles para prevenir la extensión del virus. No hemos tenido horas de descanso, intentando encontrar y comprar las tan ansiadas mascarillas, los guantes, los hidrogeles y soluciones desinfectantes, el alcohol sanitario o un simple termómetro digital, porque los de láser o de contacto ha sido misión imposible. Cada vez que conseguíamos una pequeña cantidad de todo esto, después de mil contactos, había fiesta en la farmacia; pero poco duraba la alegría, el tiempo en acabarse y vuelta a empezar.

Hemos conocido la solidaridad de todos nuestros amigos de dentro y fuera de Elda que se han volcado con nosotros, gracias a ellos, conseguimos mamparas separadoras de metacrilato, productos desinfectantes, guantes y mascarillas caseras desde el primer momento, incluso haciendo en nuestro laboratorio los geles hidroalcohólicos que nadie tenía. Recuerdo la primera semana, en que prácticamente nos quedamos sin nada, la gran implicación, ayuda, el ingenio de los eldenses que ofrecieron lo que mejor hacen: su trabajo, y entre todos destaco a las aparadoras que se pusieron a hacer mascarillas caseras y rudimentarias, pero efectivas como barrera, desempolvando algunas sus máquinas de aparar o bordar y haciendo el milagro de tener algo para defendernos del contagio. Todos en mi farmacia las llevamos y hemos regalado muchas. Nunca sabremos la cantidad de contagios que se han evitado gracias al sacrificio de estas mujeres que sacaron agua de un desierto.

Así atenuamos además nuestra angustia, ansiedad y miedo a la exposición al público. Hemos aprendido mucho sobre el contagio y su posible prevención, por otra parte, todas las farmacias de Elda y Petrer nos pusimos inmediatamente a la faena y hasta ahora hemos conseguido permanecer abiertas, además estamos en contacto y compartimos experiencias y novedades que a la vez transmitimos a los vecinos. Nos hemos puesto como obligación actuar sobre la base de la epidemia: el individuo, y un lema “todos con guantes y mascarilla” y lo conseguiremos.

Esta labor sanitaria pienso que cambiará la percepción de algunas personas sobre nuestra misión, saben que somos el lugar donde se le aconseja cara a cara con solo cruzar una puerta, que estamos a su servicio y hemos demostrado ser imprescindibles. Saldremos reforzados como todos los que están trabajando duramente contra el virus, somos una gran piedra de ese muro que estamos construyendo entre todos, pero sobre todo por los ciudadanos, que demuestran día a día su solidaridad, paciencia y entereza por el bienestar común.

Personalmente, me he tomado esto como un servicio a mis vecinos, que tanto me han ayudado y respetado durante mas de 40 años, y ahora, aunque cumplo algunos factores de riesgo que me obligarían a quedarme en casa como me ruega mi familia, mi conciencia me dicta poner mis humildes conocimientos a su disposición y ayudarles solidariamente a vencer esta maldita enfermedad. Por supuesto que tengo miedo, como todos, pero quiero estar aquí para ayudar y que entre todos consigamos cambiar esa angustia por esperanza.

A día de hoy pienso que ya estamos viendo una luz y poco a poco se van arreglando las deficiencias, tenemos unos hospitales que funcionan y unos grandes profesionales luchando y ganando día a día esta batalla.

Cuando esto acabe o al menos vaya perdiendo virulencia, que será con seguridad este verano, pues la falta de humedad y el calor debilitará o matará probablemente al coronavirus, me gustaría abrazar y dar las gracias a tantas personas que han demostrado que somos un pueblo especial, que no somos egoístas y nadie se siente mejor que el otro.

Algo egoísta sí que voy a ser, quiero antes de nada abrazar a mi familia y amigos y no de forma virtual, sino con un beso grande y sonoro, devolver los días no pasados juntos sobre todo a mis tres nietos y decirles que la vida está llena de pequeñas cosas que hay que apurarlas poco a poco, saborearlas y disfrutarlas.

Saldremos de esta situación más fuertes, aunque muchas cosas van a cambiar, esperemos que para bien.

Ánimo , venceremos, una cosa tan pequeña no puede destruir un pueblo tan fuerte”.